AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Metí la mano en el bolsillo, mi ultimo franco. Sonreí de medio lado imaginando lo poco o nada que podría hacer con él. Sin duda no me llegaba para pasar la noche a cubierto, ni tan siquiera para poder apostar en cualquier partida de cartas o juego de azar que pudiera regalarme fortuna o algo mas.
Lo lancé al aire decidido a jugar mi destino a cara o cruz de esa perfecta moneda que parecía ahora girar en el aire mas que dispuesta a trazar mi camino.
Hacia apenas unos días que había alcanzado París, bueno, para ser exactos el París de 1800, un pasado donde mi padre posiblemente ostentaría mi actual edad 24 años.
Aun e preguntaba que hacia exactamente aquí, no porque no estuviera mas que acostumbrado a una vida en la que lo paranormal o las gestas se desarrollan frente a mis ojos con total normalidad, si no por lo caprichoso que puede ser el destino, pues mis hermanas y no yo, eran las que deberían estar decididas a solucionar el “pequeño problema” que se nos venia encima.
De poco me valía ahora echar la vista atrás, o mejor dicho, adelante, los problemas perseguían a mi familia casi tanto como la felicidad. No eramos unos desgraciados, mas bien todo lo contrario, estábamos acostumbrados a labrar nuestro camino, no sin esfuerzo y en cada victoria encontrabatamos la satisfacción de una buena gesta bien librada.
Tomé la moneda en el aire, descubriendo ante mis ojos que había salido cara, perfecto, la taberna me esperaba. Estaba sediento, y con suerte quizás encontrara a alguien que tras la primera jarra me invitara a una segunda...o quizás no, ¿mas que importaba?
Caminé con las manos en los bolsillos hacia una taberna que había visto hacia un par de noches, no podía presumir por tener la clientela mas selecta de París, pero a fin de cuentas, la cerveza olía lo suficientemente bien como para no parecer meado de rata.
No tardé demasiado en cruzar su umbral, para perderme entre las distintas mesas camino a la barra.
El humo de tabaco, opio y otras sustancias convertían el local en un perfecto submarino, por el que no tenia que pagar para colocarme, perfecto, la noche empezaba bien y solo por un misero franco.
Moneda que dejé caer en la barra dispuesto a recibir mi fría jarra mientras recorría con la mirada con cierto disimulo a los allí presentes. Supongo que me venia de serie lo de ser desconfiado, pero trataba de analizar lo que podría suceder y la cantidad de armas y tipos potencialmente peligrosos del local.
Claro, que yo era con diferencia el mas peligroso de todos ellos, aunque eso no lo sabían...todavía.
Mis ojos se desviaron hacia el sofá que frente a la chimenea parecía acoger a una mujer de cabellos azabaches y piel oliva. Rasgos felinos, podría reconocerla en cualquier lugar, seguramente porque por mucho que el tiempo pasara por ella, ella no pasaba para el tiempo.
Sabia que no debía relacionarme con ella, no solo por su capacidad para encontrar en mi sangre la de mi padre, si no porque no podía cambiar el futuro, trastocar la linea temporal podía traer grandes problemas en la linea del tiempo.
Lo lancé al aire decidido a jugar mi destino a cara o cruz de esa perfecta moneda que parecía ahora girar en el aire mas que dispuesta a trazar mi camino.
Hacia apenas unos días que había alcanzado París, bueno, para ser exactos el París de 1800, un pasado donde mi padre posiblemente ostentaría mi actual edad 24 años.
Aun e preguntaba que hacia exactamente aquí, no porque no estuviera mas que acostumbrado a una vida en la que lo paranormal o las gestas se desarrollan frente a mis ojos con total normalidad, si no por lo caprichoso que puede ser el destino, pues mis hermanas y no yo, eran las que deberían estar decididas a solucionar el “pequeño problema” que se nos venia encima.
De poco me valía ahora echar la vista atrás, o mejor dicho, adelante, los problemas perseguían a mi familia casi tanto como la felicidad. No eramos unos desgraciados, mas bien todo lo contrario, estábamos acostumbrados a labrar nuestro camino, no sin esfuerzo y en cada victoria encontrabatamos la satisfacción de una buena gesta bien librada.
Tomé la moneda en el aire, descubriendo ante mis ojos que había salido cara, perfecto, la taberna me esperaba. Estaba sediento, y con suerte quizás encontrara a alguien que tras la primera jarra me invitara a una segunda...o quizás no, ¿mas que importaba?
Caminé con las manos en los bolsillos hacia una taberna que había visto hacia un par de noches, no podía presumir por tener la clientela mas selecta de París, pero a fin de cuentas, la cerveza olía lo suficientemente bien como para no parecer meado de rata.
No tardé demasiado en cruzar su umbral, para perderme entre las distintas mesas camino a la barra.
El humo de tabaco, opio y otras sustancias convertían el local en un perfecto submarino, por el que no tenia que pagar para colocarme, perfecto, la noche empezaba bien y solo por un misero franco.
Moneda que dejé caer en la barra dispuesto a recibir mi fría jarra mientras recorría con la mirada con cierto disimulo a los allí presentes. Supongo que me venia de serie lo de ser desconfiado, pero trataba de analizar lo que podría suceder y la cantidad de armas y tipos potencialmente peligrosos del local.
Claro, que yo era con diferencia el mas peligroso de todos ellos, aunque eso no lo sabían...todavía.
Mis ojos se desviaron hacia el sofá que frente a la chimenea parecía acoger a una mujer de cabellos azabaches y piel oliva. Rasgos felinos, podría reconocerla en cualquier lugar, seguramente porque por mucho que el tiempo pasara por ella, ella no pasaba para el tiempo.
Sabia que no debía relacionarme con ella, no solo por su capacidad para encontrar en mi sangre la de mi padre, si no porque no podía cambiar el futuro, trastocar la linea temporal podía traer grandes problemas en la linea del tiempo.
Última edición por Niels Cannif-Cavey el Sáb Feb 25, 2017 8:54 am, editado 1 vez
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Demasiado había pasado desde que había visitado el extranjero, mucho había cambiado y sobre todo cuando se había cruzado con aquellas viejas páginas. Otras preguntas que surgían sin respuestas por el camino, y otro hilo conductor.
De nuevo instalada en París, su compañía había continuado esperando a su incorporación y en aquella noche se planteó si debía de dejar los escenarios de un modo definitivo o temporalmente.
Ella se lo había buscado, descubrir su rostro y su presencia, un juego peligroso en el que se había introducido hastiada de esconderse y huir; hacía unos años alguien le había abierto los ojos en ese sentido. Y con la acción de desvelarse ante el mundo, solo quería decir que los retaba, que ellos viniesen a por ella y por su mito, si eran conscientes de lo que podía enfrentarse.
El espectáculo por fin tras alzar su culmen dio su fin y con ello paso a la pequeña fiesta celebrada en el mismo teatro para sus invitados de lujos. Las caras desconocidas se movían entre aquellos que relajados y satisfechos por lo que había podido presenciar, intentando buscar respuesta a preguntas vinculadas con los extraños crímenes.
Lakme como bailarina principal estaba bien rodeada de sus seguidores tras cambiar sus extravagantes ropas por algo más recatado, aunque recatado para aquella época y sociedad no era la palabra correcta, ya que a pesar de llevar sus cabellos bien recogidos en un complicado peinado a la moda parisina y estar engalanada por caras joyas, su vestido continuaba siendo algo descarado para una clase social como aquella, ajustado en un corsé, más típico de cortesanas que de mujeres de su posición, elevando sus pechos y dejando al descubierto sus brazos y hombros. A pesar de llevar aquel aspecto todos se lo permitían, alguna que otra crítica por las mujeres más puritanas, pero al parecer ninguno de aquellos caballeros que la solicitaba no exponían ni una queja.
No sé cómo pudo la noche ir torciéndose de tal modo, para terminar sentada en un rincón de aquel tugurio rodeada por algunos hombres de aquella fiesta e incorporaciones. Mejillas sonrosadas, había bebido en exceso y la cosa se estaba pasando más de la cuenta cuando manos ajenas se aprovechaban de su situación de embriaguez.
Un puñetazo bien dado a uno de aquellos ricachones que veían en la bailarina, otra de esas putas para llevarse a la cama y entretenerse fuera de la presencia de sus esposas. El problema fue cuando su compañero le devolvió el puñetazo a ella, deshaciendo su ajustado peinado.
Lakme noto como la sangre brotaba de su nariz, y se la limpio. En silencio no dijo nada, solo se levantó del sitio algo tambaleante y salió a la puerta de aquel tugurio tambaleante tras el sonido de las groserías que aquellos hombres le lanzaban a modo de mofa.
Cuerpo menudo que se apoyaba en la pared, jadeante, sabía que pronto saldrían alguno de ellos a por “su trofeo” de aquella noche, y ella intentaba controlar su temperamento y sed de violencia. Y tampoco es que la cabeza le diese para mucho, pues su razón se veía nublada por el alcohol.
De nuevo instalada en París, su compañía había continuado esperando a su incorporación y en aquella noche se planteó si debía de dejar los escenarios de un modo definitivo o temporalmente.
Ella se lo había buscado, descubrir su rostro y su presencia, un juego peligroso en el que se había introducido hastiada de esconderse y huir; hacía unos años alguien le había abierto los ojos en ese sentido. Y con la acción de desvelarse ante el mundo, solo quería decir que los retaba, que ellos viniesen a por ella y por su mito, si eran conscientes de lo que podía enfrentarse.
El espectáculo por fin tras alzar su culmen dio su fin y con ello paso a la pequeña fiesta celebrada en el mismo teatro para sus invitados de lujos. Las caras desconocidas se movían entre aquellos que relajados y satisfechos por lo que había podido presenciar, intentando buscar respuesta a preguntas vinculadas con los extraños crímenes.
Lakme como bailarina principal estaba bien rodeada de sus seguidores tras cambiar sus extravagantes ropas por algo más recatado, aunque recatado para aquella época y sociedad no era la palabra correcta, ya que a pesar de llevar sus cabellos bien recogidos en un complicado peinado a la moda parisina y estar engalanada por caras joyas, su vestido continuaba siendo algo descarado para una clase social como aquella, ajustado en un corsé, más típico de cortesanas que de mujeres de su posición, elevando sus pechos y dejando al descubierto sus brazos y hombros. A pesar de llevar aquel aspecto todos se lo permitían, alguna que otra crítica por las mujeres más puritanas, pero al parecer ninguno de aquellos caballeros que la solicitaba no exponían ni una queja.
No sé cómo pudo la noche ir torciéndose de tal modo, para terminar sentada en un rincón de aquel tugurio rodeada por algunos hombres de aquella fiesta e incorporaciones. Mejillas sonrosadas, había bebido en exceso y la cosa se estaba pasando más de la cuenta cuando manos ajenas se aprovechaban de su situación de embriaguez.
Un puñetazo bien dado a uno de aquellos ricachones que veían en la bailarina, otra de esas putas para llevarse a la cama y entretenerse fuera de la presencia de sus esposas. El problema fue cuando su compañero le devolvió el puñetazo a ella, deshaciendo su ajustado peinado.
Lakme noto como la sangre brotaba de su nariz, y se la limpio. En silencio no dijo nada, solo se levantó del sitio algo tambaleante y salió a la puerta de aquel tugurio tambaleante tras el sonido de las groserías que aquellos hombres le lanzaban a modo de mofa.
Cuerpo menudo que se apoyaba en la pared, jadeante, sabía que pronto saldrían alguno de ellos a por “su trofeo” de aquella noche, y ella intentaba controlar su temperamento y sed de violencia. Y tampoco es que la cabeza le diese para mucho, pues su razón se veía nublada por el alcohol.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Desde la barra observaba a la inmortal, los hombres la rodeaban, algo obvio dado que esa mujer era fuego y como culpar a un hombre por desear poseerlo.
Intenté no intervenir pese a que su estado de embriaguez iba complicando la situación lo suficiente como para que varios de los hombres la manosearan de un modo descarado mientras ella apenas era consciente de lo que ocurría. Un puñetazo devuelto y mis pasos perdiéndose por la canina en dirección a aquel desgraciado.
Ambos nos cruzamos, ella hacia el exterior, paso tambaleante, apenas me percibió. Yo con los ojos fijos en aquel cobarde que había osado tocarla, golpearla y que pronto acabo en el suelo tras dos raudos puñetazos que me supieron demasiado bien para detenerme en ese instante.
En el local se desató una pelea, mesas, sillas, todo por el aire y puñetazos que esquivé con rapidez, aunque me superaban en numero y varios de ellos en corpulencia también.
El acero tintineaba a mis espaldas sediento de salir, de beber del férreo liquido carmesí, mas solo era una pelea de bar ¿para que llamar mas la atención sobre mi.
Cuando el ultimo hombre calló sobre la mesa partiendola en dos y nadie mas se digno a alzarse para seguir desafiándome salir tras Lakme, quería comprobar que estaba bien, ella como mi padre era un imán para los líos, que menos que escoltarla en ese estado hasta su casa y dejarla allí pasar la mona que llevaba.
Me relamí el labio inferior, gotas de vitae que resbalaban por uno de los puñetazos recibidos y que esperaba la inmortal no percibiera, algo no muy complicado, parecencia apenas mantenerse en pie.
La noche era fría, el vaho contra mi boca cuando mis ojos se perdieron en los de ella. Posiblemente y por como me miró pensó que como el resto venia a por mi trofeo de la noche, colarme entre sus piernas y follar con ella hasta que el alba nos encontrara.
Admito que no me faltaban ganas, esa mujer de cabellos azabache siempre llamó mi atención claro que era intocable.
Su espalda reposaba contra la pared, sonreí de medio lado con cierto aire engreído mientras me acercaba a ella aun sin tocarla pese a que por momentos creía que iba a desplomarse por su embriaguez.
-Déjame llevarte a casa -propuse sin mas, como restando importancia al echo de que acababa de pegarme con medio local por defender un honor que posiblemente perdió tantas veces que ya no recodaría ni cuando lo sintió intacto.
Llevé mi mano a su antebrazo y rodeé con el otro su cintura, su aliento contra mis labios, mi respiración se agitó contra su boca mientras ambos depredadores nos mirábamos de frente.
