AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tequila y limón [Privado]
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Tequila y limón [Privado]
El ansiado día libre había llegado. De toda la semana, el Jueves era el día elegido para que las señoritas pudiesen tener un poco de libertad, toda la que les permitían. El mejor día de la semana, justo el que se encontraba en medio. Perfecto para perderse y condenar al hombre que la seguía, el encargado que a la señorita Appleby no le pasase nada… a él. Esa mujer era capaz de llevarle por el camino de la amargura, condenándole todo el tiempo a ir de un lado y a otro , perdiéndole siempre en el trayecto.
La señora Gilbert, estaba cansada de esa muchacha, siempre haciendo lo que le daba la gana y no solo eso, ahora que su vigilante de siempre no se encontraba entre ellos, su marido debía de hacer esa función.
Abbey, se colocó bien el pequeño sombrero a juego con su vestido, un conjunto muy femenino y que le quedaba perfecto pero…incómodo. Más cómodo ir en camisón, si por ella fuera iría así a todas partes. Sonrío de medio lado frente al espejo de la entrada, todas las señoritas esperaban en el hall deseosas de saborear su ansiada libertad. Ningún Jueves era igual para la joven de los Appleby, cada uno de ellos era especial y qué mejor aliada que…su sombrilla. Un complemento de lo más femenino, útil pero un incordio a la hora de pasear o ir algún sitio, se lo dejaba olvidado casi siempre y el pobre señor Gilbert, a regañadientes volvía a por las pertenencias de esa chiquilla traviesa y descarada. El señor Milles la sobrellevaba pero nadie hasta ahora había podido domar a ese corcel desbocado.
-Señorita Appleby por favor, no camine tan deprisa. Imposible ¿cómo puede con ese vestido? -murmuró el hombre más para sí que a la chica. Abbey, sonrió de lo más divertida, mordiéndose el labio inferior, aligerando el paso una vez salió por las puertas de aquel lugar.
A esas horas, las calles no podían estar más transitadas y aprovechó para perderse entre ellas para poder despistar al hombre que la seguía con la lengua fuera. Esa chica tenía el don de desaparecer como por arte de magia ante los ojos del señor. Giró en una de las calles, tapándose con la pequeña sombrilla y disimular. Por encima del complemento, observó que el hombre corría calle arriba, justo el lado opuesto donde ella se encontraba. “Perfecto”, pensó mientras empezó a caminar, más pausadamente, sin percatarse de que fue a parar a uno de los callejones menos transitados de la zona comercial. Juraría que nunca había pasado por allí, pues París siempre con sus calles misteriosas, intrigantes y peligrosas.
Se relamió solo de pensar en el peligro que corría, sola, vestida de esa manera que decía a gritos “chica de clase alta de lo más inocente” cuando en absoluto era así. El murmullo de la gente a lo lejos, el chirrido de las maderas viejas, entre otros ruidos que no supo como catalogar. La calle era larga, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que despistó al señor Milles. Y sin más, la calle dio fin, no había salida ¿volver de nuevo a su captura segura? ¿cómo iba a salir de esta? En peores se había visto, así que tenía que pensar pero ¿cómo?
Apenas acababa de dar las tres de la tarde, aún era de día pero los peligros siempre acechaban. Chasqueó la lengua junto con una risa de lo más divertida ¿asustada? Más que eso intrigada ¿qué misterios ocultos le traerían esas calles? Se giró, parpadeando como toda una señorita en apuros y suspiró finalmente al ver que no estaba sola. Lejos de parecer tener miedo alguno, sus ojos azules recorrieron con total descaro a la otra persona.
-¡No me lo diga! Va a hacerme algo o mucho peor…ayudarme, en este caso, prefiero la primera opción -siempre tan valiente, tanta valentía no, no era buena en absoluto… -Espero que sepa donde sirven un buen trago, lo necesito y lo necesita seguro. Si va a seguir ahí, mirando la nada -impaciente, no tenía paciencia alguna, sus orbes recorrieron al desconocido, pura intriga.
La señora Gilbert, estaba cansada de esa muchacha, siempre haciendo lo que le daba la gana y no solo eso, ahora que su vigilante de siempre no se encontraba entre ellos, su marido debía de hacer esa función.
Abbey, se colocó bien el pequeño sombrero a juego con su vestido, un conjunto muy femenino y que le quedaba perfecto pero…incómodo. Más cómodo ir en camisón, si por ella fuera iría así a todas partes. Sonrío de medio lado frente al espejo de la entrada, todas las señoritas esperaban en el hall deseosas de saborear su ansiada libertad. Ningún Jueves era igual para la joven de los Appleby, cada uno de ellos era especial y qué mejor aliada que…su sombrilla. Un complemento de lo más femenino, útil pero un incordio a la hora de pasear o ir algún sitio, se lo dejaba olvidado casi siempre y el pobre señor Gilbert, a regañadientes volvía a por las pertenencias de esa chiquilla traviesa y descarada. El señor Milles la sobrellevaba pero nadie hasta ahora había podido domar a ese corcel desbocado.
-Señorita Appleby por favor, no camine tan deprisa. Imposible ¿cómo puede con ese vestido? -murmuró el hombre más para sí que a la chica. Abbey, sonrió de lo más divertida, mordiéndose el labio inferior, aligerando el paso una vez salió por las puertas de aquel lugar.
A esas horas, las calles no podían estar más transitadas y aprovechó para perderse entre ellas para poder despistar al hombre que la seguía con la lengua fuera. Esa chica tenía el don de desaparecer como por arte de magia ante los ojos del señor. Giró en una de las calles, tapándose con la pequeña sombrilla y disimular. Por encima del complemento, observó que el hombre corría calle arriba, justo el lado opuesto donde ella se encontraba. “Perfecto”, pensó mientras empezó a caminar, más pausadamente, sin percatarse de que fue a parar a uno de los callejones menos transitados de la zona comercial. Juraría que nunca había pasado por allí, pues París siempre con sus calles misteriosas, intrigantes y peligrosas.
Se relamió solo de pensar en el peligro que corría, sola, vestida de esa manera que decía a gritos “chica de clase alta de lo más inocente” cuando en absoluto era así. El murmullo de la gente a lo lejos, el chirrido de las maderas viejas, entre otros ruidos que no supo como catalogar. La calle era larga, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que despistó al señor Milles. Y sin más, la calle dio fin, no había salida ¿volver de nuevo a su captura segura? ¿cómo iba a salir de esta? En peores se había visto, así que tenía que pensar pero ¿cómo?
Apenas acababa de dar las tres de la tarde, aún era de día pero los peligros siempre acechaban. Chasqueó la lengua junto con una risa de lo más divertida ¿asustada? Más que eso intrigada ¿qué misterios ocultos le traerían esas calles? Se giró, parpadeando como toda una señorita en apuros y suspiró finalmente al ver que no estaba sola. Lejos de parecer tener miedo alguno, sus ojos azules recorrieron con total descaro a la otra persona.
-¡No me lo diga! Va a hacerme algo o mucho peor…ayudarme, en este caso, prefiero la primera opción -siempre tan valiente, tanta valentía no, no era buena en absoluto… -Espero que sepa donde sirven un buen trago, lo necesito y lo necesita seguro. Si va a seguir ahí, mirando la nada -impaciente, no tenía paciencia alguna, sus orbes recorrieron al desconocido, pura intriga.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
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Re: Tequila y limón [Privado]
Llevaba vagando por las calles de París una semana, había previsto traer conmigo lo mas importante, las armas con las que pretendía salvar mi vida, bueno la de mi madre para que mi nacimiento se produjera. El portal era costoso de mantener, apenas podía portar peso, y las dos espadas ya lo superaban con creces, apenas unos francos en mis bolsillos habían podido cruzar conmigo.
Mi hermana mantuvo el portal abierto todo lo que pudo, hasta la extenuación, así llegué a París.
Había logrado arreglármelas bien las primeras noches, pero se me acababan las ideas, no me quedaba un franco en el bolsillo, mi estomago rugía por el hambre y empezaba a parecer un pordiosero mas que un hombre de alta clase.
Era complicado estar en una ciudad donde no existes, no podía acudir a un banco, nadie me conocía y lo peor es que nadie debía conocerme.
Era un hombre sin identidad, famélico, sucio, eso si con dos espadas a mis espaldas.
Había tomado la decisión de ganarme la vida del único modo que sabia, pelear, ser un mercenario era mi única opción, a esos nadie les pide una identidad, son solo sombras, sin mas.
Quizás mi padre me había enseñado a tener el orgullo de un guerrero, luchar por lo que se cree, no alza la espada por dinero, si no por honor, por orgullo...
Quizás hoy tenia que ser mas mi madre, el demonio que sobrevivía en el infierno aunque para ello tuviera que caer el mismo Odin en el intento.
Nunca conocí una mujer que luchara mas por nosotros, era una fiera peleando por lo que amaba, capaz de todo por que nada nos pasara.
Estaba cansado, un callejón oscuro me serviría para dormir un poco, había escuchado que unas cuadras mas allá de la plaza Tertre , había una taberna de mala muerte, un nido de gente de dudosa reputación que se ganaba la vida con el acero.
No tenia mas opción, tenia que ganar dinero para poder mantenerme, con estas pintas acercarme a mis padres sin llamar su atención era imposible, solo esperaba que el otro que había cruzado el portal, mi enemigo, estuviera pasando las mismas penurias que yo.
Me adentré en el callejón, para mi sorpresa este no estaba vació, una doncella ataviada con un vestido que delataba su alta posición me enfrentó con la mirada fija en mi persona.
Ojos azules como el cielo, salvaje, me desafió con palabras, como si no le diera ningún miedo.
Ladeé la cabeza acercándome despacio a ella, posiblemente se había extraviado por las calles de París. Solo se me antojaba una niña mimada y rica que buscaba emociones fuertes, que necesitaba que alguien la sacara de su monótona realidad.
Sonreí de medio lado acercándome mas a ella, pronto el espacio no existió entre nuestros cuerpos, si buscaba asustarla, hacerla correr frente a la cercanía de un hombre, mi aliento contra sus labios, mis ojos en su boca.
Pero nada, no se inmutó, era valiente y testaruda, una buena mezcla para morir en un callejón frente a un extraño.
-¿tengo pinta de ser un héroe? -bromeé alzando la mirada hasta sus dos orbes cristalinos -no, soy mas bien un pobre borracho con dos espadas a sus espaldas.
Si quieres beber, y me invitas, yo te llevo a una taberna donde sirven un buen tequila ¿que me dices?
No esperé respuesta, simplemente me di la vuelta esperando a que me siguiera, sabia que lo haría, vendría tras de mi, esa clase de mujeres, niñas ricas que buscan emociones fuertes para subsistir.
-tengo sed ¿que esperas? -apunté con una picara sonrisa en mis labios mientras me encaminaba hacia una taberna cercana, una bastante bohemia que a esas horas de la tarde estaría prácticamente vacía.
Mi hermana mantuvo el portal abierto todo lo que pudo, hasta la extenuación, así llegué a París.
Había logrado arreglármelas bien las primeras noches, pero se me acababan las ideas, no me quedaba un franco en el bolsillo, mi estomago rugía por el hambre y empezaba a parecer un pordiosero mas que un hombre de alta clase.
Era complicado estar en una ciudad donde no existes, no podía acudir a un banco, nadie me conocía y lo peor es que nadie debía conocerme.
Era un hombre sin identidad, famélico, sucio, eso si con dos espadas a mis espaldas.
Había tomado la decisión de ganarme la vida del único modo que sabia, pelear, ser un mercenario era mi única opción, a esos nadie les pide una identidad, son solo sombras, sin mas.
Quizás mi padre me había enseñado a tener el orgullo de un guerrero, luchar por lo que se cree, no alza la espada por dinero, si no por honor, por orgullo...
Quizás hoy tenia que ser mas mi madre, el demonio que sobrevivía en el infierno aunque para ello tuviera que caer el mismo Odin en el intento.
Nunca conocí una mujer que luchara mas por nosotros, era una fiera peleando por lo que amaba, capaz de todo por que nada nos pasara.
Estaba cansado, un callejón oscuro me serviría para dormir un poco, había escuchado que unas cuadras mas allá de la plaza Tertre , había una taberna de mala muerte, un nido de gente de dudosa reputación que se ganaba la vida con el acero.
No tenia mas opción, tenia que ganar dinero para poder mantenerme, con estas pintas acercarme a mis padres sin llamar su atención era imposible, solo esperaba que el otro que había cruzado el portal, mi enemigo, estuviera pasando las mismas penurias que yo.
Me adentré en el callejón, para mi sorpresa este no estaba vació, una doncella ataviada con un vestido que delataba su alta posición me enfrentó con la mirada fija en mi persona.
Ojos azules como el cielo, salvaje, me desafió con palabras, como si no le diera ningún miedo.
Ladeé la cabeza acercándome despacio a ella, posiblemente se había extraviado por las calles de París. Solo se me antojaba una niña mimada y rica que buscaba emociones fuertes, que necesitaba que alguien la sacara de su monótona realidad.
Sonreí de medio lado acercándome mas a ella, pronto el espacio no existió entre nuestros cuerpos, si buscaba asustarla, hacerla correr frente a la cercanía de un hombre, mi aliento contra sus labios, mis ojos en su boca.
Pero nada, no se inmutó, era valiente y testaruda, una buena mezcla para morir en un callejón frente a un extraño.
-¿tengo pinta de ser un héroe? -bromeé alzando la mirada hasta sus dos orbes cristalinos -no, soy mas bien un pobre borracho con dos espadas a sus espaldas.
Si quieres beber, y me invitas, yo te llevo a una taberna donde sirven un buen tequila ¿que me dices?
No esperé respuesta, simplemente me di la vuelta esperando a que me siguiera, sabia que lo haría, vendría tras de mi, esa clase de mujeres, niñas ricas que buscan emociones fuertes para subsistir.
-tengo sed ¿que esperas? -apunté con una picara sonrisa en mis labios mientras me encaminaba hacia una taberna cercana, una bastante bohemia que a esas horas de la tarde estaría prácticamente vacía.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Tequila y limón [Privado]
Volvía a tentar a la suerte, relamiéndose ante el peligro como una pantera acechante. ¿Qué podía perder? Todo y ¿Ganar? Mucho más. estaba cansada de su vida monótona, fingir ser quien no era, una señorita de clase alta la cual solo podía interesarse por buscar un marido y… poco más. No, esa vida se quedaba escasa, aburrida. Necesitaba más, ansiaba la libertad por encima de todo. Sus orbes azules decididas, penetrantes e impulsivas…observaban a aquella persona quien se había atrevido desafiarla de algún modo.
Conocía esa mirada a la perfección, sí… la de “pobre jovencita, se habrá perdido”. Como le odió por ello, lo último que necesitaba era compasión, vehemencia… no, necesitaba que la sacasen de allí y seguir la fiesta en otro lugar, no un té con pastas a las cuatro de la tarde…ella quería algo mucho más fuerte, en la que perder el sentido e incluso quien era pues jamás podría ser ella misma, estaba encadenada a ser como sus otras hermanas. Una esposa florero que no tendría ni voz ni voto… ella, ella que tantas veces desafió a su familia, exponiéndose en peligro constante y ese, era el momento en el que podría volver a salirse con la suya.
