AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Alas negras [Priv.]
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Alas negras [Priv.]
Recuerdo del primer mensaje :
Un solo objetivo, me arriesgo, y esta noche otra vez se me acaba el tiempo.
El azul recorre en su oscuridad el cielo el sonido de mis pasos en las calles empedradas, siento mermar mis fuerzas y en el reflejo de otro de los cristales veo la primera señal en forma de cana que me dice que se me acaba el tiempo.
Adaptarme a éste tiempo, centrarme en el rostro y los pasos de mi víctima que parece escabullirse, cual humo.
He descuidado mis deberes, obsesionada con mi caza apasionada, he olvidado por un momento que mi vida está sujeta a un trato y cada cierto tiempo que cumplir con mi parte. Tengo que entregar algo a cambio de mantener mi juventud, de obtener más secretos, tener ese poder. Más almas y hoy llego tarde a mi cita, esto supone un problema cuando no has encontrado la pieza adecuada para tu amo, pero creo que tengo una solución para el problema.
El Sena a un lado, me adentro al Palacio de Justicia y luego vestida con recato me siento en uno de los bancos de la Capilla Sagrada. El misal que ha tomado a la noche, me cuesta bastante atender al párroco, ya que las impresionantes vidrieras distraen mi atención.
Cómo la mano del hombre puede haber creado algo tan hermoso y conmovedor, pequeña por un momento me siento. Éste es el lugar que mi cita siempre me pide, donde debo de entregarle la prenda de dolor y sangre, siempre me ha parecido casi sobrenatural y sin necesidad de ser mancilla tal y como he hecho en días atrás.
Hoy tenemos pocas almas devotas, me tendré que conformar con dos parroquianos y el sacerdote que da el misal. Mala suerte para ellos, para mí la resolución de mi problema.
La pequeña masacre comienza sin problemas, a la sangre derrama todo mi cuerpo, mi mano es firme en sus ejecuciones. Los primeros apenas resisten, el último, fuerza conmigo desgarrando mis ropas y desordenando mis cabellos, pero finalmente termino el trabajo.
Luego viene esa sensación que bien conozco, me siento mejor… Mi vitalidad se eleva. He ganado tiempo al entregar más almas. Es mi pacto, mi obligación de sangre.
Pero toda energía tomada de forma extrema y veloz trae consigo consecuencias, me siento en el suelo, estoy aturdida y mareada. Efectos secundarios al adaptarme a lo que no me corresponde.
Un sonido delata nuevos pasos, no tengo excusa sobre lo que he hecho, pero mi mente formula una perfecta excusa. El problema es que el rostro con el que me encuentro no es el que yo esperaba para nada.
Mis ojos violetas lo miran sin poder creérselo. Vine a por él a París, y eso es lo que único que tiene que saberse.
Interior de Sainte Chapelle, Île de la Cité
Un solo objetivo, me arriesgo, y esta noche otra vez se me acaba el tiempo.
El azul recorre en su oscuridad el cielo el sonido de mis pasos en las calles empedradas, siento mermar mis fuerzas y en el reflejo de otro de los cristales veo la primera señal en forma de cana que me dice que se me acaba el tiempo.
Adaptarme a éste tiempo, centrarme en el rostro y los pasos de mi víctima que parece escabullirse, cual humo.
He descuidado mis deberes, obsesionada con mi caza apasionada, he olvidado por un momento que mi vida está sujeta a un trato y cada cierto tiempo que cumplir con mi parte. Tengo que entregar algo a cambio de mantener mi juventud, de obtener más secretos, tener ese poder. Más almas y hoy llego tarde a mi cita, esto supone un problema cuando no has encontrado la pieza adecuada para tu amo, pero creo que tengo una solución para el problema.
El Sena a un lado, me adentro al Palacio de Justicia y luego vestida con recato me siento en uno de los bancos de la Capilla Sagrada. El misal que ha tomado a la noche, me cuesta bastante atender al párroco, ya que las impresionantes vidrieras distraen mi atención.
Cómo la mano del hombre puede haber creado algo tan hermoso y conmovedor, pequeña por un momento me siento. Éste es el lugar que mi cita siempre me pide, donde debo de entregarle la prenda de dolor y sangre, siempre me ha parecido casi sobrenatural y sin necesidad de ser mancilla tal y como he hecho en días atrás.
Hoy tenemos pocas almas devotas, me tendré que conformar con dos parroquianos y el sacerdote que da el misal. Mala suerte para ellos, para mí la resolución de mi problema.
La pequeña masacre comienza sin problemas, a la sangre derrama todo mi cuerpo, mi mano es firme en sus ejecuciones. Los primeros apenas resisten, el último, fuerza conmigo desgarrando mis ropas y desordenando mis cabellos, pero finalmente termino el trabajo.
Luego viene esa sensación que bien conozco, me siento mejor… Mi vitalidad se eleva. He ganado tiempo al entregar más almas. Es mi pacto, mi obligación de sangre.
Pero toda energía tomada de forma extrema y veloz trae consigo consecuencias, me siento en el suelo, estoy aturdida y mareada. Efectos secundarios al adaptarme a lo que no me corresponde.
Un sonido delata nuevos pasos, no tengo excusa sobre lo que he hecho, pero mi mente formula una perfecta excusa. El problema es que el rostro con el que me encuentro no es el que yo esperaba para nada.
Mis ojos violetas lo miran sin poder creérselo. Vine a por él a París, y eso es lo que único que tiene que saberse.
Svanur- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Dejo de nuevo el vaso tras apurar su contenido, aun no es suficiente, voy a necesitar más o de otra cosa. Hay que admitir que si mi cuerpo no fuese tan menudo aguantaría con más endereza el alcohol, el problema es que no hemos elegido cualquier tipo de “bebida”.
Garganta que arde, sigue sin creerme. Es una media verdad, técnicamente cuando cumplí hace demasiados años la edad que aparento, deberían haberme asignado una familia para su “plañidera” hasta el día de mi muerte. El problema es que decidí ser la necia que fui y arrojarme al canal con vista de acabar con mi vida. Y todo por una estúpida historia de amor.
-Tengo más resistencia de lo que crees, “pequeño”. -Le coloco mis piernas encima de las suyas perdiendo las formas por completo. -Y no te preocupes, no necesito que me creas… Me importa un comino tu opinión y lo que pienses, tengo una misión y un cometido aquí. -Mi voz denota seguridad y mis ojos le desafían, todo el miedo que antes mostraba parece haberse nublado por las copas que llevo encima. -Y “nadie” me lo va a impedir, ni tú, ni tu hechicero cuervo…
Él se aproxima demasiado y mis violetas desvían la mirada a su boca, es tentador y provocativo. Un chulo, ¿por qué no decirlo? Está acostumbrado a tener a las mujeres detrás de sus pasos seguramente, pero yo no soy cualquier mujer, y no vengo a divertirme. Es más, dudo que él sea capaz de divertirme de ese modo o satisfacerme, todos los hombres son iguales y su ego es de lo más alto y grande… Mucho hablar poco demostrar.
Me muerdo los labios con gesto lascivo, y me quedo un rato mirándole a los ojos, es más le devoro con mi mirada y luego suspiro contra los suyos tras dedicarle un lametón y de nuevo dejarme caer sobre el sillón separándome.
-A mi marido no le haría gracia… -Observo su gesto de incredulidad, no llevo alianza, es más el lance a aquel canal cuyas aguas me envolvieron. En ésta época sé que él estaba aún vivo, es un viejo decrepito al que seguro que ni se le levanta. Merecido tiene por haberme roto el corazón y haberme engañado de aquel modo… Hasta que la muerte nos separé, y sé que él se irá pronto. -... Sigue en ese camino, nunca ames a una mujer. Te convertirá en su “juguete”.
No disimulo el odio que en mi reside en aquellas palabras que me saben amargas, él me rompió el corazón, lo di todo por él y renuncié a demasiado.
Tira de mí y me sube, levanto mi vestido envolviendo sus piernas t yo acoplo mis piernas quedando a horcajadas sobre él. Siento que mi cuerpo le excita, se hace evidente. Tal vez consiga dominar la situación esta vez, porque de repente y no sé si es por todo lo que llevo encima, estoy más tranquila y desinhibida.
- Dame. -Le ordeno y me acerca la pipa y tomó una calada. El olor a opiáceos choca contra mi piel y me embriaga, inclino mi rostro mi boca roza la suya, la entreabro y dejo escapar un leve gemido, mientras mis manos bajo la falda se cuelan entre sus pantalones, con discreción comienzo a tocarle. -¿Quieres?
Garganta que arde, sigue sin creerme. Es una media verdad, técnicamente cuando cumplí hace demasiados años la edad que aparento, deberían haberme asignado una familia para su “plañidera” hasta el día de mi muerte. El problema es que decidí ser la necia que fui y arrojarme al canal con vista de acabar con mi vida. Y todo por una estúpida historia de amor.
-Tengo más resistencia de lo que crees, “pequeño”. -Le coloco mis piernas encima de las suyas perdiendo las formas por completo. -Y no te preocupes, no necesito que me creas… Me importa un comino tu opinión y lo que pienses, tengo una misión y un cometido aquí. -Mi voz denota seguridad y mis ojos le desafían, todo el miedo que antes mostraba parece haberse nublado por las copas que llevo encima. -Y “nadie” me lo va a impedir, ni tú, ni tu hechicero cuervo…
Él se aproxima demasiado y mis violetas desvían la mirada a su boca, es tentador y provocativo. Un chulo, ¿por qué no decirlo? Está acostumbrado a tener a las mujeres detrás de sus pasos seguramente, pero yo no soy cualquier mujer, y no vengo a divertirme. Es más, dudo que él sea capaz de divertirme de ese modo o satisfacerme, todos los hombres son iguales y su ego es de lo más alto y grande… Mucho hablar poco demostrar.
Me muerdo los labios con gesto lascivo, y me quedo un rato mirándole a los ojos, es más le devoro con mi mirada y luego suspiro contra los suyos tras dedicarle un lametón y de nuevo dejarme caer sobre el sillón separándome.
-A mi marido no le haría gracia… -Observo su gesto de incredulidad, no llevo alianza, es más el lance a aquel canal cuyas aguas me envolvieron. En ésta época sé que él estaba aún vivo, es un viejo decrepito al que seguro que ni se le levanta. Merecido tiene por haberme roto el corazón y haberme engañado de aquel modo… Hasta que la muerte nos separé, y sé que él se irá pronto. -... Sigue en ese camino, nunca ames a una mujer. Te convertirá en su “juguete”.
No disimulo el odio que en mi reside en aquellas palabras que me saben amargas, él me rompió el corazón, lo di todo por él y renuncié a demasiado.
Tira de mí y me sube, levanto mi vestido envolviendo sus piernas t yo acoplo mis piernas quedando a horcajadas sobre él. Siento que mi cuerpo le excita, se hace evidente. Tal vez consiga dominar la situación esta vez, porque de repente y no sé si es por todo lo que llevo encima, estoy más tranquila y desinhibida.
- Dame. -Le ordeno y me acerca la pipa y tomó una calada. El olor a opiáceos choca contra mi piel y me embriaga, inclino mi rostro mi boca roza la suya, la entreabro y dejo escapar un leve gemido, mientras mis manos bajo la falda se cuelan entre sus pantalones, con discreción comienzo a tocarle. -¿Quieres?
Svanur- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Parece que el alcohol la envalentona pues ahora sus respuestas son mordaces, nuestros ojos se buscan desafiantes y nuestros labios logran el efecto deseado, acaparar la atención del adversario.
Duelo de egos, titanes incapaces de seguirse el juego.
De nuevo sus palabras parecen decididas a dar un giro a la historia, ahora nombra a un marido, esta mujer no deja de sorprenderme, primero va a ser destinada a una familia y después saca un marido de sus faldas.
Ladeo la sonrisa con picardia llevando la pipa a mis labios, doy una calada y dejo que mi cabeza se apoyé en el respaldo del sofá dejando salir el humo negro lentamente.
-Te contaré un secreto -dejo escapar una risa ebria que empuja el vaho negro que queda en mis pulmones -no soy un hombre celoso, al menos no con lo que no me importa.
Mi sinceridad resulta abrumadora, mas a decir verdad, en estos temas tiendo a serlo o en todo caso peco mas por exceso que por defecto.
Puede que guarde mis sentimientos, mas cuando no los tengo no me importa gritarlo a los cuatro vientos, la deseo, también ella a mi, por esos su caderas bailan contra mi hombría, por eso sus labios encienden los míos y por eso esta montada sobre mi a horcajadas mas sobra decir que ni me ama ni la amo, que importa el amor cuando podemos darnos un buen revolcon.
No disimula el odio que nos tiene a los hombres, parece resentida y se lo que es que el odio corroa tu corazón, enarcó una ceja, eso la convierte en un ser peligroso, irracional y se que he de ir con cuidado pues no dudará en hundir su daga en mi pecho a la primera de cambio.
-No tengo nada en contra del amor, tampoco a favor -respondo con sinceridad -simplemente no esta hecho para mi.
Quizás es el alcohol lo que me fuerza a sincerarme con ella, los opiaceos que empiezan a embotarme y de nuevo doy una calada de la pipa dejando que el aire oscurecido muera en sus labios, mas no los tomo, ni los rozo siquiera.
-La guerra me tiene bastante ocupado para dar paseos por los jardines de palacio conquistando a damas, supongo que soy mas de antros y de mujeres casadas.
Sus ojos se abren hundiéndose en los mios al verme sonreír con picardia, sabe que lo he dicho por ella y mi poca vergüenza hace que golpeé mi pecho con cierto deje molesto que pronto se convierte en risa y que es acompañada por la mía con complicidad.
Tomo su nuca y la acercó a mi, ese quieres es tentador y mi respuesta viene dada cuando entreabro los labios para acoger lo que me da, mas drogas y su lengua que serpentea confusa con la mía dejando el humo negro escapar.
Nuestras respiraciones se entrecortan cuando casi al unisono nuestras manos se pierden por debajo de sus faldas, disimulados buscamos el sexo ajeno, estamos bastante excitados, es un hecho por como nuestras pupilas se dilatan y nuestros alientos implosionan en el del otro despertando roncos jadeos .
Dos de mis dedos recorren cada pliegue de su sexo, acarician con las yemas su clítoris, esta mojada, demasiado como para no reconocer que soy exactamente lo que andaba buscando.
Un gemido se le escapa cuando mis dedos se hunden en su vagina, las paredes del laberinto me atrapan, me calcinan. Jadeo contra su boca al sentir como mi piel sube y baja, sus dedos me sacuden el mástil con disimulo.
Duelo de egos, titanes incapaces de seguirse el juego.
De nuevo sus palabras parecen decididas a dar un giro a la historia, ahora nombra a un marido, esta mujer no deja de sorprenderme, primero va a ser destinada a una familia y después saca un marido de sus faldas.