Conocía el peligro que esa mujer tenia, el que podía ejercer contra mi y si algo sabia es que no podía enredarme en sus piernas, de hacerlo me descubriría y cambiaría el presente inevitablemente.
Yo aquí era un hombre sin identidad y de un modo u otro así debía de continuar siendo si quería cumplir mi propósito sin mas.
-Vamos señorita, la ayudaré a caminar. -Susurré ladeando mi sonrisa de forma arrogante -dígame donde la llevo, necesita un baño y dormir
Intenté no intervenir pese a que su estado de embriaguez iba complicando la situación lo suficiente como para que varios de los hombres la manosearan de un modo descarado mientras ella apenas era consciente de lo que ocurría. Un puñetazo devuelto y mis pasos perdiéndose por la canina en dirección a aquel desgraciado.
Ambos nos cruzamos, ella hacia el exterior, paso tambaleante, apenas me percibió. Yo con los ojos fijos en aquel cobarde que había osado tocarla, golpearla y que pronto acabo en el suelo tras dos raudos puñetazos que me supieron demasiado bien para detenerme en ese instante.
En el local se desató una pelea, mesas, sillas, todo por el aire y puñetazos que esquivé con rapidez, aunque me superaban en numero y varios de ellos en corpulencia también.
El acero tintineaba a mis espaldas sediento de salir, de beber del férreo liquido carmesí, mas solo era una pelea de bar ¿para que llamar mas la atención sobre mi.
Cuando el ultimo hombre calló sobre la mesa partiendola en dos y nadie mas se digno a alzarse para seguir desafiándome salir tras Lakme, quería comprobar que estaba bien, ella como mi padre era un imán para los líos, que menos que escoltarla en ese estado hasta su casa y dejarla allí pasar la mona que llevaba.
Me relamí el labio inferior, gotas de vitae que resbalaban por uno de los puñetazos recibidos y que esperaba la inmortal no percibiera, algo no muy complicado, parecencia apenas mantenerse en pie.
La noche era fría, el vaho contra mi boca cuando mis ojos se perdieron en los de ella. Posiblemente y por como me miró pensó que como el resto venia a por mi trofeo de la noche, colarme entre sus piernas y follar con ella hasta que el alba nos encontrara.
Admito que no me faltaban ganas, esa mujer de cabellos azabache siempre llamó mi atención claro que era intocable.
Su espalda reposaba contra la pared, sonreí de medio lado con cierto aire engreído mientras me acercaba a ella aun sin tocarla pese a que por momentos creía que iba a desplomarse por su embriaguez.
-Déjame llevarte a casa -propuse sin mas, como restando importancia al echo de que acababa de pegarme con medio local por defender un honor que posiblemente perdió tantas veces que ya no recodaría ni cuando lo sintió intacto.
Llevé mi mano a su antebrazo y rodeé con el otro su cintura, su aliento contra mis labios, mi respiración se agitó contra su boca mientras ambos depredadores nos mirábamos de frente.
Conocía el peligro que esa mujer tenia, el que podía ejercer contra mi y si algo sabia es que no podía enredarme en sus piernas, de hacerlo me descubriría y cambiaría el presente inevitablemente.
Yo aquí era un hombre sin identidad y de un modo u otro así debía de continuar siendo si quería cumplir mi propósito sin mas.
-Vamos señorita, la ayudaré a caminar. -Susurré ladeando mi sonrisa de forma arrogante -dígame donde la llevo, necesita un baño y dormir
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Realmente hacía tiempo que no perdía la razón usando aquel método, y es que algo perturbaba la mente y preocupación de aquella inmortal desde que había vuelto al norte.
Era como si algo hubiese cambiado dentro de ella, volviendo a crear aquellas inseguridades y miedos, como un paso hacia atrás que la arrastraba a esa época decadente de la que había salido con su desafío a aquellos que buscando su leyenda; y luego sentía esa marca ardiente debajo de la piel arrastrada demasiado tiempo pero que de nuevo se había vuelto evocar en su sentir.
-Mmm… -Se quejó mientras sus manos ocultaban su rostro por un momento, todo le daba vueltas. Espero con calma a que todo volviese a su ser, mientras dentro el jaleo era latente, pelea en aquel antro y ella por su parte estaba más enredada en su cabeza siendo todo aquello ajeno a su circunstancia en el exterior.
Necesitaba un cigarro, y casualmente se había quedado con la pitillera de cuero de uno de esos “caballeros”. Boquilla teñida de aquel carmín que en sus labios aún, cerilla tintineante que no acertaba su objetivo de encender el cigarro hasta que por fin lo consiguió.
- ¡Touche! -Lakme lo celebro riéndose sola, para luego ver como la pitillera y todos los cigarros se derramaron contra el suelo junto con la cerilla. -Vaya por Dios… De ahí no os mováis.
Señalo los cigarros mientras exhalaba el humo por la nariz con gesto un tanto vulgar, luego continuo sujeta a aquella pared que era su eje de estabilidad en aquel mundo de repente parecía torcerse y nublar su mente.
Un respingo por una voz que le tomó de sorpresa, y el cigarro encendido al suelo. Blasfemo de ese modo que no se espere que una señorita lo haga.
- ¿Sabes que por mucho que quieras hacerte el caballero no tienes ni la mitad del dinero ni la hombría para…? Vale, no eres quien creías… -Si, por un momento pensó que era uno de esos energúmenos.
La verdad es que aquella noche se había enredado en aquellos lares para terminar buscando algún tipo de sin razón y enredarse en el lecho de alguno que mereciese la pena, pero la cosa se había torcido para mal.
Él joven pronto la había enredado contra su cuerpo para sujetarla, ella lo miró de arriba abajo, y le sonrió con diversión. No estaba nada mal, pensó, a lo mejor había tenido un golpe de suerte, había que admitir que necesitaba un buen polvo para desinhibirse de todo aquello.
-Oye si vas a ser tu quien me dé ese “baño”, voy a tener que ser yo quien te pague a ti… -Se empezó a reí sola, luego le llevo el dedo índice a los labios para callarlo, aunque no había dicho nada. -Shhh… Shhhh... El teatro, tengo la llave… -De repente le cogió con fuerza de la barbilla sin estabilizar su paso, un gesto extraño que lo escudriño. - ¿Nos conocemos? Creo que te he visto antes…
Era como si algo hubiese cambiado dentro de ella, volviendo a crear aquellas inseguridades y miedos, como un paso hacia atrás que la arrastraba a esa época decadente de la que había salido con su desafío a aquellos que buscando su leyenda; y luego sentía esa marca ardiente debajo de la piel arrastrada demasiado tiempo pero que de nuevo se había vuelto evocar en su sentir.
-Mmm… -Se quejó mientras sus manos ocultaban su rostro por un momento, todo le daba vueltas. Espero con calma a que todo volviese a su ser, mientras dentro el jaleo era latente, pelea en aquel antro y ella por su parte estaba más enredada en su cabeza siendo todo aquello ajeno a su circunstancia en el exterior.
Necesitaba un cigarro, y casualmente se había quedado con la pitillera de cuero de uno de esos “caballeros”. Boquilla teñida de aquel carmín que en sus labios aún, cerilla tintineante que no acertaba su objetivo de encender el cigarro hasta que por fin lo consiguió.
- ¡Touche! -Lakme lo celebro riéndose sola, para luego ver como la pitillera y todos los cigarros se derramaron contra el suelo junto con la cerilla. -Vaya por Dios… De ahí no os mováis.
Señalo los cigarros mientras exhalaba el humo por la nariz con gesto un tanto vulgar, luego continuo sujeta a aquella pared que era su eje de estabilidad en aquel mundo de repente parecía torcerse y nublar su mente.
Un respingo por una voz que le tomó de sorpresa, y el cigarro encendido al suelo. Blasfemo de ese modo que no se espere que una señorita lo haga.
- ¿Sabes que por mucho que quieras hacerte el caballero no tienes ni la mitad del dinero ni la hombría para…? Vale, no eres quien creías… -Si, por un momento pensó que era uno de esos energúmenos.
La verdad es que aquella noche se había enredado en aquellos lares para terminar buscando algún tipo de sin razón y enredarse en el lecho de alguno que mereciese la pena, pero la cosa se había torcido para mal.
Él joven pronto la había enredado contra su cuerpo para sujetarla, ella lo miró de arriba abajo, y le sonrió con diversión. No estaba nada mal, pensó, a lo mejor había tenido un golpe de suerte, había que admitir que necesitaba un buen polvo para desinhibirse de todo aquello.
-Oye si vas a ser tu quien me dé ese “baño”, voy a tener que ser yo quien te pague a ti… -Se empezó a reí sola, luego le llevo el dedo índice a los labios para callarlo, aunque no había dicho nada. -Shhh… Shhhh... El teatro, tengo la llave… -De repente le cogió con fuerza de la barbilla sin estabilizar su paso, un gesto extraño que lo escudriño. - ¿Nos conocemos? Creo que te he visto antes…
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
La inmortal parecía mas que decidida a olvidar, el cigarro se calló de sus labios, pude ver como trataba de centrar su vidriosa mirada en el, algo que me hizo sonreír, no diré que no estaba acostumbrado a ver Lakme en alguna ocasión en ese estado, mas no menos de lo que en el futuro ella me había visto a mi del mismo modo.
Lakme siempre tan directa, no tenia filtros y en esas circunstancias en las que la risa inundaba sus labios dándole un toque infantil, sus mejillas sonrosadas la trasformaban casi en una simple humana, admito que resultaba tentadora, demasiado.
Maas bien conocía yo que esa mujer tenia un evidente peligro, no solo para desvelar mi identidad si no como para matarme si no me andaba con el cuidado necesario. Su gélido cuerpo enredado en el mio, sustento que busco para como si yo fuera su bastón poder caminar.
-Te bañaré y de ahí a la cama -le advertí para que no se hiciera ideas equivocadas, aunque claro mis ojos en su boca cuando el aliento de esta impacto en mis labios delataron unas ganas que no podía convertir en realidad.
Su dedo silencio mis palabras ,el teatro el lugar donde según ella podría encontrar refugio aquella noche en las que sin duda no estaba para andar sola por muy inmortal que fuera.
Su paso se cruzaba, apenas se mantenía en pie, así que me limité a alzarla en brazos mirando fijamente sus pardos.
Sus dedos atraparon mi mentón para enfrentar nuestros ojos, una pregunta que no me sorprendió si algo tenia esa mujer era una extraña intuición.
-No, de haberla visto la recordaría, es mas, si tu me hubieras visto a mi, ni borracha me olvidarías
Mi voz sonó engreída, lo era para que mentir. Varias cuadras mas allá nos llevaron directamente al portón del teatro ahora acabada la función totalmente desertice. Tomé la llave que me ofreció apoyando sus pies en el suelo aun sujeta por mi brazo por la cintura.
Gire esta en el bombillo hasta que la puerta cedió y así ambos pronto nos perdimos por el umbral quedando alejados de toda mirada indiscreta.
Su risa se perdía en mi boca, apenas había espacio que corriera entre ellas, espacio que yo me empeñe en mantener, no podía sucumbir frente a ella.
De hacerlo eso desencadenaría o sus visiones, unas que bien sabia que poseía y que habían ayudado a mi padre infinidad de ocasiones o por ende hundiera sus colmillos en mi cuello.
Probar mi sangre seria mas que suficiente para relacionarla con la de mi padre.
-¿donde esta tu cuarto? -pegunté volviendo a bajar mis ojos hasta su boca esperando una respuesta concisa y corta.
De nuevo su risa ebria inundó la estancia, enarque una ceja mirándola fijamente.
Mi gesto se tensó cuando de nuevo sus castaños me buscaron de forma inquisitiva como si tratara de ver a través de mis esmeraldas, aparté la mirada repitiendo la pregunta, no podía ser descubierto, las ordenes eran claras, en París de esta época yo solo era un fantasma, un hombre sin identidad que tenia que evitar que el hechicero que había cruzado el portal evitara mi nacimiento.
No podía influir en la vida de nadie, un paso en falso podría cambiar el trascurso de la historia y Lakme tenia un destino, uno en el que yo no estaba incluido.
Lakme siempre tan directa, no tenia filtros y en esas circunstancias en las que la risa inundaba sus labios dándole un toque infantil, sus mejillas sonrosadas la trasformaban casi en una simple humana, admito que resultaba tentadora, demasiado.
Maas bien conocía yo que esa mujer tenia un evidente peligro, no solo para desvelar mi identidad si no como para matarme si no me andaba con el cuidado necesario. Su gélido cuerpo enredado en el mio, sustento que busco para como si yo fuera su bastón poder caminar.
-Te bañaré y de ahí a la cama -le advertí para que no se hiciera ideas equivocadas, aunque claro mis ojos en su boca cuando el aliento de esta impacto en mis labios delataron unas ganas que no podía convertir en realidad.
Su dedo silencio mis palabras ,el teatro el lugar donde según ella podría encontrar refugio aquella noche en las que sin duda no estaba para andar sola por muy inmortal que fuera.
Su paso se cruzaba, apenas se mantenía en pie, así que me limité a alzarla en brazos mirando fijamente sus pardos.
Sus dedos atraparon mi mentón para enfrentar nuestros ojos, una pregunta que no me sorprendió si algo tenia esa mujer era una extraña intuición.
-No, de haberla visto la recordaría, es mas, si tu me hubieras visto a mi, ni borracha me olvidarías
Mi voz sonó engreída, lo era para que mentir. Varias cuadras mas allá nos llevaron directamente al portón del teatro ahora acabada la función totalmente desertice. Tomé la llave que me ofreció apoyando sus pies en el suelo aun sujeta por mi brazo por la cintura.
Gire esta en el bombillo hasta que la puerta cedió y así ambos pronto nos perdimos por el umbral quedando alejados de toda mirada indiscreta.
Su risa se perdía en mi boca, apenas había espacio que corriera entre ellas, espacio que yo me empeñe en mantener, no podía sucumbir frente a ella.
De hacerlo eso desencadenaría o sus visiones, unas que bien sabia que poseía y que habían ayudado a mi padre infinidad de ocasiones o por ende hundiera sus colmillos en mi cuello.
Probar mi sangre seria mas que suficiente para relacionarla con la de mi padre.
-¿donde esta tu cuarto? -pegunté volviendo a bajar mis ojos hasta su boca esperando una respuesta concisa y corta.
