AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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"Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
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"Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
“Abandone toda esperanza…”
Las hojas de los últimos documentos cayeron a causa de las fuerzas arrebatadas por la verdad.
Y ahí estaba la verdad…
Cruda.
Había un fantasma en su historia. Nunca más volvería a verla y le dolía sobre todo el seguir amándola. Debían de haberles dejado ir, él debería haber continuado muerto en su tumba acuática y de fuego. Ellos simplemente le habían resucitado para crear su Golem perfecto, uniendo pedazos incompletos de sí, para hacerle el autómata obediente que había sido, carente de emoción y humanidad. El problema es que, al fin y al cabo, seguía hecho de carne y huesos.
Que hubiese dado por un simple beso de la muerte concebida para regresarle a su estado primigenio.
Miles de balas habían atravesado su cuerpo como caricias otoñales, viejas amigas y vehículo para su sueño por fin, y ellos con sus oscuras artes y a las órdenes del patriarca de la casa, le había arrebatado la poca dignidad y deseo que un joven Haytham en un pasado pudo tener, engañándole para que se aferrará y persiguiera una quimera.
Se sintió abandonado de sí mismo, carente de nada, ni de emoción, en un estado que su mente no era capaz de asimilar. Suspendido en un vació que se derivaba a un abismo del que tocaba su fondo.
Ahogaba todo resquicios del sentir en alcohol y opiáceos, entre aquellas cuatro paredes creada por biombos improvisados en aquel antro. Se despedía de París para emprender el largo viaje… Sus ojos hubieran necesitado ver, su cuerpo regresar con ella. Toda esperanza desaparecida en un mundo gris que se tornaba sin sentido, ruidoso y sin ruido.
Todo lo hecho en aquellos años, todos aquellos pecados, de sangre y vergüenza, le había costado su alma misma condenada en infierno y culpa; mancillada en oscuridad plena.
Nunca le perdonaría, la recordó.
Valeria.
Su historia sin cerrar, una pieza sin encajar en su mundo.
Ahora comprendía las acciones de aquella endemoniada niña había hecho por mantenerle con vida y a su lado. Recursos crueles y sin sentido. Sinceramente, si ella se lo hubiese pedido, simplemente se hubiese quedado a su lado para seguir protegiéndola, si, simplemente le hubiese regalado un resquicio de su luz y no más mentiras, u órdenes miserables. Ahora todo se tornaba en pena.
Huérfano de sentir, la Roca ahogaba sus últimas horas en la capital entre narcóticos, sin nada más que un billete de viaje que le llevaba a su fin. Le hubiese gustado recibir su perdón, un peso menos para la apesadumbrada alma, pero era tarde. Ella le había expulsado como el perro con cadena que había sido, ahora podría tener una feliz vida sin él.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
Un par de días después de lo sucedido en el pasillo, decidió salir de su habitación. Lejos de haber hecho desaparecer las ojeras que precedían sus ojos, éstas se habían acentuado a un tono más morado, ojos casi cerrados pues apenas había dormido un ápice. Ambos se habían marchado, la casa Cavey silenciosa como si nunca el ajetreo, el sonido de los pasos de Valeria, sus órdenes a gritos, la risa de la joven resonar en la mansión, los cuchicheos entre Haytham y ella en torno a sus negocios. Hoör y su risa cuando venía por las noches, el relinchar de su corcel blanco cuando el joven la dejaba en las caballerizas…
Todo aquello parecía pasado, un pasado demasiado presente aún. Esa tarde, un baño la reconfortó, se puso las mejores de sus galas y pidió expresamente de que Anna la peinase, quería lucir radiante aunque sus ojos no dijesen lo contrario. Un traje rojo como la sangre, ondeaba a cada paso por el largo pasillo, impresionante verla tan radiante como una flor recién cortada, una de sus dalias amadas. Su dirección no era otra que su despacho, recogería todo lo referente al señor Cross y se lo mandaría a llevar, se merecía tener todos los documentos y demás, documentos que tenía en su poder.
“Dame rouge”, como muchos se referían a ella por su fijación a vestir de ese escandaloso color y sus labios siempre maquillados al igual, rojo carmesí que incluso intensificaba más sus orbes esmeraldas. Consultó con uno de sus criados de confianza, donde se encontraba Haytham Cross, debía devolverle esa parte de su pasado, fuesen solo palabras escritas. Un carruaje, le dejó en la misma puerta, solo tendría que cruzar el portal y allí estaría.
Todas las miradas, se clavaron en la figura de la joven quien acababa de entrar en aquel olvidado lugar, recordado solo por aquellos que querían olvidar. Como ellos dos, olvidar el pasado en el que un dictador como el señor Cavey escribió sus historias, la de su propia hija y su guerrero, ambos unidos por el cordón del pasado. Valeria dejó escapar un suspiro pesado, dirigiéndose hacia la barra, podía reconocerle entre un millón…demasiados años a su lado. Ella crecía y él seguía amoldándose hasta convertirse en lo que se presentaba ante sus ojos.
-Señor Cross-murmuro en un susurro, dejando una pequeña carpeta de cuero, dentro los documentos que tanto había anhelado. No dijo nada… tampoco hacía falta -Te fuiste antes de que pudiese darte esto. Es lo que te falta -le hizo un gesto al tabernero para que le pusiese lo mismo que a él -Pierde cuidado, me iré cuando me beba la copa. Hace frío y la necesito -
No se acercó, le seguía temiendo de igual forma y a la vez, necesitaba despedirse. Palabras que quizás no hacían falta decir solo con gestos y miradas se entenderían, tampoco pedía más ninguno de los dos. Tomó la copa con dos de sus dedos y de un trago, aquel whisky doble desapareció en su garganta, haciéndola cerrar los ojos, bajando finalmente su mirada.
-Encontrarás tu respuesta, tu sitio, tu hogar y tu familia-le miró de reojo , él al menos tendría eso…ella jamás, la única figura familiar la tenía ante ella y por eso mismo, debía dejarla marchar.
Todo aquello parecía pasado, un pasado demasiado presente aún. Esa tarde, un baño la reconfortó, se puso las mejores de sus galas y pidió expresamente de que Anna la peinase, quería lucir radiante aunque sus ojos no dijesen lo contrario. Un traje rojo como la sangre, ondeaba a cada paso por el largo pasillo, impresionante verla tan radiante como una flor recién cortada, una de sus dalias amadas. Su dirección no era otra que su despacho, recogería todo lo referente al señor Cross y se lo mandaría a llevar, se merecía tener todos los documentos y demás, documentos que tenía en su poder.
“Dame rouge”, como muchos se referían a ella por su fijación a vestir de ese escandaloso color y sus labios siempre maquillados al igual, rojo carmesí que incluso intensificaba más sus orbes esmeraldas. Consultó con uno de sus criados de confianza, donde se encontraba Haytham Cross, debía devolverle esa parte de su pasado, fuesen solo palabras escritas. Un carruaje, le dejó en la misma puerta, solo tendría que cruzar el portal y allí estaría.
