AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The untold tale // Privado - Valiont [+18]
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The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Casi se había vuelto una costumbre que después de terminar los contratos que conseguía en la taberna de la rubia, el albino se pasara a hacerle una visita. Ninguno de los dos tenía tapujos en mostrar el deseo que se tenían y que terminaran en la cama era ya algo tan habitual como el que le invitara a una jarra de ron cada vez que le veía sentado a una de sus mesas.
Aquella noche no había sido distinta y tras una amena charla entre copas, habían subido a la habitación de Faye a dar rienda suelta a su lujuria. El brujo, distinto a la mayoría de hombres con los que había tratado, solía iniciar despacio, calmado. Podría incluso decirse que sus actos eran tiernos y la pirata se dejaba llevar por una sensación distinta y muy placentera con cada roce de sus manos y, especialmente, de aquellos besos expertos que el cazador de monstruos le daba.
Tras uno de aquellos encuentros entre sus bocas que aunque comenzaron cautos terminando siendo tórridos por las mordidas de la ex prostituta, le empujó para que cayera sentado en la cama, no sin antes desabrocharle los pantalones y dejar que éstos cayeran hasta los tobillos ajenos. Sonrió ladinamente, relamiéndose con lascivia tiñendo sus orbes color miel. -Tengo hambre.- Dijo al acuclillarse entre las piernas foráneas y finalmente se arrodilló. Tomó la ropa interior que aún llevaba el albino y tiró de ella, esperando que éste pusiera de su parte, dejando así al descubierto aquella gruesa y jugosa erección. La observó unos segundos con detenimiento, abriendo el apetito y enseguida regresó la vista a los dorados ojos de serpiente que tanto le fascinaban. -Se ve deliciosa.- Comentó porque quiso, sin importar si era necesario o no. Rodeó el falo con los dedos de su diestra, interponiendo éstos entre la carne pulsante y la zona púbica y, sin desviarle la mirada, sacó su lengua tan ancha y larga como le fue posible para darle una lamida desde los testículos hasta la punta. Atrapó entonces el glande con los dientes y lo apretó despacio, pero con cierta fuerza, terminando de torturarle al hurgar con el filo de su sinhueso en la uretra. Con la zurda le rodeó los huevos y se los masajeó despacio, sin prisa alguna, mientras sus labios se separaban y terminaban por engullirle la verga hasta la base cuando quitó la mano que la sostenía. Disfrutaba enormemente de hacer felaciones, la excitaban al mismo nivel que una buena follada, y desde que era libre para elegir con quién y qué cosas hacía, no se cortaba y mucho menos cohibía. Tenía suerte de conocer a hombres como el brujo que sabían satisfacerla, pero no todo era recibir en la vida, menos aún cuando dar sabía tan jodidamente bien.
Aquella noche no había sido distinta y tras una amena charla entre copas, habían subido a la habitación de Faye a dar rienda suelta a su lujuria. El brujo, distinto a la mayoría de hombres con los que había tratado, solía iniciar despacio, calmado. Podría incluso decirse que sus actos eran tiernos y la pirata se dejaba llevar por una sensación distinta y muy placentera con cada roce de sus manos y, especialmente, de aquellos besos expertos que el cazador de monstruos le daba.
Tras uno de aquellos encuentros entre sus bocas que aunque comenzaron cautos terminando siendo tórridos por las mordidas de la ex prostituta, le empujó para que cayera sentado en la cama, no sin antes desabrocharle los pantalones y dejar que éstos cayeran hasta los tobillos ajenos. Sonrió ladinamente, relamiéndose con lascivia tiñendo sus orbes color miel. -Tengo hambre.- Dijo al acuclillarse entre las piernas foráneas y finalmente se arrodilló. Tomó la ropa interior que aún llevaba el albino y tiró de ella, esperando que éste pusiera de su parte, dejando así al descubierto aquella gruesa y jugosa erección. La observó unos segundos con detenimiento, abriendo el apetito y enseguida regresó la vista a los dorados ojos de serpiente que tanto le fascinaban. -Se ve deliciosa.- Comentó porque quiso, sin importar si era necesario o no. Rodeó el falo con los dedos de su diestra, interponiendo éstos entre la carne pulsante y la zona púbica y, sin desviarle la mirada, sacó su lengua tan ancha y larga como le fue posible para darle una lamida desde los testículos hasta la punta. Atrapó entonces el glande con los dientes y lo apretó despacio, pero con cierta fuerza, terminando de torturarle al hurgar con el filo de su sinhueso en la uretra. Con la zurda le rodeó los huevos y se los masajeó despacio, sin prisa alguna, mientras sus labios se separaban y terminaban por engullirle la verga hasta la base cuando quitó la mano que la sostenía. Disfrutaba enormemente de hacer felaciones, la excitaban al mismo nivel que una buena follada, y desde que era libre para elegir con quién y qué cosas hacía, no se cortaba y mucho menos cohibía. Tenía suerte de conocer a hombres como el brujo que sabían satisfacerla, pero no todo era recibir en la vida, menos aún cuando dar sabía tan jodidamente bien.
Faye- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/10/2017
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
La sirena borracha, propiedad de Faye. 21:04 de la noche.
Con el hueco sonido que había como resultado de la llegada del Cazador a la taberna de una de sus mas íntimas amigas dejó clara la escena de que Valiont había regresado a cobrar su recompensa. Aquellos ojos de serpiente admiraban el material del que estaba hecho aquél saco que no era muy grande pero tampoco era pequeño con todas las palabras. No pesaba, dando a entender que su contenido no era bajo alguna forma, si no mas bien, algún tipo de resto o de polvos. -No ha sido muy difícil, tan solo una Aparición Carcelera en una de las mazmorras de la ciudad, el Guardia estaba asustado, ni siquiera he tenido que investigar demasiado. -Como era ya costumbre desde hace tantísimo tiempo, Valiont tenía conversaciones consigo mismo cuando no las tenía con su Yegua Slavia.
Observó el cuerpo de la posadera venir hacia él con la jarra de Ron, pues aquello casi se había convertido ya en Tradición. Hoy era de esos días que la lujuria la tenía a flor de piel, tanto era así que le hacía pensar incluso en invitar a Manghild, su aprendiz, a venir aquí, quizá para un tórrido trió que ninguno de los integrantes olvidaría jamás en la historia conocida. Sonrió con aquellos lascivos pensamientos navegando por el mar de su mente aceptando el beso en los labios a modo de saludo de la pirata, Faye. Aparentemente, la chica no tenía apellido aunque también es cierto que él nunca preguntó. ¿Debería?.
La sirena borracha. 22:34 de la noche.
Los besos estaban presentes tras la amena charla que habían tenido mientras cenaban, esta vez, Faye había invitado al Cazador a dicho placer, igual que a éste último. Valiont no sabía como ella conseguía los contratos, pero le hacía bien y no decía nada al respecto. Seguía besándola, aunque todo acabó entre mordiscos con sabor a lujuria y a sexo por parte de ambos, enroscados bajo la luz de aquellas lamparas en una noche que prometía ser cerrada y en la cual, nevaría hasta la saciedad. Los labios del albino dibujaban sonrisas que ninguna amargura conseguiría borrar en este momento, dejando cálidas lamidas por los dientes foráneos, por el cuello amigo, por el mentón de Faye, acabando en un suave muerdo a la vez que su mano quería explorar mas allá, albergando en la planta de éstas, aquellos bonitos pechos, tesoros del ancho mar. En algún punto, Faye se atrevió a empujar al Matamonstruos, desabrochándole a su vez el pantalón y el cinturón, con cuidado de no romper nada que no sea plenamente sexual, por su parte, la voz de la experiencia, sonreía, dejándose totalmente hacer, maniobrar por la mujer. -Si tienes hambre, puedes servirte lo que desees, soy el menú completo y el postre, Faye. -Normalmente, no suele ser tan osado, pero Faye sacaba aquél lado, y eso, por supuesto, no le importaba en absoluto.
Se sentó para hacer mas facil la maniobra de Faye y ayudándola él mismo a desnudarse y sacar aquél garrote de carne fuera de la funda, desatado y esperado a ser devorado. Sonrió cuando la avistó en cuclillas antes de arrodillarse para contemplar lo que iba a tragarse. -¿Se ve deliciosa? Entonces.. ya me contarás como sabe. -Aquella voz que invitaba a lo mas apacible, sosegada, calmada, totalmente en armonía, grave, sonaba aún mas placentera si cabe en aquél momento tan crucial. Cuando notó que le lamía, que le acariciaba y finalmente, tras tomarse su momento de calma y reflexión, le engullía, soltó un enorme suspiro cargado de placer, donde todas las palabras habidas y por haber sobraban del todo. Se echó hacia atrás, acomodándose, entre suspiros y gruñidos, torció el gesto, arrugando los labios y mostrando los colmillos. -Por el amor a lo profano, Faye, no.. no pares.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
El sonido de la respiración ajena, los gruñidos, los suspiros y el sonido que hacía el somier de madera cuando el albino se movía bajo las atenciones de la antigua prostituta, hacían que Faye se sumiera aún más en su tarea. Pero fue aquella súplica, algo que alteraba el tono siempre calmado y apacible del brujo lo que la excitó sobremanera. No era fácil ver a un hombre como aquel pedir de modo semejante y la rubia le respondió del único modo en el que podía con su falo aún metido en la boca. Apretó los dedos de ambas manos en los fuertes muslos del cazador de monstruos y dejó que la erección profundizara en su garganta hasta lo más hondo, momento en que notó la primera arcada. Sin embargo, no se echó hacia atrás, sino que aguantó así, dejando que fueran las propias convulsiones naturales de su cuerpo las que generaran placer para el isleño, cuando con cada contracción de la laringe le estrangulaba el miembro. Cuando ya no pudo aguantar más, se retiró, tosiendo, con los orbes humedecidos por las lágrimas y varios gruesos hilos de saliva que unían su lengua con la verga del albino. Pasó la diestra por el medio, arrastrando éstos con los dedos y se los llevó a la boca para lamerlos y tragárselos, mientras sus pulmones intentaban recuperar el aliento que, tras la obstrucción, se había visto alterado.
