AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
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Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Al despertar de la pesadilla
Habían pasado varias semanas desde aquella terrible noche, en que casi toda su familia desapareciera. Cuando despertó en el monasterio, en donde el inquisidor la había dejado, los religiosos le preguntaron si tenía algún pariente a quien poder llamar, advirtiendo de lo ocurrido y así llegar hasta donde ella se encontraba. Aún angustiada por lo vivido, intentó recordar, - si, mi hermano Girolamo, debo comunicarme con él - dijo cuando la imagen de un hombre alto, bien parecido, llegó a su mente. Era verdad que la última vez que se vieron había sido cuando Mía y ella, cumplieran quince años. Una duda voló por su cabeza, al recordar que su padre lo había echado de la familia, cuando el cariño que tanto Mía, como Giro se profesaban mutuamente, causó suspicacias en la mente de su padre. Temió escribirle, ¿que pasaría si él no quería saber nada con ella? ¿y si al saber que Mia había perecido, la culpaba por aquella muerte? ¿y si las suspicacias de su padre no eran infundadas? la odiaría, por haber sido cobarde, por no salvar a su amada. Un temblor la invadió, por un lado, el pensar que sus hermanos se amaran, pero por el otro, al imaginarse la posible reacción del caballero al verla.
Tras pensarlo mucho, había terminado escribiendo la misiva, la cual tuvo una respuesta escueta, escrita por el secretario del señor Arezzo, como era de suponer, su hermano, o medio hermano, había dejado de usar el apellido del esposo de su madre, para portar el apellido de la familia materna. En la carta le comunicaba que en breve, un encargado se ocuparía de los arreglos para su traslado a París, lugar donde ahora residía el italiano. Fueron días aciagos para la pobre Chiara, que no dejaba de temer por aquel encuentro.
El viaje había sido relativamente tranquilo y tras instalarse en la elegante mansión, esperó por días, la llegada de su hermano. Aquella mañana, apenas despertar, la doncella le comunicó que el señor había mandado una carta. Chiara bajó a desayunar y al lado de su comida se encontraba aquella misiva. Ésta, no tenía nada que ver con la que llegara al monasterio, en aquellas lineas, su hermano la trataba con dulzura, le suplicaba que tuviera paciencia, que estaba intentado dejar todo en orden, los papeles en Turín, que no había querido que ella estuviera presente, para que no sufriera mas de la cuenta, pero que pronto volverían a estar juntos.
Algo mas tranquila, decidió dirigirse a la plaza, que se encontraba a unas calles de allí, y aunque había querido ir caminando. El mayordomo se había negado, pues, según decían, su hermano había pedido que la vigilaran, - nadie puede estar seguro de que no la estén vigilando - le había advertido el anciano, a lo que ella accedió a ser llevada hasta la plaza y que la esperaran, para volver a la mansión. Observó el paisaje, le pareció lindo, aunque no puso mayor atención en él. Cuando llegó a la plaza, decidió sentarse en una de las mesas de un pequeño café, desde allí podía contemplar la calle, las personas que pasaban de un lugar a otro y pensar, en aquel hermano que hacía tanto tiempo que no veía, aunque su mente volvía una y otra vez, a pensar en el joven inquisidor que la había salvado, en aquella noche de pesadilla.
BY ORIANI~© SAVAGE-THEMES & THE CLOSETTO
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Regreso a los cuarteles de la inquisición según se lo ordenaron tras la misión en Italia, donde él y sus compañeros únicamente habían sido capaces de salvar a una muchacha. Chiara Di Moncalieri apareció ante los ojos de Eghon como una jovencita asustada, una que desafortunadamente quedaba huérfana pese a los esfuerzos que Eghon y sus compañeros hicieron por salvar a los demás miembros de su familia. El inquisidor usualmente no se dejaba afectar demasiado por aquella clase de circunstancias, sin embargo, algo en la joven sobreviviente había llamado su atención. No se debía solamente al hecho de que fue él quien la salvó de morir, sino a que existía algo en ella que lo llamaba.
Tal era el efecto que Chiara Di Moncalieri causo en el inquisidor, que pese a que varias semanas transcurrieron desde su encuentro, él no podía sacársela de la cabeza. Eghon se preguntaba constantemente en cómo se encontraría la hermosa dama, si estaría ya con algún familiar pero sobre todo se preguntaba si aún correría peligro. En los cuarteles les dijeron tanto a él como a sus compañeros que el peligro ya había pasado, aun así, él no era capaz de calmarse.
Ese día en particular mientras practicaba junto a sus compañeros, Grant sufrió un par de heridas, ocasionadas principalmente por su falta de atención, esa que fue notada por sus compañeros, quienes insistieron en que lo mejor para el escoces era salir a despejarse, dar una vuelta por parís y regresar solo cuando estuviera realmente concentrado pues a ese paso, acabarían matándolo ellos en lugar de un sobrenatural.
Antes de salir de los cuarteles, Grant se cambio las ropas oscuras que los inquisidores usaban y en su lugar, vistió un sencillo traje de color azul oscuro. Eghon deseaba pasear sin llamar tanto la atención pero sobre todo, despejarse de su trabajo como inquisidor. Con pasos calmos y mirada al frente, el escoces decidía que su primer parada seria la plaza Tertre. Aquella plaza era bastante popular entre la población parisina, no solo por su belleza sino también por el gran número de artistas callejeros que solían presentarse ahí.
Al arribar a la plaza se detuvo casi de inmediato frente a un par de muchachos que efectuaban un pequeño acto de malabarismo. Pendiente de que el acto les saliera bien a los muchachos, Eghon no se percataba de nada más, o al menos eso creyó, pues de manera inesperada sus ojos dieron con lo que creyó primero un espejismo. Las piernas del inquisidor se movieron solas, guiándole de manera inconsciente hasta la figura sentada que sus ojos observaban fijamente. No fue sino hasta que estuvo lo bastante cerca para cerciorarse de que era quien creía que se detuvo. Chiara Di Moncalieri estaba en París.
Tal era el efecto que Chiara Di Moncalieri causo en el inquisidor, que pese a que varias semanas transcurrieron desde su encuentro, él no podía sacársela de la cabeza. Eghon se preguntaba constantemente en cómo se encontraría la hermosa dama, si estaría ya con algún familiar pero sobre todo se preguntaba si aún correría peligro. En los cuarteles les dijeron tanto a él como a sus compañeros que el peligro ya había pasado, aun así, él no era capaz de calmarse.
Ese día en particular mientras practicaba junto a sus compañeros, Grant sufrió un par de heridas, ocasionadas principalmente por su falta de atención, esa que fue notada por sus compañeros, quienes insistieron en que lo mejor para el escoces era salir a despejarse, dar una vuelta por parís y regresar solo cuando estuviera realmente concentrado pues a ese paso, acabarían matándolo ellos en lugar de un sobrenatural.
Antes de salir de los cuarteles, Grant se cambio las ropas oscuras que los inquisidores usaban y en su lugar, vistió un sencillo traje de color azul oscuro. Eghon deseaba pasear sin llamar tanto la atención pero sobre todo, despejarse de su trabajo como inquisidor. Con pasos calmos y mirada al frente, el escoces decidía que su primer parada seria la plaza Tertre. Aquella plaza era bastante popular entre la población parisina, no solo por su belleza sino también por el gran número de artistas callejeros que solían presentarse ahí.
Al arribar a la plaza se detuvo casi de inmediato frente a un par de muchachos que efectuaban un pequeño acto de malabarismo. Pendiente de que el acto les saliera bien a los muchachos, Eghon no se percataba de nada más, o al menos eso creyó, pues de manera inesperada sus ojos dieron con lo que creyó primero un espejismo. Las piernas del inquisidor se movieron solas, guiándole de manera inconsciente hasta la figura sentada que sus ojos observaban fijamente. No fue sino hasta que estuvo lo bastante cerca para cerciorarse de que era quien creía que se detuvo. Chiara Di Moncalieri estaba en París.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2016
Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
El libro que tenía en sus manos, no lograba atraparla, pues esos orbes azules llegaban a su mente una y otra vez, haciendo que su estomago se apretara, con una angustia que no lograba identificar. Tal vez porque en un punto deseaba volver a verle, pero por otro lado, ¿acaso él podría reconocerla? sus mejillas se colorearon al pensar en como había estado vestida al momento de conocerlo. - si tan solo tenía puesto mi camisón, y el que se encontraba bastante deteriorado, ademas... estaba descalza, sucia y... muerta de miedo - caviló, mientras inclinaba su cabeza, intentando poner atención a lo que leía, pero nuevamente volví a pensar en él.
