AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Smoking Mirror → Privado
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Smoking Mirror → Privado
“One lives in the hope of becoming a memory.”
― Antonio Porchia
― Antonio Porchia
El Zar de la Muerte, las hermanas que se casaron con sus hermanos así lo bautizaron: Koschei, el que no puede morir. Y fueron ellas, por castigo o por regalo, que lo anclaron al mundo terrenal. Una historia tan vieja que se desdibujaba ya en los anales de la historia. Una leyenda, un cuento para espantar niños, la del Zar oscuro que viene por jovencitas para llevarlas su nación, una de nieve, oscuridad y muerte.
El Koschei real, ese que vagaba ahora por Europa llorándole a Marya, estaba acostumbrado. Se había hecho a la idea de que así era. Había adoptado la leyenda de su nombre, y la había unido a sí mismo como un gusano que come carne. Entonces, ya no sabía dónde estaba la línea que los separaba. Y aquellos que, a veces en su imprudencia, lo invocaban, sólo lo hacían más fuerte. Era como un dios pagano, que sigue vivo porque todavía hay gente que le reza y pide cosas.
Por ello mismo, eran los camposantos sus lugares favoritos. Ahí siempre encontraba vivos que, como él, eran almas en pena rogando. Imposibilitados en la idea de dejar ir el pasado. Incapaces de dejar descansar a sus muertos. Era eso lo que lo reconfortaba, lo hacía más presente y menos etéreo.
Hace años que había estado buscando a Masha, entre las niñas que venden flores y las que hacen pan. Entre princesas caprichosas y entre las virtuosas del violín y el piano. La había buscado, como siempre y cuando se cansaba, iba ahí, a descansar. Porque el descanso eterno lo tenía vedado, como una inclemente sequía que obliga a la gente terminar de matar a sus mejores borregos.
Se volvió corpóreo al ver a una joven de espaldas. Era tarde, aunque no demasiado. El sol se había ocultado hace una hora, a lo mucho. ¿Qué hacía ahí? ¿Dejando flores a un amante que murió ahogado? ¿A a un padre al que mataron en una riña de taberna? ¿A una madre víctima de la tuberculosis? ¿O un hermano que ni siquiera duró un día con vida?
—Disculpe —se acercó con cautela. Silencioso, era un fantasma—. ¿Necesita ayuda? —Habló con ese dejo aristocrático que era encantador y decadente a partes iguales. Su porte era de ese modo, también. Su ropa negra se confundía con la noche, pero si prestabas atención, podías notar que estaba pasada de moda.
—Si quiere la puedo llevar con el guardia, si está buscando algo —ofreció. Conocía a aquel hombre. Un viejo que por las noches a veces lloraba, recordando a su esposa que, al contrario que él, sí se había marchado para siempre. Pero Koschei era un mensajero entre los dos mundos, y a veces entre sueños, les llevaba recados de su difunta esposa al hombre encargado del cementerio. Entonces lo veía dormir más tranquilo. Un paliativo para su soledad.
Pero no hacía falta ir más lejos. Koschei mismo era la prueba de que el amor trasciende a la muerte.
Última edición por Koschei el Lun Jul 24, 2017 9:27 pm, editado 1 vez
Koschei- Fantasma
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Localización : París
Re: Smoking Mirror → Privado
"Aunque en su fantasía sólo degustará tierra.
Ya nunca se debatirá entre lo falso y verdadero,
Pesando y tomando notas sobre lo efímero.
Ya nunca el dolor se ahogará en suspiros.
Este es su final, y aquí yace él."
—Amy Levy.
Ya nunca se debatirá entre lo falso y verdadero,
Pesando y tomando notas sobre lo efímero.
Ya nunca el dolor se ahogará en suspiros.
Este es su final, y aquí yace él."
—Amy Levy.
«¡Mocoso condenado!». Pensó, mientras iba por el largo tramo de Montmartre, aquel mismo camino que conducía directamente al cementerio. No era tan tarde, pero ya el sol se había ocultado en el horizonte. ¡Ay de ella si su tío se enterara de todo! Tendría que regresar lo antes posible, eso si lograba encontrar al revoltoso de Melchior a tiempo. Y si lo hacía, le templaría tanto las orejas que le dolerían por una semana entera. El chico, a pesar de que ahora gozaba de una buena posición en la alta sociedad, se comportaba como un salvaje. Bien, ella tampoco era el mejor ejemplo, aun así, intentaba dar lo mejor de sí, al menos para sentir que compensaba en algo los esfuerzos de su tío por haberla soportado tantos años.