Esperó unos breves segundos, dándose tiempo a sí misma de recomponerse y se sentó a horcajadas sobre la cintura ajena, paseando las yemas por las cicatrices que decoraban el fornido torso de Valiont. Ella aún seguía vestida, portaba una blusa blanca, pantalones pirata y botas de caño alto con talón ancho y de unos tres centímetros de altura. Se relamió, observando el rostro foráneo y se inclinó para volver a besar sus labios, repartir diversos mordiscos por el mentón, recorriendo la mandíbula hacia la oreja y allí le atrapó el lóbulo entre los dientes, riendo bajo, respirando conta su oído. -Me hace cosquillas la barba…- Susurró antes de separarse y buscar los dorados ojos de serpiente que, desde el primer día, la habían hipnotizado. Enmarcó el rostro ajeno con las manos, inclinándose muy lentamente hasta que alcanzó a morderle de manera juguetona la nariz y antes de que él pudiera hacer nada, se incorporó de nuevo, aún sentada sobre el brujo y de un tirón se quitó la camisa, lanzándola a un lado. Tomó entonces las fuertes y curtidas manos del norteño, llevándolas a acunar sus pechos que aún se ocultaban bajo la fina tela del sostén. -¿Por qué no me desnudas?- Su tono de voz era suave, pero no ocultaba el deseo que en ella anidaba. Sus pupilas dilatadas y el calor que su cuerpo desprendían, eran señal inequívoca de la lujuria que la consumía al estar pegada al cuerpo de Valiont. Eran amigos, pero eso no quitaba que pudieran disfrutar del excepcional sexo que ambos compartían de vez en cuando y por el que la rubia siempre estaba dispuesta a relegar unas horas el mando de la posada y taberna.
Esperó unos breves segundos, dándose tiempo a sí misma de recomponerse y se sentó a horcajadas sobre la cintura ajena, paseando las yemas por las cicatrices que decoraban el fornido torso de Valiont. Ella aún seguía vestida, portaba una blusa blanca, pantalones pirata y botas de caño alto con talón ancho y de unos tres centímetros de altura. Se relamió, observando el rostro foráneo y se inclinó para volver a besar sus labios, repartir diversos mordiscos por el mentón, recorriendo la mandíbula hacia la oreja y allí le atrapó el lóbulo entre los dientes, riendo bajo, respirando conta su oído. -Me hace cosquillas la barba…- Susurró antes de separarse y buscar los dorados ojos de serpiente que, desde el primer día, la habían hipnotizado. Enmarcó el rostro ajeno con las manos, inclinándose muy lentamente hasta que alcanzó a morderle de manera juguetona la nariz y antes de que él pudiera hacer nada, se incorporó de nuevo, aún sentada sobre el brujo y de un tirón se quitó la camisa, lanzándola a un lado. Tomó entonces las fuertes y curtidas manos del norteño, llevándolas a acunar sus pechos que aún se ocultaban bajo la fina tela del sostén. -¿Por qué no me desnudas?- Su tono de voz era suave, pero no ocultaba el deseo que en ella anidaba. Sus pupilas dilatadas y el calor que su cuerpo desprendían, eran señal inequívoca de la lujuria que la consumía al estar pegada al cuerpo de Valiont. Eran amigos, pero eso no quitaba que pudieran disfrutar del excepcional sexo que ambos compartían de vez en cuando y por el que la rubia siempre estaba dispuesta a relegar unas horas el mando de la posada y taberna.
Faye- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/10/2017
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Luciérnagas. |
La sirena borracha. 22:54 de la noche.
Aquellos labios perfectamente diseñados para lo que estaban haciendo acataban los deseos del Cazador de monstruos a la perfección, Valiont pidió que no parase y ella, Faye, no paraba bajo ningún concepto. Fue tan más allá de la petición que de forma rauda sus hermosos ocelos se llenaron de lágrimas que obstruían sus ojos así como el miembro del Peliblanco obstruía la entrada a la laringe. Casi se metía incluso por la traquea, si pudiese, lo haría. Gruñía sin parar hundiendo sus dígitos, enterrándolos en el rubio cabello de la pirata, recostado como estaba y disfrutando de lo que ésta le daba. -Sigue.. Faye. Sigue… -No alcanzaba a decir nada más, además de no ser hombre de muchas palabras. Usó sus dos rudas manos para añadir aún más ritmo a la mamada empujando con fuerza desde la nuca de su amiga. Aquellas convulsiones naturales de la garganta estaban matando de placer al Cazador.
Tras quitarse, Valiont se masturbó muy lentamente mientras la lengua de Faye relamía aquellos restos de saliva y nectar. Esbozó una sonrisa de medio lado, jadeando lentamente. -Si que se te da bien mamar… Pirata. -Trató de hacer una pequeña broma antes de escuchar la petición de Faye seguido de aquel beso en su oreja que le hacía caer en picado por un acantilado de placer encubierto de ternura. Hizo que su diestra navegase por todo el cuerpo de la mujer y a su paso, la ropa se desprendía de su piel. -¿Cómo no voy a desnudarte? Si eres hermosa como una Sirena. Sería un delito castigado con la muerte.. el no quitarte toda la ropa que lleves, Faye. -No dudó mas en recostarla tal y como él hace unos segundos estaba. Se tumbó encima de ella pegando su cuerpo al suyo haciendo fricción a los senos con sus pectorales duros y recios. Buscó con necesidad la boca ajena para besarla e inhundarla con su lengua a la vez que se agarró con firmeza el miembro e invadió el cuerpo, el interior de la Tabernera. Con firmeza pero con ternura a la vez. El brazo derecho recorrió el muslo izquierdo de la rubia levantándolo, dibujando así la postura que en aquél momento Valiont deseaba.
Sumido en un mar de suspiros y gemidos, comenzaba a hacérselo con mimo, tranquilidad, buceando el momento. Haciendo de él, un recuerdo, mientras fuera la vida empezaba a cobrar sonidos, Sonidos de la noche. Los borrachos, las fiestas en la calle y las luciérnagas adornando las pequeñas lumbres de los faroles.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Las palabras del albino halagaron a Faye, algo poco habitual, pues siendo como era una antigua cortesana, aunque había escuchado más insultos que piropos, jamás le habían faltado las alabanzas a su cuerpo. Pero sabía que cuando las decía Valiont, no eran con la intención de adular, sino que era sincero. Sonrió, permitiendo que la desnudara entre caricias, sorprendiéndose al ver que le quitaba toda la ropa, pero le dejaba puestas las botas.
Se recostó con la ayuda ajena, llevando ambas manos a recorrer los brazos del brujo, iniciando en los hombros, con los pulgares acariciando las clavículas, y las hizo descender lentamente hacia los codos mientras él se ubicaba sobre su cuerpo a placer. A la rubia le gustaban mucho las cicatrices, le parecían un atractivo más en un hombre que demostraban las batallas que había luchado, ya fueran ganadas o perdidas. Denotaban carácter, experiencia. Y el cazador de monstruos tenía muchísimas surcando toda su piel, algunas hundidas, otras con relieve, otras parecían sólo señales dibujadas, pero no dejaban de ser marcas reales. Entreabrió los labios, recibiendo el beso que le proporcionó su amigo, atrapándole la lengua, succionándola y, seguidamente, entrelazándola con la propia. Los besos del albino solían ser muy tiernos, algo que había descubierto enseguida que se conocieron, y que había resultado mucho más placentero de lo que la pirata hubiese podido imaginar, acostumbrada a la rudeza y brusquedad de la mayoría de sus interacciones sexuales.
La penetración fue directa, certera, pero no dejó de ser suave, como sólo el dichoso peliblanco sabía hacerlo. Alzó la pierna, siguiendo el gesto de aquella mano y se aferró a la cadera foránea con ella, apretando con el talón de la bota en la nalga opuesta ajena. Mientras, sus manos volvían a subir, una de ellas se fue rápidamente hacia la espalda, apretando con los dedos en el omóplato, mientras la otra ahuecó la mejilla de Valiont contra su palma. Se sentía contagiada por aquella extraña ternura que rarísima vez nadie despertaba en ella, pero de la que ese hombre parecía conocer la fórmula.