Todas las miradas, se clavaron en la figura de la joven quien acababa de entrar en aquel olvidado lugar, recordado solo por aquellos que querían olvidar. Como ellos dos, olvidar el pasado en el que un dictador como el señor Cavey escribió sus historias, la de su propia hija y su guerrero, ambos unidos por el cordón del pasado. Valeria dejó escapar un suspiro pesado, dirigiéndose hacia la barra, podía reconocerle entre un millón…demasiados años a su lado. Ella crecía y él seguía amoldándose hasta convertirse en lo que se presentaba ante sus ojos.
-Señor Cross-murmuro en un susurro, dejando una pequeña carpeta de cuero, dentro los documentos que tanto había anhelado. No dijo nada… tampoco hacía falta -Te fuiste antes de que pudiese darte esto. Es lo que te falta -le hizo un gesto al tabernero para que le pusiese lo mismo que a él -Pierde cuidado, me iré cuando me beba la copa. Hace frío y la necesito -
No se acercó, le seguía temiendo de igual forma y a la vez, necesitaba despedirse. Palabras que quizás no hacían falta decir solo con gestos y miradas se entenderían, tampoco pedía más ninguno de los dos. Tomó la copa con dos de sus dedos y de un trago, aquel whisky doble desapareció en su garganta, haciéndola cerrar los ojos, bajando finalmente su mirada.
-Encontrarás tu respuesta, tu sitio, tu hogar y tu familia-le miró de reojo , él al menos tendría eso…ella jamás, la única figura familiar la tenía ante ella y por eso mismo, debía dejarla marchar.
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 26/05/2016
Localización : Paris
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Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
Humo que escapaba entre sus labios, tumbado en aquel sofá en soledad, oculto tras aquellos biombos de ornamentos orientales, proporcionándole la poca privacidad que aquel antro era capaz de dar, en un intento de darle un toque de elegancia a aquel antro, que con el tiempo y la moda serían llamados salones de opio.
Más sumergido en rápidos narcóticos que en el alcohol, llevado por la magia de la inconsciencia.
No era su primera visita en aquellos años, aunque no eran habitual solo cuando las pesadillas y el dolor le alteraba, evadirse en un submundo como aquel carente de razón y lógica.
Un pequeño revuelo y murmullo que altero la paz de los que aún no estaban sumergidos en el mundo de los hijos de Morfeo, ya que había algunos que ni se dieron cuenta de la presencia de aquella muchacha rubia en un antro como aquel. Las únicas féminas que podían encontrarse allí simplemente debía de ser prostitutas o de baja ralea. El peor lugar para que una mujer de clase alta estuviese.
Un hombre en la barra le dio una señal a la rubia indicándola la sala improvisada que escondía aquellos biombos.
Y luego la vio entrando en aquel refugio improvisado de privacidad, plantada frente a él. No hizo ni ápice de gesto de sorpresa, estaba un tanto atontado había que admitirlo, así que el gesto vino tardío, pero no hubo palabras. Sino silencio, la escuchaba simplemente sin moverse de su postura.
Por un momento le pareció apreciar la mujer en la que se había convertido, borrando la niña que había sido para él en su pasado, aquella pequeña que solo había que proteger y a veces mimar desde el cariño. ¿Dónde estaba ella ahora? Porque el mundo había decidido ser cruel con ambos, títeres entre las manos de una figura paterna que los poseía a ambos a su gana y con crudeza.
Copa de whisky servida de una botella medió apurada en la mesita. De golpe ella se tragó la copa.
Haytham se levantó frente a ella fumando aquella pipa, era el doble de grande que él y le sacaba buena altura. Un monstruo a su lado.
Era cierto, se había dejado los documentos, aunque no los necesitaba, cada palabra quedaba grabada a juego en su cabeza, y los recuerdos relacionados había despertado de un modo un tanto chocante, la realidad que había esperado había perturbado su conciencia y con su razón.
Humo que exhalo de modo intencionado sobre la pequeña Valeria, creando curvas acariciadoras en su piel y forma.
-Un detalle por su parte, agradecido quedo, aunque lo he visto todo... Y por una vez creo que no podré olvidarlo. -Miró la carpeta de cuero sobre la mesita. Ojos vidriosos que volvieron a ella, una actitud demasiado relajada, su mano grande acaricio la barbilla de ella de un modo efímero, le sonrió con tristeza - ¿Acaso también la pequeña Valeria viene a despedirse de su mascota?
Haytham volvió a sentarse de modo pesado sobre el enorme sofá, y colocó ambos pies sobre el pequeño mueblecito. Uno de los muchos vasos se tambaleo y cayó al suelo. Ni ápice de importancia.
-Quédese, la botella aun no está terminada. Celebremos mi marcha, y hablemos con toda claridad de lo que tú y yo sabemos, de lo que hay en esos papeles. -Había vuelto a tutearla, estaba siendo atrevido y descarado en su trato, efecto de las drogas que soltaban su lengua para más. - ¿Tiene prisa acaso? El cachorro la echará la falta, sí. Aunque no lo crea, me gusta ese muchacho… Aunque le hace falta un poco… -Con su dedo índice se tocó la sien y dio dos golpecitos referido pensar antes de actuar. -...Si no acabará en un hoyo bien pronto.
Más sumergido en rápidos narcóticos que en el alcohol, llevado por la magia de la inconsciencia.
No era su primera visita en aquellos años, aunque no eran habitual solo cuando las pesadillas y el dolor le alteraba, evadirse en un submundo como aquel carente de razón y lógica.
Un pequeño revuelo y murmullo que altero la paz de los que aún no estaban sumergidos en el mundo de los hijos de Morfeo, ya que había algunos que ni se dieron cuenta de la presencia de aquella muchacha rubia en un antro como aquel. Las únicas féminas que podían encontrarse allí simplemente debía de ser prostitutas o de baja ralea. El peor lugar para que una mujer de clase alta estuviese.
Un hombre en la barra le dio una señal a la rubia indicándola la sala improvisada que escondía aquellos biombos.
Y luego la vio entrando en aquel refugio improvisado de privacidad, plantada frente a él. No hizo ni ápice de gesto de sorpresa, estaba un tanto atontado había que admitirlo, así que el gesto vino tardío, pero no hubo palabras. Sino silencio, la escuchaba simplemente sin moverse de su postura.
Por un momento le pareció apreciar la mujer en la que se había convertido, borrando la niña que había sido para él en su pasado, aquella pequeña que solo había que proteger y a veces mimar desde el cariño. ¿Dónde estaba ella ahora? Porque el mundo había decidido ser cruel con ambos, títeres entre las manos de una figura paterna que los poseía a ambos a su gana y con crudeza.
Copa de whisky servida de una botella medió apurada en la mesita. De golpe ella se tragó la copa.
Haytham se levantó frente a ella fumando aquella pipa, era el doble de grande que él y le sacaba buena altura. Un monstruo a su lado.
Era cierto, se había dejado los documentos, aunque no los necesitaba, cada palabra quedaba grabada a juego en su cabeza, y los recuerdos relacionados había despertado de un modo un tanto chocante, la realidad que había esperado había perturbado su conciencia y con su razón.
Humo que exhalo de modo intencionado sobre la pequeña Valeria, creando curvas acariciadoras en su piel y forma.
