AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ville Sombre {Esther}
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Ville Sombre {Esther}
El camino a seguir, siempre era el mismo…un mismo destino, donde sea que mis pies tocaran la superficie, el Caos venía a reclamar su puesto haciéndome algunas veces un poco ir de aquí y allá entre los polos del buen ánimo y el mal ánimo. Todo vivía dentro de mí, era difícil pero éste era mi destino y mi sublime sendero… Por las calles de París me hallaba divagando estos pensamientos que me seguían desde que me había liberado de todas mis cadenas, de todas aquellas ataduras que se presentaban detrás de mí como manos que salían desde la tierra queriendo rasgar mi cuerpo mortal. Los espíritus se apresuraban para poseerme y así dejarme helado como una piedra, más muerto de lo que yo ya estaba. Pasear por las calles se había transformado en una costumbre dentro de mi andar. Pero a veces percibía tan fuerte las energías de cada una de las criaturas de luz que se desplegaban en aquella podrida sociedad, que a veces me sentía aprisionado en medio de las calles…
No, sinceramente es que no me agradaba mucho el contacto con los demás seres pero mi sendero he de seguir en este plano, y tenía que aceptar la naturaleza de las cosas, de este mundo… de este pequeño universo infinito. Divagué con cansancio en el análisis de ciertas pociones que me habían encomendado necesarias para hacer un ritual de magia ‘pagana’ cualquiera… Supongo que los auspiciadores de estas prácticas sabrían de antemano que cuando las cosas se hacen, hay que hacerlas bien… pero aquellos vejestorios atrapados en la decadencia de su magia incompleta no me producían más que cierta burla, suspiré agotado y me acerqué al centro de un pequeño paraje escondido, casi llegar a un callejón simplón del lugar y me senté en unas escaleras que daban tránsito hacia algunos edificios amontonados en una leve inclinación callejera.
Saqué de mi bolso, que siempre iba junto a mí, un frasco peculiar que pasaba desapercibido y que contenía cierta poción de hierbas, que yo mismo cultivaba para un ritual de relajación dentro de mi cuerpo y organismo. Aproveché de observar con cierto arisco a los transeúntes, yo no salía mucho de día, las luces artificiales de los faroles de las grandes tiendas y plazas yo detestaba... aunque más bien…toda la Luz Solar en sí, eran como mi enemigo… Me molestaban. Por lo que aquella noche, se desplegaba tranquila la actividad, y era aún más perfecto que aquella Luna fastidiosa no estuviese brillando en el cielo entero cubierto por las tinieblas… mi destino, mis dominios…mi hogar…. Mientras bebía tranquilo aquél elixir relajante, dentro de todas las energías y espíritus que se liberaran bajo el manto nocturno, percibí no muy lejos de mí a un Ser existiendo con el desplante curioso y expectante de su jovial esencia….
No, sinceramente es que no me agradaba mucho el contacto con los demás seres pero mi sendero he de seguir en este plano, y tenía que aceptar la naturaleza de las cosas, de este mundo… de este pequeño universo infinito. Divagué con cansancio en el análisis de ciertas pociones que me habían encomendado necesarias para hacer un ritual de magia ‘pagana’ cualquiera… Supongo que los auspiciadores de estas prácticas sabrían de antemano que cuando las cosas se hacen, hay que hacerlas bien… pero aquellos vejestorios atrapados en la decadencia de su magia incompleta no me producían más que cierta burla, suspiré agotado y me acerqué al centro de un pequeño paraje escondido, casi llegar a un callejón simplón del lugar y me senté en unas escaleras que daban tránsito hacia algunos edificios amontonados en una leve inclinación callejera.
Saqué de mi bolso, que siempre iba junto a mí, un frasco peculiar que pasaba desapercibido y que contenía cierta poción de hierbas, que yo mismo cultivaba para un ritual de relajación dentro de mi cuerpo y organismo. Aproveché de observar con cierto arisco a los transeúntes, yo no salía mucho de día, las luces artificiales de los faroles de las grandes tiendas y plazas yo detestaba... aunque más bien…toda la Luz Solar en sí, eran como mi enemigo… Me molestaban. Por lo que aquella noche, se desplegaba tranquila la actividad, y era aún más perfecto que aquella Luna fastidiosa no estuviese brillando en el cielo entero cubierto por las tinieblas… mi destino, mis dominios…mi hogar…. Mientras bebía tranquilo aquél elixir relajante, dentro de todas las energías y espíritus que se liberaran bajo el manto nocturno, percibí no muy lejos de mí a un Ser existiendo con el desplante curioso y expectante de su jovial esencia….
Última edición por Victor Hohenheim el Sáb Mar 25, 2017 9:47 am, editado 1 vez
Victor Hohenheim- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 04/08/2015
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Re: Ville Sombre {Esther}
La celebración de cumpleaños, no podía pasar desapercibido para nadie en la familia Lécuyer. La esposa del mayor de los hijos del tío Francois, se encontraba de celebración y Sylvain había solicitado ayuda económica a su padre, además, de pedir la presencia de su hermana y la madre de esta; Algunos francos, le ayudarían a que fuese animada la velada, si bien es cierto, donde había dinero para el alcohol, estaba visto que la noche pintaba fascinante.
Rosanne y Esther, se llevaban bien, en la joven veía una buena amiga, sentía un profundo respeto por su cuñada, y por la familia que había formado al lado de su hermano, pero esa noche, no se veía manteniendo una conversación sobre temas mundanos, tocados de flores para el cabello y como aquellos combinaban con sus vestidos un tanto vaporosos y de colores vibrantes, o peor aun, como algunos hombres lucían sus largas patillas y otras tonterías más.
