Skjulte Intensjoner [Privado]

Tras varias visiones compartidas entre mi hermana Shashi y yo de un joven guerrero que estaba buscando la poderosa espada que nosotras custodiábamos, decidimos ponernos en marcha y evitar que encontrase pistas que pudiesen llevarle hasta ésta, pues si llegaba hasta el lugar donde la escondíamos ya no habría segundas oportunidades para él; por eso era de suma importancia convencerle de que cesase en su empeño. En el breve período de tiempo en que habíamos estado recabando información sobre él, configurando conjuros que nos confirmasen su localización exacta para llegar hasta allí, se habían unido en su búsqueda varios seres que sin duda complicarían nuestra labor. Cada uno tenía su propia visión de la espada, cada cual quería poseerla con un fin bien distinto, más ninguno era merecedor de ésta.

En una última visión de mi hermana, el joven humano acompañado por el resto hablaban de marchar hasta Alemania; un lugar donde sin duda podría recabar más pistas, pero que estaba muy lejos de la localización de la emblemática espada que todos deseaban.
Y así fue como días más tarde, y anticipándonos a los acontecimientos, mi hermana y yo alquilamos una habitación en el hotel donde él se alojaría días más tarde.

Me había resultado extremadamente complicado escoger el momento y el lugar adecuado para poder encontrarme con aquel joven de cabellos castaños que mi hermana y yo habíamos visto en sueños. El hecho de que fuese acompañado por un grupo tan variopinto a todas horas hacía de nuestra misión una labor complicada, además de que dudaba que lográsemos convencerlo de que cesase en su empeño. Ni siquiera sabía como plantearle la cuestión con la que lo abordaría, pues no sería lógico que le dijese la razón de nuestro encuentro de buenas a primeras.

Decidí aquella tarde salir a pasear con la esperanza de encontrarlo en algún momento solo, rogándole a mi hermana que esperase en nuestra habitación. Los viajes largos le sentaban fatal, y si a eso le sumábamos que no estaba de acuerdo en hablar con el joven sino hacerle entrar en razón a fuerza de golpes, pues portaba un humor de perros.
Salí de nuestra cámara con un grimorio en las manos, pasando las hojas distraída en busca de nuevos conjuros que pudiesen servirme para lo que nos proponíamos en ese viaje. Podría esperar a que el joven acudiese a tomarse algo en la cantina del hotel, gesto que solía hacer varias veces al día. Sin duda sería sencillo acercarme a él con alguna excusa en este lugar, pues hasta la noche la vampiresa estaría confinada en su habitación, y la hechicera que lo acompañaba, a esas horas de la tarde solía estar junto a la otra humana que formaba su grupo.

Fue entonces cuando sentí una extraña aura subiendo las escaleras que yo misma bajaba. Levanté la vista del libro y una sonrisa de medio lado si dibujó en mis labios cuando comprobé que el mismo rostro con el que llevaba soñando semanas era el del joven que subía las escaleras con premura. Ese era mi momento, ambos estábamos solos, y no presentía el aura de ninguno de sus acompañantes cerca.
Fijé de nuevo la vista en el libro, y cuando nuestros caminos estaban a punto de cruzarse, fingí tropezar para ser rescatada por sus brazos, mientras el libro que portaba caía escaleras abajo.

-Disculpe mi torpeza, mi señor. Gracias a los dioses que estuviese vos tan próximo y goce de tan buenos reflejos, si no llega a ser así solo ellos sabrían lo que me habría sucedido.- susurré con una sonrisa agradecida en mis labios, mientras observaba su mirada con detenimiento y me abrazaba a su cuerpo tras el rescate.

Había hecho bien en no llevarme a mi hermana, ahora mismo estaría sacando su hacha con la intención de partir la cabeza del joven por la mitad como si de una sandía se tratase.
Una corriente extraña corría entre nuestros cuerpos, una sensación que me decía que aquel joven era mucho más de lo que aparentaba, aunque no sabría decir muy bien el porqué.