-Un detalle por su parte, agradecido quedo, aunque lo he visto todo... Y por una vez creo que no podré olvidarlo. -Miró la carpeta de cuero sobre la mesita. Ojos vidriosos que volvieron a ella, una actitud demasiado relajada, su mano grande acaricio la barbilla de ella de un modo efímero, le sonrió con tristeza - ¿Acaso también la pequeña Valeria viene a despedirse de su mascota?
Haytham volvió a sentarse de modo pesado sobre el enorme sofá, y colocó ambos pies sobre el pequeño mueblecito. Uno de los muchos vasos se tambaleo y cayó al suelo. Ni ápice de importancia.
-Quédese, la botella aun no está terminada. Celebremos mi marcha, y hablemos con toda claridad de lo que tú y yo sabemos, de lo que hay en esos papeles. -Había vuelto a tutearla, estaba siendo atrevido y descarado en su trato, efecto de las drogas que soltaban su lengua para más. - ¿Tiene prisa acaso? El cachorro la echará la falta, sí. Aunque no lo crea, me gusta ese muchacho… Aunque le hace falta un poco… -Con su dedo índice se tocó la sien y dio dos golpecitos referido pensar antes de actuar. -...Si no acabará en un hoyo bien pronto.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/06/2016
Localización : París
Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
El humo general de la estancia, le despistó por unos instantes al entrar en aquel lugar. Siempre rodeaba de personas que no debía y en este caso, ir a un lugar en donde ni era invitada ni bien recibida…era peligroso pero ¿Acaso iba a achantarse? No. Tenía un propósito y lo iba a cumplir, costase lo que le costase. Aún no se habían despedido pero ¿cómo iban a hacerlo después de tantas mentiras, acontecimientos vividos?.
Frente a ella, la silueta imponente de aquel hombre ya no un desconocido para sí mismo pero sí para Valeria ¿quién era realmente para ella? ¿aquel hombre herido que forjó una vida de ilusión? O… ¿aquel quien nunca jamás le había dado la espalda aún mereciéndolo? Excepto en aquella noche, en la que la confusión y desesperación ganó la batalla. Por primera vez en estos años, sintió melancolía, anhelo y vergüenza. Quizás, sería la última vez que se viesen, encontrasen cara a cara. Se marcharía, para siempre y la dejaría justo en el mismo lugar en donde se encontraron, en la jaula que sería por siempre la casa Cavey.
-Apenas murió mi padre cuando pude tenerlos en mi poder, leerlos a conciencia. -su tono de voz pausado, intentaba no romperse aún más de lo que ya estaba. Él era la única familia que le quedaba y su marcha sería una perdida importante para la señorita, aunque él no la creyese ¿cómo iba a hacerlo? y ella ¿qué tenía que perder? Nada. Poner excusas no serviría de nada y al menos tendría la oportunidad de explicar ciertas cosas, dudaba que él quisiese escucharla pero poco le importaba… iba a salir de allí siendo esa niña asustada, él pudiese encontrarse con la Valeria del pasado.
Aquella caricia efímera le transportó a un pasado en donde jugaba en el jardín, sola, hablando consigo misma. Rodeada de flores, hierba, sus únicos acompañantes en los juegos infantiles. Se sirvió otra copa, bajando la mirada hasta ésta, intentando encontrar las palabras exactas pero por vez primera, no encontrarlas. Negó con la cabeza, “despedirse de su mascota”. Odiaba ese término, su padre fue quien se lo puso y lo detestaba, más que cualquier otra cosa.
- No vine a despedirme, siempre he sabido que un día te marcharías al igual que como llegaste. Era un hecho, al igual que el simple hecho de tener que ser yo esa persona que te entregase aquello que anhelabas -sonrió con ironía, dando un largo trago a su segunda copa… se sentía pequeña, no sabía ni cómo explicarse. Tomó aire, soltándolo despacio… meditando las palabras, quizás no le creyese o no necesitase oír eso de ella pero sí que ella necesitaba tal cosa. -La pequeña Valeria como tú la llamas… ansiaba tomar las riendas del legado de su padre para evitar algo que fue totalmente imposible, te convertiste en aquella mole que deseaba. Sí, yo lo maté pero no fue por otra razón que para quitarte las cadenas que te ataban a mi apellido, convertirte en mi perro guardián ¿por qué? lo sabes, los documentos hablan por sí solos. Intenté evitar que supieses ciertas cosas y no estuvieses a salvo. Hice lo impensable, también lo más cruel e incluso te marqué aunque eso se ha convertido en una marca más en tu cuerpo… sin más significado que tu libertad …a mi sombra, de forma egoísta
Se llenó el vaso de nuevo, necesitaba decir más pero el hecho de que mentase a Hoör, le hizo chasquear la lengua, dando un largo trago. Si estaba allí, era para darle los documentos, lo que hiciese o no, con quién se relacionase…ya no era asunto suyo.
-No se trata de prisa. Hoör Cannif es muy impulsivo pero no podemos tachar tal cosa como algo en su contra. Todos somos impulsivos aunque digamos que no - dejó escapar un suspiro -No vine hablar de Hoör, si tengo que hablar algo con él, no te incumbe. Sé que no son celos por tu parte, tampoco lo espero. -se encogió de hombros, dejándose vencer en el sofá -Si dije, hice, actúe y obré… fue por querer proteger algo que ya estaba perdido. Tampoco te importa, lo sé…solo conocer quién eres y no voy a negarte conocer tus raíces. Serás feliz al menos sabiendo quien fuiste, pero no sé si quien pudiste ser. No voy a despedirme de ti… nunca te di la bienvenida a mi casa, tu cárcel y la mía… ya somos libres, ahora solo nos queda volar
Frente a ella, la silueta imponente de aquel hombre ya no un desconocido para sí mismo pero sí para Valeria ¿quién era realmente para ella? ¿aquel hombre herido que forjó una vida de ilusión? O… ¿aquel quien nunca jamás le había dado la espalda aún mereciéndolo? Excepto en aquella noche, en la que la confusión y desesperación ganó la batalla. Por primera vez en estos años, sintió melancolía, anhelo y vergüenza. Quizás, sería la última vez que se viesen, encontrasen cara a cara. Se marcharía, para siempre y la dejaría justo en el mismo lugar en donde se encontraron, en la jaula que sería por siempre la casa Cavey.
-Apenas murió mi padre cuando pude tenerlos en mi poder, leerlos a conciencia. -su tono de voz pausado, intentaba no romperse aún más de lo que ya estaba. Él era la única familia que le quedaba y su marcha sería una perdida importante para la señorita, aunque él no la creyese ¿cómo iba a hacerlo? y ella ¿qué tenía que perder? Nada. Poner excusas no serviría de nada y al menos tendría la oportunidad de explicar ciertas cosas, dudaba que él quisiese escucharla pero poco le importaba… iba a salir de allí siendo esa niña asustada, él pudiese encontrarse con la Valeria del pasado.
Aquella caricia efímera le transportó a un pasado en donde jugaba en el jardín, sola, hablando consigo misma. Rodeada de flores, hierba, sus únicos acompañantes en los juegos infantiles. Se sirvió otra copa, bajando la mirada hasta ésta, intentando encontrar las palabras exactas pero por vez primera, no encontrarlas. Negó con la cabeza, “despedirse de su mascota”. Odiaba ese término, su padre fue quien se lo puso y lo detestaba, más que cualquier otra cosa.
