AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Prudence and madness {Nessa}
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Prudence and madness {Nessa}
“En la juventud aprendemos,
y en la madurez comprendemos”
y en la madurez comprendemos”
Una pareja salio de una de las mansiones bajo el amparo de la luna, ella agarraba por el brazo al hombre, vestido elegante y caro, traje igualmente elegante, pero aunque de lejos no se aprecisase, ese traje no era más que una tapadera, en la camisa había una pequeña mancha de sangre y si elevabas un poco la vista hacia su cuello podías ver la marca de dos agujeros, dos colmillos que se habían clavado ahí como alfileres. A pesar de eso el hombre parecía aun estable, y casi embobado con la vision de la mujer que llevaba al lado, no quitaba ojo al pronunciado escote. La sonrisa ladina de la mujer no había desaparecido desde que cruzaron la puerta de salida.
Alice sabía que no tenía porque esconderse en ese barrio, todo el lugar estaba habitado de vampiros, sus esclavos y sus alimentos. No obstante, no la apetecía tener un muerto en casa y luego tener que sacarlo, ademas, era mucho más excitante cenar en algun callejon, la adrenalina quizás. Así que había vestido a su comida como si se fuesen a una importante cena o reunion, el pobre iluso, que después se creía que iría a la cama con la bella mujer que llevaba del brazo.
El momento estaba planeado, sabía que las ganas del hombre no tardarían en desatar lo inevitable, el pobre ni recordaba que había sido mordido y que claramente iba a morir. Se lanzo hacia ella, cerca de un callejon, Alice solto una risotada, como si aquello la divirtiese y excitase, se dejo guiar hacia el callejon, dandole al hombre unos minutos más para que degustase algo de su cuerpo, no pudo evitar mordele el labio haciendolo sangrar, y una vez probo su sangre no había marcha atrás, tomo el control, cogiendole por su ropa y empujandole contra la pared, se lanzo a por su cuello, degustando el sabor de la sangre que bajaba por su garganta. Era una sensacion indescriptible, maravillosa. Lo dejo completamente seco y se aparto un poco viendo como el cuerpo caía.
Notaba la sangre en sus labios aun, así que los lamio, se limpio con un pañuelo de seda negro la comisura de los mismos y comprobo que su ropa y su pelo seguía en orden. Iba a salir del callejon, pero vio a una muchacha en frente, con un aspecto algo preocupante. No era humana, ni vampiro...Por su aura y aspecto parecía ser un esclavo de sangre. La recordaba a ella, con veinte años. Carraspeo.
— ¿Te has perdido niña?
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Re: Prudence and madness {Nessa}
Sed. No había nada más en su mente, que la sed. Jamás le había pasado, el estar débil y atontada intentando encontrar razón en su cabeza para moverse; jamás había estado tanto tiempo lejos de Mikael, él procuraba estar con ella y aun que siempre había salido a hacer los menesteres del vampiro, no se había demorado tanto antes, siempre regresaba para antes del atardecer o incluso antes, y ahora ya era de noche. Pero a su vez, tampoco había pasado tanto tiempo sin beber de su sangre, el dia anterior había tenido sed, pero no le había dicho nada a Mikael en un insensato intento por controlarse y no molestarle con ello, niña ingenua.
Había estado caminando sin rumbo por un largo tiempo ya, mando las cosas que había conseguido directamente a la casa Doré, lo que era una suerte ya que, para ese entonces seguro las habría perdido. Ahora no sabia donde estaba, no tenia fuerzas para volver por el camino invisible y confuso, estaba perdida, asustada por los síntomas que la falta de sangre le hacia y simplemente por no saber si estaría en peligro o no. Mikael… pensó, mientras se posaba contra la fría pared del callejón, sujetando su garganta entre sus temblorosas manos, sintiendo el sudor frio bajar por su frente y sus labios secos. ¿Acaso ya era un vampiro? ¿Era normal esta cantidad de sed? No, no podría ser cierto, esa mañana había salido al sol sin problema… pero entonces, si no era un vampiro y aun asi, llegaba a sentir que su mundo se acababa en locura, no quería ni imaginar como un vampiro se sentiría al tener sed.
Un sonido atrajo su mirada al otro lado del callejón, ladeando de forma lenta la cabeza, vislumbro a dos personas que “jugueteaban” entre caricias y risas traviesas, una de ellas era una hermosa mujer de cabello negro, elegante como solo ella podría ser y el hombre, vestido de gala parecía eufórico ante su suerte. Pero Nessa lo notó de inmediato, la mirada carmesí de la mujer, aquella mirada de depredadora, penetrante, certera, alguien que ya tiene definido quien iba a morir aquella noche. Un escalofrió le recorrió la columna, no pudo evitar visualizar a Mikael haciendo exactamente lo mismo con otras personas, la forma en que los colmillos penetraban la piel y el vitar liquido era devorado sin temor de aquella persona… la forma en que las manos de la mujer sujetaban con fuerza al pobre humano… la hicieron estremecer y abrir los labios ligeramente. Aun en su sed, aun en su debilidad, ver aquello era imponente, elegante, sensual y a su vez, muy aterrador.
Cuando la vampiresa había terminado, acomodado su ropa y limpiado sus suaves labios, poso su mirada en la pelirroja, quien se maldijo por no tener la fuerza para moverse de ahí, por no haber desaparecido antes de percatarse de su presencia. Ante sus palabras, dudo en que debería contestar ¿no sería insensato decirle a una vampiresa que en efecto estaba perdida? ¿no sería como ponerse en charola de plata para ser devorada? Y aun así, la esperanza de salir viva de eso, de poder salir de ahí y conseguir la sangre que necesitaba era tan tentador y exquisito que su cuerpo traiciono a la mente sin poder evitarlo.
-Si… creo que, me he perdido- contesto Nessa con una voz melodiosa, tersa y débil –si no regreso pronto, mi señor se preocupará- comento, separándose de la pared, con la mirada en el suelo al intentar mantenerse de pie.