Hacia apenas unos días que habíamos llegado a Reims, hoy no llovía, y la ciudad aunque sombría tenia cierta vida.
Elora estaba con Xar, al parecer habían ido a hacer “turismo” por la ciudad y aunque Elora insistió en que las acompañara para no quedarme solo en el hotel, ir de aguanta velas no era mi plan del día.
En principio quería buscar una taberna por aquella ciudad,donde sirvieran una buena cerveza negra mientras las inmortales dormían.
Después seguro que le destino me depararía algo que hacer antes de regresar al hotel, improvisar se me antojaba un buen plan.

Ya en la callé recordé que había dejado en el hotel la bolsa de monedas, así que rehíce mis pasos subiendo las escaleras de dos en dos de forma atropellada.
Una mujer bajaba ensimismada en un libro, la miré de soslayo haciéndome con destreza a un lado para que esta pudiera bajar sin tropezar y de pronto se abalanzo sobre mi forzándome a cogerla en vilo.

Enarqué una ceja, de todas las formas tontas de ligar con un hombre esta sin duda se llevaba la palma.
La sostuve hasta que la dama recolocó los pies mientras sonreía de medio lado escuchando sus palabras de agradecimiento.
-Cualquiera diría que os he salvado la vida -bromeé guiñándole un ojo -debéis andar con mas cuidado señorita, los escalones son traicioneros y los libros mas.

Dicho esto, me dispuse a continuar mi camino para recoger la bolsa de monedas y buscar una buena taberna, últimamente, desde mi unión con Lakme estaba demasiado movido, y necesitaba descargar algo de adrenalina.
La distancia de la señorita Cavey no me ayudaba en mucho a ciertos menesteres, y las relaciones de Lakme con su mole sentidas en mi propia piel aun ayudaban mucho menos
Me despedí de la mujer con un leve signo de cabeza antes de emprender mi paso escaleras arriba.

Breves palabras salieron de sus labios para quitarse el mérito por su audaz salvamento, aunque algo me decía que se había percatado de mi poco sutil método utilizado para hacer nuestra primera toma de contacto. Demasiado tiempo con mi hermana y poco con el resto de mortales más civilizados eran la consecuencia de que ahora que lo tenía delante no supiese como actuar con él. Juraría que hasta estaba nerviosa en su presencia. Con la cantidad de veces que me había imaginado ese encuentro y ahora frente a él me bloqueaba como una chiquilla.

No quería sacarle el tema de la espada sin más, antes debía descubrir la información que sobre esta poseía, pero para eso debíamos hablar, y él joven parecía despedirse con sus palabras.
Me moví inquieta abrazando el libro contra mi pecho, tratando de pensar con rapidez que excusa podría ponerle ahora para seguir conversando. ¿Y si fingía haberme torcido un tobillo con la caída? Demasiado teatral, además de que correría el riesgo de que mi hermana nos encontrase si no nos alejábamos de allí. Sonreí con picardía cuando di con un plan que no podía fallar, o al menos eso esperaba.

-Ahora me siento en deuda con vos. Tal vez pueda invitarle a una copa para agradecerle su valeroso gesto.- sugerí mientras sujetaba suavemente su brazo con mi mano, impidiendo que se marchase escaleras arriba antes de escuchar mi oferta. Nuestras miradas se cruzaron de nuevo, y no pude evitar sentirme intimidada antes de continuar.- Mi nombre es Ishani, ¿y el vuestro?

De nuevo una corriente atravesó mi cuerpo al tocarle, y retiré la mano despacio. Algo que no conseguía adivinar en él me decía que la magia era parte de su vida, de una forma u otra. Pero era algo confuso, su aura no era la de un hechicero, claro que tampoco era la de un humano normal. Por si no fuese suficiente el tener que pensar en una conversación normal con la que ganar tiempo a su lado, ahora tenía que descubrir que era lo que ocultaba en su interior.

-No se preocupe, iba a salir igualmente a darme una vuelta ahora que ha dejado de llover, y lo cierto es que para mí sería un placer que me acompañase.- continué tratando de convencerle de seguir a mi lado.- Además, nunca se sabe cuando puedo encontrarme con un escalón traicionero.