Se mantuvo sentada en uno de los sillones de la estancia, recorriendo con su mirada la decoración. Las largas hileras de guirnaldas de varios colores, pendían de las cortinas, mientras en el centro de la estancia se había dispuesto como pista de baile, habiendo alejado hacia los costados los pocos sillones que tenía la vivienda. Mucho distaba de las grandes celebraciones de las personas de alta sociedad, con sus grandes y vistosas decoraciones, grandes vestidos y peluquines, salones, balcones especiales para grupos de músicos, que entretenían y amenizaban los oídos de los asistentes, duques, duquesas y reyes.
En el hogar de Sylvain, un dúo se encargaba de los acordes musicales, hombres que suponía tenían algún tipo de amistad con la familia, ya que no podían disponer de pagar a grandes grupos de músicos. Pero en todo aquel esplendor, su hermano y su madre notaron su aburrimiento y la poco o nada de concentración que dedicaba a los caballeros que le invitaban a danzar. No, no los aceptaría, no quería ni tenia ánimos de bailar esa noche.
De un momento a otro, Esther se retiró de la multitud que se agrupaba y se dispuso a salir del hogar hacia la calle. Se acomodó su capa negra de terciopelo sobre su delgado cuerpo, cubriéndose el rostro con la capucha, dejándole poco iluminación al mismo, mientras le brindaba la calidez para resguardarse de la fría noche. Quería respirar un poco, alejarse de su familia, estar sola por unas horas, no era mujer de fiestas, tenía una extraña atracción por los secretos que se atrevía a guardar la noche parisina, así como lo tenía por las carreras de caballos, pero a esa hora ya no podía disfrutar de alguna, en cambio si podía intentar disfrutar de la nublada noche.
Mientras caminaba, escuchaba el crujir de un coche, aquel era jalado por dos caballos, y se podía notar que habían estado galopando todo el día, debido a que al estar más cerca de su vista, el trote era cansino y nada ayudaban las calles con adoquines. Pero al alejarse, sus ojos notaron el andar desorientado de un hombre al otro lado de la acera, quien despedía un aura un tanto extraña y sombría, aunque atrayente también.
Observo a ambos lados, para no ser atropellada por algún carruaje, y se dispuso a seguir al caballero, guardando siempre una distancia. Aquello despertaba una ansiedad en ella, adrenalina, un entretenimiento clandestino, dándole un aire de una espía profesional. [Es acaso extranjero?] Pero, [Esta bien vestido para tratarse de un vagabundo y pobre criatura] Pensó, divisando las prendas de aquel individuo, cuando estas eran alcanzadas por los rayos tenues de los faroles del callejón.
Se quedó oculta tras uno de los faroles, aprovechando que justamente este no alumbraba, notando como nada extraordinario pasaba con el extraño, solo estaba sentado en un escalón, llevando hacia su rostro un extraño objeto. ━Te quedaras allí?━ Murmuro para sí. Pero no podía ver nada mas y aquello comenzaba a impacientarla. Suspiro haciendo una mueca de pesadumbre y optó por cambiar su posición, haciéndose detrás de un montón de cajas apiladas, por lo que consiguió que el hombre, girase la vista.
El juego estaba tomando otro rumbo, y no podía darse el lujo de ser descubierta. Se giró para salir de la oscuridad y volver a la concurrencia de la calle. Sin embargo en su regreso, la mirada penetrante de unos ojos ambar la inspeccionaban desde lo bajo. Un Gato negro se aceraba dominante hacia ella haciéndola retroceder. No quería que se le acercara pero, su vista se había centrado en el felino, quien contoneaba su elevada cola. ━No te acerques━ Le insto, como si aquel le fuera hacer caso. No gustaba de los gatos y menos si eran negros, traían mala suerte eso decía su madre, pero aquel se lanzó a su falda haciendo que de su boca escapara un grito de alarma.
Rosanne y Esther, se llevaban bien, en la joven veía una buena amiga, sentía un profundo respeto por su cuñada, y por la familia que había formado al lado de su hermano, pero esa noche, no se veía manteniendo una conversación sobre temas mundanos, tocados de flores para el cabello y como aquellos combinaban con sus vestidos un tanto vaporosos y de colores vibrantes, o peor aun, como algunos hombres lucían sus largas patillas y otras tonterías más.
Se mantuvo sentada en uno de los sillones de la estancia, recorriendo con su mirada la decoración. Las largas hileras de guirnaldas de varios colores, pendían de las cortinas, mientras en el centro de la estancia se había dispuesto como pista de baile, habiendo alejado hacia los costados los pocos sillones que tenía la vivienda. Mucho distaba de las grandes celebraciones de las personas de alta sociedad, con sus grandes y vistosas decoraciones, grandes vestidos y peluquines, salones, balcones especiales para grupos de músicos, que entretenían y amenizaban los oídos de los asistentes, duques, duquesas y reyes.
En el hogar de Sylvain, un dúo se encargaba de los acordes musicales, hombres que suponía tenían algún tipo de amistad con la familia, ya que no podían disponer de pagar a grandes grupos de músicos. Pero en todo aquel esplendor, su hermano y su madre notaron su aburrimiento y la poco o nada de concentración que dedicaba a los caballeros que le invitaban a danzar. No, no los aceptaría, no quería ni tenia ánimos de bailar esa noche.
De un momento a otro, Esther se retiró de la multitud que se agrupaba y se dispuso a salir del hogar hacia la calle. Se acomodó su capa negra de terciopelo sobre su delgado cuerpo, cubriéndose el rostro con la capucha, dejándole poco iluminación al mismo, mientras le brindaba la calidez para resguardarse de la fría noche. Quería respirar un poco, alejarse de su familia, estar sola por unas horas, no era mujer de fiestas, tenía una extraña atracción por los secretos que se atrevía a guardar la noche parisina, así como lo tenía por las carreras de caballos, pero a esa hora ya no podía disfrutar de alguna, en cambio si podía intentar disfrutar de la nublada noche.