Con su dedo, escribió unas iniciales, ellas eran las dueñas de sus pensamientos, de el salvador que había aparecido, cuando todo parecía perdido. llevó su mano a su cuello y acarició la cruz que él le pusiera esa noche, como una manera de protección. - Pero quien estaba herido, era él - reflexionó, mientras levantaba su mirada y la llevaba mas allá de su lectura, de los transeúntes, hasta dejarla vagar por la plaza. - ¿acaso no era él quien necesitaba toda la protección del altísimo? - caviló. Siguió acariciando aquella cruz que pertenecía a su héroe, - si algún día vuelvo a verle, le devolveré ésta hermosa cruz, aunque la extrañe luego - se dijo, sonriendo, recordando como cada noche el saberla tan cerca de su pecho, le ayudaba a conciliar el sueño y sentirse segura.
Suspiró, cerrando los ojos, - desearía poder abrir mis ojos y contemplarle, juro que no lo dejaría ir jamas - pensó, antes de abrir sus ojos y contemplar una silueta que se acercaba cada vez mas y mas. Al principio, creyó que era un juego de su mente, alguien que se podría parecer mucho a él, mas cuando éste se fue acercando, no pudo negar su asombro y alegría, allí, estaba él, como si con sus pensamientos ella lo hubiera atraído, como si el destino, les dijera que debían estar juntos nuevamente.
Con su dedo, escribió unas iniciales, ellas eran las dueñas de sus pensamientos, de el salvador que había aparecido, cuando todo parecía perdido. llevó su mano a su cuello y acarició la cruz que él le pusiera esa noche, como una manera de protección. - Pero quien estaba herido, era él - reflexionó, mientras levantaba su mirada y la llevaba mas allá de su lectura, de los transeúntes, hasta dejarla vagar por la plaza. - ¿acaso no era él quien necesitaba toda la protección del altísimo? - caviló. Siguió acariciando aquella cruz que pertenecía a su héroe, - si algún día vuelvo a verle, le devolveré ésta hermosa cruz, aunque la extrañe luego - se dijo, sonriendo, recordando como cada noche el saberla tan cerca de su pecho, le ayudaba a conciliar el sueño y sentirse segura.
Suspiró, cerrando los ojos, - desearía poder abrir mis ojos y contemplarle, juro que no lo dejaría ir jamas - pensó, antes de abrir sus ojos y contemplar una silueta que se acercaba cada vez mas y mas. Al principio, creyó que era un juego de su mente, alguien que se podría parecer mucho a él, mas cuando éste se fue acercando, no pudo negar su asombro y alegría, allí, estaba él, como si con sus pensamientos ella lo hubiera atraído, como si el destino, les dijera que debían estar juntos nuevamente.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Su salida de los cuarteles, esa que poseía como fin último distraerle, acababa por entregarle en bandeja de plata, el motivo de su falta de concentración durante las pasadas semanas.
Caminando con calma entre las personas que se encontraban observando los espectáculos callejeros de la Plaza Tertre, Eghon Grant llegó hasta la banca donde la Moncalieri se encontraba sentada, con un libro entre las manos y la cara al frente. Una sonrisa apareció entonces en los labios del inquisidor, todo porque se daba cuenta entonces de que ella no era solo una alucinación de su mente, sino una realidad. Era increíble aquello. Tanto había pensado en Chiara Di Moncalieri que había llegado a creer que acabaría volviéndose loco si es que no la veía nuevamente, pero ahora no debía temer más, pues ella llegaba hasta la ciudad donde él se encontraba establecido desde hacía muchos años.
De pie frente a la banca donde se encontraba la fémina, el escoces se mantuvo en silencio durante un par de segundos, perdido en la mirada de sincera alegría que la italiana le ofrecía.
– Mademoiselle Chiara – dijo antes de detenerse y volver a sonreír, incrédulo de que aquello realmente estuviera sucediendo. En un intento de aclarar entonces sus pensamientos, carraspeo solo para después continuar con su saludo – Que grata sorpresa es encontrarla aquí en París. ¿Cómo se encuentra? – preguntó, esperando porque la falta de su familia y el traumático incidente donde los perdiera a todos, no le afectara al punto de impedirle continuar con su vida, después de todo, Chiara era una mujer joven, una que merecía ser feliz y encontrar un hombre que la amara con todo el corazón. Si tan solo él pudiera ser ese hombre.
Caminando con calma entre las personas que se encontraban observando los espectáculos callejeros de la Plaza Tertre, Eghon Grant llegó hasta la banca donde la Moncalieri se encontraba sentada, con un libro entre las manos y la cara al frente. Una sonrisa apareció entonces en los labios del inquisidor, todo porque se daba cuenta entonces de que ella no era solo una alucinación de su mente, sino una realidad. Era increíble aquello. Tanto había pensado en Chiara Di Moncalieri que había llegado a creer que acabaría volviéndose loco si es que no la veía nuevamente, pero ahora no debía temer más, pues ella llegaba hasta la ciudad donde él se encontraba establecido desde hacía muchos años.
De pie frente a la banca donde se encontraba la fémina, el escoces se mantuvo en silencio durante un par de segundos, perdido en la mirada de sincera alegría que la italiana le ofrecía.
– Mademoiselle Chiara – dijo antes de detenerse y volver a sonreír, incrédulo de que aquello realmente estuviera sucediendo. En un intento de aclarar entonces sus pensamientos, carraspeo solo para después continuar con su saludo – Que grata sorpresa es encontrarla aquí en París. ¿Cómo se encuentra? – preguntó, esperando porque la falta de su familia y el traumático incidente donde los perdiera a todos, no le afectara al punto de impedirle continuar con su vida, después de todo, Chiara era una mujer joven, una que merecía ser feliz y encontrar un hombre que la amara con todo el corazón. Si tan solo él pudiera ser ese hombre.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Su corazón palpitaba casi desbocado, al ver a su salvador acercándose a ella. ¿cual era la probabilidad de que dos personas, que se habían encontrado una sola noche, en otro lugar y otro país, pudieran nuevamente estar una frente a la otra, y en tan corto tiempo? - nula - caviló, respondiéndose mentalmente a esa pregunta, pero ¿acaso eso importaba, si esa maravillosa persona se encontraba allí, parada frente a ella? - nada importa, solo que él se encuentra bien - volvió a contestarse en su cabeza, mientras una tímida sonrisa se expandía en sus labios y el rubor invadía sus mejillas.
Asintió con un leve movimiento de su cabeza, cuando él menciono lo agradable que era encontrarse nuevamente, -Si, en verdad es una bella sorpresa encontrarle aquí - dijo, dejando que sus ojos se quedaran aferrados a los orbes azules del señor Grant. - Pues, luego de pasar un tiempo en el convento, hasta que mi hermano mayor fue por mi. He vivido en Paris, en su residencia - se ruborizó, pues no sabía si era un dato que él deseara saber, o solo le pasaba a ella, esa necesidad de no perder el contacto, de volver a pasar tiempo juntos.
Mordió su labio inferior, por el interior, mientras tragaba saliva, pues se le había secado la boca de la emoción. Cuando pudo hablar, le preguntó sobre su salud - la última vez que nos vimos, usted se encontraba herido, sé que intentó minimizar la situación, pero, estoy segura que no era un simple rasguño - dijo mirándole en verdad angustiada y con un dejo de reproche, - ¿ha podido restablecerse totalmente? - se apresuró a preguntar. De pronto se apresuró a invitarle a sentarse con ella, - ¿le gusta éste café? es que... no me gusta estar sola y su compañía... me es sumamente grata- mención, rehuyendo la mirada - desde esa noche... no me siento segura en ningún lugar - susurró. En su rostro la sonrisa desapareció y su mirada mostraba la angustia que le causaba hablar sobre lo sucedido aquella noche. Su mirada volvió a buscar la ajena, - ¿quisiera acompañarme a tomar un café?- no pudo ocultar aquel brillo en sus ojos que parecían suplicar que aceptara la invitación.
Asintió con un leve movimiento de su cabeza, cuando él menciono lo agradable que era encontrarse nuevamente, -Si, en verdad es una bella sorpresa encontrarle aquí - dijo, dejando que sus ojos se quedaran aferrados a los orbes azules del señor Grant. - Pues, luego de pasar un tiempo en el convento, hasta que mi hermano mayor fue por mi. He vivido en Paris, en su residencia - se ruborizó, pues no sabía si era un dato que él deseara saber, o solo le pasaba a ella, esa necesidad de no perder el contacto, de volver a pasar tiempo juntos.
