AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
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In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Recuerdo del primer mensaje :
Metí la mano en el bolsillo, mi ultimo franco. Sonreí de medio lado imaginando lo poco o nada que podría hacer con él. Sin duda no me llegaba para pasar la noche a cubierto, ni tan siquiera para poder apostar en cualquier partida de cartas o juego de azar que pudiera regalarme fortuna o algo mas.
Lo lancé al aire decidido a jugar mi destino a cara o cruz de esa perfecta moneda que parecía ahora girar en el aire mas que dispuesta a trazar mi camino.
Hacia apenas unos días que había alcanzado París, bueno, para ser exactos el París de 1800, un pasado donde mi padre posiblemente ostentaría mi actual edad 24 años.
Aun e preguntaba que hacia exactamente aquí, no porque no estuviera mas que acostumbrado a una vida en la que lo paranormal o las gestas se desarrollan frente a mis ojos con total normalidad, si no por lo caprichoso que puede ser el destino, pues mis hermanas y no yo, eran las que deberían estar decididas a solucionar el “pequeño problema” que se nos venia encima.
De poco me valía ahora echar la vista atrás, o mejor dicho, adelante, los problemas perseguían a mi familia casi tanto como la felicidad. No eramos unos desgraciados, mas bien todo lo contrario, estábamos acostumbrados a labrar nuestro camino, no sin esfuerzo y en cada victoria encontrabatamos la satisfacción de una buena gesta bien librada.
Tomé la moneda en el aire, descubriendo ante mis ojos que había salido cara, perfecto, la taberna me esperaba. Estaba sediento, y con suerte quizás encontrara a alguien que tras la primera jarra me invitara a una segunda...o quizás no, ¿mas que importaba?
Caminé con las manos en los bolsillos hacia una taberna que había visto hacia un par de noches, no podía presumir por tener la clientela mas selecta de París, pero a fin de cuentas, la cerveza olía lo suficientemente bien como para no parecer meado de rata.
No tardé demasiado en cruzar su umbral, para perderme entre las distintas mesas camino a la barra.
El humo de tabaco, opio y otras sustancias convertían el local en un perfecto submarino, por el que no tenia que pagar para colocarme, perfecto, la noche empezaba bien y solo por un misero franco.
Moneda que dejé caer en la barra dispuesto a recibir mi fría jarra mientras recorría con la mirada con cierto disimulo a los allí presentes. Supongo que me venia de serie lo de ser desconfiado, pero trataba de analizar lo que podría suceder y la cantidad de armas y tipos potencialmente peligrosos del local.
Claro, que yo era con diferencia el mas peligroso de todos ellos, aunque eso no lo sabían...todavía.
Mis ojos se desviaron hacia el sofá que frente a la chimenea parecía acoger a una mujer de cabellos azabaches y piel oliva. Rasgos felinos, podría reconocerla en cualquier lugar, seguramente porque por mucho que el tiempo pasara por ella, ella no pasaba para el tiempo.
Sabia que no debía relacionarme con ella, no solo por su capacidad para encontrar en mi sangre la de mi padre, si no porque no podía cambiar el futuro, trastocar la linea temporal podía traer grandes problemas en la linea del tiempo.
Metí la mano en el bolsillo, mi ultimo franco. Sonreí de medio lado imaginando lo poco o nada que podría hacer con él. Sin duda no me llegaba para pasar la noche a cubierto, ni tan siquiera para poder apostar en cualquier partida de cartas o juego de azar que pudiera regalarme fortuna o algo mas.
Lo lancé al aire decidido a jugar mi destino a cara o cruz de esa perfecta moneda que parecía ahora girar en el aire mas que dispuesta a trazar mi camino.
Hacia apenas unos días que había alcanzado París, bueno, para ser exactos el París de 1800, un pasado donde mi padre posiblemente ostentaría mi actual edad 24 años.
Aun e preguntaba que hacia exactamente aquí, no porque no estuviera mas que acostumbrado a una vida en la que lo paranormal o las gestas se desarrollan frente a mis ojos con total normalidad, si no por lo caprichoso que puede ser el destino, pues mis hermanas y no yo, eran las que deberían estar decididas a solucionar el “pequeño problema” que se nos venia encima.
De poco me valía ahora echar la vista atrás, o mejor dicho, adelante, los problemas perseguían a mi familia casi tanto como la felicidad. No eramos unos desgraciados, mas bien todo lo contrario, estábamos acostumbrados a labrar nuestro camino, no sin esfuerzo y en cada victoria encontrabatamos la satisfacción de una buena gesta bien librada.
Tomé la moneda en el aire, descubriendo ante mis ojos que había salido cara, perfecto, la taberna me esperaba. Estaba sediento, y con suerte quizás encontrara a alguien que tras la primera jarra me invitara a una segunda...o quizás no, ¿mas que importaba?
Caminé con las manos en los bolsillos hacia una taberna que había visto hacia un par de noches, no podía presumir por tener la clientela mas selecta de París, pero a fin de cuentas, la cerveza olía lo suficientemente bien como para no parecer meado de rata.
No tardé demasiado en cruzar su umbral, para perderme entre las distintas mesas camino a la barra.
El humo de tabaco, opio y otras sustancias convertían el local en un perfecto submarino, por el que no tenia que pagar para colocarme, perfecto, la noche empezaba bien y solo por un misero franco.
Moneda que dejé caer en la barra dispuesto a recibir mi fría jarra mientras recorría con la mirada con cierto disimulo a los allí presentes. Supongo que me venia de serie lo de ser desconfiado, pero trataba de analizar lo que podría suceder y la cantidad de armas y tipos potencialmente peligrosos del local.
Claro, que yo era con diferencia el mas peligroso de todos ellos, aunque eso no lo sabían...todavía.
Mis ojos se desviaron hacia el sofá que frente a la chimenea parecía acoger a una mujer de cabellos azabaches y piel oliva. Rasgos felinos, podría reconocerla en cualquier lugar, seguramente porque por mucho que el tiempo pasara por ella, ella no pasaba para el tiempo.
Sabia que no debía relacionarme con ella, no solo por su capacidad para encontrar en mi sangre la de mi padre, si no porque no podía cambiar el futuro, trastocar la linea temporal podía traer grandes problemas en la linea del tiempo.
Última edición por Niels Cannif-Cavey el Sáb Feb 25, 2017 8:54 am, editado 1 vez
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Sangre carmesí brota espesa, cálida de su muñeca sin vida. Rujo al darme cuenta de que sus intenciones no son bañarme en sangre, si no hacer que me la beba.
Mi cuerpo opone resistencia, como un caballo desbocado me sacudo debajo de ella, ¿de donde salen las fuerzas? Del orgullo mas profundo, ese que delata que soy y siempre seré un vikingo.
Su muñeca contra mis labios, trato de no abrirlos mas es inquilino, la introduce con violencia, siento el férreo sabor de la sangre esparramarse por mis labios, la noto bajar por mi garganta mientras sigo luchando.
Mi pelo se mancha de de la sangre que resbala por mis labios, sus ojos parecen gritar en un idioma milenario lo mucho que esta disfrutando al doblegar al hombre al que se ha follado.
Siento el escozor en la piel de las heridas que se desquebrajan frente al agarre de la cainita.
Mi cuerpo cede finalmente extasiado, unos segundos en el que solo ella y yo estamos, la sangre hierve, mas mis músculos no responden.