Había estado caminando sin rumbo por un largo tiempo ya, mando las cosas que había conseguido directamente a la casa Doré, lo que era una suerte ya que, para ese entonces seguro las habría perdido. Ahora no sabia donde estaba, no tenia fuerzas para volver por el camino invisible y confuso, estaba perdida, asustada por los síntomas que la falta de sangre le hacia y simplemente por no saber si estaría en peligro o no. Mikael… pensó, mientras se posaba contra la fría pared del callejón, sujetando su garganta entre sus temblorosas manos, sintiendo el sudor frio bajar por su frente y sus labios secos. ¿Acaso ya era un vampiro? ¿Era normal esta cantidad de sed? No, no podría ser cierto, esa mañana había salido al sol sin problema… pero entonces, si no era un vampiro y aun asi, llegaba a sentir que su mundo se acababa en locura, no quería ni imaginar como un vampiro se sentiría al tener sed.
Un sonido atrajo su mirada al otro lado del callejón, ladeando de forma lenta la cabeza, vislumbro a dos personas que “jugueteaban” entre caricias y risas traviesas, una de ellas era una hermosa mujer de cabello negro, elegante como solo ella podría ser y el hombre, vestido de gala parecía eufórico ante su suerte. Pero Nessa lo notó de inmediato, la mirada carmesí de la mujer, aquella mirada de depredadora, penetrante, certera, alguien que ya tiene definido quien iba a morir aquella noche. Un escalofrió le recorrió la columna, no pudo evitar visualizar a Mikael haciendo exactamente lo mismo con otras personas, la forma en que los colmillos penetraban la piel y el vitar liquido era devorado sin temor de aquella persona… la forma en que las manos de la mujer sujetaban con fuerza al pobre humano… la hicieron estremecer y abrir los labios ligeramente. Aun en su sed, aun en su debilidad, ver aquello era imponente, elegante, sensual y a su vez, muy aterrador.
Cuando la vampiresa había terminado, acomodado su ropa y limpiado sus suaves labios, poso su mirada en la pelirroja, quien se maldijo por no tener la fuerza para moverse de ahí, por no haber desaparecido antes de percatarse de su presencia. Ante sus palabras, dudo en que debería contestar ¿no sería insensato decirle a una vampiresa que en efecto estaba perdida? ¿no sería como ponerse en charola de plata para ser devorada? Y aun así, la esperanza de salir viva de eso, de poder salir de ahí y conseguir la sangre que necesitaba era tan tentador y exquisito que su cuerpo traiciono a la mente sin poder evitarlo.
-Si… creo que, me he perdido- contesto Nessa con una voz melodiosa, tersa y débil –si no regreso pronto, mi señor se preocupará- comento, separándose de la pared, con la mirada en el suelo al intentar mantenerse de pie.
Nessa Ricci- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/11/2016
Re: Prudence and madness {Nessa}
El sabor de la sangre aun permanecia en su boca, lo cual hacia que sus ojos carmesí aun no volviesen a la normalidad, de cierta forma alimentarse provocaba el mismo placer que tener una noche de sexo o cualquier otra actividad excitante para un humano normal. Por esa misma razon podía hasta parecer que miraba con apetito a la esclava de sangre, y en cierta forma si, acababa de comer y que la pusieran a una casi humana delante era toda una tentacion. Pero aun así, se iba a contener, no porque le hubiese causado simpatía la muchacha, sino porque pertenecía a alguien, y ella no tocaba las pertenencias de otros, salvo que tocasen las suyas claro, si tocaban las suyas podía armarse una guerra civil.
Sus manos guardaron el pañuelo en un volsillo oculto de su vestido, avanzó hacia la joven y le tomo el rostro del menton. La examino como examinaba a todos los esclavos que pasaban por sus manos. — ¿Tienes sed eh? —retiro su mano y se quedo observandola fijamente. Era una chica bonita, entendía porque el vampiro que la hubiese escogido lo había hecho, seguramente la pobre andaba desesperada, había salido para buscar a quien la mantenía estable y ahora no sabía ni donde estaba.
— No te preocupes, eres propiedad de otro, no mía, por ahora he saciado mi hambre —la rodeó saliendo del callejon. — Supongo que si te dejo sana y salva en tu morada, tu encantador señor me dará algun tipo de compensacion, así que vamos —no era una opcion, estaba decidido, obtendría los beneficios de que aquella pequeña ayuda que la iba a prestar. — Pero no vas a caminar conmigo con ese aspecto —entre su rostro demacrado y las ropas que llevaba, lucia totalmente como una moribunda, por no hablar de que cualquier vampiro que captase su olor se la querría comer, y más si no tenían respeto por el estilo de vida de los vampiros como ella.
Se encamino hacia su mansion, de la que la joven la había visto salir antes. — ¿Tendrás un nombre no? —abrio la puerta de su casa. — Vamos entra, nadie te va a comer niña —con su mano la empujo suavemente por la espalda, miro a la calle, parecía que no había nadie. Cerró la puerta tras de si y se giro hacia Nessa.
Se quito su capa de tercieopelo que siempre solía llevar, con elegancia, antes de que cayese al suelo un esclavo llego y la recogio. Ella acompaño a la joven a una de las habitaciones vacias. Desconocía si sus hermanos estaban o no, pero no quería que las molestasen, ni que la viesen a ella. Cerro la puerta y abrio un armario que había en el interior del aposento. Echo un viztazo a la figura de la chica. — Este estara bien... —le saco un conjunto rojo y dorado, elagante, y peculiar a la vez. Nada que las mujeres humanas llevaran en el día a día. — Ahi tienes agua para lavarte e intenta parecer menos muerta de lo que estas —Señalo un cuenco de marmol con agua cristalina, había una toalla bien doblada y limpia al lado. Alice era a menudo bastante directa y poco cuidadosa con sus palabras, arrogante.
— Te espero al otro lado de la puerta — y así lo hizo, se quedo esperando al otro lado, en ese rato que estuvo allí vio entrar a uno de sus hermanos con una muchacha joven, la dedico una sonrisa de orgullo a su hermana mayor, a lo que ella respondio rodando los ojos. Luego desaparecieron en el piso de arriba. — Vamos niña, no tenemos toda la noche —su esclava vino a servirla un vaso de vino tinto mientras esperaba, el cual ella fue degustando con placer.