Enarcó ambas cejas al oír lo de las espaldas, qué curioso ¿y ese dato? No le importaba lo armado que estuviese si al final las armas no le servían de nada a la hora de enfrentarse a otro guerrero que sin tanto armamento… le venciese. Lejos de asustarla, sus ojos azules se perdieron en los ajenos, leyendo su mirada y comprobar que tras esa mirada clara, había mucho más de lo que ambos pensaban y él creía… misterio.
-Tienes pinta de pordiosero pero eso no quiere decir que no sepas dónde se sirve un buen trago - no lo pensó, caminó tras él, bajo su sombrilla . Los rayos del sol iluminaron su rostro, ahora podía observar bien sus rasgos. El cabello rubio ondeaba rebelde como ella, destellaba como pequeños hilos de oro…incluso parecía inocente.
-El primer trago invito si es bueno, si es una basura… termina allí para llevarte algo que comer a la boca -tajante, desafiante, no se andaba con rodeos y menos en cuanto sus pasos irrumpieron en el lugar en cuestión. Buscó el sitio donde sentarse, no muy cerca de la puerta y tampoco de las mesas, se subió al taburete de un salto, dejando la sombrilla tras su espalda apoyada en el respaldo de la madera -Lo más fuerte que tenga , a ver si despertamos al mendigo de su sueño - sus ojos azules, se clavaron en él junto con una sonrisa de lo más divertida… si pensaba que tenía como acompañante a alguien que no sabía beber,…se equivocaba.
-Sal en la muñeca- se tomó el chupito de golpe, mordiendo el limón, fruta que le supo amarga -¿Tengo que ponerla yo misma? No vuelvas a ponerme esta bazofia y tú a qué esperas ¿no querrás que te lo dé como a un bebé? Apenas tendrás mi edad… y ya te supero en beber como un hombre. Para…¿qué quieres las espadas? De poco te van a servir si… no sabes usarlas -risas por detrás de ambos, esa joven peculiar acababa de destronarle de su ego, orgullo de hombre.
Conocía esa mirada a la perfección, sí… la de “pobre jovencita, se habrá perdido”. Como le odió por ello, lo último que necesitaba era compasión, vehemencia… no, necesitaba que la sacasen de allí y seguir la fiesta en otro lugar, no un té con pastas a las cuatro de la tarde…ella quería algo mucho más fuerte, en la que perder el sentido e incluso quien era pues jamás podría ser ella misma, estaba encadenada a ser como sus otras hermanas. Una esposa florero que no tendría ni voz ni voto… ella, ella que tantas veces desafió a su familia, exponiéndose en peligro constante y ese, era el momento en el que podría volver a salirse con la suya.
Enarcó ambas cejas al oír lo de las espaldas, qué curioso ¿y ese dato? No le importaba lo armado que estuviese si al final las armas no le servían de nada a la hora de enfrentarse a otro guerrero que sin tanto armamento… le venciese. Lejos de asustarla, sus ojos azules se perdieron en los ajenos, leyendo su mirada y comprobar que tras esa mirada clara, había mucho más de lo que ambos pensaban y él creía… misterio.
-Tienes pinta de pordiosero pero eso no quiere decir que no sepas dónde se sirve un buen trago - no lo pensó, caminó tras él, bajo su sombrilla . Los rayos del sol iluminaron su rostro, ahora podía observar bien sus rasgos. El cabello rubio ondeaba rebelde como ella, destellaba como pequeños hilos de oro…incluso parecía inocente.
-El primer trago invito si es bueno, si es una basura… termina allí para llevarte algo que comer a la boca -tajante, desafiante, no se andaba con rodeos y menos en cuanto sus pasos irrumpieron en el lugar en cuestión. Buscó el sitio donde sentarse, no muy cerca de la puerta y tampoco de las mesas, se subió al taburete de un salto, dejando la sombrilla tras su espalda apoyada en el respaldo de la madera -Lo más fuerte que tenga , a ver si despertamos al mendigo de su sueño - sus ojos azules, se clavaron en él junto con una sonrisa de lo más divertida… si pensaba que tenía como acompañante a alguien que no sabía beber,…se equivocaba.
-Sal en la muñeca- se tomó el chupito de golpe, mordiendo el limón, fruta que le supo amarga -¿Tengo que ponerla yo misma? No vuelvas a ponerme esta bazofia y tú a qué esperas ¿no querrás que te lo dé como a un bebé? Apenas tendrás mi edad… y ya te supero en beber como un hombre. Para…¿qué quieres las espadas? De poco te van a servir si… no sabes usarlas -risas por detrás de ambos, esa joven peculiar acababa de destronarle de su ego, orgullo de hombre.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2011
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Re: Tequila y limón [Privado]
Llegamos frente a la taberna, admito que el paseo fue interesante, ella tras de mi balbuceado palabras desafiantes como si este fuera un duelo y ella me hubiera abofeteado con su guante.
Me costó mantener la risa, en toda mi existencia no había conocido una mujer como ella, terca, obstinada y mimada hasta decir basta, pensaba que cuatro palabras la trasformaban en una temeraria.
-Cuidado no os vayáis a quemar vuestra preciosa y blanca tez -bromeé con aire de superioridad antes de cruzar el umbral.
Quizás si quería aparentar otra cosa, debería empezar por no usar el ridículo paraguas que en París no servia mas que para eso, delatar su alta alcurnia y no su deslenguada verborrea.
No era de los que juzgaba a simple vista, mas con ella pensaba hacer una excepción, era justo lo que a simple vista veía, una niña de papa queriendo jugar.
El problema que no tenia un franco en el bolsillo, mi estomago rugía y si acompañarla me permitía llenarlo, aceptaba el duelo dialéctico, ese que no me llevaria a ningun sitio, mas que seria entretenido.
Tomamos asiento en la barra, ella con su aire soberano, se sentó de un salto, desafiando al universo. Sonrisa ladeada en mis labios, admito que la cosa mejoraba por momentos, mas si algo era cierto es que era preciosa.
Mis ojos la escudriñaron, cabellos dorados, ojos rasgados, labios ...mis ojos se centraron en su boca un instante mientras lamia la sal, apuesto a que mas de un hombre se perdería en ellos con gusto. También admito que yo me perdería en ellos solo para que cerrara el pico.
No satisfecha con lo ya dicho tuvo que ridiculizarme delante de los hombres que a nuestras espaldas habían decidido echarse unas risas a mi costa.
No perdí la sonrisa cuando me giré a mirarlos, en la mesa derecha tres, uno calvo con sombrero ladeado, complexión fuerte, posiblemente el mas valiente y mas estúpido del grupo.
A sus lados otros dos, armados, cuchillos, y si no veía mal, uno portaba en su bastón un arma de fuego, un solo disparo antes de tener que cargarlo.
Ladeé la cabeza hacia el otro lado mientras colocaba la sal en mi muñeca.
Cuatro hombres, uno borracho, dos de ellos desarmados, el otro dos armas blancas, pequeñas, nada peligroso, el ultimo, poseía el don de la magia, demasiados amuletos como para creer en las coincidencias.
Al fondo un hombre corpulento, capa sobre sus hombros, en la pared, pero muy cerca por si era necesaria un mandoble.
Me gustaba analizar la situación, nunca se sabe cuando puede resultar adversa, lamí la sal volviendo a centrar mis ojos en la dama, apuré el vaso de un trago para morder después el limón relamiendome los labios.
-No esta mal..para empezar. Decís beber como un hombre, mas de momento solo habéis tomado un chupito de tequila, créeme, los hombre bebemos bastante mas que eso.
Por mis espadas no te preocupes, se usarlas, te haría una demostración, pero creo que la única espada que te importa de mi..todavía esta envainada.
Acerqué mis labios al oído de la dama, apenas un susurro basto para que su desafiante mirada se hundiera en la mía a modo de silenciosa promesa o de reto que solo comenzaba.
-Te contaré un secreto, no me interesas..tendrás que hacer mucho mas que beber un chupito y decir que eres muy mala para que mi espada se temple como el fuego y se haga dura como el acero.
Me separé para sin mirarla repetir la operación, sal, tequila y limón.
-Vamos pequeña dama, quítate el otro guante, la tarde solo ha empezado, y vas perdiendo ¿cierto?
Me costó mantener la risa, en toda mi existencia no había conocido una mujer como ella, terca, obstinada y mimada hasta decir basta, pensaba que cuatro palabras la trasformaban en una temeraria.
-Cuidado no os vayáis a quemar vuestra preciosa y blanca tez -bromeé con aire de superioridad antes de cruzar el umbral.
Quizás si quería aparentar otra cosa, debería empezar por no usar el ridículo paraguas que en París no servia mas que para eso, delatar su alta alcurnia y no su deslenguada verborrea.
No era de los que juzgaba a simple vista, mas con ella pensaba hacer una excepción, era justo lo que a simple vista veía, una niña de papa queriendo jugar.
El problema que no tenia un franco en el bolsillo, mi estomago rugía y si acompañarla me permitía llenarlo, aceptaba el duelo dialéctico, ese que no me llevaria a ningun sitio, mas que seria entretenido.
Tomamos asiento en la barra, ella con su aire soberano, se sentó de un salto, desafiando al universo. Sonrisa ladeada en mis labios, admito que la cosa mejoraba por momentos, mas si algo era cierto es que era preciosa.
Mis ojos la escudriñaron, cabellos dorados, ojos rasgados, labios ...mis ojos se centraron en su boca un instante mientras lamia la sal, apuesto a que mas de un hombre se perdería en ellos con gusto. También admito que yo me perdería en ellos solo para que cerrara el pico.
No satisfecha con lo ya dicho tuvo que ridiculizarme delante de los hombres que a nuestras espaldas habían decidido echarse unas risas a mi costa.
No perdí la sonrisa cuando me giré a mirarlos, en la mesa derecha tres, uno calvo con sombrero ladeado, complexión fuerte, posiblemente el mas valiente y mas estúpido del grupo.
A sus lados otros dos, armados, cuchillos, y si no veía mal, uno portaba en su bastón un arma de fuego, un solo disparo antes de tener que cargarlo.
Ladeé la cabeza hacia el otro lado mientras colocaba la sal en mi muñeca.
Cuatro hombres, uno borracho, dos de ellos desarmados, el otro dos armas blancas, pequeñas, nada peligroso, el ultimo, poseía el don de la magia, demasiados amuletos como para creer en las coincidencias.
Al fondo un hombre corpulento, capa sobre sus hombros, en la pared, pero muy cerca por si era necesaria un mandoble.
Me gustaba analizar la situación, nunca se sabe cuando puede resultar adversa, lamí la sal volviendo a centrar mis ojos en la dama, apuré el vaso de un trago para morder después el limón relamiendome los labios.
-No esta mal..para empezar. Decís beber como un hombre, mas de momento solo habéis tomado un chupito de tequila, créeme, los hombre bebemos bastante mas que eso.
Por mis espadas no te preocupes, se usarlas, te haría una demostración, pero creo que la única espada que te importa de mi..todavía esta envainada.
Acerqué mis labios al oído de la dama, apenas un susurro basto para que su desafiante mirada se hundiera en la mía a modo de silenciosa promesa o de reto que solo comenzaba.
-Te contaré un secreto, no me interesas..tendrás que hacer mucho mas que beber un chupito y decir que eres muy mala para que mi espada se temple como el fuego y se haga dura como el acero.
Me separé para sin mirarla repetir la operación, sal, tequila y limón.
-Vamos pequeña dama, quítate el otro guante, la tarde solo ha empezado, y vas perdiendo ¿cierto?
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Tequila y limón [Privado]
Entornó los ojos al hacer referencia a ciertas cosas que a otra señorita le hubiese importado pero ¿a ella? le importaba poco quemarse la tez, si llevaba la sombrilla era justo por otro motivo muy diferente, ocultar su rostro y no la reconociesen. Se iban alejando del centro de Paris y los barrios bajos no eran sitio para “una dama” ¿dónde estaba tal dama? Pues no la veía por ningún sitio. Un insulto que la tratasen como una princesa con corona cuando no era una más entre todas, simplemente.
El ruido de las tripas de su acompañante se mezcló con los gruñidos, murmullos y risas de aquellos que se encontraban en la taberna. A saber desde cuando no probaba bocado, el alcohol no quitaba el hambre. Si bebía con el estómago vacío, terminaría siendo una bomba de relojería justo como le habían llamado en su momento a la joven Appleby “una bomba a punto de estallar”, sobre todo cuando se encontraba con su padre, chocaban de tal modo que siempre terminaba ganando.
Desabrochó el botón de su nuca, aquel que le asfixiaba. El bonito encaje , quedó arrugado despegado de la piel…dándole un respiro. Ojos azules que se encontraron con la mirada ajena, observándole del mismo modo, no era alguien que se achantaba o se sonrojaba porque un hombre la mirase como no debía. Desafiante, sonrió mostrando sus perlados dientes blancos, una sonrisa que podía pasar por absoluta inocencia pero que en sus ojos, transmitía rebeldía. Y observadora, no le perdió vista ni un segundo. No se fiaba de él, podía haberla llevado allí para robarle, o simplemente engañarla para quedarse con todo su dinero, aún así… no le importó, quería beber para olvidar ciertas cosas y lo haría.
-¿No deberías comer y tener el estómago lleno? Para demostrarme lo hombre que eres bebiendo, te tuteo…es una mala costumbre, esa clase de protocolo me la salté -sonrió divertida, llamando al tabernero con una de sus manos -Sírvale algo de comer, está famélico… no dudaría ni un asalto -¿espada envainada? Sin pensarlo, su mirada se paseó por su cuerpo hasta donde supuestamente estaría esa espada a al que se refería, resopló, riendo de lo más divertida… -¿En serio crees que me importa tu espada insignificante? Me importa más el perro pulgoso de la puerta que interesarme en eso. Vine a beber y tú a comer y a beber… así que dejemos la fiesta en paz. Las espadas no me interesan, no digo que no me gusten
¿desde cuándo una chica de clase alta se comportaba de esa forma tan descarada? Era natural en ella, decía las cosas como pensaba y él le incitaba aún más a hacerlo. entrecerró los ojos al sentir su aliento muy cerca, aliento a alcohol… el primero de la noche. Se echó a reír “no me interesas” …fue tan gracioso que no pudo evitar echarse a reír aún más fuerte , pidiendo un buen vaso de whisky doble… le encantaba, solo podía tomarlo cuando o se escapaba o… a escondidas. Se le daba bien el trapicheo con las botellas de alcohol en las residencias.
Ni se inmutó, aunque estuviese muy cerca, ni siquiera la inquietó, siguió bebiendo como si nada, con los codos en la barra y esa sonrisa de manzana roja, de suficiencia. Le daba igual lo que dijese ese engreído. No dijo nada hasta que cerró el pico y su risa, hizo eco en aquella taberna… muchos la siguieron otros, la miraron con descaro y curiosidad.
