AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Flashback - Memories of Babylon: The Prince [Kenner Clapton]
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Flashback - Memories of Babylon: The Prince [Kenner Clapton]
1883 a. C., Palacio Real, Babilonia.
El sol, viajero alado que daba el ocaso y el alba, brillante y ardido sobre el cielo, empezaba a ocultarse sobre la lejanía del horizonte, más allá de y hasta donde los ojos humanos podían llegar a mirar, y su calor, tenue ante las brizas del árido clima de Mesopotamia se abrían paso, lento pero seguro, ante los naranjas que empezaban a adornar con el brillo del crepúsculo un largo día sobre la floreciente, joven e independizada ciudad de Babilonia. Y sobre la parte más alta del palacio, lugar de la familia real: la primera generación de una larga lista de reyes destinados a trascender en el tiempo, los ojos del joven príncipe, el primero de su nombre, observaban, con cierta melancolía y algo de tristeza el sol terminar de dar aquel largo viaje, y abrir pasó a la noche. Como si esperase algo, el aquel entonces joven príncipe, un ser muy distinto del que ahora era conocido como Leonardo Saveedra, esperaba con clara preocupación a su padre, el Rey Sumu-Abum. Habiendo ya caído el ultimo rayo de sol, respiro, bajando la mirada, y pese a ya deber estar acostumbrado a vivir aquella escena una y otra vez, habiendo nacido en una época de guerras y sangre por el dominio de tierras y la expansión de las pequeñas civilizaciones que luchaban por obtener más y más poder e independizarse del dominio amorreo, como lo habría hecho su padre, hacía 11 años. Un hito histórico que quizá, pensaba en ese entonces en la inocencia que aún un joven de su edad podía tener, de poder modificarlo, quizá as cosas serían diferentes y su padre, sería más padre, que rey.
Cansado por el ocio de esperar, soltó un leve suspiro, pensando más de lo que debía, y sintió la leve caricia de una mano que conocía: la de su madre, quien de nuevo, como también ella estaba acostumbrada desde que su marido, el rey, antes de que le hiciese reina, se hubiere vuelto lo que era hoy: un líder más. –Ya han pasado muchos días, debió haber vuelto.– Pronuncio Sumu-la-El, sin poder ni siquiera ver a su madre a los ojos, sino hacia el norte de la gran extensión territorial de la gran ciudad, a la gran puerta que daba entrada a todos los que deseaban entrar. La mujer, compartiendo al mismo tiempo la mirada de su hijo, entonces habló. –No debes preocuparte por él, es un diestro guerrero, los dioses le han concedido su don y le acompañan, no perderá tan fácilmente.– El príncipe miró a su madre a los ojos, y en ellos podía verse no solo la preocupación, sino la ansiedad. –¿Crees que piense en nosotros?– La mujer, correspondiendo la mirada, sonrío con calidez. –Tienes un corazón noble, hijo mío…– Le dio un abrazo. –Lo has heredado de él, y has de ser grande cómo él. Eres su fortaleza, y un día alguien será la tuya, piensa en ti.– Las palabras, sin embargo, a pesar de ser creídas por el joven príncipe, no eran, y podía verse en sus ojos, que habían aprendido a disimular por el bien del fruto de sus entrañas, creídas por quien las decía.
