More than just a fairy tale · Libre ·

por **Anne-Marie Ruthven** Vie Nov 11, 2016 9:22 am

Era un día lluvioso, pero aun así, para la princesa no era todo diversión. Debía trasladar sus cosas a la nueva residencia en el centro de parís y por lo tanto, tras las constantes idas y venidas de los reyes, ella era encomendada a los mejores y más cautelosos brazos que pudieran existir dentro del círculo más estricto de la corte. Las cosas fueron empacadas, además de un pequeño baul con objetos y prendas que la niña pudiese necesitar a lo largo del viaje. Se suponía que nadie sabría de aquel viaje y que tampoco carecía de demasiada importancia ya que de ser así alguien podría haberse encargado de que el pequeño trayecto no fuese del todo idílico. La caravana pretendía ser pequeña, para así no llamar la atención, así como dos mujeres que acompañaban a la niña mientras otros dos hombres permanecían sentados en la parte trasera del carruaje, para ver si algo se aproximaba desde aquel ángulo, así como el conductor, que permanecía en todo momento acompañado en su sillón, guiando a los caballo que fieles recorrían el camino como si lo hubiesen hecho cientos de veces.

La pequeña Anne-Mariè se quedó dormida en el trayecto, tras pasarse largas horas hablando como si todo fuese extremadamente interesante para ella, hasta que el cansancio venció a sus ansias de conocer la respuesta a todo, aunque jamás las entendiese en su plenitud.

Soñaba con baños de espuma, verdes praderas y la suavidad del pelaje de un bonito perro, siempre abrazada a su inseparable muñeca, una que pese a no serla más hermosa de todas, le tenía un gran cariño ya que había sido un regalo de alguien a quien quería sobre todo el mundo. Pero algo la sacó del sueño, abrió los ojos y vió todo oscuro, salvo una rendija de color azul. El suelo estaba mojado, su vestido se había manchado de barro al tener que gatear como hacía tiempo que no lo hacía. y para cuando salió y se puso de pié, con la muñeca arrastrando de un brazo, se paró a mirar lo que había pasado: sus cosas estaban esparcidas por el suelo, así como todos los que la acompañaban. Un caballo seguía allí y el otro parecía nervioso. Anne Mariè tocó la cara de una de las mujeres que la acompañaba, pero ella no quería levantarse. Quizás el sueño la hubiese vencido al igual que a ella. La niña miró hacia todos lados, pero no veía nada, ya que constrantemente tenía que frotarse los ojos para ver bien, ya que el agua de la lluvia le impedía ver más allá de dos o tres pasos.

- ¿Nana?- Volvió a aclamar con escasa voz, para luego agacharse y recoger su muñeca como solía, con un abrazo. Se creía que era una pesadilla y tan sólo esperaba que su papá la salvase como hacía siempre, en sueños.

por **Alice D. Defort** Vie Nov 11, 2016 6:49 pm

Otra carruaje salio de la ciudad, en direccion opuesta al de la pequeña integrante de la realeza. Capa color carmesí y vestido de un oscuro granate con bordes y adornos de un negro ébano, tan oscuro como el color de su pelo semi recogido. Observaba a traves del pequeño cristal del carruaje, el paisaje lluvioso que se presentaba aquella noche. Un rayo demasiado lejano como para disfrutarlo en su totalidad. La gustaban las tormentas.

Su objetivo saliendo de la ciudad era perfeccionar sus habilidades con la caza, sus habilidades como criatura nocturna. El maestro la había dicho que debía salir a cazar fuera de la ciudad, donde las posibilidades variaban, y donde los objetivos eran más dificiles de atrapar. Aun necesitaba alejarse un poco más, quizás explorar la zona y ver que opciones tenía.

Los carruajes pasaron esquivandose por el camino, se acercó hacia la ventana, no podía ver quien estaba en el interior, pero el olor que la llegaba era incluso exquisito desde allí dentro, una vez el carruaje ajeno se alejo un poco, con discreccion abrio ligeramente la puertecilla. El olor era principalmente de lluvia, y el aroma de los humanos se alejaba poco a poco. Pero no podía dejar escapar aquella oportunidad. Se colocó su capucha antes de deslizarse hacia la oscuridad. Uso la vegetacion como ocultacion para moverse, analizando los angulos y puntos muertos. Los cuatro hombres eran los primeros con los que debía acabar, primero al conductor y a su acompañante. Entraría por el angulo de vision del cochero, de tal forma que los hombres de atrás no les vieran, y que antes de que pudieran actuar ella ya hubiese matado a los de alante. Su sangre no la interesaba, a ellos cuatro los mataría limpiamente, sin derramamiento de sangre excesiva.

