AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Edición Limitada ~{Uryan}~
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Edición Limitada ~{Uryan}~
- Keep the streets empty for me:
El silencio era una utopía en su vida. Cuando el mundo se callaba y todos dormían ella estaba despierta, y entonces le sonaban las tripas, aunque no fuera un sonido real porque estaba muerta y nada se movía en su interior. O la voces de su cabeza... susurraban, hablaban, gritaban. Silencio. Sólo quería silencio, un poco de quietud, un momento que fuera suyo de verdad, que no perteneciese a nadie más... pero nunca era posible.
Había vuelto a la Morgue, una vez, sin saber muy bien por qué sus pasos la llevaron a tal lugar. Probablemente su subconsciente quiso regresar al único lugar conocido en el cual podía seguir siendo un monstruo de la noche. Pero nada más poner un pie en aquel callejón, sintió el hormigueo del miedo, el hambre extrema, el hedor y los dientes de las ratas que mordisqueaban y roían su camisón o las puntas de sus dedos. Entonces el pánico la invadió y se alejó de ese sitio.
Buscó también el silencio en el desierto jardín de Saint Clemence. El orfanato donde se crió y donde la convirtió aquel monstruo desalmado, estaba ahora desierto. Tras la masacre no quedaron monjas ni niños a los que cuidar, así que el edificio sucumbió al abandono. En aquellos tres años las malezas habían crecido mucho. No se atrevió a entrar y encontrarse de nuevo frente a frente con la mancha carbonizada sobre el suelo, donde la hermana Adolfina estacó al vampiro, donde ella perdió su vida humana. Tampoco allí encontró el consuelo que buscaba.
Vagó por las calles de París y por un comentario fortuito de Assur supo que había catacumbas. Una de las noches que él se fue con Sunshine la muchacha salió rumbo a aquellos túneles en busca de un lugar donde acallar ciertas voces, apagar esa sensación de hambre no saciada con la bolsa de sangre.
Llegó hasta el descampado en el que al parecer había una de las entradas y observó la abertura que parecía una alcantarilla, mas se trataba de una de las salidas de aquella inmensa red subterránea. Sus pasos eran apagados, livianos. Su vestido era etéreo, pálido como su piel, y su melena dorada y larga descansaba suelta sobre la espalda. Sus labios eran rojos, más que cuando era humana, sus ojos mantenían el azul celeste, cristalino y limpio de cuando estaba viva, pero se tornaban rojizos cuando la embargaba el hambre sin remedio.
Una figura delicada, casi espectral, que se adentraba en unos túneles oscuros. Tarareó por lo bajo una canción que solía cantar cuando jugaban al escondite en el patio de Saint Clemence.
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Y el cuco cantando el miedo nos quitó
Cu-cu, cu-cu.
- Lobo, ¿dónde estás?
- ¡Estoy tumbado y descansando! Pronto estaré detrás!!
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Y el cuco cantando el miedo nos quitó
Cu-cu, cu-cu.
- Lobo, ¿dónde estás?
- ¡Estoy poniéndome los pantalones! Pronto estaré detrás!!
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Y el cuco cantando el miedo nos quitó
Cu-cu, cu-cu.
- Lobo, ¿dónde estás?
- ¡Ahora os comeré y en mi panza acabarás!
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Y el cuco cantando el miedo nos quitó
Cu-cu, cu-cu.
- Lobo, ¿dónde estás?
- ¡Estoy tumbado y descansando! Pronto estaré detrás!!
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Y el cuco cantando el miedo nos quitó
Cu-cu, cu-cu.
- Lobo, ¿dónde estás?
- ¡Estoy poniéndome los pantalones! Pronto estaré detrás!!
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Jugando al escondite en el bosque anocheció
Y el cuco cantando el miedo nos quitó
Cu-cu, cu-cu.
- Lobo, ¿dónde estás?
- ¡Ahora os comeré y en mi panza acabarás!
Alargó la mano y fue acariciando las paredes de los túneles palpando la humedad decrépita del lugar, tratando de obviar los siseos de las voces y las palabras extrañas que parecían susurradas en el viento.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
La gente incauta entraba en las catacumbas buscando refugio y acababan encontrando la muerte si no lograban salir, había calles subterráneas que se convertían en sepulturas de agua con los cambios de luna y las estaciones, nunca se sabía qué se podía encontrar en una de las miles de bifurcaciones. Los pasos desesperados arrancando susurros a las calles que se convertían en gritos amplificados, no había más sonido que el de la respiración agitada, la atmósfera aderezada por la angustia de la mujer que no conseguía hallar la salida.
Uryan conocía las catacumbas como la palma de su mano, eran su refugio y su hogar, más que la superficie, cuando era un crío cuya única forma de sobrevivir era robar y huir tan rápido como le dieran las piernas. Su mentor le enseñó bien, podía distinguir cada esquina, cada calavera, cuyos nombres estaban todos en su obtusa cabeza. El sonido de sus garras arrancando quejidos a los huesos y la piedra hizo que la mujer entrara en pánico y tomara una mala decisión: Acabó en una calle sin salida. El lobo no tenía prisa alguna, llegó al callejón cuando la mujer estaba más desesperada y se giraba para volver, pero al escuchar la respiración de la bestia se quedó donde estaba, como una rata atrapada, pegándose a la pared como si eso evitase que el licántropo pudiera encontrarla. El silencio fue mucho más ensordecedor, mucho más agrio, la espera fue demasiado para la mujer cuyo cuerpo se sacudía presa del terror. Lo primero que vio fue la pata del hombre lobo apareciendo por un lateral, luego fue la cabeza y finalmente el masificado cuerpo de músculo y pelo rojo. La muchacha dejó de respirar y su corazón se detuvo cuando los ojos claros de Uryan se clavaron en los de ella. Se tomó todo el tiempo del mundo para caminar hacia su presa, que no pudo contenerse, una mancha oscura empezó a adornar el suelo bajo sus pies y quedó petrificada. La muchacha no podía gritar, no porque no quisiera..Si no porque sus cuerdas vocales no funcionaban..
Uryan se quedó frente a la muchacha contemplando ese terror en sus ojos, ya había asumido que iba a morir, podía olerlo. Ladeó la cola y abrió la boca segundos antes de clavar sus garras en torno al cuerpo de la chiquilla y estamparla contra la pared, acabaron en el suelo, con el hocico de Uryan enterrado completamente en su estómago, allí donde la carne era blanca y no se necesitaba esfuerzos para triturar. La mujer sufría espasmos, aun viva, mientras el lobo se saciaba, con toda la paciencia del mundo. Seguía comiendo, totalmente extasiado con el olor de la carne y la sangre fresca, de las vísceras calientes y el hedor de la muerte cerniéndose sobre ellos.
Cuando lo escuchó.
Trituró una costilla con firmeza y levantó la cabeza con energía arrancando un pedazo de la mujer. Se quedó en silencio, sin mover ni un solo músculo, salvo el de las orejas, buscando el origen del sonido, del olor. Al escuchar la melodía, el lobo ladeó la cola y masticó lo que le quedaba en la boca. Estaba lejos, pero dejó su presa sufriendo los últimos estertores, mientras se relamía la sangre del hocico y de las garras. Caminó con lentitud por los pasillos, quedándose quieto cada vez que perdía el rastro, porque en aquellas calles el sonido reverberaba y era difícil de calcular su origen, pero le estaba gustando ese juego, le gustaba la voz que le atraía como si fuera una sirena.
Se quedó quieto cuando, al dar un giro en las calles, encontró el movimiento de unas prendas blancas y etéreas, apenas fue unos segundos pero suficientes para saber que era a quien buscaba. Caminó con tranquilidad, a sabiendas de que le iba a encontrar y la espera no hacía más que excitarle. ¿Quién sería la dueña de esa voz? ¿Quién era el ángel desafortunado de entonar justo esa melodía?
Uryan siguió a la cainita, hasta quedarse justo detrás de ella, a apenas un par de metros de distancia, mirándola con las pupilas completamente dilatadas y los ollares buscando interiorizar aquel olor, ambas orejas apuntando furiosamente a la pequeña criatura. - “Estoy aquí.”
- Spoiler:
Uryan conocía las catacumbas como la palma de su mano, eran su refugio y su hogar, más que la superficie, cuando era un crío cuya única forma de sobrevivir era robar y huir tan rápido como le dieran las piernas. Su mentor le enseñó bien, podía distinguir cada esquina, cada calavera, cuyos nombres estaban todos en su obtusa cabeza. El sonido de sus garras arrancando quejidos a los huesos y la piedra hizo que la mujer entrara en pánico y tomara una mala decisión: Acabó en una calle sin salida. El lobo no tenía prisa alguna, llegó al callejón cuando la mujer estaba más desesperada y se giraba para volver, pero al escuchar la respiración de la bestia se quedó donde estaba, como una rata atrapada, pegándose a la pared como si eso evitase que el licántropo pudiera encontrarla. El silencio fue mucho más ensordecedor, mucho más agrio, la espera fue demasiado para la mujer cuyo cuerpo se sacudía presa del terror. Lo primero que vio fue la pata del hombre lobo apareciendo por un lateral, luego fue la cabeza y finalmente el masificado cuerpo de músculo y pelo rojo. La muchacha dejó de respirar y su corazón se detuvo cuando los ojos claros de Uryan se clavaron en los de ella. Se tomó todo el tiempo del mundo para caminar hacia su presa, que no pudo contenerse, una mancha oscura empezó a adornar el suelo bajo sus pies y quedó petrificada. La muchacha no podía gritar, no porque no quisiera..Si no porque sus cuerdas vocales no funcionaban..
Uryan se quedó frente a la muchacha contemplando ese terror en sus ojos, ya había asumido que iba a morir, podía olerlo. Ladeó la cola y abrió la boca segundos antes de clavar sus garras en torno al cuerpo de la chiquilla y estamparla contra la pared, acabaron en el suelo, con el hocico de Uryan enterrado completamente en su estómago, allí donde la carne era blanca y no se necesitaba esfuerzos para triturar. La mujer sufría espasmos, aun viva, mientras el lobo se saciaba, con toda la paciencia del mundo. Seguía comiendo, totalmente extasiado con el olor de la carne y la sangre fresca, de las vísceras calientes y el hedor de la muerte cerniéndose sobre ellos.
Cuando lo escuchó.
Trituró una costilla con firmeza y levantó la cabeza con energía arrancando un pedazo de la mujer. Se quedó en silencio, sin mover ni un solo músculo, salvo el de las orejas, buscando el origen del sonido, del olor. Al escuchar la melodía, el lobo ladeó la cola y masticó lo que le quedaba en la boca. Estaba lejos, pero dejó su presa sufriendo los últimos estertores, mientras se relamía la sangre del hocico y de las garras. Caminó con lentitud por los pasillos, quedándose quieto cada vez que perdía el rastro, porque en aquellas calles el sonido reverberaba y era difícil de calcular su origen, pero le estaba gustando ese juego, le gustaba la voz que le atraía como si fuera una sirena.
