AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los tres cerditos.
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Los tres cerditos.
La habitación número 422 del Hotel des Arenes era una suite espaciosa, decorada en tonos crudo y pastel, cada detalle mimado al extremo para que estuviera al gusto de los clientes que pudieran pagarla. Constaba de varias habitaciones aledañas, conectadas entre ellas, por no decir que eran como un apartamento en sí mismas. Hania estaba sentada en un escritorio de color marfil donde pasaba muchas más horas de las que le gustaría. Escribía en un libro blanco encuadernado primorosamente con papel veneciano al agua en tonos azules y blancos, los pensamientos desmadejados que brotaban de su peculiar mente. Al lado del cuaderno reposaba un libro de cuentos que tenía por título Los tres cerditos. En su nueva vida había esa constante: siempre era la tercera en la relación. El cerdito que hizo su casa de ladrillo, pero en su caso, se quedó dentro y jamás abrió la puerta.
" París, 10 de abril de 1805
Querida Hania,
Te escribo otra noche más, porque sé que el día que me leas será porque tu cabeza va en busca de consuelo. Quizás algún día dejes de saber quién eres... pero al menos déjame que te diga quién fuiste.
La luna ya está alta, brilla grande y redonda sobre la ciudad, la veo desde el cristal y escucho las voces, los susurros de toda esa gente que ahí fuera...vive.
Otra noche más aquí encerrada, sola. Nunca pensé que esta habitación tan lujosa pudiera hacerme sentir como en una cárcel, como cuando vivía en las alcantarillas, pero así es. Estoy cansada de leer...me gusta aprender pero ¿de qué me sirve saber todas las cosas que hay en los libros si no puedo tocar el agua de un río, o acariciar un gato?
A veces subo a la azotea y me paso las horas contemplado los tejados de París y preguntándome qué hará la gente que es feliz, que regresa a su hogar tras una dura jornada de trabajo... Pero entonces recuerdo que el mundo no es para mí. Nunca lo fue, por eso nadie me quiso adoptar cuando estaba en Saint Clemence.
Esta noche la luna está grande y bonita, y pienso que debe sentirse muy sola porque cuando el sol sale, ella tiene que irse y están condenados a no verse nunca. Yo tampoco veo a mi sol, porque se marcha cuando yo amanezco.
He contado las flores del papel de esta pared, tiene tres mil seiscientas cuarenta y nueve. Quiero pensar que mi sol tiene una nube donde descansar y reposar su intensidad, porque hasta el sol se cansa de brillar, y que es por eso por lo que necesita marcharse. A fin de cuentas, la luna no calienta.
A veces escucho el piano o el violín de algún músico que ensaya en la ópera, ajeno a que mis oídos lo espían. Las notas regaladas al viento y a mi, aunque él no lo sepa, me llevan lejos, donde mi mente puede llegar, pero mi cuerpo se queda aquí anclado. ¿Puedo atreverme soñar? ¡Ay! no debería. Si me lees ahora es que tu cabeza se ha ido más lejos de lo que puedes compreder, es porque algún día soñaste demasiado lejos, y no supiste regresar... en ese caso estás bien donde estás, no regreses.
Pensaba que la realidad no podía tocarme si me escapaba a donde van las notas del piano, pero todavía lo hace. Ya no siento el mordisco del hambre ni de las ratas, la corrosiva sed que me ahogaba en dolor...pero siento el hielo que me va congelando poco a poco. A veces me miro en el espejo y la imagen que me devuelve es como la de la luna cuando se refleja en el agua...una ilusión. ¿Quién es esa Hania? Cuando lo averigüe te lo escribiré.
Cada minuto pasa en lenta agonía, ahora que sé que el tiempo ya no puede atraparme, que dispongo de la eternidad para descubrir todos esos mundos que sólo me atrevía a soñar, me fallan los motivos. Ahora sé que no quería conocerlos sola, que la vida, aunque sea una como ésta, no tiene sentido si no la compartes con alguien.
Sentirse a salvo no es estar en un lugar, ahora sé que el mal habita en toda partes, que puede encontrarme allá donde vaya. Sentirse a salvo es depositar tu corazón en unas manos que lo sostendrán firmemente. Incluso si esas manos se marcan en tu mejilla. Incluso si esas manos sujetan las de aquella que sí es capaz de hacer sonreir al Sol y no las tuyas.