De nuevo su risa ebria inundó la estancia, enarque una ceja mirándola fijamente.
Mi gesto se tensó cuando de nuevo sus castaños me buscaron de forma inquisitiva como si tratara de ver a través de mis esmeraldas, aparté la mirada repitiendo la pregunta, no podía ser descubierto, las ordenes eran claras, en París de esta época yo solo era un fantasma, un hombre sin identidad que tenia que evitar que el hechicero que había cruzado el portal evitara mi nacimiento.
No podía influir en la vida de nadie, un paso en falso podría cambiar el trascurso de la historia y Lakme tenia un destino, uno en el que yo no estaba incluido.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
-No te creo… ¿Al baño y a la cama? Jajaja no te creo… -Seguía con esa actitud divertida, se le antojaba la noche entretenida a pesar de todo el alcohol que llevaba encima, y por mucho que él lo negase notaba que se le apetecía tal vez probar aquellos finos labios que ahora mismo solo sabía decir memeces sin filtro. ¿Quién iba a decir que en el cuerpo de aquella jovencita había una anciana de mil años cuando se comportaba como eso… ¿Una muchacha ebria y descarada?
Él la alzo en brazos y ella tampoco se resistió demasiado, sus pasos eran tambaleante y confusos. Es más, se preguntó cómo podría estar caminando como si nada cuando aquella noche llevaba un pesado vestido, de esos que solo se ponía para eventos sociales y odiaba llevar.
- ¿Entonces no nos conocemos? -No paraba de moverse mientras sentía el traqueteo que, al cargar con ella, no le ponía demasiado las cosas fáciles. Pareció reflexiva y de repente conforme. -Es verdad, si nos conociéramos de antes nos habríamos acostado y de eso me suelo acordar. A no ser que fuese fatal en la cama… Creo que hubiese decidido borrar ese detalle de mi cabeza. ¿Eres de esos que son fatales en el lecho, amigo como te llames?
El portón de atrás del teatro se abrió, daba acceso a las estancias y camerinos. Usualmente ella se quedaba a dormir con sus bailarinas y músicos, a pesar de que su “protector” le ofrecía su casa parisina que no escatimaba en lujos.
Lo bueno de aquella noche y de haber celebración, es que las estancias estaban vacías y la gente de la compañía no volvería hasta el amanecer después de la fiesta que se darían.
Por fin la había bajado, pero ambos cuerpos seguían pegados el uno al otro. Lakme les miró directamente a los ojos, estaría completamente borracha pero aquellos ojos eran similares a alguien que conocía. Intuía que él le mentía, tenía que tener una conexión con otra persona.
Antes de separarse de él con cierta brusquedad, se decidió en plantarle un buen beso en los labios, para la suerte del desconocido fallo y le beso parte de la mejilla, así de fina iba la vampira, aunque empezaba ya a pasársele los efectos, ya iba situando.
-Sígueme… -Pendientes que caían al suelo junto con otras joyas que adornaban sus cabellos y su cuerpo, poco a poco el peinado complicado y sujeto iba descubriendo bucles oscuros que caían sobre sus hombros.
Mientras caminaba a su camerino iba dejando un buen rastro como migas de pan de todo lo que su cuerpo cargaba en aquella noche, tacones que la bajaron de su tamaño e hicieron que el vestido de arrastrase, vestido que desapareció quedando en “ropa interior”, ahora solo llevaba aquel ajustado corsé que elevaba sus pequeños y redondeados pechos bien aprisionados, aquellas enaguas que cubrían su cintura y piernas y luego el incomodísimo miriñaque.
-No entiendo porque a las mujeres le gusta estas máquinas de tortura. -Dijo mientras se observaba a sí misma. De repente extendió ambos brazos y dio un par de saltitos que hacían que el miriñaque de moviera creando una extraña danza. -Parezco un maldito muelle… Es ridículo, mira. -Otra vez volvió a saltar, y de un tironazo se lo quito rasgándolo y dejándolo abandonado en el suelo. -Es aquí.
Se detuvo en una de las puertas y entro en su camerino. No era algo lujoso, ni había un orden definido. Había demasiados espejos, y luego ropas desperdigadas para sus espectáculos, una bañera de latón en la continuidad de la sala, y una simple cama con sabanas desordenadas.
Era la sala más grande y la única que tenía llave, Lakme la usaba como refugio para el día, sabía que la luz del sol no se colaría en aquellas estancias sin ventanas.
-Hogar dulce hogar… -Se sentó sobre la cama de un modo pesado, y empezó a desenredar todas aquellas ataduras que ajustaba el corsé. - ¿Quieres desnudarme? O eso te da miedo… Porque eres un hombre muy raro, aun no has intentado aprovecharte, o es que nos has estado con apenas mujeres o es que eres de otro gusto.
Él la alzo en brazos y ella tampoco se resistió demasiado, sus pasos eran tambaleante y confusos. Es más, se preguntó cómo podría estar caminando como si nada cuando aquella noche llevaba un pesado vestido, de esos que solo se ponía para eventos sociales y odiaba llevar.
- ¿Entonces no nos conocemos? -No paraba de moverse mientras sentía el traqueteo que, al cargar con ella, no le ponía demasiado las cosas fáciles. Pareció reflexiva y de repente conforme. -Es verdad, si nos conociéramos de antes nos habríamos acostado y de eso me suelo acordar. A no ser que fuese fatal en la cama… Creo que hubiese decidido borrar ese detalle de mi cabeza. ¿Eres de esos que son fatales en el lecho, amigo como te llames?
El portón de atrás del teatro se abrió, daba acceso a las estancias y camerinos. Usualmente ella se quedaba a dormir con sus bailarinas y músicos, a pesar de que su “protector” le ofrecía su casa parisina que no escatimaba en lujos.
Lo bueno de aquella noche y de haber celebración, es que las estancias estaban vacías y la gente de la compañía no volvería hasta el amanecer después de la fiesta que se darían.
Por fin la había bajado, pero ambos cuerpos seguían pegados el uno al otro. Lakme les miró directamente a los ojos, estaría completamente borracha pero aquellos ojos eran similares a alguien que conocía. Intuía que él le mentía, tenía que tener una conexión con otra persona.
Antes de separarse de él con cierta brusquedad, se decidió en plantarle un buen beso en los labios, para la suerte del desconocido fallo y le beso parte de la mejilla, así de fina iba la vampira, aunque empezaba ya a pasársele los efectos, ya iba situando.
-Sígueme… -Pendientes que caían al suelo junto con otras joyas que adornaban sus cabellos y su cuerpo, poco a poco el peinado complicado y sujeto iba descubriendo bucles oscuros que caían sobre sus hombros.
Mientras caminaba a su camerino iba dejando un buen rastro como migas de pan de todo lo que su cuerpo cargaba en aquella noche, tacones que la bajaron de su tamaño e hicieron que el vestido de arrastrase, vestido que desapareció quedando en “ropa interior”, ahora solo llevaba aquel ajustado corsé que elevaba sus pequeños y redondeados pechos bien aprisionados, aquellas enaguas que cubrían su cintura y piernas y luego el incomodísimo miriñaque.
-No entiendo porque a las mujeres le gusta estas máquinas de tortura. -Dijo mientras se observaba a sí misma. De repente extendió ambos brazos y dio un par de saltitos que hacían que el miriñaque de moviera creando una extraña danza. -Parezco un maldito muelle… Es ridículo, mira. -Otra vez volvió a saltar, y de un tironazo se lo quito rasgándolo y dejándolo abandonado en el suelo. -Es aquí.
Se detuvo en una de las puertas y entro en su camerino. No era algo lujoso, ni había un orden definido. Había demasiados espejos, y luego ropas desperdigadas para sus espectáculos, una bañera de latón en la continuidad de la sala, y una simple cama con sabanas desordenadas.
Era la sala más grande y la única que tenía llave, Lakme la usaba como refugio para el día, sabía que la luz del sol no se colaría en aquellas estancias sin ventanas.
-Hogar dulce hogar… -Se sentó sobre la cama de un modo pesado, y empezó a desenredar todas aquellas ataduras que ajustaba el corsé. - ¿Quieres desnudarme? O eso te da miedo… Porque eres un hombre muy raro, aun no has intentado aprovecharte, o es que nos has estado con apenas mujeres o es que eres de otro gusto.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
La inmortal buscó mis labios, pero solo encontró mi mejilla tal era su estado de embriaguez que ni veía, lejos de cabrearme despertó en mi una sonrisa ladeada, aquella mujer de curvas infinitas era fuego y era complicado no desear arder en su infierno.
Sendero de migas de pan que fue dejando por el sendero que la llevaba a su cámara personal, pendientes, aderezos, zapatos y el pesado vestido que había arrastrado junto a ella por medio París.
Esquivé sus pertenencias siguiendo su paso tambaleante de cerca mientras mis ojos oscurecidos se perdían por su minúsculo cuerpo.
Ropa interior negra y el ajustado corseé que elevaba sus firmes pechos.
-Ufff -susurré mas para mi que para ella cuando dio un par de saltos moviendo su cuerpo frente a mis ojos.
La puerta cedió al ser empujada por la dama y pronto estuvimos en una cámara bastante recargada, plagada de espejos, con la ropa tirada por el suelo sin mayor orden que el que hubiera quedado impuesto antes de salir a actuar sobre el escenario.
Ella se dejó caer en la cama, mis ojos se centraron en su cuerpo oliva, en aquellos bucles infinitos, esta era la primera vez que la veía desnuda, semi desnuda mas bien.
Admito que frente a esa mujer estaba ciertamente cohibido, algo que no me solía pasar con el resto de damas. Yo era bastante descarado, impulsivo, no me costaba enredarme con una dama.
Pero no todos los días te encuentras con la amiga intima de tu padre, esa que te ha visto crecer, esa que has deseado siendo niño, adolescente..
Podía descubrirme, ese era el único pensamiento que pasaba por mi cabeza mientras la veía pelearse con las cintas de su corseé para liberar su cuerpo.
Alzó la vista para hundirla en mis ojos, desafiante me invito a echarle una mano encima, le echaría las dos y detrás mi boca, pero..tenia que ir con cuidado, ella no era una mujer mas, conocía a mis padres y tenia poderes mas que suficientes para identificarme.
No podía correr riesgos.
Ladeé mi sonrisa sin responder a su pregunta, Mis pasos se dirigieron a ella hasta alcanzar su posición, Me incliné ligeramente, de nuevo nuestros labios se acercaron, su aliento contra ellos.
Saqué una daga de mi cinto desviando mi mirada de sus castaños a las cintas del corseé y sin meditarlo las saje dejando ahora si su cuerpo tan solo cubierto por las bragas de encaje negro.
El filo se paseo por su espalda, desnuda, mis ojos siguieron el sendero de este completamente perdido en su piel.
Entreabrí los labios, la respiración pesada delataba mi excitación, supongo que del mismo modo que el fuerte latir de mi corazón.
Sacudí la cabeza tratando de recobrar la razón, ella era una bruja, tenia que andarme con cuidado, me aparte mirándola desafiante y le tendí la mano con fingida indiferencia mientras guarda de nuevo la daga en el cinto.
-La tina te espera, un baño y a dormir la mona, lo necesitas.
Sendero de migas de pan que fue dejando por el sendero que la llevaba a su cámara personal, pendientes, aderezos, zapatos y el pesado vestido que había arrastrado junto a ella por medio París.
Esquivé sus pertenencias siguiendo su paso tambaleante de cerca mientras mis ojos oscurecidos se perdían por su minúsculo cuerpo.
Ropa interior negra y el ajustado corseé que elevaba sus firmes pechos.
-Ufff -susurré mas para mi que para ella cuando dio un par de saltos moviendo su cuerpo frente a mis ojos.
La puerta cedió al ser empujada por la dama y pronto estuvimos en una cámara bastante recargada, plagada de espejos, con la ropa tirada por el suelo sin mayor orden que el que hubiera quedado impuesto antes de salir a actuar sobre el escenario.
Ella se dejó caer en la cama, mis ojos se centraron en su cuerpo oliva, en aquellos bucles infinitos, esta era la primera vez que la veía desnuda, semi desnuda mas bien.
Admito que frente a esa mujer estaba ciertamente cohibido, algo que no me solía pasar con el resto de damas. Yo era bastante descarado, impulsivo, no me costaba enredarme con una dama.
Pero no todos los días te encuentras con la amiga intima de tu padre, esa que te ha visto crecer, esa que has deseado siendo niño, adolescente..
Podía descubrirme, ese era el único pensamiento que pasaba por mi cabeza mientras la veía pelearse con las cintas de su corseé para liberar su cuerpo.
Alzó la vista para hundirla en mis ojos, desafiante me invito a echarle una mano encima, le echaría las dos y detrás mi boca, pero..tenia que ir con cuidado, ella no era una mujer mas, conocía a mis padres y tenia poderes mas que suficientes para identificarme.
No podía correr riesgos.
Ladeé mi sonrisa sin responder a su pregunta, Mis pasos se dirigieron a ella hasta alcanzar su posición, Me incliné ligeramente, de nuevo nuestros labios se acercaron, su aliento contra ellos.
Saqué una daga de mi cinto desviando mi mirada de sus castaños a las cintas del corseé y sin meditarlo las saje dejando ahora si su cuerpo tan solo cubierto por las bragas de encaje negro.
El filo se paseo por su espalda, desnuda, mis ojos siguieron el sendero de este completamente perdido en su piel.
Entreabrí los labios, la respiración pesada delataba mi excitación, supongo que del mismo modo que el fuerte latir de mi corazón.
Sacudí la cabeza tratando de recobrar la razón, ella era una bruja, tenia que andarme con cuidado, me aparte mirándola desafiante y le tendí la mano con fingida indiferencia mientras guarda de nuevo la daga en el cinto.
-La tina te espera, un baño y a dormir la mona, lo necesitas.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Poco a poco su mente se iba aclarando, pero el descaro que el alcohol le había regalado ante el desconocido y aquella manera tan humana de comportarse no terminaba de marcharse.
Echo su cuerpo hacia atrás mientras se dejaba hacer, para su sorpresa no desato los nudos como lo hará cualquiera, saco una daga rasgo las cintas, ella giro el rostro y le miro mal, apretando aquellos labios con un mohín un tanto cómico.
