AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I hope we live to tell the tale [Privado]
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I hope we live to tell the tale [Privado]
“ Shout, shout, let it all out
These are the things I can do without
Come on, I’m talking to you, come on”
These are the things I can do without
Come on, I’m talking to you, come on”
La ráfaga de viento helado ingresó a la estancia haciendo titilar las llamas en los candelabros y alborotando la larga cabellera rubia. La figura masculina, culpable de permitirle al viento la entrada, no se molestó en cerrar la puerta tras de sí. Caminó lenta y meticulosamente, con el porte propio de un rey y la cadencia de quién considera que la existencia de quienes le rodean está solo para servirle y honrarle. Paso a paso acortó la distancia que le separaba de la mujer que le observaba con su característico desdén –Pensé que te encargarías de que estuviese aquí– sentenció mientras la miraba con dureza –¿Cómo estas padre? A mí también me agrada verte de nuevo– –Cuidado Neža, no estoy de humor para soportar tus insolencias esta noche– rugió avanzando hasta que la obligó a echarse ligeramente hacia atrás. No era mucho, pero aquel pequeño gesto les recordaba a los dos quién estaba al mando. –Y tampoco para perder el tiempo. Manda por mi cuando él llegue– sin esperar una respuesta el vampiro dio media vuelta y desapareció en las sombras de la noche mientras la rubia fruncía el ceño, molesta por tener que obedecer órdenes. Un par de segundos después ella cerraba la puerta aislándose de la servidumbre que deambulaba por los pasillos de la mansión.
Reinició el andar que había interrumpido Oldrich, de la ventana al hogar, a la puerta y de nuevo a la ventana, demasiado excitada como para permanecer sentada en medio de la odiosa espera a la que la sometía su mellizo. Sobre una mesa un arrugado pergamino confirmaba su llegada desde la noche anterior, cosa que no había ocurrido. Vendría, eso no lo dudaba, y ya se encargaría ella de hacerle pagar por tenerla esperando dos noches consecutivas y además por tener que responder ante su padre por la injustificada ausencia. Ignoraba las cuestiones que Oldrich deseaba tratar con ellos y deseaba y temía al mismo tiempo que Deimos estuviese igualmente convocado. A esto se sumaba la ansiedad que le producía el primer reencuentro tras el abrupto despertar de Krištof y Dušan ¿Arrastraría con él a su sobrino hasta las entrañas de París? Lo más posible es que así fuera y eso le caía como anillo al dedo. Siempre se había divertido con Dušan y ese siglo en especial no sería una excepción ¡Ah, cuan interesante se proyectaban sus noches futuras! No se molestó en detenerse a cuestionar si las razones de Oldrich para tan apresurada reunión incluía en alguna medida el despertar de su mellizo y su hijo o las falsedades que ella misma se había encargado de levantar sobre su hermano mayor Deimos, así como tampoco llegó a considerar las nefastas consecuencias de que su padre se hubiese enterado del ardid.
Tres golpes tímidos en la puerta le anunciaron un nuevo visitante. No se trataba de Krištof, por supuesto, sino de un esclavo de sangre que servía en la residencia de los Novak acompañado por un joven humano – Mi señora – saludó inclinando ligeramente la cabeza. La rubia sonrió mientras escudriñaba el rostro y cuerpo del humano con deliberada desfachatez. Era justo lo que necesitaba para apaciguar su arrebato – Está bien… ya puedes retirarte – el esclavo de sangre cerró la puerta tras de sí complacido por haber cumplido con su obligación. Por lo general su ama buscaba sus presas por cuenta propia pero desde la noche anterior se había abstenido de abandonar sus aposentos. Así él se había encargado de buscar jóvenes apuestos y viriles que pudiesen satisfacer sus necesidades. Con paso apresurado se escabulló hasta la habitación contigua donde un pequeño agujero en la pared le permitía observar lo que sucedería a continuación. Él sospechaba que ella sabía que le espiaba y que por alguna pérfida razón se lo permitía. Era un goce que no podía negarse incluso conociendo los elevados riesgos de llegar a molestarla. Se asomó justo para observar como ella llevaba al joven mozuelo hasta el lecho instándole a desnudarla. Intuía lo que vendría a continuación: una sesión de sexo desenfrenado que culminaría con una muerte sanguinaria y dolorosa. El esclavo se humedeció los labios anticipándose a un placer del que solo llegaría a ser pasivo espectador.
