AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
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Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Ninguna noche es eterna. El amanecer siempre llegará una y otra vez a pesar de nuestros deseos de permanecer. El sol es nuestra destrucción pero la luna, la dama nocturna, intenta aplacar la presencia de su astro gemelo para dejarnos existir por unas horas. El velo cae, la bóveda nocturna muestra sus propias luces, perlas que no queman ni destruyen la impecable piel de los sanguinarios inmortales. —No sé si esta noche saldrán los perros pero ya que estamos en Paris es obligación ir al Palacio Royal— dijo la señora Brown. Levanté la mirada del libro que traía entre las manos. Delante de mí estaba mi fiel ama de llaves ofreciéndome una copa de sangre. —No me entretiene mezclarme con la plebe a menos que sea absolutamente necesario— respondí fríamente mientras cerraba el libro para dejarlo sobre la mesilla cercana a mi silla. Recibí la copa con sangre y le di el primer sorbo. —A ningún joven le hace bien el encierro y cosechar algo de vid fresca tampoco le hará mal— continuó mirándome con una ceja arqueada. Esa mujer, cuando quería, era todo un fastidio. Terminé de beber y devolví la copa. Llevé mis dedos a la sien para presionar por unos segundos y me puse de pie para vestirme para la ocasión. A muchos les gustaba divertirse en Paris pero ni yo era joven, ni ganas tenía de ir a una fiesta, pero claro…al final si iría porque tenía que dejarme con algunas personas que me servían de contacto para enterarme de las actividades de mi hermano en esa ciudad.
—Vuelvo en tres horas— dije antes de dejar la zona residencial de la ciudad. No había estado en esa ciudad hace treinta años y todavía recordaba a la perfección los nombres de todas las calles. Las personas que había conocido en ese entonces no se encontraban ya en los mismos lugares y otras, por azares del destino, habían dejado el mundo de los vivos para no regresar. Una y otra vez el círculo vicioso giraba sobre sí mismo para repetir el ciclo de las vidas y muertes. Pocos permanecieron pero los que lo hicieron se convirtieron en poderosos inmortales dentro de las ciudades que los alojaban. No podía decir que me encontraba en mis territorios por ser estos en Inglaterra pero por lo menos tenía contactos suficientemente poderosos en Francia como para asegurarme una cómoda y larga estadía en la ciudad capital. Por la ventana de mi transporte veía pasar un edificio tras otro —Burdel, restaurante, burdel, café, burdel, hotel…— el recuento podría extenderse pero lo que más conocí de esa ciudad en otra época fueron los burdeles. En la actualidad no me atraía en lo más mínimo encontrar fuentes de sangre en esos lugares. Pocas eran las mujerzuelas que cumplían con los estándares de calidad y para un conocedor de buenas sepas algunas cosechas se hacían intolerables.
¿Qué tal el Palacio Royal? Tal vez hayan mujerzuelas pero también están aquellas damas que guardan su miel para los paladares más finos. Algunos veían un banquete donde yo solo veía una exhibición de diferentes clases. Lo preví de esa forma y lo mismo observé al llegar a ese lugar. Uno de los empresarios de la ciudad que era el ghoul de una vieja amiga me invitó a unirme a su grupo de amistades. Dos mujeres de cincuenta años con escotes demasiado pronunciados, tres chicas poco agraciadas, y un par de adolescentes con las hormonas alborotadas formaban parte de ese grupo. Pedí disculpas para ausentarme por un momento y encontré entre la multitud a una acompañante mucho más entretenida para pasar la velada: una vampiresa rusa. La conocí en un viaje a su país hace una década y desde entonces mantuvimos contacto. Charlamos por varios minutos hasta que alguien captó la atención de mi acompañante. Me señaló hacia donde se encontraba una mujer de cabellos rojos. —Ella es madame De Lesseps, inglesa, una perfumista a la que he intentado convencer para venderme algunos de sus secretos— me dijo al oído. La dama inglesa no se me hacía conocida aunque probablemente en el pasado pudo ser un descuido mío el no escuchar su nombre en los círculos sociales ingleses.
Mi compañera me pidió que la acompañara a darle encuentro ya que siendo ambos ingleses quizá podría yo ayudarla de alguna forma. La idea no me pareció apropiada pero tampoco le haría la descortesía a Livanna de dejarla sola cuando requería de mi compañía. Después de unos minutos más de charla estuvimos cerca de madame De Lesseps, ya sea porque caminamos un poco en el salón o porque la mujer en cuestión hizo lo propio. La rusa saludó a la mujer y a continuación me presentó como un amigo inglés que también sentía afición por la industria de la perfumería, lo cual no era cierto, pero no la contradije por educación y volví la mirada a la mujer pelirroja. —Es un placer conocerla— dije tomando su mano para hacer el saludo respectivo. Al tocarla sentí que temblaba un poco pero no estaba seguro. Mi mirada encontró la suya y sin pensarlo dos veces le ofrecí una media sonrisa para quitarle la timidez, ¿era eso lo que ella demostraba?, sea lo que fuera no entendía porque me observaba como si viera a un muerto –valga la ironía-.
—Vuelvo en tres horas— dije antes de dejar la zona residencial de la ciudad. No había estado en esa ciudad hace treinta años y todavía recordaba a la perfección los nombres de todas las calles. Las personas que había conocido en ese entonces no se encontraban ya en los mismos lugares y otras, por azares del destino, habían dejado el mundo de los vivos para no regresar. Una y otra vez el círculo vicioso giraba sobre sí mismo para repetir el ciclo de las vidas y muertes. Pocos permanecieron pero los que lo hicieron se convirtieron en poderosos inmortales dentro de las ciudades que los alojaban. No podía decir que me encontraba en mis territorios por ser estos en Inglaterra pero por lo menos tenía contactos suficientemente poderosos en Francia como para asegurarme una cómoda y larga estadía en la ciudad capital. Por la ventana de mi transporte veía pasar un edificio tras otro —Burdel, restaurante, burdel, café, burdel, hotel…— el recuento podría extenderse pero lo que más conocí de esa ciudad en otra época fueron los burdeles. En la actualidad no me atraía en lo más mínimo encontrar fuentes de sangre en esos lugares. Pocas eran las mujerzuelas que cumplían con los estándares de calidad y para un conocedor de buenas sepas algunas cosechas se hacían intolerables.
¿Qué tal el Palacio Royal? Tal vez hayan mujerzuelas pero también están aquellas damas que guardan su miel para los paladares más finos. Algunos veían un banquete donde yo solo veía una exhibición de diferentes clases. Lo preví de esa forma y lo mismo observé al llegar a ese lugar. Uno de los empresarios de la ciudad que era el ghoul de una vieja amiga me invitó a unirme a su grupo de amistades. Dos mujeres de cincuenta años con escotes demasiado pronunciados, tres chicas poco agraciadas, y un par de adolescentes con las hormonas alborotadas formaban parte de ese grupo. Pedí disculpas para ausentarme por un momento y encontré entre la multitud a una acompañante mucho más entretenida para pasar la velada: una vampiresa rusa. La conocí en un viaje a su país hace una década y desde entonces mantuvimos contacto. Charlamos por varios minutos hasta que alguien captó la atención de mi acompañante. Me señaló hacia donde se encontraba una mujer de cabellos rojos. —Ella es madame De Lesseps, inglesa, una perfumista a la que he intentado convencer para venderme algunos de sus secretos— me dijo al oído. La dama inglesa no se me hacía conocida aunque probablemente en el pasado pudo ser un descuido mío el no escuchar su nombre en los círculos sociales ingleses.
Mi compañera me pidió que la acompañara a darle encuentro ya que siendo ambos ingleses quizá podría yo ayudarla de alguna forma. La idea no me pareció apropiada pero tampoco le haría la descortesía a Livanna de dejarla sola cuando requería de mi compañía. Después de unos minutos más de charla estuvimos cerca de madame De Lesseps, ya sea porque caminamos un poco en el salón o porque la mujer en cuestión hizo lo propio. La rusa saludó a la mujer y a continuación me presentó como un amigo inglés que también sentía afición por la industria de la perfumería, lo cual no era cierto, pero no la contradije por educación y volví la mirada a la mujer pelirroja. —Es un placer conocerla— dije tomando su mano para hacer el saludo respectivo. Al tocarla sentí que temblaba un poco pero no estaba seguro. Mi mirada encontró la suya y sin pensarlo dos veces le ofrecí una media sonrisa para quitarle la timidez, ¿era eso lo que ella demostraba?, sea lo que fuera no entendía porque me observaba como si viera a un muerto –valga la ironía-.