Ladeo la sonrisa con picardia llevando la pipa a mis labios, doy una calada y dejo que mi cabeza se apoyé en el respaldo del sofá dejando salir el humo negro lentamente.
-Te contaré un secreto -dejo escapar una risa ebria que empuja el vaho negro que queda en mis pulmones -no soy un hombre celoso, al menos no con lo que no me importa.
Mi sinceridad resulta abrumadora, mas a decir verdad, en estos temas tiendo a serlo o en todo caso peco mas por exceso que por defecto.
Puede que guarde mis sentimientos, mas cuando no los tengo no me importa gritarlo a los cuatro vientos, la deseo, también ella a mi, por esos su caderas bailan contra mi hombría, por eso sus labios encienden los míos y por eso esta montada sobre mi a horcajadas mas sobra decir que ni me ama ni la amo, que importa el amor cuando podemos darnos un buen revolcon.
No disimula el odio que nos tiene a los hombres, parece resentida y se lo que es que el odio corroa tu corazón, enarcó una ceja, eso la convierte en un ser peligroso, irracional y se que he de ir con cuidado pues no dudará en hundir su daga en mi pecho a la primera de cambio.
-No tengo nada en contra del amor, tampoco a favor -respondo con sinceridad -simplemente no esta hecho para mi.
Quizás es el alcohol lo que me fuerza a sincerarme con ella, los opiaceos que empiezan a embotarme y de nuevo doy una calada de la pipa dejando que el aire oscurecido muera en sus labios, mas no los tomo, ni los rozo siquiera.
-La guerra me tiene bastante ocupado para dar paseos por los jardines de palacio conquistando a damas, supongo que soy mas de antros y de mujeres casadas.
Sus ojos se abren hundiéndose en los mios al verme sonreír con picardia, sabe que lo he dicho por ella y mi poca vergüenza hace que golpeé mi pecho con cierto deje molesto que pronto se convierte en risa y que es acompañada por la mía con complicidad.
Tomo su nuca y la acercó a mi, ese quieres es tentador y mi respuesta viene dada cuando entreabro los labios para acoger lo que me da, mas drogas y su lengua que serpentea confusa con la mía dejando el humo negro escapar.
Nuestras respiraciones se entrecortan cuando casi al unisono nuestras manos se pierden por debajo de sus faldas, disimulados buscamos el sexo ajeno, estamos bastante excitados, es un hecho por como nuestras pupilas se dilatan y nuestros alientos implosionan en el del otro despertando roncos jadeos .
Dos de mis dedos recorren cada pliegue de su sexo, acarician con las yemas su clítoris, esta mojada, demasiado como para no reconocer que soy exactamente lo que andaba buscando.
Un gemido se le escapa cuando mis dedos se hunden en su vagina, las paredes del laberinto me atrapan, me calcinan. Jadeo contra su boca al sentir como mi piel sube y baja, sus dedos me sacuden el mástil con disimulo.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Una calada compartida, el humo sale por mi nariz. No soy inexperta en este campo, he tenido mis años que casi me hago adicta, cuando aún sentía el corazón latir en mi pecho y me molestaba, como si tuviese un parásito desgarrándome por dentro y agotando mi ánimo haciéndome demasiado débil.
Ahora mi corazón es hielo, y aún tengo que trabajar eso de carecer del sentir, pero lo voy llevando bien. Ojalá el tiempo pudiese arrancarlo todo, y dejar de sentir este profundo dolor que me aprisiona.
-Está bien, poniendo las cosas claras desde el principio. -Le afirmo mordiéndome el labio, mientras mi mano continúa masajeándole lentamente de un modo provocador, pero intenso. -Tranquilo, si mi marido lo es, me importa un bledo… Me arriesgaré. -Mi voz es apetecible sobre su piel.
No ha dejado escapar el detalle de que estoy casada, más estoy hablando de la cuenta. Ese tipo de cosas son privadas, pero tengo la razón nublada y me dejo llevar por el momento y lo que me apetece. No pienso demasiado mis acciones, ni mido mis palabras, yo también tengo mis necesidades.
-Pues ya tenemos mucho en común, el problema es que yo si tengo algo en contra del amor. -Soy sincera, no evito mostrar que estoy despechada y recentina, pero tengo grandes motivos. Mi marido quería mi dinero, mi marido arruinó a mi familia, mi marido me engañaba con otras mujeres… -No me acuesto con desconocidos… -Mis ojos violetas le miran llenos de dudas e inseguridades; me he metido en esto yo sola y creo que no hay marcha atrás.
No le regalo ni una caricia de mis labios. Bromea y no, sobre mi estado, sobre el sentido del amor, soy consciente de su concepto con las mujeres y su descaro, sé lo que quiere y yo quiero conseguir su confianza, tal vez éste sea el modo y manera. Ofrecerme a él y luego ofrecerle un techo seguro como estancia, ahora sé supone que somos socios, mientras más cerca lo tengo más cerca estoy de acabar con su vida. El problema reside en que me estoy empezando a perder, y sus manos acariciantes me están haciendo desprenderme el control de la situación.
Miro de soslayo a los seres que tengo a mi alrededor, intento ser discreta ocultando lo evidente, cuando estamos actuando de un modo contrario.
Humedezco mis propios labios, intento contener con jadeos, los gemidos que se quieren escapar de mi garganta. Mis caderas buscan que intensifique sus caricias, y lo reflejo aumentando el ritmo y movimiento contra su cuerpo.
Es extraño, me esta gustando, demasiado, nunca otro hombre me había tocado de ese modo.
Apoyo mi mente contra su hombro, y resoplo por culpa de toda la contención que siento. Lo admito me avergüenza hacerlo en un momento y con tantos ojos indiscretos, pero por otra parte me empiezo a relajar.
Ahora mi corazón es hielo, y aún tengo que trabajar eso de carecer del sentir, pero lo voy llevando bien. Ojalá el tiempo pudiese arrancarlo todo, y dejar de sentir este profundo dolor que me aprisiona.
-Está bien, poniendo las cosas claras desde el principio. -Le afirmo mordiéndome el labio, mientras mi mano continúa masajeándole lentamente de un modo provocador, pero intenso. -Tranquilo, si mi marido lo es, me importa un bledo… Me arriesgaré. -Mi voz es apetecible sobre su piel.
No ha dejado escapar el detalle de que estoy casada, más estoy hablando de la cuenta. Ese tipo de cosas son privadas, pero tengo la razón nublada y me dejo llevar por el momento y lo que me apetece. No pienso demasiado mis acciones, ni mido mis palabras, yo también tengo mis necesidades.
-Pues ya tenemos mucho en común, el problema es que yo si tengo algo en contra del amor. -Soy sincera, no evito mostrar que estoy despechada y recentina, pero tengo grandes motivos. Mi marido quería mi dinero, mi marido arruinó a mi familia, mi marido me engañaba con otras mujeres… -No me acuesto con desconocidos… -Mis ojos violetas le miran llenos de dudas e inseguridades; me he metido en esto yo sola y creo que no hay marcha atrás.
No le regalo ni una caricia de mis labios. Bromea y no, sobre mi estado, sobre el sentido del amor, soy consciente de su concepto con las mujeres y su descaro, sé lo que quiere y yo quiero conseguir su confianza, tal vez éste sea el modo y manera. Ofrecerme a él y luego ofrecerle un techo seguro como estancia, ahora sé supone que somos socios, mientras más cerca lo tengo más cerca estoy de acabar con su vida. El problema reside en que me estoy empezando a perder, y sus manos acariciantes me están haciendo desprenderme el control de la situación.
Miro de soslayo a los seres que tengo a mi alrededor, intento ser discreta ocultando lo evidente, cuando estamos actuando de un modo contrario.
Humedezco mis propios labios, intento contener con jadeos, los gemidos que se quieren escapar de mi garganta. Mis caderas buscan que intensifique sus caricias, y lo reflejo aumentando el ritmo y movimiento contra su cuerpo.
Es extraño, me esta gustando, demasiado, nunca otro hombre me había tocado de ese modo.
Apoyo mi mente contra su hombro, y resoplo por culpa de toda la contención que siento. Lo admito me avergüenza hacerlo en un momento y con tantos ojos indiscretos, pero por otra parte me empiezo a relajar.
Svanur- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Alaba mi sinceridad, algo que me hace nuevamente sonreír, porque no serlo, apenas somos dos desconocidos que se desean, mas ella vive resentida con el amor, como si este calcinara, yo simplemente vivo...he pasado toda mi vida aprendiendo a matar, se follar pero no amar.
Y si alguna vez amé, es mejor olvidar.
Nuestras bocas siguen enzarzadas en un duelo de humo negro, la paladeo con intensidad al ritmo que mis dedos se mueven en su húmedo interior, jadea y yo entreabro la boca para acoger esa placentera sensación.
Se oye el movimiento de nuestros cuerpos buscándose, parecen desear bailar unidos y en otra posición, mas allí seguimos, mirándonos de frente completamente necesitados de dar mas pasos, acariciándonos el uno al otro, devorándonos entre gemidos que se tornan fuego y cada vez son mas intensos.
Esta claro que le da igual estar casada, al parecer ese hombre la traiciono y es el culpable de su odio, no le pregunto por su historia, a decir verdad no me importa, no ahora que su mano me hace rozar el infierno aumentando el ritmo.
-Shhhhh -susurró contra su boca cuando su frente queda apoyada en mi hombro. Los dos estamos ya muy excitados, demasiado.
Meto un tercer dedo que la hace abrir los ojos y fundirlos en los miso, sus gruñidos se escapan salvajes mi boca busca acallarlos, mas ella también acaricia mi glande con la yema de los dedos, para después torturar mi frenillo y volver a incrementar el ritmo.
Enredamos nuestras lenguas rudamente, jadeando, no creo que la gente no sea capaz de darse cuenta de la fiesta que se produce por debajo de la falda de la dama.
Entre otras porque sus caderas me calcinan, me buscan y me encuentran, los dos estamos completamente embriagados del otro y ahora ya no hablamos solo nos dejamos llevar por el placer, el deseo y los jadeos que contra la boca del otro se encuentran entre rudos mordiscos y lenguas que todo lo arrasan sin darse tregua.
-Bebamos un poco -le pido una tregua con los ojos turbios por las drogas el alcohol y el deseo.
Ambos estamos al borde de corrernos y nuestros cuerpos parecen que eso es lo que buscan.
Sonreímos uno frente al otro, relamemos nuestros labios resecos por la intensidad con la que el aire entra y sale de nuestras bocas.
Tomo el vaso con mi mano y vierto su contenido en mi boca, boca que ataja la distancia contra la suya y la invita a beber de ella dejando que el liquido verde la queme como mis dedos la calcinan con sus movimientos.
Doy otro trago, este para mi, necesitado, de nuevo sus dedos acarician con brusquedad mi miembro mientras trago.
Nos miramos con intensidad, su pecho busca el mio, cintura que se arquea y saco mis dedos para apartar mi mano metiéndosela entera.
Gruñe por el cambio, jadea con fuerza y yo tiro la cabeza hacia atrás cerrando los ojos para sentir como me monta.
Mis manos en sus nalgas, guio sus rápidos movimientos, bocas que colisionan, ya no hay nadie a nuestro alrededor y si lo hay ambos estamos demasiado perdidos, borrachos y drogados para darnos cuenta.
Y si alguna vez amé, es mejor olvidar.
Nuestras bocas siguen enzarzadas en un duelo de humo negro, la paladeo con intensidad al ritmo que mis dedos se mueven en su húmedo interior, jadea y yo entreabro la boca para acoger esa placentera sensación.
Se oye el movimiento de nuestros cuerpos buscándose, parecen desear bailar unidos y en otra posición, mas allí seguimos, mirándonos de frente completamente necesitados de dar mas pasos, acariciándonos el uno al otro, devorándonos entre gemidos que se tornan fuego y cada vez son mas intensos.
Esta claro que le da igual estar casada, al parecer ese hombre la traiciono y es el culpable de su odio, no le pregunto por su historia, a decir verdad no me importa, no ahora que su mano me hace rozar el infierno aumentando el ritmo.
-Shhhhh -susurró contra su boca cuando su frente queda apoyada en mi hombro. Los dos estamos ya muy excitados, demasiado.
Meto un tercer dedo que la hace abrir los ojos y fundirlos en los miso, sus gruñidos se escapan salvajes mi boca busca acallarlos, mas ella también acaricia mi glande con la yema de los dedos, para después torturar mi frenillo y volver a incrementar el ritmo.
Enredamos nuestras lenguas rudamente, jadeando, no creo que la gente no sea capaz de darse cuenta de la fiesta que se produce por debajo de la falda de la dama.
Entre otras porque sus caderas me calcinan, me buscan y me encuentran, los dos estamos completamente embriagados del otro y ahora ya no hablamos solo nos dejamos llevar por el placer, el deseo y los jadeos que contra la boca del otro se encuentran entre rudos mordiscos y lenguas que todo lo arrasan sin darse tregua.
-Bebamos un poco -le pido una tregua con los ojos turbios por las drogas el alcohol y el deseo.
Ambos estamos al borde de corrernos y nuestros cuerpos parecen que eso es lo que buscan.
Sonreímos uno frente al otro, relamemos nuestros labios resecos por la intensidad con la que el aire entra y sale de nuestras bocas.
Tomo el vaso con mi mano y vierto su contenido en mi boca, boca que ataja la distancia contra la suya y la invita a beber de ella dejando que el liquido verde la queme como mis dedos la calcinan con sus movimientos.
Doy otro trago, este para mi, necesitado, de nuevo sus dedos acarician con brusquedad mi miembro mientras trago.
Nos miramos con intensidad, su pecho busca el mio, cintura que se arquea y saco mis dedos para apartar mi mano metiéndosela entera.
Gruñe por el cambio, jadea con fuerza y yo tiro la cabeza hacia atrás cerrando los ojos para sentir como me monta.
Mis manos en sus nalgas, guio sus rápidos movimientos, bocas que colisionan, ya no hay nadie a nuestro alrededor y si lo hay ambos estamos demasiado perdidos, borrachos y drogados para darnos cuenta.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Es una mezcla extraña, no sé si es por culpa del alcohol, las drogas o porque estoy demasiado excitada… Pero me siento turbada y abrumada al mismo tiempo.
Quiero más… Que me dé más… Quiero deshacerme de todo lo que llevo y demás.
Sé que nos están mirando, estamos rodeados de peligrosos depredadores y probablemente nuestro aroma desprenda la excitación el deseo del sexo. Mi pensamiento nublado evoca esos ojos, y me da la sensación que ser consciente de ello hace que sienta una gran vergüenza, pero a la vez me provoque más, al romper ciertos límites sociales.
