El Ojo que todo lo Ve {Nessa, Privado +18}

Los sembradíos se movían de forma suave, haciendo ondas como las que el mar habría de hacer. Nunca había visto el mar, pero si era como los pescadores se lo habían descrito… los sembradíos eran su mar; el olor a naturaleza reinaba en toda la zona y nessa de vez en cuando gustaba de dejar abiertas las ventanas mas pequeñas para que la brisa llenara la mansión. Era uno de esos pequeños detalles que le gustaba tener hacia Mikael. No estaba segura si él los apreciaba o pensaba que era algo nuevo en su mansión, pero los hacia igualmente, imaginándolo sentado ahí en su estudio, pintado cuando ya la noche había llegado y percibiendo el aroma de la mañana que había pasado.

Sus días en la mansión eran relativamente buenas, ella se encargaba de los menesteres que Mikael le hubiese dejado en una lista y al regresar tomaba una siesta para estar lista y con energía para su vampiro. Esa noche, había despertado mucho antes de lo usual, había corrido las enormes y pesadas cortinas del vestíbulo y del gran comedor para que los enormes ventanales de piso a techo, dejasen entrar la luz de la luna y las estrellas; había planeado incluso la pequeña “broma” para su señor, tomando uno de los pinceles que mas utilizaba y huyendo con él hacia una de las estancias de la enorme mansión.

Esa noche usaba un vestido nuevo, por alguna razón le había emocionado la idea de comprar uno nuevo y aun que iba descalza y con el cabello suelto –como siempre- el vestido le sentaba de forma hermosa, dejando sus hombros descubiertos al igual que sus brazos y cayendo de forma suave al estar sentada sobre aquella repisa. Jugueteaba con el largo pincel entre sus dedos, esperando escuchar sonido alguno de su amo, y sonriendo para sí al pensar ya en el regaño que este le daría, tan propio y elegante como solo él podría darlos.

Sin contratiempos, el elegante vampiro se hizo presente, contra el marco de la puerta y observándola un poco exasperado. Desvió su mirada un poco, pensando en que excusa poner para justificar sus acciones ese día. Siempre se le ocurría algo, siempre decía una pequeña mentirilla pero, ahora... El brillo de los ojos del vampiro capto su atención, ese hermoso azul cristalino que la había hechizado la primera vez que lo había visto, ahora eran una joya que sentía, ella era la única que podría degustar. Ladeo un poco la cabeza, haciendo que su suave cabello cállese a un costado y lentamente bajo del diván -¿Está enojado?- formulo la pregunta con voz tersa y serena, caminando unos cuantos pasos hasta estar frente al hombre –bueno… la verdad es que, esta vez solo quería mostrarle mi vestido nuevo…- confesó, tomándose un costado del vestido y mostrándoselo al mayor -¿Qué le parece? Lo vi en una pequeña tienda hoy..- sonríe de forma suave, volviendo a posar su mirada en aquellos ojos.

Algo en ella hizo que su corazón palpitara de forma acelerada, sentía un leve mariposeo en el abdomen y su sangre viajar más rápido por el aumento ligero de la respiración; cualquier otra persona no habría notado absolutamente nada de aquello, pero sabía que antes el olfato, oído y vista del vampiro, todo eso era evidente… llegaba a preguntarse qué pensaba él al ver lo que causaba en ella.

-Mi señor… ¿tiene sed?- pregunto preocupada, acercando su mano, queriendo poder posarla sobre el pecho del contrario, pero limitándose a apenas posarla sobre su brazo derecho.

Sintió una corriente eléctrica cruzar desde su nuca hasta su espalda al tener tan cerca de Mikael. No se había dado cuenta de cuando había comenzado el cambio, no sabia si ya llevaba tiempo sintiendo nervios cuando él estaba cerca, cuando le hablaba, cuando la veía aun que fuese con aquel brillo depredador en los ojos… pero la verdad era que hacia tiempo ya no se sentía indiferente del señor Doré. Así que, cuando este sujeto su mano entre las contrarias, sus sentidos se dispararon y repentinamente era muy consiente de si misma, de como lucia con el vestido, de como sus manos estaban suaves para que Doré pudiese disfrutarlas –por suerte no había hecho nada por arruinar su suavidad- y sintió como un leve calor subió a sus mejillas.

