Untold [Privado]

por **Luis Felipe de Castilla** Mar Mar 03, 2015 3:26 pm

No había interés alguno en mí después de mi despedida. Nuevamente había dejado que esta oscuridad fría y cruel me derribara, estaba buscando un pretexto para caer, perder la batalla. Era curioso como algunas vivencias en la vida se aferraban a repetirse un y otra vez en el transcurso de la rutina. Algunas madrugadas levantaba aun sobresaltado, demolido por esa mancha oscura que se derramó en mi corazón. Minna, mi pequeño, después la noticia de la muerte de mi padre y ahora Tanish. Era como si el universo conspirara en mi contra para tenerme con el pie sobre el cuello. Un torrente de emociones propias de la condición humana. Y aún lo puedo recordar todo perfectamente, después de un par de semanas decidí liberarme, intentar levantarme para poder continuar con las labores de la vida cotidiana, caminé un rato por los pasillos de la casona que había adquirido meses atrás.

No necesité de una servidumbre, nunca y no iba a empezar ahora. Tan solo aquel hombre de edad avanzada que había insistido quedarse a mi lado desde la muerte de Eugenia. Me habitué a su charla amena. Escuchar los sabios consejos repentinamente me hacían verlo como a un padre, un amigo que siempre estaba ahí para ayudarme a levantarme. Un hombre alemán que había perdido a su familia, de algún modo compartíamos el mismo dolor. Había redactado un par de cartas a viejos conocidos, colegas de la universidad y compañeros que se habían vuelto entrañables durante mi estancia en Londres. Sin embargo pocos habían respondido a mis palabras. Repentinamente en mi mente la efigie de un viejo conocido se cristalizó en las letras de una nueva búsqueda. Añoré que respondiera.

Revolví papeles y cartas. Tratando de descifrar que había sucedido esa fatídica noche. Por palabras de Eugenia me enteré de sus sospechas. Algo misterioso y fuera de mi cavilación pudo haber sido la verdadera causa de muerte de mi padre. También estaban las cartas que ella enviaba casi a diario, con cada palabra un nuevo secreto se descubría, cosas que yo por mi edad y actitud desconocía en su momento o que quizás ignoré por esa rebeldía que me privó de demasiadas dichas ahora entrañables. Pasaron un par de días más. No había obtenido ninguna respuesta a mis peticiones, salvo una. El mayordomo se apresuró a entregarme la misiva y un ligero semblante de paz dio luz a mis penumbras. De inmediato le pedí me visitara, indicando dirección y enviando a mi cochero personal. Había muchas cosas que contar después de tanto tiempo.

¿Qué habría pasado con él? Después de Londrés perdimos todo contacto. Mis dudas e incertidumbre fueron calladas cuando escuché el sonido del carruaje aproximarse, yo mismo había ordenado que nadie más estuviese a nuestro alrededor. Me levanté de la silla, ajusté mi vestimenta y avancé apenas unos pasos a través del salón. Escuché que el mayordomo estaba haciendo lo propio dándole recibimiento al caballero, su voz apenas audible inundó rápidamente la estancia principal. Aguardé un poco antes de presentarme con mi invitado. Estaba ansioso, pues este paso que estaba por dar sería la clave para iniciar mi búsqueda, una búsqueda que no había querido tomar por iniciativa propia, simplemente se materializó frente a mí y era mi deber terminarla a como diera lugar.

por **Adrians Blancquart** Sáb Mayo 02, 2015 10:41 am

Solo una copa más o menos llena que dejé sobre la mesa del estudio y varias cartas recibidas, mientras analizaba las posibilidades de traspaso de ganancias sobre unos terrenos de los que padre me había hablado mediante carta, no era mucho solo era supervisión de cuentas, asegurándome de cada símbolo numérico estuviera donde debía al igual que el texto que lo acompañaba. Toda operación al igual que la ortografía estaban en orden eran correctas, volví a meterlo en el sobre que previamente abrí y lo deje a parte para enviárselo de nuevo a padre que por ese momento no se encontraba en Paris.

Pase la mano tras la nuca, cerrando los ojos y recostándome como podía en el respaldo del sillón almohadillado, con la misma pase a coger la segunda de las tres cartas y tras ver el remitente me tuve que reincorporar de inmediatamente y la abrí. ¿Qué había ocurrido?, no iba a alarmarme tan pronto por lo que desplegué la carta y leí entre líneas que quería verme, no hice esperar quería verlo también y saber cómo le iban las cosas después de la universidad, pero eso sería en segundo plano había otras cosas de más importancia que quería saber, aunque lo principal ya era legible, aún estaba vivo y ellos aún no han dado ese paso u eso creo.

Enseguida tome el tintero y una pluma, junto al papel para escribir mi respuesta, será breve y directa. Quería hablar largo y tendido con él, pero solo plasme que me encontraría pronto con él, ahora que tenía la dirección correcta, siempre y cuando estuviera disponible debido a que nuestros deberes a veces no nos dejaban un espacio para nosotros mismos. Aunque claro, depende de cada título noble.

Un par días después, más rápido de lo habitual obtuve respuesta y no mediante carta, si no de manera presencial, a media mañana se escucha un carruaje acercándoseme asome por la ventana. No conocía al propietario ni al cochero que baja para llamar a la puerta, no me moví y seguí mirando. Supuse que quien a que buscarían era a mi hermana Charlotte, y visto que no se encontraba en casa, se darían la vuelta.

Sin embargo me equivoque, otro de nuestros mayordomos llama a la puerta, pidiendo permiso para entrar y permito.

-Barón Blancquart, lo buscan. Vienen por orden de Mariano de Gaudí, el Conde de España-dijo con calma y asentí-

-Bien, avise por favor de que en diez minutos salgo-dije con la misma calma que acostumbro, cuando no me pillan en un día malo. Joshep se retiró a comunicarlo. Guardé las cartas bajo llave, que seguidamente metí en el bolsillo y salí del estudio para ir por el chaleco y el abrigo de corte fino que estaba en el salón.

Una vez me puse el chaleco y el abrigo en un brazo colgado, salí por las puertas, el cochero me esperaba al lado de la puerta y me abrió después de saludarme, subí hacia el recuentro con mi amigo.