Sonreí divertida cuando utilicé el consejo que él me había dado para justificar su compañía. Quizás no fuese tan complicado hablar con él al fin y al cabo. Pero el tiempo apremiaba, y teníamos que salir de allí antes de que mi hermana nos encontrase, porque con ella toda conversación cordial terminaría.

Su mano en mi brazo detuvo mi inminente avance por las escaleras, estaba claro que esa mujer quería algo de mi, demasiado obvia su caída y ahora a mi despedida demasiado desesperado su ofrecimiento.
Intuí que sus intenciones no iban mas allá de un esporádico encuentro sexual. Era una mujer hermosa, mas en mi cabeza estaba otra, una a la que le prometí que volvería y yo nunca rompía mis promesas.

-Bien, invítame a una jarra y quedaremos en paz. Subía a por mi dinero, pero parece que ya no lo voy a necesitar -apunté con una sonrisa de medio lado.
Si era de Alemania quizás podría sonsacarle cierta información sobre la ciudad, las salidas de esos túneles que pensábamos recorrer, los medios de trasporte que podríamos encontrar de salir las cosas mal,  así como los refugios donde resguardarnos de tener necesidad.
Una conversación banal no nos haría daño, parecía una mujer agradable, y si me invitaba a beber...por que no probar, no tenia nada mejor que hacer.

Así ambos salimos del hotel rumbo a una pequeña taberna que según la dama conocía, una que nos daría cierta intimidad pues no estaba muy transitada, pero servían una muy buena cerveza negra.
Las calles frías de Alemania se iban estrechando convirtiéndose en recónditos callejones, ahora entendida porque esa cervecería era tan poco conocida, parecía un laberinto de callejuelas.
-Si no fuera un guerrero capaz de defenderse, pensaría que buscan un buen lugar para darme muerte -bromeé alzando la mirada hasta sus ojos pardos.

No tardamos en llegar frente a un lugar bastante lúgubre, eso si con un olor a alcohol del bueno que tiraba para atrás, sin duda la espera había valido la pena.
Cruzamos el umbral para tomar asiento en una especia de sofá de piel negra con una mesa central baja de madera, mas bien un barreño.
-Dos cervezas negras -pedí a un hombre de mediana edad que se acerco a nosotros.
Pelo rubio, barba poblada y sonrisa amable que no tardo en desaparecer tras la barra dispuesto a acercarnos lo pedido.

-Y bien ¿sois de Alemania? -la miré de arriba a bajo, por su aspecto asalvajado no parecía ser de allí, mas lago me decía al conocer la ubicación de esta taberna que del mismo modo callejear por Alemania era algo que se le daba demasiado bien.
-Donde están mis modales, me llamo Höor -extendí la mano para presentarme y tomar la suya dispuesto a como el “caballero” que era, besar su dorso y con ello conocer su nombre.

El posadero nos trajo dos congeladas jarras, llevé la mía a mis labios, paladeando aquel liquido oscuro, tan espeso que casi lo podía masticar, era delicioso.
Cerré los ojos y relamí mis labios, estaba sediento para que mentir y aquello era de lo mejor que había probado desde que abandoné el norte.

Durante unos segundos el joven pareció barajar mi ofrecimiento, tal vez demasiado osado para haberlo una desconocida con la que tropieza por accidente, más después de una breve espera que me pareció eterna, aceptó mi propuesta considerando que con una jarra de cerveza quedaría saldada mi deuda. Esperaba que no bebiese con demasiada rapidez, pues el tema que tenía que sacar a relucir con él no era para nada sencillo, y sin duda alguna necesitaría mi tiempo para obtener algo de información antes de pedirle que claudicara en su empeño.

