A Tale from the past [Priv]

por **Xiang-Mei Jin-Ho** Miér Oct 01, 2014 3:27 pm

-Estando entre tanta belleza, mis ojos se inundan con la verdad de mis poderes...-Dijo Xiang tras despertarse en aquel camarote de oscuro roble, sábanas blancas y cortinas rojas como la sangre. Después de haber sido capturada por aquella mujer, supuso que finalmente había finalizado estando entre estas sabanas. Su brazo estaba vendado llegando hasta cubrirle el seno izquierdo y el hombro. Recordó que aquella malvada mujer, la hirió tan fuerte que tras ver que no se detenía la sangre pensó que se moriría. Pero estaba en aquella cama y en el camarote, aun sintiéndose amena al lugar en el que estaba. Su cabeza parecía que estaba a punto de estallar por lo que intento quitarse el dolor, pero no podía utilizar la magia. Suspiro frustrada y tapándose con las sabanas no se movió de la cama.

Bufo para sí misma.

Se sentía en desventaja en aquel lugar “anti-magia” Seguramente obra de algún objeto mágico o la misma bruja habría hecho un encantamiento poderoso para que ella no se saliera con la suya. Movió su pie derecho, sacándolo de la sabana levemente y lo que reconoció, era una de esas pulseras que se ponían para inhabilitar la magia de uno. No supo cómo llego aquella pulsera a su tobillo pero no le gustaba la idea de que pudiera tener control sobre ella. No sabía…Bueno si sabía dónde estaba, en un camarote pero no sabía de qué barco –Hermano –Ahora se arrepintió de cuando su hermano le dijo que saltara por la borda y ella no lo hizo, la habrían cogido igual a pesar de haberle hecho caso. Re-comprobó que estaba solamente en un vestido de interior, un vestido sencillo y blanco de tirantes –Un momento…este vestido no es mío…-Dijo al verse vestida así – Normalmente no llevo nada…-Gruño para sí misma sintiéndose aún más cohibida, sintiéndose que esto estaba pasándose de castaño oscuro. Alguien la había curado pero ¿Quién? ¿Un hombre? Esperaba que no. A lo mejor quien fuera dueño de este barco tenía doncellas a bordo que le ayudaban en este tipo de tareas.

Xiang entonces observo y reconoció el mar abierto en calma a través de un gran ventanal al fondo de aquella habitación. Se levantó de la cama sintiéndose atraída por su belleza. Arrastro consigo las sabanas para sentirse cubierta por algo o abrazada por algo. Sintiéndose protegida – Tanta belleza me….-Iba a elogiar el paisaje nocturno en el que la luna se reflejaba en las aguas en calma hasta que escucho unas pisadas detrás suya, sintiéndose como si los demonios se la llevasen al mismo infierno – Me pregunto quién…-Lentamente se dio la vuelta para ver a la bruja que la había secuestrado – Ah…¡No! ¡Déjame! –Xiang aterrada aun de lo sucedido se alejó hasta una esquina, acurrucándose y protegiéndose con la sabana que la cubría.
-Tsk…Escucha mocosa…Estas en mi navío, pero hay alguien que quiere verte…
-No sé si estoy preparada para más visitas inesperadas… -Xiang dijo intentando evitar el encuentro pero la bruja la tomo del brazo y la arrastro hasta la cubierta, empujándola a cada rato que esta se paraba en el sitio.

Todos los grumetes y los marineros la miraban con ojos golosos y bocas sedientas. No sabía lo que eran estas personas, poco le importaban, pero enseguida, la bruja le paró en el sitio frente a un hombre enfundado en cuero negro.

¿La trajo frente a un inquisidor?

por **Dirk Van Der Broken** Lun Oct 06, 2014 10:38 pm

Después de toda la locura que había traído el secuestro de su prometida, su segundo al mando se había ocupado de sanarla y vendarla. A pesar de que León no deseaba que nadie tocara a su mujer, sabía que su compañero de viaje tenía más habilidades que él en el área de la sanación. Ambos habían navegado juntos desde que eran niños, confiaban el uno en el otro, independientemente de que locos fueran sus planes, su segundo al mando siempre lo seguía. A veces creía que los ojos del hombre le decían algo más, pero como era la única persona en la que confiaba dentro de su barco, también era la única persona a la que jamás tocaría de otra forma que no fuera fraternal. Ése era el motivo central por el que jamás había descubierto qué era lo que los ojos del otro le decían siempre en silencio. No quería destruir lo que había entre ellos. Valía demasiado como para perderlo.

De quién no se fiaba nada, era precisamente de aquella bruja que había contratado. Había cumplido con su palabra, de la misma forma que él. No en vano le había entregado la tripulación de los dos barcos que usó en el rapto. Pero la suya, era su tripulación. El jamás entregaría a sus hombres, porque además de egocéntrico y caprichoso, era un hombre posesivo. Incluso en su infancia había sido así, había algún joven de clase alta que llevaría una cicatriz en su ceja debido a robarle un juguete. Con sus seis años había llorado mientras lo golpeaba con el barco que su padre le había comprado para sustituir al que había perdido, pero él jamás olvidó quién había sido el que se lo robó. Así que además de ser castigado por deformar al niño, se llevó con el los dos barcos; el nuevo y el robado. Eso le había mostrado una lección. A pesar de cuantas normas incumpliera y la sanción que recibiera, nadie jamás le quitaría sus cosas ni el sentimiento de satisfacción que le daba el recuperarlas. Quizás por eso quería tanto a aquella mujer, pues a pesar de su belleza y algo sobre su historia, no sabía nada más de ella. Nada salvo que iban a casarse.

Se paseó por el barco, hasta que su paciencia se agotó. ¿Cuánto tiempo iba a tardar ella en despertar?. Con sus ansias por verla de una vez ante él y escuchar su propia voz, mandó a la bruja a traerla ante él. Sabía que debió mandar a su segundo al mando, pero a pesar de ser un cretino, él sabía qué limites no cruzar. Al menos en lo que se refería a las personas que quería, si realmente él lo amaba en secreto, no iba a obligarlo a traerla ante él. Una cosa era sanarla y otra el llevar a la prometida del hombre que querías, tomándola de la mano, hasta él.

LA congregación de sus marineros le informó que ella ya había despertado y estaba siendo llevada ante él, así que se cruzó de brazos y esperó. Cuando la tuvo ante él, la recorrió con una mirada perezosa desde la cabeza hasta los pies. Cuando elevó de nuevo la mirada para fijarla en los ojos de ella, sus labios ya habían formado una sonrisa pícara y carnal.

- Bienvenida, princesa. Soy León Von Streigner, tu prometido. – Miró a su segundo al mando, el hombre que estaba a su derecha, y le tomó el documento que le había extendido. Leyó el contenido y después asintió y se lo devolvió. – Será mejor que nos conozcamos, ya que cuando lleguemos a tierra, deberemos comprar un traje de novia digno de tu belleza.

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