Me siento excitado, caliente, parece que todo dentro vuelve a su lugar, fuerzas renovadas, mis pupilas se dilatan como si me acabara de drogar.
Jadeo contra su muñeca, esta vez soy yo quien la toma entre mis manos suplicando mas.
Mi cabeza esta embotada, por unos segundos no soy dueño de mi voluntad.
Su mirada me calcina hundiéndose en mis esmeraldas que ahora guerrean contra el tiempo viendo con la nitidez de al que le han quitado el velo.
Tiempos pasados, guerras de antaño y a esa mujer ser mas humana de lo acordado.
Su corazón late en ese tiempo, sus mejillas tienen color, parece feliz.
Ladeo la cabeza aflojando ligeramente el agarre, nuestros cuerpos desnudos son el caos del inframundo.
Sangre, acero, jirones de piel y nosotros que nos acercamos de un modo fiero.
Su pecho rozando el mio, su aliento contra mi boca y mis ganas creciendo cuando nuestros labios se tocan.
Estrecho los ojos un instante intentando volver a la realidad, aquella mujer me ha hechizado con el poder de su inmortalidad.
La volteo con la fuerza que ahora siento incinerandome por dentro. La sangre de la inmortal se entremezcla con la mía recorriendo mi cuerpo con violencia. La misma con la que ahora y sostengo sus muñecas por encima de su cabeza.
Sus caderas me buscan, no le cuesta encontrar mi virilidad que como el mas peligroso de los aceros se alza para atravesarla.
Mi boca colisiona contra la suya, gruño apoderándome del fuego de sus labios, un mordisco hace que de nuevo ríos escarlata surquen su piel, esta vez los paladeo, poco me importa volver a beber cuando aun siento su sangre fluir dentro.
-No te contengas -gruño desafiándola de nuevo te follare y suplicaras que no deje de hacerlo por toda la eternidad.
Perdido en la rabia, el odio, la ira, todos los sentimientos con su vitae se intensifican. Mi estaca la empala con una violencia inusitada, ella parece disfrutar de cada embestida.
Raudos los movimientos, casi sobrenaturales, la alzo de las nalgas para empotrarla de espaldas contra la pared.
Mi cuerpo contra el suyo, mi mano en su cuello y mi hacha entre sus piernas busca de nuevo su sexo húmedo.
Su boca me encuentra, lenguas de fuego que se enlazan en un baile demente en el que las llamas del infierno se avivan por el aire que emiten nuestros jadeos
-¿aun no sabes quien folla a quien? -aprieto su cuello, esta vez yo la dejo sin aire, me excita la imagen de sentirla vulnerable.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Su sangre le regala fuerza, le regala vitalidad, pero a la vez le regala aquellos flashbacks desordenados de una vida que a Lakme le parece lejana, un recuerdo tal distinto que casi le parece irreal e incluso le cuesta creer que alguna vez le perteneció.
Guerras de antaño por culpa de una crisis religiosa, su yo humano sometido por aquellos hombres de cabezas rasuradas, marcan su piel con fuego como el ganado y, a pesar de su ejemplo de fe y castidad, durante días hacen lo que quieren con ella como con otras, la humillan en lo más profundo, ella grita siente el dolor entre sus piernas, los golpes, las heridas, apenas puede caminar… Al principio se resiste, luego se deja hacer, su mente reza a la diosa, es un sacrilegio a aquel templo, ella se vengará con su fuego y sus garras. Nunca lo hace, sus rezos son vacíos, luego le ruega a él… Algún el regresará, Eleazar, el que será su futuro Hacedor… El regresará, la guerra no puede durar eternamente y él le prometió que regresará… No lo hace hasta que han pasado 2 años y acaba con su vida, y la guerra le ha obligado aquella niña a sacar lo peor de ella.
Aquel hechizo pronto había hecho efecto obrando el milagro que su sangre era capaz de sentir, bajo su rostro apoyado en su pecho como el daño proporcionado comenzaba a repararse y le regalaba fuerzas de sobra.
Sus ojos buscan los ajenos, ella sigue esperando el resultado de aquel acto; esta segura que sus heridas no son tan graves para que la sangre lo torne en cambio de naturaleza.
Él pide más, ella solo le sonríe con una pizca de dulzura. Comprende la adicción que puede producir el probar su sangre, le rechaza.
Tornas que se cambian, y la batalla que antes había comenzado, la inician el choque de sus labios violentos e insaciables, sus ojos le devoran con su fuego aceptando lo que acaban de comenzar. La noche no ha terminado, y sus brazos le reciben con su abrazo atrayéndole a la danza que sus caderas la incitan.
-Estoy segura de quien jode a quien… Tú mismo lo dijiste “un baño y a dormir”. -Su respiración acelerada al sentirle penetrar su ígneo vientre. De repente él se furia, brutalidad y violencia que desfoga contra su pequeño cuerpo, que en apariencia puede ser delicado, pero no lo es. -Yo no soy quien ha sucumbido, por mucho que creas que dominas la situación, he sido yo la que ha quebrado tu voluntad…
Espalda que choca contra aquella pared, y gemidos, dedos que se hunden en la piel de su espalda aferrándole contra su cuerpo, ahora su tatuaje está incompleto donde antes había herida ahora piel sanada, aquellas marcas del norte guardarán para siempre el recuerdo de sus colmillos como marca eterna de lo que ocurrió en aquella noche.
Aprieta sus muslos entorno a sus caderas, le detiene en su violencia y movimientos, mientras le da un tirón en sus cabellos obligándole a que la mire, aquel tirón se vuelve en una cálida caricia enredada en sus mechones.
-Empieza ahora lento… Por favor… -Le susurra sus labios como una especie de ruego, quiere deleitarse con aquel sentir profundo que su cuerpo le proporciona al hundirse contra el suyo con fuerza. Por su mirada parece perdida, completamente cede.
Guerras de antaño por culpa de una crisis religiosa, su yo humano sometido por aquellos hombres de cabezas rasuradas, marcan su piel con fuego como el ganado y, a pesar de su ejemplo de fe y castidad, durante días hacen lo que quieren con ella como con otras, la humillan en lo más profundo, ella grita siente el dolor entre sus piernas, los golpes, las heridas, apenas puede caminar… Al principio se resiste, luego se deja hacer, su mente reza a la diosa, es un sacrilegio a aquel templo, ella se vengará con su fuego y sus garras. Nunca lo hace, sus rezos son vacíos, luego le ruega a él… Algún el regresará, Eleazar, el que será su futuro Hacedor… El regresará, la guerra no puede durar eternamente y él le prometió que regresará… No lo hace hasta que han pasado 2 años y acaba con su vida, y la guerra le ha obligado aquella niña a sacar lo peor de ella.
Aquel hechizo pronto había hecho efecto obrando el milagro que su sangre era capaz de sentir, bajo su rostro apoyado en su pecho como el daño proporcionado comenzaba a repararse y le regalaba fuerzas de sobra.
Sus ojos buscan los ajenos, ella sigue esperando el resultado de aquel acto; esta segura que sus heridas no son tan graves para que la sangre lo torne en cambio de naturaleza.
Él pide más, ella solo le sonríe con una pizca de dulzura. Comprende la adicción que puede producir el probar su sangre, le rechaza.
Tornas que se cambian, y la batalla que antes había comenzado, la inician el choque de sus labios violentos e insaciables, sus ojos le devoran con su fuego aceptando lo que acaban de comenzar. La noche no ha terminado, y sus brazos le reciben con su abrazo atrayéndole a la danza que sus caderas la incitan.