Mientras caminaba, escuchaba el crujir de un coche, aquel era jalado por dos caballos, y se podía notar que habían estado galopando todo el día, debido a que al estar más cerca de su vista, el trote era cansino y nada ayudaban las calles con adoquines. Pero al alejarse, sus ojos notaron el andar desorientado de un hombre al otro lado de la acera, quien despedía un aura un tanto extraña y sombría, aunque atrayente también.
Observo a ambos lados, para no ser atropellada por algún carruaje, y se dispuso a seguir al caballero, guardando siempre una distancia. Aquello despertaba una ansiedad en ella, adrenalina, un entretenimiento clandestino, dándole un aire de una espía profesional. [Es acaso extranjero?] Pero, [Esta bien vestido para tratarse de un vagabundo y pobre criatura] Pensó, divisando las prendas de aquel individuo, cuando estas eran alcanzadas por los rayos tenues de los faroles del callejón.
Se quedó oculta tras uno de los faroles, aprovechando que justamente este no alumbraba, notando como nada extraordinario pasaba con el extraño, solo estaba sentado en un escalón, llevando hacia su rostro un extraño objeto. ━Te quedaras allí?━ Murmuro para sí. Pero no podía ver nada mas y aquello comenzaba a impacientarla. Suspiro haciendo una mueca de pesadumbre y optó por cambiar su posición, haciéndose detrás de un montón de cajas apiladas, por lo que consiguió que el hombre, girase la vista.
El juego estaba tomando otro rumbo, y no podía darse el lujo de ser descubierta. Se giró para salir de la oscuridad y volver a la concurrencia de la calle. Sin embargo en su regreso, la mirada penetrante de unos ojos ambar la inspeccionaban desde lo bajo. Un Gato negro se aceraba dominante hacia ella haciéndola retroceder. No quería que se le acercara pero, su vista se había centrado en el felino, quien contoneaba su elevada cola. ━No te acerques━ Le insto, como si aquel le fuera hacer caso. No gustaba de los gatos y menos si eran negros, traían mala suerte eso decía su madre, pero aquel se lanzó a su falda haciendo que de su boca escapara un grito de alarma.
Esther Lécuyer- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Paris - Francia
Re: Ville Sombre {Esther}
El momento en que sentí la conexión de mi alma por unos minutos bajo la espesa oscuridad de la noche, se vio interrumpida al momento en que percibí no muy lejos de mí a un Ser viviente una humana común y corriente, vagando sola por la noche. Me hice el desentendido, ya que estaba metido con la mente en la droga y en la búsqueda incansable por recuperar mi alma. Debido a la magia, mis sentidos eran mucho más agudos que el de cualquier ser humano, podía percibir y saber cosas sin ver o tocar –solo a veces- cuando mis chacras se encuentran más abiertos al ambiente y la energía que me rodeaba. Y fue así cuando supe del paradero de esta muchacha…
Intentaba seguir con lo mío, pero había otro ser y éste se trataba de un simple animal… el gato negro que me seguía a todas partes, sin yo ser su dueño. Creo que aquel gato, sentía una ligera atracción por mí de acompañarme en mi caminar pero yo ya tenía a mi mascota, mi serpiente Walpurgis, que me esperaba en casa. De pronto la muchacha que en un principio habré de ignorar, lanzó un grito, casi como un chillido y entonces fue cuando dirigí la vista hacia su posición, tal vez ella se sorprendería de como habré encontrado su escondite tan rápido, pero sabía que estaba allí desde que sentí su presencia siguiéndome.
Me levanté y saqué un poco de mis hierbas del frasco, aguardándolas en mi puño y me acerqué a la joven contemplándola unos segundos: –Él siente su aroma peculiar, señorita- le dije con respecto a las acciones del felino y me agaché entonces frente a él estirando mi puño mostrándole las hierbas: -Hey muchacho, quieres una botana?...- sabía que aquellas drogas podrían matarlo en un instante si el cuerpo del felino no las aguantaba, pero no podía simplemente tomar a ese gato y quitarlo de encima y menos tirarle una piedra, me venía siguiendo desde hace un tiempo y eso significaba que buscaba algo de mí que yo no me arriesgaría a darle y estaba la opción de que aquél gato perteneciera a otro hechicero que estuviera buscándome.
El felino le tomó el aroma a mis hierbas y supo que eran peligrosas. “–Gato inteligente-“ pensé en mi mente. Rápidamente se apartó de mi mano y corrió… en menos de un minuto, el rastro del negro felino había desaparecido. Y yo había quedado a solas con la joven que me espiaba. Suspiré satisfecho y nuevamente observé a la joven, ella parecía tener los ojos llenos de curiosidad y tal vez un poco de sorpresa… ¿Qué caballero de este siglo tendría la capacidad de apartar a un gato negro con una simple mirada y el ofrecimiento de un veneno para él?... Pues un hechicero.
No esperé los agradecimientos de la joven ya que todavía me seguía preguntando por qué me estaría siguiendo, por qué estaría aquí… ¿Acaso está en su sano juicio al seguir a un hombre desconocido adentrándose en la noche, con todos los peligros que conlleva París en estos tiempos? Ni idea, no me interesaba su estado mental. Pero sí me interesaban sus intenciones, ya que a lo largo de mis años, me han pasado tantas cosas y encuentros con personas que la confianza en la humanidad se termina. Mas, yo solo la ayudé con lo del animal.
