AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noches de Tango y Vals {P.V}
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Noches de Tango y Vals {P.V}
La noche otoñal sin nubes hacía que fuera el día perfecto para esa reunión, la luna, creciente y clara, parecía teñir las calles de plata y las hermanas Van der Faye, hacían acto de presencia en el salón donde la música ya sonaba con fuerza mientras los camareros bailaban entre la gente portando bandejas repletas de copas.
Encasquetadas en sus vestidos, con aires de disgusto por parte de una, y de indiferencia de la otra, tomaban champagne en un rincón, alejadas de miradas curiosas y nobles presuntuosos. La pequeña de las Van der Faye charlaba alegre con su hermana acerca de lo divertido que sería ver caer a alguna de las damiselas lloronas que caminaban en persecución de marido, mirando, en concreto, a una chiquilla de vestido rosa que acosaba a un hombre poco mayor que ella.
Caminaba a su alrededor, corría a sus espaldas y hablaba con él recibiendo respuestas secas, a Summer no podía parecerle más graciosa la cara de incomodidad que llevaba el pobre caballero pintada en la cara, mientras la jovencita, desesperada por un elojio, se entusiasmaba por cualquier mirada, por incomodo que él otro pareciera sentirse.
Tan centrada estaba riendose con suavidad de la escena escondida tras su copa, que no notó la desaparición de Winter, tal vez hubiera salido a pasear, o, cansada, se hubiera ido a algún cuarto donde estar sola, sabía que no le gustaban ese tipo de eventos. Para Summer tampoco eran santo de su devoción, pero sabía que su obligación era dar la cara para que las familias de alta cuna y dinero supieran de su presencia en París, y fuera más o menos sociable, iba a cumplir con la promesa hecha a sus padres de mantener en alto el nombre de la familia, solo esperaba que no llovieran golpes como solía pasar cuando alguien se acercaba a su hermana más de lo debido.
- Bueno.- suspiró dejando la espalda en la pared, y mirando la sala, dando un nuevo sorbo a su copa burbujeante.- la noche será larga.- musitó para si, intentando no perder la sonrisa, por si alguien la veía.
Encasquetadas en sus vestidos, con aires de disgusto por parte de una, y de indiferencia de la otra, tomaban champagne en un rincón, alejadas de miradas curiosas y nobles presuntuosos. La pequeña de las Van der Faye charlaba alegre con su hermana acerca de lo divertido que sería ver caer a alguna de las damiselas lloronas que caminaban en persecución de marido, mirando, en concreto, a una chiquilla de vestido rosa que acosaba a un hombre poco mayor que ella.
Caminaba a su alrededor, corría a sus espaldas y hablaba con él recibiendo respuestas secas, a Summer no podía parecerle más graciosa la cara de incomodidad que llevaba el pobre caballero pintada en la cara, mientras la jovencita, desesperada por un elojio, se entusiasmaba por cualquier mirada, por incomodo que él otro pareciera sentirse.
Tan centrada estaba riendose con suavidad de la escena escondida tras su copa, que no notó la desaparición de Winter, tal vez hubiera salido a pasear, o, cansada, se hubiera ido a algún cuarto donde estar sola, sabía que no le gustaban ese tipo de eventos. Para Summer tampoco eran santo de su devoción, pero sabía que su obligación era dar la cara para que las familias de alta cuna y dinero supieran de su presencia en París, y fuera más o menos sociable, iba a cumplir con la promesa hecha a sus padres de mantener en alto el nombre de la familia, solo esperaba que no llovieran golpes como solía pasar cuando alguien se acercaba a su hermana más de lo debido.
- Bueno.- suspiró dejando la espalda en la pared, y mirando la sala, dando un nuevo sorbo a su copa burbujeante.- la noche será larga.- musitó para si, intentando no perder la sonrisa, por si alguien la veía.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/11/2016
Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Varek acomodó la corbata aterciopelada en su cuello, creando un nudo perfecto con una destreza increíble. Sin prestar atención a la acción alzó su mirada hasta posarla sobre su hermano, que aun, tras tantos años seguía siendo poco atrevido con la hazaña - Ven - le dijo mientras acomodaba su corbata bajo su chaqueta y caminaba hasta su hermano. Cogió la corbata de su cuello y comenzó a anudarla. Le gustaba salir con el moreno, le gustaba pero a la vez le ponía algo nervioso no saber cómo podía acabar la noche. Además la luna llena reinaba aquella no que, provocando que desde que pusieran ambos un pie en la calle estuviesen en desventaja ante cualquier ataque. Jean llevaba años sin saber nada sobre en mundo sobrenatural que nos rodeaba, y el mayor de los hermano trataba concienzudamente que siguiese siendo así el mayor de años posibles. La desgracia llegó hace unas semanas cuando le confesó que había conocido a una mujer pero las lagunas eran mayores a los recuerdos y no había que ser muy astuto para saber quien había jugado con sus recuerdos. Además estaba marcado en el cuello.
Cuando llegaron a el palacio un sirviente se hizo cargo de atenderles y servirles a ambos una copa. El gran salón estaba plagado de personas bien vestidas que no dejaban de hablar, muchos bailan y otros simplemente trataban de pasar desapercibidos. Aquel era el plan preferido de Varek, pero los Lachance eran dos solteros de oro y pasar desapercibidos no era un opción.
Una mujer enorme se acercó a Jean y Varek alzó la ceja sorprendido, quería consenso sobre abogacía y el heredero sobraba en esa escena, apoyando su mano sobre le hombro de su hermano se alejó dejandole charlar con tranquilidad cuando una muchacha de vestido Rosa le abordó por el camino - Michelle - le saludó Varek y comenzó lo que el joven trataba de evitar a toda costa, el acoso y derribo de una cría que quería llevárselo a la cama y que le pusiera un anillo en el dedo.
Cuando llegaron a el palacio un sirviente se hizo cargo de atenderles y servirles a ambos una copa. El gran salón estaba plagado de personas bien vestidas que no dejaban de hablar, muchos bailan y otros simplemente trataban de pasar desapercibidos. Aquel era el plan preferido de Varek, pero los Lachance eran dos solteros de oro y pasar desapercibidos no era un opción.