- ¿Acabas de cagarte el corsé más cómodo que tengo? Voy tener que castigarte-El filo se deslizo frío por la que ahora era piel cálida, eso hizo que le diese un escalofrío, esa peligrosidad era excitante, y más cuando podía notar el corazón ajeno acelerado y podía oler casi su deseo por su cuerpo. Pero algo le retenía, sí, todo era extraño. Si aquel hombre no le gustaba otros hombres, ¿qué era lo que estaba sucediendo?
Él se había apartado abrumado, le ofrece su mano con la intención de seguir su labor de “niñera” aquella noche. Sí, todo es sospechoso, porque él la trata como si la conociera perfectamente, y todo el tiempo con precaución.
Lakme tiro del corsé, descubriendo en su piel las marcas de las “ballenas” de dicha prenda, había estado literalmente apretada. Si hubiese necesitado del aire, se hubiese desmayado seguro, pero no, solo le incomodaba. Pequeños pechos, perfectamente redondeados, y una pequeña marca creada a fuego bajo uno de ellos, la crueldad de los hombres en su tiempo y época. Ella ganaba más desnuda que vestida, tapar aquel cuerpo era un verdadero sacrilegio.
-Pareces mi padre, aunque mi padre hubiese estado orgulloso que me hubiese acostado contigo… -Sonrío, porque cierto era que la mentalidad de aquella sociedad puritana no era la misma que la suya. -Y creo que me mientes, me suenas y estoy segura que al menos tú me conoces… No sé por qué.
Tomó la mano para hacer además de levantarse, pero no hizo nada de eso, de un tirón fuerte lo tumbo sobre la cama, y ella a horcajadas se subió sobre él encajando sus caderas sobre las de él. Si, era evidente que lo excitaba. Muy evidente. En el proceso le rasgo la camisa, había sido bruta en su trato, pero tampoco es que estuviese controlándose demasiado.
-Te dije que te castigaría, tú me rompes el corsé y yo te rompo la camisa. -Se rio de un modo un tanto infantil, mientras lamía con gesto provocador sus labios. Luego, sin levantarse y como pudo tiro de la última prenda que quedaba, ahora sí que completamente desnuda sobre el cuerpo tenso del muchacho. Una embestida contra su sexo, y las bragas que caían sobre su cabeza. -Vamos a esa bañera. -Se levantó paseándose con altivez y aun tambaleante, y encendió los grifos adecuando la temperatura.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Su mano fría tomo la mía, su sonrisa ladina me mostró en ese preciso instante como todo acabaría, que me había perdido y que tardaría en encontrarme.
Un tirón brusco y caí sobre su lecho, mis ojos se alzaron desafiantes buscándola, esta no perdió el tiempo, como un felino se abalanzó sobre mi, encajando sus caderas en un vaivén que devoraba mi endurecida virilidad.
Alcé mi torso gruñendo con los ojos oscurecidos quedando a escasos centímetros de sus labios, yo no era uno de esos que se follaba cada noche dejando medio muertos, yo venia del infierno y de Asgar. Conocía el ruido del trueno y el calor de las llamas y desde luego no iba a controlarme como a uno de esos inútiles que solían frecuentarla.
Sus manos rasgaron mi camisa frente a mi alarde de rudeza, sus palabras me desafiaron, quería castigarme, mas yo no era de los que asumía los castigos con facilidad.
Embistió con su sexo mi abultada entrepierna, todo en ella era un provocación tras otra, se relamía mirandome decidida, su cabello azabache caía en buches sobre mi pecho. Se quito las bragas decidida a abandonar mi cuerpo proclamándose la vencedora de la primera batalla.
Ladeé mi sonrisa, si creía que me vencería en mi terreno no sabia cuan equivocada estaba.
Tomé su antebrazo con rudeza y la lancé contra la pared. La oí gemir al ser golpeada, sus pechos rozaron esta, sus pezones se alzaron como cuchillas y mi cuerpo se pego a su espalda afianzando con mi mano su cuello contra el improvisado y duro lecho.
-No juegues con fuego o acabaras en el infierno -susurré en su oído mientras rozaba con mis labios el lóbulo de su oreja.
Aflojé ligeramente el agarre permitiendo a esta enfrentar mi mirada por encima de su hombro, nuestros alientos se entremezclaron con violencia, roce de nuestra nariz en un duelo en el que ambos parecíamos ansiar al otro.
Una de mis manos contra la pared, la otra la lleve a su muslo para que abriera sus piernas.
-Estas mojada ¿verdad? Quizás no necesites ese baño a fin de cuentas -susurré contra su boca mientras mis dedos recorrían la cara interna de su muslo hundiéndose en su piel.
Cerré los ojos dándome cuenta de que de nuevo mi impulsividad me había ganado la batalla, no podía follármela, si lo hacia corría el riesgo de que me mordiera si lo hacia identificaría la sangre de mi padre en mi, no tardaría en atar cabos si es que a estas alturas aun no lo había hecho.
Mi única ventaja que estaba tan borracha que dudaba fuera capaz de pensar con claridad.
La giré de nuevo con brusquedad, esta vez ambos quedamos de frente, uno contra el otro, dos depredadores que se analizan dispuestos a mas.
Ladeé la sonrisa al agacharme ligeramente para tomarla como un saco, un azote en su culo desnudo para dirigirme a la bañera para dejarla caer en el agua de golpe.
-O quizás no estabas bastante mojada -dije acuclillandome a su lado con ese aire altivo que me caracterizaba.
Un tirón brusco y caí sobre su lecho, mis ojos se alzaron desafiantes buscándola, esta no perdió el tiempo, como un felino se abalanzó sobre mi, encajando sus caderas en un vaivén que devoraba mi endurecida virilidad.
Alcé mi torso gruñendo con los ojos oscurecidos quedando a escasos centímetros de sus labios, yo no era uno de esos que se follaba cada noche dejando medio muertos, yo venia del infierno y de Asgar. Conocía el ruido del trueno y el calor de las llamas y desde luego no iba a controlarme como a uno de esos inútiles que solían frecuentarla.
Sus manos rasgaron mi camisa frente a mi alarde de rudeza, sus palabras me desafiaron, quería castigarme, mas yo no era de los que asumía los castigos con facilidad.
Embistió con su sexo mi abultada entrepierna, todo en ella era un provocación tras otra, se relamía mirandome decidida, su cabello azabache caía en buches sobre mi pecho. Se quito las bragas decidida a abandonar mi cuerpo proclamándose la vencedora de la primera batalla.
Ladeé mi sonrisa, si creía que me vencería en mi terreno no sabia cuan equivocada estaba.
Tomé su antebrazo con rudeza y la lancé contra la pared. La oí gemir al ser golpeada, sus pechos rozaron esta, sus pezones se alzaron como cuchillas y mi cuerpo se pego a su espalda afianzando con mi mano su cuello contra el improvisado y duro lecho.
-No juegues con fuego o acabaras en el infierno -susurré en su oído mientras rozaba con mis labios el lóbulo de su oreja.
Aflojé ligeramente el agarre permitiendo a esta enfrentar mi mirada por encima de su hombro, nuestros alientos se entremezclaron con violencia, roce de nuestra nariz en un duelo en el que ambos parecíamos ansiar al otro.
Una de mis manos contra la pared, la otra la lleve a su muslo para que abriera sus piernas.
-Estas mojada ¿verdad? Quizás no necesites ese baño a fin de cuentas -susurré contra su boca mientras mis dedos recorrían la cara interna de su muslo hundiéndose en su piel.
Cerré los ojos dándome cuenta de que de nuevo mi impulsividad me había ganado la batalla, no podía follármela, si lo hacia corría el riesgo de que me mordiera si lo hacia identificaría la sangre de mi padre en mi, no tardaría en atar cabos si es que a estas alturas aun no lo había hecho.
Mi única ventaja que estaba tan borracha que dudaba fuera capaz de pensar con claridad.
La giré de nuevo con brusquedad, esta vez ambos quedamos de frente, uno contra el otro, dos depredadores que se analizan dispuestos a mas.
Ladeé la sonrisa al agacharme ligeramente para tomarla como un saco, un azote en su culo desnudo para dirigirme a la bañera para dejarla caer en el agua de golpe.
-O quizás no estabas bastante mojada -dije acuclillandome a su lado con ese aire altivo que me caracterizaba.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Su sonrisa se vio por un momento borrada cuando sintió su cuerpo impactar contra la pared con fuerza, aquello no se lo esperaba. Un quejido pronunciado entre sus labios, le gustaba aquel rudo juego.
Había conseguido de algún modo provocarle, y por un momento le pareció creer que había sucumbido, ya que su excitación era bastante evidente, y sus manos se paseaban provocadoras por su piel desnuda, ella exhalo en un susurro mientras sentía el corazón acelerado.
-Yo ya estoy en el infierno, Niels… -Le susurro muy bajito, con mirada desafiante. Había captado su nombre de un vago pensamiento… Pero nada más tenía las puertas bien cerrada aquel mortal, y algo en él le decía que mentía.
Una sonrisa de diablo y una mordida a sus labios inferiores, ella abre sus piernas para recibir una caricia que no termina de ella, y ella hace lo mismo en su entrepierna. -Un baño frío creo que es en tu caso lo que necesitarías…
De repente él la gira, ella piensa que lo tiene a merced. Pero por una vez se equivoca, porque para su sorpresa la toma en brazos, un azote a su trasero y se queja, la mete en la bañera salpicándolo todo.
Completamente mojada, ella aprieta los labios y le mira con gesto infantil y de reproche, lo insulta en otro idioma. Luego un brillo malicioso se cruza en su mirada.
-De repente tengo unas ganas de arrancarte esa cabecita… -Una amenaza que en su mirada juguetona suena hasta infantil. -Tú tampoco estas lo suficientemente mojado, déjame que lo solucione. -Le dice entre dientes, mientras le salpica agua. -Eres un cabrón provocador, ¿lo sabes? Pero te voy a contar un secreto, soy autosuficiente y si no me tocas tu solucionaré el problema yo misma. -Se automuerde el labio lascivo y lanza un fingido gemido mientras flexiona sus rodillas sentada en la bañera y lleva sus manos sobre su propio sexo, dispuesta a acaricarse. -A lo mejor el rollo que te va es mirar… ¿Quién sabe? -Echa su espalda hacía atrás y cierra sus ojos retorciéndose como un felino en celo.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
La inmortal me miro, podía ver ese iris rojo que delataba que aquellas palabras que sonaron a broma no estaban tan desencaminadas de ser ciertas, me hubiera arrancado la cabeza gustosa, claro que para eso y como la mantos religiosa antes teníamos que copular.
Una risa ladeada fue mi tarjeta de presentación, la miré con esa chulería que me caracterizaba mientras esta me salpicaba de un modo un tanto infantil.
Vista así parecía una niña, demasiado humana, demasiado irreal, pues yo de sobra conocía sus capacidades. Si Lakme quisiera ahora mismo, esta situación tomaría un cáliz bien distinto, ni siquiera se si el acero que lucia a mi espalda podría sacarme con vida de esa cámara.
Podría decir que no esperaba su siguiente movimiento, pero eso seria mentir, Lakme tenia la capacidad de arrastrar al infierno a cualquier hombre, no le costo un ápice oscurecer mas mis ojos, si es que no lo había hecho ya suficiente la imagen de su desnudez en mis retinas.
Estaba excitado ,eso lo sabíamos ambos, no solo porque su sexo había rozado mi hacha endurecida, si no porque posiblemente podía escuchar el raudo latir de mi corazón y como mi respiración se tornaba cada vez mas pesada.
Su cuerpo felino se movió contra sus propios dedos, mis ojos siguieron esa danza mientras mi boca se entreabria y mi mástil se endurecía de nuevo.
-¿ No tienes nada de beber? -pregunté tratando de desviar mi atención sin resultado. Esa mujer era fuego y yo nunca deseé mas arder en el infierno que en ese preciso momento.
Una voz en mi cabeza, la de mi hermana que me repetía que no debía tocar nada, que podía romper la linea espacio temporal, mis actos podían cambiar el futuro ocasionando un desastre.
Pero por mas que ese eco sonaba, apenas era capaz de escucharlo entremezclándose con los gemidos de la inmortal.
Sabia lo que tenia que hacer, dar media vuelta e irme, pero ¿acaso yo solía hacer lo que debía?
Dejé caer las espadas contra el suelo ,el acero sonó estridente, puede que pareciera una derrota, nada mas alejado de la realidad, yo era guerra y no paz.
Me quite la camisa, ligeramente mojada por las salpicaduras. Mi mirada se alzó desafiante hasta sus ojos.
-¿Autosuficiente? -sonreí con descaro dándome la vuelta para acercarme al mueble bar y servirme una copa de whisky doble, la iba a necesitar.
Podía notar sus ojos recorrer mi espalda, el tatuaje grabado en ella a fuego, el martillo de Thor sujeto por los cuervos.
Sabia que no necesitaba explicaciones, conocía a los dioses que adoraba mi padre, no tardaría en hilar.
Me gire para enfrentarla de nuevo llevando el vaso a mis labios y mirándola por encima del cristal con autosuficiencia.
-¿Que te parece si hacemos un trato? No me gusta regalar mi sangre, ya derramo bastante en el campo de batalla, mas por el contrario si me gusta follar...no creo que necesites mas explicaciones para darte cuenta e lo que sugiero ¿verdad?
Una risa ladeada fue mi tarjeta de presentación, la miré con esa chulería que me caracterizaba mientras esta me salpicaba de un modo un tanto infantil.
Vista así parecía una niña, demasiado humana, demasiado irreal, pues yo de sobra conocía sus capacidades. Si Lakme quisiera ahora mismo, esta situación tomaría un cáliz bien distinto, ni siquiera se si el acero que lucia a mi espalda podría sacarme con vida de esa cámara.
Podría decir que no esperaba su siguiente movimiento, pero eso seria mentir, Lakme tenia la capacidad de arrastrar al infierno a cualquier hombre, no le costo un ápice oscurecer mas mis ojos, si es que no lo había hecho ya suficiente la imagen de su desnudez en mis retinas.
Estaba excitado ,eso lo sabíamos ambos, no solo porque su sexo había rozado mi hacha endurecida, si no porque posiblemente podía escuchar el raudo latir de mi corazón y como mi respiración se tornaba cada vez mas pesada.