Reinició el andar que había interrumpido Oldrich, de la ventana al hogar, a la puerta y de nuevo a la ventana, demasiado excitada como para permanecer sentada en medio de la odiosa espera a la que la sometía su mellizo. Sobre una mesa un arrugado pergamino confirmaba su llegada desde la noche anterior, cosa que no había ocurrido. Vendría, eso no lo dudaba, y ya se encargaría ella de hacerle pagar por tenerla esperando dos noches consecutivas y además por tener que responder ante su padre por la injustificada ausencia. Ignoraba las cuestiones que Oldrich deseaba tratar con ellos y deseaba y temía al mismo tiempo que Deimos estuviese igualmente convocado. A esto se sumaba la ansiedad que le producía el primer reencuentro tras el abrupto despertar de Krištof y Dušan ¿Arrastraría con él a su sobrino hasta las entrañas de París? Lo más posible es que así fuera y eso le caía como anillo al dedo. Siempre se había divertido con Dušan y ese siglo en especial no sería una excepción ¡Ah, cuan interesante se proyectaban sus noches futuras! No se molestó en detenerse a cuestionar si las razones de Oldrich para tan apresurada reunión incluía en alguna medida el despertar de su mellizo y su hijo o las falsedades que ella misma se había encargado de levantar sobre su hermano mayor Deimos, así como tampoco llegó a considerar las nefastas consecuencias de que su padre se hubiese enterado del ardid.
Tres golpes tímidos en la puerta le anunciaron un nuevo visitante. No se trataba de Krištof, por supuesto, sino de un esclavo de sangre que servía en la residencia de los Novak acompañado por un joven humano – Mi señora – saludó inclinando ligeramente la cabeza. La rubia sonrió mientras escudriñaba el rostro y cuerpo del humano con deliberada desfachatez. Era justo lo que necesitaba para apaciguar su arrebato – Está bien… ya puedes retirarte – el esclavo de sangre cerró la puerta tras de sí complacido por haber cumplido con su obligación. Por lo general su ama buscaba sus presas por cuenta propia pero desde la noche anterior se había abstenido de abandonar sus aposentos. Así él se había encargado de buscar jóvenes apuestos y viriles que pudiesen satisfacer sus necesidades. Con paso apresurado se escabulló hasta la habitación contigua donde un pequeño agujero en la pared le permitía observar lo que sucedería a continuación. Él sospechaba que ella sabía que le espiaba y que por alguna pérfida razón se lo permitía. Era un goce que no podía negarse incluso conociendo los elevados riesgos de llegar a molestarla. Se asomó justo para observar como ella llevaba al joven mozuelo hasta el lecho instándole a desnudarla. Intuía lo que vendría a continuación: una sesión de sexo desenfrenado que culminaría con una muerte sanguinaria y dolorosa. El esclavo se humedeció los labios anticipándose a un placer del que solo llegaría a ser pasivo espectador.