Sus manos guardaron el pañuelo en un volsillo oculto de su vestido, avanzó hacia la joven y le tomo el rostro del menton. La examino como examinaba a todos los esclavos que pasaban por sus manos. — ¿Tienes sed eh? —retiro su mano y se quedo observandola fijamente. Era una chica bonita, entendía porque el vampiro que la hubiese escogido lo había hecho, seguramente la pobre andaba desesperada, había salido para buscar a quien la mantenía estable y ahora no sabía ni donde estaba.
— No te preocupes, eres propiedad de otro, no mía, por ahora he saciado mi hambre —la rodeó saliendo del callejon. — Supongo que si te dejo sana y salva en tu morada, tu encantador señor me dará algun tipo de compensacion, así que vamos —no era una opcion, estaba decidido, obtendría los beneficios de que aquella pequeña ayuda que la iba a prestar. — Pero no vas a caminar conmigo con ese aspecto —entre su rostro demacrado y las ropas que llevaba, lucia totalmente como una moribunda, por no hablar de que cualquier vampiro que captase su olor se la querría comer, y más si no tenían respeto por el estilo de vida de los vampiros como ella.
Se encamino hacia su mansion, de la que la joven la había visto salir antes. — ¿Tendrás un nombre no? —abrio la puerta de su casa. — Vamos entra, nadie te va a comer niña —con su mano la empujo suavemente por la espalda, miro a la calle, parecía que no había nadie. Cerró la puerta tras de si y se giro hacia Nessa.
Se quito su capa de tercieopelo que siempre solía llevar, con elegancia, antes de que cayese al suelo un esclavo llego y la recogio. Ella acompaño a la joven a una de las habitaciones vacias. Desconocía si sus hermanos estaban o no, pero no quería que las molestasen, ni que la viesen a ella. Cerro la puerta y abrio un armario que había en el interior del aposento. Echo un viztazo a la figura de la chica. — Este estara bien... —le saco un conjunto rojo y dorado, elagante, y peculiar a la vez. Nada que las mujeres humanas llevaran en el día a día. — Ahi tienes agua para lavarte e intenta parecer menos muerta de lo que estas —Señalo un cuenco de marmol con agua cristalina, había una toalla bien doblada y limpia al lado. Alice era a menudo bastante directa y poco cuidadosa con sus palabras, arrogante.
— Te espero al otro lado de la puerta — y así lo hizo, se quedo esperando al otro lado, en ese rato que estuvo allí vio entrar a uno de sus hermanos con una muchacha joven, la dedico una sonrisa de orgullo a su hermana mayor, a lo que ella respondio rodando los ojos. Luego desaparecieron en el piso de arriba. — Vamos niña, no tenemos toda la noche —su esclava vino a servirla un vaso de vino tinto mientras esperaba, el cual ella fue degustando con placer.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/11/2016
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Re: Prudence and madness {Nessa}
Madame Defort resultaba ser más que elegante y mortífera, una verdadera rareza digna de la nobleza y esto hizo que baja un poco el nerviosismo de antes; su tacto era frio como el de Mikael, mas era demandante incluso podría ver el liderazgo en ella con ese simple acto.
-Um..si..por supuesto… si madame- contestaba a las cosas que esta le decía, siguiéndola hacia su mansión y entrando tras el pequeño empujón que la contraria le dio. No fue indiscreta como para checar todo, además, estaba acostumbrada ya a los lujos que las mansiones parisinas tenían por ofrecer. Pero se limitó a quitarse del camino, dejando que todos siguieran haciendo lo suyo y que la señorita Defort la guiase a una de las habitaciones, dejándolas en privacidad y sacando incluso un hermoso vestido para ella. Al cabo de un par de palabras más, esta salió indicándole que estaría esperándola, Nessa le asintió despacio y agradeció estar sola un momento.
No le gustaba sentirse asi, no le gustaba estar perdida y lejos de él. Se preguntaba si ya se habría percatado que aún no llegaba, si nunca regresara ¿la extrañaría? Negó un poco para quitarse aquello de la mente y comenzó a despojarse de la ropa sucia, limpiarse con el agua tibia su tersa piel que recupero color gracias al calor e incluso arreglando su cabello en una media cola. Ponerse el vestido fue un reto –sin sus sirvientas era aun más pesado- pero al terminar y ponerse sus zapatos, lucia hermosa y una sonrisa se escapó de sus labios. Pellizco un poco sus mejillas para darles color rosado, tallo sus ojos y se mordió un poco los labios… de repente tenía tanta vida como antes, aunque estuviese sedienta aun.
-Disculpe la demora, Madame- hablo al salir de la habitación al fin, haciendo una leve reverencia –muchas gracias por su ayuda, mi nombre es Nessa- Volvió a ponerse en pie de forma recta y no pudo evitar notar a la gama de servidumbre que tenía piel de color oscura Esclavos.. pensó, mirando de nuevo a la mujer –Es usted, de casualidad ¿Madame Defort?- ladeo un poco la cabeza, haciendo que su cabello cayese en cascada sobre sus hombros –He escuchado de la familia que lidera el mercado de esclavos…-
De igual forma notaba como ninguno de la servidumbre volteaba siquiera a verla, estarían acostumbrados a las visitas o.. eso mostraba el nivel de obediencia que tendrían hacia la señora de la casa. Algo que no sabía si era digno de admirar o de temer.
-Um..si..por supuesto… si madame- contestaba a las cosas que esta le decía, siguiéndola hacia su mansión y entrando tras el pequeño empujón que la contraria le dio. No fue indiscreta como para checar todo, además, estaba acostumbrada ya a los lujos que las mansiones parisinas tenían por ofrecer. Pero se limitó a quitarse del camino, dejando que todos siguieran haciendo lo suyo y que la señorita Defort la guiase a una de las habitaciones, dejándolas en privacidad y sacando incluso un hermoso vestido para ella. Al cabo de un par de palabras más, esta salió indicándole que estaría esperándola, Nessa le asintió despacio y agradeció estar sola un momento.
No le gustaba sentirse asi, no le gustaba estar perdida y lejos de él. Se preguntaba si ya se habría percatado que aún no llegaba, si nunca regresara ¿la extrañaría? Negó un poco para quitarse aquello de la mente y comenzó a despojarse de la ropa sucia, limpiarse con el agua tibia su tersa piel que recupero color gracias al calor e incluso arreglando su cabello en una media cola. Ponerse el vestido fue un reto –sin sus sirvientas era aun más pesado- pero al terminar y ponerse sus zapatos, lucia hermosa y una sonrisa se escapó de sus labios. Pellizco un poco sus mejillas para darles color rosado, tallo sus ojos y se mordió un poco los labios… de repente tenía tanta vida como antes, aunque estuviese sedienta aun.