-Estoy segura de quien jode a quien… Tú mismo lo dijiste “un baño y a dormir”. -Su respiración acelerada al sentirle penetrar su ígneo vientre. De repente él se furia, brutalidad y violencia que desfoga contra su pequeño cuerpo, que en apariencia puede ser delicado, pero no lo es. -Yo no soy quien ha sucumbido, por mucho que creas que dominas la situación, he sido yo la que ha quebrado tu voluntad…
Espalda que choca contra aquella pared, y gemidos, dedos que se hunden en la piel de su espalda aferrándole contra su cuerpo, ahora su tatuaje está incompleto donde antes había herida ahora piel sanada, aquellas marcas del norte guardarán para siempre el recuerdo de sus colmillos como marca eterna de lo que ocurrió en aquella noche.
Aprieta sus muslos entorno a sus caderas, le detiene en su violencia y movimientos, mientras le da un tirón en sus cabellos obligándole a que la mire, aquel tirón se vuelve en una cálida caricia enredada en sus mechones.
-Empieza ahora lento… Por favor… -Le susurra sus labios como una especie de ruego, quiere deleitarse con aquel sentir profundo que su cuerpo le proporciona al hundirse contra el suyo con fuerza. Por su mirada parece perdida, completamente cede.
Lakme- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 420
Fecha de inscripción : 22/11/2010
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Mientras la embisto sin cesar sus palabras me desafían, soy consciente de la realidad que albergan, mi voluntad a cedido frente a ella, y con cada movimiento me doy cuenta de lo perdido que me encuentro en su cuerpo, de lo excitado que me siento contra sus labios..
Gruño contra su boca, la ira se apodera de mi de un modo inusitado, como si los sentimientos se multiplicaran, mas del mismo modo lo hicieran las sensaciones que me embargan.
Jadeo bruscamente cuando sus caderas danzan y sus piernas se abren permitiéndome entrar mas dentro.
Mi pelo se mueve frente a mis ojos siguiendo aquel rimo demencial, salvaje, rudo. El suyo se expande contra la pared que sirve de lecho mas que improvisado.
Mas por un instante su mirada cambia, lo se porque tira de mis mechones para que la busqué, tirón que se convierte en una caricia suave, nada que ver con al brutalidad de aquel instante que se detiene.
La miro desconcertado, su petición me resulta inaudita para venir de esa mujer a la que tan bien conozco.
He crecido observando cada uno de sus movimientos, viéndola junto a mi padre beber, reír y luchar.
Ladeo la cabeza admirando no solo su belleza si no la suplica que encierran sus ojos.
Mi frente contra la suya un instante, nuestros alientos se entremezclan y nuestras miradas parecen decir demasiado sin palabras.
La mía confundida, la suya necesitada, mi boca acorta la distancia que nos separa, muerdo con suavidad su labio inferior y sonrió de medio lado ante la complicidad del gesto, mi lengua entra suave entre sus labios y ella me acoge enredándose en un baile bien distinto, pausado, sentido. Por primera vez en aquella noche paladeo el sabor de sus besos, me deleito en aquellos caminos que me parecen nuevos aunque ya los he tomado y ando por ellos de puntillas mientras acaricio con mi pulgar una de sus mejillas.
Jadea frente a mi siguiente embestida, entro dentro, profundo y me detengo allí sintiendo su calor, sintiendo mi punta rozar sus paredes y como estas atrapan el tronco de forma ardiente.
-No te obedezco -mi orgullo habla, mis ojos la incendian -solo que..-me calla con su boca, quizás tiene razón y las palabras sobran.
Mi mano baja de su rostro a su cintura, su espalda se arquea entre mis dedos.
La pared es abandonada y a tientas mi otra mano busca el borde del lecho mientras la beso.
Sus dedos entre mi pelo, ambos sedientos nos dejamos caer sobre el mullid colchón.
Empujo de nuevo, nuestras bocas jadean sintiéndolo todo, sus ojos se cierran y en ese momento me permito sonreír sin que me vea.
Es un instante, gruño adentrándome mas dentro, sus piernas en mi cintura mis dedos enredados en los suyos.
Estoy tan cerca de correrme que mi gesto se pierde extasiado, movimientos mas bruscos, incontrolados, rápidos.
Estoy muy excitado, mis ojos se dilatan y mi virilidad vibra en su interior sacudiéndose furiosa para dar sus últimos coletazos moviéndome mas dentro.
Mi cuerpo cede exhausto sobre el suyo, mi respiración agitada poco a poco va recobrando su ritmo. Cierro los ojos por unos segundos, seria fácil quedarme en ese lecho, dormir entre sus brazos, pero eso lo complicaría todo.
La miro fijamente mientras me incorporo desnudo
-he de irme -sentencio sin mas, como si no me importara, aunque me importa.
Gruño contra su boca, la ira se apodera de mi de un modo inusitado, como si los sentimientos se multiplicaran, mas del mismo modo lo hicieran las sensaciones que me embargan.
Jadeo bruscamente cuando sus caderas danzan y sus piernas se abren permitiéndome entrar mas dentro.
Mi pelo se mueve frente a mis ojos siguiendo aquel rimo demencial, salvaje, rudo. El suyo se expande contra la pared que sirve de lecho mas que improvisado.
Mas por un instante su mirada cambia, lo se porque tira de mis mechones para que la busqué, tirón que se convierte en una caricia suave, nada que ver con al brutalidad de aquel instante que se detiene.
La miro desconcertado, su petición me resulta inaudita para venir de esa mujer a la que tan bien conozco.
He crecido observando cada uno de sus movimientos, viéndola junto a mi padre beber, reír y luchar.
Ladeo la cabeza admirando no solo su belleza si no la suplica que encierran sus ojos.
Mi frente contra la suya un instante, nuestros alientos se entremezclan y nuestras miradas parecen decir demasiado sin palabras.
La mía confundida, la suya necesitada, mi boca acorta la distancia que nos separa, muerdo con suavidad su labio inferior y sonrió de medio lado ante la complicidad del gesto, mi lengua entra suave entre sus labios y ella me acoge enredándose en un baile bien distinto, pausado, sentido. Por primera vez en aquella noche paladeo el sabor de sus besos, me deleito en aquellos caminos que me parecen nuevos aunque ya los he tomado y ando por ellos de puntillas mientras acaricio con mi pulgar una de sus mejillas.
Jadea frente a mi siguiente embestida, entro dentro, profundo y me detengo allí sintiendo su calor, sintiendo mi punta rozar sus paredes y como estas atrapan el tronco de forma ardiente.
-No te obedezco -mi orgullo habla, mis ojos la incendian -solo que..-me calla con su boca, quizás tiene razón y las palabras sobran.
Mi mano baja de su rostro a su cintura, su espalda se arquea entre mis dedos.
La pared es abandonada y a tientas mi otra mano busca el borde del lecho mientras la beso.
Sus dedos entre mi pelo, ambos sedientos nos dejamos caer sobre el mullid colchón.
Empujo de nuevo, nuestras bocas jadean sintiéndolo todo, sus ojos se cierran y en ese momento me permito sonreír sin que me vea.
Es un instante, gruño adentrándome mas dentro, sus piernas en mi cintura mis dedos enredados en los suyos.
Estoy tan cerca de correrme que mi gesto se pierde extasiado, movimientos mas bruscos, incontrolados, rápidos.
