AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Our Decades In The Sun ♔ Privado
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Our Decades In The Sun ♔ Privado
Poco a poco la sonoridad tenue dejó de causar efecto en el pequeño quien rápidamente quedó dormido, ni siquiera los rugidos del viento febril que auguraba una gran tormenta pudieron irrumpir su sueño apacible. Se hallaba dormido aparentemente y en aquel sueño recurrente se veía siempre sujetado de la mano de Fyodor. Caminaban juntos en el amplio jardín para después correr hacia los brazos de Ana, quien siempre le veía con ojos de amor. Después de abrazarse a ella papá llegaba con pasos lentos para besar a mamá y alborotar ligeramente el cabello cenizo que coronaba la testa del heredero ruso. Repentinamente muchas aves volaban sobre el cielo encapotado, un par de parpadeos en el niño y aquella quimera placentera se tornaba en una de sus peores pesadillas, había mucho humo y escombros a su alrededor, se veía solo en aquel jardín ahora marchito y sombrío.
–¡Mamá! ¡Papá! ¡Noooo!–
Gritó al tiempo que despertó de un sobresalto, los latidos acelerados en su pecho retumbaban como los mismos truenos afuera de la mansión, pasó su mano por la frente para secar el sudor. Había sido presa de ese mal sueño en más de una ocasión. Cuando se pudo recuperar corrió hacia las habitaciones de sus padres sin hallarles, poco le importó que estuviese descalzo o las advertencia de la servidumbre por correr desesperadamente por los pasillos, le pareció escuchar que una de las niñeras le decía que sus padres se encontraban afuera y sin perder el tiempo bajó las escaleras para encaminarse hacia ese espacio que había dado origen a su pesadilla. En efecto Ana se hallaba leyendo en la silla donde siempre le acurrucaba y narraba historias, tenía los ojos llorosos y corrió hacia ella.
–¡Mamá! ¡Mamá!–
Se arrojó hacia su madre y colocó su pequeño rostro en el regazo ajeno, aún se hallaba sobresaltado por el miedo y la sorpresa que le causó la escena previa en sus sueños.
–Quédate conmigo, no me vuelvas a dejar solo–
Susurró.
Trató de contener las ganas de llorar, pero fue inevitable que un par de gemidos escaparan de sus labios.
–¿Todo está bien verdad? ¿Dónde está papá?–
Era bien sabido que aquel imperio se había forjado a base de sangre y luchas de la mano de los dones sobrenaturales que habían sido conferidos a su padre, el duque. Incluso Ana poseía un arsenal de habilidades que en más de una ocasión habían sido utilizados en favor del reino e incluso como parte de la educación del pequeño aunque Fyodor se mostraba renuente a que su único hijo formara parte de ese panorama.
El pequeño posó sus orbes mancillados por un par de lágrimas sobre la figura amorosa de su madre.
–Es, el mismo sueño mamá, otra vez ¿Pero solo es un sueño cierto? Papá y tú nunca me dejaran solo, nunca nos separaremos ¿Verdad?–
Aquella sospecha intangible en el pequeño daba indicios de que quizás poseyera algún don como el de sus padres, sin embargo Ana siempre sabía cómo calmar aquellos demonios en el pequeño y esta vez no sería la excepción.
–¡Mamá! ¡Papá! ¡Noooo!–
Gritó al tiempo que despertó de un sobresalto, los latidos acelerados en su pecho retumbaban como los mismos truenos afuera de la mansión, pasó su mano por la frente para secar el sudor. Había sido presa de ese mal sueño en más de una ocasión. Cuando se pudo recuperar corrió hacia las habitaciones de sus padres sin hallarles, poco le importó que estuviese descalzo o las advertencia de la servidumbre por correr desesperadamente por los pasillos, le pareció escuchar que una de las niñeras le decía que sus padres se encontraban afuera y sin perder el tiempo bajó las escaleras para encaminarse hacia ese espacio que había dado origen a su pesadilla. En efecto Ana se hallaba leyendo en la silla donde siempre le acurrucaba y narraba historias, tenía los ojos llorosos y corrió hacia ella.
–¡Mamá! ¡Mamá!–
Se arrojó hacia su madre y colocó su pequeño rostro en el regazo ajeno, aún se hallaba sobresaltado por el miedo y la sorpresa que le causó la escena previa en sus sueños.
–Quédate conmigo, no me vuelvas a dejar solo–
Susurró.
Trató de contener las ganas de llorar, pero fue inevitable que un par de gemidos escaparan de sus labios.
–¿Todo está bien verdad? ¿Dónde está papá?–
Era bien sabido que aquel imperio se había forjado a base de sangre y luchas de la mano de los dones sobrenaturales que habían sido conferidos a su padre, el duque. Incluso Ana poseía un arsenal de habilidades que en más de una ocasión habían sido utilizados en favor del reino e incluso como parte de la educación del pequeño aunque Fyodor se mostraba renuente a que su único hijo formara parte de ese panorama.
El pequeño posó sus orbes mancillados por un par de lágrimas sobre la figura amorosa de su madre.
–Es, el mismo sueño mamá, otra vez ¿Pero solo es un sueño cierto? Papá y tú nunca me dejaran solo, nunca nos separaremos ¿Verdad?–
Aquella sospecha intangible en el pequeño daba indicios de que quizás poseyera algún don como el de sus padres, sin embargo Ana siempre sabía cómo calmar aquellos demonios en el pequeño y esta vez no sería la excepción.