En apenas una hora el carruaje se detuvo y salí una vez me avisaron e invitaron a bajar del carro. Me acerque y di al llamador una cuantas veces y me abrieron, justo en ese instante el cochero pasa a retirarse y yo entro en el interior una vez saludo a quien me abre. Este parece saber quién soy, estuve quieto unos minutos, ojeando mi alrededor dando disimulados pasos sin avanzar demasiado ,después de escuchar otros que suponía eran de Mariano.

por **Luis Felipe de Castilla** Dom Jul 26, 2015 5:40 pm

Era inevitable que alguna imagen suya no se colara a mi mente en mis momentos menos lucidos. Tenía que hallar la forma de flotar en el oleaje espeso de su ausencia o me volvería loco antes de llevar a cabo mi encomienda. Me detuve unos segundos a cavilar en las segundas posibilidades ¿Qué pasaría si no encontraba esa respuesta que estaba buscando? Habría sido en vano abandonarla. Moví la cabeza de un lado a otro en un intento desesperado por apartar esos pensamientos oscuros y avancé poco a poco para abrir la puerta y dar una merecida bienvenida a mi invitado de honor. De inmediato halé la manija y pude verle nuevamente, su porte seguía siendo el mismo, un caballero en toda la extensión de la palabra. El mismo hermano que conocí tiempo atrás.

Me permití pedirle el abrigo y colocarlo yo mismo en el pequeño perchero. Entonces, pude estrechar su mano con una sonrisa enmarcada en mis labios.

–No has cambiado nada– Le abracé con ahínco, pues aunque pareciese algo extraño, sentía que era mi único lazo consanguíneo que aún conservaba.

–Mírate, Adrians, ¿Cuánto tiempo ha pasado?– solté asombrado aún mientras le indiqué con mi diestra tomar asiento en la antesala sobria ubicada en el flanco izquierdo de la mansión. Un par de pinturas que mi madre había obtenido en su juventud y que yo atesoraba con cariño pendían sobre los muros violáceos, el piano descansaba mudo a nuestra derecha y el particular rayo de sol matutino que se colaba por uno de los ventanales eran detalles minimalistas que salpicaban de color a la escena.

–¿Te puedo ofrecer algo de beber?¿Whiskey? ¿Vino?–

El mayordomo se aproximaba hacia nosotros y con una ligera seña le pedí dejarnos a solas, yo podía encargarme perfectamente de atenderle como era debido. Permanecí de pie esperando con paciencia que él me sugiriera alguno de los antes mencionados. Fue entonces cuando caí en la cuenta de lo valioso que significa tener a alguien cerca, por mi mente cruzaron muchas incógnitas, a pesar de poseer esa misma entereza y madurez a su corta edad seguramente tendría experiencias que compartir, recuerdos que evocar y si en mis manos estuviese ayudarle de algún modo en alguna situación que él estuviese cruzando no lo dudaría dos veces. Tiempo atrás, solíamos charlar por horas, sobre nuestras vidas, las vicisitudes que enmarcaron parte de las mismas y del como habíamos terminado por azares del destino en un mismo lugar.

Mi padre me había enseñado a respetar a todos por igual, así como ser un amigo incondicional en los momentos precisos. Él no era la excepción. Me sentía contrariado. Un regocijo notable en mí tomó posesión de mi cordura, pues de entre los pocos conocidos con lo que aún mantenía contacto él era el más joven. Aquel muchachito que siempre estaba dispuesto a escucharme sin importar las circunstancias, habíamos sido participes de aventuras, debates eruditos, de presentarnos en algún rincón inimaginable del mundo a dar una clase de filosofía o quizás leer en voz alta para conocer a fondo la figura de renombre en el ámbito literario en el que en ese entonces nos manejábamos. Una vez más seríamos ese par de cómplices.

por **Adrians Blancquart** Jue Jul 30, 2015 11:35 am

Un paso mas y gire la cara al escuchar como la puerta se abría a mi derecha, dejando visible a mi amigo. Alargué la mano para estrechársela y asentí a modo de saludo. Sonreí por menos tiempo mientras lo hacía, cediéndole mi abrigo tal como pedía para que lo colgara en uno de los brazos del perchero. Era extraño, que el propio patrón ejecutara esa acción y no el servicio, como acostumbraba a ver, no obstante era un detalle sin importancia y que ni siquiera mencioné antes corresponder a su abrazo;- Mariano,jajajajaja-dije dejando escapar una carcajada antes de separarme y observar lo cambiado que estaba.

-¿Siete u ocho años, tal vez?-respondí, pudiendo ser más, ya que en ese entonces apenas tenía pelos en la barba y ahora se habían multiplicado. Caminé paralelo a él, dirigiéndome hacían donde me indicaba y así sentarme después de observar la sencillez de la sala para nuestro encuentro.

Entrelace las manos por delante tal y como padre acostumbraba a hacer mientras hablábamos en su estudio, ahora mío temporalmente, no tarde en darme cuenta de ello y deshacerlo, poniendo los brazos en ambas alas del sofá, y relajarme como acostumbro, más cuando existe la confianza de mostrarnos fuera de protocolos. Miré a Mariano, ignorante por unos segundos de que me hablaba de nuevo si no fuera porque veía mover los labios, pensativo por lo que me llevo hasta aquí, intentando buscar la manera de retrasar el momento de su mención.

- Disculpa - alcancé a decir. Volviendo en sí, mirando al mayordomo que a su vez me devolvía la mirada- ¿Whiskey o vino?.Señor Blancquart-dijo, repitiéndome lo que seguramente me dijo ,El Conde- Whiskey, gracias-dije, dando a conocer mi elección, volviendo la mirada a mi amigo.

-…En cambio tú, mírate jajaja.Ahora eres de la realeza..ni mas ni menos que conde,jajjajaaja- continúe, intentando enderezar la conversación y desviar la atención de lo que acababa de ocurrir, un minúsculo detalle que esperaba no tuviera en cuenta;-…que mayor te has hecho,incluso vistes igual que tu padre, jajaja-dije en tono de broma comparativa, silenciándome poco después al darme cuenta que pude haberme equivocado al mencionar tal comparación, recordando con tan poco tacto al ex Conde.

Hubo silencio poco después de ello y hable de nuevo para desviar el tema hacia una de las conversaciones que tuvimos antes de separar los caminos, yo en Francia y el en Inglaterra-...¿Donde esta Minna?...-dije moviendo los ojos a un lado, esperando verla aparecer-…¿ocupada con el negocio familiar,tal vez?-dije, haciendo un pausa a mi pequeño monologo.

por **Luis Felipe de Castilla** Mar Ago 04, 2015 7:51 pm

Nada había cambiado. Aparentemente todo entre nosotros seguía igual, la sonoridad de su risa inundó estrepitosamente la habitación. Durante mucho tiempo la sobriedad había imperado en la mansión, pues tan solo en instantes las sinfonías que nacían del piano daban color a la escena. Agradecí infinitamente que respondiera a mi invitación, su presencia significaba un plus en mi vida, necesitaba a alguien de confianza. Adrians se sintió cómodo de inmediato, o al menos eso me pareció notar cuando le vi en el sofá, así mismo noté ligeramente un ápice de nostalgia en sus ojos ¿Qué atravesaría por su mente en ese instante? ¿Habría sido demasiado egoísta? Ciertamente no había reparado en ese detalle.

