La mancha del arribo ✖ Kenner Clapton

por **Yulianna Záitseva** Miér Abr 24, 2013 6:51 pm

"Para quienes no ansían sino ver,
hay luz bastante; más para quienes tienen opuesta disposición,
siempre hay bastante oscuridad.".

Finalmente Valentina había arribado a París. La mente de la rusa no recordaba ya con exactitud cuántos días fueron necesarios para cruzar junto a parte de su servidumbre toda Europa prácticamente, desde las leves ondulaciones de los Urales en su natal Ekaterimburgo hasta la atractiva capital francesa.

A la par que los choferes de los distintos carruajes -que llegaron uno tras otro- comenzaban a descargar las onerosas pertenencias de la Condesa, que ahora ocuparían lugar en aquella esplendorosa residencia que la misma había escogido meses atrás para habitar cotidianamente cada vez que arribase a Francia, ésta se ocupaba de analizar todos y cada uno de los espacios conformantes de la vivienda seleccionada.
Valentina tendía a ser sumamente quisquillosa a la hora de adquirir algo y esa no sería la excepción. Inmediatamente ordenó a las criadas que asearan cada recoveco de la morada, ubicada a pocos minutos del centro parisino.

Si bien la rusa no era amante en absoluto de todas aquellas maravillas que la mayoría de las personas comentaban acerca de Francia, las obligaciones nobiliarias eran las que imponían las visitas asiduas a ciertos puntos estratégicos del globo, donde generalmente individuos de poder y renombre solían reunirse para tratar temas de índole relevante para todo el continente. En Paris se armaban y deshacían acuerdos a diario y era indispensable que el reinado ruso tuviese sus representantes en aquellos lares. Valentina, no muy a su gusto había sido específicamente seleccionada ni más ni menos que por la Zarina de su patria, lo que no daba opción alguna al rechazo de la tarea mencionada. No obstante, la rusa vio el lado positivo de tal encargo, pudiendo encontrar futuras víctimas en las calles parisinas que sirviesen como frescas ofrendas a su venerada deidad. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la Condesa, deseando su mellizo también se presentase en París para comenzar de una vez por todas con una nueva ola de sacrificios en pos de su entero y completo beneficio.

Tras una merecida siesta, la rusa despertó con los últimos rayos de Sol que se colaban a través de las delicadas cortinas de su recamara. En aquel momento de silencio y letargo, recordó que a la noche debía presentarse en una cena especial que un adinerado y prestigioso diplomático francés había organizado para darle la bienvenida. Sin más, la castaña no tardó en despegar su curvilínea anatomía de las sabanas de hilo blanco para tomar un baño, ayudada por dos de sus doncellas más confiables. Mientras una enjabonaba las espaldas de la rusa, otra de las muchachas se ocupaba de liberar el agua templada acumulada en una gran esponja sobre la piel húmeda de su señora. Aquel accionar se repetía una y otra vez hasta que Valentina lo creyese suficiente.
Tras ello, continuaba el ritual del alistamiento de vestuario y maquillaje, que curiosamente, la damisela gustaba de ejercer en solitario, sin ninguna ayuda de por medio, pues ella creía que nadie jamás podría alcanzar su meticulosidad en tal tarea.

Envuelta en telas refinadas con hilos de oro y fragancias exquisitas traídas desde el otro extremo del planeta, Valentina se disponía a partir en su carruaje hacia la cita programada. Su disposición para el evento no era de las mejores, dado el cansancio generado por el largo y extenuante viaje de Rusia a Francia, pero los protocolos debían ser respetados y priorizados. Una jornada más donde la pantomima de la simpatía fuese proyectada por la rusa no le afectaría en absoluto, después de todo el tiempo le había enseñado a ser una actriz excepcional, como a todo miembro de la aristocracia mundial.