Las manos del varón eran duras, frias, pero tan gentiles y delicadas que uno pensaría que sujetaba a una suave flor;  su mejilla era perfecta, todo pómulos altos y mandíbula marcada, pero su piel estaba suave como la de una estatua tallada en mármol. Cuando este poso su azulada mirada sobre la de ella, todo el mundo desapareció dejando atrás los sonidos, solo la voz y presencia del mayor era lo que abarcaba el universo de la chica, escuchando la profundidad de las palabras saliendo de aquellos labios que… sin querer, se hacían cada vez mas atrayentes. Incluso el leve brillo de sus colmillos al hablar.

Asintió cuando el vampiro le pidió cenar juntos y que no demorase, cuando este soltó su mano y salió del salón, poco a poco todo volvió a retomar sus sentidos y por una tonta razón, se sintió sola. Su mano se sentía fría, pero no por el tacto del vampiro, si no, por la falta de este. Caminando de forma distraída subió a sus aposentos con la mano apoyada sobre su desbocado corazón y sonriendo un poco para sí Si tan solo Mikael supiese… pensó, entrando a su habitación y eligiendo ella misma el vestido del enorme armario en lo que sus sirvientas preparaban el usual baño que solía tomar antes de estar con el vampiro.  Esta vez había pedido pétalos de las rosas frescas del jardín, algo que hacía que toda ella oliese de forma exquisita y su piel estuviese suave. Tras hacer que la peinasen de forma simple pero elegante con apenas una media cola sujetada por un hermoso y modesto arreglo con una rosa, se metió en su vestido y unos zapatos que fueran a juego y bajo sin más a encontrarse con el hombre quien ya esperaba sentado a la mesa.

-Perdone por tardar…- se disculpó, sentándose cuando uno de los sirvientes acercó una silla al lado del amo de la casa -¿Qué cenaremos hoy?- pregunto sin preocupación alguna. Sabía que Mikael solo cenaba con ella por convivencia, los vampiros bien podrían no comer del todo y sobrevivir solo con la sangre de sus víctimas, asi que apreciaba enormemente el que cenara con ella. Sin embargo noto que había algo distinto con su señor, haciéndola buscar su mirada bajando un poco la cabeza –Mi señor…¿Qué sucede? ¿he dicho algo que lo molestara?- insegura comenzó a apretar la servilleta de fina tela, bajo la mesa sin que el otro lo notase. Los nervios comenzaban a apoderarse de ella.

Aguardo hasta que su amo se dignó a hablar, para ese entonces la comida ya estaba frente a ella, humeante y lista, con todas sus especias llenando el espacio del gran salón. Las instrucciones de su amo fueron claras, incluso podría decirse que un tanto frías y esto ocasionó un pequeño nudo en el estomago de la humana. Rara vez –sino es que nunca- Mikael se comportaba de esa forma, no le había hablado asi en mucho tiempo y todas las cosas malas que podrían pasar, le pasaban por la cabeza; comida de forma lenta, llenándose más de la fina carne que de la sopa –había que tener energía y nutrientes para no estar anémica- mientras alternaba su grisácea mirada de entre su plato y el vampiro, pero al sentir su mirada penetrante sobre ella, desviaba la mirada de nuevo a su plato, intentando no parecer tan consternada y nerviosa. ¿Qué había hecho para despertar el inconforme del amo de la casa? Ella siempre era prudente, se portaba lo mejor que su hiperactividad le dejaba y aun asi, ahí estaba él, con semblante serio.

Ya había devorado por completo la carne y un poco de las patatas al horno cuando este comenzó a hablar, haciéndola dejar los cubiertos y dar toda su atención al mayor. Sus labios se abrieron un poco ante la sorpresa, él le había hablado de “tú” y no solo eso, su perfecta pose elegante se había visto ligeramente removida por puro y clara preocupación. Cuando este tomo su mano, todo su cuerpo volvió a estar vivo y alerta, todo en ella se centró y dejo de lado la cena, sintiendo el frio y a la vez, tan calido tacto de su señor, quien con voz fúnebre dejo en claro el peligro que las calles parisinas tenían para una humana tan frágil como lo era ella. ¿Engañar?!... pensó alarmada, comenzando a negar ligeramente, mas el sentir como dejo su mano tapando sus ojos, la volvió a dejar sin habla. Podia sentirlo, unas pestañas suaves y largas, hermosas como solo él podría poseer, la piel en esa zona también era suave y aun que estaba fría, no molestaba en absoluto.