Su cuerpo felino se movió contra sus propios dedos, mis ojos siguieron esa danza mientras mi boca se entreabria y mi mástil se endurecía de nuevo.
-¿ No tienes nada de beber? -pregunté tratando de desviar mi atención sin resultado. Esa mujer era fuego y yo nunca deseé mas arder en el infierno que en ese preciso momento.
Una voz en mi cabeza, la de mi hermana que me repetía que no debía tocar nada, que podía romper la linea espacio temporal, mis actos podían cambiar el futuro ocasionando un desastre.
Pero por mas que ese eco sonaba, apenas era capaz de escucharlo entremezclándose con los gemidos de la inmortal.
Sabia lo que tenia que hacer, dar media vuelta e irme, pero ¿acaso yo solía hacer lo que debía?
Dejé caer las espadas contra el suelo ,el acero sonó estridente, puede que pareciera una derrota, nada mas alejado de la realidad, yo era guerra y no paz.
Me quite la camisa, ligeramente mojada por las salpicaduras. Mi mirada se alzó desafiante hasta sus ojos.
-¿Autosuficiente? -sonreí con descaro dándome la vuelta para acercarme al mueble bar y servirme una copa de whisky doble, la iba a necesitar.
Podía notar sus ojos recorrer mi espalda, el tatuaje grabado en ella a fuego, el martillo de Thor sujeto por los cuervos.
Sabia que no necesitaba explicaciones, conocía a los dioses que adoraba mi padre, no tardaría en hilar.
Me gire para enfrentarla de nuevo llevando el vaso a mis labios y mirándola por encima del cristal con autosuficiencia.
-¿Que te parece si hacemos un trato? No me gusta regalar mi sangre, ya derramo bastante en el campo de batalla, mas por el contrario si me gusta follar...no creo que necesites mas explicaciones para darte cuenta e lo que sugiero ¿verdad?
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Aquel hombre la conocía a ella, más no había temido ver su naturaleza cuando él no se la había revelado, tenía que aclarar su mente, aunque bien se veía nublada por el alcohol y sus oscuros deseos.
Una de sus manos aún seguía encerrada entre sus piernas y luego la extendió entre sus colmillos. Sangre que tiño su piel por un momento, liberando parte del alcohol que la nublaba, herida que pronto se cerró y dedos que se aferraban apretando sus propios pechos con excitación.
Podía ser él, quien estuviese haciendo aquel trabajo, pero se dedicaba a rehuirla y era algo que su entendimiento no llegaba, acostumbrada a encandilar a cualquier humano. Si le fastidiaba demasiado podía cumplir con sus promesas, y que él no saliese de allí con vida.
Espalda húmeda que se apoyaba contra la bañera mientras hundía sus dedos entre sus piernas es sutiles caricias justo en el lugar adecuado, quien mejor que una misma para conocer su propio cuerpo y donde tocar para hacer aflorar ese deseo y placer más profundo.
De fingir los gemidos, por su respiración agitada subía y bajaba aquellos redondeados pechos que quedaban descubiertos sobre el agua, sus mejillas que tomaban un tono sonrosado y excitación, parecía que lo había convertido todo real, ya no fingía retorcerse porque estaba haciendo justo con lo que había amenazado hacer. No iba a quedarse quieta a esperando a que él se decidiese.
Ni el sonido de las espadas al caer, le detuvieron mientras se autocomplacía, mirada vidriosa dirigida aquel tatuaje que le revelaba que venía de tierras del norte, y luego una extraña petición que le hacía sospechar. Aquel hombre tenía que ver seguro con la tierra de cierta amistad con la que se había visto enredada en la búsqueda de una espada.
-No prometo nada… Puedo “intentar” contenerme. Pero no prometo que salgas de aquí “entero”. -Dijo arrastrando las palabras entre quejidos mientras paseo su lengua entre sus labios y colmillos con gesto lascivo, era el mismo demonio. -Además. No llegarás a tiempo…
A ese ritmo, con toda agitación y fuego en el cuerpo, se podía dejar perder en sí misma y terminar lo que había empezado sin su ayuda.
Una de sus manos aún seguía encerrada entre sus piernas y luego la extendió entre sus colmillos. Sangre que tiño su piel por un momento, liberando parte del alcohol que la nublaba, herida que pronto se cerró y dedos que se aferraban apretando sus propios pechos con excitación.
Podía ser él, quien estuviese haciendo aquel trabajo, pero se dedicaba a rehuirla y era algo que su entendimiento no llegaba, acostumbrada a encandilar a cualquier humano. Si le fastidiaba demasiado podía cumplir con sus promesas, y que él no saliese de allí con vida.
Espalda húmeda que se apoyaba contra la bañera mientras hundía sus dedos entre sus piernas es sutiles caricias justo en el lugar adecuado, quien mejor que una misma para conocer su propio cuerpo y donde tocar para hacer aflorar ese deseo y placer más profundo.
De fingir los gemidos, por su respiración agitada subía y bajaba aquellos redondeados pechos que quedaban descubiertos sobre el agua, sus mejillas que tomaban un tono sonrosado y excitación, parecía que lo había convertido todo real, ya no fingía retorcerse porque estaba haciendo justo con lo que había amenazado hacer. No iba a quedarse quieta a esperando a que él se decidiese.
Ni el sonido de las espadas al caer, le detuvieron mientras se autocomplacía, mirada vidriosa dirigida aquel tatuaje que le revelaba que venía de tierras del norte, y luego una extraña petición que le hacía sospechar. Aquel hombre tenía que ver seguro con la tierra de cierta amistad con la que se había visto enredada en la búsqueda de una espada.
-No prometo nada… Puedo “intentar” contenerme. Pero no prometo que salgas de aquí “entero”. -Dijo arrastrando las palabras entre quejidos mientras paseo su lengua entre sus labios y colmillos con gesto lascivo, era el mismo demonio. -Además. No llegarás a tiempo…
A ese ritmo, con toda agitación y fuego en el cuerpo, se podía dejar perder en sí misma y terminar lo que había empezado sin su ayuda.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
La inmortal continuo con su buen hacer, mis palabras sonaban roncas frente a sus gemidos, por un momento pensé que si me fuera de esa sala ni siquiera lo notaria. Mas conocía bien a las mujeres, sus ojos vidriosos me suplicaban en silencio que sustituyera sus dedos, que la tomara de un modo distinto a como hasta hoy lo habían hecho.
Dejé la copa en la barra a medias, bajando para desabrochar mis botas, no había prisa, aunque ella me replicara con la urgencia. Las dejé a un lado de esta, los pantalones acompañaron ese mismo gesto y pronto me vi desnudo observándola fijamente.
Mi mano tomo mi hombría, sacudiéndola con suavidad primero, incrementando el ritmo después. Ladina mi sonrisa, mis pasos acortaron la distancia que nos separaba a ambos.
Introduje la mano en el agua buscando su cintura para alzarla, las gotas resbalaron por su cuerpo oliva, bucles azabache perdidos sobre sus redondos pechos y su mirada echa fuego que me busco con descaro retándome a tener este encuentro en el que ambos salíamos perdiendo.
Mi polla entre sus piernas, su espalda contra mi pecho, mi mano se deslizo desde su cintura hasta su sexo enredando mis dedos con los suyos para acompañar el ritmo de sus caricias.
-No he dicho que te contengas -le rectifiqué empujando ahora si su espalda contra el borde de la tina y metiendo mis pies en ella.
Sus pezones rozaban el acero de la oscura bañera, duros como diamantes le ofrecían brusca resistencia, sus jadeos se incrementaron cuando mis dedos la forzaron a aumentar el ritmo, ambos estebamos perdidos en el infierno de aquellas aguas que empezaban a calentarse demasiado.
Gruñí cuando mi virilidad sustituyo los dedos de ambos, mojada, caliente se dilataba para acogerme. Bruscas embestidas que la empujaban contra la oscura pared. Yo tenia la estaca para acabar con su vida y esta le abandonaba por sus piernas forzándola a rugir en cada empalamiento.
Mis dedos se enredaron en sus ondas, tire de ella forzandola a alzarse, a dejar que su aliento me calcinase. Nuestros ojos se perdieron en el otro, su lengua lamió mis labios provocandome. Estos se abrieron para acogerla con rabia. Violento el beso que denotaba como ambos nos estábamos perdiendo, yo porque era consciente de la inmensa cagada que suponía follarme a la inmortal amiga de mi padre, esa que en el futuro tenia otra vida ajena a la mía.
Ella, desconocía en que pensaba ella, claro que mientras empujaba tampoco es que me lo preguntara en demasía.
Lengua de fuego que recorría su boca paladeando el sabor de las llamas, del azufre y la pólvora. Eso eramos ambos en ese preciso instante en el que los dioses parecían decididos a bendecir nuestra hazaña y los juglares a contar nuestras gestas por efímeras que fueran.
-No te contengas -gruñí incrustandole mi hacha con fuerza arrancándole un gemido ronco que retumbo en la cámara.
Mi dedo castigo sus pechos, acariciando el boton, pellizcandolo con suavidad, rozandolo con la palma de mi mano mientras esta se paseaba por su oscura piel arrasando con todo a su paso sin un mínimo de piedad.
Dejé la copa en la barra a medias, bajando para desabrochar mis botas, no había prisa, aunque ella me replicara con la urgencia. Las dejé a un lado de esta, los pantalones acompañaron ese mismo gesto y pronto me vi desnudo observándola fijamente.
Mi mano tomo mi hombría, sacudiéndola con suavidad primero, incrementando el ritmo después. Ladina mi sonrisa, mis pasos acortaron la distancia que nos separaba a ambos.
Introduje la mano en el agua buscando su cintura para alzarla, las gotas resbalaron por su cuerpo oliva, bucles azabache perdidos sobre sus redondos pechos y su mirada echa fuego que me busco con descaro retándome a tener este encuentro en el que ambos salíamos perdiendo.
Mi polla entre sus piernas, su espalda contra mi pecho, mi mano se deslizo desde su cintura hasta su sexo enredando mis dedos con los suyos para acompañar el ritmo de sus caricias.
-No he dicho que te contengas -le rectifiqué empujando ahora si su espalda contra el borde de la tina y metiendo mis pies en ella.
Sus pezones rozaban el acero de la oscura bañera, duros como diamantes le ofrecían brusca resistencia, sus jadeos se incrementaron cuando mis dedos la forzaron a aumentar el ritmo, ambos estebamos perdidos en el infierno de aquellas aguas que empezaban a calentarse demasiado.
Gruñí cuando mi virilidad sustituyo los dedos de ambos, mojada, caliente se dilataba para acogerme. Bruscas embestidas que la empujaban contra la oscura pared. Yo tenia la estaca para acabar con su vida y esta le abandonaba por sus piernas forzándola a rugir en cada empalamiento.
Mis dedos se enredaron en sus ondas, tire de ella forzandola a alzarse, a dejar que su aliento me calcinase. Nuestros ojos se perdieron en el otro, su lengua lamió mis labios provocandome. Estos se abrieron para acogerla con rabia. Violento el beso que denotaba como ambos nos estábamos perdiendo, yo porque era consciente de la inmensa cagada que suponía follarme a la inmortal amiga de mi padre, esa que en el futuro tenia otra vida ajena a la mía.
Ella, desconocía en que pensaba ella, claro que mientras empujaba tampoco es que me lo preguntara en demasía.
Lengua de fuego que recorría su boca paladeando el sabor de las llamas, del azufre y la pólvora. Eso eramos ambos en ese preciso instante en el que los dioses parecían decididos a bendecir nuestra hazaña y los juglares a contar nuestras gestas por efímeras que fueran.
-No te contengas -gruñí incrustandole mi hacha con fuerza arrancándole un gemido ronco que retumbo en la cámara.
Mi dedo castigo sus pechos, acariciando el boton, pellizcandolo con suavidad, rozandolo con la palma de mi mano mientras esta se paseaba por su oscura piel arrasando con todo a su paso sin un mínimo de piedad.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Perdida en sí misma invadida por el propio placer que era capaz de otorgase, más fue el calor de su cuerpo pegado el suyo y dedos ajenos que se enredaban entre los suyos, la que la despertaron de aquel sin fin de sensaciones.
Finalmente había sucumbido, por mucho que resistiera, lo había caído en su juego y pronto quiso hacerse con ella, dominar aquella bestia en forma de mujer que parecía estar cediendo a la brutalidad de su fuerza.
Quejido que sus labios pronunciaban al sentirle penetrar en su vientre con ígnea acogida. Gemidos que no se contenían quebrando y haciendo huir todo el silencio que hubiese en la sala. Poco le importaba si alguien regresaba, más su cuerpo extasiado solo dirigía su atención a aquel que ahora la poseía.
Mano que se sujetaba al borde de aquella bañera con cada una de sus violentas embestidas amortiguadas por la redondez de sus glúteos, sonido del chocar entre aquellos dos titanes. Al principio dolorosas luego demasiado placenteras. Ella llevaba más recorrido hecho que él, su cuerpo pronto cedería hasta al final del clímax.
Dientes que tiraron de sus labios dejando con fuerza las primeras marcas, corazón que latía con violencia ahogando sus respiraciones.
Miradas que se cruzaban, y la suya se volvía escarlata en advertencia de la peligrosa decisión que aquel muchacho acaba de tomar. Se estaba enredando en un juego que tal vez le condenaría en demasía.
Estaba a punto de sentir como su fuego se consumía, más como propia tortura y ajena, hizo ápice de la sobrenaturalidad de su fuerza, cambiando tornas entre ambos. Rompiendo el contacto entre ambos cuerpos, separándole de su calor interrumpiendo de un modo fastidioso aquel placer.
Dedos que podían ser caricia dulce cuando lo deseaban, pero que esta vez fueron duros hundiéndose en el cuello de aquel frágil cuerpo humano. Lo volteo contra el metal oscuro, quería ponerle claro quién era la presa y quien el depredador en aquella noche. Una de sus manos empezó a estimular su sexo ya excitado, sus dedos extrañamente eran demasiados expertos, sabían exactamente cómo y en qué puntos justo debían de acariciar para llevarlo desde una inmensa tortura hasta cegarlo nublando su razón. Mientras apoyaba su frente sobre su espalda, le hizo detenerse por un momento, empezó lenta atormentadora, sabiendo que su cuerpo le exigiría ir a más, para luego acelerar su intensidad y ritmo, buscando que él se perdiera.