Luego de un dialogo ameno, risas falsas y chistes aburridos, la Condesa había cumplido con su obligación de asistencia, dejando a todos los invitados encantados con su destacable presencia, esperando verle próximamente.
Arribada nuevamente en su recién adquirida residencia, todo estaba dispuesto para que la damisela se sumergiese por completo en el sueño que su cuerpo exigía desde hace horas. Tomó asiento en una habitación contigua a su recamara, sitio que había escogido para utilizar de cambiador. La banca que sostenía su peso estaba forrada por terciopelo de tono bordeaux y yacía precisamente en frente a un hermoso espejo con forma ovalada.
Mientras Valentina retiraba los últimos restos de maquillaje de su rostro le extrañó no contar con la presencia de sus doncellas para que el ayudasen a retirar su vestuario. La rusa sacudió la pequeña campanilla que tenía sobre la mesilla frente al espejo, pero nadie acudió a su llamado. En otra ocasión tal situación le hubiese molestado en sobremanera, pero dado su cansancio, dejo pasar aquel asunto. Ya escucharía la excusa de las jovencitas por la mañana.

Lentamente abandono sus ropajes protocolares, envolviéndose ahora solamente por una bata de seda oscura que acariciaba su piel delicadamente, como si de una pluma se tratase. Aquella comodidad era indescriptible, exquisita para un momento donde lo único que se desea es caer en las redes del descanso.

Lamentablemente, los deseos somnolientos de la castaña se verían truncados por una sorpresa bastante particular.

- ¡боже мой! – despojó la rusa de sus labios al adentrarse en su recamara y vislumbrar, tendidos en el suelo a los dos cuerpos de sus doncellas, en sus últimos segundos de agonía por los violentos cortes presentados en sus cuellos, que dejaban escapar aquella sangre brillante y templada que manchaba la blanca alfombra situada a los pies de la cama de la Condesa.
¿Quién habría podido ser capaz de cometer tal masacre en completo silencio? Los parpados de la castaña se retrajeron bruscamente a la par que sus azulados orbes se movían de un lado a otro buscando un responsable. La ventana principal de la habitación se encontraba abierta de par en par, permitiendo que las blanquecinas cortinas se meciesen grácilmente con el soplar de la brisa nocturna.
Semi paralizada, Valentina aún buscaba una explicación a aquel suceso. Su rostro no reflejaba miedo ni mucho menos, no era la primera vez que presenciaba la extinción de la vida humana, no después de los innumerables sacrificios de los que había sido parte junto a su hermano, sin embargo su preocupación radicaba en no encontrar la respuesta a aquella situación inesperada.
En ese preciso instante, en que la confusión comenzaba a abordarle paulatinamente, sus sentidos le advirtieron de una presencia. Allí estaba, sumergido en las sombras observándole sin pronunciar vocablo alguno ¿Qué era lo que buscaba?

- Si os atrevéis a invadir esta residencia, os solicito que mostréis vuestro rostro como mínimo antes de que toda la servidumbre de esta casa se haga presente en la habitación - Valentina sabía que aquella amenaza era obsoleta, después de todo ¿Cómo explicaría de forma creíble la muerte de sus dos empleadas en completo silencio por alguien que podía marcharse tan fácil y fugazmente como había arribado? Además, aquella carta de presentación no sería beneficiosa en absoluta para una recién llegada a la capital francesa.

No quedaba más que tratar de vislumbrar al ente que aún permanecía oculto en las sombras y saber que deseaba de ella. Valentina cerró uno de sus puños con vehemencia, convenciéndose de que su Dios Odín le protegería si fuese necesario.

¡боже мой!: en español "Dios mío"

por **Kenner Clapton** Miér Abr 24, 2013 10:03 pm

La noche mas una vez se cernia sobre Paris y yo me encontraba en el la gran sala de mi castillo frente a la gran ventana debia cumplir una tarea burocratica los movimientos comenzaban y era hora de hacer los mios observe atentamente por la ventana mientras sentia el olor de mis siervas esta vez ellas permanecieran en el castillo debia hacer cosas personales sin mas desapareci de alli usando mi gran velocidad de inmortal en poco tiempo llegue a paris sobre un tejado observaba la humanidad aun salian haciendo sus encuentros nocturnos habia llegado alli de forma rapida y de la misma forma me encontraba mi traje intacto y perfecto ni una muestra de daño y mi cuerpo ningun cansancio.