El repicar de las trompetas se escuchaba, el griterío de alabanzas a su victorioso rey guerrero y fuerte ejército que le seguía tras el abrir de la gran puerta hacia que todos en la ciudad, regurgitaran, porque cada nueva llegada, era una nueva victoria, y el repicar de los gloriosos caballos que corrían por la calle principal, tras dejar la puerta, vía palacio. Una escena que generaba el despertar de la emoción, incluso ante de lo seguido, porque gracias a la altura del palacio, el joven príncipe siempre era el primero en ver llegar a su padre, cabalgando desde las desconocidas arenas que se hallaban allá afuera, apareciendo igual que el sol, y esperando poder verle llegar glorioso a las afueras y ser recibido por su gente. –¡Es él!– Gritó antes de la trompeta y demás escenas, y corrió por todo palacio, emocionado, dejando a su madre atrás quien veía con ternura como le dejaba, pero, para infortunadamente, no encontrarse con más que un padre que caminaba rumbo a la sala del trono, mientras la servidumbre se arrodillaba ante su rey, y este mostraba una cara de preocupación, que no era sin duda, la de un rey victorioso. –Fuera, todos…ahora…¡AHORA!– Decía airado, a la servidumbre, que no dudaba en obedecer, quedándose solo sus capitanes, cuando fue sorprendido por el sorpresivo abrazo de su hijo, al cual no correspondió, dejando notar una cara de preocupación, cuando levantó la vista y la cruzo con la de su reina. –Sácale de aquí…
Cansado por el ocio de esperar, soltó un leve suspiro, pensando más de lo que debía, y sintió la leve caricia de una mano que conocía: la de su madre, quien de nuevo, como también ella estaba acostumbrada desde que su marido, el rey, antes de que le hiciese reina, se hubiere vuelto lo que era hoy: un líder más. –Ya han pasado muchos días, debió haber vuelto.– Pronuncio Sumu-la-El, sin poder ni siquiera ver a su madre a los ojos, sino hacia el norte de la gran extensión territorial de la gran ciudad, a la gran puerta que daba entrada a todos los que deseaban entrar. La mujer, compartiendo al mismo tiempo la mirada de su hijo, entonces habló. –No debes preocuparte por él, es un diestro guerrero, los dioses le han concedido su don y le acompañan, no perderá tan fácilmente.– El príncipe miró a su madre a los ojos, y en ellos podía verse no solo la preocupación, sino la ansiedad. –¿Crees que piense en nosotros?– La mujer, correspondiendo la mirada, sonrío con calidez. –Tienes un corazón noble, hijo mío…– Le dio un abrazo. –Lo has heredado de él, y has de ser grande cómo él. Eres su fortaleza, y un día alguien será la tuya, piensa en ti.– Las palabras, sin embargo, a pesar de ser creídas por el joven príncipe, no eran, y podía verse en sus ojos, que habían aprendido a disimular por el bien del fruto de sus entrañas, creídas por quien las decía.
El repicar de las trompetas se escuchaba, el griterío de alabanzas a su victorioso rey guerrero y fuerte ejército que le seguía tras el abrir de la gran puerta hacia que todos en la ciudad, regurgitaran, porque cada nueva llegada, era una nueva victoria, y el repicar de los gloriosos caballos que corrían por la calle principal, tras dejar la puerta, vía palacio. Una escena que generaba el despertar de la emoción, incluso ante de lo seguido, porque gracias a la altura del palacio, el joven príncipe siempre era el primero en ver llegar a su padre, cabalgando desde las desconocidas arenas que se hallaban allá afuera, apareciendo igual que el sol, y esperando poder verle llegar glorioso a las afueras y ser recibido por su gente. –¡Es él!– Gritó antes de la trompeta y demás escenas, y corrió por todo palacio, emocionado, dejando a su madre atrás quien veía con ternura como le dejaba, pero, para infortunadamente, no encontrarse con más que un padre que caminaba rumbo a la sala del trono, mientras la servidumbre se arrodillaba ante su rey, y este mostraba una cara de preocupación, que no era sin duda, la de un rey victorioso. –Fuera, todos…ahora…¡AHORA!– Decía airado, a la servidumbre, que no dudaba en obedecer, quedándose solo sus capitanes, cuando fue sorprendido por el sorpresivo abrazo de su hijo, al cual no correspondió, dejando notar una cara de preocupación, cuando levantó la vista y la cruzo con la de su reina. –Sácale de aquí…
Leonardo Saveedra- Vampiro Clase Alta
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Re: Flashback - Memories of Babylon: The Prince [Kenner Clapton]
Mientras la reina retiraba al joven príncipe de aquel lugar frente al trono, con una mirada de preocupación, cuando su marido se ponía de esa forma era una razón aquel ser venia a visitarlos a reclamar lo que era suyo por derecho al a ver llenado de poder a su marido el rey, ella conocía el precio que debió pagar este para ser tan influyente y poderoso hasta el punto de forjar su propio reino, había pactado con el diablo en persona, al cruzar el umbral de las grandes puertas el encuentro fue inevitable la mujer sintió como si todo su cuerpo se electrificaba al verlo allí parado frente a ellos, no había envejecido ni un segundo, lo recordaba de la misma forma cuando se presento como la solución a todos los problemas. Era un ser abominable y ella lo sabia pero nada podía hacer, este puso la mirada en la mujer y su cuerpo también para luego apenas sonreír deteniéndose delante de los dos y observo al muchacho que ella traía junto, con las manos metidas en su ropa menciono restando le importancia.
