Los pobres también necesitan comer (Isaura)

por **Cam Rohan** Vie Nov 05, 2010 12:07 pm

No me había resultado difícil disfrazarme de camarero y colarme en el Palacio Royal quella noche. Según tenía entendido un famoso pintor expondría allí sus cuadros para presentarlos por primera vez en Francia y su esposa era una mujer que adoraba comer. Con motivo de esto los cocineros se habían esmerado más que nunca preparando platos exquisitos que iban siendo colocados en fila sobre una larga mesa de aspecto caro cubierta por un sedoso mantel. Eché una ojeada rápida a todo lo que habían preparado e hice el recuento mental de cuanto podría transportar hasta el campamento.
Me había traído dos pequeños morrales que quizás em ayudarían un poco más. Suspirando, acabé de colocar un plato que contenía una extraña salsa verde y deslicé la mano por la mesa haciendo desaparecer varias cerezas bajo mi manga. Nadie parecía haberse percatado, por fortuna.

Me aparté con disimulo de la mesa manteniendo la mirda en ningún punto, adoptando una expresión de cortés indiferencia hacia todo lo que pasaba a mi alrededor. Por una vez nadie me miraba de manera extraña gracias a mi cabello recogido elegantemente en una cola baja, la ausencia de aros en las orejas, cruces en el cuello y mis ropas gitanas. En mi fuero interno di gracias a Dios por ser mestizo y poder hacerme pasar por una persona de cualquiera de las dos razas.

Me retiré hacia la cocina donde una nueva tanda de platos estaba siendo preparada. Estos eran ya más pequeños, para gente de estómago ligero. Teníamos que llevarlos a la mesa más cercana a la zona donde se exponían los cuadros mientras que otros compañeros servían bebidas refrescantes a los ricachones que nos rodeaban. Ilusos, pensé. Hacía ya rato que las carteras del señor Guiry y del señor Fortescue habían desaparecido gracias a mí. Mira que eran estúpidos con sus barrigas prominentes y sus bigotes de Schnauzer. Suspiré mientras colocaba los últimos platos en su correspondiente lugar y me apartaba de las mesas para retirrarme a uno de los laterales del salón a seguir intentando robar comida y dinero.

Desde aquella zona tenía una mejor perspectiva para localizar posibles víctimas. Sonreí para mis adentros y me moví ligeramente para poder ver mejor a una pareja joven de aspecto elegante pero malas pulgas que parecía estar criticando uno de los cuadros sin tener ni idea. Reí por lo bajini y de repente sentí como varias cerezas se deslizabandesde mi brazo hasta e suelo y rodaban hasta parar justo a los pies de una señorita. Alcé la vista para mirarla y ella me miró.

-No diga nada-le pedí en un susurro.