-Disculpe la demora, Madame- hablo al salir de la habitación al fin, haciendo una leve reverencia –muchas gracias por su ayuda, mi nombre es Nessa- Volvió a ponerse en pie de forma recta y no pudo evitar notar a la gama de servidumbre que tenía piel de color oscura Esclavos.. pensó, mirando de nuevo a la mujer –Es usted, de casualidad ¿Madame Defort?- ladeo un poco la cabeza, haciendo que su cabello cayese en cascada sobre sus hombros –He escuchado de la familia que lidera el mercado de esclavos…-
De igual forma notaba como ninguno de la servidumbre volteaba siquiera a verla, estarían acostumbrados a las visitas o.. eso mostraba el nivel de obediencia que tendrían hacia la señora de la casa. Algo que no sabía si era digno de admirar o de temer.
Nessa Ricci- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/11/2016
Re: Prudence and madness {Nessa}
Observó a la muchacha, tenía buen porte, y un cabello cuidado y fino. Ademas su tez clara la dama un aspecto realmente encantador. El vestido realzaba sus atributos y contrastaba con su tono de piel. En general parecía que de aquel cuarto había salido otra persona distinta a la que entro. No solo eso, se había dado cuenta que la joven tenía modales, lo cual significaba o que su amo la había enseñado muy bien, o que había recibido una educacion apropiada para ello.
— Vaya, ahora hasta luces decente...Ser esclava no te exime de lucir tu bonita figura...Estoy segura ademas que tu amo lo agradecera —asintió cuando la comunico su nombre, la verdad que su nombre no la decía nada, no sabía si lo había escuchado o no, pero lo mismo daba. Lo siguiente la sorprendio, y no oculto su sorpresa. — ¿Acaso conozco a tu amo? — termino su copa de vino dandosela a la esclava para que se fuese de allí con ella, haciendo una breve inclinacion hacia ambas. — En efecto, trabajamos en la venta de esclavos, eres educada, culta y de buena figura con los arreglos adecuados...Entiendo porque la escogio su amo —extendió su mano hacia ella para que la tomase. — Salgamos de aquí, si alguno de mis hermanos deja de estar entretenido estoy segura de que molestaran — aunque se preguntaba donde estaría su hermana, ultimamente estaba saliendo de noche, Alice le daba tregua con eso pues era joven, pero también la preocupaba.
Tomo la mano de la joven y la acerco a ella para tomarla del brazo, como si fueran dos viejas amigas que se reunian después de un largo tiempo sin verse. Salieron de la mansion, uno de los esclavos les había abierto la puerta. Una vez de nuevo en la calle, al ámparo de la noche. La morena dirigio su mirada hacia la joven. — Y dime, ¿que hacias por ahí desamparada?...Buscar a tu amo sola y sedienta no es la mejor de las opciones, y menos cuando estas residencias estan llenas de vampiros —escruto su expresion. — Me hubiese costado muy poco acabar contigo, ¿sabes defensa personal al menos? ¿algo de entrenamiento? —intuía que no, los amos vampiros se limitaban a usarlas y a tenerlas como muñecas, en vez de enseñarlas a defenderse solas, creyendose capaces de poder "protegerlas" siempre. Ella había estado ahí, con la diferencia que ella ya traía entrenamiento consigo misma.
— Si no te he deborado, es porque respeto las pertenencias de los demas, no obstante espero que no me hayas mentido, o esta sera tu ultima noche —hablaba con completa tranquilidad, como si aquello no fuese una amenaza si no un comentario entre amigas.
— Vaya, ahora hasta luces decente...Ser esclava no te exime de lucir tu bonita figura...Estoy segura ademas que tu amo lo agradecera —asintió cuando la comunico su nombre, la verdad que su nombre no la decía nada, no sabía si lo había escuchado o no, pero lo mismo daba. Lo siguiente la sorprendio, y no oculto su sorpresa. — ¿Acaso conozco a tu amo? — termino su copa de vino dandosela a la esclava para que se fuese de allí con ella, haciendo una breve inclinacion hacia ambas. — En efecto, trabajamos en la venta de esclavos, eres educada, culta y de buena figura con los arreglos adecuados...Entiendo porque la escogio su amo —extendió su mano hacia ella para que la tomase. — Salgamos de aquí, si alguno de mis hermanos deja de estar entretenido estoy segura de que molestaran — aunque se preguntaba donde estaría su hermana, ultimamente estaba saliendo de noche, Alice le daba tregua con eso pues era joven, pero también la preocupaba.
Tomo la mano de la joven y la acerco a ella para tomarla del brazo, como si fueran dos viejas amigas que se reunian después de un largo tiempo sin verse. Salieron de la mansion, uno de los esclavos les había abierto la puerta. Una vez de nuevo en la calle, al ámparo de la noche. La morena dirigio su mirada hacia la joven. — Y dime, ¿que hacias por ahí desamparada?...Buscar a tu amo sola y sedienta no es la mejor de las opciones, y menos cuando estas residencias estan llenas de vampiros —escruto su expresion. — Me hubiese costado muy poco acabar contigo, ¿sabes defensa personal al menos? ¿algo de entrenamiento? —intuía que no, los amos vampiros se limitaban a usarlas y a tenerlas como muñecas, en vez de enseñarlas a defenderse solas, creyendose capaces de poder "protegerlas" siempre. Ella había estado ahí, con la diferencia que ella ya traía entrenamiento consigo misma.
— Si no te he deborado, es porque respeto las pertenencias de los demas, no obstante espero que no me hayas mentido, o esta sera tu ultima noche —hablaba con completa tranquilidad, como si aquello no fuese una amenaza si no un comentario entre amigas.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Re: Prudence and madness {Nessa}
Sonrie de forma educada y grácil, agradecida por las palabras sinceras de la vampiresa y porque sabía que podría ocultarlo de Mikael si se veía tan bien.