Se quedó quieto cuando, al dar un giro en las calles, encontró el movimiento de unas prendas blancas y etéreas, apenas fue unos segundos pero suficientes para saber que era a quien buscaba. Caminó con tranquilidad, a sabiendas de que le iba a encontrar y la espera no hacía más que excitarle. ¿Quién sería la dueña de esa voz? ¿Quién era el ángel desafortunado de entonar justo esa melodía?
Uryan siguió a la cainita, hasta quedarse justo detrás de ella, a apenas un par de metros de distancia, mirándola con las pupilas completamente dilatadas y los ollares buscando interiorizar aquel olor, ambas orejas apuntando furiosamente a la pequeña criatura. - “Estoy aquí.”
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
La pequeña cainita se detuvo en seco. Esa era la voz que más clara se erigía entre los mil susurros que captaba. La voz del lobo. ¿Se la iba a comer? seguramente todavía no, era una presa que le producía curiosidad.
Se giró y enfrentó los ojos depredadores de Uryan con los suyos, de un azul cristalino, también con las pupilas dilatadas por la escasa luz, y con un halo rojizo en su fondo, que delataba su esencia inmortal y hematófaga. Lo observó en silencio. Su silueta delicada se recortaba sobre la escasa luz azulada que provenía del túnel perpendicular, sus cabellos suaves y dorados caían en una cascada sobre los hombros y la espalda, largos y sedosos como hebras de miel. El aura de Uryan era de un rojo vivo, explosivo y rabioso, por el cual nadaban serpientes negras que se retorcían y sacaban los peligrosos colmillos prestas a morder.
— Tienes serpientes alrededor de la cabeza...— ladeó su carita un instante tratando de verlas mejor. Su voz suave rompió el silencio de aquellas catacumbas, contrastando en ese macabro ambiente. Era como si un espectro de luz hubiera invadido aquella abovedada estancia. Dio un paso hacia él, que en realidad era lo menos sensato que podía hacer, pero ella no estaba cuerda, así que se despidió de la sensatez el día que su mente se rompió en dos siendo muy pequeña.
Uryan tenía el morro y el pecho lleno de sangre fresca, la rubia alargó la mano y rozó el pelo con dos dedos, llenándoselos de rojo elixir. Se llevó los dedos a la nariz y reprimió un estremecimiento, le daban ganas de lamerlos, pero se aguantó y los apoyó sobre uno de los muchos huesos que componían aquella pared, era un coxis, y en el ala de íleon dibujó con la sangre la serpiente que había visto en el aura del lobo.
Se giró y enfrentó los ojos depredadores de Uryan con los suyos, de un azul cristalino, también con las pupilas dilatadas por la escasa luz, y con un halo rojizo en su fondo, que delataba su esencia inmortal y hematófaga. Lo observó en silencio. Su silueta delicada se recortaba sobre la escasa luz azulada que provenía del túnel perpendicular, sus cabellos suaves y dorados caían en una cascada sobre los hombros y la espalda, largos y sedosos como hebras de miel. El aura de Uryan era de un rojo vivo, explosivo y rabioso, por el cual nadaban serpientes negras que se retorcían y sacaban los peligrosos colmillos prestas a morder.
— Tienes serpientes alrededor de la cabeza...— ladeó su carita un instante tratando de verlas mejor. Su voz suave rompió el silencio de aquellas catacumbas, contrastando en ese macabro ambiente. Era como si un espectro de luz hubiera invadido aquella abovedada estancia. Dio un paso hacia él, que en realidad era lo menos sensato que podía hacer, pero ella no estaba cuerda, así que se despidió de la sensatez el día que su mente se rompió en dos siendo muy pequeña.
Uryan tenía el morro y el pecho lleno de sangre fresca, la rubia alargó la mano y rozó el pelo con dos dedos, llenándoselos de rojo elixir. Se llevó los dedos a la nariz y reprimió un estremecimiento, le daban ganas de lamerlos, pero se aguantó y los apoyó sobre uno de los muchos huesos que componían aquella pared, era un coxis, y en el ala de íleon dibujó con la sangre la serpiente que había visto en el aura del lobo.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
El lobo podía captar la esencia de aquella vástaga, la sangre que no era suya corriendo por las venas muertas y un corazón marchito envuelto en la seda más delicada y los ojos más claros que había visto en su vida. Uryan estaba tan impactado como el lobo que llevaba dentro, lleno de curiosidad. Los vampiros no eran comida, su carne se deshacía en su boca y se convertía en ceniza con cucarachas que querían escapar de sus fauces dejando un sabor nauseabundo a carne putrefacta que ni siquiera él podía soportar, eso sin contar con lo asquerosamente mal que se sentía después de tragarla, su boca hormigueaba, se le dormía la lengua y le paralizaba esófago hacia abajo. Tanto él como su bestia aprendieron por las malas que los vampiros se mordían y se mataban, pero no se tragaban. Sabía que los hijos de Caín eran hermosos, que se valían de aquel cascarón para obtener lo que quisieran, pero no veía esos rasgos de besugo muerto en la mirada de la pequeña que estaba delante de él, mirándole sin pestañear. ¿Era...Una niña?
No podía estar seguro, los inmortales podían aparentar mucho menos de lo que habían vivido, al menos en la carne porque cuanto más edad acumulaban más inhumanos tendían a volverse, menos movían el pecho, menos pestañeaban y menos tragaban saliva, acciones reflejas que cualquiera con un corazón latiendo hacía unas cuantas veces y que los vampiros se olvidaban de hacer, pero esta cría aun se movía como un humano..Y no solo eso..Había algo en sus ojos cristal, un brillo inocente, un brillo de...Algo. Hasta el lobo rojo estaba desconcertado y miraba a la niña desde una posición distante y recelosa, pero sin alejarse o ser agresivo. Uryan observaba sus ojos, en los que se veía reflejado, esperando una reacción. Lo normal hubiera sido que le atacase al ser un vampiro o, en cuyo caso, echar a correr intentando huir de él, pero como nada de eso pasó se quedó quieto, desconcertado.
Cuando la muchacha le habló y giró la cabeza, él hizo lo mismo, hacia el mismo lado, con las orejas aun apuntándole a ella. ¿Había serpientes en su cabeza? Intestinos podría ser, serpientes negras tenía claro que no. ¿De eso se trataba ese brillo? ¿Estaba loca? Cuando vio que daba un paso hacia ella a punto estuvo de reaccionar en consecuencia y alejarse pero..¿Estaba él loco? Desde cuándo se echaba atrás por nada, desde cuándo huía de alguien que no levantaba ni veinte palmos del suelo. Se quedó quieto, solo que su pelaje rojizo y oscuro se movió cuando los músculos bajo la piel se tensaron, dispuestos a arrancarle el brazo a la cainita si pretendía acercarse más. Al ver aquella minúscula mano de dedos finos y completamente blancos, echó las orejas hacia atrás acumulando tanta tensión, para mantener a la bestia atada y que no saltara a por aquella criatura, que hasta sufría de imperceptibles espasmos. Movió una de las orejas cuando fue a tocarle y hasta gruñó, pero no se movió ni un solo centímetro de donde estaba cuando notó, más que vio, cómo la muchacha se manchaba las manos de sangre. Suponía que iba a probarla, pero cuando percibió que no, volvió a desconcertarle.
Siguió la mirada de la desconocida muchacha hasta el hueso de la pared, observó con atención cómo dibujaba aquella serpiente y alargó ligeramente la cabeza, observando de cerca cómo le daba forma con la sangre de la desdichada que ya había perdido su vida. Serpientes en su cabeza. Si. Le gustaba cómo sonaba. Desvió la mirada hacia la chiquilla, que no parecía asustada para nada, eso era completamente nuevo para él. Empezó a enterrar al lobo, a apartarle, a dejarle detrás del hombre humano que se dejaba llevar por él. Le costó, pero la bestia roja se fue haciendo más pequeña, perdió el pelaje, se moldearon sus huesos, hasta aparecer ante la extraña criatura como le trajeron al mundo: desnudo en sangre y envuelto en sangre y vísceras.
Uryan observó todavía en tensión, no se fiaba de un vampiro que podía enfrentarse a él por muy pequeña que fuera en comparación, pero la serpiente le gustaba. Cogió la mano de Hania manchada de sangre y se la llevó a la boca, para limpiar sus dedos.
No podía estar seguro, los inmortales podían aparentar mucho menos de lo que habían vivido, al menos en la carne porque cuanto más edad acumulaban más inhumanos tendían a volverse, menos movían el pecho, menos pestañeaban y menos tragaban saliva, acciones reflejas que cualquiera con un corazón latiendo hacía unas cuantas veces y que los vampiros se olvidaban de hacer, pero esta cría aun se movía como un humano..Y no solo eso..Había algo en sus ojos cristal, un brillo inocente, un brillo de...Algo. Hasta el lobo rojo estaba desconcertado y miraba a la niña desde una posición distante y recelosa, pero sin alejarse o ser agresivo. Uryan observaba sus ojos, en los que se veía reflejado, esperando una reacción. Lo normal hubiera sido que le atacase al ser un vampiro o, en cuyo caso, echar a correr intentando huir de él, pero como nada de eso pasó se quedó quieto, desconcertado.
Cuando la muchacha le habló y giró la cabeza, él hizo lo mismo, hacia el mismo lado, con las orejas aun apuntándole a ella. ¿Había serpientes en su cabeza? Intestinos podría ser, serpientes negras tenía claro que no. ¿De eso se trataba ese brillo? ¿Estaba loca? Cuando vio que daba un paso hacia ella a punto estuvo de reaccionar en consecuencia y alejarse pero..¿Estaba él loco? Desde cuándo se echaba atrás por nada, desde cuándo huía de alguien que no levantaba ni veinte palmos del suelo. Se quedó quieto, solo que su pelaje rojizo y oscuro se movió cuando los músculos bajo la piel se tensaron, dispuestos a arrancarle el brazo a la cainita si pretendía acercarse más. Al ver aquella minúscula mano de dedos finos y completamente blancos, echó las orejas hacia atrás acumulando tanta tensión, para mantener a la bestia atada y que no saltara a por aquella criatura, que hasta sufría de imperceptibles espasmos. Movió una de las orejas cuando fue a tocarle y hasta gruñó, pero no se movió ni un solo centímetro de donde estaba cuando notó, más que vio, cómo la muchacha se manchaba las manos de sangre. Suponía que iba a probarla, pero cuando percibió que no, volvió a desconcertarle.
Siguió la mirada de la desconocida muchacha hasta el hueso de la pared, observó con atención cómo dibujaba aquella serpiente y alargó ligeramente la cabeza, observando de cerca cómo le daba forma con la sangre de la desdichada que ya había perdido su vida. Serpientes en su cabeza. Si. Le gustaba cómo sonaba. Desvió la mirada hacia la chiquilla, que no parecía asustada para nada, eso era completamente nuevo para él. Empezó a enterrar al lobo, a apartarle, a dejarle detrás del hombre humano que se dejaba llevar por él. Le costó, pero la bestia roja se fue haciendo más pequeña, perdió el pelaje, se moldearon sus huesos, hasta aparecer ante la extraña criatura como le trajeron al mundo: desnudo en sangre y envuelto en sangre y vísceras.