Estoy muy excitado, mis ojos se dilatan y mi virilidad vibra en su interior sacudiéndose furiosa para dar sus últimos coletazos moviéndome mas dentro.
Mi cuerpo cede exhausto sobre el suyo, mi respiración agitada poco a poco va recobrando su ritmo. Cierro los ojos por unos segundos, seria fácil quedarme en ese lecho, dormir entre sus brazos, pero eso lo complicaría todo.
La miro fijamente mientras me incorporo desnudo
-he de irme -sentencio sin mas, como si no me importara, aunque me importa.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Siente su propia reflejada en aquellos músculos que brutalidad la aprisionan contra la pared de un modo doloroso y violente, ella es consiente del poder que su sangre es capaz de regalarle de lo perdido que se haya en aquel hechizo indirecto que ha ejercido sobre su voluntad.
Voluntades más fuertes ha quebrado a lo largo de su historia, y no le ha hecho falta hacer uso de su propio cuerpo para ello.
La noche ha empezado extraña, el éxito y la melancolía la llevaron al camino del alcohol, que ya hace rato que no nubla su razón, para luego a aquella violencia y enredarse con aquel desconocido del cual, sabe por ahora que no es de éste tiempo, guarda un secreto con celo, y por la forma en la que la mira desde que se cruzaron, él la conoce.
Pero no en el sentido de que la haya visto en algunos de los carteles que ahora París empapela, o en su propio espectáculo, la conoce en otro sentido… Sentido que no logra alcanza.
Ella se rinde, aquella noche abocada en masacre parece torcerse en su sentir humano, no sabe si es porque el alcohol ya ha dejado de hacer mella en ella, porque el instinto animal se siente somnoliento, pero sabe que desde que regreso de su viaje hay algo en ella que ha cambiado. Debe desaparecer.
Mirada confusa que le dedica en su gesto el joven, ella le mira brillante y sus labios se curvan en sonrisa, es extraño porque algo dentro de ella le dice que debe confiar en él, más bien que puede. Ella lo conoce, lo sabe, su instinto se lo indica. Y ahí reside su misterio.
Parece aceptar su petición cuando el ritmo decrece… ralentiza… no disimula… se pierde… desaparecer… se deja desvanecer en su cuerpo… convirtiéndose en una dulce tortura que de algún modo la excita en gran cantidad.
No sabe en qué momento, el blando lecho les ha acogido, solo capta sus palabras y aquellas negras pestañas vuelve a descubrir el brillo del color de sus que se calan en los ajenos con aquella mirada.
-Shhh… -Le dice suave meciéndose en el oleaje de sus caderas. -Shhh cállate, ahora no. -Sus labios atrapan los ajenos acallando sus jadeos, robándole el aire para respirar.
Se detiene, se deleita en su piel con sus caricias, que corresponde entre leves quejidos con mismo entusiamos.
-No te contengas. -Su susurro húmedo perdido aquella mordida que le dedica a su oído, mientras siente que los miedos son vencidos y como su corazón aun respira devorado por aquellas las llamas lamen su piel consumiéndola en el éxtasis del salvajismo antes perdido y que ahora la encuentra con cada de una de sus embestidas.
Ella toma la mano de Niels y la conduce sus pechos para que los apriete, cual frutos maduros, antes prohibidos y que ahora le acaricia con su dureza. Desea que su lengua la saboree, dejando con ello marcas invisibles en su piel.
Turbada razón con la venida repetida de “le petite mort” , deseos humedecidos que la vuelve a devorar y corromper en aquel máximo placer alcanzado, donde su cuerpo se retuerce bajo el ajeno y su espalda de arquea sintiendo la llama consumirse. Aun sus caderas obedecen a su danza mientras él se va en ella acompasada.
Ella besa su mejilla, y con su mano le obliga a voltear su rostro frente al suyo mientras jadea aun agitada, le obliga a mirarle a aquellos ojos felinos.
Hay silencio, un extraño silencio que él pronto rompe dejándola huérfana de su calor y con deseos de abandonarla. ¿Por qué tanta prisa?
-No puedes, te dije que no te marcharías de aquí “entero”. -Sus cabellos oscuros derramados en el lecho, ella aún sigue tumbada y se despereza satisfecha como el gato. Se alza abrazando sus propias piernas y apoya su rostro en sus rodillas mirándole con curiosidad. -Tienes que dejarme algo, si no lo haces por voluntad volveré a quebrarla yo a la fuerza. ¡Ah! Y ese era el gesto que tanto me gusta... -Referencia al momento del culmen del jóven. Le sonríe descarada
Voluntades más fuertes ha quebrado a lo largo de su historia, y no le ha hecho falta hacer uso de su propio cuerpo para ello.
La noche ha empezado extraña, el éxito y la melancolía la llevaron al camino del alcohol, que ya hace rato que no nubla su razón, para luego a aquella violencia y enredarse con aquel desconocido del cual, sabe por ahora que no es de éste tiempo, guarda un secreto con celo, y por la forma en la que la mira desde que se cruzaron, él la conoce.
Pero no en el sentido de que la haya visto en algunos de los carteles que ahora París empapela, o en su propio espectáculo, la conoce en otro sentido… Sentido que no logra alcanza.
Ella se rinde, aquella noche abocada en masacre parece torcerse en su sentir humano, no sabe si es porque el alcohol ya ha dejado de hacer mella en ella, porque el instinto animal se siente somnoliento, pero sabe que desde que regreso de su viaje hay algo en ella que ha cambiado. Debe desaparecer.
Mirada confusa que le dedica en su gesto el joven, ella le mira brillante y sus labios se curvan en sonrisa, es extraño porque algo dentro de ella le dice que debe confiar en él, más bien que puede. Ella lo conoce, lo sabe, su instinto se lo indica. Y ahí reside su misterio.
Parece aceptar su petición cuando el ritmo decrece… ralentiza… no disimula… se pierde… desaparecer… se deja desvanecer en su cuerpo… convirtiéndose en una dulce tortura que de algún modo la excita en gran cantidad.
No sabe en qué momento, el blando lecho les ha acogido, solo capta sus palabras y aquellas negras pestañas vuelve a descubrir el brillo del color de sus que se calan en los ajenos con aquella mirada.
-Shhh… -Le dice suave meciéndose en el oleaje de sus caderas. -Shhh cállate, ahora no. -Sus labios atrapan los ajenos acallando sus jadeos, robándole el aire para respirar.
Se detiene, se deleita en su piel con sus caricias, que corresponde entre leves quejidos con mismo entusiamos.
-No te contengas. -Su susurro húmedo perdido aquella mordida que le dedica a su oído, mientras siente que los miedos son vencidos y como su corazón aun respira devorado por aquellas las llamas lamen su piel consumiéndola en el éxtasis del salvajismo antes perdido y que ahora la encuentra con cada de una de sus embestidas.
Ella toma la mano de Niels y la conduce sus pechos para que los apriete, cual frutos maduros, antes prohibidos y que ahora le acaricia con su dureza. Desea que su lengua la saboree, dejando con ello marcas invisibles en su piel.
Turbada razón con la venida repetida de “le petite mort” , deseos humedecidos que la vuelve a devorar y corromper en aquel máximo placer alcanzado, donde su cuerpo se retuerce bajo el ajeno y su espalda de arquea sintiendo la llama consumirse. Aun sus caderas obedecen a su danza mientras él se va en ella acompasada.