Última edición por Neža Novak el Dom Mayo 22, 2016 5:36 pm, editado 1 vez
Neža Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 27/02/2016
Re: I hope we live to tell the tale [Privado]
El depredador en él, estaba desesperado por liberarse. Krištof, podía saborear el miedo de la humana. El corazón de su víctima, bombeaba con ensordecedora fuerza, arrullando a su verdugo. ¡Se suponía que no iba a despertar! Vociferaba en su mente. ¡Nunca! No le importaba lo que su querida hermana tuviese que decir, o lo importante que fuesen los motivos que la llevaron a tomar esa maldita decisión de arrancarlos de la tierra, alguien merecía pagar por ello y; desde que no lo haría su familia, cualquier ser que se cruzara en su camino, era bienvenido a coger ese lugar. Antaño, su sed por la sangre había sido brutal y bestial, a partes iguales. Quinientos años encerrado, no lo habían cambiado, sino todo lo contrario. El Infierno, se había instalado permanentemente en su garganta. Parecía que cientos de demonios, habían hecho un nido en su estómago, rasgándolo con sus garras y cuernos, insistiendo porque les pusiera completa atención. Succionó, enfebrecido. Sus rugidos, cargados de excitación y satisfacción, nacían y morían en su pecho. Sus colmillos estaban hundidos en el cuello de una hermosa y joven mujer, que había tenido la mala suerte de estar en el lugar y momento equivocado. Envolviendo un brazo sobre la pequeña cintura, Krištof la levantó, apoyando su peso en las caderas. El caliente y delicioso elixir, resbalaba por su boca, fundiéndose con el fuego que moraba en su interior. Había extrañado eso. El sabor, la textura, el placer de arrancar algo tan vital de un ser que estaba muy por debajo de él. Odiaba necesitarlos, pero lo hacía. Ningún vampiro sobreviviría sin una fuente cercana. Su melliza, había sido la encargada de mantenerlos, a él y a su hijo, debidamente alimentados. Un mecanismo había sido creado para que les proveyeran. Después de todo, no era un castigo al que se había sometido. No buscaba sentir dolor por la falta de sangre, sólo la tranquilidad que le había sido arrebatada hacía muchos años; cuando su padre, decidió darle la eternidad a su familia, sin importarle lo que ellos querían. El viaje hasta Francia, había sido largo y cansado. Su cuerpo, no era lo que había sido antes de ir a dormir. Los humanos que Neža había llevado como sacrificio, no habían bastado. Aún no comprendía porqué demonios habían tenido que ser trasladados con tanta prisa, pero pronto lo sabría. Exigiría las respuestas que le habían sido negadas. Ahora estaba lúcido o, lo suficientemente cuerdo, para no ceder a su naturaleza.
Cuando el sabor cambió, Krištof dejó caer a su víctima. Una vez que el corazón dejaba de latir, la sangre que aún quedaba en el interior de los cuerpos, se volvía inaceptable. Repitió ese proceso con dos humanos más. – ¿Has terminado, Dušan? – No muy lejos de allí, su hijo también se alimentaba. – No hagamos esperar más a tu abuelo. He prolongado esta reunión por cinco siglos. Un tiempo considerable, pero no lo suficiente. Para mí, por supuesto. – La voz del vampiro, era profunda y poderosa. Cada palabra, denotaba autoridad. Ser desobedecido, no sería inteligente, fuese quien fuese el receptor de sus órdenes. Estaba de pésimo humor, como si él hubiese sido el que encerraron en contra de su voluntad. Las últimas presas, las habían encontrado en un paraje cercano a la mansión Novak, donde sin duda, ahora residirían. A pesar de que poseía sus propias riquezas, no veía necesario rentar un sitio. Necesitaba a sus hermanos, para ponerse al día sobre lo que había pasado y lo mucho o poco, que había cambiado el mundo durante su ausencia. Desde luego, las ropas que vestían, no iban acorde con la moda. Necesitaban un guardarropa nuevo y pronto, si querían encajar en ese maldito sitio. ¿Por qué, de todos los jodidos lugares, habían decidido asentarse en Francia? Era verdad que cada cierta temporada, tenían que moverse para no levantar sospechas entre los mortales; pero había esperado que tras su despertar, se quedasen un tiempo en el hogar que les vio nacer. Al menos, por consideración a su hijo. Evidentemente, los esperaban, porque no tuvieron que anunciarse. Sin embargo, su padre y hermanos no estaban en el salón. Podía sentir a su melliza, debido al nexo que compartían. Dejándose guiar por esa conexión, apresuró sus pasos en aquélla dirección. Por los gemidos y el chocar de carne contra carne, el vampiro sabía lo que su hermana estaba haciendo, pero no le importó si interrumpía. Tampoco lo detenía el poder encontrarla desnuda. Hacía mucho que el pudor en la familia, se había perdido. Entre ellos, desde luego. – ¿Para qué me molesto en enviarte un mensaje, si nadie va a recibirme como es debido? – La cuestión, resonó por la habitación. – Si ya has terminado, tenemos una conversación pendiente. – La mirada de Krištof, recorrió el cuerpo de su hermana, antes de dirigirse a la puerta. – Vístete. Tu sobrino quiere verte. – Su hijo no lo había dicho, pero ellos habían sido muy unidos. Al parecer, sus hermanos eran más cercanos a éste, que él mismo.