Uryan observó todavía en tensión, no se fiaba de un vampiro que podía enfrentarse a él por muy pequeña que fuera en comparación, pero la serpiente le gustaba. Cogió la mano de Hania manchada de sangre y se la llevó a la boca, para limpiar sus dedos.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
La rubia se quedó quieta, observando al hombre que ahora había ante ella. Sus ojos eran los mismos que los del lobo, su aura también. Pero su anatomía era la de un dios nórdico, cincelada en roca, potencia asesina repartida en los dos metros de estatura que alzaba. Era muy distinto de Assur, el otro hombre al que había visto en cueros. El cainita era más ligero, fibrado, pálido.
Parpadeó un par de veces aunque sus ojos apenas lo necesitaban, y recorrió su figura desde la indomable melena, apelmazada por la sangre, hasta los dedos de los pies. El lobo cogió su mano y le limpió la sangre lamiéndola en un gesto que hasta la fecha había reconocido como lujurioso en las amantes de Assur. Pero en ese momento no se lo pareció, tan sólo recuperaba lo que ella le había quitado para pintar aquella serpiente en el hueso. Su mano era cálida, como su lengua, y pensó que para él sería como lamer un suelo de mármol, frío y liso cual baldosa. Echaba de menos la calidez, tan sólo la sangre le devolvía un poco de esa sensación. Entreabrió los labios, siguiendo sus pausados gestos mientras relamía el rojo de sus dedos. Ahora podía entender a Assur, su reacción cuando ella se alimentaba de la vena. Era fascinante, que otro ser compartiese esa necesidad, ese vicio, ese placer. Porque era un placer, y ahora ya sabía identificar la sensación.
Miró alrededor de la cabeza de Uryan y después hacia abajo y esbozó una sonrisa más pícara de lo que pretendía.
— otras dos serpientes...— La mano ya estaba limpia, así que la recuperó y la puso tras la espalda, junto con la otra.— ¿vives aquí? me recuerda a la alcantarilla donde vivía... no es un lugar bonito.
Tenía en mente otros lugares a los que quería regresar ahora que volvían a Paris. Assur le había puesto una guardiana, una mujer diestra con las armas, a la que había conseguido dominar con la mente sin saber cómo lo había lo hecho. La había dejado en el cruce a unos minutos de las catacumbas. Tendría que regresar pronto porque no sabía cuanto le duraría ese efecto, estaba empezando a experimentar sus poderes mentales.
Parpadeó un par de veces aunque sus ojos apenas lo necesitaban, y recorrió su figura desde la indomable melena, apelmazada por la sangre, hasta los dedos de los pies. El lobo cogió su mano y le limpió la sangre lamiéndola en un gesto que hasta la fecha había reconocido como lujurioso en las amantes de Assur. Pero en ese momento no se lo pareció, tan sólo recuperaba lo que ella le había quitado para pintar aquella serpiente en el hueso. Su mano era cálida, como su lengua, y pensó que para él sería como lamer un suelo de mármol, frío y liso cual baldosa. Echaba de menos la calidez, tan sólo la sangre le devolvía un poco de esa sensación. Entreabrió los labios, siguiendo sus pausados gestos mientras relamía el rojo de sus dedos. Ahora podía entender a Assur, su reacción cuando ella se alimentaba de la vena. Era fascinante, que otro ser compartiese esa necesidad, ese vicio, ese placer. Porque era un placer, y ahora ya sabía identificar la sensación.
Miró alrededor de la cabeza de Uryan y después hacia abajo y esbozó una sonrisa más pícara de lo que pretendía.
— otras dos serpientes...— La mano ya estaba limpia, así que la recuperó y la puso tras la espalda, junto con la otra.— ¿vives aquí? me recuerda a la alcantarilla donde vivía... no es un lugar bonito.
Tenía en mente otros lugares a los que quería regresar ahora que volvían a Paris. Assur le había puesto una guardiana, una mujer diestra con las armas, a la que había conseguido dominar con la mente sin saber cómo lo había lo hecho. La había dejado en el cruce a unos minutos de las catacumbas. Tendría que regresar pronto porque no sabía cuanto le duraría ese efecto, estaba empezando a experimentar sus poderes mentales.
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
El lobo no apartaba los ojos del vampiro, ni siquiera para pestañear, ávido de cualquier acción extraña que la chiquilla pudiera hacer, que hasta esos momentos no eran pocas. Dejó que ella le mirase sin sentir vergüenza o repulsa, él sabía perfectamente lo que la mujer estaba viendo y sabía hasta qué punto estaba cincelado. La vida en las profundidades del infierno eran duras y solo sobrevivían los más fuertes o lo más astutos y Uryan era lo justo de lo segundo, sus descomunales proporciones eran lo que le habían dado la ventaja en los suburbios, eso y que le encantaba su vida tal y como era. No esperaba una existencia profunda y significativa, más de lo que ya la tenía. No sentía amor por la vida ni miedo a la muerte. Cogía cuanto quería y hacía lo que se le antojaba.
Saboreó aquella sangre de la piel sólida, pensó que era igual que el mármol más finamente pulido pero con un sabor propio, sabor que suponía era el de ella, el que tuvo una vez en vida y que ahora era frío y duro, lejano, pero único. Como su olor. Uryan cerró los ojos un instante y cogió aire, profundamente. El susodicho aroma impregnó de lleno sus fosas nasales, que aunque atenuadas en aquella forma eran más potentes que las de un humano normal, sus pupilas se dilataron y su brazo derecho sufrió un ligero tick antes de recuperar su posición original. Dejó que su mano se deslizara entre las suyas y se relamió limpiándose la sangre de la boca, aunque eso no le impidió estar vestido únicamente por la vitae de su víctima. Levantó una ceja, cuando comentó la cantidad de serpientes que podía ver y sonrió, porque a pesar de ser pícara no vio disgusto en aquella mirada, ni tampoco deseo, era el brillo limpio de unos ojos curiosos e inocentes. Inocencia. ¿Alguna vez la había tenido él? Lo dudaba mucho. Estuvo condenado a los bajos fondos desde que nació.
Movió el peso de un pie a otro, calibrando la respuesta pero..¿Qué tenía que temer?- A veces si. A veces no.- Su voz estaba ronca, seguramente por la tensión que acumulaba y el lobo gruñendo en su cabeza, negándole la posibilidad de ver a Hania como lo que era: Una mujer adulta.- Tengo muchos lugares donde vivir...Y ninguno. Pero algo como tú..No debería estar escondido en una alcantarilla mugrienta.
Saboreó aquella sangre de la piel sólida, pensó que era igual que el mármol más finamente pulido pero con un sabor propio, sabor que suponía era el de ella, el que tuvo una vez en vida y que ahora era frío y duro, lejano, pero único. Como su olor. Uryan cerró los ojos un instante y cogió aire, profundamente. El susodicho aroma impregnó de lleno sus fosas nasales, que aunque atenuadas en aquella forma eran más potentes que las de un humano normal, sus pupilas se dilataron y su brazo derecho sufrió un ligero tick antes de recuperar su posición original. Dejó que su mano se deslizara entre las suyas y se relamió limpiándose la sangre de la boca, aunque eso no le impidió estar vestido únicamente por la vitae de su víctima. Levantó una ceja, cuando comentó la cantidad de serpientes que podía ver y sonrió, porque a pesar de ser pícara no vio disgusto en aquella mirada, ni tampoco deseo, era el brillo limpio de unos ojos curiosos e inocentes. Inocencia. ¿Alguna vez la había tenido él? Lo dudaba mucho. Estuvo condenado a los bajos fondos desde que nació.
Movió el peso de un pie a otro, calibrando la respuesta pero..¿Qué tenía que temer?- A veces si. A veces no.- Su voz estaba ronca, seguramente por la tensión que acumulaba y el lobo gruñendo en su cabeza, negándole la posibilidad de ver a Hania como lo que era: Una mujer adulta.- Tengo muchos lugares donde vivir...Y ninguno. Pero algo como tú..No debería estar escondido en una alcantarilla mugrienta.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
La muchacha lo miró con fascinación al cambiar, porque jamás había presenciado algo así, pero desde que había despertado al mundo de tinieblas veía muchas cosas extrañas, peculiares y no por eso significaba que fueran malas.
Cuando le habló, su voz no era exactamente igual que la mental, ya que reverberaba contra las paredes de las catacumbas, llenas de huesos y de historias. Colocó las manos tras la espalda y se balanceó sobre los talones.
— No, no...vivo en un hotel. Ya no vivo en las alcantarillas. Assur me sacó de ellas. Pero quería visitar mi antiguo orfanato y me perdí. ¿Sabes dónde está Saint Clemence? ¿Te apetece acompañarme? hay bañeras.
Así, porque sí. Porque invitar a un licántropo cubierto de sangre al que no conoces de nada a darse un baño en un antiguo orfanato es lo más normal del mundo. Quería ir a su antiguo hogar, o lo que ella consideraba lo más parecido que había tenido antes de conocer a Assur. Y era extraño porque para ella el hogar de su infancia estaba ligado a un lugar, y el actual a una persona, porque en realidad cambiaban de hotel y de mansión segun donde estuvieran y seguía sintiendo esa sensación de pertenencia.
No veía en Uryan ese salvajismo peligroso, esa ausencia de sentimientos por las vidas ajenas; tan sólo veía al lobo solitario que era, y a las serpientes siseando y mareando su cabeza. Podía ver al hombre y al animal, a la bestia y al niño. Podía sondear sus recuerdos, aunque ahora no lo estaba haciendo, tenía la teoría de que si no lo buscaba, los recuerdos importantes de los demás acudían a ella sin más.
— Me llamo Hania...¿y tú? podría llamarte Serpiente, pero seguro que no es tan bonito.
Cuando le habló, su voz no era exactamente igual que la mental, ya que reverberaba contra las paredes de las catacumbas, llenas de huesos y de historias. Colocó las manos tras la espalda y se balanceó sobre los talones.
— No, no...vivo en un hotel. Ya no vivo en las alcantarillas. Assur me sacó de ellas. Pero quería visitar mi antiguo orfanato y me perdí. ¿Sabes dónde está Saint Clemence? ¿Te apetece acompañarme? hay bañeras.
Así, porque sí. Porque invitar a un licántropo cubierto de sangre al que no conoces de nada a darse un baño en un antiguo orfanato es lo más normal del mundo. Quería ir a su antiguo hogar, o lo que ella consideraba lo más parecido que había tenido antes de conocer a Assur. Y era extraño porque para ella el hogar de su infancia estaba ligado a un lugar, y el actual a una persona, porque en realidad cambiaban de hotel y de mansión segun donde estuvieran y seguía sintiendo esa sensación de pertenencia.
No veía en Uryan ese salvajismo peligroso, esa ausencia de sentimientos por las vidas ajenas; tan sólo veía al lobo solitario que era, y a las serpientes siseando y mareando su cabeza. Podía ver al hombre y al animal, a la bestia y al niño. Podía sondear sus recuerdos, aunque ahora no lo estaba haciendo, tenía la teoría de que si no lo buscaba, los recuerdos importantes de los demás acudían a ella sin más.