Poco que menos podía importarle en aquellos momentos lo que ocurriera en la taberna, su taberna. Estaba en manos de Dio que se las sabía apañar solo y ella tenía cosas más importantes en las que concentrarse, como en el rato que estaba compartiendo con el cazador. Le mordió el labio, tirando de él con una sonrisa y al soltarlo se lo lamió, gimiendo contra la boca del contrario. -¿Cómo es el sexo con una sirena?- Bromeó, haciendo referencia a las palabras pronunciadas minutos antes por el albino. Le seguía el juego, le incitaba. Bajó la mano de la espalda hasta agarrarle la nalga libre al brujo y se la apretó con ganas, disfrutando de aquel maravilloso culo que tenía para ella sola aquella noche.
Se recostó con la ayuda ajena, llevando ambas manos a recorrer los brazos del brujo, iniciando en los hombros, con los pulgares acariciando las clavículas, y las hizo descender lentamente hacia los codos mientras él se ubicaba sobre su cuerpo a placer. A la rubia le gustaban mucho las cicatrices, le parecían un atractivo más en un hombre que demostraban las batallas que había luchado, ya fueran ganadas o perdidas. Denotaban carácter, experiencia. Y el cazador de monstruos tenía muchísimas surcando toda su piel, algunas hundidas, otras con relieve, otras parecían sólo señales dibujadas, pero no dejaban de ser marcas reales. Entreabrió los labios, recibiendo el beso que le proporcionó su amigo, atrapándole la lengua, succionándola y, seguidamente, entrelazándola con la propia. Los besos del albino solían ser muy tiernos, algo que había descubierto enseguida que se conocieron, y que había resultado mucho más placentero de lo que la pirata hubiese podido imaginar, acostumbrada a la rudeza y brusquedad de la mayoría de sus interacciones sexuales.
La penetración fue directa, certera, pero no dejó de ser suave, como sólo el dichoso peliblanco sabía hacerlo. Alzó la pierna, siguiendo el gesto de aquella mano y se aferró a la cadera foránea con ella, apretando con el talón de la bota en la nalga opuesta ajena. Mientras, sus manos volvían a subir, una de ellas se fue rápidamente hacia la espalda, apretando con los dedos en el omóplato, mientras la otra ahuecó la mejilla de Valiont contra su palma. Se sentía contagiada por aquella extraña ternura que rarísima vez nadie despertaba en ella, pero de la que ese hombre parecía conocer la fórmula.
Poco que menos podía importarle en aquellos momentos lo que ocurriera en la taberna, su taberna. Estaba en manos de Dio que se las sabía apañar solo y ella tenía cosas más importantes en las que concentrarse, como en el rato que estaba compartiendo con el cazador. Le mordió el labio, tirando de él con una sonrisa y al soltarlo se lo lamió, gimiendo contra la boca del contrario. -¿Cómo es el sexo con una sirena?- Bromeó, haciendo referencia a las palabras pronunciadas minutos antes por el albino. Le seguía el juego, le incitaba. Bajó la mano de la espalda hasta agarrarle la nalga libre al brujo y se la apretó con ganas, disfrutando de aquel maravilloso culo que tenía para ella sola aquella noche.
Faye- Humano Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Ni siquiera Alejandría. |
La sirena borracha. 22:59 de la noche.
Las mordidas del albino iban desde el cuello hasta la barbilla viajando en aquél suave trazo que llegaba hasta la cumbre de la boca de Faye coronando así la lengua ajena entrelazándola con la de él mismo conforme su penetración se hacía mas y mas ruda a cada paso, a cada embestida nueva que hacía conseguía yacer en lo mas hondo del corazón de aquella Pirata con voz desnuda e intenciones transparentes. Valiont movía las caderas con la soltura y la velocidad a la que Braggi surcaba las olas nadando en mariposa a la vez que miraba directamente a los ojos foráneos. Sonrió. De medio lado. -¿Que como es el sexo con una sirena? Si tuviera que explicar tal hazaña.. tendría que llenar tres veces la Biblioteca de Alejandría y aún así, no tendría suficiente espacio donde guardar cada palabra utilizada para describirte a ti y a tu manera de hacerlo. Faye. -Sonrió de nuevo, esta vez sin malicia y aflojando el ritmo llevado a cabo en el acto.
Se recostó muy levemente posando sus manos y caricias por los muslos subiendo hasta la espalda y volviendo a bajar hasta agarrar bien el culo de la chica. La otra mano la usaba para entrelazar sus dedos fervientemente entre las ondas que creaba el dorado cabello de aquella muchacha. -¿Querrás tenerme dentro de ti? Aunque.. siempre sueles querer tragarme. -Pronunció aquellas palabras cargadas de lujuria con su voz tenue, grave pero armoniosa como mística. Sus golpes, sus embestidas cargadas de pasión casi parecían el leve sonido de unos tambores rituales percutiendo una y otra vez al son de la mayor de las Orgías. Entreabrió los labios soltando un gemido seguido de un suspiro hacia la boca de la Danzante de Espadas que se había agenciado el Capitán Bones. Aquella mujer sabía usar los Sables Persas como nadie en el mundo. Siguiendo el ritmo pautado por el cazador de monstruos, acabó por poner encima de el a la rubia, mientras la cama se empezaba a mover y resentir cada vez mas de lo que allí estaba ocurriendo.
-Aunque.. a decir verdad, me encantaría acabar en tu boca, mientras a la vez estas sentada sobre mi rostro. -Dijo seriamente, atravesando el cuerpo de Faye con la mirada, tirando con sumo fervor de sendos mechones agarrados del pelo. Volvía a cambiarla de sitio, esta vez, la puso sobre cuatro patas, flexionando ambas rodillas quedando Valiont totalmente encima posado en la espalda de su amiga, como si de un perro real se tratase, empezó a dar las acometidas fuertes y seguras, sonoras y lascivas. Tan pronto iba rápido y fuerte como cambiaba a un ritmo muy suave, lento, pausado pero seco y decidido, llegando hasta el fondo en cada embestida que parecía la cornada de un toro. Giró la cabeza de Faye hacia atrás lo suficiente para conectar ambos rostros en un flamante beso antes de caer desplomado en la cama, sin dar tregua ni descanso a la chica agarró su culo y lo llevó directamente a la boca para empezar a bombear con la lengua aquellas zonas, ambas a la vez. Esperando que la contraria hiciera lo propio con su boca, hasta estallar y culminar la batalla.
Se servía de sus dedos para entrar y salir de aquél trasero a placer y gusto del consumidor, mientras que la lengua hacía lo propio justo delante.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 27/10/2017
Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Cada acto del albino parecía meditado, pues una sola de sus caricias, uno de solo de aquellos besos y todas y cada una de aquellas embestidas, hacían estremecer a la pirata que se deshacía, a pesar de lo habituada que estaba al sexo. Ya no era prostituta, pero se había acostado con tantos hombres que sería incapaz llevar la cuenta y, sin embargo, ninguno de ellos la había tratado jamás como Valiont. Ni siquiera William, que a pesar de lo salvaje que podía volverse durante el sexo, siempre tenía gestos tiernos con ella. Pero el brujo era especialmente encantador, totalmente contrario a lo que decían las malas lenguas sobre los cazadores de monstruos. Pero la rubia se había cruzado con Magnhild y sabía perfectamente que el albino era una excepción. Era un hombre único y que a pesar de las mutaciones que pretendían anularle como ser humano para convertirle en una máquina insensible de matar, él había vencido aquellas barreras, estaba segura que sin saberlo, pero frente a ella, o mejor dicho encima, tenía al mejor hombre que había conocido.
La espalda de Faye se arqueó sobre la cama en una de las arremetidas ajenas, pero sin dejar de fijar sus orbes color miel en los dorados del brujo, aquellos ojos extraños, sibilinos y atrayentes. Las palabras que brotaron de la boca foránea hicieron sonreír a la pirata. -Algún día harás que una mujer se derrita entre tus brazos.- Respondió antes de morder suavemente los labios del cazador y tirar del inferior en un jadeo. Las manos del hombre subieron por la espalda de la antigua cortesana y la incorporaron hasta dejarla sentada sobre su regazo. Los brazos de la joven rodearon el cuello ajeno y pronto acompañó con movimientos circulares las embestidas del brujo, certeras, profundas y placenteras. Las pupilas de ella se dilataron, al igual que se amplió su sonrisa. -Es que sabes muy bien, me encanta tragármelo.- Se relamió, sólo por pensar en ello, rememorando el gusto que tenía el esperma ajeno. Ladeó la cabeza, buscando el cuello foráneo y lo cubrió de besos, lamidas y mordiscos, subiendo hasta lo oreja, la cuál atacó del mismo modo, antes de susurrarle al oído. -Entonces hagamos eso.- Coló la lengua en la oreja del albino, recorriendo los recovecos con la punta, llenándole de abundante saliva.
