AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Fiesta de presentación (Hania)
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Fiesta de presentación (Hania)
La inquisición llevaba pisándome los talones demasiado tiempo. París se había convertido en un nido de serpientes, peligroso mortal. No podía abandonarlo, no hasta ver el futuro que le deparaba a mi hermano, mas llevaba lejos de Transilvania demasiado tiempo.
Allí el tiempo pasaba, las cosas no eran fáciles, menos cuando tratas principalmente con otros inmortales.
Se acercaba la fiesta de mascaras, vital para nuestra raza. Los mas altos cargos de la nobleza acudirían a mi castillo y como no, yo el anfitrión debía de estar allí preparado para tal evento.
Ordené a mis esclavas que prepararan todo para el viaje, gran suma de dinero en manos del capitán del navío y una misiva para mi hermano revelándole los nuevos acontecimientos.
Él y su esposa estaban invitados a la celebración en mi humilde morada, mas algo me decía que declinaría la oferta encabezonado como estaba de continuar en aquella maldita ciudad Francesa.
Ahora solo faltaba comunicar mi decision a Hania, la joven que encontré hacia apenas unas semanas maltrecha en un callejón cercano a la morgue.
Nuestra relación era “extraña” había despertado en mi sentimientos que creía no tener, algo así como una paternidad necesaria, un instinto de protección excesivo y a su vez una desesperación animal por no conseguir que cediera frente a mis enseñanzas.
Paciencia era algo que no tenia, mas con ella estaba haciendo la mayor excepción de mi vida.
Como de costumbre Hania estaba frente a su tocador blanco, el espejo le devolvía una preciosa imagen casi angelical de un rostro joven y bello.
¿Cuando se daría cuenta del poder que tenia ese cuerpo?
Una de las doncellas que le había puesto tras el ultimo incidente con mis esclavas, peinaba su cabello con un peine de plata.
Sus ojos brillaron al verme a través del espejo y con rapidez se alzo para correr hasta mis brazos.
Sonreí complacido por su acto, mientras mis dedos acariciaban su preciosa melena castaña.
-Tengo un regalo para ti -aseguré buscando sus ojos azules mientras esta alzaba la mirada satisfecha -mas primero -saqué la bolsa de sangre refrigerada para que se la bebiera.
Nos costaba bastante aun a estas alturas que asimilara el alimento, lo que impedía que recuperara el aspecto perfecto que lucían las demás vampiresas.
Hania tomo la bolsa hundiendo allí sus colmillos con saña, ojos carmesí que me enfrentaron ,si ella pudiera entender lo provocadora que me resultaba esa imagen de ella.
Cuando bebió suficiente, al menos, suficiente para su menudo cuerpo me busco exigente, quería su regalo.
De mi chaqué saque una caja envuelta en terciopelo rojo. Sus manos no tardaron en abrirla para encontrar en su interior una joya de gran valor.
Un rubí en el centro engalardonado de diamantes a su alrededor prendidos por oro blanco y una cadena a juego.
-Es para ti -aseguré cuando alzo la vista sin comprender -vas a acompañarme a Transilvania, en estos días daré una fiesta en mi castillo, vendrá la mas alta sociedad inmortal y quiero que luzcas perfecta -aseguré sin darle lugar a replicas.
Tomé la joya y rodeé su cuerpo haciendo con la mano a un lado su pelo para con suavidad colocarla sobre su esbelto cuello cerrando el pasador.
-Quiero que elijas junto a la doncella un buen vestido, zapatos, todo lo que necesites para dicha celebración. Quiero presentarte en sociedad joven Hania
Allí el tiempo pasaba, las cosas no eran fáciles, menos cuando tratas principalmente con otros inmortales.
Se acercaba la fiesta de mascaras, vital para nuestra raza. Los mas altos cargos de la nobleza acudirían a mi castillo y como no, yo el anfitrión debía de estar allí preparado para tal evento.
Ordené a mis esclavas que prepararan todo para el viaje, gran suma de dinero en manos del capitán del navío y una misiva para mi hermano revelándole los nuevos acontecimientos.
Él y su esposa estaban invitados a la celebración en mi humilde morada, mas algo me decía que declinaría la oferta encabezonado como estaba de continuar en aquella maldita ciudad Francesa.
Ahora solo faltaba comunicar mi decision a Hania, la joven que encontré hacia apenas unas semanas maltrecha en un callejón cercano a la morgue.
Nuestra relación era “extraña” había despertado en mi sentimientos que creía no tener, algo así como una paternidad necesaria, un instinto de protección excesivo y a su vez una desesperación animal por no conseguir que cediera frente a mis enseñanzas.
Paciencia era algo que no tenia, mas con ella estaba haciendo la mayor excepción de mi vida.
Como de costumbre Hania estaba frente a su tocador blanco, el espejo le devolvía una preciosa imagen casi angelical de un rostro joven y bello.
¿Cuando se daría cuenta del poder que tenia ese cuerpo?
Una de las doncellas que le había puesto tras el ultimo incidente con mis esclavas, peinaba su cabello con un peine de plata.
Sus ojos brillaron al verme a través del espejo y con rapidez se alzo para correr hasta mis brazos.
Sonreí complacido por su acto, mientras mis dedos acariciaban su preciosa melena castaña.
-Tengo un regalo para ti -aseguré buscando sus ojos azules mientras esta alzaba la mirada satisfecha -mas primero -saqué la bolsa de sangre refrigerada para que se la bebiera.
Nos costaba bastante aun a estas alturas que asimilara el alimento, lo que impedía que recuperara el aspecto perfecto que lucían las demás vampiresas.
Hania tomo la bolsa hundiendo allí sus colmillos con saña, ojos carmesí que me enfrentaron ,si ella pudiera entender lo provocadora que me resultaba esa imagen de ella.
Cuando bebió suficiente, al menos, suficiente para su menudo cuerpo me busco exigente, quería su regalo.
De mi chaqué saque una caja envuelta en terciopelo rojo. Sus manos no tardaron en abrirla para encontrar en su interior una joya de gran valor.
Un rubí en el centro engalardonado de diamantes a su alrededor prendidos por oro blanco y una cadena a juego.
-Es para ti -aseguré cuando alzo la vista sin comprender -vas a acompañarme a Transilvania, en estos días daré una fiesta en mi castillo, vendrá la mas alta sociedad inmortal y quiero que luzcas perfecta -aseguré sin darle lugar a replicas.
Tomé la joya y rodeé su cuerpo haciendo con la mano a un lado su pelo para con suavidad colocarla sobre su esbelto cuello cerrando el pasador.
-Quiero que elijas junto a la doncella un buen vestido, zapatos, todo lo que necesites para dicha celebración. Quiero presentarte en sociedad joven Hania
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Fiesta de presentación (Hania)
- A life with love is a life that's been lived:
El viaje a Rumanía era duro y largo, por carretera y por mar, se hacía necesario el uso de ataúdes para estar a salvo de la luz solar. Assur lo había dispuesto todo con gran eficacia y la travesía apenas tomó una semana. La primera noche que Hania tuvo que entrar en la caja sintió una desazón terrible.
A pesar de que Assur le prometió que estaría allí por la noche y que no ocurría nada, Hania empezó a agobiarse conforme le venían recuerdos a su torturada mente. La morgue. El nicho. Sus gritos ahogados, su llanto, sus arañazos y golpes que nadie atendía. Y finalmente el estudiante que abrió lamentablemente ese nicho y encontró la muerte en sus colmillos. Sintió que se ahogaba, que la desesperación hacía mella en ella de una forma como nunca antes había sentido. Trató de aguantar, de ser fuerte, de no darle la brasa a Assur, pero el ataúd era demasiado para ella. Arañó y golpeó con furia hasta que abrió la tapa y consiguió salir. Era de dia y al salir de él su pie desnudo rozó un rayo de sol y se llenó de ampollas de inmediato, pero le dio absolutamente igual. Se agazapó en la oscuridad, abrazandose las rodillas hasta que el sol dejó de bañar el ataúd de Assur y entonces se acercó a él abriendolo con sumo cuidado. El vampiro descansaba tranquilamente, trató de no despertarlo. El espacio era pequeño pero ella era menuda y ya se había acostumbrado a dormirse cerca de él. Sólo pensar en ese ataúd la ahogaba en una claustrofobia intensa. Se acurrucó contra Assur y bajó la tapa de la caja. El ataúd no dejaba demasiado espacio, así que se colocó sobre el costado y posó la mano sobre el pecho del vampiro y la mejilla sobre su hombro. Sólo así consiguió dormise, y cada día igual, lo intentaba, pero no podía... ¿o no quería?
Antes de salir, en París, Assur le hizo un regalo, le llevó una caja de terciopelo con una magnífica joya, un rubí del rojo más puro que había visto jamás, rodeado de diamantes. Nunca había visto nada tan bonito, sus ojos eran el reflejo de la más pura sorpresa. Le habría dado igual si se tratase de una concha anudada con un cordel, jamás se lo quitaría, porque se lo había regalado él y para Hania esa joya encarnaba un trocito del corazón de Assur y ella lo tenía pegado a su piel, a su cuello, para sentirlo en todo momento. Le apartó el pelo y se lo colocó, y en ese mismo instante sintió algo tan potente que el miedo la sacudió cerrando las puertas de su mente. Ese gesto marcaría para siempre el rumbo de la joven vampiresa.
¿Una fiesta para presentarla? Oh, dioses!! jamás había estado en una fiesta, no se le daba bien estar con gente y menos ser el centro de atención. Pero Assur deseaba hacerlo así y ella no podía defraudarlo. Tenía un trocito de su corazón reposando sobre su pecho...vale, era una piedra pero para ella significaba mucho más.
Eligió con la doncella un vestido de color marfil, más sencillo y elegante de lo que la criada hubiera querido, porque lo que se llevaba entre los vampiros de la "alta sociedad" era mucho más ostentoso y rococó.
Esa noche estaba tan nerviosa que no sabía dónde poner las manos. Era importante para Assur, y ya podía sentir la gran concentración de mentes en el gran salón. Sintió la angustia anidada en su interior y estuvo tentada de salir corriendo y ocultarse en el sótano, pero alzaba la mano y la joya que reposaba en su cuello le recordaba dónde debía estar aunque le aterrorizase la idea. ¿No tenía por qué hablar, no? permanecería callada en segundo plano y ya está, con suerte la noche transcurriese rápidamente y no tuviera que...Una campanada le anunció con un sobresalto la hora marcada. Descendió las escaleras y esperó a Assur allí.
- La joya.:
- Hania:
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/02/2017
Localización : perdida entre las nieblas de su mente
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
El viaje resulto largo, duro, sobre todo para la pequeña inmortal a la que escuchaba arañar las primeras noches su ataúd asustada para acabar en el mio echa un ovillo contra mi cuerpo.
Hacia como que no me daba cuenta, como si no lograra sacarme de ese letargo que el día llevaba a mi cuerpo, mas su olor, su calor frio, sus manos acariciando mi pecho eran suficiente para despertar una invisible sonrisa.
Así cada noche, sabia que vendría y admito me gustaba que lo hiciera aunque no estaba dispuesto a reconocer esa parte paternal que había surgido en mi.