— Me llamo Hania...¿y tú? podría llamarte Serpiente, pero seguro que no es tan bonito.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Uryan giró lentamente la cabeza hacia un lado, observando cómo la chiquilla se balanceaba sobre sus pies. Sabía de humanos abrazados que se volvían locos tras amanecer en su nueva existencia, podría ser ella uno de los que perdían la cabeza con la transformación. Con al licantropía ocurría lo mismo. Al final era como renacer, en el mismo cuerpo, pero con una vida y unos conocimientos muy diferentes. No las tenía todas consigo, la niña podía fingir ser una niña y luego ser una arpía, no sería la primera vez...Él no tenía paciencia para jugar a los enigmas, pero no le hacía falta: Su lobo era muy bueno desenmascarando a las personas. Y la bestia roja estaba mirando atentamente a Hania, desde un alejado punto, vigilándola de lejos pero no era hostil, no gruñía, no le mordía para que destrozara su cráneo contra los huesos de las criptas, es más..Todo lo contrario. Era pasivo, un lobo atento, más preocupado en los sonidos y olores de su alrededor que en la cainita que tenía delante. Era lo más extraño que a Uryan le había ocurrido. Tal vez no fuera una niña..Pero su lobo se comportaba como si lo fuera.
El licántropo movió el peso de un pie a otro, llevaba un rato completamente estático, desde que ella le tocó. ¿Le estaba pidiendo indicaciones? Uryan esperó al lobo, pero él siguió quieto, observando a su alrededor, ignorando la situación. Sabía que tenía que arrancarle la lengua, sabía que tenía que hacerle ver que este mundo era peligroso y cruel, que una niña como ella jamás sobreviviría en el mundo al que, con toda seguridad, le habían arrastrado cuanto antes despertase mejor. Arrugó la nariz cuando empezó a hablar sola..¿Le estaba diciendo con toda sutilidad que apestaba? Bien. ¿A quién le importaba? No necesitaba estar limpio. Cogió aire, porque estaba a punto de largarse, pero el lobo levantó las orejas al escuchar su nombre y atendió a la muchacha, mirándola fijamente, no con gula, con interés..Con un interés sano, que Uryan jamás había visto. Frunció el ceño. ¿Qué demonios? No era una niña. Él lo estaba viendo, la tenía delante y su cuerpo no era el de una infante, por qué su lobo la veía como tal, por qué le obligaba a mantener sus instintos fuera. No..Se engañaba. Sus instintos estaban muy presentes, estaban a flor de piel. Gruñó, cabreado, porque aunque quisiera no podría hacerle daño..¿Su lobo le dejaría reaccionar si ella le atacaba..?
Empezó a moverse, volvió a gruñir y frunció el ceño mientras caminaba por las catacumbas, dándole la espalda. Si quería seguirle, bien, pero no pensaba invitarle a hacerlo. Mientras avanzaba escupió un trozo de hueso que se le había quedado atascado entre los dientes. Serpiente. El lobo rojo ladeó la cola y dejó caer las orejas, relajado. ¿Le gustaba cómo sonaba? Frunció más el ceño.- Slang.- Levantó la mirada por encima de su hombro para poder mirar a la pequeña rubia, serpiente en neerlandés no sonaba mal a sus oídos, ni siquiera Snake. Por ahora, podía quedarse con ese nombre, por alguna especie de orgullo no quería decirle su verdadero nombre, era absurdo, lo sabía..Sus serpientes se reían de él, lo notaba..Pero era la única forma de venganza que tenía contra esa maldita chiquilla.
Sus huesos empezaron a crujir cuando su lobo empezó a morderle el cuello y la espalda, dejándose llevar por el deseo de la bestia que le convirtió en un inmenso lobo rojo, mucho más enorme de lo que un cánido corriente debería ser. No estaba hecho para ser sigiloso, todo él era potente, su pelaje hubiera sido abundante y esponjoso de no estar apelmazado. Se movió con lentitud, pesadamente, como si cada paso que el lobo daba abarcase varios metros, con la cabeza algo más baja que la línea de su lomo. Avanzó con seguridad por las catacumbas, pocos conocían las enrevesadas calles, era difícil orientarse, muy fácil perderse y más fácil aun encontrarse algo como Uryan en el trayecto. El lobo se detuvo en un callejón sin salida y se volvió a transformar, para coger las ropas que había en un montón informe en el suelo. Se las colocó y volvió a caminar, sin fijarse en si la rubia le seguía o no. Sus ropas no eran las mejores, de hecho tenían agujeros por todas partes, manchas que ni se iban a quitar ni se había esforzado por hacerlo.
Tuvieron que caminar un poco más, antes de salir al exterior. Señaló hacia la situación del orfanato abandonado.- Saint Clemence está por allí.- Miró a la chica ahora, que no sabía si había podido seguir su ritmo o no, realmente.- ¿A qué vas allí?...Sola..-Eso último se le escapó sin darse cuenta, a Slang no le parecía muy correcto dejarla ir a un lugar peligroso, Uryan intentó recordar a su bestia que esa chica de niña no tenía nada, que era un maldito vampiro y que se podría cuidar sola o que muriera como una inútil, no era su problema.
El licántropo movió el peso de un pie a otro, llevaba un rato completamente estático, desde que ella le tocó. ¿Le estaba pidiendo indicaciones? Uryan esperó al lobo, pero él siguió quieto, observando a su alrededor, ignorando la situación. Sabía que tenía que arrancarle la lengua, sabía que tenía que hacerle ver que este mundo era peligroso y cruel, que una niña como ella jamás sobreviviría en el mundo al que, con toda seguridad, le habían arrastrado cuanto antes despertase mejor. Arrugó la nariz cuando empezó a hablar sola..¿Le estaba diciendo con toda sutilidad que apestaba? Bien. ¿A quién le importaba? No necesitaba estar limpio. Cogió aire, porque estaba a punto de largarse, pero el lobo levantó las orejas al escuchar su nombre y atendió a la muchacha, mirándola fijamente, no con gula, con interés..Con un interés sano, que Uryan jamás había visto. Frunció el ceño. ¿Qué demonios? No era una niña. Él lo estaba viendo, la tenía delante y su cuerpo no era el de una infante, por qué su lobo la veía como tal, por qué le obligaba a mantener sus instintos fuera. No..Se engañaba. Sus instintos estaban muy presentes, estaban a flor de piel. Gruñó, cabreado, porque aunque quisiera no podría hacerle daño..¿Su lobo le dejaría reaccionar si ella le atacaba..?
Empezó a moverse, volvió a gruñir y frunció el ceño mientras caminaba por las catacumbas, dándole la espalda. Si quería seguirle, bien, pero no pensaba invitarle a hacerlo. Mientras avanzaba escupió un trozo de hueso que se le había quedado atascado entre los dientes. Serpiente. El lobo rojo ladeó la cola y dejó caer las orejas, relajado. ¿Le gustaba cómo sonaba? Frunció más el ceño.- Slang.- Levantó la mirada por encima de su hombro para poder mirar a la pequeña rubia, serpiente en neerlandés no sonaba mal a sus oídos, ni siquiera Snake. Por ahora, podía quedarse con ese nombre, por alguna especie de orgullo no quería decirle su verdadero nombre, era absurdo, lo sabía..Sus serpientes se reían de él, lo notaba..Pero era la única forma de venganza que tenía contra esa maldita chiquilla.
Sus huesos empezaron a crujir cuando su lobo empezó a morderle el cuello y la espalda, dejándose llevar por el deseo de la bestia que le convirtió en un inmenso lobo rojo, mucho más enorme de lo que un cánido corriente debería ser. No estaba hecho para ser sigiloso, todo él era potente, su pelaje hubiera sido abundante y esponjoso de no estar apelmazado. Se movió con lentitud, pesadamente, como si cada paso que el lobo daba abarcase varios metros, con la cabeza algo más baja que la línea de su lomo. Avanzó con seguridad por las catacumbas, pocos conocían las enrevesadas calles, era difícil orientarse, muy fácil perderse y más fácil aun encontrarse algo como Uryan en el trayecto. El lobo se detuvo en un callejón sin salida y se volvió a transformar, para coger las ropas que había en un montón informe en el suelo. Se las colocó y volvió a caminar, sin fijarse en si la rubia le seguía o no. Sus ropas no eran las mejores, de hecho tenían agujeros por todas partes, manchas que ni se iban a quitar ni se había esforzado por hacerlo.
Tuvieron que caminar un poco más, antes de salir al exterior. Señaló hacia la situación del orfanato abandonado.- Saint Clemence está por allí.- Miró a la chica ahora, que no sabía si había podido seguir su ritmo o no, realmente.- ¿A qué vas allí?...Sola..-Eso último se le escapó sin darse cuenta, a Slang no le parecía muy correcto dejarla ir a un lugar peligroso, Uryan intentó recordar a su bestia que esa chica de niña no tenía nada, que era un maldito vampiro y que se podría cuidar sola o que muriera como una inútil, no era su problema.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Slang. Sonaba bien, aunque su cabeza había pensado "Uryan". Quizás fuera el sobrenombre por el que le habían llamado en su niñez o... saber. El lobo echó a andar y lo siguió a través de los túneles oscuros tarareando de nuevo, esta vez una cancioncilla que hablaba del mundo al revés.
Erase una vez un lobito bueno
al que maltrataban todos los corderos.
Había también un principe malo,
una bruja hermosa y un pirata honrado.
Todas estas cosas había una vez
cuando yo soñaba un mundo al revés.
El lobo se detuvo y observó sus ropas roidas antes de que se las pusiera. Le recordaba un poco a ella.— Las alcantarillas no son un lugar bonito...tampoco el camisón de la morgue lo era, me daba mucho frío y estaba muy sucio.— Se preguntó cuantos metros de tela harían falta para cubrir a un hombre como...Slang.
Cuando le dijo que Saint Clemence estaba por allí le sonrió y a su pregunta de qué iba a hacer ella allí sola puso una mueca pícara y bajó la voz, como si las monjas aún pudieran oírla y se acercó al oido del lobo.— Robar un tarro de galletas...
No podía comerselas, eso ya lo sabía, pero por algun motivo que desconocía, necesitaba saber si todavía estaba ese tarro sobre la alacena, el que escondió ella y en el que guardaba galletas para darselas a escondidas a los niños más pequeños que muchas veces lloraban o tenían hambre porque las monjas los habían castigado sin cenar porque habían incumplido alguna norma o hecho alguna travesura.
Erase una vez un lobito bueno
al que maltrataban todos los corderos.
Había también un principe malo,
una bruja hermosa y un pirata honrado.
Todas estas cosas había una vez
cuando yo soñaba un mundo al revés.
El lobo se detuvo y observó sus ropas roidas antes de que se las pusiera. Le recordaba un poco a ella.— Las alcantarillas no son un lugar bonito...tampoco el camisón de la morgue lo era, me daba mucho frío y estaba muy sucio.— Se preguntó cuantos metros de tela harían falta para cubrir a un hombre como...Slang.
Cuando le dijo que Saint Clemence estaba por allí le sonrió y a su pregunta de qué iba a hacer ella allí sola puso una mueca pícara y bajó la voz, como si las monjas aún pudieran oírla y se acercó al oido del lobo.— Robar un tarro de galletas...
