AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Asesinar para sobrevivir {LIBRE}
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Asesinar para sobrevivir {LIBRE}
Ya había empezado a sentir ese ardor en la garganta, ese ardor que tanto horror le causaba y que por mucho que intentara hacer no conseguía apagar nunca del todo.
Apenas habían pasado un par de noches desde la última vez que se alimentó, y el ardor ya empezaba a hacerse insoportable, ¿es que siempre iba a estar ahí? Al principio, Erika mantenía la esperanza de que eso sólo fueran los primeros días, siempre que mataba a alguien y se alimentaba de ese alguien, mantenía esa pequeña gota de esperanza de que tarde o temprano conseguiría aplacar su sed, aunque sólo fuera por unos días más. Pero no, nunca conseguía pasar de dos o tres días sin alimentarse. Al segundo día la sed ya era insoportable, y al tercero era cuando empezaba a encontrarse débil.
Erika odiaba eso, odiaba ser lo que ahora era, odiaba al vampiro que la había convertido simplemente por diversión. ¿Quién podría desear vivir así?, asesinando para sobrevivir, como si de un salvaje se tratara.
Pero lo que más odiaba Erika, era el hecho de tener valor suficiente para asesinar, y no tener valor suficiente para acabar con todo eso.
Esa noche se encontraba paseando por las afueras de Paris, había comprobado que por ahí solía encontrarse lo peor de la ciudad, y entonces lo vio. Sucio, mugriento, vestido con harapos. Tenía pinta de ser la típica persona a la que nadie echaría de menos, y quizás hasta alguien se lo agradeciera. Caminó lentamente hasta él, deteniendo su paso cuando se encontraba lo suficientemente cerca como para verle mejor el rostro. A esa distancia pudo apreciar algún que otro corte en las facciones del hombre.
- ¿Qué haces tan sola, pequeña?, ¿porqué no vienes conmigo a dar una vuelta?- pero el hombre no pudo decir nada más, porque en cuestión de segundos la pequeña pelirroja se había quitados sus guantes y se le había echado encima, hundiendo sus colmillos en su sucia piel. Erika hubiera sentido nauseas por ese hombre, de no haber sido por la sed que tenía, una sed que siempre lograba hacerla perder el control.
Minutos después, el cadáver del hombre no guardaba ni una sola gota de sangre. Erika se apartó de él aún lamiéndose los labios. Tras unos segundos observando la escena, decidió cargar con el muerto y llevárselo lejos de ahí.
En un par de minutos, la chica se encontraba en la orilla de la tranquila y solitaria laguna. Siempre tenía la costumbre de deshacerse de sus víctimas, así que arrojó el cadáver del hombre y se sentó en la orilla viendo como se hundía poco a poco. Una vez se hundió, Erika volvió a cubrir sus pálidas manos con los finos guantes que llevaba hasta el momento en el que se lanzó sobre el hombre.
Y ahí se quedó, sentada y maldiciendo por la vida de asesina nocturna que tenía que llevar.
Apenas habían pasado un par de noches desde la última vez que se alimentó, y el ardor ya empezaba a hacerse insoportable, ¿es que siempre iba a estar ahí? Al principio, Erika mantenía la esperanza de que eso sólo fueran los primeros días, siempre que mataba a alguien y se alimentaba de ese alguien, mantenía esa pequeña gota de esperanza de que tarde o temprano conseguiría aplacar su sed, aunque sólo fuera por unos días más. Pero no, nunca conseguía pasar de dos o tres días sin alimentarse. Al segundo día la sed ya era insoportable, y al tercero era cuando empezaba a encontrarse débil.
Erika odiaba eso, odiaba ser lo que ahora era, odiaba al vampiro que la había convertido simplemente por diversión. ¿Quién podría desear vivir así?, asesinando para sobrevivir, como si de un salvaje se tratara.
Pero lo que más odiaba Erika, era el hecho de tener valor suficiente para asesinar, y no tener valor suficiente para acabar con todo eso.
