AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Uitare ~ priv.
2 participantes
Página 1 de 1.
Uitare ~ priv.
Era una mañana como cualquier otra en el puerto de París. Abarrotado de peatones dedicados a las más diversas tareas, el lugar era un hervidero de vida con olor a podredumbre y sal. Los pescados se amontonaban en carretillas para ser transportados al mercado, tan frescos que sus escamas estaban todavía perladas por el brillo del mar. Las cajas y fardos eran descargados por recios marineros con aspecto cansado, que sólo pensaban en acabar su trabajo para gastarse la paga en vinos y putas. Los recaudadores controlaban con ojo experto a cada barco allí anclado, revisando entre sus notas si habían pagado suficientes impuestos a las arcas de su majestad. Y las prostitutas se paseaban entre ellos vistiendo sus llamativas prendas de colores, embadurnadas con perfumes baratos pero intensos. Pregonaban su mercancía con sonrisas y pícaros guiños, a cualquier hombre que consideraran un cliente potencial. Entre ellas correteaban pilluelos de caras sucias e inocentes, que llevaban ocultas en sus mangas pequeñas cuchillas. Si veían una bolsa desprotegida, no dudaban; la rajaban con sus manitas hábiles y expertas, para robar la escasa reserva que encontrarían en un lugar como aquel. Unas cuantas monedas, que para ellos ya sería suficiente. Porque nada era mucho peor que poco, y no servía para llenar el estómago.
Por encima de sus cabezas, se extendía un manto azul surcado de vez en cuando por las gaviotas. Pero lo único que rompía la monotonía allí no se encontraba en el brillante cielo, sino en las oscuras aguas del Sena. Flotando en el río que era el sustento de todos ellos se hallaba un cuerpo tan pálido como la luna. Se trataba de una mujer joven, que permanecía completamente inmóvil a medida que la corriente la arrastraba río abajo. Estaba completamente desnuda, con los labios amoratados por la continuada falta de oxígeno. Pero nadie la veía, demasiado ocupados en sus propios asuntos como para reparar en el destello de plata que ella representaba.
Por encima de sus cabezas, se extendía un manto azul surcado de vez en cuando por las gaviotas. Pero lo único que rompía la monotonía allí no se encontraba en el brillante cielo, sino en las oscuras aguas del Sena. Flotando en el río que era el sustento de todos ellos se hallaba un cuerpo tan pálido como la luna. Se trataba de una mujer joven, que permanecía completamente inmóvil a medida que la corriente la arrastraba río abajo. Estaba completamente desnuda, con los labios amoratados por la continuada falta de oxígeno. Pero nadie la veía, demasiado ocupados en sus propios asuntos como para reparar en el destello de plata que ella representaba.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
El sol brillaba en lo alto del cielo, que se encontraba totalmente limpio. Hacía el suficiente calor para que el licántropo caminase con su camiseta sin mangas y un simple pantalón. No le gustaba ir demasiado vestido, pues si tenía que recurrir a cambiar su cuerpo perdería esa ropa. Y no podía permitirse andar gastando francos cada día en ropas. Muchas otras veces las robaba, y así no le daba tanta pereza perderlas.
Se subió sobre la barandilla que separaba el paso del sena y alzó su mirada al horizonte, en busca de su hermano Keth. Había ido a buscarle, pero tampoco iba a poner demasiado empeño en ello. Pese a que el rastro llegaba hasta allí, el fuerte olor de la mañana y la cercanía de la embocadura del mar no ayudaban demasiado al licantropo en la hazaña.
Saltó hasta el pequeño bordillo donde los pescadores solían caza y se sentó allí. Su primer impulso fue cerrar los ojos y dormir, pero después pensó que con un poco de suerte, el inútil de su hermano volvería a pasar por allí y podía interceptarlo. Se acercó a la orilla para agarrar un palo al que afilar con la navaja que llevaba en el bolsillo cuando a escasos metros pasó el cuerpo de una muchacha, desnudo.
No pensaba meterse en aquel agua.
La siguió desde la orilla hasta que su brazo derecho estuvo lo suficiente cerca para poder tirar de el hasta acercarla a la orilla. Reydek se agachó mientras golpeaba el pecho de ella levemente. La ayudó a girarse para echar el agua de sus pulmones - Buenos días, Sirena - musitó con una sonrisa en los labios.
Se subió sobre la barandilla que separaba el paso del sena y alzó su mirada al horizonte, en busca de su hermano Keth. Había ido a buscarle, pero tampoco iba a poner demasiado empeño en ello. Pese a que el rastro llegaba hasta allí, el fuerte olor de la mañana y la cercanía de la embocadura del mar no ayudaban demasiado al licantropo en la hazaña.
Saltó hasta el pequeño bordillo donde los pescadores solían caza y se sentó allí. Su primer impulso fue cerrar los ojos y dormir, pero después pensó que con un poco de suerte, el inútil de su hermano volvería a pasar por allí y podía interceptarlo. Se acercó a la orilla para agarrar un palo al que afilar con la navaja que llevaba en el bolsillo cuando a escasos metros pasó el cuerpo de una muchacha, desnudo.
No pensaba meterse en aquel agua.
La siguió desde la orilla hasta que su brazo derecho estuvo lo suficiente cerca para poder tirar de el hasta acercarla a la orilla. Reydek se agachó mientras golpeaba el pecho de ella levemente. La ayudó a girarse para echar el agua de sus pulmones - Buenos días, Sirena - musitó con una sonrisa en los labios.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
Mi mente flotaba en un mar de oscuridad eterna. Como un pájaro ansiando su libertad, vagaba en un lugar en el que nada podía afectarme. Palabras como el dolor no tenían significado allí, ni tampoco los recuerdos. Eran algo que pertenecía únicamente al mundo real, y en ese lugar libre de preocupaciones, se entremezclaban con otras ideas, colores y formas hasta desvanecerse en el olvido. Como si jamás hubieran existido, dejando tras de sí habilidades desvinculadas del pasado.
Allí, yo no era algo tan concreto como Syri; solo un alma en lo más profundo de su esencia, nítida, brillante e inocente. Feliz, como no lo había sido desde... bueno, desde algún momento que se había perdido junto con todos los demás. Y que en aquel preciso instante, no me importaba en absoluto.
Algo en mi interior sabía que si no luchaba por mi vida, dejaría de pertenecerme. Pero no necesitaba la vida que había llevado, fuera cual fuera. Ni tampoco, a las personas con las que la había compartido. Si no quería volver, por algo sería. No había más. ¿Para qué iba a hacerlo, cuando allí era todo tan sencillo como dejarse llevar?
Pero algo me conminaba a hacerlo, tirando de mi de una manera casi irritante. Una presión constante en una zona de mi cuerpo, que avivaba una quemazón que no sabía identificar. Si hubiera tenido boca con la que expresarme, habría emitido un gemido de frustración. Pero no la tenía, y todo lo que podía hacer era notar la presión envolviéndome, y la luz cegadora del sol al abrir súbitamente los párpados.
Acababa de volver a la vida. Y lo primero que vi al abrir los ojos fue el cielo, reflejado en un par de orbes azules mirándome con preocupación desde arriba.
Enmarcado por una cortina de lacios cabellos rubios, el rostro del desconocido era de facciones cuadradas. Sus cejas se torcían hasta casi juntarse sobre sus bonitos ojos azulados, añadiendo un matiz de curiosidad a la expresión que había captado antes. Como nubes empañando la calidez de un día soleado, me susurró una voz en el interior de mi cabeza. Y yo quería disiparlas, porque a mi no me gustaban las nubes. O eso creía.
Me dolía demasiado la cabeza como para decidir qué era lo que sabía y lo que no.
Para empezar, no sabía quién era él, ni qué era lo que quería de mi; de modo que permanecí quieta unos segundos, sin saber muy bien cómo reaccionar. Parpadeando un par de veces, miré lentamente a mi alrededor. ¿Dónde estaba? Aquello no parecía... bueno, no sabía qué no parecía. Sólo que no tenía recuerdo alguno de aquel lugar, y me había despertado porque algo me estaba haciendo daño en el torso, golpeándome rítmicamente cada pocos segundos.
Confundida, abrí la boca para preguntarle qué estaba pasando, pero ni una palabra salió de ella. Sólo un torrente de agua cuyo origen desconocía, que salió entre toses y arcadas de mi maltrecha garganta. Debía de haber estado fría, porque así era como me sentía yo; helada y entumecida, con el pelo chorreando empapado a mis espaldas. Sin embargo, al salir quemaba como el infierno, abrasando mi pecho, garganta y boca, que estaban maltrechos por la falta de oxigeno.
Llevándome una de las pálidas manos al cuello, convulsioné hasta sacar todo el agua de mis pulmones. Hice varios intentos de girarme de nuevo hacia el desconocido, pero todos ellos acabaron de la misma manera; conmigo vomitando de nuevo sobre el desgastado empedrado del suelo.
Al final, las arcadas remitieron. Empecé a respirar con normalidad, aunque todavía sentía como si una lengua de fuego recorriese todo mi cuerpo cada vez que inhalaba. No sabía si sería capaz de hablar, aunque para ser sincera conmigo misma, tampoco sabía bien qué era lo que quería decir. Ni cómo podía decírselo. De alguna manera instintiva que no podría haber explicado, supe que no me entendería si le hablaba en rumano. Porque él me había hablado en otra lengua más suave y gutural, que la voz de mi cabeza había identificado rápidamente como francés.
Así que, una vez mis piernas dejaron de temblar y empezaron a sostenerme, me puse en pie con cierta dificultad. No sentía vergüenza alguna por estar completamente desnuda, a apenas unos metros del abarrotado puerto parisino. Sólo un cansancio increíble, y un dolor en las extremidades que era incapaz de explicar.
- ¿Dónde...? ¿Quién...? - Dije con la voz algo rasposa, sintiendo un dolor insoportable con cada palabra que pronunciaba. Mis grandes ojos azules estaban muy abiertos por la confusión, clavados en la mirada del hombre como si esperasen algunas respuestas.- ¿Quién eres?
Allí, yo no era algo tan concreto como Syri; solo un alma en lo más profundo de su esencia, nítida, brillante e inocente. Feliz, como no lo había sido desde... bueno, desde algún momento que se había perdido junto con todos los demás. Y que en aquel preciso instante, no me importaba en absoluto.