Bajo su mano de forma lenta, observando de reojo a Mikael mientras este comenzaba a rodear su silla; cuando sintió el beso sobre su piel –ya mas aun, sobre una zona tan sensible como lo eran sus hombros- dejo escapar un leve jadeo, apenas como un suspiro, cerrando los ojos al sentir su aliento contra el cuello. Su piel reacciono, haciendo que sus poros se erizaran y todo en ella comenzara a ir a mil por hora. Escuchar aquel tono en su voz y el sentir de sus manos sobre su piel, haciendo que todo en ella se derritiera a un nivel peligroso, que sus pensamientos se volviesen confusos y sus labios se secaran ante la expectativa, ante la tentación y todo lo que este lograba con solo tocar…

-Mi señor…- susurró de forma suave y sin querer un poco sensual incluso, aun sin abrir los ojos –saciare su sed, y su preocupación, pero… no aquí- dijo, finalmente poniéndose en pie, quitando contra su voluntad las manos del mayor, para tomar solo una y comenzar a jalar de esta, guiándolo hacia una de las puertas del gran salón –vayamos a un lugar más cómodo para usted…- al voltearse y caminar hasta estar al fin en la estancia mas cómoda de la mansión, cerró la puerta a sus espaldas, soltando al fin a su amo para que pudiese encontrar su lugar frente al fuego, mientras ella sin problemas, comenzó a deshacer las ataduras del ligero corsé que llevaba –No sabía que usted se había enterado de eso… mas no lo oculté por miedo a represalia o por que haya hecho algo malo- sin más, dejo caer el pomposo vestido al suelo, quitando también sus zapatos y quedando tan solo en su camisón ligero que solía usarse bajo vestidos, esperando que no se transparentara mucho –lo hice para no preocuparlo, no quería que sintiese que debía cuidarme como a una infante…- se acercó a él, sentándose sobre sus piernas, dejando las suyas a cada costado del vampiro. No se había sentado así antes, siempre era de la forma “correcta” donde ella quedaba de lado hacia el vampiro, pero sintió que esa vez necesitaba que este viera que hablaba de forma sincera, necesitaba que la viese a los ojos –la razón por la que fui a la mansión de madame Defort, fue porque…porque estaba perdida- admitió, bajando la mirada avergonzada –me sentía débil, muy débil y sedienta y… no me podía concentrar, asi que termine perdiéndome entre las calles y madame me encontró cuando más ayuda necesitaba. Ella me llevo a su mansión para que pudiese asearme e incluso me dio un vestido ya que no quería que la gente me viera en aquel estado, me trajo a casa cuidando que ningún vampiro me hiciera nada he incluso me había dicho que al pertenecer a alguien, no me iba a hacer nada- Elevo de nuevo sus ojos al mayor, manteniendo su rostro un poco agachado, culpable de causarle tantos problemas y tanta preocupación –yo jamás le sería infiel… yo jamás lo dejaría por..nadie.. –admite, sonrojada –jamás dañaría esto que usted me a dado, ni haría algo que lo perjudicara… usted es mi señor y no querría tener a ningún otro-

Bajo sus ojos de nuevo y sin más, movió su cabellera sedosa hacia un costado, dejando su cuello al descubierto para el deleite del mayor, incluso bajo uno de los finos tirantes para que tuviese completo control y libertad de aquella zona que ya era suya. Nunca lo iba a admitir de forma abierta y en voz alta, pero había aprendido a adorar verse en un espejo después de que este se hubiese alimentado, mirando las marcas de la mordida, quien sabe, tal vez se estaba haciendo un tanto masoquista en ese sentido.

-¿Podría perdonarme?- susurro, femenina y sensual, mirando de nuevo a los ojos azulados de su amo.