Esa noche se encontraba paseando por las afueras de Paris, había comprobado que por ahí solía encontrarse lo peor de la ciudad, y entonces lo vio. Sucio, mugriento, vestido con harapos. Tenía pinta de ser la típica persona a la que nadie echaría de menos, y quizás hasta alguien se lo agradeciera. Caminó lentamente hasta él, deteniendo su paso cuando se encontraba lo suficientemente cerca como para verle mejor el rostro. A esa distancia pudo apreciar algún que otro corte en las facciones del hombre.
- ¿Qué haces tan sola, pequeña?, ¿porqué no vienes conmigo a dar una vuelta?- pero el hombre no pudo decir nada más, porque en cuestión de segundos la pequeña pelirroja se había quitados sus guantes y se le había echado encima, hundiendo sus colmillos en su sucia piel. Erika hubiera sentido nauseas por ese hombre, de no haber sido por la sed que tenía, una sed que siempre lograba hacerla perder el control.
Minutos después, el cadáver del hombre no guardaba ni una sola gota de sangre. Erika se apartó de él aún lamiéndose los labios. Tras unos segundos observando la escena, decidió cargar con el muerto y llevárselo lejos de ahí.
En un par de minutos, la chica se encontraba en la orilla de la tranquila y solitaria laguna. Siempre tenía la costumbre de deshacerse de sus víctimas, así que arrojó el cadáver del hombre y se sentó en la orilla viendo como se hundía poco a poco. Una vez se hundió, Erika volvió a cubrir sus pálidas manos con los finos guantes que llevaba hasta el momento en el que se lanzó sobre el hombre.
Y ahí se quedó, sentada y maldiciendo por la vida de asesina nocturna que tenía que llevar.
Erika van der Reichert- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 66
Fecha de inscripción : 25/10/2010
Localización : In the boulevard of broken dreams
Re: Asesinar para sobrevivir {LIBRE}
{ Déjame intentar conocer mis propios límites, incluso aunque muera en el intento podré susurrar que en el infierno me he conocido más, que lo que hubiera hecho en el paraíso }
-La oledada de asesinatos parecía cada vez más notoría e incluso le fascinaba que aquel hecho pudiera llegar a ser incluso ¿normal? muchas personas se encerraban en sus mundos como si de una religión se tratase. Ignorar, intentar que los niños no salieran a la calle aunque si lo hacían te arriesgabas a que no volvieran y aún así los dejaban salir. Lionel bien sabia lo que producía aquello ya que de pequeño siempre habia tenido que aceptar las consecuencias, el odio que sentia se habia extinguido como si de una vela ya consumida se tratara, debía de aprender a vivir con ello como si el asesinato fuera una cosa de lo más normal.
Lionel, vestía no demasiado elegante, es más muchos podrían llamarlo obscenidad, una camisa abierta que daba por descubierto su piel morena y al mismo tiempo demasiado pálida al menos para los gitanos ya que aquestos solían poseer un tono más claro de piel, más moreno que era lo que lo distinguían. Un lazo recogiendo sus cabellos, incluso en el mundo de la noche había atraído las miradas de los paseantes ¿un hombre con cabellos largos? ¿no era aquel lazo para las mujeres? despertaba como siempre el siseo envenenado de la sociedad sin prestarle atención alguna, profirió algun que otro suspiro lo suficiente como para demostrar que aquel hombre poseía sentimientos. Los pantalones largos del gitano se arrastraban por las polvorientas calles, debía de arreglarlo, pero, ahora mismo deseaba acudir a donde sus pensamientos torpemente se marchitaban.