Ella besa su mejilla, y con su mano le obliga a voltear su rostro frente al suyo mientras jadea aun agitada, le obliga a mirarle a aquellos ojos felinos.
Hay silencio, un extraño silencio que él pronto rompe dejándola huérfana de su calor y con deseos de abandonarla. ¿Por qué tanta prisa?
-No puedes, te dije que no te marcharías de aquí “entero”. -Sus cabellos oscuros derramados en el lecho, ella aún sigue tumbada y se despereza satisfecha como el gato. Se alza abrazando sus propias piernas y apoya su rostro en sus rodillas mirándole con curiosidad. -Tienes que dejarme algo, si no lo haces por voluntad volveré a quebrarla yo a la fuerza. ¡Ah! Y ese era el gesto que tanto me gusta... -Referencia al momento del culmen del jóven. Le sonríe descarada
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Ladeé la sonrisa al escuchar sus palabras ¿la inmortal esperaba que le dejara un recuerdo?
Negué enfrentando sus abismos sin poder borras aquella sonrisa engreída.
-Si no te conociera pensaría que buscas escusas para no dejarme marchar.
Acerqué mis pasos al lecho inclinándome ligeramente. Su olor se había apoderado de una sala que olía a sexo por todos lados.
Ella sentada sobre este, con las rodillas contra su pecho y la barbilla apoyada en ellas me miraba fijamente dejando que el manto de su pelo cayera salvaje sobre su desnudez.
-no tengo nada que dejarte Lakme -susurré contra sus labios antes de bordearlos para besar su mejilla.
Era cierto, apenas había podido traerme nada de mi hogar, las gemelas que quedaban esparcidas sobre el suelo junto a mi ropa, unos francos ya gastados y a mi mismo, eso era todo, a efectos legales, era un hombre sin techo, sin nombre y sin identidad.
Le guiñe un ojo de forma descarada antes de incorporarme para darle la espalda y buscar con los ojos los calzoncillos perdidos en aquel desorden.
-Aunque creo que ya te has quedado con algo mio dentro de tu vientre -bromeé divertido -si, exactamente eso que sale cuando pongo la cara que tanto te gusta
Mis palabras como siempre sonaban desafiantes, engreídas, era el modo de poner frente a mi los mil y un escudos que necesitaba para protegerme de todo y de todos.
Conocía su futuro, y yo, yo no estaba en el, no podía tocar nada, no debía cambiar nada y cuanto antes saliera de esa cámara mas fácil iba a ser.
Hice un gesto divertido al encontrar mis calzoncillos sobre una pila de vestidos de esos que usan las artistas para sus números, me lo coloqué con rapidez volviendo frente a la inmortal.
-entonces ¿dices que no me vas a dejar ir? -la desafié de nuevo hundiendo mis esmeraldas en los pardos mientras colocaba las perneras del pantalón para abrochar después el botón.
Señalé le mueble bar con el dedo indice y de nuevo la busque con una picara sonrisa.
-Ya que no estas borracha, te aceptaría una copa antes de irme, whisky
Acabé de colocarme la ropa y me agache para atarme las botas y acomodar la daga dentro de mi bota con suma facilidad.
Acorté la distancia hasta la inmortal para tomar el vaso doble que me había preparado con hielos incluidos.
-¿doble? Tratas de emborracharme o de que tarde mas en largarme? -bromeé de nuevo enredando mis dedos en su pelo para tirar de ellos e impactar con su boca por un instante, furtivo aquel beso que me hizo relamerme los labios.
-Bueno ,al final has tomado un baño y algo me dice que en cuanto los primeros haces de luz entren por el postigo de la cámara te iras a dormir...no he estado tan desacertado en mi predicción ¿no?
Negué enfrentando sus abismos sin poder borras aquella sonrisa engreída.
-Si no te conociera pensaría que buscas escusas para no dejarme marchar.
Acerqué mis pasos al lecho inclinándome ligeramente. Su olor se había apoderado de una sala que olía a sexo por todos lados.
Ella sentada sobre este, con las rodillas contra su pecho y la barbilla apoyada en ellas me miraba fijamente dejando que el manto de su pelo cayera salvaje sobre su desnudez.
-no tengo nada que dejarte Lakme -susurré contra sus labios antes de bordearlos para besar su mejilla.
Era cierto, apenas había podido traerme nada de mi hogar, las gemelas que quedaban esparcidas sobre el suelo junto a mi ropa, unos francos ya gastados y a mi mismo, eso era todo, a efectos legales, era un hombre sin techo, sin nombre y sin identidad.
Le guiñe un ojo de forma descarada antes de incorporarme para darle la espalda y buscar con los ojos los calzoncillos perdidos en aquel desorden.
-Aunque creo que ya te has quedado con algo mio dentro de tu vientre -bromeé divertido -si, exactamente eso que sale cuando pongo la cara que tanto te gusta
Mis palabras como siempre sonaban desafiantes, engreídas, era el modo de poner frente a mi los mil y un escudos que necesitaba para protegerme de todo y de todos.
Conocía su futuro, y yo, yo no estaba en el, no podía tocar nada, no debía cambiar nada y cuanto antes saliera de esa cámara mas fácil iba a ser.
Hice un gesto divertido al encontrar mis calzoncillos sobre una pila de vestidos de esos que usan las artistas para sus números, me lo coloqué con rapidez volviendo frente a la inmortal.
-entonces ¿dices que no me vas a dejar ir? -la desafié de nuevo hundiendo mis esmeraldas en los pardos mientras colocaba las perneras del pantalón para abrochar después el botón.
Señalé le mueble bar con el dedo indice y de nuevo la busque con una picara sonrisa.
-Ya que no estas borracha, te aceptaría una copa antes de irme, whisky
Acabé de colocarme la ropa y me agache para atarme las botas y acomodar la daga dentro de mi bota con suma facilidad.
Acorté la distancia hasta la inmortal para tomar el vaso doble que me había preparado con hielos incluidos.
-¿doble? Tratas de emborracharme o de que tarde mas en largarme? -bromeé de nuevo enredando mis dedos en su pelo para tirar de ellos e impactar con su boca por un instante, furtivo aquel beso que me hizo relamerme los labios.
-Bueno ,al final has tomado un baño y algo me dice que en cuanto los primeros haces de luz entren por el postigo de la cámara te iras a dormir...no he estado tan desacertado en mi predicción ¿no?
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
-Me pica la curiosidad, Niels… -Se aparta un mechón de su cabello mientras cierra los ojos sintiendo sus labios en su piel. -Solo eso. -Finge el hecho que le importe o no, que se quede el resto de la noche. Es difícil de admitirlo, pero incluso ella se siente sola y abandonada.
En silencio y con su mirada sigue cada de sus movimientos, los entrecierra intentado desvelar su misterio buscando en su olor, en sus movimientos, gestos… Un ápice que le diga algo, su mente quiere alcanzar la respuesta, pero nunca llega lo suficientemente lejos.
Hay chulería en su actitud, hay reto y él sigue sin darse cuenta que aquí el depredador de mayor tamaño es ella, y él es solo una diminuta vida humana la cual podría aplastar como insecto.
-Te recuerdo que estoy muerta -Dice con frialdad, no le suele gustar que le recuerde ese aspecto que va vinculado con su no-vida y su condición yerma como mujer. -Que me dejes algo entre las piernas, no significa nada. Ni es suficiente.