-Vos debéis ser el joven príncipe
-Hijo....
Por instinto protector su madre apretó la mano del joven para detenerlo, pero la mirada fulminante que el hombre le dio a la mujer le hizo prácticamente quedarse blanca, ellos le temían hasta los guardas no se acercaban demasiado a el sabían que el era el caos, el era muerte y oscuridad, este causaba temor a quien lo veía y sacando su mano sacudió los cabellos del joven muchacho para entrar a donde estaba el molesto rey, pero antes se detuvo y girando levemente la cabeza haciendo destellar sus ojos en un color carmesí como la misma, sangre sabia que el joven lo había visto.
-Por cierto me llamo Apsu un placer joven príncipe
Al entrar las puertas fueron cerradas detrás de el, tenían temas importantes que discutir mas bien el tenia temas que reclamarle al rey luego de a verlo ayudado tanto tiempo a forjar algo que seria uno de los mas antiguos imperios conocidos.
Dentro una discusión se desarrollo donde le rey creyendo tener la ventaja, intento capturar al vampiro pero claro que terminaron todos los cuerpos regados en el suelo alrededor del ser inmortal mientras este lamia sus dedos sacándose los restos de sangre, haciendo frente al rey quien acaba de desafiar a uno de los seres mas poderosos en ese momento en su reino, para un combate donde su reinado seria bañado en roja sangre si el no accedía a sus exigencias las cuales aumentarían frente a ese complot en su contra, decidió irse pero antes dar una visita al joven príncipe había despertado cierto interés en el joven, podía sentir la necesidad de ambos padres de proteger al pequeño así que ese pequeño los afectaría mas.
-Vos debéis ser el joven príncipe
-Hijo....
Por instinto protector su madre apretó la mano del joven para detenerlo, pero la mirada fulminante que el hombre le dio a la mujer le hizo prácticamente quedarse blanca, ellos le temían hasta los guardas no se acercaban demasiado a el sabían que el era el caos, el era muerte y oscuridad, este causaba temor a quien lo veía y sacando su mano sacudió los cabellos del joven muchacho para entrar a donde estaba el molesto rey, pero antes se detuvo y girando levemente la cabeza haciendo destellar sus ojos en un color carmesí como la misma, sangre sabia que el joven lo había visto.
-Por cierto me llamo Apsu un placer joven príncipe
Al entrar las puertas fueron cerradas detrás de el, tenían temas importantes que discutir mas bien el tenia temas que reclamarle al rey luego de a verlo ayudado tanto tiempo a forjar algo que seria uno de los mas antiguos imperios conocidos.
Dentro una discusión se desarrollo donde le rey creyendo tener la ventaja, intento capturar al vampiro pero claro que terminaron todos los cuerpos regados en el suelo alrededor del ser inmortal mientras este lamia sus dedos sacándose los restos de sangre, haciendo frente al rey quien acaba de desafiar a uno de los seres mas poderosos en ese momento en su reino, para un combate donde su reinado seria bañado en roja sangre si el no accedía a sus exigencias las cuales aumentarían frente a ese complot en su contra, decidió irse pero antes dar una visita al joven príncipe había despertado cierto interés en el joven, podía sentir la necesidad de ambos padres de proteger al pequeño así que ese pequeño los afectaría mas.