Cuando el sabor cambió, Krištof dejó caer a su víctima. Una vez que el corazón dejaba de latir, la sangre que aún quedaba en el interior de los cuerpos, se volvía inaceptable. Repitió ese proceso con dos humanos más. – ¿Has terminado, Dušan? – No muy lejos de allí, su hijo también se alimentaba. – No hagamos esperar más a tu abuelo. He prolongado esta reunión por cinco siglos. Un tiempo considerable, pero no lo suficiente. Para mí, por supuesto. – La voz del vampiro, era profunda y poderosa. Cada palabra, denotaba autoridad. Ser desobedecido, no sería inteligente, fuese quien fuese el receptor de sus órdenes. Estaba de pésimo humor, como si él hubiese sido el que encerraron en contra de su voluntad. Las últimas presas, las habían encontrado en un paraje cercano a la mansión Novak, donde sin duda, ahora residirían. A pesar de que poseía sus propias riquezas, no veía necesario rentar un sitio. Necesitaba a sus hermanos, para ponerse al día sobre lo que había pasado y lo mucho o poco, que había cambiado el mundo durante su ausencia. Desde luego, las ropas que vestían, no iban acorde con la moda. Necesitaban un guardarropa nuevo y pronto, si querían encajar en ese maldito sitio. ¿Por qué, de todos los jodidos lugares, habían decidido asentarse en Francia? Era verdad que cada cierta temporada, tenían que moverse para no levantar sospechas entre los mortales; pero había esperado que tras su despertar, se quedasen un tiempo en el hogar que les vio nacer. Al menos, por consideración a su hijo. Evidentemente, los esperaban, porque no tuvieron que anunciarse. Sin embargo, su padre y hermanos no estaban en el salón. Podía sentir a su melliza, debido al nexo que compartían. Dejándose guiar por esa conexión, apresuró sus pasos en aquélla dirección. Por los gemidos y el chocar de carne contra carne, el vampiro sabía lo que su hermana estaba haciendo, pero no le importó si interrumpía. Tampoco lo detenía el poder encontrarla desnuda. Hacía mucho que el pudor en la familia, se había perdido. Entre ellos, desde luego. – ¿Para qué me molesto en enviarte un mensaje, si nadie va a recibirme como es debido? – La cuestión, resonó por la habitación. – Si ya has terminado, tenemos una conversación pendiente. – La mirada de Krištof, recorrió el cuerpo de su hermana, antes de dirigirse a la puerta. – Vístete. Tu sobrino quiere verte. – Su hijo no lo había dicho, pero ellos habían sido muy unidos. Al parecer, sus hermanos eran más cercanos a éste, que él mismo.
Krištof Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 01/03/2016
Re: I hope we live to tell the tale [Privado]
Furia, molestia, rabia, frustración... todas y cada una de ellas se entremezclaban en mi mente sin dejar que no se pudiera apreciar dónde comenzaba una y dónde la otra creando un revoltijo entre ellas y aún así, mi expresión permanecía serena, calmada, sin mostrar el mas mínimo indicio de lo que, en realidad, sentía y pensaba. Tantos habían sido los años, que habían transcurrido, uno tras otro, mientras había permanecido bajo tierra... en contra de aquello que pudiera querer. El mas mínimo recuerdo y/o pensamiento con relación a eso solo hacía que la furia y la sed de venganza ardieran en mi, como una antorcha encendida con un fuego inextinguible, un fuego que me instaba a destruir sin mas dilación todo aquello que se atreviera a pisar mi camino, interrumpir en él o, incluso, cometer el error de estar en el lugar menos indicado en el momento menos indicado. Las ansias de destruir todo lo que se encontrara a mi alcance eran tales, que ni siquiera el dejar un reguero de cadáveres tras de mi me producía la mas mínima satisfacción. Era algo que, simplemente, me sabía a poco, matar, alimentarme y soltar el cuerpo sin vida era insuficiente. Podía cesar temporalmente la sed de sangre si, pero no me sentía satisfecho, no me llenaba en absoluto... me faltaba algo. Sorbiendo las últimas gotas de vida del ya cadáver lo dejé caer antes de que mi mirada se dirigiera hacia unos metros mas allá, al lugar en dónde se encontraba mi progenitor y artífice tanto de los años que había pasado bajo tierra como de parte de la furia y molestia que sentía.
