AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
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No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
Su padre se había negado, sus hermanas se habían negado, su madre e incluso Xavier había expresado desacuerdo ante la masiva que solicitaba expresamente que Georgiana debía viajar a Rusia a investigar el extraño brote de una enfermedad, muchos aldeanos habían sido encontrados drenados de sangre, pese a ello no estaban del todo seguros que fuera un vampiro o varios asi que siendo ella una de las pocas especialistas en matar aquellas amenazas sin alma que se cernían en contra de la inquisición no había dudado ni un segundo en aceptar al ver la apariencia demacrada y excesivamente perturbada del mensajero que resulto ser uno de los aldeanos a los que estaba atacando la “Creatura de la enfermedad” que estaba arrasando con todos.
Todos se habían mostrado inquietos ya que ninguno podía ir con ella. Gweneth la había armado hasta los dientes, le había dado amuletos y varios de sus nuevos inventos, Xavier le había dado su preciada daga encantada que usaba contra brujas por si se topaba con una cómplice mágica e incluso Lilia había sumergido en agua bendita dos pulseras y una gargantilla con cruces encantándolas para que solo ella pudiera quitárselas junto a varios objetos con fuertes hechizos que ayudarían a que no la mordieran, al entregarlas su acostumbrado y florido vocabulario habia hecho acto de presencia “Más vale que regreses maldita perra porque si no quien cuidara al engendro” exclamo su hermana tocándose el vientre que comenzaba a hincharse por el bebe.
De eso había transcurrido una semana, ahora no creía sus teorías, estaba completamente segura por toda la información que Xavier le había estado haciendo llegar. No era un brote de ninguna plaga y tampoco eran vampiros, bueno no era uno común y corriente y aun rogaba a su dios en todo momento que solo fuera una de esas repugnaste creaturas a las que demonizaban nosferatus. Lo mas peligroso en combatir.
Había salido con un grupo de treintaisiete inquisidores locales, mas de dos terceras partes habían perdido la vida en los primeros minutos y aunque le habían suplicado que regresaran ella simplemente les había ordenado regresar a la aldea mientras ella buscaba en el bosque. Llevaba lejos un dia, había estado buscando sin descansar y por primera vez sintió el bajón de adrenalina. No había comido ni dormido en las ultimas veinticuatro horas, incluso estaba muriendo de frio y estaba demasiado lejos cuando se dio cuenta que estaba a punto de anochecer nuevamente. Maldijo sonoramente permitiéndose ya que comenzaba a marearse, incluso el fuerte semental negro que cabalgaba se reusaba a continuar.
La noche comenzaba a mecerse y apoderarse del cielo y ella estaba en graves y severos problemas pues todo el mundo sabe que un bosque de noche engaña incluso al mas experimentado.
Georgiana D'Aramitz- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/11/2016
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
El viaje más grande de todos, en medio de un tren acompañado de su víctima a la que tortura entre las suaves sábanas hasta la muerte, Paris no le ha ofrecido mucho entretenimiento y pocas doncellas inocentes se encuentran entre las calles pero su deseo de encontrar aquello a lo que torturar hasta la muerte lo lleva a tomar ese viaje hasta las tierras más gélidas. Meses han pasado desde su arribo y aunque su sed aumenta, la controla entre los brazos de las putas y meretrices de la zona hasta el arribo a un pueblo olvidado por dios y los mismos humanos, uno que le recuerda donde él fue concebido.
Lleno de ratas y muerte, putas y alcohol donde no hay más que poca fe y una inocencia en cada alma, pero lo que se encuentra es muerte, plagas y una desesperada búsqueda de ayuda.
En medio de ese enredo se encuentra siendo llevado por cadenas por unas bestias cuyo rostro se vuelve irreconocible, las torturas a las que se ve amenazado solo provocan su sonrisa cuando sus habilidades se hacen presentes destrozando a cada uno de ellos hasta explotar sus horribles cabezas.
—Insensatos, ellos ya están aquí y su hambre será su perdición—
Toma asiento encadenado a aquel árbol esperando que lleguen por él los que deberían ejecutarlo. Ser el señuelo no era lo suyo, pero en esta ocasión esperaba con ansia saciar su hambre de varios meses atrás. Aunque quizás tarde más de lo esperado.