Notre Dame marca el vals de las horas y mientras te escribo me siento afortunada y a la vez triste. Echo de menos el Verano y las Serpientes que se mueven juguetonas. En mis sueños regreso a la fuente, a las risas, a la historia de Odiseo y hacemos galletas, aunque nunca más pueda comerlas. Sólo deseo que el verano sea eterno, que jamás llegue el invierno para mis serpientes, que también se sientan a salvo, lejos de esta cárcel.
Querida Hania, por si algún día se te olvida, la cárcel no es esta habitación de hotel, ni una torre en Rumanía, tu prisión es tu corazón, el que ha elegido por ti, el que ha escogido regalarles la felicidad a quienes quieres. Y esa felicidad necesita que te quedes aquí, que no interfieras en sus vidas, que los quieras en el silencio, como el rumor del viento que está ahí pero no lo ves.
Sé que aún estoy viva porque los echo de menos, que no he sucumbido a la oscuridad porque todavía soy capaz de escapar a donde todo es distinto y el Sol calienta mi piel. Por el momento todavía sé el camino de vuelta, así que seguiré viviendo en esos sueños, y espero que mi amor les llegue en forma de viento, de la misma forma que a mi me llega la vida en forma de melodías robadas.
Por hoy me despido, espero que halles en mis palabras los rastros que te permitan encontrarme, si es que algún día nos perdemos. Siempre tuya,
Hania Doe "
Cerró la tapa del cuaderno y lo guardó dentro del cajón del escritorio. Se sentó en el alféizar de la ventana contemplando la luna, redonda, sintiendo en el aire el estallido de libertad que Slang y Esthia estarían disfrutando en ese momento. La gente lo veía como una maldición, pero para el lobo interior, era una liberación, una que podía causar muerte, pero una liberación al fin y al cabo. Como la suya propia. Una luna que sería cómplice de los amantes, como Assur y Sun, a la que sólo conocía de oídas y porque la había escuchado pensar en varias ocasiones que había estado cerca. La luna, fría distante en su lejanía, solitaria reina de su mundo.
- musica:
" París, 10 de abril de 1805
Querida Hania,
Te escribo otra noche más, porque sé que el día que me leas será porque tu cabeza va en busca de consuelo. Quizás algún día dejes de saber quién eres... pero al menos déjame que te diga quién fuiste.
La luna ya está alta, brilla grande y redonda sobre la ciudad, la veo desde el cristal y escucho las voces, los susurros de toda esa gente que ahí fuera...vive.
Otra noche más aquí encerrada, sola. Nunca pensé que esta habitación tan lujosa pudiera hacerme sentir como en una cárcel, como cuando vivía en las alcantarillas, pero así es. Estoy cansada de leer...me gusta aprender pero ¿de qué me sirve saber todas las cosas que hay en los libros si no puedo tocar el agua de un río, o acariciar un gato?
A veces subo a la azotea y me paso las horas contemplado los tejados de París y preguntándome qué hará la gente que es feliz, que regresa a su hogar tras una dura jornada de trabajo... Pero entonces recuerdo que el mundo no es para mí. Nunca lo fue, por eso nadie me quiso adoptar cuando estaba en Saint Clemence.
Esta noche la luna está grande y bonita, y pienso que debe sentirse muy sola porque cuando el sol sale, ella tiene que irse y están condenados a no verse nunca. Yo tampoco veo a mi sol, porque se marcha cuando yo amanezco.
He contado las flores del papel de esta pared, tiene tres mil seiscientas cuarenta y nueve. Quiero pensar que mi sol tiene una nube donde descansar y reposar su intensidad, porque hasta el sol se cansa de brillar, y que es por eso por lo que necesita marcharse. A fin de cuentas, la luna no calienta.
A veces escucho el piano o el violín de algún músico que ensaya en la ópera, ajeno a que mis oídos lo espían. Las notas regaladas al viento y a mi, aunque él no lo sepa, me llevan lejos, donde mi mente puede llegar, pero mi cuerpo se queda aquí anclado. ¿Puedo atreverme soñar? ¡Ay! no debería. Si me lees ahora es que tu cabeza se ha ido más lejos de lo que puedes compreder, es porque algún día soñaste demasiado lejos, y no supiste regresar... en ese caso estás bien donde estás, no regreses.