Se quedó de pie frente a la entrada del cementerio, no estaba acostumbrada al lugar. En realidad, detestaba concurrir lugares como ese, y todo por su habilidad por ver a los espectros. Odiaba ese don, pues ya muchos sustos se había llevado. No descartaba la posibilidad de que, apenas colocara un pie en el camposanto, se encontraría con alguna cosa que habitaba en ese lugar. Emeraude bajó la mirada, y tras un suspiro, se aventuró a pasearse entre la senda de lápidas de Montmartre. La escena parecía sacada de algún relato de terror, sin duda alguna. Incluso, tuvo que hacer un esfuerzo enorme para evitar ahondar más en la sensación que le albergaba en ese instante, sólo debía centrarse en hallar a Melchior. Sólo eso.
Si tan siquiera pudiera encontrar a alguien que trabajara en el cementerio, tal vez, su travesía sería menos tediosa. La idea se le cruzó por la cabeza, sin embargo, no hubo señal de ningún empleado del lugar. Eso le indicaba que debía continuar completamente sola. ¡Cómo odiaba estar ahí! Era como si toda la pesadumbre, tan propia de esos sitios, se colocara sobre sus hombros, convirtiéndose en una cruz que le asfixiaba en cada paso que daba. Tuvo que detenerse en algún punto del camino; estaba oscuro, demasiado oscuro. Ella era una hechicera que no dejaba de ser una humana corriente, por lo que, era evidente, que su visión le jugó sucio.
Ya en ese momento no supo que hacer. El trecho se convertía en una encrucijada de penumbras a partir de ese entonces, y aquello le iba a impedir continuar, a menos que tuviera la ayuda de alguna luz, pero no traía nada consigo. Ni los fuegos fatuos, que se alzaban a unos metros de distancia, le eran tan confiables como para seguirlos. Sabía de unos cuantos benevolentes, y de otros que no lo eran tanto.
—Lo siento, niño. Tendrás que regresar a casa solo —habló en voz baja, desistiendo de su misión. Tampoco era tan estúpida; sin embargo, cuando su piel se erizó, se dio cuenta de que su peor temor se había presentado—. No ahora...
Cuando escuchó la voz a sus espaldas, supo que no tendría escapatoria. Se giró y ahí pudo reconocer las facciones de un joven, muy pálido para ser un humano corriente. Pero Emeraude prefirió guardar cautela; estaba al tanto de que algunos no les agradaba que descubrieran lo que eran. No tendría más alternativa que seguirle el juego.
—Yo... bueno. En realidad sí, busco algo, mejor dicho, a alguien. Pero está muy oscuro, así que no creo que se encuentre por aquí —respondió, alzando los hombros. Quizás si tenía razón—. ¿Y usted? Oh, ¿conoce al guardia? Creo que si podría ayudarme. Es que mi primo es algo travieso.
Emeraude Archambault- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Localización : París
Re: Smoking Mirror → Privado
Pudo mirarla ahora. Joven… pero no era ella, no era Marya. Sonrió con ese dejo sombrío que los que eran como él poseía, pero todavía más. Había algo muy trágico en Koschei. Algo que transmitía fatalidad. No como una muerte inminente, o una amenaza real, sino como una triste agonía que miras, que no puedes dejar mirar, y que no puedes hacer nada para detenerla. Como si perpetuamente estuviera muriendo, suicidado extrañando a la mujer que desposó en secreto. Sí, su solo semblante era capaz de envolverte de ese modo, de contarte la desgracia y la desdicha de su eterno deambular por la tierra.
Notó algo en ella. Esa fuerza que las tres esposas de sus tres hermanos tenían también. El asombroso poder de la magia. Lo conocía bien, porque era gracias a él que se había quedado en este plano, aunque no por completo. ¿La chica sabría lo que era él? Era irrelevante, pensó. Podían jugar a fingir. A Koschei le gustaban las farsas y los juegos.
—Sí, puede ser confuso para aquellos que no conocen estos camino, pero una vez que los has aprendido, es fácil transitarlos —respondió diáfano y volteó el rostro hacia el camino. Entendía a la joven, incluso a él se le dificultaría andar por ahí, si no fuera porque cuando llegaba a un nuevo lugar, los cementerios se convertían en sus lugares preferidos. Quizá en una eterna y fútil lucha por encontrar el descanso eterno.
—No vi a nadie —fue sincero—, pero sí, puedo llevarte con el guardia. Ven conmigo —aquella sencilla invitación sonó algo temible. Pero no pretendía hacerle daño. La mayoría de las veces Koschei era alguien sumamente tranquilo, demasiado sumido en su melancolía como para pensar en herir o matar.