–Podrían ser más años, quizás menos– reí –Me da mucho gusto verte niño Blancquart– acentúe en el sobrenombre, pues había tratado a mi semejante como si de un hermano menor se tratase.

–Whiskey está bien– respondí mientras me dirigía por la botella y un par de vasos.

Mientras tomaba asiento frente a él, el sonido del carruaje advertía que se alejaba por unos instantes. Al escuchar la aseveración de mi compañero dirigiéndose a mí como “El Conde” sonreí nervioso, pues tras dicho título existía un trasfondo turbio, un enigma oculto que consumía parte de mis días. Lo que mencionó enseguida trastocó mi mente una vez más. Agradecía el gesto de Adrians al encontrar en mí cierto parecido con Salvador, pero de algo estaba seguro y eso era, que ni hoy ni en un par de años más sabría llevar con tal entereza el título nobiliario. Eugenia decía que poseía sus rasgos faciales, toscos en parte. Las cejas pobladas, la nariz y la barbilla que extrañamente se alineaba justo a la mitad de mi frente.

–Cierto Adrians, la verdad es que ya no somos unos críos y bueno te puedo asegurar que no soy ni la mitad de lo que alguna vez Salvador– sonreí con añoranza.

Sostuve el vaso ajeno llenando justo a la mitad, lo entregué en sus manos. Cuando iniciaba el ritual con el recipiente propio aquel nombre inmortal llegó a mis oídos en un descuido, inevitablemente solté el vaso estrellándose de lleno contra el suelo. Me quedé atónito sin saber que responder. Reparé en la posición de Adrians quien seguramente esperaba verle entrar en la sala, inconscientemente yo albergaba esa misma escena más de una vez. Parpadeé para recuperarme y poder responder.

–Disculpa Adrians, sigo siendo muy torpe en algunas cosas- reí –Minna, verás, ella hace mucho tiempo que dejó de estar conmigo– respondía mientras recogía los cristales del suelo depositándolos en un rincón de la mesa de cristal.

–Algunas cosas que tu conociste hace tiempo en mí, amigo, han cambiado– suspiré y comprendí que no tendría caso ocultarle parte de mi pasado, al fin y al cabo para eso le había buscado.

–Minna y yo nos comprometimos a escondidas ¿recuerdas? Bueno al poco tiempo me dio la noticia que sería padre. Me convertí en padre Adrians– reí nuevamente –Todo fue perfecto por unos años… – desvié la mirada buscando un espacio para poder continuar la confesión.

por **Adrians Blancquart** Sáb Ago 22, 2015 12:06 pm

Nadie apareció los segundos que miré-no sé si después-, antes de volver la mirada hacia el Conde y prestar la atención, intentando ocultar la preocupación por él y lo que se avecina, ahora que se unieron unos cuantos brujos en contra de la familia Gaudi,por qué no lo sé con exactitud, por ahora solo son rumores de reuniones clandestinas y nombres que no revelan nada al menos a mí.

Fruncí el ceño al recordarlo sin intención, puse atención de nuevo en mi amigo el Conde de España, asintiendo para disipar cualquier pregunta que me empujara a revelar aquello que sé. Acaricie el mentón, notando bajo mis dedos que comenzaba a crecer vello;- Él mismo- pensé en alto, dejando la mano de nuevo apoyada en el brazo del sofá.

El mayordomo pasó a retirarse después de pedir permiso, una vez vio a su patrón servirse y servirme, por ahora sus servicios no se requieren en la sala.Tomé el vaso cuando lo ofrece y lo lleve a la boca para dar un largo trago; saboreando y notando el descenso del alcohol por la garganta.

- No tienes por qué ser él, ni la mitad de lo que fue tú padre..solo debes llevarlo u sobrellevarlo a tu...-dije mientras seguía mirándole, de nuevo el silencio que no tarda en romperse al tiempo que el vaso se hace añicos tras resbalarse de su mano y cae al suelo. Ni siquiera me dio tiempo a usar mi magia y disminuir la velocidad del impacto.

Deje el vaso de inmediato en el brazo de material para acercarme y ayudarle. Una doncella y el mayordomo de antes, corren apresurados al oír el golpe, oyendo parte de la conversación que manteníamos. Miré de nuevo hacia el marco que ellos atravesaban- un vaso… -apresuré a decir, antes que pudiera hablar el mayor de lo Gaudí. No obstante, aun diciendo eso se quedaron allí y avanzaron poco después para ayudar a quien manda, pidiéndonos de buena forma nuestra retirada para recoger el pequeño desastre que quedo in-situ y otros tantos que Mariano dejo cerca de la mesa de cristal. Una vez lo recogieron con cuidado pasaron a retirarse de nuevo pasando a mi lado, apresurados para no interrumpirnos.

Estaba contento por la noticia de un heredero parte de Mariano al igual que saber que el compromiso de que era conocedor al fin se dio, tal y como querían.Aaunque solo duró unos segundos, tiempo en el que cambiaba su gesto, retirando la cara hacia un lado y la rotura del vaso anteriormente.

- Mariano, ¿Qué ocurre?,¿Por qué solo unos años?-dije alzando la mano para posarla en el hombro ajeno y apretando ligeramente una vez me acerque-Mariano...-dije mirándole preocupado,¿que había pasado con Mina y el bebe?.

por **Luis Felipe de Castilla** Jue Sep 03, 2015 3:14 pm

Mis elucidaciones eran solo un intento por encontrar respuestas a las interrogantes que me había formulado hace mucho tiempo. No solo mis movimientos mecánicos exponían el daño evidente que me producía evocarles. No solo mi cuerpo resentía, también mi alma seguía conservando cierto luto hacia ellos. Con la mirada apartada de la de mi viejo amigo centré mis orbes en el ángulo fuera de la mansión. El vasto jardín adornado apenas por rosas, blancas, como le hubiese gustado a Eugenia. Sobre el césped seguramente mi pequeño correría descalzo y tras el siempre vigía la silueta perenne de su madre. El destino me había cobrado demasiado caro la osadía de haber desafiado las conjeturas de Salvador y haber escapado como un chiquillo rebelde a Londres. Todo eso seguía impreso en mi mente, eran demasiadas iconografías, imposibles de retratar en un relato. Pero que más podía hacer, sino el intento de liberarles para poder continuar en mi camino.