Cuando fue colocada a cuatro patas, arqueó nuevamente la espalda, juntando bien las rodillas y alzando el trasero para que sin esfuerzo la siguiera embistiendo. Ella era el soporte de ambos ahora cuando las caderas del cazador de monstruos arremetían contra sus nalgas. Gimió guturalmente, echando la cabeza hacia atrás, correspondiendo al profundo y lascivo beso en el que sus sinhuesos danzaron y se enredaron, acariciándose. Sin tiempo de reacción, Valiont se dejó caer en la cama y la arrastró con él hasta sentarla sobre su cara. Acuclillada como estaba, posó ambas manos en el pecho ajeno y las deslizó muy lentamente hacia el abdomen, recorriendo sus cicatrices con la mirada y, seguidamente, con la lengua, pues se inclinó sin dudar sobre el cuerpo foráneo. Se tomó su tiempo con los muslos temblorosos por el placer que el contrario le otorgaba, pero desesperó al ver la gruesa y dura verga pulsante, reclamando atenciones. Con la zurda se apoyó en el colchón, afianzando la postura de su cuerpo y llevó la diestra a sostener el falo para llevárselo a la boca. Rodeó el glande con los labios, apretando suavemente con los dientes, y succionó con fuerza, antes de torturar la uretra con la punta de su sinhueso. El sabor de su propio flujo la inundó, entremezclado con el líquido pre-seminal del albino que jadeaba contra su propio sexo, enloqueciéndola. Devoró la erección con hambre, chupando de manera ruidosa y lasciva, notando como se le acumulaba la baba con la que le lubricaba la verga cada vez que la empujaba hondo contra su garganta.
La espalda de Faye se arqueó sobre la cama en una de las arremetidas ajenas, pero sin dejar de fijar sus orbes color miel en los dorados del brujo, aquellos ojos extraños, sibilinos y atrayentes. Las palabras que brotaron de la boca foránea hicieron sonreír a la pirata. -Algún día harás que una mujer se derrita entre tus brazos.- Respondió antes de morder suavemente los labios del cazador y tirar del inferior en un jadeo. Las manos del hombre subieron por la espalda de la antigua cortesana y la incorporaron hasta dejarla sentada sobre su regazo. Los brazos de la joven rodearon el cuello ajeno y pronto acompañó con movimientos circulares las embestidas del brujo, certeras, profundas y placenteras. Las pupilas de ella se dilataron, al igual que se amplió su sonrisa. -Es que sabes muy bien, me encanta tragármelo.- Se relamió, sólo por pensar en ello, rememorando el gusto que tenía el esperma ajeno. Ladeó la cabeza, buscando el cuello foráneo y lo cubrió de besos, lamidas y mordiscos, subiendo hasta lo oreja, la cuál atacó del mismo modo, antes de susurrarle al oído. -Entonces hagamos eso.- Coló la lengua en la oreja del albino, recorriendo los recovecos con la punta, llenándole de abundante saliva.
Cuando fue colocada a cuatro patas, arqueó nuevamente la espalda, juntando bien las rodillas y alzando el trasero para que sin esfuerzo la siguiera embistiendo. Ella era el soporte de ambos ahora cuando las caderas del cazador de monstruos arremetían contra sus nalgas. Gimió guturalmente, echando la cabeza hacia atrás, correspondiendo al profundo y lascivo beso en el que sus sinhuesos danzaron y se enredaron, acariciándose. Sin tiempo de reacción, Valiont se dejó caer en la cama y la arrastró con él hasta sentarla sobre su cara. Acuclillada como estaba, posó ambas manos en el pecho ajeno y las deslizó muy lentamente hacia el abdomen, recorriendo sus cicatrices con la mirada y, seguidamente, con la lengua, pues se inclinó sin dudar sobre el cuerpo foráneo. Se tomó su tiempo con los muslos temblorosos por el placer que el contrario le otorgaba, pero desesperó al ver la gruesa y dura verga pulsante, reclamando atenciones. Con la zurda se apoyó en el colchón, afianzando la postura de su cuerpo y llevó la diestra a sostener el falo para llevárselo a la boca. Rodeó el glande con los labios, apretando suavemente con los dientes, y succionó con fuerza, antes de torturar la uretra con la punta de su sinhueso. El sabor de su propio flujo la inundó, entremezclado con el líquido pre-seminal del albino que jadeaba contra su propio sexo, enloqueciéndola. Devoró la erección con hambre, chupando de manera ruidosa y lasciva, notando como se le acumulaba la baba con la que le lubricaba la verga cada vez que la empujaba hondo contra su garganta.
Faye- Humano Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Ni siquiera Alejandría. |
En la Sirena Borracha 23:09 de la noche.
Valiont movía cada vez mas y mas sus caderas golpeando con insinuado fervor la garganta de la contraria, aquella que encima de él estaba haciendo sus delicias para con su miembro a la vez que la propia lengua del Cazador se adentraba en los confines del cuerpo femenino. Un sin fin de sabores comenzaba a inundar la cavidad de la boca del Albino cuando notó enseguida como su falo se entregaba al placer inusitado, palpitado, ansiado. Valiont comenzó a estallar, salpicar, y a escupir en el interior de la boca de Faye la Pirata. Le regaló varios gemidos graves con aquél tono de voz que tanto adoraba la rubia escuchar. La corrida duró varios minutos hasta que las piernas del Cazamonstruos no daban más de sí. Su miembro perdía esa fuerza conforme se deshacía de toda la leche que había en su interior.
Por su parte, Valiont, tragaba atropelladamente los flujos que Faye le regalaba y de la forma mas elegante que existiese, sacó los dedos del trasero ajeno para lamerlos a la vez que ella acababa por llegar a su éxtasis. -Trágame... -Susurró totalmente ido.
Tumbados, cansados y relajados al mismo tiempo, se miraban uno a otro entre sonrisas y jadeos. -Estas hecha toda una diosa de la cama, eh.. Faye. -Sonrió y alcanzó con la izquierda la jarra de Ron que había posada sobre la mesita de noche, hecha de caoba presumiblemente, robada de alguna isla cerca o algún Mercantil, pero el no juzgaba a las personas por esos actos, y mas, cuando sabía que William no robaría a un pobre, era una especie de Robin Hood pero en alta mar. Sonrió al pensar en eso y negó suavemente dando un lento sorbo para saborear el brebaje que recorría su esófago hasta llegar al estómago. -Nada mejor despues de fornicar… ¿Eh? Toma, ten un poco. -Le pasó la jarra. -Aunque preferiría vino, se que se ha acabado recientemente. Estoy al tanto del éxito de tu taberna… al igual que estoy al tanto de que actúas como un faro para esos piratas. Les das monedas a cambio de sus mercancías y a su vez, tu sacas mas provecho a dichas mercancías.. que los propios piratas, haciendo que William sea cada vez mas rico. Chica lista.. como siempre. Aunque.. ¿Que harás con las chicas que quieren vivir en la taberna? ¿Cuidarás de ellas? -Valiont sabía que una mujer, ahora mismo, tenían dos opciones, o trabajar o vivir en la calle. Y en una taberna pirata.. o ejerces de prostituta, o acabas siendo una a la fuerza por esos malhechores.
Conociendo a Faye y su personalidad, quizá hiciera de madraza de todas ellas, sin cometer los errores de su Madame en el pasado, antes de que Bones le sacase el corazón con la zurda y se lo comiera ante la mirada de una Madame aún viva. -No obstante.. No vine para hablar de ello, aunque me encanta escucharte y aceptaré escuchar la historia que debas contarme. -Sonrió. -He venido por esto. -Mostró un libro cuya cubierta era dorada y había dibujada en ella una especie de Pirámide y la cara de un Lobo con un ojo extraño pintado y un ala. El lobo estaba de lado, es decir, como si el que lo dibujó.. no conociese la tercera dimensión.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
La rubia se atragantó en diversas ocasiones con los voraces golpes de cadera que el brujo daba contra su boca, pero no opuso resistencia ni se apartó. Ni aun cuando sus ojos se anegaron en lágrimas contenidas que se negaban a caer, Faye se aferró a los muslos del albino firmemente con sus manos, llegando incluso a clavarle las uñas, arañar y hacerle sangre, con tal de seguir succionando hasta que la última gota salpicara contra su paladar y la verga dejara de pulsar. Ella misma se sacudía, presa de la excitación que la lengua de Valiont le provocaba. Le temblaban los muslos y las nalgas mientras la sinhueso hurgaba entre los labios de su sexo y se colaba en su culo. Echó la cabeza hacia atrás, gruñendo nasalmente y apretó los labios con los carrillos llenos de semen caliente. Con las rodillas que le flojeaban, se giró poco a poco hasta quedar en cuclillas, pero cara al cazador de monstruos y le miró directamente a los ojos mientras tragaba y se relamía de manera lasciva. -Delicioso, como siempre…- Sonrió de medio lado, dejándose caer junto al fornido y marcado cuerpo del albino. Se apartó el cabello tras la oreja, observándole y ambos rieron como si acabaran de hacer algo de lo más divertido, que en parte era cierto.
Se incorporó para tomar la jarra que le tendía y le dio un trago a su contenido. El comentario del albino hizo que la pirata arqueara una ceja y ladeara ligeramente la cabeza. -¿Desde cuándo te has vuelto tan sibarita? Yo siempre voy a preferir el ron y la hidromiel como buena pirata que soy.- Comentó con una ladina sonrisa y dejó la jarra sobre la mesita al escuchar lo último que dijo su amigo. -No es por eso que has venido, pero has sacado el tema y sabes bien que no voy a permitir que bajo mi techo ninguna chica sufra lo mismo que yo. Les daré cobijo, pero no pienso dejar que ninguna que no lo desee ejerza la prostitución. No a todas les gusta el sexo como a mí, Valiont, los dos lo sabemos. Ni tampoco nos apetece acostarnos con cualquiera que tenga el suficiente dinero.- Las palabras de la rubia fueron serias y contundentes. Ella ayudaría a aquellas que ansiaran buscar otro trabajo, aunque fuera de madrugada en los hornos de pan, cualquier cosa mejor que vender el cuerpo y el alma.