-No te contengas… -Ironía jocosa que fuese ella misma la que repitiese sus propias palabras con una astuta sonrisa, e invirtiese roles, mientras las puntas de sus húmedos pechos se veían aprisionados contra su espalda.
Colmillos que desgarrando la piel destrozando parte de aquel tatuaje, y dejándole marcado para siempre. Acto de brutalidad y obsceno al escupir la sangre ajena, para luego lamer su piel limpiando el escarlata de su propia sangre.
-Ni una gota entre mis labios, ni en mi garganta… Pero me gusta su color recorrer tu piel. -Río divertida, continuando con aquellas caricias. Rubíes escarlatas mancillaba la claridad del agua, el combate solo acababa de empezar. -No me contengo… -Rugió excitada.
Finalmente había sucumbido, por mucho que resistiera, lo había caído en su juego y pronto quiso hacerse con ella, dominar aquella bestia en forma de mujer que parecía estar cediendo a la brutalidad de su fuerza.
Quejido que sus labios pronunciaban al sentirle penetrar en su vientre con ígnea acogida. Gemidos que no se contenían quebrando y haciendo huir todo el silencio que hubiese en la sala. Poco le importaba si alguien regresaba, más su cuerpo extasiado solo dirigía su atención a aquel que ahora la poseía.
Mano que se sujetaba al borde de aquella bañera con cada una de sus violentas embestidas amortiguadas por la redondez de sus glúteos, sonido del chocar entre aquellos dos titanes. Al principio dolorosas luego demasiado placenteras. Ella llevaba más recorrido hecho que él, su cuerpo pronto cedería hasta al final del clímax.
Dientes que tiraron de sus labios dejando con fuerza las primeras marcas, corazón que latía con violencia ahogando sus respiraciones.
Miradas que se cruzaban, y la suya se volvía escarlata en advertencia de la peligrosa decisión que aquel muchacho acaba de tomar. Se estaba enredando en un juego que tal vez le condenaría en demasía.
Estaba a punto de sentir como su fuego se consumía, más como propia tortura y ajena, hizo ápice de la sobrenaturalidad de su fuerza, cambiando tornas entre ambos. Rompiendo el contacto entre ambos cuerpos, separándole de su calor interrumpiendo de un modo fastidioso aquel placer.
Dedos que podían ser caricia dulce cuando lo deseaban, pero que esta vez fueron duros hundiéndose en el cuello de aquel frágil cuerpo humano. Lo volteo contra el metal oscuro, quería ponerle claro quién era la presa y quien el depredador en aquella noche. Una de sus manos empezó a estimular su sexo ya excitado, sus dedos extrañamente eran demasiados expertos, sabían exactamente cómo y en qué puntos justo debían de acariciar para llevarlo desde una inmensa tortura hasta cegarlo nublando su razón. Mientras apoyaba su frente sobre su espalda, le hizo detenerse por un momento, empezó lenta atormentadora, sabiendo que su cuerpo le exigiría ir a más, para luego acelerar su intensidad y ritmo, buscando que él se perdiera.
-No te contengas… -Ironía jocosa que fuese ella misma la que repitiese sus propias palabras con una astuta sonrisa, e invirtiese roles, mientras las puntas de sus húmedos pechos se veían aprisionados contra su espalda.
Colmillos que desgarrando la piel destrozando parte de aquel tatuaje, y dejándole marcado para siempre. Acto de brutalidad y obsceno al escupir la sangre ajena, para luego lamer su piel limpiando el escarlata de su propia sangre.
-Ni una gota entre mis labios, ni en mi garganta… Pero me gusta su color recorrer tu piel. -Río divertida, continuando con aquellas caricias. Rubíes escarlatas mancillaba la claridad del agua, el combate solo acababa de empezar. -No me contengo… -Rugió excitada.
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Un mordico en mis labios fue el detonar de los cuernos que anunciaban la mayor gesta jamas librada, aunque la verdad llevaba demasiadas a mis espaldas.
Me relamí la boca frente a la suya, retándola, la empotre con mas fuerza contra el acero de aquella tina que se desbordaba frente a las dos bestias que albergaba.
Sus ojos escarlata se centraron en mis oscuras esmeraldas, flechas de fuego entre nosotros era el momento de los arqueros.
Preparé el hacha, la melé se acercaba y nuestros cuerpos se perdían calcinándose de ganas.
No tardo en atacar convertida en otra cosa que no era una mujer. Haciendo acopio de su desmesurada fuerza me tomó por el cuello para invertir las tornas.
Mi virilidad abandono su cuerpo no por propia voluntad, quedando así ambos desnudos del otro, despojados del calor que prendían nuestros cuerpos en cada bestial choque de guerreros.
Rugí cuando mi pecho golpeo el oscuro metal, ahora su mano experta cumplía su cometido relegandome al lugar de sencilla presa para convertirse en el depredador que acecha.
Si creía que eso iba a quedar así, que podría doblegar al vikingo no tenia ni idea de lo que era el norte, ni nuestros dioses.
Nosotros nacíamos luchando y moríamos con las espadas en alto, ella era una peligrosa inmortal pero yo no era un hombre sin mas.
Su frente contra mi espalda, pequeña tregua que se tomo mientras obnubilaba mi mente con las sacudidas que me llevaban al infierno entre llamas ardientes.
Ladeé la sonrisa cuando la escuche desafiante repetir mis palabras, sabia que eso me ofuscaria lo suficiente para no permitirle que esto acabara.
Mas por si me quedaba duda alguna de la implicación en la guerra en la que estaba, sus colmillos afianzaron la piel de mi espalda y de un tirón seco la sajo escupiendo parte de esta a la bañera.
Un alarido de dolor al sentir el calor en mi piel, la sangre resbalar por esta y la inmortal limpiando mi desgarro con la lengua.
De nuevo la mofa en sus palabras, mas lo siguiente no lo esperaba. Ladeé ligeramente el cuerpo, su brazo estaba en mi costado, su mano sacudía mi miembro, no me costo demasiado encaja mi hombro bajo su pecho, tomar su brazo con sendas manos y de un tirón brusco hacerla volar por encima de mi hasta que su espalda choco con violencia contra frio suelo.
Cuerpo mojado que se resentía del golpe ocasionado,mientras ahora yo salia de la tina sin pensarlo.
Subí sobre ella atrapando su cuello con las manos, apreté mientras de nuevo mi hacha se abría paso entre sus muslos forzándola a abrir las piernas para recibir cada salvaje embestida.
Nos miramos desafiantes, aquello no era solo sexo, era una batalla, un duelo de egos en el que ninguno quería perder.
Mi costilla debía estar fracturada, me dolía lo suficiente para entrecortar mi respiración mientras seguía empaladola contra el suelo sin darle un ápice de espacio entre nuestros cuerpos.
Busque su boca con necesidad, esta se entreabrió dándole paso a mi lengua que saqueo su interior. Su lengua bailo la danza de los siete velos contra mi drakkar que surcaba los mares guiado por el fuerte oleaje de sus labios que de nuevo me sentenciaban a pecar mas de lo estimado.
Nuestros alientos se devastaban al ritmo de los tambores, eso eramos ambos dioses de tiempos pasados.
Sus manos se movieron para encontrarme, mi mirada se perdió en un lateral de la cámara, cerca, mis gemelas, no tenia otra opción si quería salir con vida de esta, alcancé una de ellas y la coloqué sobre su pecho. Gruñí adentrándome mas dentro mientras perfilaba con la hoja sus pechos sajando ligeramente su piel.
-No te contengas -rugí de nuevo - me gusta ver como la sangre resbala por tu tez oliva.
Me relamí la boca frente a la suya, retándola, la empotre con mas fuerza contra el acero de aquella tina que se desbordaba frente a las dos bestias que albergaba.
Sus ojos escarlata se centraron en mis oscuras esmeraldas, flechas de fuego entre nosotros era el momento de los arqueros.
Preparé el hacha, la melé se acercaba y nuestros cuerpos se perdían calcinándose de ganas.
No tardo en atacar convertida en otra cosa que no era una mujer. Haciendo acopio de su desmesurada fuerza me tomó por el cuello para invertir las tornas.
Mi virilidad abandono su cuerpo no por propia voluntad, quedando así ambos desnudos del otro, despojados del calor que prendían nuestros cuerpos en cada bestial choque de guerreros.
Rugí cuando mi pecho golpeo el oscuro metal, ahora su mano experta cumplía su cometido relegandome al lugar de sencilla presa para convertirse en el depredador que acecha.
Si creía que eso iba a quedar así, que podría doblegar al vikingo no tenia ni idea de lo que era el norte, ni nuestros dioses.
Nosotros nacíamos luchando y moríamos con las espadas en alto, ella era una peligrosa inmortal pero yo no era un hombre sin mas.
Su frente contra mi espalda, pequeña tregua que se tomo mientras obnubilaba mi mente con las sacudidas que me llevaban al infierno entre llamas ardientes.
Ladeé la sonrisa cuando la escuche desafiante repetir mis palabras, sabia que eso me ofuscaria lo suficiente para no permitirle que esto acabara.
Mas por si me quedaba duda alguna de la implicación en la guerra en la que estaba, sus colmillos afianzaron la piel de mi espalda y de un tirón seco la sajo escupiendo parte de esta a la bañera.
Un alarido de dolor al sentir el calor en mi piel, la sangre resbalar por esta y la inmortal limpiando mi desgarro con la lengua.
De nuevo la mofa en sus palabras, mas lo siguiente no lo esperaba. Ladeé ligeramente el cuerpo, su brazo estaba en mi costado, su mano sacudía mi miembro, no me costo demasiado encaja mi hombro bajo su pecho, tomar su brazo con sendas manos y de un tirón brusco hacerla volar por encima de mi hasta que su espalda choco con violencia contra frio suelo.
Cuerpo mojado que se resentía del golpe ocasionado,mientras ahora yo salia de la tina sin pensarlo.
Subí sobre ella atrapando su cuello con las manos, apreté mientras de nuevo mi hacha se abría paso entre sus muslos forzándola a abrir las piernas para recibir cada salvaje embestida.
Nos miramos desafiantes, aquello no era solo sexo, era una batalla, un duelo de egos en el que ninguno quería perder.
Mi costilla debía estar fracturada, me dolía lo suficiente para entrecortar mi respiración mientras seguía empaladola contra el suelo sin darle un ápice de espacio entre nuestros cuerpos.
Busque su boca con necesidad, esta se entreabrió dándole paso a mi lengua que saqueo su interior. Su lengua bailo la danza de los siete velos contra mi drakkar que surcaba los mares guiado por el fuerte oleaje de sus labios que de nuevo me sentenciaban a pecar mas de lo estimado.
Nuestros alientos se devastaban al ritmo de los tambores, eso eramos ambos dioses de tiempos pasados.
Sus manos se movieron para encontrarme, mi mirada se perdió en un lateral de la cámara, cerca, mis gemelas, no tenia otra opción si quería salir con vida de esta, alcancé una de ellas y la coloqué sobre su pecho. Gruñí adentrándome mas dentro mientras perfilaba con la hoja sus pechos sajando ligeramente su piel.
-No te contengas -rugí de nuevo - me gusta ver como la sangre resbala por tu tez oliva.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Sordos rugidos que inundaban la sala mientras ella continuaba con su juego de dominación y estimulación. Aquel acto de breve poder la excitada en sobremanera junto con el olor de la sangre que de su cuerpo se deprendía en tentativa por la que se resistía, aunque le hubiese gustado beber de él hasta saciarse y dejarlo ahí sin vida.
Tortura, contención, liberación y luego salvajismo…
No había esperado ni por asomo a aquel atrevimiento, a que sería capaz de enfrentarla de aquel modo. Cuerpo magullado por aquel golpe, no disimulo el dolor ocasionado, pero más que retenerla o enfurecerla, sádicamente parecía provocarla.
Dedos que se aferraban al cuello de ella que, con sonrisa lasciva, le dejo hacer mientras estiraba aquel cuerpo felino y extendía sus brazos sobre su cabeza con fingida docilidad.
Notaba como la gravedad de sus pechos danzaban por sí solos, mientras no resistían el perderse en sus gritos placenteros mientras se veía forzada por la profundad de cada una de sus embestidas, es más, atrevida dispuso una de sus piernas con increíble flexibilidad sobre el hombro del norteño así aumentando su roce y fondo.
Su cuerpo era una pesada cárcel de piel y hueso magullado, que con su peso era capaz de atraparla sin darle demasiada elección sus acciones, siendo ahora ella la dominada y no la dominante como era su preferencia.
Si hubiese sido una mujer cualquiera, hubiese solo sido un elemento pasivo que se dejaba vencer en aquella batalla, cediendo simplemente a cada paso que él marcaba con el salvajismo natural de los suyos, pero ella no era así, ella un animal libre sin collar ni dueño, y él no se saldría con la suya.
Boca que se ahogaba y luchaba contra la suya con cada una de las batallas que sus labios y lengua le desafiaban. Sus colmillos eran cuchillos que en cuanto podían desgarraba, y así lo hizo en aquellos besos en los que perdía, volviendo a derramar la sangre ajena por su boca y cuello, enloqueciendo todos sus sentidos más primigenios. Devolviéndola a un estado indomable.
-Mmmm… -Mordía sus propios labios como si quisiera acallar sus gemidos, para dejar de provocarle con aquella señal que indicaba que estaba siendo complacida. -Hunde con más fuerza tu espada, deseo oírte aullar de dolor y placer… -Rugido mientras exhalaba su aliento gélido y agitado sobre el rostro de él, mientras su dedo se hundía en sus hombros aferrándolo, y arañando su piel en su recorrido, y regresando a la herida para torturarle con aquel dolor para desgarrarle más y más.
Sus ojos empezaban a indicarle por un momento que empezaba a perderse en el cuerpo ajeno, que su razón se nublaba cediendo a éste, dejándose llevar por aquel embriagador hechizo que la llevaba a un cercano nirvana, estando allí y aquí a la vez.
Filo que recorría piel tibia, dejando su marca y señal en la sangre de ella, mientras sus caderas atronadoras golpeaban como un yunque contra las suyas en aquella danza frenética que no tenía ni principio ni fin, más eran fuego infernal que había desatado la tormenta olvidando el vaivén inicial de las olas y hundiéndose en la tempestad creado del caos y el infierno.