Quizás empezaba a tener demasiadas debilidades, debilidades que me completaban, que me hacían sonreír pero que era consciente que en algún momento podían hacerme llorar arrastrándome al mas oscuro de los abismos.
Es difícil hundirte cuando no tienes carga sobre tus hombros, cuando estas vació como la nada, así es fácil sobrevivir seis mil años y hubiera podido hacerlo otros seis mil, mas si cedía, si bajaba los escudos y dejaba entrar en mi vida a alguien todo seria distinto.
Hania era feliz, podía ver sus ojos brillar al alcanzar Rumania, el castillo en Transilvania podía hacerla soñar en otras épocas románticas donde podría sin duda ser una princesa de un cuento de hadas.
Había pedido preparar su cámara, una perfecta para la edad que ostentaba, y la doncella que la acompañaba a todos los sitios no dudo en seguirla resoplando pues alcanzar a la joven era un autentico suplicio escaleras arriba para ver la sorpresa que allí encontraría.
Los mozos subieron todo su equipaje y yo me retiré al despacho copa de whisky en mano, tena asuntos que solucionar, así que posiblemente ya no vería a la pequeña hasta las doce de la noche cuando la fiesta nos hiciera coincidir en el gran salón.
Me preparé en mis aposentos y como buen anfitrión recibí a todos los invitados que no dudaron en traer presentes y como no, en preguntarme por esa joven doncella que hoy presentaría en sociedad como mi chiquilla.
Nunca había trasformado a nadie, tampoco dado cobijo a ningún inmortal, así que digamos que la curiosidad y los rumores corrían por cada rincón del castillo creando una gran curiosidad.
Cuando la pequeña bajó por las escaleras pisando con timidez la alfombra roja el silencio se hizo, todos admiraban a aquella joven, mas delgada de lo normal, mas perfectamente engalardonada con un traje claro que resaltaba su belleza y un recogido que mostraba su largo e impoluto cuello.
Bajo las escaleras yo y mi eterna sonrisa mas que dispuesto a recibirla, le tendí la mano cuando alcanzó el ultimo escalón.
-Estas preciosa -aseguré pese a la simpleza de su vestido -el primer baile es mio -susurré en su oído -quizás te los robé todos -bromeé con un guiño.
Hacia como que no me daba cuenta, como si no lograra sacarme de ese letargo que el día llevaba a mi cuerpo, mas su olor, su calor frio, sus manos acariciando mi pecho eran suficiente para despertar una invisible sonrisa.
Así cada noche, sabia que vendría y admito me gustaba que lo hiciera aunque no estaba dispuesto a reconocer esa parte paternal que había surgido en mi.
Quizás empezaba a tener demasiadas debilidades, debilidades que me completaban, que me hacían sonreír pero que era consciente que en algún momento podían hacerme llorar arrastrándome al mas oscuro de los abismos.
Es difícil hundirte cuando no tienes carga sobre tus hombros, cuando estas vació como la nada, así es fácil sobrevivir seis mil años y hubiera podido hacerlo otros seis mil, mas si cedía, si bajaba los escudos y dejaba entrar en mi vida a alguien todo seria distinto.
Hania era feliz, podía ver sus ojos brillar al alcanzar Rumania, el castillo en Transilvania podía hacerla soñar en otras épocas románticas donde podría sin duda ser una princesa de un cuento de hadas.
Había pedido preparar su cámara, una perfecta para la edad que ostentaba, y la doncella que la acompañaba a todos los sitios no dudo en seguirla resoplando pues alcanzar a la joven era un autentico suplicio escaleras arriba para ver la sorpresa que allí encontraría.
Los mozos subieron todo su equipaje y yo me retiré al despacho copa de whisky en mano, tena asuntos que solucionar, así que posiblemente ya no vería a la pequeña hasta las doce de la noche cuando la fiesta nos hiciera coincidir en el gran salón.
Me preparé en mis aposentos y como buen anfitrión recibí a todos los invitados que no dudaron en traer presentes y como no, en preguntarme por esa joven doncella que hoy presentaría en sociedad como mi chiquilla.
Nunca había trasformado a nadie, tampoco dado cobijo a ningún inmortal, así que digamos que la curiosidad y los rumores corrían por cada rincón del castillo creando una gran curiosidad.
Cuando la pequeña bajó por las escaleras pisando con timidez la alfombra roja el silencio se hizo, todos admiraban a aquella joven, mas delgada de lo normal, mas perfectamente engalardonada con un traje claro que resaltaba su belleza y un recogido que mostraba su largo e impoluto cuello.
Bajo las escaleras yo y mi eterna sonrisa mas que dispuesto a recibirla, le tendí la mano cuando alcanzó el ultimo escalón.
-Estas preciosa -aseguré pese a la simpleza de su vestido -el primer baile es mio -susurré en su oído -quizás te los robé todos -bromeé con un guiño.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Fiesta de presentación (Hania)
Hania estaba realmente nerviosa, le olía que el vestido no era lo que esperarían de ella siendo vástago de Assur, pero no se aclaraba con esos ostentosos modelitos que parecían campanas y tan llenos de encajes que iban a reventar. Se olía también que su aspecto no sería el que todos esperaban, porque siendo Assur, lo lógico es que hubiera "adoptado" a una fierza indomable, a una mujer de bandera, poderosa, fuerte, letal.
Le entró el pánico, porque le llegaron meridianamente claros los pensamientos cuando apareció por la escalera. " Está muy delgada"..."¿De dónde ha salido, del hospital de tuberculosos?" "¿No había otro vestido más mojigato? Esa cría no le pega a Assur"... y un sinfín más de desaprobaciones. Tan sólo algunos vampiros, quizás más prudentes, quizás más sensatos, pensaron que era "Una jovencita interesante" que "Assur había hecho una curiosa e interesante elección."
A pesar de que algunos cainitas habían levantado barreras mentales, Hania podía captar sutilmente algunos de ellos, su poder estaba amplificado por su mente rota de humana, seguramente como vampira no valiese mucho, era débil y estaba chalada, pero por contra sus poderes mentales eran mucho más fuertes que los de la mayoria.
Escuchó la curiosidad, los celos, la envidia, la decepción y alguna cosa que más tarde tardaría de aislar, porque no iba con ella, era inquina contra Assur y eso le preocupaba. Pero en ese momento estaba demasiado pendiente de no matarse por la escalera para detectar de dónde venían aquellas voces en contra de su Sol.
Descendió los escalones y tomó la mano de Assur que la invitaba a bailar y la recibía con una sonrisa. Al verlo allí con la mano tendida y esa sonrisa que ya conocía bien, se hizo el silencio en su cabeza y por unos segundos sólo existió el sol. La misma mano que la salvó de las alcantarillas, la misma sonrisa que la hizo abrir los ojos y querer salir de aquella miseria, dándole una nueva vida. Podía sentir el rubí apoyado en su pecho, recordándole a quién no debía decepcionar.
Se detuvo un instante mirando a la concurrencia y realizó una leve reverencia a modo de saludo hacia todos ellos para luego aceptar el agarre de Assur y el baile. No sabía bailar, pero Assur sí y sólo tenía que dejarse llevar por él.
¿Qué estaría pensando? tenía levantadas las barreras aunque a veces se le escapaba que ella le hacía débil. Se moría de ganas de decirle que antes se quitaría la vida que provocarle ningun tipo de dolor, que se esforzaría por ser lo que él quería que fuera, aunque no siempre lo consiguiera porque su cabeza le jugaba malas pasadas. Que siempre se sentía pequeña, insignificante, acobardada, excepto cuando la dejaba colarse en su cama, o cuando la miraba así. Pero no le diría nada. Y menos ahora.
La música los llevó y se movió liviana, etérea, sintiendo que Assur le había dado el sol y alas para volar. Algún día quizás se las cortase, quizás cayese en picado desde ese cielo a las alcantarillas de nuevo. Pero ahora se sentía aire, y el aire no se podía atrapar. Ninguno de los vampiros que estaban allí podían tenerla porque era aire, y revoloteaba acariciando al sol.
Le entró el pánico, porque le llegaron meridianamente claros los pensamientos cuando apareció por la escalera. " Está muy delgada"..."¿De dónde ha salido, del hospital de tuberculosos?" "¿No había otro vestido más mojigato? Esa cría no le pega a Assur"... y un sinfín más de desaprobaciones. Tan sólo algunos vampiros, quizás más prudentes, quizás más sensatos, pensaron que era "Una jovencita interesante" que "Assur había hecho una curiosa e interesante elección."
A pesar de que algunos cainitas habían levantado barreras mentales, Hania podía captar sutilmente algunos de ellos, su poder estaba amplificado por su mente rota de humana, seguramente como vampira no valiese mucho, era débil y estaba chalada, pero por contra sus poderes mentales eran mucho más fuertes que los de la mayoria.
Escuchó la curiosidad, los celos, la envidia, la decepción y alguna cosa que más tarde tardaría de aislar, porque no iba con ella, era inquina contra Assur y eso le preocupaba. Pero en ese momento estaba demasiado pendiente de no matarse por la escalera para detectar de dónde venían aquellas voces en contra de su Sol.
Descendió los escalones y tomó la mano de Assur que la invitaba a bailar y la recibía con una sonrisa. Al verlo allí con la mano tendida y esa sonrisa que ya conocía bien, se hizo el silencio en su cabeza y por unos segundos sólo existió el sol. La misma mano que la salvó de las alcantarillas, la misma sonrisa que la hizo abrir los ojos y querer salir de aquella miseria, dándole una nueva vida. Podía sentir el rubí apoyado en su pecho, recordándole a quién no debía decepcionar.
Se detuvo un instante mirando a la concurrencia y realizó una leve reverencia a modo de saludo hacia todos ellos para luego aceptar el agarre de Assur y el baile. No sabía bailar, pero Assur sí y sólo tenía que dejarse llevar por él.
¿Qué estaría pensando? tenía levantadas las barreras aunque a veces se le escapaba que ella le hacía débil. Se moría de ganas de decirle que antes se quitaría la vida que provocarle ningun tipo de dolor, que se esforzaría por ser lo que él quería que fuera, aunque no siempre lo consiguiera porque su cabeza le jugaba malas pasadas. Que siempre se sentía pequeña, insignificante, acobardada, excepto cuando la dejaba colarse en su cama, o cuando la miraba así. Pero no le diría nada. Y menos ahora.
La música los llevó y se movió liviana, etérea, sintiendo que Assur le había dado el sol y alas para volar. Algún día quizás se las cortase, quizás cayese en picado desde ese cielo a las alcantarillas de nuevo. Pero ahora se sentía aire, y el aire no se podía atrapar. Ninguno de los vampiros que estaban allí podían tenerla porque era aire, y revoloteaba acariciando al sol.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/02/2017
Localización : perdida entre las nieblas de su mente
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
Todos los ojos sobre nosotros, su mano sobre mi derecha, mi izquierda en su cintura y ambos con los ojos anclados en los del otro.
Danzamos con facilidad, su vestido parecía etéreo sobrevolando la sala mientras mi sonrisa ladeada le mostraba lo complacido que me sentía por la elección de todo lo que llevaba.