Entonces algo llamó la atención de la antigua cortesana y sus orbes se posaron en la dorada cubierta rígida del libro que el cazador colocaba sobre sus piernas. Los dedos finos y largos de la rubia fueron a acariciar el material con el que aquel tomo estaba fabricado y sus pupilas se agrandaron, oscureciendo así una mirada que, de manera habitual, era bastante clara. -¿De dónde has sacado esto? ¿Por qué me lo enseñas a mí?- Si bien sabía que el albino a veces le mostraba cosas por ver su reacción, el que viniera expresamente para que ella le echara un vistazo, significaba que había más que sólo curiosidad por parte del isleño. Algo se traía entre manos y Faye quería saber lo que era y el por qué había esperado. Urgente no sería si antes se habían tomado el tiempo de descanso para echar un buen polvo, pero tampoco era irrelevante o lo habría pospuesto incluso para después de la cena y un par de copas más, de vino al parecer, aunque escaseara ahora en la taberna. Tenía guardadas un par de botellas, pero ya se lo diría después a su amigo, cuando este le confesara lo que era aquel libro.
Se incorporó para tomar la jarra que le tendía y le dio un trago a su contenido. El comentario del albino hizo que la pirata arqueara una ceja y ladeara ligeramente la cabeza. -¿Desde cuándo te has vuelto tan sibarita? Yo siempre voy a preferir el ron y la hidromiel como buena pirata que soy.- Comentó con una ladina sonrisa y dejó la jarra sobre la mesita al escuchar lo último que dijo su amigo. -No es por eso que has venido, pero has sacado el tema y sabes bien que no voy a permitir que bajo mi techo ninguna chica sufra lo mismo que yo. Les daré cobijo, pero no pienso dejar que ninguna que no lo desee ejerza la prostitución. No a todas les gusta el sexo como a mí, Valiont, los dos lo sabemos. Ni tampoco nos apetece acostarnos con cualquiera que tenga el suficiente dinero.- Las palabras de la rubia fueron serias y contundentes. Ella ayudaría a aquellas que ansiaran buscar otro trabajo, aunque fuera de madrugada en los hornos de pan, cualquier cosa mejor que vender el cuerpo y el alma.
Entonces algo llamó la atención de la antigua cortesana y sus orbes se posaron en la dorada cubierta rígida del libro que el cazador colocaba sobre sus piernas. Los dedos finos y largos de la rubia fueron a acariciar el material con el que aquel tomo estaba fabricado y sus pupilas se agrandaron, oscureciendo así una mirada que, de manera habitual, era bastante clara. -¿De dónde has sacado esto? ¿Por qué me lo enseñas a mí?- Si bien sabía que el albino a veces le mostraba cosas por ver su reacción, el que viniera expresamente para que ella le echara un vistazo, significaba que había más que sólo curiosidad por parte del isleño. Algo se traía entre manos y Faye quería saber lo que era y el por qué había esperado. Urgente no sería si antes se habían tomado el tiempo de descanso para echar un buen polvo, pero tampoco era irrelevante o lo habría pospuesto incluso para después de la cena y un par de copas más, de vino al parecer, aunque escaseara ahora en la taberna. Tenía guardadas un par de botellas, pero ya se lo diría después a su amigo, cuando este le confesara lo que era aquel libro.
Faye- Humano Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
La cuna de la vida. |
En la Sirena Borracha 23:49 de la noche.
Se rascó de forma nerviosa la cabellera blanca que le cubría la cabeza haciendo una extraña mueca y asintiendo. -Tienes razón, es posible que mis encuentros esporádicos con Envidia Blackbird hayan hecho mella en algunos de mis gustos en el alcohol. -Dijo, incluso medio en broma o al menos, eso intentaba él, claro está. -Me parece bien que quieras ayudar a esas chicas, del mismo modo que me parece fantástico que no quieras que ejerzan. La vida ya es demasiado dura como para poner aún mas escalones en la subida hacia una quimérica felicidad. -Eso, lo dijo ya de forma algo mas seria. Volvió a tomar uno de los tragos de ron, relamiéndose suave. -Está rico. ¿Le has vuelto a añadir tu ingrediente secreto? -Sonrió de medio lado y volvió para volver a besar a la chica.
Volvió a mirar el libro. -Cuenta la leyenda que.. en la primera civilización de este mundo, eran tan avanzados tecnológicamente qué, los cuentos y los sueños, así como las visiones de adivinación las almacenaban todas en hojas de papiro de piel de Chacal. Lo sorprendente no es eso.. si no que, dichas visiones en general… Estaban vivas. Cobraban vida al contacto con los granos de arena mas puros de su tierra del mismo modo que lo hacían en sus Juegos, unos juegos con unas Lápidas pequeñas que jugaban unos contra otros en lo que llamaban Duelo de Monstruos. Todo en aquellos mitos.. Era relacionado con lo "viviente" -Hizo una parada en su explicación haciendo hincapié en dicha palabra, dejando el libro a buen recaudo. Recuerda como salió aquella vez que explicó algo que escapaba a la comprensión del ser humano.. y cuando trajo la Escama de aquella criatura de lo que el denominó “El vacío”. El como afectó a la mente de su amiga.. y que desde entonces, no ha vuelto a ser al 100% la misma. No quiere volver a provocar algo parecido. No obstante.. La miró. La besó lentamente. -¿Nunca has visitado tu lugar de origen, Faye? Por la etimología de tu nombre, tu cabello e incluso tu condición fisica y personalidad, se puede saber facilmente. Y en tu caso.. todo eso proviene del País que acunó la vida en su seno mas profundo. -Sonrió, pues adoraba las explicaciones místicas.
-Un lugar donde Mito, Leyenda y Realidad se entrelazan en una mística vorágine cuyos orígenes nadie consigue saber a ciencia cierta. El lugar donde residió la raza precursora, la que vino antes que el ser humano, cuya tecnología rozaba las estrellas. Un lugar donde Pirámides de arena tocan la cúspide del cielo y desafían a las leyes de la naturaleza. Un lugar cuyo interior de la arena, allá en el subterráneo, hay ruinas del mundo que jamás han sido exploradas en su totalidad. -Lugar cuyo rastro de aquella criatura que desapareció… llevaba a Valiont. Pero eso se lo cayó, puesto que no era el motivo clave de querer ir hacia el lugar de Origen de su buena amiga Faye, si no.. El libro. -Egipto. Donde aquella primera civilización adoraba a los Dioses del sol y sus Faraones eran Dioses Vivientes con cabeza de animales y Oro por sangre en las venas. -Volvió a tomar un trago para recuperar algo de saliva, posó la jarra en la mesa, cogió el libro cuyos pálpitos atraerían a cualquiera. Se acercó a Faye y la besó con sumo fervor en la boca y entonces, solo entonces, a los ojos directamente la miró. En un susurro. -¿Quieres acompañarme a Egipto, Faye, Danzante de Espadas?
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
La rubia enarcó una ceja ante la mención de Envidia, como si fuera a tragarse que fuera aquella mujer y no otra la causante de aquella predilección por el vino. Aún así, no dijo nada al respecto, pues le interesaba más lo que tuviera que contarle sobre el libro. Se acomodó mejor, sentada como estaba en la cama, apoyando la espalda contra el cabecero. Sonrió al escuchar la pregunta, ladina. -Por supuesto. Si mi ron fuera como el del resto, no tendría tanto éxito, ¿no crees?- Rio tras responderle de esa manera, ya que ambos sabían bien cuál era el ingrediente secreto de la pirata y si los que iban a la taberna lo supieran… En realidad no dejarían de beberlo, porque cosas peores se llevaban a la boca esos rufianes.
Por fin el albino comenzó a explicar el motivo por el que le mostraba aquel tomo, aunque como solía suceder, usaba una manera tan poética de decirlo, que Faye se perdía cada dos palabras y tenía que retomar el hilo. En parte también era porque la voz del brujo tenía un tono particular que dejaba a la rubia medio fuera de combate, pero no lo reconocería abiertamente. Se concentró en las palabras e intentó dejar pasar ese timbre grave y reverberante.
Parpadeó ante aquella pregunta que la descolocó por completo. -Perdona, ¿has dicho mi lugar de origen?- El ceño de la joven se frunció, confuso y ladeó la cabeza. Jamás nadie le había insinuado que pareciera proceder de ningún lugar en concreto, así que tan evidente no podía ser. Y si para Valiont siempre lo había sido, ¿por qué no le había comentado nada antes? Se enfadó un poco por esa parte, aunque bien era cierto que ella le había comentado en un par de ocasiones que saber sobre su pasado no le importaba, pues ella era quien era por lo vivido y su presente, no por la familia que la abandonara a su suerte.