-Oh, bueno, siempre crei que entre vampiros de clase alta se conocían, si no directamente si entre platicas- menciono sincera y curiosa a la vez. Al escuchar sus alagos, sintió que podría llegar a sonrojarse de sobremanera –de tener mas energía- pero en su lugar, solo apareció un tenue tono rosado, haciéndola lucir tierna en cierta forma.
Sin titubear, tomo la mano de la señora de la casa y se encaminó hacia afuera, agradecida de ser cuidada de aquella forma. Le tomo unos minutos saber el porque de la actitud de la vampireza, era inteligete ocultar el aroma de una humana al acercarla a un vampiro, no lo había notado hasta ahora. Al caminar ahora a su lado, sentía refrescante el frio de la noche, podía ver con mas claridad en el sitio donde estaba y con ello, lo extrañamente vivo que lucia todo. Nadie dormia, nadie pedia silencio, de hecho se podían ver a grupos pasar a sus costados o hablando animadamente en esquinas o patios delanteros y todos tenían algo en común, al sonreir, sus colmillos brillaban cual perlas bajo la luz de la luna.
-No debería estar aquí ahora- confesó ante la pregunta de la dama –la verdad es que debi regresar desde la tarde, pero me ha dado un dolor terrible en la cabeza y mis energías se fueron- frunce levemente el entrecejo al recordar el inmenso dolor –cuando me di cuenta, ya estaba muy lejos del carruaje y no sabía dónde estaba, asi que solo caminé-
Era cierto, era muy distraída por naturaleza, pero vamos que perderse en un lugar como el centro de Paris no es cualquier cosa. Estaba observando a una dama con un collar tan rojo como la sagre de sus labios, cuando escuchó a Madame Defort hablarle de forma natural más mortífera a la vez. Mas allá de darle miedo, sonrió un poco ante lo curioso que le parecían los vampiros. Su amo también habla de aquella forma, tal vez si algo más sereno y distante, pero con la misma elegancia que decía que se debía hacer, con la misma podría advertirle a alguien que estaba cruzando una línea peligrosa. Las amenazas de muerte en labios de vampiros suenan casi a una invitación a una hermosa velada.
-No se preocupe, le digo la verdad Madame- aseguró, confiada y cortes –mi amo es el señor Mikael Doré, tiene una mansión en la zona sur de Paris, cerca de sembradíos- menciono, mirando a la misma desde su costado –supongo que con poder regresar en carruaje debería bastar…- bajo la mirada a una de sus manos, pensando en él, esperando que no se haya dado cuenta de su ausencia.
-Oh, bueno, siempre crei que entre vampiros de clase alta se conocían, si no directamente si entre platicas- menciono sincera y curiosa a la vez. Al escuchar sus alagos, sintió que podría llegar a sonrojarse de sobremanera –de tener mas energía- pero en su lugar, solo apareció un tenue tono rosado, haciéndola lucir tierna en cierta forma.
Sin titubear, tomo la mano de la señora de la casa y se encaminó hacia afuera, agradecida de ser cuidada de aquella forma. Le tomo unos minutos saber el porque de la actitud de la vampireza, era inteligete ocultar el aroma de una humana al acercarla a un vampiro, no lo había notado hasta ahora. Al caminar ahora a su lado, sentía refrescante el frio de la noche, podía ver con mas claridad en el sitio donde estaba y con ello, lo extrañamente vivo que lucia todo. Nadie dormia, nadie pedia silencio, de hecho se podían ver a grupos pasar a sus costados o hablando animadamente en esquinas o patios delanteros y todos tenían algo en común, al sonreir, sus colmillos brillaban cual perlas bajo la luz de la luna.
-No debería estar aquí ahora- confesó ante la pregunta de la dama –la verdad es que debi regresar desde la tarde, pero me ha dado un dolor terrible en la cabeza y mis energías se fueron- frunce levemente el entrecejo al recordar el inmenso dolor –cuando me di cuenta, ya estaba muy lejos del carruaje y no sabía dónde estaba, asi que solo caminé-
Era cierto, era muy distraída por naturaleza, pero vamos que perderse en un lugar como el centro de Paris no es cualquier cosa. Estaba observando a una dama con un collar tan rojo como la sagre de sus labios, cuando escuchó a Madame Defort hablarle de forma natural más mortífera a la vez. Mas allá de darle miedo, sonrió un poco ante lo curioso que le parecían los vampiros. Su amo también habla de aquella forma, tal vez si algo más sereno y distante, pero con la misma elegancia que decía que se debía hacer, con la misma podría advertirle a alguien que estaba cruzando una línea peligrosa. Las amenazas de muerte en labios de vampiros suenan casi a una invitación a una hermosa velada.
-No se preocupe, le digo la verdad Madame- aseguró, confiada y cortes –mi amo es el señor Mikael Doré, tiene una mansión en la zona sur de Paris, cerca de sembradíos- menciono, mirando a la misma desde su costado –supongo que con poder regresar en carruaje debería bastar…- bajo la mirada a una de sus manos, pensando en él, esperando que no se haya dado cuenta de su ausencia.
Nessa Ricci- Esclavo de Sangre/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/11/2016
Re: Prudence and madness {Nessa}
En cierto modo así era, sobretodo porque Alice intentaba estar pendiente de quien vivía con ella en la misma ciudad, a quién debía respetar y a quién podía chantajear. Había notado la inocencia y el encanto de la humana, era ademas dulce y educada. No había muchas chicas así ya, quizás por lo crudo y oscuro que era el mundo, quizás porque en realidad era mejor asi, ser como Nessa solo puede traer problemas. No obstante, seguramente su amo era, a pesar de todo, un inmortal bastante diferente a Alice.
Observaba a los inmortales ir y venir, conversar, incluso alguno que las miraba, no obstante atreverse a enfrentarse a otro inmortal por un humano era algo muy descarado y estúpido, estaba segura de que no tendrían ningun problema. Por supuesto que la humana no debería estar allí, eso ya lo sabía ella. Al menos así conoceria las consecuencias de su estado, el estar encadenada a otra persona hasta que esta decidiera o bien matarla o bien trasformarla. El caso es que por muy bien que la tratase su amo, la había condenado, y eso Alice lo sabía. Ella también lo hacia, condenaba a los humanos, los mataba, se alimentaba de ellos, la conciencia no al causaba remordimientos la verdad, pero quizás aquella humana merecía saber la verdad, o quizás era mejor dejarla en su infinita ignorancia. A ella le advirtieron una vez y no hizo ningun caso.