Última edición por Yuri Alekséyevich el Jue Ago 03, 2017 6:54 pm, editado 1 vez
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2014
Edad : 36
Re: Our Decades In The Sun ♔ Privado
Anneliese era una persona especial, con un cargo especial en la alta sociedad de la realeza Rusa y también porque tenía algo que no muchos tenían en su interior, pero que puede llegar a compartirse. Amor, amor por su familia y por querer que esta estuviera siempre a salvo, siempre lejos del peligro, pero hasta que no fue interrumpida por la dulce voz de su hijo heredero, Anneliese leía una amenaza que iba a separarla de su hijo….una vez más si no habría más remedio.
Horas antes, cuando las aves aun bebían sedientas de la fuente tras aquel día tan favorecedor en los fríos vientos de Rusia. Esa mañana había habido un clima demasiado bueno, había hecho el mismo frio de siempre pero había hecho un sol de justicia, uno en el que alguien querría permanecer a la sombra. Anneliese que leía un libro en el exterior del patio aprovechando del buen tiempo, pronto sería la hora de comer cosa que llego demasiado pronto, el tiempo se le había pasado volando, de una manera increíblemente rápida y conforme el pase del día llegaba a su fin, a mitad de las seis de la tarde, una carta llego a la correspondencia de los Alekséyevich, misteriosa y llena de secretos, Anneliese pensó mejor que sería mejor idea en abrir la carta en cuanto todo el mundo estuviera durmiendo, por la noche, cuando su amado hijo Yuri estuviera soñando acompañado de sus ángeles guardianes que colgaban alrededor del dosel de su cama…más bien, era un hechizo protector escondido en cada angelito tallado en la madera del dosel de la cama de su hijo Yuri, esperando que en la noche, la cual llegó igual de rápida que la tarde, todo el mundo estuviera dispuesto a dormir para ella poder abrir aquella misteriosa carta en la que solo había una “A” enorme en letra cursiva y que intuía peligro, intriga, miedo, pero Anneliese teniendo casi siempre razón en sus golpes de intuición, estaba casi segura que conocía a quien le envió la carta.
Bien, la noche, vestida con su traje de gala de purpurina de plata por todo la capa estratosférica del mundo, sintiéndose la más dichosa vigilante de los humanos, alumbrando con su luz lunar para guiar al más perdido en la miseria, pero ahora mismo Anneliese se ocupaba en tomar profundas respiraciones para que sus nervios no la traicionasen. Para cuando abrió la carta, si, era y estaba en lo cierto. Las primeras palabras que mostraron eran evidentes de quien enviaba la carta, conocía a quien quería amenazarla, ya lo había hecho en público…en privado cuando intento hablar con ella, ¿pero esto? La carta no representaba más que una prueba física con sus huellas dactilares, no sabía qué hacer con el contenido de la carta, cerro la carta, juró escuchar algo y para su sorpresa vio a su hijo Yuri entrar en lágrimas por el umbral de la puerta.
- Mi hermoso niño…- dijo con dulzura, mostrando su afecto más profundo hacia su amado niño – Papa…esta –suspiro, porque era evidente donde estaba, trabajando, siempre estaba trabajando hasta tarde, sabía que era un guerrero pero también ella lo necesitaba, Yuri necesitaba a su padre, por lo que a veces tuvo que ocuparse ella de alguna parte de la educación de su esposo, pero observando a su pequeña criatura sonrió, haciendo que su agobio de antes desapareciera – Papa trabaja, volverá mañana por la mañana, no moy dragotsennyy rebenok (pero mi precioso niño) ¿Cuál es tu pesar? –sonrió con ternura cuando le comento de que era de nuevo ese tipo de sueño. Por un lado se preocupaba, pero puso el dorso de su mano sobre la frente del pequeño y no notó ningún peligro – Oh, mi querubín, no debes temer nada –abrazo a su hijo en su regazo, apretujándolo como si no hubiera mañana, quería notar que su hijo estaba con ella y que tampoco era un sueño – debes dormir… - Suspiró, bajó con cuidado a Yuri de su regazo, le limpio las lágrimas de aquel rostro tan hermoso y con una sonrisa, Anneliese le dijo a su hijo – porque en los peores sueños se encuentran buenos recuerdos – Con los ánimos un poco elevados acompañaba a su hijo Yuri hasta la habitación.
Se quedó un momento quieta en la puerta del umbral. Notaba algo que probablemente era su imaginación – Vamos…-dijo acariciando la mano de Yuri – me quedaré contigo…hasta que logres capturar el sueño….
* * *
Horas antes, cuando las aves aun bebían sedientas de la fuente tras aquel día tan favorecedor en los fríos vientos de Rusia. Esa mañana había habido un clima demasiado bueno, había hecho el mismo frio de siempre pero había hecho un sol de justicia, uno en el que alguien querría permanecer a la sombra. Anneliese que leía un libro en el exterior del patio aprovechando del buen tiempo, pronto sería la hora de comer cosa que llego demasiado pronto, el tiempo se le había pasado volando, de una manera increíblemente rápida y conforme el pase del día llegaba a su fin, a mitad de las seis de la tarde, una carta llego a la correspondencia de los Alekséyevich, misteriosa y llena de secretos, Anneliese pensó mejor que sería mejor idea en abrir la carta en cuanto todo el mundo estuviera durmiendo, por la noche, cuando su amado hijo Yuri estuviera soñando acompañado de sus ángeles guardianes que colgaban alrededor del dosel de su cama…más bien, era un hechizo protector escondido en cada angelito tallado en la madera del dosel de la cama de su hijo Yuri, esperando que en la noche, la cual llegó igual de rápida que la tarde, todo el mundo estuviera dispuesto a dormir para ella poder abrir aquella misteriosa carta en la que solo había una “A” enorme en letra cursiva y que intuía peligro, intriga, miedo, pero Anneliese teniendo casi siempre razón en sus golpes de intuición, estaba casi segura que conocía a quien le envió la carta.