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Pasado... pasado es... Adrien - Viola Habían noches oscuras, noches iluminadas, noches que necesitaba de la soledad y otras noches que ansiaba una compañía y noches como esta donde tenía que fingir que podía pasarlo bien, sonreí ante mi propio reflejo en el espejo, pase el cepillo paso por mis cabellos de manera lenta dejándolos sueltos, pero completamente ordenados, pose sobre mi piel una crema con pigmentos de color para dar una sola tonalidad a mi rostro, que seguía siendo tan blanquecino como cuando había llegado a París, delinee mis ojos con un color negro y sobre mis labios el toque rojizo que tanto me gustaba, sobre mi pecho rocié perfume, el único que ocupaba de hacia ya varios años, Il Imagine, mire de manera coqueta el espejo mientras por el umbral de la habitación entraba mi Ama de llaves en conjunto con una doncella, ellas traían el atuendo un vestido entallado negro con pequeña y simple decoración en rojo, todo parecía combinar con mi cabellera, me levanté de mi silla y parándome en medio de la habitación me dispuse a terminar con la preparación para esta noche, llevaba meses evitando aquellas fiestas, pero hoy no podía negarme a ir, Arlett estaba de vuelta en París y ella misma había traído la invitación, teníamos que conversar sobre el pasado y tenía que mencionar lo que había ocurrido, o mejor dicho lo que estaba ocurriendo… Lady Viola, se ve perfecta – Dijo Darla posándose en mis hombros la capa de terciopelo color vino tinto, por último acomode los zapatos taco alto y rocié un poco de perfume en el atuendo - Nada ni nadie es perfecto… son mejores las imperfecciones aquello es lo que nos hace único Darla – sonreí y salí con dirección al carruaje que estaba a mi espera – Solo serán un par de horas, y mientras este con Arlett nada malo puede pasar – aquello era verdad, esa vampiresa tenía su potencial y siempre cuidaba de mi como si fuera su propia hija, válgame mentira. La puerta del Carruaje se abrió, justo en la entrada del Palacio Royal, al parecer seria una noche intensa, había más invitados de los que recordaba y eso que solo habían sido un par de meses alejada de la bohemia parisina, sonreí de medio lado no acostumbraba nunca llegar acompañada, era y me sentía una mujer totalmente independiente, camine por el pasillo saludando a uno que otro cliente, conocidos, hasta llegar a las puertas del gran salón, antes de ingresar unas jovencitas, pertenecientes a la servidumbre tomaban mi capucha para dejarla en un lugar seguro, agradecí cortésmente, mientras las puertas se abrían e ingresamos un par de invitados, rodee el lugar con la mirada, no se veía rastro de alguna otra cabellera tan roja como la mía, sonreí para mi ante aquel pensamiento. Tome de una bandeja una copa de Champagne y bebí con sutileza, mientras me encontraba con un grupo de jovencitas, que me asaltaron en preguntas sobre mi perfumería… intente responder a todas sus preguntas de la forma más clara posible, me aleje lentamente mientras tomaba mi segunda copa de champagne un conocido me agarraba de la cintura para presentarme a su grupo de amigos, todos bien vestidos y bastante hormonales, más de una proposición salió de aquella conversación, claramente la respuesta fue un NO para todas, mientras intentaba de alejarme o escapar antes de que alguno se quisiera pasar de fresco y girando me encontré con Livanna una mujer sumamente hermosa, carismática y muy persuasiva, le salude con el mismo carisma hasta que lo vi y pude sentir como los nervios me tensaban de pies a cabeza, al momento que presento a su acompañante el silencio llego a mis oídos, cerré los ojos para no ver lo que en realidad estaba viendo; como un títere que es controlado por alguien más mi cuerpo se movió con delicadeza, mi mano se levantó y la sentí pesada mientras el saludo pareció eterno, al terminar mi mano simplemente se dejó caer y no reaccione sino hasta que un sirviente tropezó conmigo – Oh Lo siento – escuche y solo moví la cabeza hacia abajo, levantando mi vista mire a Livanna sin entender lo que había ocurrido acaso ¿Había dicho su nombre? Necesitaba escuchar el nombre, sin sonreír o al menos intentando parecer agradable pude reaccionar – ¿Disculpe, cómo dijo que se llama Monsieur?- tome de una bandeja otra copa dejando la vacía sobre la misma, la verdad no había escuchado nada, al momento que lo había visto todo se detuvo y sentí esas ganas de salir de aquel lugar, tenía esa necesidad de ocultarme, de estar sola… eso era lo que necesitaba estar sola y dejar aquel momento atrás de un segundo a otro sentí que el aire me faltaba – Necesito un poco de aire – musité intentando mover mi cuerpo que parecía estar anclado como estatua frente al hombre que yacía frente a mí. | |
Última edición por Viola de Lesseps el Jue Mayo 05, 2016 9:56 am, editado 2 veces
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Livanna, hermosa pero caprichosa y cuando se le metía algo a la cabeza no podía negarme a acompañarla. Si bien la rusa me hacía mejor compañía que la mayoría de los mortales que habían asistido a esa recepción, no podía evitar intentar evitar el conocer gente que no era de mi interés. Entre los mortales prefería ir directamente hacia las personas que tenían alguna utilidad para mis planes y esa noche no había asistido ninguna de ellas. Solo algunos de los inmortales camuflados aseguraban ser fuentes de información asegurada. Livanna, una de esas fuentes, no planeaba aflojar antes de que cumpliera uno de sus deseos y ese era el intentar convencer a una inglesa para que aceptara hacer negocios con ella. Los inmortales podíamos recurrir a la persuasión así que no entendía por qué la rusa necesitaba de mi asistencia para llegar a su cometido. De todas formas me uní a la inmortal no teniendo nada mejor que hacer y ambos nos acercamos a una mujer que a la distancia no había considerado tan hermosa como en la cercanía. Su piel pálida se asemejaba a la de un inmortal pero el color en sus mejillas develaba su naturaleza humana. El color de su cabello resaltaba pues era rojo como el fuego y, por último, su mirada de cristal hubiera encantado a cualquiera que no tuviera tantos años de haber visto maravillas.
—Madame De Lesseps no suele dudar a la hora de hacer negocios, es implacable con sus decisiones, por eso necesito que me ayudes a persuadirla— dijo Livanna antes de llegar a saludar a la mujer pelirroja. Desvié la mirada hacia ella pero no resultó como pensaba pues la pelirroja se quedó algo asustada al verme. Lo primero que pensé fue en Ethan, si es que ella también lo conocía, aunque ambos éramos iguales de todas formas nos comportábamos de diferente manera. Esperaba que no hubiera tenido una mala experiencia con mi gemelo. Al final decidí actuar como si no me hubiera dado cuenta de nada. Saludé a la inglesa como la cortesía manda y esperé su respuesta pero una vez más me dejó pensando en el porqué de su reacción. Sonreí levemente, actuando como siempre, y la miré fijamente mientras respondía a su interrogante —Adrien Blake— dije pronunciando bien cada palabra para que no hubiera ninguna confusión. Livanna también notó que el ambiente estaba un poco extraño e hizo lo peor que en esa circunstancia yo esperaba, se fue. Iba a disculparme para seguir a mi acompañante pero madeimoselle De Lesseps murmuró que necesitaba algo de aire. Nadie más de los presentes alrededor parecía tener la urgente intención de asistirla por lo que tomé su brazo y lo enganché al mío. —Discúlpennos caballeros, damas, acompañare a la señorita a tomar un poco de aire fresco— dije sin que nadie presentara oposición ya que no todos notaron el malestar de la mujer.
Sin esperar respuesta de la pelirroja la llevé conmigo hasta un lugar alejado del salón y salimos hacia un balcón. No intercambiamos palabra en los pocos minutos que caminamos juntos aunque sentí que ella estaba nerviosa. No sabía por qué pero la reacción de la mujer no me había gustado para nada y tenía que averiguar a qué se debía. En el peor de los casos podría saber que había un inmortal con un rostro parecido al mío rondando por las calles de Paris y de ser así tendría que librarme sutilmente de esa molestia. No sería la primera vez que me encargaba de algo así pero primero tenía que escuchar a la mujer y una vez que estuvimos solos en el balcón volví la mirada a ella y dejé que su brazo dejara de apoyarse en el mío. —Espero que no reaccione así ante todos los hombres que conoce. Somos ingleses así que se nota claramente cuando algo rompe con la rectitud que nos caracteriza. ¿Nos conocemos?— pregunté finalmente. Por mi parte sabía con certeza que nunca había visto a esa mujer pero en su caso parecía ser diferente. Esperé tranquilamente a que la respuesta llegue a mis oídos para tomar una decisión.