Pensaba que la realidad no podía tocarme si me escapaba a donde van las notas del piano, pero todavía lo hace. Ya no siento el mordisco del hambre ni de las ratas, la corrosiva sed que me ahogaba en dolor...pero siento el hielo que me va congelando poco a poco. A veces me miro en el espejo y la imagen que me devuelve es como la de la luna cuando se refleja en el agua...una ilusión. ¿Quién es esa Hania? Cuando lo averigüe te lo escribiré.
Cada minuto pasa en lenta agonía, ahora que sé que el tiempo ya no puede atraparme, que dispongo de la eternidad para descubrir todos esos mundos que sólo me atrevía a soñar, me fallan los motivos. Ahora sé que no quería conocerlos sola, que la vida, aunque sea una como ésta, no tiene sentido si no la compartes con alguien.
Sentirse a salvo no es estar en un lugar, ahora sé que el mal habita en toda partes, que puede encontrarme allá donde vaya. Sentirse a salvo es depositar tu corazón en unas manos que lo sostendrán firmemente. Incluso si esas manos se marcan en tu mejilla. Incluso si esas manos sujetan las de aquella que sí es capaz de hacer sonreir al Sol y no las tuyas.
Notre Dame marca el vals de las horas y mientras te escribo me siento afortunada y a la vez triste. Echo de menos el Verano y las Serpientes que se mueven juguetonas. En mis sueños regreso a la fuente, a las risas, a la historia de Odiseo y hacemos galletas, aunque nunca más pueda comerlas. Sólo deseo que el verano sea eterno, que jamás llegue el invierno para mis serpientes, que también se sientan a salvo, lejos de esta cárcel.
Querida Hania, por si algún día se te olvida, la cárcel no es esta habitación de hotel, ni una torre en Rumanía, tu prisión es tu corazón, el que ha elegido por ti, el que ha escogido regalarles la felicidad a quienes quieres. Y esa felicidad necesita que te quedes aquí, que no interfieras en sus vidas, que los quieras en el silencio, como el rumor del viento que está ahí pero no lo ves.
Sé que aún estoy viva porque los echo de menos, que no he sucumbido a la oscuridad porque todavía soy capaz de escapar a donde todo es distinto y el Sol calienta mi piel. Por el momento todavía sé el camino de vuelta, así que seguiré viviendo en esos sueños, y espero que mi amor les llegue en forma de viento, de la misma forma que a mi me llega la vida en forma de melodías robadas.
Por hoy me despido, espero que halles en mis palabras los rastros que te permitan encontrarme, si es que algún día nos perdemos. Siempre tuya,
Hania Doe "
Cerró la tapa del cuaderno y lo guardó dentro del cajón del escritorio. Se sentó en el alféizar de la ventana contemplando la luna, redonda, sintiendo en el aire el estallido de libertad que Slang y Esthia estarían disfrutando en ese momento. La gente lo veía como una maldición, pero para el lobo interior, era una liberación, una que podía causar muerte, pero una liberación al fin y al cabo. Como la suya propia. Una luna que sería cómplice de los amantes, como Assur y Sun, a la que sólo conocía de oídas y porque la había escuchado pensar en varias ocasiones que había estado cerca. La luna, fría distante en su lejanía, solitaria reina de su mundo.
Última edición por Hania Doe el Vie Abr 14, 2017 1:25 pm, editado 1 vez
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
- Mensajes : 255
Fecha de inscripción : 11/02/2017
Localización : perdida entre las nieblas de su mente
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Los tres cerditos.
Entre risas entré en la habitación del hotel, Joe y yo habíamos ido a tomar unas copas al “Peccato Nostro” desde que ambos compartíamos la misma ciudad nos habíamos encontrado en varias ocasiones, esperaba que se produjera esa boda que no llegaba nunca y quizás esa era mi principal escusa para seguir en la ciudad francesa.
Ambos bromeábamos sobre como habían cambiado los tiempos y como en muchos casos nosotros habíamos permanecido anclados al paso del tiempo.
Su brazo por encima de mis hombros mientras daba un ultimo trago de la botella de whisky y con esta le golpeaba el pecho en señal de despedida pues yo había quedado con Sun en una hora y quería antes de que llegara darme un baño y quitarme ese olor a alcohol, tabaco y pecado.