- No vine a despedirme, siempre he sabido que un día te marcharías al igual que como llegaste. Era un hecho, al igual que el simple hecho de tener que ser yo esa persona que te entregase aquello que anhelabas -sonrió con ironía, dando un largo trago a su segunda copa… se sentía pequeña, no sabía ni cómo explicarse. Tomó aire, soltándolo despacio… meditando las palabras, quizás no le creyese o no necesitase oír eso de ella pero sí que ella necesitaba tal cosa. -La pequeña Valeria como tú la llamas… ansiaba tomar las riendas del legado de su padre para evitar algo que fue totalmente imposible, te convertiste en aquella mole que deseaba. Sí, yo lo maté pero no fue por otra razón que para quitarte las cadenas que te ataban a mi apellido, convertirte en mi perro guardián ¿por qué? lo sabes, los documentos hablan por sí solos. Intenté evitar que supieses ciertas cosas y no estuvieses a salvo. Hice lo impensable, también lo más cruel e incluso te marqué aunque eso se ha convertido en una marca más en tu cuerpo… sin más significado que tu libertad …a mi sombra, de forma egoísta
Se llenó el vaso de nuevo, necesitaba decir más pero el hecho de que mentase a Hoör, le hizo chasquear la lengua, dando un largo trago. Si estaba allí, era para darle los documentos, lo que hiciese o no, con quién se relacionase…ya no era asunto suyo.
-No se trata de prisa. Hoör Cannif es muy impulsivo pero no podemos tachar tal cosa como algo en su contra. Todos somos impulsivos aunque digamos que no - dejó escapar un suspiro -No vine hablar de Hoör, si tengo que hablar algo con él, no te incumbe. Sé que no son celos por tu parte, tampoco lo espero. -se encogió de hombros, dejándose vencer en el sofá -Si dije, hice, actúe y obré… fue por querer proteger algo que ya estaba perdido. Tampoco te importa, lo sé…solo conocer quién eres y no voy a negarte conocer tus raíces. Serás feliz al menos sabiendo quien fuiste, pero no sé si quien pudiste ser. No voy a despedirme de ti… nunca te di la bienvenida a mi casa, tu cárcel y la mía… ya somos libres, ahora solo nos queda volar
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
Nueva calada a aquella pipa, escuchaba sus palabras con gesto distraído, parecía por un momento no estar escuchándola como si su mente hubiese volado a otro lado. Pero no, era, muy al contrario, estaba bien concentrado en cada una de sus palabras.
-Te creo, Valeria. -El humo salió lento y danzarín entre los labios y la nariz de aquel gigante. Sus siguieron cada uno de sus movimientos, otra copa bebida por la joven. Sin querer sonrió, ponía en duda que ella aguantase tales cantidades y a tal velocidad. -Sé que dejando a un lado tus fantasías infantiles, muy en ese fondo siempre has querido mi bienestar, igual que yo he querido el tuyo… A pesar de todo, y siempre.
No fue un gesto brusco, tampoco meditado. Producto de un recuerdo evocado y efecto secundarios del colocó que llevaba, le hizo sentirse sentimental. La tomo por la cintura y la pego contra su cuerpo, comenzó a acariciarle su rubio cabello como hacía con ella cuando era pequeña, con esa suavidad nada habitual de él, pero que en sus años anteriores se los había a dedicada a ella. La única que un tanto de apego o cariño le había dado a aquel gigante.
-¿Recuerdas cuando venía la tormenta y te calmaba entre mis brazos hasta que te quedabas dormida? -Comenzó a hablar en susurros, mientras enredaba sus grandes dedos entre aquel cabello, dejando aquel calor y aquella caricia amable y a la vez agradable. Siempre había sido protector con ella. -Esa Valeria que temía a la tormenta, Echo de menos esa Valeria, sí.
De nuevo apuro la pipa, y se la paso a Valeria para compartirla. Le hizo ademán como queriéndole decir que no la rechazara, que estaba feo.
Era verdad, sabía desde muy al principio que no querían revelarle la verdad. Todo achacaban a que su mente frágil derivada a la locura. Ella era el único gesto amable que había encontrado en aquel hogar, el único gesto inocente.
Habían pasado años donde ella había sido mandando lejos, el vínculo con lo humano y confortable había sido cortado. Aun recordaba como la pequeña Valeria había regresado toda hecha una mujer, ya no había noches de consuelo de la pequeña. Ni inocentes regalos o gesto protectores. En aquella mujer había visto una frialdad que solo había visto reflejado en su padre, y luego su mirada de admiración a su persona había cambiado, ahora sabía que lo miraba como un hombre, con esa atracción y lujuria con el que otras mujeres le había visto. Cosa que poco caso había dado.
Luego pasaron los pocos meses, y el patriarca “murió”, y se vio confirmada la atracción que ella sentía por su persona.
-Tu padre hizo algo horrible: no dejarme morir. Creo que eso no sabes, pero trajo hechiceros simplemente para devolverme la vida, jugo con magia con que la no debía para retener mi alma aquí… Tenía que haberle matado yo antes, somos unos asesinos Valeria, unos monstruos.
Un chaco llevado por ella, que había abierto aquella caja de Pandora. Que lo había hecho sentirse lo peor, y revolverse contra sus amos. Una mezcla confusa entre atracción sexual con respecto a la pequeña Valeria, y vergüenza. Ahora latente en aquel momento, sumado con la pena que le consumía. Se sentía un alma vació.
-Sabías que ella estaba muerta, que yo mate por ella… Me dejasteis tener esperanza en un fantasma. -Haytham se dejó resbalar por el sofá, y puso su cabeza en el hombro de la joven, sus dedos entrelazados los de ella. Parecía busco un tanto de consuelo. No pudo evitar derramar lágrimas silenciosas - ¿Sabes lo que más me duele? No dejar de amarla… Y eso me mata por dentro.
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
Extraño, pues la sensación de paz por creer sus palabras y el hecho de que deseaba su propio bienestar…esto último, le llevó a la rabia y a la impotencia una vez más. Si quiso su bienestar ¿por qué la atacó aquella noche? Sí, había hecho con él lo que quiso, como el perro leal de su padre pero nunca, jamás le puso en peligro… menos castigado. ¿Qué peor castigo que no saber quién era realmente? No se le ocurría ninguno. Sabía, conocía muy bien la respuesta pero aún así necesitó preguntarle con voz fría al igual que quebrada… porque ambos sabían que se estaban despidiendo a su modo.
-Sé que tal fue tu desesperación que no mediste tu fuerza ni tus actos. Odié a mi padre, me odié a mí misma porque no llegué a tiempo. No te salvé. -la pregunta le costaba formularla, ni siquiera sabía de qué manera debía de hacerlo. Tomó aire, lo soltó con la misma rapidez que dio un largo trago a su copa de whisky, una que medió… ya bebió suficiente pero no importaba porque, necesitaba reunir el valor y las fuerzas para enfrentarse a sus propios fantasmas, conocer respuestas y eso nadie iba a quitárselo
De un trago, se bebió el contenido que le quedaba, sirviéndose otro trago más. La mano diestra, tembló al dejar la botella cerca de ambas copas. No estaban bebiendo juntos, necesitaban ese elixir para por fin sincerarse cuando ya nada importaba. No más máscaras entre ambos, él la conocía de sobra y si se convirtió en un ser sin sentimientos… no fue por culpa de otra persona que su padre, quería que Valeria fuese digna de su sucesión y eso, le arrancó una risa irónica.