Sin decir nada, simplemente asentí con la cabeza y le seguí hacia el que era nuestro destino final, sin pronunciar palabra alguna no cuando aún seguía molesto. Era bien cierto que la molestia bullía, ardía y ansiaba venganza, pero también sabía bien que nunca iba a hacer nada en contra de aquellos que eran parte de mi familia; mi mente ya se encontraba buscando una manera de dejar salir eso... tal vez unas cuantas masacres indiscriminadas bastarían; o tal vez no y haría falta algo mas. Una vez llegados a la mansión y en cuando me quedé momentáneamente a solas, tomé asiento en uno de los sillones del salón mientras mi mente empezaba a tramar cuidadosamente por dónde empezaría: la imagen de una pequeña aldea que habíamos pasado de largo durante el viaje y que, en realidad, no se encontraba muy lejos, apareció en mi mente y una leve sonrisa apareció finalmente en mis labios. Si, definitivamente sería un calentamiento... adecuado mientras pensaba y me empezaba a organizar mejor y, sobretodo, debía evitar perder el control de nuevo. Mi expresión volvió al mismo semblante que momentos antes, tranquila, serena y que no mostraba lo mas mínimo lo que pensaba en el momento en que percibí y oí los pasos que me indicaban que mi padre regresaba con alguien mas; mi mirada se dirigió silenciosamente hacia la puerta en el momento en que ésta se abrió de nuevo y otra leve sonrisa, siendo ésta realmente mas genuina y menos maliciosa que la anterior, apareció en mis labios en el justo momento en que mi mirada se desvió de mi padre hasta la persona que le acompañaba ahora.
Sin decir nada, simplemente asentí con la cabeza y le seguí hacia el que era nuestro destino final, sin pronunciar palabra alguna no cuando aún seguía molesto. Era bien cierto que la molestia bullía, ardía y ansiaba venganza, pero también sabía bien que nunca iba a hacer nada en contra de aquellos que eran parte de mi familia; mi mente ya se encontraba buscando una manera de dejar salir eso... tal vez unas cuantas masacres indiscriminadas bastarían; o tal vez no y haría falta algo mas. Una vez llegados a la mansión y en cuando me quedé momentáneamente a solas, tomé asiento en uno de los sillones del salón mientras mi mente empezaba a tramar cuidadosamente por dónde empezaría: la imagen de una pequeña aldea que habíamos pasado de largo durante el viaje y que, en realidad, no se encontraba muy lejos, apareció en mi mente y una leve sonrisa apareció finalmente en mis labios. Si, definitivamente sería un calentamiento... adecuado mientras pensaba y me empezaba a organizar mejor y, sobretodo, debía evitar perder el control de nuevo. Mi expresión volvió al mismo semblante que momentos antes, tranquila, serena y que no mostraba lo mas mínimo lo que pensaba en el momento en que percibí y oí los pasos que me indicaban que mi padre regresaba con alguien mas; mi mirada se dirigió silenciosamente hacia la puerta en el momento en que ésta se abrió de nuevo y otra leve sonrisa, siendo ésta realmente mas genuina y menos maliciosa que la anterior, apareció en mis labios en el justo momento en que mi mirada se desvió de mi padre hasta la persona que le acompañaba ahora.