-Creo que conozco el lugar perfecto donde podremos degustar la mejor cerveza negra de Reims.- sugerí inquieta, pues tenía la sensación que esa tranquilidad que nos rodeaba no iba a durar mucho más. Susurré levemente un sencillo conjuro de confusión, que nos otorgaría de más tiempo en el caso de que tratasen de seguir nuestro rastro. Volví a buscar su mirada, que parecía pendiente de mis extrañas palabras y traté de justificarme.- Es una costumbre de mi país antes de aventurarnos al exterior. Sígame y le llevaré a esa taberna de la que le hablo.

Lo provechoso de acudir con mi hermana de viaje a cualquier país, es que antes de haber visitado los monumentos más emblemáticos de cada ciudad, éramos capaces de encontrar con los ojos cerrados la cantina con mejor cerveza negra del lugar. Aguantarla día y noche sobria era prácticamente imposible, así que aceptaba visitar de vez en cuando alguna taberna donde siempre terminaba peleándose a puñetazo limpio con algún pobre desgraciado que osaba piropearla. Lo bueno es que volvía relajada a nuestra residencia y me dejaba vivir en paz.
Anduvimos varios minutos por un entresijo de calles próximas al hotel, hasta que dí por fin con aquella taberna de la que le había hablado.

-Si se fija bien, y de hecho es una coincidencia bastante curiosa, las mejores tabernas suelen estar en oscuros callejones o al menos escondidas de la mayoría de los viandantes.- sonreí al cruzarse nuestras miradas de nuevo ante su comentario. Era un joven peculiar, con una sonrisa encantadora que complicaría mucho mi misión. - Es como si las cosas más banales permaneciesen a la vista de todos, mientras que las visiones más maravillosas estén solo al alcance de unos pocos.

Tomamos asiento en una de las mesas del rincón, donde en lugar de sillas habían cómodos sofás desgastados por el paso de los años. Mi acompañante solicitó nuestra comanda mientras yo lo observaba con admiración. Entendía porque los otros miembros de su grupo lo seguían; era un ser excepcional capaz de liderar ejércitos tan solo con su aura, aunque ésto él no lo sabía.
Iba a ser complicado hacerle retroceder sobre sus pasos y que rehusase de continuar su dichosa búsqueda.

-Estoy en Alemania por viaje de negocios. Llegué junto a mi hermana hace unos días, aunque espero en breve que podamos regresar a casa. Este clima es muy distinto al del lugar de donde provengo en Oriente, y me temo que terminaré cogiendo un resfriado.- apunté tratando de ser lo más sincera posible en mis palabras, ganándome así su confianza. Alargué mi mano dudosa cuando se presentó y me tendió la suya; no porqué me desagradase su contacto, sino porque temía que al tocarme se percatase de mi naturaleza. Esa parte mágica latente en él podría jugarme una mala pasada en cualquier momento.- Mi nombre es Ishani, un placer.- susurré juntando nuestras manos durante unos segundos sin que ocurriese nada. Suspiré aliviada tomando después la jarra de cerveza, observando como Höor parecía darme la razón con respecto a esta con sus gestos. Sonreí complacida y continué nuestra conversación.- ¿Y vos de donde sois? Deduzco que si os alojáis en un hotel es porque estáis lejos de vuestro hogar, además que su acento no es de esta zona.

Sabía que era Noruego, que era su tío quien le había encomendado la búsqueda de la espada, y algunos datos más que de momento eran subjetivos. Lo malo de las visiones es que no eran siempre exactas, podían cambiar e incluso tener varias interpretaciones. Y para saber que esperaba Höor de ese viaje y su punto de vista sobre todo esto es lo que me ayudaría a mí a interpretar nuestros sueños.

Alcé la mirada de la jarra al sentir sus ojos clavados en mi, no pude evitar que una sonrisa de medio lado asomara de mi rostro, no porque no estuviera acostumbrado a despertar la fascinación en muchas mujeres si no, porque pocas eran tan descaradas como ella.
Relamí mis labios agotando la espuma que quedaba sobre ellos antes de depositar la jarra sobre la mesa sin soltarla.