-Eso se lo dices…¿a todas? Lo de que no me interesas, para hacerte el interesante y demás… -dejó el whisky en la mesa y se giró, mirándole intensamente en los ojos, si esa era una joven de clase alta…¿Cómo serían las demás? -A mí tampoco me interesas, ya me diste lo que quiero…traerme aquí. Te traerán algo de comer, bebe cuanto quieras y guárdate la espada…espada que no veo por ninguna parte -volvió a girarse, centrarse en su whisky y en nada más.
El ruido de las tripas de su acompañante se mezcló con los gruñidos, murmullos y risas de aquellos que se encontraban en la taberna. A saber desde cuando no probaba bocado, el alcohol no quitaba el hambre. Si bebía con el estómago vacío, terminaría siendo una bomba de relojería justo como le habían llamado en su momento a la joven Appleby “una bomba a punto de estallar”, sobre todo cuando se encontraba con su padre, chocaban de tal modo que siempre terminaba ganando.
Desabrochó el botón de su nuca, aquel que le asfixiaba. El bonito encaje , quedó arrugado despegado de la piel…dándole un respiro. Ojos azules que se encontraron con la mirada ajena, observándole del mismo modo, no era alguien que se achantaba o se sonrojaba porque un hombre la mirase como no debía. Desafiante, sonrió mostrando sus perlados dientes blancos, una sonrisa que podía pasar por absoluta inocencia pero que en sus ojos, transmitía rebeldía. Y observadora, no le perdió vista ni un segundo. No se fiaba de él, podía haberla llevado allí para robarle, o simplemente engañarla para quedarse con todo su dinero, aún así… no le importó, quería beber para olvidar ciertas cosas y lo haría.
-¿No deberías comer y tener el estómago lleno? Para demostrarme lo hombre que eres bebiendo, te tuteo…es una mala costumbre, esa clase de protocolo me la salté -sonrió divertida, llamando al tabernero con una de sus manos -Sírvale algo de comer, está famélico… no dudaría ni un asalto -¿espada envainada? Sin pensarlo, su mirada se paseó por su cuerpo hasta donde supuestamente estaría esa espada a al que se refería, resopló, riendo de lo más divertida… -¿En serio crees que me importa tu espada insignificante? Me importa más el perro pulgoso de la puerta que interesarme en eso. Vine a beber y tú a comer y a beber… así que dejemos la fiesta en paz. Las espadas no me interesan, no digo que no me gusten
¿desde cuándo una chica de clase alta se comportaba de esa forma tan descarada? Era natural en ella, decía las cosas como pensaba y él le incitaba aún más a hacerlo. entrecerró los ojos al sentir su aliento muy cerca, aliento a alcohol… el primero de la noche. Se echó a reír “no me interesas” …fue tan gracioso que no pudo evitar echarse a reír aún más fuerte , pidiendo un buen vaso de whisky doble… le encantaba, solo podía tomarlo cuando o se escapaba o… a escondidas. Se le daba bien el trapicheo con las botellas de alcohol en las residencias.
Ni se inmutó, aunque estuviese muy cerca, ni siquiera la inquietó, siguió bebiendo como si nada, con los codos en la barra y esa sonrisa de manzana roja, de suficiencia. Le daba igual lo que dijese ese engreído. No dijo nada hasta que cerró el pico y su risa, hizo eco en aquella taberna… muchos la siguieron otros, la miraron con descaro y curiosidad.
-Eso se lo dices…¿a todas? Lo de que no me interesas, para hacerte el interesante y demás… -dejó el whisky en la mesa y se giró, mirándole intensamente en los ojos, si esa era una joven de clase alta…¿Cómo serían las demás? -A mí tampoco me interesas, ya me diste lo que quiero…traerme aquí. Te traerán algo de comer, bebe cuanto quieras y guárdate la espada…espada que no veo por ninguna parte -volvió a girarse, centrarse en su whisky y en nada más.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
Desafiante la rubia me miró como si tan solo fuera un pobre desgraciado, uno mas de su coro de súbditos que la seguía y le aplaudía cada absurda palabra que emitía.
Al menos dijo algo con cierto interés, que estaba famélico, era cierto, mi estomago pedía comida a gritos, pero mi orgullo por el contrario parecía resistirse a ser invitado como si fuera un mero vagabundo.
Ladeé la sonrisa cuando hablo de que yo le importa lo mismo que el pulgoso perro de fuera, no lo pude evitar, un gesto estúpido, mas era demasiado arrogante para simplemente darle el gozo de verme comer ansioso frente a sus ojos.
Tomé el plato y me puse en pie, la puerta mi destino, un silbido y aquel escuálido animal entro tambaleándose, lleno de pulgas, piel y hueso me miro con los ojos mas cercanos a la muerte que a la vida, no se porque me identifiqué con ese pobre animal al que le rugían las tripas.
Me agaché dejando el plato en el suelo, este lo devoro sin miramientos mientras yo depositaba en su tupido pelo una leve sonrisa, una que afiancé al elevar la mirada hacia la dama que parecía molesta porque de nuevo la había desafiado.
-Supongo que entonces no os importara que el esquelético animal deguste el manjar. Puedo aguantaros el ritmo sin llevar nada a mi estomago.
Volví a la barra rehaciendo mis pasos para de un trago beberme la jarra de hidromiel servida, golpeé la barra con el culo mirándola mientras me relamía desafiante.
-Mas -pedí al cantinero hundiendo mis esmeraldas en ella -parece que nuevamente os quedáis atrás.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo, el destino esa espada que al parecer no parecía ni desear ni necesitar.
-Ahora lo entiendo os van mas los coños como a mi, quizás la fiesta la podamos continuar en le burdel -bromeé guiñándole un ojo con cierto desdén.
A nuestras espaldas de nuevo las risas se sucedieron por mis palabras, entre los dos un duelo se cernía, uno que precede siempre a la guerra y donde pocas veces se alza la bandera blanca.
Otra jarra frente a mis ojos, llevé el vidrio a mis labios para dar un profundo trago, admito que le alcohol empezaba a hacer estragos, mi estomago estaba vació, claro que yo era un vikingo, empecé a beber a una temprana edad, para mi el alcohol tardaba en embriagar.
La dama no se inmuto por mi cercanía, una parte de mi decía que la ansiaba y le divertía, por un instante mis ojos bajaron a su boca mientras de nuevo la suya hablaba sin filtros sobre lo poco que le importaba mi presencia.
Al parecer de mi solo quería lo que ya tenia un lugar donde beber, mas fueron sus siguientes palabras, esas que aseguraban no ver mi espada lo que logré desatar en mi las carcajadas que inundaron la taberna. Apuré nuevamente la jarra hundiendo de nuevo mis ojos en ella para acercarme a su oído con delicadeza.
Mi aliento golpeó su pelo, rocé mis labios en su lóbulo.
-Hace un rato que no hablo de mi espada mas tu sigues insistiendo en ella, te diré algo, cuando algo no te importa, no lo nombras con tanta vehemencia.
Me separé de nuevo acercándole la jarra al cantinero, desde luego esa noche iba a dormir caliente en cualquier callejón. Volví a atraer la jarra llena hacia mis labios, llevaba ya demasiadas y la dama solo estaba empezando, una sonrisa ebria se dibujo en mi rostro.
- A este paso dudo que me pilles ya, porque no rehaces tus pasos, coges el paraguas y te vas a buscar a tu padre, estará preocupado por su niña salvaje.
Alcé la jarra en su dirección perdiendo mis ojos en los suyos.
-Skol
Al menos dijo algo con cierto interés, que estaba famélico, era cierto, mi estomago pedía comida a gritos, pero mi orgullo por el contrario parecía resistirse a ser invitado como si fuera un mero vagabundo.
Ladeé la sonrisa cuando hablo de que yo le importa lo mismo que el pulgoso perro de fuera, no lo pude evitar, un gesto estúpido, mas era demasiado arrogante para simplemente darle el gozo de verme comer ansioso frente a sus ojos.
Tomé el plato y me puse en pie, la puerta mi destino, un silbido y aquel escuálido animal entro tambaleándose, lleno de pulgas, piel y hueso me miro con los ojos mas cercanos a la muerte que a la vida, no se porque me identifiqué con ese pobre animal al que le rugían las tripas.
Me agaché dejando el plato en el suelo, este lo devoro sin miramientos mientras yo depositaba en su tupido pelo una leve sonrisa, una que afiancé al elevar la mirada hacia la dama que parecía molesta porque de nuevo la había desafiado.
-Supongo que entonces no os importara que el esquelético animal deguste el manjar. Puedo aguantaros el ritmo sin llevar nada a mi estomago.
Volví a la barra rehaciendo mis pasos para de un trago beberme la jarra de hidromiel servida, golpeé la barra con el culo mirándola mientras me relamía desafiante.
-Mas -pedí al cantinero hundiendo mis esmeraldas en ella -parece que nuevamente os quedáis atrás.
Sus ojos recorrieron mi cuerpo, el destino esa espada que al parecer no parecía ni desear ni necesitar.
-Ahora lo entiendo os van mas los coños como a mi, quizás la fiesta la podamos continuar en le burdel -bromeé guiñándole un ojo con cierto desdén.
A nuestras espaldas de nuevo las risas se sucedieron por mis palabras, entre los dos un duelo se cernía, uno que precede siempre a la guerra y donde pocas veces se alza la bandera blanca.
Otra jarra frente a mis ojos, llevé el vidrio a mis labios para dar un profundo trago, admito que le alcohol empezaba a hacer estragos, mi estomago estaba vació, claro que yo era un vikingo, empecé a beber a una temprana edad, para mi el alcohol tardaba en embriagar.
La dama no se inmuto por mi cercanía, una parte de mi decía que la ansiaba y le divertía, por un instante mis ojos bajaron a su boca mientras de nuevo la suya hablaba sin filtros sobre lo poco que le importaba mi presencia.
Al parecer de mi solo quería lo que ya tenia un lugar donde beber, mas fueron sus siguientes palabras, esas que aseguraban no ver mi espada lo que logré desatar en mi las carcajadas que inundaron la taberna. Apuré nuevamente la jarra hundiendo de nuevo mis ojos en ella para acercarme a su oído con delicadeza.
Mi aliento golpeó su pelo, rocé mis labios en su lóbulo.
-Hace un rato que no hablo de mi espada mas tu sigues insistiendo en ella, te diré algo, cuando algo no te importa, no lo nombras con tanta vehemencia.
Me separé de nuevo acercándole la jarra al cantinero, desde luego esa noche iba a dormir caliente en cualquier callejón. Volví a atraer la jarra llena hacia mis labios, llevaba ya demasiadas y la dama solo estaba empezando, una sonrisa ebria se dibujo en mi rostro.
- A este paso dudo que me pilles ya, porque no rehaces tus pasos, coges el paraguas y te vas a buscar a tu padre, estará preocupado por su niña salvaje.
Alcé la jarra en su dirección perdiendo mis ojos en los suyos.
-Skol
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Re: Tequila y limón [Privado]
El desafío y la tensión podía cortarse en el ambiente. Sus ojos azules no se apartaban del joven desconocido, orbes esmeralda… que le recordaron demasiado a alguien, logrando que tuviese un escalofrío. Imposible. Su único pariente era ella misma, dudaba que los demás quedasen con vida. Y como se veía venir, volvió a desafiarla… dándole de comer al pulgoso perro. Ahora que estaban frente al otro, apenas se podía diferenciar quien de los dos era el perro. Rió por lo bajo por sus propios pensamientos, volvía a ser perversa en pensamiento y en actos no le faltaba tiempo.
-No soy yo quien se muere de hambre, estúpida acción que te salpicará solo a ti. Sigue bebiendo, si tanto alardeas de que aguantas. Pagaré tu bebida porque me has traído. FIN. No hay más ¿acaso has pensado en algo distinto? La idea de que me pongas un solo dedo encima me abruma y no de placer precisamente, no necesito esa clase de cosas… y puedes pensar lo que te dé la real gana, las mujeres somos complicadas pero nos entendemos entre nosotras al menos algo de bueno tenemos. -le dio un largo trago a su whisky, deslizándolo por la barra para que le sirviesen otro más, no le gustaba mezclar copas… no le sabían a nada si lo hacía.
-No necesito pagar para tener lo que deseo pero si lo desea , le pagaré a una jovencita para que sacie tu otro tipo de hambre. Las hay que te hacen de todo lo que les pidas, eso es cierto… te pagaré una si quieres y no, no miro…. Ya te dije que no me interesa - las risas se iban aplacando, allí había una tensión y conflicto que en vez de amainar no hacía otra cosa más que crecer y crecer entre ambos, un completo desafío, miradas que se encontraban y chocaban , ¿quién ganaría de los dos?
-Estás demasiado cerca -avisó tomando su vaso, con toda la tranquilidad del mundo. Sus ojos azules se fijaron en los ajenos, casi podían incluso rozarse las narices, los labios pero no ocurrió. La mirada de Abbey centelleaba rabia, ese joven le estaba llevando por tierras movedizas - Oh pues… sigue bebiendo, si ya eres el ganador por excelencia ¿crees que me importa que me ganes bebiendo? De algo tendrás que presumir. Yo solo quería un trago y tú pareces querer demasiadas cosas , anhelar y desear lo que no puedes tener ni tendrás…jamás
La última palabra la escupió con rabia y recelo, desafiándole de nuevo, estaban a punto de volar taburetes a este paso. Daba igual, allí ambos no paraban de mirarse a los ojos, atraerse y acercarse al mismo tiempo. Siseó alzando la mano, veía las intenciones y no le iba a dejar pasar, menos con cierto comentarios.
-Lo dudo, más bien estará montando una fiesta, con suerte… creerá que me han secuestrado para torturarme, cortarme en trozos y dejarme en cualquier callejón o descampado -no bromeaba, alzó el vaso, deslizando el líquido por sus labios y tomar un hielo con los dientes, mordiéndolo con fuerza justo como dijo… “salvaje” -Deberías comer, tranquilo… no me da ninguna satisfacción, es que no quiero que te desmayes, sería aburrido ¿con quién discutiría?
-No soy yo quien se muere de hambre, estúpida acción que te salpicará solo a ti. Sigue bebiendo, si tanto alardeas de que aguantas. Pagaré tu bebida porque me has traído. FIN. No hay más ¿acaso has pensado en algo distinto? La idea de que me pongas un solo dedo encima me abruma y no de placer precisamente, no necesito esa clase de cosas… y puedes pensar lo que te dé la real gana, las mujeres somos complicadas pero nos entendemos entre nosotras al menos algo de bueno tenemos. -le dio un largo trago a su whisky, deslizándolo por la barra para que le sirviesen otro más, no le gustaba mezclar copas… no le sabían a nada si lo hacía.
-No necesito pagar para tener lo que deseo pero si lo desea , le pagaré a una jovencita para que sacie tu otro tipo de hambre. Las hay que te hacen de todo lo que les pidas, eso es cierto… te pagaré una si quieres y no, no miro…. Ya te dije que no me interesa - las risas se iban aplacando, allí había una tensión y conflicto que en vez de amainar no hacía otra cosa más que crecer y crecer entre ambos, un completo desafío, miradas que se encontraban y chocaban , ¿quién ganaría de los dos?