Bien, la noche, vestida con su traje de gala de purpurina de plata por todo la capa estratosférica del mundo, sintiéndose la más dichosa vigilante de los humanos, alumbrando con su luz lunar para guiar al más perdido en la miseria, pero ahora mismo Anneliese se ocupaba en tomar profundas respiraciones para que sus nervios no la traicionasen. Para cuando abrió la carta, si, era y estaba en lo cierto. Las primeras palabras que mostraron eran evidentes de quien enviaba la carta, conocía a quien quería amenazarla, ya lo había hecho en público…en privado cuando intento hablar con ella, ¿pero esto? La carta no representaba más que una prueba física con sus huellas dactilares, no sabía qué hacer con el contenido de la carta, cerro la carta, juró escuchar algo y para su sorpresa vio a su hijo Yuri entrar en lágrimas por el umbral de la puerta.
- Mi hermoso niño…- dijo con dulzura, mostrando su afecto más profundo hacia su amado niño – Papa…esta –suspiro, porque era evidente donde estaba, trabajando, siempre estaba trabajando hasta tarde, sabía que era un guerrero pero también ella lo necesitaba, Yuri necesitaba a su padre, por lo que a veces tuvo que ocuparse ella de alguna parte de la educación de su esposo, pero observando a su pequeña criatura sonrió, haciendo que su agobio de antes desapareciera – Papa trabaja, volverá mañana por la mañana, no moy dragotsennyy rebenok (pero mi precioso niño) ¿Cuál es tu pesar? –sonrió con ternura cuando le comento de que era de nuevo ese tipo de sueño. Por un lado se preocupaba, pero puso el dorso de su mano sobre la frente del pequeño y no notó ningún peligro – Oh, mi querubín, no debes temer nada –abrazo a su hijo en su regazo, apretujándolo como si no hubiera mañana, quería notar que su hijo estaba con ella y que tampoco era un sueño – debes dormir… - Suspiró, bajó con cuidado a Yuri de su regazo, le limpio las lágrimas de aquel rostro tan hermoso y con una sonrisa, Anneliese le dijo a su hijo – porque en los peores sueños se encuentran buenos recuerdos – Con los ánimos un poco elevados acompañaba a su hijo Yuri hasta la habitación.
Se quedó un momento quieta en la puerta del umbral. Notaba algo que probablemente era su imaginación – Vamos…-dijo acariciando la mano de Yuri – me quedaré contigo…hasta que logres capturar el sueño….
Anneliese Alekséyevich- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 22/02/2017
Re: Our Decades In The Sun ♔ Privado
Era bien sabido dentro de la servidumbre que el pequeño heredero a la corona no era nada caprichoso o egoísta. Incluso cuando necesitaba algún cuidado o atención sabía hacer uso de las palabras adecuadas y esto no era de sorprenderse puesto que su educación había corrido cien por ciento a la cuenta de sus padres, los duques. De ellos había aprendido todo lo que hasta hoy día conocía. Era por eso, que verle en ese estado de alteración seguramente preocuparía un poco a su madre. Sentía haber sido inoportuno al interrumpir de dicho modo en la habitación, pero realmente le necesitaba, quería saber que todo estaba bien y que tan solo era la noche que había acarreado entre su manto horribles pesadillas y visiones en su vida. Un par de palabras dulces bastaron para que el pequeño dejara de llorar. Esa era la verdadera magia de Anneliese, curaba esas heridas y sabía calmar al mayor de los monstruos que aparecían de vez en cuando en la habitación del niño.
Se mantuvo quieto dejándose confortar por la aterciopelada voz de su madre.
–¿Mañana volverá?– inquirió mientras veía el rostro de la mujer que explicaba con cautela su cuestionamiento.
–¿Por qué papá tiene que trabajar tanto tiempo mamá? ¿Por qué no podemos disfrutar de los días juntos? Como antes–
Su memoria salvaje se remontaba a esas fechas cuando sus padres jugaban más a menudo con él. Era demasiado pequeño e ingenuo quizás para advertirle aún sobre los riesgos, sobre los peligros que acechan aun fuera de los sueños.
Anneliese siempre fundamentaba sus explicaciones con esa frase tan amorosa. “Los recuerdos” y afortunadamente Yuri era un niño afortunado. Dejando a un lado la vasta extensión del reino y los acervos materiales de los que siempre había gozado, se podría decir que el pequeño era inmensamente venturoso por el hecho de contar con muchos recuerdos buenos. Suspiró con dificultad, el llanto se había ido y aunque las marcas de las lágrimas aun se notaban en sus mejillas sonrosadas confió ciegamente en la promesa de su madre. Se encaminó con ella hacia la penumbra de su habitación, ambos aguardaron un breve espacio antes de adentrarse, la suave brisa se coló ligeramente por la ventana y provocó que el dosel de pequeños querubines girara lentamente.
–¿Te quedarás conmigo hasta que pueda dormir?–
Preguntó con suavidad y al ver la respuesta en la sonrisa de su madre se sintió más tranquilo, caminó presuroso hacia la mullida cama y se recostó.
–Papá me ha dicho que si hablamos sobre lo que más nos atemoriza es mucho más fácil alejar esos malos pensamientos, mamá ¿Puedo contarte lo que he soñado?–
De antemano sabía que su madre nunca se negaba a sus peticiones, no obstante prefirió hacerlo de ese modo porque aunque fuera un chiquillo, notaba que el semblante de ella tampoco era el habitual.