Siempre habia visto a la laguna como un vaso de alcohol, soporíferamente encantador. Daba tragos de todo el paisaje que le rodeaba. No fué todo tan tranquilo como habia pensado mientras el sonido de otra persona acudía a sus oidos, Lionel se podía decir que era un hombre detallista, capaz de por lo menos quedar con todo lo que le rodeaba juzgando si era normal o no. Sus orbes estaban acostumbrados a la nocturnidad debido a los egoistas deseos de Lionel de pasear a oscuras, lo cual era no solo dañino sino en el fondo útil al mismo compás. Dos mechones de cabello a cada lado rozaban sus mejillas mientras paseaba descalzo. Se había quitado los zapatos dejándolos en un sitio protegido por las matas pero incluso sabia que si se los robaban le haría gracia aquello que se llevaran unos zapatos medio roídos por el tiempo-
Hm...
-Sus orbes finalmente capturaron el aura de la otra persona, al instante la incomodidad nubló los movimientos de su cuerpo, siempre desde el interior, Lionel podía saber quien era un ser inmortal o al menos sobrenatural y quien no. Cuando lo hacía sus orbes se dilataban lo suficiente, dejando que su cuerpo se tensara, aun cuando en el interior su rostro solamente reflejaba una suave sonrisa de medio labio, sus movimientos en ningun momento parecían tensos pero en el fondo la incomodidad no desaparecia. Igual que sus cartas, las cartas que acariciaban el bolsillo de su pantalón parecían alertarle de que no todo iba demasiado bien.
"Huele a sangre..."
Cerró los ojos, la naturaleza parecía encubrir aquel crimen con la misma normalidad que para los hombres y mujeres veían aquellos sucesos que estaban ocurriendo. El aire, le alertaba mientras que los árboles ejercían un armonioso vaivén en donde nadie era el protagonista en aqueste mundo. No tardó sino unos pasos en llegar a admirar los rasgos de aquella dama, dama que capturó aquella esencia a sangre...¿miedo, temor? no, no poseía aquello solamente se fijó de reojo en los cabellos de la mujer. Empezó a mover un poco las manos, no era bueno acercarse a alguien tan sigilosamente y mucho menos teniendo en cuenta que era de noche-
No es fácil...¿Verdad?
-Susurró suavemente, admirando el cielo, en vez, de aquel conocedor sonido del agua, sabia lo que al menos debería de estar pasando por la mente de aquella mujer, en especial por sus acciones que la delataban...quizás también era porque Lionel habia acudido en un momento que por lo menos no se consideraba "abierto al público". Los vampiros, normalmente se encargaban de saborear a los humanos, algunos por necesidad otros por vicio, se notaba ya que un asesino no tendria tanto cuidado con su victima, no miraría un lugar fijamente con aquel silencio. Simplemente, se reiría pensando en cual sería su siguiente victima...aquella mujer, parecía no ser de aquel tipo-
-La oledada de asesinatos parecía cada vez más notoría e incluso le fascinaba que aquel hecho pudiera llegar a ser incluso ¿normal? muchas personas se encerraban en sus mundos como si de una religión se tratase. Ignorar, intentar que los niños no salieran a la calle aunque si lo hacían te arriesgabas a que no volvieran y aún así los dejaban salir. Lionel bien sabia lo que producía aquello ya que de pequeño siempre habia tenido que aceptar las consecuencias, el odio que sentia se habia extinguido como si de una vela ya consumida se tratara, debía de aprender a vivir con ello como si el asesinato fuera una cosa de lo más normal.
Lionel, vestía no demasiado elegante, es más muchos podrían llamarlo obscenidad, una camisa abierta que daba por descubierto su piel morena y al mismo tiempo demasiado pálida al menos para los gitanos ya que aquestos solían poseer un tono más claro de piel, más moreno que era lo que lo distinguían. Un lazo recogiendo sus cabellos, incluso en el mundo de la noche había atraído las miradas de los paseantes ¿un hombre con cabellos largos? ¿no era aquel lazo para las mujeres? despertaba como siempre el siseo envenenado de la sociedad sin prestarle atención alguna, profirió algun que otro suspiro lo suficiente como para demostrar que aquel hombre poseía sentimientos. Los pantalones largos del gitano se arrastraban por las polvorientas calles, debía de arreglarlo, pero, ahora mismo deseaba acudir a donde sus pensamientos torpemente se marchitaban.