Algo en mi interior sabía que si no luchaba por mi vida, dejaría de pertenecerme. Pero no necesitaba la vida que había llevado, fuera cual fuera. Ni tampoco, a las personas con las que la había compartido. Si no quería volver, por algo sería. No había más. ¿Para qué iba a hacerlo, cuando allí era todo tan sencillo como dejarse llevar?
Pero algo me conminaba a hacerlo, tirando de mi de una manera casi irritante. Una presión constante en una zona de mi cuerpo, que avivaba una quemazón que no sabía identificar. Si hubiera tenido boca con la que expresarme, habría emitido un gemido de frustración. Pero no la tenía, y todo lo que podía hacer era notar la presión envolviéndome, y la luz cegadora del sol al abrir súbitamente los párpados.
Acababa de volver a la vida. Y lo primero que vi al abrir los ojos fue el cielo, reflejado en un par de orbes azules mirándome con preocupación desde arriba.
Enmarcado por una cortina de lacios cabellos rubios, el rostro del desconocido era de facciones cuadradas. Sus cejas se torcían hasta casi juntarse sobre sus bonitos ojos azulados, añadiendo un matiz de curiosidad a la expresión que había captado antes. Como nubes empañando la calidez de un día soleado, me susurró una voz en el interior de mi cabeza. Y yo quería disiparlas, porque a mi no me gustaban las nubes. O eso creía.
Me dolía demasiado la cabeza como para decidir qué era lo que sabía y lo que no.
Para empezar, no sabía quién era él, ni qué era lo que quería de mi; de modo que permanecí quieta unos segundos, sin saber muy bien cómo reaccionar. Parpadeando un par de veces, miré lentamente a mi alrededor. ¿Dónde estaba? Aquello no parecía... bueno, no sabía qué no parecía. Sólo que no tenía recuerdo alguno de aquel lugar, y me había despertado porque algo me estaba haciendo daño en el torso, golpeándome rítmicamente cada pocos segundos.
Confundida, abrí la boca para preguntarle qué estaba pasando, pero ni una palabra salió de ella. Sólo un torrente de agua cuyo origen desconocía, que salió entre toses y arcadas de mi maltrecha garganta. Debía de haber estado fría, porque así era como me sentía yo; helada y entumecida, con el pelo chorreando empapado a mis espaldas. Sin embargo, al salir quemaba como el infierno, abrasando mi pecho, garganta y boca, que estaban maltrechos por la falta de oxigeno.
Llevándome una de las pálidas manos al cuello, convulsioné hasta sacar todo el agua de mis pulmones. Hice varios intentos de girarme de nuevo hacia el desconocido, pero todos ellos acabaron de la misma manera; conmigo vomitando de nuevo sobre el desgastado empedrado del suelo.
Al final, las arcadas remitieron. Empecé a respirar con normalidad, aunque todavía sentía como si una lengua de fuego recorriese todo mi cuerpo cada vez que inhalaba. No sabía si sería capaz de hablar, aunque para ser sincera conmigo misma, tampoco sabía bien qué era lo que quería decir. Ni cómo podía decírselo. De alguna manera instintiva que no podría haber explicado, supe que no me entendería si le hablaba en rumano. Porque él me había hablado en otra lengua más suave y gutural, que la voz de mi cabeza había identificado rápidamente como francés.
Así que, una vez mis piernas dejaron de temblar y empezaron a sostenerme, me puse en pie con cierta dificultad. No sentía vergüenza alguna por estar completamente desnuda, a apenas unos metros del abarrotado puerto parisino. Sólo un cansancio increíble, y un dolor en las extremidades que era incapaz de explicar.
- ¿Dónde...? ¿Quién...? - Dije con la voz algo rasposa, sintiendo un dolor insoportable con cada palabra que pronunciaba. Mis grandes ojos azules estaban muy abiertos por la confusión, clavados en la mirada del hombre como si esperasen algunas respuestas.- ¿Quién eres?
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
La ayudó a mantenerse ladeada mientras vomitaba todo el agua. Reydek no podía soportar el tufo del río y el que desprendía el cuerpo de la joven por haber estado, seguramente horas, sumergida en esas aguas. No apartó el brazo de su espalda cuando ella le miró, manteniendola erguida - Reydek Paine - comentó como quien dice que va a llover cuando ya ha comenzado a chispear. La alzó en brazos y miró alrededor. Varios transeúntes ya se habían percatado de su presencia, entre ellos un vampiro. Seguramente creían que el Licantropo la dejaría ir después de atenderla y volver a traerla al mundo humano, pero algo le decía que si lo hacía, no volvería a verla y bastante tenía con ir a cuestas con la liada de Hans.
La pegó contra su pecho para que recuperara el calor mientas caminaba en busca de donde podía meterla hasta que adoptara una apariencia más normal. Y se le fuese ese olor, color y pelos de loca desquiciada.
El cuerpo de la muchacha pesaba tan poco que pudo mantenerla con un brazo mientras que liberaba la otra para buscar cuantos francos tenía en el bolsillo. Irían a un lupanar donde había habitaciones que se alquilaban por horas. Estas solían disponer de agua, chimenea y sabanas limpias. Suficiente para que pudiese asearse y entrar en calor.
Abrió la puerta con la espalda para cubrir el cuerpo de Syri con sus brazos y manos, y que no se viese nada. El hostelero no dijo ni mu, se limitó a dar el número de la habitación y ver como se perdían escaleras arriba. Cuando entraron en la habitación Reydek la dejó en el suelo - ¿Te tienes en pie? - la pregunté sin acabar de soltarla por completo - Aquí podrás asearte y entrar en calor, voy a mangar un poco de ropa, espera aquí - agarró una silla que le colocó al lado por si necesitaba sentarse y salió de la vieja habitación, la cual sólo disponía de lo básico, Cama, un balde de agua, y una pequeña chimenea con ascuas, ni si quiera tenía ventana.
Reydek abrió la puerta de una habitación donde se escuchaba el gemido de dos mujeres. Ambas estaban tan sumergidas en el tema que ni se dieron cuenta de que Rey agarraba uno de los vestidos que había en el suelo. No cerró tampoco la puerta de las muchachas cuando volvió a la habitación donde estaba Syri - Toma - dijo dejando el vestido sobre la cama y se dejaba caer en otra silla, mirándola - ¿Qué eres? - preguntó arrugando la nariz.
La pegó contra su pecho para que recuperara el calor mientas caminaba en busca de donde podía meterla hasta que adoptara una apariencia más normal. Y se le fuese ese olor, color y pelos de loca desquiciada.
El cuerpo de la muchacha pesaba tan poco que pudo mantenerla con un brazo mientras que liberaba la otra para buscar cuantos francos tenía en el bolsillo. Irían a un lupanar donde había habitaciones que se alquilaban por horas. Estas solían disponer de agua, chimenea y sabanas limpias. Suficiente para que pudiese asearse y entrar en calor.
Abrió la puerta con la espalda para cubrir el cuerpo de Syri con sus brazos y manos, y que no se viese nada. El hostelero no dijo ni mu, se limitó a dar el número de la habitación y ver como se perdían escaleras arriba. Cuando entraron en la habitación Reydek la dejó en el suelo - ¿Te tienes en pie? - la pregunté sin acabar de soltarla por completo - Aquí podrás asearte y entrar en calor, voy a mangar un poco de ropa, espera aquí - agarró una silla que le colocó al lado por si necesitaba sentarse y salió de la vieja habitación, la cual sólo disponía de lo básico, Cama, un balde de agua, y una pequeña chimenea con ascuas, ni si quiera tenía ventana.
Reydek abrió la puerta de una habitación donde se escuchaba el gemido de dos mujeres. Ambas estaban tan sumergidas en el tema que ni se dieron cuenta de que Rey agarraba uno de los vestidos que había en el suelo. No cerró tampoco la puerta de las muchachas cuando volvió a la habitación donde estaba Syri - Toma - dijo dejando el vestido sobre la cama y se dejaba caer en otra silla, mirándola - ¿Qué eres? - preguntó arrugando la nariz.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
Reydek Paine. Mi mente almacenó el nombre rápidamente, ansiosa por rellenar el vacío absoluto que existía en ella. No era capaz de discernir a través de éste el lugar en el que me encontraba, pero en aquel momento tampoco me parecía algo importante el descubrir mi ubicación. Si no sabía quién era yo, ni de dónde venía; ¿cómo iba a volver a casa? No importaba que descubriera donde estaba. No sabría a donde dirigirme. Si es que tenía un hogar en alguna parte del ancho mundo, y no estaba sola como tantas otras personas.
La reflexión fue tan breve que duró apenas un par de segundos. Los que tardé en decidir que, pese a que acababa de conocer a Reydek, ya confiaba ciega y absolutamente en él. Era algo que no podía explicar, un sentimiento que nacía de lo más instintivo de mi ser. Y contradecía cualquier dictamen que la razón hubiera podido expresar. No sabía quién era, pero no veía la maldad reflejada en sus bonitos ojos azules. Y ya era más de lo que podía decir del resto de transeúntes que nos rodeaban, echando miradas fugaces en nuestra dirección cuando creían que no los veíamos.
Fue por ello que, cuando el rubio acercó sus brazos hacia mi, me dejé coger con docilidad. No me resistí, sino que rodeé su cuello con mis manos y apoyé la cabeza contra su pecho. Estaba calentito, y yo tenía tanto frío... Además de que olía estupendamente. A madera, pino y rayos de sol. Se estaba mucho mejor en sus brazos que flotando en el Sena, esperando a que la Parca viniera a buscarme. Y si hubiera sido por mi, me habría quedado en ellos para siempre, echándome un sueñecito mecida por el bamboleo de sus grandes zancadas.
Reydek caminó conmigo en brazos durante más de diez minutos. En todo ese tiempo no dio muestras de cansarse, ni siquiera un poquito. Me dio la impresión de que sabía a dónde se dirigía, mientras cruzábamos aquellas calles abarrotadas de toda clase de personas. A las que yo observaba desde el refugio en el que tan segura me encontraba, con los ojos abiertos como platos en un puro reflejo de inocencia. Luces de colores rodeaban cada una de sus siluetas, enviándome información que mi subconsciente se encargaba de procesar por mi. Algunas muy intensas, otras, desvaídas; y todas ellas ganando y perdiendo intensidad a cada segundo que pasaba, alertándome a mi y a todos los que pudieran verlas del humor y carácter de la persona.
