En la oscuridad de la noche, el brillo de esos ojos, iluminan como la luna - Libre

por **Seelei Loganach** Lun Feb 20, 2017 5:03 pm

En la Oscuridad de la Noche - Libre

Una nueva misión, algo mas que hacer en esa aburrida ciudad, como era Roma. Aunque otro pudieran pensar que era una exageración, para la cambiante, aquella ciudad, no era otra cosa que una colección de iglesias, beatas, religiosos y soldados, que bailaban al son del Papa de turno. Mas sus apreciaciones, siempre las guardaba bajo siete llaves, por algo era una de las mas importantes espías de la inquisición. Para la inquisidora, mantenerse inactiva, la ponía de muy mal humor, por eso pidió a uno de sus superiores que le permitiera hacer un poco de practica, aunque sea que la mandaran a algún lugar cercano en el que pudiera enfrentar oponentes o por lo menos, asustar a los inquisidores novatos que eran mandados a reconocer lugares, o seres sobrenaturales, como parte de su aprendizaje.

Fue así que recibió una misión, la que tenía que ver con capturar a unos sobrenaturales que estaban causando destrozos entre los campesinos de una aldea cercana a la ciudad. mil veces hubiera deseado llegar a ésta zona convertida en un tigre o en una leona, mas debía estar atenta y dar caza como una inquisidora, si así se daba el caso. Resopló subida aún en su caballo, vestida con su típico traje de caza, unos pantalones de cuero ajustados, una blusa blanca, chaleco de cuero, entre el chaleco y la blusa, un corsé que le permitía estar protegida de posibles ataques de garras de licantropos y cambiantes, ademas de las armas acomodadas de tal forma que si llegaba a escuchar algún sonido extraño, o se encontraba con maleantes, podría defenderse con las armas, tanto de fuego, o con su espada y las dagas arrojadizas, que había comprado en la armería de la inquisición.

Consultó el reloj de bolsillo, era un implemento típico de hombre, pero a ella no le interesaba esas nimiedades, en verdad le había parecido algo de los mas novedoso y útil a la hora de consultar el tiempo que llevaba vigilando en una misión. Al abrir la tapa comprobó que pasaban un poco mas de las nueve de la noche, volvió a refunfuñar, deseaba entrar en acción lo antes posible, así sacarse de encima toda esa frustración que sentía por culpa de un gato mañoso.

aclaración:

BY ORIANI~© SAVAGE-THEMES & THE CLOSETTO

por **Aleksandr Mussorgsky** Miér Mar 22, 2017 11:29 am

Chaos wants to devour.

La vida se estaba volviendo aburrida en París, y por ello había decidid ir más al Sur, sólo para ver qué novedades encontraba en Roma, una ciudad que hace cientos de años no pisaba. Aunque no entendía por qué, se dijo, estando de pie frente a la capilla de un pueblo cercano, al que sistemáticamente y por días, había estado atormentando, movido por el más puro de los aburrimientos. ¿Había razón más franca que esa? Quizá, incluso lo hacía adrede, ahí, tan cerca de la Inquisición, llamando su atención con alevosía. Como un déjà vu de lo que había sucedido en las inmediaciones de San Petersburgo, allá en Rusia. Donde su abuelo había cimentado su legado y su origen se encontraba como un corazón latiendo en silencio.

Había escuchado ya rumores, los inquisidores creían que se trataba de un grupo de sobrenaturales. ¡Ja! No lo veían, no veían que este no era un sobrenatural cualquiera, sino el demonio mismo, y que solo con sus manos, podía hacer caer reinos enteros. Su relación con los soldados de Dios era esa, porque él era el Diablo, estaban enfrascados en esa lucha eternamente.

Por noches enteras obligó al pintoresco pueblo italiano a rendirle pleitesía. A llevarle diezmos (que eran nada para la fortuna que tenía amasada por los siglos), y llevarle mujeres, a complacer sus caprichos como si se tratara de un monarca cruel y decadente. Aunque supo que esa noche sería distinta.

Caminó por la calle principal de la aldea, misma que se encontraba sumergida en un silencio escalofriante. Y es que desde que había llegado, nadie se atrevía a salir de noche. Era un lance en extremo sencillo para un vampiro de su poder, pero qué se le iba a hacer, necesitaba entretenerse mientras lograba descifrar los diarios de su abuelo.