Kenner Clapton- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/03/2013
Re: Flashback - Memories of Babylon: The Prince [Kenner Clapton]
Sumu-la-El, el segundo de la primera Dinastía, primogénito de sangre imperial y heredero de lo que sería el vasto imperio que se extendería más allá de los confines de toda Mesopotamia, miraba, levantaba los ojos, en tono confuso, y un temor preocupante, incapaz de poder entender que era realmente lo que acontecía. Había pasado largo tiempo desde que su padre había dejado ser el mismo. Largas eran los días, y largas las noches que recordaba, con especial atención, antes de que la guerra por la independencia de Babilonia comenzare. No existían respuestas que, lógicamente, en su, aunque aún muy joven mente bastante madura y perspicaz para para su edad, el lograse entender en halo de misterio que rodeaba como una sombra el hombre en el que su padre había convertido ahora. Las promesas de libertad y de entregarle un mejor futuro había siempre, circundado en sus palabras, y la esperanza vista y hallada en sus ojos era recordada con especial atención, sin embargo, parecía que el precio a pagar por lo que ahora se suscitaba día tras día, guerra tras guerra, y victoria tras victoria suponía un precio que había cambiado la naturaleza de aquel hombre que ahora ostentaba el título de rey, era algo más allá, algo que había hundido su humanidad y le había hecho distinto. El joven príncipe, aún incapaz de ocultar la confusión, desvió la mirada a su madre, quien en un deje no más de clara preocupación y miedo, obedecía grosso modo a su rey, tomando de la mano al príncipe y sacándole de la sala del trono.
Sin apenas decir más que la palabra padre, el joven príncipe solo pudo volver a encontrar sus ojos con los de su progenitor, los cuales, como si le ignorasen y más ocupado en aquello que le era causa de temor, ni siquiera hizo el lee esfuerzo por mirarle. Tras que el sonido de la puerta de la sala del trono fuese lo único que se escuchó saliendo del recinto del rey, sintió como el cuerpo de su madre se detenía en seco y colocaba perplejo y frío, y siendo el calor corporal de su madre en un cambio errático sentido en la sudoración de la palma de su mano, el joven príncipe giro su rostro y escuchó con atención así palabras que le hacían volver la atención a ella, sin saber qué era lo que pasaba, y porque, justo cuando miró a aquel hombre frente a ellos, la presencia extrañamente cautivadora de aquel sujeto siempre era capaz de causarle aquello. Los ojos del chico, incontrolablemente atrapados sangre antinatura del desconocido hombre con día tras día y noche tras noche parecía haberse convertido en una especie de consejero del hacia recién nombrado rey guerrero Sumu-Abum de la nueva y creciente Babilonia. Una mirada que se enlazaba con la de aquel hombre que giró una vez sus ojos carmesís reforzaría el misterio de querer saber de quién se trataba, cerro la escena y con ella la puerta de la lugar del rey.
–Madre…dime ahora qué es lo que pasa… ¿quién es ese hombre? Acaso…acaso es culpable de lo que le ocurre a papá.– Pregunto, desconcertado aún. –No hagas preguntas, Sumu-la-El.– Respondió, aún irritada. –Lo he visto desde que recuerdo.– Le tomo de la mano exigiendo una respuesta. –Dime quién es, ahora.– Sintió la mirada de su madre sobre sus ojos, y un beso que se depositó sobre su frente, seguido de un silencio y la explicita orden de que no saliese de aquel lugar. Encerrado en la habitación de la parte norte de palacio, y con su madre habiéndole ordenado no salir, de manera casi la ira le embargaba aun siendo un pequeño, y ese acto llevó a que, viendo en un pequeño cuchillo de caza que su padre le hubiese regalado hacía ya un tiempo, antes de que fuesen una ciudad-estado independiente, lo arrojase con furia y abrió los ojos como platos, cuando anonadado, miró como Apsu, nombre con el que el extraño hombre se había presentado, atajo entre sus dedos el filo del arma. Tragando un poco de saliva, su mirada, centrada en la otra mano que aún goteaba un líquido espeso que conocía bastante bien: sangre, y su mente confundida sin saber el cómo de la presencia ajena en el lugar que, sabía bien, se hallaba cerrado, estaba ahí, frente a él y con la misma mirada intrigante. Y pese a que el acto de cualquiera de su edad había sido, por supuesto, el retroceder, o el invocar el auxilio ajeno, no fue eso lo que prosiguió, sino algo inesperado, aun con miedo presente, su curiosidad por tener por fin al desconocido frente a él, le llevó a, estando cauteloso, querer por fin hablarle, aún cuando la voz de su madre, una vez más, desde afuera de la habitación, gritó. –Prométeme que si algo fuera de lo normal pasa, por favor...gritarás. Prometelo.– Exclamó. –Lo... lo haré, madre, lo prometo...– Dijo, mintiendo acercándose a la puerta, y volviendo a centrar la mirada en el desconocido y escuchar los pasos de su madre alejarse rápidamente.