Joe rehízo sus pasos alegando que también tenia asuntos que atender en esa noche y que nos volveríamos a ver. Como de costumbre no nos dijimos fechas, ni promesas de reencuentros mas allá de esa despedida algo fría para ser entre hermanos.
Me adentré por el umbral de la cámara y mis ojos pronto se cernieron sobre la pequeña figura que encarcelada y sentada en el alfeice de la ventana veía las horas pasar.
Mi sonrisa se disipó, la veía apagada, triste, como si sacarla de las alcantarillas solo hubiera servido para regalarle una nueva prisión, claro que esta, era de cristal y oro, mas seguía exactamente igual de infeliz que en ese entonces donde las ratas devoraban sus pies y el hambre la hacia desfallecer.
Dejé escapar el aire de forma pesada mientras cerraba a mi espalda el portón.
Hacia ella se dirigieron mis pasos, era consciente de que sabia que estaba allí, mas del mismo modo sabia que aun estaba molesta por lo ultimo que sucedió.
Deslice mis dedos por su hombro colocándome a su espalda, acaricié su nuca y el broche que moría en esta de aquel regalo que ahora se me antojaba una argolla.
No sabia bien que decir, disculparme no era una opción, los Black no pedíamos perdón, pero empezaba a dudar si mantenerla de ese modo era lo correcto.
-Hania, quizás podría ceder en que vieras a esos lobos -aseguré con la voz ronca, odiaba dar mi brazo a torcer y las palabras escapaban de msi labios con un ligero siseo pro como atravesaban mis dientes apretados.
Escuché en ese momento como la puerta era golpeada, inconfundible el aura de Sun que venia por mi, esa noche habíamos decidido acudir a dar un paseo a la playa, nuestra primera cita.
Había pedido preparan en el restaurante una botella de champang bien fría, dos copas y algo de fruta.
Deposité un beso en la zona que anidaba entre hombro y cuello de mi chiquilla y caminé decidido hacia la puerta para abrirla.
Al otro lado estaba esa mujer de bucles infinitos y pelo oscuro que ahora hundía sus ojos pardos en mis azules preparada para asumir nuestra primera cita.
-Lo siento, he salido con Joe -aseguré abriendo los brazos para que viera mi deplorable aspecto -no me ha dado tiempo a darme un baño y vestirme para la ocasión, pasa, quiero que conozcas a alguien -susurré atajando la distancia que separaba nuestros labios.
Me relamí después y ladeé la sonrisa agradeciendo llevar alcohol suficiente en el cuerpo para este primer encontronazo de tres.
Si por separado me volvían loco, juntas podían lograr que me subiera a la azotea a tomar el sol.
Ambos bromeábamos sobre como habían cambiado los tiempos y como en muchos casos nosotros habíamos permanecido anclados al paso del tiempo.
Su brazo por encima de mis hombros mientras daba un ultimo trago de la botella de whisky y con esta le golpeaba el pecho en señal de despedida pues yo había quedado con Sun en una hora y quería antes de que llegara darme un baño y quitarme ese olor a alcohol, tabaco y pecado.
Joe rehízo sus pasos alegando que también tenia asuntos que atender en esa noche y que nos volveríamos a ver. Como de costumbre no nos dijimos fechas, ni promesas de reencuentros mas allá de esa despedida algo fría para ser entre hermanos.
Me adentré por el umbral de la cámara y mis ojos pronto se cernieron sobre la pequeña figura que encarcelada y sentada en el alfeice de la ventana veía las horas pasar.
Mi sonrisa se disipó, la veía apagada, triste, como si sacarla de las alcantarillas solo hubiera servido para regalarle una nueva prisión, claro que esta, era de cristal y oro, mas seguía exactamente igual de infeliz que en ese entonces donde las ratas devoraban sus pies y el hambre la hacia desfallecer.
Dejé escapar el aire de forma pesada mientras cerraba a mi espalda el portón.
Hacia ella se dirigieron mis pasos, era consciente de que sabia que estaba allí, mas del mismo modo sabia que aun estaba molesta por lo ultimo que sucedió.
Deslice mis dedos por su hombro colocándome a su espalda, acaricié su nuca y el broche que moría en esta de aquel regalo que ahora se me antojaba una argolla.