El clima no le afecta, solo ruega por no tener que esperar hasta el sol, sus ojos observa la noche que avanza con la niebla recorriendo el bosque frío.
Lleno de ratas y muerte, putas y alcohol donde no hay más que poca fe y una inocencia en cada alma, pero lo que se encuentra es muerte, plagas y una desesperada búsqueda de ayuda.
En medio de ese enredo se encuentra siendo llevado por cadenas por unas bestias cuyo rostro se vuelve irreconocible, las torturas a las que se ve amenazado solo provocan su sonrisa cuando sus habilidades se hacen presentes destrozando a cada uno de ellos hasta explotar sus horribles cabezas.
—Insensatos, ellos ya están aquí y su hambre será su perdición—
Toma asiento encadenado a aquel árbol esperando que lleguen por él los que deberían ejecutarlo. Ser el señuelo no era lo suyo, pero en esta ocasión esperaba con ansia saciar su hambre de varios meses atrás. Aunque quizás tarde más de lo esperado.
El clima no le afecta, solo ruega por no tener que esperar hasta el sol, sus ojos observa la noche que avanza con la niebla recorriendo el bosque frío.
Última edición por Ignatius M. Vasíliev el Jue Jun 01, 2017 5:21 pm, editado 2 veces
Ignatius M. Vasíliev- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/02/2017
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
La obscuridad cubre el manto nocturno, el frio apremia y a lo lejos se escuchan los cascos y el cansado andar del corcel entre el bosque y los enormes arboles del bosques nevados de aquel país desconocido. Se encuentra demasiado lejos, puede que hasta este algo perdida y desorientada en aquel terreno desconocido, incluso comienza a pensar que las palabras de su familia eran ciertas. Detiene el andar de caballo, está demasiado cansado al igual que ella, sin ver demasiado bien donde se encuentra enciende una farola con la que se dará calor hasta que acabe la noche pero farola deja ver sombras –Dios mío –se cubre la noca mirando que no lejos de ella una persona en avanzada descomposición está atada a uno de los arboles con la cabeza agachada –Anda –insta al corcel que se niega ante el aroma a muerte que se respira al continuar andando. Suspira presintiendo que en el momento menos adecuado es cuando por fin encuentra una de las pistas que necesita, aprieta las manos en puños bajando y amarrando las cuerdas al árbol mas cercano, tomando ambas pistolas, la daga que le ha dado su hermano, un par mas, una espada y la lámpara de aceite –Maldita ignorancia –exclama mirando a los cuerpos caminando. Entre más se adentra aparecen mas y mas cuerpos en distintos grados de descomposición amarradas a los arboles, cada ves mas cerca uno del otro. La inquisidora se pregunta como es que la ignorancia de los aldeanos permite el que ofrezcan humanos, hermanos, hermanas, padres, sobrinos, primos, etc, en sacrificio a aquel monstro nosferatus para mantenerle calmado.
Con la manga se tapa por un momento la nariz intentando que su estomago no de vueltas por el aroma sintiendo la proximidad de arcadas. Y en aquel descuido en el que se gira tapándose la boca cree mirar como una de las sobras se mueve –¿Hay alguien ahí? –reacciona por puro impulso acercase con sigilo escuchando un silbido… una canción… toma una de las pistolas y sujetando con fuerza la empuñadora de su espada se acerca hasta estar de frente con un hombre.
El silva una canción, en su rostro hay una sonrisa torcida y Georgiana queda en shock por un momento. Algo obscuro y primitivo se apodera de ella, admirando el cuerpo semidesnudo de aquel que le mira con aquellos ojos azules obscuros como el mar, enigmáticos, profundos y misteriosos, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse. Un fuerte escalofrió sacude su cuerpo regresándola a la realidad –¿Quién te ha hecho esto? –pregunta acercándose a él respirando con dificultad intentando controlar su nerviosismo quitando la mirada de su torso desnudo –¿Fuero los aldeanos?... te ayudare –rodeando el árbol apunto con la pistola que llevaba a las cadenas para quebrarlas.