Entonces la luz de la luna delineó una figura esbelta como cuchillo que brillan en la oscuridad. Levantó el mentón y torció el gesto en una sonrisa malvada. ¿Sólo habían mandado a uno? ¿A un inquisidor nada más? No dudaba que la masacre de San Petersburgo hubiera quedado en los anales de la organización, pero esto le comprobó que no tenían idea de que lidiaban con el mismo inmortal. Usaría la ignorancia ajena en su beneficio.

—Bienvenida, signorina —el acento italiano fue impecable. Aplaudió al acercarse y al quedar frente a ella, unos metros de distancia interponiéndose entre ambos, hizo una pronunciada y teatral reverencia—. A qué debo el honor de su visita a la humilde aldea que he reclamado como mía —no disfrazó en absoluto ni sus palabras, ni su maldad.

por **Seelei Loganach** Vie Mar 31, 2017 7:35 pm

Allí, parada como una estatua ecuestre, de algún antepasado ilustre - que no poseía - se encontraba la joven inquisidora, esperando ver aparecer a los vampiros. Mas no fue así. Caminando, despreocupado, por mitad de la calle, y como si fuera el dueño de una estancia, se acercó a ella, un hombre de piel tan pálida como la misma luna que los alumbraba, con modales educados, voz varonil, pero con un dejo de arrogancia, dio la bienvenida a Ealair. No fue difícil a la cambiante, descubrir que se trataba de un vampiro, - ¿un solo inmortal? - caviló, mientras con su mirada evaluaba al adversario. - Buona Notte - respondío en un italiano perfecto, pero al que no estaba muy acostumbrada, de la misma forma como su idioma materno, se había vuelto un recuerdo fugas. Ella hablaba en varios idiomas, pero prefería el francés, tal vez, porque luego de tantas décadas en aquel reino, se le había hecho una costumbre, por ese motivo, siguió dirigiéndose al extraño en la lengua que le era mas común.

- Pues, solo estaba paseando, ¿acaso no le parece que es una hermosa noche para un estimulante paseo? - dijo con deliberada sorna, - así que la ha reclamado... o sea que usted es el nuevo... ¿rey? de cuatro chozas y algunos pollinos - dijo con total desprecio, aunque no sintiera en verdad ese desprecio por los pobres pobladores del lugar.

Sin quitar la vista del vampiro, se dedicó a calmar con suaves y cortas caricias, al caballo, que al tener tan cerca a un depredador, no podía dejar de moverse y relinchar, asustado y presto a salir corriendo de allí. Pronto su montura se tranquilizó, por lo menos por el momento, con lo que haciendo un ligero movimiento, comenzó a moverse por la calle, el animal se movía, al rededor del vampiro, mientras desde una altura mas elevada, la cambiante lo examinaba, - Deje que me presente... mi nombre es Ealair, una simple amante de los paseos nocturnos, ¿usted es...? - dijo esperando la respuesta del inmortal, lista para enfrentarlo si era necesario, pero mas entusiasmada por conocer a un ser tan extraordinario, que había dominado a un pequeño poblado y llamado la atención de la inquisición local.

por **Aleksandr Mussorgsky** Sáb Abr 22, 2017 9:00 pm

“Trees that are slow to grow bear the best fruit.”
― Molière

Causa del jamelgo, Aleksandr tenía que mirarla hacia arriba, pero ni en ese acto uno lograba disminuir su presencia. Que era como una tormenta totalizadora. Como un terremoto. Y a la vez como una enfermedad silenciosa que te va acabando desde dentro. Sonrió como si todo aquello le divirtiera, no se movió ápice, ni cuando el caballo, con su jinete, comenzaron a circundarlo. La siguió con la mirada, pero nada más.

—Interesante lugar para pasear a esta hora, y tras lo que yo he hecho en este poblado. ¿Conoce el miedo? Cualquier respuesta que me de, me será sumamente cautivadora —continuó con esa pulcra educación que helaba la sangre. Y no mentía, tanto como si tenía miedo, como si no, le parecería asunto sumamente atrayente. Aunque siendo inquisidora, supuso, esos conceptos le serían diferentes al resto. Además… ¿qué era eso? Su olfato detectó la inconfundible peste de un cambiante. Un animal sobre otro animal, rio para sus adentros.

—Oh, pero no menosprecie a este humilde poblado, tan cerca de Roma… me sirve de bastión para atacar —descarado, cómo iba a ser sino—. Un placer, signorina Ealair. Mi nombre es Aleksandr Mussorgsky. Adivino entonces que ninguno será de por aquí, ¿cierto? —Continuó quieto en su sitio, pero mirando a la mujer sobre el corcel, sin despegar los ojos de ella.

