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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Cameron D’ Lizoni Miér Mar 29, 2017 6:16 am

"Is it broke yet?"




Da vueltas de arriba hacia abajo devanando los sesos en busca del epicentro del huracán, se pregunta cuando todo comenzó y sus pensamientos se catapultan a la noche es la que aquella nefasta carta llegó a sus manos, sin embargo, no fue cuando la tormenta inició, no, fue hace muchos años disfrazada de una gentil llovizna con la que asumió no era tan dañino jugar. Y, a la cereza del pastel se agrega Amara Argent quien insiste en ser la autora principal de sus angustias más esta noche no recorre la ciudad en busca de una coincidencia, alguna insulza excusa que le permita verla a ella. No. Una noche como hoy cuando la luna es prominente en el firmamento de París y el frío amenaza con congelar aquellos lo suficiente tontos para salir a las calles a tan baja tempratura, él busca con desespero a su mejor amigo.

El entorno que vio crecer a Cameron le instruyó a no confiar en los demás, a ser reservado y jamás olvidar que, como el D’Lizoni que era, no había nacido con el derecho de encontrar compañía en los demás…, hasta que su camino encontró el de Malachai quien a pesar de las adversidades que le forzó la vida a atravesar, el dolor que deja atrás perder un ser querido, ha actuado como un verdadero consanguíneo, Cameron no entendía a totalidad lo que perder alguien amado significaba, podía apreciarlo en los días que la mirada de Malachai se ensombrecía, en cómo a diario se castigaba y obligaba a ser una persona diferente, empero, no fue hasta que perdió a su madre que lo entiendo y, ahora que con certeza siente haber perdido un hermano.

De haber escuchado sus advertencias no estarían metidos en tan retorcido predicamento. Ha ido de la taberna al teatro, incluso del burdel al bosque no obstante Malachai no daba señales de vida…, preocupación era legible en su semblante.
—¿Dónde estás?
De norte a sur buscó en cada rincón hasta que a orillas de la playa lo vio sentado, cabeza entre las piernas y al aura apagada. Pero ¿que iba a decirle ahora? ¿tenías razón? ¿lo siento? Él con certeza no sabía cómo doblegar su voluntad y aceptar sus errores sin importar la simpleza de estos por lo que se vio a sí mismo atrapado haciendo círculos en la arena no más de cuatro metros a distancia cuestionando cuál sería la decisión más inteligente.

Comprendió porqué le llamaban vacilación.

Tomó aire, tanto como sus pulmones lo permitieron. Luchó por recordar quien debía estar en control, quien tenía la obligación de dominar al demonio que osó alborotar. Eran tantas las preguntas que le ahogaban sin darle oportunidad a nadar, tantas las palabras que repiqueteaban en su interior e inmenso el miedo de perder a la última persona que ha creído en él, que vio más que un título y buen apellido.
¿Por donde debía comenzar? ¿Preguntar? Sin duda alguna disculparse pero ¿cómo? De verlo a distancia resultaba en cierto modo gracioso como incertidumbre tomaba control sobre él y hubiese seguido por varios minutos más en tan insulsa empresa de no haber sido notada su presencia.
Lo siento, pensé. Nada, supo decir. “Buen clima para dar un paseo en la playa” atinó a pronunciar.  


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Mensaje por Malachai Vlahovic Miér Abr 12, 2017 3:12 am

Día tras día una insondable oscuridad se apropiaba del alma del menor de los Vlahovic. Incansable, el joven lobo, luchaba por mantenerse a flote o por lo menos cerca de la superficie, donde los rayos de sol aún mantenían cálido y nítido su camino, permitiéndole nadar sin extraviarse, acogido en el sosiego, al que se había entregado cuando se encargó de extirpar de este mundo la existencia del criminal que le arrebató a su semejante. No obstante, la tarea, de mantenerse inmerso en aguas calmas, se tornaba extenuante cuando el agresivo oleaje le arrastraba mar abajo, mientras grilletes de acero rodeaban sus pies anclándole firme a ese lugar del que impotente deseó huir.

Era una perfecta alegoría a los sentimientos que aguardaba aquella noche, justo cuando marea alta y feroces olas ahogaban los innumerables cristales de arena a la orilla de la playa, justo a los pies de Malachai. El aroma salino de las aguas inundaba sus sentidos y su tacto se enganchaba en la tierra; el joven lobo apretó los parpados, e imaginó el rostro del inmortal, quien, bajo dictamen de sus recuerdos, semejaba ser el único y verdadero asesino de su hermano mayor.

Sintió la bestia atronar en su interior. Apretó los puños y pudo jurar que sintió sus garras emerger e incrustarse en la carne de sus palmas, sin embargo, su resistencia al dolor no le permitió saberlo a ciencia cierta. El palpitó de su corazón se aceleró y sintió sus mejillas calentarse, la sangre en su interior comenzó a bullir, la culpa carcomía sus entrañas y el monstruo insaciable de venganza despertaba de un efímero sueño que el hombre pensó sería eterno.

No podía vivir conociendo que había sido verdugo de inocentes y sus manos perpetradoras de inexorables vanos delitos, que ni siquiera equilibraban la balanza con respecto a la muerte de su hermano. Había sido vilmente engañado y el hombre… la criatura, que seguramente se jactaba del homicidio, aún vagaba libre por el planeta, con la noche y la eternidad a su favor. De repente, la bestia emergió, queriendo usurpar su cuerpo, incluso aunque su astro madre no surcaba los cielos en su completo esplendor.

Una ráfaga de viento golpeó su rostro. Gélida y breve, la ventisca removió sus rizos sin despeinarlo realmente. La imagen mental que, con rencor, mantenía tras sus párpados, comenzó a difuminarse y de repente, en cambio, apareció definido el bello rostro de la inmortal de sus más dulces sueños y brutales pesadillas. Aquellos finos rasgos y dorada cabellera que, sin querer, enloquecían cada parte de su cuerpo y doblegaban su voluntad… su corazón. Ella le sonreía, mientras su sedoso cabello ondeaba al ritmo de la misma brisa que golpeaba su piel y así de improviso como llegaron los sentimientos destructivos, que inquietaron a la bestia oculta en su interior, así mismo le abandonaron, dejando nada más que un hombre encantado por la belleza de una mujer.

No obstante, pronto un aroma bastante peculiar desvaneció de su mente la imagen de la despampanante inmortal. Aquella fragancia llevaba impregnada la esencia de alguien que conocía bien, su amigo, su hermano, Cameron D’ Lizoni. Su corazón se oprimió instantáneamente ¿Cuánto tiempo llevaba abrumándose en su propio dolor? Sí, era cierto, había pasado días evitando al único ser que podía considerar familia, pero ¿Por qué?

Allí se encontraba D’lizoni, a pocos metros de distancia, su olfato no mentía y, aun así, el menor de los Vlahovic aparentó no inmutarse. No sabía cómo explicar su ausencia o cómo explicar que le había sido revelado el verdadero asesino de su semejante. ¿Cómo le diría que ansiaba venganza tanto cómo él y que aquello se encontraba lejos de ser su culpa? Eran demasiadas aclaraciones, más de las que se sentía capaz de formular, sin embargo, parecía ser Cameron quien vacilaba más.

Un suave murmullo de palabras, provenientes del otro licano, se perdieron en el ruido de las olas. De no ser por sus agudos sentidos, probablemente, Malachai nunca las hubiese llegado a escuchar.

Apestas a ansiedad— pronunció jocoso aún con la mirada en el mar — ¿Qué no ves que me distrae de mi ardua labor? — continuó alzando las manos, en una de ellas sostenía una botella de trago, una que hasta el momento había olvidado llevaba consigo; entonces volteó su rostro, ahora sonriéndole a su amigo— Ven aquí D’Lizoni, sé hombre y explícame qué sucede — Le dio un sorbo a la botella y luego la estiró en dirección al creador de su bestia — La última vez que olías igual, dos de tus novias se encontraron en el mismo bar — soltó una carcajada, recordando con viveza aquella anécdota, no había sido acogido por risa más sincera en días, quizá semanas — Siempre me asaltó esta duda ¿lograste conservar a alguna?
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Mensaje por Cameron D’ Lizoni Sáb Ago 05, 2017 9:55 pm

Sonríe ante las palabras que suelta Malachai, siente ligeramente que el peso que ha cargado desde entonces, disminuye, quizás no del todo mas lo bastante para tomar la botella de las manos de Vlahovic y tomar un trago largo.

Siempre sabes donde encontrar las mejores bebidas en esta inmunda ciudad —afirma al retornar la botella. No evita recordar los días en que apenas conocía al licano, en que apenas era uno del todo, en aquel momento culpa arremetía de cuando en vez, era la primera ocasión en que transformaba a alguien, en que fue tan banal como para compartir la maldición. Y es irónico incluso, como quien nunca tuvo tal necesidad o fue instruido para preocuparse por terceros, se vio así mismo, por primera vez en toda su vida, sintiendo responsabilidad por alguien más, como su tío que nunca alejó la mirada de su difunta madre…, ha de ser diferente para nosotros, pensó. Era tan clara la diferencia que yacía entre sus padres, hilarante como las bestias eran capaces de mostrar más humanidad que los mortales.

Malachai tenía razón, ansiedad destilaban sus poros al indagar por cual de todas las verdades comenzar y cual de las tantas preguntas cuestionar. Cómo decirle que la unica opción que restaba para salir de esto con las piezas que aun permanecían con él, era irremediablemente abandonar Francia. Anne no tardaría en tocar a la puerta con maleta a sus pies y un ramo enorme de "tenemos que volver a casa" con su tan adjudicada tarea de seguirle el rastro a quien estaba destinado a ser su compañero de vida. Asegurarle que Amara era más que una simple cazadores sin prueba palpable, que no estaba tan loco; que restaba más en el asesinato de su madre de lo que él mismo sabía.

No podía, no sin alcochol en la sangre y la serenidad que solo la luna le brinda y el jocoso aire que, sin importar lo terrible de la situación se esmeraba en ser el mejor hermano que pudiera desear, uno al que inultimente le había fallado en proporciones incalculables.

Arrebata la botella de las manos de su amigo por segunda vez ante la mención de aquel accidente, ríe más que pretencioso en busca de sujetarse al débil recuerdo pues reconoce que estaba falto de un respiro.

Anne —pronuncia el nombre de la hechicera que ha conocido desde que es capaz de recordar—, unas cuantas semanas en Italia resolvió todo. Dejé ir un lindo par de piernas pero el compromiso sigue en pie —dice con falsa dicha.
Añora inane los días en que existir era suficiente, sonreír cuando le pedían en sociedad le libraba de su padre y la única preocupación que podría quitarle el sueño en raras ocasiones era su compromiso con Anne. Ahora era otro Cameron que agradecía contar la suerte de tener a Malachai para recordarle cuando comenzaba a apestar de tanta ansiedad e inservibles preocupaciones. Un licano que tal como otros llegó al punto de la vida en el que no sabía con exactitud quien era a pesar de regodearse en no caer en tales clichés.

¿Aquí vienes a contar tus demonios, Vlahovic? —pregunta recordando la conversación que tuvo con la vampira respecto a su amigo. Eran tantas las cosas que debían poner sobre la mesa; agradeció el alcohol.


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Mensaje por Malachai Vlahovic Dom Oct 08, 2017 6:40 am

Se carcajeó con fuerza a la mención de Anne, esa mujer destilaba un aura insidiosa y a Malachai le costaba trabajo entender por qué Cameron no podía verlo con claridad; sin embargo, el joven beta respetaba lo suficiente al creador de su bestia como para guardarse los comentarios desagradables acerca de la hechicera, de cualquier forma, no era propio de ningún caballero ir por el mundo hablando pestes de una dama, mucho menos de una que mantenía relación estrecha con su mejor amigo. Desaprobó en un ligero movimiento de cabeza y de un zarpazo recuperó la botella de whisky que su semejante le había quitado, procediendo a beber el resto del contenido de fondo blanco, haciendo un esfuerzo grande por no estallar en risa al ver la expresión del otro lobo ante su acto. Cameron se carcajeó maldiciéndolo por lo bajo.

“¿Aquí vienes a contar tus demonios Vlahovic?”

El menor de los Vlahovic abrió los ojos de par en par ante el comentario, evocando la memoria de la misma frase que encontró en la boca de Enaylen durante su segundo encuentro, palabras que tomaron forma en aquellos rosados y suaves labios que había reclamado ya una vez y ansiaba probar de nuevo. Relajó el gesto, humedeció los propios, añorando el dulce gusto de los ajenos y se echó a reír de nuevo.

¿Es ese un decir común entre los italianos o es muy evidente que mis demonios me persiguen? — Indagó con media sonrisa, jugando con la botella vacía entre sus dedos

Cameron lucía menos confundido de lo que hubiese esperado al soltar la indagación que referenciaba la cruel mofa de un destino que se empeñaba en guiar existencias contradictorias por senderos que se intersecaban de vez en vez, pero siempre convergían en el mismo punto; ese preciso instante en el tiempo que se avecinaba con prisa, que cada día estaba más cerca. A Malachai no le desconcertó que su amigo estuviese vinculado de alguna forma a los Chavanell, ambos apellidos gozaban de renombre y poder en Italia, de no ser el nexo ancestral lo que les relacionara, muy seguramente lo hubiese hecho la estratificación social.

Un instante de silencio los invadió, había mucho que decir, quizá también mucho que explicar, ideas que exigían convertirse en palabras, pero a su vez ninguno sabía cómo organizar. Resopló, ojeó a D’Lizoni de soslayo y se pellizcó el tabique como evidente signo de frustración. El alcohol se había acabado y era evidente que necesitarían de algo fuerte para aflojar la lengua, o por lo menos con prontitud. La energía con la que cargaba su amigo era una oscura, densa… el hombre necesitaba respuestas y estaba seguro había acudido a él en busca de alguna de ellas. Aunque claro, si fuese él a quien tuviese a Anne hinchándole las pelotas veintitrés de las veinticuatro horas, también andaría por el mundo con cara de pocos amigos.

Míranos D’Lizoni — Comentó jocoso fracturando de tajo el silencio en que se habían sumido — Dos hombres... contemplando la madre luna... en la playa… tu futura mujer tiene razón, parecemos un par de maridos pero ¡Claro! ahora no me queda duda por qué siempre anda tan celosa de mí. ¿Qué sigue? ¿Me darás un besito? — Juntó los labios exageradamente inclinándose hacia su amigo. Cameron le lanzó un guantazo a la cara para apartarlo y ambos soltaron una fuerte risotada cuando se sobó el rostro — Venga, que no eres mi tipo… me gustan menos masculinas y más rubias ¿No conocerás una por ahí que me presentes?  —Enarcó ambas cejas reiteradas veces, en una incuestionable alusión a Enaylen

De un salto Malachai se puso en pie y refregó las manos en busca de calor, observando en contrapicado a su amigo con diversión.

Vamos, levanta ese culo bonito, que a un par de calles conozco una buena taberna.

Su semejante lo observó atónito. La sugerencia era bastante incongruente a su carácter calmo o por lo menos, él único que había conocido Cameron, ese que le forzaba a evadir problemas a toda costa, especialmente si con ello incluía cualquier concepto de entretenimiento o placer cuando no se concebía digno de ello. La revelación del verdadero asesino de su hermano era un punto de giro, uno que, lastimosamente, no tenía retorno.

Mientras puedes irme preguntando eso que te carcome las entrañas. Me gustaría pensar que no, pero supongo que tiene que algo que ver con Amara Jeanne Argent.
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Mensaje por Cameron D’ Lizoni Vie Dic 29, 2017 4:46 pm

Hmmm... —fingió pensárselo—... Ambos, tu tampoco disfrazas mucho la pestilencia a preocupación y ansiedad. Digamos que es un decir que aprendí de una vieja amiga.

Un atardecer de otoño, Cameron encontró a su madre en sus aposentos con una botella de licor dulce y un cofre con el sello de la casa Santori. Aquel fue un año un tanto melancólico: su abuelo materno había fallecido por razones, que él a sus catorce años, cuestionaba; apostaba su herencia en el hecho contundente de que las razones no fueron del todo naturales. Sin embargo, no fue aquella la única razón por la que mantiene ese año vivido en su memoria. Fueron las lágrimas de su madre a quien admiraba sin temor a negarlo, el cofre con recuerdos familiares que nunca poseyó y los mellizos que aparecieron en el funeral, cuyos cabellos iban a juego con un rubio dorado imposible de ignorar y porte que delataba su alcurnia.

Fue entonces la primera vez que vio a los mellizos Chavanell. El varón, que intuyó era mayor por algunos segundos, era callado y misterioso, era la mujer quien edificaba conversación, reía por los dos..., vivía por los dos. Junto a ellos viajaba otro caballero a quien en poco tiempo conoció por el nombre de Kyros; o eran ellos quienes viajaban con él. Fue el año en que las sospechas se tornaron paranoia para él y estupideces para su padre, que refutaba pasar tanto tiempo con su madre le distraía de sus deberes como sucesor. Fue, también el año, en el que comprendió cómo su padre ignoraba deliberadamente las salidas nocturnas de su madre y, aun así, aquello jamás afectó su matrimonio. Hoy entiende aún más por qué tal ignorancia selectiva hacia el asunto.


Varios años después cuando la edad fue lo bastante adecuada para escapar sin que lo arrastrasen de regreso a Italia, conoció a Malachai y la única definición de familia que nunca conoció hasta aquel entonces. Pasar la mordida al joven pasó a formar parte junto con las fechas relevantes. Y vaya que podría vivir así, sin lamentos ni cruzadas…, hasta que el asesinato de su madre formó parte del repertorio y ahora, poner las cartas sobre la mesa también reclamaba su atención. Claro que sus dudas iban entorno a la cazadora, deseaba que no fuera así, pero ¿qué ganaba con negarlo más?


Agradeció el cambio de humor. Agradeció tener a Kai ahora que se sentía más solo que nunca. Estaban los Chavanell como siempre recalcó su madre, pero ellos no eran familia, sin importar la empresa que emprendían y les unía. No eran Vlahovic, lo que por mucho explica su empeño en mantener alejada a Enaylen y sus arranques temperamentales del licano.
¿Cómo Enaylen? —artículo, lo suficiente elevado para que el lobo le escuchase—. Si puedes abstenerte de mí culo bonito es posible que también te diga algo sobre la rubia.

Palmea el hombro de su mejor amigo y adelanta el paso. Algunas verdades son mejor recibidas con alcohol. No todos los días podía arrastrar a Malachai a una taberna y, si era el muchacho quien tomaba la iniciativa, no iba a rechazarlo. Ambos hombres cargaban cruces inmensas incapaz de ayudar al otro tanto como desharán. Y vaya que el lazo que compartían tanto como bestias y hermanos les inducía a querer tal cosa. Mentalmente anotó pagarle otra visita a la vampira. Gran parte de la verdad permanecía en las sombras desde sus ojos, más de lo que lo hacía para los vampiros pero, con lo poco que sabía al respecto, no estaba en duda que prefería mantener a Kai lejos. Lo sentía un deber. Ahora, más una promesa luego de fallar catastróficamente en proteger a su progenitora.

El camino a la taberna fue silencioso, el ánimo de ambos por igual. Agradeció las intenciones del lobo, pero, al final, estaba consciente que él se encontraba tan en el fondo como el italiano. Pensó en Marie y como desencajaba en su vida. No porque no formase parte de las sombras, simplemente no la amaba como ella esperaba. Podría darle todo lo que la mujer desease menos su afecto; no como amantes. Nunca como le pertenecía a la cazadora.

Echó un paso atrás permitiendo que le licántropo lo guiase. Intentó relajar los hombros y que el bullicio del lugar apaciguara el cansancio que sin importar cuan sonriente pretendiera estar, se notaba a consideradas leguas. Un trago, luego dos. Algunas bromas ancladas al pasado y, mientras duró, sintió, sólo por un instante, que estaba de regreso en la regular vida de mierda de la que el hijo de un burgués puede quejarse. Luego, de regreso, recordó lo narrado por la vampira y sin poder sostener un minuto más la preocupación que se anidaba por su hermano, echo a un lado el pensamiento de Amara. He esperado mucho ya de todas formas, pensó, puedo esperar otros tragos más.

Supe por un amigo que conociste a un vampiro un tanto peculiar. Tenemos mucho de qué hablar, hermano —puso la copa de regreso sobre la mesa de madera, rústica a la perfección para el lugar— ¿pPor dónde comenzamos?


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