Última edición por Georgiana D'Aramitz el Jue Oct 05, 2017 12:09 am, editado 1 vez
Georgiana D'Aramitz- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/11/2016
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
Silbando una canción entre algunas palabras como un rezo pero es más el sarcasmo al mencionar el nombre santo de una virgen que toma el papel de una beata madre. Sus ojos se alzan a los cielos mostrando una sonrisa de lo más perversa, esos ojos se iluminan con la noche oscura y fría, la piel de su pecho cubierta de sangre para atraer a aquellas criaturas.
Los pasos están cerca, sus ojos se cierran aguardando a pelear pero es un nuevo sonido el que lo despierta para ver una figura diferente.
Una rata más, una de esas mortales cuyo rostro se marca de preocupación, dolor, angustia, enojo y unos tonos rojos en sus mejillas que le resultan muy atractivo, o era quizás la larga prenda que llevaba cubriendo por completo su cuerpo. Chasqueo la lengua molesto por la visión que no se iguala a su ilusión, aguarda la ayuda como si fuera un simple humano, ella huele diferente y sus colores que le acompañan son otros. Ella es una inquisidora y lo excita.
—Soy un extranjero en tierras extrañas, los hombres dijeron que aguardara aquí pasando la noche si lo hacía podría quedarme en su aldea—
Miente descaradamente. El sonido de aquella bala que se incrusta en el árbol lanzando unas esquirlas de plata a su mano quemándolo por completo, lo oculta de la mujer rápido así como su furia y deseo de acabarla. Muestra una sonrisa muy agradable.
—Vine aquí porque he escuchado historias extrañas, de criaturas horribles que rondan por estos bosques, y como un investigador quise verlas pero creo que cometí un error—
Rápido al soltarse de las cadenas se acerca a la dama tomando su mano evitando entrar en contacto con sus armas y sus…¿protecciones?. La mujer venía más que preparada, besa el dorso de ella con una mirada dulce de alguien preocupado por el bienestar de una mujer
—¿A usted no le han hecho nada, verdad? Me sentiría mal si le hicieran lo mismo que a mi ¿puedo revisar su cuerpo? Me han hecho tomar algo y luego han cubierto mi cuerpo con sangre de animal a usted quizás le hicieron lo mismo, debería salir de aquí este lugar no es propio para una dama como usted podrían encadenarla, violarla o sabrá dios que otras cosas más—
Al nombra el nombre del altísimo su sonrisa es de repudio. Desliza sus dedos entre los de ella como una suave caricia y una mirada de preocupación. Engañosa preocupación.
Los pasos están cerca, sus ojos se cierran aguardando a pelear pero es un nuevo sonido el que lo despierta para ver una figura diferente.
Una rata más, una de esas mortales cuyo rostro se marca de preocupación, dolor, angustia, enojo y unos tonos rojos en sus mejillas que le resultan muy atractivo, o era quizás la larga prenda que llevaba cubriendo por completo su cuerpo. Chasqueo la lengua molesto por la visión que no se iguala a su ilusión, aguarda la ayuda como si fuera un simple humano, ella huele diferente y sus colores que le acompañan son otros. Ella es una inquisidora y lo excita.
—Soy un extranjero en tierras extrañas, los hombres dijeron que aguardara aquí pasando la noche si lo hacía podría quedarme en su aldea—
Miente descaradamente. El sonido de aquella bala que se incrusta en el árbol lanzando unas esquirlas de plata a su mano quemándolo por completo, lo oculta de la mujer rápido así como su furia y deseo de acabarla. Muestra una sonrisa muy agradable.
—Vine aquí porque he escuchado historias extrañas, de criaturas horribles que rondan por estos bosques, y como un investigador quise verlas pero creo que cometí un error—
Rápido al soltarse de las cadenas se acerca a la dama tomando su mano evitando entrar en contacto con sus armas y sus…¿protecciones?. La mujer venía más que preparada, besa el dorso de ella con una mirada dulce de alguien preocupado por el bienestar de una mujer
—¿A usted no le han hecho nada, verdad? Me sentiría mal si le hicieran lo mismo que a mi ¿puedo revisar su cuerpo? Me han hecho tomar algo y luego han cubierto mi cuerpo con sangre de animal a usted quizás le hicieron lo mismo, debería salir de aquí este lugar no es propio para una dama como usted podrían encadenarla, violarla o sabrá dios que otras cosas más—
Al nombra el nombre del altísimo su sonrisa es de repudio. Desliza sus dedos entre los de ella como una suave caricia y una mirada de preocupación. Engañosa preocupación.