-Tú puedes irte, nada te ata aquí. Asumo mi cargo, me casaré como estipula en el contrato y será como si ninguno de los dos nos hubiésemos conocido nunca. Cuando pises tu tierra natal, te pierdas en su aroma… recuerdes, jamás volverá el apellido Cavey a tu mente. No te libero. Te doy tus alas como siempre pretendí, no fue el modo más ortodoxo pero es que no supe hacerlo de otra forma -
Sus orbes, se abrieron de golpe al sentir la enorme mano atraerle como antaño, su fuerza era imposible esquivarla. Volvió a sentirse pequeña, esa niña inocente de larga melena rubia que siempre había estado jugando por su alrededor. Cerró los ojos a tal muestra de cariño, aprecio. Se intentó zafar intentando no caer en el pasado, volver a ser esa pequeña entre sus brazos…sentirse querida y amada, a la sombra de su padre. Haytham fue el único que la quiso tal como era, sin verla como una heredera quien tenía que volverse despiadada para estar donde correspondía. Nadie iba a hacerla sentir como él con ese gesto, un gesto familiar , rememorando los únicos que tuvo en su vida.
-El día de la tormenta, en el que me olvidé de esa Valeria fría y calculadora, en la que realmente te pedí que no me soltaras… como esa niña que fui. Lo pagué caro. ¿Por qué? Te daba un respiro, nos lo dábamos después de tantos años, historias sin fin…plagadas de muerte y desesperación en tu mirada. Eras libre esa maldita noche, la noche en la que recibí la peor decepción, vi en lo que te habías convertido y supe que había fracasado. ¿Por qué Haytham? Solo quiero saber porqué… lo demás me da igual. No me protegiste, me heriste, humillaste… pero no hay peor sensación de haber perdido la batalla, una que tú y yo sabemos cual es. .Porque ya nada será igual, después de esa noche tuve miedo, pavor, temor… desesperanza… y también sé que me lo merecía por haber jugado con fuego a pesar de que mi juego era uno muy distinto porque… yo sí que quería salvarte. Darte la llave, abrieses tu jaula y no volvieses nunca más a tu cárcel. -
Negó con la cabeza, no le contaba nada nuevo. Los hechiceros, los tratos con la magia que aún condenaban a su apellido. Tomó aire para soltarlo, sí que lo sabía. Estaba vivo por la magia. Se separó de él porque mentía, ella no sabía nada de su pasado hasta que leyó los documentos, unos que ella misma le entregó. Su tacto le hizo temblar, no de miedo, si no de añoranza. Él sería siempre la única familia que había tenido, tuvo su motivo por cómo reaccionó aunque no cambiase nada. Sonrió incapaz de entender porqué su padre tuvo que hacerlo, las consecuencias condenarían a los dos.
-Quizás, es mejor que estuvieses muerto -lo dijo sin tapujos, lo sentía de verdad y apretó su mano con fuerza, él sabía porqué lo decía -Si estás vivo, es por alguna razón, tienes otra oportunidad… tu anterior vida te condenó, puedes volver a rehacerla, yo…quería eso. Te olvidarás de tu pasado, hicieras tu vida aquí…en Paris. No creo que terminase obligándote a casarte conmigo, nunca quise eso. Eres lo único real de mi pasado, mi familia y por esa razón… te dejo marchar -se incorporó en el sofá, todo le daba vueltas, no medía sus palabras, solo podía notar como sus lagrimas no dejaban de deslizarse por sus mejillas, ahora rojas….presas de la decepción e impotencia - No puedo condenar a nadie más y lo sabes. No puedo condenarle -
Valeria giró el rostro, buscando su mirada perdida. Su frío corazón se estaba descongelando por segundos al menos por unos cuantos y él viese el miedo que aterraba a la joven.
-No lo hice bien contigo. No te protegí e intento lo mismo…con él. Me ama, ¿Cómo puede amarme, maldita sea? Él no puede ser parte de mi futuro porque no podría soportar si le pasa algo. ¿Qué me pasa Haytham? Preocupándome por alguien que no soy yo misma. Tú te vas, a cavar tu propia tumba y yo me quedo aquí… negándome a cavar la de él, a mí me quieren viva y sabes que harán todo lo posible, conocer mis puntos débiles para atacarme. Es mejor que te marches, el tiempo corre en nuestra contra y solo quiero que tu alma descanse en paz de una vez. Amaste y aún perdiendo la memoria la recuerdas. ¿Y si yo llegara a amar? -se inclinó a él, apartándole las silenciosas lagrimas, como él hacía cuando era una niña -Gracias por cuidarme pero ya… no es tu cometido. Busca respuesta, encuentra las piezas perdidas de tu alma, tu corazón… tú puedes. Yo no - sí, iba a renunciar a todo, estaba dispuesta a renunciar a su felicidad… por justo eso, no ver ante sus ojos como por su culpa alguien volvía a sufrir -Hiciste feliz a la pequeña Valeria, Haytham. Dejaste ver luz cuando todo los días de su vida… eran tormentas -sonrió, mirándole a los ojos, agradeciéndoselo de algún modo, el único que supo.e
-Sé que tal fue tu desesperación que no mediste tu fuerza ni tus actos. Odié a mi padre, me odié a mí misma porque no llegué a tiempo. No te salvé. -la pregunta le costaba formularla, ni siquiera sabía de qué manera debía de hacerlo. Tomó aire, lo soltó con la misma rapidez que dio un largo trago a su copa de whisky, una que medió… ya bebió suficiente pero no importaba porque, necesitaba reunir el valor y las fuerzas para enfrentarse a sus propios fantasmas, conocer respuestas y eso nadie iba a quitárselo
De un trago, se bebió el contenido que le quedaba, sirviéndose otro trago más. La mano diestra, tembló al dejar la botella cerca de ambas copas. No estaban bebiendo juntos, necesitaban ese elixir para por fin sincerarse cuando ya nada importaba. No más máscaras entre ambos, él la conocía de sobra y si se convirtió en un ser sin sentimientos… no fue por culpa de otra persona que su padre, quería que Valeria fuese digna de su sucesión y eso, le arrancó una risa irónica.
-Tú puedes irte, nada te ata aquí. Asumo mi cargo, me casaré como estipula en el contrato y será como si ninguno de los dos nos hubiésemos conocido nunca. Cuando pises tu tierra natal, te pierdas en su aroma… recuerdes, jamás volverá el apellido Cavey a tu mente. No te libero. Te doy tus alas como siempre pretendí, no fue el modo más ortodoxo pero es que no supe hacerlo de otra forma -
Sus orbes, se abrieron de golpe al sentir la enorme mano atraerle como antaño, su fuerza era imposible esquivarla. Volvió a sentirse pequeña, esa niña inocente de larga melena rubia que siempre había estado jugando por su alrededor. Cerró los ojos a tal muestra de cariño, aprecio. Se intentó zafar intentando no caer en el pasado, volver a ser esa pequeña entre sus brazos…sentirse querida y amada, a la sombra de su padre. Haytham fue el único que la quiso tal como era, sin verla como una heredera quien tenía que volverse despiadada para estar donde correspondía. Nadie iba a hacerla sentir como él con ese gesto, un gesto familiar , rememorando los únicos que tuvo en su vida.