-Dígame… usted ¿Por qué está aquí?- pregunté yendo al grano, ya que la valentía de adentrarse en la noche me demostraba que era una joven aterrizada, que seguramente tendría conocimientos de algo y esperaba que no fuese prejuiciosa pues el buen vestir y la caballerosidad se mezclan confundiendo a las personas.
Intentaba seguir con lo mío, pero había otro ser y éste se trataba de un simple animal… el gato negro que me seguía a todas partes, sin yo ser su dueño. Creo que aquel gato, sentía una ligera atracción por mí de acompañarme en mi caminar pero yo ya tenía a mi mascota, mi serpiente Walpurgis, que me esperaba en casa. De pronto la muchacha que en un principio habré de ignorar, lanzó un grito, casi como un chillido y entonces fue cuando dirigí la vista hacia su posición, tal vez ella se sorprendería de como habré encontrado su escondite tan rápido, pero sabía que estaba allí desde que sentí su presencia siguiéndome.
Me levanté y saqué un poco de mis hierbas del frasco, aguardándolas en mi puño y me acerqué a la joven contemplándola unos segundos: –Él siente su aroma peculiar, señorita- le dije con respecto a las acciones del felino y me agaché entonces frente a él estirando mi puño mostrándole las hierbas: -Hey muchacho, quieres una botana?...- sabía que aquellas drogas podrían matarlo en un instante si el cuerpo del felino no las aguantaba, pero no podía simplemente tomar a ese gato y quitarlo de encima y menos tirarle una piedra, me venía siguiendo desde hace un tiempo y eso significaba que buscaba algo de mí que yo no me arriesgaría a darle y estaba la opción de que aquél gato perteneciera a otro hechicero que estuviera buscándome.
El felino le tomó el aroma a mis hierbas y supo que eran peligrosas. “–Gato inteligente-“ pensé en mi mente. Rápidamente se apartó de mi mano y corrió… en menos de un minuto, el rastro del negro felino había desaparecido. Y yo había quedado a solas con la joven que me espiaba. Suspiré satisfecho y nuevamente observé a la joven, ella parecía tener los ojos llenos de curiosidad y tal vez un poco de sorpresa… ¿Qué caballero de este siglo tendría la capacidad de apartar a un gato negro con una simple mirada y el ofrecimiento de un veneno para él?... Pues un hechicero.
No esperé los agradecimientos de la joven ya que todavía me seguía preguntando por qué me estaría siguiendo, por qué estaría aquí… ¿Acaso está en su sano juicio al seguir a un hombre desconocido adentrándose en la noche, con todos los peligros que conlleva París en estos tiempos? Ni idea, no me interesaba su estado mental. Pero sí me interesaban sus intenciones, ya que a lo largo de mis años, me han pasado tantas cosas y encuentros con personas que la confianza en la humanidad se termina. Mas, yo solo la ayudé con lo del animal.
-Dígame… usted ¿Por qué está aquí?- pregunté yendo al grano, ya que la valentía de adentrarse en la noche me demostraba que era una joven aterrizada, que seguramente tendría conocimientos de algo y esperaba que no fuese prejuiciosa pues el buen vestir y la caballerosidad se mezclan confundiendo a las personas.
Victor Hohenheim- Hechicero Clase Alta
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Re: Ville Sombre {Esther}
El insolente gato, se había aferrado a la falda de Esther emitiendo un maullido exigente, estando suspendido en su vestimenta unos instantes. Regreso al suelo a los pocos segundos, mientras ella lo miraba con cara de espanto, sintiendo como sus ojos se abrían más de lo normal. No, no le asustaba el pequeño animal a sus pies, le carcomía el hecho de que había sido descubierta. No acostumbraba a creer aquello que no conocía, en verdad poco se sabía de la “maldición de los gatos negros”, podía tratarse de alguna historia pagana, asignando un protagonismo perverso a los animales. Pero, lo cierto era que estaba persiguiendo a una persona, que hasta el momento no le había causado ningún y por el contrario ya había dado con ella.
Por instinto llevo sus manos a cubrir su boca, aunque ya fuese demasiado tarde, retrocediendo, mientras el gato andaba en semicírculo, optando al final por una posición rígida, admirándola en silencio. Trastabilló al golpear con el zapato izquierdo uno de los adoquines, sintiendo tras ella las cajas moverse por el roce con estas y su espalda, aun así aquellas se mantuvieron erguidas, sin causarle algún daño, pero para su sorpresa y desdicha la figura masculina que había estado siguiendo se hallaba delante de ella. Trago saliva, sin siquiera parpadear ni emitir algún ruido, desviando su mirada hacia los oscuros ojos adversos, que la examinaban, de pies a cabeza, detonándose incluso un ligero brillo hacia ella. Segundos después, su oído se agudizo tratando de entender lo que le decían – ¿Aroma peculiar? ¿Es eso cierto?– se cuestionó pensativa.
Aquel Hombre de melena corta y ondulada de un negro intenso como la noche, guardaba cierta distancia de ella, pero en cambio dio unos pasos más hacia el felino, para luego detenerse y acto seguido inclinarse frente a él. Por un instante, el gato dudo, pero cedió a lo que el hombre decía y le ofrecía. El mantuvo la mirada fija en el felino, quien tras olisquear aquello que le era dado, salió espantado, desapareciendo de su alcance en cuestión de segundos.
Esther se descubrió los labios y se enderezo, alejándose de la oscuridad que proporcionaban las cajas, para acercarse un poco al caballero, quien ya se hallaba de pie frente a ella. Aquel suceso la tenía confundida y sorprendida al mismo tiempo ¿Que le hizo? ¿Cómo pudo hacer que se alejara despavorido? Definitivamente había recobrado el interés en el extraño, como si fuese presa de un hechizo.