Ignatius M. Vasíliev- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/02/2017
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
Libre, ahora está libre mientras ella jala las cadenas haciéndolas a un lado escuchando al hombre que ella deduce le han engañado floreciendo el aroma del enfado en ella ligeramente hasta que se gira para mirarle, siente un pinchazo en el guante y procede a quitárselo sin lograr a examinarse la mano al mirar al hombre que ahora se encuentra a su lado, aun semi desnudo. Un suspiro nace y ensancha sus pechos marcándolos claramente sobre la larga capa que usa. –Debe tener cuidado señor, sobretodo si no esta acostumbrado a estos pueblos, pueden llegar a ser muy engañosos…– exclama ella en Ruso con aquel marcado acento francés que tanto le caracteriza. Siente como sostiene la respiración. Georgiana se siente incomoda, se sonroja y no por el frio ¿Qué le sucede? Ella no suele ser así, pese a ser la única dama respetable de su familia, los hombres no la incomodan y mucho menos la hacen sonrojar.
El suave y frio contacto la sorprenden por tal osadía pero el contacto de los fríos labios masculinos en su cálida mano lo único que provoca es un escalofrió que despierta su cuerpo haciéndola sentir sofocada. –¿Es un investigador? Un hombre de ciencia– admira la inquisidora deseando apartar la mano con un sutil brillo de admiración en los ojos celestes. Al escuchar lo que ofrece el hombre y la solicitud de revisarla la toman por total y completa sorpresa. Baja la mirada suspirando al juzgar al hombre como un ser honrado y preocupado por la seguridad de una dama que no conoce. Un caballero –No… no es… necesario– tartamudea mirándolo. Es atractivo, algo de el desconocido le es terriblemente atrayente y no son solo sus delicados y finos cuidados. –Yo me encuentro en perfecto estado… he venido de parte de nuestra glorificada inquisición a ayudar con el problema de aquellos seres de los que ha mencionado– se desabrocha la capa dejando ver una debajo mucho más corta llegándole a los muslos, marcando sus pechos y sus caderas con los pantalones que se ajustan más de la cuenta en una mujer, las muñequeras que le ha puesto Lilia junto a la gruesa gargantilla con la cruz y sus largos cabellos negros recogidos en una larga trensa que le cae de lado derecho. –No deseo que después de salvarle de las cadenas muera de frio– explica ofreciéndole la capa y sacando otro par de guantes del morral que le cae de lado izquierdo rodeándole la cadera. –Puede que le queden, a mi me quedan grande– se acomoda la gorra de lana cubriéndose lo mas que puede –Mi nombre es Georgiana D'Aramitz, soy una inquisidora de una de las cedes de Francia, por ello puedo asegurarle que puedo cuidar de mi misma … ¿Joven… ?– pregunta admirando al hombre. Sonríe de forma cálida ofreciendo un trozo de tela para que este se limpie la sangre admirando el torso marcado y duro a la vista.
Georgiana no es una mujer de pensamientos pecaminosos, los ha tenido producto de pelear contra vampiros, usando estos sus habilidades de seducción, desde hace una década pero incluso así sus deseos sexuales suelen estar reprimidos o incluso decir que son casi inexistentes pero aquel hombre al mirarlo provoca un extraño pensar, como si fuese indebido, algo pecaminoso el admirar tan glorificado cuerpo. –Debemos movernos– exclama mas calmada de lo que realmente esta apartando la mirada. –Dios debió haberse tomado más tiempo al crearle a él– el pensamiento se desliza sin permiso y un regaño interno llega con severidad molestándose con ella misma.
Georgiana D'Aramitz- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/11/2016
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
Absurda dilatación humana que se recubre del frio de las noches sin cubrir sus almas ante los ojos de los demonios que pueden devorarlos con solo verle a los ojos. Una sonrisa se refleja, una sonrisa de aceptación ante la patética humana que como todos son tan vulnerables al hechizo de un ser de la noche; aumenta el encanto de la seducción en la pobre humana que se sonroja como la vergüenza como un asco que lo oculta con la sonriente expresión en el rostro.