Siempre habia visto a la laguna como un vaso de alcohol, soporíferamente encantador. Daba tragos de todo el paisaje que le rodeaba. No fué todo tan tranquilo como habia pensado mientras el sonido de otra persona acudía a sus oidos, Lionel se podía decir que era un hombre detallista, capaz de por lo menos quedar con todo lo que le rodeaba juzgando si era normal o no. Sus orbes estaban acostumbrados a la nocturnidad debido a los egoistas deseos de Lionel de pasear a oscuras, lo cual era no solo dañino sino en el fondo útil al mismo compás. Dos mechones de cabello a cada lado rozaban sus mejillas mientras paseaba descalzo. Se había quitado los zapatos dejándolos en un sitio protegido por las matas pero incluso sabia que si se los robaban le haría gracia aquello que se llevaran unos zapatos medio roídos por el tiempo-
Hm...
-Sus orbes finalmente capturaron el aura de la otra persona, al instante la incomodidad nubló los movimientos de su cuerpo, siempre desde el interior, Lionel podía saber quien era un ser inmortal o al menos sobrenatural y quien no. Cuando lo hacía sus orbes se dilataban lo suficiente, dejando que su cuerpo se tensara, aun cuando en el interior su rostro solamente reflejaba una suave sonrisa de medio labio, sus movimientos en ningun momento parecían tensos pero en el fondo la incomodidad no desaparecia. Igual que sus cartas, las cartas que acariciaban el bolsillo de su pantalón parecían alertarle de que no todo iba demasiado bien.
"Huele a sangre..."
Cerró los ojos, la naturaleza parecía encubrir aquel crimen con la misma normalidad que para los hombres y mujeres veían aquellos sucesos que estaban ocurriendo. El aire, le alertaba mientras que los árboles ejercían un armonioso vaivén en donde nadie era el protagonista en aqueste mundo. No tardó sino unos pasos en llegar a admirar los rasgos de aquella dama, dama que capturó aquella esencia a sangre...¿miedo, temor? no, no poseía aquello solamente se fijó de reojo en los cabellos de la mujer. Empezó a mover un poco las manos, no era bueno acercarse a alguien tan sigilosamente y mucho menos teniendo en cuenta que era de noche-
No es fácil...¿Verdad?
-Susurró suavemente, admirando el cielo, en vez, de aquel conocedor sonido del agua, sabia lo que al menos debería de estar pasando por la mente de aquella mujer, en especial por sus acciones que la delataban...quizás también era porque Lionel habia acudido en un momento que por lo menos no se consideraba "abierto al público". Los vampiros, normalmente se encargaban de saborear a los humanos, algunos por necesidad otros por vicio, se notaba ya que un asesino no tendria tanto cuidado con su victima, no miraría un lugar fijamente con aquel silencio. Simplemente, se reiría pensando en cual sería su siguiente victima...aquella mujer, parecía no ser de aquel tipo-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: Asesinar para sobrevivir {LIBRE}
Una suave ráfaga de viento rompió el silencio que había en esos instantes en la laguna, haciendo que las ramas de los árboles que la rodeaban se agitaran siguiendo su ritmo. Un par de mechones que se le habían escapado a Erika de su tocado, probablemente mientras llevaba a cabo esa sucia tarea que tantas veces había tenido que hacer por seguir con vida… Bueno, eso de seguir con vida no era un término de lo más apropiado, pero decir “seguir con su no vida” sonaría un tanto raro y excéntrico.
Mientras se colocaba uno de esos mechones tras la oreja, escuchó nuevos sonidos en los alrededores, sonidos que no pertenecían al viento. Enseguida se puso tensa, se quedó bien quieta atenta a los nuevos sonidos. Se oían pasos, pasos que Erika supuso que no pertenecían a ningún otro inmortal ya que éstos solían moverse con más seguridad, y por otro lado, sabía que si no querían ser escuchados, ella ni se habría enterado de que había una nueva presencia en la zona. Tras esa deducción, la chica se sintió algo más tranquila. Nunca se había enfrentado a ningún otro vampiro, y era consciente de que si lo hacía, todas las posibilidades estaban en su contra.