Se levanta de la cama, “lo” toma, luego se coloca uno de aquellos batines orientales sin atárselo a la cintura, dejándole abierto, explícito en su desnudez que queda semidescubierto según los movimientos de su cuerpo.
-Tiendo a cumplir con mi palabra. -Distraída le prepara una copa cargada, ella no se sirve nada, no va a probar ni una gota de alcohol. -No he tomado ni una gota de tu sangre, y te marcharás dejando “algo” aquí. -Sí, algo trama, en su cabecita una idea le ronda.
Actitud relajada a pesar de que podía dejarse provocar con su desafía constante, lo veía tan seguro de sí mismo, confiado que lo dejo por completo siendo ella dócil en su trato, indiferente en su reto. Estaba jugando con fuego, un peligroso fuego con el que es mejor no quemarse.
Rudo gesto que le regala la oportunidad, cuando él cree dominar la situación y en su posición de poder tira de sus cabellos para estamparle aquel rudo beso robado, que ella al fin y al cabo corresponde con la misma ferocidad.
Le entrega la copa, y le invita a beber.
-Sí, doble… Quiero que puedas soportar el dolor así que bebe. -Ella es rápida, es letal, casi imperceptible en sus intenciones. Le coge por fuerza de una de sus muñecas y la estampa contra el mueblebar abierta.
Limpio y contundente de un tajo le corta la punta de uno de sus dedos hasta la primera articulación, no quiere dejarle inútil, pero quiere que tenga claras las cosas con ella. Es una anciana, al fin y al cabo, un ser con naturaleza incontrolable si se deja perder, y no va ceder ante la debilidad que pueda crearle un muchacho como aquel. Por muy sentimental que sea capaz de ponerla.
Toma el dedo y con gesto desafiante lo lame, esta vez deja que la sangre penetre por su garganta regalándole la revelación. Lo ve, le trae por sorpresa y no lo disimula, pero aquello no revoca su decisión ante aquella lección que quiere regalarle al guerrero.
-Niels Cannif, tienes mi permiso para marcharte… Hoy no has cambiado el futuro como puedes creer, lo que suceda es porque debe suceder para escribir otra página… -Su gesto se endurece, de repente le trata con frialdad extrema, a pesar de que por dentro no lo siente así. Es extraño, ¿acaso le hiere? No debería ser así… -Te equivocas de camino.
En silencio y con su mirada sigue cada de sus movimientos, los entrecierra intentado desvelar su misterio buscando en su olor, en sus movimientos, gestos… Un ápice que le diga algo, su mente quiere alcanzar la respuesta, pero nunca llega lo suficientemente lejos.
Hay chulería en su actitud, hay reto y él sigue sin darse cuenta que aquí el depredador de mayor tamaño es ella, y él es solo una diminuta vida humana la cual podría aplastar como insecto.
-Te recuerdo que estoy muerta -Dice con frialdad, no le suele gustar que le recuerde ese aspecto que va vinculado con su no-vida y su condición yerma como mujer. -Que me dejes algo entre las piernas, no significa nada. Ni es suficiente.
Se levanta de la cama, “lo” toma, luego se coloca uno de aquellos batines orientales sin atárselo a la cintura, dejándole abierto, explícito en su desnudez que queda semidescubierto según los movimientos de su cuerpo.
-Tiendo a cumplir con mi palabra. -Distraída le prepara una copa cargada, ella no se sirve nada, no va a probar ni una gota de alcohol. -No he tomado ni una gota de tu sangre, y te marcharás dejando “algo” aquí. -Sí, algo trama, en su cabecita una idea le ronda.
Actitud relajada a pesar de que podía dejarse provocar con su desafía constante, lo veía tan seguro de sí mismo, confiado que lo dejo por completo siendo ella dócil en su trato, indiferente en su reto. Estaba jugando con fuego, un peligroso fuego con el que es mejor no quemarse.
Rudo gesto que le regala la oportunidad, cuando él cree dominar la situación y en su posición de poder tira de sus cabellos para estamparle aquel rudo beso robado, que ella al fin y al cabo corresponde con la misma ferocidad.
Le entrega la copa, y le invita a beber.
-Sí, doble… Quiero que puedas soportar el dolor así que bebe. -Ella es rápida, es letal, casi imperceptible en sus intenciones. Le coge por fuerza de una de sus muñecas y la estampa contra el mueblebar abierta.
Limpio y contundente de un tajo le corta la punta de uno de sus dedos hasta la primera articulación, no quiere dejarle inútil, pero quiere que tenga claras las cosas con ella. Es una anciana, al fin y al cabo, un ser con naturaleza incontrolable si se deja perder, y no va ceder ante la debilidad que pueda crearle un muchacho como aquel. Por muy sentimental que sea capaz de ponerla.
Toma el dedo y con gesto desafiante lo lame, esta vez deja que la sangre penetre por su garganta regalándole la revelación. Lo ve, le trae por sorpresa y no lo disimula, pero aquello no revoca su decisión ante aquella lección que quiere regalarle al guerrero.
-Niels Cannif, tienes mi permiso para marcharte… Hoy no has cambiado el futuro como puedes creer, lo que suceda es porque debe suceder para escribir otra página… -Su gesto se endurece, de repente le trata con frialdad extrema, a pesar de que por dentro no lo siente así. Es extraño, ¿acaso le hiere? No debería ser así… -Te equivocas de camino.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Tomé la copa con mi sonrisa ladeada, llevándola a mis labios de nuevo para dar un profundo trago que resbalo por mi garganta aplacando mi sed. Me amenazaba con el dolor que me hará sentir, Lakme era así, siempre tan enigmática.
Negué con la cabeza mirándola, creía que ya habíamos superado esa fase en la que los titanes se miran frente a frente. La había follado duro, mas después lo hice suave, como me pidió, mi pequeña concesión. Quizás ese fue el mayor de mis errores, lección que me costo cara pues con la brutalidad que la caracterizaba tomo mi mano estampandola en la barra y sajo un trozo de mi dedo sin ningun tipo de remordimiento.
Alcé la vista mientras aullaba de dolor, hundí mis esmeraldas oscuras como la noche en sus pardos que ahora adquirían una tonalidad diferente.
Sangre a borbotones, calor que me hizo omitir el dolor y ella lamiendo mi dedo, incumpliendo la palabra que me ofreció.
La ira, la rabia y la sed de venganza me hacían hervir la sangre. No lo dudé, era mi vida o la suya y aunque ahora supiera que mi apellido era Cannif, eso no cambiaba nada, su frialdad contrasto con mi pasión.
Arranqué un trozo de madera de la barra, gesto que no espero, y con la mano aun ensangrentada agarre su cuello con una fuerza inusitada.
Su sangre aun fluía en mi interior, la suficiente como para que su menudo cuerpo quedara contra la barra y mi otra mano hundiera la afilada punta de aquella astillada madera en su pecho rozando su corazón.
Mis dientes apretados, gesto cargado de desesperación, podía matarla, nada me lo impediría, solo un empujón mas los recuerdos del futuro me detuvieron la mano en alto, la segunda debilidad que mostraba en aquel maldito día.
Demasiado humano para matar a una mujer con la que había crecido, los recuerdos de esta revolviendo mi pelo de niño se agolpaban en mi cabeza impidiéndome que lo hiciera, mas la odiaba, la odiaba de un modo tan intenso que dañarla era en lo único capaz de pensar en ese momento.
Por atrás apareció otro hombre, no tarde en descubrir que se trataba de esa mole inmortal que se follaba y de la que se alimentaba Lakme.