Volvió a escuchar su voz que ya le era familiar, por el extraño acento que empleaba, distante un poco del francés nativo. Esther carraspeo un poco, aclarando su garganta, ignorando la pregunta en el momento ━ Gra… Gracias. ━ Titubeo, pero no podía desconocer el gesto que había tenido al ayudarla. Cayo en la cuenta el que no se dirigió a ella de manera formal y en cierta medida agradeció aquello, por lo que le trato de igual manera ━Me he perdido━ mintió. Aquello que pronunciaba no era del todo mentira, en primer lugar, se había adentrado tanto en aquella calle que ya no estaba segura de cuál era el camino, claro, que era su culpa por estar siguiéndolo. Y en segundo lugar si bien decía la verdad, la alejaría y por una extraña razón, no quería que sucediera.
Finalmente, optó por hacerse a una postura tranquila, puesto que también la presencia contraria le causaba un poco de nerviosismo y se hacia a la idea de que no seria desmentida tan pronto. Lo detallo por unos segundos más, observando sus ropajes en tono oscuro, lucia desaliñado pero sin caer en la vestimenta de un plebeyo. Llevaba un par de anillos en ambas manos, sin que estas se vieran atestadas con ellos; Portaba un pequeño bolso cruzado sobre uno de sus hombros. Tenía una nariz aguileña y cejas poco pobladas y negras. Quería ver el color de sus ojos, pero detesto la poca luz en la calle, sus labios no eran tan gruesos, dándole a todo el un atractivo inexplicable.
━Usted No es de por aquí, de donde e… ━desvió la mirada por encima del hombro ajeno, hacia un grupo de hombres que se acercaban, notando como uno de ellos sostenía en las manos un madero de un tamaño considerable. En ese momento sintió pánico porque tal vez estaban siendo presa fácil para los bandidos.
Por instinto llevo sus manos a cubrir su boca, aunque ya fuese demasiado tarde, retrocediendo, mientras el gato andaba en semicírculo, optando al final por una posición rígida, admirándola en silencio. Trastabilló al golpear con el zapato izquierdo uno de los adoquines, sintiendo tras ella las cajas moverse por el roce con estas y su espalda, aun así aquellas se mantuvieron erguidas, sin causarle algún daño, pero para su sorpresa y desdicha la figura masculina que había estado siguiendo se hallaba delante de ella. Trago saliva, sin siquiera parpadear ni emitir algún ruido, desviando su mirada hacia los oscuros ojos adversos, que la examinaban, de pies a cabeza, detonándose incluso un ligero brillo hacia ella. Segundos después, su oído se agudizo tratando de entender lo que le decían – ¿Aroma peculiar? ¿Es eso cierto?– se cuestionó pensativa.
Aquel Hombre de melena corta y ondulada de un negro intenso como la noche, guardaba cierta distancia de ella, pero en cambio dio unos pasos más hacia el felino, para luego detenerse y acto seguido inclinarse frente a él. Por un instante, el gato dudo, pero cedió a lo que el hombre decía y le ofrecía. El mantuvo la mirada fija en el felino, quien tras olisquear aquello que le era dado, salió espantado, desapareciendo de su alcance en cuestión de segundos.
Esther se descubrió los labios y se enderezo, alejándose de la oscuridad que proporcionaban las cajas, para acercarse un poco al caballero, quien ya se hallaba de pie frente a ella. Aquel suceso la tenía confundida y sorprendida al mismo tiempo ¿Que le hizo? ¿Cómo pudo hacer que se alejara despavorido? Definitivamente había recobrado el interés en el extraño, como si fuese presa de un hechizo.
Volvió a escuchar su voz que ya le era familiar, por el extraño acento que empleaba, distante un poco del francés nativo. Esther carraspeo un poco, aclarando su garganta, ignorando la pregunta en el momento ━ Gra… Gracias. ━ Titubeo, pero no podía desconocer el gesto que había tenido al ayudarla. Cayo en la cuenta el que no se dirigió a ella de manera formal y en cierta medida agradeció aquello, por lo que le trato de igual manera ━Me he perdido━ mintió. Aquello que pronunciaba no era del todo mentira, en primer lugar, se había adentrado tanto en aquella calle que ya no estaba segura de cuál era el camino, claro, que era su culpa por estar siguiéndolo. Y en segundo lugar si bien decía la verdad, la alejaría y por una extraña razón, no quería que sucediera.
Finalmente, optó por hacerse a una postura tranquila, puesto que también la presencia contraria le causaba un poco de nerviosismo y se hacia a la idea de que no seria desmentida tan pronto. Lo detallo por unos segundos más, observando sus ropajes en tono oscuro, lucia desaliñado pero sin caer en la vestimenta de un plebeyo. Llevaba un par de anillos en ambas manos, sin que estas se vieran atestadas con ellos; Portaba un pequeño bolso cruzado sobre uno de sus hombros. Tenía una nariz aguileña y cejas poco pobladas y negras. Quería ver el color de sus ojos, pero detesto la poca luz en la calle, sus labios no eran tan gruesos, dándole a todo el un atractivo inexplicable.
━Usted No es de por aquí, de donde e… ━desvió la mirada por encima del hombro ajeno, hacia un grupo de hombres que se acercaban, notando como uno de ellos sostenía en las manos un madero de un tamaño considerable. En ese momento sintió pánico porque tal vez estaban siendo presa fácil para los bandidos.