-Estás demasiado cerca -avisó tomando su vaso, con toda la tranquilidad del mundo. Sus ojos azules se fijaron en los ajenos, casi podían incluso rozarse las narices, los labios pero no ocurrió. La mirada de Abbey centelleaba rabia, ese joven le estaba llevando por tierras movedizas - Oh pues… sigue bebiendo, si ya eres el ganador por excelencia ¿crees que me importa que me ganes bebiendo? De algo tendrás que presumir. Yo solo quería un trago y tú pareces querer demasiadas cosas , anhelar y desear lo que no puedes tener ni tendrás…jamás
La última palabra la escupió con rabia y recelo, desafiándole de nuevo, estaban a punto de volar taburetes a este paso. Daba igual, allí ambos no paraban de mirarse a los ojos, atraerse y acercarse al mismo tiempo. Siseó alzando la mano, veía las intenciones y no le iba a dejar pasar, menos con cierto comentarios.
-Lo dudo, más bien estará montando una fiesta, con suerte… creerá que me han secuestrado para torturarme, cortarme en trozos y dejarme en cualquier callejón o descampado -no bromeaba, alzó el vaso, deslizando el líquido por sus labios y tomar un hielo con los dientes, mordiéndolo con fuerza justo como dijo… “salvaje” -Deberías comer, tranquilo… no me da ninguna satisfacción, es que no quiero que te desmayes, sería aburrido ¿con quién discutiría?
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Re: Tequila y limón [Privado]
Dejé escapar una risa ebria contra la jarra no solo me recordaba que había cometido la mayor estupidez posible dando al perro la comida si no que pagaría mi bebida sin mas, porque de mi poco o nada esperaba en esa noche en el que el alcohol corría para los dos.
Me relamí los labios después de dar otro trago.
-Bien, ¿acaso crees que yo espero algo de ti? No me hagas reír, aunque fueras la ultima mujer sobre la faz de la tierra no me enredaría en tus piernas.
Acerqué mis labios de nuevo a su oído mostrandole la mas ladina de mis sonrisas.
-Todo apunta a que me dormiría de aburrimiento contigo en el lecho
Recuperé mi posición entre risas para de nuevo perderme en la jarra que se vaciaba a buen ritmo, la siguiente desfachatez logro casi ponerme en pie.
Ahora me quería pagar una puta, pero que se había pensado esa mujer, que era un desgraciado que no podía por mi mismo lograr ni comer, ni beber, ni follar después.
-Créeme, si quisiera estar entre tus piernas, estas estarían abiertas para mi antes del amanecer. Gemirías mi nombre con placer, jadearías sin tregua mientras te embisto una y otra vez. Odin celebraría nuestro encuentro con una jarra de hidromiel mientras Thor hace sonar el martillo para que no tenga que escuchar las estupideces que dices después.
De nuevo mi orgullo relucía en cada una de mis palabras, claro que el alcohol hizo que pronto me riera sin mas, olvidando la afrenta para perderme de nuevo en el frio vidrio.
Sus ojos me escudriñaban, podía notar su enfado por mis palabras, como el desafió que entre nosotros había surgido la encendía por dentro, eso si, no del modo que a mi me hubiera gustado.
De nuevo nos acercamos para increparnos, demasiado cerca, su aliento contra mi boca, nuestras narices se rozaron sin tregua, labios entreabiertos para soltar veneno y mis ojos en su boca, deseando pero sin rozarla ni por un momento. Elevé mis ojos cuando me advirtió que estaba cerca. Lejos por el contrario se me antojaba a mi sus labios, aun así guarde silencio para reírme con descaro y poner de nuevo cierta distancia.
Sus palabras desafiaban el espacio que entre nosotros se incrementaba y acortaba a marchas forzadas, como imanes que se atraen y se repelen.
-ya lo has dicho muchas veces “ no te intereso” una mentira no se convierte en verdad por repetirla.
Reí de nuevo al ver como su ceño se fruncía desviando mis ojos hacia el cantinero para que de nuevo rellenara mi jarra, que mas daba, a fin de cuentas me esperaba el frio suelo de laguna callejuela.
La dama de nuevo insistio en que necesitaba una buena cena ¿tan evidente era? Algo demacrado por el hambre, mi aspecto aunque orgulloso no dejaba de mostrar cierta palidez que ahora gracias al alcohol había cambiado ligeramente.
Mis ojos la buscaron soberbios, ladeé la sonrisa.
-Si no fueras tu, hasta diría que estas preocupada por alguien mas que por ti misma egolatra egoísta.
Enredé las palabras frente a su boca, pero de nuevo ni un roce, me separé volviendo a llevar la jarra a mis labios, antes de sacudir la cabeza, el sopor me ganaba la partida eso y que hacia días que apenas lograba dormir
Me relamí los labios después de dar otro trago.
-Bien, ¿acaso crees que yo espero algo de ti? No me hagas reír, aunque fueras la ultima mujer sobre la faz de la tierra no me enredaría en tus piernas.
Acerqué mis labios de nuevo a su oído mostrandole la mas ladina de mis sonrisas.
-Todo apunta a que me dormiría de aburrimiento contigo en el lecho
Recuperé mi posición entre risas para de nuevo perderme en la jarra que se vaciaba a buen ritmo, la siguiente desfachatez logro casi ponerme en pie.
Ahora me quería pagar una puta, pero que se había pensado esa mujer, que era un desgraciado que no podía por mi mismo lograr ni comer, ni beber, ni follar después.
-Créeme, si quisiera estar entre tus piernas, estas estarían abiertas para mi antes del amanecer. Gemirías mi nombre con placer, jadearías sin tregua mientras te embisto una y otra vez. Odin celebraría nuestro encuentro con una jarra de hidromiel mientras Thor hace sonar el martillo para que no tenga que escuchar las estupideces que dices después.
De nuevo mi orgullo relucía en cada una de mis palabras, claro que el alcohol hizo que pronto me riera sin mas, olvidando la afrenta para perderme de nuevo en el frio vidrio.
Sus ojos me escudriñaban, podía notar su enfado por mis palabras, como el desafió que entre nosotros había surgido la encendía por dentro, eso si, no del modo que a mi me hubiera gustado.
De nuevo nos acercamos para increparnos, demasiado cerca, su aliento contra mi boca, nuestras narices se rozaron sin tregua, labios entreabiertos para soltar veneno y mis ojos en su boca, deseando pero sin rozarla ni por un momento. Elevé mis ojos cuando me advirtió que estaba cerca. Lejos por el contrario se me antojaba a mi sus labios, aun así guarde silencio para reírme con descaro y poner de nuevo cierta distancia.
Sus palabras desafiaban el espacio que entre nosotros se incrementaba y acortaba a marchas forzadas, como imanes que se atraen y se repelen.
-ya lo has dicho muchas veces “ no te intereso” una mentira no se convierte en verdad por repetirla.
Reí de nuevo al ver como su ceño se fruncía desviando mis ojos hacia el cantinero para que de nuevo rellenara mi jarra, que mas daba, a fin de cuentas me esperaba el frio suelo de laguna callejuela.
La dama de nuevo insistio en que necesitaba una buena cena ¿tan evidente era? Algo demacrado por el hambre, mi aspecto aunque orgulloso no dejaba de mostrar cierta palidez que ahora gracias al alcohol había cambiado ligeramente.
Mis ojos la buscaron soberbios, ladeé la sonrisa.
-Si no fueras tu, hasta diría que estas preocupada por alguien mas que por ti misma egolatra egoísta.
Enredé las palabras frente a su boca, pero de nuevo ni un roce, me separé volviendo a llevar la jarra a mis labios, antes de sacudir la cabeza, el sopor me ganaba la partida eso y que hacia días que apenas lograba dormir
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
Si esperaba que con sus palabras se molestase o humillase lo tenía muy crudo ¿ella? ¿importarle lo que dijese un hombre? En absoluto. El trato con hombres como él era algo habitual. Eran peores que los de clase alta, los cuales te miraban por encima del hombro y debías acatar sus órdenes, un jarrón sin flores y si había…se marchitaban, lentamente. Soltó una carcajada por sus palabras, qué necio si pensaba de verdad molestarla…consiguió todo lo contrario. No le interesaba acostarse con el primero que pasase y menos con él. No porque viviese en la calle, ella no juzgaba a nadie…es más, se rodeaba más de clase baja que de un igual.
-No, no te creo. Pero puedes intentar eso, quién sabe a lo mejor te llevas un canto en los dientes. A lo mejor no, te lo vas a llevar. Bebe, estás más guapo callado -hizo amago de sonrisa pero tan solo fue eso, lo fulminó con la mirada…ese hombre le estaba llevando por el camino de la amargura y no de buena manera precisamente. -A alguien hay que echarle la culpa si no funcionas en la cama… como no, a la mujer. No voy a discutir contigo sobre eso, si puedo dejarte desnudo con palabra ten por seguro que no te daría tregua…serías poco para mí -
Aunque le dijo que estaba demasiado cerca, volvían a saltarse el protocolo. Rió de lo más divertida, risa que chocó contra sus labios, mostrando una imagen de la rubia muy diferente… pues de cerca podía no solo apreciar su belleza, si no esa naturalidad, esa fiereza y rebeldía en sus ojos azules. No dejaba de mirarle a los ojos, una lucha entre ambos de lo más deliciosa que no parecía tener fin. Tira y afloja constante, en el que ninguno de los dos daría su brazo a torcer nunca, jamás.
-Qué amable por tu parte, me habían llamado ególatra y egoísta por una parte u otra pero nunca las dos cosas juntas. - sonrió cuando se separó, corriendo como un cervatillo asustado -Huyes porque temes que te guste -bebió de su vaso como si nada, pidiendo algo de comer… no era un sitio tan repugnante, estaba limpio , se estaba caliente y servían buena bebida -Como no tienes hambre ya comeré yo por ti - sonrió con satisfacción, inclinándose a él, volvía a tentar a la suerte… ninguno de los dos iba a salir vivo de aquel encuentro de egos. -Ni duermes, ni comes…bebes cuando tienes algún franco en el bolsillo , pobre…-fingió un puchero y se giró en el taburete, mirándole fijamente a los ojos.
-Podría ayudarte pero creo que no necesitas la ayuda de ¿cómo era? Ah sí, ególatra egoísta. Bueno, al menos te he invitado a un trago… podemos estar sin comer mucho tiempo pero no sin beber. -el cuello de la camisa le molestaba, tiró un tanto de él hacia abajo resoplando, las mejillas se tornaron sonrojadas…entre el alcohol y demás. Sonrió, algo se le estaba ocurriendo -¿Y si te pagasen por soportarme? Sería un trabajo fácil para ti ¿no? el asco es mutuo -enarcó una ceja, girando el rostro hacia él , perdiéndose en sus orbes esmeraldas, aquellas que le recordaban demasiado a alguien a quien no deseaba recordar si no olvidar -Deja de mirarme así si no vas a decir ni hacer nada -otro nuevo desafío, esa joven no, sin duda no era como las demás.
-No, no te creo. Pero puedes intentar eso, quién sabe a lo mejor te llevas un canto en los dientes. A lo mejor no, te lo vas a llevar. Bebe, estás más guapo callado -hizo amago de sonrisa pero tan solo fue eso, lo fulminó con la mirada…ese hombre le estaba llevando por el camino de la amargura y no de buena manera precisamente. -A alguien hay que echarle la culpa si no funcionas en la cama… como no, a la mujer. No voy a discutir contigo sobre eso, si puedo dejarte desnudo con palabra ten por seguro que no te daría tregua…serías poco para mí -
Aunque le dijo que estaba demasiado cerca, volvían a saltarse el protocolo. Rió de lo más divertida, risa que chocó contra sus labios, mostrando una imagen de la rubia muy diferente… pues de cerca podía no solo apreciar su belleza, si no esa naturalidad, esa fiereza y rebeldía en sus ojos azules. No dejaba de mirarle a los ojos, una lucha entre ambos de lo más deliciosa que no parecía tener fin. Tira y afloja constante, en el que ninguno de los dos daría su brazo a torcer nunca, jamás.
-Qué amable por tu parte, me habían llamado ególatra y egoísta por una parte u otra pero nunca las dos cosas juntas. - sonrió cuando se separó, corriendo como un cervatillo asustado -Huyes porque temes que te guste -bebió de su vaso como si nada, pidiendo algo de comer… no era un sitio tan repugnante, estaba limpio , se estaba caliente y servían buena bebida -Como no tienes hambre ya comeré yo por ti - sonrió con satisfacción, inclinándose a él, volvía a tentar a la suerte… ninguno de los dos iba a salir vivo de aquel encuentro de egos. -Ni duermes, ni comes…bebes cuando tienes algún franco en el bolsillo , pobre…-fingió un puchero y se giró en el taburete, mirándole fijamente a los ojos.
-Podría ayudarte pero creo que no necesitas la ayuda de ¿cómo era? Ah sí, ególatra egoísta. Bueno, al menos te he invitado a un trago… podemos estar sin comer mucho tiempo pero no sin beber. -el cuello de la camisa le molestaba, tiró un tanto de él hacia abajo resoplando, las mejillas se tornaron sonrojadas…entre el alcohol y demás. Sonrió, algo se le estaba ocurriendo -¿Y si te pagasen por soportarme? Sería un trabajo fácil para ti ¿no? el asco es mutuo -enarcó una ceja, girando el rostro hacia él , perdiéndose en sus orbes esmeraldas, aquellas que le recordaban demasiado a alguien a quien no deseaba recordar si no olvidar -Deja de mirarme así si no vas a decir ni hacer nada -otro nuevo desafío, esa joven no, sin duda no era como las demás.
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Re: Tequila y limón [Privado]
Nuestros labios casi se rozaron desafiantes, de nuevo sus palabras impactaron en ellos. Mis ojos volvieron a centrarse en su boca, me relamí al sentir su aliento contra ellos.
Sonreí de medio lado escuchándola, dejándome embriagar mas de lo que ya estaba.
-Ya veo, no me darías tregua, parece que la idea de imaginarme empujando en tu lecho no te desagrada ¿cierto?
Ambos sonreímos, estábamos demasiado cerca, sus ojos buscaron los míos, pero no los encontró estaban fijos en otro lugar.
Su risa se hacia notoria enloqueciendome, había bebido demasiado, era difícil controlarme, la deseaba pero...no podía.
Yo en París solo era un espectro, alguien sin identidad, de echo en esta época ni siquiera había nacido.
De nuevo nuestra nariz se rozo, como si buscáramos el modo de estar mas cerca pero sin ceder ni por un momento en ese violento duelo de egos.
-Egolatría egoísta -repetí echándome a reír contra su boca.
Distancia la que de nuevo interpusimos entre ambos, no tardó en recriminarme aquello, alegando a mi cobardía en ese acto.
-Yo no temo a nada -susurré de nuevo acotando la distancia, mis ojos se alzaron hasta sus azules, no seria yo el cobarde que se apartara de nuevo.
La dama pidió comida al cantinero, no nos apartamos, es mas, mi mano tiró del taburete de esta para pegarla incluso mas a mi cuerpo ¿miedo? Yo no tenia miedo a una mujer y menos a esta niñata que presumía de no darme tregua en la cama.