Una mujer enorme se acercó a Jean y Varek alzó la ceja sorprendido, quería consenso sobre abogacía y el heredero sobraba en esa escena, apoyando su mano sobre le hombro de su hermano se alejó dejandole charlar con tranquilidad cuando una muchacha de vestido Rosa le abordó por el camino - Michelle - le saludó Varek y comenzó lo que el joven trataba de evitar a toda costa, el acoso y derribo de una cría que quería llevárselo a la cama y que le pusiera un anillo en el dedo.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Siguió observando el salón, agradeciendo que los vestidos pomposos y las pelucas enormes que ella se negaba a usar, y que la cubrían de los que buscaban una conquista fácil, pocas o ningunas ganas tenía de salir a bailar con un desconocido pomposo, los caballeros franceses no tenían demasiada buena fama, decían que eran pomposos, aburridos, y afeminados, y, por lo que veía en el salon, su fama les precedía.
Estaba toda la flor y nata de la sociedad francesa, pero no veía uno solo que mereciera la pena, ni siquiera para divertirse un rato, no pensaba que, siquiera, fueran validos para hablar de algo interesante, probablemente solo se centrarían en conversaciones huecas como nuevos vestidos, colores, algún cuadro tal vez, los que quisieran ir de intelectuales, pero, basicamente, aburrimiento.
Volvió a fijar su mirada en el caballero al que perseguía una chiquilla, probablemente más joven y menuda que ella, vestida con un pesado vestido rosado. Se mordió el labio, intentando no reir, al ver a la joven colgarse del brazo del hombre moreno, quien, cansado, parecía arrastrarla con disgusto. Dio un sorbo de su copa y tuvo que aguantarse la risa para no escupir la bebida de nuevo al vaso, la joven se había plantado frente al pobre hombre que, con postura exasperada, al menos eso parecía ver Summer desde la distancia, parecía luchar entre apartarla de un empujon y correr o levantarla y dejarla frente a otro para que llamase su atención y lo dejase en paz.
Solo cuando se giró y pudo ver el perfíl del caballero distinguió al señor Lanchance, ese cazador que la había ayudado un par de noches atrás, un hombre tan serio y seco como se lo había parecido, siendo perseguido por una niña que, claramente lo estresaba, la voz aguda de la muchacha se escuchaba incluso desde su posición alejada, él debía estar controlándose como en la vida para no darle una patada y hacer volar a esa bolita rosada.
Con un suspiro, dejó la copa casi vacía en la mesa a su lado, estiró su sencillo vestido azul, y caminó a través del salón hasta llegar junto a Varek, como si fuera algo natural, pasó su brazo por el de él, enredándolo, justo cuando la banda de música comenzaba a sonar, con la primera melodía agradable de la noche. Sonrió a la chiquilla que, estupefacta, la miraba, casi ofendida.
- Discúlpeme Madmoiselle,- dijo con un suave acento extranjero, esperando conseguir la compasión de la chiquilla, para que eso y la sorpresa le ahorrasen una pataleta.- pero he de robárle al Señor de Lanchance, me prometió un baile como bienvenida, y me gustaría que cumpliera su palabra.- dijo antes de tirar un poco de él y sonreirle, ya cerca del resto de bailarines, sin dar tiempo a reaccionar a la joven de rosa.- Le he salvado, y lo sabe.- le sonrió satisfecha, sintiéndose útil.
Estaba toda la flor y nata de la sociedad francesa, pero no veía uno solo que mereciera la pena, ni siquiera para divertirse un rato, no pensaba que, siquiera, fueran validos para hablar de algo interesante, probablemente solo se centrarían en conversaciones huecas como nuevos vestidos, colores, algún cuadro tal vez, los que quisieran ir de intelectuales, pero, basicamente, aburrimiento.
Volvió a fijar su mirada en el caballero al que perseguía una chiquilla, probablemente más joven y menuda que ella, vestida con un pesado vestido rosado. Se mordió el labio, intentando no reir, al ver a la joven colgarse del brazo del hombre moreno, quien, cansado, parecía arrastrarla con disgusto. Dio un sorbo de su copa y tuvo que aguantarse la risa para no escupir la bebida de nuevo al vaso, la joven se había plantado frente al pobre hombre que, con postura exasperada, al menos eso parecía ver Summer desde la distancia, parecía luchar entre apartarla de un empujon y correr o levantarla y dejarla frente a otro para que llamase su atención y lo dejase en paz.
Solo cuando se giró y pudo ver el perfíl del caballero distinguió al señor Lanchance, ese cazador que la había ayudado un par de noches atrás, un hombre tan serio y seco como se lo había parecido, siendo perseguido por una niña que, claramente lo estresaba, la voz aguda de la muchacha se escuchaba incluso desde su posición alejada, él debía estar controlándose como en la vida para no darle una patada y hacer volar a esa bolita rosada.
Con un suspiro, dejó la copa casi vacía en la mesa a su lado, estiró su sencillo vestido azul, y caminó a través del salón hasta llegar junto a Varek, como si fuera algo natural, pasó su brazo por el de él, enredándolo, justo cuando la banda de música comenzaba a sonar, con la primera melodía agradable de la noche. Sonrió a la chiquilla que, estupefacta, la miraba, casi ofendida.
- Discúlpeme Madmoiselle,- dijo con un suave acento extranjero, esperando conseguir la compasión de la chiquilla, para que eso y la sorpresa le ahorrasen una pataleta.- pero he de robárle al Señor de Lanchance, me prometió un baile como bienvenida, y me gustaría que cumpliera su palabra.- dijo antes de tirar un poco de él y sonreirle, ya cerca del resto de bailarines, sin dar tiempo a reaccionar a la joven de rosa.- Le he salvado, y lo sabe.- le sonrió satisfecha, sintiéndose útil.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
La muchacha de vestido rosa trata de intentar sonsacarle a Varek su plan para mañana, pero cuando Varek le explica con delicadeza que no cree en la iglesia, el rostro de la muchacha cambia quedándose blanco y serio. Es entonces cuando Varek se centra él, disfrutando de la reacción que ha provocado.
Apenas 3 segundos después, la mujer vuelve al ataque, y el cazador suelta un sonoro suspiro cuando otra vocecilla les interrumpe. Varek mira por encima de su hombro y se sorprende al ver a Summer Van der Faye, la cazadora de la noche pasada - Mierda - piensa Varek para si mismo, le ha proporcionado la confianza suficiente para que también le taladre la cabeza.
Varek se deja arrastrar hasta la pista de baile - No me sé es- comienza pero Summer le ignora y sigue bailando, arrastrando torpemente le cuerpo de Varek. Sin duda había sido peor el remedio que la enfermad. Por suerte la canción finaliza y comienza a sonar otra más reconocida por el cazador, que agarrando la mano de la mujer comienza a danzar sin mucho animo, pero con pasos elegantes y perfecto, armoniosos. Los años que llevaba bailando le había servido para parecer un profesional.