-No contengas, acaba con todo esto… -Con un quejido, agarro sus cabellos acercándole más y más, haciendo que el filo de su arma se hundiese en el pecho de ella, mientras su mano libre se aferraba por el hierro haciendo brotar de la palma de estos escarlatas ríos. -No saldrás con vida de esta, y es tu oportunidad. -Vidriosos ojos que le enfrentaban con ahogada respiración, podía sentir su propio corazón galopar en aquel pecho con fuerza, en aquella mezcla de placer profundo y peligrosidad ante la tentativa de perder la misma vida. -Además, aún no me queda claro quien está jodiendo a quien... No te contengas.
Tortura, contención, liberación y luego salvajismo…
No había esperado ni por asomo a aquel atrevimiento, a que sería capaz de enfrentarla de aquel modo. Cuerpo magullado por aquel golpe, no disimulo el dolor ocasionado, pero más que retenerla o enfurecerla, sádicamente parecía provocarla.
Dedos que se aferraban al cuello de ella que, con sonrisa lasciva, le dejo hacer mientras estiraba aquel cuerpo felino y extendía sus brazos sobre su cabeza con fingida docilidad.
Notaba como la gravedad de sus pechos danzaban por sí solos, mientras no resistían el perderse en sus gritos placenteros mientras se veía forzada por la profundad de cada una de sus embestidas, es más, atrevida dispuso una de sus piernas con increíble flexibilidad sobre el hombro del norteño así aumentando su roce y fondo.
Su cuerpo era una pesada cárcel de piel y hueso magullado, que con su peso era capaz de atraparla sin darle demasiada elección sus acciones, siendo ahora ella la dominada y no la dominante como era su preferencia.
Si hubiese sido una mujer cualquiera, hubiese solo sido un elemento pasivo que se dejaba vencer en aquella batalla, cediendo simplemente a cada paso que él marcaba con el salvajismo natural de los suyos, pero ella no era así, ella un animal libre sin collar ni dueño, y él no se saldría con la suya.
Boca que se ahogaba y luchaba contra la suya con cada una de las batallas que sus labios y lengua le desafiaban. Sus colmillos eran cuchillos que en cuanto podían desgarraba, y así lo hizo en aquellos besos en los que perdía, volviendo a derramar la sangre ajena por su boca y cuello, enloqueciendo todos sus sentidos más primigenios. Devolviéndola a un estado indomable.
-Mmmm… -Mordía sus propios labios como si quisiera acallar sus gemidos, para dejar de provocarle con aquella señal que indicaba que estaba siendo complacida. -Hunde con más fuerza tu espada, deseo oírte aullar de dolor y placer… -Rugido mientras exhalaba su aliento gélido y agitado sobre el rostro de él, mientras su dedo se hundía en sus hombros aferrándolo, y arañando su piel en su recorrido, y regresando a la herida para torturarle con aquel dolor para desgarrarle más y más.
Sus ojos empezaban a indicarle por un momento que empezaba a perderse en el cuerpo ajeno, que su razón se nublaba cediendo a éste, dejándose llevar por aquel embriagador hechizo que la llevaba a un cercano nirvana, estando allí y aquí a la vez.
Filo que recorría piel tibia, dejando su marca y señal en la sangre de ella, mientras sus caderas atronadoras golpeaban como un yunque contra las suyas en aquella danza frenética que no tenía ni principio ni fin, más eran fuego infernal que había desatado la tormenta olvidando el vaivén inicial de las olas y hundiéndose en la tempestad creado del caos y el infierno.
-No contengas, acaba con todo esto… -Con un quejido, agarro sus cabellos acercándole más y más, haciendo que el filo de su arma se hundiese en el pecho de ella, mientras su mano libre se aferraba por el hierro haciendo brotar de la palma de estos escarlatas ríos. -No saldrás con vida de esta, y es tu oportunidad. -Vidriosos ojos que le enfrentaban con ahogada respiración, podía sentir su propio corazón galopar en aquel pecho con fuerza, en aquella mezcla de placer profundo y peligrosidad ante la tentativa de perder la misma vida. -Además, aún no me queda claro quien está jodiendo a quien... No te contengas.
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Perdido en su piel, sentía como sus uñas me desgarraban, jirones nuevos de una gesta que no olvidaría, mis ojos se perdieron un instante en sus escarlatas.
Acero que desfilaba al alba que se acercaba, la hoja de mi espada en su pecho, rasgándole el alma mientras mi hacha se sacudía en su interior con una violencia inusitada.
Jadeó contra mis labios, embadurnados de sangre volvieron a buscarla, sediento de ella, de mas infierno, de mas llamas. Colisioné contra su boca, deslizando la lengua a través del precipicio de sus labios, sabor férreo, a guerra, a acero. Sabia que ella era muerte, pero yo era un vikingo que no temía a nada.
Sus piernas sobre mi hombro acogiéndome mas dentro, violento juego de mirada que nos arrancaba gemidos, gruñidos, ambos rozábamos el infierno con cada embestida de nuestros cuerpos.
Estaba tan cerca de correrme que ya ni siquiera sentía mi propio aliento.
Su boca acallo mis gemidos, perdido en aquel sin fin de sensaciones que la inmortal me proporcionaba al impactar su martillo contra mi afilada arma, caderas que me calcinaban como rayos y truenos en una noche en la que los cuervos graznaban.
Tomó la hoja de la espada con su mano, marea escarlata sobre su pecho que al unisono se le clavo para deleitarme con el color del fuego resbalando por su inmaculada piel.
Sonrisa sádica en mi rostro al girarla de golpe. Mi mano contra su sexo, atrapando el botón para acariciarlo, quería que sintiera como el Valhalla se abría para ella.
Mi martillo la golpeó con fuerza, centellas contra sus caderas, tempestad que no tenia calma, mis dientes se arrastraron por su espalda, mordiéndola mientras jadeaba.
Mis dedos hundidos en su cadera, atrayendola con fuerza
No aguanté mas la condena, mi polla se sacudió con violencia en ella, sus palabras desafiantes resonaba en mi caza ¿quien se folla a quien? ¿acaso eso importaba cuando la gesta acababa con sangre, sudor y jirones en la piel?
La sentí dejarse ir, sus paredes temblaron dejando que diera los últimos coletazos en su interior, empotrandola para sentirme mas adentro. Gruñí dejando caer mi cuerpo sobre el suyo, aparté la espada de su pecho por un segundo.
Mi respiración agitada contra su boca que me buscaba por encima de su hombro. Nuestros alientos se fundieron en uno, acompasando las respiraciones lentamente.
Me deje caer la suelo, aun empuñaba la espada, su mango entre mis dedos, agotado mire el techo, ahora el dolor era mas evidente, quebrado mi cuerpo humano se resentía del encuentro con la diosa.
La sangre me abandonaba, por la espalda, por el pecho, relamí mis labios aun con sabor férreo.
Apenas era capaz de respirar con normalidad, la costilla se había quebrado oprimiendo mi pulmón derecho, mi piel amoratada en ese lugar.
La inmortal se incorporo buscándome con sus ojos, alcé el brazo interponiendo el acero entre nuestros cuerpos, desconocía cuales eran sus intenciones, mas si algo sabia es que no ansiaba la muerte.
La punta en su corazón, no dudaría en insertarla si su intención era arrancarme la vida entre sus fauces.
-Lo siento Lakme, pero no ha llegado mi hora, mi valkiria no me espera.
Ladeé la sonrisa sin apartar de ella mis esmeraldas, me hubiera divertido conocer su reacción al saber que había dañado al hijo de Höor, claro que también se lo había follado, no se que de las dos cosas le causaría mas impresión.
Acero que desfilaba al alba que se acercaba, la hoja de mi espada en su pecho, rasgándole el alma mientras mi hacha se sacudía en su interior con una violencia inusitada.
Jadeó contra mis labios, embadurnados de sangre volvieron a buscarla, sediento de ella, de mas infierno, de mas llamas. Colisioné contra su boca, deslizando la lengua a través del precipicio de sus labios, sabor férreo, a guerra, a acero. Sabia que ella era muerte, pero yo era un vikingo que no temía a nada.
Sus piernas sobre mi hombro acogiéndome mas dentro, violento juego de mirada que nos arrancaba gemidos, gruñidos, ambos rozábamos el infierno con cada embestida de nuestros cuerpos.
Estaba tan cerca de correrme que ya ni siquiera sentía mi propio aliento.
Su boca acallo mis gemidos, perdido en aquel sin fin de sensaciones que la inmortal me proporcionaba al impactar su martillo contra mi afilada arma, caderas que me calcinaban como rayos y truenos en una noche en la que los cuervos graznaban.
Tomó la hoja de la espada con su mano, marea escarlata sobre su pecho que al unisono se le clavo para deleitarme con el color del fuego resbalando por su inmaculada piel.
Sonrisa sádica en mi rostro al girarla de golpe. Mi mano contra su sexo, atrapando el botón para acariciarlo, quería que sintiera como el Valhalla se abría para ella.
Mi martillo la golpeó con fuerza, centellas contra sus caderas, tempestad que no tenia calma, mis dientes se arrastraron por su espalda, mordiéndola mientras jadeaba.
Mis dedos hundidos en su cadera, atrayendola con fuerza
No aguanté mas la condena, mi polla se sacudió con violencia en ella, sus palabras desafiantes resonaba en mi caza ¿quien se folla a quien? ¿acaso eso importaba cuando la gesta acababa con sangre, sudor y jirones en la piel?
La sentí dejarse ir, sus paredes temblaron dejando que diera los últimos coletazos en su interior, empotrandola para sentirme mas adentro. Gruñí dejando caer mi cuerpo sobre el suyo, aparté la espada de su pecho por un segundo.
Mi respiración agitada contra su boca que me buscaba por encima de su hombro. Nuestros alientos se fundieron en uno, acompasando las respiraciones lentamente.
Me deje caer la suelo, aun empuñaba la espada, su mango entre mis dedos, agotado mire el techo, ahora el dolor era mas evidente, quebrado mi cuerpo humano se resentía del encuentro con la diosa.
La sangre me abandonaba, por la espalda, por el pecho, relamí mis labios aun con sabor férreo.
Apenas era capaz de respirar con normalidad, la costilla se había quebrado oprimiendo mi pulmón derecho, mi piel amoratada en ese lugar.
La inmortal se incorporo buscándome con sus ojos, alcé el brazo interponiendo el acero entre nuestros cuerpos, desconocía cuales eran sus intenciones, mas si algo sabia es que no ansiaba la muerte.
La punta en su corazón, no dudaría en insertarla si su intención era arrancarme la vida entre sus fauces.
-Lo siento Lakme, pero no ha llegado mi hora, mi valkiria no me espera.
Ladeé la sonrisa sin apartar de ella mis esmeraldas, me hubiera divertido conocer su reacción al saber que había dañado al hijo de Höor, claro que también se lo había follado, no se que de las dos cosas le causaría mas impresión.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Piel mancillada por la sangre ajena y propia, en poco tiempo habían creado una minúscula masacre que los involucraba a ambos como rastro de aquella batalla que casi alcanzaba su fin, en aquel choque de cuerpos que dolorosamente se atraían, pero a la vez se desafiaban buscando el límite que cada cual ponía, sin nunca llegar.
Él buscaba dominarla, y ella a aquellas alturas perdida entre aquellas manos acariciadoras, se dejaba hacer, sin más resistencia ni lucha. Poco tenía que hacer cuando él se había dejado ir derramándose en su interior consumido por aquella llama que prácticamente habían prendido desde el final.
Por un momento se había sentido morir, ya no era dueña de su propia razón y acciones. Vista que se nublaba por apenas unos segundos, cegada por la profundidad del placer que la llevaba a alcanzar aquel profundo clímax, ella se dejó perder en las llamas en las que le envolvía aquel cuerpo sintiendo como la noción del tiempo incluso se distorsionaba junto con sus gemidos que se quedaban apagados en el fondo de su garganta enmudeciéndose.
Respiración ajena aun sobre su piel, sobre sus labios… Vaivén de sus pechos que luchaban por recuperar el aliento en su respiración antes agitada, mientras él se paraba dejándole un rastro de frialdad que antes había sido fuego. Aun mordía el dorso de su mano arrastrada por aquella tempestad en la que se había visto atrapada en anterioridad. Se permitió unos segundos para ella misma, centrada en el rastro de aquel frenesí en el que había sucumbido y la recuperación de su cuerpo. Eran aquel tipo de sensaciones las que le hacía por una vez recordar que, a pesar de todo, y de su naturaleza estaba viva, y que un atisbo de humanidad la ataba aun la vida terrena.
Ojos brillantes y aun salvajes cuando se incorporó aun tumbada sobre el suelo, el negro azabache de sus cabellos eran oscuras cortinas que resguardaba aquellos finos hombros. Sus mejillas aún seguían sonrosadas, y su gesto la de una recién levantada de un sueño reparador.
El filo del arma la apuntaba directamente, a pesar de que todo hubiese terminado, el asunto no estaba aún zanjado.
Ella no dijo nada, no respondió enseguida, sus ojos fijos en los ajenos, le mantenían la mirada como si aquella espada no la achantase aquella amenaza. Sus labios se apretaron por un momento, como si intentase aguantar la risa o similar, más finalmente cedieron curvándose con gesto astuto.
Él estaba herido, él había perdido sangre y fuerzas… Y ella todo lo contrario. Parecía haber despertado por completo de su estado de ebriedad, parecía haber obtenido nuevas energía y estaba alerta por lo que fuese a hacer.
Movimiento rápido y en línea con su naturaleza sobre natural, subida a horcajadas sobre su cuerpo desnudo, intento ser ella la que lo aprisionara con aquel menudo tomando con fuerza la muñeca por la que sostenía la espada y haciéndola chocar contra el suelo para que la soltase, amenazaba con partirsela con aquella fuerza extraordinaria y con la otra apretó levemente sobre la costilla fracturada a modo tortura y distracción.
Ahora mirada felina, y cascada de ébano que con sus mechones creaban cortinas.