Le dejó proseguir, pero su semblante serio delataba que no estaba del todo conforme con que se hubiera callado aquella información que ahora blandía con una sonrisa pintada en la cara. Era su amigo y aunque ella fuera testaruda como una mula, ya debería conocerla y saber que aunque adoraba el misterio, la curiosidad era más grande en ella que cualquier cosa.
Conocía muchas historias de Egipto y si bien no había pisado jamás aquellas tierras, sí había escuchado a viajeros describirlas y contar sus leyendas. Obviamente muchos lo hacían con burla, en especial al referirse a sus extraños dioses, pero a la pirata le fascinaban los mitos de cualquier tipo, más desde que conociera a William y conociera alguno de esos mundos y personajes en persona. Le mordió el labio al albino tras aquel último beso antes de la pregunta y casi como un regaño, con la nariz arrugada, le respondió afirmativamente con un gruñido. -Me debes una aventura de las buenas, Valiont de Skellig-
Por fin el albino comenzó a explicar el motivo por el que le mostraba aquel tomo, aunque como solía suceder, usaba una manera tan poética de decirlo, que Faye se perdía cada dos palabras y tenía que retomar el hilo. En parte también era porque la voz del brujo tenía un tono particular que dejaba a la rubia medio fuera de combate, pero no lo reconocería abiertamente. Se concentró en las palabras e intentó dejar pasar ese timbre grave y reverberante.
Parpadeó ante aquella pregunta que la descolocó por completo. -Perdona, ¿has dicho mi lugar de origen?- El ceño de la joven se frunció, confuso y ladeó la cabeza. Jamás nadie le había insinuado que pareciera proceder de ningún lugar en concreto, así que tan evidente no podía ser. Y si para Valiont siempre lo había sido, ¿por qué no le había comentado nada antes? Se enfadó un poco por esa parte, aunque bien era cierto que ella le había comentado en un par de ocasiones que saber sobre su pasado no le importaba, pues ella era quien era por lo vivido y su presente, no por la familia que la abandonara a su suerte.
Le dejó proseguir, pero su semblante serio delataba que no estaba del todo conforme con que se hubiera callado aquella información que ahora blandía con una sonrisa pintada en la cara. Era su amigo y aunque ella fuera testaruda como una mula, ya debería conocerla y saber que aunque adoraba el misterio, la curiosidad era más grande en ella que cualquier cosa.
Conocía muchas historias de Egipto y si bien no había pisado jamás aquellas tierras, sí había escuchado a viajeros describirlas y contar sus leyendas. Obviamente muchos lo hacían con burla, en especial al referirse a sus extraños dioses, pero a la pirata le fascinaban los mitos de cualquier tipo, más desde que conociera a William y conociera alguno de esos mundos y personajes en persona. Le mordió el labio al albino tras aquel último beso antes de la pregunta y casi como un regaño, con la nariz arrugada, le respondió afirmativamente con un gruñido. -Me debes una aventura de las buenas, Valiont de Skellig-
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
El desierto. |
En la Sirena Borracha 23:59 de la noche.
-Así es Faye. He dicho tu lugar de origen. Y… antes de que pienses que lo sabía de antemano y me he guardado el secreto cual villano en su trono de buenas intenciones, he de decirte que no. Lo he averiguado esta madrugada, antes de venir directamente a tu Taberna a decírtelo. Justo antes de pedir a tu Capitán el favor de quedarse en Tierra hasta que vuelvas de Egipto. -Y aquello lo dijo con el mismo semblante que ella misma había empleado con él, no obstante, sonrió al final acariciándole la cintura, en respuesta a su última afirmativa. -No esperaba menos, Faye. ¿Crees que te gustará saber tu origen? Vamos por otra misión, pero, he de admitir que la idea de poder saber tu origen, me apasiona y da curiosidad.
Se quedó unos segundos callado mientras iban a dormir.
En el barco.
La tormenta estaba lejana y viajaban por el Mar Mediterráneo, con suerte pararían en el puerto de Valencia, en España. Era de noche y las velas repartían ascuas como lágrimas del cielo incandescentes. Valiont estaba sentado en su camarote, si es que se le podía llamar asi, pues estaban en la bodega, él y Faye. -Mañana por la mañana llegaremos seguramente a Valencia. Si nunca has visto un desierto, podrás verlo de lejos, en las inmediaciones de Murcia. Podremos probar los platos típicos y echar alguna partida de cartas en los bares. Con suerte encontraremos algún contrato para pasar el tiempo antes de pasar una buena noche en la taberna mas barata antes de partir hacia las costas de Egipto, hacia la ciudad de Altinova. -Valiont se acercaba suavemente hasta tocar el dorso de las manos de Faye, seguidamente sus labios tocaron los ajenos. -Tenias razón en lo del vino, pero ni yo mismo lo sabía. ¿De verdad crees que puede que me esté enamorando de la chica blackmore? -Valiont tenía sus propias dudas y eso generaba nuevas inseguridades jamás antes en el cuerpo del Cazador de monstruos. -No sabía que eso pudiese ser.. posible en alguien, ya sabes.. Como yo. ¿Crees que debería de decírselo? No estoy seguro.. A decir verdad. Somos buenos amigos, ¿Y si despues ya no quiere ser amiga mía?
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
El ceño de la rubia se arrugó cuando el albino respondió a las dudas que habían cruzado su mente. A veces parecía que podía leerla como si fuera un libro abierto y lo cierto era que le disgustaba. Era injusto que él supiera lo que ella pensaba mientras que al revés era algo imposible, especialmente con Valiont, cuya expresividad jugaba completamente en contra de ese posible don para cualquiera. -Lo cierto es que mi origen me da igual. Sabes tan bien como yo que no es mi procedencia lo que me ha convertido en quien soy…- Faye sabía que esa opinión no era compartida por el cazador de monstruos, alguien que, precisamente, deseaba saber más sobre su origen. Pero por eso mismo eran dos personas distintas con necesidades variadas y ansias difusas. Sino, la vida sería muy aburrida.
Y con ese cierre de conversación y el silencio del brujo, la pirata terminó por quedarse dormida, observando de reojo aquel extraño libro con cierto recelo.
Para la antigua cortesana, ir en la bodega era lo de menos. Si bien con William tenía camarote compartido en el Sleipnir junto a él y Corbin, en el burdel había llegado a dormir muchas noches en el cuarto de las escobas, así que mientras tuviera acceso a luz, oxígeno suficiente y algo con lo que taparse, la rubia se daba con un canto en los dientes. Ella estaba sumida en sus propios pensamientos, intentando recordar si le había dejado encargado el nuevo cargamento de ron a Dio o si habría crisis en la taberna en su ausencia. Se rascó la oreja con algo de preocupación, habían salido a tanta prisa, que temía haberse dejado todo a medio hacer y que, al regresar, se habrían amotinado los clientes. A punto estaba de resoplar cuando los labios del albino rozaron los suyos y regresó al presente. -¿Qué decías?- Parpadeó, sacudiendo la cabeza en algo que era entre una negativa y una disculpa por no haberle prestado atención. Se centró entonces en el diálogo del norteño y se encogió de hombros ante su pregunta. -No lo sé, Valiont, soy la persona menos indicada en el mundo a la que formularle esa cuestión… Bueno, después de Magnhild, claro.- Intentó añadirle un toque de humor al asunto, porque veía que su amigo estaba confuso, tal vez, incluso incómodo. Pero a los dos les ocurría lo mismo con aquel tema, eran unos completos novatos y no lo comprendían. Faye había escuchado muchas falsas promesas de amor y tonterías de aquellos que pagaban por sus servicios, pero no conocía lo que era el amor de verdad. -Según tengo entendido, el amor tiene que ver con la amistad… Porque no se puede amar a alguien a quien no quieres como amigo, ¿no? Tiene cierta lógica, creo yo.- Le sonaba todo muy complejo e intentaba explicárselo al brujo, aunque no las tenía todas consigo de estar haciéndolo del modo correcto. Buscó el odre de agua y le dio un par de tragos largos, secándose la boca con el dorso de la mano. -Si después ya no quiere ser tu amiga, es que nunca lo fue de verdad.- En aquellas palabras sí que sonó segura de sí misma, porque las creía. Ella había rechazado a Roberts y no por ello le había mandado a paseo, y eso que no eran amigos íntimos, precisamente. Pero el pobre le caía bien y era un buen tipo, además de ser parte de la tripulación de William.
Y con ese cierre de conversación y el silencio del brujo, la pirata terminó por quedarse dormida, observando de reojo aquel extraño libro con cierto recelo.