Estaba entretenida observando el aura de Reydek (de un intenso dorado, como miel derramándose a su alrededor) cuando éste abrió la puerta de un local. No me sonaba, pero eso no era una novedad; empezaba a acostumbrarme a la sensación de confusión que todo me proporcionaba, ignorándola para centrarme solamente en lo que me transmitía el presente. Curiosa, aproveché que el rubio estaba hablando con otro hombre para mirar un poco a mi alrededor. Debía de ser una especie de taberna, en la que las mujeres semi desnudas destacaban por encima del resto de parroquianos. Todas ellas vestían ropas de vivos colores, muchas de ellas tan translúcidas que era como si no llevasen nada. Debía de ser una moda de aquel lugar; a lo mejor yo era de allí, porque llevaba tan poca ropa como cualquiera de ellas. Tironeando de la camisa de Reydek, señalé con el índice a una de las pintarrojeadas mujeres. Después, esbocé una deslumbrante sonrisa de dientes blancos dedicada al licántropo.
- ¿Me has traído a casa Reydek? - Le pregunté, mirándole fijamente a esos ojos tan bonitos que tenía. ¿Se lo había dicho ya, o sólo lo había pensado? Si era así, tendría que decírselo. Seguro que se ponía contento, y sonreía también un poco.- ¿O es tu casa?
Como el rubio nos subió instantes después a la planta de arriba, di por hecho que se trataba de eso. Él vivía allí, y por eso me había traído a aquella habitación. Que bien; la verdad es que mi olor me quemaba desde hacía rato en la nariz, y quería quitármelo cuanto antes mejor. Mientras él iba a quién sabía dónde, aproveché para limpiarme un poco con la palangana. Hice lo que pude con lo que tenía, pero para cuando el rubio volvió con un sencillo vestido pardo, yo ya estaba mucho más presentable que cuando me había conocido.
- Gracias - Le dije, poniéndome la prenda por la cabeza. Se pegó como una segunda piel a mi cuerpo mojado, haciéndome sentir más calentita que cuando iba completamente desnuda. Una vez vestida, me dejé caer en la cama por la mera curiosidad de saber qué se sentiría. Esperaba que fuera agradable y blandita, pero para mi disgusto, el mueble resultó ser duro y lleno de bultos. - ¿Qué soy? - Repito, rodando sobre mi misma para mirar fijamente al chico de la silla. No sabía a qué se refería, pero la pregunta provocó un fuerte pinchazo en mi sien que se desvaneció casi al instante. Trayendo consigo una revelación, que aunque pequeña, ya era más de lo que sabía hacía apenas unos minutos. - Soy... Syri. Aunque no estoy segura de qué es lo que significa.
La reflexión fue tan breve que duró apenas un par de segundos. Los que tardé en decidir que, pese a que acababa de conocer a Reydek, ya confiaba ciega y absolutamente en él. Era algo que no podía explicar, un sentimiento que nacía de lo más instintivo de mi ser. Y contradecía cualquier dictamen que la razón hubiera podido expresar. No sabía quién era, pero no veía la maldad reflejada en sus bonitos ojos azules. Y ya era más de lo que podía decir del resto de transeúntes que nos rodeaban, echando miradas fugaces en nuestra dirección cuando creían que no los veíamos.
Fue por ello que, cuando el rubio acercó sus brazos hacia mi, me dejé coger con docilidad. No me resistí, sino que rodeé su cuello con mis manos y apoyé la cabeza contra su pecho. Estaba calentito, y yo tenía tanto frío... Además de que olía estupendamente. A madera, pino y rayos de sol. Se estaba mucho mejor en sus brazos que flotando en el Sena, esperando a que la Parca viniera a buscarme. Y si hubiera sido por mi, me habría quedado en ellos para siempre, echándome un sueñecito mecida por el bamboleo de sus grandes zancadas.
Reydek caminó conmigo en brazos durante más de diez minutos. En todo ese tiempo no dio muestras de cansarse, ni siquiera un poquito. Me dio la impresión de que sabía a dónde se dirigía, mientras cruzábamos aquellas calles abarrotadas de toda clase de personas. A las que yo observaba desde el refugio en el que tan segura me encontraba, con los ojos abiertos como platos en un puro reflejo de inocencia. Luces de colores rodeaban cada una de sus siluetas, enviándome información que mi subconsciente se encargaba de procesar por mi. Algunas muy intensas, otras, desvaídas; y todas ellas ganando y perdiendo intensidad a cada segundo que pasaba, alertándome a mi y a todos los que pudieran verlas del humor y carácter de la persona.
Estaba entretenida observando el aura de Reydek (de un intenso dorado, como miel derramándose a su alrededor) cuando éste abrió la puerta de un local. No me sonaba, pero eso no era una novedad; empezaba a acostumbrarme a la sensación de confusión que todo me proporcionaba, ignorándola para centrarme solamente en lo que me transmitía el presente. Curiosa, aproveché que el rubio estaba hablando con otro hombre para mirar un poco a mi alrededor. Debía de ser una especie de taberna, en la que las mujeres semi desnudas destacaban por encima del resto de parroquianos. Todas ellas vestían ropas de vivos colores, muchas de ellas tan translúcidas que era como si no llevasen nada. Debía de ser una moda de aquel lugar; a lo mejor yo era de allí, porque llevaba tan poca ropa como cualquiera de ellas. Tironeando de la camisa de Reydek, señalé con el índice a una de las pintarrojeadas mujeres. Después, esbocé una deslumbrante sonrisa de dientes blancos dedicada al licántropo.
- ¿Me has traído a casa Reydek? - Le pregunté, mirándole fijamente a esos ojos tan bonitos que tenía. ¿Se lo había dicho ya, o sólo lo había pensado? Si era así, tendría que decírselo. Seguro que se ponía contento, y sonreía también un poco.- ¿O es tu casa?
Como el rubio nos subió instantes después a la planta de arriba, di por hecho que se trataba de eso. Él vivía allí, y por eso me había traído a aquella habitación. Que bien; la verdad es que mi olor me quemaba desde hacía rato en la nariz, y quería quitármelo cuanto antes mejor. Mientras él iba a quién sabía dónde, aproveché para limpiarme un poco con la palangana. Hice lo que pude con lo que tenía, pero para cuando el rubio volvió con un sencillo vestido pardo, yo ya estaba mucho más presentable que cuando me había conocido.
- Gracias - Le dije, poniéndome la prenda por la cabeza. Se pegó como una segunda piel a mi cuerpo mojado, haciéndome sentir más calentita que cuando iba completamente desnuda. Una vez vestida, me dejé caer en la cama por la mera curiosidad de saber qué se sentiría. Esperaba que fuera agradable y blandita, pero para mi disgusto, el mueble resultó ser duro y lleno de bultos. - ¿Qué soy? - Repito, rodando sobre mi misma para mirar fijamente al chico de la silla. No sabía a qué se refería, pero la pregunta provocó un fuerte pinchazo en mi sien que se desvaneció casi al instante. Trayendo consigo una revelación, que aunque pequeña, ya era más de lo que sabía hacía apenas unos minutos. - Soy... Syri. Aunque no estoy segura de qué es lo que significa.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
El cuerpo de Syri parecía no pesar absolutamente nada. Se debía de sentir tan a gusto entre los brazos del Licantropo que iba moviéndose para observar todo atentamente y hablar sobre ello. El lupanar pese a no ser de gran calidad disponía de las suficientes luces y colores para que la extasiada mente de la chica vagase felizmente por cada rincón, sintiéndose embriagada por cada detalle.
Ignoró el comentario sobre la casa, solamente quería deshacerse de ella y que nadie preguntase. No quería que nadie le tomase por un depravado, un violador o un asesino. Porque perfectamente a esa muchacha podía darle un paro cardíaco, estaba helada.
La intimidad que podían tener en aquella habitación era tan nula que prácticamente podía verse lo que ocurría en la habitación continua a través de las viejas tablillas de la pared. Aun así, Reydek la dejó tomarse el tiempo suficiente para limpiar y vestirse. Esperó recostado en la vieja madera que crujía cada vez que trataba de acomodarse mejor. Le resultaba una silla demasiado pequeña y vieja, baja de patas, para sentirse cómodo en ella.
Tiró la cabeza hacía atrás hasta que la escuchó hablar - Syri - la observó de nuevo, estirando sus piernas y cruzandolas a la altura de los tobillos. Metió ambas manos en los bolsillos - Eres una cambiante, que animal eres - volvió a preguntar. Sabía que aquel latir de corazón y aquel extraño olor no eran el de un vampiro, y tampoco el de una licántropo. Por descarte ese ser era un animal.
Ignoró el comentario sobre la casa, solamente quería deshacerse de ella y que nadie preguntase. No quería que nadie le tomase por un depravado, un violador o un asesino. Porque perfectamente a esa muchacha podía darle un paro cardíaco, estaba helada.
La intimidad que podían tener en aquella habitación era tan nula que prácticamente podía verse lo que ocurría en la habitación continua a través de las viejas tablillas de la pared. Aun así, Reydek la dejó tomarse el tiempo suficiente para limpiar y vestirse. Esperó recostado en la vieja madera que crujía cada vez que trataba de acomodarse mejor. Le resultaba una silla demasiado pequeña y vieja, baja de patas, para sentirse cómodo en ella.
Tiró la cabeza hacía atrás hasta que la escuchó hablar - Syri - la observó de nuevo, estirando sus piernas y cruzandolas a la altura de los tobillos. Metió ambas manos en los bolsillos - Eres una cambiante, que animal eres - volvió a preguntar. Sabía que aquel latir de corazón y aquel extraño olor no eran el de un vampiro, y tampoco el de una licántropo. Por descarte ese ser era un animal.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
La palabra cambiante renovó el intenso pinchazo de dolor en mi cabeza, que surgía con cada hecho familiar que me sucedía. Duró más rato que el anterior, hasta el punto de que me llevé ambas manos a la sien en un intento por calmar la jaqueca. Sin embargo, ninguna revelación apareció esta vez por arte de magia. Mi mente seguía vacía, en blanco; como las paredes de aquella barata habitación en la que vivía Reydek. Y no importaba cuánto me esforzase en recordar, porque no serviría para nada.
Negando con la cabeza, me hice un ovillo sobre el duro jergón de paja en el que me hallaba tumbada. Era tan frustrante... tan agobiante. Me sentía un cero a la izquierda, incapaz de responder algo tan sencillo como un dato sobre mi misma. Pero es que no sabía ni eso. Ni de dónde venía, ni en qué animal me convertía; si hacía caso a lo que decía el rubio, y era verdad que podía cambiar de forma. Así se lo dije a Reydek, parpadeando un par de veces para contener las lágrimas. Tenía muchas ganas de llorar, pero no quería leer el rechazo en los ojos de la única persona que me había intentado ayudar. Y que seguramente, ya se estaba arrepintiendo de no haberme dejado morir en el río.