Dušan Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 25/03/2016
Re: I hope we live to tell the tale [Privado]
–Si, oh si… si – el joven jadeaba contra el cuello desnudo de Neža mientras esforzaba sus músculos con cada nueva embestida. Su cuerpo estaba sudoroso y fuertemente entrelazado con el de la mujer de rubia cabellera. En un principio se había sorprendido por los ojos duros de la fémina y el tacto frío de su piel, por sus modales altivos y decidido hablar. Ella era especial, sin lugar a dudas, tal como le había prometido. Hacía años que vendía su cuerpo por los francos necesarios para comer y dormir a cubierto, sin embargo esa noche bien hubiese podido entregarse gratis. Gimió otra vez sintiendo como alcanzaba la liberación mientras ella solo sonreía de forma maliciosa. Entonces la puerta se abrió y él se paralizó el ver al hombre de gesto adusto y paso implacable que les había interrumpido ¿Se trataría de su esposo? ¿Moriría por ello? No, tal vez no fuese así, pues al mirarlo nuevamente era evidente el parecido con la rubia desnuda que reposaba tranquilamente bajo el peso de su cuerpo, como si aquella interrupción no fuese nada que le incomodase en lo más mínimo.
– Vaya, ya era hora – espetó ella con un dejo de insolencia y recriminación antes de apretar sus piernas en torno a la cintura del cortesano, impidiéndole salir de su interior – Y no, aún no he terminado – un segundo después los papeles se invirtieron y el joven se encontró recostado con ella montada a horcajadas sobre su cadera. Por alguna razón el miedo empezó a hacer presencia y él intentó zafarse sin éxito. – Señorita, debo irme… por favor – la excitación se esfumó, llevándose consigo la erección y provocando un gesto de enfado y decepción en el rostro de la rubia – Llevo dos días esperándote y tienes que aparecer justo en este momento – gruñó ella por lo bajo lanzando una mirada asesina al recién llegado aunque su semblante se iluminó brevemente al escuchar la mención de su sobrino. Prestó de nuevo atención al cortesano quién a pesar de sus esfuerzos no conseguía escapar de debajo de ella – Es una lástima que terminara tan pronto – le susurró para luego inclinarse sobre el cuello descubierto. Él jadeó, lloriqueó, se resistió con todas sus fuerzas pero fue en vano. La vida le abandonó de a poco, en medio de un sufrimiento que no había conocido y la aterradora idea de terminar siendo solo alimento para un monstruo que solo debería existir en los cuentos de las nanas.
Una vez terminó de alimentarse ella se incorporó y paseó por la habitación sin reparo en su desnudez, contoneándose a propósito ante el agujero por el cual eran observados y terminando de pie ante su mellizo a quien observó con detenimiento por algunos segundos antes de sonreírle con malicia – Al menos tu humor no ha cambiado – bromeó con cinismo, luego se vistió con deliberada lentitud, tomó a Krištof por el brazo y le acompañó afuera en busca de su sobrino. – ¡Dušan! – saludó emocionada antes de abrazar el pequeña figura que les esperaba afuera. Sabía que tras el rostro aniñado se escondía la conciencia perversa y sangrienta propia de un asesino sin escrúpulos y eso le hacía añorarlo más – Te he extrañado… ha pasado mucho tiempo – manifestó sonriéndole antes de revolver su cabello. Cualquiera que viera la escena podría tomarlo como un gesto de autentico cariño, sin embargo era más parecido a la emoción propia de una niña que se encuentra con un juguete querido después de creerlo perdido por algún tiempo – A ti también te he extrañado mi querido Krištof - le plantó un beso en la boca antes de que pudiese protestar y luego se apartó sonriéndole burlona. – Si hubieses llegado un poco antes te habrías encontrado con nuestro querido Padre. Ah, no te preocupes, sigue siendo tan dulce y parlanchín como siempre – blanqueó los ojos antes de llamar a la servidumbre por medio de una campana hábilmente disimulada tras las cortinas.