Puede que no fuera exactamente lo que esperaba el resto. Hania era diferente a las mujeres que frecuentaba, ella tenia un porte elegante, en absoluto era una dama exuberante, mas en su sencillez residía la enorme belleza que ostentaba, así como el deseo que despertaba en mi su elegancia.
-Estas preciosa -susurré acercando mis labios a su oído – no dejes que el resto de presentes te haga creer lo contrario.
Pronto a nosotros se nos unió el resto de inmortales que perfectamente vestidos de etiqueta se unieron a aquella danza inagural.
Podía oír no solo los murmullos de las damas asegurando que pronto me cansaría de aquella chiquilla, que no parecía capaz de complacerme con ese minúsculo cuerpo poco voluptuoso y que no entendían que había visto en ella.
Ladeé la sonrisa conocedor de las envidias que en ese momento Hania despertaba frente a los allí presentes.
-¿Deseas una copa? -pregunté cuando las ultimas notas fueron tocadas por aquella maravillosa banda de música.
Traje sendas copas de whisky doble y deposité una en la mano de mi joven chiquilla.
-Bebe -susurré acercando mis labios a su mejilla para depositar un casto beso -hazlo despacio, o acabaras borracha -bromeé guiñandole un ojo.
Me hubiera resultado excitante tenerla en mi lecho borracha a mi merced, aunque claro mis pensamientos mas oscuros no eran muy apropiados dado el infantil carácter de la doncella que había elegido como mi “hija”
Sentí una palmada en mi espalda y me giré para enfrentarme a Lorian Blake, un antiguo inmortal, gran amigo de correrías con el que había compartido no solo interesantes negocios que nos habían resultado infinitamente ventajosos a ambos como excitantes noches distintas a las normales.
No dudé en presentarle a la pequeña Hania, este la saludo con efusividad, sabia que él vería en ella exactamente lo mismo que veía yo, elegancia, perfección y como no, inocencia, la sensual inocencia que cualquier inmortal mataría por quebrar.
Mi amigo me preguntó si pensaba permanecer en Transilvania o si viajaría de nuevo a París.
-Me vuelvo a Paris Lorian, pronto será la boda de mi hermano y voy a asistir -le di un codazo con cierta picardia a este -Sun me acompañara en esta ocasión, hemos tenido un par de encuentros interesantes en este viaje y para que mentir, aun no he quedado saciado de esa inmortal.
La risa de ambos inundo la estancia, mientras la joven doncella que lo acompañaba daba conversación a Hania.
-¿y tu viejo amigo? Te veo bien acompañado -añadí señalando a la doncella de ojos verdes, pelo dorado y cuerpo curvilíneo con un vestido que nada dejaba a la imaginación de ningún hombre.
-Es mi nueva esclava -respondió con una picara sonrisa -ya me conoces, me gustan las mujeres, son mi perdición. De echo te he traído un presente que algo me dice te gustara, aunque viendo tus nuevos gustos -añadió mirando de reojo a mi acompañante.
Negué con la cabeza, dando un trago al vaso hasta apurarlo para de inmediato ser servido de nuevo por una de las camareras semidesnudas que recorrían el gran salón haciendo las delicias de propios y extraños.
-No, Hania y yo tenemos una relación mas paterno -filial de lo que tu perturbada mente imagina -sentencie entre risas.
Danzamos con facilidad, su vestido parecía etéreo sobrevolando la sala mientras mi sonrisa ladeada le mostraba lo complacido que me sentía por la elección de todo lo que llevaba.
Puede que no fuera exactamente lo que esperaba el resto. Hania era diferente a las mujeres que frecuentaba, ella tenia un porte elegante, en absoluto era una dama exuberante, mas en su sencillez residía la enorme belleza que ostentaba, así como el deseo que despertaba en mi su elegancia.
-Estas preciosa -susurré acercando mis labios a su oído – no dejes que el resto de presentes te haga creer lo contrario.
Pronto a nosotros se nos unió el resto de inmortales que perfectamente vestidos de etiqueta se unieron a aquella danza inagural.
Podía oír no solo los murmullos de las damas asegurando que pronto me cansaría de aquella chiquilla, que no parecía capaz de complacerme con ese minúsculo cuerpo poco voluptuoso y que no entendían que había visto en ella.
Ladeé la sonrisa conocedor de las envidias que en ese momento Hania despertaba frente a los allí presentes.
-¿Deseas una copa? -pregunté cuando las ultimas notas fueron tocadas por aquella maravillosa banda de música.
Traje sendas copas de whisky doble y deposité una en la mano de mi joven chiquilla.
-Bebe -susurré acercando mis labios a su mejilla para depositar un casto beso -hazlo despacio, o acabaras borracha -bromeé guiñandole un ojo.
Me hubiera resultado excitante tenerla en mi lecho borracha a mi merced, aunque claro mis pensamientos mas oscuros no eran muy apropiados dado el infantil carácter de la doncella que había elegido como mi “hija”
Sentí una palmada en mi espalda y me giré para enfrentarme a Lorian Blake, un antiguo inmortal, gran amigo de correrías con el que había compartido no solo interesantes negocios que nos habían resultado infinitamente ventajosos a ambos como excitantes noches distintas a las normales.
No dudé en presentarle a la pequeña Hania, este la saludo con efusividad, sabia que él vería en ella exactamente lo mismo que veía yo, elegancia, perfección y como no, inocencia, la sensual inocencia que cualquier inmortal mataría por quebrar.
Mi amigo me preguntó si pensaba permanecer en Transilvania o si viajaría de nuevo a París.
-Me vuelvo a Paris Lorian, pronto será la boda de mi hermano y voy a asistir -le di un codazo con cierta picardia a este -Sun me acompañara en esta ocasión, hemos tenido un par de encuentros interesantes en este viaje y para que mentir, aun no he quedado saciado de esa inmortal.
La risa de ambos inundo la estancia, mientras la joven doncella que lo acompañaba daba conversación a Hania.
-¿y tu viejo amigo? Te veo bien acompañado -añadí señalando a la doncella de ojos verdes, pelo dorado y cuerpo curvilíneo con un vestido que nada dejaba a la imaginación de ningún hombre.
-Es mi nueva esclava -respondió con una picara sonrisa -ya me conoces, me gustan las mujeres, son mi perdición. De echo te he traído un presente que algo me dice te gustara, aunque viendo tus nuevos gustos -añadió mirando de reojo a mi acompañante.
Negué con la cabeza, dando un trago al vaso hasta apurarlo para de inmediato ser servido de nuevo por una de las camareras semidesnudas que recorrían el gran salón haciendo las delicias de propios y extraños.
-No, Hania y yo tenemos una relación mas paterno -filial de lo que tu perturbada mente imagina -sentencie entre risas.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Fiesta de presentación (Hania)
Hania no bebía alcohol, ni siquiera cuando era humana porque su mente rota ya estaba lo suficientemente trastornada sin la necesidad de ninguna droga, así que aceptó la copa y apenas se mojó los labios. Assur la entendía bastante para conocerla apenas unas semanas, pero no alcanzaba a entender la magnitud de aquel universo que era su propia mente y en la que solía encerrarse cuando el mundo se le hacía cuesta arriba y le resultaba incomprensible.
Entonces un vampiro los interceptó y de inmediato notó la comodidad de Assur con él, debían ser amigos desde hacía mucho tiempo. ¿Miles de años? Dioses! miles de años. ¿Quién podía vivir tanto y no enloquecer? al parecer ellos. El vampiro la saludó con efusividad, su aura a pesar de ser pálida no era como la de Assur que era como un día nevado de Navidad o una tarde soleada en el desierto, la de Lorian era de un azul pálido y chispeante con tintes verdosos, descarado como un pavo real. Esa evocación la hizo sonreir, sería mejor que no lo llamase pavo, podría ofenderlo. Lo saludó con cierta timidez a él y a la mujer que lo acompañaba, a quien le latía un corazón debajo de aquella piel. ¿Sólo ella se ponía nerviosa al sentirlo? al parecer todos allí tenían controlados los instintos. Se esforzó por prestar atención a otras cosas para no escuchar ese corazón batir tan fuerte cerca de ella. Así fue como escuchó lo de la boda del otro Black y que a Assur lo acompañaría una tal Sunshine y las imágenes de esos encuentros las vio pasar por su mente.
Esa era la vampira a la que hizo referencia la esclava que le dijo que ella era una carga para Assur, la amiga especial, la novia, la que no estaría muy feliz de saber que ella ocupaba la misma cama que el hijo de Caín cuando éste no dormía acompañado.
No podía culparla por eso, ella también quería atesorar el sol. Pero jamás le pondría una jaula, antes se mataría de hambre que verlo atrapado en algo que lo hiciera menos libre. Le dirigió una mirada a Assur, indescifrable, sólo ella sabía lo que estaba pensando en ese momento. Él destacaba entre tanto oro y tanta seda, entre aquellos rostros eternamente jóvenes y pálidos, entre aquellas sonrisas crueles o irónicas. Era como si lo bañase una luz especial ¿O quizás fuera su mente estropeada la que la hacía ver cosas donde no las había? Por un momento sintió que el corazón le daba vuelco, aunque eso no era posible, porque estaba muerto y quieto.
Se había perdido de nuevo en su propia realidad cuando una mano se posó en su hombro.
— ... ¿y usted?.— ¿Qué? ¿y usted... qué? ¿alguien le estaba hablando? Siguió el recorrido de aquella mano que acababa en un rostro maduro de unos cincuenta años. Era una mujer elegante con ese porte regio que sólo da cierta edad y veteranía.
— disculpeme no la escuché... estaba distraída. ¿Puede repetirme la pregunta?.— La vampira pudo observar la turbación en el rostro de la joven y esgrimió una fina sonrisa.
— Ahora entiendo un poco mejor la decisión de Assur, no me cabía duda de que no eras corriente. Decía que mi nombre es Veturia y qeu estas fiestas no suelen gustarme demasiado.— Hania la miró de hito en hito.
— Veturia...¿La Veturia de la historia? ¿La madre de Cayo Marcio?...— La mujer esbozó una sonrisa complacida. Al parecer la cría rubia era algo más que una cara bonita.
— La misma. Sabes de historia ¿tuviste algun tutor?.— estaba dando por supuesto que ella nació en una buena familia y nada más lejos. Negó con la cabeza.
— En Saint Clemence había libros y no salía mucho a jugar con los demás, hacía frío.— Hizo referencia al orfanato sin darle más importante al hecho de saber de historia porque se refugiaba en los libros que eran los únicos que no torturaban su mente o su persona.— ¿Cómo era Roma hace 2500 años?
— Sucia y maloliente. Mas o menos como ahora, pero la gente era menos imbécil.— Hania rompió a reir. Le gustaba esa mujer. Observó su aura y era del color de la arena, tranquila y cálida. La romana la miró como quien mira a una hija o a una nieta, con cierta condescendencia y preguntandose qué tipo de vida le esperaba al lado de Assur Black. Le enterneció ese pensamiento de la mujer, pero por otro lado...¿por qué todo el mundo pensaba que Assur era tan malo?