- No sé... no recuerdo nada - Le dije, encogiéndome más sobre mí misma. Mis mejillas estaban enrojecidas por el nerviosismo, añadiendo una nota de color a mi pálido aspecto. - Sólo el agua, y tú sacándome de allí. Y nada más. Yo... lo siento, Reydek. No soy nada. Sólo un estorbo.
Negando con la cabeza, me hice un ovillo sobre el duro jergón de paja en el que me hallaba tumbada. Era tan frustrante... tan agobiante. Me sentía un cero a la izquierda, incapaz de responder algo tan sencillo como un dato sobre mi misma. Pero es que no sabía ni eso. Ni de dónde venía, ni en qué animal me convertía; si hacía caso a lo que decía el rubio, y era verdad que podía cambiar de forma. Así se lo dije a Reydek, parpadeando un par de veces para contener las lágrimas. Tenía muchas ganas de llorar, pero no quería leer el rechazo en los ojos de la única persona que me había intentado ayudar. Y que seguramente, ya se estaba arrepintiendo de no haberme dejado morir en el río.
- No sé... no recuerdo nada - Le dije, encogiéndome más sobre mí misma. Mis mejillas estaban enrojecidas por el nerviosismo, añadiendo una nota de color a mi pálido aspecto. - Sólo el agua, y tú sacándome de allí. Y nada más. Yo... lo siento, Reydek. No soy nada. Sólo un estorbo.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
Reydek mira a la muchacha mientras esta piensa. Saca su mano derecha del bolsillo para rascarse la entre pierna un segundo y acomodarse la entrepierna. Después vuelve a guardarla en el bolsillo. Desliza su lengua por los labios mojandolos mientras espera. Realmente es pura curiosidad y un poco poder anticiparse a que le de por atacarle y saber que posibilidades tiene de sobrevivir. Por muy pequeña y frágil que pareciera ahora, podía tratarse de un oso y matarlo a zarpazos en un abrir y cerrar de ojos.
Chasqueó la lengua y negó con la cabeza - Oye - el rostro de Syri parecía estar haciendo un esfuerzo sobrenatural para no parpadear que no saliesen aquellas lagrimas que habían cristalizado sus ojos y luchaban por escapar - No me jodas llorando ¿eh? - se acomodó sacando las manos de los bolsillos y entrelazándolas. Tirando su cuerpo hacía delante apoyó ambos codos en las piernas - Es normal que no recuerdes nada, casi mueres ahí fuera - le recordó mientras se incorporaba - Y esta no es mi casa, es un lugar donde la gente viene a intimar y que no me apetece pagar, vamos - se agachó de espaldas a ella - Sube, saltaremos desde la ventana para huir.- Cuando había salido a por el vestido había visto una bonita ventana al final del pasillo. Y pese a que las habitaciones no constaban de ventana por eso, estaba dispuesto a forzar la del pasillo para salir airoso de aquella situación.
Salieron al pasillo cuando se aseguraron de que no había nadie. Reydek caminó con tranquilidad hasta la ventana que apenas le costó forzar. Con cuidado de no golpear a Syri saltó por ella hasta la calle, donde la ayudó a bajar y ambos echaron a andar calle abajo - Te invitaré a comer algo con el dinero que nos hemos ahorrado ahora, y después, cada uno a lo suyo - le avisó mientras buscaba un lugar en el que asentarse.
Chasqueó la lengua y negó con la cabeza - Oye - el rostro de Syri parecía estar haciendo un esfuerzo sobrenatural para no parpadear que no saliesen aquellas lagrimas que habían cristalizado sus ojos y luchaban por escapar - No me jodas llorando ¿eh? - se acomodó sacando las manos de los bolsillos y entrelazándolas. Tirando su cuerpo hacía delante apoyó ambos codos en las piernas - Es normal que no recuerdes nada, casi mueres ahí fuera - le recordó mientras se incorporaba - Y esta no es mi casa, es un lugar donde la gente viene a intimar y que no me apetece pagar, vamos - se agachó de espaldas a ella - Sube, saltaremos desde la ventana para huir.- Cuando había salido a por el vestido había visto una bonita ventana al final del pasillo. Y pese a que las habitaciones no constaban de ventana por eso, estaba dispuesto a forzar la del pasillo para salir airoso de aquella situación.
Salieron al pasillo cuando se aseguraron de que no había nadie. Reydek caminó con tranquilidad hasta la ventana que apenas le costó forzar. Con cuidado de no golpear a Syri saltó por ella hasta la calle, donde la ayudó a bajar y ambos echaron a andar calle abajo - Te invitaré a comer algo con el dinero que nos hemos ahorrado ahora, y después, cada uno a lo suyo - le avisó mientras buscaba un lugar en el que asentarse.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
- No estoy llorando - Susurré, limpiándome con las mangas del vestido las pocas lágrimas que habían escapado a mi control. No quería parecer más poquita cosa de lo que ya era, porque además, sabía que eso acabaría hundiéndome más. Si perdía el control, caería en la desesperación; pensaría que era inevitable estar perdida en un mundo tan grande como aquel, en el que no había lugar para la Syri que ahora era. Así que lo mejor que podía hacer era sonreír, aunque me costase un mundo hacerlo. No podía simplemente resignarme, porque si yo no cuidaba de mi, nadie lo haría.
Aun así, tenía los ojos enrojecidos cuando me subí a la espalda de Reydek para que me llevase. Entendía que no quisiera pagar aquel lugar; era demasiado feo y sencillo como para ser algo más que regalado. El suelo crujía al pisarlo, la cama estaba tan llena de bultos que se clavaban constantemente. Y yo no me iba a quejar por una alternativa que aplazaba el momento que más temía de todos. Aquel en el que me quedaría sola, y tendría que empezar a pensar qué era lo que iba a hacer de ahora en adelante.
Era mucho más sencillo seguir con el rubio, pensé mientras éste saltaba por la ventana del primer piso. No importaba que fuera un arreglo temporal; era todo lo que tenía. Y me bastaba por ahora. De modo que hice un esfuerzo por sonreírle de nuevo, mientras bajaba de su espalda con cuidado para no hacerle daño.
- Comer está bien. Gracias Reydek - Le dije, caminando junto a él el breve trecho que nos separaba del restaurante. - Te lo compensaré de algún modo.
No vi la bala hasta que se clavó en mi espalda, ni tampoco advertí cómo el suelo se acercaba vertiginosamente a mi cara. Sólo que de pronto todo se había tornado extrañamente oscuro, y que algo ardía como una hoguera en algún lugar de mi cuerpo. Plata, susurró mi instinto con temor. A sabiendas de que, si aquello era peligroso para mi, también lo sería para mi acompañante.
Aun así, tenía los ojos enrojecidos cuando me subí a la espalda de Reydek para que me llevase. Entendía que no quisiera pagar aquel lugar; era demasiado feo y sencillo como para ser algo más que regalado. El suelo crujía al pisarlo, la cama estaba tan llena de bultos que se clavaban constantemente. Y yo no me iba a quejar por una alternativa que aplazaba el momento que más temía de todos. Aquel en el que me quedaría sola, y tendría que empezar a pensar qué era lo que iba a hacer de ahora en adelante.
Era mucho más sencillo seguir con el rubio, pensé mientras éste saltaba por la ventana del primer piso. No importaba que fuera un arreglo temporal; era todo lo que tenía. Y me bastaba por ahora. De modo que hice un esfuerzo por sonreírle de nuevo, mientras bajaba de su espalda con cuidado para no hacerle daño.
- Comer está bien. Gracias Reydek - Le dije, caminando junto a él el breve trecho que nos separaba del restaurante. - Te lo compensaré de algún modo.
No vi la bala hasta que se clavó en mi espalda, ni tampoco advertí cómo el suelo se acercaba vertiginosamente a mi cara. Sólo que de pronto todo se había tornado extrañamente oscuro, y que algo ardía como una hoguera en algún lugar de mi cuerpo. Plata, susurró mi instinto con temor. A sabiendas de que, si aquello era peligroso para mi, también lo sería para mi acompañante.
Última edición por Syri Vinterson el Lun Mar 13, 2017 1:47 pm, editado 1 vez
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
Ambos caminaban uno al lado del otro. Los pasos de Syri eran más para poder alcanzar al Licántropo en cada zancada que daba. Parecía que iba echando una carrera, o que llegaba tarde a algún sitio, y aquello provocaba una sonrisa en los labios del muchacho. Iba pensando en que podrían comer cuando escuchó algo cortar el viento. Apenas le dio tiempo a alargar el brazo y agarrar el cuerpo de la cría cuando se disponía a caer al suelo, Rey alzó la vista en el mismo instante en el que una bala le atravesaba la ropa y la piel, a la altura del hombro.
El golpe de la bala provocó que cayese clavando una rodilla en el suelo. Aun con el cuerpo de Syri en sus brazos apretó su mandíbula y gruñó. Frente a ellos un valiente cabrón alzaba su pistola que se había encasquillado. Tratando de volver a disparar y no fallar esta vez. Rey dejó a Syri en el suelo con cuidado de lo clavarle más el puñal, y se alzó todo lo largo que era.
Los nudillos de Rey se encontraban blancos. Su mandíbula bien marcada en su rostro, y sus venas palpitando en sus brazos fueron la señal suficiente para el cazador. Aquello no era un humano normal y la había cagado. Pese a ello, esbozó una sonrisa triunfal al recordar que le había disparado una bala, y esta era de plata. Y era así, Reydek estaba disfrutando de un dolor atroz, que le recorría ya el brazo entero. La plata parecía haberse derretido y vagar libremente por el interior de su cuerpo, abrasando todo lo que encontraba a su paso.
La sombra de Reydek dejó de tapar por completo el cuerpo de Syri cuando se volvió un licantropo. No era para nada de la altura de Reydek humano, pero su largura era casi de 2m de alto en dos patas. El pelaje era de un color cobrizo con una mezcla de canela, y sus ojos brillaban más azules que nunca.
El golpe de la bala provocó que cayese clavando una rodilla en el suelo. Aun con el cuerpo de Syri en sus brazos apretó su mandíbula y gruñó. Frente a ellos un valiente cabrón alzaba su pistola que se había encasquillado. Tratando de volver a disparar y no fallar esta vez. Rey dejó a Syri en el suelo con cuidado de lo clavarle más el puñal, y se alzó todo lo largo que era.