***
Para la antigua cortesana, ir en la bodega era lo de menos. Si bien con William tenía camarote compartido en el Sleipnir junto a él y Corbin, en el burdel había llegado a dormir muchas noches en el cuarto de las escobas, así que mientras tuviera acceso a luz, oxígeno suficiente y algo con lo que taparse, la rubia se daba con un canto en los dientes. Ella estaba sumida en sus propios pensamientos, intentando recordar si le había dejado encargado el nuevo cargamento de ron a Dio o si habría crisis en la taberna en su ausencia. Se rascó la oreja con algo de preocupación, habían salido a tanta prisa, que temía haberse dejado todo a medio hacer y que, al regresar, se habrían amotinado los clientes. A punto estaba de resoplar cuando los labios del albino rozaron los suyos y regresó al presente. -¿Qué decías?- Parpadeó, sacudiendo la cabeza en algo que era entre una negativa y una disculpa por no haberle prestado atención. Se centró entonces en el diálogo del norteño y se encogió de hombros ante su pregunta. -No lo sé, Valiont, soy la persona menos indicada en el mundo a la que formularle esa cuestión… Bueno, después de Magnhild, claro.- Intentó añadirle un toque de humor al asunto, porque veía que su amigo estaba confuso, tal vez, incluso incómodo. Pero a los dos les ocurría lo mismo con aquel tema, eran unos completos novatos y no lo comprendían. Faye había escuchado muchas falsas promesas de amor y tonterías de aquellos que pagaban por sus servicios, pero no conocía lo que era el amor de verdad. -Según tengo entendido, el amor tiene que ver con la amistad… Porque no se puede amar a alguien a quien no quieres como amigo, ¿no? Tiene cierta lógica, creo yo.- Le sonaba todo muy complejo e intentaba explicárselo al brujo, aunque no las tenía todas consigo de estar haciéndolo del modo correcto. Buscó el odre de agua y le dio un par de tragos largos, secándose la boca con el dorso de la mano. -Si después ya no quiere ser tu amiga, es que nunca lo fue de verdad.- En aquellas palabras sí que sonó segura de sí misma, porque las creía. Ella había rechazado a Roberts y no por ello le había mandado a paseo, y eso que no eran amigos íntimos, precisamente. Pero el pobre le caía bien y era un buen tipo, además de ser parte de la tripulación de William.
Faye- Humano Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Valencia. |
En el barco. 14:04 del medio día.
Se encontraban en aguas Mediterráneas, en unos minutos atracarían en el puerto de Valencia, España, cerca del límite con Murcia y su enorme Desierto y el Salmorejo. -No lo se… Faye. No parecía disgustada al besarme, ni cuando ha bailado conmigo. Ni cuando le invité a ese vino de tu taberna, pese a no gustarle demasiado, lo bebió y conmigo brindó. La conocí en una de mis cacerías, perseguía una de las Alpas que rastreé, poco después descubrí que era una de las Blackbird, ante de matarla. Pero fue Krystha Blackmore, quien me ayudó a Matarla, es mas.. Ella fue la que le dio el golpe de gracia. -Lo que no la dejaba en buena situación, ya habían conocido a Jhada Blackbird de pasada, y alguna amenaza.. Pero aún estaba por llegar lo peor, habría venganza o al menos, movimiento por parte de los Cuervos, y eso le preocupaba, mas que por él, por Krystha, aquella chica de la que no sabe si está enamorado hasta las trancas o no. -El amor es muy complicado. Cuando parece que no sientes nada.. ni deberías sentir por las mutaciones, llega alguien y te demuestra aparentemente lo contrario. -Alzó la mirada hacia Faye y le acarició el dorso de sus manos, sonriendo tranquilamente. El barco había atracado.
Valencia. 14:14 de la tarde.
La piedra caliza ardía incluso al tacto del calzado que llevaban. El sol casi los deslumbraba e incluso le hacía algo de daño, incluso con las pociones adecuadas ingeridas. El calor era asfixiante. Los ojos de Valiont admiraron los edificios, pequeños en su mayoría, pero de una pared tan blanca como el zink, cosa que le parecía extraña. -¿Por que pintarán de blanco la mayoría de viviendas? -Promulgó la pregunta a Faye, pero fue uno de los guardias quien respondió. -Atrae menos al Calor, amigo Extranjero. -¿Saben inglés en España? -No mucha gente, pero mi familia me permitió estudiar mas o menos. Espero que disfruten de su estancia en Valencia. ¿Se dirigen a Egipto? -Así es, a Altinova. ¿Que nos recomendaría comer? -Arroz en tinta de Calamar con Gazpacho. -Valiont asintió, pues estaba deseando de probar los manjares de este lugar. Caminaron durante varios minutos, buscando algún bar, taberna o bazar, como lo llamaban por este lugar. Cuando encontraron uno cuya plaza estaba totalmente agarrotada de gente, atropellaron sin querer a una anciana. El Peliblanco en seguida se agacho para tender su ayuda a la mujer, haciéndole volver a la verticalidad. -¿Esta bien, abuela? -Eso lo dijo en español, el poco que sabía. -¿Ingleses..? -Valiont negó suavemente. -Soy de una Isla de noruega, señora. Y ella es Egipcia. -Tras eso último echó una mirada a Faye, sonriendo y besándola en los labios. -¿Me podrían ayudar? He intentado buscar ayuda de todos, y todos pasan de esta ancianita.. -Claro.. señora, ¿Que le ocurre? Y discúlpeme por mi mal Español.
La anciana negó suavemente. -Usted habla bien para ser extranjero. Dejen que les invite a algo de beber.. y les cuento. -Aquella señora mayor presentaba arrugas, probablemente más de lo normal debido al clima del lugar. Pero también parecía una mujer que ha trabajado en el campo durante toda su vida. Y parecía muy afligida por algo, algo que descubrirán en seguida. Miró a Faye. -¿Te apetece beber algo, preciosa?
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
La rubia escuchó con atención las dudas de su amigo que, al parecer, eran muchas. Podía hablarlo con ella y le daría su opinión, pero hablar de amor con alguien que jamás lo había sentido, no podría aportarle demasiado aparte de desfogo. -Pero cosas sí sientes, Valiont. Sientes aprecio por tus amigos, cariño por Slavia, sientes respeto por la gente que lo merece y sientes compasión, por eso a veces no cobras tus contratos. El amor sólo era ir un paso más allá, ¿no? Un paso lógico…- Era irónico que lo dijera precisamente la pirata, ella que se sentía incapaz de querer de ese modo. Pero sabía que había más gente así, que no era la única. Lo excepcional era un mutado capaz de quebrar las barreras de sus defectos psicológicos y tocar a las personas como lo hacía el albino. Porque él dejaba huella, calaba hondo.
Tras descender por la pasarela y pisar tierra firme, Faye se giró a mirar el barco. Se había acostumbrado hacía tiempo al bamboleo de las aguas, ya hacía meses que no se mareaba y que el aroma salino de su pelo se le antojaba agradable. Aunque pasara mucho tiempo en la taberna, siempre que podía se escapaba al mar en el Sleipnir con William y el resto de la tripulación. Se había hecho a las olas, al viento, a los gritos y los abordajes, a las peleas con sable, a los saltos y a las locuras de los piratas. Mirando atrás, se daba cuenta que lo echaba de menos y que, aunque adoraba su trabajo en la posada y con ello ayuda a su capitán, ella ya no era una cortesana enjaulada, era una mujer que pertenecía al mar, una sirena un tanto particular. Suspiró, iniciando el paso con su amigo.
Fijó la vista en las casas blancas, era extraño un color tan claro, especialmente acostumbrada a la grisácea y marronosa París. Mientras el brujo hablaba con un guardia, la rubia se dedicó a observar como su mano, cercana a la pared de uno de aquellos pequeños edificios, parecía desdibujarse con el calor que flotaba alrededor. No fue hasta que Valiont habló de comida que reaccionó ante el repentino rugido de sus tripas. -No sé qué es el gazpacho, pero a mí que me pongan tres platos.- Aseguró entre risas, reanudando el paso con el cazador de monstruos.
Cuando vieron caer a la mujer, ambos se apresuraron en ir a socorrerla, aunque nadie más parecía inmutarse ante la visión de una pobre anciana sentada en el suelo tras ser empujada por la corriente de gente. Fue el albino el que llegó primero y la ayudó a incorporarse. -Egipcio-francesa.- Puntualizó Faye tras recibir el beso de su compañero y le sonrió a la señora. No sabía español, pero alguna palabra se le asemejaba a las que sí sabía en francés, así que podía entender cosas sueltas. Sin embargo, buscaba las aclaraciones del albino con miradas curiosas, inquisitivas y leves movimientos de cabeza que venían a decir “¿Qué dice la señora?”. -Preferiría comer algo, pero bueno...- La pirata se había malacostumbrado desde que conociera a su capitán y al resto de la tripulación y a veces soltaba lo que pasaba por su cabeza sin meditar. Mas cuando se percató de que con su contestación, si es que ésta la había entendido, podía haber ofendido a la anciana, enseguida rectificó. -Quiero decir que, por supuesto, tengo mucha sed.- Le dedicó una sonrisa a la abuela que la miraba con algo que Faye interpretó como esperanza. ¿Pero por qué? No tenía muy claro a qué era a lo que habían accedido con eso de que les invitara a tomar algo.
***
Tras descender por la pasarela y pisar tierra firme, Faye se giró a mirar el barco. Se había acostumbrado hacía tiempo al bamboleo de las aguas, ya hacía meses que no se mareaba y que el aroma salino de su pelo se le antojaba agradable. Aunque pasara mucho tiempo en la taberna, siempre que podía se escapaba al mar en el Sleipnir con William y el resto de la tripulación. Se había hecho a las olas, al viento, a los gritos y los abordajes, a las peleas con sable, a los saltos y a las locuras de los piratas. Mirando atrás, se daba cuenta que lo echaba de menos y que, aunque adoraba su trabajo en la posada y con ello ayuda a su capitán, ella ya no era una cortesana enjaulada, era una mujer que pertenecía al mar, una sirena un tanto particular. Suspiró, iniciando el paso con su amigo.