Y así ocurrio, cuando la sombra se avalanzo sobre el cochero, no pudo hacer nada, el carruaje empezo a moverse, los caballos se alteraron y empezaron a galopar más rápido. El cuerpo del conductor cayo rodando por el suelo, y el carruaje seguía avanzando hacia ninguna parte. Mato al acompañante del conductor, justo cuando llegaron los dos hombres de atrás, ambos hombres acabaron volando fuera y lejos del carruaje, el golpe les dejo sin vida. Entonces el carro bolco, todas las cosas quedaron por el suelo, y dos mujeres salieron arrastrando a una niña que parecía dormida consigo. Ese era el olor tan estúpendo. Una niña.

Su banquete fue de las dos mujeres, las cuales quedaron tendidas en el suelo. Por unos segundos observo a la niña dormir, observó sus cosas tiradas por el suelo, aquella niña llevaba demasiada seguridad con ella, por no hablar de todas las cosas que eran exclusivamente suyas...Era mínimo de la alta sociedad. Limpio sus labios de la sangre y por unos minutos desaparecio, para alejar los cuerpos de los hombres del camino, borro sus huellas.

Cuando volvió al lugar del carruaje, capto que la pequeña humana estaba despierta, la observo tras un arbol, con ojo crítico. Era demasiado pequeña como para revelar algo con sus movimientos. Camino sigilosa hacia ella. — No va a despertar —directa, aunque sin llegar a ser dura y fria en su tono de voz, recorrio la distancia que las separaba y se agachó, dibujando media sonrisa. — ¿Como se llama la joven madam?

por **Adrians Blancquart** Mar Dic 13, 2016 3:47 am

Parece ser que la lluvia estaba dispuesta a seguirme,yo,que creía que la noche sería tranquila durante el regreso de nuevos negocios de abogacía,en terrenos vecinos donde el transporte era suficiente como mi habitual cochero Joshep y un par de guardias que me acompañaban en el interior siempre y cuando fuera de mi interés que supieran donde me dirigía como en otras ocasiones.Bailes o viajes de medio-largo trayecto donde aun sabiendo que mis habilidades podrían ayudarme,a veces tenía que hacer creer que era un simple mortal como cualquier otro.Por lo que en su presencia el uso de mi magia es nula,en ausencia de ellos que es igual a cuando no miran o no están,¿Quién puede saber si es producto de su imaginación u hechos que casualmente ocurren?.También diré que no uso en exceso la magia al menos que se necesario,como en aquella interrupción del pícaro mientras atendía a Georgia,”hermana” de Orinya,considerándole un intruso,viendo obligado a usar la magia blanca,tornándose oscura por el fin con lo que la usé sobre él,asi como el hechizo pronunciado para su asfixia.Una caricia a lo oscuro que no me arrepiento en absoluto,me sentía bien,no tanto como aquél chico.

Hicimos un alto en el camino para luego iniciar un paso lento y sin pausa para que las ruedas no se enterraran el barro que escondían los amplios charcos,causados por esta lluvia qeu se vuelve intensa por momentos y que casi no da visibilidad al frente,corrijo,ninguno de los ángulos.Pronto se escucharon truenos que se aproximan al núcleo de la cidad de Paris,lo que me hace deducir que aun quedaba lluvia para rato.

Golpee con los nudillos el techo para hacerme oir después,— Si continuamos a este paso,no llegaremos—Dije,aclarando la voz,obteniendo nada como respuesta,solo las gotas inisistentes golpeando el mismo techo que posiblemente enmudecieron mis palabras.

El carruaje se paró en seco,caballo que muy bajo escucho relinchar,volví a golpear el techo esperando que prosiguiera con el camino.Mire a mis guardias y les indique que salieran ahí fuera y averiguasen el motivo para detenernos de esta manera.Después de varios minutos,regresaron empapados por el manto de agua,—Señor,el cochero ha escuchado un fuerte estruendo a varios pasos de aquí.Ire a averiguar que ocurre y si ello nos impide avanzar… —Dijo sin mas y cerró la puerta en mis narices.

Fruncí el ceño molesto,últimamente este guardia en especial se tomaba libertades que aun siendo para mi protección,en cambio el otro guardia se quedó a mi vera,mismo que indiqué que vigilará fuera hasta que él regresara y me avisara de ello.

(...)