–Descuida Miroslav– repliqué hacia mi fiel tutor quien presuroso se acercó nuevamente a nosotros –Es sólo un vaso–

Parpadee un par de segundos para devolver la vista hacia Adrians, quien se notaba contrariado por el sobresalto que produjo el pequeño incidente. Sonreí cortes, intentando apaciguar la escena. Él se aproximó a mí dejando caer el peso de su diestra sobre mi hombro que lejos de significar un lastre era como un alivio de saber que no estaba solo en esta lucha. Apoyado en esa confianza fraternal hice un esfuerzo por continuar con mi narración.

–Verás, en esos años dichosos, no pude haber pedido otra cosa, las sendas en mi camino cobraban sentido al verme realizado con una familia, nada me importaba más que ellos– dije sereno –Sin embargo existen ciertas circunstancias están fuera de nuestra jurisprudencia, ya sea por designio divino o caprichos del destino…– suspiré.

Hubiese dado todo lo que tenía para no verles morir, todo.

–La tuberculosis azotó gran parte de Europa para ese entonces y bueno, creo que la conclusión aparece sin tener que detallar a fondo–

Mi voz apenas podía mantenerse serena, me rendía a la dulce sensación que produce una perdida. Miré nostálgico a aquel joven que se hallaba a mi lado, en apariencia menor que yo, pero con una entereza inquebrantable, él fungía en ocasiones el papel de un hermano mayor para mí. Su edad no era relevante cuando se mostraba entero ante adversidades como esta, por eso y muchas cosas siempre le estaría agradecido.

–Les perdí, Adrians, les perdí para siempre– solté en un suspiro.

Un silencio dictatorial cayó sobre nosotros repentinamente, apenas opacado por el sonido del reloj que con un implacable tic-tac devoraba los minutos con avidez. Días atrás yo estaba feliz por haber re encontrado a Tanish, verle nuevamente me regresó las esperanzas de volver a empezar, sin embargo en este instante era aquel hombre fracturado que huyó de España para refugiarse en la superficialidad que la capital francesa brinda.

por **Adrians Blancquart** Sáb Sep 26, 2015 6:44 am

Apreté de nuevo la yema de mis dedos por delante del hombro del Conde, me mantuve en silencio mirando en la misma dirección que él lo había hecho, un jardín amplio y adornado por rosas contadas. No sé qué es lo que pasaba por su mente en ese instante. Lo que si sé, el causante de ese estado es mía, por meterme en tierras movedizas, hacerle recordar cualquier suceso ocurrido mientras no supe nada de él.

Continúe mirándole cuando por fin habló, retiré la mano poco después de escuchar cual fue el causante de su perdida. Negué para mí, ahora entendía un poco más, supe de que aquella epidemia se extendió por toda la zona de Europa, pero ni idea que eso llegase a afectar a Los Gaudi de manera fulminante, una mancha negra sobre aquello por lo que había luchado por conseguir la felicidad que buscaba, cualquiera en su sano juicio lo haría.

Aunque yo, podría ser la excepción de muchos otros, tal vez no buscaba la felicidad de la misma forma, y tal vez la culpa lo tuviera el hecho de que debía procrear con aquella con quien me prometiesen para dar al menos un heredero, ¡por un heredero!. Suspire casi al mismo tiempo que él, también lo miré y le di un abrazo poco después, para reafirmar que a pesar de su dolor por el recuerdo debía avanzar aunque aquella sensación le acompañara por algún tiempo. Palmeé su espalda un par de veces-lo siento tanto, Mariano…-dije antes de separarme y continué-..mal amigo debo ser , que no estuve en ninguno de esos momentos tan dolorosos…- dije reflexionando en alto, sabiendo lo pasado y lo reciente ocurrido a su padre.

Volvía mirarle de nuevo y me giré para ir por el vaso que quedó intacto después de aquello. El hielo se deshizo y elevo el contenido del whisky, siendo mitad agua y porcentaje restante sabor alcohol, igual bebí el trago de golpe-…pronto encontrarás a alguien, ya lo verás-sonreí de medio lado, marcando el hoyuelo que me caracteriza-…después de todo, aún conserváis vuestro atractivo juvenil..-dije antes de volver a sentar, intentando animarle.

(…)

Poco duró, ya era el momento de dejarlo caer el asunto que me llevo aquí sin dar menos importancia el re-encuentro después de todos estos años y sé que habrá tiempo para retomar las conversaciones habituales y quizás aun más recientes.
-¿podrías sentarte, Mariano?-dije sonando más serio de lo habitual, tomándome el atrevimiento de señalar el asiento que ocupaba y quería que se sentara, como si estuviera en mi propia casa pero son de esas veces que lo haces sin mas aunque no sea correcto.

-Debo preguntarte algunas cosa…- dije al mirarle, con el vaso aún en la mano y en alza-se trata de vuestro padre...-hice mueca, deje el vaso de nuevo el brazo del sofá-...¿que es lo que sabes de su desaparición?,¿sabes algo de quienes están detrás?- dije siendo directo a esperas de respuesta y así poder entender y relacionarlo con aquellos otros rumores que llegaron y llega aún a mis oídos.

por **Luis Felipe de Castilla** Dom Sep 27, 2015 10:52 am

Repare en la reacción de Adrians quien aguardó impaciente. Siempre tan correcto dando el lugar correspondiente al orador en su relato, callado, sobrio pero atento a cada detalle para saber cómo y en qué momento colocar las palabras precisas. No estaba equivocado, él siempre sabía la manera de brindar ese apoyo incondicional a pesar de estar ausente por tanto tiempo y aunque no hubiese respondido nada, su sola presencia me bastaba para hallar fortaleza y proseguir. Estaba acostumbrado ya a relatar la historia más de una vez, naturalmente me resultaba difícil iniciar el relato, pero, una vez sumergido en el mismo, me dejaba invadir por la sensación del dolor que una pérdida irreparable causa. Ese toque fraternal que una vez más era un motor de empuje para abrirme paso y flotar sobre la superficie, de la mano con sus palabras dolientes. En los ojos de mi compañero existía también un dejo de nostalgia, dando muestra de esa empatía tan suya. Respondí a su abrazo mostrándome agradecido por su interés.