La noche avanzo y me uni como invitado a una charla donde parecia haber una joven muy bella y atractiva que llamaba la atencion de muchos ya sea por su forma atractiva de ser o por, simplemente ser la condesa de Rusia eso me hizo sonreir de forma sadica por que no hacerle una visita sus ojos mostraban que no era una persona normal y mucho menos de poco misterio asi que abandone aquella fiesta sin ser seguido pero no sin antes obtener informacion de los recuerdos de sus siervos que la aguardaban afuera, una bella casa tenia aqui ya conocia cada rincon de ella el nombre de la duqueza y su viaje tan cansador mis labios parecian disfrutar esta noche seria promicoria y no hacia mas que comenzar me dije mientras miraba la luna caminando hacia mi objetivo.

Finalmente entre por la ventana dos Siervas parecian acomodar todo para la llegada de su ama una leve sonrisa se figuro en mi rostro seria tan facil encargarme de ellas que nisiquiera una estando a dos metros de la otra se enteraria, sin mucho preambulo camine como si fuera el rey de la noche y tome a la sierva del cuello perforandola con mis uñas sin que pudiera pelear o defenderse no salpique nada ni se escucho ruido a la otra en cambio, me aproxime por detras y mordi su cuello rompiendo sus cuerdas vocales para que no gritara mientras me alimentaba de ella sin que pudiera hacer nada y yo sin derramarme ni una gota carmesi sobre la ropa sin mas escuche como la joven se levantaba abandone ambos cuerpos y en menos de minutos ella aparecio.

Mi cuerpo protegido por las sombras del otro lado de la sala donde no llegaba el brillo de la luna habia un sofa comodo con los mayores lujos donde yo no me sente sino que me recoste por detras observando como ella decia aquello de llamar a sus demas criados acaso deseaba que ellos terminaran igual a estas dos muertas en el suelo, aun me buscaba con la vista pude notar como sus ojos no se sorpendieron sobre la muerte de sus criadas y su puño era mas en defensa que en impotencia o deseo de rabia asi que sonrei y me pronuncie con una voz calma y serena casi inreconocible desde las sombras del dormitorio

-Bienvenida a Paris Condeza Záitseva, ha tenido un largo viaje hasta aqui

Mencione dejando que viera donde yo estaba o por lo menos se imaginara lo que era haciendo destellar levemente mis ojos en un tono carmesi infernal, no era problema que ella se acercara mucho en segundos podia recorrer esta habitacion y aparecer en otro lugar, los destellos se volvieron dos ojos rojos permanentes para que ella viera unicamente los ojos dentro de esta noche cruel

por **Yulianna Záitseva** Sáb Abr 27, 2013 8:26 pm

"El ánimo que piensa en lo que puede temer,
empieza a temer en lo que puede pensar" .

Descalza, con ambos pies sobre la extensa alfombra blanca que continuaba tiñéndose del tono rubí que desprendían las dos empleadas ya fallecidas, Valentina recordó con suma extrañeza, algunos de los relatos que su padre solía hacerle cuando era una niña pequeña.
El caballero, sumamente creyente de la religión católica narraba historias sobre seres oscuros, demonios que parecían acobijarse en la oscuridad de la noche, pues ni una gota de pureza residía en sus cuerpos, pálidos y enemigos de la luz del Sol. Vronsky –como se llamaba el progenitor de la rusa, sacrificado por ésta misma junto a su mellizo- había insertado en Valentina la idea de que esos terroríficos demonios eran capaces de arrastrar al alma más pura a la completa perdición, pues contaban con un poder inmensurable. Pero con el paso de años, aquel miedo infundido fue desapareciendo lentamente en la mente de la castaña, porque después de todo ¿Quién podría ser más poderoso que el Dios que velaba por la seguridad de ella y su hermano? Odín lo era todo para Valentina, jamás existiría algo por encima de su divinidad. La rusa tenía de su lado también aquellas armas innatas que despertó tras convivir con hechiceros nórdicos y que le facilitaron la tarea de acabar con todo aquello que se interpusiera en su camino, en su sendero hacia el máximo poder.

