AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Conflictos internos || Privado
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Conflictos internos || Privado
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Y bla bla bla y mas bla bla bla, el hombre solo habla y ella se fastidia, si sigue con lo mismo le cosera la boca con hilos de magia a ver si así ya deja de blasfemar tanto en nombre de dios, debería ser pecado el hablar con tanto fervor del señor. Mierda la fastidiaba tanto. Como iba a poder pasar el resto de su vida a lado de un hombre como él. Un golpe y la daga de plata que lleva en la mano se entierra por completo en el cerebro de una de las mujeres, cae al suelo, su pie se posiciona en la garganta y desenvainando corta por completo el cuello separando la cabeza del cuerpo. Suspira cansada fastidiada, sus superiores la han jodido en verdad, no piensa seguir soportando al hijo de puta apretado ese que tendrá por marido. Aunque pensándolo bien-corta el rostro de una zafándole un par de dientes incluyendo los colmillos- si lo dejara morir, si casualmente el humano muriera ella no tendría que “sufrir” con el matrimonio de ambos, ambos no tendrían que sufrir en si.
Saca una delgada pero larga daga enterrándola en donde el supuesto corazón marchito y seco se encontraría, un giro de su muñeca y la cabeza esta desprendida. Lo busca con la mirada y exactamente observa cuando lo mandan a bolar. ¡Genial!, así que seria viuda antes de que contrajera nupcias. Dejo que se partieran en dos al inquisidor y ella dándole la espalda se hinco, saco una especie de gis y comenzó a dibujar runas y símbolos, con uno de sus cuchillos corto la palma de su mano y dejo caer gotas de sangre mientras dibujaba al aire un extraño y complicado ambigrama. Al terminaran solo pronuncio una sola palabra en latín y los cinco vampiros machos mas cercanos caminaron directamente a ella y se postraron de rodillas para su deleite -Matenlas- exclamo señalando a las vampiras mas jóvenes. Mientras ella no saliera del circulo ellos adrian lo que ella les dijera y no importaba si los dañaban, con que no les arrancaran la cabeza el hechizo seguiría surtiendo efecto.
Mas haya se encontraba Emil pero ella hizo a oídos sordos lo que el decía. Una de las hembras se acerco a ella, la abofeteo y clavo las largas y afiladas uñas en el brazo de ella a lo que ella respondió simplemente cortándole el brazo, dolía y sangraba pero ella no se inmutaba. Todas ellas eran hermosas y ellos atractivos, lamentablemente eso no ayudaría a mantenerlos con vida, todos ellos habían sido maldecidos con la inmortalidad, pese a que la bruja no lo veía como una maldición la inquisición si y por ese simple hecho morirían, por segunda vez.
Y bla bla bla y mas bla bla bla, el hombre solo habla y ella se fastidia, si sigue con lo mismo le cosera la boca con hilos de magia a ver si así ya deja de blasfemar tanto en nombre de dios, debería ser pecado el hablar con tanto fervor del señor. Mierda la fastidiaba tanto. Como iba a poder pasar el resto de su vida a lado de un hombre como él. Un golpe y la daga de plata que lleva en la mano se entierra por completo en el cerebro de una de las mujeres, cae al suelo, su pie se posiciona en la garganta y desenvainando corta por completo el cuello separando la cabeza del cuerpo. Suspira cansada fastidiada, sus superiores la han jodido en verdad, no piensa seguir soportando al hijo de puta apretado ese que tendrá por marido. Aunque pensándolo bien-corta el rostro de una zafándole un par de dientes incluyendo los colmillos- si lo dejara morir, si casualmente el humano muriera ella no tendría que “sufrir” con el matrimonio de ambos, ambos no tendrían que sufrir en si.
Saca una delgada pero larga daga enterrándola en donde el supuesto corazón marchito y seco se encontraría, un giro de su muñeca y la cabeza esta desprendida. Lo busca con la mirada y exactamente observa cuando lo mandan a bolar. ¡Genial!, así que seria viuda antes de que contrajera nupcias. Dejo que se partieran en dos al inquisidor y ella dándole la espalda se hinco, saco una especie de gis y comenzó a dibujar runas y símbolos, con uno de sus cuchillos corto la palma de su mano y dejo caer gotas de sangre mientras dibujaba al aire un extraño y complicado ambigrama. Al terminaran solo pronuncio una sola palabra en latín y los cinco vampiros machos mas cercanos caminaron directamente a ella y se postraron de rodillas para su deleite -Matenlas- exclamo señalando a las vampiras mas jóvenes. Mientras ella no saliera del circulo ellos adrian lo que ella les dijera y no importaba si los dañaban, con que no les arrancaran la cabeza el hechizo seguiría surtiendo efecto.