-No ha llegado tu hora, pero de aquí no saldrás “entero”. -Su voz era un susurro afilado y a la vez ronroneante en su atractivo. Una extraña mezcla porque a la vez que amenazante parecía estar coqueteando de algún modo con aquel pequeño mortal. - ¿Por qué estás aquí? Es evidente que me conoces, y eso me hace pensar que voy a vivir más de la cuenta… -Directa al grano, había visto algo por culpa de alguna mísera gota de su sangre, pero no lo suficiente. No sabía quién era, ni de que linaje pertenecía, pero estaba claro que sabía que no era de ese tiempo.
Él buscaba dominarla, y ella a aquellas alturas perdida entre aquellas manos acariciadoras, se dejaba hacer, sin más resistencia ni lucha. Poco tenía que hacer cuando él se había dejado ir derramándose en su interior consumido por aquella llama que prácticamente habían prendido desde el final.
Por un momento se había sentido morir, ya no era dueña de su propia razón y acciones. Vista que se nublaba por apenas unos segundos, cegada por la profundidad del placer que la llevaba a alcanzar aquel profundo clímax, ella se dejó perder en las llamas en las que le envolvía aquel cuerpo sintiendo como la noción del tiempo incluso se distorsionaba junto con sus gemidos que se quedaban apagados en el fondo de su garganta enmudeciéndose.
Respiración ajena aun sobre su piel, sobre sus labios… Vaivén de sus pechos que luchaban por recuperar el aliento en su respiración antes agitada, mientras él se paraba dejándole un rastro de frialdad que antes había sido fuego. Aun mordía el dorso de su mano arrastrada por aquella tempestad en la que se había visto atrapada en anterioridad. Se permitió unos segundos para ella misma, centrada en el rastro de aquel frenesí en el que había sucumbido y la recuperación de su cuerpo. Eran aquel tipo de sensaciones las que le hacía por una vez recordar que, a pesar de todo, y de su naturaleza estaba viva, y que un atisbo de humanidad la ataba aun la vida terrena.
Ojos brillantes y aun salvajes cuando se incorporó aun tumbada sobre el suelo, el negro azabache de sus cabellos eran oscuras cortinas que resguardaba aquellos finos hombros. Sus mejillas aún seguían sonrosadas, y su gesto la de una recién levantada de un sueño reparador.
El filo del arma la apuntaba directamente, a pesar de que todo hubiese terminado, el asunto no estaba aún zanjado.
Ella no dijo nada, no respondió enseguida, sus ojos fijos en los ajenos, le mantenían la mirada como si aquella espada no la achantase aquella amenaza. Sus labios se apretaron por un momento, como si intentase aguantar la risa o similar, más finalmente cedieron curvándose con gesto astuto.
Él estaba herido, él había perdido sangre y fuerzas… Y ella todo lo contrario. Parecía haber despertado por completo de su estado de ebriedad, parecía haber obtenido nuevas energía y estaba alerta por lo que fuese a hacer.
Movimiento rápido y en línea con su naturaleza sobre natural, subida a horcajadas sobre su cuerpo desnudo, intento ser ella la que lo aprisionara con aquel menudo tomando con fuerza la muñeca por la que sostenía la espada y haciéndola chocar contra el suelo para que la soltase, amenazaba con partirsela con aquella fuerza extraordinaria y con la otra apretó levemente sobre la costilla fracturada a modo tortura y distracción.
Ahora mirada felina, y cascada de ébano que con sus mechones creaban cortinas.
-No ha llegado tu hora, pero de aquí no saldrás “entero”. -Su voz era un susurro afilado y a la vez ronroneante en su atractivo. Una extraña mezcla porque a la vez que amenazante parecía estar coqueteando de algún modo con aquel pequeño mortal. - ¿Por qué estás aquí? Es evidente que me conoces, y eso me hace pensar que voy a vivir más de la cuenta… -Directa al grano, había visto algo por culpa de alguna mísera gota de su sangre, pero no lo suficiente. No sabía quién era, ni de que linaje pertenecía, pero estaba claro que sabía que no era de ese tiempo.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
A través de las cortinas azabache que formaban frente a sus ojos aquel largo cabello, me miro como el depredador que era. Mi mano firme sostenía la espada contra el pecho amenazando su vida.
Ladeó la sonrisa, nada bueno podía presagiar el echo de que sus ojos fueran un constante desafió, como si mi espada solo fuera un juego de niños.
Raudo su movimiento, ese que me pillo desprevenido, había perdido mucha sangre, demasiada para enfrentar en igualdad de condiciones, si es que existía eso cuando luchas contra un sobrenatural, a aquella inmortal.
Apresó mi cuerpo con el suyo, sus caderas sobre las mías, nuestros sexos de nuevo juntos, mas esta vez pugnado por algo bien distinto.
Mi muñeca atrapada por su mano, golpes contra las frías baldosas mientras yo me aferraba al mango de esa espada como si de ello dependiera la vida.
Aullé de dolor cuando hundió sus dedos en mi costado, la costilla quebrada crujió. Aspiré una bocanada de aire espeso, mi pecho se expande, trata sin éxito de alcanzar mi pulmón derecho.
Solté la espada retorciéndome de dolor, ni una brizna de aire pasaba por mi garganta, sentenciado frente al diablo apretó los dientes escuchando sus palabras.
No sabe quien soy, tampoco se lo diré, mas si alcanza a descubrir que mi tiempo no es este, que ha viajado del futuro, su sonrisa ladina muestra placer, quiere doblegarme, sentenciarme a ser el sumiso hombre al que acostumbra a colar entre sus piernas.
Alzo el mentón en un intento vano de mostrarle que no voy a ceder, que puede que no salga de aquí entero, mas ella se llevara un buen recuerdo.
Alzo la cabeza bruscamente estampandole mi frente contra su nariz, que cruje dejando un rastro carmesí.
Gotas que caen sobre mi mejilla, ella también esta herida, claro que poco dura mi dicha pues la hemorragia pronto queda regenerada por su magia.
Mis ojos se achican y ensanchan, me cuesta mantener la mirada fija en un punto, aunque no le daré le placer de verme caer.
Mii cuerpo cede contra el pavimento, machas marrones ahora reflejan su rostro. Aprieto los dientes, me ahogo. Toso sangre, relamo mis labios, ni una gota le regalaré de ellos a aquella bestia que me mira sin mas. Mi mano al costado, lo aprieto con fuerza tratando de calmar aquel dolor que no cesa.
-Vete al infierno -respondo a su pregunta sin mas, antes de que la oscuridad se adueñe de mi razón y mis parpados caigan sentenciandome a la oscuridad mas infinita.
Me ahogo, eso es todo cuanto soy capaz de pensar mientras mi pecho se expande una y otra vez, mas el aire no pasa a través de él.
No tengo miedo, soy un vikingo y me niego a acudir a la cena de Odin asustado. Hoy mi linaje se encontrara conmigo, espero a mi valkiria calmo, con una sonrisa en mis labios.
Los cuervos graznan el Valhalla me abre sus puertas.
Abro los ojos, me niego a caer así, mi mano busca el cuchillo que guardo en la bota, ella parece mirarme sin mas, como si le divirtiera ver la lucha desesperada de un hombre que se aferra a la vida.
Hundo el filo por encima de mi costilla, sin alcanzar el pulmón, el aire entra, respiro, una bocanada de aire que hincha mi pecho.
Mi mano cae junto al acero, estoy débil, pero sigo vivo,
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Por un momento, con su silencio y pasividad, podría afirmarse que estaba disfrutando de la agonía a la que se estaba sometiendo Niels. Había que admitir que, dentro de aquella parte primigenia y naturaleza invadida por aquella oscuridad y atracción por la sangre, si, lo estaba haciendo dentro de aquel sadismo.
Atrevimiento con su golpe, en su frente, un contratiempo y a ella parece gustarle más su resistencia.
Sangre que brota de sus labios, señal de que su cuerpo se derrama por dentro. Podría seguir torturándole en la más profundidad, darle tiempo y dejarle que se fuera de allí. Disfrutar de la lentitud en la que unas heridas que pueden ser sanadas, al no serlas, se pueden convertir en muerte.
Sus ojos verdes, a pesar de que muestran un sufrimiento, no se rinden y sigue luchando, incluso parece resistirse por no mostrar un orgullo que podría ser herido.
Se ahoga, y lo único que hace Lakme es con gesto suave y dulce acariciar aquellos labios, con el pulgar recreándose y apartando aquella sangre que borbotea asfixiante. Gesto innato y automático que detiene, a punto esta de lamerse los dedos, pero ella le dijo que no la tocaría, aunque aquello resolvería por completo aquel misterio, pero le divierte las sorpresas.
-Tranquilo, no respondas… Ya te obligaré y si no beberé de tu sangre. -Repasa con su lengua su vientre dejando una excitante sensación en su recorrido, mientras la punta de sus pechos acarician su piel, hasta que su lengua a su cuello y concederle una pequeña mordida en la oreja
Una sonrisa de ironía al escuchar que la manda al infierno, ella golpea sus mejillas flojito y delicada para que no pierda el sentido, y luego toma con fuerza sus barbillas para que le mire.
-Mientras jodíamos lo llevabas bien, parecías haber olvidado de toda herida. ¿Qué es lo que pasa ahora? -Le sonríe con gesto voluptuoso, ella es como un felino, al fin y al cabo. Sus patas blandas pueden ser dulces, más bajo ellas esconde una buena garra aceradas capaces de penetrar en el corazón de cualquier hombre, y con ellas goza de la buena tortura ante la presa, sin cansarse; para luego paralizarla, devorarla y buscar otra. Pero al fin y al cabo esa noche es distinta. -Me ha encantado esa cara que has puesto cuando te has ido. Mmm… -Se automuerde los labios y le imita en gesto con lascivia, mientras mueve aquellos hombros vanidosa. Queda claro que le gusta su víctima, y no la va a dejar escapar aquella noche con facilidad. -Daría lo que fuera por volver a verla mientras lo hacemos duro… Pero tranquilo, te concedo un largo descanso, así que respira.
La sangre ahora sale a borbotones por la nueva herida que se ha concebido, dando acceso al aire que necesita. Para su gusto está empeorando las cosas, así que ella decide actuar.
Colmillos que penetran en su muñeca, la sangre de la inmortal se derrama sobre la piel del norteño, sobre sus heridas y finalmente la lleva con cierta dureza a su boca para obligarle a beber, es un tanto bruta ya que incluso le tapa la nariz para que lo haga por la fuerza.
-Un poco no te hará daño, lo hago por tu bien. “No te contengas”. -Se remite a la frase más repetida en la noche. -Tus heridas no creo que te maten; si no sobrevives… Mi sangre te cambiará y yo acabaré contigo. Al mundo ya le sobran inmortales jóvenes ansiosos por nuestro poder.
Aparta su muñeca y la gira mientras la herida se cierra por aquel hechizo sobre natural, cual infante con curiosidad reposa su cuerpo contra el ajeno, y coloca su oído sobre el pecho de Niels, escuchando como aquella máquina de carne y huesos se va reparando por dentro gracias al poder de su sangre.
Atrevimiento con su golpe, en su frente, un contratiempo y a ella parece gustarle más su resistencia.
Sangre que brota de sus labios, señal de que su cuerpo se derrama por dentro. Podría seguir torturándole en la más profundidad, darle tiempo y dejarle que se fuera de allí. Disfrutar de la lentitud en la que unas heridas que pueden ser sanadas, al no serlas, se pueden convertir en muerte.
Sus ojos verdes, a pesar de que muestran un sufrimiento, no se rinden y sigue luchando, incluso parece resistirse por no mostrar un orgullo que podría ser herido.
Se ahoga, y lo único que hace Lakme es con gesto suave y dulce acariciar aquellos labios, con el pulgar recreándose y apartando aquella sangre que borbotea asfixiante. Gesto innato y automático que detiene, a punto esta de lamerse los dedos, pero ella le dijo que no la tocaría, aunque aquello resolvería por completo aquel misterio, pero le divierte las sorpresas.
-Tranquilo, no respondas… Ya te obligaré y si no beberé de tu sangre. -Repasa con su lengua su vientre dejando una excitante sensación en su recorrido, mientras la punta de sus pechos acarician su piel, hasta que su lengua a su cuello y concederle una pequeña mordida en la oreja
Una sonrisa de ironía al escuchar que la manda al infierno, ella golpea sus mejillas flojito y delicada para que no pierda el sentido, y luego toma con fuerza sus barbillas para que le mire.
-Mientras jodíamos lo llevabas bien, parecías haber olvidado de toda herida. ¿Qué es lo que pasa ahora? -Le sonríe con gesto voluptuoso, ella es como un felino, al fin y al cabo. Sus patas blandas pueden ser dulces, más bajo ellas esconde una buena garra aceradas capaces de penetrar en el corazón de cualquier hombre, y con ellas goza de la buena tortura ante la presa, sin cansarse; para luego paralizarla, devorarla y buscar otra. Pero al fin y al cabo esa noche es distinta. -Me ha encantado esa cara que has puesto cuando te has ido. Mmm… -Se automuerde los labios y le imita en gesto con lascivia, mientras mueve aquellos hombros vanidosa. Queda claro que le gusta su víctima, y no la va a dejar escapar aquella noche con facilidad. -Daría lo que fuera por volver a verla mientras lo hacemos duro… Pero tranquilo, te concedo un largo descanso, así que respira.
La sangre ahora sale a borbotones por la nueva herida que se ha concebido, dando acceso al aire que necesita. Para su gusto está empeorando las cosas, así que ella decide actuar.
Colmillos que penetran en su muñeca, la sangre de la inmortal se derrama sobre la piel del norteño, sobre sus heridas y finalmente la lleva con cierta dureza a su boca para obligarle a beber, es un tanto bruta ya que incluso le tapa la nariz para que lo haga por la fuerza.
-Un poco no te hará daño, lo hago por tu bien. “No te contengas”. -Se remite a la frase más repetida en la noche. -Tus heridas no creo que te maten; si no sobrevives… Mi sangre te cambiará y yo acabaré contigo. Al mundo ya le sobran inmortales jóvenes ansiosos por nuestro poder.
Aparta su muñeca y la gira mientras la herida se cierra por aquel hechizo sobre natural, cual infante con curiosidad reposa su cuerpo contra el ajeno, y coloca su oído sobre el pecho de Niels, escuchando como aquella máquina de carne y huesos se va reparando por dentro gracias al poder de su sangre.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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