-El día de la tormenta, en el que me olvidé de esa Valeria fría y calculadora, en la que realmente te pedí que no me soltaras… como esa niña que fui. Lo pagué caro. ¿Por qué? Te daba un respiro, nos lo dábamos después de tantos años, historias sin fin…plagadas de muerte y desesperación en tu mirada. Eras libre esa maldita noche, la noche en la que recibí la peor decepción, vi en lo que te habías convertido y supe que había fracasado. ¿Por qué Haytham? Solo quiero saber porqué… lo demás me da igual. No me protegiste, me heriste, humillaste… pero no hay peor sensación de haber perdido la batalla, una que tú y yo sabemos cual es. .Porque ya nada será igual, después de esa noche tuve miedo, pavor, temor… desesperanza… y también sé que me lo merecía por haber jugado con fuego a pesar de que mi juego era uno muy distinto porque… yo sí que quería salvarte. Darte la llave, abrieses tu jaula y no volvieses nunca más a tu cárcel. -
Negó con la cabeza, no le contaba nada nuevo. Los hechiceros, los tratos con la magia que aún condenaban a su apellido. Tomó aire para soltarlo, sí que lo sabía. Estaba vivo por la magia. Se separó de él porque mentía, ella no sabía nada de su pasado hasta que leyó los documentos, unos que ella misma le entregó. Su tacto le hizo temblar, no de miedo, si no de añoranza. Él sería siempre la única familia que había tenido, tuvo su motivo por cómo reaccionó aunque no cambiase nada. Sonrió incapaz de entender porqué su padre tuvo que hacerlo, las consecuencias condenarían a los dos.
-Quizás, es mejor que estuvieses muerto -lo dijo sin tapujos, lo sentía de verdad y apretó su mano con fuerza, él sabía porqué lo decía -Si estás vivo, es por alguna razón, tienes otra oportunidad… tu anterior vida te condenó, puedes volver a rehacerla, yo…quería eso. Te olvidarás de tu pasado, hicieras tu vida aquí…en Paris. No creo que terminase obligándote a casarte conmigo, nunca quise eso. Eres lo único real de mi pasado, mi familia y por esa razón… te dejo marchar -se incorporó en el sofá, todo le daba vueltas, no medía sus palabras, solo podía notar como sus lagrimas no dejaban de deslizarse por sus mejillas, ahora rojas….presas de la decepción e impotencia - No puedo condenar a nadie más y lo sabes. No puedo condenarle -
Valeria giró el rostro, buscando su mirada perdida. Su frío corazón se estaba descongelando por segundos al menos por unos cuantos y él viese el miedo que aterraba a la joven.
-No lo hice bien contigo. No te protegí e intento lo mismo…con él. Me ama, ¿Cómo puede amarme, maldita sea? Él no puede ser parte de mi futuro porque no podría soportar si le pasa algo. ¿Qué me pasa Haytham? Preocupándome por alguien que no soy yo misma. Tú te vas, a cavar tu propia tumba y yo me quedo aquí… negándome a cavar la de él, a mí me quieren viva y sabes que harán todo lo posible, conocer mis puntos débiles para atacarme. Es mejor que te marches, el tiempo corre en nuestra contra y solo quiero que tu alma descanse en paz de una vez. Amaste y aún perdiendo la memoria la recuerdas. ¿Y si yo llegara a amar? -se inclinó a él, apartándole las silenciosas lagrimas, como él hacía cuando era una niña -Gracias por cuidarme pero ya… no es tu cometido. Busca respuesta, encuentra las piezas perdidas de tu alma, tu corazón… tú puedes. Yo no - sí, iba a renunciar a todo, estaba dispuesta a renunciar a su felicidad… por justo eso, no ver ante sus ojos como por su culpa alguien volvía a sufrir -Hiciste feliz a la pequeña Valeria, Haytham. Dejaste ver luz cuando todo los días de su vida… eran tormentas -sonrió, mirándole a los ojos, agradeciéndoselo de algún modo, el único que supo.e
Valeria Cavey- Realeza Neerlandesa
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Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
Pequeño cuerpo menudo sobre el que apoyar su cabeza, desde ahí podía embriagarse con su perfume, ella era todo lo contrario a lo que aquel antro representaba. El calor de su cuerpo era reconfortante.
-Todos lo hemos odiado, más solo hemos sido títeres entre sus manos. -Empezó hablar sobre su padre, su voz era calma. -Valeria no podías salvarme de ningún modo, desde que tu padre me arranco del mundo de los muertos estoy condenado a “ese destino” … -Lo decía como si nada, la idea de un suicidio prematura al parecer no le asustaba, más le parecía una oportunidad de calma y paz para su espíritu atormentado. No veía más opción que aquella. -…y tal vez ya no puedas salvarme. Mi historia se acaba aquí.
Le sonríe, y sigue acariciando su rubio cabello como antes hacía. Ella se deja hacer dócilmente, una buena señal ya que no hay rechazo ni desprecio, solo la calma entre ambos y la sinceridad de un último momento.
Caricia agradecida, del limpiar de aquellas lágrimas vertidas. Gentil gesto en aquel demonio que se volvía demasiado humano.
- ¿Sabes cuál es el problema, “pequeña Valeria”? Que estoy tan cansado de vivir en el olvido, que prefiero recordar. -Su voz dice la verdad, está llena de melancolía y calor. La roca resquiebra su coraza dura. En aquella noche está habiendo más palabras de las que habitualmente suele pronunciar. -No voy a poder sacarme tú imagen de mi mente tan fácilmente, como crees, y te estoy siendo sincero. Por mucho que hayas herido mi orgullo, o me hayas humillado. Siempre te he tenido aprecio, y lo sabes…
Evita su mirada, y recuerda la noche de la tormenta a pesar de que su mente es un torrente perdido en la espesa niebla de los opiáceos. Las sensaciones vuelven a su piel, es difícil explicarle porque obrar como tal. Es complicado de hacer entender, es más, ni él lo entiende.
-Señales malinterpretadas, soy un animal, al fin y al cabo, y ya no eres una niña para mis ojos. Pensé en una posibilidad de obtener el beneficio, me cuesta ser blando en el trato con los demás, me conoces y no debe de extrañarte. -Seguía sin mirarla, aunque había notado su miedo en la mirada. -Y al fin y al cabo soy un hombre, Valeria, aunque me hayáis tratado como una máquina sorda, y sin sentido; tengo anhelos y deseos…
Era cierto y de admitir que desde que se había acostado con ella en esa noche, donde le había dejado la marca, había empezado a pensar en ella como un “objeto de deseo prohibido”, despertando en él sentimientos primarios de lujuria.
-No sabes cuánto me arrepintiendo de ello… De que todo se me fuese de las manos. -Esta vez sus ojos verdes fueron capaces de mirarla a la cara, se sentía avergonzado no había duda. -Eso es lo que ocurre cuando tomó un poco de armonía entre mis manos, la destruyo y la convierto en caos.