Fijó la vista en las casas blancas, era extraño un color tan claro, especialmente acostumbrada a la grisácea y marronosa París. Mientras el brujo hablaba con un guardia, la rubia se dedicó a observar como su mano, cercana a la pared de uno de aquellos pequeños edificios, parecía desdibujarse con el calor que flotaba alrededor. No fue hasta que Valiont habló de comida que reaccionó ante el repentino rugido de sus tripas. -No sé qué es el gazpacho, pero a mí que me pongan tres platos.- Aseguró entre risas, reanudando el paso con el cazador de monstruos.
Cuando vieron caer a la mujer, ambos se apresuraron en ir a socorrerla, aunque nadie más parecía inmutarse ante la visión de una pobre anciana sentada en el suelo tras ser empujada por la corriente de gente. Fue el albino el que llegó primero y la ayudó a incorporarse. -Egipcio-francesa.- Puntualizó Faye tras recibir el beso de su compañero y le sonrió a la señora. No sabía español, pero alguna palabra se le asemejaba a las que sí sabía en francés, así que podía entender cosas sueltas. Sin embargo, buscaba las aclaraciones del albino con miradas curiosas, inquisitivas y leves movimientos de cabeza que venían a decir “¿Qué dice la señora?”. -Preferiría comer algo, pero bueno...- La pirata se había malacostumbrado desde que conociera a su capitán y al resto de la tripulación y a veces soltaba lo que pasaba por su cabeza sin meditar. Mas cuando se percató de que con su contestación, si es que ésta la había entendido, podía haber ofendido a la anciana, enseguida rectificó. -Quiero decir que, por supuesto, tengo mucha sed.- Le dedicó una sonrisa a la abuela que la miraba con algo que Faye interpretó como esperanza. ¿Pero por qué? No tenía muy claro a qué era a lo que habían accedido con eso de que les invitara a tomar algo.
Faye- Humano Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
El desagravio. |
Valencia. 14:30 de la tarde. Restaurante.
Valiont no pudo evitar sonreír de la manera mas suave que conocía ante las reacciones de Faye. Él la había visto evolucionar desde una tímida pero mordaz compañera de cama a lo que es hoy en día, incluso sabe contar chistes de negros. La anciana por su parte, miraba a ambos con un atisbo de esperanza bastante pronunciado.
Se sentaron, las sillas estaban hechas de piedra, eran preciosas visualmente pero al tacto.. estaban muy calientes. El rostro del Brujo era un poema ante eso, intentando disimular el calor y sonriendo a la anciana. Ésta se sentó a su lado, acariciando el brazo izquierdo del fornido cazador de Monstruos. Faye por su parte, al otro lado, al derecho, agarrada del otro brazo. -Vaya, quien iba a decirme que en este viaje iba a estar tan bien acompañado. -Añadió divertido el mutante, mirando con ternura esta vez a su amiga, Faye. -¿Que les pongo para comer? -Preguntó un amable camarero. Totalmente distinto a cualquier francés que hayan podido ver. O a cualquier escandinavo. -Para beber, Gazpacho. -Valiont ya había estado antes en algún lugar de la costa Mediterránea, sabía lo que era el Gazpacho y le tenía totalmente enamorado. -Para comer, arroz en tinta de calamar con un poco de Paella salpicada con marisco y pequeños trozos de.. ¿Como se llamaba? Ah si, chorizo. -Miró a la señora, a la anciana. Ésta negó suavemente. -Solo agua, amable señor. -Tras eso, la mirada paciente de Valiont se giró hacia la de Faye para ver que pedía ella, pues se la veía muy hambrienta. -...Luego tendrás postre. -Dijo por lo bajo, en forma de broma, Valiont.
Tras pedir todos, el Camarero se fue. -¿Y bien, señora? ¿Que es lo que la angustia? Puede contárnoslo. -Tengo dinero.. Amable señor ceniciento. -Eso no me importa ahora, necesito saber que quiere que hagamos, quiero ayudarla. -La anciana se ruborizó, pues la presencia de alguien considerado bastante guapo, la tenía en el cielo. -Secuestraron a mi Nieta. Robaron las pertenencias de mi difunto marido y recibí una carta con la amenaza de que si.. no pago la cuota necesaria, matarán a mi nieta de la forma mas rastrera y temeraria. -El calor era realmente asfixiante, y Valiont comenzaba a incomodarse con eso. Tendrá que tomar mas de ese elixir, e incluso alguno otro. Miró Faye, que parecía impaciente por la comida pero expectante ante lo que decía la señora de tercera edad.
Valiont de Skellig- Vampiro Clase Baja
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Re: The untold tale // Privado - Valiont [+18]
Aunque el trasero de Faye estaba frío, según lo que había podido comprobar en sus años en el burdel, algo muy habitual entre todas las mujeres, en cuanto tomó asiento en aquella silla de piedra, sintió que le ardían las nalgas como si acabara de posarse sobre las ascuas de una chimenea. Se incorporó un poco y miró el asiento con desagrado, pero no había más, todo allí emanaba aquel insoportable calor húmedo y pegajoso. Se intentó acomodar del modo menos insufrible posible y centró la mirada en el camarero que ya estaba allí para atenderlos. Escuchó las cosas que pedía Valiont y como ella no tenía ni idea de la comida que se servía en España, decidió copiarle. -Ídem.- Sabía que aquella palabra serviría, porque se usaba igual en muchos países de Europa, así no se peleaba con un idioma que desconocía. Ante el comentario del albino, le dio un codazo en el vientre, porque aunque estaban acostumbrados a ese tipo de bromas y juegos entre ellos, la anciana estaba allí a la mesa con ellos y no era apropiado hablar de esos temas.
Todo se centró entonces en la abuela que comenzó a explicar lo que le ocurría. Pero la rubia no comprendía nada, porque la lengua suponía una barrera y, además, la señora hablaba sumamente bajo, como si temiera que las paredes escucharan y hubiera represalias por contarles a unos forasteros lo que fuera que había sucedido. La pirata aguardó en silencio, alternando miradas entre la dama y su amigo, expectante, deseando que el cazador de monstruos le aclarase las cosas, porque ella estaba sumamente perdida. Lo único que tenía claro era que la anciana estaba turbada, asustada, se le notaba en esa mirada triste de pupilas dilatadas e inquietas. Y aunque no la conocía y no sabía si eran normales los temblores de ese tipo en sus labios o manos, algo le decía que aún así, ahora mismo estaban acentuados por lo que la aquejaba.
Cuando la señora dejó de hablar, tal esperando la contestación de sus interlocutores, Faye miró de nuevo a Valiont. -No sé lo que ha dicho... No he entendido más que la palabra marido...- Se sentía avergonzada, porque al no saber español estaba actuando como un lastre. No era algo sumamente importante, pero tener que perder tiempo en traducirle las cosas, demoraría cualquier acción a realizar en el futuro. Ahora no, porque a fin de cuentas estaban a punto de comer y eso ya los retrasaría, aunque la ingesta era necesaria, estaban hambrientos y para lo que fuera que los necesitara aquella viejecita, seguro que requería de energía. Se acercó un poco más a la oreja del albino y le susurró en un tono que no utilizaba desde que hubiera recuperado el oído meses atrás. -Es que habla muy bajito también...- Intentó excusar que no todo era culpa suya por no ser ducha en idiomas varios como el brujo.
Todo se centró entonces en la abuela que comenzó a explicar lo que le ocurría. Pero la rubia no comprendía nada, porque la lengua suponía una barrera y, además, la señora hablaba sumamente bajo, como si temiera que las paredes escucharan y hubiera represalias por contarles a unos forasteros lo que fuera que había sucedido. La pirata aguardó en silencio, alternando miradas entre la dama y su amigo, expectante, deseando que el cazador de monstruos le aclarase las cosas, porque ella estaba sumamente perdida. Lo único que tenía claro era que la anciana estaba turbada, asustada, se le notaba en esa mirada triste de pupilas dilatadas e inquietas. Y aunque no la conocía y no sabía si eran normales los temblores de ese tipo en sus labios o manos, algo le decía que aún así, ahora mismo estaban acentuados por lo que la aquejaba.
Cuando la señora dejó de hablar, tal esperando la contestación de sus interlocutores, Faye miró de nuevo a Valiont. -No sé lo que ha dicho... No he entendido más que la palabra marido...- Se sentía avergonzada, porque al no saber español estaba actuando como un lastre. No era algo sumamente importante, pero tener que perder tiempo en traducirle las cosas, demoraría cualquier acción a realizar en el futuro. Ahora no, porque a fin de cuentas estaban a punto de comer y eso ya los retrasaría, aunque la ingesta era necesaria, estaban hambrientos y para lo que fuera que los necesitara aquella viejecita, seguro que requería de energía. Se acercó un poco más a la oreja del albino y le susurró en un tono que no utilizaba desde que hubiera recuperado el oído meses atrás. -Es que habla muy bajito también...- Intentó excusar que no todo era culpa suya por no ser ducha en idiomas varios como el brujo.
Faye- Humano Clase Baja
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