Sin apenas decir más que la palabra padre, el joven príncipe solo pudo volver a encontrar sus ojos con los de su progenitor, los cuales, como si le ignorasen y más ocupado en aquello que le era causa de temor, ni siquiera hizo el lee esfuerzo por mirarle. Tras que el sonido de la puerta de la sala del trono fuese lo único que se escuchó saliendo del recinto del rey, sintió como el cuerpo de su madre se detenía en seco y colocaba perplejo y frío, y siendo el calor corporal de su madre en un cambio errático sentido en la sudoración de la palma de su mano, el joven príncipe giro su rostro y escuchó con atención así palabras que le hacían volver la atención a ella, sin saber qué era lo que pasaba, y porque, justo cuando miró a aquel hombre frente a ellos, la presencia extrañamente cautivadora de aquel sujeto siempre era capaz de causarle aquello. Los ojos del chico, incontrolablemente atrapados sangre antinatura del desconocido hombre con día tras día y noche tras noche parecía haberse convertido en una especie de consejero del hacia recién nombrado rey guerrero Sumu-Abum de la nueva y creciente Babilonia. Una mirada que se enlazaba con la de aquel hombre que giró una vez sus ojos carmesís reforzaría el misterio de querer saber de quién se trataba, cerro la escena y con ella la puerta de la lugar del rey.
–Madre…dime ahora qué es lo que pasa… ¿quién es ese hombre? Acaso…acaso es culpable de lo que le ocurre a papá.– Pregunto, desconcertado aún. –No hagas preguntas, Sumu-la-El.– Respondió, aún irritada. –Lo he visto desde que recuerdo.– Le tomo de la mano exigiendo una respuesta. –Dime quién es, ahora.– Sintió la mirada de su madre sobre sus ojos, y un beso que se depositó sobre su frente, seguido de un silencio y la explicita orden de que no saliese de aquel lugar. Encerrado en la habitación de la parte norte de palacio, y con su madre habiéndole ordenado no salir, de manera casi la ira le embargaba aun siendo un pequeño, y ese acto llevó a que, viendo en un pequeño cuchillo de caza que su padre le hubiese regalado hacía ya un tiempo, antes de que fuesen una ciudad-estado independiente, lo arrojase con furia y abrió los ojos como platos, cuando anonadado, miró como Apsu, nombre con el que el extraño hombre se había presentado, atajo entre sus dedos el filo del arma. Tragando un poco de saliva, su mirada, centrada en la otra mano que aún goteaba un líquido espeso que conocía bastante bien: sangre, y su mente confundida sin saber el cómo de la presencia ajena en el lugar que, sabía bien, se hallaba cerrado, estaba ahí, frente a él y con la misma mirada intrigante. Y pese a que el acto de cualquiera de su edad había sido, por supuesto, el retroceder, o el invocar el auxilio ajeno, no fue eso lo que prosiguió, sino algo inesperado, aun con miedo presente, su curiosidad por tener por fin al desconocido frente a él, le llevó a, estando cauteloso, querer por fin hablarle, aún cuando la voz de su madre, una vez más, desde afuera de la habitación, gritó. –Prométeme que si algo fuera de lo normal pasa, por favor...gritarás. Prometelo.– Exclamó. –Lo... lo haré, madre, lo prometo...– Dijo, mintiendo acercándose a la puerta, y volviendo a centrar la mirada en el desconocido y escuchar los pasos de su madre alejarse rápidamente.