Escuché en silencio sus palabras, esas que decían que era extranjera, algo que intuí por su acento, ademas de por la forma de vestir, parecía una guerrera por las pieles que portaba, mas a diferencia de mi, no captaba ninguna arma pegada a su cuerpo, quizás guardara alguna afilada daga, pero las ropas holgadas de hacerlo la disimulaban.

Hechas las presentaciones surgió un pequeño silencio en el que ambos nos observábamos fijamente, algo me decía que aquel encuentro no casual, no tenia demasiado que ver con mi atractivo físico y sus ganas de compartir unas jarras de cerveza y algo mas conmigo.
¿Que quería esa mujer de ojos pardos de mi?
Eso era lo que pensaba descubrir aquel día, tenia muchas horas por delante hasta que las inmortales despertaran, así que el juego podía continuar.

-Soy del norte -confesé, sin dar mas detalles sobre mi mismo, que los necesarios -como ves, el frio a mi no me incomoda.
Llevé la jarra a mis labios y le di un largo trago mirando a la dama por encima del vidrio.
-¿Que os ha llevado a tropezar conmigo señorita? -pregunté sin dar grandes rodeos -Se que soy irresistible, pero...¿no es solo eso verdad?

Una sonrisa de medio lado se pinto en mi rostro al ver como la mujer me escrutaba con la mirada, seguro pensaba que era un creído, aunque la verdad, lo que era es realista y observador.
Ella quería algo de mi, de eso no me cabía la menos duda.
-¿Y bien? ¿te ha comido la lengua el gato?
Un nuevo trago a mi cerveza antes de fruncir le ceño para ponerme serio.
-Alemania es un buen sitio para encontrarse ¿me buscabas?

Quizás era mi don del oráculo, mas al tocarla dos visiones se pasaron por mi mente, en una de ellas, ella soñaba conmigo ,repetía mi nombre una y otra vez.
En la otra estaba con otra mujer rubia y Skadi.
No sabia bien interpretar aquello, pero...
-No tengo paciencia -advertí tensando el gesto.

Su explicación sobre su lugar de procedencia resultó ser más bien escueto, como si una parte de él se sintiese reticente a confiar en mí. Podía sentir por su aura que se mantenía en guardia, tan tensa como la espada que portaba. Era una actitud muy común entre guerreros, incapaces de relajarse como el resto de los mortales, pero había algo en él que veía distinto al resto.

Ambos bebimos de sendas jarras, observándonos pacientemente con la mirada. Supe que sabía que nuestro encuentro no había sido una mera casualidad cuando enunció su siguiente pregunta. Sorprendida por encontrarme en un callejón sin salida donde salir airosa iba a ser de lo más complicado, opté por mantenerme durante unos segundos en silencio tratando de encontrar la respuesta adecuada.

-Tiene razón al pensar que nuestro encuentro no fue fortuito, aunque lo crea o no tampoco fue premeditado.- sopesé bien mis palabras, pues un paso en falso y perdería la posibilidad de descubrir que habían encontrado de la espada.

Era un hombre inteligente, y como bien había dicho también atractivo, aunque no era esto lo que me había llamado la atención de él, sino que parecía saber más de mí en esos momentos de lo que yo le había contado. ¿Y si esa corriente que sentía por mi cuerpo al tocarlo era la muestra de que era capaz de usar la magia? Pensé al tiempo que seguía bebiendo de mi jarra hasta que punto debería contarle, si andar con rodeos sería la mejor opción o tal vez plantearle el tema con delicadeza.
Lo cierto era que no disponía de mucho tiempo antes de que mi hermana saliese a buscarme y sintiese el hechizo que había realizado en la puerta del hotel. Eso la cabrearía sobremanera y su obstinación por encontrarnos la llevaría al límite.

-Debería admitir que no serviría como actriz, pues como decís os estaba buscando. Tengo entendido que estáis buscando una espada en particular, con muchos nombres en general. Una espada que puede traer el caos a este mundo si cae en las manos equivocadas.- dejé la jarra sobre la mesa que se encontraba a un lado, y me acerqué a él con la mirada suplicante clavada en la suya. Hice un amago de cogerle la mano, pero me detuve al recordar que aquel gesto podría revivir de nuevo esa extraña sensación.- Debéis cesar en vuestro empeño de encontrar el arma y hacer lo necesario para que los demás miembros de su grupo pierdan la pista.