El ambiente en el lugar habia cambiado, el aire era mas denso y sus nervios y sensaciones estaban a tope. Cuando el contrario junto su frente a la propia, esta sigue con la mirada perdida en él, en todo lo que él tendría por ofrecerle y en sus palabras, sintiendo como en su estómago se hacia una explosión de nervios y ansias y que..un poco mas abajo.. su intimidad estaba comenzando a ponerse un poco inquieta. Las caricias en su cabello, el tono de su voz que ya se había vuelto mas grave con el pasar del tiempo y aquella mirada tan posesiva y penetrante, estaban acabando con ella. Estaba orgullosa de su auto control, de ser otro tiempo, otra seria la situación.

Soy suya…de eso no hay duda Mikael… pensó, cerrando por un momento los ojos, dejando que el calor de su cuerpo llegase hasta el vampiro, deseando con todo su ser que este la sintiera, la entendiera, que la deseara. Fue tan repentina la mordida que de sus labios se abrieron en sorpresa y un pequeño gemido salió de ellos, haciéndola aferrarse a la ropa del mayor y después morder su labio inferior al sentir la lengua ajena desplazarse mas abajo para impedir que algo escurriera. Estaba excitada, tenia calor –pese a estar dando sangre a su amo- y comenzaba a ser difícil para ella estar quieta.

Abrio los ojos levemente cuando este termino de saciar su sed, relamiéndose los labios intentando tranquilizar sus emociones y sentimientos, esto, hasta escuchar sus palabras, lo que la hicieron sentir como el calor en sí aumetaba y como de forma repentina, su respiración era mas acelerada; al verlo ahí, con el pecho al descubierto y su sangre brotar, se mordio el labio con deseo y sin mas, bajo un poco su rostro hasta estar respirando aire calido contra la porcelana piel de su amo –usted puede hacer conmigo, lo que prefiera…- susurro casi como un ronroneo felino y sensual. Un pequeño camino de sangre se había hecho por el tiempo que le había tomado en hacer lo que el señor Doré había demandado, así que sin preámbulos, lamió aquel camino del vital líquido hasta subir al corte donde comenzó a succionar.

Era increíble lo que su sangre provocaba en ella, pero ahora esta sabia distinta, fuerte, excitante, sentía como sus venas se llenaban de una energía desembocada que traía consigo sensaciones lujuriosas. El aumento de su respiración la hacia soltar leves jadeos aun alimentándose de él, sus manos pasaron de la tela de la camisa y bajaban por su abdomen dejando caricias con la yema de sus dedos. Que bien se sentía, que calor y ganas de saciar todo ¿adrenalina y placer con solo succionar de su sangre? Imposible. ¿Acaso el sentía ese calor? ¿Esa urgencia por tenerlo todo? La sola idea de que así fuese, de que este tan deseoso como ella, hizo que esta energía aumentara y al terminar de beber, había sangre en sus labios los cuales por impulso –o necesidad- termino por pegar a los del contrario, robando asi el primer beso que ambos se abrían dado jamás. Parecía estar drogada, no podía creer el calor que los labios varoniles poseían ni como todo en ella le decía que pertenecía ahí, en sus brazos, besando sus labios y siendo totalmente de él. Era como si toda su existencia había sido creada solo para estar con él… le gustaba.

Al cabo de unos segundos, se separa de forma lenta, apenas unos centímetros, jadeante –lo siento…yo… no pude…- estaba semi avergonzada, mas jamás arrepentida, dios, cuanto había querido hacer eso –perdón… me deje llevar y…- sin más, volvió a besar al mayor, ladeando un poco la cabeza para profundizar dicho beso, aferrándose al cuello de su camisa y pegándose mas al cuerpo ajeno.

Sus besos eran aún mejor de lo que alguna vez había fantaseado, tan suaves y a la vez tan posesivos y demandantes. Sus labios le recordaban a morder un durazno, carnosos y suaves y el jugar de sus lenguas hacia que fuese aún mas delicioso que comer la fruta misma. Al separase de aquel beso, estaba sin aliento y su cabeza daba vueltas por la excitación, mas poco tiempo tuvo para procesarlo ya que con extrema velocidad –dada a la naturaleza vampírica del hombre- se sintió contra la fría pared sintiendo incluso la fibra del fino y elegante papel tapiz, moviendo asi su mirada perdida hacia su amo.