Los nudillos de Rey se encontraban blancos. Su mandíbula bien marcada en su rostro, y sus venas palpitando en sus brazos fueron la señal suficiente para el cazador. Aquello no era un humano normal y la había cagado. Pese a ello, esbozó una sonrisa triunfal al recordar que le había disparado una bala, y esta era de plata. Y era así, Reydek estaba disfrutando de un dolor atroz, que le recorría ya el brazo entero. La plata parecía haberse derretido y vagar libremente por el interior de su cuerpo, abrasando todo lo que encontraba a su paso.
La sombra de Reydek dejó de tapar por completo el cuerpo de Syri cuando se volvió un licantropo. No era para nada de la altura de Reydek humano, pero su largura era casi de 2m de alto en dos patas. El pelaje era de un color cobrizo con una mezcla de canela, y sus ojos brillaban más azules que nunca.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
Los fuertes brazos de Reydek me sostuvieron para evitar que cayera cuando la bala impactó en mi espalda. Un gesto instintivo que le agradecí con una mirada tan empañada por el dolor que casi no era capaz de verle. La espalda me palpitaba con fuerza, extendiendo una desagradable quemazón por cada centímetro de mi cuerpo. Provocó en mi tal debilidad que las piernas me temblaban incontrolablemente, amenazando con dejarme caer de un momento a otro. Para evitarlo, mis manos se aferron con fuerza a la camisa de Reydek. Como si quisieran asegurarse así de que todo iba a salir bien, que aquello había sido un accidente, y lo peor que podría pasar es que hiciera el ridículo delante de él.
Durante unos segundos, no sucedió nada que contradijese la ilusión que había formado en mi cabeza. Sólo ciudadanos gritando, marchándose para alejarse de cualquier futuro problema. Pero una segunda bala acabó siguiendo a la primera, confirmando mis peores temores sobre la naturaleza del ataque.
Y despertando recuerdos de mi pasado en el peor momento posible.
Tuve que luchar con todas mis fuerzas para permanecer consciente, mientras las imágenes pasaban por mi cabeza. Cada nueva imagen traía consigo un intenso pinchazo en la sien, que se intensificó hasta el punto de que no pude seguir sujetándome a Reydek. La sangre corría espesa por su brazo, allí donde la bala había impactado con fuerza. Pero no parecía dispuesto a salir corriendo, sino a punto de destrozar a cualquiera que se pusiera en su camino. Sus labios estaban tensos, su mandíbula, apretada; cerraba los puños con tanta fuerza que sus nudillos eran tan blancos como mis espesos cabellos. Un gesto temible, que para mi sorpresa me resultaba fascinante. Porque yo habría querido reaccionar igual, en lugar de ser simplemente el sobrante en la ecuación que estaba a punto de desarrollarse.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano para no estorbar, conseguí arrastrarme hasta una esquina repleta de barriles. Y ya oculta tras ellos, dejé que las imágenes fluyeran mientras deseaba que no le pasara nada a mi amigo.
Una fina película borrosa distorsionaba cada recuerdo que veía. No venían ordenadamente, sino que aparecían como una cascada violenta y salvaje. Me vi a mi misma en un ornamentado carruaje, observando un bosque agreste y espeso. No me sonaba de nada, pero algo en mi interior me dijo que antes de perder la memoria tampoco me era conocido. A lo lejos, la silueta recortada de una ciudad se alzaba bajo el cielo. Las brumas no me permitían ver si era París u otro lugar, pero no impedían que advirtiese lo caro de mis atavíos. Ropajes de la más fina seda, de un azul tan intenso como mi mirada. Escarpines bordados en complicadas filigranas de oro. Y suaves guantes de piel de becerrillo, un material tan exclusivo como las joyas que decoraban mi corpiño.
Aun así, no disfrutaba de la situación; estaba aterrorizada, porque una partida de encapuchados seguía a la calesa. Los disparos empezaron a sonar con tanta fuerza que no sabía si lo hacían en la calle o en mi imaginación. Encogida sobre mi misma, los conté en ambos lugares. Uno, dos, tres; perforaron la forrada superficie de madera, asustando a los caballos, que volcaron la pequeña y ligera carroza.
El mundo se hizo de pronto mucho más grande, hasta el punto de que fui capaz de salir por los restos de la ventanilla sin tener que hacer ningún esfuerzo. Atrás quedaron todas las prendas ante las que tanto me había maravillado, abandonadas en los cremosos asientos de cuero. Forcé mis ¿patitas? a correr bosque a través, pero un grito a mis espaldas me indicó que me habían visto. Durante unos instantes, los fragmentos se sucedieron sin más sentido que el terror; salpicados por el aroma a pino, menta y tierra mojada. Corrí hasta que acabé a los pies de un rápido río, cuyas aguas embravecidas salpicaban la verde hierba de rocío. No podía cruzarlo, ni tampoco resistir a su curso. Pero el sonido de las ramas quebrándose a mis espaldas me indicó que no tenía mucho tiempo. Si quería huir, no podía quedarme allí. Porque sin lugar a dudas, me atraparían.
Así que salté hacia las aguas que suponían mi única oportunidad de supervivencia.
Los recuerdos cesaron al escuchar un golpe sordo detrás de los barriles. Era el sonido de un cuerpo cayendo tras un prolongado salto, acercándose cada vez más a donde me encontraba. Me había escondido allí para no estorbar a Reydek mientras peleaba, y no había visto que en su lugar había ahora un inmenso lobo canela. Pero sí vi al inquisidor cuando asomó por encima de los barriles, volcando la precaria barrera que era mi único refugio.
Partió las maderas como si fueran mantequilla con una vara de plata, de la que me alejé temerosa de que me hiriera de nuevo. La sangre manaba abundantemente desde el disparo, manchando el suelo a modo de rastro allí por donde pasaba. Aunque hubiera podido huir, el hombre habría sabido dónde encontrarme. Sólo tenía que mirar al suelo y dejarse llevar, hasta encontrarme agazapada en algún oscuro agujero.
Sujetándome a una de las farolas, intenté ponerme de nuevo de pie para hacerle frente. No sabía cómo, ni con qué; no era una guerrera, y no me hacía falta tener mis recuerdos para darme cuenta de eso. Pero si iba a morir, no quería hacerlo como un animal. Lo haría plantándole cara, como lo había hecho Reydek antes de que me escondiera. Con el valor que yo no había tenido hasta que comprendí que la suerte no iba a salvarme esta vez, y que cada latido bien podía ser el último en mi pecho.
Durante unos segundos, no sucedió nada que contradijese la ilusión que había formado en mi cabeza. Sólo ciudadanos gritando, marchándose para alejarse de cualquier futuro problema. Pero una segunda bala acabó siguiendo a la primera, confirmando mis peores temores sobre la naturaleza del ataque.
Y despertando recuerdos de mi pasado en el peor momento posible.
Tuve que luchar con todas mis fuerzas para permanecer consciente, mientras las imágenes pasaban por mi cabeza. Cada nueva imagen traía consigo un intenso pinchazo en la sien, que se intensificó hasta el punto de que no pude seguir sujetándome a Reydek. La sangre corría espesa por su brazo, allí donde la bala había impactado con fuerza. Pero no parecía dispuesto a salir corriendo, sino a punto de destrozar a cualquiera que se pusiera en su camino. Sus labios estaban tensos, su mandíbula, apretada; cerraba los puños con tanta fuerza que sus nudillos eran tan blancos como mis espesos cabellos. Un gesto temible, que para mi sorpresa me resultaba fascinante. Porque yo habría querido reaccionar igual, en lugar de ser simplemente el sobrante en la ecuación que estaba a punto de desarrollarse.
Haciendo un esfuerzo sobrehumano para no estorbar, conseguí arrastrarme hasta una esquina repleta de barriles. Y ya oculta tras ellos, dejé que las imágenes fluyeran mientras deseaba que no le pasara nada a mi amigo.
Una fina película borrosa distorsionaba cada recuerdo que veía. No venían ordenadamente, sino que aparecían como una cascada violenta y salvaje. Me vi a mi misma en un ornamentado carruaje, observando un bosque agreste y espeso. No me sonaba de nada, pero algo en mi interior me dijo que antes de perder la memoria tampoco me era conocido. A lo lejos, la silueta recortada de una ciudad se alzaba bajo el cielo. Las brumas no me permitían ver si era París u otro lugar, pero no impedían que advirtiese lo caro de mis atavíos. Ropajes de la más fina seda, de un azul tan intenso como mi mirada. Escarpines bordados en complicadas filigranas de oro. Y suaves guantes de piel de becerrillo, un material tan exclusivo como las joyas que decoraban mi corpiño.
Aun así, no disfrutaba de la situación; estaba aterrorizada, porque una partida de encapuchados seguía a la calesa. Los disparos empezaron a sonar con tanta fuerza que no sabía si lo hacían en la calle o en mi imaginación. Encogida sobre mi misma, los conté en ambos lugares. Uno, dos, tres; perforaron la forrada superficie de madera, asustando a los caballos, que volcaron la pequeña y ligera carroza.
El mundo se hizo de pronto mucho más grande, hasta el punto de que fui capaz de salir por los restos de la ventanilla sin tener que hacer ningún esfuerzo. Atrás quedaron todas las prendas ante las que tanto me había maravillado, abandonadas en los cremosos asientos de cuero. Forcé mis ¿patitas? a correr bosque a través, pero un grito a mis espaldas me indicó que me habían visto. Durante unos instantes, los fragmentos se sucedieron sin más sentido que el terror; salpicados por el aroma a pino, menta y tierra mojada. Corrí hasta que acabé a los pies de un rápido río, cuyas aguas embravecidas salpicaban la verde hierba de rocío. No podía cruzarlo, ni tampoco resistir a su curso. Pero el sonido de las ramas quebrándose a mis espaldas me indicó que no tenía mucho tiempo. Si quería huir, no podía quedarme allí. Porque sin lugar a dudas, me atraparían.
Así que salté hacia las aguas que suponían mi única oportunidad de supervivencia.
Los recuerdos cesaron al escuchar un golpe sordo detrás de los barriles. Era el sonido de un cuerpo cayendo tras un prolongado salto, acercándose cada vez más a donde me encontraba. Me había escondido allí para no estorbar a Reydek mientras peleaba, y no había visto que en su lugar había ahora un inmenso lobo canela. Pero sí vi al inquisidor cuando asomó por encima de los barriles, volcando la precaria barrera que era mi único refugio.