— No he salido nunca de París, excepto para venir aquí... algun día me gustaría ver Roma. ¿Podría contarme las historias que no salen en los libros?.— Los intensos ojos azules de Hania brillaban con cierto entusiasmo. Veturia asintió. Esa niña no iba a durar ni un suspiro cuando se cernieran sobre ella todos los buitres carroñeros que intentarían ganarsela para ganar el favor de Assur, o al revés para hacerle daño.
Entonces un vampiro los interceptó y de inmediato notó la comodidad de Assur con él, debían ser amigos desde hacía mucho tiempo. ¿Miles de años? Dioses! miles de años. ¿Quién podía vivir tanto y no enloquecer? al parecer ellos. El vampiro la saludó con efusividad, su aura a pesar de ser pálida no era como la de Assur que era como un día nevado de Navidad o una tarde soleada en el desierto, la de Lorian era de un azul pálido y chispeante con tintes verdosos, descarado como un pavo real. Esa evocación la hizo sonreir, sería mejor que no lo llamase pavo, podría ofenderlo. Lo saludó con cierta timidez a él y a la mujer que lo acompañaba, a quien le latía un corazón debajo de aquella piel. ¿Sólo ella se ponía nerviosa al sentirlo? al parecer todos allí tenían controlados los instintos. Se esforzó por prestar atención a otras cosas para no escuchar ese corazón batir tan fuerte cerca de ella. Así fue como escuchó lo de la boda del otro Black y que a Assur lo acompañaría una tal Sunshine y las imágenes de esos encuentros las vio pasar por su mente.
Esa era la vampira a la que hizo referencia la esclava que le dijo que ella era una carga para Assur, la amiga especial, la novia, la que no estaría muy feliz de saber que ella ocupaba la misma cama que el hijo de Caín cuando éste no dormía acompañado.
No podía culparla por eso, ella también quería atesorar el sol. Pero jamás le pondría una jaula, antes se mataría de hambre que verlo atrapado en algo que lo hiciera menos libre. Le dirigió una mirada a Assur, indescifrable, sólo ella sabía lo que estaba pensando en ese momento. Él destacaba entre tanto oro y tanta seda, entre aquellos rostros eternamente jóvenes y pálidos, entre aquellas sonrisas crueles o irónicas. Era como si lo bañase una luz especial ¿O quizás fuera su mente estropeada la que la hacía ver cosas donde no las había? Por un momento sintió que el corazón le daba vuelco, aunque eso no era posible, porque estaba muerto y quieto.
Se había perdido de nuevo en su propia realidad cuando una mano se posó en su hombro.
— ... ¿y usted?.— ¿Qué? ¿y usted... qué? ¿alguien le estaba hablando? Siguió el recorrido de aquella mano que acababa en un rostro maduro de unos cincuenta años. Era una mujer elegante con ese porte regio que sólo da cierta edad y veteranía.
— disculpeme no la escuché... estaba distraída. ¿Puede repetirme la pregunta?.— La vampira pudo observar la turbación en el rostro de la joven y esgrimió una fina sonrisa.
— Ahora entiendo un poco mejor la decisión de Assur, no me cabía duda de que no eras corriente. Decía que mi nombre es Veturia y qeu estas fiestas no suelen gustarme demasiado.— Hania la miró de hito en hito.
— Veturia...¿La Veturia de la historia? ¿La madre de Cayo Marcio?...— La mujer esbozó una sonrisa complacida. Al parecer la cría rubia era algo más que una cara bonita.
— La misma. Sabes de historia ¿tuviste algun tutor?.— estaba dando por supuesto que ella nació en una buena familia y nada más lejos. Negó con la cabeza.
— En Saint Clemence había libros y no salía mucho a jugar con los demás, hacía frío.— Hizo referencia al orfanato sin darle más importante al hecho de saber de historia porque se refugiaba en los libros que eran los únicos que no torturaban su mente o su persona.— ¿Cómo era Roma hace 2500 años?
— Sucia y maloliente. Mas o menos como ahora, pero la gente era menos imbécil.— Hania rompió a reir. Le gustaba esa mujer. Observó su aura y era del color de la arena, tranquila y cálida. La romana la miró como quien mira a una hija o a una nieta, con cierta condescendencia y preguntandose qué tipo de vida le esperaba al lado de Assur Black. Le enterneció ese pensamiento de la mujer, pero por otro lado...¿por qué todo el mundo pensaba que Assur era tan malo?
— No he salido nunca de París, excepto para venir aquí... algun día me gustaría ver Roma. ¿Podría contarme las historias que no salen en los libros?.— Los intensos ojos azules de Hania brillaban con cierto entusiasmo. Veturia asintió. Esa niña no iba a durar ni un suspiro cuando se cernieran sobre ella todos los buitres carroñeros que intentarían ganarsela para ganar el favor de Assur, o al revés para hacerle daño.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
Hania brillaba con luz propia, mientras hablaba y bebía con mi viejo amigo narrandonos historias pasadas, negocios extintos y aventuras varias, mis ojos perseguían por el gran salón a mi preciosa chiquilla incapaz de apartarle la vista de encima.
Complacido me fije en como los invitados la recorrían del mimo modo que yo, como pronto empezaban a comprender que había visto yo en ese pequeño ser que con su mente torturada dibujaba un aura distinta a todas las demás.
Era cierto, delgada, con la piel medio traslucida y con una ingenuidad que a todos nos hubiera excitado perturbar, mas a su vez poseía estrella, brillaba mas fuerte que todas ellas logrando que el firmamento quedara oscuro, sin brillo al lado de ella.
Tenia el poder de atraer a los inmortales como si fueramso polillas y ella fuera simplemente la luz.
Sus poderes crecian, era poderosa y ni siquiera lo sabia.
La vi detenerse para hablar ocn la romana, podía escuchar sus pensamientos altos y claros, como el resto pensaban que yo era un monstruo, lo era, para seguir vivo, ese era el único modo de mantenerse en pie y no caído.
De aquella sala con diferencia era el mas anciano de todos, solo por mis venas corría la autentica sangre de Cain y eso despertaba tanta admiración como envidia.
Me despedí de mi colega para acortar la distancia que me separaba de la joven Hania. Ladeé mi sonrisa dejando que la romana me viera mientras uno de mis brazos rodeo la cintura de mi pequeña y con la otra aparté su cabello depositando mis labios en su inmaculado cuello.
Deposité en el un casto beso mientras mis ojos desafiaban a la romana y le indicaba con claridad que ella era de mi propiedad.
-Vamos vieja, deberíais contarle mis grandezas y no asustar a la “chiquilla” -bromeé mientras mis dedos se paseaban por la cintura de la pequeña.
Dos hombres mas se acercaron, ambos eran hermanos gemelos, presentaron sus respetos a la dama, mientras como de costumbre uno empezaba una frase y oro la acababa.
Eran divertidos, aunque algo cargantes.
Ademas iban ya bastante ebrios, algo que convertía la situación en algo casi ilógico.
La romana los miro con desagrado mientras yo me limitaba a reírme por la situación creada.
-Eres demasiado atrayente Hania -susurré en su oído mientras su pelo se movía por el impacto de mi aliento.
Ambos hermanos le regalaron un presente hermoso, un para de pendientes procedentes de Egipto, una joya con dos piedras de jade en forma de estrella muy adecuado sin duda para ella.
La fiesta se animo cuando varias humanas desnudas y completamente drogadas por distintos opiaceos ocuparon la estancia.
Los asistentes no dudaron en darse un buen banquete, un buen baño de sangre y lujuria que escandalizo sin ninguna duda a la joven que me acompañaba.
-Somos vampiros Hania, así nos divertimos, así vivimos -añadí mientras esta se refugiaba en mi pecho.
Complacido me fije en como los invitados la recorrían del mimo modo que yo, como pronto empezaban a comprender que había visto yo en ese pequeño ser que con su mente torturada dibujaba un aura distinta a todas las demás.
Era cierto, delgada, con la piel medio traslucida y con una ingenuidad que a todos nos hubiera excitado perturbar, mas a su vez poseía estrella, brillaba mas fuerte que todas ellas logrando que el firmamento quedara oscuro, sin brillo al lado de ella.
Tenia el poder de atraer a los inmortales como si fueramso polillas y ella fuera simplemente la luz.
Sus poderes crecian, era poderosa y ni siquiera lo sabia.
La vi detenerse para hablar ocn la romana, podía escuchar sus pensamientos altos y claros, como el resto pensaban que yo era un monstruo, lo era, para seguir vivo, ese era el único modo de mantenerse en pie y no caído.
De aquella sala con diferencia era el mas anciano de todos, solo por mis venas corría la autentica sangre de Cain y eso despertaba tanta admiración como envidia.
Me despedí de mi colega para acortar la distancia que me separaba de la joven Hania. Ladeé mi sonrisa dejando que la romana me viera mientras uno de mis brazos rodeo la cintura de mi pequeña y con la otra aparté su cabello depositando mis labios en su inmaculado cuello.
Deposité en el un casto beso mientras mis ojos desafiaban a la romana y le indicaba con claridad que ella era de mi propiedad.
-Vamos vieja, deberíais contarle mis grandezas y no asustar a la “chiquilla” -bromeé mientras mis dedos se paseaban por la cintura de la pequeña.
Dos hombres mas se acercaron, ambos eran hermanos gemelos, presentaron sus respetos a la dama, mientras como de costumbre uno empezaba una frase y oro la acababa.
Eran divertidos, aunque algo cargantes.
Ademas iban ya bastante ebrios, algo que convertía la situación en algo casi ilógico.
La romana los miro con desagrado mientras yo me limitaba a reírme por la situación creada.
-Eres demasiado atrayente Hania -susurré en su oído mientras su pelo se movía por el impacto de mi aliento.
Ambos hermanos le regalaron un presente hermoso, un para de pendientes procedentes de Egipto, una joya con dos piedras de jade en forma de estrella muy adecuado sin duda para ella.
La fiesta se animo cuando varias humanas desnudas y completamente drogadas por distintos opiaceos ocuparon la estancia.
Los asistentes no dudaron en darse un buen banquete, un buen baño de sangre y lujuria que escandalizo sin ninguna duda a la joven que me acompañaba.
-Somos vampiros Hania, así nos divertimos, así vivimos -añadí mientras esta se refugiaba en mi pecho.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
El regalo le gustó, y aquellos dos eran graciosos. En general no podia decir que la hubieran tratado mal, había captado pensamientos despectivos pero no hostiles. Si aquel iba a ser su nuevo mundo, su nueva vida...no estaba tan mal.
Luego empezó "la diversión" y Hania no entendía muy bien lo que estaba sucediendo al principio. Las mujeres desnudas no le aportaban nada ¿por qué no podian ir con ropa? si se suponía que estaban en la cima de la cadena alimenticia ¿qué necesidad había de humillar a nadie de esa forma? La orgía sangrienta era algo que no cabía en su cabeza y asistió horrorizada a la decadencia de aquellos cainitas. Instintivamente se apretó contra el pecho de Assur que le dijo que eso es lo que eran.
Pues entonces no quería ser algo así, no. De niguna de las maneras. ¿Es a eso a lo que se llegaba cuando habías vivido tantos años que te aburría la vida? Entonces no quería vivir tanto. Cuando Assur tuvo que atender algun comentario de algun invitado aprovechó y se escabulló escaleras arriba.