— ¿El pintor? —si que la sonaba, de oídas, aunque nunca había tratado con él. Quizás alguno de sus hermanos, la verdad es que no lo sabía con certeza. — Si, se quién es —la observó unos segundos mientras ella miraba hacia abajo. No era adivina, pero intuía que la joven tenía prisa por volver a casa con su señor y amo. No la culpaba. Hizo que alzara la cabeza tomandola con suavidad del menton. — Tomaremos un carro pero te acompañare hasta allí mismo. —por esa misma calle solía haber un carruaje que podían tomar. El carruaje privado que solía llevar no estaba disponible en esos momentos, así que debía conformarse con uno de los públicos. Continuaron bajando por aquella calle.
— Y dime, ¿estas enamorada de él? —Alice no se andaba con chiquitas, la base de sus conversaciones y de sus averiguaciones era que sus palabras solían ser bastante directas. Y por experiencia propia sabía que el vínculo que se establecía entre amo y esclavo era muy fuerte, tanto que a veces podía confundirse con amor, otras solo con deseo. Pero segun lo que la chica la respondiese decidiría si contarle más de su propia experiencia o no. — Y si me vas a mentir no te molestes en abrir la boca, prefiero el silencio
Observaba a los inmortales ir y venir, conversar, incluso alguno que las miraba, no obstante atreverse a enfrentarse a otro inmortal por un humano era algo muy descarado y estúpido, estaba segura de que no tendrían ningun problema. Por supuesto que la humana no debería estar allí, eso ya lo sabía ella. Al menos así conoceria las consecuencias de su estado, el estar encadenada a otra persona hasta que esta decidiera o bien matarla o bien trasformarla. El caso es que por muy bien que la tratase su amo, la había condenado, y eso Alice lo sabía. Ella también lo hacia, condenaba a los humanos, los mataba, se alimentaba de ellos, la conciencia no al causaba remordimientos la verdad, pero quizás aquella humana merecía saber la verdad, o quizás era mejor dejarla en su infinita ignorancia. A ella le advirtieron una vez y no hizo ningun caso.
— ¿El pintor? —si que la sonaba, de oídas, aunque nunca había tratado con él. Quizás alguno de sus hermanos, la verdad es que no lo sabía con certeza. — Si, se quién es —la observó unos segundos mientras ella miraba hacia abajo. No era adivina, pero intuía que la joven tenía prisa por volver a casa con su señor y amo. No la culpaba. Hizo que alzara la cabeza tomandola con suavidad del menton. — Tomaremos un carro pero te acompañare hasta allí mismo. —por esa misma calle solía haber un carruaje que podían tomar. El carruaje privado que solía llevar no estaba disponible en esos momentos, así que debía conformarse con uno de los públicos. Continuaron bajando por aquella calle.
— Y dime, ¿estas enamorada de él? —Alice no se andaba con chiquitas, la base de sus conversaciones y de sus averiguaciones era que sus palabras solían ser bastante directas. Y por experiencia propia sabía que el vínculo que se establecía entre amo y esclavo era muy fuerte, tanto que a veces podía confundirse con amor, otras solo con deseo. Pero segun lo que la chica la respondiese decidiría si contarle más de su propia experiencia o no. — Y si me vas a mentir no te molestes en abrir la boca, prefiero el silencio
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/11/2016
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Re: Prudence and madness {Nessa}
Madame Defort había resultado ser más que solo una dama con clase, sabía que ella no le debía nada, pero la estaba cuidando y eso lo agradeció mucho. No esperaba que otros vampiros fueran buenos –aun siendo solo en apariencia- asi que era una grata sorpresa para la chica el ver que alguien más aparte de su amo tenía la decencia de portarse de forma más “humana”. Y aun estando tan agradecida por todo lo que había hecho por ella ya, su forma directa y si rodeos de hacer las preguntas, habrían causado un enorme sonrojo ya en su tersa piel, de no ser por la falta de energía y de sangre de su amo. Mas sus mejillas se pintaron de un suave rosa y una pequeña sonrisa apareció, aquella que uno hace cuando recuerda a un ser amado.
-Si…- contesto al final, alzando su mirada hasta el cielo y dejando que el viento meciese sus delgadas cerdas castañas y rojizas –lo amo como solo se puede amar a una obra de arte, sabiendo que jamás lo tendré- dijo sincera, sintiendo un gran peso en el pecho y suspirando –lo amo y no me importa que sea inmortal o “un monstruo” como él se ve… y aunque suene efímero y predecible por yo ser su esclava, la verdad es que no veo como no podría amarlo aun sin serlo…- no sabía que pensaría Madame Defort de ella, no esperaba que todos comprendieran la profundidad con la que un ser humano podría llegar a amar, mas debía intentar transmitirlo, por el honor de Mikael y el suyo, se encargaba de ser sincera esa noche con la vampiresa y dejarle ver con sus palabras que la adicción ya había pasado a un segundo grado, que en realidad era lo que sentía por el vampiro, lo que la hacía permanecer a su lado. Lo amaba a niveles que cualquiera pensaría tontos, pero no lo podía evitar, así como no dejaba de pensar en aquellos ojos cual estrellas o en el tono de su voz cuando pretendía llamar su atención sin ser muy obvio o cuando cenaban juntos solo para dejarlo beber de ella después, frente al fuego de la chimenea y entre sus brazos. El olor a su colonia, la suavidad de su cabello, la curvatura de sus labios…
Pero acaso siendo humana ¿podría alguien decir que no se esperaba que en ella creciese ese sentimiento? Los humanos son muy dados a entregarse a una relación por sentimiento y aun así, cuando había llegado a escuchar platicas en el mercado, sabía que no a todos les parecía una relación correcta y más allá del verdugo y su víctima. ¿Cómo llegaba a amar un ser inmortal? Con el paso del tiempo ¿no se perdía aquel sentimiento? De pronto se preguntó si Mikael lo sentía también, alguna vez por ella o por alguien he incluso, si Madame Defort podría llegar a comprenderla porque ella lo había vivido o lo vivía, seres tan hermosos y perfectos pero a su vez tan… tristes y solos. Ella no dejaría de amar a Mikael aun sabiendo que podría morir, de hecho aun si este le dijera que la bebería hasta la última gota, ella moriría feliz, en sus labios.