-Mi vida… -Ríe con sarcasmo. -Volveré al hogar, sabré que es lo que ocurrió con ella, y querré ver esa verdad con mis propios ojos y luego… Todo acabará. -La siguió con los ojos mientras ella rompía su contacto con él para levantarse. Huérfano de aquel calor. -Así que tal vez lo sensato sea que me olvides tu a mí pronto, que te cases con él. Hice un arreglo, una pequeña sorpresa, mi nombre ya no está en la lista y el suyo sí, y mis bienes… -Había extorsionado al notario y todo lo que él quería que fuese verdad y legal ahora lo era, no había sido demasiado complicado. -Ahora son tu legado, pronto tuyos tras mi muerte. Lo he dejado todo bien atado.
Pipa que caía apagándose por la acción del choque contra el suelo, dejando desparramado toda la ceniza posible, al levantarse un poco tambaleante. Toda la noche tomando aquella sustancia y ello altera su físico. Haytham no se da cuenta de la caída de del objeto, su atención está centrada en Valeria.
La hora de a la despedida parecer llegar, al menos por parte de ella. Y sin pensarlo dos veces, la atrapa con su gran brazo, atrayéndola entre sus brazos. Sus dedos atrapan su barbilla y con suavidad hace que incline su rostro, cabellos rubios apartados. Un beso suave posado sobre el cuello, luego otro en su mejilla.
La mole aspira su aroma con deleite, incluso cierra los ojos para dejarse llevar por aquella sensación. No ha soltado su rostro, sus labios busca los de ella con cuidado, primero calmos pidiendo permiso, para no asustarla a la espera de que ella le rechace.
Se ha dejado llevar por un impulso, lo hace porque quiere, y ya le da igual todo. ¿Qué va a perder?
La aparta por un momento, mirada vidriosa que se dirige a los verdes con seriedad y cierta excitación, vuelve a besarla, pero esta vez lo hace con más desenfreno. Se siente como el sediento que buscar el agua, o el agua que busca al sediento.
-Te sonará a locura, pero quiero acostarme contigo… -Frente junto a frente, y sus ojos cerrados por un momento, evitaban mirarla. Entre sus brazos y pegada a su cuerpo la balanceaba levemente. -Acuéstate conmigo, Valeria. – Insistió con seriedad, y la verdad era así. Era su deseo, y no eran que los narcóticos le hubiesen empujado a ello, más bien le había ayudado a sincerarse. -Siempre lo has deseado, y yo te lo he negado; ahora soy yo el que lo deseo y sé cómo me has mirado en estos últimos años. No creo que afecte demasiado en lo que es tu vida. -Sus ojos verdes se enfrentaron a los de ella, hablaba demasiado en serio para tomarse aquello en broma. -Yo no te amo, y tú no me amas; creo que por tu parte esos sentimientos están naciendo por otro lado, y me alegra. Así que, tú eliges… Si no márchate y olvida esta conversación con un hombre muerto.
Última edición por Haytham Cross el Jue Dic 29, 2016 6:00 pm, editado 1 vez
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
Empezaba a acostumbrarse a esa frase “No podrías salvarme”. Ahora sí que se sentía pequeña, no podría salvar a nadie nunca, ni siquiera a sí misma. No solo la historia de Haytham acababa allí, también la de ambos. Una historia que comenzó de la nada y acabó del mismo modo, pues siempre supo que él se marcharía del mismo modo que llegó. Ya no importaba nada, llegaron en un punto en el que jamás podrían volver a atrás ¿si se arrepentía de sus hechos y palabras? Valeria no lo sabía pero al menos, podría volver a su tierra natal.
-Fuimos la única familia que tuvimos en la casa Cavey y así será. No lo sabía, pensé que dejé mucho que desear, ser alguien que alguien pudiese apreciar, querer...sabes que a mí no me mostraron eso precisamente - ella fue la culpable de despertar en él el deseo, por ello, desató aquella noche la bestia en la que se convirtió, un escarmiento por las propias acciones de la joven. Darle vueltas ya no tenía sentido, menos esa noche en la que debía decirle adiós, un adiós siempre presente que no llegaba…hasta hoy.
Sabía perfectamente a qué se refería con aquel “todo acabará”. En el mismo momento que supiese la verdad sobre su esposa, las muertes en el camino y demás…su alma anhelaría unirse a la de que fue el amor de su vida. No lo entendía, comprender eso se le escapaba de las manos pero sin saber porqué…ahora lo comprendía. Cuando se ama, lo demás no importa. Sonrió de medio lado, un tanto aturdida por la bebida, el humo del opio…aquel ambiente extraño. Le sorprendió más que lo de los bienes, lo de Hoör. Él no solo lo aprobaba, veía el futuro de Valeria atado aquel noruego. Una sonrisa, se formó en sus labios carmesís, no habría problema en elegirle… estaba en la lista y no solo eso, la fortuna de Haytham cayó entre sus manos.
-No quiero tu dinero, Haytham. Ya tengo demasiado. Sé que mi padre dispuso la lista y solo podía elegir de ésta. Sabes que me hubiese importado muy poco que Hoör no estuviese en la lista, porque me habría casado con él de todas formas -mirada orgullosa, divertida, lanzada a su compañero de la vida en todos esos años. Todo en esa noche es extraño, no solo son sinceros… también la sorprende. En cuestión de segundos, cuando es atrapada, sus ojos verdes lo miran interrogantes, intentando zafarse a tal cercanía. Ha bebido y fumado, no sabe lo que hace y ella no va a contribuir en que se vuelva a arrepentir de sus actos, además…las cosas han cambiado y mucho, cuando antes lo buscaba…ahora sabía perfectamente cuando era su sitio.
No comprende nada, menos cuando siente aquel beso. Consigue apartarse de él, la bebida la hace más débil pero con la suficientemente fuerza para que el espacio entre ellos vuelva a separarlos. Valeria lo mira con reproche, negando con la cabeza, incapaz de controlar su impulso y golpearle en la mejilla, puro nervio y confusión. Niega con la cabeza, alzando las manos para que no vuelva a acercarse. No debieron cruzar esa línea, ya no lo miraba con el mismo deseo, el deseo de una niña de clase alta que desea obtener lo que quiere en ese instante. Quizás, hasta haya madurado, al menos lo suficiente para saber lo que desea.
-Lo afecta todo. -murmuró sin creerse aún que la haya besado, un beso amargo que no correspondió. No necesitaba eso de él e imaginó que de nuevo, le había mandado ideas equivocadas. Dejó escapar un suspiro, largo y profundo, sopesando las palabras -No, Haytham. Yo no te amo, te aprecio como la única figura masculina de protección, confianza y lealtad… una cosa es esa y otra el amor. No sabía lo que era pero creo que acabo de darme cuenta de la diferencia -se mordió el labio inferior, desviando su mirada a una de las ventanas empañadas… empezaba a entenderlo todo y por ello rió por lo bajo, risa desconcertante. Haytham volvía a abrirle los ojos de alguna manera, confirmar lo que ella ya sabía -Afectaría todo. La culpabilidad, perderlo todo por un acto que ninguno de los dos… le vemos sentido. -tomó aire y lo soltó, acortando las distancias y abrazarlo con sus finos brazos, era enorme… su abrazo siempre le había reconfortado -Gracias por todo, Haytham. Y en ese gracias engloba no solo todo… sin ti mi vida hubiese sido aún más gris. Encuentra tu camino y respuesta… la pequeña Valeria siempre te verá como ese héroe crees que no eres -tambaleante, dio un par de pasos hacia atrás, buscó su mirada y le sonrió…la última vez, se reflejó en los ojos de la joven, le echaría de menos.