Mas haya se encontraba Emil pero ella hizo a oídos sordos lo que el decía. Una de las hembras se acerco a ella, la abofeteo y clavo las largas y afiladas uñas en el brazo de ella a lo que ella respondió simplemente cortándole el brazo, dolía y sangraba pero ella no se inmutaba. Todas ellas eran hermosas y ellos atractivos, lamentablemente eso no ayudaría a mantenerlos con vida, todos ellos habían sido maldecidos con la inmortalidad, pese a que la bruja no lo veía como una maldición la inquisición si y por ese simple hecho morirían, por segunda vez.
Aphrodite Caruso- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 25/01/2014
Re: Conflictos internos || Privado
Su camino por los bosques oscuros y densos lo llevaron a perderse y alejarse de aquella mujer infernal, con su ballesta en mano y la mirada fija para dejar caer aquellas flechas cubiertas de plata y agua bendita, iba armado hasta los dientes. De la nada ambos inquisidores se han introducido en aquel aquelarre Los vampiros, los dos se apartaron lo suficiente para acabar con el número indicado, observó de mirilla como ella hacía uso de sus pecadoras habilidades para hacerse cargo, maldijo por ello, verse envuelto él un hombre santo con aquella clase de mujer.
No, él no lo soportaría, al menos no por un largo tiempo, quizás la “muerte” sería lo único que los separaría, ya tenía un plan; por su entretenimiento de estar viendo a aquella mujer no visualizó el golpe de una de aquellas mujeres que lo arrojó hasta golpearse el brazo contra un árbol, sangre y algo dislocado tenía el hombro izquierdo con lo que le dificultaba cargar aquella ballesta, la mujer se abalanza sobre él tratando de arrancarla la cabeza, aruñazos de sus garras se marcan en su cuello y entre la dispuesta caen ambos al suelo, de su cinto toma su cuchillo clavándolo con fuerza en su corazón rajándole el pecho hasta el vientre, dos mujeres más dan un grito lanzándose contra él. Una patada de él en el vientre de una de las mujeres y la otra que se atrevía a morder a su cuello pero metió la ballestas de él en su boca aun con el dolor de su hombro.
Cansado, observó a la mujer como mataba al resto, se enojó por ello, uno de los vampiros con la mujer que se quitaba la flecha rompiéndola, apoyó la ballesta contra su brazo herido apuntando a la cabeza del hombre estrellándose contra él, la mujer aprovechó y saltó de lleno pero en la mano derecha de él encontró el cuchillo que degollaba su cuello, tomó entre sus brazos aquella cabeza separándola del cuerpo, ya quedaban pocos pero su resistencia era muy mala. Su sangre atraía más de esos demonios y no había más soldados. No, la única que quedaba era ella y él jamás le pediría ayuda.
Tomó la ballesta con la mano sana arrastrándola adentrándose más al bosque con un chiflido y algo de su sangre que arroja a las dos mujeres que iban tras la mujer, al menos el terminaría su parte con la mayor decencia —Cuando los demás lleguen que maten a su reina— grita a la mujer mientras lanza flecha tras flecha a las dos vampiras que le siguen, aunque falla y atina a los pies de la inquisidora y otra que roza su brazo, no se disculpa y ni la mira, solo sigue lanzando flechas a las vampiras para debilitarlas, unos momentos, al menos una debía quedar viva para el registro.
Solo que quizás podría una de ellas terminar con la inquisidora bruja condenada del infierno, un plan que aprovechó.
No, él no lo soportaría, al menos no por un largo tiempo, quizás la “muerte” sería lo único que los separaría, ya tenía un plan; por su entretenimiento de estar viendo a aquella mujer no visualizó el golpe de una de aquellas mujeres que lo arrojó hasta golpearse el brazo contra un árbol, sangre y algo dislocado tenía el hombro izquierdo con lo que le dificultaba cargar aquella ballesta, la mujer se abalanza sobre él tratando de arrancarla la cabeza, aruñazos de sus garras se marcan en su cuello y entre la dispuesta caen ambos al suelo, de su cinto toma su cuchillo clavándolo con fuerza en su corazón rajándole el pecho hasta el vientre, dos mujeres más dan un grito lanzándose contra él. Una patada de él en el vientre de una de las mujeres y la otra que se atrevía a morder a su cuello pero metió la ballestas de él en su boca aun con el dolor de su hombro.
Cansado, observó a la mujer como mataba al resto, se enojó por ello, uno de los vampiros con la mujer que se quitaba la flecha rompiéndola, apoyó la ballesta contra su brazo herido apuntando a la cabeza del hombre estrellándose contra él, la mujer aprovechó y saltó de lleno pero en la mano derecha de él encontró el cuchillo que degollaba su cuello, tomó entre sus brazos aquella cabeza separándola del cuerpo, ya quedaban pocos pero su resistencia era muy mala. Su sangre atraía más de esos demonios y no había más soldados. No, la única que quedaba era ella y él jamás le pediría ayuda.