No podía comerselas, eso ya lo sabía, pero por algun motivo que desconocía, necesitaba saber si todavía estaba ese tarro sobre la alacena, el que escondió ella y en el que guardaba galletas para darselas a escondidas a los niños más pequeños que muchas veces lloraban o tenían hambre porque las monjas los habían castigado sin cenar porque habían incumplido alguna norma o hecho alguna travesura.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Uryan estaba tenso y serio, observando a la chiquilla mientras hablaba sobre su atuendo...Puso los ojos en blanco un instante y suspiró. ¿A quién le importaba si llevaba la ropa hecha un desastre o no? Para lo que le solía durar puesta..Al menos ocultaba la sangre pegada a su piel, podría dar asco al más pintado pero a él no le parecía desagradable el proceso de coagulación llevándose a cabo sobre su cuerpo, le dejaba con un olor diferente, ni bueno ni malo, diferente, como si fuera muchas personas a la vez. Se llevó la mano al cuello y frotó, sopesando por qué a ella parecía importarle tanto. Así que había despertado abandonada en una morgue, su lobo no entendía cómo podían abandonar a un cachorro y a él..A él se le llenaba la cabeza de recuerdos, recuerdos sobre su infancia, sobre el encuentro con el hombre que le convirtió en lo que era, de muchas maneras. Le habían abandonado en un callejón a que muriera, por fortuna Satán tenía planes para él.
Giró la cabeza hacia la chica y frunció ligeramente el ceño cuando se acercó demasiado, pero esta vez, cuando se puso de puntillas para poder alcanzarle se inclinó sin darse cuenta, intentando escucharla mejor..Suponiendo que le iba a contar alguna locura que no podía ser expuesta...Un tarro de galletas..¿Qué cojones..? Un tarro de galletas. Su lobo se reía divertido, Slang quería galletas. ¡Pero Uryan no! Qué galleta ni qué niño muerto. Gruñó y se cruzó de brazos mirando a la chica.- Qué vas a hacer con unas galletas. Ni siquiera puedes comértelas.- Lo peor de todo era que se lo confesaba como si fuera un crimen, robar unas galletas, por todos los infiernos...Slang empezó a morderle y Uryan intentaba quitárselo de la cabeza, como alguien que aparta a un animal demasiado excitado y cansino, hasta que bufó.- Las alcantarillas son feas y muy útiles, a ver dónde te crees que van a parar los desperdicios, en algún lugar deben estar las sombras..Y vivir en ellas tiene sus ventajas.- Empezó a caminar hacia el orfanato abandonado, era un lugar que él no se permitía visitar, era un buen refugio y estaba tachado de maldito por la gente corriente, así que además de unos cuantos niños traviesos y envalentonados nadie se acercaba a él...Pero los críos siempre le producían rechazo..Intentaba estar lo más lejos de ellos posible y de sus ubicaciones.- Lo bonito no siempre es bueno, niña…-Gruñó, avanzando en silencio, esquivando las escasas personas que a esas horas estaban por las calles, que eran mínimas.
Giró la cabeza hacia la chica y frunció ligeramente el ceño cuando se acercó demasiado, pero esta vez, cuando se puso de puntillas para poder alcanzarle se inclinó sin darse cuenta, intentando escucharla mejor..Suponiendo que le iba a contar alguna locura que no podía ser expuesta...Un tarro de galletas..¿Qué cojones..? Un tarro de galletas. Su lobo se reía divertido, Slang quería galletas. ¡Pero Uryan no! Qué galleta ni qué niño muerto. Gruñó y se cruzó de brazos mirando a la chica.- Qué vas a hacer con unas galletas. Ni siquiera puedes comértelas.- Lo peor de todo era que se lo confesaba como si fuera un crimen, robar unas galletas, por todos los infiernos...Slang empezó a morderle y Uryan intentaba quitárselo de la cabeza, como alguien que aparta a un animal demasiado excitado y cansino, hasta que bufó.- Las alcantarillas son feas y muy útiles, a ver dónde te crees que van a parar los desperdicios, en algún lugar deben estar las sombras..Y vivir en ellas tiene sus ventajas.- Empezó a caminar hacia el orfanato abandonado, era un lugar que él no se permitía visitar, era un buen refugio y estaba tachado de maldito por la gente corriente, así que además de unos cuantos niños traviesos y envalentonados nadie se acercaba a él...Pero los críos siempre le producían rechazo..Intentaba estar lo más lejos de ellos posible y de sus ubicaciones.- Lo bonito no siempre es bueno, niña…-Gruñó, avanzando en silencio, esquivando las escasas personas que a esas horas estaban por las calles, que eran mínimas.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
La rubia podía sentir a Slang bajo la piel de Uryan, eran como las dos caras de una misma moneda, enfrentadas, discordantes y a la vez complementarias, una no podía existir sin la otra. El lobo la detectaba como un cachorro, y sus ideas locas eran las de uno que era juguetón, aventurero, arriesgado. La Hania de verdad jamás haría eso si su mente no estuviera dañada, si no le hubiera impedido crecer y contaminarse con la cruda y terrible realidad. Ella vivía en su espejismo, en sus mundos propios que creaba en su mente y en los que el lobo podía transitar libremente, pues no había maldad ni doblez en ella.
Cuando le dijo que no podía comer las galletas puso un mohín durante un segundo, pero luego volvió a sonreir.
— ya...y no veas cuanto lo siento porque me encantaban. Pero tú sí. Y si no las quieres no pasa nada, las podemos guardar para otro día que las necesites. Para el domingo próximo quizás, cuando vengan a darte caza Jack "El sacatripas" y sus amigos. Estoy escuchando sus voces y... dicen que te van a partir los dientes y que usen hojas de plata. Quizás entonces necesites comer.— Miró a Slang muy seria.— No tengo ni idea de quienes son, pero están aquí...
Se señaló la cabeza con un dedo. Ella oía voces y muchas veces no sabía si se las estaba inventando o eran reales, porque podía escuchar los pensamientos a distancia. Si ese tal Sacatripas era alguien a quien Slang le debía dinero...no tenía ni idea, sólo había escuchado la intención de esos desalmados de darle caza al lobo.
— Ajá. Lo bonito no siempre es bueno, tienes razón. Dicen que soy bonita, pero soy un monstruo, bebo sangre y escucho voces...no debo ser buena porque me han castigado a ser así.— Se encogió de hombros.— pero yo intento serlo, no quiero causar daño a nadie.
Cuando le dijo que no podía comer las galletas puso un mohín durante un segundo, pero luego volvió a sonreir.
— ya...y no veas cuanto lo siento porque me encantaban. Pero tú sí. Y si no las quieres no pasa nada, las podemos guardar para otro día que las necesites. Para el domingo próximo quizás, cuando vengan a darte caza Jack "El sacatripas" y sus amigos. Estoy escuchando sus voces y... dicen que te van a partir los dientes y que usen hojas de plata. Quizás entonces necesites comer.— Miró a Slang muy seria.— No tengo ni idea de quienes son, pero están aquí...
Se señaló la cabeza con un dedo. Ella oía voces y muchas veces no sabía si se las estaba inventando o eran reales, porque podía escuchar los pensamientos a distancia. Si ese tal Sacatripas era alguien a quien Slang le debía dinero...no tenía ni idea, sólo había escuchado la intención de esos desalmados de darle caza al lobo.
— Ajá. Lo bonito no siempre es bueno, tienes razón. Dicen que soy bonita, pero soy un monstruo, bebo sangre y escucho voces...no debo ser buena porque me han castigado a ser así.— Se encogió de hombros.— pero yo intento serlo, no quiero causar daño a nadie.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Slang le mordió y Uryan frunció el ceño. ¿Ahora qué le picaba al lobo? ¿Era por el gesto de la chica al recordar que no podía comer galletas? A quién diablos le molestaban las galletas cuando había humanos de sobra que devorar. A veces perdía la paciencia consigo mismo. Frunció el ceño mientras observaba a la chica y caminaba hacia el orfanato, por qué motivo la seguía..Pues a saber, pero no recordaba ni un solo día desde que conoció su parte bestia en la que pudiera ignorarle y no tener consecuencias. Por lo general, el lobo rojo de su cabeza guiaba sus pasos, algunos podía ignorarlos..Otros..No. A pesar de parecerle una absoluta gilipollez, se encontraba caminando con la pequeña rubia, que no le duraría ni media hostia, tal vez por eso estaba más dispuesto a seguirla, porque sabía que si en algún momento ella se ponía agresiva podría reducirla en un pestañeo..O eso suponía, porque de nada conocía a la cainita.
Prestó atención a lo que decía, aunque no debería. ¿Estaban en su cabeza? Bien. Había topado con alguien que oía voces, eso hacía que todo tuviera mucho más sentido. Bufó, pensando en las galletas. Él prefería carne caliente, para qué engañarse, pero a Slang le apetecían horriblemente las malditas galletas. Parte de su cabeza ignoraba completamente lo que le estaba contando la rubia y tiraba de él hacia el orfanato para buscar dicho manjar y, la parte en al que Uryan residía, estaba muy atento. Podían ser imaginaciones de ella, podía estar tomándole el pelo pero si alguien iba a venir a darle una paliza armado con plata nunca estaba de más saberlo..Y mucho menos estar preparado. Bien. Si querían un pedazo de él iban a tener que trabajar por ello.
Se frotó la nuca, sopesando aquella información mientras se rascaba la barba de días.- No eres un monstruo.- Aquello le salió de la garganta con un gruñido. Qué monstruo ni qué monstruo. La gente tachaba de horroroso aquello que no comprendía, si, los monstruos existían, monstruos como él que sólo existían en las fábulas y las novelas de terror que estaban tan de moda, pero no esa chica.- Escuchas voces. ¿Y qué? No haces daño a nadie. ¿Y qué? Yo lo hago. Yo soy un monstruo y me encanta serlo. Disfruta de tus dones y deja de compadecerte. La vida es corta y el mundo infinito. Lo mismo no eres lo que te gustaría ser, pero no tienes opción, así que al menos disfrútalo.- Frunció el ceño, porque era exactamente lo que él hacía solo que no le molestó en ningún momento ser un licántropo. Él aceptó la maldición, con los brazos abiertos, sintió como si al fin fuese un ser completo. Antes de Slang, le faltaba algo.- Y si de nuevo piensas en ti como un monstruo, entonces piensa en mi y se te pasará.- Qué clase de demonio podía ser ella cuando ni siquiera su lobo podía percibirla como lo que realmente era..A él, que no se le escapaba ni una sola amenaza.
Prestó atención a lo que decía, aunque no debería. ¿Estaban en su cabeza? Bien. Había topado con alguien que oía voces, eso hacía que todo tuviera mucho más sentido. Bufó, pensando en las galletas. Él prefería carne caliente, para qué engañarse, pero a Slang le apetecían horriblemente las malditas galletas. Parte de su cabeza ignoraba completamente lo que le estaba contando la rubia y tiraba de él hacia el orfanato para buscar dicho manjar y, la parte en al que Uryan residía, estaba muy atento. Podían ser imaginaciones de ella, podía estar tomándole el pelo pero si alguien iba a venir a darle una paliza armado con plata nunca estaba de más saberlo..Y mucho menos estar preparado. Bien. Si querían un pedazo de él iban a tener que trabajar por ello.