Los dedos y apenas tocan uno de las protección que lleva encima, la maldita humana, iba tan protegida como si fuera a meterse con alguna bestia sencilla y no aquellos seres descomunales que poco temen de los humanos pero si de los siniestros hijos de Caín y Lilith. Retiró la mano conteniendo la maldición que estaba por lanzar al quemarse con aquel accesorio, sus ojos se llenaron de tinta roja como el vino y la sangre deseando destruir a la mujer pero se contuvo, mordió la serpiente su lengua sonriéndole
—Gracias a los cielos que está bien, Мисс, es un completo alivio para mí. Mi alma y corazón se llena de tranquilidad al saber que no le han hecho nada pero aun así me queda duda porque esas personas pudieron haberle dado algo de beber, algún líquido malicioso que pudiera luego afectarle la movilidad de su cuerpo—
Lento paso su pulgar diestro por los labios de la dama aceptando la tela innecesaria para su cuerpo pero que tenía que usar para ocultar su condición de los ojos curiosos de los inquisidores y de la misma mujer que tenía el rostro tan rojo que despertaba el hambre. Alejó la mano del rostro dándole la espalda dejando caer la capa el suelo, buscaba entre alguno de los cadáveres alguna chaqueta negra que le fuera de mayor utilidad
—Pero si usted dice que no, entonces le cree, más si veo que no se siente bien la cargaré a mi espalda— pero antes te arrancaré cada una de esas protecciones y la ropa que lleves puesta
Pensó rápido, al tomar de uno de los cadáveres la prenda que buscaba, se la colocó delante de la mujer caminando hacia ella como un lobo directo a su venado a devorar, se arrodilló tomando la capa rozándola contra el cuerpo de la humana colocándola sobre los hombros de ella arropandola
— Мисс , no sería de un caballero, el permitir que una dama se enfrente a semejante frío crudo y cruel, me haría sentir tan mal al ver que delicado y bello cuerpo se enfrenta a semejante temperaturas, como hombre, no, como caballero debo pedir que sea usted quien porte aquella ropa, me sentiré más cómodo no se preocupe por mi, cuando tengra frío pediré que alguien me caliente, somos hombres podemos soportar tan fuertes temperaturas y soy un hombre de ciencia sabré como mantener mi cuerpo tan caliente como para sudar en medio de toda esta nieve, aunque me gustaría que fuera con usted también que pudiera hacerlo—
Vil engaño con los dedos que rozan apenas y el cuello y un poco el escote de la mujer tomando atención en las facciones, en sus ojos claros donde clavan los de él usando la seducción de los seres del infierno sobre la pobre humana.
Мисс= Miss (señorita en ruso)
Los dedos y apenas tocan uno de las protección que lleva encima, la maldita humana, iba tan protegida como si fuera a meterse con alguna bestia sencilla y no aquellos seres descomunales que poco temen de los humanos pero si de los siniestros hijos de Caín y Lilith. Retiró la mano conteniendo la maldición que estaba por lanzar al quemarse con aquel accesorio, sus ojos se llenaron de tinta roja como el vino y la sangre deseando destruir a la mujer pero se contuvo, mordió la serpiente su lengua sonriéndole
—Gracias a los cielos que está bien, Мисс, es un completo alivio para mí. Mi alma y corazón se llena de tranquilidad al saber que no le han hecho nada pero aun así me queda duda porque esas personas pudieron haberle dado algo de beber, algún líquido malicioso que pudiera luego afectarle la movilidad de su cuerpo—
Lento paso su pulgar diestro por los labios de la dama aceptando la tela innecesaria para su cuerpo pero que tenía que usar para ocultar su condición de los ojos curiosos de los inquisidores y de la misma mujer que tenía el rostro tan rojo que despertaba el hambre. Alejó la mano del rostro dándole la espalda dejando caer la capa el suelo, buscaba entre alguno de los cadáveres alguna chaqueta negra que le fuera de mayor utilidad
—Pero si usted dice que no, entonces le cree, más si veo que no se siente bien la cargaré a mi espalda— pero antes te arrancaré cada una de esas protecciones y la ropa que lleves puesta
Pensó rápido, al tomar de uno de los cadáveres la prenda que buscaba, se la colocó delante de la mujer caminando hacia ella como un lobo directo a su venado a devorar, se arrodilló tomando la capa rozándola contra el cuerpo de la humana colocándola sobre los hombros de ella arropandola
— Мисс , no sería de un caballero, el permitir que una dama se enfrente a semejante frío crudo y cruel, me haría sentir tan mal al ver que delicado y bello cuerpo se enfrenta a semejante temperaturas, como hombre, no, como caballero debo pedir que sea usted quien porte aquella ropa, me sentiré más cómodo no se preocupe por mi, cuando tengra frío pediré que alguien me caliente, somos hombres podemos soportar tan fuertes temperaturas y soy un hombre de ciencia sabré como mantener mi cuerpo tan caliente como para sudar en medio de toda esta nieve, aunque me gustaría que fuera con usted también que pudiera hacerlo—
Vil engaño con los dedos que rozan apenas y el cuello y un poco el escote de la mujer tomando atención en las facciones, en sus ojos claros donde clavan los de él usando la seducción de los seres del infierno sobre la pobre humana.