-Perro ladrador, poco mordedor.
Me desafiaba con cada maldita palabra, era cierto me había invitado a beber y aunque ahora parecía llamarme borracho vagabundo, eso no me molestó yo sabia lo que era y no precisamente lo que mostraba frente a sus ojos, en cambio ella era precisamente eso, una niñata egolatra y egoísta.
-Te doy calor -sonreí de medio lado al ver como se movía las solapas de la camisa, sus mejillas estaban sonrosadas, ambos habíamos bebido demasiado.
Entonces llegó la oferta de trabajo mejor propuesta, admito que necesitaba ese trabajo, ganar dinero era mi única opción para cumplir mi misión.
-No hay dinero suficiente en el mundo para aguantarte -susurré contra sus labios -si, el odio es mutuo -susurré enredando de nuevo las palabras -acepto.
Un plato de comida fue servio, por primera vez mis ojos se separaron de su boca para centrarse en las patatas y ese trozo de carne hecha a la brasa.
Tenia hambre pero mi orgullo no me permitía ceder, menos cuando tomo una de las patatas y la llevo a su boca mirándome a los ojos divertida.
Me separé de su cuerpo volviendo a perderme en la jarra de hidromiel que ya casi vacía volvía a deslizarse por mi boca arrasando mis ganas de todo por mi garganta
Sonreí de medio lado escuchándola, dejándome embriagar mas de lo que ya estaba.
-Ya veo, no me darías tregua, parece que la idea de imaginarme empujando en tu lecho no te desagrada ¿cierto?
Ambos sonreímos, estábamos demasiado cerca, sus ojos buscaron los míos, pero no los encontró estaban fijos en otro lugar.
Su risa se hacia notoria enloqueciendome, había bebido demasiado, era difícil controlarme, la deseaba pero...no podía.
Yo en París solo era un espectro, alguien sin identidad, de echo en esta época ni siquiera había nacido.
De nuevo nuestra nariz se rozo, como si buscáramos el modo de estar mas cerca pero sin ceder ni por un momento en ese violento duelo de egos.
-Egolatría egoísta -repetí echándome a reír contra su boca.
Distancia la que de nuevo interpusimos entre ambos, no tardó en recriminarme aquello, alegando a mi cobardía en ese acto.
-Yo no temo a nada -susurré de nuevo acotando la distancia, mis ojos se alzaron hasta sus azules, no seria yo el cobarde que se apartara de nuevo.
La dama pidió comida al cantinero, no nos apartamos, es mas, mi mano tiró del taburete de esta para pegarla incluso mas a mi cuerpo ¿miedo? Yo no tenia miedo a una mujer y menos a esta niñata que presumía de no darme tregua en la cama.
-Perro ladrador, poco mordedor.
Me desafiaba con cada maldita palabra, era cierto me había invitado a beber y aunque ahora parecía llamarme borracho vagabundo, eso no me molestó yo sabia lo que era y no precisamente lo que mostraba frente a sus ojos, en cambio ella era precisamente eso, una niñata egolatra y egoísta.
-Te doy calor -sonreí de medio lado al ver como se movía las solapas de la camisa, sus mejillas estaban sonrosadas, ambos habíamos bebido demasiado.
Entonces llegó la oferta de trabajo mejor propuesta, admito que necesitaba ese trabajo, ganar dinero era mi única opción para cumplir mi misión.
-No hay dinero suficiente en el mundo para aguantarte -susurré contra sus labios -si, el odio es mutuo -susurré enredando de nuevo las palabras -acepto.
Un plato de comida fue servio, por primera vez mis ojos se separaron de su boca para centrarse en las patatas y ese trozo de carne hecha a la brasa.
Tenia hambre pero mi orgullo no me permitía ceder, menos cuando tomo una de las patatas y la llevo a su boca mirándome a los ojos divertida.
- Parece que te gusta llevarme al limite, pero créeme, no voy a suplicar por comer.
Me separé de su cuerpo volviendo a perderme en la jarra de hidromiel que ya casi vacía volvía a deslizarse por mi boca arrasando mis ganas de todo por mi garganta
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
Si pensaba que iba a achantarse lo tenía muy complicado. No se estaba dirigiendo a ninguna joven de clase alta común, para ella, el hecho de ser de esa condición no le impedía comportarse como quien de verdad se identificaba: una joven que luchaba por lo que deseaba hacer en cada momento, vivir la vida sin ataduras, sentirse libre sin complicaciones ni deberes…ser alguien como quien tenía frente a ella, alguien libre pero ella qué iba a saber que no eran tan diferentes. No solo en el carácter, en la condición.
-Más bien serías el afortunado quien estuviese disfrutando mientras me muevo sobre ti como seguramente las mujerzuelas a las que acostumbran, se han movido, así que no alardees que sea una señorita no quiere decir que no sepa de lo que hablas. Soy igual en la cama que ególatra y egoísta-sonrió, seguido de una risa, esa chica no se podía callar nada, seguía tanteando el terreno, poniéndole a prueba de alguna manera.
Giró el rostro, demasiado cerca… podía no solo sentir la calidez de sus labios y su aliento, el sabor de la cerveza en aquellos labios que no dejaban otra cosa que tentarla a sobremanera. No le apartó la mirada, ella tampoco temía a nada ni a nadie y lo mostraba la fiereza de sus ojos azules, la forma con la que afrontaba cualquier situación, desde luego podía ser una gran guerrera. Alta y fuerte, con carácter, digno de un vikingo.
-Y el que no ves… tengo calor en otro sitio, me gusta cómo se deslizan por tus labios… oh quien podría resistirse -se mordió el labio inferior, tentándole y volver a apartarse como si absolutamente le importase que siguiese allí -Cierto pero es divertido ¿te lo imaginas? Pagarte por algo tan fácil como seguirme a todas partes, nadie quiere ejercer ese trabajo, no entiendo porqué si soy buen nena -el labio inferior, fue mordisqueado por sus blancos dientes.
- Me importa poco que no quieras comer, yo tengo hambre -se encogió de hombros, tomando otra patata y devorarla con una sonrisa - Tú verás pero si aceptas el trabajo, comes si no, fuera con el perro -tajante, fue ella quien le atrajo hacia sí por el taburete sin ningún problema - ¿Qué? ¿Es que ninguna te ha movido el taburete? Pues si muevo así el taburete, ¿qué haría en otros sitios? - movió las cejas, riendo por lo bajo, atrayendo hacia sí el plato y comer del plato, incluso…relamiéndose los dedos, nada que ver con una de esas niñas ricas.
-No me has dicho como te llamas pero no importa, con llamarte pulgoso es suficiente -rió, más elevado, el alcohol comenzaba a hacer su efecto pero aún quedaba noche, llevada dos whiskys dobles e iba por el tercero que saboreó con deseo, estaba delicioso…necesitaba aquel trago. Cerró los ojos, en silencio, lamiéndose los labios… estaba tan bien ahora mismo que nada ni nadie iba a estropearlo, ni siquiera aquel fanfarrón de ojos verdes.
-Más bien serías el afortunado quien estuviese disfrutando mientras me muevo sobre ti como seguramente las mujerzuelas a las que acostumbran, se han movido, así que no alardees que sea una señorita no quiere decir que no sepa de lo que hablas. Soy igual en la cama que ególatra y egoísta-sonrió, seguido de una risa, esa chica no se podía callar nada, seguía tanteando el terreno, poniéndole a prueba de alguna manera.
Giró el rostro, demasiado cerca… podía no solo sentir la calidez de sus labios y su aliento, el sabor de la cerveza en aquellos labios que no dejaban otra cosa que tentarla a sobremanera. No le apartó la mirada, ella tampoco temía a nada ni a nadie y lo mostraba la fiereza de sus ojos azules, la forma con la que afrontaba cualquier situación, desde luego podía ser una gran guerrera. Alta y fuerte, con carácter, digno de un vikingo.
-Y el que no ves… tengo calor en otro sitio, me gusta cómo se deslizan por tus labios… oh quien podría resistirse -se mordió el labio inferior, tentándole y volver a apartarse como si absolutamente le importase que siguiese allí -Cierto pero es divertido ¿te lo imaginas? Pagarte por algo tan fácil como seguirme a todas partes, nadie quiere ejercer ese trabajo, no entiendo porqué si soy buen nena -el labio inferior, fue mordisqueado por sus blancos dientes.
- Me importa poco que no quieras comer, yo tengo hambre -se encogió de hombros, tomando otra patata y devorarla con una sonrisa - Tú verás pero si aceptas el trabajo, comes si no, fuera con el perro -tajante, fue ella quien le atrajo hacia sí por el taburete sin ningún problema - ¿Qué? ¿Es que ninguna te ha movido el taburete? Pues si muevo así el taburete, ¿qué haría en otros sitios? - movió las cejas, riendo por lo bajo, atrayendo hacia sí el plato y comer del plato, incluso…relamiéndose los dedos, nada que ver con una de esas niñas ricas.
-No me has dicho como te llamas pero no importa, con llamarte pulgoso es suficiente -rió, más elevado, el alcohol comenzaba a hacer su efecto pero aún quedaba noche, llevada dos whiskys dobles e iba por el tercero que saboreó con deseo, estaba delicioso…necesitaba aquel trago. Cerró los ojos, en silencio, lamiéndose los labios… estaba tan bien ahora mismo que nada ni nadie iba a estropearlo, ni siquiera aquel fanfarrón de ojos verdes.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
Aquella niña seguía provocandome, a escasos milímetros se mordió su labio inferior, podía notar su aliento cuando contesto a mi pregunta alegando lo caliente que estaba en ese momento.
Sonreí de medio lado, tomando con mi dedo su escote para separar la tela de este, asomándome ligeramente para soplar sobre este en un acto suicida que aparte de deleitar mi vista esperaba la molestase.
-Espero haberte enfriado -dije desafiante rozando sus labios con los míos entreabiertos, cada vez la distancia era menor, como si ambos nos tanteáramos en silencio esperando que el otro diera le primer paso para chocar los aceros.
Sonreí de medio lado, al escuchar sus palabras, nadie quería ese trabajo ¿acaso no se había planteado el por que?, era egolatra, insoportable y una niñata, nadie en su sano juicio o con mas opciones en este mundo aceptaría convertirse en su escolta.
Por desgracia yo era de ese segundo grupo, el sin opciones.
La dama tiro como si se tratara de un hombre de mi taburete, al parecer la distancia dispuesta se le antojaba demasiada, para que mentir, también a mi y la ultima palabra, en este caso movimiento no seria suyo, si no mio.
Alcé la mirada escuchando como prometía de nuevo ladrando hacerme cosas que ni imaginaria cando mis manos rodearon sus nalgas y de un tirón brusco la subí sobre mi regazo.
-¿mejor? -veo que tienes ganas de mi -aseguré guiñándole un ojo -¿que decías que ibas a hacerme?
Los dos estábamos bastante ebrios, algo que hacia le duelo infinitamente mas interesante, yo porque esperaba ganarme le guantazo que la alejara de mi, ella ni sabia exactamente que quería.
empezó a comer sus patatas insistiendo en que o comía o me salia oc el perro pues no tendría trabajo al que acudir.
Lo dicho no me quedaban opciones y por mucho que odiara reconocer esto, estaba hambriento.
Llevé m imano a una de las patatas, mis ojos se centraron en el plato y la lleve a mi boca, mis tripas rugieron y tras esta otra y otra. Pronto me desentendí de la dama para acabar con el plato frente a mi comiendo con las manos con cierta necesidad.
Mi brazo rodeaba su cintura, mientras seguía comiendo sin prestar atención a nada mas.
Alce la vista la sentir sus ojos fijos en mi, relamiendome para mirarla fijamente.
-Siempre comí como un vikingo -me escudé llevando poco después la jarra a mis labios para darle un buen trago.
-¿tenias hambre?-pregunté con cierta diversión volviendo a sumergirme en la jarra
Me relamí buscándola de nuevo, parecía una mujer que no quería nada mas allá que pasar un buen rato, quizás no era mala idea tenerlo, no influiría en su vida, no cambiaría su futuro, nos odiábamos, era un echo. No aparentaba ser de esas con capacidad para amar a nadie mas que a si misma.
Mis ojos volvieron a deslizarse por su rostro para centrarse en su boca.
-sigo hambriento -susurré relamiendome -o sediento.
Sonreí con picardia elevando los ojos, el juego comenzaba de nuevo.
Sonreí de medio lado, tomando con mi dedo su escote para separar la tela de este, asomándome ligeramente para soplar sobre este en un acto suicida que aparte de deleitar mi vista esperaba la molestase.
-Espero haberte enfriado -dije desafiante rozando sus labios con los míos entreabiertos, cada vez la distancia era menor, como si ambos nos tanteáramos en silencio esperando que el otro diera le primer paso para chocar los aceros.
Sonreí de medio lado, al escuchar sus palabras, nadie quería ese trabajo ¿acaso no se había planteado el por que?, era egolatra, insoportable y una niñata, nadie en su sano juicio o con mas opciones en este mundo aceptaría convertirse en su escolta.
Por desgracia yo era de ese segundo grupo, el sin opciones.
La dama tiro como si se tratara de un hombre de mi taburete, al parecer la distancia dispuesta se le antojaba demasiada, para que mentir, también a mi y la ultima palabra, en este caso movimiento no seria suyo, si no mio.
Alcé la mirada escuchando como prometía de nuevo ladrando hacerme cosas que ni imaginaria cando mis manos rodearon sus nalgas y de un tirón brusco la subí sobre mi regazo.
-¿mejor? -veo que tienes ganas de mi -aseguré guiñándole un ojo -¿que decías que ibas a hacerme?
Los dos estábamos bastante ebrios, algo que hacia le duelo infinitamente mas interesante, yo porque esperaba ganarme le guantazo que la alejara de mi, ella ni sabia exactamente que quería.
empezó a comer sus patatas insistiendo en que o comía o me salia oc el perro pues no tendría trabajo al que acudir.
Lo dicho no me quedaban opciones y por mucho que odiara reconocer esto, estaba hambriento.
Llevé m imano a una de las patatas, mis ojos se centraron en el plato y la lleve a mi boca, mis tripas rugieron y tras esta otra y otra. Pronto me desentendí de la dama para acabar con el plato frente a mi comiendo con las manos con cierta necesidad.
Mi brazo rodeaba su cintura, mientras seguía comiendo sin prestar atención a nada mas.
Alce la vista la sentir sus ojos fijos en mi, relamiendome para mirarla fijamente.
-Siempre comí como un vikingo -me escudé llevando poco después la jarra a mis labios para darle un buen trago.
-¿tenias hambre?-pregunté con cierta diversión volviendo a sumergirme en la jarra
Me relamí buscándola de nuevo, parecía una mujer que no quería nada mas allá que pasar un buen rato, quizás no era mala idea tenerlo, no influiría en su vida, no cambiaría su futuro, nos odiábamos, era un echo. No aparentaba ser de esas con capacidad para amar a nadie mas que a si misma.
Mis ojos volvieron a deslizarse por su rostro para centrarse en su boca.
-sigo hambriento -susurré relamiendome -o sediento.