—Madame De Lesseps no suele dudar a la hora de hacer negocios, es implacable con sus decisiones, por eso necesito que me ayudes a persuadirla— dijo Livanna antes de llegar a saludar a la mujer pelirroja. Desvié la mirada hacia ella pero no resultó como pensaba pues la pelirroja se quedó algo asustada al verme. Lo primero que pensé fue en Ethan, si es que ella también lo conocía, aunque ambos éramos iguales de todas formas nos comportábamos de diferente manera. Esperaba que no hubiera tenido una mala experiencia con mi gemelo. Al final decidí actuar como si no me hubiera dado cuenta de nada. Saludé a la inglesa como la cortesía manda y esperé su respuesta pero una vez más me dejó pensando en el porqué de su reacción. Sonreí levemente, actuando como siempre, y la miré fijamente mientras respondía a su interrogante —Adrien Blake— dije pronunciando bien cada palabra para que no hubiera ninguna confusión. Livanna también notó que el ambiente estaba un poco extraño e hizo lo peor que en esa circunstancia yo esperaba, se fue. Iba a disculparme para seguir a mi acompañante pero madeimoselle De Lesseps murmuró que necesitaba algo de aire. Nadie más de los presentes alrededor parecía tener la urgente intención de asistirla por lo que tomé su brazo y lo enganché al mío. —Discúlpennos caballeros, damas, acompañare a la señorita a tomar un poco de aire fresco— dije sin que nadie presentara oposición ya que no todos notaron el malestar de la mujer.
Sin esperar respuesta de la pelirroja la llevé conmigo hasta un lugar alejado del salón y salimos hacia un balcón. No intercambiamos palabra en los pocos minutos que caminamos juntos aunque sentí que ella estaba nerviosa. No sabía por qué pero la reacción de la mujer no me había gustado para nada y tenía que averiguar a qué se debía. En el peor de los casos podría saber que había un inmortal con un rostro parecido al mío rondando por las calles de Paris y de ser así tendría que librarme sutilmente de esa molestia. No sería la primera vez que me encargaba de algo así pero primero tenía que escuchar a la mujer y una vez que estuvimos solos en el balcón volví la mirada a ella y dejé que su brazo dejara de apoyarse en el mío. —Espero que no reaccione así ante todos los hombres que conoce. Somos ingleses así que se nota claramente cuando algo rompe con la rectitud que nos caracteriza. ¿Nos conocemos?— pregunté finalmente. Por mi parte sabía con certeza que nunca había visto a esa mujer pero en su caso parecía ser diferente. Esperé tranquilamente a que la respuesta llegue a mis oídos para tomar una decisión.
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Pasado... pasado es... Adrien - Viola Una hoja en blanco o peor un lienzo sin una gota de pintura o podría ser peor un frasco sin ninguna esencia encerrada, así me sentía en ese momento me había tomado por sorpresa absolutamente todo, ya sabía yo que tenía que confiar en mis instintos, y no debería estar ahí en ese salón rodeada de personas y mucho menos frente a frente a Dorian… se sentía desconcertada por toda la situación, mi corsé apretaba más de lo habitual y a mis pulmones les costaba un poco procesar el aire que ingresaba a mi interior y para qué decir de mi corazón que latía tan nerviosamente que en cualquier momento podría detenerse y hasta después de la detención volvería a latir. ¿Qué hacía yo desplazándome por el salón escoltada por la sombra de un pasado que parecía no reconocerme? Me estaba volviendo loca necesitaba a Mahaita, necesitaba saber que no estaba durmiendo, el aire comenzaba a quemar, estaba exagerando realmente tome aire hasta que nos vimos envueltos por la oscuridad de uno de los balcones, parados a poco menos de un metro el comenzó hablar, sus palabras fueron una serie de cuchillos que clavaban en mi cabeza y su pregunta detonó en mi la rabia acumulada, la soledad de una mujer que amó y se entregó… Abrí mis labios para hablar para mi sorpresa no podía formular ninguna palabra ¿Qué se supone que tenga que decir? Adrien Blake, me estaba mintiendo y en mi cara sin pensarlo dos veces y aprovechando la oscuridad le di una bofetada en su mejilla tan pálida como el mármol y tan fría como sabía que iba a estar - ¿Qué si nos conocemos? – dije un poco alterada pero sin levantar la voz, el idioma francés siempre mejoraba las discusiones ya que podía amenizar todo, no quería estar en boca de todos luego de aquello, así que mejor el Francés que el Ingles propiamente tal – Dorian… Te vas… vuelves y me preguntas ¿si nos conocemos? – no me había disculpado por la bofetada no quería ni tenía la intención de hacerlo – Si vienes por el anillo… prometí que nunca te lo devolvería fue lo único que me dejaste… más que la ilusión de un amor que nunca nació – las palabras salían ahogadas de mi interior, ¿Cuánto había pasado desde que se fue? Un par de años y aun dolía. – Si pensaste que podías venir y saludarme como dos extraños te equivocas – no le deje hablar, en realidad no quería escuchar nada que tuviera que decir ya había enterrado su rostro en lo más oscuro de mis recuerdos y sabía que sus palabras siempre tenían un toque de encanto pero ahora todo era diferente. Di unos pasos hacia atrás hasta chocar con el borde del balcón miré al cielo oscuro y luego volví a mirar sus ojos tan claros como el amanecer, Dios cómo podía una misma persona ser el cielo y el infierno a la vez. – No… No tengo nada más que decir Adrien – dije de manera despectiva pronunciando el nombre falso con el cual se había presentado. Cruce mis brazos no tenía intención de irme del lugar, a menos hasta que no se me pasara el enfado que tenía, al menos le había dado una bofetada bien dada. | |
Última edición por Viola de Lesseps el Sáb Jun 04, 2016 6:13 pm, editado 1 vez
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Si hubiera tenido que elegir ir o no seguramente decidiría por la segunda opción. Para la mayoría de la gente común aquel era el mejor lugar para asistir a una fiesta pero después de decenas de años de conocer ese lugar no todo resultaba tan atractivo. La gente era lo único que cambiaba y tal vez lo único con lo que podría distraerme esa noche. Entre todos los asistentes solo una cara conocida y otra que acababa de conocer tenían toda mi atención. La vampiresa que me había acompañado por algunos minutos se retiró después de dejarme de acompañante de una humana que parecía absorta luego de presentarnos. La idea de haberla visto cruzó por mi mente pero tenía muy buena memoria y recordaba muy bien las caras por lo que no me quedo duda en que nunca antes la había visto. La humana, por el contrario, no dejaba de ver mi rostro como si esperara algo más que un cordial saludo de mi parte. Pronto fuimos sometidos a algunas miradas curiosas que no me resultaban agradables y para librarme de ello pensé en alejar la atención de nosotros. Pedí disculpas a los presentes y llevé a la pelirroja hasta un lugar apartado del salón. En el balcón no había gente que se metiera o que preguntaran si nos conocíamos de alguna ocasión en Inglaterra. Al final tuve que ser yo mismo el que planteara la tonta pregunta pues no entendía la razón del comportamiento de la mujer inglesa.
Nada mejoró luego de todo lo que le dije a solas. Viola de Lesseps no podía articular palabra en un principio pero cuando lo logró no se detuvo. Obviamente no entendí nada de lo que decía o, más bien, reclamaba. Al parecer la pelirroja me confundía con alguien más o directamente estaba loca. ¿Cómo una mujer así podía ser la dueña de una de las industrias más prosperas en ese país? La observé mientras arqueaba una ceja con expresión seria. Intentaba comprender cada una de sus palabras y, cuando terminó de hablar, finalmente pude reaccionar a la cachetada que me dejó sin opción a defenderme. —Para empezar, madame, no tengo la remota idea de quién es el hombre con el que me confunde— dije mientras tomaba un pañuelo del bolsillo para acercárselo pues parecía que ella lo iba a necesitar. —En segundo lugar, nunca le he dado un anillo y estoy muy seguro de que nunca la he visto antes— proseguí intentando recordar y ordenar en la mente una respuesta para cada una de sus acusaciones. Me acerqué un poco más a ella con el riesgo de recibir otro golpe y la tomé de los hombros con gentileza mientras clavaba mi mirada en la de ella.