Höor no parecía muy conforme con mi explicación, como si esperase algo más de ésta. Acerqué de nuevo mi mano a la del joven que en ese momento sujetaba la jarra; rozando con mis dedos suavemente su piel por el dorso de la mano.- Podría intentar anular el hechizo que os une a esa inmortal- susurré al ver durante una milésima de segundo y a una velocidad vertiginosa, parte de lo que habían vivido sus ojos. Con mis palabras sentencié mi naturaleza, aunque probablemente seguiría preguntándose que relación tenía yo con la espada.- No me temas, no te haría daño. Solo necesito que reconsidere su misión para que el mundo mantenga su equilibrio, de lo contrario no sabemos que fuerzas podrían desatarse ni si podríamos controlarlas..- o será mi hermana la que intentará abrirte la cabeza en dos, pensé.

Mis ojos se hundieron en sus azabaches, ella parecía decidida a seguir mintiendo, claro que pronto cesó en su empeño, creo que era obvio que ambos sabíamos mas de lo que contábamos.
Que las corrientes que fluían pro nuestra piel la tocarnos indicaban que había magia en ambos..en ella activa, en mi solo el residuo de los antepasados de mi familia.

Escuché con atención el ambiguo principio del relato, reconocía que le encuentro no era casual, mas tampoco fortuito.
Enarque una ceja, esperaba que el resto fuera mas comprensible, pues odiaba a los políticos.
Esos que hablan paja sin jamas centrarse en lo realmente importante, el pueblo que sangra, que trabaja y que muere.

La espada, empezábamos a entender el mismo idioma, ella sabia que la buscaba. Quizás era ese el motivo de la visión donde la veía junto a otra rubia y Skadi.
La miré fijamente intentado descubrir en sus ojos porque suplicaba y que era exactamente lo que esperaba de mi.
Esa espada no podía caer en malas manos, en eso estábamos deacuerdo, por eso tenia que encontrarla antes de que lo hiciera mi tío.

La segunda parte, esa en la que me pedía que cesara en mi empeño me hizo reír...
¿acaso pensaba que porque me mirara con cara de lastima iba a lograr hacerme retroceder en mi empeño por reunir los trozos del arma mitológica de la que hablaba.
-No, soy un vikingo, créeme, no pararé hasta que ese arma caiga en mis manos.

Ahora si, esa mano que se quedo a mitad camino, agarro la mía. Di un trago de la jarra sintiendo de nuevo esa corriente.
Mas fueron sus palabras las que me hicieron apartarla de golpe.
-No se e que momento te he dado entender que deseo que mi vinculo con la inmortal termine.
Mas no podrías estar mas equivocada, ella posee mi confianza plena. Yo cerré con ella un trato y hasta que el fin se cumpla, créeme, mi vida seguirá enlazada a la suya. ¿Algo mas? Tengo prisa.

Hice le ademan de levantarme mas ella me detuvo, era cierto que tenia muchas preguntas mas algo me decía que no estaba dispuesta a contestar ninguna.
Supuse que esto era un mero formalismo, una visita desesperada para que cediera en mi empeño.
-Yo no temo nada -aseguré con cierto desdén.

Mi mirada era fuego, y la suya estaba perdida en mis ojos negros. Mentí si temía algo, lo único que me hacia temblar era ver sufrir a los míos.
Claro que sabia que Valeria estaba a salvo de todo este tema de la espada. Skadi, ella me preocupaba, pues la había visto junto a esa maldita bruja.
-Te voy a advertir algo bruja, no se si la conoces o la conocerás...pero si le haces el menos daño a Skadi, no tendrás lugar en este mundo ni en el otro, donde esconder tus huesos, pues no hallaré descanso hasta quemarte viva y oírte gritar. ¿entiendes?