Cuando finalizó e hicieron el saludo final, Varek caminó sin despedirse hasta la terraza, cogiendo una copa de champang por el camino. La terraza está alumbrada por un par de antorchas, pero es tan inmensa que apenas la luz abarca lo suficiente para mantenerla completamente alumbrada. El heredero se sitúa bajo una negrura, apoyando su copa sobre el mármol de la barandilla que separa el "balcón" con el jardín. Apoya sus manos a el lado y niega con la cabeza unos segundos antes de sacar un cigarrillo para fumárselo.
Apenas 3 segundos después, la mujer vuelve al ataque, y el cazador suelta un sonoro suspiro cuando otra vocecilla les interrumpe. Varek mira por encima de su hombro y se sorprende al ver a Summer Van der Faye, la cazadora de la noche pasada - Mierda - piensa Varek para si mismo, le ha proporcionado la confianza suficiente para que también le taladre la cabeza.
Varek se deja arrastrar hasta la pista de baile - No me sé es- comienza pero Summer le ignora y sigue bailando, arrastrando torpemente le cuerpo de Varek. Sin duda había sido peor el remedio que la enfermad. Por suerte la canción finaliza y comienza a sonar otra más reconocida por el cazador, que agarrando la mano de la mujer comienza a danzar sin mucho animo, pero con pasos elegantes y perfecto, armoniosos. Los años que llevaba bailando le había servido para parecer un profesional.
Cuando finalizó e hicieron el saludo final, Varek caminó sin despedirse hasta la terraza, cogiendo una copa de champang por el camino. La terraza está alumbrada por un par de antorchas, pero es tan inmensa que apenas la luz abarca lo suficiente para mantenerla completamente alumbrada. El heredero se sitúa bajo una negrura, apoyando su copa sobre el mármol de la barandilla que separa el "balcón" con el jardín. Apoya sus manos a el lado y niega con la cabeza unos segundos antes de sacar un cigarrillo para fumárselo.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Le hizo una señal con el dedo para que guardase silencio, la chica del vestido rosa los miraba con gesto ofendido, y mejor sería no molestarla más, no quería ganarse enemigos tan pronto. Comenzaron a bailar a mitad de canción, de forma algo torpe. Era un vals austriaco, y no a todo el mundo le gustaba ese baile, era usual aprender a bailar el vienés, que tenía más fama.
La música no tardó en acabar para dar inicio a otra diferente, pensaba alejarse, ya había cumplido su función al sacarlo del embrollo con la joven de pomposo vestido rosa, pero se sorprendió al ver que el señor de Lanchance decidía bailar otra pieza, esta vez, con mucha más elegancia que la anterior. Se notaba que ese baile si lo conocía, porque, aunque ella no es que fuera una experta bailarina, ni mucho menos, hacía que los movimientos pasaran con fluidez.
En silencio, un silencio que debía haber incomodado a más de uno, miró los rasgos serios de su pareja de baile, y aguantó una sonrisa por no ofenderlo, su cara de concentración lo hacía ver más serio que cuando lo encontró en el bosque, casi parecía que le supusiera más esfuerzo bailar que matar vampiros.
Acabó la pieza sin que llegasen a intercambiar una sola palabra y pronto el señor Lanchance se marchó a quien sabía donde, sin un solo "gracias". Suspiró poniendo los brazos en jarras dispuesta a salir de la pista, cuando un caballero de dudosa armadura se acercó con modos demasiado finos, casi era más femenino él que ella.
Summer intentó alejarse, despacio, de espaldas, negando con la cabeza y con excusas pobres, pero no quería bailar, en realidad, esa noche se había querido quedar apartada, si hubiera sabido que no le iban a dar ni las gracias, no habría salido en ayuda del señor Lanchance. Salió directa al balcón, escapando como podía, cogiendo, de una mesa cercana, una botella de Wisky llena hasta la mitad.
Apoyandose en la balaustrada del balcón, creyendo que no había nadie, abrió la botella y dio un trago con un suspiro, dejando escapar una mueca al notar el alcohol bajarle por la garganta, ardiendo. La música a sus espaldas seguía sonando y las cortinas se movían por el viento cubriéndola.
- Con lo tranquilita que estaba en casa.- comentó antes de escuchar una copa chocar contra la piedra del balcón, con suavidad. Alzó la vista y vio al cazador a su lado.- ¿pero tu no te habías ido?- preguntó sentándose sobre la piedra de un salto, botella en mano.- ¿quieres?- le ofreció.
La música no tardó en acabar para dar inicio a otra diferente, pensaba alejarse, ya había cumplido su función al sacarlo del embrollo con la joven de pomposo vestido rosa, pero se sorprendió al ver que el señor de Lanchance decidía bailar otra pieza, esta vez, con mucha más elegancia que la anterior. Se notaba que ese baile si lo conocía, porque, aunque ella no es que fuera una experta bailarina, ni mucho menos, hacía que los movimientos pasaran con fluidez.
En silencio, un silencio que debía haber incomodado a más de uno, miró los rasgos serios de su pareja de baile, y aguantó una sonrisa por no ofenderlo, su cara de concentración lo hacía ver más serio que cuando lo encontró en el bosque, casi parecía que le supusiera más esfuerzo bailar que matar vampiros.
Acabó la pieza sin que llegasen a intercambiar una sola palabra y pronto el señor Lanchance se marchó a quien sabía donde, sin un solo "gracias". Suspiró poniendo los brazos en jarras dispuesta a salir de la pista, cuando un caballero de dudosa armadura se acercó con modos demasiado finos, casi era más femenino él que ella.
Summer intentó alejarse, despacio, de espaldas, negando con la cabeza y con excusas pobres, pero no quería bailar, en realidad, esa noche se había querido quedar apartada, si hubiera sabido que no le iban a dar ni las gracias, no habría salido en ayuda del señor Lanchance. Salió directa al balcón, escapando como podía, cogiendo, de una mesa cercana, una botella de Wisky llena hasta la mitad.
Apoyandose en la balaustrada del balcón, creyendo que no había nadie, abrió la botella y dio un trago con un suspiro, dejando escapar una mueca al notar el alcohol bajarle por la garganta, ardiendo. La música a sus espaldas seguía sonando y las cortinas se movían por el viento cubriéndola.