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Re: Flashback - Memories of Babylon: The Prince [Kenner Clapton]
El inmortal Apsu observo con una leve sonrisa que podía sonar mas macabra de lo que parecía viendo, como el joven era cómplice de su presencia en vez de asustarse y pedir por ayuda, nada mas había asegurado que avisaría si algo raro pasaba, este se encontraba jugando con el cuchillo que el joven había arrojado, esta parecía a vuelto una extensión del inmortal frente al joven que al escuchar como la mujer terminaba de alejarse su aroma que resultaba bastante agradable para el vampiro que aspiro este observando el joven como si hablara con un adulto menciono.
-Tu madre tiene un aroma muy agradable, ese rey escogió una buena mujer para acompañarlo por ahora quizás, sabes cual es la diferencia de ellos conmigo que yo te veo como un hombre, el rey de todo esto.
Dijo buscando meterse en la cabeza del chico mientras caminaba y se recostaba en la ventana arrojando aquel cuchillo tranquilamente hacia la puerta casi atravesando esta en sus totalidad, gira la vista y lo mira sonriendo levemente.
- Deberías ser tratado con mas respeto eres el futuro de esta nación, tu padre morirá y seras tu el nuevo rey tus dudas deben ser respondidas tus reclamaciones escuchadas, lo que tu desees ser hecho realidad tener el control no crees? Cual es tu curiosidad desde que me has visto.
No era necesario leer sus pensamientos, para saber que los ojos del joven brillaban nada mas verlo, había algo que cautivaba al joven aunque solamente fuera su poder natural por ser un vampiro, pero también algo mas de lo que el quería saber, algo que el buscaba entender, este abrió las ventanas observando la noche la luna casi en lo mas alto de el oscuro cielo, sonrió levemente.
- Deberías tomar tus decisiones y conocer tu propio imperio en las noches, es muy agradable ahí gente que merece tener tu liderazgo gente que hace cosas, que tu padre no conoce y no controla si tu tan joven comenzaras a dominarlos a ellos cuando toque ser el rey tendrás a todos en tus pies por encima de tu padre.
Quería corromper su mente y ponerlo sobre el mando del submundo que crecía con rapidez para que su mente fuera menos moralizada que la de su padre a futuro y poder aprovecharse de eso en un futuro no muy lejano.
-Tu madre tiene un aroma muy agradable, ese rey escogió una buena mujer para acompañarlo por ahora quizás, sabes cual es la diferencia de ellos conmigo que yo te veo como un hombre, el rey de todo esto.
Dijo buscando meterse en la cabeza del chico mientras caminaba y se recostaba en la ventana arrojando aquel cuchillo tranquilamente hacia la puerta casi atravesando esta en sus totalidad, gira la vista y lo mira sonriendo levemente.
- Deberías ser tratado con mas respeto eres el futuro de esta nación, tu padre morirá y seras tu el nuevo rey tus dudas deben ser respondidas tus reclamaciones escuchadas, lo que tu desees ser hecho realidad tener el control no crees? Cual es tu curiosidad desde que me has visto.
No era necesario leer sus pensamientos, para saber que los ojos del joven brillaban nada mas verlo, había algo que cautivaba al joven aunque solamente fuera su poder natural por ser un vampiro, pero también algo mas de lo que el quería saber, algo que el buscaba entender, este abrió las ventanas observando la noche la luna casi en lo mas alto de el oscuro cielo, sonrió levemente.
- Deberías tomar tus decisiones y conocer tu propio imperio en las noches, es muy agradable ahí gente que merece tener tu liderazgo gente que hace cosas, que tu padre no conoce y no controla si tu tan joven comenzaras a dominarlos a ellos cuando toque ser el rey tendrás a todos en tus pies por encima de tu padre.
Quería corromper su mente y ponerlo sobre el mando del submundo que crecía con rapidez para que su mente fuera menos moralizada que la de su padre a futuro y poder aprovecharse de eso en un futuro no muy lejano.
Kenner Clapton- Vampiro Clase Alta
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