Bijt de appel (Quinn)

por **Dirk Van Der Broken** Vie Dic 09, 2016 7:48 pm

"Te pregunto:
a nadie, a ti, a lo que eres, a tu pared, al viento
si en el agua del río ves a ti corriendo
una rosa magnánima de canto y transparencia"

Pablo Neruda.

El silencio de la galería era roto con los tenues murmullos de los presentes, cada uno de los invitados paseaba entre las paredes repletas de cuadros, cada uno colocado en un orden que establecía quién era mejor autor que otro. A veces, una mala posición en la pared sólo quería decir que el autor había perdido el apoyo de su mecenas o el respeto de otros inversores del arte. Al fin y al cabo, no todo era talento e incluso él lo sabía.

Se mantenía al margen del grupo de los pintores, en otras circunstancias se había mezclado con ellos, divirtiéndose de sus excéntricas interpretaciones sobre lo expuesto en la pintura. Pero no deseaba verse inmiscuido en sus peleas absurdas sólo por estar más arriba en una pared. Ya deberían entender que al final, nadie se mantenía en la cima, incluso los miembros de la corte se preparaban para que su caída fuera lo más honrosa posible.

Quizás fuera un defecto de carácter suyo, pero siempre parecía preparado para cualquier tipo de ruptura. Sabía que ya incluso en su propia corte se murmuraba acerca de cómo las personas sobre las que mostraba interés, terminaban casándose con otros. Era de agradecer que todavía no supieran lo retorcido que podía ser en gustos personales. Pues para él, hombres o mujeres, todos eran iguales en su cama.

Bebió un sorbo de su copa y se deslizó, sutilmente, lejos de los demás, regresando a la antigua pared que ya había visto. No le importaba quedarse relegado, le permitía disfrutar de los detalles que antes se había perdido por las explicaciones de los expertos. Metió su mano libre en el bolsillo, de forma desenfadada, para juguetear con la tapa del reloj de bolsillo que tenía. El click, click, click, constante, le ayudaba a concentrarse.

Bebió de nuevo y sonrió al ver un pequeño reflejo interesante en el cuadro que seguramente había pasado desapercibido para los demás. Si conocieran a la suegra del pintor, cuyo nombre rezaba debajo del cuadro, sabrían que el perro que había en el cuadro, tenía casi el mismo collar de perlas. Sólo unos nimios puntos blancos casi hechos sin alevosía. No pudo evitarlo, comenzó a reír sabiendo que estaba solo, teniendo que soltar su reloj para poder tocarse el estómago.

- Groot..- Murmuró entre carcajadas, tenía que comprar ése cuadro antes de que alguien lo notase o iba a tener problemas con su mujer más tarde. Pasó la mano por su pelo y sus ojos oscuros brillaron con el eco de su risa, luciendo de una perfecta sonrisa blanca.

Palabras Neerlandesas:

por **Nnamdi** Mar Dic 20, 2016 6:28 pm

Resultaban insoportables las horas cuando permanecía sumergido en ese aparente trance. Desde aquel evento fatídico que le habían conllevado al accidente y posteriormente a la pérdida de memoria temporal. Apenas tenía de sus acciones previas. Como hijo único y sobreviviente de los Blackwood recaía la responsabilidad de mantener limpio el apellido después de que los rumores mal intencionados sobre sus orígenes sobrenaturales se encargaran de mancillar sus orígenes. La aparente calma en la vida del pelinegro cobró forma después de haber conocido a Dirk. Un hombre apuesto que por azares del destino también contaba con un pasado no menos tortuoso que el del londinense. Ambos habían sido atraídos hacia un juego de seducción en un momento en el cual las heridas aún seguían presentes, recordándoles el porqué de su reinante situación, no obstante habían encontrado una forma de subsistir pese a sus circunstancias.

Quinn suspiró y tomó entre sus manos uno de los camafeos que guardaba celosamente en la pequeña caja de madera, sus dedos largos acariciaron los bordes dorados de este, cerró los ojos, perdiéndose unos minutos en los eventos que le habían conducido hasta esa realidad efímera que vivía todos los días. De este modo se permitió salir de esa prisión para acudir a un lugar peculiar, aquel donde todo había iniciado y que significaba un parte aguas en la actual relación, si así se le podía llamar a sus encuentros esporádicos con el neerlandés. Avanzó entre el gentío de personas que se arremolinaban en la galería de arte, atraídos por la belleza de la iconografía plasmada en las paredes, se detenía de vez en cuando a admirar las pinceladas que les daban forma. Sonreía curioso y sin darse cuenta, mostraba su lado más afable, la esencia de verdadero Quinn.

Detuvo ese andar mezquino cuando sus orbes oscuros se toparon la figura masculina que parecía estar embelesada con una de las exposiciones. No había duda. Aquel porte que imponía un dejo de nobleza, mancillado apenas por una risa natural que desbordaba su lado más sarcástico. Así mismo lo había visto por primera vez y quizás el magnetismo de su fisonomía era lo que había cautivado de cierto modo la atención del pelinegro. Llevó las manos a los bolsillos y se permitió acercarse un poco más, con cautela, solo para disfrutar de ese espectáculo maravilloso que el otro hombre desplegaba. Quizás no lo sabía, pero de manera involuntaria resaltaba por encima de todo lo que en esa pequeña sala había. Era único, inmenso, tan llevo de vida y lúgubre a la vez. Posó su diestra por el hombro de aquel hombre y con una sutil caricia le obligó a voltear.

Había pocas personas ya en esa área. Ambos lo sabían. Poco distaba de la primera vez en la cual se habían visto.

–Siempre tienes que hacer uso de ese encanto natural para llamar la atención–

Los ojos de Quinn escudriñaron poco a poco los detalles en Dirk. No importaba cuantas veces lo hiciera siempre creía hallar algo nuevo y único en él.

Bijt de appel (Quinn)

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