Mi sonrisa se torno sádica, no lo dudé me volteé con fuego en la mirada y en su corazón y sin mediar palabra clavé la estaca.
Este tomo mi cuello apretándolo mientras caía al suelo convirtiéndose en mero polvo.
Rodé por el pavimento tomando mis gemelas, me costaba empuñar una de ellas,ese es le regalo que la inmortal me ofreció, mas una valiosa lección que no olvidaría jamas. No puedes titubear. Mi mirada se hundió en la de ella, si quería pelea, adelante, el valhalla me espera. No entraré a la casa de Odin con miedo, allí me espera mi cena.
-Esto lo cambia todo -rugí enfrentando sus anteriores palabras -ahora sigo el camino correcto.
Era difícil interpretar su mirada salvaje en ese momento, ella me había arrebatado un trozo de dedo, me costaría volver a poder manejar la espada del mismo modo. Yo le había arrebatado su fuente de energía, su esclavo, su fiel sirviente.
Era justo, ambos quedábamos huérfanos de un modo u otro.
Negué con la cabeza mirándola, creía que ya habíamos superado esa fase en la que los titanes se miran frente a frente. La había follado duro, mas después lo hice suave, como me pidió, mi pequeña concesión. Quizás ese fue el mayor de mis errores, lección que me costo cara pues con la brutalidad que la caracterizaba tomo mi mano estampandola en la barra y sajo un trozo de mi dedo sin ningun tipo de remordimiento.
Alcé la vista mientras aullaba de dolor, hundí mis esmeraldas oscuras como la noche en sus pardos que ahora adquirían una tonalidad diferente.
Sangre a borbotones, calor que me hizo omitir el dolor y ella lamiendo mi dedo, incumpliendo la palabra que me ofreció.
La ira, la rabia y la sed de venganza me hacían hervir la sangre. No lo dudé, era mi vida o la suya y aunque ahora supiera que mi apellido era Cannif, eso no cambiaba nada, su frialdad contrasto con mi pasión.
Arranqué un trozo de madera de la barra, gesto que no espero, y con la mano aun ensangrentada agarre su cuello con una fuerza inusitada.
Su sangre aun fluía en mi interior, la suficiente como para que su menudo cuerpo quedara contra la barra y mi otra mano hundiera la afilada punta de aquella astillada madera en su pecho rozando su corazón.
Mis dientes apretados, gesto cargado de desesperación, podía matarla, nada me lo impediría, solo un empujón mas los recuerdos del futuro me detuvieron la mano en alto, la segunda debilidad que mostraba en aquel maldito día.
Demasiado humano para matar a una mujer con la que había crecido, los recuerdos de esta revolviendo mi pelo de niño se agolpaban en mi cabeza impidiéndome que lo hiciera, mas la odiaba, la odiaba de un modo tan intenso que dañarla era en lo único capaz de pensar en ese momento.
Por atrás apareció otro hombre, no tarde en descubrir que se trataba de esa mole inmortal que se follaba y de la que se alimentaba Lakme.
Mi sonrisa se torno sádica, no lo dudé me volteé con fuego en la mirada y en su corazón y sin mediar palabra clavé la estaca.
Este tomo mi cuello apretándolo mientras caía al suelo convirtiéndose en mero polvo.
Rodé por el pavimento tomando mis gemelas, me costaba empuñar una de ellas,ese es le regalo que la inmortal me ofreció, mas una valiosa lección que no olvidaría jamas. No puedes titubear. Mi mirada se hundió en la de ella, si quería pelea, adelante, el valhalla me espera. No entraré a la casa de Odin con miedo, allí me espera mi cena.
-Esto lo cambia todo -rugí enfrentando sus anteriores palabras -ahora sigo el camino correcto.
Era difícil interpretar su mirada salvaje en ese momento, ella me había arrebatado un trozo de dedo, me costaría volver a poder manejar la espada del mismo modo. Yo le había arrebatado su fuente de energía, su esclavo, su fiel sirviente.
Era justo, ambos quedábamos huérfanos de un modo u otro.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Demasiado confiado había sido con creer de algún modo que la conocía. No estaba segura de cómo sería su “yo” del futuro, pero probablemente no tendría que ver en gran parte con su presente, de igual modo que no lo había sido hace 4 años cuando era un ser patético y suicida con sed de muerte.
Solo fue un lametón y poca sangre ingerida cuando lazó a su espada aquel trozo de dedo, pudo ver poco, pero lo suficiente para saber quién era. Que era hijo de Hoor, la conocía, y eso significaba que ella había formado parte del futuro de aquellos nórdicos, ¿eso significaba acaso que no se marcharía de allí como tenía previsto? ¿Qué “algo” iba a tenerla por más tiempo? Sí, sabía que venía del futuro en busca de remediar algo, pero… ¿El qué?
Mano que aun sujetaba la muñeca ajena con fuerza, mientras sentía el calor de la sangre salpicar su piel a borbotones, ella sostenía su mirada a la ajena, sus ojos por un momento se oscurecieron había visto algo más allá de todo ello. Luego lo soltó y se vio por así decirlo entre la espada y la pared en cuanto él lleno de rabia la arrincono contra la barra y la afilada madera amenazaba con acabar con todo.
-Hoy has aprendido que no puedes fiarte de nadie, supongo que tu padre te contaría su aventura con la “espada”, si no es así, tal vez sea buen momento para preguntarle. Solo había un modo de romper nuestro vínculo: la traición. -Sus ojos se posaron en Sidhu, al parecer había decidido que tanto barullo no era de fiar, por mucho que estuviese acostumbrado a aquel tipo de incursiones. Para el gigante Lakme era casi sagrada. -Por mucho que me conozcas, yo no soy aquella de ese futuro…
No pudo disimular su sorpresa, efímero gesto que se dibujó cuando apretó sus finos labios y su mirada salvaje de esas que matan, y que borro creando máscara de hieratismo en su semblante. Se había quedado sin perro guardián, había estado demasiado tiempo pegada a él.
-Esto no ha terminado hoy. París nos va a volver a reunir -Le advierte, y de repente su mirada parda se había oscurecido por un momento, perdida y carente de nada, su gesto se suavizó y parece como si no fuese ella “algo” ve. – Cuídate en tu regreso en el tiempo, dos guerras como nunca hemos conocido llegará para tus hijos y tus nietos; guarda a tus hijos de la sed de guerra y honor porque ninguno de tu linaje sobrevivirá… La sangre de tus antepasados y la tuya se perderá en el olvido. Y regálame en tu tiempo un bonito sepulcro, en lugar escondido para que nadie lo encuentre, porque para lo que está por venir, lo necesitaremos…
Sus ojos regresan su brillo habitual, tose y se lleva la mano a las sientes confusa. Luego vuelve a mirarle, extraña y luego herida. -Lárgate… Que no te vea la cara lo que queda de noche.
Solo fue un lametón y poca sangre ingerida cuando lazó a su espada aquel trozo de dedo, pudo ver poco, pero lo suficiente para saber quién era. Que era hijo de Hoor, la conocía, y eso significaba que ella había formado parte del futuro de aquellos nórdicos, ¿eso significaba acaso que no se marcharía de allí como tenía previsto? ¿Qué “algo” iba a tenerla por más tiempo? Sí, sabía que venía del futuro en busca de remediar algo, pero… ¿El qué?