Мисс= Miss (señorita en ruso)
Ignatius M. Vasíliev- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/02/2017
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
Sus pasos se detienen, el suave toque del hombre demasiado cerca la hace quedarse completamente quiera en ves de alejarse tal cual suele hacerlo. La mano masculina se aleja y ella le mira con los ojos desorbitados. Se pregunta porque insiste en ello de los brebajes –¿Acaso ha bebido usted algo?– cuestiona apretando la mano a la empuñadura de su espada. Que estúpida se siente al caer en cuenta que si lo ha hecho lo mas probable es que no se lo informe. Su molestia e incomodidad se están volviendo palpables. Ella no es asi, es mas despierta, mucho mas atenta ¿Qué demonios le sucede? –Le repito, me encuentro en perfecto estado, no e bebido ni comido nada mas haya de los alimentos de el dia de ayer a eso del medio dia– El pulgar calla su explicación, detiene su respiración y en su mirada algo obscuro nace desencadenándose, la mano masculina se aparta y ella pasa de forma sensual y voraz su lengua por estos sin ser consciente de ello.
Esquiba la mirada y continua su andar. Algo le dice que aquel ser que busca esta muy cerca –Ha dicho que es extranjero… ¿Sr?– pero ella no nota un cambio brusco en su acento, de hecho habla perfectamente ruso, girándose le da la cara –Me he presentado pero usted no lo ha hecho– acaso es él. ¿Es el causante de aquella muerte en ese lugar? ¡Imposible!
El impulso le ha ganado, su puño enguantado se ha estrellado en la mejilla del hombre, no había sido una bofetada por defender su honor, o lo que era lo mismo: su cuerpo virgen, había sido un golpe con mas fuerza de lo que deseaba admitir. Después de escucharle decir todo aquello aguantando el reprocharle su actitud ante una dama desconocida pero el colmo ha sido el que le toque el escote. Si hay algo que Georgiana odie es su cuerpo, no es como el de sus hermanas, delgado, proporcionado, con finas, delicadas y exquisitas curvas. No, en absoluto, ella es la mas alta, sus pechos siempre han sido el más grande y espantoso fastidio ya que no solo los escotes se le ven vulgares, a la hora de entrenar son una de sus principales estorbos.
–No se que costumbres tenga– afirma con los puños cerrados mirándolo, dándose cuenta que esta respirando demasiado rafipido –Pero de donde yo vengo no se le ponen las manos encima a las damas que no conocen. No me has ni dicho tu nombre– dos pasos hacia atrás y cubriéndose los pechos mira al suelo –Hace que me confunda– susurra inquita –Me disculpo si he sido demasiado ruda pero en verdad… estoy acostumbrada a otras cosas– no solo es su actitud, es todo él que la llama a pensar en cosas pecaminosas, pero no, no es pensar, acaso es ¿Sentir? O…
El susurro llega con la brisa. No hay mas tiempo, no es él, no es el hombre a quien salvo quien esta provocando todo eso. Lo siente, esta cerca y a no mas de cien metros lo mira, es el nosferatus que ha venido a buscar.
Desenvainando su espada corre al encuentro del aquel moustro que sin mas se abalanza sobre ella tumbándola de espalda sobre la nieve. El grito de guerra que emana de su garganta despierta al bosque mientras su espada que atraviesa su propia garganta es lo único que evita que el antiguo ser le desgarre la garganta.