—Con cuidado, el camino puede ser engañoso —se encaminó hacia la casucha del guardia. Lo conocía, y desde ahí pudo sentir que no estaba cerca, aún así, decidió continuar—. No mucha gente se atreve a entrar a este lugar cuando oscurece. Tu primo debió atravesar el camposanto, pero el guardia te ayudará a salir —y le sonrió con tristeza, porque no podía ser de otro modo tratándose de él.
Aguardó un segundo, luego se giró y comenzó a avanzar. Hecho hombre como estaba, sus pisadas hacían crujir los guijarros bajo sus pies. Era una sensación reconfortante, la de volver a tener un cuerpo, aunque fuera algo sólo temporal.
—Cuidado —repitió—, a veces hay espectros que no dan la bienvenida a los intrusos. Hoy es luna nueva, una noche especialmente oscura. Es el tipo de noches que prefieren —se detuvo a mirar el cielo desnudo de luna y luego la miró—. No pretendo espantarte, pero será mejor que te mantengas cerca —como un fantasma más, Koschei podía sacarla de un apuro, si es que llegaba a presentarse un ser no deseado. Aunque si sus predicciones eran ciertas, ella tenía también las armas para hacerlo. Una parte de él, esa que era veleidosa, quiso probarla, pero otra, esa que era mansa, se dijo que sólo la ayudara a salir, aún cuando la estaba conduciendo a un sitio donde no iban a encontrar nada.
Koschei- Fantasma
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 07/08/2016
Localización : París
Re: Smoking Mirror → Privado
Y no, no le gustaban los fantasmas, en lo más mínimo, y a pesar de ser hechicera, eso no cambiaba. Aquellos seres le traían malos recuerdos, y sensaciones tan negativas, que prefería no recordarlas en ese momento, porque debía centrarse en hallar al idiota de Melchior, que de seguro estaría saltando de lo más feliz. Aun así, hizo un esfuerzo enorme para ocultar su descontento, y por supuesto, que sabía que él era un espectro. Lo mejor era seguirle la corriente, ¿no? Sin embargo, la única idea de que aquella criatura fuera a intentar algo, le erizó la piel. ¡De acuerdo! Empezaba a sentir una leve paranoia debido a su situación, y debía detenerla antes de que se desbocara y le trajera consecuencias irreparables.
Lo analizó de manera discreta, sin que se percatara mucho de ello. Era una manera de saber a qué clase de espíritu se enfrentaba esta vez; gracias a sus experiencias, sabía que algunos no eran precisamente benevolentes, y esperaba que este no entrara en ese grupo. Pero bueno, ella seguía siendo hechicera y eso le daría ciertas ventajas, ¿no? Tenía que animarse un poquito, tal y como se lo decía su hermana repetidas veces. Incluso se obligó a bajar la mirada ante aquel recuerdo, como un reflejo completamente inesperado.
—Y tampoco es como si la oscuridad ayude demasiado. Además, es un cementerio amplio y los caminos no siguen un orden muy lógico, sobre todo para alguien tan corriente como yo —contestó, alzando los hombros, haciendo muy creíble sus propias palabras, porque hasta ella misma se creía que era muy corriente, a pesar de no serlo para nada—. Tal vez para los veladores ya sea algo sencillo. Digo, ya se conocerán todos los rincones de este lugar de memoria. O quizá esté equivocada... No lo sé. No me haga mucho caso, lo de mi primo me tiene nerviosa.
No, lo de su primo no. Lo que la tenía nerviosa era estar en un cementerio andando con un fantasma, cuando no estaba acostumbrado a ellos. Aunque, si pensaba mejor en los hechos, él no parecía tener la menor intención de fastidiarla, como lo harían otros. De pronto, y sin poder evitarlo por mucho, su curiosidad surgió en medio de su estado de negación absoluta.
—Oiga, ¿es usted familiar del guardia? No es muy común ver personas a estas horas visitando tumbas. Perdone mi imprudencia, a veces me es difícil... aguantarme —soltó, mientras avanzaba con cierta dificultad en algunas partes del camino. Y pensar que antes no le había sido tan complicado avanzar, pero ahora las cosas eran un tanto diferentes—. No, no me está espantando. Pero la idea de los fantasmas me parece muy infantil, de verdad. Temería más por un ladrón, que por un espíritu —mintió, como si ella nunca en su vida se hubiera topado con algo que no era propiamente de este mundo. ¡Como si no fuera una bruja hecha y derecha! Y algo atolondrada de la mente, eso también—. ¿Usted si cree? En los fantasmas, me refiero. Estoy más que segura que las personas no vienen de noche es por eso. ¡Jah! Cobardes. Lo único malo de aquí es perderse por lo laberintico que es, aparte de muy oscuro.
Emeraude Archambault- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 18/01/2017
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