-No te detengas… -Le digo en un hilo de voz, intento reprimir mis gemidos, no quiero montar allí un jaleo que estaría dispuesto a desatar. Yo soy discreta y calmada en este tipo de asuntos. No solo follarme un desconocido en un lugar público y con atentas miradas. No va conmigo, pero aquí estoy pidiéndole que no pare, que lo haga más intenso y que vaya hasta otro extremo.
Mis labios pronuncian un quejido al sentirle entrar en mí, justo en el momento que siento que me calcino por dentro que empiezo a irme, pero aquella mínima pausa ha hecho que el momento se detenga y se ralentice.
Le muerdo la barbilla, le sonrío tímida y le miro con complicidad, como si ambos solo fuésemos conscientes de compartir una travesura casi inocente, pero que no lo es por lo lascivo del acto.
Él me pide un momento de calma, más bebo el contenido de su boca y aquel que se desliza por su piel, lo lamo con blasfemia, no quiero desaprovechar ni una gota, ni aquella que por su cuello se ha dejado marchar. Labios que acarician y marcan su piel con la ferocidad de mis dientes.
-Mmmm… -No puedo evitar pronunciar. Mis ojos violetas son vidriosos le desean y la vez le destruiría ahora mismo. Mis caderas son pausadas, pero a la vez quiero sentirle hundirse en mí con profundidad aumentando bajo aquella falda el ritmo sin demasiado disimulo.
Siento sus manos aferrarse a mis nalgas, las aprieta y él me pide más. Su gesto es extasiado lo tengo a mi merced, sé que a punto de llegar.
Atrapo su boca para callar el roncar de sus jadeos, y mi lengua le desafía en un duelo sin tregua.
Éste hombre me está volviendo loca, y me está desviando de mi cometido. Ahora todo sería tan fácil como… ¿En qué momento he llegado a sacar mi daga?
Sí, no sé cómo lo he hecho, pero la he sacado de mi liguero, la tengo con fuerza en mi mano. Mis caderas furiosas han roto el ritmo calmado y se dejan llevar por el frenesí.
Es el momento, debería hacerlo ya, la punta de la daga sobre su corazón y el sacrificio finalizado, otra ofrenda más, y él nunca me matará como he visto en mi visión… Pero….
-Aaaahhhh....
No… Un gemido que se me escapa. Me aferro a su cuerpo, me rindo a él, me pierdo en él, estoy aturdida, confundida, me voy... Éste éxtasis que hacía tiempo que no sentía. Me mi vientre se consume, mis caderas se ralentizan poco a poco… Me dejo perder…
No sabrá nada del amor, pero de follar, algo sí.
Quiero más… Que me dé más… Quiero deshacerme de todo lo que llevo y demás.
Sé que nos están mirando, estamos rodeados de peligrosos depredadores y probablemente nuestro aroma desprenda la excitación el deseo del sexo. Mi pensamiento nublado evoca esos ojos, y me da la sensación que ser consciente de ello hace que sienta una gran vergüenza, pero a la vez me provoque más, al romper ciertos límites sociales.
-No te detengas… -Le digo en un hilo de voz, intento reprimir mis gemidos, no quiero montar allí un jaleo que estaría dispuesto a desatar. Yo soy discreta y calmada en este tipo de asuntos. No solo follarme un desconocido en un lugar público y con atentas miradas. No va conmigo, pero aquí estoy pidiéndole que no pare, que lo haga más intenso y que vaya hasta otro extremo.
Mis labios pronuncian un quejido al sentirle entrar en mí, justo en el momento que siento que me calcino por dentro que empiezo a irme, pero aquella mínima pausa ha hecho que el momento se detenga y se ralentice.
Le muerdo la barbilla, le sonrío tímida y le miro con complicidad, como si ambos solo fuésemos conscientes de compartir una travesura casi inocente, pero que no lo es por lo lascivo del acto.
Él me pide un momento de calma, más bebo el contenido de su boca y aquel que se desliza por su piel, lo lamo con blasfemia, no quiero desaprovechar ni una gota, ni aquella que por su cuello se ha dejado marchar. Labios que acarician y marcan su piel con la ferocidad de mis dientes.
-Mmmm… -No puedo evitar pronunciar. Mis ojos violetas son vidriosos le desean y la vez le destruiría ahora mismo. Mis caderas son pausadas, pero a la vez quiero sentirle hundirse en mí con profundidad aumentando bajo aquella falda el ritmo sin demasiado disimulo.
Siento sus manos aferrarse a mis nalgas, las aprieta y él me pide más. Su gesto es extasiado lo tengo a mi merced, sé que a punto de llegar.
Atrapo su boca para callar el roncar de sus jadeos, y mi lengua le desafía en un duelo sin tregua.
Éste hombre me está volviendo loca, y me está desviando de mi cometido. Ahora todo sería tan fácil como… ¿En qué momento he llegado a sacar mi daga?
Sí, no sé cómo lo he hecho, pero la he sacado de mi liguero, la tengo con fuerza en mi mano. Mis caderas furiosas han roto el ritmo calmado y se dejan llevar por el frenesí.
Es el momento, debería hacerlo ya, la punta de la daga sobre su corazón y el sacrificio finalizado, otra ofrenda más, y él nunca me matará como he visto en mi visión… Pero….
-Aaaahhhh....
No… Un gemido que se me escapa. Me aferro a su cuerpo, me rindo a él, me pierdo en él, estoy aturdida, confundida, me voy... Éste éxtasis que hacía tiempo que no sentía. Me mi vientre se consume, mis caderas se ralentizan poco a poco… Me dejo perder…
No sabrá nada del amor, pero de follar, algo sí.
Svanur- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
No hay tregua en el incesante baile del demonio, su boca apresa mis labios para acallar mis rugidos, sonríe, ambos estamos rozando el infierno.
Como en el baile de los siete velos sus caderas se mueven de un modo asombroso, bajo la falda las llamas quiebran los maderos.
Lenguas que serpentean contra la otra, paladeamos el sabor de la droga, del alcohol y de nosotros mismos, combinación deliciosa que nos vuelve locos haciendo que aumente el ritmo.
Por el rabillo del ojo la veo sacar la daga, estoy todo lo atento que mi vidriosa mirada puede estarlo en este momento en el que estoy a punto de esparcir mi simiente en su interior.
Mis esmeraldas la buscan, sus ojos violeta, raros, inusuales y ahora suplicantes, me encuentran. De nuevo nuestras bocas arden, olvido la daga y su peligroso filo solo su cuerpo moviéndose bruscamente contra el mio importa en este momento.
Gruñe sintiendo el éxtasis estallar en su interior, sus paredes me atrapan, envuelven mi miembro palpitando contra él.
Jadeo contra su boca cuando cae lánguida sobre mi cuerpo, ofrecida a mi, mis manos empujan sus caderas hacia abajo metiendola hasta el fondo, siento una sacudida, mi virilidad explota, se esparce dentro de ella.
Su boca busca la mía, acalla mis gruñidos roncos, me calma con su lengua y sus dedos se pasean lentos por mi nuca enredando el pelo de esta.
Aun sujeta la daga, mas lo hace de forma inofensiva como si ahora alzarla le supusiera la mayor condena de su vida.
Ladeo mi sonrisa, mis ojos se achican ligeramente y de nuevo busco su boca sediento de beber de ella.
-Creo que por hoy no la vas a necesitar -bromeo indicándole con la cabeza el arma que sustenta -dejemoslo para mañana.
Puede que no entienda que me tome en cierto modo a broma a la parca y su oz, mas soy un guerrero he estado tantas veces al filo de esta que se mirarla a los ojos y hoy sus ojos me dicen que no seria capaz de hundir dicha arma en piel. Puede que sea una mentirosa, una asesina quizás, mas aun estoy dentro de ella, sus caderas se mueven buscando sentirme en su interior.
Puede que odia el amor, mas no me odia a mi, no ahora, eso lo puedo sentir.
Alargo la mano y tomo la botella sirviendo de nuevo dos vasos, acaricio mi nariz con al ajena de forma cómplice y le tiendo uno a la dama impactando después sendos cristales.
-Skol -apunto llevándolo a mis labios para apurarlo de un trago y golpear con su culo la mesa.
-¿entonces?...- hago una pequeña pausa relamiendo mis labios y las gotas que sobre estos han quedado -¿quieres volver al hotel o que sigamos pasándolo bien? ¿alguna nueva idea ahora que ya vamos borrachos y colocados?
Nuestras miradas turbias se encuentran cuando la dama sale despacio recolocandose la ropa interior, hago lo propio con mi hombría que enfundo en mis pantalones y de nuevo sonreímos de forma cómplice como si allí nada hubiera pasado.
Doy otra calada mientras espero a que la dama se decida, claro que si decidimos ir a otro lugar primero tendremos que poder levantarnos del sofá y eso para ella va a suponer un reto.
Como en el baile de los siete velos sus caderas se mueven de un modo asombroso, bajo la falda las llamas quiebran los maderos.
Lenguas que serpentean contra la otra, paladeamos el sabor de la droga, del alcohol y de nosotros mismos, combinación deliciosa que nos vuelve locos haciendo que aumente el ritmo.
Por el rabillo del ojo la veo sacar la daga, estoy todo lo atento que mi vidriosa mirada puede estarlo en este momento en el que estoy a punto de esparcir mi simiente en su interior.
Mis esmeraldas la buscan, sus ojos violeta, raros, inusuales y ahora suplicantes, me encuentran. De nuevo nuestras bocas arden, olvido la daga y su peligroso filo solo su cuerpo moviéndose bruscamente contra el mio importa en este momento.
Gruñe sintiendo el éxtasis estallar en su interior, sus paredes me atrapan, envuelven mi miembro palpitando contra él.
Jadeo contra su boca cuando cae lánguida sobre mi cuerpo, ofrecida a mi, mis manos empujan sus caderas hacia abajo metiendola hasta el fondo, siento una sacudida, mi virilidad explota, se esparce dentro de ella.
Su boca busca la mía, acalla mis gruñidos roncos, me calma con su lengua y sus dedos se pasean lentos por mi nuca enredando el pelo de esta.
Aun sujeta la daga, mas lo hace de forma inofensiva como si ahora alzarla le supusiera la mayor condena de su vida.
Ladeo mi sonrisa, mis ojos se achican ligeramente y de nuevo busco su boca sediento de beber de ella.
-Creo que por hoy no la vas a necesitar -bromeo indicándole con la cabeza el arma que sustenta -dejemoslo para mañana.
Puede que no entienda que me tome en cierto modo a broma a la parca y su oz, mas soy un guerrero he estado tantas veces al filo de esta que se mirarla a los ojos y hoy sus ojos me dicen que no seria capaz de hundir dicha arma en piel. Puede que sea una mentirosa, una asesina quizás, mas aun estoy dentro de ella, sus caderas se mueven buscando sentirme en su interior.
Puede que odia el amor, mas no me odia a mi, no ahora, eso lo puedo sentir.
Alargo la mano y tomo la botella sirviendo de nuevo dos vasos, acaricio mi nariz con al ajena de forma cómplice y le tiendo uno a la dama impactando después sendos cristales.
-Skol -apunto llevándolo a mis labios para apurarlo de un trago y golpear con su culo la mesa.
-¿entonces?...- hago una pequeña pausa relamiendo mis labios y las gotas que sobre estos han quedado -¿quieres volver al hotel o que sigamos pasándolo bien? ¿alguna nueva idea ahora que ya vamos borrachos y colocados?
Nuestras miradas turbias se encuentran cuando la dama sale despacio recolocandose la ropa interior, hago lo propio con mi hombría que enfundo en mis pantalones y de nuevo sonreímos de forma cómplice como si allí nada hubiera pasado.
Doy otra calada mientras espero a que la dama se decida, claro que si decidimos ir a otro lugar primero tendremos que poder levantarnos del sofá y eso para ella va a suponer un reto.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Extraños los días venideros cuando su último encuentro le supo a amarga despedida.
Consciente de lo imposible, él no pertenece a ese tiempo y volverá en algún momento al lugar que pertenece y ella no está segura que por mucho que tenga relación con su padre éste con ellos. Y más después de lo ocurrido en el norte, después de encontrar aquella espada, no sabe si se perdonarán, pero todo fue por un bien.
Otra noche de tedió en “Il Peccato Nostro”, la copa entre los labios y lo ve entrar muy bien acompañado. Ella no hace notar de su presencia más es observadora de lo que sucede.
Ambos son jóvenes, ambos están lleno de emociones y oportunidades, están vivos… Hablan, ríen, beben, fuman y… Si, y follan, para que disimular ante lo evidente cuando por mucho que quieran esconderlo, en un lugar como aquel lleno de depredadores con olfato fino, el olor a sexo puro y duro.
Si, ahí lo nota, ¿celos? ¿Envidia? Ahí un resquicio en su interior que le… Pica. No puede entenderlo, un sentimiento que enturbia levemente su humor, pero ella apura la copa se levanta con esa elegancia innata y fingida altivez cuando ve que la dama que le acompaña se “recompone”.
Lakme se sienta al lado de Niels sin presentarse, le quita la pipa y le da una calada, el humo dibuja formas en el rostro del joven. Sus ojos pardos y peligrosos le miran con insolencia.
-Creía que te gustaba compartir… -Sus labios finos se aprietan, y finge un tono infantil de reproche mientras señala a la chica de ojos violetas, la mira de un modo lascivo. Se relame y le devuelve la pipa. - ¿Sabes? Me encanta cuando pones esa “cara”. -Sonrisa traviesa mostrando sus colmillos, él debía de enterlo.
Palabras solo compartidas por ambos, gesto íntimo como aquel "no te contengas", pero no se lo iba sugerir con otra que no fuera con ella misma.
Dispuesta a levantarse para dejar a ambos con su pequeña fiesta, o sabe ni si el pequeño Niels, habra sido consciente de su visita con todo lo que lleva encima.
Consciente de lo imposible, él no pertenece a ese tiempo y volverá en algún momento al lugar que pertenece y ella no está segura que por mucho que tenga relación con su padre éste con ellos. Y más después de lo ocurrido en el norte, después de encontrar aquella espada, no sabe si se perdonarán, pero todo fue por un bien.
Otra noche de tedió en “Il Peccato Nostro”, la copa entre los labios y lo ve entrar muy bien acompañado. Ella no hace notar de su presencia más es observadora de lo que sucede.
Ambos son jóvenes, ambos están lleno de emociones y oportunidades, están vivos… Hablan, ríen, beben, fuman y… Si, y follan, para que disimular ante lo evidente cuando por mucho que quieran esconderlo, en un lugar como aquel lleno de depredadores con olfato fino, el olor a sexo puro y duro.
Si, ahí lo nota, ¿celos? ¿Envidia? Ahí un resquicio en su interior que le… Pica. No puede entenderlo, un sentimiento que enturbia levemente su humor, pero ella apura la copa se levanta con esa elegancia innata y fingida altivez cuando ve que la dama que le acompaña se “recompone”.