–Estaba contigo en el jardín y papá también estaba ahí, como antes. Repentinamente todo se desvanece mamá, las flores, las aves, la fuente, la mansión también. Todo sucede siempre de la misma manera pero esta vez, ocurrió algo distinto, no estaba con nosotros mi tío Alexander ¿Acaso sucederá algo malo con él?–
El pequeño se arrodilló sobre la cama para estar a la altura de su madre y con un semblante un poco más tranquilo repitió el mismo gesto que ella había tenido con él minutos atrás colocando el dorso de su pequeña mano sobre su frente.
–¿Por qué estás triste mamá, también has tenido pesadillas?–
Se mantuvo quieto dejándose confortar por la aterciopelada voz de su madre.
–¿Mañana volverá?– inquirió mientras veía el rostro de la mujer que explicaba con cautela su cuestionamiento.
–¿Por qué papá tiene que trabajar tanto tiempo mamá? ¿Por qué no podemos disfrutar de los días juntos? Como antes–
Su memoria salvaje se remontaba a esas fechas cuando sus padres jugaban más a menudo con él. Era demasiado pequeño e ingenuo quizás para advertirle aún sobre los riesgos, sobre los peligros que acechan aun fuera de los sueños.
Anneliese siempre fundamentaba sus explicaciones con esa frase tan amorosa. “Los recuerdos” y afortunadamente Yuri era un niño afortunado. Dejando a un lado la vasta extensión del reino y los acervos materiales de los que siempre había gozado, se podría decir que el pequeño era inmensamente venturoso por el hecho de contar con muchos recuerdos buenos. Suspiró con dificultad, el llanto se había ido y aunque las marcas de las lágrimas aun se notaban en sus mejillas sonrosadas confió ciegamente en la promesa de su madre. Se encaminó con ella hacia la penumbra de su habitación, ambos aguardaron un breve espacio antes de adentrarse, la suave brisa se coló ligeramente por la ventana y provocó que el dosel de pequeños querubines girara lentamente.
–¿Te quedarás conmigo hasta que pueda dormir?–
Preguntó con suavidad y al ver la respuesta en la sonrisa de su madre se sintió más tranquilo, caminó presuroso hacia la mullida cama y se recostó.
–Papá me ha dicho que si hablamos sobre lo que más nos atemoriza es mucho más fácil alejar esos malos pensamientos, mamá ¿Puedo contarte lo que he soñado?–
De antemano sabía que su madre nunca se negaba a sus peticiones, no obstante prefirió hacerlo de ese modo porque aunque fuera un chiquillo, notaba que el semblante de ella tampoco era el habitual.
–Estaba contigo en el jardín y papá también estaba ahí, como antes. Repentinamente todo se desvanece mamá, las flores, las aves, la fuente, la mansión también. Todo sucede siempre de la misma manera pero esta vez, ocurrió algo distinto, no estaba con nosotros mi tío Alexander ¿Acaso sucederá algo malo con él?–
El pequeño se arrodilló sobre la cama para estar a la altura de su madre y con un semblante un poco más tranquilo repitió el mismo gesto que ella había tenido con él minutos atrás colocando el dorso de su pequeña mano sobre su frente.
–¿Por qué estás triste mamá, también has tenido pesadillas?–
Última edición por Yuri Alekséyevich el Jue Ago 03, 2017 6:53 pm, editado 1 vez
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2014
Edad : 36
Re: Our Decades In The Sun ♔ Privado
Inocencia.
Pura y bella inocencia que tiene un pequeño infante consigo mismo en tan temprana edad. Muchas cosas pasarían, la amenaza de aquella carta del cual intuía su contenido no era del todo bueno, pero con una de sus muchas mejores armas, sonrió a su pequeño infante para después otorgarle un tierno y cálido beso en la frente para después sonreírle como siempre hacía.
- Oh, mi niño precioso, estoy bien porque contigo todo es fabuloso – Continuando con la sonrisa, su corazón se moría de preocupación – Voy a estar velando a tu vera y pase lo que pase Yuri, siempre estaremos en el interior de tu corazón, para siempre.
Anneliese se levantó de donde estaba sentada al borde de la cama tras haber entrado en la habitación de su hijo y acomodó a su hijo con dulzura, arropándole en el interior de su cama tras colocarle el pijama para dormir. Después de una pausa, Anneliese lo pensó por unos instantes mientras en silencio se sentaba de nuevo en el borde de la cama, observando a su hijo.
– Tu padre es un hombre sabio Yuri, los sueños en cualquier caso son solamente asociaciones de situaciones o emociones que se quedan retenidas sin darnos cuenta – sonrió - ¿echas de menos al tío Aleksander? –Le tembló la voz un poco al pronunciar dicho nombre – pero mi cielo, son solo sueños…imágenes en nuestra cabeza, cariño – Seguía diciendo con ternura, coloco una mano sobre la de su hijo Yuri y escuchaba como los grillos comenzaban a acompañar al silencio de la noche – De cualquier manera, tu padre y yo jamás te abandonaremos – Su sonrisa se hizo mucho más amplia – pero ante todo, sé fuerte, Yuri –acariciaba ahora la mejilla de su hijo – Sé fuerte aunque seas él único que quede de pie -
Anneliese era una de las pocas personas que podía hacer cosas increíbles por su familia pero en cuanto podía, aprovechaba la situación en cuanto podía - ¿quieres que te cante? –Pregunto estando un poco curiosa si ahora le apetecía una de las nanas que siempre solía cantar para su hijo cuando este no alcanzaba el sueño de manera fácil y el canto le otorgaba calma y un dormitar complaciente. Amaba a su familia y sabiendo lo que se podría avecinar en el futuro querría que pasaran más tiempo en familia porque en cuanto menos se lo esperen, pueden pasar años si resulta que su hijo tiene que irse inesperadamente y separarse de ellos. Eso le rompería el corazón, no podría perdonar a su hermanastro, no querría separarse de su hijo, entonces fue cuando se dio cuenta de que estaba ahí y que tenía que vivir el presente con su hijo.