Verlo asi, deseoso, jadeante cual animal enjaulado, encendió en ella algo que creía, jamás podría tener y era pura y genuina sensualidad, aquella de la que novelas hablaban, aquella que había incluso visto en madame Defort, tan potente que cualquiera a la distancia podría notar y eso la llenaba de un poder interno incapaz de ser apagado. Cuando sintió el calor de su boca en su ya húmedo sexo, sintió que el mundo se le caía a los pies… pero al sentir como este devoraba su feminidad con una lengua experta, estaba en las puertas del más puro placer que su humilde cuerpo pudo alguna vez sentir. Claro, ates ya había tenido fantasías con él, en todas ellas pensaba saber qué ocurriría, pero ahora que lo tenía ahí entre sus piernas degustándola cual el más exquisito de los vinos, ni el cielo mismo podría igualar todo lo que pasaba por su cabeza. Alzo el rostro hacia el cielo, apretando los parpados y dejando que su garganta lanzara gemidos sensuales al aire, llenando la estancia de ellos, haciendo que las paredes produjeran un lujurioso eco que llegara a los oídos del vampiro; sintió como su cuerpo despertaba partes de ella que no sabía podrían sentir tanto y esto la hizo jadear incrédula.

No se dio cuenta en qué punto habían terminado de nuevo sobre el sofá, ni importaba realmente, el sentir como su dedo jugaba de forma picara en su sensible flor, la mantenía en las nubes, imposible pensar con claridad en aquellos momentos y aun mas, poder articular palabra coherente. Se obligó a prestar atención, aun que sobre él estaba con sus piernas abiertas y los ojos cerrados, gimiendo suave y despacio. Agradeció de forma interna cuando este dejo su juego en aquel paraíso sensorial y subio sus manos por el resto de su piel, dejando caricias y calor ahí donde él había tocado –Usted… usted no es un monstruo…- susurró, aun un poco jadeante abriendo los ojos para mirar de la forma más intensa que su cuerpo le permitía –es el ser más hermoso que mis ojos hayan visto jamás… estoy segura que ni los mismos ángeles tendrían tanta belleza en ellos- pasión y amor salían de sus labios, tanto tiempo callando, tanto tiempo amando en secreto y ahora estaba ahí –Y nada me haría más feliz, que pertenecerte en cuerpo y alma…. Mikael- dijo su nombre sin más, no había barreras no había tabúes ni prejuicios… ella era de él y él era de ella.

De forma cuidadosa, se despojó de la última prenda que llevaba encima, dejando al fin su desnudo y frágil cuerpo para los ojos del vampiro, sus pechos con su rozada punta ya erecta a la reacción de las caricias del mayor sobre ellos. Al principio se cohibió un poco, bajando la mirada y sonrojándose incluso, mas movio su cabello de tal forma que quedase fuera del camino del vampiro; las llamas del fuego, creaban un halo de luz naranja a su alrededor, daban a su piel un brillo calido donde tocaba y sombras danzarinas cuando esta se movía. Mordió su labio inferior levemente, deseosa y apenada, mas sin decir palabra alguna y moviendo las manos del mayor de sus pechos, se acercó al cuello de este y comenzó a besarlo, suave, despacio con aquellos sonidos húmedos de besos y se atrevió a lamer la zona donde su manzana se encontraba, justo debajo de su barbilla. Podía sentir el calor de su propia piel contra el frio de la ajena ya que sus pechos estaban sobre la abertura de la camisa del mayor y el roce que producía cada uno de sus movimientos lograba hacerla jadear un poco. Todo en ella estaba tan encendido como el fuego a sus espaldas.

Mikael Doré se había convertido en un ángel aquella fría noche en la que la encontró. Sabía que no lo era, se veía en ese brillo misterioso en los ojos cristalinos ajenos y aquel par de pequeñas puntas que se asomaban por sus labios, sabía que era un vampiro y aun asi, desde el suelo ella había visto un halo de luz oscura alrededor de él y agradeció a lo que sea que lo había llevado a ella porque este la salvo de mucho más que solo un mal clima y el hambre.