Tomó la ballesta con la mano sana arrastrándola adentrándose más al bosque con un chiflido y algo de su sangre que arroja a las dos mujeres que iban tras la mujer, al menos el terminaría su parte con la mayor decencia —Cuando los demás lleguen que maten a su reina— grita a la mujer mientras lanza flecha tras flecha a las dos vampiras que le siguen, aunque falla y atina a los pies de la inquisidora y otra que roza su brazo, no se disculpa y ni la mira, solo sigue lanzando flechas a las vampiras para debilitarlas, unos momentos, al menos una debía quedar viva para el registro.
Solo que quizás podría una de ellas terminar con la inquisidora bruja condenada del infierno, un plan que aprovechó.
Emil Ivanov- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Conflictos internos || Privado
- Garras:
De pronto Aphrodite se puso en pie de un salto, sujetó a la vampira y señaló la cueba. En apenas un par de segundos consiguió romperle varios huesos a su atacante y dejarle sin vida, dos segundos después tenía a otra hembra bocabajo. Estaba a horcajadas sobre ella, con una mano sujetándole el cuello, y la otra inmovilizándole el brazo detrás de la espalda. Los ojos de Aphrodite se abrieron de par en par al visualizar al inquisidor —Mierda Emil— Dos vampiros irrumpieron bruscamente, se movían bastante rápido. Después de arrancarle la cabeza a la vampira que tenia debajo, se abrió paso a la fuerza
Un rugido de furia resonó en la caverna y entonces Aphrodite apareció en su campo de visión en un remolino de puños y patadas, asestando golpes rápidos y certeros contra los vampiros, o en su mayoría. Mierda y mierda y mas mierda.
Las pupilas de Aphrodite se dilataron y sus dedos se aferraron mas a su espada y a la empuñadura de garra en la izquierda. La noche se cernía sobre ellos con más rapidez que los escombros del techo. Fuera de la caverna a la que se acercaba mas y mas se escucharon varios gritos, lo que indicaba que se acercaban más —¡Tenemos que salir de aquí! —Aphrodite cogió por el brazo a Emil para que se apoyara en ella y le arrastró consigo. La tierra bajo ellos tembló y empezó a resquebrajarse al tiempo que abandonaban el lugar lo mas rápido que podían —Tenemos que irnos, Emil . Me encantaría quedarme y entretenerme destrozándolos, pero me temo que el hecho de seas un reverendo inútil que te dejaras lastimar de esta forma ha despertado mis instintos protectores—La voz de ella fue suave aunque fría como el acero y llena de sarcasmo, algo completamente distinto a sus ojos que se estaban volviendo rojos. Aphrodite tenía el alma de un guerrero y la determinación de un luchador y por supuesto la poca paciencia de un licántropo recién convertido. Cogió de mas fuerte la mano de Emil y lo arrastró hacia el bosque.
Emil mantuvo el duro ritmo que le imponía, dando la bienvenida a la punzada de dolor que sintió en el costado y a la sensación de ardor que le quemaba los pulmones cada vez que respiraba. Por fin era libre, y el aire fresco y reconfortante del atardecer provocó en ella la urgente necesidad de correr, aullar. Mierda. Por un momento se sintió como un licántropo moviendo la cola a la luna por salir librados de aquella masacre en vez de una bruja enfurecida entre —Se está acercando— Aphrodite se paró en seco al oír aquello y Emil se tropezó contra ella calleándole encima cubriendo el cuerpo de ella por completo —Quítate— gruño ella ladeando la cabeza al mirarlo.
Aphrodite Caruso- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 25/01/2014
Re: Conflictos internos || Privado
Para salir con vida de aquel encuentro tuvieron que optar por una salida poco aceptable para ellos pero no tenían de otra que optar por una retirada para seguir viviendo. Retroceder para volver a atacar. Corrieron lo suficiente para asegurar el continuar, observó a la mujer que trataba de llevarlo pero aun con sus heridas el mantenerse en pie le costaba un poco, pero no importo prefiero mil veces continuar a morir con todos esos demonios. Se agarra con ella como si fuera otro inquisidor más incluso olvidó el lazo que estaba a punto de unirlos.
Soltó la ballesta al estar fuera de peligro con las heridas en su cuerpo mantener el equilibrio le fue imposible hasta perderlo cayendo sobre la mujer a la que no le pareció gracioso para nada apartándolo; sonrió moviéndose tocando parte de sus costillas adoloridas, así como las otras heridas que tenía en la espalda y pierna —Entonces debo agradecer por tus instintos— mantuvo un tono sarcástico así como la sonrisa, de entre su ropa sacó una medalla vieja y de la virgen maría empuñando la imagen entre un suave rezo de agradecimiento —Inútil porque soy un humano, verdad. Eso no me hace inútil para mí, pero no importa lo que tú digas, puedes seguir subestimando a los humanos sin habilidades, porque eso muestra tu verdadera debilidad, aquello de lo cual careces— presionó la herida del costado como la del hombro mirando a la mujer con los ojos entrecerrados, perdía sangre pero no le importaba
—No te preocupes, bruja, jamás te tocaría en mis sentidos prefiero mil veces tener mis manos lejos de ti y hasta cortármelas antes que estar cerca de ti, pero no so desagradecido y por tanto te daré tregua— quizás era la falta de sangre —Quería matarte para librarme del matrimonio pero no lo conseguí y a puesto que también lo deseabas pero en vista de que ambos no pudimos con nuestros deseos será mejor q tratemos de llevarnos bien, cada quien por su lado, si sabes a lo que me refiero— se apoyó contra un árbol respirando con dificultad, la sangre seca que mantenía en su cuerpo y ropa no le sentaba bien —Salgamos de aquí, si seguimos por este rumbo encontraremos más de esos demonios de la noche y nos será difícil retenerlos, además, no han llegado los otros con tus hermanos ¿Acaso era una trampa?— frunció el ceño en pensar que aquello fue tramado para que ambos trabajaran en equipo.