Dos destellos, uno a poca distancia del otro se presentaron en medio de la habitación, en el centro mismo de la oscuridad nocturna de la recamara. Eran como el brillo de dos piedras preciosas que incitaban al encuentro, al acercamiento, más no obstante la rusa no dio siquiera un paso en dirección de aquel fulgor envolvente – Así que me habéis buscado. Pues aquí me tenéis – confirió a la voz masculina que se dirigía hacia ella. La Condesa había deducido por las palabras del misterioso intruso que éste estaba muy al tanto de quien era ella y de dónde provenía ¿Acaso le estaría vigilando desde hace alguien tiempo? Valentina creía aquello como imposible. Sus visiones se lo habrían advertido ¡O incluso el mismo Odín le hubiese enviado una señal que evitase la presente tragedia que proyectaba aquel encuentro! La damisela trataba de ordenar sus pensamientos, más sin olvidar de aquella presencia a pocos metros de la suya, que sin dudas amenazaba con su seguridad.

- El tiempo es valioso, pues incluso hasta un ser inmortal puede perecer en cuestión de un abrir y cerrar de ojos. Manifestad lo que deseáis aquí de una vez – los vocablos de la hechicera trataban de impartir firmeza, erradicando cualquier idea de que ésta estuviese atemorizada por el misterioso ente que aún continuaba oculto en las sombras, sin identificarse debidamente ¿Valentina le conocería y a partir de eso se explicaba tanto ocultismo? La bruja había aprendido hace mucho tiempo a percibir seres sobrenaturales, y estaba más que segura que no había tenido trato con ningún inmortal en mucho tiempo. La última ocasión fue cuando le entregó la verdadera muerte a uno de ellos, que amenazó con beber hasta la última gota de su sangre ¿Aquel caballero nocturno buscaría venganza? La rusa despojo un sonoro suspirar, casi agobiada por la lluvia de ideas recurrentes que surcaban su cabeza de un lado a otro.

La paciencia no era una invitada aquella noche, pero no quedaba otra opción que aguardar a los acontecimientos que el desconocido intruso tenia planeados para aquella inesperada visita.

por **Kenner Clapton** Sáb Mayo 04, 2013 10:53 am

Escuche de forma tranquila desde la sombra,s ella intentaba mostrarse tranquila pero ya había , tenido mucho contacto con este tipo de criatura y mas sin saber de quien se trataba, un inmortal morir esas palabras intimidan tes le podrían costar la vida, si no fuera por que tenia un interés peculiar en ella y solo por eso aun la mantenía viva. mis ojos se entrecerraron de forma leve haciendo que aquellos dos destellos desaparecieran por dos segundos y luego resplandecieran de una forma aun mas macabra mientras la observaba

-En cambio un mortal puede desaparecer en un simple cerrar de ojos, Condesa y no os apuréis sabréis todo al debido tiempo.

Se hizo un leve silencio y mis ojos destellaron como liberando una onda y hice que su cuerpo sintiera un cosquilleo a punto que le costara mantenerse de pie centrando el dolor en sus huesos de las piernas y hombros, pero no era dañino simplemente le costaría mantenerse de pie delante de mi apariencia para que entendiera que no me andaba con juego ni lo pensaba, los ojos se movieron alejándose un poco retrocedí unos pasos levemente.

-Os estáis metiendo en un mundo que creo que conocéis muy bien, lleno de traiciones y secretos y quiero que hagáis algo por mi en poco tiempo mi lady

Digo de forma pausada y indiferente mientras los ojos se movían en dirección hacia la ventana de forma tranquila, mientras aun no aparecía en la luz de las sombras simplemente se podía ver su proximidad aun seguía causándole aquello molesto en la joven para que entendiera que no me andaba con juegos y ni me andaría con los mismos nunca.

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