-Fuimos la única familia que tuvimos en la casa Cavey y así será. No lo sabía, pensé que dejé mucho que desear, ser alguien que alguien pudiese apreciar, querer...sabes que a mí no me mostraron eso precisamente - ella fue la culpable de despertar en él el deseo, por ello, desató aquella noche la bestia en la que se convirtió, un escarmiento por las propias acciones de la joven. Darle vueltas ya no tenía sentido, menos esa noche en la que debía decirle adiós, un adiós siempre presente que no llegaba…hasta hoy.
Sabía perfectamente a qué se refería con aquel “todo acabará”. En el mismo momento que supiese la verdad sobre su esposa, las muertes en el camino y demás…su alma anhelaría unirse a la de que fue el amor de su vida. No lo entendía, comprender eso se le escapaba de las manos pero sin saber porqué…ahora lo comprendía. Cuando se ama, lo demás no importa. Sonrió de medio lado, un tanto aturdida por la bebida, el humo del opio…aquel ambiente extraño. Le sorprendió más que lo de los bienes, lo de Hoör. Él no solo lo aprobaba, veía el futuro de Valeria atado aquel noruego. Una sonrisa, se formó en sus labios carmesís, no habría problema en elegirle… estaba en la lista y no solo eso, la fortuna de Haytham cayó entre sus manos.
-No quiero tu dinero, Haytham. Ya tengo demasiado. Sé que mi padre dispuso la lista y solo podía elegir de ésta. Sabes que me hubiese importado muy poco que Hoör no estuviese en la lista, porque me habría casado con él de todas formas -mirada orgullosa, divertida, lanzada a su compañero de la vida en todos esos años. Todo en esa noche es extraño, no solo son sinceros… también la sorprende. En cuestión de segundos, cuando es atrapada, sus ojos verdes lo miran interrogantes, intentando zafarse a tal cercanía. Ha bebido y fumado, no sabe lo que hace y ella no va a contribuir en que se vuelva a arrepentir de sus actos, además…las cosas han cambiado y mucho, cuando antes lo buscaba…ahora sabía perfectamente cuando era su sitio.
No comprende nada, menos cuando siente aquel beso. Consigue apartarse de él, la bebida la hace más débil pero con la suficientemente fuerza para que el espacio entre ellos vuelva a separarlos. Valeria lo mira con reproche, negando con la cabeza, incapaz de controlar su impulso y golpearle en la mejilla, puro nervio y confusión. Niega con la cabeza, alzando las manos para que no vuelva a acercarse. No debieron cruzar esa línea, ya no lo miraba con el mismo deseo, el deseo de una niña de clase alta que desea obtener lo que quiere en ese instante. Quizás, hasta haya madurado, al menos lo suficiente para saber lo que desea.
-Lo afecta todo. -murmuró sin creerse aún que la haya besado, un beso amargo que no correspondió. No necesitaba eso de él e imaginó que de nuevo, le había mandado ideas equivocadas. Dejó escapar un suspiro, largo y profundo, sopesando las palabras -No, Haytham. Yo no te amo, te aprecio como la única figura masculina de protección, confianza y lealtad… una cosa es esa y otra el amor. No sabía lo que era pero creo que acabo de darme cuenta de la diferencia -se mordió el labio inferior, desviando su mirada a una de las ventanas empañadas… empezaba a entenderlo todo y por ello rió por lo bajo, risa desconcertante. Haytham volvía a abrirle los ojos de alguna manera, confirmar lo que ella ya sabía -Afectaría todo. La culpabilidad, perderlo todo por un acto que ninguno de los dos… le vemos sentido. -tomó aire y lo soltó, acortando las distancias y abrazarlo con sus finos brazos, era enorme… su abrazo siempre le había reconfortado -Gracias por todo, Haytham. Y en ese gracias engloba no solo todo… sin ti mi vida hubiese sido aún más gris. Encuentra tu camino y respuesta… la pequeña Valeria siempre te verá como ese héroe crees que no eres -tambaleante, dio un par de pasos hacia atrás, buscó su mirada y le sonrió…la última vez, se reflejó en los ojos de la joven, le echaría de menos.
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Re: "Abandone toda esperanza... [Valeria Cavey]
Él la había besado con ganas y voluntad, no era el simple el efecto de todo aquello que había ingerido en aquella noche, más bien aquello le había ayudado a quitarse barreras y por así decirlo, hacerlo sin restricciones. Era la primera vez que la besaba por gusto y voluntad.
Ciertamente la había visto como una niña durante demasiados años, pero su concepto sobre ella había cambiado a en su totalidad, en las sombras y como contradicción en sus pensamientos, la había deseado, la deseaba en aquel momento y la desearía.
Rechazo y sorpresa, no sé porque, pero no se esperaba aquello. Llevaban demasiado años sabiendo como ella le miraba, sabiendo de sus fantasías con respecto a su persona y luego las vio cumplidas dentro de su mandato. La deja alejarse sin mucho esfuerzo, ni iba a forzar las cosas, tenía control sobre sí mismo y respetaba lo que ella sentía.
Por una vez él era el que la deseaba, el que quería ceder a ella y a su cuerpo, pero no iba a ser así. Haber abierto aquella puerta, aquella pequeña debilidad de la carne.
Mano llevada a la cabeza, se sentía un tanto confuso y atolondrado. En su rostro no pudo disimilar la Sabía perfectamente que ella estaba enamorada de aquel cachorro, lo había notado, su cambio. Era como si aquel corazón negro y helado hubiese fundido para volverse más humanizado. Pero él no le había propuesto algo sentimental, más bien algo físico, una última vez.
Un abrazo que realmente sintió como ajeno, y como siempre era mudo en sus palabras. Hombre de poco diálogo. No supo por qué, pero sintió el tener que marcharse, él dejarla volar, y el hecho que dejase de serle útil. Aquello lo apeno con profundidad, sintió el sentido más perdido a sus pasos.
-Lo tiene… -Solo pudo decir en voz muy bajita, y no supo si ella lo escuchó o no, ya qu ese había alejado. Por última vez ambas miradas se cruzaron, una última vez. Todo había acabado, y él lo sentía, más que nunca en las dudas y confusión, de su había hecho bien en dejarla marcharse o si haría bien en terminar con aquello al otro lado del mar. La segunda opción era la más apropiada, su presencia allí no tenía sentido alguno, un complemento para la vida de otra persona que ya, no era necesaria.
“Adiós Valeria,no me eches de menos” Último pensamiento para la que fue su protegida, y un sentir que se iba a quedar reservado, secreto, y sin desvelar en su interior guardando ya a ser enterrado por la misma muerte…
Haytham Cross- Humano Clase Alta
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