Mordió su labio inferior, por el interior, mientras tragaba saliva, pues se le había secado la boca de la emoción. Cuando pudo hablar, le preguntó sobre su salud - la última vez que nos vimos, usted se encontraba herido, sé que intentó minimizar la situación, pero, estoy segura que no era un simple rasguño - dijo mirándole en verdad angustiada y con un dejo de reproche, - ¿ha podido restablecerse totalmente? - se apresuró a preguntar. De pronto se apresuró a invitarle a sentarse con ella, - ¿le gusta éste café? es que... no me gusta estar sola y su compañía... me es sumamente grata- mención, rehuyendo la mirada - desde esa noche... no me siento segura en ningún lugar - susurró. En su rostro la sonrisa desapareció y su mirada mostraba la angustia que le causaba hablar sobre lo sucedido aquella noche. Su mirada volvió a buscar la ajena, - ¿quisiera acompañarme a tomar un café?- no pudo ocultar aquel brillo en sus ojos que parecían suplicar que aceptara la invitación.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Y ahí estaban, uno frente al otro, pese a las improbabilidades de aquel encuentro. La sonrisa en los labios del inquisidor volvía evidente el placer que le generaba el encuentro con aquella bella dama, a quien desde que viera por primera vez, deseo proteger.
La apariencia de Chiara era muy diferente a la que el Grant recordara. En Italia, él la encontró vulnerable, aterrada y apunto de ser atacada por un par de inmortales que deseaban la muerte de toda su familia; ahora, lo que veía frente a él era una muchacha que poco a poco volvía a la vida. Tan diferente lucia ella que en un principio el inquisidor temió que su presencia no fuese bien recibida, pero cuando los ojos de ambos se encontraron y la italiana sonrió, él supo que ella era precisamente como se mostro ante él en su primer encuentro. Un alma pura.
De pie, sin dejar que nada le perturbase más que la presencia de la Moncalieri, Eghon se mantuvo escuchando la breve explicación de la fémina sobre su presencia en Paris.
– Me enteré antes de dejar Italia que permanecería en el convento, ese es un lugar seguro para permanecer – dijo, recordando que antes de dejar Italia había insistido en saber que sería de la joven, si estaría a salvo y si no existía manera de que la llevaran a París, donde él se aseguraría de mantenerla a salvo. Claro que su petición de llevar a Chiara con ellos fue denegada y él, regresó molesto a Paris – pero me alegra saber que dejo ese lugar y que puede estar con su hermano. Volver al lado de un miembro la familia debe ser reconfortante – Eghon creyó que todos los Moncalieri habían muerto, dejando a Chiara sola en el mundo, así que saber que ella aún contaba con un hermano, tranquilizo su alma.
– Era un simple rasguño – respondió casi de inmediato – Era una herida superficial que no necesito revisión alguna así que no se preocupe por ello, me encuentro completamente bien – Que ella se preocupara por algo que para él carecía completamente de sentido lo llevó a desear volverse cercano a ella y hacer que ella solo lo mirase a él, de hecho, estaba divagando en aquellas ideas cuando la voz de la Moncalieri lo sacó de sus cavilaciones. Una sonrisa apareció en los labios del Grant ante la petición de la italiana – Es un honor para mi poder pasar tiempo en su compañía – se acerco más a la mesa y tomo asiento frente a Chiara – y tenga por seguro que ahora se encuentra a salvo, nadie va a hacerle daño, de eso ya nos hemos encargado. Aquí en París, no hay nadie que le haga daño pero si le hace sentir más tranquila, me encargare personalmente de su seguridad – Tenía entendido que ella ya no era un blanco de nadie, sin embargo, la angustia en el rostro de la dama lo llevaba a prometer algo que pensaba cumplir, sin importar nada.
La apariencia de Chiara era muy diferente a la que el Grant recordara. En Italia, él la encontró vulnerable, aterrada y apunto de ser atacada por un par de inmortales que deseaban la muerte de toda su familia; ahora, lo que veía frente a él era una muchacha que poco a poco volvía a la vida. Tan diferente lucia ella que en un principio el inquisidor temió que su presencia no fuese bien recibida, pero cuando los ojos de ambos se encontraron y la italiana sonrió, él supo que ella era precisamente como se mostro ante él en su primer encuentro. Un alma pura.
De pie, sin dejar que nada le perturbase más que la presencia de la Moncalieri, Eghon se mantuvo escuchando la breve explicación de la fémina sobre su presencia en Paris.
– Me enteré antes de dejar Italia que permanecería en el convento, ese es un lugar seguro para permanecer – dijo, recordando que antes de dejar Italia había insistido en saber que sería de la joven, si estaría a salvo y si no existía manera de que la llevaran a París, donde él se aseguraría de mantenerla a salvo. Claro que su petición de llevar a Chiara con ellos fue denegada y él, regresó molesto a Paris – pero me alegra saber que dejo ese lugar y que puede estar con su hermano. Volver al lado de un miembro la familia debe ser reconfortante – Eghon creyó que todos los Moncalieri habían muerto, dejando a Chiara sola en el mundo, así que saber que ella aún contaba con un hermano, tranquilizo su alma.
– Era un simple rasguño – respondió casi de inmediato – Era una herida superficial que no necesito revisión alguna así que no se preocupe por ello, me encuentro completamente bien – Que ella se preocupara por algo que para él carecía completamente de sentido lo llevó a desear volverse cercano a ella y hacer que ella solo lo mirase a él, de hecho, estaba divagando en aquellas ideas cuando la voz de la Moncalieri lo sacó de sus cavilaciones. Una sonrisa apareció en los labios del Grant ante la petición de la italiana – Es un honor para mi poder pasar tiempo en su compañía – se acerco más a la mesa y tomo asiento frente a Chiara – y tenga por seguro que ahora se encuentra a salvo, nadie va a hacerle daño, de eso ya nos hemos encargado. Aquí en París, no hay nadie que le haga daño pero si le hace sentir más tranquila, me encargare personalmente de su seguridad – Tenía entendido que ella ya no era un blanco de nadie, sin embargo, la angustia en el rostro de la dama lo llevaba a prometer algo que pensaba cumplir, sin importar nada.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
El corazón le dio un vuelco, cuando él, se dispuso a sentarse en la silla que estaba justo en frente de ella. Allí, separados por escasa distancia, se encontraba su salvador. Sonrió con timidez, ruborizándose levemente. Sus ojos soñadores, se posaron en los azules orbes del inquisidor. Quiso hablar, pero no pudo, un nudo en la garganta se lo impedía, ¿Cómo poder explicar a un hombre como el aguerrido soldado de la iglesia, que para ella, él se había convertido en su ángel protector? Inspiró con dificultad, hasta lograr poder articular palabras, - Me, me alegro de que solo fuera un rasguño, no me hubiera perdonado que por mi culpa, por mi cobardía, usted hubiera estado en peligro de muerte- .
Su mano derecha había recorrido el pequeño espacio que la separaba de la cálida y masculina mano del inquisidor, tomando sus dedos, había sujetado suavemente, en señal de alivio, de aprecio, dejando todos los protocolos de lado, aquellos que le impedían tocar a un desconocido, a un hombre que no pertenecía a su familia. Sonrió con un dejo de tristeza, una angustia que le apretaba el pecho y no le permitía respirar, ni decir palabra alguna. Apretó de forma leve sus labios, intentando dominar esa sensación de vulnerabilidad en la que caía desde aquella noche trágica. Mas no pudo retener una lagrima furtiva, que se deslizó por su mejilla.
Bajó su mirada con prontitud, cuando el dependiente se acercó a tomar el pedido del caballero que ahora acompañaba a la dama misteriosa – como habían comenzado a llamarla, ya que cada tarde, permanecía en la misma mesa, como si estuviera esperando a alguien importante -, Tal vez en la cabeza de aquel joven, las dudas se borraron al ver el agarre de la delicada mano, era lógico pensar que solo una mujer comprometida, podría aferrarse a su compañero, puesto que las formas y los protocolos eran conservados tanto en las clases más privilegiadas como en las de burguesía, quienes eran clientes habituales del café.
Avergonzada, huyó la mirada y quebró el contacto, cuando soltó con la suavidad de la seda, la mano de su salvador, para sí, poder secar disimuladamente sus lágrimas, he intentar recomponerse de los recuerdos que solían atormentarla. Cuando volvieron a quedar solos, ella, levantó su mirada, hasta encontrar la ajena y mucho más tranquila le agradeció – muchas gracias por su paciencia, su comprensión… - dijo mientras, llevaba su mano al cuello y acariciaba la cruz que él le había dejado en custodia, puesto que cada vez que se sentía angustiada, al solo contacto con la joya, su temperamento se aquietaba.
Su mano derecha había recorrido el pequeño espacio que la separaba de la cálida y masculina mano del inquisidor, tomando sus dedos, había sujetado suavemente, en señal de alivio, de aprecio, dejando todos los protocolos de lado, aquellos que le impedían tocar a un desconocido, a un hombre que no pertenecía a su familia. Sonrió con un dejo de tristeza, una angustia que le apretaba el pecho y no le permitía respirar, ni decir palabra alguna. Apretó de forma leve sus labios, intentando dominar esa sensación de vulnerabilidad en la que caía desde aquella noche trágica. Mas no pudo retener una lagrima furtiva, que se deslizó por su mejilla.