Esther Lécuyer- Humano Clase Media
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Re: Ville Sombre {Esther}
Aquel momento me pareció extraño ya que la joven llamó a mi atención debido también al fulgor de sus ojos entre la noche, que estaban llenos de curiosidad y cautela. Le daba un detalle a la oscuridad el cual me parecía muy dulce. La dama se desentendió de mi pregunta, algo que encontré un poco desubicado hasta que me agradeció el hecho de haberle quitado el gato de encima de su posición. Nuevamente quedé con la duda de qué hacía por aquí, pero luego de haberme acercado un poco más pude percibir sus pensamientos. Estaba nerviosa, curiosa, quizás algo avergonzada y ahora perdida tal vez, con un poco de miedo. Su nerviosismo que se presentaba ante mi presencia, se notaba a kilómetros. Pero yo estaba ya, acostumbrado a ese tipo de sensaciones que las personas normales intentaban ocultar.
-Si... un aroma peculiar proveniente de una fiesta tal vez, ya que el gato la siguió por los olores mezclados entre su perfume y la comida del lugar de donde proviene.- le contesté a su primera pregunta, con un voz un poco tensa.
De un momento a otro escuché a lo lejos que otros pasos se iban acercando hasta nosotros, pero esta vez no eran de un animal sino que de humanos, con un aura miserable llenos de furia. Eran tres, los percibí y me di cuenta que nos querían hacer daño. Me puse a la defensiva, mi cuerpo comenzó a tensarse y las palabras que me decía la joven curiosa quedaron en un simple “bla, bla”. Nos estábamos enfrentando a un peligro, yo estaba acostumbrado… ¿Pero y la mujer? No iba a dejar su muerte en mi conciencia, por lo que al momento en que ella también iba quizás a pegar otro grito, el cual esperé pero que por suerte, no sucedió. La observé con complicidad y dejé que continuara hablándome y observándome como lo hacía… Así es, yo me daba cuenta de su contemplación, sus ojos atrapaban todos mis detalles y sentí su energía contraerse, al devolverle una mirada intensa a sus ojos directamente.
En cuanto a los bandidos que se nos acercaban creé con mis poderes un muro de ilusiones para ellos, una ilusión que significaba que no podían vernos. No significa que nosotros dos, éramos invisibles sino que ellos en vez de ver a dos personas allí, solo podían ver la calle y nada más. Sentí un pedazo de madera arriba de mi cabeza pero que ya no podía tocarme, y el cual fue bajado al instante al percartarse de que en realidad no había nadie más que la calle en frente de los ojos de quien portaba, esa arma tan básica. La mujer tampoco podía darse cuenta del poder que estaba utilizando frente a sus ojos, podría llegar asustarse e incluso a perder la cabeza si lo supiera.
Y se fueron tan rápido como llegaron, el poder acabó y nuevamente el silencio reinaba en nuestro encuentro, después de todo el tartamudeo que la mujer había presentado en su intento de comunicación. Me sentí un poco cansado, y me senté en el suelo tocando mi cabeza un poco inspirando y exhalando aire, para bajar todas mis tensiones. Luego de recuperar el aliento que era invisible para la mujer, pero muy tedioso para mí intenté responder pasivamente a sus preguntas, con voz grave y lenta: -No, no soy de aquí… mi nombre es Victor soy extranjero. ¿Cuál es el suyo?- pregunté aquellas cosas aun cuando tenía la mente un poco atareada por la fuerza con la que hice uso de aquel poder. Hace tiempo que no lo utilizaba para defenderme, pues no me había pasado nada extraordinario últimamente, hasta aquella noche.
Alcé la vista hacia la calle, el frío y la oscuridad. Pensando el por qué aquella mujer, se había topado en mi camino. Aun cuando estoy acostumbrado a estos sucesos, mi cansancio mental suele ser bastante. La vejez, ya me estaba pasando la cuenta…
-Si... un aroma peculiar proveniente de una fiesta tal vez, ya que el gato la siguió por los olores mezclados entre su perfume y la comida del lugar de donde proviene.- le contesté a su primera pregunta, con un voz un poco tensa.
De un momento a otro escuché a lo lejos que otros pasos se iban acercando hasta nosotros, pero esta vez no eran de un animal sino que de humanos, con un aura miserable llenos de furia. Eran tres, los percibí y me di cuenta que nos querían hacer daño. Me puse a la defensiva, mi cuerpo comenzó a tensarse y las palabras que me decía la joven curiosa quedaron en un simple “bla, bla”. Nos estábamos enfrentando a un peligro, yo estaba acostumbrado… ¿Pero y la mujer? No iba a dejar su muerte en mi conciencia, por lo que al momento en que ella también iba quizás a pegar otro grito, el cual esperé pero que por suerte, no sucedió. La observé con complicidad y dejé que continuara hablándome y observándome como lo hacía… Así es, yo me daba cuenta de su contemplación, sus ojos atrapaban todos mis detalles y sentí su energía contraerse, al devolverle una mirada intensa a sus ojos directamente.
En cuanto a los bandidos que se nos acercaban creé con mis poderes un muro de ilusiones para ellos, una ilusión que significaba que no podían vernos. No significa que nosotros dos, éramos invisibles sino que ellos en vez de ver a dos personas allí, solo podían ver la calle y nada más. Sentí un pedazo de madera arriba de mi cabeza pero que ya no podía tocarme, y el cual fue bajado al instante al percartarse de que en realidad no había nadie más que la calle en frente de los ojos de quien portaba, esa arma tan básica. La mujer tampoco podía darse cuenta del poder que estaba utilizando frente a sus ojos, podría llegar asustarse e incluso a perder la cabeza si lo supiera.
-¡Estoy seguro de que estaban allí!- exclamó el primer hombre, quien bajó el pedazo de madera a utilizar para noquearme.
-Estas mintiendo, deja de beber tanto… ¿Nos estás tomando el pelo?- se defendió el segundo hombre.