—Finalmente, no me creo merecedor del golpe o de alguna acusación— dije acercándome lentamente a su oído casi hasta rozarlo con los labios —Lamento decirte que no soy aquel a quien tus labios invocan. Soy un extraño, alguien a quien nunca has visto, ¿lo entiendes?— continué y me alejé de ella dando un par de pasos atrás. No dejé de observarla, su perfume se había impregnado y podía disfrutar de su aroma, y entonces reconocí el motivo de su confusión, pero no podía hacer nada para aliviarlo. —Adrien Blake, vengo de Inglaterra, como usted, pero no tengo nada que pedirle y usted nada que temer— finalicé volviendo hacia ella para tomar sus brazos que habían estado cruzados sin disimular su malestar. Mi tacto, obviamente frío, no era ajeno a ella porque hasta ese momento noté que ella sabía de mi verdadera naturaleza. Tal vez el otro, aquel al que había mencionado, fuera también un inmortal. A esas alturas de mi vida estaba acostumbrado a las confusiones pero la de esta mujer había sido la más fuerte. Intenté tranquilizarla dando lugar al silencio y a la noche. Cada minuto que pasaba pertenecía al pasado, nada se repetiría, ni para ella, ni para mí.
Nada mejoró luego de todo lo que le dije a solas. Viola de Lesseps no podía articular palabra en un principio pero cuando lo logró no se detuvo. Obviamente no entendí nada de lo que decía o, más bien, reclamaba. Al parecer la pelirroja me confundía con alguien más o directamente estaba loca. ¿Cómo una mujer así podía ser la dueña de una de las industrias más prosperas en ese país? La observé mientras arqueaba una ceja con expresión seria. Intentaba comprender cada una de sus palabras y, cuando terminó de hablar, finalmente pude reaccionar a la cachetada que me dejó sin opción a defenderme. —Para empezar, madame, no tengo la remota idea de quién es el hombre con el que me confunde— dije mientras tomaba un pañuelo del bolsillo para acercárselo pues parecía que ella lo iba a necesitar. —En segundo lugar, nunca le he dado un anillo y estoy muy seguro de que nunca la he visto antes— proseguí intentando recordar y ordenar en la mente una respuesta para cada una de sus acusaciones. Me acerqué un poco más a ella con el riesgo de recibir otro golpe y la tomé de los hombros con gentileza mientras clavaba mi mirada en la de ella.
—Finalmente, no me creo merecedor del golpe o de alguna acusación— dije acercándome lentamente a su oído casi hasta rozarlo con los labios —Lamento decirte que no soy aquel a quien tus labios invocan. Soy un extraño, alguien a quien nunca has visto, ¿lo entiendes?— continué y me alejé de ella dando un par de pasos atrás. No dejé de observarla, su perfume se había impregnado y podía disfrutar de su aroma, y entonces reconocí el motivo de su confusión, pero no podía hacer nada para aliviarlo. —Adrien Blake, vengo de Inglaterra, como usted, pero no tengo nada que pedirle y usted nada que temer— finalicé volviendo hacia ella para tomar sus brazos que habían estado cruzados sin disimular su malestar. Mi tacto, obviamente frío, no era ajeno a ella porque hasta ese momento noté que ella sabía de mi verdadera naturaleza. Tal vez el otro, aquel al que había mencionado, fuera también un inmortal. A esas alturas de mi vida estaba acostumbrado a las confusiones pero la de esta mujer había sido la más fuerte. Intenté tranquilizarla dando lugar al silencio y a la noche. Cada minuto que pasaba pertenecía al pasado, nada se repetiría, ni para ella, ni para mí.
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
¿Comencemos de nuevo? Adrien - Viola Desconcertada quede ante el actuar de aquel hombre, no podía negar que su pequeña expresión facial hacía notar la sorpresa de mi actuar del cual no me arrepentía, al menos por el momento, mis ojos no dejaron de observar con rabia, ira, nostalgia y arrepentimiento, aquellos sentimientos no eran los únicos que recorrían por mi cuerpo podía sentir como mi corazón galopaba con fuerzas en mi pecho, pequeñas vibraciones a la altura de mis oídos sentía. En una milésima de segundo me sentía confundida y a la otra todo parecía estar de manera normal, y un segundo después el comenzaba hablar de una manera tan cordial, tan empáticamente que parecía doblegar mi voluntad como también mi pensar, infle mis pulmones una y otra vez respirando profundamente escuchando el vibrar de su voz. ¿Me había precipitado? No quería aceptar aquello, más cuando él comenzaba a disminuir la distancia entre ambos y con solo escuchar el susurro en mi oído un escalofríos recorrió todo mi cuerpo por completo, sentí que mis piernas cederían como así también mi corazón y me convertiría en un mar de lágrimas, pero aguante, el nudo en la garganta se apretó de rabia y pena, y continué escuchando sin bajar la mirada, ya no era aquella mujer que se dejaba doblegar por palabras masculinas ahora podría decir que muy pocas cosas me hacen avergonzar o sonrojar. Mi cuerpo terminó por tensarse aún más luego del actuar de aquel caballero que mostraba su rostro más real o podría decir más íntimo, no era el mismo aspecto que tenía para las personas que había saludado en la fiesta y como la guinda de la torta su nombre, el verdadero nombre, hizo que mi cuerpo cediera para relajarme solo un poco, ya que su tacto frío causaba una oleada de escalofríos continuos. ¿Nervios? Realmente si, luego de mi desahogo precipitado donde la adrenalina había movido y gesticulado mis palabras venia el relajo, cerré los ojos por un momento. – Diría que lamento que tuviera que conocer algo de mí que solo me pertenece … pero en realidad no lo siento – sonaba complicado, tenía que dar una explicación y rápido – La verdad es, que usted y Dorian comparten un mismo o semejante rostro y algo mas… no lamento lo que hice porque llevo años guardando aquello claramente me equivoque de persona, pero estoy segura que no seré la única que lo confunda o haya confundido en algún momento- tomé aire antes de que se agotara por completo – Usted no se merecía ni la bofetada, ni mis palabras. Eso lamento, está pagando lo que alguien dejó pendiente – solté el aire con una sonrisa lamentando lo sucedido – Pero tengo que agradecer que… y sonara tan estúpido – lleve mi mano hacia mi rostro moviendo de lado a lado mi cabeza con una sonrisa tonta – me desahogue… lo necesitaba – termine por decir mientras mis hombros por fin cedían a una presión que yo misma me había impuesto. – Ahora creerá que estoy loca y no lo culpo ¿Quién está cuerdo hoy en día? – bromee de manera tonta girando mi cuerpo para apoyar mis manos en la superficie del balcón donde con los brazos completamente extendidos oculte mi cabeza por unos segundos para intentar ordenar mis ideas en la cabeza, respire con tranquilidad y profundamente, luego volví a mi postura erguida y quede frente a él. – ¿Comencemos de nuevo? – levante las cejas buscando tal vez un pequeño perdón por mi actuar. Cuando las situaciones se ponían tensas solía hablar demasiado y ya había hablado más de la cuenta, quería enmendar lo que había ocurrido tenía que actuar rápido tratar de no pensar en su parecido con Dorian pensar en que eso ya había pasado hacía mucho tiempo – Viola de Lesseps, mucho gusto– estire mi mano para tomar la suya de manera de saludo cordial y ahí me quedé, necesitaba dejar pasar todo eso por alto, al menos por ahora. | |
Última edición por Viola de Lesseps el Jue Ago 25, 2016 5:19 pm, editado 1 vez
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
¿Cuántos hombres tenían un rostro parecido? Solo uno más a mi parecer pero tal vez estaba equivocado. Sí, podría recordar el nombre de un muerto, alguien me había confundido en él en el pasado, otro inmortal que vivió demasiado para conocernos a ambos. Recordé lo suficiente y me di cuenta de que ‘aquel’ era el que la mujer tenía en su mente. El mundo era realmente un pañuelo y verme en esa situación parecía más un mal chiste que una coincidencia. Sea lo que fuera estaba seguro de que la mujer veía más allá de lo aparente, ¿de qué servía fingir?, los inmortales que demostraban su verdadera naturaleza a los mortales realmente no se imaginaban el perjuicio que provocaban a toda la raza. No faltaban los fanáticos adoradores de los inmortales o las mujeres que buscaban en la noche a uno de esos rostros conocidos que las habían hecho sentir únicas. ¿Era ese el caso? Me lo imaginaba, el vampiro que enamora a una humana, demasiado cliché y aburrido. Evité bostezar para seguir con una actuación impecable. Me acerqué a ella para tranquilizarla y para hacerle entender que estaba confundida. No era el tal Dorian ni le había regalado un anillo. —No sé si sentirme halagado o insultado pero de todas formas lamento no ser el que deseabas— dije mintiendo. La verdad no me interesaba en nada lo que ella sintiera por el sujeto al que había nombrado, ¿no estaba muerto? A lo menos eso es lo que me había comentado el inmortal que incurrió en la misma confusión.