Lakme se sienta al lado de Niels sin presentarse, le quita la pipa y le da una calada, el humo dibuja formas en el rostro del joven. Sus ojos pardos y peligrosos le miran con insolencia.
-Creía que te gustaba compartir… -Sus labios finos se aprietan, y finge un tono infantil de reproche mientras señala a la chica de ojos violetas, la mira de un modo lascivo. Se relame y le devuelve la pipa. - ¿Sabes? Me encanta cuando pones esa “cara”. -Sonrisa traviesa mostrando sus colmillos, él debía de enterlo.
Palabras solo compartidas por ambos, gesto íntimo como aquel "no te contengas", pero no se lo iba sugerir con otra que no fuera con ella misma.
Dispuesta a levantarse para dejar a ambos con su pequeña fiesta, o sabe ni si el pequeño Niels, habra sido consciente de su visita con todo lo que lleva encima.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/11/2010
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Re: Alas negras [Priv.]
Mis labios aun juegan a provocar los ajenos cuando noto una presencia a mi lado que me arrebata de un tirón la pipa que estoy fumando, me giro sin demasiadas contemplaciones, ebrio mi tempo de reacción es menos y aunque en un principio mi mano ya está en la daga de mi cinto y esta silba sedienta de morder la mano que pronto aprenderá la lección de no tocar lo que es mio.
Me detengo al percatarme que la piel que estoy a punto de atravesar y clavar en aquella mesa es la de una mujer que bien conozco, demasiado a decir verdad.
Maldita la perdición que todo hombre tiene y que ahora se presenta como una visión frente a mis ojos.
-No me importa compartir -aseguró con desdén.
Cierto es que ni me importa que fume de esa pipa con la que dibuja figuras con sus labios contra mi rostro, ni siquiera que tome a la mujer que yo ya he tomado, pues se que para ella solo seria una muesca mas en esa espada imaginaria que carga a sus espaldas.
Relamo mis labios con sabor a alcohol, la mira a ella con lascividad y una punzada de celos se clava en mi, una que disimulo con gran facilidad pues nunca lograra encontrar en mi mirada resquicio de mas sentimiento que el que pueda albergar por una fulana.
Llevo mucho tiempo practicando esa mascara, mis esmeraldas parecen estar opacas, mas la desafían antes de tomar el vaso y apurarlo de un trago frente a sus ojos.
No orillo mi cuerpo al suyo, no es cuestión de respeto, si no porque ya nos despedimos en su momento, todo quedó claro entre ambos y esto solo es un bis de lo ocurrido.
Frio me mantengo en mi sitio, quizás no es lo que quiero, ni lo que necesito, mas si lo que debo y admito que el alcohol que llevo en mi organismo ruge por dentro para que mande a la mierda a mis principios.
Agradezco haber saciado mi apetito hace apenas unos minutos, pues si no otro gallo cantaría en este instante en que sus orbes pardos se centran en los míos y asegura que le gusta esa cara mientras me muestra los colmillos con la sonrisa mas traviesa que jamas le he visto.
-Entonces...-me rio a carcajadas contra sus labios, mas ni los tomo, ni los rozo -¿en que me equivoqué? ¿En ser un niño eterno frente a tus ojos? ¿en ser el hijo de Hoor? ¿O en procesar la religión equivocada? -esa ultima frase sale de mis labios con quina, con rabia y con una dosis de cinismo, también ella sabe porque la digo y así el duelo queda en tablas, ambos con nuestros secretos, ambos con nuestro propio duelo y con un “pudo ser y no fue” que aun rechina frente a nuestros oídos.
Le doy la espalda, todo lo que tenia que decirle esta dicho, puede irse o quedarse, me es indiferente, se que ama a otro hombre y para mi y mi orgullo eso es suficiente.
Tomo la botella y relleno el vaso, el vidrio acapara mis labios y mis ojos se pierden en los violeta dedicándole una sonrisa ladeada.
-¿has tomado ya una decisión? ¿hotel?
Atajo la distancia que separa nuestras bocas y juego cerca de ella a provocarla acariciándola con mi lengua como reclamo de seguir con aquel juego que hemos empezado.
Me detengo al percatarme que la piel que estoy a punto de atravesar y clavar en aquella mesa es la de una mujer que bien conozco, demasiado a decir verdad.
Maldita la perdición que todo hombre tiene y que ahora se presenta como una visión frente a mis ojos.
-No me importa compartir -aseguró con desdén.
Cierto es que ni me importa que fume de esa pipa con la que dibuja figuras con sus labios contra mi rostro, ni siquiera que tome a la mujer que yo ya he tomado, pues se que para ella solo seria una muesca mas en esa espada imaginaria que carga a sus espaldas.
Relamo mis labios con sabor a alcohol, la mira a ella con lascividad y una punzada de celos se clava en mi, una que disimulo con gran facilidad pues nunca lograra encontrar en mi mirada resquicio de mas sentimiento que el que pueda albergar por una fulana.
Llevo mucho tiempo practicando esa mascara, mis esmeraldas parecen estar opacas, mas la desafían antes de tomar el vaso y apurarlo de un trago frente a sus ojos.
No orillo mi cuerpo al suyo, no es cuestión de respeto, si no porque ya nos despedimos en su momento, todo quedó claro entre ambos y esto solo es un bis de lo ocurrido.
Frio me mantengo en mi sitio, quizás no es lo que quiero, ni lo que necesito, mas si lo que debo y admito que el alcohol que llevo en mi organismo ruge por dentro para que mande a la mierda a mis principios.
Agradezco haber saciado mi apetito hace apenas unos minutos, pues si no otro gallo cantaría en este instante en que sus orbes pardos se centran en los míos y asegura que le gusta esa cara mientras me muestra los colmillos con la sonrisa mas traviesa que jamas le he visto.
-Entonces...-me rio a carcajadas contra sus labios, mas ni los tomo, ni los rozo -¿en que me equivoqué? ¿En ser un niño eterno frente a tus ojos? ¿en ser el hijo de Hoor? ¿O en procesar la religión equivocada? -esa ultima frase sale de mis labios con quina, con rabia y con una dosis de cinismo, también ella sabe porque la digo y así el duelo queda en tablas, ambos con nuestros secretos, ambos con nuestro propio duelo y con un “pudo ser y no fue” que aun rechina frente a nuestros oídos.
Le doy la espalda, todo lo que tenia que decirle esta dicho, puede irse o quedarse, me es indiferente, se que ama a otro hombre y para mi y mi orgullo eso es suficiente.
Tomo la botella y relleno el vaso, el vidrio acapara mis labios y mis ojos se pierden en los violeta dedicándole una sonrisa ladeada.
-¿has tomado ya una decisión? ¿hotel?
Atajo la distancia que separa nuestras bocas y juego cerca de ella a provocarla acariciándola con mi lengua como reclamo de seguir con aquel juego que hemos empezado.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Reacción defensiva, daga que rozan sus manos. Más ella no hace ápice de preocuparse, sabe que poco podría hacer contra ella. La propia experiencia debería haberle enseñado que ella no es ni una mujer cualquiera, ni un vampiro de esos que ahora los observan con disimulo.
Tiene debilidades, algún que otro rival a su medida… Pero allí la única persona capaz desafiarla sin temor, y sabiendo que lo único que puede encontrar de ella es una muerte segura esta frente a sus ojos, y encima es un pobre mortal sin más poder o fuerza la que sus manos pueden aportarle.
Este ebrio, colocado… Su boca habla casi por él, no se detiene, y su gesto intenta disimularlo. Lo hace muy bien, es buen actor en su pantomima, pero la última vez que se encontraron ella vio una verdad en sus ojos que por mucho que quisiera ocultar seguía latente, sabía que aquello era difícil de olvidar.
Sonrisa que de sus labios se borra enseguida cuando sus palabras le suenan afiladas y cargadas con lo que le parece… ¿Despecho? ¿Rabia? Mejor que él mismo para saber que allí no puede hacer nada, que no pertenece a ese lugar que debe dejar el mínimo rastro de su presencia.
Sabe que su orgullo está herido, porque él vio en sus ojos aquel resquicio enterrado que ni ella está segura de que sea real, confuso y que en su pecho se orilla en duda.
Le da la espalda, pero ello no lo va a tolerar. Le dedica un educado y amable gesto a la joven de ojos violetas.
-Te lo robo uno segundos… -Tira de su camisa con aquella fuerza extraordinaria y se lo lleva a un rincón un tanto más privado entre dos biombos y lo estampa contra la pared. Le cruza la cara sonoramente.
No le dice nada, pasan los segundos sus ojos son los únicos capaces de decirle algo. Es tristeza, le hiere.
-Aquí veo un hombre que me crea incertidumbres. Te equivocaste de época, de año, Niels… -Su voz es suave, cálida. Es tolerante con respecto a que achaca sus palabras su estado de embriaguez, aunque se imagina la realidad de sus pensamientos, sabe que es profundo. Ella nunca lo ha rechazado de algún modo, ella directamente no ha volcado nada, porque sabe que no debe el primer lugar… No es debido, y luego… Él genera demasiadas dudas en su corazón, haciéndole sentir débil. -Deja de desafiarme de una maldita vez, no sé qué pretendes conseguir. Llegaste aquí demasiado “pronto”, no soy la mujer que conoces desde niño, esa mujer aún no existe.
Le dedica unas leves lágrimas, por mucho que sea un monstruo con bello traje, en su fondo sigue siendo más humana que muchos que pretenden acabar con aquellas supuestas bestias.
-La que se equivocó fui yo, te he empujado a esto. Tal vez tuvieses razón en que no hay que tocar el pasado. -Suspira y desvía su mirada. -Cuando regreses si sigo allí… Supongo que yo recordaré este momento, puedes elegir tus preguntas, tus acciones… ¿Qué son unas décadas de espera? -Pregunta que lanza en el aire, no para él, más para ella que sonríe amarga.
Cierra los ojos con fuerza y pega su frente contra la suya, siente aquel muchacho como una perdición. Luego vienen esas palabras que no entenderá de sus labios porque aquella lengua pereció hace demasiado tiempo, pero puede imaginarse que sentimiento pueden albergar.
Se separa de él, dejando solo su mano sobre su pecho.
-Estas ebrio, no sabes lo que dices… Te esperan, no te metas en líos, no quiero sacarte de ninguno más. Cuida tu maldita vida, -Se retira, le deja irse.
Tiene debilidades, algún que otro rival a su medida… Pero allí la única persona capaz desafiarla sin temor, y sabiendo que lo único que puede encontrar de ella es una muerte segura esta frente a sus ojos, y encima es un pobre mortal sin más poder o fuerza la que sus manos pueden aportarle.
Este ebrio, colocado… Su boca habla casi por él, no se detiene, y su gesto intenta disimularlo. Lo hace muy bien, es buen actor en su pantomima, pero la última vez que se encontraron ella vio una verdad en sus ojos que por mucho que quisiera ocultar seguía latente, sabía que aquello era difícil de olvidar.
Sonrisa que de sus labios se borra enseguida cuando sus palabras le suenan afiladas y cargadas con lo que le parece… ¿Despecho? ¿Rabia? Mejor que él mismo para saber que allí no puede hacer nada, que no pertenece a ese lugar que debe dejar el mínimo rastro de su presencia.
Sabe que su orgullo está herido, porque él vio en sus ojos aquel resquicio enterrado que ni ella está segura de que sea real, confuso y que en su pecho se orilla en duda.
Le da la espalda, pero ello no lo va a tolerar. Le dedica un educado y amable gesto a la joven de ojos violetas.
-Te lo robo uno segundos… -Tira de su camisa con aquella fuerza extraordinaria y se lo lleva a un rincón un tanto más privado entre dos biombos y lo estampa contra la pared. Le cruza la cara sonoramente.
No le dice nada, pasan los segundos sus ojos son los únicos capaces de decirle algo. Es tristeza, le hiere.
-Aquí veo un hombre que me crea incertidumbres. Te equivocaste de época, de año, Niels… -Su voz es suave, cálida. Es tolerante con respecto a que achaca sus palabras su estado de embriaguez, aunque se imagina la realidad de sus pensamientos, sabe que es profundo. Ella nunca lo ha rechazado de algún modo, ella directamente no ha volcado nada, porque sabe que no debe el primer lugar… No es debido, y luego… Él genera demasiadas dudas en su corazón, haciéndole sentir débil. -Deja de desafiarme de una maldita vez, no sé qué pretendes conseguir. Llegaste aquí demasiado “pronto”, no soy la mujer que conoces desde niño, esa mujer aún no existe.
Le dedica unas leves lágrimas, por mucho que sea un monstruo con bello traje, en su fondo sigue siendo más humana que muchos que pretenden acabar con aquellas supuestas bestias.
-La que se equivocó fui yo, te he empujado a esto. Tal vez tuvieses razón en que no hay que tocar el pasado. -Suspira y desvía su mirada. -Cuando regreses si sigo allí… Supongo que yo recordaré este momento, puedes elegir tus preguntas, tus acciones… ¿Qué son unas décadas de espera? -Pregunta que lanza en el aire, no para él, más para ella que sonríe amarga.
Cierra los ojos con fuerza y pega su frente contra la suya, siente aquel muchacho como una perdición. Luego vienen esas palabras que no entenderá de sus labios porque aquella lengua pereció hace demasiado tiempo, pero puede imaginarse que sentimiento pueden albergar.
Se separa de él, dejando solo su mano sobre su pecho.
-Estas ebrio, no sabes lo que dices… Te esperan, no te metas en líos, no quiero sacarte de ninguno más. Cuida tu maldita vida, -Se retira, le deja irse.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Alas negras [Priv.]
De nuevo mis labios rozaban los ajenos cuando sentí que tironeaban de mi camisa desde mis espaldas,la fuerza de esa inmortal no conocía parangón y disculpándose con mi acompañante que tan colocada como yo parecía vivir ante sus ojos una situación surrealista le pidió perdón por acaparar mi presencia por unos momento.
Así llegué hasta una zona mas intima, tras dos biombos donde sin ningún tipo de miramiento me estampo contra la pared haciendo que mi espalda chocara con rudeza en ella. Enarqué una ceja dispuesto a decir alguna sandez que no escapó de mis labios pues una torta me cruzó la cara.
Rugí enrabiado enfrentándola, mi rostro a escasos centímetros del ajeno mientras mis esmeraldas se clavaban en esos ojos pardos que parecían dispuestos a volver a enseñarme la lección no aprendida.
Ladeé la sonrisa dejándome de nuevo caer contra la pared, no era el momento de sermones, mas algo me decía que de este no me iba a librar. La miré con un deje de resignación, uno que pronto cambio, pues al parecer y por primera vez pensaba tocar el tema en cuestión.
Mi mirada turbia se centro en sus labios tratando de asimilar todas y cada una de esas palabras que ahora me dedicaba.