El estar entre sus varazos al ir a la habitación del vampiro, fue como había pensado que debería sentirse flotar en nubes, y aun cuando el pecho del mayor era frio, el calor que emanaba de la humana llenaba cada espacio que podía; había aprendido a amar todo lo que él era, todo lo que conllevaba a un vampiro ser un vampiro y ahora mas que nunca sentía que así debía de ser, que así era todo perfecto. Medito sus palabras, sonriendo solo un poco y dejando que todo lo demás hablara por ellos. Cuando el mayor beso sus pechos leves jadeos escapaban de los labios rosas de la chica quien enredó los finos dedos en el cabello del vampiro y alzo la cabeza, dejando el camino libre para su amo; cuando este mordió su pecho y comenzó a alimentarse, la explosión de dolor y placer le hicieron estremecerse y gemir aún más cuando se encontró sobre su espalda y se dejó devorar de forma lenta y sensual por su vampiro quien parecía gozar de beber en aquellas condiciones –y ciertamente a ella le parecía lo más morboso y sensual que este podría hacerle, ya nunca más sería igual cuando la mordiese de forma normal-.

¿Cómo esperaba ella que tener sexo debía sentirse? Algunas veces lo había pensado, más lo que aquel vampiro hacía con ella debía estar muy por arriba de ello. Al sentirlo en su interior sus labios se abrieron en gozo y al escuchar el placer en la garganta de su ahora amante, algo sucedió con ella, algo se prendió y dejo encerrada a la Nessa suave y delicada para dar paso a una mujer deseosa. Quería escucharlo más, quería todo de él, quería ver su reacción al disfrutarla, quería más de aquella bestia que la embestía en un principio de forma suave –y aunque sí había sentido un poco de dolor cuando su virginidad fue tomada- vaya que quería más. Mirando a Mikael a los ojos, dejo que su lado más primitivo tomase control comenzando a gemir de placer y posando sus manos a los costados de su cabeza, dejo que el vampiro se deleitara con sus muecas de placer, con sus suaves pechos que botaban con cada embestida y con la morbosidad del momento.

Sin aviso alguno, rodeo la cadera del mayor con sus piernas, aprisionándolo ahí, cerca de ella y sin dejarlo salir de aquel placer –mmhg Mikael…- jadeo con placer, jalando hacia ella el rostro del mayor y besándolo profundamente, dejando que sus lenguas jugasen un poco y jadeando cuando el aire le faltaba y dejando una suave mordida en el labio inferior del mayor por mera intuición –mi señor…- gimió suave –muéstreme…m-muestre al monstruo- jadeo, viendo a su amo a los ojos y mordiéndose levemente el labio –y yo decidiré si es verdad…-

¿Estaba siendo atrevida? Bueno, en ese momento no estaba en sus cinco sentidos, estaba embriagada con el aroma a sexo que reinaba en la habitación, con el calor que le producía todo y con el sonido que cada embestida producía, su intimidad estaba recibiendo un enorme placer y sus labios comenzaban a secarse un poco de tanto gemir. Dejo sus manos entre las cerdas negras del cabello ajeno adorando cada minuto que pasaba dándose al vampiro he incluso sin poder evitarlo, comenzó a comer sus caderas de forma suave, cerrando los ojos y arqueándose un poco.

Lo que al inicio habían sido solo unos minutos, se habían convertido en horas con cada jadeo que salía de la boca humana de la chica; el placer que le otorgaba el vampiro era mas de lo que su humano cuerpo hubiese pensado, sensaciones que jamás había vivido se las había llevado Mikael con aquella danza de vaivén que sus caderas hacían, haciéndola gemir, jadear y aferrarse con fuerza a las sabanas, incapaz de poder evitar regalar tal espectáculo sensual y erótico a su amo. Para el deleite de Nessa, las expresiones de Mikael dejaron claro su placer, aquel brillo salvaje y posesivo que reinaba en los ojos ajenos la llenaban de morbosidad y la hacían olvidar tapujos, dolores, penas, todo se lo entregaba y no dejaría nada para después. La habitación olía a sexo y sangre, su piel estaba ya bañada con una fina capa de sudor y agradecía el frio toque que la piel del hombre dejaba sobre la suya. Besos, aquellos deliciosos besos que ahogaban los gemidos mas agudos o ruidosos, mordidas que necesitadas tomaban sangre y la hacían excitarse mas haciendo a un lado el dolor y entre estas y las embestidas del mayor, se sentía embriagada de placer, de Mikael y deseaba que jamás se terminara.