Rie un poco avergonzada y baja la mirada de nuevo llegando al coche donde un ballet las observo un poco dudoso. Pudo ver aquel destello en sus ojos, ese reflejo de la luz casi nula que los hacia un poco del color del rubí y que dejaba ver su vampirica naturaleza. Hizo solo un suave movimiento de su cabeza para saludar, ya que no sabia si su olor saldría mas directo a él si llegaba abrir la boca.
-Si…- contesto al final, alzando su mirada hasta el cielo y dejando que el viento meciese sus delgadas cerdas castañas y rojizas –lo amo como solo se puede amar a una obra de arte, sabiendo que jamás lo tendré- dijo sincera, sintiendo un gran peso en el pecho y suspirando –lo amo y no me importa que sea inmortal o “un monstruo” como él se ve… y aunque suene efímero y predecible por yo ser su esclava, la verdad es que no veo como no podría amarlo aun sin serlo…- no sabía que pensaría Madame Defort de ella, no esperaba que todos comprendieran la profundidad con la que un ser humano podría llegar a amar, mas debía intentar transmitirlo, por el honor de Mikael y el suyo, se encargaba de ser sincera esa noche con la vampiresa y dejarle ver con sus palabras que la adicción ya había pasado a un segundo grado, que en realidad era lo que sentía por el vampiro, lo que la hacía permanecer a su lado. Lo amaba a niveles que cualquiera pensaría tontos, pero no lo podía evitar, así como no dejaba de pensar en aquellos ojos cual estrellas o en el tono de su voz cuando pretendía llamar su atención sin ser muy obvio o cuando cenaban juntos solo para dejarlo beber de ella después, frente al fuego de la chimenea y entre sus brazos. El olor a su colonia, la suavidad de su cabello, la curvatura de sus labios…
Pero acaso siendo humana ¿podría alguien decir que no se esperaba que en ella creciese ese sentimiento? Los humanos son muy dados a entregarse a una relación por sentimiento y aun así, cuando había llegado a escuchar platicas en el mercado, sabía que no a todos les parecía una relación correcta y más allá del verdugo y su víctima. ¿Cómo llegaba a amar un ser inmortal? Con el paso del tiempo ¿no se perdía aquel sentimiento? De pronto se preguntó si Mikael lo sentía también, alguna vez por ella o por alguien he incluso, si Madame Defort podría llegar a comprenderla porque ella lo había vivido o lo vivía, seres tan hermosos y perfectos pero a su vez tan… tristes y solos. Ella no dejaría de amar a Mikael aun sabiendo que podría morir, de hecho aun si este le dijera que la bebería hasta la última gota, ella moriría feliz, en sus labios.
Rie un poco avergonzada y baja la mirada de nuevo llegando al coche donde un ballet las observo un poco dudoso. Pudo ver aquel destello en sus ojos, ese reflejo de la luz casi nula que los hacia un poco del color del rubí y que dejaba ver su vampirica naturaleza. Hizo solo un suave movimiento de su cabeza para saludar, ya que no sabia si su olor saldría mas directo a él si llegaba abrir la boca.
Nessa Ricci- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 02/11/2016
Re: Prudence and madness {Nessa}
Su respuesta la revelo un monton de informacion que seguro sabría aprovechar de alguna manera. Su domitor, el conocido y misterioso pintor, al parecer no estaba muy contento con su condicion, era uno de esos inmortales que maldecían su inmortalidad día tras día, procurando ser el humano que algun día fueron y que, en definitiva, no volverían a ser. Lo más curioso para Alice de ese tipo de inmortales es que nunca llegaban a quitarse la vida, al menos la gran mayoría no. ¿Acaso no sabían que bastaba con una estaca en el corazón?. Durante la mayoría de su vida Alice había crecido y vivido con esa misma vision acerca de los inmortales, monstruos sin alma, asesinos que debían ser asesinados. Incluso como esclava de sangre tuvo sus crisis de existencia, considerandose a ella misma un monstruo y a aquel que la había regalado un don especial. Y si, ella si intento suicidarse, aunque siempre fue detenida en el último momento.
Imagenes de aquella época de la que había escapado no hace tanto acudieron a su mente, ella hablaba de la misma forma idealizada del que fue su amo. Creía amarlo como solo los humanos podían amar, no había otra criatura tan hermosa y magnifica como él. Pero aquello se quedo en el pasado, en un pasado que no iba a volver. Había sido una ingenua al pensar que alguien con tanto poder, una criatura con tantos años a su espalda iba a enamorarse de ella. Su mirada se torno brevemente comprensiva al mirar a los ojos a la joven que la acompañaba. Tan ingenua como ella. No dudaba que algunos inmortales llegasen a amar, pero si de verdad el pintor amase a esa niña verla enganchada y dependiente de esa manera no debería ser de su agrado.
— Ya veo... —susurró mientras elegia sus siguientes palabras. Mientras llegaron al carruaje. El cochero era otro inmortal, el cual se quedo mirando a la muchacha mientras subia al carro. — ¿Te gusta lo que ves? —el vampiro miro a Alice con un brillo esperanzador en sus ojos, quizás pensando que iba a compartir a la humana con él o algo semejante. Pero lo unico que se llevo es una bofetada de la morena que le dejo la mejilla roja. Mostro sus colmillos de forma instintiva. — Esta fuera de tu alcance, y te arrancare el corazon si intentas algo —con la determinacion en su mirada subio al carruaje y cerro la puerta. En el interior había espacio suficiente para que ambas se sentaran una frente a la otra. — No me gusta que se muestren tan mezquinos y agresivos...Acabara muerto de todas formas —comento sin darle más importancia al asunto. No la gustaba ni dejar cabos sueltos ni permitir tales groserias, si no le había matado ya era porque no había más cocheros en la zona.