–Descuida Adrians, no tienes por qué pedir disculpas, nuestras vidas tomaron rumbos distintos y perdimos contacto por mucho tiempo. Hoy estas nuevamente conmigo amigo mío y eso es lo que verdaderamente importa, no tengo como agradecer el hecho de haber respondido a mi saludo en la misiva–

Suponía que al final del día, eran pocas las personas que aun conservaban una buena imagen de los viejos conocidos, mi forma de ser a veces ausente o alejado seguramente era la causa principal por la cual solo él había acudido a mi llamado. Una vez más, la perspicacia de Adrians se mostraba de forma natural, bien pude haberle relatado sobre mi reciente encuentro con aquella amiga entrañable de la infancia, de cómo había luchado contra el deseo de confesar mi amor por ella y al final había huido como un cobarde cuando más me necesitaba. Moví la cabeza para alejar dichas eventualidades, no quería abrumar a mi oyente con todo lo que ahora sacudía mi mente.

–Pero que dices Adrians– reí ligeramente –El centro de atención en las féminas siempre fuiste tú– solté una risa apenas más profunda que la anterior.

El lado jovial en él fue opacado por su semblante turbio y sereno. Adrians era de las pocas personas que sabía cómo acentuar comentarios ligeros para después retomar el estoicismo en la fluidez de una charla. Asentí tomando reiteradamente mi lugar en el sillón ¿Qué era eso tan importante que él debía confesarme? Atendí con detenimiento tratando de dilucidar mi mente para responder con serenidad.

–Hace un par de años atrás, poco después de la muerte de Minna y mi pequeño, regresé a España, Eugenia me había informado que mi padre se encontraba muy enfermo. Las causas nunca fueron esclarecidas y nada se pudo hacer para mantenerle con vida, apenas tuve el tiempo suficiente para recibir su perdón– me detuve tratando de recordar algún hecho que pudiera pasar por alto.

–Salvador mantenía contacto con demasiadas personas Adrians, sin embargo cuando mi madre llegó conmigo a esta capital, no dejaba de reparar en los rumores que la servidumbre habían sembrado en ella, me hablaba de hechos sobrenaturales, una posible conspiración por parte del mismo consejo que servía a Salvador y la ayuda de alguien más, alguien que pudiera no ser del todo…humano –

Dejé mis orbes posados en los ajenos en un intento por hallar mesura en lo que había dicho, pues hasta hoy me rehusaba a creer en esas posibilidades.

por **Adrians Blancquart** Jue Oct 08, 2015 5:44 am

Sonreí a medias en cuanto escuche el halago y negué, no siempre ocurría así. De hecho alguna vez he sido yo quien se ha acercado a ellas con intención de halagarlas y dar un paseo, pero no a todas le resultaba buena idea y ni mucho menos de su gusto, algunas de ellas parecían tener un gusto en específico y exquisito que las revolucionaba, tampoco insistí pues aquél que me conoce es conocedor de que no me ato a nadie al menos que por algún detalle no pudiese permitir dejarla escapar. Pero este no era el caso de dar hilo a esa conversación, tal y como dije antes, hay tiempo y si me lo permite podría quedarme un par de días para ponernos al día y no asaltar tan brusco con el tema referente a su padre.

Se sentó como le dije, sin reaccionar mal ante mi acto, pero supongo que no todos actúan como uno cree que lo haría u quien sabe si todo lo contrario como en este caso. Dejé el vaso sobre el brazo mientras escuchaba su respuesta, ya no tenía intención de beber ni un sorbo más, había perdido el gusto al alcohol y sabía mal.

Asentí, mientras me llevaba la no derecha al mentón y con el pulgar e índice acariciar el filo de ella, pensativo— Ahora lo entiendo—volví a repetir el gesto— ..¿y nadie ha buscado la razón de ello? — dije frunciendo el ceño ligeramente— ¿crees que vuestro padre sabía algo que no debiera salir a la luz? — dije, asaltándolo con numerosas preguntas al no quedar satisfecho con la información que me proporcionaba, salvo aquél detalle referente a una conspiración, fue entonces cuando endurecí mas el gesto y me acomode, crucé la pierna, izquierda sobre derecha—..¿no te mencionó algo referente “el cuervo”?— dije tragando saliva poco después de pronunciar— ...últimamente resuena mucho ese sobrenombre, y no solo por Paris.. —dije, dejando el gesto repetitivo sobre el filo de la barbilla y mirándole, tal y como lo hacíamos al escuchar al otro.

— ..o no, tal vez tiendo a globalizar y no llegue a todo oyente de cualquier rumor — añadí, riendo poco después y antes de proseguir de tirón; —.. la cuestión es, que os relacionan, lo que no sé es el por qué-tragué saliva después de lanzar esa piedra a su tejado-..a la familia Gaudí y otras familias que no conozco y que tal vez vuestro padre supiera —hice una pausa, descrucé las piernas y coloque la mano sobre el brazo ,sin darme cuenta que a consecuencia de mi despiste arrastré el vaso al filo del grueso brazo de cuero,un toque mas y acabaría en el suelo.

— LeBlanck,Bellamy...los Powel...— acabe por añadir por si alguno de esos apellidos le recordaba a alguna conversación en particular con su padre Salvador.

por **Luis Felipe de Castilla** Mar Oct 20, 2015 12:08 pm

Flotaba sobre mi mente el eco de aquellas palabras que confería a Adrians. Tiempo atrás me había resistido a la idea de creer en todo lo que Eugenia me había confiado un par de meses antes de morir. Mi realidad desde pequeño había permanecido alejada de ese tipo de eventualidades que solo creía reales en los relatos que mi abuelo solía narrarme en sus tiempos libres. En ese entonces mi ingenuidad me hacía retroceder buscando refugio en los brazos de mi madre, quien sonreía al reparar en mi reacción. Inmortales, licántropos y humanos que podían doblegar las voluntad del resto de los mortales con tan solo un par de oraciones, no significaban para mí, más que fantasía. Todo aquello había tomado presencia en mi vida una vez más cuando Eugenia insistía en que debía buscar el trasfondo en la muerte de mi padre. Fue de ese modo que había revuelto todos los manuscritos en el estudio para hallar una explicación lógica. Una pausa sepulcral cayó por unos instantes antes que Adrians respondiera a lo que yo le confesaba. Tratándose de otra persona me hubiera tildado de loco o soñador.

Empero, confiaba que aquel joven que tenía frente a mí, pudiera darme palabras de aliento en mis sospechas.