Se frotó la nuca, sopesando aquella información mientras se rascaba la barba de días.- No eres un monstruo.- Aquello le salió de la garganta con un gruñido. Qué monstruo ni qué monstruo. La gente tachaba de horroroso aquello que no comprendía, si, los monstruos existían, monstruos como él que sólo existían en las fábulas y las novelas de terror que estaban tan de moda, pero no esa chica.- Escuchas voces. ¿Y qué? No haces daño a nadie. ¿Y qué? Yo lo hago. Yo soy un monstruo y me encanta serlo. Disfruta de tus dones y deja de compadecerte. La vida es corta y el mundo infinito. Lo mismo no eres lo que te gustaría ser, pero no tienes opción, así que al menos disfrútalo.- Frunció el ceño, porque era exactamente lo que él hacía solo que no le molestó en ningún momento ser un licántropo. Él aceptó la maldición, con los brazos abiertos, sintió como si al fin fuese un ser completo. Antes de Slang, le faltaba algo.- Y si de nuevo piensas en ti como un monstruo, entonces piensa en mi y se te pasará.- Qué clase de demonio podía ser ella cuando ni siquiera su lobo podía percibirla como lo que realmente era..A él, que no se le escapaba ni una sola amenaza.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Escuchó las palabras de Slang y siguió caminando hacia Saint Clemence, tratando de escuchar algo más que fuera importante pero ya solo era un barullo informa de voces que apartó de su cabeza.
— Hablas como Assur, él también me dice que somos casi dioses y que podemos hacer lo que queramos. Dice que los Black no nos disculpamos. Pero no soy una Black, mi apellido es Doe...no sé, no creo que eso sea del todo verdad, porque no puedo hacer que se callen las voces.— se encogió de hombros y siguió andando hasta dar con la valla del antiguo orfanato. Tan sólo hacía tres años que lo habían cerrado, el tiempo que ella había estado viviendo en las alcantarillas. Tres años desde aquella fatídica noche.
Se quedó quieta un instante, respirando, sacando fuerzas y valor para continuar. No sabía lo que le esperaba allí, sólo recordaba el dolor y el mordisco y luego la morgue. ¿Seguiría estando el salón lleno de la sangre de todos los niños? ¿seguiría estando en el suelo la leña que ella portaba cuando la mordió?
La verja de hierro estaba oxidada y tenía un gran candado rodeándola, pero ella sabía una forma de entrar y salir, el muro septenrional tenía un buen boquete pero lo cubrían las hiedras, asi que las apartó y se colaron dentro. El jardín estaba hecho un desastre, lleno de malas hierbas y arbustos salvajes que habían desbancados a algunas matas de flores. La fuente se mantenía en el centro, con nenúfares y una estatua de un tritón.
El antiguo convento tenía una estructura rectangular de ladrillo rojo, con una entrada con escaleras centrales, capilla, habitaciones y salas, clases y cocinas. Un complejo bastante grande para albergar a unas cien personas, pero al final de su vida, sólo contaba con una veintena, ya que la cantidad de niños mermó por una gran pandemia de gripe. La rubia llegó hasta la entrada de las cocinas y buscó la llave bajo una maceta, allí estaba como si nada, y la puerta crujió al abrirse. Había polvo y abandono, pero al parecer habían recogido mas o menos antes de cerrar definitivamente las puertas de la institución.
Encendió una lámpara de aceite y pasó los dedos por los obradores y la cocina, recordando la época en la que estuvo allí trabajando mientras se pensaba si tomar los votos, ya que no creía en Dios pero era una vida fácil y segura. Acercó un taburete a una alacena y se aupó para sacar de allí un bote metálico que quedaba oculto de la vista. dentro, envuelto en paños blancos había un montón de galletas.
— Posiblemente estén malas... si quieres quedarte aquí, te traeré galletas mañana.
— Hablas como Assur, él también me dice que somos casi dioses y que podemos hacer lo que queramos. Dice que los Black no nos disculpamos. Pero no soy una Black, mi apellido es Doe...no sé, no creo que eso sea del todo verdad, porque no puedo hacer que se callen las voces.— se encogió de hombros y siguió andando hasta dar con la valla del antiguo orfanato. Tan sólo hacía tres años que lo habían cerrado, el tiempo que ella había estado viviendo en las alcantarillas. Tres años desde aquella fatídica noche.
Se quedó quieta un instante, respirando, sacando fuerzas y valor para continuar. No sabía lo que le esperaba allí, sólo recordaba el dolor y el mordisco y luego la morgue. ¿Seguiría estando el salón lleno de la sangre de todos los niños? ¿seguiría estando en el suelo la leña que ella portaba cuando la mordió?
La verja de hierro estaba oxidada y tenía un gran candado rodeándola, pero ella sabía una forma de entrar y salir, el muro septenrional tenía un buen boquete pero lo cubrían las hiedras, asi que las apartó y se colaron dentro. El jardín estaba hecho un desastre, lleno de malas hierbas y arbustos salvajes que habían desbancados a algunas matas de flores. La fuente se mantenía en el centro, con nenúfares y una estatua de un tritón.
El antiguo convento tenía una estructura rectangular de ladrillo rojo, con una entrada con escaleras centrales, capilla, habitaciones y salas, clases y cocinas. Un complejo bastante grande para albergar a unas cien personas, pero al final de su vida, sólo contaba con una veintena, ya que la cantidad de niños mermó por una gran pandemia de gripe. La rubia llegó hasta la entrada de las cocinas y buscó la llave bajo una maceta, allí estaba como si nada, y la puerta crujió al abrirse. Había polvo y abandono, pero al parecer habían recogido mas o menos antes de cerrar definitivamente las puertas de la institución.
Encendió una lámpara de aceite y pasó los dedos por los obradores y la cocina, recordando la época en la que estuvo allí trabajando mientras se pensaba si tomar los votos, ya que no creía en Dios pero era una vida fácil y segura. Acercó un taburete a una alacena y se aupó para sacar de allí un bote metálico que quedaba oculto de la vista. dentro, envuelto en paños blancos había un montón de galletas.
— Posiblemente estén malas... si quieres quedarte aquí, te traeré galletas mañana.
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Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Uryan no se creía un Dios, se creía lo que era, un licántropo, un demonio caminando en tierra firme. Qué le importaban a él las vidas de los demás si ni siquiera se preocupaba por la suya, las palabras de la rubia se deshacían en su cerebro, sin retener ni una sola. Él creía en la libertad que le daba el conocimiento real del mundo, de lo que se escondía en cada esquina, de lo que había dentro de él y eso le daba poder, poder para hacer lo que quisiera.
Uryan estaba mirando el candado, él hubiera entrado por ahí, reventando las cadenas y el artilugio sin pensarlo dos veces y de hecho se dio la vuelta con cierta resignación mientras se ponía de lado para poder pasar a través del paso que ocultaba la vegetación. Salió lleno de hojas secas y alguna rama pero o no se dio cuenta o no le importó. Caminó detrás de la pequeña rubia, a ver si conseguía de una vez sus malditas galletas. A él el lugar no le decía absolutamente nada y no sabía lo que significaba para la cainita así que entró sin ningún tipo de pudor caminando por el orfanato con total confianza, pero mirando a su alrededor. Se sabía, o se decía, que ese convento estaba maldito, que era uno encantado donde pasaban cosas horribles, pero no vigilaba su alrededor por eso, si no porque era un lugar tan bueno como cualquier otro donde poderse esconder de la gente corriente. Era un buen sitio donde esconder cosas de valor o donde refugiarse, por eso nos e fiaba de que estuviera completamente vacío. Si la niña conocía el paso secreto, tal vez también otros.
Miró el tarro de las galletas, distrayéndose y cogió una, no lo pensó demasiado antes de empezar a comérsela. Seguramente tenía moho, o cosas peores, pero le dio igual. Siguió masticando como si tuviera una fruta madura, porque al fin y al cabo había comido cosas muchísimo peores y de un sabor mucho más repulsivo.- No están mal.- Dijo, sin más, antes de devolver la mirada a la rubia.-..¿Quedarme aquí?
Uryan estaba mirando el candado, él hubiera entrado por ahí, reventando las cadenas y el artilugio sin pensarlo dos veces y de hecho se dio la vuelta con cierta resignación mientras se ponía de lado para poder pasar a través del paso que ocultaba la vegetación. Salió lleno de hojas secas y alguna rama pero o no se dio cuenta o no le importó. Caminó detrás de la pequeña rubia, a ver si conseguía de una vez sus malditas galletas. A él el lugar no le decía absolutamente nada y no sabía lo que significaba para la cainita así que entró sin ningún tipo de pudor caminando por el orfanato con total confianza, pero mirando a su alrededor. Se sabía, o se decía, que ese convento estaba maldito, que era uno encantado donde pasaban cosas horribles, pero no vigilaba su alrededor por eso, si no porque era un lugar tan bueno como cualquier otro donde poderse esconder de la gente corriente. Era un buen sitio donde esconder cosas de valor o donde refugiarse, por eso nos e fiaba de que estuviera completamente vacío. Si la niña conocía el paso secreto, tal vez también otros.
Miró el tarro de las galletas, distrayéndose y cogió una, no lo pensó demasiado antes de empezar a comérsela. Seguramente tenía moho, o cosas peores, pero le dio igual. Siguió masticando como si tuviera una fruta madura, porque al fin y al cabo había comido cosas muchísimo peores y de un sabor mucho más repulsivo.- No están mal.- Dijo, sin más, antes de devolver la mirada a la rubia.-..¿Quedarme aquí?
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Se encogió de hombros, el lugar era mejor que aquellas catacumbas frías y oscuras, al menos tenía camas, chimeneas, duchas, mesas... había sido su casa, la única que recordaba con claridad, porque no recordaba nada anterior al accidente que le costó la vida a su madre.
— Esta era mi casa...y como no queda nadie más que yo, supongo que es mía y ahora yo te la regalo si la quieres. Es mejor que esos túneles llenos de calaveras, incluso tiene algún fantasma, pero no no molestan, sólo son niños que quedaron atrapados aquí y juegan por los pasillos.
Guardó el bote de las galletas y asubió por la escalera del servicio hasta la primera planta, en esa habían cuartos, algunos colectivos, otros privados tipo celda (donde dormían las monjas) y se detuvo en el pasillo a la altura de la sala común donde sucedió todo. Se quedó quieta, con los ojos mirando al suelo, allí seguía la leña que se le había caido de las manos cuando el monstruo la atacó. En el suelo habían manchas oscuras que había absorbido la madera, y a pesar de que lo limpiaron antes de cerrar el orfanato, esas manchas eran testigos mudos de la masacre causada por el vampiro, de la muerte y desolación que sembró.
Dio un paso hacia atrás, no quería entrar porque la pared de su derecha tenía su sangre impresa en el papel pintado. Contra ella la empotró el vampiro agarrándola del cuello y mordiéndola con saña. Se dio la vuelta despacio, rígida como una muñeca de madera y caminó unos pasos hasta entrar en una de las habitaciones comunes.