Volvió a centrarse en los pasos, que esta vez sonaban más cercanos, y ésta vez pudo centrarse en otros sonidos procedente de la persona: su respiración y los latidos de su corazón. Hubo un momento en el que la pelirroja volvió a sentir ese ardor en su garganta, pero entonces le vino a la cabeza la imagen del hombre al que acababa de ver como se hundía en la laguna, y a esa imagen le siguieron las de otras personas a las que había matado. Las nauseas y la culpabilidad hicieron que esa sed se esfumase en cuestión de segundos.
Finalmente pudo ver la silueta de la persona que se acercaba hasta ella. De complexión delgada y aparentemente débil, pero algo le decía a Erika que eso no era más que una fachada, y que esa persona no era tan frágil como podía parecer.
Una vez se paró junto a ella, pudo verle mejor los rasgos de la cara, su expresión, gestos… Por sus facciones dedujo que la edad del joven que se había acercado a ella debía de rondar entre los veinte o veintipocos. Su atuendo despreocupado, de ropas sueltas y que hasta dejaban al descubierto parte de su cuerpo, delataban que no pertenecía a esa clase de personas que vivían por y para su imagen, tales como los nobles.
- No es fácil...¿Verdad?
No había que ser muy lista para saber a qué se refería. Entonces, el joven sabía lo que era. Alzó la vista hasta sus ojos oscuros. No, no parecía temerla, y sus palabras tampoco habían sonado titubeantes ni temerosas. Lo más probable era que el joven se hubiera cruzado ya en varias ocasiones con más como ella, y por lo visto había salido bien parado de esos encuentros.
- No, viéndolo puede parecer que me cuesta poco esfuerzo, pero en realidad es mucho más difícil de lo que parece... o por lo menos para mí- contestó finalmente en una especie de suspiro. Había visto a muchos otros vampiros a la hora de cazar, y sabía que no a todos les costaba tanto esfuerzo mental como a ella, había quién disfrutaba claramente asesinando de esa forma, pero Erika no, y de todas formas tampoco quisiera formar parte del grupo de asesinos a sangre fría.
Tras acabar con el análisis visual del chico volvió a posar su mirada en las tranquilas aguas que se extendían frente a ella, como en una inmensidad.
Mientras se colocaba uno de esos mechones tras la oreja, escuchó nuevos sonidos en los alrededores, sonidos que no pertenecían al viento. Enseguida se puso tensa, se quedó bien quieta atenta a los nuevos sonidos. Se oían pasos, pasos que Erika supuso que no pertenecían a ningún otro inmortal ya que éstos solían moverse con más seguridad, y por otro lado, sabía que si no querían ser escuchados, ella ni se habría enterado de que había una nueva presencia en la zona. Tras esa deducción, la chica se sintió algo más tranquila. Nunca se había enfrentado a ningún otro vampiro, y era consciente de que si lo hacía, todas las posibilidades estaban en su contra.
Volvió a centrarse en los pasos, que esta vez sonaban más cercanos, y ésta vez pudo centrarse en otros sonidos procedente de la persona: su respiración y los latidos de su corazón. Hubo un momento en el que la pelirroja volvió a sentir ese ardor en su garganta, pero entonces le vino a la cabeza la imagen del hombre al que acababa de ver como se hundía en la laguna, y a esa imagen le siguieron las de otras personas a las que había matado. Las nauseas y la culpabilidad hicieron que esa sed se esfumase en cuestión de segundos.
Finalmente pudo ver la silueta de la persona que se acercaba hasta ella. De complexión delgada y aparentemente débil, pero algo le decía a Erika que eso no era más que una fachada, y que esa persona no era tan frágil como podía parecer.