Bajó su mirada con prontitud, cuando el dependiente se acercó a tomar el pedido del caballero que ahora acompañaba a la dama misteriosa – como habían comenzado a llamarla, ya que cada tarde, permanecía en la misma mesa, como si estuviera esperando a alguien importante -, Tal vez en la cabeza de aquel joven, las dudas se borraron al ver el agarre de la delicada mano, era lógico pensar que solo una mujer comprometida, podría aferrarse a su compañero, puesto que las formas y los protocolos eran conservados tanto en las clases más privilegiadas como en las de burguesía, quienes eran clientes habituales del café.
Avergonzada, huyó la mirada y quebró el contacto, cuando soltó con la suavidad de la seda, la mano de su salvador, para sí, poder secar disimuladamente sus lágrimas, he intentar recomponerse de los recuerdos que solían atormentarla. Cuando volvieron a quedar solos, ella, levantó su mirada, hasta encontrar la ajena y mucho más tranquila le agradeció – muchas gracias por su paciencia, su comprensión… - dijo mientras, llevaba su mano al cuello y acariciaba la cruz que él le había dejado en custodia, puesto que cada vez que se sentía angustiada, al solo contacto con la joya, su temperamento se aquietaba.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
– Soy mucho más fuerte de lo que parezco, así que de verdad no debería preocuparse por mi, además que en otras ocasiones ya he salido herido pero sabe, esa noche, la herida valió la pena porque logre ponerle a salvo – En múltiples ocasiones Eghon defendió a personas por las que tuvo que salir herido, sin embargo, Chiara era la primera a quien defendió que continuaba rondando sus pensamientos de una manera tan insistente – Y no fue usted cobarde, ha sido por lejos la mujer más valiente que he visto en acción – la mano de Chiara fue entonces a aferrarse a los dedos de Eghon quien sabía que aquello era algo que no debía ser. Tal clase de contacto estaba permitido únicamente para los amigos que se conocían de toda la vida, parientes sanguíneos o personas comprometidas, aun así, él se atrevió a volver el contacto más intimo pues con su dedo pulgar comenzó a acariciar los dedos de la italiana que se aferraban a él.
– De verdad que todo aquí esta bien, no debe tener más miedo – dijo en voz baja una vez que una lagrima escapaba de los ojos de la Moncalieri – Aquí estoy yo y voy a protegerla – las manos de ambos se apartaron suavemente cuando el mesero se acerco hasta la mesa donde se encontraban, únicamente para tomar la orden del inquisidor ya que la de la italiana había sido tomada con antelación. Mientras el escoces pedía un café cargado sin azúcar, fue capaz de notar como es que el mesero lo miraba intrigado y como de vez en cuando volvía la vista a Chiara, quien en ese momento alejaba su mirada para limpiarse las lagrimas que habían escapado de sus ojos. Aquella extraña del mesero continuo hasta que el muchacho dejó la mesa y aún así, el inquisidor pudo ver como es que el joven charlaba con otros trabajadores y los observaban desde la distancia. Las actitudes tan peculiares de los trabajadores llamaron su atención, así que al volver la mirada a la italiana se atrevió a interrogarle – ¿Esperaba a alguien? O ¿Suele reunirse con alguien aquí? – carraspeo – no es que quiera incomodarla con mis preguntas, es solo que el mesero nos ha observado de una manera tan extraña que me genera algo de curiosidad saber si no estoy interrumpiendo una cita ya planeada – y con todo el corazón deseo que ella le dijera que no se vería con nadie, solo con él.
Que la Moncalieri agradeciera lo hizo sonreír, en especial cuando sus ojos fueron a posarse sobre la cruz que él le diera y ella aún cargaba.
– No hay nada que agradecer pues para mi conocerla, aunque fuera en una circunstancia tan desafortunada, ha sido todo un placer – entonces guardo silencio, pues si no lo hacía, terminaría confesando que su mente no se apartaba ni un segundo de ella, que había causado un gran impacto en él y que deseaba estar cerca de ella.
– De verdad que todo aquí esta bien, no debe tener más miedo – dijo en voz baja una vez que una lagrima escapaba de los ojos de la Moncalieri – Aquí estoy yo y voy a protegerla – las manos de ambos se apartaron suavemente cuando el mesero se acerco hasta la mesa donde se encontraban, únicamente para tomar la orden del inquisidor ya que la de la italiana había sido tomada con antelación. Mientras el escoces pedía un café cargado sin azúcar, fue capaz de notar como es que el mesero lo miraba intrigado y como de vez en cuando volvía la vista a Chiara, quien en ese momento alejaba su mirada para limpiarse las lagrimas que habían escapado de sus ojos. Aquella extraña del mesero continuo hasta que el muchacho dejó la mesa y aún así, el inquisidor pudo ver como es que el joven charlaba con otros trabajadores y los observaban desde la distancia. Las actitudes tan peculiares de los trabajadores llamaron su atención, así que al volver la mirada a la italiana se atrevió a interrogarle – ¿Esperaba a alguien? O ¿Suele reunirse con alguien aquí? – carraspeo – no es que quiera incomodarla con mis preguntas, es solo que el mesero nos ha observado de una manera tan extraña que me genera algo de curiosidad saber si no estoy interrumpiendo una cita ya planeada – y con todo el corazón deseo que ella le dijera que no se vería con nadie, solo con él.
Que la Moncalieri agradeciera lo hizo sonreír, en especial cuando sus ojos fueron a posarse sobre la cruz que él le diera y ella aún cargaba.
– No hay nada que agradecer pues para mi conocerla, aunque fuera en una circunstancia tan desafortunada, ha sido todo un placer – entonces guardo silencio, pues si no lo hacía, terminaría confesando que su mente no se apartaba ni un segundo de ella, que había causado un gran impacto en él y que deseaba estar cerca de ella.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Aún acariciaba la cruz, cuando él le preguntó si había estado esperando a alguien, si por casualidad él estaba importunando. Ella negó enérgicamente con su cabeza,se encontraba mortificada porque si no confesaba, Eghon podría malinterpretar las cosas, como lo estaba haciendo en ese momento. Aquello fue el detonante para tomar una decisión. Aunque sus mejillas se tornaron rojas y calientes al tacto, elevó su mirada buscando la ajena, para luego tomar aire y rogar al cielo que le diera el valor para decir lo que sentía. Carraspeó, pues tenía la garganta seca por la ansiedad, - No, en realidad, jamás esperé a nadie mas que... - se quedó sin aliento pues tiritaba de los nervios. Intentó calmarse y bajó la mirada, mordió su labio inferior e intento encontrar el valor para seguir - a usted... -, se ocultó aún mas, clavando su mirada en sus manos que temblaban visiblemente.
Inspiró profundamente y levantó la vista, para buscar la ajena, sonrió aún asustada - ¿no le parece tonto? esperar a un hombre que solo lo he visto una sola vez... pero que se quedó aquí... en mi cabeza... y... aquí... - señaló su corazón, - Desde esa noche en el bosque... no h podido dejar de pensar en usted... en rogar al destino poderle encontrar - Su mirada, mostraba la curiosidad, mezclada con angustia, deseaba tanto saber si al igual que ella, él había deseado encontrarla, que no pudo dejar de contemplarlo - Si no le molesta, quisiera pasar muchos días así, en su compañía, pues... a su lado... me siento segura - expresó, sonriendo con timidez, pero abriendo su corazón. Se quedó en silencio, con sus manos jugando desesperada con la cruz, nerviosa, temiendo que él se riera de su ingenua confesión.
El empleado del café volvió con el pedido y ella sintió un gran alivio, tenía un poco mas de tiempo para calmarse, y para aceptar que podía todo salir mal y que Eghon simplemente se levantara y la dejara sola. Si eso sucedía, tendría que pensar en partir de la ciudad, ¿como podría seguir allí?
Inspiró profundamente y levantó la vista, para buscar la ajena, sonrió aún asustada - ¿no le parece tonto? esperar a un hombre que solo lo he visto una sola vez... pero que se quedó aquí... en mi cabeza... y... aquí... - señaló su corazón, - Desde esa noche en el bosque... no h podido dejar de pensar en usted... en rogar al destino poderle encontrar - Su mirada, mostraba la curiosidad, mezclada con angustia, deseaba tanto saber si al igual que ella, él había deseado encontrarla, que no pudo dejar de contemplarlo - Si no le molesta, quisiera pasar muchos días así, en su compañía, pues... a su lado... me siento segura - expresó, sonriendo con timidez, pero abriendo su corazón. Se quedó en silencio, con sus manos jugando desesperada con la cruz, nerviosa, temiendo que él se riera de su ingenua confesión.