En la primera planta había algunos invitados despistados, otros que buscaban rincones oscuros para saciar sus impulsos. Solo quería salir de aquella sala donde la bajeza más ruin y vil se manifestaba entre aquellos vampiros "de la alta sociedad". Entendía que Assur era quizás el más anciano y que debía dar ejemplo si es que eso era un ejemplo para los cainitas. Pero ella no lo podía soportar.
Subió otra planta y se desorientó, encontrando un pasillo con una puerta estrecha que al parecer iba al torreón. Subio la escalera de caracol, tortuosa y oscura, hasta la parte alta de la torre. Allí arriba había una habitación cuya decoración no era reciente, un tapiz de guerra colgaba de una pared, una enorme chimenea presidía la pared, estaba pagada. La cama era de madera caoba, antigua, cubierta con un edredón rojo como la alfombra de lana que cubría las tablas del suelo. Los muebles parecían estar hechos con esmero para el señor de aquellas tierras. El torreón contaba con un balcón cuadrado de piedra al que accedió al abrir los ventanales de cristal emplomado. Sintió el aire frío en la cara y sintió alivio.
El agobio de antes aún golpeaba en su cabeza y trató de calmarse. ¿Habría sido suficiente para Assur, o debería bajar de nuevo y aguantar allí mirando hacia otro lado? no quería decepcionarlo pero... era demasiado para ella. Se acercó a la barandilla de piedra y miró hacia abajo, había una gran altura. El cabello volaba libre mecido por las hebras de viento que lo sacudían allí arriba. Pasó primero una pierna y después la otra por encima del murete de piedra. No le daban miedo las alturas, podía sentirse libre, más cerca del cielo, como un ave. Si aquello era su nueva vida ¿Cómo hacía para fingir que era lo que no era? ¿cómo podía fingir que sentía lo que no sentía? o mejor dicho ¿cómo hacer para que no pareciese que sentía algo? se suponía que los vampiros no tenían sentimientos, eso los hacía débiles. En ese momento lo supo claramente: siempre querría a Assur, de esa forma en la que ella podía quererlo, pasase lo que pasase. Y su amor lo haría débil. No quería interponerse en su camino, no quería ser la debilidad que lo arruinase, si a él le gustaba esa vida, si disfrutaba de esas fiestas, de esa gente... ella no debería ser su freno.
Miró hacia abajo, la caida era grande. ¿Acabaría con ella una caída así? eran inmortales, la teoría era que no... ¿tenía el suficiente valor para probarlo?
Luego empezó "la diversión" y Hania no entendía muy bien lo que estaba sucediendo al principio. Las mujeres desnudas no le aportaban nada ¿por qué no podian ir con ropa? si se suponía que estaban en la cima de la cadena alimenticia ¿qué necesidad había de humillar a nadie de esa forma? La orgía sangrienta era algo que no cabía en su cabeza y asistió horrorizada a la decadencia de aquellos cainitas. Instintivamente se apretó contra el pecho de Assur que le dijo que eso es lo que eran.
Pues entonces no quería ser algo así, no. De niguna de las maneras. ¿Es a eso a lo que se llegaba cuando habías vivido tantos años que te aburría la vida? Entonces no quería vivir tanto. Cuando Assur tuvo que atender algun comentario de algun invitado aprovechó y se escabulló escaleras arriba.
En la primera planta había algunos invitados despistados, otros que buscaban rincones oscuros para saciar sus impulsos. Solo quería salir de aquella sala donde la bajeza más ruin y vil se manifestaba entre aquellos vampiros "de la alta sociedad". Entendía que Assur era quizás el más anciano y que debía dar ejemplo si es que eso era un ejemplo para los cainitas. Pero ella no lo podía soportar.
Subió otra planta y se desorientó, encontrando un pasillo con una puerta estrecha que al parecer iba al torreón. Subio la escalera de caracol, tortuosa y oscura, hasta la parte alta de la torre. Allí arriba había una habitación cuya decoración no era reciente, un tapiz de guerra colgaba de una pared, una enorme chimenea presidía la pared, estaba pagada. La cama era de madera caoba, antigua, cubierta con un edredón rojo como la alfombra de lana que cubría las tablas del suelo. Los muebles parecían estar hechos con esmero para el señor de aquellas tierras. El torreón contaba con un balcón cuadrado de piedra al que accedió al abrir los ventanales de cristal emplomado. Sintió el aire frío en la cara y sintió alivio.
El agobio de antes aún golpeaba en su cabeza y trató de calmarse. ¿Habría sido suficiente para Assur, o debería bajar de nuevo y aguantar allí mirando hacia otro lado? no quería decepcionarlo pero... era demasiado para ella. Se acercó a la barandilla de piedra y miró hacia abajo, había una gran altura. El cabello volaba libre mecido por las hebras de viento que lo sacudían allí arriba. Pasó primero una pierna y después la otra por encima del murete de piedra. No le daban miedo las alturas, podía sentirse libre, más cerca del cielo, como un ave. Si aquello era su nueva vida ¿Cómo hacía para fingir que era lo que no era? ¿cómo podía fingir que sentía lo que no sentía? o mejor dicho ¿cómo hacer para que no pareciese que sentía algo? se suponía que los vampiros no tenían sentimientos, eso los hacía débiles. En ese momento lo supo claramente: siempre querría a Assur, de esa forma en la que ella podía quererlo, pasase lo que pasase. Y su amor lo haría débil. No quería interponerse en su camino, no quería ser la debilidad que lo arruinase, si a él le gustaba esa vida, si disfrutaba de esas fiestas, de esa gente... ella no debería ser su freno.
Miró hacia abajo, la caida era grande. ¿Acabaría con ella una caída así? eran inmortales, la teoría era que no... ¿tenía el suficiente valor para probarlo?
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
Solo la perdí de vista un maldito instante, uno en el que unos viejos conocidos aprovecharon para presentarme a dos nuevos neófitos que habían convertido y que ahora educaban para la vida inmortal. Querian que estos me presentaran sus respetos, así como hacerles saber que si algún día tenían necesidad de un favor podrían recurrir a mi cobijo, aunque claro, nada en mi era gratuito.
Favores con favores son pagados, y hay que tener amigos hasta en el infierno.
Cuando la busqué ya no estaba, mi desesperación se acrecentó cuando no noté su aura en el gran salón y la intuición me dijo que aquel despliegue de caos, sangre y sexo que reinaba por doquier habían sido la causa de que abandonara la estancia.
Supuse que habría acudido a su cámara, así que me limité a ordenar con un gesto a la despistada humana que había puesto como dama de compañías, guardaespaldas, nana o como dios quiera que los humanos llamaran a quien vigila de un bebe noche y día que fuera en busca de ella y por supuesto me informara.
No tardó en volver desencajada, Hania no estaba en su habitación, aquello me hizo suponer lo peor y tras un rugido que detuvo el baile hundí mi mano en el pecho de la desleal niñera sacandole el corazón de cuajo a través del esternón, no me fallan dos veces, eso era un echo.
Cabreado,gruñendo como la bestia que ahora se despertaba en mi y que dejaba aflora mis mas viles instintos corrí escaleras arriba como un demente, yo no era así, yo era calma, pocas o ninguna ocasión lograba sacarme de mi estudiada partida de ajedrez, donde la reina se mueve al compás del rey y no al revés.
Mas su aura estaba clara, en lo alto del las torres ¿que hacia allí la pequeña inmortal? Lo desconocía mas un mal presagio me anunciaba que la prisa era poca si esperaba obtener un resultado en el que no la perdiera consumida por su propia locura.
Abrí el portón de golpe, ella al otro lado de la baranda, alce las manos deteniéndome en seco mientras anclaba mi asustada mirada escarlata en la ajena, casi una suplica escapo de mis labios.
-Mírame, puedo arreglarlo, pero ven.
Odiaba ese sentimiento que me convertía en un vil humano, ese que me arrastraba a sufrir por otro, a preocuparme por el y a rogar a mis dioses si es que aun existían que de dejarse ir protegieran ese cuerpo de la inmensa caída.
Dí un paso lentamente con la mano extendida hacia ella, mis ojos seguían fijos en su mirada que perdida parecía pensar en demasiadas cosas y para mi desgracia ninguna me resultaba tranquilizadora.
-Coge mi mano -pedí con la voz trémula.
Una petición bien distinta a la que emití aquella vez en el callejón en el que ella aun no representaba nada para mi y solo era un juguete mas con el que convivir.
Favores con favores son pagados, y hay que tener amigos hasta en el infierno.
Cuando la busqué ya no estaba, mi desesperación se acrecentó cuando no noté su aura en el gran salón y la intuición me dijo que aquel despliegue de caos, sangre y sexo que reinaba por doquier habían sido la causa de que abandonara la estancia.
Supuse que habría acudido a su cámara, así que me limité a ordenar con un gesto a la despistada humana que había puesto como dama de compañías, guardaespaldas, nana o como dios quiera que los humanos llamaran a quien vigila de un bebe noche y día que fuera en busca de ella y por supuesto me informara.
No tardó en volver desencajada, Hania no estaba en su habitación, aquello me hizo suponer lo peor y tras un rugido que detuvo el baile hundí mi mano en el pecho de la desleal niñera sacandole el corazón de cuajo a través del esternón, no me fallan dos veces, eso era un echo.
Cabreado,gruñendo como la bestia que ahora se despertaba en mi y que dejaba aflora mis mas viles instintos corrí escaleras arriba como un demente, yo no era así, yo era calma, pocas o ninguna ocasión lograba sacarme de mi estudiada partida de ajedrez, donde la reina se mueve al compás del rey y no al revés.
Mas su aura estaba clara, en lo alto del las torres ¿que hacia allí la pequeña inmortal? Lo desconocía mas un mal presagio me anunciaba que la prisa era poca si esperaba obtener un resultado en el que no la perdiera consumida por su propia locura.
Abrí el portón de golpe, ella al otro lado de la baranda, alce las manos deteniéndome en seco mientras anclaba mi asustada mirada escarlata en la ajena, casi una suplica escapo de mis labios.
-Mírame, puedo arreglarlo, pero ven.
Odiaba ese sentimiento que me convertía en un vil humano, ese que me arrastraba a sufrir por otro, a preocuparme por el y a rogar a mis dioses si es que aun existían que de dejarse ir protegieran ese cuerpo de la inmensa caída.
Dí un paso lentamente con la mano extendida hacia ella, mis ojos seguían fijos en su mirada que perdida parecía pensar en demasiadas cosas y para mi desgracia ninguna me resultaba tranquilizadora.
-Coge mi mano -pedí con la voz trémula.
Una petición bien distinta a la que emití aquella vez en el callejón en el que ella aun no representaba nada para mi y solo era un juguete mas con el que convivir.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Fiesta de presentación (Hania)
Las voces empezaron a gritar de nuevo y a alborotar, podía escuchar el murmullo de las bocas maliciosas hablando de aquel arranque de Assur, de aquella respuesta violenta. De cómo esa pequeña rubia lo había trastornado, y lo haría débil. ¿Qué es lo que había pasado en el salón? sacudió un instante la cabeza para quitarse aquellas voces de su mente y escuchó el portón abrirse de forma brusca y estrepitosa.