Pura y bella inocencia que tiene un pequeño infante consigo mismo en tan temprana edad. Muchas cosas pasarían, la amenaza de aquella carta del cual intuía su contenido no era del todo bueno, pero con una de sus muchas mejores armas, sonrió a su pequeño infante para después otorgarle un tierno y cálido beso en la frente para después sonreírle como siempre hacía.
- Oh, mi niño precioso, estoy bien porque contigo todo es fabuloso – Continuando con la sonrisa, su corazón se moría de preocupación – Voy a estar velando a tu vera y pase lo que pase Yuri, siempre estaremos en el interior de tu corazón, para siempre.
Anneliese se levantó de donde estaba sentada al borde de la cama tras haber entrado en la habitación de su hijo y acomodó a su hijo con dulzura, arropándole en el interior de su cama tras colocarle el pijama para dormir. Después de una pausa, Anneliese lo pensó por unos instantes mientras en silencio se sentaba de nuevo en el borde de la cama, observando a su hijo.
– Tu padre es un hombre sabio Yuri, los sueños en cualquier caso son solamente asociaciones de situaciones o emociones que se quedan retenidas sin darnos cuenta – sonrió - ¿echas de menos al tío Aleksander? –Le tembló la voz un poco al pronunciar dicho nombre – pero mi cielo, son solo sueños…imágenes en nuestra cabeza, cariño – Seguía diciendo con ternura, coloco una mano sobre la de su hijo Yuri y escuchaba como los grillos comenzaban a acompañar al silencio de la noche – De cualquier manera, tu padre y yo jamás te abandonaremos – Su sonrisa se hizo mucho más amplia – pero ante todo, sé fuerte, Yuri –acariciaba ahora la mejilla de su hijo – Sé fuerte aunque seas él único que quede de pie -
Anneliese era una de las pocas personas que podía hacer cosas increíbles por su familia pero en cuanto podía, aprovechaba la situación en cuanto podía - ¿quieres que te cante? –Pregunto estando un poco curiosa si ahora le apetecía una de las nanas que siempre solía cantar para su hijo cuando este no alcanzaba el sueño de manera fácil y el canto le otorgaba calma y un dormitar complaciente. Amaba a su familia y sabiendo lo que se podría avecinar en el futuro querría que pasaran más tiempo en familia porque en cuanto menos se lo esperen, pueden pasar años si resulta que su hijo tiene que irse inesperadamente y separarse de ellos. Eso le rompería el corazón, no podría perdonar a su hermanastro, no querría separarse de su hijo, entonces fue cuando se dio cuenta de que estaba ahí y que tenía que vivir el presente con su hijo.
Anneliese Alekséyevich- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 22/02/2017
Re: Our Decades In The Sun ♔ Privado
Él únicamente podía ver el mundo a través de ojos compasivos, de perdón y amor. Porque no cabía duda que Yuri, era el reflejo de lo que sus padres le habían inculcado durante todo ese tiempo. En su corazón y en su juicio no existía manera alguna de que alguien tan allegado a la familia como su tío, fuera capaz de ser una amenaza para el reino o incluso para ellos mismos. Era por tales razones que aunque su madre hubiese roto en llanto y explicado la verdadera razón por la cual se hallaba triste y preocupada no lo hubiera entendido. El pequeño debía crecer con esas ideologías de perdón hasta llegado el momento en el cual ambos, tanto el Duque como su madre pudieran explicar lo que realmente acontecía a su alrededor, aunque en ese aspecto Yuri nunca hubiera ido en contra de ello, porque en su mundo solo existía la felicidad y la calma llevadas de la mano con la compañía de ambos padres. Así que de momento su único tormento era aquel sueño oscuro y la ausencia de su padre.
–Si, siempre estaremos juntos sin importar lo que suceda–
Sonrió un poco más tranquilo y permitió que su madre le arropara con delicadeza, como lo hacía nada noche desde que tenía uso de razón.
Asintió.
–A veces no entiendo porque mi tío o papá se ausentan por tanto tiempo, me gustaría jugar con ellos un poco más, como antes ¿Recuerdas?–
Sujetó con fuerza la mano de su madre que por algún motivo se sentía temblorosa.
–Somos fuertes mamá, con papá a nuestro lado seremos siempre fuertes–
Sin pensarlo se acomodó nuevamente sobre el regazo de su madre. Era un niño de tan solo siete años y probablemente tenía demasiadas cosas en su cabeza que en ese instante no sabía cómo explicar, sin embargo, en ese instante lo único que importaba era el hecho de tener a su madre junto a él. En ausencia de ellos, una niñera se encargaba de velar por él, pero esa noche no, esa noche mamá cuidaría de él como cuando era más pequeño eso fue suficiente para confortarlo.
–Si mamá–
Susurró mientras acomodaba su cuerpecito. Las notas nacían de la garganta de la mujer quien sabía estaban siendo amenazados por un sentimiento de furia y odio. Pero a pesar de ello Yuri nunca notó esa grieta, y se dedicó únicamente a disfrutar de la melodiosa voz de su madre, una suave caricia en su idioma natal que le brindaba paz en ese preciso instante.