- Con lo tranquilita que estaba en casa.- comentó antes de escuchar una copa chocar contra la piedra del balcón, con suavidad. Alzó la vista y vio al cazador a su lado.- ¿pero tu no te habías ido?- preguntó sentándose sobre la piedra de un salto, botella en mano.- ¿quieres?- le ofreció.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Varek encendió su cigarro valiéndose de una de las lámparas de la balconada. Cuando giró sus pies se encontró de nuevo con la muchacha que se había empeñado en hacerle la noche eterna y lenta. Se acercó con pausados pasos, echando el humo por la boca en dirección al cielo. Le sorprendía que la muchacha no se hubiese percatado de que el cazador prefería estar sólo. Que ya la había rechazado una vez y no tenía que haber necesidad de forzar una segunda. Sim embargo la mujer agarrando su pomposa vestimenta dio un salto sentándose en el mármol junto a él.
No acababa de acostumbrarse a ver a una mujer haciendo aquellos gestos y movimientos, para él no dejaba de ser una muchacha de clase alta, pero por mucho que vistiera así, para nada lo era. Al menos no su actitud. Había triado consigo una botella, que no dudó en abrir y beber de ella. Varek sacudió la cabeza horrorizado, a pesar de todo no podía, o su razonamiento no le permitía aceptar aquella actitud de una señorita.
Alzó su cabeza para ver que nadie les observaba y con un tono respetuoso le pidió que bajase de la balaustrada – No, mademoiselle y le recomendaría que volviese a poner los pies en tierra firme – le ofreció su mano para que no se magullase ni acabase en el suelo. Algo dentro de él le recordaba que hablaba con una cazadora, pero que no por eso podía permitirse aquella falta de educación.
Con un gesto de cabeza e intrigado por la actitud de la pequeña, la convidó a pasear por el oscuro jardín, evitando atentas y discretas miradas.
No acababa de acostumbrarse a ver a una mujer haciendo aquellos gestos y movimientos, para él no dejaba de ser una muchacha de clase alta, pero por mucho que vistiera así, para nada lo era. Al menos no su actitud. Había triado consigo una botella, que no dudó en abrir y beber de ella. Varek sacudió la cabeza horrorizado, a pesar de todo no podía, o su razonamiento no le permitía aceptar aquella actitud de una señorita.
Alzó su cabeza para ver que nadie les observaba y con un tono respetuoso le pidió que bajase de la balaustrada – No, mademoiselle y le recomendaría que volviese a poner los pies en tierra firme – le ofreció su mano para que no se magullase ni acabase en el suelo. Algo dentro de él le recordaba que hablaba con una cazadora, pero que no por eso podía permitirse aquella falta de educación.
Con un gesto de cabeza e intrigado por la actitud de la pequeña, la convidó a pasear por el oscuro jardín, evitando atentas y discretas miradas.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Suspiró dejándo la botella sobre la barandilla y aceptó la mano del señor Lanchance para bajar. Si hubiera sabido que había alguien delante, no habría actuado como lo había hecho, pero, una vez, ya había perdido todo lo de dama que solía tener en público, se había ido. Tendría que haber tenido más cuidado, solo su hermana podía verla tal y como había actuado en ese momento, despreocupada y con los modales de una niña, una niña crecidita.
Retiró un mechón de pelo de su cara y estiro ese incómodo vestido para asegurarse de que estaba en su sitio antes de comenzar a bajar unas escalinatas hasta el jardín. Solitario y amplio, con una fuente en el centro, pacífico, justo lo contrario al interior del salón.
- Lo siento, te he dado una mala impresión.- suspiró alzando la cabeza al cielo.- pensaba que no me vería nadie, y sinceramente, después de que me vieras, pues de perdidos al río.- bajó de nuevo la cabeza.- Perdón.- repitió.
Se alejó en dirección a la fuente y miró el agua, fresca y clara, que reflejaba la luna en el fondo. Suponía que el hombre le retiraría la palabra, la primera persona en París que la odiaría, estaba claro que tenía un don para caer mal a la gente, no sabía como se las apañaba. Se sentó en la orilla de la fuente, se quitó un guante y comenzó a jugar con el agua, no haría amigos en la vida a ese paso.
Retiró un mechón de pelo de su cara y estiro ese incómodo vestido para asegurarse de que estaba en su sitio antes de comenzar a bajar unas escalinatas hasta el jardín. Solitario y amplio, con una fuente en el centro, pacífico, justo lo contrario al interior del salón.
- Lo siento, te he dado una mala impresión.- suspiró alzando la cabeza al cielo.- pensaba que no me vería nadie, y sinceramente, después de que me vieras, pues de perdidos al río.- bajó de nuevo la cabeza.- Perdón.- repitió.
Se alejó en dirección a la fuente y miró el agua, fresca y clara, que reflejaba la luna en el fondo. Suponía que el hombre le retiraría la palabra, la primera persona en París que la odiaría, estaba claro que tenía un don para caer mal a la gente, no sabía como se las apañaba. Se sentó en la orilla de la fuente, se quitó un guante y comenzó a jugar con el agua, no haría amigos en la vida a ese paso.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Caminaron hacía el laberinto que había bajo la balaustrada. Adornado con grandes setos verdes, cortados a la perfección, el camino de piedras redondas y blancas, les dirigió por la oscuridad hasta el centro del laberinto, pues este no era muy difícil ya que era simétrico. El cazador conocía a la perfección aquellos rincones, y sabía que una vez dentro quedaban bastante arropados por la oscuridad y los altos arboles. En medio de la plaza había una fuente redonda, con un cupido en medio. El pequeño llevaba un arcos con flechas de punta de corazón y de su boca salía un chorro de agua cristalino, que brillaba bajo el respaldor de la luna. Summer valiéndose de su habilidad para acomodarse le vestido, se sentó en el pequeño muro que perfilaba la fuente, y se concentró en mirar el reflejo de la luna en el agua. Los peces de vez en cuando con sus aleteo, lo volvían borroso y difuso, creando pequeñas estelas alrededor de su pequeños cuerpos de colores.
La mujer confesó avergonzada que lo sentía y Varek la miró desde la altura, consumiendo su cigarrillo. No quería haber juzgado a la pequeña, pero aquella forma de actuar le había obligado a hacerlo de forma inconsciente y de una forma bastante dura. Siempre había considerado que cada uno debía hacerse valer por si mismo y asumir los errores con sus consecuencias y aquello estaba siendo la consecuencia de sus actos. El joven no dejaba de ver a una pequeña muchacha, que aun tenía mucho que vivir y que se había ido a encontrar con el mayor y no con el joven ce los Lachance. Pues seguramente, Jean, había disfrutado mucho más de la compañía de ella que él.