-Pero ustedes los vieron ¿Verdad?- dijo nuevamente el primero.
-Deja de engañarnos ¡Maldito bastardo!, ¡Ya larguémonos de aquí!- dijo por último, el tercer hombre.
-Estas mintiendo, deja de beber tanto… ¿Nos estás tomando el pelo?- se defendió el segundo hombre.
-Pero ustedes los vieron ¿Verdad?- dijo nuevamente el primero.
-Deja de engañarnos ¡Maldito bastardo!, ¡Ya larguémonos de aquí!- dijo por último, el tercer hombre.
Y se fueron tan rápido como llegaron, el poder acabó y nuevamente el silencio reinaba en nuestro encuentro, después de todo el tartamudeo que la mujer había presentado en su intento de comunicación. Me sentí un poco cansado, y me senté en el suelo tocando mi cabeza un poco inspirando y exhalando aire, para bajar todas mis tensiones. Luego de recuperar el aliento que era invisible para la mujer, pero muy tedioso para mí intenté responder pasivamente a sus preguntas, con voz grave y lenta: -No, no soy de aquí… mi nombre es Victor soy extranjero. ¿Cuál es el suyo?- pregunté aquellas cosas aun cuando tenía la mente un poco atareada por la fuerza con la que hice uso de aquel poder. Hace tiempo que no lo utilizaba para defenderme, pues no me había pasado nada extraordinario últimamente, hasta aquella noche.
Alcé la vista hacia la calle, el frío y la oscuridad. Pensando el por qué aquella mujer, se había topado en mi camino. Aun cuando estoy acostumbrado a estos sucesos, mi cansancio mental suele ser bastante. La vejez, ya me estaba pasando la cuenta…
Victor Hohenheim- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 32
Fecha de inscripción : 04/08/2015
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Ville Sombre {Esther}
El karma existe……
Esa noche no era su noche. Ya no le parecía tan sano el juego del “detective”, nadie la había enviado a seguir a un hombre y menos esperaba alguna recompensa. No sabía quién era aquel extraño, quería solo echarse a correr, alejarse tanto como su cuerpo lo permitiera. Cobardía o no, era mujer y tenía las de perder. Pero simplemente fue eso, un pensamiento puesto que su mente no coordino con su cuerpo. Paralizada frente al caballero, no desvió la vista de aquellos hombres, quienes se acercaban con total determinación, maldecía igualmente en su interior el no poder divisar sus rostros con plenitud, por la falta de claridad, pero su sexto sentido le enviaba la señal de previsión, de temor.
Abrió su boca, pero no para gritar, todo lo contrario, quería prevenirlo, se acercaban y él la estaba mirando a ella. Ni una palabra puedo siquiera articular. Pronto una fuerte sensación de gélida brisa, los abrigo en el momento que uno de los vándalos elevo la mano con la que sostenía el pedazo de madero. Con torpeza, la joven dio dos pasos hacia tras, sintiendo sus piernas temblar bajo la falda, se detuvo elevando ambos brazos, cruzándolos a la altura de su rostro, como si intentara cubrirse, resguardarse de algo que fuese dirigido hacia ella. No oía nada, muchos menos entendía.
El hombre de cabellos oscuros como la noche se acercaba autoritario, evadiendo lo que acontecía detrás, dándole esa impresión de que con él estaría bien, que no se alejara. Tenía edad para saber que no moriría así, o bien se animaba a creerlo, pero todo lo contrario reflejaba su cuerpo si la tocasen, podían darse cuenta de lo helada que estaba y tal vez hasta había tomado un tono blanquecino. Es que simplemente seguía sin dar crédito a lo que contemplaba.
Atónita, La rubia de ojos azules, dirigió la mirada a través de sus brazos a los orbes ajenos y luego hacia los vándalos. Estaba horrorizada, preguntándose porque no los habían atacado. Aquellos hombres retrocedieron, los habían ignorado por completo. En efecto, no podía ser un acontecimiento normal, es decir, no te vuelves un fantasma de la noche a la mañana.
Las voces se disiparon, luego de unos minutos ya solo se escuchaban murmullos. Se habían ido ¿Qué estaba pasando? ¿Qué clase de ser humano normal hace esas cosas? ¿La había salvado?. Muchas preguntas invadieron su mente. Lentamente la joven bajo sus brazos, posando solo la derecha sobre su echo, el cual subía y bajaba, retomando una respiración normal y pausada. Su izquierda, sujeto con fuerza un trozo de tela de la capa aterciopelada, permitiéndose hablar━ Que diablos fue eso? … Como. ━ parpadeo, apretando los labios y volvió a verlo ━ Como es que no pudieron vernos cuando estaban enfrente nuestro? ━ Preguntó con exasperación, no buscaba una pronta respuesta, pero sentía que se ahogaría sino dejaba salir lo que la consumía.
Guardo silencio atendiendo a las palabras contrarias, percibiendo una posición de cansancio en el otro, quien había tomado asiento sobre el andén. Victor, había pronunciado, ahora conocía su nombre.
Se quitó la capucha, dejando escapar unos mechones de cabello rubio y respondió con tranquilidad ━ Mi nombre es Esther. ━ Una vez más actuó de manera informal con el caballero. Se posiciono frente a él y recordó las primeras palabras dichas. En especial porque cuando menciono el aroma, solo lo había cuestionado en su mente. ¿Acaso podía leer también sus pensamientos?, ignoro aquello y continuo ━ Se nota que no eres de aquí, tu acento es algo extraño, aunque entendible. Debo darle crédito por ello.━ Le miro de reojo. En la mente de la rubia se estaba librando una total disputa a causa de aquel caballero, por lo que ahora sentía que necesitaba de algo que le ayudara tranquilizarse y entrar en calor de nuevo.