—En eso estamos de acuerdo, no es la primera vez y sin duda no será la última vez en que me confunden con alguien más— respondí intentado pasar de largo el hecho de que fuera con un sujeto que también vivió en Inglaterra o con otro cualquiera. —Al menos el golpe le sirvió a alguien— proseguí cuando ella hizo referencia a que se había desahogado. No tenía idea de por qué se desahogaba o lo que le hubiera hecho algún gemelo mío en el pasado pero mi intención estaba muy lejos de preguntar. Las personas creen que los demás se interesan por sus preocupaciones, error, a nadie le interesa la vida ajena a menos que algo saquen de eso. En mi caso no tenía nada que sacar de ella ya que acababa de conocerla. —Para una primera impresión admito que si lo creo, pareces algo loca, no te lo tomes personal— dije seriamente y luego curve una sonrisa para que ella se diera cuenta que no lo decía para ofenderla. ¿Sonreír? Claro, nunca sonrío, pero no sé porque esa vez pude fingir tan fácilmente. Esa mujer tenía algo que no me agradaba o que no lograba recordar, ¿de verdad no la conocía?
En ese momento no divagaría más en algo que no parecía tener sentido. Seguí actuando como quien solo ha sido parte de un encuentro poco convencional. Volvimos a presentarnos como la gente civilizada, sin golpes, sin memorias del pasado. Tomé su mano y la acerqué a mis labios para apenas rozar su superficie —Un gusto, Viola, he escuchado mucho de ti— dije volviendo el tiempo atrás. Lo que se decía de ella, y que era conocido por la mitad de Francia y casi por toda Inglaterra, era que poseía un talento peculiar para fabricar perfumes. —Tu fama trasciende fronteras y mi amiga, a la que por cierto tienes interesada en más de una forma, quiere hacer negocios contigo— proseguí volviendo la mirada hacia el salón. Las miradas curiosas no nos siguieron hasta el balcón así que podíamos permanecer allí por nuestra comodidad. —Por mi parte, voy a retractarme de mis palabras porque ahora que lo pienso quisiera hacerte un pedido especial, un encargo personal, ¿podrías?— finalicé tramando algo que hasta antes de esa noche nunca había considerado. Viola De Lesseps, ¿por qué me interesaba estar cerca de ella?
—En eso estamos de acuerdo, no es la primera vez y sin duda no será la última vez en que me confunden con alguien más— respondí intentado pasar de largo el hecho de que fuera con un sujeto que también vivió en Inglaterra o con otro cualquiera. —Al menos el golpe le sirvió a alguien— proseguí cuando ella hizo referencia a que se había desahogado. No tenía idea de por qué se desahogaba o lo que le hubiera hecho algún gemelo mío en el pasado pero mi intención estaba muy lejos de preguntar. Las personas creen que los demás se interesan por sus preocupaciones, error, a nadie le interesa la vida ajena a menos que algo saquen de eso. En mi caso no tenía nada que sacar de ella ya que acababa de conocerla. —Para una primera impresión admito que si lo creo, pareces algo loca, no te lo tomes personal— dije seriamente y luego curve una sonrisa para que ella se diera cuenta que no lo decía para ofenderla. ¿Sonreír? Claro, nunca sonrío, pero no sé porque esa vez pude fingir tan fácilmente. Esa mujer tenía algo que no me agradaba o que no lograba recordar, ¿de verdad no la conocía?
En ese momento no divagaría más en algo que no parecía tener sentido. Seguí actuando como quien solo ha sido parte de un encuentro poco convencional. Volvimos a presentarnos como la gente civilizada, sin golpes, sin memorias del pasado. Tomé su mano y la acerqué a mis labios para apenas rozar su superficie —Un gusto, Viola, he escuchado mucho de ti— dije volviendo el tiempo atrás. Lo que se decía de ella, y que era conocido por la mitad de Francia y casi por toda Inglaterra, era que poseía un talento peculiar para fabricar perfumes. —Tu fama trasciende fronteras y mi amiga, a la que por cierto tienes interesada en más de una forma, quiere hacer negocios contigo— proseguí volviendo la mirada hacia el salón. Las miradas curiosas no nos siguieron hasta el balcón así que podíamos permanecer allí por nuestra comodidad. —Por mi parte, voy a retractarme de mis palabras porque ahora que lo pienso quisiera hacerte un pedido especial, un encargo personal, ¿podrías?— finalicé tramando algo que hasta antes de esa noche nunca había considerado. Viola De Lesseps, ¿por qué me interesaba estar cerca de ella?
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Pedido Especial Adrien - Viola El mundo era un pañuelo y definitivamente todo tenía más de una cara... un rostro podría ser igual a otro, pero nunca una persona seria igual a otra, mientras los segundos pasaban me daba cuenta que definitivamente no era aquel vampiro que hacía mucho tiempo conocí, solté un suspiro un peso había sido despojado de mis hombros y me haciéndome sentir muy liviana, tanto de pensamiento como el mismo peso corporal, aquel hombre había sonreído, aun cuando su sonrisa no parecía genuina era encantadora, sonreí de medio lado, a fin y al cabo había actuado como una loca y él no se había espantado, eso merecía un pequeño crédito por la actuación. – No siempre las primeras impresiones son las correctas – dije tratando de creer que este primer encuentro podría terminar de una mejor manera. Apoyada completamente en el balcón gire mi rostro hacia el salón que estaba tal cual lo habíamos dejado, con rostros fingiendo sonrisas, con conversaciones de poco interés, lleno de miradas seductoras buscando alguien que callera, y de personas que comenzaban a conocerse – Dicen que la fama de un perfumista dura tanto como la esencia del perfume que crea, es por eso que le pongo mucho de mí a cada creación – agregue eso sin siquiera pensar en lo que decía, simplemente cuando los temas a mi fama o a lo que creaba salían a flote me convertía en otra persona, una llena de pasión sin miedos, alguien que puede lograr lo que se propusiera, alguien muy diferente a la Viola que normalmente conocen las personas, tome aire inflando mis pulmones prestando atención a las palabras del joven. – Su amiga puede querer lo que desea de mí, solo le falta que me convenza de darle lo que desea, sin trampas… digamos ella tiene que ganarse lo que tanto desea – dije con una sonrisa en los labios, Livanna era de armas de tomar y apreciaba todas las consideraciones que tenía hacia mi persona pero le faltaba ganarse algo, mi confianza. Mis pensamientos divagaban entre lo que Livanna había pedido en su momento, unos recuerdos algo retorcidos pero que merecían el recordatorio. El interés de Adrien, me había provocado un escalofrío, una sensación algo inusual pero a su vez parecía ser un desafío. Levante mis cejas algo sorprendida y abrí mi boca para decir un rotundo sí, pero a la vez no dije nada, pase un poco de saliva para refrescar mi garganta y ladeando mi cabeza asentí afirmativamente - ¿Un encargo Personal? – formule mi pregunta – Claro que puedo – me arrepentí – Solo dime de que se trata el pedido especial para comenzar a trabajar en aquello – parecía un desafío personal o al menos así me lo había tomado, pero no podría negarme ya que me encontraba en la cúspide de mi trabajo, donde cada perfume, esencia y aroma era mejor que el anterior. Y como una vez alguien había dicho por ahí, para ser el mejor había que trabajar para los mejores y por supuesto demostrar la grandeza no con palabras sino con hechos. Adrien Blake ¿Qué traes entre mano? , en ese momento vi que el actuaba, y yo le seguía como si de un libreto se trataba, que necesitaba aquel hombre que poseía un rostro que marcaba mi pasado y estremecía mis más profundos recuerdos. En ese momento no despegue mis ojos de los ajenos, buscando una pequeña luz en la oscuridad de su mirada, mentiría si dijera que no buscaba a Dorian en sus pupilas, pero no aguante, desvié mi ojos hacia los jardines, mi corazón retumbo en mi interior y mi estómago se revolvió de mil formas. – Siempre es bueno atraer a nuevos compradores – sonreí más para mí que para él, mientras un sirviente se acercaba hacia nosotros con una bandeja con copas de espumante, tome una copa y volví a dirigirme hacia Adrien – Por un pedido especial - ¿le estaba coqueteando? Apreté mis labios con el cristal de la copa y bebí un pequeño sorbo del burbujeante, mientras intentaba aclarar mis pensamientos, mis sentimientos, mi cabeza y definitivamente mi cuerpo. | |
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
No es momento para seguir juzgando el actuar de la mujer inglesa que acabo de conocer en la fiesta. Lo que al principio fue confusión resultó en algo que me hizo gracia. A pesar de que parecía tener uno de los rostros más comunes en esa parte del mundo no dejaba de ser confundido con uno u otro. La verdad no pretendía entrar a preguntar el pasado del rostro con el que me habían confundido por lo que actué indiferente a ese hecho. Dejé que la pelirroja se deshiciera del prejuicio con el que me vio al principio y nuestra conversación continuó sin ningún otro impedimento. —Las segundas impresiones a veces son mejores— añadí una vez que quedo concluido el tema de los rostros y las bofetadas inesperadas. La perfumista, fuera de su momento de locura, parecía ser una mujer bastante razonable y orgullosa. Su trabajo la coronaba como una de las mejores perfumistas en el continente por lo que me interesó, de momento, poner a prueba la veracidad de lo que había escuchado de ella.