Varek dejo caer el cigarrillo y lo observó consumirse hasta prácticamente desaparecer, tomó asiento al lado de Summer y alzó sus ojos al cielo - Olvidado - la miró con seriedad - ¿Y ahora, qué? - le preguntó con interés. ¿Porqué la chica le llamaba y buscaba? Qué podía querer de él? No era más que un viejo aburrido.
La mujer confesó avergonzada que lo sentía y Varek la miró desde la altura, consumiendo su cigarrillo. No quería haber juzgado a la pequeña, pero aquella forma de actuar le había obligado a hacerlo de forma inconsciente y de una forma bastante dura. Siempre había considerado que cada uno debía hacerse valer por si mismo y asumir los errores con sus consecuencias y aquello estaba siendo la consecuencia de sus actos. El joven no dejaba de ver a una pequeña muchacha, que aun tenía mucho que vivir y que se había ido a encontrar con el mayor y no con el joven ce los Lachance. Pues seguramente, Jean, había disfrutado mucho más de la compañía de ella que él.
Varek dejo caer el cigarrillo y lo observó consumirse hasta prácticamente desaparecer, tomó asiento al lado de Summer y alzó sus ojos al cielo - Olvidado - la miró con seriedad - ¿Y ahora, qué? - le preguntó con interés. ¿Porqué la chica le llamaba y buscaba? Qué podía querer de él? No era más que un viejo aburrido.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Alzó la cabeza para mirar al hombre, no entendía que quería decir con “ahora qué”. Era él quien la había invitado a pasear por el jardín, probablemente para pegarle alguna bronca por no ser una dama. Pero es que, en el fondo, Summer no era una damisela, sus padres la habían educado para comportarse en sociedad, pero, sobretodo, era cazadora.
Su lugar por excelencia era el bosque, la ciudad, las sombras. Lo sabía desde que había pisado por primera vez la hierva, y se había puesto a correr, la primera vez que le habían dado un cuchillo, lo había sabido, nunca sería una dama, no en privado, al menos, era una cazadora, y lo sería siempre, por mucho que lo intentara esconder de los demás, sería siempre una cazadora.
Pero seguía sin saber a que se refería con su pregunta. Suspiró y bajó de la fuente acercándose a los setos que formaban el laberinto del jardín. Había flores abiertas, Galanes de noche. Le encantaban esas flores. Tenían un aroma delicioso, y crecían en los peores lugares, hasta alturas increíbles, enredándose en cualquier lugar, haciendo lo que necesitasen para alcanzar la luna.
- No sabía que estaba en el balcón.- le explicó.- en realidad, solo fui a ayudar porque vi que había un saco de tafetán rosa persiguiéndole.- rió un poco.- No creí que volvería a verle esta noche.- dijo arrancando una flor.- Trabajo con plantas, ¿sabe?- Comentó oliendo la flor.- Esta en concreto tiene unos fuertes efectos relajantes.- Se acercó a él, poniendo la flor en la solapa de su chaqueta.- Pero en realidad, a mi me gusta porque es preciosa, y porque tiene una historia preciosa.- Acabó de enredar la flor en la solapa.- Da suerte a los que buscan el amor, espero que encuentre a su dama esta noche, y siento si era la joven del pompon rosa, creo que esa conquista se la he fastidiado al intentar hacer una buena obra.- Dijo caminando un par de pasos hacia delante.
Tomó otra flor y comenzó a darle vueltas en sus dedos, jugando con ella llegando a la esquina donde giraba el laberinto. No sabía si sabría salir de allí. Espero allí, y giró a mirar al hombre con una ligera sonrisa. Probablemente volviera a la fiesta, aunque ella prefería caminar un rato más, así que, antes de irse por su cuenta, se giró a mirarlo.
- ¿Viene?- le preguntó con suavidad.
Su lugar por excelencia era el bosque, la ciudad, las sombras. Lo sabía desde que había pisado por primera vez la hierva, y se había puesto a correr, la primera vez que le habían dado un cuchillo, lo había sabido, nunca sería una dama, no en privado, al menos, era una cazadora, y lo sería siempre, por mucho que lo intentara esconder de los demás, sería siempre una cazadora.
Pero seguía sin saber a que se refería con su pregunta. Suspiró y bajó de la fuente acercándose a los setos que formaban el laberinto del jardín. Había flores abiertas, Galanes de noche. Le encantaban esas flores. Tenían un aroma delicioso, y crecían en los peores lugares, hasta alturas increíbles, enredándose en cualquier lugar, haciendo lo que necesitasen para alcanzar la luna.
- No sabía que estaba en el balcón.- le explicó.- en realidad, solo fui a ayudar porque vi que había un saco de tafetán rosa persiguiéndole.- rió un poco.- No creí que volvería a verle esta noche.- dijo arrancando una flor.- Trabajo con plantas, ¿sabe?- Comentó oliendo la flor.- Esta en concreto tiene unos fuertes efectos relajantes.- Se acercó a él, poniendo la flor en la solapa de su chaqueta.- Pero en realidad, a mi me gusta porque es preciosa, y porque tiene una historia preciosa.- Acabó de enredar la flor en la solapa.- Da suerte a los que buscan el amor, espero que encuentre a su dama esta noche, y siento si era la joven del pompon rosa, creo que esa conquista se la he fastidiado al intentar hacer una buena obra.- Dijo caminando un par de pasos hacia delante.
Tomó otra flor y comenzó a darle vueltas en sus dedos, jugando con ella llegando a la esquina donde giraba el laberinto. No sabía si sabría salir de allí. Espero allí, y giró a mirar al hombre con una ligera sonrisa. Probablemente volviera a la fiesta, aunque ella prefería caminar un rato más, así que, antes de irse por su cuenta, se giró a mirarlo.
- ¿Viene?- le preguntó con suavidad.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Varek, frente a ella, la miró altivo, no se creía más que ella, y en muchos aspectos pensaban igual. Pero no en aquel lugar. En el jardín del Palacio Royal no había lugar para cazadores, por lo menos no ahora, y esperaba que jamás ocurriese. Sería fatídico que hubiese una matanza en aquel lugar, siempre tan concurrido.