Puede sentir el frio aliento de la muerte, no es lo suficiente fuerte para quitárselo de encima y acabar con aquella abominación de dios. Incluso el todo poderoso tubo errores al en cada una de sus creaciones.
Georgiana D'Aramitz- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 05/11/2016
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
El bosque se silención en aquel momento, no había animal ni hombre que emitiría un sonido, solo quedó el recuerdo de aquella bofetada que hizo eco por todo el lugar dejando enmudecidos a los hombre que acompañaban a la pequeña princesa D´Aramitz. Mantuvo sus ojos cerrados conteniendo una ira de salir, tomarle del cabello, arrinconarla contra un árbol y hacerle ver que a él nadie le tocaba, pero solo esperó, pronto la castigaría.
Regresó la vista más calmado inclinándose hacia la inquisidora, con aquella manera engañosa de ser un buen caballero, extendió su mano pidiéndola la de la mujer como una disculpa, en su rostro ya no había rastro de marca roja alguna que le quedaría a cualquier mortal que reciba semejante golpe. Sonrió disculpándose, o haciendo un intento de sonar a ello
—Me disculpo, mi lady, estaba muy perdido, verá usted se asemeja mucho a mis hermanas y por un momento pensé que era una de ellas, la menor, a la que cuido de que siempre estoy atento, no era mi intención ofenderla ni faltarle el respeto, solo que no la veía como una mujer si no como una hermana, espero me sepa comprender y disculpar mi atrevimiento, no lo volveré a hacer—
Levanta la mirada, oscura, sombría, lujuriosa mentirosa en ese momento lamiendo los dedos que ella hace escasos segundos tras lo había hecho.
Cuando la joven doncella de los D´Aramitz ha dejado su confesión más que esperada, unos engendros de nosferatus aparecen en ese momento entre los dos, lanzándose contra la mujer, pero el vampiro no se mueve, se mantiene ahí mirando el desenvolvimiento de la inquisidora con una sonrisa en el rostro.
Observa con atención cada uno de sus movimientos con la espada y como la forma de defenderse ella, lo ha memorizado y al ver el cuerpo del nosferatus que aun se movía sobre ella, se acerca quitándoselo de encima, lanzándolo a unos metros con fuerza. Ve a la mujer con una sonrisa y en lugar de darle la mano para levantarse, camina hacia el cadáver mirándole a los ojos a la criatura; se acerca a este abriendo con sus manos la boca de aquel ser horrible hasta partirle a la mitad, pero antes de que se dé cuenta la mujer le arranca lo que hubieran sido colmillos si hubiera evolucionado como lo que debió haber sido, un vampiro.
Entrega a la mujer los colmillos
—Un regalo como disculpa, para mi pequeña hermanita—
Sonrió más porque tu misión era desesperar y seducir a la más pura de los D´Aramitz. La abraza al ver que no tiene herida alguna, aunque el pecho de la mujer sube y baja toda cansada del trabajo que había hecho
—Soy un completo idiota, me olvidé presentar, hacia usted. Un gusto soy Ignatius Vasíliev, a su completo servicios, mi querida Georgiana, estaré más que presto en ayudarle en todo, todo lo que usted necesite y requiera de un hombre como yo—
En sus palabras había un poco de seducción, una habilidad que no suele usar si no con un propósito financiero, pero aquí si valía su uso.
Regresó la vista más calmado inclinándose hacia la inquisidora, con aquella manera engañosa de ser un buen caballero, extendió su mano pidiéndola la de la mujer como una disculpa, en su rostro ya no había rastro de marca roja alguna que le quedaría a cualquier mortal que reciba semejante golpe. Sonrió disculpándose, o haciendo un intento de sonar a ello
—Me disculpo, mi lady, estaba muy perdido, verá usted se asemeja mucho a mis hermanas y por un momento pensé que era una de ellas, la menor, a la que cuido de que siempre estoy atento, no era mi intención ofenderla ni faltarle el respeto, solo que no la veía como una mujer si no como una hermana, espero me sepa comprender y disculpar mi atrevimiento, no lo volveré a hacer—
Levanta la mirada, oscura, sombría, lujuriosa mentirosa en ese momento lamiendo los dedos que ella hace escasos segundos tras lo había hecho.