–Si, siempre estaremos juntos sin importar lo que suceda–
Sonrió un poco más tranquilo y permitió que su madre le arropara con delicadeza, como lo hacía nada noche desde que tenía uso de razón.
Asintió.
–A veces no entiendo porque mi tío o papá se ausentan por tanto tiempo, me gustaría jugar con ellos un poco más, como antes ¿Recuerdas?–
Sujetó con fuerza la mano de su madre que por algún motivo se sentía temblorosa.
–Somos fuertes mamá, con papá a nuestro lado seremos siempre fuertes–
Sin pensarlo se acomodó nuevamente sobre el regazo de su madre. Era un niño de tan solo siete años y probablemente tenía demasiadas cosas en su cabeza que en ese instante no sabía cómo explicar, sin embargo, en ese instante lo único que importaba era el hecho de tener a su madre junto a él. En ausencia de ellos, una niñera se encargaba de velar por él, pero esa noche no, esa noche mamá cuidaría de él como cuando era más pequeño eso fue suficiente para confortarlo.
–Si mamá–
Susurró mientras acomodaba su cuerpecito. Las notas nacían de la garganta de la mujer quien sabía estaban siendo amenazados por un sentimiento de furia y odio. Pero a pesar de ello Yuri nunca notó esa grieta, y se dedicó únicamente a disfrutar de la melodiosa voz de su madre, una suave caricia en su idioma natal que le brindaba paz en ese preciso instante.
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 295
Fecha de inscripción : 01/06/2014
Edad : 36
Re: Our Decades In The Sun ♔ Privado
Fyodor llegaba a casa, tarde como últimamente solía y no precisamente porque él deseara que fuera de esa manera, sino porque no podía darse el lujo de descansar de más, no cuando el reino estaba en peligro y mucho menos cuando sabía que de su resistencia dependía la seguridad y vida de su familia. Su familia, pensar en ellos le hizo sonreír a pesar de lo agotado que se encontraba y es que, ¿Cómo no poder sonreír? Anne era una mujer dulce y amorosa, capaz de hacerlo caer de rodillas con tan solo una sonrisa; mientras que Yuri, él era su completo orgullo pues el primogénito de los Alekséyevich había nacido con lo mejor de sus padres, incluyendo la magia que Fyodor aún se negaba a mostrarle.
Al ingresar en la mansión, Fyodor no preguntó nada a los sirvientes y tampoco espero porque estos le comentasen algo. Él solamente paso de largo todo y a todos, para dirigir sus pasos hasta la habitación donde espera encontrar a su amada Anne, descubriendo al llegar que la cama que solía compartir con su esposa se encontraba vacía, lo cual podía significar solo una cosa, ella se encontraba con Yuri. Girando entonces sobre sus talones, el brujo dirigió sus pasos hasta la habitación donde dormía su pequeño. A medio camino, Fyodor comenzó a escuchar la canción que su esposa entonaba para su pequeño. Conforme avanzaba, la voz de Anne se volvía más clara y no fue sino hasta que se detuvo en el umbral de la puerta que sonrió, pues en la cama, sentada tranquilamente se encontraba su amada quien con afecto, acariciaba los cabellos del pequeño Yuri que descansaba sobre su regazo.
– ¿Tenemos reunión familiar esta noche? – preguntó ingresando del todo en la habitación y llevando sus ojos hasta su esposa, quien para ese momento ya dejaba de cantar. En los ojos de Anne, Fyodor pudo ver preocupación, sin embargo, mantuvo la sonrisa en el rostro porque no quería alarmar a Yuri – Mamá ha dejado de cantar – observó en esta ocasión a Yuri – Creo que ver lo guapo que es papá le ha afectado – tras decir eso, se sentó en la mullida cama solo para inclinarse a besar fugazmente los labios de Anne y acariciar con cariño los cabellos de su hijo, el único ser por el que estaba dispuesto a aniquilar al mundo entero.
Al ingresar en la mansión, Fyodor no preguntó nada a los sirvientes y tampoco espero porque estos le comentasen algo. Él solamente paso de largo todo y a todos, para dirigir sus pasos hasta la habitación donde espera encontrar a su amada Anne, descubriendo al llegar que la cama que solía compartir con su esposa se encontraba vacía, lo cual podía significar solo una cosa, ella se encontraba con Yuri. Girando entonces sobre sus talones, el brujo dirigió sus pasos hasta la habitación donde dormía su pequeño. A medio camino, Fyodor comenzó a escuchar la canción que su esposa entonaba para su pequeño. Conforme avanzaba, la voz de Anne se volvía más clara y no fue sino hasta que se detuvo en el umbral de la puerta que sonrió, pues en la cama, sentada tranquilamente se encontraba su amada quien con afecto, acariciaba los cabellos del pequeño Yuri que descansaba sobre su regazo.
– ¿Tenemos reunión familiar esta noche? – preguntó ingresando del todo en la habitación y llevando sus ojos hasta su esposa, quien para ese momento ya dejaba de cantar. En los ojos de Anne, Fyodor pudo ver preocupación, sin embargo, mantuvo la sonrisa en el rostro porque no quería alarmar a Yuri – Mamá ha dejado de cantar – observó en esta ocasión a Yuri – Creo que ver lo guapo que es papá le ha afectado – tras decir eso, se sentó en la mullida cama solo para inclinarse a besar fugazmente los labios de Anne y acariciar con cariño los cabellos de su hijo, el único ser por el que estaba dispuesto a aniquilar al mundo entero.