Pese a lo que acababa de ocurrir, los dedos de Summer se deslizaron con delicadeza arropando a una pequeña flor que sobresalía entre la maleza que estructuraba el laberinto. La arrancó y caminó pausadamente hasta el cazador, entrelazando el tallo con su chaqueta para que el adorno se mantuviese allí. Varek miró el gesto sin comprendo a que venía. No era de florituras, es más no las soportaba. En cuanto ella se apartó varek con agilidad se deshizo del hilar para depositar la flor en el cabello de ella, que de mientras giraba entre sus dedos otra flor.
Varek no creía en el amor, ella aun podía tener esperanza.
Aceptó la oferta, caminando a su lado hacía la profunda oscuridad del laberinto.
Pese a lo que acababa de ocurrir, los dedos de Summer se deslizaron con delicadeza arropando a una pequeña flor que sobresalía entre la maleza que estructuraba el laberinto. La arrancó y caminó pausadamente hasta el cazador, entrelazando el tallo con su chaqueta para que el adorno se mantuviese allí. Varek miró el gesto sin comprendo a que venía. No era de florituras, es más no las soportaba. En cuanto ella se apartó varek con agilidad se deshizo del hilar para depositar la flor en el cabello de ella, que de mientras giraba entre sus dedos otra flor.
Varek no creía en el amor, ella aun podía tener esperanza.
Aceptó la oferta, caminando a su lado hacía la profunda oscuridad del laberinto.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Sonrió al notar la flor en su pelo y continuó andando por el laberinto. La noche era clara, mucho más de lo que lo había sido la de los vampiros. El viento no parecía poder entrar dentro de ese laberinto y las voces de la fiesta se escuchaban lejos. La música resonaba delicada, casi como un murmullo y las luces quedaban ya alejadas.
Se movió mirando alrededor de los altos matorrales, intentando encontrar alguna salida al laberinto, nunca se le había dado bien orientarse, y dio de lleno con una estatua de un ángel monstruoso, parecía ser el arcángel Miguel, son su espada en alza.
- ¿Es usted creyente?-le preguntó dando vueltas a la estatua, dejando, a sus pies, la flor que la que jugaba entre sus manos.- Mi familia no es creyente, ni yo tampoco, pero la historia son interesantes. ¿ha oído hablar de la espada de Miguel? Según mi padre, es el sueño de cualquier cazador, ligera, maneable, y siempre acierta su objetivo. según tengo entendido, pocos son los cazadores que desconocen de ella.¿Ha pensado en buscar la espada alguna vez?- ella si lo había hecho, en muchas ocasiones, pero no quería empezar una búsqueda que nunca tendría frutos.
En realidad, había comenzado a estudiar botánica porque se decía que en la espada de Miguel, había restos de ortigas, la curiosidad había podido con ella y, al final, una cosa llevó a otra y acabó estudiando botánica.
Se movió mirando alrededor de los altos matorrales, intentando encontrar alguna salida al laberinto, nunca se le había dado bien orientarse, y dio de lleno con una estatua de un ángel monstruoso, parecía ser el arcángel Miguel, son su espada en alza.
- ¿Es usted creyente?-le preguntó dando vueltas a la estatua, dejando, a sus pies, la flor que la que jugaba entre sus manos.- Mi familia no es creyente, ni yo tampoco, pero la historia son interesantes. ¿ha oído hablar de la espada de Miguel? Según mi padre, es el sueño de cualquier cazador, ligera, maneable, y siempre acierta su objetivo. según tengo entendido, pocos son los cazadores que desconocen de ella.¿Ha pensado en buscar la espada alguna vez?- ella si lo había hecho, en muchas ocasiones, pero no quería empezar una búsqueda que nunca tendría frutos.
En realidad, había comenzado a estudiar botánica porque se decía que en la espada de Miguel, había restos de ortigas, la curiosidad había podido con ella y, al final, una cosa llevó a otra y acabó estudiando botánica.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Deslizó sus manos hasta sus bolsillos y caminó con paso tranquilo pegado a la menuda mujer que le acompañaba. Una vez fuer de la plaza del centro del laberinto, se volvieron a adentrar en este, hacía una zona más alejada aun de la casa. La oscuridad les absorbió casi engullendoles, y pese a la magnifica luz que les otorgaba la luna, a penas se podían distinguir con certeza tres o cuatro colores de su alrededor.
En un principio caminaron en silencio, y Varek se sintió realmente cómodo, el aroma que la mujer desprendía le resultaba agradable y hogareño. Además el movimiento de sus cabellos en cada paso era armonioso y dejaba olvidar todo el comportamiento que anteriormente había tenido con esos pomposos ropajes. La flor de su cabello hacía resaltar el color de su tez y ojos, que se posaron en los de Varek obligandole a parar. Siguió con la mirada la de ella y se fijó en una gran estatua de Arcangel Miguel - No - respondió. Pero eso no evitaba que sus ansias de lectura no le hubiese llevado a conocer la historia de aquel personaje - ¿Para qué una espada teniendo un revolver? - le expuso. Quizás la espada hubiese sido un buen arma en la antigüedad pero hoy en día poca gente la utilizaba en sus cacerías. Eran pesadas y poco manejables, la sencillez de dagas, pequeños cuchillos o bastardas eran mucho más útiles.
Mojó sus labios y echó de nuevo a andar, para no quedarse ahí anclados - Tu si - afirmó, parándose de nuevo para mirarla y que volviese a acompañarle en su paseo - ¿Si no eres creyente, que te hace creer que ese personaje existió y por lo tanto su espalda anda por ahí esperándote? - el tono en el que había manifestado la frase era de ternura, suave. Summer le parecía alguien demasiado inocente para andar metido en el mundo del Cazador, su temprana edad le llevaría a cometer errores más grabes que dejarse sus modales frente a alguien te tan alto posición como podía serlo Varek Lachance.
Cuando se colocó a su lado un pequeño soplo de viento les saludó al adentrarse en otro pasillo. Varek soltó el único botón de su chaqueta que llevaba abrochado para quitársela y colocarla sobre los hombros de ella.