Partió las maderas como si fueran mantequilla con una vara de plata, de la que me alejé temerosa de que me hiriera de nuevo. La sangre manaba abundantemente desde el disparo, manchando el suelo a modo de rastro allí por donde pasaba. Aunque hubiera podido huir, el hombre habría sabido dónde encontrarme. Sólo tenía que mirar al suelo y dejarse llevar, hasta encontrarme agazapada en algún oscuro agujero.
Sujetándome a una de las farolas, intenté ponerme de nuevo de pie para hacerle frente. No sabía cómo, ni con qué; no era una guerrera, y no me hacía falta tener mis recuerdos para darme cuenta de eso. Pero si iba a morir, no quería hacerlo como un animal. Lo haría plantándole cara, como lo había hecho Reydek antes de que me escondiera. Con el valor que yo no había tenido hasta que comprendí que la suerte no iba a salvarme esta vez, y que cada latido bien podía ser el último en mi pecho.
Última edición por Syri Vinterson el Vie Mar 17, 2017 2:45 am, editado 1 vez
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
Siry se arrastra por el suelo hasta esconderse detrás de unos bidones en el mismo instante que el cazador consigue desatascar su arma. Las balas salen disparadas de dos en dos en dirección a la cría, a pesar de que casi la rozan, ninguna impacta en ella, y la que parece que va a hacerlo es parada por el cuerpo de Rey.
Un grito desgarrador sale de la garganta del lobo, que cabreado por aquel último golpe da un salto de un par de metros para agarrar del cuello al cazador. De nuevo se escuchan tiros, pero esta vez van dirección al cielo. Los pájaros salen huyendo pese a lo imposible de que acierte en uno de ellos. El sonido sordo del cazador cayendo golpea los oídos de Syri que se revuelve detrás del bidón. Pero Reydek no tiene tiempo que perder, es de día y no quiere que nadie los vea, y bastante han llamado la atención con los disparos.El cuerpo inerte es arrastrado hasta la orilla, y lanzado al río, en el asfalto queda la el reguero de sangre que les delata.
Su cuerpo vuelve a ser humano y en cuanto es capaz de enfocar con sus ojos, mira su piernas y se lleva la mano a ella - Mierda puta - masculla agarrando el perdigón que asoma su culo como si de una garrapata se tratase. Se pone los pantalones y la camiseta, y se limpia las manos en uno de los muchos bidones en los que se ha ocultado Siry - ¿Siry? - la llama mientras la busca, aun cojeando y con al camiseta totalmente teñida de rojo.
La recoge entre sus brazos y ahora sí, con toda la rapidez que puede camina hasta su hostal, donde entra directo a su habitación. Deja a Siry en el suelo y se quita el pantalón y camiseta quedando en ropa interior. Saca un viejo maletín de piel marrón y se sienta con ella, le desnuda con cuidado, ya que que verla desnuda no es un problema a estas alturas.
Agarra el agua para limpiar la herida de Siry, y con cuidado saca la bala. Vuelve a limpiar antes de ponerse a coser - Toma - le ofrece la botella de alcohol que hay bajo la cama, alargando el brazo. El disparo ha sido tan limpio que apenas necesita tres puntos de sutura. Rey la recuesta mientras mira su herida en la pierna y da un a única punzada. Su cuerpo ignora el hilo y rompe la piel de Reydek para volver a manifestar el gran agujero. El Licántropo se recuesta hasta apoyar parte de su espalda en el armario. Odia no poder hacer nada contra las heridas de balas de plata.
Un grito desgarrador sale de la garganta del lobo, que cabreado por aquel último golpe da un salto de un par de metros para agarrar del cuello al cazador. De nuevo se escuchan tiros, pero esta vez van dirección al cielo. Los pájaros salen huyendo pese a lo imposible de que acierte en uno de ellos. El sonido sordo del cazador cayendo golpea los oídos de Syri que se revuelve detrás del bidón. Pero Reydek no tiene tiempo que perder, es de día y no quiere que nadie los vea, y bastante han llamado la atención con los disparos.El cuerpo inerte es arrastrado hasta la orilla, y lanzado al río, en el asfalto queda la el reguero de sangre que les delata.
Su cuerpo vuelve a ser humano y en cuanto es capaz de enfocar con sus ojos, mira su piernas y se lleva la mano a ella - Mierda puta - masculla agarrando el perdigón que asoma su culo como si de una garrapata se tratase. Se pone los pantalones y la camiseta, y se limpia las manos en uno de los muchos bidones en los que se ha ocultado Siry - ¿Siry? - la llama mientras la busca, aun cojeando y con al camiseta totalmente teñida de rojo.
La recoge entre sus brazos y ahora sí, con toda la rapidez que puede camina hasta su hostal, donde entra directo a su habitación. Deja a Siry en el suelo y se quita el pantalón y camiseta quedando en ropa interior. Saca un viejo maletín de piel marrón y se sienta con ella, le desnuda con cuidado, ya que que verla desnuda no es un problema a estas alturas.
Agarra el agua para limpiar la herida de Siry, y con cuidado saca la bala. Vuelve a limpiar antes de ponerse a coser - Toma - le ofrece la botella de alcohol que hay bajo la cama, alargando el brazo. El disparo ha sido tan limpio que apenas necesita tres puntos de sutura. Rey la recuesta mientras mira su herida en la pierna y da un a única punzada. Su cuerpo ignora el hilo y rompe la piel de Reydek para volver a manifestar el gran agujero. El Licántropo se recuesta hasta apoyar parte de su espalda en el armario. Odia no poder hacer nada contra las heridas de balas de plata.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
Mis dedos se cerraron con fuerza sobre la rasposa superfície de madera. Estaban tan entumecidos que apenas notaba las astillas clavándose en mi piel, amenazando con perforarla si continuaba presionando. No me importaba; sabía que el palo era mi única esperanza de defenderme, si es que tenía alguna oportunidad contra un hombre armado con una pistola. Podía noquearlo, quitarle el arma, o distraerle para escapar. También podía morir de un sólo disparo, si su puntería era tan buena como parecía. Pero al menos, no moriría como una cobarde. Agazapada tras la seguridad de unos barriles, mientras la única persona que me había ayudado se jugaba su propia existencia en aquel encuentro.
Si hubiera tenido que apostar, habría apostado por el inquisidor. Pero no era un juego de dos, sino de tres.
Y ninguno de los dos había contado con Reydek.
Como un torbellino de color canela, el lobo saltó para interponerse en la trayectoria de tiro del asesino. Impidió que su bala me alcanzase de nuevo, ganándose una nueva herida en una de sus patas. Hecho una furia, se lanzó con los colmillos por delante en dirección al atacante. Que vio cómo para su desesperación, su pistola se había atascado de nuevo.
Todo acabó tan rápido como había empezado. El atacante cayó hacia atrás al ser impulsado por el peso de la bestia. Su cuerpo se golpeó con el duro empedrado, soltando armas y quedando inmovilizado bajo las patas del can. La pistola salió disparada de su mano, girando sobre sí misma hasta hundirse en las aguas del Sena. La vara rodó hasta perderse en el callejón, donde un pilluelo se hizo con la plata y salió corriendo a toda velocidad. Y eran las únicas armas que poseía.
Estaba atrapado, y lo peor era que lo sabía; y el licántropo también, puesto que, sin darle ni una sola opción para que se recuperase, hundió sus colmillos en el cuello de aquel hombre que le había herido. Atemorizada, observé la carnicería que llevó a cabo Reydek con aquel asesino. Destrozó la tierna carne de su víctima como si estuviera hecha de mantequilla, manchándose el hocico con salpicaduras de un intenso escarlata. Rasgó y mordió hasta estar seguro de que el hombre no volvería a levantarse, y una vez se sintió completamente a salvo, lanzó su cadáver con un chapoteo de vuelta a la inmundicia del río.
- Reydek - Susurré, tan pronto como vi que empezaba a transformarse de nuevo en humano. No entendía cómo era posible que aquel animal fuera el mismo rubio que me había salvado, porque la lógica me decía que era imposible que aquello estuviera sucediendo. Que los humanos eran humanos, y los animales, animales. Pero empezaba a comprender que la lógica dependía de los conocimientos, y dado que yo no tenía ninguno, quedaba fuera de mi alcance. Lo mejor sería que me limitase a creer en aquello que veía, hasta que tuviera un mejor criterio en el que basarme. - Estás herido, y es por mi culpa. - Fue lo segundo que pude decir, notando que mi corazón se encogía al percatarme de la cantidad de sangre que le cubría.
Compungida, dejé que me tomase en brazos de nuevo, rodeando su cuello con mis manos como si fuera lo único real allí. Sus pupilas estaban algo desenfocadas, culpa del dolor y de la pérdida de sangre. Preocupada, apenas me percaté de que el hostal en el que entrábamos no era el mismo al que habíamos ido antes. Sólo tenía ojos para mi amigo, que sacó rápidamente una desgastada maleta con algunas herramientas básicas de medicina.
- ¿Eres médico? - Le pregunté, mientras me sacaba con unas pequeñas pinzas la bala incrustada entre mis omoplatos. Se había quedado atrapada en un trozo de hueso, lo que impidió que causara más estragos de los que podría haber provocado. La plata era mortal para mi, algo que había descubierto gracias a la voz de mi interior. De modo que podía sentirme agradecida por haber salido tan bien parada del encuentro. - Mientras estaba atacándonos, recordé... algo. Me vi a mi misma en un carruaje, y a unos encapuchados atacándome. Fue por eso por lo que acabé en el río, pero no sé porqué me buscaban. Aunque imagino que él sí que lo sabía, y por eso nos atacó. - Le dije a Reydek, mientras él enhebra una fina aguja de hueso para cerrar del todo el disparo. No me quejé ni una vez durante el proceso de coser la herida, aunque mordí con tanta fuerza mi labio inferior que acabó algo ensangrentado. - ¿Qué puedo hacer para compensarte lo que has hecho por mi? No tengo nada, pero me has salvado ya dos veces hoy. Es un favor que tengo que pagar. - Me reincorporé de nuevo una vez ya cosida la herida del hombro, tomando la aguja y limpiándola antes de tratar el brazo de Reydek. Primero lo desinfecté tan bien como pude, y después di unas cuantas puntadas para cerrar la carne y evitar que no sanara. Mis manos recordaban cómo hacerlo, y no tardaron mucho en dejar una fina y delicada línea de hilo allí donde antes estaba el disparo.