Sonreí con picardia elevando los ojos, el juego comenzaba de nuevo.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
El acto suicida de intentar mirar su escote fue premiado con un golpe en la mano, en plan “no toques”. Maldito, el contacto físico era algo especial para su persona. un límite impuesto, no dejaba , menos permitía que alguien se acercase tanto…solo una persona y ésta, no se encontraba allí. Bajó un instante la mirada, había vuelto a desaparecer y la incertidumbre, hacía sombra en su vida. No solo se atrevió a tocarla, el roce de sus labios la enfureció y por ello, mordió su inferior y tiró de él, haciéndole daño…una pequeña herida que comenzó a emanar sangre.
Abbey, un alma libre encerrada en un mundo de lujos que no deseaba, al contrario que cualquier chica. Nunca hizo lo que “debía” sí lo que le dio la gana y si estaba allí, era justo por eso mismo ¿mejor en casa de los Cooper tomando té e intentando parecer esa señorita que no era? No. Mucho mejor perder la noción del tiempo, emborracharse hasta olvidar tu nombre, reír a carcajadas, bailar bajo la lluvia o con cualquier desconocido para terminar dando de golpes por el simple atrevimiento.
-¿A ti? No lo sabrás nunca ¡qué pena! Y me gustaba más mi asiento de antes, este resulta un tanto incómodo y maloliente. -lo miró desafiante, orbes azul contra esmeralda y sonrió victoriosa, fue a apartarse pero él no le dejó, su mano le atrapó hacia sí ¿se pensaba que era como una de esas cabareteras? Lo llevaba claro -Maldita sea ¿quieres soltarme? Ni se te ocurra tocarme -prefería que no la tocase, sabía perfectamente que tenía un problema con eso, era especial e incomprendida con esa manera de ver tal cosa.
-No vuelvas a acercarte a mí -lo decía en serio, muy en serio, sus orbes se oscurecieron… a nadie dejaba que la tocase y él acababa de traspasar el límite. -No te he preguntado como comes -estaba molesta, enfadada, el juego se estaba volviendo peligroso. Si creía que era una mujerzuela se estaba equivocando y no sabía hasta que punto. Se sirvió otro whisky doble, bajándose de su regazo y volver a su sitio, si iba a vigilarla era hora de decirle las condiciones.
-Contacto mínimo, tendrás que aprenderte mi horario en la residencia, las salidas y demás. Tienes derecho a tu habitación contigua a la mía, me tendrás que vigilar por si pasa algo, tus comidas, tu hora de aseo que no te vendría bien…ya y… ¿me estás escuchando? -con un dedo índice, picoteó su frente. Dejó escapar un suspiro, mirando fijamente sus ojos -Pues bebe y come… no soy comida y dudo que sea de tu gusto, te daría una buena indigestión -rió contra el filo de su copa, el hecho de que le haya subido sobre su regazo ha marcado un antes y un después.
-Compro una botella de whisky para el camino, es hora de salir de aquí ¿vienes? ¿te quedas? ¿te tiro al final al arroyo? -sonrió con picardía, intentando olvidar lo de antes… desde lo de “él” no había estado tan cerca de nadie y aún así, sus mejillas se sonrojarorn ligeramente al verle mirarle los labios -¿Qué? ¿ves algo que te guste?
Abbey, un alma libre encerrada en un mundo de lujos que no deseaba, al contrario que cualquier chica. Nunca hizo lo que “debía” sí lo que le dio la gana y si estaba allí, era justo por eso mismo ¿mejor en casa de los Cooper tomando té e intentando parecer esa señorita que no era? No. Mucho mejor perder la noción del tiempo, emborracharse hasta olvidar tu nombre, reír a carcajadas, bailar bajo la lluvia o con cualquier desconocido para terminar dando de golpes por el simple atrevimiento.
-¿A ti? No lo sabrás nunca ¡qué pena! Y me gustaba más mi asiento de antes, este resulta un tanto incómodo y maloliente. -lo miró desafiante, orbes azul contra esmeralda y sonrió victoriosa, fue a apartarse pero él no le dejó, su mano le atrapó hacia sí ¿se pensaba que era como una de esas cabareteras? Lo llevaba claro -Maldita sea ¿quieres soltarme? Ni se te ocurra tocarme -prefería que no la tocase, sabía perfectamente que tenía un problema con eso, era especial e incomprendida con esa manera de ver tal cosa.
-No vuelvas a acercarte a mí -lo decía en serio, muy en serio, sus orbes se oscurecieron… a nadie dejaba que la tocase y él acababa de traspasar el límite. -No te he preguntado como comes -estaba molesta, enfadada, el juego se estaba volviendo peligroso. Si creía que era una mujerzuela se estaba equivocando y no sabía hasta que punto. Se sirvió otro whisky doble, bajándose de su regazo y volver a su sitio, si iba a vigilarla era hora de decirle las condiciones.
-Contacto mínimo, tendrás que aprenderte mi horario en la residencia, las salidas y demás. Tienes derecho a tu habitación contigua a la mía, me tendrás que vigilar por si pasa algo, tus comidas, tu hora de aseo que no te vendría bien…ya y… ¿me estás escuchando? -con un dedo índice, picoteó su frente. Dejó escapar un suspiro, mirando fijamente sus ojos -Pues bebe y come… no soy comida y dudo que sea de tu gusto, te daría una buena indigestión -rió contra el filo de su copa, el hecho de que le haya subido sobre su regazo ha marcado un antes y un después.
-Compro una botella de whisky para el camino, es hora de salir de aquí ¿vienes? ¿te quedas? ¿te tiro al final al arroyo? -sonrió con picardía, intentando olvidar lo de antes… desde lo de “él” no había estado tan cerca de nadie y aún así, sus mejillas se sonrojarorn ligeramente al verle mirarle los labios -¿Qué? ¿ves algo que te guste?
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Re: Tequila y limón [Privado]
Un mordisco que me hizo saborear la férrea sangre fue la respuesta a ese roce de labios que apenas noté. Ladeé la sonrisa mientras me relamía.
-Sabia que me tenias ganas, mas no hasta el punto de necesitarlo todo y no darme nada.
La dama enfrentó sus azules contra mis esmeraldas en una guerra donde algo me decía ambos saldríamos heridos cuando el alba nos encontrara.
Podría decirse que solo era el tonteo de un hombre y una mujer ebrios en un bar, mas fue su siguiente reacción la que realmente toco mi orgullo de un modo que ni siquiera podía lograr imaginar.
Hasta ese momento para mi todo era un juego, uno en el que retaba a una niñata rica que quería una noche diferente a las demás, una que suplicaba las emociones fuertes que yo estaba mas que dispuesto a dar.
Pero en ese instante en el que la sujete y el odio aprecio en su mirada me di cuenta de la profundidad de lo que ese acto implicaba.
Aflojé el agarre en silencio al tiempo que esta se bajaba de mi regazo para volver a su taburete, mis ojos se desviaron hacia la lumbre haciendo el plato a un lado, no porque no tuviera mas hambre si no porque me había malinterpretado.
Apreté el puño, claro que eso no fue capaz de verlo, mientras mi gesto se volvía tan sombrío como la noche que fuera acogía al pulgoso perro.
Unos toques en mi frente para decirme las nuevas reglas del juego, si pensaba que compraba un esclavo no tenia ni idea de hasta que punto yo no tenia precio.
Mejor pasar hambre con el orgullo intacto, que arrodillarme frente a esa mujer que solo buscaba humillarme.
-Ni siquiera llegas a ser una mujerzuela, esas de las que hablas con desprecio tienen mas valor que tu, pues vendiendo su cuerpo sacan a sus familias a delante ¿que haces tu? -mis esmeraldas se hundieron en sus orbes, no había un ápice de ese tono jocoso que había utilizado hasta ahora.
Allí fuera de la taberna, donde esperaba que la siguiera para emprender su obra caritativa conmigo, la hice calla,pude ver su desconcierto frente a la frialdad de mis palabras.
-¿crees que eres mejor que yo? ¿Que ese vestido y ese paraguas te convierte en una dama? Yo tengo miles de guerras ganadas, también muchas perdidas que cargo sobre mis espaldas.
Solo buscaba como bien has dicho beber y comer, tenia hambre y sed y agradezco tu oferta de trabajo también.
Baje mi mirada a sus labios de nuevo, meditando lo que mi impulsivo carácter estaba apunto de hacer, necesitaba el trabajo pero ¿a toda costa? No, mi orgullo gritaba demasiado fuerte.
-Pero no funcionaria, somos demasiado diferentes, tu buscas hacer tu obra caritativa del día, te recomiendo los orfanatos, seguro que sales de allí con tu conciencia tranquila. Yo solo busco ganarme la vida, pero mi dignidad no se compra con francos.
Cuando me había apartado de ese modo, cuando me miro con la ira dibujada en sus ojos sentencio nuestro destino, uno que se separaba antes de que el alba nos encontrara.
-Te acompañaré hasta la residencia de señoritas de la que habláis, básicamente porque la noche es traicionera y vais ebria. No os preocupeis no os volveré a tocar.
-Sabia que me tenias ganas, mas no hasta el punto de necesitarlo todo y no darme nada.
La dama enfrentó sus azules contra mis esmeraldas en una guerra donde algo me decía ambos saldríamos heridos cuando el alba nos encontrara.
Podría decirse que solo era el tonteo de un hombre y una mujer ebrios en un bar, mas fue su siguiente reacción la que realmente toco mi orgullo de un modo que ni siquiera podía lograr imaginar.
Hasta ese momento para mi todo era un juego, uno en el que retaba a una niñata rica que quería una noche diferente a las demás, una que suplicaba las emociones fuertes que yo estaba mas que dispuesto a dar.
Pero en ese instante en el que la sujete y el odio aprecio en su mirada me di cuenta de la profundidad de lo que ese acto implicaba.
Aflojé el agarre en silencio al tiempo que esta se bajaba de mi regazo para volver a su taburete, mis ojos se desviaron hacia la lumbre haciendo el plato a un lado, no porque no tuviera mas hambre si no porque me había malinterpretado.
Apreté el puño, claro que eso no fue capaz de verlo, mientras mi gesto se volvía tan sombrío como la noche que fuera acogía al pulgoso perro.
Unos toques en mi frente para decirme las nuevas reglas del juego, si pensaba que compraba un esclavo no tenia ni idea de hasta que punto yo no tenia precio.
Mejor pasar hambre con el orgullo intacto, que arrodillarme frente a esa mujer que solo buscaba humillarme.
-Ni siquiera llegas a ser una mujerzuela, esas de las que hablas con desprecio tienen mas valor que tu, pues vendiendo su cuerpo sacan a sus familias a delante ¿que haces tu? -mis esmeraldas se hundieron en sus orbes, no había un ápice de ese tono jocoso que había utilizado hasta ahora.
Allí fuera de la taberna, donde esperaba que la siguiera para emprender su obra caritativa conmigo, la hice calla,pude ver su desconcierto frente a la frialdad de mis palabras.
-¿crees que eres mejor que yo? ¿Que ese vestido y ese paraguas te convierte en una dama? Yo tengo miles de guerras ganadas, también muchas perdidas que cargo sobre mis espaldas.
Solo buscaba como bien has dicho beber y comer, tenia hambre y sed y agradezco tu oferta de trabajo también.
Baje mi mirada a sus labios de nuevo, meditando lo que mi impulsivo carácter estaba apunto de hacer, necesitaba el trabajo pero ¿a toda costa? No, mi orgullo gritaba demasiado fuerte.
-Pero no funcionaria, somos demasiado diferentes, tu buscas hacer tu obra caritativa del día, te recomiendo los orfanatos, seguro que sales de allí con tu conciencia tranquila. Yo solo busco ganarme la vida, pero mi dignidad no se compra con francos.
Cuando me había apartado de ese modo, cuando me miro con la ira dibujada en sus ojos sentencio nuestro destino, uno que se separaba antes de que el alba nos encontrara.
-Te acompañaré hasta la residencia de señoritas de la que habláis, básicamente porque la noche es traicionera y vais ebria. No os preocupeis no os volveré a tocar.
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Re: Tequila y limón [Privado]
El acercamiento lo había abrasado todo, le dejó claras muchas cosas. Aquel joven buscaba lo que todos los hombres, un cuerpo bonito al que beneficiarse, aprovecharse y más si pertenecía a la clase alta. Comida y bebida gratis, luego un buen revolcón y noche hecha. Ante él se le había presentado la mejor de sus oportunidades pero era obvio que no , no era como ninguna otra que se hubiese cruzado en su camino. El simple hecho de que se hubiese acercado demasiado, lo trastocó todo, dando por hecho cosas que ni en sueños terminaría haciendo y menos con un desconocido, desconocido con el ego demasiado subido como ella misma.
La historia que se repetía una y otra vez, esa sociedad machista en donde un buen trago y una mujer que llevarse al lecho era tan importante que el respirar. Y sus palabras, lejos de causarle tristeza o la peor de sus congojas, le hizo reír de lo más divertida ¿se había cabreado el pequeño cordero? No le temía, enfrentó sus orbes, una digna rival que aún en el campo de aquella batalla no se había rendido ni un segundo. Podía compararla con la más infame de las mujerzuelas que le daba lo mismo, él pudo notarlo en como se sirvió más del doble de whisky y de un trago lo saboreó, como si se le fuese la vida en ello.
-¿Mejor que tú? si aún sigues pensando esa memez creo que no has entendido nada esta noche -fuera de la taberna, el sol se había puesto, era hora de volver a la residencia y aún así, allí seguían los dos, cara a cara enfrentándose -No estoy borracha, sé perfectamente dónde tengo que ir y qué está ocurriendo ahora mismo ¿de verdad piensas que soy como todas esas jovencitas que solo piensan en no pisarse el vestido y ensuciarlo? Si así fuese no estaba aquí contigo pero en lo acertado que has sido es en lo siguiente… -lanzó la sombrilla tan lejos que el ruido al caer le hizo negar con la cabeza.
-No, no soy como ellas y a la vez sí. Yo no voy por ahí con ansía de aventuras, ni emociones fuertes ¿te piensas que es la primera vez que me escapo? No me considero una de ellas, todos mis conocidos… son de clase más baja, personas a las que… puede decirse que aprecio pero … - alzó el dedo índice, lo encaraba como seguramente ni su enemigo se atrevía, esa mujer no era normal, no , no podía serlo cuando dejaba claro lo mucho que le afectaba que le comparasen más con esas jóvenes de clase alta - Odio y detesto, me lleva el mismo demonio que crean que lo tienen fácil, una chica sola y joven, hermosa y atractiva para algunos… usen sus armas para llevársela a la cama. Sí, tienes razón, esas mujeres lo han dado todo y siguen haciéndolo cada día para llevar un trozo de comida a sus hijos. Yo lo tengo todo pero acaso ¿crees que eso es una recompensa? No tengo nada cuando careces de libertad
Negó con la cabeza, era imposible discutir con alguien con tan mala leche como ella. Comenzó a caminar hacia la calle más iluminada, no temía ir sola. Iba hablando por lo bajo, no quería que nadie ni nada tuviesen que preocuparse de ella.