—Y ya que… sí, podríamos considérame un rey en este sitio, y ya que lo soy, ¿le apetece un paseo por aquí? Después de todo, a eso vino, ¿no? A pasear —continuó con burla. Ese juego se estaba tornando peligroso—. Sólo me temo que el caballo tendrá que quedarse aquí. Puede dejarlo en aquel amarradero. Antes los lugareños solían pasar mucho tiempo en esa taberna, y ahí dejaban a sus caballos. Desde mi llegada ya no lo hacen —chasqueó como si le entristeciera el hecho.

Por fin se movió, se acercó a ella y le extendió una mano para ayudarla a bajar. La verdad era que, si lo atacaba, le convenía que fuera a pie, porque eso le daba una ventaja a él. Con el caballo todo se complicaba, aunque no demasiado. De todos modos, y de una manera inusualmente sincera, Aleksandr se encontraba intrigado por la inquisidora a la que habían enviado. Debían confiar mucho en ella, debía ser realmente buena, como para que ella sola hubiera arribado al lugar. Claro, encontraba insultante que consideraran que una sola persona podía acabarlo, aún así, supuso, no sería alguien cualquiera y quería descubrir qué tanto.

Sólo restaba esperar. Aleksandr no era hombre que saltara a conclusiones rápido, el tiempo le sobraba y por ello sabía ser paciente, por eso, con ese mismo temple, aguardó por una respuesta, sin exigirla, como solía exigir todo. El vampiro se creía dueño del mundo, ¿por qué no iba a ser así? Sin embargo, si la empresa valía la pena, como era el caso, esperaba sereno.

por **Seelei Loganach** Dom Jul 02, 2017 8:14 pm

Intrigante, arrogante, desafiante, la verdad que a Ealair, cada vez mas, le parecía atrayente aquel ser. Tal vez sería, sus refinados modales, tan distintos al tipo de hombres que ella estaba acostumbrada a tratar. Pensó en Razhé, en su forma bruta, demasiado franco y animal. A diferencia de aquel que tenia en frente, y por un segundo, se volvió a preguntar, ¿porque la inquisición se metía en toda partes, y no dejaba que los seres sobrenaturales, actuaran a sus anchas, ¿acaso los humanos eran mejor que ellos? no, sabía perfectamente la respuesta, en verdad, la inquisición era una forma en que aquellos mortales, intentaba mantenerlos a raya, a unos persiguiéndolos, a otros, domesticándoles para su beneficio, y ella estaba empezando a cansarse.

Inspiró profundamente, mientras dejaba que su mirada recorriera el poblado, el cielo y por último bajara a la altura del sobrenatural. Observó la mano extendida, -¿darías la mano al demonio?- se preguntó, -porque no - sonrío de costado. Si se mantenía en la orden, no era por amor a la fe cristiana, tampoco porque pensara que tenían la razón, sino, porque aún, no había encontrado la manera de vengarse de ellos, de hacerles pagar, tantos años de esclavitud, por cada asesinato que cometieron sobre su familia. No, no le temía, solo necesitaba conocer, el porque de su acción contra la orden, y decidir si volverse su aliada o su enemiga. Aquella noche traería muchas sorpresas, algunos parecían ser muy tentadoras. Estiró su brazo, su mano tomó la ajena, descendió del caballo, quedando parada en frente de aquel sobrenatural, volvió a sonreír, con un dejo de socarronería, típico de ella, - Amo, los paseos, y que mejor que uno, en compañía del rey del lugar - un brillo gatuno, se reflejó en su mirada, no era que confiara ciegamente, solo estaba comprobando como era el terreno, y por el momento parecía bastante firme, debería ir con cuidado, pues siempre podía surgir arena movediza y volverse demasiado peligroso aquel terreno, al fin de cuentas, estaba ante un depredador.

Dejó su montura atada en donde le había indicado, pero sabiendo que no sería raro si al volver, tal vez ya solo sería un cadáver deshidratado, jamás un vampiro de la categoría del rey del lugar, podía vivir sin su corte de chupasangres. Volteó hasta encontrarle con la mirada, - y dígame señor Mussorgsky, cuales serán esos lugares tan especiales que desea enseñar - sonrió, caminando hacia donde él se encontraba, haciendo que con cada movimiento, la cruz de plata brillara con intensidad en su pecho.

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