Una vez acabé, tomé nuestras ropas manchadas de sangre y las acerqué al pequeño barreño que había en la habitación. Después, empecé a frotar una pastilla de jabón contra ellas, intentando dejarlas tan limpias como pudiera. La suciedad empezó a flotar en la superfície del agua, que acabó salpicada de un rojo sucio y coagulado. Salía más y más de la ropa cada vez que frotaba, lo que me dio a entender que no conseguiría dejarlas como nuevas por más que me esforzase.
Cuando consideré que ya estaban lo suficientemente limpias, las dejé secando al sol en la ventana de la habitación. Luego las remendaría, porque aunque a lo mejor Reydek tuviera más ropa que ponerse, yo sólo tenía aquel sencillo vestido que él me había dado antes. Aunque no me incomodaba estar desnuda; total, él ya me había visto, y me sentía segura a su lado.
- Antes... me has preguntado en qué me transformaba. No lo sabía. Pero ahora sí. - Recuerdo de pronto, evocando la desesperada carrera por el bosque que acabó conmigo en el río. - Era... soy, un armiño. Tú... ¿qué eres?
Si hubiera tenido que apostar, habría apostado por el inquisidor. Pero no era un juego de dos, sino de tres.
Y ninguno de los dos había contado con Reydek.
Como un torbellino de color canela, el lobo saltó para interponerse en la trayectoria de tiro del asesino. Impidió que su bala me alcanzase de nuevo, ganándose una nueva herida en una de sus patas. Hecho una furia, se lanzó con los colmillos por delante en dirección al atacante. Que vio cómo para su desesperación, su pistola se había atascado de nuevo.
Todo acabó tan rápido como había empezado. El atacante cayó hacia atrás al ser impulsado por el peso de la bestia. Su cuerpo se golpeó con el duro empedrado, soltando armas y quedando inmovilizado bajo las patas del can. La pistola salió disparada de su mano, girando sobre sí misma hasta hundirse en las aguas del Sena. La vara rodó hasta perderse en el callejón, donde un pilluelo se hizo con la plata y salió corriendo a toda velocidad. Y eran las únicas armas que poseía.
Estaba atrapado, y lo peor era que lo sabía; y el licántropo también, puesto que, sin darle ni una sola opción para que se recuperase, hundió sus colmillos en el cuello de aquel hombre que le había herido. Atemorizada, observé la carnicería que llevó a cabo Reydek con aquel asesino. Destrozó la tierna carne de su víctima como si estuviera hecha de mantequilla, manchándose el hocico con salpicaduras de un intenso escarlata. Rasgó y mordió hasta estar seguro de que el hombre no volvería a levantarse, y una vez se sintió completamente a salvo, lanzó su cadáver con un chapoteo de vuelta a la inmundicia del río.
- Reydek - Susurré, tan pronto como vi que empezaba a transformarse de nuevo en humano. No entendía cómo era posible que aquel animal fuera el mismo rubio que me había salvado, porque la lógica me decía que era imposible que aquello estuviera sucediendo. Que los humanos eran humanos, y los animales, animales. Pero empezaba a comprender que la lógica dependía de los conocimientos, y dado que yo no tenía ninguno, quedaba fuera de mi alcance. Lo mejor sería que me limitase a creer en aquello que veía, hasta que tuviera un mejor criterio en el que basarme. - Estás herido, y es por mi culpa. - Fue lo segundo que pude decir, notando que mi corazón se encogía al percatarme de la cantidad de sangre que le cubría.
Compungida, dejé que me tomase en brazos de nuevo, rodeando su cuello con mis manos como si fuera lo único real allí. Sus pupilas estaban algo desenfocadas, culpa del dolor y de la pérdida de sangre. Preocupada, apenas me percaté de que el hostal en el que entrábamos no era el mismo al que habíamos ido antes. Sólo tenía ojos para mi amigo, que sacó rápidamente una desgastada maleta con algunas herramientas básicas de medicina.
- ¿Eres médico? - Le pregunté, mientras me sacaba con unas pequeñas pinzas la bala incrustada entre mis omoplatos. Se había quedado atrapada en un trozo de hueso, lo que impidió que causara más estragos de los que podría haber provocado. La plata era mortal para mi, algo que había descubierto gracias a la voz de mi interior. De modo que podía sentirme agradecida por haber salido tan bien parada del encuentro. - Mientras estaba atacándonos, recordé... algo. Me vi a mi misma en un carruaje, y a unos encapuchados atacándome. Fue por eso por lo que acabé en el río, pero no sé porqué me buscaban. Aunque imagino que él sí que lo sabía, y por eso nos atacó. - Le dije a Reydek, mientras él enhebra una fina aguja de hueso para cerrar del todo el disparo. No me quejé ni una vez durante el proceso de coser la herida, aunque mordí con tanta fuerza mi labio inferior que acabó algo ensangrentado. - ¿Qué puedo hacer para compensarte lo que has hecho por mi? No tengo nada, pero me has salvado ya dos veces hoy. Es un favor que tengo que pagar. - Me reincorporé de nuevo una vez ya cosida la herida del hombro, tomando la aguja y limpiándola antes de tratar el brazo de Reydek. Primero lo desinfecté tan bien como pude, y después di unas cuantas puntadas para cerrar la carne y evitar que no sanara. Mis manos recordaban cómo hacerlo, y no tardaron mucho en dejar una fina y delicada línea de hilo allí donde antes estaba el disparo.
Una vez acabé, tomé nuestras ropas manchadas de sangre y las acerqué al pequeño barreño que había en la habitación. Después, empecé a frotar una pastilla de jabón contra ellas, intentando dejarlas tan limpias como pudiera. La suciedad empezó a flotar en la superfície del agua, que acabó salpicada de un rojo sucio y coagulado. Salía más y más de la ropa cada vez que frotaba, lo que me dio a entender que no conseguiría dejarlas como nuevas por más que me esforzase.
Cuando consideré que ya estaban lo suficientemente limpias, las dejé secando al sol en la ventana de la habitación. Luego las remendaría, porque aunque a lo mejor Reydek tuviera más ropa que ponerse, yo sólo tenía aquel sencillo vestido que él me había dado antes. Aunque no me incomodaba estar desnuda; total, él ya me había visto, y me sentía segura a su lado.
- Antes... me has preguntado en qué me transformaba. No lo sabía. Pero ahora sí. - Recuerdo de pronto, evocando la desesperada carrera por el bosque que acabó conmigo en el río. - Era... soy, un armiño. Tú... ¿qué eres?
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
El silencio del local era inexistente. Se escuchaba cada crujido de la madera, tanto del piso de arriba como el de abajo, el jaleo de la calle, o los gritos de los dos individuos de la habitación de al lado que con un poco de concentración eras capaz de comprender la conversación entera. Recostado en el suelo, apoyando la espalda en la puerta del armario, cerró los ojos unos segundos para después observar a Syri. La niña se movía con tranquilidad de aquí para allá, sin dejar de hacer cosas, seguramente necesitaba sentirse útil, pero a él lo único que conseguía haciendo todo aquello era ponerle más nervioso - No soy medico, no tengo ni puta idea, te habré hecho una buena chapuza - masculló cerrando los ojos de nuevo. La primera vez que tuvo que hacer uso de su habilidad como costurero, se puso únicamente 5 puntos en una herida que de normal hubiese llevado 18. La herida quedó totalmente abierta con una cicatrización roja y asquerosa. Suerte que era en el costado y de normal no se la veía. Además no se le daba nada bien enhebrar y podía dejarse una herida abierta sólo por no ponerse a sacar la lengua y guiñar un ojo.
El cuerpo de Reydek se quedó finalmente totalmente tendido en el suelo, bajo el sol que se colaba por la madera. Escuchaba las ideas y venidas de Siry, pero no la prestaba más atención de la que necesitaba. No podía suceder nada extraño allí encerrados. Cuando el "silencio" reinó de nuevo en la habitación el Licantropo la buscó con la mirada -¿Una rata blanca? - le preguntó arrugando la nariz - Soy un Licantropo, un hombre lobo, de esos que descuartizan con luna llena - le explicó, acomodando sus dos manos bajo su cabeza, mientras la observaba desnuda - Cúbrete anda, la adrenalina está dejándome ver que no dejas de ser una mujer, y un no es de piedra - y pese a que su actitud era infantil, no tenía cuerpo de niña.
Cerró los ojos de nuevo a esperas de que se cubriese con la sábana o lo que fuera y que cuando volviese a mirarla ya estuviera vestida para poder conversar con naturalidad - Dime, ¿Qué has hecho para que te sigan? No puedo estar salvándote cada 5 minutos, me saldrías rentable si me pagases, pero es mi vida la moneda de cambio - esbozó una sonrisa. ¿Qué iba a pagarle con hacerle la colada? Ni de coña iba a acceder a ser su niñero.
El cuerpo de Reydek se quedó finalmente totalmente tendido en el suelo, bajo el sol que se colaba por la madera. Escuchaba las ideas y venidas de Siry, pero no la prestaba más atención de la que necesitaba. No podía suceder nada extraño allí encerrados. Cuando el "silencio" reinó de nuevo en la habitación el Licantropo la buscó con la mirada -¿Una rata blanca? - le preguntó arrugando la nariz - Soy un Licantropo, un hombre lobo, de esos que descuartizan con luna llena - le explicó, acomodando sus dos manos bajo su cabeza, mientras la observaba desnuda - Cúbrete anda, la adrenalina está dejándome ver que no dejas de ser una mujer, y un no es de piedra - y pese a que su actitud era infantil, no tenía cuerpo de niña.
Cerró los ojos de nuevo a esperas de que se cubriese con la sábana o lo que fuera y que cuando volviese a mirarla ya estuviera vestida para poder conversar con naturalidad - Dime, ¿Qué has hecho para que te sigan? No puedo estar salvándote cada 5 minutos, me saldrías rentable si me pagases, pero es mi vida la moneda de cambio - esbozó una sonrisa. ¿Qué iba a pagarle con hacerle la colada? Ni de coña iba a acceder a ser su niñero.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
No era fácil ofenderme, pero la expresión rata blanca casi lo consiguió. Me parecía fuera de lugar, teniendo en cuenta que no era yo la que se transformaba en un lobo pulgoso. En cualquier caso, no dije nada; no podía hacerlo. Mi silencio era lo mínimo que le debía tras haberme salvado dos veces quel día. De modo que me limité a dedicarle una mirada de reproche mientras me tapaba con su colcha. Tampoco me costaba nada satisfacer su segunda petición, hasta que mi ropa se secase del todo.