━ Victor, me ha salvado y me gustaría agradecer lo que ha hecho por mi esta noche. ━ Si su madre la escuchaba hablar con tal descaro e informalismo la desheradira, pero ella no estaba y esa era su forma de ser.━ Me gustaría conocerlo, si usted dispone de tiempo claro está. No me he comportado muy bien por seguirlo y distraerlo de aquello que estuviera haciendo. ━ Esbozo una suave sonrisa, se lo permitía, puesto que ya se sentía un poco mas calmada. ━ Tal vez he sido yo quien nos puso en esa situación.━ se disculpó. ━ Que dice si le invito una copa? O prefiere quedarse allí sentado?━
Percibió un olor a humedad y elevo la vista al cielo, sintiendo una gota de agua caer en su mejilla. Llovería estaba segura.
Esa noche no era su noche. Ya no le parecía tan sano el juego del “detective”, nadie la había enviado a seguir a un hombre y menos esperaba alguna recompensa. No sabía quién era aquel extraño, quería solo echarse a correr, alejarse tanto como su cuerpo lo permitiera. Cobardía o no, era mujer y tenía las de perder. Pero simplemente fue eso, un pensamiento puesto que su mente no coordino con su cuerpo. Paralizada frente al caballero, no desvió la vista de aquellos hombres, quienes se acercaban con total determinación, maldecía igualmente en su interior el no poder divisar sus rostros con plenitud, por la falta de claridad, pero su sexto sentido le enviaba la señal de previsión, de temor.
Abrió su boca, pero no para gritar, todo lo contrario, quería prevenirlo, se acercaban y él la estaba mirando a ella. Ni una palabra puedo siquiera articular. Pronto una fuerte sensación de gélida brisa, los abrigo en el momento que uno de los vándalos elevo la mano con la que sostenía el pedazo de madero. Con torpeza, la joven dio dos pasos hacia tras, sintiendo sus piernas temblar bajo la falda, se detuvo elevando ambos brazos, cruzándolos a la altura de su rostro, como si intentara cubrirse, resguardarse de algo que fuese dirigido hacia ella. No oía nada, muchos menos entendía.
El hombre de cabellos oscuros como la noche se acercaba autoritario, evadiendo lo que acontecía detrás, dándole esa impresión de que con él estaría bien, que no se alejara. Tenía edad para saber que no moriría así, o bien se animaba a creerlo, pero todo lo contrario reflejaba su cuerpo si la tocasen, podían darse cuenta de lo helada que estaba y tal vez hasta había tomado un tono blanquecino. Es que simplemente seguía sin dar crédito a lo que contemplaba.
Atónita, La rubia de ojos azules, dirigió la mirada a través de sus brazos a los orbes ajenos y luego hacia los vándalos. Estaba horrorizada, preguntándose porque no los habían atacado. Aquellos hombres retrocedieron, los habían ignorado por completo. En efecto, no podía ser un acontecimiento normal, es decir, no te vuelves un fantasma de la noche a la mañana.
Las voces se disiparon, luego de unos minutos ya solo se escuchaban murmullos. Se habían ido ¿Qué estaba pasando? ¿Qué clase de ser humano normal hace esas cosas? ¿La había salvado?. Muchas preguntas invadieron su mente. Lentamente la joven bajo sus brazos, posando solo la derecha sobre su echo, el cual subía y bajaba, retomando una respiración normal y pausada. Su izquierda, sujeto con fuerza un trozo de tela de la capa aterciopelada, permitiéndose hablar━ Que diablos fue eso? … Como. ━ parpadeo, apretando los labios y volvió a verlo ━ Como es que no pudieron vernos cuando estaban enfrente nuestro? ━ Preguntó con exasperación, no buscaba una pronta respuesta, pero sentía que se ahogaría sino dejaba salir lo que la consumía.
Guardo silencio atendiendo a las palabras contrarias, percibiendo una posición de cansancio en el otro, quien había tomado asiento sobre el andén. Victor, había pronunciado, ahora conocía su nombre.
Se quitó la capucha, dejando escapar unos mechones de cabello rubio y respondió con tranquilidad ━ Mi nombre es Esther. ━ Una vez más actuó de manera informal con el caballero. Se posiciono frente a él y recordó las primeras palabras dichas. En especial porque cuando menciono el aroma, solo lo había cuestionado en su mente. ¿Acaso podía leer también sus pensamientos?, ignoro aquello y continuo ━ Se nota que no eres de aquí, tu acento es algo extraño, aunque entendible. Debo darle crédito por ello.━ Le miro de reojo. En la mente de la rubia se estaba librando una total disputa a causa de aquel caballero, por lo que ahora sentía que necesitaba de algo que le ayudara tranquilizarse y entrar en calor de nuevo.
━ Victor, me ha salvado y me gustaría agradecer lo que ha hecho por mi esta noche. ━ Si su madre la escuchaba hablar con tal descaro e informalismo la desheradira, pero ella no estaba y esa era su forma de ser.━ Me gustaría conocerlo, si usted dispone de tiempo claro está. No me he comportado muy bien por seguirlo y distraerlo de aquello que estuviera haciendo. ━ Esbozo una suave sonrisa, se lo permitía, puesto que ya se sentía un poco mas calmada. ━ Tal vez he sido yo quien nos puso en esa situación.━ se disculpó. ━ Que dice si le invito una copa? O prefiere quedarse allí sentado?━
Percibió un olor a humedad y elevo la vista al cielo, sintiendo una gota de agua caer en su mejilla. Llovería estaba segura.
Esther Lécuyer- Humano Clase Media
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Paris - Francia
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