Una vez se paró junto a ella, pudo verle mejor los rasgos de la cara, su expresión, gestos… Por sus facciones dedujo que la edad del joven que se había acercado a ella debía de rondar entre los veinte o veintipocos. Su atuendo despreocupado, de ropas sueltas y que hasta dejaban al descubierto parte de su cuerpo, delataban que no pertenecía a esa clase de personas que vivían por y para su imagen, tales como los nobles.
- No es fácil...¿Verdad?
No había que ser muy lista para saber a qué se refería. Entonces, el joven sabía lo que era. Alzó la vista hasta sus ojos oscuros. No, no parecía temerla, y sus palabras tampoco habían sonado titubeantes ni temerosas. Lo más probable era que el joven se hubiera cruzado ya en varias ocasiones con más como ella, y por lo visto había salido bien parado de esos encuentros.
- No, viéndolo puede parecer que me cuesta poco esfuerzo, pero en realidad es mucho más difícil de lo que parece... o por lo menos para mí- contestó finalmente en una especie de suspiro. Había visto a muchos otros vampiros a la hora de cazar, y sabía que no a todos les costaba tanto esfuerzo mental como a ella, había quién disfrutaba claramente asesinando de esa forma, pero Erika no, y de todas formas tampoco quisiera formar parte del grupo de asesinos a sangre fría.
Tras acabar con el análisis visual del chico volvió a posar su mirada en las tranquilas aguas que se extendían frente a ella, como en una inmensidad.
Erika van der Reichert- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 25/10/2010
Localización : In the boulevard of broken dreams
Re: Asesinar para sobrevivir {LIBRE}
-No podía evitar la similitud en la brisa, parecía como si hubiera sido el único testigo de aquel asesinato donde muchos factores habian acabado aturdiendo todo el mundo que les rodeaba, la brisa, aquel aire que movía los cabellos de ambos calladamente era quien transmitía la información, parecía susurrar toda la historia en forma de canción como si estuviera hablando y hablando para los oídos necios de los humanos, ¿alguna vez encontraría la forma de responder a su llamado? Cerró los ojos tan solo unos segundos, el aroma de la naturaleza, triste aroma a humedad y sangre se fundían en un solo movimiento, un solo olor, fundiéndose prontamente en el olvido pues sabía que despues de que los actos se cometiesen la naturaleza advertía con voz potente lo que habia pasado, al ver que finalmente nadie le escuchaba era la misma naturaleza la que ayudaba a esconder el asesinato como si de una venganza contra el hombre se tratase.
Abrió los orbes, notando como al fin, cuando ella se habia percatado de la presencia ajena le observó, no detuvo aquella mirada o se sintió incomodo cuando lo hizo, es más, podía decir con al voz bien alta que ahora mismo no le importaba pues tambien sus orbes se habian dedicado a admirar y a observar cada rasgo de aquella princesa de rojo. Se habia dado cuenta de sus expresiones, mirando al agua cual si pudiera hacer un llamado al dios del tiempo para que éste se apiadase y volviese a la vida a aquel hombre, tambien pudo calcular como sus orbes habian perdido el brillo que estaba seguro sería capaz de atraer a cualquiera con tan solo una mirada.
La única incomodidad que sentía era a la que estaba más que habituado pues a lo largo del tiempo habia estado admirando las auras de las personas con los riesgos que aquello conllevaba, la de aquella mujer era un aura que la diferenciaba de las demás, aún sus orbes algo dilatadas se fijaban en la joven, aguardando silenciosamente a que dijera algo, cierto que al mismo instante Lionel se estaba maldiciendo a sí mismo, recriminándose, ante todo cuando la escuchó hablar entorpeciendo más los latidos de su corazón como los de su respiración. Cuando ella hablaba de sus tecnicas, de lo que sentia, de que en verdad no era fácil aunque ello parecía-
Es...cruelmente dificil que se transforma en fácil con tan solo mirarlo, aun cuando no puedo entender y mentiría si dijera que entiendo por lo que pasas...me gustaría pedirle perdón.