No sabia bien que decir, disculparme no era una opción, los Black no pedíamos perdón, pero empezaba a dudar si mantenerla de ese modo era lo correcto.
-Hania, quizás podría ceder en que vieras a esos lobos -aseguré con la voz ronca, odiaba dar mi brazo a torcer y las palabras escapaban de msi labios con un ligero siseo pro como atravesaban mis dientes apretados.
Escuché en ese momento como la puerta era golpeada, inconfundible el aura de Sun que venia por mi, esa noche habíamos decidido acudir a dar un paseo a la playa, nuestra primera cita.
Había pedido preparan en el restaurante una botella de champang bien fría, dos copas y algo de fruta.
Deposité un beso en la zona que anidaba entre hombro y cuello de mi chiquilla y caminé decidido hacia la puerta para abrirla.
Al otro lado estaba esa mujer de bucles infinitos y pelo oscuro que ahora hundía sus ojos pardos en mis azules preparada para asumir nuestra primera cita.
-Lo siento, he salido con Joe -aseguré abriendo los brazos para que viera mi deplorable aspecto -no me ha dado tiempo a darme un baño y vestirme para la ocasión, pasa, quiero que conozcas a alguien -susurré atajando la distancia que separaba nuestros labios.
Me relamí después y ladeé la sonrisa agradeciendo llevar alcohol suficiente en el cuerpo para este primer encontronazo de tres.
Si por separado me volvían loco, juntas podían lograr que me subiera a la azotea a tomar el sol.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Los tres cerditos.
Una cita… la palaba sonaba incluso hasta extraña en mis propios pensamientos, hacía siglos que no la utilizaba y que no tenía una como tal ya que la última vez fue cuando todavía era humana y mucho antes de que me convirtieran en lo que era. Parecía inverosímil que tras siglos más tarde siquiera fuera a tener una, pero mucho más era que tuviera que ser un Black, si eso me lo hubieran dicho hacía años me habría reído seguramente y, hasta quizás, la persona que me lo dijera habría muerto por mí propia mano. Lancé un suspiro observando mí reflejo en el espejo, aquello eran cosas de mortales y no pensé que un vampiro cayera en alguno de esos tópicos… pero ahí estaba, y debía de afrontarlo. Repasé el vestido que llevaba, negro y rojo, que hacía contraste con mí piel y que se ceñía a mi cuerpo como un guante, y luego mí pelo negro como la misma noche que caía en bucles con gracia por mí espalda y un poco por delante.
Salí de la habitación dejando la casa a mis espaldas vacía por completo como sucedía últimamente, ya prácticamente no dormía allí y apenas pasaba más que para lo justo y necesario, al fin y al cabo ahí tenía toda mi ropa, mis vestidos y algunos objetos personales que había adquirido con el paso del tiempo, cerré la puerta y me encaminé por las calles ahora algo más abarrotadas de gente por el buen tiempo, hasta el camino que hacía ya todos los días hasta el hotel casi siquiera sin mirar por donde iba y sin reparar demasiado en las personas que me cruzaba por el camino.
Cuando llegué a la entrada del hotel al pasar por la recepción saludé de forma educada porque no era la primera vez que me encontraba con aquel joven tras el mostrador, llevaba viéndolo cada noche y a esas alturas me parecía descortés pasar y no saludar. Recorrí el camino ya conocido hacia su habitación sin prisa alguna, no llegaba tarde y porque pasaran unos cuantos minutos de la hora acordada no iba a pasar absolutamente, así mientras subía escalón a escalón me iba mentalizando de aquello, a veces costaba un poco ver en qué se había convertido mí vida.
Cuando llegué a la planta donde estaba la habitación y me fui acercando a esta pude notar con claridad el aura de Assur, pero también a cada paso fui consciente de otra aura más que aunque no conocía en persona, pero sí que había notado en las anteriores ocasiones. Me paré ante la puerta y toqué con mis nudillos sabiendo que poco tardaría en ser abierta y… así fue. Le sonreí cuando di con sus ojos azules y sonreí de lado recorriéndolo al excusarse por cómo iba y no estar listo, puse mis manos en mis caderas y negué levemente con la cabeza.