En un principio caminaron en silencio, y Varek se sintió realmente cómodo, el aroma que la mujer desprendía le resultaba agradable y hogareño. Además el movimiento de sus cabellos en cada paso era armonioso y dejaba olvidar todo el comportamiento que anteriormente había tenido con esos pomposos ropajes. La flor de su cabello hacía resaltar el color de su tez y ojos, que se posaron en los de Varek obligandole a parar. Siguió con la mirada la de ella y se fijó en una gran estatua de Arcangel Miguel - No - respondió. Pero eso no evitaba que sus ansias de lectura no le hubiese llevado a conocer la historia de aquel personaje - ¿Para qué una espada teniendo un revolver? - le expuso. Quizás la espada hubiese sido un buen arma en la antigüedad pero hoy en día poca gente la utilizaba en sus cacerías. Eran pesadas y poco manejables, la sencillez de dagas, pequeños cuchillos o bastardas eran mucho más útiles.
Mojó sus labios y echó de nuevo a andar, para no quedarse ahí anclados - Tu si - afirmó, parándose de nuevo para mirarla y que volviese a acompañarle en su paseo - ¿Si no eres creyente, que te hace creer que ese personaje existió y por lo tanto su espalda anda por ahí esperándote? - el tono en el que había manifestado la frase era de ternura, suave. Summer le parecía alguien demasiado inocente para andar metido en el mundo del Cazador, su temprana edad le llevaría a cometer errores más grabes que dejarse sus modales frente a alguien te tan alto posición como podía serlo Varek Lachance.
Cuando se colocó a su lado un pequeño soplo de viento les saludó al adentrarse en otro pasillo. Varek soltó el único botón de su chaqueta que llevaba abrochado para quitársela y colocarla sobre los hombros de ella.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Sonrió ante su ocurrencia, entendía sus dudas, las espadas estaban pasadas de moda, eran algo propio de otro siglo, cuando los caballeros portaban armadura y no uniforme, de cuando el honor y las ofensas a este podía constar algo más que la vida, cuando las apariencias no eran tan importantes como el arrojo en la lucha. Se encogió do hombros y apoyó, con cuidado, la espalda en el pie de la estatua.
Miró al cielo, y soltó aire, viendo el vaho, y notó que el señor Lanchance había vuelto a caminar. Se despegó de su punto de apoyo y lo siguió intentando cogerle el paso a tiempo de oír la nueva pregunta que el hombre lanzaba al aire. No pudo evitar sonreír a la noche, ¿tan raro le parecía que creyese?
- Estamos rodeados de monstruos, vampiros, cambiantes, hombres lobo, brujos, viendo todo eso, ¿Quién puede asegurar con eso a nuestro alrededor que no existen también ángeles y demonios o incluso hadas? Si no estamos seguros de eso, nadie me puede decir que esa espada no está en algún lugar del mundo, esperando que la encuentren, que, tal vez yo la encuentre.- se giró a mirarlo con una sonrisa suave.- ¿Usted no cree en nada? Con nuestra profesión, no es difícil tener fe ciega, aunque claro, viendo lo que vemos, es complicado confiar en un Dios.
Se abrazó a si misma, notando el soplo del aire frío. Notó una tela sobre los hombros, cálida y suave, y alzó la mirada. El señor Lanchance le había prestado su chaqueta. Tomó las solapas para abrigarse más, y alzó la cabeza con una leve sonrisa.
- Gracias.- musitó mientras continuaba andando.- Creo que voy a comenzar a cultivar setos así de altos, así será una aventura llegar a mi invernadero, recorrer el jardín sin más, es aburrido.- Pensó en voz alta, observando los altos matorrales que la rodeaban y le impedían ver lo que sucedía en el jardín, y, a penas distinguir las luces de la fiesta de la que se alejaban cada vez más.
Miró al cielo, y soltó aire, viendo el vaho, y notó que el señor Lanchance había vuelto a caminar. Se despegó de su punto de apoyo y lo siguió intentando cogerle el paso a tiempo de oír la nueva pregunta que el hombre lanzaba al aire. No pudo evitar sonreír a la noche, ¿tan raro le parecía que creyese?
- Estamos rodeados de monstruos, vampiros, cambiantes, hombres lobo, brujos, viendo todo eso, ¿Quién puede asegurar con eso a nuestro alrededor que no existen también ángeles y demonios o incluso hadas? Si no estamos seguros de eso, nadie me puede decir que esa espada no está en algún lugar del mundo, esperando que la encuentren, que, tal vez yo la encuentre.- se giró a mirarlo con una sonrisa suave.- ¿Usted no cree en nada? Con nuestra profesión, no es difícil tener fe ciega, aunque claro, viendo lo que vemos, es complicado confiar en un Dios.
Se abrazó a si misma, notando el soplo del aire frío. Notó una tela sobre los hombros, cálida y suave, y alzó la mirada. El señor Lanchance le había prestado su chaqueta. Tomó las solapas para abrigarse más, y alzó la cabeza con una leve sonrisa.
- Gracias.- musitó mientras continuaba andando.- Creo que voy a comenzar a cultivar setos así de altos, así será una aventura llegar a mi invernadero, recorrer el jardín sin más, es aburrido.- Pensó en voz alta, observando los altos matorrales que la rodeaban y le impedían ver lo que sucedía en el jardín, y, a penas distinguir las luces de la fiesta de la que se alejaban cada vez más.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Varek miró al cielo y cerró los ojos por unos segundos. Se encontraban entre altos setos que les a aislaban tanto de la luz del gran edificio como de la música que se escapaba por sus grandes puertas y ventanales. Podría apostar a que se encontraban ya a un kilómetro y la paz que les envolvía era única y agradable. El aroma que desprendía Summer caminando por delante de ella se mezclaba con el frescor del ambiente verde que les rodeaba y recordó cuando su madre compraba todos los días flores para adornar la casa de New Orleans y mantenerla aromada. Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando volvió a mirar a la joven, tan risueña e inocente.
Varek se giró sobre si mismo - Deberíamos volver - le pide de una forma educada a la mujer que le acompaña. El frío a comenzado a provocar un poco de neblina por el paseo y Varek no quiere caer enfermo y menos perderse entre los laberintos. Mientras caminan ella disfruta del calor de la chaqueta del heredero, mientras que él,a un cómodo con sus ropajes no saca las manos de los bolsillos para mantenerlas calientes - No creo en nada - le confiesa sin mirarla. Recordando por un efímero segundo los rostros de Helenna y Rosalie. Las dos mujeres con las que compartió un tiempo de romance.
