Dear father

por **Dom Custler** Dom Abr 02, 2017 6:29 pm

París, marzo 18XX

Querido padre,

hoy más que nunca doy las gracias porque nunca vas a leer estas cartas. Sigo echándote de menos tanto como el primer día que tuve que empezar a vivir con tu ausencia, pero estoy seguro que en este instante no estarías orgulloso de aquel a quien veías como un hijo de verdad. El alcohol y prostitutas no son nada a comparación de los pecados que atormentan mi alma en estos días grises en los que apenas veo la luz. Lujuria, envidia, ira, avaricia... los más capitales son ahora dueños de mis días. Siento la fuerza de esos pequeños pero poderosos demonios bailando en mi interior, forzándome a ser y sentir lo que siempre evité en este camino espiritual que elegí seguir.

Dijiste que siempre pusiera en duda la existencia del Todopoderoso y hoy más que nunca lo he negado; una y otra vez, he flagelado mi débil fe con la misma cuestión: ¿por qué algo tan maravilloso como el amor despierta en mí pensamientos tan oscuros? El amor por este hombre, este demonio de ojos azules, ha dejado ver lo peor que hay en mí. Ni tan solo creo ser dueño de mis actos cuando su imagen se instala en mi cabeza. Juro, solemnemente y en nombre de Dios juro, que el amor que me nace por él es completamente puro y sincero, pero me persiguen los demonios capitales tanto a solas como en su presencia.

...Mírame padre, jurando por Dios, usando su nombre en vano... ¿Con qué derecho puedo ahora seguir proclamando la fe, si estoy día a día poniéndola en duda? Pero no comprendo el por qué este sentimiento atado a Dios hace de mí un hombre tan desmerecedor de ello.

No puedo evitar desearlo a toda hora. Su mirada azul zafiro despierta en mí una lujuria incontrolable, un calor más ardiente que el fuego eterno del Infierno se apodera de mi cuerpo y todo cuanto pienso, lo único en que pienso cuando está delante, es en tocar su piel y sentir sus dedos sobre la mía. Me vuelvo débil cuando su infame boca reclama mi atención, incapaz de negar aquello que cada fibra de mi cuerpo exclama a gritos en silencio.

Ah padre... pero la lujuria no es la única falta acometida, ni tampoco la más fuerte, pues la dama roja solo aparece cuando él está a mi alcance, lo cual no es constante... Sus visitas son mucho menos frecuentes de lo que yo desearía realmente. No. Los más viles sentimientos nacen en su ausencia.

Ira. Por no poder tenerlo. Por estar esperando en silencio. Por no poder gritarle, golpearlo incluso, al saber que no es mío en exclusiva. Rabia intensa por tener que compartir sus sentimientos con otra, quien seguramente lo merece más que yo. Pensar que cada noche que no está conmigo yace en su cama me empuja a cometer los más escandalosos actos. Soy un avaricioso, desearía tener más y más de él... pero sé que nunca ocurrirá. No está a mi alcance, no soy digno de su compañía. Él, un hechicero poderoso, un hombre atractivo cual Adonis, merece la posición que esa mujer le ofrece, no vivir a escondidas en la más triste humildad que yo puedo permitirme. Por eso la envidio tanto y reniego de mis raíces, que siempre he llevado con tanto orgullo, pues son las que me impiden poder hacerlo mío.

No desesperes, padre, pues en medio de toda esta locura en la que se ha convertido ahora mi existencia, aún queda algo de luz. Sé exactamente lo que debo hacer y te doy mi palabra, si es que realmente vale algo, de que esto va a terminar. Por su bien. Por el mío. Pues nadie me asegura que no pierda la cabeza y me convierta en amenaza.

Es por eso que te escribo, padre. Tu recuerdo te hace presente aquí conmigo, eres la fuerza que me falta para dar ese primer paso que me permita alejarme del demonio que me tienta. Visítame en sueños, hazme este pequeño favor, padre, y dame la fuerza necesaria para olvidarle.

Me despido, a un día menos de reunirme otra vez contigo,
tu hijo, el pecador
Dominic