–Por unos meses me negué a creer en todo eso, sólo mi madre había cargado con aquel lastre de la incertidumbre hasta el día de su partida–

Pensé por unos segundos en lo difícil que habría resultado para ella conllevar el duelo de su esposo aunado a su recelo. Entonces Adrians liberó un par de oraciones más que cayeron sobre mí en seco. En sus ojos noté la gravedad de aquel seudónimo, lo que posiblemente le habría orillado a responder mi llamado. ¿Acaso él conocía algo que yo no?

–Es una tontería que no mostrara interés en los negocios y movimientos de Salvador, ahora me doy cuenta de ello amigo mío, pues lo poco que sé ahora, es gracias a lo que Eugenia me confesó estos últimos meses y a las charlas esporádicas que he podido compartir con Miroslav– sonreí apenado –Te resultara ilógico creer que no conocía mucho a mi padre–

Aparté mis ojos de los ajenos por unos segundos descubriendo lo ingrato que había sido.

–Después de la muerte de Eugenia, enviaron un par de misivas a la mansión con remitente anónimo, mismas que Miroslav se había encargado de ocultar. Tres en total, sin embargo creo que sólo una de ellas pudiese significar una pieza clave en este rompecabezas–

Di un ligero sorbo más al licor, mientras buscaba el sobre dentro de mi chaleco. Desdoblé con cuidado el papel extendiéndoselo a Adrians.

–En efecto. Como bien lo acabas de mencionar podría ser un vínculo, una especie de “deuda” la que atañe a dicho personaje con el apellido De Gaudí– reparé unos segundos prestando atención en los apelativos que él me confería.

–LeBlanck es el apellido de un viejo amigo de Salvador, tengo entendido que se conocían de mucho tiempo atrás y ahora que lo mencionas aquel caballero junto con otros sujetos solían reunirse con él una vez al mes, lo recuerdo porque justamente el día que yo marché hacia Londres evité despedirme de él instantes previos a su reunión–

Poco a poco iba todas los cabos sueltos iban tomando sentido.

–Una cosa más Adrians, probablemente no lo sabes, pero yo tuve un hermano mayor. Él tenía cinco años cuando murió accidentalmente ahogado en una pequeña laguna–

El silencio tomaba presencia una vez más entre los dos.

por **Adrians Blancquart** Dom Nov 01, 2015 9:13 am

El silencio en un principio me preocupa y su expresión que poco cambia, no me ayuda a descifrar que es lo que estaría pensando de mí, mi mejor amigo. A pesar de conocernos desde que empezamos a estudiar ciertas ramas, qué en un futuro nos sería útil, ha pasado bastante tiempo como para que hubiese ciertas cosas que no sabríamos aún uno del otro, como fatídica noticia de la muerte de su hijo y su esposa a causa de esa enfermedad mortal.

Aparte unos segundos mi atención en el hasta que volvió a romper el silencio que provoco los datos revelados por mi boca— que a su vez vinieron de otras—, por fin pude saber lo que ocultaba bajo ese silencio, escuché atento cada palabra, pude incluso comprenderlo más de lo que creía, la relación que tenía con mi padre era similar si no llega a ser igual a la que tenía Mariano con su padre, llegué incluso a interrumpirlo con rotunda negativa y corto argumento en el —No, quizás para otros lo sea…—,antes de que prosiguiera con aquello que pretendía, siguiéndole con la mirada, mientras llevaba mano derecha tras la nuca y rascar sin insistir, dejando la mano allí con los dedos estirados.

¿Tres?— volví a interrumpir, moviéndome hacia adelante después de asentir, sentándome al filo del sofá para con la mano poder alcanzar el sobre que me extendía, llegué incluso a tomar un postura recta para no acabar con una espalda pronunciada — con joroba — y lo abrí mientras seguí hablándome sobre aquellos apellidos que pronuncié y que solo uno parecía destacar sobre los demás, volví a asentir mientras la hoja seguía en mano, la palabra “ deuda” hizo que frunciera el ceño ligeramente— ¿Qué clase de deuda?... —dije antes que tras otro nuevo dato hiciese que me callara de golpe por tremenda sorpresa y no continuara diciendo con lo que quería.

Tras unos minutos, hablé para dar mi tardío pésame al igual que ocurrió cuando supe de su familia— Lo siento, no sabía que tú… —dije apenado por él, debió ser doloroso perder a alguien de tu sangre de esa manera y tan pequeño de hecho,¿Cómo pudo superarlo?, si es que puede superarse algo semejante, lo dice alguien que por el momento no ha sufrido pérdidas cercanas a mi línea de sangre o si es así lo desconozco.

Volví la vista a la carta, traté de comprender lo que podría significar cada fila de números que seguía unas a otras, separados por puntos y espacios después de varias líneas del inicio de la carta, que sí, podía entenderse sin necesidad de descifrar, “A la atención del Conde de España, nos vemos en la necesidad de haceros saber…”,después de ello empiezan .

Aclare la garganta antes de hablar— números, puntos y comas, más números y espacios —, leía en alto sin saltarme signo alguno, tratando de averiguar que significaban— 23.44.46/ 22.12.5 —;alce la mirada hacia Mariano — ¿no has intentado saber que significa todo esto? —dije alzando ambas cejas. Me sentía confuso por no saber exactamente que podría significar tanto número— révèle —, susurré al tiempo que soplaba sobre el papel a espera de que pueda mostrarme que eran aquellas cifras, las cifras relucieron, se alzaron para mi—para ojos extraños, no ocurriría nada después de soplar—, solo vería como de la nada la esquina superior de la hoja oscurecía, incluso quemaría al tacto. Niego— No, no funciona —, dije hablando más alto para que pudiera oírme, alce la mirada y volví a repetir el gesto de negación— ¿alguien sabría…? —; solté a ligera sin llegar a completar mi cuestión, interrumpidos por pasos que avanzan hasta él salón y se detienen en el umbral de la puerta. De nuevo el servicio interviene, aunque esta vez viene solo.

por **Luis Felipe de Castilla** Lun Nov 30, 2015 4:29 pm

No había sido hasta ese entonces que, frente a mi amigo, reparé en las pérdidas que se habían sumado una a una al apellido De Gaudí. Y la forma en la cual una especie de tragedia nos perseguía desde el momento en el que abandoné el castillo en España. Pausé antes de continuar navegando en el oleaje espeso de recuerdos y dolor. ¿Y si todo inició desde el momento de la muerte de mi hermano? Imposible. Me negaba rotundamente a creer en ese tipo de supersticiones. Durante mi estancia en Londres, había escuchado un sinfín de relatos y rumores en más de una ocasión, pero no hacía falta pensar en esos detalles, carecían de relevancia hasta ahora. Mis orbes se posaron sobre Adrians quien escrutaba minuciosamente la carta.