-Olvida el trabajo. ¿Cómo ibas a cuidar de una niña de papá rica, cierto? No te diferencias de los demás, me ves como un trozo de carne que llevarte a la boca y deshacerte en cualquier esquina, lanzando los huesos… ¿qué ibas a pensar si no? prefiero comer y relacionarme con gente que no son de mi status, no estoy aquí por casualidad. -se giró, caminando hacia atrás pero mirándole de frente -Solo quería ayudarte, no me das pena, me das envidia - y dicho esto se giró para perderse por las calles.
La historia que se repetía una y otra vez, esa sociedad machista en donde un buen trago y una mujer que llevarse al lecho era tan importante que el respirar. Y sus palabras, lejos de causarle tristeza o la peor de sus congojas, le hizo reír de lo más divertida ¿se había cabreado el pequeño cordero? No le temía, enfrentó sus orbes, una digna rival que aún en el campo de aquella batalla no se había rendido ni un segundo. Podía compararla con la más infame de las mujerzuelas que le daba lo mismo, él pudo notarlo en como se sirvió más del doble de whisky y de un trago lo saboreó, como si se le fuese la vida en ello.
-¿Mejor que tú? si aún sigues pensando esa memez creo que no has entendido nada esta noche -fuera de la taberna, el sol se había puesto, era hora de volver a la residencia y aún así, allí seguían los dos, cara a cara enfrentándose -No estoy borracha, sé perfectamente dónde tengo que ir y qué está ocurriendo ahora mismo ¿de verdad piensas que soy como todas esas jovencitas que solo piensan en no pisarse el vestido y ensuciarlo? Si así fuese no estaba aquí contigo pero en lo acertado que has sido es en lo siguiente… -lanzó la sombrilla tan lejos que el ruido al caer le hizo negar con la cabeza.
-No, no soy como ellas y a la vez sí. Yo no voy por ahí con ansía de aventuras, ni emociones fuertes ¿te piensas que es la primera vez que me escapo? No me considero una de ellas, todos mis conocidos… son de clase más baja, personas a las que… puede decirse que aprecio pero … - alzó el dedo índice, lo encaraba como seguramente ni su enemigo se atrevía, esa mujer no era normal, no , no podía serlo cuando dejaba claro lo mucho que le afectaba que le comparasen más con esas jóvenes de clase alta - Odio y detesto, me lleva el mismo demonio que crean que lo tienen fácil, una chica sola y joven, hermosa y atractiva para algunos… usen sus armas para llevársela a la cama. Sí, tienes razón, esas mujeres lo han dado todo y siguen haciéndolo cada día para llevar un trozo de comida a sus hijos. Yo lo tengo todo pero acaso ¿crees que eso es una recompensa? No tengo nada cuando careces de libertad
Negó con la cabeza, era imposible discutir con alguien con tan mala leche como ella. Comenzó a caminar hacia la calle más iluminada, no temía ir sola. Iba hablando por lo bajo, no quería que nadie ni nada tuviesen que preocuparse de ella.
-Olvida el trabajo. ¿Cómo ibas a cuidar de una niña de papá rica, cierto? No te diferencias de los demás, me ves como un trozo de carne que llevarte a la boca y deshacerte en cualquier esquina, lanzando los huesos… ¿qué ibas a pensar si no? prefiero comer y relacionarme con gente que no son de mi status, no estoy aquí por casualidad. -se giró, caminando hacia atrás pero mirándole de frente -Solo quería ayudarte, no me das pena, me das envidia - y dicho esto se giró para perderse por las calles.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
Ladeé mi sonrisa ante la incredibilidad que me ocasionaban sus palabras ¿que yo la había tratado como una chica fácil? Entonces ¿como me había tratado ella a mi?
-Hablas de una sociedad machista, y lo es, mas no lo soy yo. De serlo no te hubiera consentido que me trataras como a un igual. Te llenas la boca de orgullo diciendo que solo te veo como un pedazo de carne con el que pasar la noche sin mas y mañana olvidar, mas que yo sepa ¿no me has tratado tu por igual? ¿en que se han diferenciado tus palabras de las mías?
No te conozco, tampoco tu a mi, ¿que esperas de mi? ¿rosas rojas? Seria como si yo esperara que entendieras de armas, que te gustaran las historias pasadas donde los cuervos graznan. No sabes nada de mi, somos solo dos extraños que se desafían en un bar.
Mis ojos la buscaron implacables, empezaba a cansarme tener que justificarme cuando no había hecho nada malo.
-Te he subido a mi regazo, cierto, mas ¿es menos cierto que tu me has acercado a ti? ¿acaso debería pensar yo que me has tratado como un trozo de carne al que te querías follar y largar después?
Negué con la cabeza sin apartar mis ojos de los suyos. Un precioso color marino, ahora oscurecido por la rabia.
-Sabes de lo que yo estoy harto ¿de que me juzgues? Por mis ropas, por mi sed, mi hambre y si, para que negadlo me gusta tu físico ¿es un delito?
Tensé el gesto por la verdad que acababa de soltar, sin ser consciente de que eso posiblemente le daría nuevas armas con las que atacarme.
-¿pero eso me convierte en un violador? ¿acaso el juego no era de los dos?
Dejé escapar el aire pesado por mis labios, estaba borracha y yo también, discutir no era algo que fuera a terminar bien, quizás porque ella parecía tenerlo todo claro y yo también.
No aparentaba de esas que recapacitan, que reconocen un error.
-Deja que te acompañé, no te tocaré, pero debajo de estas ropas de pordiosero aun queda algo de honor y orgullo en mi, el suficiente como para saber que no todos los hombres que encuentres de aquí a tu hostal serán la mitad de caballeros de lo que soy yo.
Déjame al menos pagarte de esta forma la comida y la bebida.
La dama se fue sin mas, perdiéndose por las calles, parecía dispuesta a no dar su brazo a torcer de ninguna de las maneras decía no sentir lastima por mi, tampoco la sentía yo por ella. Tenia razón en algo yo era libre como un pájaro, claro que eso solo sucedería si lograba evitar que el otro que había cruzado el portal me matara antes de nacer.
-Dices que odias no ser libre, pero vuelves a la jaula de crista.
Sus pasos se detuvieron un instante y mi sonrisa se ladeo al percatarme que de nuevo me prestaba atención.
-Empecemos de nuevo, mi nombre es Niels y cuando alguien me desafía soy un capullo, tu no has dejado de hacerlo desde que te has cruzado en mi camino.
Hablas de libertad, mas dudo sepas lo que significa, peor si aceptas, puedo mostrártelo, solo confía.
Le tendí la mano desde la distancia para que si aun lo deseara se acercara y la tomara, no iba a ir tras ella, ese no era yo, pero si ella quería, podíamos ir al puerto, colarnos en una barcaza y mirar juntos las estrellas mecidos por la marea.
No había mas libertad que la madre mar, no había nada mas infinito que el firmamento y no había nada mas real que las gestas que nos narran las estrellas.
-¿que dices?
-Hablas de una sociedad machista, y lo es, mas no lo soy yo. De serlo no te hubiera consentido que me trataras como a un igual. Te llenas la boca de orgullo diciendo que solo te veo como un pedazo de carne con el que pasar la noche sin mas y mañana olvidar, mas que yo sepa ¿no me has tratado tu por igual? ¿en que se han diferenciado tus palabras de las mías?
No te conozco, tampoco tu a mi, ¿que esperas de mi? ¿rosas rojas? Seria como si yo esperara que entendieras de armas, que te gustaran las historias pasadas donde los cuervos graznan. No sabes nada de mi, somos solo dos extraños que se desafían en un bar.
Mis ojos la buscaron implacables, empezaba a cansarme tener que justificarme cuando no había hecho nada malo.
-Te he subido a mi regazo, cierto, mas ¿es menos cierto que tu me has acercado a ti? ¿acaso debería pensar yo que me has tratado como un trozo de carne al que te querías follar y largar después?
Negué con la cabeza sin apartar mis ojos de los suyos. Un precioso color marino, ahora oscurecido por la rabia.
-Sabes de lo que yo estoy harto ¿de que me juzgues? Por mis ropas, por mi sed, mi hambre y si, para que negadlo me gusta tu físico ¿es un delito?
Tensé el gesto por la verdad que acababa de soltar, sin ser consciente de que eso posiblemente le daría nuevas armas con las que atacarme.
-¿pero eso me convierte en un violador? ¿acaso el juego no era de los dos?
Dejé escapar el aire pesado por mis labios, estaba borracha y yo también, discutir no era algo que fuera a terminar bien, quizás porque ella parecía tenerlo todo claro y yo también.
No aparentaba de esas que recapacitan, que reconocen un error.
-Deja que te acompañé, no te tocaré, pero debajo de estas ropas de pordiosero aun queda algo de honor y orgullo en mi, el suficiente como para saber que no todos los hombres que encuentres de aquí a tu hostal serán la mitad de caballeros de lo que soy yo.
Déjame al menos pagarte de esta forma la comida y la bebida.
La dama se fue sin mas, perdiéndose por las calles, parecía dispuesta a no dar su brazo a torcer de ninguna de las maneras decía no sentir lastima por mi, tampoco la sentía yo por ella. Tenia razón en algo yo era libre como un pájaro, claro que eso solo sucedería si lograba evitar que el otro que había cruzado el portal me matara antes de nacer.
-Dices que odias no ser libre, pero vuelves a la jaula de crista.
Sus pasos se detuvieron un instante y mi sonrisa se ladeo al percatarme que de nuevo me prestaba atención.
-Empecemos de nuevo, mi nombre es Niels y cuando alguien me desafía soy un capullo, tu no has dejado de hacerlo desde que te has cruzado en mi camino.
Hablas de libertad, mas dudo sepas lo que significa, peor si aceptas, puedo mostrártelo, solo confía.
Le tendí la mano desde la distancia para que si aun lo deseara se acercara y la tomara, no iba a ir tras ella, ese no era yo, pero si ella quería, podíamos ir al puerto, colarnos en una barcaza y mirar juntos las estrellas mecidos por la marea.
No había mas libertad que la madre mar, no había nada mas infinito que el firmamento y no había nada mas real que las gestas que nos narran las estrellas.
-¿que dices?
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
Por mucho que tuviese razón, no lo admitiría. Sí, lo había tratado como un igual, era uno de sus defectos, daba por hecho ciertas cosas que luego se volvían en su contra. Ante eso no tuvo excusa, solo chasqueó la lengua y esperó. Esperó a lo que tuviese que ocurrir, decirle y es que ambos se habían buscado de un modo diferente a como se buscan dos personas del sexo opuesto. Hubo reproche, lucha de egos e incluso atracción y ahora… un malentendido que ninguno era capaz ni de asimilar ni de admitir que los dos… se habían equivocado.
Asintió con la cabeza, era justo, le había pagado la comida y bebida…una forma de agradecerlo pero aún así, se sorprendió que aún haber sido una grosera que escupió palabras hirientes y humillantes, quisiese acompañarla. Apenas habían andado unos metros cuando tuvo que decir aquella frase. “Volver a su jaula de cristal”. Por un instante, casi detiene sus pasos pero consiguió mantener el tipo y seguir caminando, en completo silencio. Su gesto se había relajado e incluso en su mirada se podía leer cierta nostalgia.
-La jaula de cristal a la que te refieres es mi único hogar, sería peor si no regresase, no tengo a donde ir. La verdad es que, sí supe donde pero vuelve a estar cerrada la puerta. Mi mundo como algunos lo llaman y el de clase más baja, se diferencian y mucho. No por las riquezas y lujos. Se puede vivir sin nada si eres feliz pero tener todo… es más complicado. ¿Para qué quiero vestidos? ¿viajes? ¿sombreros? ¿comida exquisita? Si todo eso no llena el vacío. Vuelvo a mi jaula porque de no ser así… las consecuencias serían peores. No podría escaparme tan siquiera, siempre regreso y al menos sé que podré salir en cualquier instante en el que se despisten. Esa es mi pequeña libertad -
Tomó aire y lo soltó, le había dicho demasiado, ahora podía comprenderla de algun modo. Un alma libre enjaulada y aún así, aspiraba siempre a más porque no era suficiente. Giró el rostro al oír su nombre, a ella le pasaba igual, cuando perdía los estribos era insufrible, un caos, se abrían las puertas del infierno cuando se enfadaba.
-Abbey. Abbey Appleby - apartó un mechón de su rostro, suspirando después. el plan era mucho más interesante que mirar por la ventana a la nada. por un segundo, sonrió .-¿Estrellas? Desde la residencia no se ve nada, los árboles lo tapan todo y… ¿dónde es eso? vamos -le tomó de la mano, sin más, sin pedir permiso…tan impulsiva como siempre.
Empezó a caminar pero no tenía ni donde era eso así que, se giró de golpe, parpadeando y reír por lo bajo, siempre tan adelantada. Se acercó a él lo suficiente para susurrarle algo muy bajito, como una confesión.
-Si hay un lago, pienso bañarme, este o no el agua fría… llevo pensándolo desde hace demasiado tiempo. Llévame. Primero la barca y las estrellas y luego… me llevaré la bronca del siglo por llegar completamente mojada -ahora era ella quien le ofrecía su mano, una petición silenciosa.
Asintió con la cabeza, era justo, le había pagado la comida y bebida…una forma de agradecerlo pero aún así, se sorprendió que aún haber sido una grosera que escupió palabras hirientes y humillantes, quisiese acompañarla. Apenas habían andado unos metros cuando tuvo que decir aquella frase. “Volver a su jaula de cristal”. Por un instante, casi detiene sus pasos pero consiguió mantener el tipo y seguir caminando, en completo silencio. Su gesto se había relajado e incluso en su mirada se podía leer cierta nostalgia.
-La jaula de cristal a la que te refieres es mi único hogar, sería peor si no regresase, no tengo a donde ir. La verdad es que, sí supe donde pero vuelve a estar cerrada la puerta. Mi mundo como algunos lo llaman y el de clase más baja, se diferencian y mucho. No por las riquezas y lujos. Se puede vivir sin nada si eres feliz pero tener todo… es más complicado. ¿Para qué quiero vestidos? ¿viajes? ¿sombreros? ¿comida exquisita? Si todo eso no llena el vacío. Vuelvo a mi jaula porque de no ser así… las consecuencias serían peores. No podría escaparme tan siquiera, siempre regreso y al menos sé que podré salir en cualquier instante en el que se despisten. Esa es mi pequeña libertad -
Tomó aire y lo soltó, le había dicho demasiado, ahora podía comprenderla de algun modo. Un alma libre enjaulada y aún así, aspiraba siempre a más porque no era suficiente. Giró el rostro al oír su nombre, a ella le pasaba igual, cuando perdía los estribos era insufrible, un caos, se abrían las puertas del infierno cuando se enfadaba.
-Abbey. Abbey Appleby - apartó un mechón de su rostro, suspirando después. el plan era mucho más interesante que mirar por la ventana a la nada. por un segundo, sonrió .-¿Estrellas? Desde la residencia no se ve nada, los árboles lo tapan todo y… ¿dónde es eso? vamos -le tomó de la mano, sin más, sin pedir permiso…tan impulsiva como siempre.