El empleado del café volvió con el pedido y ella sintió un gran alivio, tenía un poco mas de tiempo para calmarse, y para aceptar que podía todo salir mal y que Eghon simplemente se levantara y la dejara sola. Si eso sucedía, tendría que pensar en partir de la ciudad, ¿como podría seguir allí?
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Que Chiara negará ante sus interrogantes tranquilizó momentáneamente el corazón del inquisidor, ya que a pesar de la negativa que la italiana daba, él necesitaba saber más de ella. Quizás en ese momento no estuviera aguardando a nadie, pero eso no le aseguraba que la Moncalieri no hubiera rehecho su vida. ¿Qué pasaría si al preguntar por su estado civil ella respondiera que se encontraba comprometida?. Eghon abrió entonces los labios, buscando las palabras para formular aquella terrible pregunta que podría darle más verdaderas esperanzas o acabar de una vez por todas con aquella fantasía que él solo formó en su mente.
Antes de que alguna pregunta fluyera de sus labios, la suave y hermosa voz de la italiana fue la que rompió el silencio. Los ojos del inquisidor se clavaron el los de la dama, quien pronto desvió la mirada, provocando que Eghon se dijera a si mismo que todo había terminado, que ahora ella le pertenecía a algún hombre contra el que él no debería luchar a pesar de querer a aquella mujer siempre a su lado. ¿Qué podía ofrecerle el Grant que no fuera más que su amor? La verdad era que una vida tranquila no podría prometerle a aquella frágil y hermosa mujer, así que lo mejor era que Chiara estuviera con alguien que pudiera protegerla siempre y la mantuviera lejos de criaturas sobrenaturales.
– ¿Disculpe? – preguntó tras escuchar como es que Chiara decía haberlo estado esperando a él. ¿Podía ser aquello realidad? ¿Aquella hermosa mujer de verdad se estaba refiriendo a él o los deseos del Grant por tenerla para sí le jugaban una mala pasada?. Para descubrir la verdad, el escoces se mantuvo en silencio, con el corazón en un hilo y la mirada clavada en la italiana.
Los segundos que transcurrieron le parecieron una eternidad, una que valió la pena en el instante que Chiara levantó la vista y le miró, solo para proseguir con la más inesperada y sincera confesión.
El regresó del mesero con los pedidos de ambos dio tiempo a Grant de convencerse de que aquello no era un sueño y que verdaderamente la hermosa Chiara Moncalieri le pedía pasar más tiempo a su lado. ¿Podría él negarse a tal petición? Si bien aquello era lo que más deseaba él, existía el inconveniente de que ella podría estar en peligro y aunque prometía protegerla, existía la posibilidad de que la fuerza del escoces no fuera suficiente para mantenerla a salvo, sabiendo eso podría entonces aceptar los sentimientos de la italiana.
Una vez que el mesero se alejó, Eghon se dijo que no podía echarse para atrás, que la decisión había sido tomada mucho tiempo antes de ese encuentro y que lo que debía hacer ahora, era ser valiente.
– No me parece tonto, ya que también usted se ha quedado en mi mente y en mi corazón. Desde la noche en que salvé su vida supe que era especial, diferente y que me resultaría imposible alejarla un solo segundo de mis pensamientos – sonrió – Para mi sería el mayor honor poder pasar mi tiempo a su lado, es solo que… – la sonrisa en sus labios se transformó, dejando en su lugar una simple línea que era lo que formaban sus labios ante la tensión ejercida por el inquisidor – ¿No tiene miedo? Estar a mi lado puede acarrearle desgracias, situaciones como la que vivió en Italia – las palabras dejaron de fluir de sus labios y sus ojos se mantuvieron solamente fijos en Chiara y en cualquier gesto de temor que ella pudiera mostrar pues lo último que Eghon quería era forzarla a estar al lado de un hombre que le acarrearía encuentros desafortunados.
Antes de que alguna pregunta fluyera de sus labios, la suave y hermosa voz de la italiana fue la que rompió el silencio. Los ojos del inquisidor se clavaron el los de la dama, quien pronto desvió la mirada, provocando que Eghon se dijera a si mismo que todo había terminado, que ahora ella le pertenecía a algún hombre contra el que él no debería luchar a pesar de querer a aquella mujer siempre a su lado. ¿Qué podía ofrecerle el Grant que no fuera más que su amor? La verdad era que una vida tranquila no podría prometerle a aquella frágil y hermosa mujer, así que lo mejor era que Chiara estuviera con alguien que pudiera protegerla siempre y la mantuviera lejos de criaturas sobrenaturales.
– ¿Disculpe? – preguntó tras escuchar como es que Chiara decía haberlo estado esperando a él. ¿Podía ser aquello realidad? ¿Aquella hermosa mujer de verdad se estaba refiriendo a él o los deseos del Grant por tenerla para sí le jugaban una mala pasada?. Para descubrir la verdad, el escoces se mantuvo en silencio, con el corazón en un hilo y la mirada clavada en la italiana.
Los segundos que transcurrieron le parecieron una eternidad, una que valió la pena en el instante que Chiara levantó la vista y le miró, solo para proseguir con la más inesperada y sincera confesión.
El regresó del mesero con los pedidos de ambos dio tiempo a Grant de convencerse de que aquello no era un sueño y que verdaderamente la hermosa Chiara Moncalieri le pedía pasar más tiempo a su lado. ¿Podría él negarse a tal petición? Si bien aquello era lo que más deseaba él, existía el inconveniente de que ella podría estar en peligro y aunque prometía protegerla, existía la posibilidad de que la fuerza del escoces no fuera suficiente para mantenerla a salvo, sabiendo eso podría entonces aceptar los sentimientos de la italiana.
Una vez que el mesero se alejó, Eghon se dijo que no podía echarse para atrás, que la decisión había sido tomada mucho tiempo antes de ese encuentro y que lo que debía hacer ahora, era ser valiente.
– No me parece tonto, ya que también usted se ha quedado en mi mente y en mi corazón. Desde la noche en que salvé su vida supe que era especial, diferente y que me resultaría imposible alejarla un solo segundo de mis pensamientos – sonrió – Para mi sería el mayor honor poder pasar mi tiempo a su lado, es solo que… – la sonrisa en sus labios se transformó, dejando en su lugar una simple línea que era lo que formaban sus labios ante la tensión ejercida por el inquisidor – ¿No tiene miedo? Estar a mi lado puede acarrearle desgracias, situaciones como la que vivió en Italia – las palabras dejaron de fluir de sus labios y sus ojos se mantuvieron solamente fijos en Chiara y en cualquier gesto de temor que ella pudiera mostrar pues lo último que Eghon quería era forzarla a estar al lado de un hombre que le acarrearía encuentros desafortunados.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Chiara, pestañeó varias veces, atónita a lo que él le preguntaba, ¿ella tener miedo al lado de aquel hombre? fue así que inspiró con serenidad y dejó que su mano posara en la mesa, para luego, con la punta de sus dedos, tocar los dedos del caballero, - Esa no es la pregunta adecuada, puesto, como usted dijo, fue usted quien salvó mi vida, de inmortales que deseaban acabar con ella, como lo hicieran con gran parte de mi familia - sus ojos, clavados en los ajenos, mostraban un brillo que volvía el color azul de sus ojos, mas luminoso e irreal, - Es mi familia, quien por años, décadas y siglos, ha luchado contra ellos, aveces, siendo parte de la misma orden a la que usted pertenece, o como cazadores dependientes solo de su propia corona - Sonrió con tristeza, - No es usted quien me podría poner en peligro, sino mi familia, mi existencia, la que podrá ponerlo a usted en peligro -, sus labios parecían que iba a proseguir con aquella frase pero titubeo, para un segundo después volver hablar, - Se que sonará imposible, alocado, pero... cuando la vida se puede esfumar de un minuto al otro... no puedo... ni quiero... dejar pasar el tiempo... Eghon... ti amo... - quedó en silencio, con el corazón en el puño de aquel hombre.
Por un segundo se arrepintió, ¿que había hecho? ¿acaso le había confesado sus sentimientos? ¿los tomaría como ciertos? ¿una mujer se puede enamorar y amar de tal forma como ella lo hacía, de un día a otro? si, si, ella lo podía afirmar, porque como lo había dicho antes, nada le garantizaba que aquella misma noche, al regresar a su hogar, no fuera interceptada por uno de los muchos enemigos de su familia. Bien sabía que las oportunidades eran únicas y si las dejaba pasar, se arrepentiría toda la vida. ¿Que él podía reír en su cara? por supuesto que existía esa posibilidad, pero esos ojos, la mirada con la que llegaba a contemplarla, no eran de un seductor empedernido, ni de un Casanova, eran de un hombre sencillo, de corazón noble, que cualquier frase que saliera de su boca, sería una sentencia, para bien o para mal, para respirar aliviada y dejar que las ansias de abrazarlo, surgieran libres y sin miedo. O por el contrario, se levantara correcta como una dama de la corte debía hacerlo, diera un leve saludo, y desapareciera definitivamente de la vida del hombre que había conquistado su corazón y su alma, en una sola noche, bajo el cielo y la enorme luna de Turín.