Fyodor Alekséyevich- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 20/09/2016
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Re: Our Decades In The Sun ♔ Privado
Y razón no le faltaba a su esposo tras haber dicho aquella frase.
Viendo a su esposo en ese momento, venía ataviado con el uniforme. Reaccionó tarde ya que cuando quiso darse cuenta su esposo se había sentado en la mullida cama de su hijo Yuri. Anneliese sonrió de lado a lado, viendo con orgullo a los dos hombres que más amaba en toda su vida. Se quedó observando a su hijo detenidamente, ella le besó con ternura sobre la firmeza y suavidad frontal de la cabeza de su hijo, con dulzura prosiguió con una caricia sobre los rubios cabellos de Yuri y todo sonriendo.
- Ahora a dormir moy dragotsennyy, que mañana levantarás cansado si no duermes, sintiéndome triste por saber que no te cuido bien – Volvió a besarle en la frente recostando a su hijo y arropándole de nuevo, pero entremedias aprovechó para susurrarle – Te quiero, Yuri. Nunca lo olvides….- Y alejarse poco a poco de Yuri para que este pudiera conciliar el sueño en los brazos de Morfeo.
La carta que con anterioridad le había afectado estaba sobre el escritorio de la anterior habitación antes de haber acompañado a su querubín hasta su habitación, entonces, con la misma sonrisa que solía encandilar a su esposo Anneliese rodeo la cama de Yuri para tomar la mano de su esposo – Vamos…- Susurrarle en el oído también para separarse y quedársele mirando fijamente a los ojos, pretendiendo que se quedaba mirándole embobada cuando en realidad, con su habilidad de crear ilusiones Anneliese las estaba proyectando en la mente de su esposo, mostrándole parte del texto de la carta que había leído con anterioridad, pero por falta de práctica, Anneliese casi se desvanece pero se agarra a uno de los postes de la cama con dosel de Yuri, su tiara se cae hacia atrás enganchándose en el moño de baja altura que porta aquella noche y para cuando se recompone, logra coger la tiara enganchada del moño y se la vuelve a recolocar de nuevo en su cabeza.
- Estoy bien, queridos míos…- dijo con una sonrisa sincera – Es muy tarde querido, estarás cansado después de un día duro de trabajo…-La sonrisa no salía de su rostro, ya se encontraba un poco recuperada de lo que pasó hace unos segundos y esperaba a que su esposo entendiera la indirecta para poder hablar a solas sobre la dichosa carta que la tenía bastante amargada, desesperada, triste, angustiada porque sus intuiciones siempre acertaban y lo que intuía requeriría el apoyo de su esposo.
Sinceramente, iría, escaparía con su hijo Yuri, se cambiaría de aspecto si hiciera falta para poder esconderlo de su hermanastro – Diré que te preparen un té, querido esposo – Y con esa excusa, Anneliese salió primero de la habitación de Yuri, con paso firme hasta que estuvo bien lejos yendo hacia la habitación donde se encontraría esperando la carta, una carta que contenía el final de un futuro con su hijo o eso es lo que más teme una madre, no poder ver a su hijo, al fruto de su amor con Fyodor.
Viendo a su esposo en ese momento, venía ataviado con el uniforme. Reaccionó tarde ya que cuando quiso darse cuenta su esposo se había sentado en la mullida cama de su hijo Yuri. Anneliese sonrió de lado a lado, viendo con orgullo a los dos hombres que más amaba en toda su vida. Se quedó observando a su hijo detenidamente, ella le besó con ternura sobre la firmeza y suavidad frontal de la cabeza de su hijo, con dulzura prosiguió con una caricia sobre los rubios cabellos de Yuri y todo sonriendo.
- Ahora a dormir moy dragotsennyy, que mañana levantarás cansado si no duermes, sintiéndome triste por saber que no te cuido bien – Volvió a besarle en la frente recostando a su hijo y arropándole de nuevo, pero entremedias aprovechó para susurrarle – Te quiero, Yuri. Nunca lo olvides….- Y alejarse poco a poco de Yuri para que este pudiera conciliar el sueño en los brazos de Morfeo.
La carta que con anterioridad le había afectado estaba sobre el escritorio de la anterior habitación antes de haber acompañado a su querubín hasta su habitación, entonces, con la misma sonrisa que solía encandilar a su esposo Anneliese rodeo la cama de Yuri para tomar la mano de su esposo – Vamos…- Susurrarle en el oído también para separarse y quedársele mirando fijamente a los ojos, pretendiendo que se quedaba mirándole embobada cuando en realidad, con su habilidad de crear ilusiones Anneliese las estaba proyectando en la mente de su esposo, mostrándole parte del texto de la carta que había leído con anterioridad, pero por falta de práctica, Anneliese casi se desvanece pero se agarra a uno de los postes de la cama con dosel de Yuri, su tiara se cae hacia atrás enganchándose en el moño de baja altura que porta aquella noche y para cuando se recompone, logra coger la tiara enganchada del moño y se la vuelve a recolocar de nuevo en su cabeza.
- Estoy bien, queridos míos…- dijo con una sonrisa sincera – Es muy tarde querido, estarás cansado después de un día duro de trabajo…-La sonrisa no salía de su rostro, ya se encontraba un poco recuperada de lo que pasó hace unos segundos y esperaba a que su esposo entendiera la indirecta para poder hablar a solas sobre la dichosa carta que la tenía bastante amargada, desesperada, triste, angustiada porque sus intuiciones siempre acertaban y lo que intuía requeriría el apoyo de su esposo.