–Así es Adrians, tres, siendo esta última la más importante –
Dicha misiva provocó llanto y preocupación en Eugenia, aún en sus últimos días. ¿Acaso yo ignoraba algo sobre mis padres? ¿Sobre mí mismo?

–La verdad no sabría explicarte esa parte, tan sólo mencioné la palabra deuda por acuñar un término de peso a dichas cartas y sobre todo a la importancia de realizar dichas reuniones–

La imagen de Salvador se mantenía pulcra en mi cabeza, me negaba a creer que tuviera un tipo de relación clandestina con aquellos hombres que visitaban nuestro hogar. Conforme intercambiábamos palabras y deducciones, solo nos hundíamos más en incertidumbre. Pues con cada oración solo dábamos paso a una pregunta nueva.

–Descuida, apenas tengo detalle de ese hecho por los relatos que Eugenia me compartía– respondí ante su pausa para continuar después –No pensé que hiciera falta indagar ¿Sabes? Uno cree que tendrá a aquellas personas que amamos toda la vida y bueno, Eugenia seguramente sabría que responder en este momento, fuera de ella y Salvador supongo que resultará complicado hallar sentido alguno en esas cifras– sonreí apenado –Siento haberte traído hasta acá por nada, podemos dejarlo así Adrians, descuida no quiero hacer de este reencuentro algo pesado–

Me apenaba de cierto modo arrastrar a mi amigo a esta situación. Cuando nuestras miradas se cruzaron nuevamente los pasos de Miroslav rompieron el silencio, de forma respetuosa se aproximó hasta nosotros, su semblante había cambiado notoriamente. Haló una silla para formar parte de nuestra charla, durante todo este tiempo jamás le había visto como ahora. Toda mi vida crecí con su imagen de alguien callado y respetuoso, pero en ese instante a pesar de no poseer un lazo consanguíneo con el de mi familia, demandó un espacio para expresarse, tanto Adrians como yo asentimos a su petición intangible, como un par de críos prestando atención a quien está a punto de dar cátedra. Aclaró la garganta poco antes de dar inicio a su relato, uno que jamás pensé escuchar de su boca y que sin duda cambiaría el rumbo de nuestra charla, develando esos detalles que yo desconocía o que mejor dicho, me había negado a creer.

por **Adrians Blancquart** Jue Dic 10, 2015 1:39 pm

Manteniéndonos en silencio hasta que sus pasos cesaron para con una silla reunirse con nosotros y comenzar a hablar. Miré a Mariano, extrañado de que repentinamente se colocara, tomando una postura firme ante nosotros después de aceptar su presencia, decidido a contarnos algo que presentí no tendría desperdicio.

— Ha llegado el momento, supongo que existirán varias preguntas a las que solo podré responder si escucháis de mí, lo que vuestro padre me confió, anticipándose a los sucesos que podría acarrear su decisión. . —dijo a la carrerilla, sin tomar aire siquiera, como queriendo que no tuviésemos tiempo de réplica, para detener su propósito de revelar.

Aclaro su voz y trago saliva, mientras nos miraba de forma alternativa, aunque cuando empezó a hablar fue directamente a mirar a Mariano, quedándome en segundo plano para escuchar, tal vez el diera respuesta a lo que se, y quien sabe si también completaría las preguntas que asaltaban después de lo sucedido con Salvador.

— Me permitís... —dijo tomando la carta de mi mano, evitando el borde quemado, como si supiera de mi naturaleza o tal vez fue coincidencia, aunque no soy partidario en creer en ellas. Procedió a leerla, se llevó la mano al mentón y volvió mirar al Conde, habló por fin— Han tardado en dar contigo Señor,aunque vuestro padre advirtió... —hace una pequeña pausa— ¿recordais aquellas reuniones de vuestro padre?—dijo mirándome de reojo, llegando a incomodarme un poco, aunque tal vez sea idea mía y su mirada sea como la de cualquiera sin intenciones de nada, tal y como están las cosas es difícil confiar. No obstante me mantuve mi postura correcta y seguí escuchando—...después de cada reunión, pedía mi consejo, mi punto de vista en tu ausencia—hizo de nuevo una pausa, poniéndose bien en la silla—…también dijo que te diera esto…—dijo antes de levantarse e ir a la pequeña librería del saloncillo, movió los libros centrales de la segunda estantería. Por último el central, un pequeño clic dejo a la vista el filo saliente que bien encajado poco podría apreciar el escondite. Parpadee y seguí observando mientras veía como alargaba la mano para sacar un libro del mismo tamaño que el resto, portadas desgastadas por los bordes como consecuencia del tiempo, a pesar de mantenerlo oculto.

Una vez avanza, retrocediendo sus pasos se dirige y presta el tomo al actual conde Conde de España— Me dio las instrucciones de que te lo entregara...si llegara ocurrirle algo.. — dijo, tragando saliva de manera brusca, tanto que debido al silencio pudo oírse perfectamente.
— …estas cartas las recibía tu padre, antes que tú..todas eran advertencias de lo que podría ocurrir a su familia. Si no recibían el pago por lo que hizo en su tiempo… —dijo deteniéndose ahí, volvió a mirarme y yo ni siquiera aparté la mirada, asentí y me acomodé el chaleco con las dos manos.

—Ahora entiendo los rumores de varias muertes en el circulo de vuestro padre…—dije, aprovechando su pausa. El mayordomo asintió, como si supiera también a lo que me refería, continuó su argumento.

— …Ya han pasado varios años, pero parece que no olvidan. Y no creo que sea equivoco su destinatario… —dijo antes de aclarar su garganta— Me ayudo a descifrar aquellos números, como esta carta … —dio volviendo a echarle un ojo a aquél texto— Son exactamente el mismo tipo de letra y estrategia de comunicación… — dijo dándole la carta a Mariano, retrocediendo de nuevo volviendo a la silla sin sentarse— ..Abrid el libro y en sus hojas encontraras la respuesta. Usa como guía los números, letras y la obtendrás… —dijo dando un giro para irse fuera de la estancia. Vuelve a girarse — Suerte Señor….ahora debo irme. Te dejo el resto a ti y al Señor Blacquart — dijo antes de desparecer junto al ruido de sus zapatos.