Los ojos de la pelirroja se posaron en él, embelesados y con un brillo singular, de aquellos que dejan en claro el gran amor que se siente por alguien. Al sentir como todo se convertía en un suave placer se permitió recuperar algo de aliento, jadeante, poso ambas manos en el cabello ajeno cuando el vampiro reposo la cabeza en su abdomen, relamiéndose los secos labios un poco antes de apartar sus manos y dejar que el mayor hablara, sintiendo las caricias en su cabello –Mi señor….- no lo podía creer, Mikael se había mostrado totalmente en negación cuando habían hablado al respecto y ahora, en ese momento tan íntimo y perfecto, el mismo estaba considerando la propuesta. Por supuesto que estaba segura, por supuesto que sabía porque lo decía, porque lo pedía cada vez que podía… ella quería estar con él sin importar nada mas, él era el amor de su vida y quería que también lo fuese en la eternidad y la única forma de estar con el ser amado que es inmortal… era serlo ella misma.

Un gemido se asomó a la superficie al sentir el miembro en su interior moverse con algo mas de fuerza de nuevo, cuando escuchó la voz del mayor en su cabeza agradeció enormemente que no tuviese que preocuparse por hablar y comenzó a disfrutar de como Mikael dejaba salir al salvaje ser que estaba en su interior y comenzaba a tomarla con todo lo que ella siempre imagino de él. Sin previo aviso, se abrazó al mayor por el cuello sintiendo como sus pechos rozaban de forma deliciosa contra la piel ajena con cada embestida y rodeo con más fuerza las caderas del vampiro, pidiendo a gritos internos que le diese más de ese placer, que no se contuviera, que lo deseaba todo.

Cada embestida llenaba de un constante y rítmico sonido la habitación, morboso, lleno de lujuria que haría hasta al mas casto caer ante la lujuria que ambos creaban, Nessa gemía llena de placer cerca del oído ajeno y la intensidad con la que el mayor estaba ahora tomándola le causaban lágrimas de placer que recorrían sus mejillas… estaba en el cielo. Cerro los ojos con fuerza y una a una fue soltando imágenes y pensamientos en la cabeza de Mikael, dejan que al fin conociera sus secretos, sus deseos el enorme amor que sentía por él. Eran escenas de su vida hasta el momento, desde ella viéndolo pintar con el halo que las velas creaban a su alrededor, hasta sus penetrantes ojos y los nervios que estos hacían en su humano corazón, las veces que lo había observado en el enorme jardín bajo la elegante luz del firmamento, tan perfecto, tan hermoso como solo los ojos de Nessa lo veía. Las sonrisas enigmáticas y como notó que estas iban cargándose de cariño hacia ella, los momentos en que llegó a llamarle la atención y la alegría y emoción que esto hacía en su corazón, junto con los pensamientos que tuvo en cada ocasión, todo, le dejo ver todo y el único sentimiento que reinaba en todo lo que veía era amor, puro, salvaje y pasional amor.

La última imagen que le dejó ver fue la primera que ambos tuvieron, cuando sus ojos vieron primero una mano varonil y pálida como la porcelana ofrecida frete a ella y al subir la misma por la elegante ropa toparse con esos azules ojos que le quitaron el aliento por completo y le hicieron creer en los ángeles Si… quiero estar eternamente a tu lado, y cuando tu decidas marchar, yo iré contigo y cuando tu sufras, yo sufriré también y cuando ames, que sea a mi pensó al tiempo que atrapaba entre sus manos el rostro del vampiro y lo miraba a los ojos Te amo Mikael y así atrapo los labios del mayor en un beso profundo mientras tenía otro orgasmo contra la virilidad del vampiro, teniendo que separarse de nuevo de sus labios en una necesidad de aire, jadeando entre cortado y con los parpados apretados.