Por un segundo se arrepintió, ¿que había hecho? ¿acaso le había confesado sus sentimientos? ¿los tomaría como ciertos? ¿una mujer se puede enamorar y amar de tal forma como ella lo hacía, de un día a otro? si, si, ella lo podía afirmar, porque como lo había dicho antes, nada le garantizaba que aquella misma noche, al regresar a su hogar, no fuera interceptada por uno de los muchos enemigos de su familia. Bien sabía que las oportunidades eran únicas y si las dejaba pasar, se arrepentiría toda la vida. ¿Que él podía reír en su cara? por supuesto que existía esa posibilidad, pero esos ojos, la mirada con la que llegaba a contemplarla, no eran de un seductor empedernido, ni de un Casanova, eran de un hombre sencillo, de corazón noble, que cualquier frase que saliera de su boca, sería una sentencia, para bien o para mal, para respirar aliviada y dejar que las ansias de abrazarlo, surgieran libres y sin miedo. O por el contrario, se levantara correcta como una dama de la corte debía hacerlo, diera un leve saludo, y desapareciera definitivamente de la vida del hombre que había conquistado su corazón y su alma, en una sola noche, bajo el cielo y la enorme luna de Turín.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Se encontraba nervioso de que la respuesta o alguno de los gestos de Chiara terminaran para siempre con las ilusiones que se había comenzado a formar durante el tiempo en que el mesero entrego su pedido. Si la italiana le decía que temía, Eghon estaba decidido a no contactarla más y ha forzarse a olvidarla, pues no estaba dispuesto a ponerla en peligro si eso era algo a lo que a ella le afectaba. No queriendo ver las expresiones en el hermoso rostro de la mujer frente a él, esa que le miraba tan fijamente y con una decisión sin igual, el escoces desvió la mirada, únicamente para segundos después escuchar la respuesta de parte de a Moncalieri esa que comenzaba con la noche en que ambos se conocieron y en la que Eghon no pudo salvar a nadie más que a Chiara.
– Mi misión esa noche era salvar a tantos como pudiera y aunque fui capaz de salvarla, sepa que falle, no pude mantener con vida a nadie más de su familia – con tristeza contemplo los ojos que le miraban tan fijamente – Sé bien sobre su familia. Moncalieri es un apellido importante en la inquisición, por eso fue que nos enviaron a protegerles – tomó aire y dejo que la mano de la italiana se acercara a la suya; al Grant le agradaba la sensación que el toque femenino causaba sobre él por mínimo que fuera. De manera inesperada Chiara se había convertido desde su primer encuentro en un bálsamo capaz de curar todas las aflicciones de Eghon, de la misma manera en que quizás también podría convertirse ella en lo único capaz de destruirlo – Y si pasamos tiempo juntos solo quiero saber que no se arrepentirá, que sabe de los riesgos que eso conlleva, pues su familia ya es perseguida y por mi, será perseguida incluso más que antes – y es que él estaba dispuesto a protegerla de todo, pero sentía que algún día su protección no sería suficiente.
No existió mejor forma de asegurar que Chiara aceptaba los peligros que pudiera acarrear la cercanía de ambos que la confesión tan directa que daba, misma que por breves segundos dejo a Eghon mudo. Le amaba; Chiara Moncalieri le amaba y él, estaba dispuesto a corresponder aquellos intensos sentimientos que seguramente ella experimentaba pues él también los sentía por ella. Con atrevimiento, el escoces sujeto de manera firme la mano de la italiana y con la mirada clavada en la ajena, sonrió.
– No, lo que dice no es alocado. Ya le he dicho que he estado pensando en usted desde que deje Italia y por eso sé que yo también le amo, más a que cualquier otra persona en este mundo – la sonrisa en sus labios no hizo más que extenderse – Quiero pasar tanto tiempo como se me permita en su compañía, velar por su seguridad pero más que nada su felicidad. Nada me haría más feliz que eso.
– Mi misión esa noche era salvar a tantos como pudiera y aunque fui capaz de salvarla, sepa que falle, no pude mantener con vida a nadie más de su familia – con tristeza contemplo los ojos que le miraban tan fijamente – Sé bien sobre su familia. Moncalieri es un apellido importante en la inquisición, por eso fue que nos enviaron a protegerles – tomó aire y dejo que la mano de la italiana se acercara a la suya; al Grant le agradaba la sensación que el toque femenino causaba sobre él por mínimo que fuera. De manera inesperada Chiara se había convertido desde su primer encuentro en un bálsamo capaz de curar todas las aflicciones de Eghon, de la misma manera en que quizás también podría convertirse ella en lo único capaz de destruirlo – Y si pasamos tiempo juntos solo quiero saber que no se arrepentirá, que sabe de los riesgos que eso conlleva, pues su familia ya es perseguida y por mi, será perseguida incluso más que antes – y es que él estaba dispuesto a protegerla de todo, pero sentía que algún día su protección no sería suficiente.
No existió mejor forma de asegurar que Chiara aceptaba los peligros que pudiera acarrear la cercanía de ambos que la confesión tan directa que daba, misma que por breves segundos dejo a Eghon mudo. Le amaba; Chiara Moncalieri le amaba y él, estaba dispuesto a corresponder aquellos intensos sentimientos que seguramente ella experimentaba pues él también los sentía por ella. Con atrevimiento, el escoces sujeto de manera firme la mano de la italiana y con la mirada clavada en la ajena, sonrió.
– No, lo que dice no es alocado. Ya le he dicho que he estado pensando en usted desde que deje Italia y por eso sé que yo también le amo, más a que cualquier otra persona en este mundo – la sonrisa en sus labios no hizo más que extenderse – Quiero pasar tanto tiempo como se me permita en su compañía, velar por su seguridad pero más que nada su felicidad. Nada me haría más feliz que eso.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Chiara, sintió que en algún lugar del cielo, su madre, su padre, y aún sus pequeños hermanos, le bendecían, le perdonaban por haber huido y le daban la oportunidad de vivir feliz junto a un hombre bueno, noble, que aceptaba estoico los bueno y lo malo que vendría con la unión que de ellos surgía en ese día. Mas que las palabras del inquisidor, fue la manera en que tomó su mano, la que provocó que la italiana no pudiera frenar sus lagrimas.No lloraba por tristeza, sino por felicidad, un felicidad que creyó imposible, y aún la creía injusta, pues solo ella, - y gracias a la intervención del inquisidor -, permanecía con vida.
Mas no podía darse el lujo de perder la oportunidad de ser feliz, de ser querida. Sería egoísta, pensaría solo en ellos, aunque sabía que su hermano Girolamo le ayudaría, al igual que la rebelde Giulia, y aun el inconstante Aelius. Todos ellos, se alegrarían de aquella decisión, de la feliz y nueva pareja. Por eso, al sentir la mano de Eghon tomando la suya, quiso tranquilizarlo, debía contarle que en realidad, gracias a su valentía, ella había podido encontrar a sus hermanos, volver a contactar a una parte de su familia que había permanecido oculta, separada de ellos, y que gracias a eso, aún se encontraban con vida.
Por lo que con su mano libre, acarició la ajena, - Debo confesar algo -, dijo llevando su mirada de las manos entrelazadas, a los orbes azules, - cuando me salvaste la vida, me permitiste volver al ceno de mi familia, de una parte de mi familia que por razones que aún no comprendo, se mantenían alejados de nosotros... - sonrió con tristeza, - tengo un hermano mayor, Girolamo Di Moncalieri, al que creí por muchos años muerto. Mas al despertar en ese convento cerca de Turín, mi hermano me esperaba, para traerme a París, junto a mis otros hermanos, y a los que quisiera que conocieras - sus mejillas se colorearon de un rosa subido, y sus pestañas aún húmedas, parecía mas largas y soñadoras, - ¿quisieras conocer a mi familia... Eghon? - preguntó, apretando suavemente la mano que sostenía la suya.
Mas no podía darse el lujo de perder la oportunidad de ser feliz, de ser querida. Sería egoísta, pensaría solo en ellos, aunque sabía que su hermano Girolamo le ayudaría, al igual que la rebelde Giulia, y aun el inconstante Aelius. Todos ellos, se alegrarían de aquella decisión, de la feliz y nueva pareja. Por eso, al sentir la mano de Eghon tomando la suya, quiso tranquilizarlo, debía contarle que en realidad, gracias a su valentía, ella había podido encontrar a sus hermanos, volver a contactar a una parte de su familia que había permanecido oculta, separada de ellos, y que gracias a eso, aún se encontraban con vida.