Vi como se fue y me levanté—Empecemos a descifrar todo este asunto, amigo mío…— dije soltando un pequeño suspiro, —…Hay que llegar a fondo de todo esto…y no me iré hasta entonces…—dije a esperas de una respuesta o reacción al respecto.

por **Luis Felipe de Castilla** Lun Feb 29, 2016 3:12 pm

Tomó la carta de manos de Adrians y enseguida habló nuevamente hacia mí. Asentí, pues recordaba a la perfección esas reuniones en el despacho de Salvador. Le mire con detenimiento dirigirse al estante y tomar un libro, pensé en lo mucho que yo había recorrido esos pasillos sin sospechar siquiera que la respuesta había estado ante mi todo este tiempo. ¿De qué iba todo esto? ¿A qué punto llegaría a sacudir mi razón lo que Miroslav con sumo cuidado me explicaba? Entre mis manos sostenía ahora un par de hojas maltrechas por la orilla, pero con las palabras suficientemente legibles como para comprender su significado. Le miré como un chiquillo confundido y derrotado, la voz de Adrians me hizo girarme ligeramente hacia él y asentí en aquello que él expresaba, poco a poco las piezas del rompecabezas cobraban forma y figura. Miroslav se alejaba nuevamente y tan solo pude articular un par de palabras, mismas que nacían desde lo más profundo de mi corazón en muestra de agradecimiento por haber resguardado esa confesión de Salvador tan celosamente.

–No tengo como agradecerte Miroslav, todo este tiempo, todo lo que has hecho por mí y mi familia–

Una línea apenas visible se dibujó en mis labios, nunca había sido un hombre que mostrara tan visiblemente mis sentimientos y él lo sabía, esa escueta oración guardaba un significado mucho más insondable.

Regresé mi vista hacia Adrians, hallando fortaleza en sus palabras.

–De acuerdo– dije mientras colocaba las hojas sobre la mesita que nos separaba –Estas líneas poseen este patrón, se repite en casi todo el texto. Esta parte la podemos ir descifrando poco a poco ¿Te parece?– espeté para después entregarle esa misma hoja.

Me detuve unos segundos para comprender que la segunda iba directamente dirigida hacia mí, escrita en un perfecto castellano. Omití la parte de sus disculpas, porque no quería derrumbarme frente a Adrians, así que me limite a leer la última parte, miré a mi compañero y me tomé la libertad de dar inicio.

“Mariano, para el momento en que tú recibas esta carta probablemente yo ya no me encuentre a tu lado, sin embargo me es preciso advertirte del peligro que corres por el simple hecho de llevar sobre tus espaldas el apellido De Gaudí. Después de la muerte de tu hermano me vi en la necesidad de pedir protección para mi familia a personajes que aunque te resulte difícil de comprender ahora, poseen habilidades que van más allá de tu raciocinio. Ellos a cambio necesitaban un pago, uno que solo podía ser efectuado con la vida de un integrante de la familia, no me había tomado demasiado enserio dicho trato puesto que en las reuniones posteriores y de las que tu seguramente recordaras, no se volvió a mencionar tal punto. Después de que partiste a Londres ellos regresaron a cobrar su pago y te pedían a ti, yo no estaba dispuesto a ceder a tal capricho y por tanto hice lo que cualquier otro hombre en mi situación haría, les protegí a ti y a tu madre a costa de mi propia vida. En este tiempo tú apenas sabias lo que había pasado y sería Eugenia quien te daría escasos detalles de lo ocurrido ahora ellos probablemente continúen en esa búsqueda, te pido perdón por delegarte ese peso…”

Inevitablemente mis ojos se humedecieron impidiéndome continuar con la lectura, que más daba, en un par de oraciones muchas cosas cambiaron, mucho en mí se derrumbó. Mis orbes lánguidos se centraron en Adrians quien parecía de igual manera estar listo para completar esa confesión con lo descifrado en la primera hoja que le había entregado.

por **Adrians Blancquart** Sáb Mar 05, 2016 8:12 am

Me mantuve en silencio, observando al mayordomo y mi amigo Mariano, su gesto completó lo que con sus palabras expreso, dejando claro su agradecimiento por el apoyo recibido desde dentro en ausencia de su padre Salvador y quizás desconocía hasta qué punto u así creí entender toda la situación.

Tan pronto como Miroslav despareció tras el umbral de la puerta, ambos nos pusimos en marcha para descifrar todo aquello, que entre números parecía esconder el mensaje. Fruncí el ceño y aparte la mirada de aquella carta, en el momento de que Mariano comenzara a leer con ligereza el contenido de una de las cartas, que por contenido iba expresamente escrita para su hijo ,El Conde de España.

El asunto torno sombrío, cuando logré entender su contenido, dando veracidad a las sospechas que suponía que envolvía a la familia Gaudi,no pude mantenerme frio como el mármol viendo como mi amigo se le agrietaba la voz, intentando sacar fuerzas para reprimir aquellos sentimientos que no quiere dejar salir. Puse la mano libre sobre el hombro de Mariano y apreté ligeramente, mirándole de reojo. — No te tortures amigo mío, no hay protocolos que seguir para que te reprimas. No es de débiles mostrarse…—dije repitiendo el gesto sobre él, tratando de aplicarme el mismo consejo en ciertas ocasiones.

—Si me permites, proseguiré…—dije tragando saliva, dejando la carta que tenía en mis manos para tomar su carta y continué leyendo por él—"…Te pido perdón por delegarte ese peso…pero no podía permitir perder a mi hijo y fracasar en el propósito por el que pedí ayuda a un Hechicero al que llaman “El cuervo”, era la única forma de asegurarme de que siguieras vivo, prefería ser yo que tú. Apóyate en Miroslav siempre que lo necesites, es un buen hombre y leal a Los Gaudí, en tus amigos y de quienes amas…Te quiero hijo mío” — dije dejando el papel sobre el que deje yo y suspire con pesadez—… después de todo las habladurías que me llevaron a avisaros, fueron acertadas cada una de ellas—fruncí el ceño— Guardaros las espaldas, Conde.Me temo que esto no acabó con la muerte de vuestro padre….tiene que haber — añadí, volviendo al papel donde los puntos y letras, haciendo caso sobre la pista que su mayordomo nos dio, comencé a buscar a que hacían referencia, pasando varias hojas en la que alguna de sus puntas estaban dobladas y otras tantas con un circulo rodeando una o varias letras a lo largo de su libro de notas.

Después de ver el sentido a ello, logramos descifrar la mayor parte de aquella carta, donde daría la ubicación del brujo, aunque según sé, no lograríamos encontrarlo donde su padre decía, ya que se movía con frecuencia...

Continuará....

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