Empezó a caminar pero no tenía ni donde era eso así que, se giró de golpe, parpadeando y reír por lo bajo, siempre tan adelantada. Se acercó a él lo suficiente para susurrarle algo muy bajito, como una confesión.
-Si hay un lago, pienso bañarme, este o no el agua fría… llevo pensándolo desde hace demasiado tiempo. Llévame. Primero la barca y las estrellas y luego… me llevaré la bronca del siglo por llegar completamente mojada -ahora era ella quien le ofrecía su mano, una petición silenciosa.
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Re: Tequila y limón [Privado]
Su mano aferró la mía, era la primera vez que nos tocábamos sin que el orgullo de ambos se interpusiera por el medio. Su mano era suave, cálida, comparada con la mía, áspera por la batalla, con algunas heridas aun no cerradas. Alcé la mirada de nuestros enlazados dedos hasta sus orbes azules.
Su risa se perdió entre el barullo de los borrachos que salían de la taberna, no es que nosotros fuéramos mucho mas sobrios que todos ellos.
Se acercó de nuevo a mi con esa impulsividad de la que hacia gala para confesarme algo como si fuera el mayor de los pecados que pensaba cometer aquella noche.
Mis ojos se centraron en su boca, era una mujer que me atraía, mucho, pero no iba a reconocerlo.
Ladeé la sonrisa llevando mi mano a sus ojos para taparlos y evitar que mirara.
-Shhhh -susurré para que no me replicara -hablas de la libertad de forma equivocada Abbey Aplebby.
Me cuentas que vas a bañarte si hay un lago, mas de nuevo estas pensando en volver a esa jaula cargada de lujos, tu prisión de oro. No acabas de soltar los grilletes, pero hoy voy a mostrarte un poco de libertad, rompere el acero que aferra tus muñecas, te doy mi palabra de guerrero.. Juguemos a algo -susurré contra sus labios.
Casi sin darme cuenta la distancia había quedado reducida a la nada, su boca me calcinaba.
-Juguemos a imaginar que no eres esa tal Abbey, ahora eres una mujer cualquiera, un norteña, una escudera. El viento mueve tus cabellos dorados frente a un fuego que calienta tu cuerpo mas no tu alma. Llevas el día con el acero en la mano, luchando por mantenerte con vida, los cuervos graznan sobre tu cabeza, te espera la cena en el Valhalla. Eres libre como el mismo viento de hacer cuanto quieras, no te ata ningún amor, ni siquiera puedes pensar en el mañana, pues puede que no exista y tu sangre bañe la tierra que proteges con tu espada.
Abre los ojos -susurré con mi oscurecida mirada en sus labios y apartando la mano de su rostro -¿que harías ahora que no eres Abbey?
Me separé de ella con una divertida sonrisa, había prometido respetarla y lo haría, aunque me costara.
Nuestros dedos seguían enlazados, así que me limité a tirar de ella en dirección a la mar.
-No es un lago, vamos al puerto, podemos colarnos en alguna pequeña barcaza pesquera, desde allí el firmamento se ve distinto, es la magia de madre mar. ¿después? -me encogí de hombros -dejémonos llevar, ¿no es eso la libertad?
Deslice mis pieles sobre sus hombros mientras caminábamos hacia el puerto, no estaba muy lejos, apenas un par de cuadras mas allá.
Di un trago a la botella que la dama había comprado mientras me reía contra la boquilla mirándola fijamente.
-No me parece mala idea darme un baño en las gélidas aguas saldas a ver si me enfrió un poco -bromeé acercándole la botella
Su risa se perdió entre el barullo de los borrachos que salían de la taberna, no es que nosotros fuéramos mucho mas sobrios que todos ellos.
Se acercó de nuevo a mi con esa impulsividad de la que hacia gala para confesarme algo como si fuera el mayor de los pecados que pensaba cometer aquella noche.
Mis ojos se centraron en su boca, era una mujer que me atraía, mucho, pero no iba a reconocerlo.
Ladeé la sonrisa llevando mi mano a sus ojos para taparlos y evitar que mirara.
-Shhhh -susurré para que no me replicara -hablas de la libertad de forma equivocada Abbey Aplebby.
Me cuentas que vas a bañarte si hay un lago, mas de nuevo estas pensando en volver a esa jaula cargada de lujos, tu prisión de oro. No acabas de soltar los grilletes, pero hoy voy a mostrarte un poco de libertad, rompere el acero que aferra tus muñecas, te doy mi palabra de guerrero.. Juguemos a algo -susurré contra sus labios.
Casi sin darme cuenta la distancia había quedado reducida a la nada, su boca me calcinaba.
-Juguemos a imaginar que no eres esa tal Abbey, ahora eres una mujer cualquiera, un norteña, una escudera. El viento mueve tus cabellos dorados frente a un fuego que calienta tu cuerpo mas no tu alma. Llevas el día con el acero en la mano, luchando por mantenerte con vida, los cuervos graznan sobre tu cabeza, te espera la cena en el Valhalla. Eres libre como el mismo viento de hacer cuanto quieras, no te ata ningún amor, ni siquiera puedes pensar en el mañana, pues puede que no exista y tu sangre bañe la tierra que proteges con tu espada.
Abre los ojos -susurré con mi oscurecida mirada en sus labios y apartando la mano de su rostro -¿que harías ahora que no eres Abbey?
Me separé de ella con una divertida sonrisa, había prometido respetarla y lo haría, aunque me costara.
Nuestros dedos seguían enlazados, así que me limité a tirar de ella en dirección a la mar.
-No es un lago, vamos al puerto, podemos colarnos en alguna pequeña barcaza pesquera, desde allí el firmamento se ve distinto, es la magia de madre mar. ¿después? -me encogí de hombros -dejémonos llevar, ¿no es eso la libertad?
Deslice mis pieles sobre sus hombros mientras caminábamos hacia el puerto, no estaba muy lejos, apenas un par de cuadras mas allá.
Di un trago a la botella que la dama había comprado mientras me reía contra la boquilla mirándola fijamente.
-No me parece mala idea darme un baño en las gélidas aguas saldas a ver si me enfrió un poco -bromeé acercándole la botella
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Tequila y limón [Privado]
La inconsciencia le había llevado a tomarle de la mano, como si ella supiese dónde se encontraba aquel lugar que describía. Impaciente como una niña, se dejó llevar sin proponerlo. Era difícil tratarla o tal vez, solo había que mirar la vida como ella la veía. Cada vez que se perdía , alejada de esa residencia… para ella era nuevo, excitante, adrenalina pura y solo por eso, le dejó que le tapase los ojos.
Estaba cerca, podía sentir el calor de su mano, su cuerpo en sí pero sin rozar el propio. Aún así el calor que desprendía le erizó la piel, más aún cuando le susurró apenas a escasos centímetros de sus labios. Sonrió curiosa, quieta como una estatua, oyendo cada una de sus palabras. El juego le resultaba demasiado tentador, diferente… y podía ser quien fuese, deseaba tanto no ser quién era. No quería ser la rebelde Abbey Appleby, una joven libre sin rendir cuentas a nadie, hacer lo que realmente desease y le diese la real gana.
Cuando abrió los ojos, sus miradas se encontraron un instante. La sonrisa de Abbey se volvió traviesa, tanto como sus propias manos que taparon los ojos ajenos, era su turno, le gustaba devolver lo que acababa él de conseguir. Más tranquila pero no menos fiera, rió contra sus labios sin responder a su pregunta. Ahora era una lucha entre ambos, una muy diferente a la anterior en el que el ego los atraía. En ese momento, los dos se estaban tentando demasiado… cerca. Sus orbes azul como el mismo cielo se centraron en sus labios, aún tapándole los ojos con su mano.
-Shhhh no te respondí a quién soy ahora - él pudo notar su aliento chocar, saborear los resquicios de su boca, solo un milímetro apenas escaso y… ella lo acortó, solo los rozó , seguido de una risa…estaba jugando y ambos lo sabían -Y tranquilo, no te he besado, si lo hubiese hecho…lo sabrías -se mordió su propio labio inferior, apartando la mano y mirarle intensamente, esquivándole para seguir el camino hacia ese lugar que prometía demasiado.
Tomó la botella y no se cortó, dio un largo trago, acelerando el paso…terminando por correr tras él para llegar cuanto antes aquel sitio. Apenas en unos minutos, llegaron al sitio indicado. Había barcas vacías pero custodiadas por sus dueños, a este paso no podrían montar en ninguna a no ser que…
-No te preguntaré si has robado alguna vez. Yo sí - le dio igual si los pillasen, con mucha sutilidad, desató la cuerda y montó, tumbándose en el lugar sin importarle lo más mínimo nada… era libre, aún no le dijo quien quería ser, quien era ahora mismo -Si no subes me voy sola, y rápido, están borrachos pero no son idiotas-ahora que estaba oculta… solo podían culparle a él -Soy como el viento, como la brisa que acaricia tu pelo en el campo de batalla, en aquello que piensas cuando vas a dormir y en lo primero en lo que te levantas -se echó a reír, el alcohol seguía haciendo de las suyas -Soy nadie ¿y tú quién eres, Niels? -murmuró bajito, sonó hasta con tono dulce.
Estaba cerca, podía sentir el calor de su mano, su cuerpo en sí pero sin rozar el propio. Aún así el calor que desprendía le erizó la piel, más aún cuando le susurró apenas a escasos centímetros de sus labios. Sonrió curiosa, quieta como una estatua, oyendo cada una de sus palabras. El juego le resultaba demasiado tentador, diferente… y podía ser quien fuese, deseaba tanto no ser quién era. No quería ser la rebelde Abbey Appleby, una joven libre sin rendir cuentas a nadie, hacer lo que realmente desease y le diese la real gana.
Cuando abrió los ojos, sus miradas se encontraron un instante. La sonrisa de Abbey se volvió traviesa, tanto como sus propias manos que taparon los ojos ajenos, era su turno, le gustaba devolver lo que acababa él de conseguir. Más tranquila pero no menos fiera, rió contra sus labios sin responder a su pregunta. Ahora era una lucha entre ambos, una muy diferente a la anterior en el que el ego los atraía. En ese momento, los dos se estaban tentando demasiado… cerca. Sus orbes azul como el mismo cielo se centraron en sus labios, aún tapándole los ojos con su mano.
-Shhhh no te respondí a quién soy ahora - él pudo notar su aliento chocar, saborear los resquicios de su boca, solo un milímetro apenas escaso y… ella lo acortó, solo los rozó , seguido de una risa…estaba jugando y ambos lo sabían -Y tranquilo, no te he besado, si lo hubiese hecho…lo sabrías -se mordió su propio labio inferior, apartando la mano y mirarle intensamente, esquivándole para seguir el camino hacia ese lugar que prometía demasiado.
Tomó la botella y no se cortó, dio un largo trago, acelerando el paso…terminando por correr tras él para llegar cuanto antes aquel sitio. Apenas en unos minutos, llegaron al sitio indicado. Había barcas vacías pero custodiadas por sus dueños, a este paso no podrían montar en ninguna a no ser que…
-No te preguntaré si has robado alguna vez. Yo sí - le dio igual si los pillasen, con mucha sutilidad, desató la cuerda y montó, tumbándose en el lugar sin importarle lo más mínimo nada… era libre, aún no le dijo quien quería ser, quien era ahora mismo -Si no subes me voy sola, y rápido, están borrachos pero no son idiotas-ahora que estaba oculta… solo podían culparle a él -Soy como el viento, como la brisa que acaricia tu pelo en el campo de batalla, en aquello que piensas cuando vas a dormir y en lo primero en lo que te levantas -se echó a reír, el alcohol seguía haciendo de las suyas -Soy nadie ¿y tú quién eres, Niels? -murmuró bajito, sonó hasta con tono dulce.
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Re: Tequila y limón [Privado]
Las mano de Abbey cubrieron mis ojos, no pude evitar ladear la sonrisa al sentir su aliento contra mi boca mientras hablaba. Entreabrí los labios de forma instintiva, como si esperara algo que no llego, solo un roce leve, que me dejo con la sangre hirviendo, la entrepierna en alza y la sensación de que no había pasado nada.
Se separo de nuevo entre risas, sabor dulce y amargo el de aquel “intento de beso” que prometía una noche diferente.
-Si esto fuera un beso, no te hubieras separado, créeme -susurré buscándola con la altivez de mi mirada -¿y ahora que debo de pensar? -pregunte orgulloso sin dejar de sonreír -¿que deseas que vuelva a subirte a mi regazo para no bajar?
Podía quedar como un engreído, lo era a decir verdad, pero también realista, si probara un beso mio, jadearía en busca de muchos mas.
Se mordió su labio inferior, admito que ese gesto me enloqueció. Dejé escapar el aire lento llevando mis dedos al pelo para peinarlo intentando buscar la paz que lejos de encontrar parecía calcinarme por dentro, me estaba poniendo demasiado.
Tomé la botella para darle un trago mientras la dama me esquivaba y se alejaba de mi rumbo al puerto.
Acorté de nuevo la distancia entre ambos, pasandole la botella para que se calentar del frio invierno.
-Mi cuerpo incinera, pero ya te he dicho que no te tocaré- hice una pausa-..hasta que me lo pidas -añadí con una picara sonrisa que lo decía todo y nada a su vez.
El puerto se abría inmenso frente a nuestros ojos, grandes barcos atracados con tripulacion en su interior haciendo ciertos arreglos con los maderos.
Otros de pesca baja, mas pequeños, preparados para zarpar al alba y luego unas pequeñas barcazas con remos.
Abbey salto a una de ellas sin dejar de mirarme, tentándome no solo con palabras. Desató la cuerda justo a tiempo para que yo cayera de un salto en la barcaza. Tomé unos de los remos y apoyandolo en la pared tome impulso para alejar la barca del puerto.
La corriente nos atraía hacia el interior, el mar parecía mas que decidido a engullirnos a ambos, me tumbé clavando mi mirada en el firmamento.
Ladeé la sonrisa escuchando quien era aquella mujer, viento, mi primer pensamiento...parecía apuntar alto la dama que junto a mi ocupaba la barca.
-Yo no soy nada y lo soy todo. -Ladeé mi cuerpo para mirar sus rasgados ojos azules – soy el hombre al que deseas esta noche, soy el agua que mueve la barcaza, el viento que azota tu cuerpo y ahora mismo soy acero y fuego.
Mis ojos se desviaron hasta sus labios, de nuevo esa sensación de querer tomarlo todo de ella, claro que era hombre de palabra.
Tomé la botella dándole un buen trago antes de volver a dejarme caer sobre la barcaza.
-¿Ves aquella constelación? -dije alzando el dedo y dibujando la constelación de Andromeda.
-Casiopea la madre de Andromeda ofendió al rey Neptuno diciendo que su hija era mas bella que cualquiera de sus ninfas. Por esto Neptuno mando un monstruo para vengar la ofensa, el pueblo aterrado ato a la joven Andromeda como sacrificio para apalcar la ira de Neptuno.
Perseo a lomos de el caballo alado lucho contra la bestia para salvar a la joven.
Hoy puedes ser la bella Casiopea -ladeé la sonrisa con picardia -yo seré Neptuno, me gustan las ofrendas
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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