—Todos los presentes en este salón han venido para conseguir algo de otra persona, por muy efímero que sea, pero todo puede cambiar en el transcurso de la noche— respondí a la afirmación de la pelirroja que se dio cuenta de las intenciones de Livanna para con ella, las que en algún momento me incluyeron para ejercer cierto tipo de influencia, pero a esas horas un giro había cambiado la situación. En ese momento el que tenía el interés en Viola de Lesseps era yo y lo único que quería de ella era una prueba de su tan aclamado talento. Con ese motivo le planteé la posibilidad de crear un perfume para mí y ella, afortunadamente, aceptó mi pedido. Sonreí levemente mostrando mi conformidad con su respuesta y enarqué las cejas al pensar en lo que quería que ella hiciera para mí. Por varios segundos mantuve la mirada fija sobre la de ella, disfrutando de sus pupilas dilatadas, como si pudiera oler el deseo de su piel.
Atrapada en un recuerdo lejano, en las trampas de la memoria, en los placeres que son grabados en la piel, Viola de Lesseps quería materializar un pasado en mi persona. Un caballero no se aprovecharía de ello pero por otro lado tampoco podía ser mal agradecido con algo que se servía solo en una bandeja de oro. Cuando la pelirroja desvió la mirada, luego de permanecer varios segundos en silencio, su voz volvió a llenar el espacio. Las excusas parecían forzadas pero al mismo tiempo no iban dirigidas a mí sino a ella misma, para auto-convencerse de que había tomado la decisión correcta al aceptar mi pedido. —Soy un hombre de negocios así que puedes estar segura que llegaremos a un buen acuerdo— continué intentando darle a entender que estaba enfocado en algo más que todas las emociones a las que ella se enfrentaba frente a mí.
Para su fortuna fuimos interrumpidos por un sirviente que traía copas llenas de bebida en una bandeja de plata. La cercanía de la plata me molestaba por lo que tome una copa de vino sin demora para que el sirviente se marchara de inmediato. Viola brindó adelantándose incluso a saber cuál era. Acepté su brindis y bebí un sorbo del vino de mediaba calidad. La calidad no siempre era imperante en esas fiestas por lo que dejé la copa sobre el balcón sin intención de volver a tomarla. Volví la mirada a Viola de Lesseps y observé cómo sus labios rojos saboreaban el espumante. —Aún no he dicho cuál es mi pedido. ¿Crees en imposibles?— dije acercando mis dedos al bolsillo de mi chaqueta, tome un pañuelo y se lo extendí a la pelirroja para que retirara el espumante que había quedado en la comisura de sus labios —¿Crees que el amor y la lujuria puedan ser convertidos en esencia? Solo una persona que haya experimentado ambos podía intentar contenerlos, no me equivoco al afirmar que has tenido esas experiencias, ¿verdad?— finalicé desviando la mirada al jardín en el que las sombras de los árboles dibujaban extrañas formas.
—Todos los presentes en este salón han venido para conseguir algo de otra persona, por muy efímero que sea, pero todo puede cambiar en el transcurso de la noche— respondí a la afirmación de la pelirroja que se dio cuenta de las intenciones de Livanna para con ella, las que en algún momento me incluyeron para ejercer cierto tipo de influencia, pero a esas horas un giro había cambiado la situación. En ese momento el que tenía el interés en Viola de Lesseps era yo y lo único que quería de ella era una prueba de su tan aclamado talento. Con ese motivo le planteé la posibilidad de crear un perfume para mí y ella, afortunadamente, aceptó mi pedido. Sonreí levemente mostrando mi conformidad con su respuesta y enarqué las cejas al pensar en lo que quería que ella hiciera para mí. Por varios segundos mantuve la mirada fija sobre la de ella, disfrutando de sus pupilas dilatadas, como si pudiera oler el deseo de su piel.
Atrapada en un recuerdo lejano, en las trampas de la memoria, en los placeres que son grabados en la piel, Viola de Lesseps quería materializar un pasado en mi persona. Un caballero no se aprovecharía de ello pero por otro lado tampoco podía ser mal agradecido con algo que se servía solo en una bandeja de oro. Cuando la pelirroja desvió la mirada, luego de permanecer varios segundos en silencio, su voz volvió a llenar el espacio. Las excusas parecían forzadas pero al mismo tiempo no iban dirigidas a mí sino a ella misma, para auto-convencerse de que había tomado la decisión correcta al aceptar mi pedido. —Soy un hombre de negocios así que puedes estar segura que llegaremos a un buen acuerdo— continué intentando darle a entender que estaba enfocado en algo más que todas las emociones a las que ella se enfrentaba frente a mí.
Para su fortuna fuimos interrumpidos por un sirviente que traía copas llenas de bebida en una bandeja de plata. La cercanía de la plata me molestaba por lo que tome una copa de vino sin demora para que el sirviente se marchara de inmediato. Viola brindó adelantándose incluso a saber cuál era. Acepté su brindis y bebí un sorbo del vino de mediaba calidad. La calidad no siempre era imperante en esas fiestas por lo que dejé la copa sobre el balcón sin intención de volver a tomarla. Volví la mirada a Viola de Lesseps y observé cómo sus labios rojos saboreaban el espumante. —Aún no he dicho cuál es mi pedido. ¿Crees en imposibles?— dije acercando mis dedos al bolsillo de mi chaqueta, tome un pañuelo y se lo extendí a la pelirroja para que retirara el espumante que había quedado en la comisura de sus labios —¿Crees que el amor y la lujuria puedan ser convertidos en esencia? Solo una persona que haya experimentado ambos podía intentar contenerlos, no me equivoco al afirmar que has tenido esas experiencias, ¿verdad?— finalicé desviando la mirada al jardín en el que las sombras de los árboles dibujaban extrañas formas.
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Luxus Adrien - Viola Mi pasado se veía reflejado en el rostro de aquel hombre que solo compartía con mi recuerdo eso… su mismo rostro uno que en algún momento de mi vida creí único pero no era así, en algún lugar del mundo debe existir alguna mujer con mis rasgos, aquello era obra del que se decía llamar Dios que jugaba con nosotros para conquistar el mundo. Su mirada intimidante me parecía cautivadora pero mi orgullo no me permitiría más allá que solo hacer negocios con aquel, o al menos eso era lo que intentaba hacer creer a mi cabeza que sería todo aquella parafernalia, atrás quedaba el bochornoso episodio que me había hecho salir de mis cabales, ahora lentamente volvía a tener la compostura que me caracterizaba, la confianza que me hacía ser una mejor persona, la inteligencia que me ayudaba a salir de aprietos y el orgullo que me permitía seguir adelante, sonreí ocultando mi sonrojo cuando las mirada de él me dejó por un instante – Hasta el día de hoy nada en cuanto a perfumes se me ha hecho imposible – mi orgullo hablaba por sí solo, una leve sonrisa aparecía en la comisura de mis labios al tiempo que tomaba su pañuelo para limpiar el exceso de burbujeante. Infle mi pecho y sentí como la vergüenza me inundaba poco a poco, la sonrisa que apareció fue más nerviosa, solté el aire que estaba en mis pulmones mientras pensaba muy bien mis palabras para darle una respuesta a su pedido – Lujuria del latín Luxus – saboreé mis labios – Deseo sexual desordenado e incontrolable y tenemos el amor un sentimiento extraño y universal que a veces es el deseo de mantener a una persona cerca – volví a beber de lo que quedaba del burbujeante – No es nada que no pueda recrear, Monsieur - me giré hacia él dejando la copa a un lado – a mi edad he experimentado varias emociones y deseos eso me hace creer que puedo lograr lo que usted necesita – imposible o no daría todo para satisfacer el pedido de aquel desconocido con rostro familiar, que perturbaba mis recuerdos pero me hacía enfocar y canalizar mi creatividad en algo que para el parecía imposible. ¿La cantidad de lo que necesita es a un frasco o algo a gran escala? – no era la clase de pedido que solían hacerme, pero si uno de los más extraños, el tiempo me había enseñado que cada pedido especial tenía algo de la persona que lo pedía, aquello me decía tal vez muy poco del desconocido, pero lograba poner la curiosidad antes de cualquier cosa, obviamente no podía preguntar para quién era o que utilidad le daría a la fragancia, el derecho al silencio y reservar el pedido era un código de ética que me había enseñado mi difunto padre. – Algo más ¿cómo color, forma de frasco o alguna otra idea que desee realizar a su pedido? Y claramente lo más importante suelo hacer dos pruebas antes de entregar el producto final, usted tiene la posibilidad de asistir a las pruebas o simplemente esperar el último resultado – normalmente la clientela común iba a la primera prueba y se quedaban con esa fragancia… algo dentro de mí me decía que con él las cosas serían totalmente diferentes. MI curiosidad me carcomía hasta los huesos y un pequeño deje de satisfacción sentía con el pedido especial que el hacía, ¿un desafío? De todas maneras… pero uno que cumpliría como si fuera el último perfume que tuviera que hacer. | |
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
El sonido de la música y de las charlas ajenas llegaba como un rumor hasta donde estábamos. Quedamos ajenos a la fiesta de la hace un rato fuimos parte. Quién diría que en tan poco tiempo pasaran cosas como una mala presentación, un golpe, y una segunda oportunidad para empezar de cero. Viola de Lesseps estaba llena de sorpresas o al menos no se comportaba igual que otras mujeres que había conocido en este viaje a Francia. La conversación con ella pasó a algo más interesante cuando empezamos a hablar del trabajo que desempeñaba como perfumista. En Inglaterra su reputación era reconocida pero la industria de la perfumería daba más frutos en Francia, por lo que entendía perfectamente el por qué la mujer tenía más clientes en ese lugar. Pensé que podría poner a prueba todos los halagos que escuché sobre ella y le pedí hacer un perfume para mí. Ella aceptó mi reto y de hecho estaba bastante segura de poder llegar a encerrar el aroma de la lujuria y del amor. Sonreí ante su muestra de confianza porque duro un momento breve antes de que sus mejillas volvieran a adquirir un color rosa.