-Un espectáculo macabro quizás, como se estaban conociendo mientras un hombre que antes rebosaba vida y respiraba estaba bajo el agua dejando que su alma fuera la misma piedra que le llevase cada vez más al fondo, Lionel, se acomodó a su lado siempre aguardando las distancias, ¿como acercarse a alguien? Sería un idiota simplemente porque era un desconocido, pero sobre todo porque era un mero humano que no podía ponerse a estudiar lecciones de moral, darlas, escucharlas...no sabia como se sentía un vampiro, sucio, lleno, prisionero.
De pronto, los orbes de Lionel capturaron los de la dama, cuando su rostro a pesar de intentar sonreir sabia que si lo hiciera sentiria que no era el momento adecuado como para hacerlo, es más, creía que si lo hacía aquella mujer le trataria como lo que no era, un ser sin corazón. Cuando unos minutos pasaron, sintiendo la suave caricia del reloj, Lionel bajó el rostro contemplando el agua, las burbujas, como la maleza trepaba y caía torpemente por sus pies creando una suave sonrisa en los labios del gitano-
Me...gustaría empezar de nuevo, una conversación basada en un “hola” si...si usted gustase mademoiselle.
Abrió los orbes, notando como al fin, cuando ella se habia percatado de la presencia ajena le observó, no detuvo aquella mirada o se sintió incomodo cuando lo hizo, es más, podía decir con al voz bien alta que ahora mismo no le importaba pues tambien sus orbes se habian dedicado a admirar y a observar cada rasgo de aquella princesa de rojo. Se habia dado cuenta de sus expresiones, mirando al agua cual si pudiera hacer un llamado al dios del tiempo para que éste se apiadase y volviese a la vida a aquel hombre, tambien pudo calcular como sus orbes habian perdido el brillo que estaba seguro sería capaz de atraer a cualquiera con tan solo una mirada.
La única incomodidad que sentía era a la que estaba más que habituado pues a lo largo del tiempo habia estado admirando las auras de las personas con los riesgos que aquello conllevaba, la de aquella mujer era un aura que la diferenciaba de las demás, aún sus orbes algo dilatadas se fijaban en la joven, aguardando silenciosamente a que dijera algo, cierto que al mismo instante Lionel se estaba maldiciendo a sí mismo, recriminándose, ante todo cuando la escuchó hablar entorpeciendo más los latidos de su corazón como los de su respiración. Cuando ella hablaba de sus tecnicas, de lo que sentia, de que en verdad no era fácil aunque ello parecía-
Es...cruelmente dificil que se transforma en fácil con tan solo mirarlo, aun cuando no puedo entender y mentiría si dijera que entiendo por lo que pasas...me gustaría pedirle perdón.
-Un espectáculo macabro quizás, como se estaban conociendo mientras un hombre que antes rebosaba vida y respiraba estaba bajo el agua dejando que su alma fuera la misma piedra que le llevase cada vez más al fondo, Lionel, se acomodó a su lado siempre aguardando las distancias, ¿como acercarse a alguien? Sería un idiota simplemente porque era un desconocido, pero sobre todo porque era un mero humano que no podía ponerse a estudiar lecciones de moral, darlas, escucharlas...no sabia como se sentía un vampiro, sucio, lleno, prisionero.
De pronto, los orbes de Lionel capturaron los de la dama, cuando su rostro a pesar de intentar sonreir sabia que si lo hiciera sentiria que no era el momento adecuado como para hacerlo, es más, creía que si lo hacía aquella mujer le trataria como lo que no era, un ser sin corazón. Cuando unos minutos pasaron, sintiendo la suave caricia del reloj, Lionel bajó el rostro contemplando el agua, las burbujas, como la maleza trepaba y caía torpemente por sus pies creando una suave sonrisa en los labios del gitano-
Me...gustaría empezar de nuevo, una conversación basada en un “hola” si...si usted gustase mademoiselle.
Lionel D'Maine- Gitano
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