Se mantenía bastante bien, había varias camas con sus sábanas y mantas, las cómodas cerradas y las ventanas algo desvencijadas, pero conservaban los cristales. Se acercó hasta una de las camas y se agachó para levantar el colchón, allí debajo había un cuaderno que sacó y acarició con una mano sonriendo. Era suyo, estaba lleno de garabatos, dibujos y frases; reflexiones, canciones y pensamientos que había coleccionado en aquellos años. Suspiró y se sentó sobre una cama abriéndolo, pasando las páginas y recorriendo con los ojos la historia de su corta vida en aquellos garabatos.
— Esta era mi casa...y como no queda nadie más que yo, supongo que es mía y ahora yo te la regalo si la quieres. Es mejor que esos túneles llenos de calaveras, incluso tiene algún fantasma, pero no no molestan, sólo son niños que quedaron atrapados aquí y juegan por los pasillos.
Guardó el bote de las galletas y asubió por la escalera del servicio hasta la primera planta, en esa habían cuartos, algunos colectivos, otros privados tipo celda (donde dormían las monjas) y se detuvo en el pasillo a la altura de la sala común donde sucedió todo. Se quedó quieta, con los ojos mirando al suelo, allí seguía la leña que se le había caido de las manos cuando el monstruo la atacó. En el suelo habían manchas oscuras que había absorbido la madera, y a pesar de que lo limpiaron antes de cerrar el orfanato, esas manchas eran testigos mudos de la masacre causada por el vampiro, de la muerte y desolación que sembró.
Dio un paso hacia atrás, no quería entrar porque la pared de su derecha tenía su sangre impresa en el papel pintado. Contra ella la empotró el vampiro agarrándola del cuello y mordiéndola con saña. Se dio la vuelta despacio, rígida como una muñeca de madera y caminó unos pasos hasta entrar en una de las habitaciones comunes.
Se mantenía bastante bien, había varias camas con sus sábanas y mantas, las cómodas cerradas y las ventanas algo desvencijadas, pero conservaban los cristales. Se acercó hasta una de las camas y se agachó para levantar el colchón, allí debajo había un cuaderno que sacó y acarició con una mano sonriendo. Era suyo, estaba lleno de garabatos, dibujos y frases; reflexiones, canciones y pensamientos que había coleccionado en aquellos años. Suspiró y se sentó sobre una cama abriéndolo, pasando las páginas y recorriendo con los ojos la historia de su corta vida en aquellos garabatos.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Uryan estaba entretenido masticando la arena mohosa mientras miraba dónde guardaba Hania el tarro, por si acaso, perseguía a la rubia por los desconocidos pasillos, pudiera parecer que estuviera absorto pero Slang estaba bien atento, era el que más desarrollado tenía su sentido del peligro, así que vigilaba a su alrededor mientras arrastraba el cuerpo de Uryan por el orfanato. Miró a la chica, preguntándose por qué a Slang le fascinaba tanto, seguía sin verla como una niña, pero tampoco era capaz de ver a la muchacha como una mujer, desde luego el lobo rojo se sentía cómodo con ella pero él, él no sabía qué pensar. No comentó nada a cerca de ser una huérfana, al fin y al cabo él también lo fue, aunque por menos tiempo que ella.
Se quedó plantado en el sitio, dejando que la cainita lidiara con lo que tuviera delante, por encima de su hombro podía ver perfectamente la escena, aunque en un ángulo diferente por la altura, veía la misma leña, la misma mancha de sangre en el suelo y después la sala común. Olía a sangre, si él no lo podía percibir del todo Slang sí y él sabía que allí había ocurrido algo. Uryan bajó la mirada hacia la nuca de la mujer. ¿Allí fue donde murió? Y decían de él que era macabro.
El licántropo tuvo que dar pasos hacia atrás cuando Hania empezó a recular, para que no se chocasen y se hizo a un lado cuando ella se giró y cambió de dirección. Frunció ligeramente el ceño, porque desde atrás no podía ver sus expresiones pero la tensión en su cuerpo no era difícil de captar. Observó a la rubia desde el umbral de la habitación común que estaba en mejor estado y completamente en silencio se fijó en cómo sacaba algo de debajo de un colchón. Se preguntó qué sería tan valioso como para guardarlo de los otros niños cuando..Vio el libro. Inclinó la cabeza hacia un lado. No podía comprender a la chica, cuando pensaba que iba a hacer algo lógico, como guardar dinero o comida, le venía con un libro, no tenía sentido de supervivencia..Así había acabado, lo más probable. Seguramente aquella había sido su cama, ¿Cuánto había pasado desde que todo eso había ocurrido? - ¿Te convirtieron aquí? - Se acercó, pero no demasiado para mirar por encima qué había en ese libro que tanto le disgustaba la idea de perderlo.
Se quedó plantado en el sitio, dejando que la cainita lidiara con lo que tuviera delante, por encima de su hombro podía ver perfectamente la escena, aunque en un ángulo diferente por la altura, veía la misma leña, la misma mancha de sangre en el suelo y después la sala común. Olía a sangre, si él no lo podía percibir del todo Slang sí y él sabía que allí había ocurrido algo. Uryan bajó la mirada hacia la nuca de la mujer. ¿Allí fue donde murió? Y decían de él que era macabro.
El licántropo tuvo que dar pasos hacia atrás cuando Hania empezó a recular, para que no se chocasen y se hizo a un lado cuando ella se giró y cambió de dirección. Frunció ligeramente el ceño, porque desde atrás no podía ver sus expresiones pero la tensión en su cuerpo no era difícil de captar. Observó a la rubia desde el umbral de la habitación común que estaba en mejor estado y completamente en silencio se fijó en cómo sacaba algo de debajo de un colchón. Se preguntó qué sería tan valioso como para guardarlo de los otros niños cuando..Vio el libro. Inclinó la cabeza hacia un lado. No podía comprender a la chica, cuando pensaba que iba a hacer algo lógico, como guardar dinero o comida, le venía con un libro, no tenía sentido de supervivencia..Así había acabado, lo más probable. Seguramente aquella había sido su cama, ¿Cuánto había pasado desde que todo eso había ocurrido? - ¿Te convirtieron aquí? - Se acercó, pero no demasiado para mirar por encima qué había en ese libro que tanto le disgustaba la idea de perderlo.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
En las primeras páginas del libro había dibujos, hechos con trazos muy infantiles. Era lo único que habían conseguido sacarle en el primer año que estuvo en aquel orfanato. Cuando llegó era pequeña, estaba traumatizada y sabían que no era muda porque a veces gritaba en sueños, pero no dijo ni una palabra hasta que el otoño regresó un año después. Por aquel entonces aun no sabía leer, pero en ese año aprendió las letras y se dejó llevar por los cuentos donde había dibujos y letras y podías ser Juan sin miedo o La reina de las nieves.
Pasó las páginas y observó su escritura, grande e irregular al principio, prieta y ordenada luego y suspiró. La pregunta de Uryan era lógica, y no se lo había contado a nadie porque no quedaba nadie a quien contárselo. Assur jamás le había preguntado, quizás podía verlo en su mente, o quizás no le interesaba, quién sabe. Elevó los ojos hacia Slang, que estaba apoyado y ocupaba casi todo el quicio de la puerta. No pudo evitar pensar que si hubieran tenido un Slang, no habría pasado aquella masacre.
— hace tres años, quedabamos pocos aquí porque la gripe se llevó a la mayoria, y estaban todos en esa sala caléntandose al fuego y contando historias. Salí a por leña y... había demasiado silencio. Hasta los fantasmas estaban callados. No lo ví hasta que entré y... había mucha sangre.— Inconscientemente se llevó la mano al cuello donde el vampiro la mordió ferozmente desgarrando piel y venas.— Después sólo la...nada. Me desperté en la morgue, en una bandeja para cadáveres, estaba estrecho y oscuro y algo me desgarraba por dentro, una sed horrible.
Se levantó despacio abrazando el libro. Era todo cuanto tenía de valor, sus recuerdos, aquello que había sentido siendo humana, y que no quería perder jamás. Si algún día sucumbía a la oscuridad, a la bestia, como Assur, quería poder encontrarse de nuevo, y ese libro podía ser su faro.
— No sé por qué lo hizo...¿por qué a mi? ¿por qué no me mató también? ¿por qué me condenó a...esto? Son preguntas que no tienen respuesta, así que ya no las busco.— Se acercó a Slang que era grande y fuerte.— ¿me ayudas a buscar un lugar seguro para esto?
Como si aquel cuaderno fuera la palabra que Dios le dictó a su escriba Metatron, pero para ella lo era.
Pasó las páginas y observó su escritura, grande e irregular al principio, prieta y ordenada luego y suspiró. La pregunta de Uryan era lógica, y no se lo había contado a nadie porque no quedaba nadie a quien contárselo. Assur jamás le había preguntado, quizás podía verlo en su mente, o quizás no le interesaba, quién sabe. Elevó los ojos hacia Slang, que estaba apoyado y ocupaba casi todo el quicio de la puerta. No pudo evitar pensar que si hubieran tenido un Slang, no habría pasado aquella masacre.
— hace tres años, quedabamos pocos aquí porque la gripe se llevó a la mayoria, y estaban todos en esa sala caléntandose al fuego y contando historias. Salí a por leña y... había demasiado silencio. Hasta los fantasmas estaban callados. No lo ví hasta que entré y... había mucha sangre.— Inconscientemente se llevó la mano al cuello donde el vampiro la mordió ferozmente desgarrando piel y venas.— Después sólo la...nada. Me desperté en la morgue, en una bandeja para cadáveres, estaba estrecho y oscuro y algo me desgarraba por dentro, una sed horrible.
Se levantó despacio abrazando el libro. Era todo cuanto tenía de valor, sus recuerdos, aquello que había sentido siendo humana, y que no quería perder jamás. Si algún día sucumbía a la oscuridad, a la bestia, como Assur, quería poder encontrarse de nuevo, y ese libro podía ser su faro.
— No sé por qué lo hizo...¿por qué a mi? ¿por qué no me mató también? ¿por qué me condenó a...esto? Son preguntas que no tienen respuesta, así que ya no las busco.— Se acercó a Slang que era grande y fuerte.— ¿me ayudas a buscar un lugar seguro para esto?
Como si aquel cuaderno fuera la palabra que Dios le dictó a su escriba Metatron, pero para ella lo era.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Había visto lo que podía hacer la gripe en las calles, de niño siempre había evitado a la policía, por si le llevaban a un orfanato. Su padre siempre le había dicho que se estaba mejor en la calle que aguantando monjas glotones que se comían todo lo que había dejando sopas de ajo para los chavales, al menos por su cuenta en cada cual recaía la responsabilidad de sobrevivir y no en las manos de otros. Su padre se había criado en uno de esos y no guardaba ni un buen recuerdo, por eso Uryan era incapaz de pensar en aquel lugar como un hogar o un sitio seguro donde tener protección. No estaba en su naturaleza sentir miedo, pero si odio y odiaba cualquier cosa que viniera de la caridad o el desapego, eso no existía, el mundo era tan retorcido como él, solo que lo ocultaban tras falsa modestia. Una enfermedad, en principio simple, podía diezmar con facilidad en un orfanato, aunque en parte era un alivio, tanto para los críos que no tenían ninguna oportunidad al salir y para los dueños, una boca menos que alimentar, más para los demás.