Giró la cabeza y lo vio allí, tendiendole la mano, con algo extraño reflejado en sus ojos, ¿preocupación?...¿angustia? ¿Por qué? de nuevo miró hacia abajo y luego a Assur. ¡Pero si no iba a tirarse! sólo quería estar allí arriba, descansado un poco, sintiéndose un poco más lejos de las alcantarillas y más cerca del cielo...Pero Assur pensaba que si.
Se apresuró a bajarse de alli y tomar su mano. ¿Que podía arreglarlo? ¿el qué? lo miró algo confusa, no entendía lo que le estaba diciendo.
— sólo quería tomar el aire y... me perdí. No quería tirarme, sólo pensaba que si... si lo hacía ¿moriría? ¿o sólo nos mata el sol?
Observó la expresión del cainita y tragó saliva como acto reflejo. Debía estar muy enfadado con ella por haber desaparecido de la fiesta. Pero ella no quería que Assur fuera el hazmerreir, y ahora se estaba sintiendo tremendamente culpable.
— lo siento Assur, volvamos a la fiesta, me aguantaré, pensaré en otra cosa... por favor... por favor... están murmurando y... y... es por mi culpa.
Si Assur alguna vez se planteó ser padre, esto era lo que comportaba tener hijos. Hania podría tener la suficiente edad como para haber tenido ya un crio o dos, pero por sus extrañas circunstancias tenía ciertas lagunas mentales que la hacían dueña de esa inocencia, de esa ignorancia, de esa bendita ingeniudad. De lo que podía estar absolutamente seguro el vampiro es que sus sentimientos eran completamente puros, tanto como lo podía ser el odio que algunos le profesaban. No habría en ella jamás una doble cara, un interés malicioso, una puerta trasera. Era demasiado humana, tierna y generosa como para ser corrompida por la oscuridad. En realidad hubiera sido una buena monja, o eso decía la hermana Adolfina.
Giró la cabeza y lo vio allí, tendiendole la mano, con algo extraño reflejado en sus ojos, ¿preocupación?...¿angustia? ¿Por qué? de nuevo miró hacia abajo y luego a Assur. ¡Pero si no iba a tirarse! sólo quería estar allí arriba, descansado un poco, sintiéndose un poco más lejos de las alcantarillas y más cerca del cielo...Pero Assur pensaba que si.
Se apresuró a bajarse de alli y tomar su mano. ¿Que podía arreglarlo? ¿el qué? lo miró algo confusa, no entendía lo que le estaba diciendo.
— sólo quería tomar el aire y... me perdí. No quería tirarme, sólo pensaba que si... si lo hacía ¿moriría? ¿o sólo nos mata el sol?
Observó la expresión del cainita y tragó saliva como acto reflejo. Debía estar muy enfadado con ella por haber desaparecido de la fiesta. Pero ella no quería que Assur fuera el hazmerreir, y ahora se estaba sintiendo tremendamente culpable.
— lo siento Assur, volvamos a la fiesta, me aguantaré, pensaré en otra cosa... por favor... por favor... están murmurando y... y... es por mi culpa.
Si Assur alguna vez se planteó ser padre, esto era lo que comportaba tener hijos. Hania podría tener la suficiente edad como para haber tenido ya un crio o dos, pero por sus extrañas circunstancias tenía ciertas lagunas mentales que la hacían dueña de esa inocencia, de esa ignorancia, de esa bendita ingeniudad. De lo que podía estar absolutamente seguro el vampiro es que sus sentimientos eran completamente puros, tanto como lo podía ser el odio que algunos le profesaban. No habría en ella jamás una doble cara, un interés malicioso, una puerta trasera. Era demasiado humana, tierna y generosa como para ser corrompida por la oscuridad. En realidad hubiera sido una buena monja, o eso decía la hermana Adolfina.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
Hania volvió al interior de la seguridad del torreón y admito que por unos segundos casi pude sentir mi corazón latir y el aire entrar en mis pulmones de puro alivio. Era un inmortal, nada de eso ocurrió, mas nunca había pasado tanto miedo en toda mi eternidad como en ese maldito momento.
Tiré de su mano y la abracé, cerré los ojos sintiéndola a salvo, segura y durante esa milésima de segundos no pensé en otra cosa que no fuera eso, que había recuperado a mi chiquilla.
Aquello no duró demasiado, mi gesto cambio, tenso fui consciente de hasta que punto me había mostrado débil, ahora todos los allí presentes sabían como hacerme daño, cual era mi punto flaco y eso colocaba a Hania en una posición muy vulnerable, eso había tratado de evitar durante siglos, milenios poner en la picota a todo ser al que pudiera amar de un modo u otro.
Dejé escapar el aire de forma pesada sobre su pelo, pocas eran las opciones que me quedaban, hacerla a un lado para protegerla era absurdo, ya sabían que algo me ataba a ella y aparentar lo contrario no daría resultado. Lo único redoblar la vigilancia, le pondría un perro día y noche, jamas abandonaría la estancia sin mi permiso, ella era mía y mas le valía asumirlo cuanto antes, pues de no ser así, se enfrentaba a peligros mayores que la misma muerte.
Tome su muñeca y de un tirón bajé por las escaleras sin responder ninguna de las preguntas dispuestas, estaba cabreado, mas que eso a decir verdad, por primera vez me sentía perdido, demasiado para un ser que ostenta 6000 años.
El gran salón enmudeció cuando me presenté allí con una Hania de gesto desencajado.
Ladeé la sonrisa con los ojos escarlata repasando así a todos y cada uno de los allí presentes que hundieron su rodilla en el suelo mas que acobardados, aun así, conocía la profundidad de sus pensamientos y aquello que se tejía en varias de las mentes de aquellos que no eran capaces de enfrentar mis ojos.
Miré a una de las Ghould que trabajaba para mi desde tiempos inmemoriales, una mujer ducha en armas, bastante mas seria y fria que la niñera antes dispuesta, mas a grandes males, medidas desesperadas.
-Tu -dije señalándola con el indice -la vigilaras día y noche, y por tu bien, nada la rozará.
Desafié a todos y cada unos de los presentes.
-Os presento a mi chiquilla, como veis puede ser un tanto “impulsiva” nada que no sea capaz de solucionar con mano dura y dedicación.
La lancé a los brazos de la Ghould ocn esa frialdad que me caracterizaba, ni siquiera una mirada fue para Hania.
-Llevatela, tengo asuntos que atender.
La mujer subió escaleras arriba con una inmortal desconcertada, su mente estaba rota, no funcionaba bien, mas ese no era motivo como para avergonzarme en publico.
Tambaleándome y entre risas ebrias entré en mi cámara, hacia mucho tiempo que no bebía de ese modo, pero la noche había resultado catastrófica y solo el alcohol en cantidades industriales lograba calmar el dolor que atenazaba mi orgullo.
Mi lecho como siempre ocupado por sendas féminas, una el presente de mi migo, una mulata de cabello azabache que desnuda alzó la cabeza para enfrentar mi mirada roja como las llamas del mismo Olimpo.
Hania ocupaba su cama junto a mi lecho, parecía dormir, pese a que aun el día no había llegado y aun quedaban un par de horas para pasar el rato.
La pelirroja se lazó para buscar mi cuerpo, su piel clara contrasto con mis ropas burdeos y poco a poco fue quitándome la ropa, mientras sus labios surcaban mi cuello y mis manos su cuerpo, necesitaba saciarme de todo y desde luego, de alcohol iba mas que servido.
Tiré de su mano y la abracé, cerré los ojos sintiéndola a salvo, segura y durante esa milésima de segundos no pensé en otra cosa que no fuera eso, que había recuperado a mi chiquilla.
Aquello no duró demasiado, mi gesto cambio, tenso fui consciente de hasta que punto me había mostrado débil, ahora todos los allí presentes sabían como hacerme daño, cual era mi punto flaco y eso colocaba a Hania en una posición muy vulnerable, eso había tratado de evitar durante siglos, milenios poner en la picota a todo ser al que pudiera amar de un modo u otro.
Dejé escapar el aire de forma pesada sobre su pelo, pocas eran las opciones que me quedaban, hacerla a un lado para protegerla era absurdo, ya sabían que algo me ataba a ella y aparentar lo contrario no daría resultado. Lo único redoblar la vigilancia, le pondría un perro día y noche, jamas abandonaría la estancia sin mi permiso, ella era mía y mas le valía asumirlo cuanto antes, pues de no ser así, se enfrentaba a peligros mayores que la misma muerte.
Tome su muñeca y de un tirón bajé por las escaleras sin responder ninguna de las preguntas dispuestas, estaba cabreado, mas que eso a decir verdad, por primera vez me sentía perdido, demasiado para un ser que ostenta 6000 años.
El gran salón enmudeció cuando me presenté allí con una Hania de gesto desencajado.
Ladeé la sonrisa con los ojos escarlata repasando así a todos y cada uno de los allí presentes que hundieron su rodilla en el suelo mas que acobardados, aun así, conocía la profundidad de sus pensamientos y aquello que se tejía en varias de las mentes de aquellos que no eran capaces de enfrentar mis ojos.
Miré a una de las Ghould que trabajaba para mi desde tiempos inmemoriales, una mujer ducha en armas, bastante mas seria y fria que la niñera antes dispuesta, mas a grandes males, medidas desesperadas.
-Tu -dije señalándola con el indice -la vigilaras día y noche, y por tu bien, nada la rozará.
Desafié a todos y cada unos de los presentes.
-Os presento a mi chiquilla, como veis puede ser un tanto “impulsiva” nada que no sea capaz de solucionar con mano dura y dedicación.
La lancé a los brazos de la Ghould ocn esa frialdad que me caracterizaba, ni siquiera una mirada fue para Hania.
-Llevatela, tengo asuntos que atender.
La mujer subió escaleras arriba con una inmortal desconcertada, su mente estaba rota, no funcionaba bien, mas ese no era motivo como para avergonzarme en publico.
Tambaleándome y entre risas ebrias entré en mi cámara, hacia mucho tiempo que no bebía de ese modo, pero la noche había resultado catastrófica y solo el alcohol en cantidades industriales lograba calmar el dolor que atenazaba mi orgullo.
Mi lecho como siempre ocupado por sendas féminas, una el presente de mi migo, una mulata de cabello azabache que desnuda alzó la cabeza para enfrentar mi mirada roja como las llamas del mismo Olimpo.
Hania ocupaba su cama junto a mi lecho, parecía dormir, pese a que aun el día no había llegado y aun quedaban un par de horas para pasar el rato.
La pelirroja se lazó para buscar mi cuerpo, su piel clara contrasto con mis ropas burdeos y poco a poco fue quitándome la ropa, mientras sus labios surcaban mi cuello y mis manos su cuerpo, necesitaba saciarme de todo y desde luego, de alcohol iba mas que servido.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Fiesta de presentación (Hania)
Lo había decepcionado, ese cabreo era fruto de un enorme fracaso. Sentía que le había fallado a Assur y que poco castigo había recibido por ello. Cuando le puso la guardaespaldas y la lanzó contra ella, casi con desprecio, sintió que eso era lo menos que podía merecer.