Alargo su brazo para correr las pequeñas cortinas de la puerta, impidiendo la vista desde el exterior. — Sabes querida, pareces una joven inteligente, que podría terner un futuro prometedor... —sus ojos intensos buscaron los de ella. Acompaño sus palabras con un leve pero eficaz tono de persuasion vampírica, suficiente para que las tuviese en cuenta, y suficiente para que no actuase a la defensiva. Tu domitor parece un hombre encantador, no pretendo convencerte de lo contrario, podría haberte alejado de su lado para siempre y no lo he hecho...Pero no me caes particularmente mal así que debo decirte algo —elegia las palabras de forma muy concreta, primero asociando la figura idílica de su amo al término "domitor", y es que era así, un vampiro la había tomado y la había dominado, quitandola su vida y todo lo que hubiera podido tener. Ahora no era más que una esclava a su servicio. Y obviamente Alice no pretendía tratarla como amiga, no lo eran. Pero era una joven que claramente provenia de la alta sociedad, una joven que desprendía encanto y que podría ser perfectamente su hermana pequeña. Un final algo trágico para alguien así. — Defenderas a ese hombre por encima de cualquier cosa, sacrificaras todo por él, lo amas con locura, y eso no lo dudo...Pero amarlo sera precisamente tu perdicion, él ni siquiera querra darte el maravilloso don de la inmortalidad eterna aun cuando te lo ha arrebatado todo, porque al dartelo sabe que ya no le perteneceras, que no podra atarte como lo hace ahora...Y eso querida, bueno, eso no nos gusta a los seres inmortales como él o yo, creeme —alargo su mano y la poso sobre las suyas, inclinandose un poco y mirandola más fijamente a los ojos. — Sus palabras, sus movimientos, sus gestos...Todo eso te hipnotizara, te hara perder la cabeza por el hasta que olvides quién eres realmente. Y entonces, todo ese maravilloso mundo caera algun día, quizás mueras, quizás te mate él...Quizás acabes con tu vida tu misma...No importa como, pero todo terminara —aparto con suavidad la mano de ella y despacio fue retirando su mirada de ella, a la vez que su habilidad se iba disipando. Suficiente para que sus palabras calasen en ella.
— Pero aun así, aprovecha los beneficios que tienes ahora, utiliza tus pequeños dones, sal y diviertete... —dibujo una sonrisa ladeada y miro por la ventana, apartando un poco la cortinilla, comprobando que el cochero las llevaba donde debía.
Imagenes de aquella época de la que había escapado no hace tanto acudieron a su mente, ella hablaba de la misma forma idealizada del que fue su amo. Creía amarlo como solo los humanos podían amar, no había otra criatura tan hermosa y magnifica como él. Pero aquello se quedo en el pasado, en un pasado que no iba a volver. Había sido una ingenua al pensar que alguien con tanto poder, una criatura con tantos años a su espalda iba a enamorarse de ella. Su mirada se torno brevemente comprensiva al mirar a los ojos a la joven que la acompañaba. Tan ingenua como ella. No dudaba que algunos inmortales llegasen a amar, pero si de verdad el pintor amase a esa niña verla enganchada y dependiente de esa manera no debería ser de su agrado.
— Ya veo... —susurró mientras elegia sus siguientes palabras. Mientras llegaron al carruaje. El cochero era otro inmortal, el cual se quedo mirando a la muchacha mientras subia al carro. — ¿Te gusta lo que ves? —el vampiro miro a Alice con un brillo esperanzador en sus ojos, quizás pensando que iba a compartir a la humana con él o algo semejante. Pero lo unico que se llevo es una bofetada de la morena que le dejo la mejilla roja. Mostro sus colmillos de forma instintiva. — Esta fuera de tu alcance, y te arrancare el corazon si intentas algo —con la determinacion en su mirada subio al carruaje y cerro la puerta. En el interior había espacio suficiente para que ambas se sentaran una frente a la otra. — No me gusta que se muestren tan mezquinos y agresivos...Acabara muerto de todas formas —comento sin darle más importancia al asunto. No la gustaba ni dejar cabos sueltos ni permitir tales groserias, si no le había matado ya era porque no había más cocheros en la zona.
Alargo su brazo para correr las pequeñas cortinas de la puerta, impidiendo la vista desde el exterior. — Sabes querida, pareces una joven inteligente, que podría terner un futuro prometedor... —sus ojos intensos buscaron los de ella. Acompaño sus palabras con un leve pero eficaz tono de persuasion vampírica, suficiente para que las tuviese en cuenta, y suficiente para que no actuase a la defensiva. Tu domitor parece un hombre encantador, no pretendo convencerte de lo contrario, podría haberte alejado de su lado para siempre y no lo he hecho...Pero no me caes particularmente mal así que debo decirte algo —elegia las palabras de forma muy concreta, primero asociando la figura idílica de su amo al término "domitor", y es que era así, un vampiro la había tomado y la había dominado, quitandola su vida y todo lo que hubiera podido tener. Ahora no era más que una esclava a su servicio. Y obviamente Alice no pretendía tratarla como amiga, no lo eran. Pero era una joven que claramente provenia de la alta sociedad, una joven que desprendía encanto y que podría ser perfectamente su hermana pequeña. Un final algo trágico para alguien así. — Defenderas a ese hombre por encima de cualquier cosa, sacrificaras todo por él, lo amas con locura, y eso no lo dudo...Pero amarlo sera precisamente tu perdicion, él ni siquiera querra darte el maravilloso don de la inmortalidad eterna aun cuando te lo ha arrebatado todo, porque al dartelo sabe que ya no le perteneceras, que no podra atarte como lo hace ahora...Y eso querida, bueno, eso no nos gusta a los seres inmortales como él o yo, creeme —alargo su mano y la poso sobre las suyas, inclinandose un poco y mirandola más fijamente a los ojos. — Sus palabras, sus movimientos, sus gestos...Todo eso te hipnotizara, te hara perder la cabeza por el hasta que olvides quién eres realmente. Y entonces, todo ese maravilloso mundo caera algun día, quizás mueras, quizás te mate él...Quizás acabes con tu vida tu misma...No importa como, pero todo terminara —aparto con suavidad la mano de ella y despacio fue retirando su mirada de ella, a la vez que su habilidad se iba disipando. Suficiente para que sus palabras calasen en ella.
— Pero aun así, aprovecha los beneficios que tienes ahora, utiliza tus pequeños dones, sal y diviertete... —dibujo una sonrisa ladeada y miro por la ventana, apartando un poco la cortinilla, comprobando que el cochero las llevaba donde debía.
Alice D. Defort- Vampiro Clase Alta
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