Mientras caminan el silencio vuelve a reinar la mayor parte de la velada. Cuando de nuevo la luz de gran palacio les ilumina Varek frena frente a ella - Me pasaré a ver su invernadero una de estas tardes, Van der Faye - le sonríe, acomodando la flor de nuevo en el cabello, para que se viese con plenitud y beldad. Sin embargo, su mano en vez de retirarse se desliza por el rostro medio iluminado de la muchacha, agarrando suavemente su mentón acorta la distancia entre ellos, para despedir el encuentro con un pequeño beso depositado en los labios.
El cazador se separa con una sonrisa en sus labios, y girándose sobre si mismo se despide alzando la mano ya des espaldas a ella - Ya me la devolverás - se apresura a decir mientras entre de nuevo en el gran salón tras subir las escalinatas de la balconada.
Varek se giró sobre si mismo - Deberíamos volver - le pide de una forma educada a la mujer que le acompaña. El frío a comenzado a provocar un poco de neblina por el paseo y Varek no quiere caer enfermo y menos perderse entre los laberintos. Mientras caminan ella disfruta del calor de la chaqueta del heredero, mientras que él,a un cómodo con sus ropajes no saca las manos de los bolsillos para mantenerlas calientes - No creo en nada - le confiesa sin mirarla. Recordando por un efímero segundo los rostros de Helenna y Rosalie. Las dos mujeres con las que compartió un tiempo de romance.
Mientras caminan el silencio vuelve a reinar la mayor parte de la velada. Cuando de nuevo la luz de gran palacio les ilumina Varek frena frente a ella - Me pasaré a ver su invernadero una de estas tardes, Van der Faye - le sonríe, acomodando la flor de nuevo en el cabello, para que se viese con plenitud y beldad. Sin embargo, su mano en vez de retirarse se desliza por el rostro medio iluminado de la muchacha, agarrando suavemente su mentón acorta la distancia entre ellos, para despedir el encuentro con un pequeño beso depositado en los labios.
El cazador se separa con una sonrisa en sus labios, y girándose sobre si mismo se despide alzando la mano ya des espaldas a ella - Ya me la devolverás - se apresura a decir mientras entre de nuevo en el gran salón tras subir las escalinatas de la balconada.
Varek J. Lachance- Cazador Clase Alta
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Re: Noches de Tango y Vals {P.V}
Miró al oir, nuevamente, la voz del señor Lanchance, que la invitaba a volver a la fiesta, si, sería buena idea, hacía frío y seguro que Winter andaba buscándola, impaciente por volver ya a casa. Ella no es que quisiera volver a pasar por el salón atestado, repleto de luces y mentiras. Se encontraba cómoda en la paz y oscuridad del jardín, envuelta en la cálida chaqueta del señor Lanchance, pero, lógicamente, él debía estar pasando frío. Por lo que, mientras el respondía a su pregunta, dio la vuelta y comenzó a desandar el camino que los había llevado a alejarse tanto de la fiesta.
Asintió entendiendo, creía en lo que podía ver, ella no era tan diferente, pero no descartaba que, si existían cosas tan raras, no pudiera haber aun más. Comenzó a ver la fuente y la luz de la sala de la que habían salido, la música comenzó a llenar el tranquilo silencio que los había guiado, nuevamente, hasta el recinto festivo, con ella siempre a un par de pasos tras él hombre de espalda ancha, que parecía tener prisa por volver.
Sonrió un poco, parándose cuando el se detuvo, debía estar helándose. Lo miró con inocencia, sin entender por qué se detenía si tenía tanto frío. Creyó entenderlo cuando la mano del señor Varek puso bien la flor que, minutos antes, había depositado en su cabello, no debía querer que volviera a tener una actuación como la que había mostrado sin querer al salir al jardín.
- Gracias, será bienvenido a verlo.- comentó con una sonrisa antes de notar la mano sobre su mejilla.
Se mordió un instante el labio, mirándole sin entender, creía que la odiaba por haber cometido ese error garrafal, alzó la mirada al tiempo que la mano de él le alzaba el mentón, y sintió los labios golpear con suavidad, sorprendida, sin saber reaccionar, se detuvo quieta aun cuando él se alejo, dejándola en medio del jardín en mitad de la noche, con las mejillas encendidas, los ojos abiertos de sorpresa y una mano temblorosa por los nervios cubriéndole los labios entreabiertos.
Lanzó un suspiro a la noche, agarrando bien la chaqueta que le cubría los hombros, notando el palpitar del corazón en los oidos, plantada como una idiota. "¿Que les pasa a los tíos?" Se preguntó lanzando un grito ahogado antes de, sin perder el color de las mejillas, volver a la fiesta casi como un muerto viviente, con la cabeza demasiado embotada como para poder tener un pensamiento claro, solo quería encontrar a su hermana e irse a casa.
Asintió entendiendo, creía en lo que podía ver, ella no era tan diferente, pero no descartaba que, si existían cosas tan raras, no pudiera haber aun más. Comenzó a ver la fuente y la luz de la sala de la que habían salido, la música comenzó a llenar el tranquilo silencio que los había guiado, nuevamente, hasta el recinto festivo, con ella siempre a un par de pasos tras él hombre de espalda ancha, que parecía tener prisa por volver.
Sonrió un poco, parándose cuando el se detuvo, debía estar helándose. Lo miró con inocencia, sin entender por qué se detenía si tenía tanto frío. Creyó entenderlo cuando la mano del señor Varek puso bien la flor que, minutos antes, había depositado en su cabello, no debía querer que volviera a tener una actuación como la que había mostrado sin querer al salir al jardín.
- Gracias, será bienvenido a verlo.- comentó con una sonrisa antes de notar la mano sobre su mejilla.
Se mordió un instante el labio, mirándole sin entender, creía que la odiaba por haber cometido ese error garrafal, alzó la mirada al tiempo que la mano de él le alzaba el mentón, y sintió los labios golpear con suavidad, sorprendida, sin saber reaccionar, se detuvo quieta aun cuando él se alejo, dejándola en medio del jardín en mitad de la noche, con las mejillas encendidas, los ojos abiertos de sorpresa y una mano temblorosa por los nervios cubriéndole los labios entreabiertos.
Lanzó un suspiro a la noche, agarrando bien la chaqueta que le cubría los hombros, notando el palpitar del corazón en los oidos, plantada como una idiota. "¿Que les pasa a los tíos?" Se preguntó lanzando un grito ahogado antes de, sin perder el color de las mejillas, volver a la fiesta casi como un muerto viviente, con la cabeza demasiado embotada como para poder tener un pensamiento claro, solo quería encontrar a su hermana e irse a casa.
Summer Van der Faye- Cazador Clase Alta
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