“Te equivocaste de época Niels” casi me echo a reír en su cara, mas no lo hice, solo aporté un comentario que lo decía todo, mas que no explicaría.
-Eres una cobarde.
Cobarde por no ser sincera, porque fuera en el presente, en el futuro e incluso algo me dice que lo fue con mi padre en el pasado, ella siempre lanzaba una bomba de humo que difuminara su presencia para poder salir huyendo.
Ese era el motivo por el que en el futuro nunca había dado un paso hacia ella, porque al hacerlo corría en dirección opuesta.
Se alejaba del norte, de mi y yo ..yo tenia que aprender de nuevo a vivir sin ella.
Ahora hacia lo mismo, su escusa era que no era mi tiempo mas ¿quizás este fuera todo el tiempo que me quedara? Quizás nunca volviera al futuro, quizás muriera en el presente ..muchos quizás en los que no tenia ganas de pensar.
-Eres una cobarde -repetí con desdén.
Cobarde porque era mas fácil decirme que lo elegía a él, esa mascara de preocupación por mi le venia grande, ni la quería, ni la necesitaba.
“Deja de desafiarme...”
Era cierto, ella no era la Lakme que conocía, mas no era muy distinta a ella.
Dejé escapar un suspiro, pestañeé varias veces tratando de centrarme en sus palabras, ebrio, colocado era complicado seguir esta conversación a la que no quería aportar mucho y sin embargo tenia demasiado que decir.
Sentía mi sangre hervir, y me incineró con su siguiente frase, esa que me toco lo mas profundo de mi ser y me desgarro por dentro.
Arrepentimiento, eso leía ahora en la frase en la que aseguraba que ella fue quien se equivoco y de nuevo me escudaba como si yo fuera un niño travieso y ella tuviera que cargar con la responsabilidad de mis actos y no yo.
Apreté los dientes, mi mandíbula se cuadriculo y mi pecho subía y bajaba tan desbocado que por un momento sentí que mi corazón saldría del pecho.
Guardé silencio, no pensaba decir nada sobre eso, se arrepentía de haberse acostado conmigo, bien, podía estar tranquila seria algo que no volvería a pasar.
Alcé mis ojos verdes, desafiantes, oscurecidos por la rabia y por mas que intente convertirlos en opacos se que era capaz de ver el dolor reflejado en ellos.
Su frente se apoyó contra la mía, nuestro aliento choco furioso, ahora me escudaba con que no sabia lo que hacia, mas se equivocaba si lo sabia.
-Cómprame una bonita lapida y llévame flores blancas en invierno -susurré contra sus labios, frase similar a la que ella me dijo.
Con eso creyó dejarme ir, mas se equivocaba fui yo quien la dejo irse a ella.
Cerré los ojos, la pared como punto de apoyo mientras escuchaba los pasos de la inmortal alejándose de mi.
No tardé en escuchar por ende otros pasos orillarse a mi cuerpo, imaginé que los de la hechicera, mas craso mi error pues mi cuerpo quedó encarcelado pronto entre los fríos barrotes de un cuerpo femenino pero gélido como el hielo.
Labios que surcaron mi mandíbula, sus manos se colaron por debajo de mi camisa, ladeé la sonrisa al sentir como los pasos de Lakme se detenían y por el rabillo del ojo vi su cara de preocupación, ella sabia lo que esa vampiresa buscaba de mi, también lo sabia yo, mas ¿me importaba?
La atraje con una mano por la cintura y esta jadeó, posiblemente paladeando ya el olor de mi sangre, colocado, ebrio, era la presa perfecta del depredado.
Ladeé la cabeza dándole acceso mi cuello, por allí paseo su boca sin ningún tipo de miramiento, lengua que dibujo mi yugular, mientras mi boca se entreabría y mis ojos se cerraban con la cabeza recostada en la pared.
Los pasos de Lakme hacia nosotros y en ese preciso momento mis esmeraldas se abrieron desafiantes, saque la daga del cinto y la hundí con rudeza en el pecho de la inmortal que desprevenida como estaba no esperaba de una presa tan drogada reacción alguna. Hice palanca en su esternón abriendo sus costillas e introduje de forma sádica mi mano en su pecho apoderándome de su palpitante corazón que saqué de un tirón.
Mi mirada intensa siguió el cuerpo de la inmortal caer a mis pies, sonrisa ladeada mientras caminaba tambaleante hacia el sofá donde me esperaba la hechicera.
Dejé caer el corazón a los pies de Lakme cuando me la cruce sin detenerme.
-Puede que el dios del hombre al que has elegido sea piadoso, dispuesto al sacrificio y a ser crucificado por el bien de los suyos, mas no olvides algo, mis dioses son vengativos, no se rinden y luchan aun después de que la muerte les alcanza.
No necesitaba explicarle mi símil, pues creo que era mas que consciente de lo que significaba, así continué mi camino, limpié mi mano en una camisa blanca de otro inmortal que me salio al paso mientras sonreía con cierto sadismo en mi mirada.
Esté se quedo estupefacto por como un humano podía ebrio e incapaz de casi mantenerse en pie desafiarlo de ese modo, algo que lo mantuvo quieto, incapaz de enfrentarse a un loco.
Odia notar la mirada de Lakme fija en mi, posiblemente preguntándose que tipo de monstruo era, era exactamente el arma letal en la que ella me convirtió ¿quien si no me enseñó a luchar contra los suyos? y el hombre al que padre le enseño a mantenerse en pie aunque estuviera roto y caído.
Así estaba ahora, roto, destruido, pero en pie.
-Vamos pequeña-susurré en el oído de la hechicera dispuesto a ayudarla a levantarse -salgamos de aquí.
Así llegué hasta una zona mas intima, tras dos biombos donde sin ningún tipo de miramiento me estampo contra la pared haciendo que mi espalda chocara con rudeza en ella. Enarqué una ceja dispuesto a decir alguna sandez que no escapó de mis labios pues una torta me cruzó la cara.
Rugí enrabiado enfrentándola, mi rostro a escasos centímetros del ajeno mientras mis esmeraldas se clavaban en esos ojos pardos que parecían dispuestos a volver a enseñarme la lección no aprendida.
Ladeé la sonrisa dejándome de nuevo caer contra la pared, no era el momento de sermones, mas algo me decía que de este no me iba a librar. La miré con un deje de resignación, uno que pronto cambio, pues al parecer y por primera vez pensaba tocar el tema en cuestión.
Mi mirada turbia se centro en sus labios tratando de asimilar todas y cada una de esas palabras que ahora me dedicaba.
“Te equivocaste de época Niels” casi me echo a reír en su cara, mas no lo hice, solo aporté un comentario que lo decía todo, mas que no explicaría.
-Eres una cobarde.
Cobarde por no ser sincera, porque fuera en el presente, en el futuro e incluso algo me dice que lo fue con mi padre en el pasado, ella siempre lanzaba una bomba de humo que difuminara su presencia para poder salir huyendo.
Ese era el motivo por el que en el futuro nunca había dado un paso hacia ella, porque al hacerlo corría en dirección opuesta.
Se alejaba del norte, de mi y yo ..yo tenia que aprender de nuevo a vivir sin ella.
Ahora hacia lo mismo, su escusa era que no era mi tiempo mas ¿quizás este fuera todo el tiempo que me quedara? Quizás nunca volviera al futuro, quizás muriera en el presente ..muchos quizás en los que no tenia ganas de pensar.
-Eres una cobarde -repetí con desdén.
Cobarde porque era mas fácil decirme que lo elegía a él, esa mascara de preocupación por mi le venia grande, ni la quería, ni la necesitaba.
“Deja de desafiarme...”
Era cierto, ella no era la Lakme que conocía, mas no era muy distinta a ella.
Dejé escapar un suspiro, pestañeé varias veces tratando de centrarme en sus palabras, ebrio, colocado era complicado seguir esta conversación a la que no quería aportar mucho y sin embargo tenia demasiado que decir.
Sentía mi sangre hervir, y me incineró con su siguiente frase, esa que me toco lo mas profundo de mi ser y me desgarro por dentro.
Arrepentimiento, eso leía ahora en la frase en la que aseguraba que ella fue quien se equivoco y de nuevo me escudaba como si yo fuera un niño travieso y ella tuviera que cargar con la responsabilidad de mis actos y no yo.
Apreté los dientes, mi mandíbula se cuadriculo y mi pecho subía y bajaba tan desbocado que por un momento sentí que mi corazón saldría del pecho.
Guardé silencio, no pensaba decir nada sobre eso, se arrepentía de haberse acostado conmigo, bien, podía estar tranquila seria algo que no volvería a pasar.
Alcé mis ojos verdes, desafiantes, oscurecidos por la rabia y por mas que intente convertirlos en opacos se que era capaz de ver el dolor reflejado en ellos.
Su frente se apoyó contra la mía, nuestro aliento choco furioso, ahora me escudaba con que no sabia lo que hacia, mas se equivocaba si lo sabia.
-Cómprame una bonita lapida y llévame flores blancas en invierno -susurré contra sus labios, frase similar a la que ella me dijo.
Con eso creyó dejarme ir, mas se equivocaba fui yo quien la dejo irse a ella.
Cerré los ojos, la pared como punto de apoyo mientras escuchaba los pasos de la inmortal alejándose de mi.
No tardé en escuchar por ende otros pasos orillarse a mi cuerpo, imaginé que los de la hechicera, mas craso mi error pues mi cuerpo quedó encarcelado pronto entre los fríos barrotes de un cuerpo femenino pero gélido como el hielo.
Labios que surcaron mi mandíbula, sus manos se colaron por debajo de mi camisa, ladeé la sonrisa al sentir como los pasos de Lakme se detenían y por el rabillo del ojo vi su cara de preocupación, ella sabia lo que esa vampiresa buscaba de mi, también lo sabia yo, mas ¿me importaba?
La atraje con una mano por la cintura y esta jadeó, posiblemente paladeando ya el olor de mi sangre, colocado, ebrio, era la presa perfecta del depredado.
Ladeé la cabeza dándole acceso mi cuello, por allí paseo su boca sin ningún tipo de miramiento, lengua que dibujo mi yugular, mientras mi boca se entreabría y mis ojos se cerraban con la cabeza recostada en la pared.
Los pasos de Lakme hacia nosotros y en ese preciso momento mis esmeraldas se abrieron desafiantes, saque la daga del cinto y la hundí con rudeza en el pecho de la inmortal que desprevenida como estaba no esperaba de una presa tan drogada reacción alguna. Hice palanca en su esternón abriendo sus costillas e introduje de forma sádica mi mano en su pecho apoderándome de su palpitante corazón que saqué de un tirón.
Mi mirada intensa siguió el cuerpo de la inmortal caer a mis pies, sonrisa ladeada mientras caminaba tambaleante hacia el sofá donde me esperaba la hechicera.
Dejé caer el corazón a los pies de Lakme cuando me la cruce sin detenerme.
-Puede que el dios del hombre al que has elegido sea piadoso, dispuesto al sacrificio y a ser crucificado por el bien de los suyos, mas no olvides algo, mis dioses son vengativos, no se rinden y luchan aun después de que la muerte les alcanza.
No necesitaba explicarle mi símil, pues creo que era mas que consciente de lo que significaba, así continué mi camino, limpié mi mano en una camisa blanca de otro inmortal que me salio al paso mientras sonreía con cierto sadismo en mi mirada.
Esté se quedo estupefacto por como un humano podía ebrio e incapaz de casi mantenerse en pie desafiarlo de ese modo, algo que lo mantuvo quieto, incapaz de enfrentarse a un loco.
Odia notar la mirada de Lakme fija en mi, posiblemente preguntándose que tipo de monstruo era, era exactamente el arma letal en la que ella me convirtió ¿quien si no me enseñó a luchar contra los suyos? y el hombre al que padre le enseño a mantenerse en pie aunque estuviera roto y caído.
Así estaba ahora, roto, destruido, pero en pie.
-Vamos pequeña-susurré en el oído de la hechicera dispuesto a ayudarla a levantarse -salgamos de aquí.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Tantas palabras que decirle, pero no el momento ni lugar adecuado. Su mente vagaba entre los efecto de aquellas sustancias, y ella por su parte solo sentía que una herida tras otras que se creaba como nueva o abría las antiguas. Porque ella había vivido demasiado, y sabía mejor que nadie que era recomendable que se acomodase o pretendiese que alguien se aferrase a ella con la misma intensidad con la que ella se aferraría a él.
“Cobarde”. Sonrió con sarcasmo. No le afectaba en absoluto porque lo sabía a la perfección que lo era, porque ella no era capaz de enfrentarse a ciertos asuntos, le daban verdadero terror.
-Soy una cobarde, no me da miedo admitirlo. Una cobarde porque querer procurarte una buena vida… -En su visión le había visto rodeado de hijos, hijos que por su temeridad perdería, ya que Niels seguramente no tendría una vida demasiado fácil. Había visto la guerra, y el arrojo… También había visto que ella se despediría del mundo y una promesa cumplida en forma de sepulcro.
Pero claro, el futuro que sus visiones podían captar, era uno capaz de varias. Ella solo había capturado un fotograma que podía alterarse según ciertas decisiones, un resquicio de verdad modificable.
Veía la rabia, veía en aquel fondo de su pecho, su corazón quebrado. La tentación de ceder, de refugiarse en su cuerpo, su consuelo, mandar bien lejos aquella armadura con la que había rodeado su alma, la cual, se la regalaría y entregaría con arrojo y sin miramientos, pero no…
¿Qué esperaba él de ella? ¿Un delirio de efímera felicidad que se rompería? Ella lo vería envejecer… Ella no podría regalarle una vida normal, ni hijos ni nada… Solo muerte y obstáculos. ¿Quién querría darle una vida como aquella a alguien por el que se siente tanto? Luego estaba la complicación temporal, él debía de regresar en algún momento, y quién sabe de su “yo” futuro, de cómo estaría su vida en aquel momento.
-Eso nunca sucederá Niels, me aseguraré de que no… -Referencia al uso en el simil, de su profecía con respecto a su sepulcro.
Parada, detenida observo la escena que a continuación sucedía y vio clara prueba de su presencia en toda su vida.
En su modo de actuar, como había abierto el torso de la inmortal con aquella destreza y facilidad, lo pudo saber… Ella había estado en su vida demasiado tiempo en ese futuro incierto, en sus movimientos lo veía, porque era su técnica, su arte, solo podría haberle enseñado aquella manera de hacerlo.
Corazón que cae a sus pies, le pareció por un momento metáfora de lo que sucedía entre ambos. Personas que chocaba, pero tan similares y tan atraídos al mismo tiempo.
Él estaba lleno de rabia, y parecía que lo que más le hervía era la presencia de otro hombre, del cual, ni ella misma estaba segura de su sentir, ni de nada… A veces pensaba que llegaría el día en que tuviese que acabar con su vida por la vida la propia, enemigos naturales, su dogma tan distinto al suyo.