—Me alegro de notar esa confianza. El precio es lo de menos, claro que espero algo razonable, pero por favor que no te tome mucho tiempo— pedí ya que habíamos llegado a un acuerdo: ella haría el perfume y yo lo compraría. Las experiencias de la mujer en esas áreas las desconocía pero estaba seguro de que resultaría interesante conocerla en cada una de esas facetas. Su piel desbordaba sensualidad y eso la hacía apetecible para cualquier inmortal. Si hubiera sido un nuevo vástago seguramente habría saltado a su cuello para extraer toda la sangre de su ser, pero eso estaba un poco lejos de suceder durante esa noche. —Necesito solo un frasco— respondí a la interrogante de la mujer —y obviamente quiero que sea algo exclusivo por lo que quizá está demás decir que no deben existir copias— proseguí tomando el pañuelo de la mano de la mujer para acercarlo, tomando un pequeño permiso personal, a su rostro. En sus labios aún quedaba un pequeño remanente, minúsculo, que retiré con la punta del pañuelo.
—Esos son detalles en los que tendría que pensar para la próxima vez que nos veamos— dije en respuesta a las últimas preguntas de Viola. —Por ahora solo se me ocurre que el color sea el mismo que el de tus labios— señalé clavando la vista en ellos. Ese rojo se veía de un color peculiar, al igual que el de la sangre, y me preguntaba cómo se vería siendo líquido. Desvié la mirada por un momento para guardar el pañuelo en el bolsillo. Dejé que ella respirara un poco sin la presión que ejercía sobre ella porque a esa altura me había dado cuenta del efecto que tenía el solo mirarla. El otro, ese que llevaba mi rostro, debió ser un amante y eso me resultaba de cierta forma divertido. En esas noches no había muchas cosas que me interesaran pero de pronto tenía una idea. —Una sola prueba bastará, ¿crees que pueda ser en Inglaterra?— pregunté volviendo, finalmente, la mirada hacia Viola. No planeaba quedarme mucho tiempo en Paris en este último viaje ya que algunos asuntos merecían mi atención en Inglaterra. Dependiendo de cuanto tardara la preparación del perfume, tendríamos nuestro siguiente encuentro.
—Me alegro de notar esa confianza. El precio es lo de menos, claro que espero algo razonable, pero por favor que no te tome mucho tiempo— pedí ya que habíamos llegado a un acuerdo: ella haría el perfume y yo lo compraría. Las experiencias de la mujer en esas áreas las desconocía pero estaba seguro de que resultaría interesante conocerla en cada una de esas facetas. Su piel desbordaba sensualidad y eso la hacía apetecible para cualquier inmortal. Si hubiera sido un nuevo vástago seguramente habría saltado a su cuello para extraer toda la sangre de su ser, pero eso estaba un poco lejos de suceder durante esa noche. —Necesito solo un frasco— respondí a la interrogante de la mujer —y obviamente quiero que sea algo exclusivo por lo que quizá está demás decir que no deben existir copias— proseguí tomando el pañuelo de la mano de la mujer para acercarlo, tomando un pequeño permiso personal, a su rostro. En sus labios aún quedaba un pequeño remanente, minúsculo, que retiré con la punta del pañuelo.
—Esos son detalles en los que tendría que pensar para la próxima vez que nos veamos— dije en respuesta a las últimas preguntas de Viola. —Por ahora solo se me ocurre que el color sea el mismo que el de tus labios— señalé clavando la vista en ellos. Ese rojo se veía de un color peculiar, al igual que el de la sangre, y me preguntaba cómo se vería siendo líquido. Desvié la mirada por un momento para guardar el pañuelo en el bolsillo. Dejé que ella respirara un poco sin la presión que ejercía sobre ella porque a esa altura me había dado cuenta del efecto que tenía el solo mirarla. El otro, ese que llevaba mi rostro, debió ser un amante y eso me resultaba de cierta forma divertido. En esas noches no había muchas cosas que me interesaran pero de pronto tenía una idea. —Una sola prueba bastará, ¿crees que pueda ser en Inglaterra?— pregunté volviendo, finalmente, la mirada hacia Viola. No planeaba quedarme mucho tiempo en Paris en este último viaje ya que algunos asuntos merecían mi atención en Inglaterra. Dependiendo de cuanto tardara la preparación del perfume, tendríamos nuestro siguiente encuentro.
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Luxus Adrien - Viola Los hombres en la vida existían de dos tipo, como un perfume que dejaba una estela y como solo un agua perfumada que duraba escaso tiempo, aun cuando aquel hombre no era el de mis recuerdos sabía muy en el fondo que Dorian era ese tipo de perfume que dejaba una estela y tenía una larga vida, después de los muchos años seguía pensando de la misma manera, me dedique a verle, su forma de hablar, su forma de expresarse, no eran la misma persona, solo compartían un mismo rostro, sus palabras bien pronunciadas, un hombre bien portado con claridad en lo que desea, un hombre con el cual se podían hacer ese tipo de negocios, casi como un pacto secreto del cual nadie sabría, esboce una pequeña sonrisa mientras seguía ensimismada en mis pensamientos que juguetones pasaban por mi cabeza. – La exclusividad usted ya se la gano – en realidad tenía ese presentimiento que solo sería un frasco con perfume en su interior, y como buena comerciante me acotaría a lo que el pedía, a final de cuentas era un desafío mezclar lo que el había pedido, pero perfectamente podría y tenía fe que yo lo lograría. Mi rostro se sonrojo que sentí el calor abrumador en mis mejillas no baje la mirada y sonreí ante sus palabras – Rojo – solté de mis labios – El color perfecto para describir cómo será el perfume que mezcla lo que ha solicitado – respire profundo intentando ocultar el enrojecimiento, pero el parecía de una medida extraña disfrutar aquello, si no fuera porque él hablaba me hubiera quedado intimidada por sus palabras, actos y presencia. Al escuchar Inglaterra mi rostro se iluminó mi tierra natal un lugar definitivamente perfecto – Inglaterra, me parece perfecto – mantuve la sonrisa en mis labios – una prueba de la cual espero no defraudarlo, solo me interesa saber cuándo necesita este perfume y para esa fecha lo tendrá usted en sus manos – no solía demorarme en algún pedido de perfumes, solo tenía que organizar bien mis tiempos para o simplemente ocupar todo mi tiempo para el perfume que Adrien necesitaba. Clave mis ojos en los suyos, tenía una pregunta y no sabía cómo hacerla o tal vez - ¿Por qué solo necesita una sola unidad del perfume? – simplemente lance la pregunta sin titubear, sin dejar espacio a mi duda, sino siendo como realmente era curiosa que decía lo que pensaba sin miedos a recriminaciones, acomode mi cabellera en mi hombro mientras tomaba la copa vacía, en un afán de necesidad por volver a beber algo para humedecer mi garganta que parecía secarse en presencia que aquel hombre. La fiesta continuaba sin nosotros que apartados de la multitud parecíamos planear algo más que un perfume, yo y mis pensamientos, me dije para mi mientras esperaba la ansiada respuesta aun cuando quedaban preguntas por hacer solo me limitaría a esa, no quería parecer “Demasiado interesada” por ese perfume que se llamaría Luxus. Un perfume que no encontraría en los Diarios de los De Lesseps, este sabía muy bien tenía que ser una pieza única e inigualable, con un color que era casi imposible de replicar por la sencilla razón que los perfumes no podían manchar si no que el color tenía que desvanecerse luego de salir del frasco y el rojo pasión era un color difícil. Desafío tras desafío, | |
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Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Quién diría que saldría con un pedido de esa clase al asistir solo a una fiesta. Hace tiempo que no tenía esas pequeñas sorpresas que nacían de la simple casualidad. Horas antes había pensado en ir al lugar solo por obligación pero Viola de Lesseps cayó en el momento perfecto para calmar mi aburrimiento. Además de la reacción que había tenido conmigo debido a mi parecido con algún amante suyo, no podía pensar en algo más debido a sus mejillas sonrojadas, también era todo un deleite verla. Su belleza seguramente destacaba de entre las otras mujeres que habían asistido a la misma fiesta. El color de su cabello, la textura de su piel, el grosor de sus labios, y ese color cristalino de su iris hacían que fuera todo un espectáculo el observarla. Sin duda quien tuvo la suerte de tenerla antes resulto ganador. El golpe que escoció en mi mejilla lo confirmaba.