Cuando la joven doncella de los D´Aramitz ha dejado su confesión más que esperada, unos engendros de nosferatus aparecen en ese momento entre los dos, lanzándose contra la mujer, pero el vampiro no se mueve, se mantiene ahí mirando el desenvolvimiento de la inquisidora con una sonrisa en el rostro.
Observa con atención cada uno de sus movimientos con la espada y como la forma de defenderse ella, lo ha memorizado y al ver el cuerpo del nosferatus que aun se movía sobre ella, se acerca quitándoselo de encima, lanzándolo a unos metros con fuerza. Ve a la mujer con una sonrisa y en lugar de darle la mano para levantarse, camina hacia el cadáver mirándole a los ojos a la criatura; se acerca a este abriendo con sus manos la boca de aquel ser horrible hasta partirle a la mitad, pero antes de que se dé cuenta la mujer le arranca lo que hubieran sido colmillos si hubiera evolucionado como lo que debió haber sido, un vampiro.
Entrega a la mujer los colmillos
—Un regalo como disculpa, para mi pequeña hermanita—
Sonrió más porque tu misión era desesperar y seducir a la más pura de los D´Aramitz. La abraza al ver que no tiene herida alguna, aunque el pecho de la mujer sube y baja toda cansada del trabajo que había hecho
—Soy un completo idiota, me olvidé presentar, hacia usted. Un gusto soy Ignatius Vasíliev, a su completo servicios, mi querida Georgiana, estaré más que presto en ayudarle en todo, todo lo que usted necesite y requiera de un hombre como yo—
En sus palabras había un poco de seducción, una habilidad que no suele usar si no con un propósito financiero, pero aquí si valía su uso.
Ignatius M. Vasíliev- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/02/2017
Re: No había escuchado que el infernó se congelara {Ig}
Georgiana se quedó recostada en la fría y blanca nieve que cubría los parajes con su manto blanquecino después de que el joven que le acompañaba le había quitado al monstro de encima, estaba casi segura que no podía ser un nosferatus, ese demonio salido del averno no era para nada tan fácil de someter ni mucho menos de matarle tan fácilmente ¿Acaso habia cometido un error? ¿Su juicio habia sido nublado? Su respiración agitada se vio entorpecida sintiendo algo cálido recorrerle el cuello, su visión se volvió borrosa en distintos momentos junto cuando se tocó el cuello e intento enfocar aquel manchón de líquido rojizo. Se tocó nuevamente el cuello, pero este seguía protegido por la gargantilla que le había dado su hermana así que toco más arriba y siguió sin sentir aquel profundo rasguño creado por los colmillos del nosferatus que cruzaba su quijada. Dedujo rápidamente que eso era lo que la había hecho tambalearse.
Desde que su padre adoptivo la había comenzado a entrenar, se decía que Georgiana tenía una habilidad especial con los vampiros, ella era mucho más resistente a esa raza en específico, los efectos de los poderes de cualquier vampiro afectaban de forma significativamente mínima a su mente y su cuerpo. Aunque eso no la protegía de forma especial en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo por lo que había entrenado de forma exhaustiva hasta convertirse en una de las mujeres una ves que entendió que su destino era estar soltera y servir a la iglesia.
Se incorporó poniéndose de pie al momento que todo le daba vueltas. Agradeció el ser tomada en brazos, aunque no del todo pues el contacto con el cuerpo masculino la incomodaba de sobremanera. Deseaba alejarlo, abofetearlo, reprocharle su inadecuada conducta, pero no tenia fuerzas para ello.
–Sr. Vasíliev… no me suelte– suplico en un susurro ya que le costaba trabajo respirar mientras sentía como su cuerpo comenzaba a calentarse. Sus manos se aferraron con la poca fuerza que le quedaba a la chaqueta que él se había puesto y aquello que había depositado en su mano callo al suelo no sin antes clavarse y rasgar el guante derecho. –Algo me hizo– los frios ojos azul cielo buscaron enfocar los de aquel que la sostenía, a diferencia de ella, él tenía una mirada pesada, intensa pero que no denota nada sus pensamiento. ¿Quién era Ignatius Vasíliev? ¿Y cual era el verdadero motivo que lo había guiado hasta ese lugar? Pero lo mas importante era que estaba a punto de perder la conciencia y ella se quedaría a la completa merced de él.
Georgiana D'Aramitz- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/11/2016
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