Por lo que con su mano libre, acarició la ajena, - Debo confesar algo -, dijo llevando su mirada de las manos entrelazadas, a los orbes azules, - cuando me salvaste la vida, me permitiste volver al ceno de mi familia, de una parte de mi familia que por razones que aún no comprendo, se mantenían alejados de nosotros... - sonrió con tristeza, - tengo un hermano mayor, Girolamo Di Moncalieri, al que creí por muchos años muerto. Mas al despertar en ese convento cerca de Turín, mi hermano me esperaba, para traerme a París, junto a mis otros hermanos, y a los que quisiera que conocieras - sus mejillas se colorearon de un rosa subido, y sus pestañas aún húmedas, parecía mas largas y soñadoras, - ¿quisieras conocer a mi familia... Eghon? - preguntó, apretando suavemente la mano que sostenía la suya.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Sujetaba aun la mano de Chiara cuando vio lagrimas correr por sus mejillas, pero esas lagrimas no parecían ser de dolor o tristeza, sino de dicha. Una sonrisa apareció en los labios de Eghon para después, liberar su mano derecha y con sumo cuidado, retirar las lagrimas que corrían libremente por el hermoso rostro de la Moncalieri y en silencio, hizo una promesa. No había sido capaz de proteger a más miembros de la familia de la italiana, pero a ella, la haría feliz, la protegería de todo y cuando pasará algo más de tiempo, le pediría que formara una nueva familia, con él. La muchacha se merecía toda la feliz del mundo y él, se la ofrecería tanto como le fuera posible.
– Gracias por darme la oportunidad de conocerla más, de hacerla feliz – sonrió – no se arrepentirá señorita Chiara.
Quería permanecer en aquel café al lado de Chiara y al mismo tiempo, quería volver a los cuarteles, contar a sus cercanos que la mujer que rondaba sus sueños y a la que ellos juraban que no volvería a ver, se encontraba en París y que aceptaba sus sentimientos; pero más que avisar a sus compañeros, el Grant quería enviar una carta a su tierra, específicamente para su hermana. Lorelei, su hermana menor, era la cabeza de la familia Grant en ausencia del inquisidor y era, la única que celebraría su felicidad y que le animaría, sin dudarlo, a llevar a Chiara hasta Escocia. Sonrió al pensar en su hermana y en lo mucho que le agradaría conocer a la Moncalieri, porque si bien Lorelei era fuerte al momento de mantener al Clan en orden, era tan amorosa y noble como la italiana.
El inquisidor pensaba en la manera de decirle a Chiara sobre su hermana cuando la italiana llamó su atención y le hizo saber, que realmente no estaba sola en el mundo. La sonrisa que se mantuvo en los labios del escoces no hizo más que ensancharse y la pesada carga que llevara en su alma por no poder salvar a los padres de la italiana disminuyo considerablemente. Ella no estaba sola en el mundo.
– No sabe lo mucho que me alegra escuchar eso. La familia es sumamente importante aunque sea cercana o lejana. Yo personalmente no podría imaginarme la vida sin mi hermana menor, Lorelei, a quien deseo que también puedas conocer – hizo una pausa – y por si eso no ha dejado todo en claro… Será todo un honor para mi el poder conocer a tus familiares. Quiero que ellos me conozcan y sepan que a mi lado no correrás peligro alguno – con atrevimiento se llevó la mano femenina hasta los labios y deposito en el dorso un beso – ¿Están ellos aquí en París?, ¿Puedo conocerles ahora? Iré a donde sea necesario.
– Gracias por darme la oportunidad de conocerla más, de hacerla feliz – sonrió – no se arrepentirá señorita Chiara.
Quería permanecer en aquel café al lado de Chiara y al mismo tiempo, quería volver a los cuarteles, contar a sus cercanos que la mujer que rondaba sus sueños y a la que ellos juraban que no volvería a ver, se encontraba en París y que aceptaba sus sentimientos; pero más que avisar a sus compañeros, el Grant quería enviar una carta a su tierra, específicamente para su hermana. Lorelei, su hermana menor, era la cabeza de la familia Grant en ausencia del inquisidor y era, la única que celebraría su felicidad y que le animaría, sin dudarlo, a llevar a Chiara hasta Escocia. Sonrió al pensar en su hermana y en lo mucho que le agradaría conocer a la Moncalieri, porque si bien Lorelei era fuerte al momento de mantener al Clan en orden, era tan amorosa y noble como la italiana.
El inquisidor pensaba en la manera de decirle a Chiara sobre su hermana cuando la italiana llamó su atención y le hizo saber, que realmente no estaba sola en el mundo. La sonrisa que se mantuvo en los labios del escoces no hizo más que ensancharse y la pesada carga que llevara en su alma por no poder salvar a los padres de la italiana disminuyo considerablemente. Ella no estaba sola en el mundo.
– No sabe lo mucho que me alegra escuchar eso. La familia es sumamente importante aunque sea cercana o lejana. Yo personalmente no podría imaginarme la vida sin mi hermana menor, Lorelei, a quien deseo que también puedas conocer – hizo una pausa – y por si eso no ha dejado todo en claro… Será todo un honor para mi el poder conocer a tus familiares. Quiero que ellos me conozcan y sepan que a mi lado no correrás peligro alguno – con atrevimiento se llevó la mano femenina hasta los labios y deposito en el dorso un beso – ¿Están ellos aquí en París?, ¿Puedo conocerles ahora? Iré a donde sea necesario.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
La vida le daba una nueva y maravillosa oportunidad para ser feliz. Chiara tenia en claro, que aquel hombre que se encontraba sentado en frente de ella, que sostenía su mano, era el hombre que elegía para ser su compañero, su amor, y su alma gemela, por toda la vida. Las palabras del inquisidor, no hicieron mas que animarla, y sentir que en verdad, en un futuro no muy lejano, Eghon y ella, podrían realizar el sueño de conocer a la familia de cada uno y organizar su boda. Si por la italiana hubiera sido, en aquel mismo instante, le hubiera pedido mantenerse uno al lado del otro, y así no volver a separarse jamas. ni por un breve instante. Temía que si no lo veía, sus enemigos o quienes estuvieran detrás de la muerte de parte de su familia intentarían quitarle lo que mas atesoraba, - su corazón, su amor - caviló, sonriendo al sentir el suave y caballeroso beso en su mano.
Asintió con un movimiento de cabeza, - mi familia... mis hermanos, han venido a vivir todos juntos, aunque estoy segura que cada uno tomará rumbos diferentes. No es que no nos amemos, pero son almas libres, algo rebeldes y muy guerreras - se excusó, - en especial mis dos hermanos. Pero estoy segura que Girolamo, la cabeza de mi familia, aceptará nuestros sentimientos, él siempre ha sido sobre protector, por eso, no te incomodes si te mira o pregunta como si estuvieras siendo juzgado, es solo... que teme por mi - al decir aquellas palabras,, sus manos tomaron con mas fuerza la mano del inquisidor, su mirada buscó la ajena y le suplicó en silencio que jamás dejara de luchar por ella.
Cuando en la mirada de su amado, contemplo la serenidad y confianza en el amor de ambos, ella sonrió, mas tranquila al saber que todo iría bien. Sin soltar su mano, ella le preguntó por su hermana Lorelei, - creo que el amor entre hermanos es un gran tesoro, del que hay que cuidar y cultivar día a día, por lo que me gustaría conocer a tu hermana y llegar a sentirla como una hermana pequeña - afirmó, antes de proseguir, - cuéntame de tu tierra, ¿como es el lugar de donde provienes?-.
Asintió con un movimiento de cabeza, - mi familia... mis hermanos, han venido a vivir todos juntos, aunque estoy segura que cada uno tomará rumbos diferentes. No es que no nos amemos, pero son almas libres, algo rebeldes y muy guerreras - se excusó, - en especial mis dos hermanos. Pero estoy segura que Girolamo, la cabeza de mi familia, aceptará nuestros sentimientos, él siempre ha sido sobre protector, por eso, no te incomodes si te mira o pregunta como si estuvieras siendo juzgado, es solo... que teme por mi - al decir aquellas palabras,, sus manos tomaron con mas fuerza la mano del inquisidor, su mirada buscó la ajena y le suplicó en silencio que jamás dejara de luchar por ella.