Al principio intenté ser indiferente, como muchas otras veces, a esa clase de compañía pero la mujer también tenía un talento que me interesaba. Su reputación como perfumista era impecable. Pensé, entonces, en ponerla a prueba de varias formas para confirmar mis sospechas. No era una mortal ordinaria o al menos eso creía. De momento habíamos llegado a un acuerdo verbal y en el futuro volveríamos a vernos en otra ciudad, nuestra ciudad, Londres. Conforme con ello procedí a responder las otras interrogantes de la pelirroja con respecto a mi pedido. —¿Por qué?— una pregunta curiosa. Sonreí levemente y volví mi mirada a sus labios por breves segundos. Aún no conseguía llenarme el efecto que ellos podían tener entre mortales e inmortales. La frialdad se había apoderado no solo de mi tacto. Por un momento lo lamente y luego desvié la mirada y me aparté dos pasos hasta apoyarme en una columna. Crucé los brazos y la observé desde allí —Será un regalo para una mujer y esa mujer es única, por eso solo necesito un frasco— respondí restándole toda la importancia. Quizá esa era una de las respuestas más obvias.
Entonces se terminaron las preguntas y nos quedamos callados. Solo podíamos escuchar el sonido de la música que provenía del interior. La mujer acomodó su cabello, provocando que la brisa nocturna arrastrara hasta mí un delicioso aroma además del de su perfume. Volví a acercarme a ella y tomé una de sus manos invitándola a acompañarme —¿Baila? Quizá es lo primero que debí haber preguntado. Se supone que estas ocasiones uno debe disfrutar de la música— dije como siguiendo un protocolo que se aprende de memoria para esas ocasiones. Sin embargo, aunque mis palabras sonaban distantes, mis manos hacían lo contrario. Sin esperar su permiso atraje su cuerpo hacia el mío sosteniéndola por la cintura. Empecé a guiarla al ritmo de la música porque nadie podría negar que aquella era una buena forma para terminar de sellar nuestro pacto.
Al principio intenté ser indiferente, como muchas otras veces, a esa clase de compañía pero la mujer también tenía un talento que me interesaba. Su reputación como perfumista era impecable. Pensé, entonces, en ponerla a prueba de varias formas para confirmar mis sospechas. No era una mortal ordinaria o al menos eso creía. De momento habíamos llegado a un acuerdo verbal y en el futuro volveríamos a vernos en otra ciudad, nuestra ciudad, Londres. Conforme con ello procedí a responder las otras interrogantes de la pelirroja con respecto a mi pedido. —¿Por qué?— una pregunta curiosa. Sonreí levemente y volví mi mirada a sus labios por breves segundos. Aún no conseguía llenarme el efecto que ellos podían tener entre mortales e inmortales. La frialdad se había apoderado no solo de mi tacto. Por un momento lo lamente y luego desvié la mirada y me aparté dos pasos hasta apoyarme en una columna. Crucé los brazos y la observé desde allí —Será un regalo para una mujer y esa mujer es única, por eso solo necesito un frasco— respondí restándole toda la importancia. Quizá esa era una de las respuestas más obvias.
Entonces se terminaron las preguntas y nos quedamos callados. Solo podíamos escuchar el sonido de la música que provenía del interior. La mujer acomodó su cabello, provocando que la brisa nocturna arrastrara hasta mí un delicioso aroma además del de su perfume. Volví a acercarme a ella y tomé una de sus manos invitándola a acompañarme —¿Baila? Quizá es lo primero que debí haber preguntado. Se supone que estas ocasiones uno debe disfrutar de la música— dije como siguiendo un protocolo que se aprende de memoria para esas ocasiones. Sin embargo, aunque mis palabras sonaban distantes, mis manos hacían lo contrario. Sin esperar su permiso atraje su cuerpo hacia el mío sosteniéndola por la cintura. Empecé a guiarla al ritmo de la música porque nadie podría negar que aquella era una buena forma para terminar de sellar nuestro pacto.
Invitado- Invitado
Re: Your past and my present [Priv. Viola de Lesseps]
Un baile Adrien - Viola Una parte de mi sentía que todo aquello parecía ser un juego peligroso, una especie de laberinto sin salida u por otra parte solo eran negocios, nada mejor que hacer nuevos clientes en fiestas tan concurridas como aquella. Los secretos ocultos tras el rostro de Dorian parecían infinitos, no tenía mayor intención de saber sobre su pasado, quizás solo era un rostro común que se podía repetir en el mundo… quizás… levante los hombros ante la repetición de aquella interrogante mis ojos se centraron en los ajenos de un color azul profundo que se mezclaban con el mármol de su piel, facciones similares, recuerdos buenos, recuerdos malos… tan solo recuerdos… aun cuando más lo miraba sabía perfectamente que no era el mismo que me enamoro… su personalidad era totalmente diferente, baje la mirada casi con un poco de vergüenza, podía sentir el sonrojo en mis mejillas tan solo producto a recuerdos vividos… su respuesta prontamente llego y era de esperar que fuera sin mucha información que tan solo fuera lo que cualquiera quisiera oír, pero yo no era cualquiera y aun cuando no estaba conforme no seguiría con eso, la curiosidad a veces no era muy buena. -¿Bailar? – mi cuerpo se tensó al momento que su mano entro en contacto, la verdad no me esperaba aquella forma deliberada para bailar, su mano reposando en mi cintura mis brazos se acomodaron y tan solo no me quedo otra opción que seguir el ritmo de la música de aquel lugar – Disfrutar la música – repetí con una sonrisa incompleta en mi rostro mientras nos movimos con algo de lentitud. – Espero no defraudarlo Monsieur – aquello era una respuesta al aire, no por el hecho de que me sintiera insegura creando un perfume sino más bien estaba englobando todo lo que sentía, todo lo que pensaba y todo lo que actuaba, no podía sentirme totalmente cómoda con él, su mirada me intimidaba, su tacto me incomodaba… poco a poco mi cuerpo parecía entrar en un trance, donde mis demonios luchaban intentando controlarse mi mente decía una cosa pero mi cuerpo reaccionaba de otra manera. La música se volvió más lenta, de forma que los movimientos eran menos un paso a la vez, no era una mujer torpe para bailar al contrario, me dejaba guiar de cómo cual pluma, o al menos así lo sentía apoye, evite por varios momentos su mirada y podría decir que su altura me ayudaba a aquello, era un tanto más baja que el pero más alta que el común de las mujeres de la sociedad… con la cercanía podía inspirar el aroma que desprendía de él, estaba casi segura que el perfume que ocupaba era un gran atrayente para las damas de la sociedad, para mí al contrario era una delicia más que podría recrear o tal vez mejorar – Me asegurare que el perfume sea tan perfecto como la música de fondo – los violines con sus tonadas suaves armonizaban el lugar y seguía dejándome llevar, con aquel baile que se volvía nuevamente silencioso los secretos, promesas y acuerdos parecían cerrarse… | |
Viola de Lesseps- Humano Clase Alta
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