Quieto y en silencio se mantuvo pero algo alejado de la inquisidora dándose ambos espacio para tratar sus heridas, aunque las que él más tenía y que le resultaría difícil de tratar era la de su orgullo de hombre de Dios.
Soltó la ballesta al estar fuera de peligro con las heridas en su cuerpo mantener el equilibrio le fue imposible hasta perderlo cayendo sobre la mujer a la que no le pareció gracioso para nada apartándolo; sonrió moviéndose tocando parte de sus costillas adoloridas, así como las otras heridas que tenía en la espalda y pierna —Entonces debo agradecer por tus instintos— mantuvo un tono sarcástico así como la sonrisa, de entre su ropa sacó una medalla vieja y de la virgen maría empuñando la imagen entre un suave rezo de agradecimiento —Inútil porque soy un humano, verdad. Eso no me hace inútil para mí, pero no importa lo que tú digas, puedes seguir subestimando a los humanos sin habilidades, porque eso muestra tu verdadera debilidad, aquello de lo cual careces— presionó la herida del costado como la del hombro mirando a la mujer con los ojos entrecerrados, perdía sangre pero no le importaba
—No te preocupes, bruja, jamás te tocaría en mis sentidos prefiero mil veces tener mis manos lejos de ti y hasta cortármelas antes que estar cerca de ti, pero no so desagradecido y por tanto te daré tregua— quizás era la falta de sangre —Quería matarte para librarme del matrimonio pero no lo conseguí y a puesto que también lo deseabas pero en vista de que ambos no pudimos con nuestros deseos será mejor q tratemos de llevarnos bien, cada quien por su lado, si sabes a lo que me refiero— se apoyó contra un árbol respirando con dificultad, la sangre seca que mantenía en su cuerpo y ropa no le sentaba bien —Salgamos de aquí, si seguimos por este rumbo encontraremos más de esos demonios de la noche y nos será difícil retenerlos, además, no han llegado los otros con tus hermanos ¿Acaso era una trampa?— frunció el ceño en pensar que aquello fue tramado para que ambos trabajaran en equipo.
Quieto y en silencio se mantuvo pero algo alejado de la inquisidora dándose ambos espacio para tratar sus heridas, aunque las que él más tenía y que le resultaría difícil de tratar era la de su orgullo de hombre de Dios.
Emil Ivanov- Inquisidor Clase Media
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Conflictos internos || Privado
Aphrodite estaba furiosa, regreso sobre sus pasos y pateo con fuerza en el muslo mirándole herido apoyando en el árbol mientras la furia en ella se notaba con fuerza en toda ella, su pecho subia y bajaba, de sus ojos aquel usual vapor de color rojizo comenzaba a nublar su mirada azulada —¡Eres un Inútil porque no razonas que estoy aquí para ayudar! ¡Eres un inútil porque pudimos destrozar ese nido de ratas chupa sangre y míranos! ¡Todo por tu necedad!— hincándose frente a él y lo abofeteo con todas su fuerzas—Es tu culpa que la misión fracase. Ahora se trasladaran a otro lugar y no podremos destruirlos— le tomo de la solapa de la camisa y lo zarandeo —No soy tu enemiga y mas vale que te acostumbres a verme porque por si no lo sabes desde lo de nuestro compromiso fui oficialmente nombrada tu compañera— ella le soltó y cerró los ojos intentando tranquilizarse. Necesitaba pensar con claridad y las palabras ofensivas de su prometido.
—Me juzgas, me condenas y ¡NO ME CONOCES! No sabes nada sobre mi— exclamo con rabia y odio en cada palabra mirándole con miraba a aquellos que la torturaban de pequeña —Tanto hablas de nuestro señor dios y ¿no es el mismo quien dice que no debes juzgar a tu prójimo? ¡Seré juzgada por el no por ti! ¿Quién te crees para venir y decir que si y que no debe ser? ¡Soy una de sus creaciones divinas al igual que tu! ¡Eres peor que yo! ¡¡¡Maldito racista!!!— y dicho esto se levanto y comenzó a caminar alejándose.
No se casaría, no con el, no lo aria, se metería de moja, dejaría que la mataran sus hermanos, seguro que a Evan le daría un tremendo gusto, no, no lo aria, le dejaría ahí a que muriera, seguro que con toda la sangre que estaba perdiendo o se moría o se lo bebían los vampiros. Pero quedaba aquella otra cuestión. Esos vampiros estaban desesperados, realmente parecían unos monstros y a la bastarda de los Carusos le constaba que los vampiros no eran así, había tenido un amante de naturaleza vampirica y era muy distintos.
Aphrofite suspiro larga y tendidamente —Cálmate, respira, no puedes dejarlo ahí, tu no eres como él— y dicho esto regreso sobre sus pies una vez mas hasta llegar a Emil —Cállate y déjame trabajar— quito la mano de donde la tenia él posada y rasgando el filo de su blusa uso la tela limpia para limpiar la herida, sacando un pequeño embase de entre sus pechos le abrió y tomando un poco de la pomada la unto con sumo cuidado —Solo lo diré una sola vez: Vámonos, te ayudare— se puso de pie y le ofreció su mano, la oferta solo duraría unos segundos asi que mas vale que la tomara porque ella se largaría y esta vez no regresaría.
—Me juzgas, me condenas y ¡NO ME CONOCES! No sabes nada sobre mi— exclamo con rabia y odio en cada palabra mirándole con miraba a aquellos que la torturaban de pequeña —Tanto hablas de nuestro señor dios y ¿no es el mismo quien dice que no debes juzgar a tu prójimo? ¡Seré juzgada por el no por ti! ¿Quién te crees para venir y decir que si y que no debe ser? ¡Soy una de sus creaciones divinas al igual que tu! ¡Eres peor que yo! ¡¡¡Maldito racista!!!— y dicho esto se levanto y comenzó a caminar alejándose.
No se casaría, no con el, no lo aria, se metería de moja, dejaría que la mataran sus hermanos, seguro que a Evan le daría un tremendo gusto, no, no lo aria, le dejaría ahí a que muriera, seguro que con toda la sangre que estaba perdiendo o se moría o se lo bebían los vampiros. Pero quedaba aquella otra cuestión. Esos vampiros estaban desesperados, realmente parecían unos monstros y a la bastarda de los Carusos le constaba que los vampiros no eran así, había tenido un amante de naturaleza vampirica y era muy distintos.
Aphrofite suspiro larga y tendidamente —Cálmate, respira, no puedes dejarlo ahí, tu no eres como él— y dicho esto regreso sobre sus pies una vez mas hasta llegar a Emil —Cállate y déjame trabajar— quito la mano de donde la tenia él posada y rasgando el filo de su blusa uso la tela limpia para limpiar la herida, sacando un pequeño embase de entre sus pechos le abrió y tomando un poco de la pomada la unto con sumo cuidado —Solo lo diré una sola vez: Vámonos, te ayudare— se puso de pie y le ofreció su mano, la oferta solo duraría unos segundos asi que mas vale que la tomara porque ella se largaría y esta vez no regresaría.
Aphrodite Caruso- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 50
Fecha de inscripción : 25/01/2014
Re: Conflictos internos || Privado
El dolor se volvía intenso así como la sangre que no paraba de salir a borbotones aun cuando presionaba evitando el desangrarse pero era inútil, todo era inútil, se sentía cansado, molesto, asqueado, humillado, herido y más que nada sediento. Miró a la mujer que le gritaba pero su cabeza estaba en otro lado rezando a los cielos pidiendo perdón por sus pecados cometidos como si anunciara su hora final pero al parecer no podía irse aún, aun estaba en su infierno y eso lo dejaba partir tranquilo.
Quiso ponerse de pie pero el dolor y la sangre se lo impedía, cada vez que fruncía el ceño y sus músculos se contraían más sangre salía y el dolor se volví más intenso —Yo no te juzgo maldita bruja y si dices que lo hago es porque lo haces, tu destruiste y pisoteaste mi honor, mi orgullo de hombre seguidor a dios, me violaste maldita perra y crees que puedo decir gracias por estar sucio ahora, crees que podré encontrar una mujer que me acepte luego de haber fornicado contigo— gruñe molesto tratando de mantener la calma pero el dolor crecía más y más hasta provocarle una risa irónica —Yo soy el constructor de Dios, mujer endemoniada, generación tras generación de los míos han servido loablemente a nuestro Señor Dios sin fracasar ni una vez pero tuviste que aparecer para arruinarlo todo y tus hermanos tener la idea de componerte para arruinar siglos de generación de los constructores del bien de nuestro Señor— tensó los dientes cayendo al suelo cansado —Si estuvieras para ayudar lo harías pero solo eres una serpiente histérica y loca— rió y algo de fiebre comenzó a subir por su cuerpo, fiebre y unos temblores que antes no había tenido.
No era la primera vez que se enfrentaba a un grupo de vampiros, siempre salía con su escuadrón a cazar en Italia y siempre volvían heridos o sanos pero no con los síntomas que ahora presentaba. Su pierna derecha comenzó a temblar como espasmos y eso solo significaba que ellos no eran vampiros neófitos que eran nosferatus y su veneno es más letal que el de vampiro trata de resistirlo pero la fiebre aumenta en su cuerpo, suda y sus ojos muestran un brillo de deseo. Ve a la mujer y trata de alejarla el aroma de ella es muy fuerte como para ponerlo pálido, su toque le quemaba la piel —Aléjate no me toques, si me tocas podría terminar haciendo una locura que después me arrepienta por el resto de mi vida deja que esto pase mantente lejos unos minutos— apreta los dientes, las atenciones médicas de la inquisidora lograron parar el sangrado pero aun tenía un fuerte quemazón por todo su cuerpo y lo único que se mostraba era un bulto entre sus ropajes en la parte sur y su respiración agitada como si estuviera haciendo otra cosa, sus ojos se cerraron y en su cabeza venían los rostros de aquellas mujeres y él siendo infectado por ellas (entiéndase infección, el ser tocado y besado y hasta otras cosas más intimas) respiraba con dificultad mirando a la bruja, se puso de pie con dificultad y sus pasos eran lentos así como angustiosos para su cuerpo que aun temblaba pero no quería que aquella mujer viera más de su humillación como hombre e inquisidor.
Quiso ponerse de pie pero el dolor y la sangre se lo impedía, cada vez que fruncía el ceño y sus músculos se contraían más sangre salía y el dolor se volví más intenso —Yo no te juzgo maldita bruja y si dices que lo hago es porque lo haces, tu destruiste y pisoteaste mi honor, mi orgullo de hombre seguidor a dios, me violaste maldita perra y crees que puedo decir gracias por estar sucio ahora, crees que podré encontrar una mujer que me acepte luego de haber fornicado contigo— gruñe molesto tratando de mantener la calma pero el dolor crecía más y más hasta provocarle una risa irónica —Yo soy el constructor de Dios, mujer endemoniada, generación tras generación de los míos han servido loablemente a nuestro Señor Dios sin fracasar ni una vez pero tuviste que aparecer para arruinarlo todo y tus hermanos tener la idea de componerte para arruinar siglos de generación de los constructores del bien de nuestro Señor— tensó los dientes cayendo al suelo cansado —Si estuvieras para ayudar lo harías pero solo eres una serpiente histérica y loca— rió y algo de fiebre comenzó a subir por su cuerpo, fiebre y unos temblores que antes no había tenido.
No era la primera vez que se enfrentaba a un grupo de vampiros, siempre salía con su escuadrón a cazar en Italia y siempre volvían heridos o sanos pero no con los síntomas que ahora presentaba. Su pierna derecha comenzó a temblar como espasmos y eso solo significaba que ellos no eran vampiros neófitos que eran nosferatus y su veneno es más letal que el de vampiro trata de resistirlo pero la fiebre aumenta en su cuerpo, suda y sus ojos muestran un brillo de deseo. Ve a la mujer y trata de alejarla el aroma de ella es muy fuerte como para ponerlo pálido, su toque le quemaba la piel —Aléjate no me toques, si me tocas podría terminar haciendo una locura que después me arrepienta por el resto de mi vida deja que esto pase mantente lejos unos minutos— apreta los dientes, las atenciones médicas de la inquisidora lograron parar el sangrado pero aun tenía un fuerte quemazón por todo su cuerpo y lo único que se mostraba era un bulto entre sus ropajes en la parte sur y su respiración agitada como si estuviera haciendo otra cosa, sus ojos se cerraron y en su cabeza venían los rostros de aquellas mujeres y él siendo infectado por ellas (entiéndase infección, el ser tocado y besado y hasta otras cosas más intimas) respiraba con dificultad mirando a la bruja, se puso de pie con dificultad y sus pasos eran lentos así como angustiosos para su cuerpo que aun temblaba pero no quería que aquella mujer viera más de su humillación como hombre e inquisidor.
Emil Ivanov- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Conflictos internos || Privado
Se quedo callada pero sus malditas palabras seguían en su mente, alerta ante todo, intento permanecer callada, mirando a un lado y a otro con espada en mano mientras de reojo veía que su actual prometido no metiera mas la pata de lo que ya lo había hecho. Como le molestaba eso a ella. Mierda solo había sido una follada, solo una, ni que fuera para tanto, ella era hermosa, tenia el cuerpo de la diosa que portaba su nombre —Yo no destrui ni mucho menos pisotee tu honor ¿No me digas con que eras puro y casto? ¿Qué nunca habías estado con una mujer? Como para que digas que te viole. Y ni te atrevas a bucar a otra mujer porque por si no lo recuerdas estas comprometido conmigo— gruñe molesta escuchando algo a lo lejos deteniéndose, girándose a mirar que tan lejos esta Emil —La destrozada debería ser yo teniendo que soportar a un esposo de tu calaña…— se interrumpe, resafando su paso, tomando con mas fuerza su espada. Acercándose mas a él.
Ella estaba del todo segura, completamente consiente que era el peor lugar en el que debía ponerse a discutir sobre el futuro y las metidas de patas de sus hermanos pero, oh mierda, era horrible. Emil era un hombre espantoso —Emil— susurro intentando llamar la atención del inquisidor que se habia detenido recargándose en un arbol —Emil— insistió nuevamente intentando llamar la atención. Ya están cerca del lugar en donde estaban sus cosas y a unos metros mas estaban los caballos. Miro al hombre con atención y por un momento pensó lo peor, peor no, para volverse vampiro debía estar agonizando y una de esas bestias ofrecer su sangre. ¿Asi quq ahora que mierda le pasaba?
Acercándose a el paso su mano por la frente del inquisidor, el toque de la mano femenina hizo brincar a Emil y alejar la mano de un manotazo —E… estas hirviendo— susurro ella preocupada, atemorizada. Encajo la espada en la tierra y tomando el rostro mientras el se negaba comenzó a estudiarlo —Con un demonio! Estate quieto!— gruño ella entre dientes mirando su rostro, estirando su parpado para ver aquel brillo en sus ojos. Tenia motas roja, estaba infectado —Emil… Dime que eran simples vampiros— pidió temerosa. Ella habia peleado con mucho seres pero nunca con aquellos demonios de los que descendían los vampiros, jamás un nosferatus se había cruzado por su vida —Emil— lo llamo respirando con dificultad. No, no, no eso era lo último que le faltaba —Ey Emil— chasqueo los dedos —Mírame… Necesitas decirme porque no se como ayudarte— enfundándose la espada y tomando la pistola mas pequeña que tenia. Tomo a Emil del brazo y comenzó a correr arrastrándolo sin mucho éxito.
—Vas a descuartizarme por lo que voy a hacer— rezo la bruja parándose de golpe. Tomo con su mano el mentón del hombre y estrellando los labios con los de el comenzó a recitar un corto conjuro, una esencia rojiza comenzó a salir de su boca entrando en la de él, planto los labios a los de el incitando con la lengua a que los abriera de nuevo. Eso al menos le ayudaría a sanar mucho mas rápido. Acababa de transferirle un poco de vitalidad de ella misma con tal de que moviera el culo mas rápido y pudieran salir de ahí.
Ella estaba del todo segura, completamente consiente que era el peor lugar en el que debía ponerse a discutir sobre el futuro y las metidas de patas de sus hermanos pero, oh mierda, era horrible. Emil era un hombre espantoso —Emil— susurro intentando llamar la atención del inquisidor que se habia detenido recargándose en un arbol —Emil— insistió nuevamente intentando llamar la atención. Ya están cerca del lugar en donde estaban sus cosas y a unos metros mas estaban los caballos. Miro al hombre con atención y por un momento pensó lo peor, peor no, para volverse vampiro debía estar agonizando y una de esas bestias ofrecer su sangre. ¿Asi quq ahora que mierda le pasaba?
Acercándose a el paso su mano por la frente del inquisidor, el toque de la mano femenina hizo brincar a Emil y alejar la mano de un manotazo —E… estas hirviendo— susurro ella preocupada, atemorizada. Encajo la espada en la tierra y tomando el rostro mientras el se negaba comenzó a estudiarlo —Con un demonio! Estate quieto!— gruño ella entre dientes mirando su rostro, estirando su parpado para ver aquel brillo en sus ojos. Tenia motas roja, estaba infectado —Emil… Dime que eran simples vampiros— pidió temerosa. Ella habia peleado con mucho seres pero nunca con aquellos demonios de los que descendían los vampiros, jamás un nosferatus se había cruzado por su vida —Emil— lo llamo respirando con dificultad. No, no, no eso era lo último que le faltaba —Ey Emil— chasqueo los dedos —Mírame… Necesitas decirme porque no se como ayudarte— enfundándose la espada y tomando la pistola mas pequeña que tenia. Tomo a Emil del brazo y comenzó a correr arrastrándolo sin mucho éxito.
—Vas a descuartizarme por lo que voy a hacer— rezo la bruja parándose de golpe. Tomo con su mano el mentón del hombre y estrellando los labios con los de el comenzó a recitar un corto conjuro, una esencia rojiza comenzó a salir de su boca entrando en la de él, planto los labios a los de el incitando con la lengua a que los abriera de nuevo. Eso al menos le ayudaría a sanar mucho mas rápido. Acababa de transferirle un poco de vitalidad de ella misma con tal de que moviera el culo mas rápido y pudieran salir de ahí.
Aphrodite Caruso- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 25/01/2014
Re: Conflictos internos || Privado
Miles de agujas se insertaban en su cuerpo de manera lenta y dolorosa, podía sentir como su cuerpo hervía, como las manifestaciones de dolor aumentaban al grado de volver dificultoso el respirar, su visión se volvía borrosa y a cada paso dado era más doloroso para su cuerpo de simple humano. El tragar le dolía y solo escupía sangre, su cerebro latía con fuerza como su corazón que bombeaba desenfrenado sangre por todo su cuerpo; su temperatura se elevó tanto que se sentía desmayar apenas y podía mirar a la bruja delante de él.
Las energías le estaban abandonando, no podía ni levantar un músculo más, apenas escuchaba la voz de la inquisidora, sus ojos la miraban y le pareció otra persona, una mujer normal cuyos ojos mostraban preocupación por su estado, trató de acariciarla pero el peso de su mano se lo impedía por lo que solo sonrió ante la manera de cómo lo trataba aquella mujer que parecía un ángel ante sus delirantes ojos y percepción. Apenas y era consciente de lo que ocurría a su alrededor, sintió algo entrando en él, era cálido pero iba quemando su interior porque comenzó a sentir un calor por dentro que jamás había sentido como para que su anatomía baja respondiera de manera instantánea y fuerte. Mantuvo los ojos cerrados recordando aquella imagen y cuando abrió los ojos lo primero que vio fue el rostro de la bruja —¡qué demonios!— al ver su hinchada parte se levantó de golpe manteniendo un poco el equilibrio.
Se sostuvo un poco de un árbol mirando enfurecido a la Inquisidora —¿Acaso quieres volverme a violar mujer? Al menos respeta mi estado, respeta que estoy muriendo y déjame morir algo casto— tensó la mandíbula caminando hacia el caballo sin ayuda evitando el contacto con la mujer, su aroma le hacía más dolorosa la herida y otra parte —Ya me quitaste la castidad, debe ser suficiente para ti, y sí, yo era un hombre puro y casto que no había conocido el cuerpo de una mujer sin prenda alguna, esperaba por una mujer de igual pureza y fuerza como la mía para casarnos pero ahora no podre porque estoy en ese barco de matrimonio contigo— se agarró de nuevo la herida subiendo con dificultad al caballo.
Un deje de recuerdo al sentir la lengua y labios de la inquisidora le hizo voltearse a verle con preocupación, aun su parte le dolía al estar montado a caballo —Eran nosferatus, y ahora debemos llegar a la iglesia y que me curen las heridas con hierro a rojo vivo y estar atado al sol por días hasta que la infección baje— tomo las riendas de su caballo con fuerza soportando el doloroso agonía y más la humillación de aquel —No sé lo que hiciste, pero no lo vuelvas a hacer es asqueroso sentir tu lengua y aquello que entro en mi— musitó molesto —Pero gracias— murmullo enfadado al dar un golpe a su caballo que dio andada lenta.
Las energías le estaban abandonando, no podía ni levantar un músculo más, apenas escuchaba la voz de la inquisidora, sus ojos la miraban y le pareció otra persona, una mujer normal cuyos ojos mostraban preocupación por su estado, trató de acariciarla pero el peso de su mano se lo impedía por lo que solo sonrió ante la manera de cómo lo trataba aquella mujer que parecía un ángel ante sus delirantes ojos y percepción. Apenas y era consciente de lo que ocurría a su alrededor, sintió algo entrando en él, era cálido pero iba quemando su interior porque comenzó a sentir un calor por dentro que jamás había sentido como para que su anatomía baja respondiera de manera instantánea y fuerte. Mantuvo los ojos cerrados recordando aquella imagen y cuando abrió los ojos lo primero que vio fue el rostro de la bruja —¡qué demonios!— al ver su hinchada parte se levantó de golpe manteniendo un poco el equilibrio.
Se sostuvo un poco de un árbol mirando enfurecido a la Inquisidora —¿Acaso quieres volverme a violar mujer? Al menos respeta mi estado, respeta que estoy muriendo y déjame morir algo casto— tensó la mandíbula caminando hacia el caballo sin ayuda evitando el contacto con la mujer, su aroma le hacía más dolorosa la herida y otra parte —Ya me quitaste la castidad, debe ser suficiente para ti, y sí, yo era un hombre puro y casto que no había conocido el cuerpo de una mujer sin prenda alguna, esperaba por una mujer de igual pureza y fuerza como la mía para casarnos pero ahora no podre porque estoy en ese barco de matrimonio contigo— se agarró de nuevo la herida subiendo con dificultad al caballo.
Un deje de recuerdo al sentir la lengua y labios de la inquisidora le hizo voltearse a verle con preocupación, aun su parte le dolía al estar montado a caballo —Eran nosferatus, y ahora debemos llegar a la iglesia y que me curen las heridas con hierro a rojo vivo y estar atado al sol por días hasta que la infección baje— tomo las riendas de su caballo con fuerza soportando el doloroso agonía y más la humillación de aquel —No sé lo que hiciste, pero no lo vuelvas a hacer es asqueroso sentir tu lengua y aquello que entro en mi— musitó molesto —Pero gracias— murmullo enfadado al dar un golpe a su caballo que dio andada lenta.
Emil Ivanov- Inquisidor Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
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