-[color=darkmagenta]Tus dioses… Su Dios o los que fueron míos… Muertos para mí desde hace demasiado tiempo, desde que se olvidaron de mi presencia. Niels, morimos y no hay Valhala que consuele, solo gusanos que no reciben en a tierra. -Sus últimas palabras, por ahora. Ella le miró con su propio orgullo herido. -Nunca elegí, porque no hay hombre en la tierra que pueda obligarme a hacerlo, ni que pueda ser mi dueño… Tenlo claro, ahí te equivocas, pero si con ese pensamiento puedes quedarte más tranquilo, vive en esa vil mentira. Porque ya sabes lo que siento, pero éste “aun” no es tu lugar… -Silencio suspendido, ella se marchaba más solo le añadió con aquellos bonitos ojos que le había mirado con dulzura y ternura cuando sus brazos le habían acogido más de una vez. -Ojalá pudiese consolarte en una pena que también es la mía… Ojalá… Ojalá, el mundo fuese tan distinto y pudiese hacerte un hombre feliz.
Su presencia, ya es ausencia, ella se ha marchado y a pesar de que aquello suena a amarga despedida, ella siente que aún sigue teniendo algo pendiente con aquel hombre, que ya deja de ser muchacho ante sus ojos. ¿Pero que son unas décadas más de vació y desamparo?
“Cobarde”. Sonrió con sarcasmo. No le afectaba en absoluto porque lo sabía a la perfección que lo era, porque ella no era capaz de enfrentarse a ciertos asuntos, le daban verdadero terror.
-Soy una cobarde, no me da miedo admitirlo. Una cobarde porque querer procurarte una buena vida… -En su visión le había visto rodeado de hijos, hijos que por su temeridad perdería, ya que Niels seguramente no tendría una vida demasiado fácil. Había visto la guerra, y el arrojo… También había visto que ella se despediría del mundo y una promesa cumplida en forma de sepulcro.
Pero claro, el futuro que sus visiones podían captar, era uno capaz de varias. Ella solo había capturado un fotograma que podía alterarse según ciertas decisiones, un resquicio de verdad modificable.
Veía la rabia, veía en aquel fondo de su pecho, su corazón quebrado. La tentación de ceder, de refugiarse en su cuerpo, su consuelo, mandar bien lejos aquella armadura con la que había rodeado su alma, la cual, se la regalaría y entregaría con arrojo y sin miramientos, pero no…
¿Qué esperaba él de ella? ¿Un delirio de efímera felicidad que se rompería? Ella lo vería envejecer… Ella no podría regalarle una vida normal, ni hijos ni nada… Solo muerte y obstáculos. ¿Quién querría darle una vida como aquella a alguien por el que se siente tanto? Luego estaba la complicación temporal, él debía de regresar en algún momento, y quién sabe de su “yo” futuro, de cómo estaría su vida en aquel momento.
-Eso nunca sucederá Niels, me aseguraré de que no… -Referencia al uso en el simil, de su profecía con respecto a su sepulcro.
Parada, detenida observo la escena que a continuación sucedía y vio clara prueba de su presencia en toda su vida.
En su modo de actuar, como había abierto el torso de la inmortal con aquella destreza y facilidad, lo pudo saber… Ella había estado en su vida demasiado tiempo en ese futuro incierto, en sus movimientos lo veía, porque era su técnica, su arte, solo podría haberle enseñado aquella manera de hacerlo.
Corazón que cae a sus pies, le pareció por un momento metáfora de lo que sucedía entre ambos. Personas que chocaba, pero tan similares y tan atraídos al mismo tiempo.
Él estaba lleno de rabia, y parecía que lo que más le hervía era la presencia de otro hombre, del cual, ni ella misma estaba segura de su sentir, ni de nada… A veces pensaba que llegaría el día en que tuviese que acabar con su vida por la vida la propia, enemigos naturales, su dogma tan distinto al suyo.
-[color=darkmagenta]Tus dioses… Su Dios o los que fueron míos… Muertos para mí desde hace demasiado tiempo, desde que se olvidaron de mi presencia. Niels, morimos y no hay Valhala que consuele, solo gusanos que no reciben en a tierra. -Sus últimas palabras, por ahora. Ella le miró con su propio orgullo herido. -Nunca elegí, porque no hay hombre en la tierra que pueda obligarme a hacerlo, ni que pueda ser mi dueño… Tenlo claro, ahí te equivocas, pero si con ese pensamiento puedes quedarte más tranquilo, vive en esa vil mentira. Porque ya sabes lo que siento, pero éste “aun” no es tu lugar… -Silencio suspendido, ella se marchaba más solo le añadió con aquellos bonitos ojos que le había mirado con dulzura y ternura cuando sus brazos le habían acogido más de una vez. -Ojalá pudiese consolarte en una pena que también es la mía… Ojalá… Ojalá, el mundo fuese tan distinto y pudiese hacerte un hombre feliz.
Su presencia, ya es ausencia, ella se ha marchado y a pesar de que aquello suena a amarga despedida, ella siente que aún sigue teniendo algo pendiente con aquel hombre, que ya deja de ser muchacho ante sus ojos. ¿Pero que son unas décadas más de vació y desamparo?
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/11/2010
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Alas negras [Priv.]
Aun puedo sentir el calor en mi piel y como mi respiración se empieza a volver más relajada. Siento el arder entre mis piernas, y como mi corazón me late tras haber finalizado el acto, hacía demasiado tiempo que no me sentía satisfecha en ese sentido. Fingir se había convertido en algo habitual cuando quieres conseguir tu propósito con tal solo abrir las piernas, eso si llegaba a ese punto, que a veces ni lo necesitaba.
Me dejo caer a su lado, e intento recomponer mis prendas y disimular que no ha pasado nada, aunque son muchos los ojos que hemos tenido encima. Carraspeo y tomo otra copa, sin querer me siento morir de vergüenza. No me follo a desconocidos en lugares públicos, esto debe haber sido una excepción, y no suelo dejar que otro domine la situación.
Voy echarle la culpa al colocon que llevo encima, más que sigo bebiendo y no ayudo a que esto vaya a mejor.
Extraña situación la vivida. Ella ha anunciado su presencia, ya que puedo notar su poderosa aura. La inmortal que se sienta a su lado lo conoce, huele a muerte por donde pisa. Sé que sus pies pisan un lado en otro lado y en éste, y aunque ella no lo crea tenemos más en común de lo que cree. Yo también tengo un enlace con la muerte.
Por un instante y ajena a todo, dejo que se lo lleve. Noto como Niels esta turbado con sus presencia y palabras. Sé que siente algo por esa mujer, porque lo veo en su intento de disimular esa mirada, una mirada que he tenido y le he dedicado a otro hombre, somos corazones rotos, lo sé.
Escena que no me esperaba, acaba su mano firme acaba de terminar con uno de esos inmortales. Ese hombre es más de lo que aparenta, tengo razón en temerle, y ponerle nombre de verdugo. En mi visión lo vi claro, y debo de terminar con su vida.
Cuando regresa yo le sonrió de un modo forzado, y él disimula una pena evidente. Me levanto tambaleante, y me apoyo en su cuerpo. Le muerdo divertida la mejilla.
-Yo estoy aquí. -No sé porque le he dicho eso, debe ser por culpa de todo lo que llevo encima, o porque me identifico con él por un instante. -Sígueme… Te enseñare un lugar.
No nos arriesgamos a ir caminando, pudo una carroza que nos conduce directamente al cementerio, mi lugar preferido, el lugar donde soy capaz de recuperar mi poder.
Me dejo caer a su lado, e intento recomponer mis prendas y disimular que no ha pasado nada, aunque son muchos los ojos que hemos tenido encima. Carraspeo y tomo otra copa, sin querer me siento morir de vergüenza. No me follo a desconocidos en lugares públicos, esto debe haber sido una excepción, y no suelo dejar que otro domine la situación.
Voy echarle la culpa al colocon que llevo encima, más que sigo bebiendo y no ayudo a que esto vaya a mejor.
Extraña situación la vivida. Ella ha anunciado su presencia, ya que puedo notar su poderosa aura. La inmortal que se sienta a su lado lo conoce, huele a muerte por donde pisa. Sé que sus pies pisan un lado en otro lado y en éste, y aunque ella no lo crea tenemos más en común de lo que cree. Yo también tengo un enlace con la muerte.
Por un instante y ajena a todo, dejo que se lo lleve. Noto como Niels esta turbado con sus presencia y palabras. Sé que siente algo por esa mujer, porque lo veo en su intento de disimular esa mirada, una mirada que he tenido y le he dedicado a otro hombre, somos corazones rotos, lo sé.
Escena que no me esperaba, acaba su mano firme acaba de terminar con uno de esos inmortales. Ese hombre es más de lo que aparenta, tengo razón en temerle, y ponerle nombre de verdugo. En mi visión lo vi claro, y debo de terminar con su vida.
Cuando regresa yo le sonrió de un modo forzado, y él disimula una pena evidente. Me levanto tambaleante, y me apoyo en su cuerpo. Le muerdo divertida la mejilla.
-Yo estoy aquí. -No sé porque le he dicho eso, debe ser por culpa de todo lo que llevo encima, o porque me identifico con él por un instante. -Sígueme… Te enseñare un lugar.
No nos arriesgamos a ir caminando, pudo una carroza que nos conduce directamente al cementerio, mi lugar preferido, el lugar donde soy capaz de recuperar mi poder.
Svanur- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Las palabras de Lakme aun retumbaban en mi cabeza mientras ponía distancia entre su cuerpo y el mio.
Si le hacia bien pensar que su decisión cobarde venia dada por mi bien, porque yo merecía otro tipo de vida distinta a la que ella podía ofrecerme, de acuerdo. Si estaba decidida a como de costumbre tratarme como un niño y decidir por mi, adelante. Si todo eso le ayudaba a sentirse bien, perfecto.
Quizás yo hubiera elegido una vida efímera a su lado, quizás para mi hubiera bastado un sin promesas, pero..no era de los que suplicaba así que me largué, aquello era una despedida, nada quedó en el tintero por decirnos, y si quedaba algo, no merecía la pena ser hablado.
Ella había decidido por los dos, yo simplemente asumiría mi sino y seguiría mi camino.
Tomé a la hechicera por la cintura, estaba ebria y colocada, le costaba hablar y me hizo gracia como me decía que ella estaba allí, algo evidente a decir verdad.
Reí contra sus labios y tire de su cuerpo para sacarla de ese lugar.
La presencia de Lakme era demasiado turbadora y no quería pensar, siempre supe que mi vida no seria larga...nunca encontré paz, ni calma, siempre sumergido en una guerra tras otra, creo que era incapaz de imaginar una vida sentado frente a la chimenea de mi hogar siendo un anciano, pues todos bien sabíamos que de todos los primos era el que menos posibilidades de llegar a esa edad tenia.
-¿donde vamos ahora señorita? -pregunté enredando las palabras y ladeando la sonrisa.
Hizo llamar a un carro donde ambos subimos entre risas, no dejamos de buscarnos en todo el trayecto, sus labios abrasaban los míos, cuello, pecho.
No se exactamente el tiempo en el que viajamos, pues íbamos los dos muy colocados ademas de bastante entretenidos enredándonos en el cuerpo del otro.
El carro se detuvo a las afueras de la ciudad, separé mi rostro del ajeno para mirar por la ventana y observar que estábamos frente al cementerio de la ciudad.
Enarqué una ceja dándole una palmada en el culo para que bajara de mis piernas.
-Deja que a la próxima elija yo el lugar donde seguir la fiesta -bromeé dejando escapar una carcajada poniéndome en pie tras ella.
Nos apeamos del carro y caminamos entre risas cómplices hacia la puerta de reja grisácea del cementerio. Un lugar bastante tétrico, lleno de lapidas y grandes figuras aladas que protegían distintos panteones familiares.
-En mi cultura se nos envía en una barca junto a madre mar, espada en mano esta nos acoge mientras ardemos y nuestros cuerpos quedan hechos cenizas fundiéndose con ella.
Le guiñe un ojo divertido
-Claro que nuestra alma esta ya cenado en el Valhalla -aseguré dándole un nuevo azote para seguir el camino entre lapidas.
La detengo rodeando su cintura con mi brazo, en sus violeta hundo mis esmeraldas.
-¿que hacemos aquí? -pregunte rozando sus labios con delicadeza.
Nuestro aliento entrechocó de nuevo, nariz que se acariciaban mas sin beber de nuestras bocas todavía -¿no me habrás traído aquí para matarme? -pregunté enarcando una ceja divertido.
Si le hacia bien pensar que su decisión cobarde venia dada por mi bien, porque yo merecía otro tipo de vida distinta a la que ella podía ofrecerme, de acuerdo. Si estaba decidida a como de costumbre tratarme como un niño y decidir por mi, adelante. Si todo eso le ayudaba a sentirse bien, perfecto.
Quizás yo hubiera elegido una vida efímera a su lado, quizás para mi hubiera bastado un sin promesas, pero..no era de los que suplicaba así que me largué, aquello era una despedida, nada quedó en el tintero por decirnos, y si quedaba algo, no merecía la pena ser hablado.
Ella había decidido por los dos, yo simplemente asumiría mi sino y seguiría mi camino.
Tomé a la hechicera por la cintura, estaba ebria y colocada, le costaba hablar y me hizo gracia como me decía que ella estaba allí, algo evidente a decir verdad.
Reí contra sus labios y tire de su cuerpo para sacarla de ese lugar.
La presencia de Lakme era demasiado turbadora y no quería pensar, siempre supe que mi vida no seria larga...nunca encontré paz, ni calma, siempre sumergido en una guerra tras otra, creo que era incapaz de imaginar una vida sentado frente a la chimenea de mi hogar siendo un anciano, pues todos bien sabíamos que de todos los primos era el que menos posibilidades de llegar a esa edad tenia.
-¿donde vamos ahora señorita? -pregunté enredando las palabras y ladeando la sonrisa.
Hizo llamar a un carro donde ambos subimos entre risas, no dejamos de buscarnos en todo el trayecto, sus labios abrasaban los míos, cuello, pecho.
No se exactamente el tiempo en el que viajamos, pues íbamos los dos muy colocados ademas de bastante entretenidos enredándonos en el cuerpo del otro.
El carro se detuvo a las afueras de la ciudad, separé mi rostro del ajeno para mirar por la ventana y observar que estábamos frente al cementerio de la ciudad.
Enarqué una ceja dándole una palmada en el culo para que bajara de mis piernas.
-Deja que a la próxima elija yo el lugar donde seguir la fiesta -bromeé dejando escapar una carcajada poniéndome en pie tras ella.
Nos apeamos del carro y caminamos entre risas cómplices hacia la puerta de reja grisácea del cementerio. Un lugar bastante tétrico, lleno de lapidas y grandes figuras aladas que protegían distintos panteones familiares.