- No sé qué es lo que quieren de mi, ni qué es lo que hago en París. Sólo recuerdo que venía hacia aquí en un carruaje cuando un grupo de encapuchados lo asaltó. Me transformé en armiño y huí a través del bosque, pero aun así me atraparon; tuve que saltar al río para escapar, o habrían acabado conmigo. - Le expliqué con sinceridad, relatándole las imágenes que he visto antes en la calle. Reydek me escuchó pacientemente, recostado cómodamente bajo los rayos de sol - Y no hará falta que me salves más, Reydek. Ya lo has hecho dos veces; la próxima vez me ayudaré yo sola. Buscaré trabajo y un lugar en el que dormir; París es muy grande, seguro que encuentro algo. Con un poco de suerte, en unos cuantos días recordaré quién soy. Y podré pagarte tu ayuda.
- No sé qué es lo que quieren de mi, ni qué es lo que hago en París. Sólo recuerdo que venía hacia aquí en un carruaje cuando un grupo de encapuchados lo asaltó. Me transformé en armiño y huí a través del bosque, pero aun así me atraparon; tuve que saltar al río para escapar, o habrían acabado conmigo. - Le expliqué con sinceridad, relatándole las imágenes que he visto antes en la calle. Reydek me escuchó pacientemente, recostado cómodamente bajo los rayos de sol - Y no hará falta que me salves más, Reydek. Ya lo has hecho dos veces; la próxima vez me ayudaré yo sola. Buscaré trabajo y un lugar en el que dormir; París es muy grande, seguro que encuentro algo. Con un poco de suerte, en unos cuantos días recordaré quién soy. Y podré pagarte tu ayuda.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: Uitare ~ priv.
Un suspiro sonoro salió de lo más profundo del cuerpo de Reydek, que con vagueza y pereza se recostó en el suelo para acabar de nuevo apoyando la espalda con cuidado en la puerta del viejo armario, una negativa se dibujó en su rostro, mientras movía la cabeza - No tienes que pagarme nada, lo hecho, esta hecho con gusto,y ha salido bien - susurró con voz ronca, carraspeando después para aclararse la garganta - pero no puedo estar así cada 5 minutos, no tengo tanta resistencia física, soy un vago de mierda - le confesó, levantándose con cuidado. Caminó por la habitación metiendo una mano en el bolsillo y sacó unos francos, comenzó a contarlos tirando las monedas sobre la mesilla de madera. Resonaban por su peso y la cercanía en las que las lanzaba, para que estas no rodaran. Cuando acabó de contar las metió en un saco, fue a girarse para dárselo, pero tuvo que medio recostarse unos segundos, el dolor había vuelto. Cuando se recuperó lanzó la bolsa a las manos de Syri - Ahí tienes, para dormir y comer un poco de pan, te cubre 3 días, si te lo montas bien una semana - sacó el brazo por la ventana y tocó el vestido. Que ya estaba seco, lo metió para dentro y se lo lanzó - Vístete, aprovecha que está caliente, el sol apenas tiene fuerza ya - metió su camisa y cerró la ventana. La noche con la ventana abierta proporcionaba un eco innecesario. No le gustaba que fuera escucharan lo que hablaban.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 23/01/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Uitare ~ priv.
Tras pronunciar las últimas palabras, un extraño silencio se adueñó de la situación. Se extendió hasta alcanzar los límites de la habitación, como si estuviéramos en un lugar aislado del mundo real. No era una pausa incómoda, más bien lo contrario; una especie de sopor calmado en el que caímos Reydek y yo conforme atardecía.
Callados, cansados y doloridos por las heridas, permanecimos donde nos encontrábamos, observando cómo la luz desaparecía de la habitación. Los golpes de los dormitorios contiguos eran toda la vida que percibíamos, junto con los sonidos que resonaban en la abarrotada calle de la fonda. Carruajes atravesando las calles, vendedores pregonando las últimas mercancías del día. Familias que llamaban a sus hijos, recogiéndolos para volver a su hogar por la noche.
Mis ojos se cerraron en un par de ocasiones, pero nunca más que unos pocos minutos seguidos. Agotada por las emociones del día, estaba lo suficientemente cómoda para tener la guardia baja, pero no como para robarle la cama a mi amigo licántropo. Habría sido ir demasiado lejos incluso para mi; después de todo, había conocido a Reydek aquel mismo día.
Cuando por fin cayó la noche, comprendí que era el momento de marcharme. Y de dejar a Reydek descansar, mientras me buscaba un alojamiento que pudiera permitirme. Así que me levanté de la dura cama de la posada, dejando encima de ella la vieja colcha del licántropo. No creía que pasara nada por estar desnuda hasta acabar de ponerme el vestido; seguro que Reydek había visto a muchas mujeres así antes, y no parecía que le hubiera afectado demasiado hasta el momento.
- Si quieres puedo volver otro día a curarte las heridas. No sé porqué, pero yo sé coser mejor que tú. Tu herida ha quedado mejor que la mía - Le digo al rubio, no como un reproche, sino constatando un hecho que nadie podría discutir. Había hecho una verdadera chapuza en mi espalda, pero como no era una zona que fuera a mostrarle a cualquiera, tampoco me preocupaba demasiado tener una fea cicatriz.
Tardé nada y menos en pasarme el vestido, que Reydek me había lanzado, por la cabeza. Pese a que evité realizar movimientos bruscos para que no me tirasen los puntos de la espalda, hice un par de muecas de dolor mientras me colocaba la tela correctamente. Supuse que podía alegrarme de que la máxima consecuencia del ataque hubiera sido esa; podría haber acabado mucho peor, flotando en el río esta vez como cadáver.
- Si te molesto, dímelo, y no me acercaré más por aquí. - Continué, mirando fijamente a mi nuevo amigo. Sus ojos relucían levemente en la oscuridad, azules como un firmamento desprovisto de nubes. Se parecían mucho a los míos, sólo que algo más oscuros; y también más intensos, más parecidos al agua que al hielo. - Y gracias por las monedas, Reydek. En realidad eres una buena persona. Tan bonita como tus ojos.
Esbozando una amplia sonrisa, deposité un suave beso en la áspera mejilla del licántropo. Era mi manera de darle las gracias, por todo en general. Por sacarme del río, darme ropa y algo de comer; por cuidarme, e impedir que el inquisidor acabase conmigo. Y por esas monedas que para él eran más de lo que dejaba ver, y que aun así me había ofrecido pese a necesitarlas tanto como yo.
Fue lo último que hice antes de marcharme de allí, cerrando la puerta de la habitación a mis espaldas. No sabía qué haría a continuación, pero no tardaría mucho en decidirlo. Buscar un alojamiento, y continuar indagando en busca de mi pasado para poder solucionar el futuro.
Callados, cansados y doloridos por las heridas, permanecimos donde nos encontrábamos, observando cómo la luz desaparecía de la habitación. Los golpes de los dormitorios contiguos eran toda la vida que percibíamos, junto con los sonidos que resonaban en la abarrotada calle de la fonda. Carruajes atravesando las calles, vendedores pregonando las últimas mercancías del día. Familias que llamaban a sus hijos, recogiéndolos para volver a su hogar por la noche.
Mis ojos se cerraron en un par de ocasiones, pero nunca más que unos pocos minutos seguidos. Agotada por las emociones del día, estaba lo suficientemente cómoda para tener la guardia baja, pero no como para robarle la cama a mi amigo licántropo. Habría sido ir demasiado lejos incluso para mi; después de todo, había conocido a Reydek aquel mismo día.
Cuando por fin cayó la noche, comprendí que era el momento de marcharme. Y de dejar a Reydek descansar, mientras me buscaba un alojamiento que pudiera permitirme. Así que me levanté de la dura cama de la posada, dejando encima de ella la vieja colcha del licántropo. No creía que pasara nada por estar desnuda hasta acabar de ponerme el vestido; seguro que Reydek había visto a muchas mujeres así antes, y no parecía que le hubiera afectado demasiado hasta el momento.
- Si quieres puedo volver otro día a curarte las heridas. No sé porqué, pero yo sé coser mejor que tú. Tu herida ha quedado mejor que la mía - Le digo al rubio, no como un reproche, sino constatando un hecho que nadie podría discutir. Había hecho una verdadera chapuza en mi espalda, pero como no era una zona que fuera a mostrarle a cualquiera, tampoco me preocupaba demasiado tener una fea cicatriz.
Tardé nada y menos en pasarme el vestido, que Reydek me había lanzado, por la cabeza. Pese a que evité realizar movimientos bruscos para que no me tirasen los puntos de la espalda, hice un par de muecas de dolor mientras me colocaba la tela correctamente. Supuse que podía alegrarme de que la máxima consecuencia del ataque hubiera sido esa; podría haber acabado mucho peor, flotando en el río esta vez como cadáver.
- Si te molesto, dímelo, y no me acercaré más por aquí. - Continué, mirando fijamente a mi nuevo amigo. Sus ojos relucían levemente en la oscuridad, azules como un firmamento desprovisto de nubes. Se parecían mucho a los míos, sólo que algo más oscuros; y también más intensos, más parecidos al agua que al hielo. - Y gracias por las monedas, Reydek. En realidad eres una buena persona. Tan bonita como tus ojos.
Esbozando una amplia sonrisa, deposité un suave beso en la áspera mejilla del licántropo. Era mi manera de darle las gracias, por todo en general. Por sacarme del río, darme ropa y algo de comer; por cuidarme, e impedir que el inquisidor acabase conmigo. Y por esas monedas que para él eran más de lo que dejaba ver, y que aun así me había ofrecido pese a necesitarlas tanto como yo.
Fue lo último que hice antes de marcharme de allí, cerrando la puerta de la habitación a mis espaldas. No sabía qué haría a continuación, pero no tardaría mucho en decidirlo. Buscar un alojamiento, y continuar indagando en busca de mi pasado para poder solucionar el futuro.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 02/03/2017
Temas similares
» Under the moonlight*Priv*
» The Best way is alone [priv]
» Run away [Priv]
» Behind us [Priv]
» Noe it's a Eon (Priv)
» The Best way is alone [priv]
» Run away [Priv]
» Behind us [Priv]
» Noe it's a Eon (Priv)
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour