Una cortesana haciendo una visita de cortesía [Jean&Ada]

por **Ada Von Engel** Dom Nov 07, 2010 10:00 am

Era Domingo, una fría tarde de otoño, en la que había pasado la mayor parte del día viendo llover. Cuando el sol empezó a caer, empecé a arreglarme con mis mejores galas, pues la visita que debía hacer sin duda merecía vestirme como era debido. Había adquirido un precioso vestido de tonalidades doradas y ocres, con detalles en color crema en las mangas, con un escote recto, que sin duda, realzaba mi pecho. [Imagen del vestido] Perfumé mi piel con agua de azahar y jazmín, dejándole un suave y dulce aroma floral, similar al que solían tener las mujeres de la más alta sociedad. A fin de cuentas, yo era una de ellas, sólo que era una fugitiva, que intentama huir de un matrimonio concertado y que había terminado creándose una nueva vida, totalmente distinta a la que podría haber tenido de haberse quedado en Austria, pero no por ello, era una infeliz, sino todo lo contrario.

Una vez vestida, me situé frente al espejo y cepille mi dorada melena marcando con los dedos los tirabuzones naturales, grandes y espaciados entre ellos, y con un aplique para el pelo de perlas naturales y cristales de ámbar, me hice un semi recogido en el cual quedaba despejado mi cuello, pero sobre mi nuca y espalda caían una cascada de brillantes y soleados mechones de pelo ondulado.

Apliqué un poco de maquillaje en mi rostro, sobre todo en los labios, dándole un tono escarlata que los hacía destacar, resultando cuanto menos apetecibles y agradables visualmente.

Una vez lista, me encaminé hacia el Palacio Real, debía acudir a mi cita con el príncipe de Francia. Sin duda uno de mis mejores clientes y con el que disfrutaba de hacerle compañía, pues con él no todo se limitaba a placeres carnales, sino que podía gozar de su compañía durante horas.
Sin entretenerme por el camino, llegué hasta el palacio, donde unos sirvientes me recibieron- El príncipe me está esperando. - dije con educación.

Una mujer, vestida con un precioso uniforme, me acompañó hasta una sala de espera, decorada con exquisito detalle, con cuadros, cómodos sillones tapizados y con la estructura de madera visible, trabajada por las manos de los mejores ebanistas del país. Decidí no sentarme y limitarme a esperar al príncipe mirando por la ventana, hacia uno de los patios interiores, dónde se podía observar el movimiento de todo el personal que trabajaba para la corte.

Una vez sola en la habitación, sólo me quedaba esperar a mi querido Príncipe. Sería estúpida y mentirosa si dijese que no deseaba que llegase el domingo para estar con él, pues era el mejor de mis días.

por **Jean Baptiste Fontaine2** Dom Nov 07, 2010 11:08 am

Era una mañana de otoño igual a todas las que le precedían. Pero era domingo, y en domingo significaba que tenía que ir a mi cita con Ada, mi cortesana. Pero también significaba que tendría que ir a la iglesia. Llamé a mi sirviente personal, para que comunicara que hoy estaba indispuesto y que no podría hacer ningún acto público. Como cada domingo, lo único que tenía en mente era desaparecer unas horas, para sentirme alguien normal... ¿Pero a quén quería engañar? Si la unica mujer que me escuchaba... era Ada, y eso porque yo le pagaba. Negué mientras dejaba que derramaran agua fria por mi cuerpo, tenía que despertarme, que empezar a desperezarme. Volvió mi sirviente, al parecer la mentira había tenido su resultado, no requerirían mis servicios hoy en la corte. Sonreí tenuemente y me vestí, simple, ser el hijo del Rey me daba una variedad muy grande de vestuario, pero no deseaba eso, hoy no y tomé mi camisa blanca raida y los pantalones negros, sin armas.

Fui a un paso ligeramente rápido hacia la sala donde me estaría esperando, como cada domingo Ada. Hice un gesto a todos los que estaban por esa zona de que se marcharan y entré despacio cerrando la puerta detrás de mi e indicando a el personal que hubiera que sus servicios no serían requeridos hoy. Y la vi, mirando por la ventana, tal vez observando la vida que se escondía tras ese cristal. No pude evitar acercarme a ella, despacio pero decidido.
- Disculpa la tardanza.. - le dije colocándome en su espalda, observando lo que obervaba ella através del cristal.- Si.. los domingos es un día laboral como otro cualquiera aquí en la corte .- dije sonriendo un poco, no podía evitar que su aroma me cautivara, como cada domingo y como cada domingo tendría que despedirme de ella y dejarla que se fuera a cumplir sus quehaceres con otros hombres.
Algo se me atragantó al pensar eso y negué despacio.
- Hoy no he podido traerte ningun vestido como regalo.. - dije a modo de disculpa, se me había olvidado por completo, había sido una semana muy atareada ya que yo había retomado las clases en la universidad.- Espero que puedas perdonarme.. - sentencié intentando sonar tranquilo, pero ella siempre conseguía ponerme un poco nervioso.

por **Ada Von Engel** Dom Nov 07, 2010 11:42 am

Escuché tras de mí la voz de Jean y sonreí retrocediendo un poco con mi cuerpo, apoyando mi espalda en su pecho. Deslicé mis manos hasta las suyas y entrelacé mis dedos con los suyos llevando sus manos hacia mi vientre para que, así, me abrazase- No me importa esperar, los domingos son sólo para usted monsieur - susurré sonriendo levemente.

Respiré profundamente girando un poco mi cabeza, apoyando mi frente en su mandíbula de forma leve, para no incomodarle. Rocé con mi nariz su mentón escuchándole pedirme disculpas por no traerme un regalo - Bueno, es una lástima que no me haya traído un vestido... Pero tampoco puedo reprocharle nada. - susurré girándome completamente, y soltando sus manos dejándolas sobre mi cintura - De todos modos, déjeme demostrarle si le perdono o no. - susurré mirándole a los ojos, dedicándole una cálida sonrisa.

Puse mis manos sobre sus fuertes brazos, ascendiendo lentamente por éstos, sintiendo bajo mis manos cada una de las formas perfectamente definidas de sus músculos. Sin duda, era uno de los cuerpos que más disfrutaba, tanto visualmente, como sexualmente. Llegué, finalmente, con mis manos hasta su rostro, tomando entre éstas sus mejillas y pegué mi cuerpo al suyo rozando con mis labios los de él a la par que cerraba mis ojos - Queda totalmente perdonado monsieur - finalmente susurré aquellas palabras sobre sus labios dejándolos entreabiertos y terminando por unirlos a los de él con suavidad.

Una simple caricia de mis labios sobre los suyos, fue la introducción a lo que sería un beso en condiciones. Respiré profundamente deslizando una de mis manos hasta su nuca, dejando la otra sobre su clavícula. Y, sin mediar palabra alguna, atrapé entre mis labios su labio inferior, tirando de éste levemente incitándole. Finalmente, cuando él cedió al beso, aventuré mi lengua en su boca, buscando jugar y danzar con la del príncipe, en una perfecta sincronización que sin duda me hacía suspirar por la calidez que habían en los besos que el monarca me regalaba cada domingo.

Tras unos segundos besándonos, me separé de él mirándole a los ojos, deslicé mi lengua por mis labios, recogiendo con ésta el sabor de los suyos, y poco a poco me separé levemente de él - ¿Qué desea hacer éste domingo?- pregunté.

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