-En mi cultura se nos envía en una barca junto a madre mar, espada en mano esta nos acoge mientras ardemos y nuestros cuerpos quedan hechos cenizas fundiéndose con ella.
Le guiñe un ojo divertido
-Claro que nuestra alma esta ya cenado en el Valhalla -aseguré dándole un nuevo azote para seguir el camino entre lapidas.
La detengo rodeando su cintura con mi brazo, en sus violeta hundo mis esmeraldas.
-¿que hacemos aquí? -pregunte rozando sus labios con delicadeza.
Nuestro aliento entrechocó de nuevo, nariz que se acariciaban mas sin beber de nuestras bocas todavía -¿no me habrás traído aquí para matarme? -pregunté enarcando una ceja divertido.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Noto que aun esta un tanto aturdido por culpa de la presencia de aquella inmortal, ellos deben de tener una historia detrás de todo aquello, una historia que ha sido capaz de borrar aquella sonrisa socarrona que lleva teniendo toda la noche.
El carruaje se mece, pero a mí eso poco me importa. Desde que la puerta de éste mismo se hace cerrado para mí sorpresa él me ha buscado con su cuerpo, y sus labios. Ya no sé si lo hace por producto del alcohol, lo que hemos vivido hace un momento, o por desfogar un atisbo de desesperación que me parece haber notado. Sonrío para mí, debe ser imaginación mía, hablamos de un hombre que se enreda en las piernas de cualquiera. Sí, es irónico que lo diga yo, porque no me considero una cualquiera.
Yo no me resisto demasiado, estoy muy colocada y de nuevo siento que mi cuerpo se enciende debido al suyo. Devoro su boca con apasionada brutalidad, y mis manos se aferran a su ropa que me sobran, a decir verdad.
Me subo a horcajadas sobre él y me olvido donde estoy, sin quererlo mi cuerpo busca al suyo de “ese” modo, tengo un objetivo, pero aquella noche parece ser que he decidido dejarlo a un lado para divertirme, o para… Acercarme todo lo que pueda a él.
El carro se detiene con brusquedad, hemos llegado. Una cachetada traviesa en mi trasero, le miro mal y antes de que él se levante le empujo para que se quede sentado.
- Las damas primero, ¿no? -Salgo del carruaje, mis pasos son tambaleantes cuando cruzamos la puerta.
La oscuridad de la noche y el silencio solemne convierte aquel lugar, en lo que es, un lugar muerto. Pétreas figuras custodias de aquella pobre alma que muchos han olvidado. Cualquiera vería extravagante desear estar en un lugar como éste, pero desde que he pisado la tierra santa siento aquella energía en mí renovarse.
Sus manos rodean mi cintura, me habla de sus costumbres, en mi tierra existe costumbres similares, pero el pasado y otra religión la ha truncado. Mis antepasadas no olvidan el poder del fuego, ni el viaje sin fin al otro lado, estamos vinculadas con ese lugar.
Su boca se acerca a la mía tentativa, mi mano le tapa la boca, le empujo para que me suelte y me desprendo de sus brazos. Me llevo un dedo índice. -Shh… Elige un nombre de éste lugar. -Le sonrió mientras me apoyo en una de las lápidas, cierro los ojos un momento, aquella tierra muerta me regala fuerzas, su energía a muchos le repelen. Para mí es todo lo contrario. -Hoy no me apetece matarte… Otro día. -Él seguro que se lo tomaría en broma, pero yo iba demasiado en serio con aquella afirmación.
El carruaje se mece, pero a mí eso poco me importa. Desde que la puerta de éste mismo se hace cerrado para mí sorpresa él me ha buscado con su cuerpo, y sus labios. Ya no sé si lo hace por producto del alcohol, lo que hemos vivido hace un momento, o por desfogar un atisbo de desesperación que me parece haber notado. Sonrío para mí, debe ser imaginación mía, hablamos de un hombre que se enreda en las piernas de cualquiera. Sí, es irónico que lo diga yo, porque no me considero una cualquiera.
Yo no me resisto demasiado, estoy muy colocada y de nuevo siento que mi cuerpo se enciende debido al suyo. Devoro su boca con apasionada brutalidad, y mis manos se aferran a su ropa que me sobran, a decir verdad.
Me subo a horcajadas sobre él y me olvido donde estoy, sin quererlo mi cuerpo busca al suyo de “ese” modo, tengo un objetivo, pero aquella noche parece ser que he decidido dejarlo a un lado para divertirme, o para… Acercarme todo lo que pueda a él.
El carro se detiene con brusquedad, hemos llegado. Una cachetada traviesa en mi trasero, le miro mal y antes de que él se levante le empujo para que se quede sentado.
- Las damas primero, ¿no? -Salgo del carruaje, mis pasos son tambaleantes cuando cruzamos la puerta.
La oscuridad de la noche y el silencio solemne convierte aquel lugar, en lo que es, un lugar muerto. Pétreas figuras custodias de aquella pobre alma que muchos han olvidado. Cualquiera vería extravagante desear estar en un lugar como éste, pero desde que he pisado la tierra santa siento aquella energía en mí renovarse.
Sus manos rodean mi cintura, me habla de sus costumbres, en mi tierra existe costumbres similares, pero el pasado y otra religión la ha truncado. Mis antepasadas no olvidan el poder del fuego, ni el viaje sin fin al otro lado, estamos vinculadas con ese lugar.
Su boca se acerca a la mía tentativa, mi mano le tapa la boca, le empujo para que me suelte y me desprendo de sus brazos. Me llevo un dedo índice. -Shh… Elige un nombre de éste lugar. -Le sonrió mientras me apoyo en una de las lápidas, cierro los ojos un momento, aquella tierra muerta me regala fuerzas, su energía a muchos le repelen. Para mí es todo lo contrario. -Hoy no me apetece matarte… Otro día. -Él seguro que se lo tomaría en broma, pero yo iba demasiado en serio con aquella afirmación.
Svanur- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
De un tirón me sienta en el carro, no puedo evitar echarme a reír ebrio siguiendo con mis ojos su precioso trasero.
Lanzo un mordisco al aire de forma jocosa, antes de ponerme en pie y seguir sus pasos.
Ambos bajamos del carro entre risas, colocados, mi brazo rodea su cintura acariciándola con mis dedos, atrayendola ochenta mi para provocar con mi boca sus oscuros labios que comulgan a la perfección con este tétrico lugar al que le veo cierto encanto a decir verdad.
Su mano contra mis labios para detener mi avance implacable, soy un ejercito y no me rindo ante las adversidades, mas un ligero empujón de la dama hace que el juego de la caza comience de nuevo y a decir verdad soy un depredador nato y aseguro que antes de que la luna de paso al día me habré colado de nuevo entre sus firmes muslos.
Enarco una ceja cuando me pide que elija el nombre de una de todas esas tumbas. Dejo escapar una risa fijando mi turbia mirada en las cruces y las piedras grabadas con letras y fechas.
-¿es para elegir sobre cual nos lo montaremos? -pregunto hundiendo mis ojos en su boca.
No pronuncio nombre alguno, solo señalo la tumba mas cercana, para que andar cuando puedo hacerlo sobre esa lapida blanca donde ya imagino a la joven a cuatro patas.
Mi cuerpo de nuevo se orilla al ajeno, deslizo mis dedos por el contorno de su hombro, asciendo por su cuello despacio, siento como ladea el rostro frente a mi oscurecida mirada.
-¿No vas a matarme hoy? -preguntó con la voz ronca atajando la distancia que nos separa.
Mi lengua recorre su yugular, sigue el sendero de mi dedo que ahora perfila su labio inferior.
Nuestras miradas se encuentran por unas décimas de segundo pero pronto es nuestra boca la que acapara la atención de los dos.
-Creo que ibas a hacer algo con una lapida y un nombre -le recuerdo ladeando la sonrisa mientras mis palabras impactan en su boca y su aliento calienta mis húmedos labios.
Me separó dejándola pensar, no dejo de observar su cuerpo, sus ojos violeta, extraños y cautivadores al mismo tiempo.
-Dices estar casada, así como ir a encuentro de una familia a la que proteger ¿como es eso? Pocos maridos dan permiso a su mujer para abandonar el lecho, de hacerlo puede pasar que otro se cuele entre las piernas de tu hembra ¿no es cierto?
Sonreí de nuevo, estaba demasiado borracho para pensar con claridad, ademas de que mi mente seguía en ese maldito local donde me había encontrado con la inmortal a la que tenia que olvidar.
Mis ojos se centraron en la lapida señalada, como si esperara que pasara algo en ella, mas eso no sucedió y entre risas me dejé caer sobre esta perdiendo mi mirada en el inmenso firmamento.
-Ven -le pedí extendiendo mi mano en su dirección.
Cerré los ojos algo mareado, empezaba a entrarme un poco de sueño, mis ojos se entrecerraron y yo sacudí la cabeza para despejarme un poco.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Algo dentro de le está destrozado, lo noto, o más bien lo sé. Es un reflejo de lo que yo fui, el problema es que él se lo niega, no sabe lo que es eso, y yo si lo sabía con profundidad.
Tengo la sensación que todas aquellas sustancias que llevamos encima es de algún modo es nuestro refugio, y yo he olvidado mi cometido original.
“Una noche”. Me digo a mi misma. Voy a darle una noche, después de esta no lo dejaré pasar, acabaré con su vida con la primera oportunidad que se me presente, aunque sea efímera y me arriesga a ser descubierta y fracasar.
En un juego de huir y atrapar, le pongo barreras cada vez que me toma de la cintura, es un tira y afloja que al parecer hacérsele mucho más atractivo. Sus labios me buscan, yo le busco, pero cuando esto van a chocar para iniciar batalla, yo le esquivo y le sonrió divertida.
Mi mente estará nublada, pero está claro que me desea de ese modo casi animal. Sus palabras son indicativas, sus gestos… Y yo quiero perderme con él, que me abrase y me queme en esa peligrosidad.
-No vamos a hacerlo otra vez… Olvídate. --Le reto mientras aguanto el equilibrio apoyada en un ángel de piedra, estoy colocadísima, no paro de reírme y más cuando menciona a mi marido. Rio por no llorar realmente, pero mis lágrimas por ese hombre hace tiempo que se secaron. -Me engaña… - -Le digo pegando mi cuerpo contra el suyo. -He escapado de él… No me ama… -Mis dedos enredan sus cabellos mientras siento su lengua provocadora en mi piel, no puedo evitar pronunciar un quejido de gusto, me estremezco con su ígneo contacto. -Mañana te mataré, Niels Cannif, tenlo seguro. - -Dejo escapar aquellas palabras, mientras le tomo con fuerza por la nuca y le beso con cierta brutalidad.
De nuevo nos separamos, ha elegido y se deja caer sobre la tumba. Yo lo observo con ambas manos en mis caderas, de pie. Mis ojos violetas lo miran largamente, extiendo mi mano y él tira de mí, me tumbo sobre él, mis cabellos oscuros caen.
- ¿Qué harías si los muertos volviesen a la vida? -Pronuncio las palabras adecuadas y el nombre que lee en aquella lápida, y la de al lado, y la del otro lado…, es un hechizo con retardo, ya que tardará un rato. Quiero asustarlo un poco, va ser divertido, tengo pocas energías para hacer algo grande, pero las suficientes para invocar un cadavérico títere o varios.
Tengo la sensación que todas aquellas sustancias que llevamos encima es de algún modo es nuestro refugio, y yo he olvidado mi cometido original.
“Una noche”. Me digo a mi misma. Voy a darle una noche, después de esta no lo dejaré pasar, acabaré con su vida con la primera oportunidad que se me presente, aunque sea efímera y me arriesga a ser descubierta y fracasar.
En un juego de huir y atrapar, le pongo barreras cada vez que me toma de la cintura, es un tira y afloja que al parecer hacérsele mucho más atractivo. Sus labios me buscan, yo le busco, pero cuando esto van a chocar para iniciar batalla, yo le esquivo y le sonrió divertida.
Mi mente estará nublada, pero está claro que me desea de ese modo casi animal. Sus palabras son indicativas, sus gestos… Y yo quiero perderme con él, que me abrase y me queme en esa peligrosidad.
-No vamos a hacerlo otra vez… Olvídate. --Le reto mientras aguanto el equilibrio apoyada en un ángel de piedra, estoy colocadísima, no paro de reírme y más cuando menciona a mi marido. Rio por no llorar realmente, pero mis lágrimas por ese hombre hace tiempo que se secaron. -Me engaña… - -Le digo pegando mi cuerpo contra el suyo. -He escapado de él… No me ama… -Mis dedos enredan sus cabellos mientras siento su lengua provocadora en mi piel, no puedo evitar pronunciar un quejido de gusto, me estremezco con su ígneo contacto. -Mañana te mataré, Niels Cannif, tenlo seguro. - -Dejo escapar aquellas palabras, mientras le tomo con fuerza por la nuca y le beso con cierta brutalidad.
De nuevo nos separamos, ha elegido y se deja caer sobre la tumba. Yo lo observo con ambas manos en mis caderas, de pie. Mis ojos violetas lo miran largamente, extiendo mi mano y él tira de mí, me tumbo sobre él, mis cabellos oscuros caen.
- ¿Qué harías si los muertos volviesen a la vida? -Pronuncio las palabras adecuadas y el nombre que lee en aquella lápida, y la de al lado, y la del otro lado…, es un hechizo con retardo, ya que tardará un rato. Quiero asustarlo un poco, va ser divertido, tengo pocas energías para hacer algo grande, pero las suficientes para invocar un cadavérico títere o varios.
Svanur- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Ronroneo contra mis labios asegurándome que no me mataría hoy, algo que admito me divirtió de sobre manera.
Me gustaba el egocentrismo de esa mujer de labios piedra. Me relamí contra ellos, tentándola con mi aliento para que las ascuas volvieran a trasformarse en fuego.
-Ni aunque lo intentaras por 100 años lograrías matarme bruja -susurré contra su boca, calcinandola con mis palabras, mas debes intentarlo -aseguré deslizando mis manso por sus nalgas hasta afianzarlas en sus caderas para incitarla a baila sobre mi miembro abultado.
-Inténtalo -susurré divertido -no te conten..-guardé silencio, esa frase, no era nuestra.
Jadeé contra su boca cuando en un idioma extraño pronuncio varias palabras, nombres tras ellas y mi risa ebria contra la humedad de esta.
La volteé para quedar sobre ella, como martillo y yunque embestí aun con la ropa puesta. Mi mano en su inmaculado cuello, sujetándolo con firmeza, tenso quedo elevado mientras sus violeta me encontraron turbios por la pasión y el colocon.
Mis dedos buscaron ágiles sus bragas para deshacerse de ellas a un lado, vestido arremangado y mi miembro aun cubierto mas preparado para ser desenfundado.