Cuando en la mirada de su amado, contemplo la serenidad y confianza en el amor de ambos, ella sonrió, mas tranquila al saber que todo iría bien. Sin soltar su mano, ella le preguntó por su hermana Lorelei, - creo que el amor entre hermanos es un gran tesoro, del que hay que cuidar y cultivar día a día, por lo que me gustaría conocer a tu hermana y llegar a sentirla como una hermana pequeña - afirmó, antes de proseguir, - cuéntame de tu tierra, ¿como es el lugar de donde provienes?-.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
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Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Muy probablemente estuviera acelerando las cosas, algo que en determinado momento podría atemorizar a la señorita Moncalieri, más con todo y esa posibilidad, Eghon deseaba afianzar el vinculo entre ellos, no solo con el hecho de conocerse ambos más profundamente, sino además, conociendo a las familias de ambos, porque si de algo estuvo seguro el escoces desde que conociera a Chiara, era que ella era la mujer de su vida y prueba de ello es que todo el tiempo que paso desde su primer y desafortunado encuentro, ninguno de los dos pudo olvidarse del otro.
Una sonrisa apareció en los labios del Grant al escuchar que la familia de la italiana se encontraba en tierras francesas, pues conocer al hombre al que en el futuro pediría la mano de Chiara le parecía a Eghon lo más urgente en ese momento. ¿Pensar en matrimonio era demasiado? Probablemente lo fuera, pero le era sencillamente imposible al escoces no pensar en ello cada vez que veía la sonrisa de Chiara, sus cabellos rebeldes ondear en el viento o sus ojos clavarse en los suyos. La italiana pues había calado muy hondo en los pensamientos y sentimientos del Grant, tanto como para que él besara su mano sin recato, como si de una pareja ya de tiempo se tratasen.
– Quisiera aprovechar entonces que su familia se encuentra aquí para conocerles antes de que partan a sus caminos – hizo una pausa y asintió a la explicación de la italiana respecto a su familia – comprendo perfectamente lo que dice de almas libres – se rió – yo y mi hermano Gian somos las almas libres de nuestra familia, pues ambos decidimos abandonar nuestro hogar para seguir nuestros corazones, aunque como le he dicho, cierta parte de mi corazón permanece en Escocia junto a mi hermana – apretó la mano de Chiara – y no debes preocuparte por tu hermano mayor porque puedo comprender su preocupación por ti – y es que pensar en el hombre que conquistara a su hermana, hombre que afortunadamente aun no llegaba, le producía la incomodidad que quizás Girolamo, el hermano mayor de la italiana, sentiría al conocerlo.
Negó ante la petición de Chiara de que le contase sobre su tierra.
– No quiero contarte nada de Escocia, ni de cómo es que te recibirá mi hermana, pues quiero que viajes a mi tierra natal conmigo. ¿Querrías? – mostrarle los enormes campos, recorrerlos con ella a caballo y pasar las tardes en las extensas arboladas del clan Grant, eso era lo que deseaba él.
Una sonrisa apareció en los labios del Grant al escuchar que la familia de la italiana se encontraba en tierras francesas, pues conocer al hombre al que en el futuro pediría la mano de Chiara le parecía a Eghon lo más urgente en ese momento. ¿Pensar en matrimonio era demasiado? Probablemente lo fuera, pero le era sencillamente imposible al escoces no pensar en ello cada vez que veía la sonrisa de Chiara, sus cabellos rebeldes ondear en el viento o sus ojos clavarse en los suyos. La italiana pues había calado muy hondo en los pensamientos y sentimientos del Grant, tanto como para que él besara su mano sin recato, como si de una pareja ya de tiempo se tratasen.
– Quisiera aprovechar entonces que su familia se encuentra aquí para conocerles antes de que partan a sus caminos – hizo una pausa y asintió a la explicación de la italiana respecto a su familia – comprendo perfectamente lo que dice de almas libres – se rió – yo y mi hermano Gian somos las almas libres de nuestra familia, pues ambos decidimos abandonar nuestro hogar para seguir nuestros corazones, aunque como le he dicho, cierta parte de mi corazón permanece en Escocia junto a mi hermana – apretó la mano de Chiara – y no debes preocuparte por tu hermano mayor porque puedo comprender su preocupación por ti – y es que pensar en el hombre que conquistara a su hermana, hombre que afortunadamente aun no llegaba, le producía la incomodidad que quizás Girolamo, el hermano mayor de la italiana, sentiría al conocerlo.
Negó ante la petición de Chiara de que le contase sobre su tierra.
– No quiero contarte nada de Escocia, ni de cómo es que te recibirá mi hermana, pues quiero que viajes a mi tierra natal conmigo. ¿Querrías? – mostrarle los enormes campos, recorrerlos con ella a caballo y pasar las tardes en las extensas arboladas del clan Grant, eso era lo que deseaba él.
Eghon Grant- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 31
Fecha de inscripción : 19/07/2016
Re: Al despertar de la pesadilla - privado - Flashback
Sentir el sonido de la voz masculina,mirarle a los ojos. Tener la confianza de que aquellas palabras eran genuinas, y que él la amaba tanto como ella, fueron como un bálsamo para su angustiado corazón, que desde aquella noche infernal, en el norte del reino italiano, había perdido casi todos sus afectos y también todo aquello que poseía. Saber que Eghon comprendía el carácter de sus hermanos, la hizo sonreír, aunque una nube de pesar se anidó en su semblante, cuando él afirmó que era en parte como sus hermanos. Ella, no deseaba que su amado volviera a estar lejos, ni de ella, ni de los hijos que Dios le diera. Prefería que se convirtiera en un empresario, en un terrateniente, como lo había sido su padre y le estaba haciendo la hermana de Eghon.
Ante la negativa del inquisidor a contarle sobre su hermana, al principio se asustó ¿porque no desearía contarle sobre ella, sobre las tierras que formaban parte de su hogar, de su clan? mas al escuchar como él la invitaba a su hogar, para - seguramente - ser él en persona quien le enseñara aquellos lugares. Todo el miedo que hasta asía un momento se había vuelto a apoderar de la italiana, se deshizo, como la escarcha tras salir el sol de la mañana. Chiara sonrió, y asintió varias veces con delicados movimientos de su cabeza, - Si, si, claro que deseo acompañarte - su sonrisa iluminaba su rostro. Fue entonces que un viento un tanto helado, acarició su espalda, haciendo que de pronto ella pusiera atención en el color del paisaje, ¿cuanto tiempo habían estado allí? ¿como podía evaporarse segundos, minutos y horas? el reloj de una iglesia cercana, marcaba las cinco y cuarenta de la tarde, y aunque aún había un par de horas mas de sol, pronto las sombras irían apoderándose de los rincones. Chiara tembló, aún temía a la oscuridad, cada noche era un suplicio. Suspiró antes de hablar, - Eghon, debo volver a casa... desearía quedarme contigo desde ahora, hasta el resto de mi vida... pero, Giro, se preocupará si estoy fuera de casa antes de que llegue el anochecer - se justificó. Apretó con cariño las manos del inquisidor, que estaban entrelazadas con las suyas, sonrió y le miró a los ojos mientras le preguntaba, - ¿Quisieras acompañarme a la mansión de mi hermano? ¿querrías conocerlo y cenar con nosotros?- contuvo el aliento, mientras su corazón latía apresurado, deseaba que él digiera que si, pero no estaba segura si eso sería posible.
Ante la negativa del inquisidor a contarle sobre su hermana, al principio se asustó ¿porque no desearía contarle sobre ella, sobre las tierras que formaban parte de su hogar, de su clan? mas al escuchar como él la invitaba a su hogar, para - seguramente - ser él en persona quien le enseñara aquellos lugares. Todo el miedo que hasta asía un momento se había vuelto a apoderar de la italiana, se deshizo, como la escarcha tras salir el sol de la mañana. Chiara sonrió, y asintió varias veces con delicados movimientos de su cabeza, - Si, si, claro que deseo acompañarte - su sonrisa iluminaba su rostro. Fue entonces que un viento un tanto helado, acarició su espalda, haciendo que de pronto ella pusiera atención en el color del paisaje, ¿cuanto tiempo habían estado allí? ¿como podía evaporarse segundos, minutos y horas? el reloj de una iglesia cercana, marcaba las cinco y cuarenta de la tarde, y aunque aún había un par de horas mas de sol, pronto las sombras irían apoderándose de los rincones. Chiara tembló, aún temía a la oscuridad, cada noche era un suplicio. Suspiró antes de hablar, - Eghon, debo volver a casa... desearía quedarme contigo desde ahora, hasta el resto de mi vida... pero, Giro, se preocupará si estoy fuera de casa antes de que llegue el anochecer - se justificó. Apretó con cariño las manos del inquisidor, que estaban entrelazadas con las suyas, sonrió y le miró a los ojos mientras le preguntaba, - ¿Quisieras acompañarme a la mansión de mi hermano? ¿querrías conocerlo y cenar con nosotros?- contuvo el aliento, mientras su corazón latía apresurado, deseaba que él digiera que si, pero no estaba segura si eso sería posible.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
- Mensajes : 528
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