La espera se estaba haciendo demasiado larga por que decidí salir yo mismo,el guardia se quedó extrañado y dije que se quedara aqui,acompañando al cochero para evitar mayor percance que un buen resfriado.Avisé de que iría en busca de aquél otro guardia para irnos de aqui cuanto antes.Tome prestada vaina de cinto y espada,me fuí a ello..

Calado de arriba a abajo camine hacia la misma dirección que siguieron sus pasos,"camuflandome"por estas cortinas naturales que inunda cada huella hasta el punto que alguna se deformaba.Ese rastro me llevo a introducirme por el bosquejo ,visualizando otro camino donde seguían los pasos,curvándose hacia el interior donde la escasa hierba de los laterales del camino o me dejaba ver si continuo hacia adelante u ya,habia vuelto al carruaje.No obstante yo continúe el paso,manchándome los zapatos de barro,empapandome a su vez los pies que a cada paso se colaba este frio agua.

Conforme me iba acercando a donde creía se encontrarían mis guardias,encontré parte de un carruaje,una rueda aislada a lo que después le siguieron equipaje que obviamente no pertenecía al mismo.Ello me lleno de curiosidad por saber que es lo que realmente había ocurrido allí.

— non visibiles visibiles —,pronuncie el pequeño hechizo que envolvería,volviéndome invisible hasta deshacerlo por mi cuenta o porque el tiempo se agotara.

Al llegar allí encontré lo que sucedió,cuerpos por el suelo,no había sobrevivientes a simple vista,equinos lesionados de alguna de sus patas que les impedía levantarse.No vi causante físico hasta presentir ese pálido aura que “brilla” mas que uno segundo.Me cambio de ángulo,ocultándome tras la arboleda,tras esa niñita de apariencia angelical..

— aura fidem et robur,protegit…—Dije en un susurro,entrelazando mi hechizo al tocar el hombro de esta con el de invisibilidad,deshaciéndose el anterior,mostrándome ante aquella inmortal.Aquél hechizo sería nuestro escudo si osaba acercarse mas de la cuenta,era un hechizo fuerte y podría aguantar unos cuantos golpes.

— ¿Qué haceis aqui,Mon ange (mi angel)?…—Dije fingiendo conocer a la pequeña para rebajar la posibilidad de que sufriera mayor daño.Acaricie su castaño pelo,buscando su mirada infantil por segundos antes alzar la mirada a la inmortal.Fruncí el ceño y pronuncie,— …gravi,in illis cor tuum…(dolor intenso,hierve tu mente)—Dije,esperando efecto en ella,para causar dolor que la paralizara y llevandome de allí a la niña;— Vamonos de aqui…Ma belle ange(mi bello angel)—,enlace aquel hechizo de invisibilidad que nos cubriría antes.Pasos por tierra que nos delata hasta escabullirnos por el espesor del bosque.

por **Anne-Marie Ruthven** Sáb Feb 11, 2017 3:20 pm

La incesante lluvia se le colaba entre las espesas pestañas que poseía la niña. Ella, por más que se frotase la carita no podía ver más allá de una silueta acercándose hacia ella, hasta que otra apareció. Tenía frío, estaba mojada y extrañaba mucho a su mamá, por lo que se sentía muy triste hasta el momento en el que alguien más le habló. Esa calma en su voz, ese modo tan cálido de pronunciar esas palabras hacia ella le hizo confiarse de más. Pese a la lluvia, podía ver que era una persona bonita, no más que su padre, pero éste con sus bonitos ojos verdes lograba calmal aquel pequeño e inquieto corazón. ¿Será un enviado de papá? Pensó para sí, ya que el shock fué un tanto fuerte como para realmente saber qué era lo que le había pasado.

Pero la pequeña viraba su mirada entre aquel par, ya que se le hacía en lo profundo muy familiar, ya que parecía como cuando alguien se acercaba a ella y su papá intermediaba. Esa sensación de calidez hizo que la niña se fiase de aquel desconocido, alzando finalmente los brazos para que éste le cargase. Ella permaneció tranquila, abrazada fuértemente al cuello de aquel jóven y con la cabeza reposando en su hombro, sentía como si él fuese el único capaz de devolverla con su mamá. Ella, se escabullía cada vez que podía y daba dolores de cabeza en cuanto se disponía a jugar al escondite, ya que siempre acababa en regañina, pero lo que ahora quería era volver a casa con mamá, tomar té y arroparse junto a ella, su perfume y su dulce voz mientras una nana salía de sus labios. Fué entonces, cuando ella, al recordar lo bonito y lo deseado, se aferró más fuerte en su cuello, no para asfixiarlo sino como mero gesto que denotaba la angustia por estar lejos de su hogar.

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