A los pocos minutos apareció el esclavo que les había estado espiando – Ve por Oldrich – le ordenó regodeándose en el gesto del hombre quién se debatía entre la vergüenza por espiar a su ama, el temor por la reacción los vampiros que ahora le acompañaba y que evidentemente no le temían a ella, y el deseo que no podía ocultar por aquella fémina. – Dime Krištof ¿Disfrutaste al menos la mitad de lo que este lacayo al observar a tu hermana retozando con un humano? – le fue imposible negarse el placer de dejarlo en evidencia… pobre bastardo, la vida le iba en su reacción y ella se prometió que si era lo suficientemente astuto como para sobrevivir a la prueba le permitiría disfrutar un poco de su perfecto cuerpo y halagarla con la pasión reprimida tras años de esclavitud.
– Vaya, ya era hora – espetó ella con un dejo de insolencia y recriminación antes de apretar sus piernas en torno a la cintura del cortesano, impidiéndole salir de su interior – Y no, aún no he terminado – un segundo después los papeles se invirtieron y el joven se encontró recostado con ella montada a horcajadas sobre su cadera. Por alguna razón el miedo empezó a hacer presencia y él intentó zafarse sin éxito. – Señorita, debo irme… por favor – la excitación se esfumó, llevándose consigo la erección y provocando un gesto de enfado y decepción en el rostro de la rubia – Llevo dos días esperándote y tienes que aparecer justo en este momento – gruñó ella por lo bajo lanzando una mirada asesina al recién llegado aunque su semblante se iluminó brevemente al escuchar la mención de su sobrino. Prestó de nuevo atención al cortesano quién a pesar de sus esfuerzos no conseguía escapar de debajo de ella – Es una lástima que terminara tan pronto – le susurró para luego inclinarse sobre el cuello descubierto. Él jadeó, lloriqueó, se resistió con todas sus fuerzas pero fue en vano. La vida le abandonó de a poco, en medio de un sufrimiento que no había conocido y la aterradora idea de terminar siendo solo alimento para un monstruo que solo debería existir en los cuentos de las nanas.
Una vez terminó de alimentarse ella se incorporó y paseó por la habitación sin reparo en su desnudez, contoneándose a propósito ante el agujero por el cual eran observados y terminando de pie ante su mellizo a quien observó con detenimiento por algunos segundos antes de sonreírle con malicia – Al menos tu humor no ha cambiado – bromeó con cinismo, luego se vistió con deliberada lentitud, tomó a Krištof por el brazo y le acompañó afuera en busca de su sobrino. – ¡Dušan! – saludó emocionada antes de abrazar el pequeña figura que les esperaba afuera. Sabía que tras el rostro aniñado se escondía la conciencia perversa y sangrienta propia de un asesino sin escrúpulos y eso le hacía añorarlo más – Te he extrañado… ha pasado mucho tiempo – manifestó sonriéndole antes de revolver su cabello. Cualquiera que viera la escena podría tomarlo como un gesto de autentico cariño, sin embargo era más parecido a la emoción propia de una niña que se encuentra con un juguete querido después de creerlo perdido por algún tiempo – A ti también te he extrañado mi querido Krištof - le plantó un beso en la boca antes de que pudiese protestar y luego se apartó sonriéndole burlona. – Si hubieses llegado un poco antes te habrías encontrado con nuestro querido Padre. Ah, no te preocupes, sigue siendo tan dulce y parlanchín como siempre – blanqueó los ojos antes de llamar a la servidumbre por medio de una campana hábilmente disimulada tras las cortinas.
A los pocos minutos apareció el esclavo que les había estado espiando – Ve por Oldrich – le ordenó regodeándose en el gesto del hombre quién se debatía entre la vergüenza por espiar a su ama, el temor por la reacción los vampiros que ahora le acompañaba y que evidentemente no le temían a ella, y el deseo que no podía ocultar por aquella fémina. – Dime Krištof ¿Disfrutaste al menos la mitad de lo que este lacayo al observar a tu hermana retozando con un humano? – le fue imposible negarse el placer de dejarlo en evidencia… pobre bastardo, la vida le iba en su reacción y ella se prometió que si era lo suficientemente astuto como para sobrevivir a la prueba le permitiría disfrutar un poco de su perfecto cuerpo y halagarla con la pasión reprimida tras años de esclavitud.
Neža Novak- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 27/02/2016
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