¿Qué clase de vampira era ella? en realidad no quería serlo, se negaba a aceptar su naturaleza y eso cabreaba mucho a Assur, porque en realidad alguien que está entre dos tierras no está en ninguna y acaba recibiendo por todas partes. Ella era físicamente un vampiro, mentalmente una cría y moralmente una humana. Una combinación absurda y poco halagüeña. Y sin embargo al cainita le había dolido su actitud, y si eso pasaba es porque le importaba. ¿Pero hasta cuando? si seguía comportándose así, pronto la mandaría alejar de él. O la encerraría en esa torre. No volvería a ver el sol. Ninguno.
Se metió en la cama, esperando que llegase el alba, que acabase aquella noche maldita, y de haber podido, habría regresado a las alcantarillas a realizar penitencia allí. Las nuevas inquilinas del lecho de Assur se movían por allí entre siseos y murmullos, pero la rubia había aprendido a ignorarlas, estaba demasiado confusa y arrepentida como para prestar atención a sus movimientos. Escuchó a Assur entrar, borracho, adormecido por el alcohol, y sus pensamientos invadieron su mente. Eran confusos, retorcidos, oscuros, llenos de ira y más cosas que no se atrevería a intentar describir. Se llevó una mano a los labios, cerrando los dedos con fuerza, así como los ojos. Si pudiera hacer algo para calmar esa tormenta, ese huracán de rabia y decepción, ese dolor latente y negro que cortaba como filos de cuchillos...
Assur recibió impávido a las mujeres que se enroscaron contra él, lamiendo su cuello, acariciando su torso y frotando sus desnudos cuerpos contra el del hijo de Caín. Posiblemente estaba todavía rumiando su enfado, y ella trataba de hacerse la dormida. Normalmente se evadía a su mundo cuando Assur se divertía, y sólo salía de su colchón cuando las mujeres se marchaban y lo dejaban solo. ¿Y si pudiera calmar esa rabia, aligerar ese peso?
Retiró la sábana, que no la abrigaba ni le conseguía calor, porque hacía tres años que su piel era como la escarcha, y bajó los pies desnudos al suelo. Llevaba un camison blanco, bordado, hecho de seda y apliques de encaje fino que le llegaba hasta las rodillas y cubría sus hombros ligeramente. Se acercó despacio, dudando, buscando las fuerzas y el coraje suficientes para hacerlo. Alargó la mano hacia la pelirroja que estaba enroscada en el cuerpo de Assur, todavía de pie, y la mujer la miró un instante y finalmente tiró de Hania para acercarla a ella y al vampiro y la empezó a besar en el cuello.
La rubia miraba a Assur, esos ojos enrojecidos, esa expresión fría y vacía en su rostro y decidió hacerlo. Apartó a la pelirroja y levantó las manos hundiendolas entre los mechones rojos, obligandola a ladear un poco la cabeza, y deslizó sus labios por el cuello de la chica. Podía notar sus latidos, su yugular, su aroma tan tentador y hundió los colmillos en su piel bebiendo despacio, sintiendo como la sangre drenada directamente de la persona invadía todos sus recovecos y la hacía estremecer. Era el mayor placer que hubiera sentido jamás, era extasiante, pero trataba de controlarse y no matarla. ¿Cuando debía parar? ¿ya? no estaba segura, así que aflojó y sacó los colmillos, no quería acabar con su vida, pero sí mandarle un mensaje a Assur: estaba dispuesta a hacer cosas que le repugnaban, o que la aterraban, para ganarse su perdón.
Sus ojos se habían coloreado también en ese tono rojizo, y sus labios eran ahora de color bermellón, pero del mordisco, de la sangre que los bañaban. Un ligero color cubrió sus mejillas dandole un aspecto más humano, más sano, porque no tenía nada que ver el alimentarse con bolsas a tomar la vitae directamente de la fuente. La chica se tambaleó un poco, pero Assur la sujetó, ella no podía hacerlo. Miró una vez más a su mentor, su salvador, su sol... y se dio la vuelta para meterse en la cama de nuevo y dejarlo que se saciara y se divirtiera.
¿Qué clase de vampira era ella? en realidad no quería serlo, se negaba a aceptar su naturaleza y eso cabreaba mucho a Assur, porque en realidad alguien que está entre dos tierras no está en ninguna y acaba recibiendo por todas partes. Ella era físicamente un vampiro, mentalmente una cría y moralmente una humana. Una combinación absurda y poco halagüeña. Y sin embargo al cainita le había dolido su actitud, y si eso pasaba es porque le importaba. ¿Pero hasta cuando? si seguía comportándose así, pronto la mandaría alejar de él. O la encerraría en esa torre. No volvería a ver el sol. Ninguno.
Se metió en la cama, esperando que llegase el alba, que acabase aquella noche maldita, y de haber podido, habría regresado a las alcantarillas a realizar penitencia allí. Las nuevas inquilinas del lecho de Assur se movían por allí entre siseos y murmullos, pero la rubia había aprendido a ignorarlas, estaba demasiado confusa y arrepentida como para prestar atención a sus movimientos. Escuchó a Assur entrar, borracho, adormecido por el alcohol, y sus pensamientos invadieron su mente. Eran confusos, retorcidos, oscuros, llenos de ira y más cosas que no se atrevería a intentar describir. Se llevó una mano a los labios, cerrando los dedos con fuerza, así como los ojos. Si pudiera hacer algo para calmar esa tormenta, ese huracán de rabia y decepción, ese dolor latente y negro que cortaba como filos de cuchillos...
Assur recibió impávido a las mujeres que se enroscaron contra él, lamiendo su cuello, acariciando su torso y frotando sus desnudos cuerpos contra el del hijo de Caín. Posiblemente estaba todavía rumiando su enfado, y ella trataba de hacerse la dormida. Normalmente se evadía a su mundo cuando Assur se divertía, y sólo salía de su colchón cuando las mujeres se marchaban y lo dejaban solo. ¿Y si pudiera calmar esa rabia, aligerar ese peso?
Retiró la sábana, que no la abrigaba ni le conseguía calor, porque hacía tres años que su piel era como la escarcha, y bajó los pies desnudos al suelo. Llevaba un camison blanco, bordado, hecho de seda y apliques de encaje fino que le llegaba hasta las rodillas y cubría sus hombros ligeramente. Se acercó despacio, dudando, buscando las fuerzas y el coraje suficientes para hacerlo. Alargó la mano hacia la pelirroja que estaba enroscada en el cuerpo de Assur, todavía de pie, y la mujer la miró un instante y finalmente tiró de Hania para acercarla a ella y al vampiro y la empezó a besar en el cuello.
La rubia miraba a Assur, esos ojos enrojecidos, esa expresión fría y vacía en su rostro y decidió hacerlo. Apartó a la pelirroja y levantó las manos hundiendolas entre los mechones rojos, obligandola a ladear un poco la cabeza, y deslizó sus labios por el cuello de la chica. Podía notar sus latidos, su yugular, su aroma tan tentador y hundió los colmillos en su piel bebiendo despacio, sintiendo como la sangre drenada directamente de la persona invadía todos sus recovecos y la hacía estremecer. Era el mayor placer que hubiera sentido jamás, era extasiante, pero trataba de controlarse y no matarla. ¿Cuando debía parar? ¿ya? no estaba segura, así que aflojó y sacó los colmillos, no quería acabar con su vida, pero sí mandarle un mensaje a Assur: estaba dispuesta a hacer cosas que le repugnaban, o que la aterraban, para ganarse su perdón.
Sus ojos se habían coloreado también en ese tono rojizo, y sus labios eran ahora de color bermellón, pero del mordisco, de la sangre que los bañaban. Un ligero color cubrió sus mejillas dandole un aspecto más humano, más sano, porque no tenía nada que ver el alimentarse con bolsas a tomar la vitae directamente de la fuente. La chica se tambaleó un poco, pero Assur la sujetó, ella no podía hacerlo. Miró una vez más a su mentor, su salvador, su sol... y se dio la vuelta para meterse en la cama de nuevo y dejarlo que se saciara y se divirtiera.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
Escuché la sabana deslizarse por su cuerpo, los pies descalzos de mi chiquilla chocar con suavidad contra el suelo y sus pasos lentos hacia mi posición, desconocía que quería, mas no era un buen momento ,el alcohol invadía cada molécula de mi cuerpo, pensar con claridad en este momento era un esfuerzo que no podía permitirme.
Mas lejos de cualquier idea descabellada y para mi excitación personal, Hania acorto las distancias con la pelirroja que enredada en mi cuerpo jadeaba, me limité a observar a mi chiquilla tomar lo que por derecho era suyo.
Mis labios se entreabrieron, mis colmillos crecieron frente a la imagen cautivadora de sus ojos escarlata y sus labios apoyados en cuello ajeno.
Mi respiración se torno pesada, casi ronca, podía sentir la sangre de la humana que una sujetaba frente a mi, abandonar su cuerpo para ir directo al de la pequeña inmortal, así durante unos segundos en los que mi entrepierna creció endureciéndose y nuestros ojos chocaron desafiando tormentas.
Sabia que odiaba ser así, que ella no quería sesgar ninguna vida, mas ¿acaso la pelirroja moriría? Tenia que aprender y si este era el modo, bienvenido fuera, aunque quizás mañana me odiaría y se odiaría.
Aflojó el mordisco, sus labios quedaron teñidos de fuego y los míos se entreabrieron deseosos de probarlos en esos momentos.
Hania se alejaba, mas como ya había dicho antes, no pensaba, así que, tire de su muñeca para que nuestros cuerpos colisionaran, ella me había enseñado que podía ser una vampiresa alimentarse directamente de la vena, yo iba a enseñarle lo que eso en mi provocaba.
Sus ojos me buscaron incapaces de comprender la lección que iba a aprender cuando mi aliento chocó con el suyo, durante unos segundos nuestras bocas quedaron a escasa distancia como si se analizaran, jamas me tomé tanto tiempo en desear nada.
La mía sabia a alcohol, la suya a sangre ¿se me ocurría mejor combinación? Acorté la distancia, nuestra nariz se rozo, ladeé la sonrisa al sentir sus labios presionar los míos de un modo tibio, mi lengua los dibujo, relamiendo los restos carmesí, paladeando el sabor de la vida y de la muerte, su boca no se abría, no me daba permiso para entrar, para profundizar mas allá.
Gruñí queriendo mas, queriéndolo todo a decir verdad, frustrado la atraje de la nuca, jadeé contra su boca, mas fue la pelirroja la que pareció entender mi desazón, pues su mano bajo por mi pecho buscando calmar mi hombría por un deseo que no había provocado ella, mas que si aprovecharía.
Esta se batía por salir del pantalón y su mano se lo permitió.
Nos miramos fijamente, mientras la mano cálida de la joven luchaba con mi arma saciandome, mas no lo suficiente, sus labios recorrieron mi pecho, descendiendo por el de forma salvaje, mas mis ojos seguían anclados en la pequeña inmortal.
Aflojé el agarre de su muñeca, era libre para quedarse o irse ,ella decidiría el sino de aquella noche.
Mas lejos de cualquier idea descabellada y para mi excitación personal, Hania acorto las distancias con la pelirroja que enredada en mi cuerpo jadeaba, me limité a observar a mi chiquilla tomar lo que por derecho era suyo.