Sinceramente, iría, escaparía con su hijo Yuri, se cambiaría de aspecto si hiciera falta para poder esconderlo de su hermanastro – Diré que te preparen un té, querido esposo – Y con esa excusa, Anneliese salió primero de la habitación de Yuri, con paso firme hasta que estuvo bien lejos yendo hacia la habitación donde se encontraría esperando la carta, una carta que contenía el final de un futuro con su hijo o eso es lo que más teme una madre, no poder ver a su hijo, al fruto de su amor con Fyodor.
Anneliese Alekséyevich- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 22/02/2017
Re: Our Decades In The Sun ♔ Privado
Conforme las notas cobraban forma y figura, los ojos del pequeño cedían lentamente a la cadencia que su madre le daba a la canción. Era bien sabido por la servidumbre que cuando eso sucedía no había manera de interrumpirles. La alcoba poco a poco se llenó de una paz inexplicable y del aura cálida y gentil que la Duquesa proveía a modo de protección con su hijo. Entonces el corazón que anteriormente cabalgaba salvaje entre latidos y temores agitados hallaba nuevamente un remanso de calma para poder dormir en paz, sabiendo que su progenitora estaría siempre con él a pesar de las adversidades o de los tormentos que las pesadillas pudieran causarle estragos. ¿Qué pasaba por la mente de mamá cuando ella cantaba así? Tan segura de sí misma y mostrándose como una mujer valiente que daba todo lo que tenía a su alcance para hacerle sentir mucho mejor. En su idioma natal, era la mejor vía de expresión entre el niño y su madre, pues desde el momento que el destino le permitió quedarse en este mundo halló de inmediato esa conexión con la mujer de cabellos rubios.
A punto estaba de ceder a la sutil caricia del sueño, cuando los pasos de alguien más entrando a la habitación le alertaron. Tenía la vista cansada y sin embargo siempre le veía como un hombre aguerrido y cariñoso tanto con él como con su madre.
–¡Es papá!– soltó emocionado.
Su rostro risueño presentaba un Yuri un poco más tranquilo sabiendo que sus padres estaban juntos para él ¿Qué más podía pedir en ese intervalo de tiempo?
Agachó ligeramente la cabeza cuando sintió el tacto del Duque y abrazó por unos minutos el cuerpo del mismo. Papá siempre tenía ese olor característico de los bosques nevados que rodeaban las planicies rusas. Seguramente había pasado la mayor parte del día fuera, cazando o dando órdenes. Realmente eran conceptos vagos sobre el hecho de ser Duque de una nación, Yuri desconocía por completo lo que un título nobiliario conllevaba. Se limitaba a imaginar que era lo que su padre realmente hacía.
–Mamá te quiere mucho papá– sonrió sujetando por breves instantes las manos de ambos –Estaba casi seguro que todo era un mal sueño y que tarde o temprano estaríamos juntos nuevamente–
Frotó con suavidad sus ojos y dejó que su madre le arropara con cautela entre las sabanas.
–Si tengo una pesadilla una vez más ¿Seguirán aquí cierto? Nadie ni nada nos separará–
Suspiró al terminar su frase seguida de un ligero bostezo, mientras recostaba su cabeza sobre le almohadón mullido. El pequeño nunca notó la mirada de angustia que su madre proyectaba hacia su esposo. Mucho menos imaginaba que quizás esa noche sería una de las últimas en pasarla en compañía de ambas figuras paternas. Pero no necesitaba hacer conjeturas o sospechar lo que el futuro deparaba, no cuando ellos estaban ahí para protegerle. Por unas horas más el futuro heredero real podría descansar y dormir seguro a salvo de todo mal.
A punto estaba de ceder a la sutil caricia del sueño, cuando los pasos de alguien más entrando a la habitación le alertaron. Tenía la vista cansada y sin embargo siempre le veía como un hombre aguerrido y cariñoso tanto con él como con su madre.
–¡Es papá!– soltó emocionado.
Su rostro risueño presentaba un Yuri un poco más tranquilo sabiendo que sus padres estaban juntos para él ¿Qué más podía pedir en ese intervalo de tiempo?
Agachó ligeramente la cabeza cuando sintió el tacto del Duque y abrazó por unos minutos el cuerpo del mismo. Papá siempre tenía ese olor característico de los bosques nevados que rodeaban las planicies rusas. Seguramente había pasado la mayor parte del día fuera, cazando o dando órdenes. Realmente eran conceptos vagos sobre el hecho de ser Duque de una nación, Yuri desconocía por completo lo que un título nobiliario conllevaba. Se limitaba a imaginar que era lo que su padre realmente hacía.
–Mamá te quiere mucho papá– sonrió sujetando por breves instantes las manos de ambos –Estaba casi seguro que todo era un mal sueño y que tarde o temprano estaríamos juntos nuevamente–
Frotó con suavidad sus ojos y dejó que su madre le arropara con cautela entre las sabanas.
–Si tengo una pesadilla una vez más ¿Seguirán aquí cierto? Nadie ni nada nos separará–
Suspiró al terminar su frase seguida de un ligero bostezo, mientras recostaba su cabeza sobre le almohadón mullido. El pequeño nunca notó la mirada de angustia que su madre proyectaba hacia su esposo. Mucho menos imaginaba que quizás esa noche sería una de las últimas en pasarla en compañía de ambas figuras paternas. Pero no necesitaba hacer conjeturas o sospechar lo que el futuro deparaba, no cuando ellos estaban ahí para protegerle. Por unas horas más el futuro heredero real podría descansar y dormir seguro a salvo de todo mal.
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 295
Fecha de inscripción : 01/06/2014
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