Mano que aun sujetaba la muñeca ajena con fuerza, mientras sentía el calor de la sangre salpicar su piel a borbotones, ella sostenía su mirada a la ajena, sus ojos por un momento se oscurecieron había visto algo más allá de todo ello. Luego lo soltó y se vio por así decirlo entre la espada y la pared en cuanto él lleno de rabia la arrincono contra la barra y la afilada madera amenazaba con acabar con todo.
-Hoy has aprendido que no puedes fiarte de nadie, supongo que tu padre te contaría su aventura con la “espada”, si no es así, tal vez sea buen momento para preguntarle. Solo había un modo de romper nuestro vínculo: la traición. -Sus ojos se posaron en Sidhu, al parecer había decidido que tanto barullo no era de fiar, por mucho que estuviese acostumbrado a aquel tipo de incursiones. Para el gigante Lakme era casi sagrada. -Por mucho que me conozcas, yo no soy aquella de ese futuro…
No pudo disimular su sorpresa, efímero gesto que se dibujó cuando apretó sus finos labios y su mirada salvaje de esas que matan, y que borro creando máscara de hieratismo en su semblante. Se había quedado sin perro guardián, había estado demasiado tiempo pegada a él.
-Esto no ha terminado hoy. París nos va a volver a reunir -Le advierte, y de repente su mirada parda se había oscurecido por un momento, perdida y carente de nada, su gesto se suavizó y parece como si no fuese ella “algo” ve. – Cuídate en tu regreso en el tiempo, dos guerras como nunca hemos conocido llegará para tus hijos y tus nietos; guarda a tus hijos de la sed de guerra y honor porque ninguno de tu linaje sobrevivirá… La sangre de tus antepasados y la tuya se perderá en el olvido. Y regálame en tu tiempo un bonito sepulcro, en lugar escondido para que nadie lo encuentre, porque para lo que está por venir, lo necesitaremos…
Sus ojos regresan su brillo habitual, tose y se lleva la mano a las sientes confusa. Luego vuelve a mirarle, extraña y luego herida. -Lárgate… Que no te vea la cara lo que queda de noche.
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Re: In nomine Satanis Magna Veritas +18 (Lakme)
Pude ver por un instante el dolor en su mirada, fue suficiente para sentir mi venganza correr arrasando por mis venas con todo a su paso, mi sangre hervía y mi corazón bombeaba tan fuerte que era difícil que la inmortal no lo oyese.
-No se que tratas de insinuar bruja, mas mi padre jamas traiciona, es un hombre de honor, orgullo y valor, dudo tenga que decirte yo estas palabras pues eres tu quien esta vinculada a él.
No voy a quebrantar mi palabra, no puedo contarte que te depara el destino, mas si te diré algo, hoy he aprendido una valiosa lección, no puedo volver a ser débil y dejar que mis recuerdos nublen mi juicio, hoy yo te maldigo Lakme y si vuelvo a encontrarte en mi camino, no dudaré en acabar contigo.
Era gracioso que un simple mortal tuviera arrojo para desafiar a una anciana como ella, mas yo era un vikingo, el miedo no formaba parte de mi mismo y de un modo u otro la sensatez tampoco.
Ella me había enseñado a luchar contra los inmortales a buscar sus puntos débiles, el momento perfecto para atacarles y como debía engañarlos para aprovechar ese ínfimo instante para que la madera quebrantara su corazón convirtiéndolos en polvo como si los hubiera tocado el mismo astro sol.
Dejé escapar el aire pesado, me hubiera gustado que esto fuera diferente, mas la guerra que ahora libraba el norte era cruenta demasiado para caer frente a nadie. Tenia que impedir que el hechicero lograra su plan y regresar a mi hogar para seguir empuñando el acero junto a mi linaje, así estaba escrito, era mi destino.
El valhalla me esperaba, y yo estaba dispuesto a que mi cena no se enfriara.
Lakme de nuevo empezó con sus acertijos, decía que París nos uniría de nuevo, esperaba por su bien o el mio que no fuera eso cierto, pues la tregua otorgada esa noche quedaría quebrantada si de nuevo nuestros ojos se cruzaban.
-Valiosa lección me has enseñado Lakme, por tu bien evitame -espeté con odio ahogado en mi voz.
Su mente se fue, conocía bien sus visiones, esas que hablaban de un futuro y que por desgracia para los míos siempre se veían cumplidas de un modo u otro.
-No so preocupéis inmortal, mi linaje nunca se perderá, porque Odin no castiga a los hombres que luchan con valor y honor. No hay un solo Cannif que no sea capaz de empuñar el acero, nacemos siendo fuego, nos templamos a golpes y abandonamos el mundo con una valkiria gimiendo nuestro nombre.
Esas fueron mis ultimas palabras, no había mas que decir en aquella noche en la que ella me pedía que me largara y en la que yo desaparecí entre las sombras de aquella habitación en penumbra con el sabor de sus besos en mis labios y la traición escrita a fuego en mi piel.
-No se que tratas de insinuar bruja, mas mi padre jamas traiciona, es un hombre de honor, orgullo y valor, dudo tenga que decirte yo estas palabras pues eres tu quien esta vinculada a él.
No voy a quebrantar mi palabra, no puedo contarte que te depara el destino, mas si te diré algo, hoy he aprendido una valiosa lección, no puedo volver a ser débil y dejar que mis recuerdos nublen mi juicio, hoy yo te maldigo Lakme y si vuelvo a encontrarte en mi camino, no dudaré en acabar contigo.
Era gracioso que un simple mortal tuviera arrojo para desafiar a una anciana como ella, mas yo era un vikingo, el miedo no formaba parte de mi mismo y de un modo u otro la sensatez tampoco.
Ella me había enseñado a luchar contra los inmortales a buscar sus puntos débiles, el momento perfecto para atacarles y como debía engañarlos para aprovechar ese ínfimo instante para que la madera quebrantara su corazón convirtiéndolos en polvo como si los hubiera tocado el mismo astro sol.
Dejé escapar el aire pesado, me hubiera gustado que esto fuera diferente, mas la guerra que ahora libraba el norte era cruenta demasiado para caer frente a nadie. Tenia que impedir que el hechicero lograra su plan y regresar a mi hogar para seguir empuñando el acero junto a mi linaje, así estaba escrito, era mi destino.
El valhalla me esperaba, y yo estaba dispuesto a que mi cena no se enfriara.
Lakme de nuevo empezó con sus acertijos, decía que París nos uniría de nuevo, esperaba por su bien o el mio que no fuera eso cierto, pues la tregua otorgada esa noche quedaría quebrantada si de nuevo nuestros ojos se cruzaban.
-Valiosa lección me has enseñado Lakme, por tu bien evitame -espeté con odio ahogado en mi voz.
Su mente se fue, conocía bien sus visiones, esas que hablaban de un futuro y que por desgracia para los míos siempre se veían cumplidas de un modo u otro.
-No so preocupéis inmortal, mi linaje nunca se perderá, porque Odin no castiga a los hombres que luchan con valor y honor. No hay un solo Cannif que no sea capaz de empuñar el acero, nacemos siendo fuego, nos templamos a golpes y abandonamos el mundo con una valkiria gimiendo nuestro nombre.
Esas fueron mis ultimas palabras, no había mas que decir en aquella noche en la que ella me pedía que me largara y en la que yo desaparecí entre las sombras de aquella habitación en penumbra con el sabor de sus besos en mis labios y la traición escrita a fuego en mi piel.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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