Mis labios se entreabrieron, mis colmillos crecieron frente a la imagen cautivadora de sus ojos escarlata y sus labios apoyados en cuello ajeno.
Mi respiración se torno pesada, casi ronca, podía sentir la sangre de la humana que una sujetaba frente a mi, abandonar su cuerpo para ir directo al de la pequeña inmortal, así durante unos segundos en los que mi entrepierna creció endureciéndose y nuestros ojos chocaron desafiando tormentas.
Sabia que odiaba ser así, que ella no quería sesgar ninguna vida, mas ¿acaso la pelirroja moriría? Tenia que aprender y si este era el modo, bienvenido fuera, aunque quizás mañana me odiaría y se odiaría.
Aflojó el mordisco, sus labios quedaron teñidos de fuego y los míos se entreabrieron deseosos de probarlos en esos momentos.
Hania se alejaba, mas como ya había dicho antes, no pensaba, así que, tire de su muñeca para que nuestros cuerpos colisionaran, ella me había enseñado que podía ser una vampiresa alimentarse directamente de la vena, yo iba a enseñarle lo que eso en mi provocaba.
Sus ojos me buscaron incapaces de comprender la lección que iba a aprender cuando mi aliento chocó con el suyo, durante unos segundos nuestras bocas quedaron a escasa distancia como si se analizaran, jamas me tomé tanto tiempo en desear nada.
La mía sabia a alcohol, la suya a sangre ¿se me ocurría mejor combinación? Acorté la distancia, nuestra nariz se rozo, ladeé la sonrisa al sentir sus labios presionar los míos de un modo tibio, mi lengua los dibujo, relamiendo los restos carmesí, paladeando el sabor de la vida y de la muerte, su boca no se abría, no me daba permiso para entrar, para profundizar mas allá.
Gruñí queriendo mas, queriéndolo todo a decir verdad, frustrado la atraje de la nuca, jadeé contra su boca, mas fue la pelirroja la que pareció entender mi desazón, pues su mano bajo por mi pecho buscando calmar mi hombría por un deseo que no había provocado ella, mas que si aprovecharía.
Esta se batía por salir del pantalón y su mano se lo permitió.
Nos miramos fijamente, mientras la mano cálida de la joven luchaba con mi arma saciandome, mas no lo suficiente, sus labios recorrieron mi pecho, descendiendo por el de forma salvaje, mas mis ojos seguían anclados en la pequeña inmortal.
Aflojé el agarre de su muñeca, era libre para quedarse o irse ,ella decidiría el sino de aquella noche.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
Dio un respingo cuando notó el agarre de Assur, como la arrastraba de nuevo hacia su piel, la que tantas veces había abrazado y acariciado mientras dormia. Sólo que ahora no quería dormir, estaba en pie de guerra. Sabía lo que sucedía en la cama de Assur cuando ella fingía estar dormida, hasta que conseguía abstraerse, pero no lo llegaba a asimilar del todo. En la rubia no había lugar para sensaciones ni sentimientos más allá del miedo, el hambre, la culpabilidad o la soledad. Una vida demasiado marcada por la ausencia y el abandono, por la tragedia y la locura. Recientemente había descubierto lo que era desear algo y conseguirlo. Había llegado a desear con tanta fuerza que aquella no-vida fuera solo un sueño, que hasta dolía, pero jamás se habían cumplido sus deseos.
Esa misma noche había experimentado el mayor de los placeres, conscientemente y controlando, al beber directamente de la vena. La sensación era grandiosa, tremenda, estremecedora. Ya era suficiente descubrimiento para una noche. Sabía lo que era la lujuria, pero no la comprendía bien al no haberla sentido nunca, sin embargo la identificó en el cuerpo tenso de Assur.
La tomó de la nuca y la besó, lamiendo la sangre que aún bañaba sus carnosos labios, y sintió un hormigueo por todo el cuerpo, quizás fuera esa sangre caliente, viva, que ahora le corría por la venas, la que activó su cuerpo. Todo daba vueltas, demasiada información para procesar. ¿Le gustó el beso? desde luego, jamás había sentido algo así, y de nuevo era su Sol quien se lo regalaba. Pero escuchaba su mente traquetear como un tren descarrilado y supuso que era mejor parar ahí, porque se arrepentiría. No quería que él se sintiera vencido, domado por una cría ingrata que casi se había lanzado desde la torre. Él tenía que ser fuerte, el más fuerte. Y ella le ayudaría.
Levantó una mano con la que repasó su mejilla y regresó a su cama, haciéndose un ovillo bajo las sábanas y dejando que Assur acabase la noche a su manera, hincando los dientes y lo que le diera la gana en aquellas dos mujeres que lo complacerían de buen modo. En las noches anteriores no le había molestado la actividad en esa habitación, pero ese día sí. Sintió la sangre de la pelirroja bullir en sus venas, llevarla a otro nivel, sentir cada ruido y cada vibracion en el aire amplificados diez veces. Hasta sintió el placer y el espasmo retumbar como eco en sus entrañas. Y las odió por ello. Rezó para que el amanecer despuntase pronto, con los ojos cerrados, los puños apretados y encogida como un gato.
Esa misma noche había experimentado el mayor de los placeres, conscientemente y controlando, al beber directamente de la vena. La sensación era grandiosa, tremenda, estremecedora. Ya era suficiente descubrimiento para una noche. Sabía lo que era la lujuria, pero no la comprendía bien al no haberla sentido nunca, sin embargo la identificó en el cuerpo tenso de Assur.
La tomó de la nuca y la besó, lamiendo la sangre que aún bañaba sus carnosos labios, y sintió un hormigueo por todo el cuerpo, quizás fuera esa sangre caliente, viva, que ahora le corría por la venas, la que activó su cuerpo. Todo daba vueltas, demasiada información para procesar. ¿Le gustó el beso? desde luego, jamás había sentido algo así, y de nuevo era su Sol quien se lo regalaba. Pero escuchaba su mente traquetear como un tren descarrilado y supuso que era mejor parar ahí, porque se arrepentiría. No quería que él se sintiera vencido, domado por una cría ingrata que casi se había lanzado desde la torre. Él tenía que ser fuerte, el más fuerte. Y ella le ayudaría.
Levantó una mano con la que repasó su mejilla y regresó a su cama, haciéndose un ovillo bajo las sábanas y dejando que Assur acabase la noche a su manera, hincando los dientes y lo que le diera la gana en aquellas dos mujeres que lo complacerían de buen modo. En las noches anteriores no le había molestado la actividad en esa habitación, pero ese día sí. Sintió la sangre de la pelirroja bullir en sus venas, llevarla a otro nivel, sentir cada ruido y cada vibracion en el aire amplificados diez veces. Hasta sintió el placer y el espasmo retumbar como eco en sus entrañas. Y las odió por ello. Rezó para que el amanecer despuntase pronto, con los ojos cerrados, los puños apretados y encogida como un gato.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Fiesta de presentación (Hania)
Una caricia infantil fue cuanto utilizo para alejarse de mi dejándome allí, en los brazos de otra mientras escuchaba sus pasos perderse por aquella habitación, de nuevo la sabana correrse por el lecho y su cuerpo encogerse sobre el colchón.
Esa era la respuesta a mi atrevimiento, esta seria la mía.
Alcé a la pelirroja de las nalgas, nuestros sexos se encontraron y esta jadeo desesperada cuando sus paredes húmedas abrieron paso al yunque que ahora la golpeaba insaciable.
El lecho pronto se convirtió en mi coto de caza, sendas mujeres serpentearon contra mi piel, su sangre mi elixir, sus cuerpos la copa perfecta.
El alba se acercaba, mas nunca hice mas ruido en una noche mientras las montaba, nunca las hice gemir tanto, ni les di tanto placer.
Ofendido porque Hania no me había permitido tocarla. Porque pese a ostentar los 6000 años y ella solo ser una neófita, tenia el control de la situación, odiaba perder ese control, no era bastante para ella, eso me hizo rugir de rabia, de ira, de dolor. Frustrado las embestí tantas veces que sus cuerpos apenas podían mantenerse en pie, extenuadas gritaban mi nombre y yo quería oírlo, mentía, quería que ella lo oyera.
Quizás solo era el efecto del alcohol, estaba tan borracho que pensar con nitidez era complicado hasta para mi.
Aquella noche sin duda era una de esas que simplemente querría el resto de mi eternidad olvidar.
Me dejé caer sobre el lecho saciado de todo y de nada mientras las mujeres me cubrieron con sus cuerpos jadeantes, necesitadas de un descanso que bien merecido tenían.
Mas aquella noche quería acabarla solo, así que me limite a con un gesto mandarlas a la habitación contigua, por hoy su trabajo había terminado.
Cerré los ojos el sopor del alcohol pronto se apodero de mi, apenas tenia tiempo para recapacitar, mas el suficiente para pensar en los invitados del gran salón, tenia nombres, una lista de aquellos que no verían mas amaneceres, con esa idea deje que los dioses me llevaran a mi infierno personal.
Ladeé mi sonrisa, el juego acababa de empezar y yo era experto en el ajedrez, la partida duraría mientras el rey se mantuviera en pie.
Esa era la respuesta a mi atrevimiento, esta seria la mía.
Alcé a la pelirroja de las nalgas, nuestros sexos se encontraron y esta jadeo desesperada cuando sus paredes húmedas abrieron paso al yunque que ahora la golpeaba insaciable.
El lecho pronto se convirtió en mi coto de caza, sendas mujeres serpentearon contra mi piel, su sangre mi elixir, sus cuerpos la copa perfecta.
El alba se acercaba, mas nunca hice mas ruido en una noche mientras las montaba, nunca las hice gemir tanto, ni les di tanto placer.
Ofendido porque Hania no me había permitido tocarla. Porque pese a ostentar los 6000 años y ella solo ser una neófita, tenia el control de la situación, odiaba perder ese control, no era bastante para ella, eso me hizo rugir de rabia, de ira, de dolor. Frustrado las embestí tantas veces que sus cuerpos apenas podían mantenerse en pie, extenuadas gritaban mi nombre y yo quería oírlo, mentía, quería que ella lo oyera.
Quizás solo era el efecto del alcohol, estaba tan borracho que pensar con nitidez era complicado hasta para mi.
Aquella noche sin duda era una de esas que simplemente querría el resto de mi eternidad olvidar.
Me dejé caer sobre el lecho saciado de todo y de nada mientras las mujeres me cubrieron con sus cuerpos jadeantes, necesitadas de un descanso que bien merecido tenían.
Mas aquella noche quería acabarla solo, así que me limite a con un gesto mandarlas a la habitación contigua, por hoy su trabajo había terminado.
Cerré los ojos el sopor del alcohol pronto se apodero de mi, apenas tenia tiempo para recapacitar, mas el suficiente para pensar en los invitados del gran salón, tenia nombres, una lista de aquellos que no verían mas amaneceres, con esa idea deje que los dioses me llevaran a mi infierno personal.
Ladeé mi sonrisa, el juego acababa de empezar y yo era experto en el ajedrez, la partida duraría mientras el rey se mantuviera en pie.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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