Lo que no esperé es que un sonido de piedra desquebrajada acaparará mi atención, los jadeos de ambos que morían sedientos en nuestros labios cesaron.
Sobre ella, aun con mi mano en su cuello y la respiración entrecortada, me giré ligeramente para darme cuenta que la tierra se abría bajo los crucifijos, las lapidas se partían y de ellas salia un amasijo de huesos con forma calaverica dispuesto a entablar batalla conmigo.
-¡Creía que no me ibas a matar hoy maldita mujer! -rugí poniéndome en pie de un salto y llevando mi mano a la espalda para tomar el mango de las dos gemelas que silbaron raudas como halcones desafiando el viento al ser desenvainadas.
Frente a mis ojos una milicia de muertos vivientes, había levantado a una parte del cementerio, pero de quererlo aun le quedaban muchos recursos en el tintero.
Tensé el gesto desviando mi mirada un instante hacia la dama que aun colocada y sobre la lapida miraba la escena sin acabar de comprender bien lo que pasaba.
Sus piernas al aire, la falda aun ofreciéndome la carnaza que hubiera tomado con gusto si ahora no tuviera que prestar batalla.
Ladeé la sonrisa repasando con mis esmeraldas a aquello seres en descomposición que con afiladas garras se orillaban en mi búsqueda.
No pude evitar sonreír de esa manera recordando las palabras de Lakme “no te metas en líos” esa mujer no aprendía, yo siempre me metía en líos y ella tendría que buscar ese maldito sepulcro para mi y no a la inversa.
Hundí la bota en el suelo, manteniendo por un instante la posición, mas demasiado lentos para mi gusto decidí hacer lo de siempre, embestir o morir, ese es el lema del guerrero.
El acero decidirá mi sino hoy, emprendí una carrera hacia ellos hasta que con mi hombro empujé a los dos primeros lanzandolos al suelo, pronto quedaron pisoteados por sus compañeros que me envolvieron en una gesta a melé donde las zarpas eran lanzadas en mi dirección y mi acero sajaba los brazos de estos con fluidos movimientos.
Mi pie impactó en el pecho de uno que chocó contra otro, tomé impulso sobre uno de los cuerpos que cecinado había quedado postrado bajo mis pies y salté elevándome por los aires para caer con el afilado acero sobre uno de ellos partiendolo en dos con un gruñido salvaje.
Sangre recorría mi rostro, jadeante seguía asestando tajos en un baile de acero, sudor y muerte.
Me gustaba el egocentrismo de esa mujer de labios piedra. Me relamí contra ellos, tentándola con mi aliento para que las ascuas volvieran a trasformarse en fuego.
-Ni aunque lo intentaras por 100 años lograrías matarme bruja -susurré contra su boca, calcinandola con mis palabras, mas debes intentarlo -aseguré deslizando mis manso por sus nalgas hasta afianzarlas en sus caderas para incitarla a baila sobre mi miembro abultado.
-Inténtalo -susurré divertido -no te conten..-guardé silencio, esa frase, no era nuestra.
Jadeé contra su boca cuando en un idioma extraño pronuncio varias palabras, nombres tras ellas y mi risa ebria contra la humedad de esta.
La volteé para quedar sobre ella, como martillo y yunque embestí aun con la ropa puesta. Mi mano en su inmaculado cuello, sujetándolo con firmeza, tenso quedo elevado mientras sus violeta me encontraron turbios por la pasión y el colocon.
Mis dedos buscaron ágiles sus bragas para deshacerse de ellas a un lado, vestido arremangado y mi miembro aun cubierto mas preparado para ser desenfundado.
Lo que no esperé es que un sonido de piedra desquebrajada acaparará mi atención, los jadeos de ambos que morían sedientos en nuestros labios cesaron.
Sobre ella, aun con mi mano en su cuello y la respiración entrecortada, me giré ligeramente para darme cuenta que la tierra se abría bajo los crucifijos, las lapidas se partían y de ellas salia un amasijo de huesos con forma calaverica dispuesto a entablar batalla conmigo.
-¡Creía que no me ibas a matar hoy maldita mujer! -rugí poniéndome en pie de un salto y llevando mi mano a la espalda para tomar el mango de las dos gemelas que silbaron raudas como halcones desafiando el viento al ser desenvainadas.
Frente a mis ojos una milicia de muertos vivientes, había levantado a una parte del cementerio, pero de quererlo aun le quedaban muchos recursos en el tintero.
Tensé el gesto desviando mi mirada un instante hacia la dama que aun colocada y sobre la lapida miraba la escena sin acabar de comprender bien lo que pasaba.
Sus piernas al aire, la falda aun ofreciéndome la carnaza que hubiera tomado con gusto si ahora no tuviera que prestar batalla.
Ladeé la sonrisa repasando con mis esmeraldas a aquello seres en descomposición que con afiladas garras se orillaban en mi búsqueda.
No pude evitar sonreír de esa manera recordando las palabras de Lakme “no te metas en líos” esa mujer no aprendía, yo siempre me metía en líos y ella tendría que buscar ese maldito sepulcro para mi y no a la inversa.
Hundí la bota en el suelo, manteniendo por un instante la posición, mas demasiado lentos para mi gusto decidí hacer lo de siempre, embestir o morir, ese es el lema del guerrero.
El acero decidirá mi sino hoy, emprendí una carrera hacia ellos hasta que con mi hombro empujé a los dos primeros lanzandolos al suelo, pronto quedaron pisoteados por sus compañeros que me envolvieron en una gesta a melé donde las zarpas eran lanzadas en mi dirección y mi acero sajaba los brazos de estos con fluidos movimientos.
Mi pie impactó en el pecho de uno que chocó contra otro, tomé impulso sobre uno de los cuerpos que cecinado había quedado postrado bajo mis pies y salté elevándome por los aires para caer con el afilado acero sobre uno de ellos partiendolo en dos con un gruñido salvaje.
Sangre recorría mi rostro, jadeante seguía asestando tajos en un baile de acero, sudor y muerte.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Alas negras [Priv.]
Su cuerpo duro contra el ajeno, era provocador y excitante entre sus piernas, ella se remueve contra él pidiéndole mucho más, mientras desatada aquel poder sin control en aquel cementerio. Restablece sus fuerzas en la que a la vez invierte su hechizo. Es su punto caliente, de muerte y oscuridad, fuente de energía para una nigromante como ella.
Muslos que le envuelve las caderas y piernas que ceden deprendiéndose de su ropa interior, al principio siente prisa por sentirle pronto tirando de sus ropas.
Fieramente los violetas se enfrentan al vidrioso verde, mordiscos delicados y a la vez violento contra aquellos labios. -Ven aquí… -Su voz suena ronroneante.
El resquebrajar de los muertos invocados, ella solo ha pronunciado unos pocos nombres, pero ha dejado demasiada energía para otros. Al principio, es sorpresa, luego se deja caer de nuevo sobre la lápida estallando en carcajadas, es evidente el colocón que lleva encima, o no. Aquello le divierte demasiado.
-No te dije que fuese a matarte yo… --Afirma, derramando sus cabellos sobre la piedra, mientras levanta de nuevo su falda mostrando aquellos muslos provocativamente. Humedece sus dedos con aquellos gruesos labios y los pasa sobre su sexo oculto por aquella falda. -Termina pronto… No voy a esperar eternamente.
Criaturas torpes que apenas le produce arañazo, no hay guerrero entre ellos, no ha hecho su arte por completo, ni invertido pericia. Son solo sacos de carnes, títeres que casi con un toque se derrumban volviendo al polvo que fueron inertes. Pero ocupado lo tienen durante aquel rato, más por la cantidad que por la calidad de aquellos sirvientes de la muerte. Ella no suele hacer eso adrede, y si lo hace le gusta usar a sus guerreros, y no aquellos peleles inútiles.
-¿Acaso temes a unos pocos muertos? ¿No puede con ellos? -Sonríe, y alza una de sus manos en el aire, abre su mano y la cierra, al hacerlo unos cuantos se hacen polvo. Le quita del medio aquel accidente.
Muslos que le envuelve las caderas y piernas que ceden deprendiéndose de su ropa interior, al principio siente prisa por sentirle pronto tirando de sus ropas.
Fieramente los violetas se enfrentan al vidrioso verde, mordiscos delicados y a la vez violento contra aquellos labios. -Ven aquí… -Su voz suena ronroneante.
El resquebrajar de los muertos invocados, ella solo ha pronunciado unos pocos nombres, pero ha dejado demasiada energía para otros. Al principio, es sorpresa, luego se deja caer de nuevo sobre la lápida estallando en carcajadas, es evidente el colocón que lleva encima, o no. Aquello le divierte demasiado.
-No te dije que fuese a matarte yo… --Afirma, derramando sus cabellos sobre la piedra, mientras levanta de nuevo su falda mostrando aquellos muslos provocativamente. Humedece sus dedos con aquellos gruesos labios y los pasa sobre su sexo oculto por aquella falda. -Termina pronto… No voy a esperar eternamente.
Criaturas torpes que apenas le produce arañazo, no hay guerrero entre ellos, no ha hecho su arte por completo, ni invertido pericia. Son solo sacos de carnes, títeres que casi con un toque se derrumban volviendo al polvo que fueron inertes. Pero ocupado lo tienen durante aquel rato, más por la cantidad que por la calidad de aquellos sirvientes de la muerte. Ella no suele hacer eso adrede, y si lo hace le gusta usar a sus guerreros, y no aquellos peleles inútiles.
-¿Acaso temes a unos pocos muertos? ¿No puede con ellos? -Sonríe, y alza una de sus manos en el aire, abre su mano y la cierra, al hacerlo unos cuantos se hacen polvo. Le quita del medio aquel accidente.
Svanur- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2017
Re: Alas negras [Priv.]
La bruja ríe desde la lapida, no solo eso, me mete prisa rozado su sexo en un claro gesto provocador, como si ella y no yo dominara la situación. Se equivoca, no hay mujer en la faz de esta tierra capaz de reírse de mi de esa manera.
Quizás porque estoy muy colocado, quizás porque he aguantado demasiado a lo largo de ese día en el que el hechicero que busco se me ha escapado cuando podía ya rozarlo con la yema de mis dedos o porque Lakme me ha dejado mas claro que nunca que soy solo un niño ante los ojos de esta.
Sea cual fuere el motivo, mis espadas silban, los muertos se convierten en polvo y ante la devastación del baile de mis espadas nada queda en pie tras unos minutos en los que la espesa bruma se recrudece.
Jadeó esperando mas, admito que necesito saciarme, necesito sangre, muerte y mantenerme en pie se me antoja demasiado complicado cuando todo va mal en esta realidad de mierda de la que no puedo despertar.
Mi mirada esmeralda se pierde en sus violetas, no me orillo a su cuerpo aunque me llama, se que quiere que me hunda entre sus piernas, mas yo por el contrario ardo de rabia en esos momentos.
-Me has traicionado -rujo desafiante desde mi posición -me has traído aquí para darme muerte y no es eso lo que me cabrea, si no que creas que con tan necios muertos vivientes podrás lograr eso que deseas. Ni aunque lo intentaras por 100 años lo conseguirías.
Ladeé mi sonrisa con cierta osadía, relamí mis labios repasando aquel cuerpo que hubiera podido tomar con suma facilidad, admito que lo deseaba, deseo, pero mi cabreo en ese momento no conocía parangón y ella iba a pagarlo sin mayor razón que una equivocación.
Me di la vuelta tambaleantemente, las cimitarras a mis espaldas y caminé entre las lapidas del cementerio en absoluto silencio tratando de encontrar la calma que me pedía mi cuerpo. Tenia sed, sed de alcohol, de sexo, de muerte y de destrucción.
La voz de aquella mujer me llama, se que me busca sin entender mi reacción, mas es entonces cuando oigo de fondo algo que bien conozco.
Aullidos, una manada de lobos y eso solo puede significar una cosa, que estamos en su territorio.
Alzo la mirada, la luna llena nos llama.
-¡Mierda! -gruño entre dientes siendo yo ahora quien grita el nombre de esa bruja que esta borracha, colocada y en serio peligro.
No tardo en dar con ella, se tambalea de un lado a otro, creo que yo también lo hago, sus brazos rodean mi cuello, su boca busca sedienta mis labios y yo los acojo en un beso prolongado.
-Para, hay que volver al carro y salir de aquí. Hay licantropos, están cerca -sentencio sin mas aferrando su mano para tirar de esta.
Quizás porque estoy muy colocado, quizás porque he aguantado demasiado a lo largo de ese día en el que el hechicero que busco se me ha escapado cuando podía ya rozarlo con la yema de mis dedos o porque Lakme me ha dejado mas claro que nunca que soy solo un niño ante los ojos de esta.
Sea cual fuere el motivo, mis espadas silban, los muertos se convierten en polvo y ante la devastación del baile de mis espadas nada queda en pie tras unos minutos en los que la espesa bruma se recrudece.
Jadeó esperando mas, admito que necesito saciarme, necesito sangre, muerte y mantenerme en pie se me antoja demasiado complicado cuando todo va mal en esta realidad de mierda de la que no puedo despertar.
Mi mirada esmeralda se pierde en sus violetas, no me orillo a su cuerpo aunque me llama, se que quiere que me hunda entre sus piernas, mas yo por el contrario ardo de rabia en esos momentos.
-Me has traicionado -rujo desafiante desde mi posición -me has traído aquí para darme muerte y no es eso lo que me cabrea, si no que creas que con tan necios muertos vivientes podrás lograr eso que deseas. Ni aunque lo intentaras por 100 años lo conseguirías.
Ladeé mi sonrisa con cierta osadía, relamí mis labios repasando aquel cuerpo que hubiera podido tomar con suma facilidad, admito que lo deseaba, deseo, pero mi cabreo en ese momento no conocía parangón y ella iba a pagarlo sin mayor razón que una equivocación.
Me di la vuelta tambaleantemente, las cimitarras a mis espaldas y caminé entre las lapidas del cementerio en absoluto silencio tratando de encontrar la calma que me pedía mi cuerpo. Tenia sed, sed de alcohol, de sexo, de muerte y de destrucción.
La voz de aquella mujer me llama, se que me busca sin entender mi reacción, mas es entonces cuando oigo de fondo algo que bien conozco.
Aullidos, una manada de lobos y eso solo puede significar una cosa, que estamos en su territorio.
Alzo la mirada, la luna llena nos llama.
-¡Mierda! -gruño entre dientes siendo yo ahora quien grita el nombre de esa bruja que esta borracha, colocada y en serio peligro.
No tardo en dar con ella, se tambalea de un lado a otro, creo que yo también lo hago, sus brazos rodean mi cuello, su boca busca sedienta mis labios y yo los acojo en un beso prolongado.
-Para, hay que volver al carro y salir de aquí. Hay licantropos, están cerca -sentencio sin mas aferrando su mano para tirar de esta.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
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