Observó a la chica mientras se llevaba una mano al cuello..Al menos él había tenido a su maestro. Era un cabrón, un viejo decrépito, orgulloso, cruel, enfermo y medio muerto, pero le enseñó lo que tenía que enseñarle. Se lo debía todo a él, incluso su vida, así que nunca había estado completamente solo hasta que murió, pero antes de eso le mordió y Slang apareció, así de un modo u otro..Uryan nunca había estado por su cuenta, siempre habían sido dos. Entendía la sed de la que hablaba, aunque en él no era algo tan vital, él sentía rabia, sentía ganas de correr, de explotar, de devorar el mundo y abrazó esa hambre como si fuera lo único auténtico en su vida..Ella había estado huyendo de su sed, de su naturaleza...Pero al final siempre le alcanzaría, no se puede huir de lo que uno es.
Aun observaba a la mujer, se notaba que esas preguntas todavía le retorcían, pero la verdad era que seguramente ni siquiera habría una. Si encontrasen al vampiro, si le sacase las respuestas a golpes, lo más probable era que le contestase “porque me apetecía” y se acabó. Igual que hubiera hecho él. ¿Por qué comía a una persona y no a otra? Por nada en especial, simplemente esa persona parecía más apetecible o estaba en el lugar indicado en el momento correcto. No había motivos en una mente como la suya, había asesinos que mataban sin motivo, punto.
En cuanto notó que se acercaba, Uryan se puso tenso y se separó del marco de la puerta, dejando de cruzar los brazos y observando a la chica con mala cara..En alerta. Frunció el ceño y hubiera echado las orejas hacia atrás de haberlas tenido..¿Guardar un libro...Él? Bufó y levantó la mirada de ella hacia el exterior, pensativo. Un lugar donde esconder algo valioso..Tenía varios refugios pero ninguno que pudiera o quisiera enseñarle por el momento.- Se me ocurre un lugar...Dámelo. Si lo necesitas de nuevo solo tendrás que pedírmelo.
Observó a la chica mientras se llevaba una mano al cuello..Al menos él había tenido a su maestro. Era un cabrón, un viejo decrépito, orgulloso, cruel, enfermo y medio muerto, pero le enseñó lo que tenía que enseñarle. Se lo debía todo a él, incluso su vida, así que nunca había estado completamente solo hasta que murió, pero antes de eso le mordió y Slang apareció, así de un modo u otro..Uryan nunca había estado por su cuenta, siempre habían sido dos. Entendía la sed de la que hablaba, aunque en él no era algo tan vital, él sentía rabia, sentía ganas de correr, de explotar, de devorar el mundo y abrazó esa hambre como si fuera lo único auténtico en su vida..Ella había estado huyendo de su sed, de su naturaleza...Pero al final siempre le alcanzaría, no se puede huir de lo que uno es.
Aun observaba a la mujer, se notaba que esas preguntas todavía le retorcían, pero la verdad era que seguramente ni siquiera habría una. Si encontrasen al vampiro, si le sacase las respuestas a golpes, lo más probable era que le contestase “porque me apetecía” y se acabó. Igual que hubiera hecho él. ¿Por qué comía a una persona y no a otra? Por nada en especial, simplemente esa persona parecía más apetecible o estaba en el lugar indicado en el momento correcto. No había motivos en una mente como la suya, había asesinos que mataban sin motivo, punto.
En cuanto notó que se acercaba, Uryan se puso tenso y se separó del marco de la puerta, dejando de cruzar los brazos y observando a la chica con mala cara..En alerta. Frunció el ceño y hubiera echado las orejas hacia atrás de haberlas tenido..¿Guardar un libro...Él? Bufó y levantó la mirada de ella hacia el exterior, pensativo. Un lugar donde esconder algo valioso..Tenía varios refugios pero ninguno que pudiera o quisiera enseñarle por el momento.- Se me ocurre un lugar...Dámelo. Si lo necesitas de nuevo solo tendrás que pedírmelo.
Uryan Lockwood- Licántropo Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
¿Darle su bien más preciado? junto con el rubí que le había regalado Assur, eran los dos únicos objetos a los que les tenía apego. Observó a Slang que le movía la cola y finalmente le sonrió y deshizo el abrazo con el cuaderno para tendérselo a Uryan.
— guárdalo bien, es todo lo que soy. Es la llave para recordar el camino si me pierdo algún día.
Suspiró mirando alrededor, ése había sido su hogar durante años y se lo acababa de regalar al lobo guardián, y se sentía bien. La noche comenzaba a morir y pronto el sol destruiría la ilusión de aquella no-vida, así que sería mejor regresar al hotel.
— tengo que irme, el amanecer llegará pronto. Mañana te buscaré y si estás escondido te encontraré, me gusta jugar al escondite.
Se acercó a Slang, que todavía tenía algo de sangre en las greñas y olía a muerte y a perro mojado, se alzó sobre las puntas de sus pies y le dio un breve beso en la mejilla, cubierta de una densa y poblada barba marrón y se encaminó hacia el exterior, cruzaría la verja y regresaría al lujose hotel donde dormía los días y esperaba el milagro, el que no ocurriría; porque no volvería a ser humana jamás.
La noche siguiente estuvo nublada y lloviznosa, pero Hania salió igualmente del hotel. Esta vez su falda rosa y su blusa blanca se llenaron de puntitos de gotas de agua, al igual que su dorada y ondulada melena, que se le pegó un poco a la cabeza, apelmazándose en mechones.
Buscó a Slang en las catacumbas, donde lo había encontrado la noche anterior, y de la misma forma canturreó la melodía con la que jugaban al escondite en el orfanato, la que iba de lobos y escondrijos. Llevaba en la mano una bolsa marrón con asas y su voz retumbaba en los túneles llenos de huesos. Si el lobo estaba allí, la escucharía.
— guárdalo bien, es todo lo que soy. Es la llave para recordar el camino si me pierdo algún día.
Suspiró mirando alrededor, ése había sido su hogar durante años y se lo acababa de regalar al lobo guardián, y se sentía bien. La noche comenzaba a morir y pronto el sol destruiría la ilusión de aquella no-vida, así que sería mejor regresar al hotel.
— tengo que irme, el amanecer llegará pronto. Mañana te buscaré y si estás escondido te encontraré, me gusta jugar al escondite.
Se acercó a Slang, que todavía tenía algo de sangre en las greñas y olía a muerte y a perro mojado, se alzó sobre las puntas de sus pies y le dio un breve beso en la mejilla, cubierta de una densa y poblada barba marrón y se encaminó hacia el exterior, cruzaría la verja y regresaría al lujose hotel donde dormía los días y esperaba el milagro, el que no ocurriría; porque no volvería a ser humana jamás.
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La noche siguiente estuvo nublada y lloviznosa, pero Hania salió igualmente del hotel. Esta vez su falda rosa y su blusa blanca se llenaron de puntitos de gotas de agua, al igual que su dorada y ondulada melena, que se le pegó un poco a la cabeza, apelmazándose en mechones.
Buscó a Slang en las catacumbas, donde lo había encontrado la noche anterior, y de la misma forma canturreó la melodía con la que jugaban al escondite en el orfanato, la que iba de lobos y escondrijos. Llevaba en la mano una bolsa marrón con asas y su voz retumbaba en los túneles llenos de huesos. Si el lobo estaba allí, la escucharía.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Edición Limitada ~{Uryan}~
Suponía que no se lo iba a dar, quién en su sano juicio dejaría algo al cuidado de semejante bestia, pero estaba claro que Hania no estaba precisamente cuerda. No dijo nada y procuró no hacer ningún gesto, aunque estaba algo..Sorprendido, para qué negarlo. Cogió el pequeño cuaderno, casi por inercia, sin saber muy bien qué iba a hacer con él ni por qué confiaba de esa manera. Miraba la cubierta del libro, pensativo, realmente pasmado, casi lograba dejarle en blanco, como si su cerebro no encontrase las conexiones para darle un sentido a todo lo que estaba ocurriendo. Por qué no había atacado a Hania. Por qué no sentía deseos de comérsela..Y por qué estaba pensando en un lugar seguro para guardar ese montón de hojas que no le importaban un mísero cagarro.
No le escuchó, pero llamó su atención cuando sintió a la mujer demasiado cerca, se puso tenso, pero ni tiempo le dio a rechazar el beso o alejarse, antes de darse cuenta ya tenía el hormigueo de los labios de Hania sobre la piel de su mejilla escondida tras la barba. Notó que se le ponía el bello del cuello como cuerdas de piano. Slang estaba moviendo la cola, tirando de él para acompañarla a un lugar seguro, ver que no le ocurría nada, pero Uryan se negó, no podía moverse, plantado en mitad de aquel orfanato que no conocía.
Al día siguiente, el licántropo esperaba en forma de lobo rojo en las catacumbas, en una de las miles de intersecciones, lejos del agua y de las que aun no tenía cadáveres. No estaba esperando a la rubia, para nada..ni mucho menos, no, estaba ahí porque era el lugar donde solía estar siempre para descansar. Mentira. Slang le atrajo hasta allí. Levantó la cabeza del suelo cuando escuchó un sonido, al principio apenas era un murmullo lejano. Se puso en pie, pesadamente y comenzó a caminar, era difícil seguir el sonido por las catacumbas, el eco retumbaba en varias direcciones, pero sabía moverse por ellas y cada vez estaba más cerca de la voz de la mujer. Vio su silueta pasando en el extremo contrario del canal donde se encontraba y se agazapó caminando hacia ella lentamente..¿Por qué le acechaba? No sabía, pero quería averiguar si era verdad que ella podría encontrarle aunque se escondiera.
No le escuchó, pero llamó su atención cuando sintió a la mujer demasiado cerca, se puso tenso, pero ni tiempo le dio a rechazar el beso o alejarse, antes de darse cuenta ya tenía el hormigueo de los labios de Hania sobre la piel de su mejilla escondida tras la barba. Notó que se le ponía el bello del cuello como cuerdas de piano. Slang estaba moviendo la cola, tirando de él para acompañarla a un lugar seguro, ver que no le ocurría nada, pero Uryan se negó, no podía moverse, plantado en mitad de aquel orfanato que no conocía.
Al día siguiente, el licántropo esperaba en forma de lobo rojo en las catacumbas, en una de las miles de intersecciones, lejos del agua y de las que aun no tenía cadáveres. No estaba esperando a la rubia, para nada..ni mucho menos, no, estaba ahí porque era el lugar donde solía estar siempre para descansar. Mentira. Slang le atrajo hasta allí. Levantó la cabeza del suelo cuando escuchó un sonido, al principio apenas era un murmullo lejano. Se puso en pie, pesadamente y comenzó a caminar, era difícil seguir el sonido por las catacumbas, el eco retumbaba en varias direcciones, pero sabía moverse por ellas y cada vez estaba más cerca de la voz de la mujer. Vio su silueta pasando en el extremo contrario del canal donde se encontraba y se agazapó caminando hacia ella lentamente..¿Por qué le acechaba? No sabía, pero quería averiguar si era verdad que ella podría encontrarle aunque se escondiera.
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