-Así que Joe te ha retrasado, ¿eh? –Aún tenía pendiente unas cuantas palabras con aquel vampiro, pero desde entonces casi no habíamos vuelto a coincidir, sabría que tarde o temprano acabaría por decírselo y me quitaba esa espinita que llevaba- No sé si tú hermano ejerce una mala influencia sobre ti, o tú la ejerces sobre él… quizás sea cosa de los dos –murmuré cuando se acercó dejando un breve beso, lo miré cuando dijo que quería presentarme a alguien y supe sin duda alguna de quién hablaba. ¿Ahora? Bueno, tarde o temprano íbamos a coincidir así que era mejor hacerlo cuanto antes y que nos presentara formalmente y como era debido- Creo que va siendo hora –comenté antes de mirarlo y adentrarme en la habitación donde mis ojos fueron a parar a ese alfeizar de la ventana donde estaba sentada aquella joven. Me fijé en su pelo rubio que caía con pequeñas ondas por su espalda mientras esta se fijaba por la ventana, al adentrarme su rostro se giró en mí dirección y mis ojos de color oscuro se fijaron en los suyos azules. Su rostro de marfil reflejaba lo joven que era y que le hacía parecer como una muñequita de porcelana, preciosa y delicada a su vez- Buenas noches, Hania –saludé con educación y una sonrisa haciendo un leve gesto con mí cabeza. Era la primera vez que me encontraba en una tesitura como aquella y no sabía muy bien qué debía de hacer- Por fin nos conocemos –comenté porque, al igual que yo sabía de ella estaba segura de que ella sabía de mí.
Salí de la habitación dejando la casa a mis espaldas vacía por completo como sucedía últimamente, ya prácticamente no dormía allí y apenas pasaba más que para lo justo y necesario, al fin y al cabo ahí tenía toda mi ropa, mis vestidos y algunos objetos personales que había adquirido con el paso del tiempo, cerré la puerta y me encaminé por las calles ahora algo más abarrotadas de gente por el buen tiempo, hasta el camino que hacía ya todos los días hasta el hotel casi siquiera sin mirar por donde iba y sin reparar demasiado en las personas que me cruzaba por el camino.
Cuando llegué a la entrada del hotel al pasar por la recepción saludé de forma educada porque no era la primera vez que me encontraba con aquel joven tras el mostrador, llevaba viéndolo cada noche y a esas alturas me parecía descortés pasar y no saludar. Recorrí el camino ya conocido hacia su habitación sin prisa alguna, no llegaba tarde y porque pasaran unos cuantos minutos de la hora acordada no iba a pasar absolutamente, así mientras subía escalón a escalón me iba mentalizando de aquello, a veces costaba un poco ver en qué se había convertido mí vida.
Cuando llegué a la planta donde estaba la habitación y me fui acercando a esta pude notar con claridad el aura de Assur, pero también a cada paso fui consciente de otra aura más que aunque no conocía en persona, pero sí que había notado en las anteriores ocasiones. Me paré ante la puerta y toqué con mis nudillos sabiendo que poco tardaría en ser abierta y… así fue. Le sonreí cuando di con sus ojos azules y sonreí de lado recorriéndolo al excusarse por cómo iba y no estar listo, puse mis manos en mis caderas y negué levemente con la cabeza.
-Así que Joe te ha retrasado, ¿eh? –Aún tenía pendiente unas cuantas palabras con aquel vampiro, pero desde entonces casi no habíamos vuelto a coincidir, sabría que tarde o temprano acabaría por decírselo y me quitaba esa espinita que llevaba- No sé si tú hermano ejerce una mala influencia sobre ti, o tú la ejerces sobre él… quizás sea cosa de los dos –murmuré cuando se acercó dejando un breve beso, lo miré cuando dijo que quería presentarme a alguien y supe sin duda alguna de quién hablaba. ¿Ahora? Bueno, tarde o temprano íbamos a coincidir así que era mejor hacerlo cuanto antes y que nos presentara formalmente y como era debido- Creo que va siendo hora –comenté antes de mirarlo y adentrarme en la habitación donde mis ojos fueron a parar a ese alfeizar de la ventana donde estaba sentada aquella joven. Me fijé en su pelo rubio que caía con pequeñas ondas por su espalda mientras esta se fijaba por la ventana, al adentrarme su rostro se giró en mí dirección y mis ojos de color oscuro se fijaron en los suyos azules. Su rostro de marfil reflejaba lo joven que era y que le hacía parecer como una muñequita de porcelana, preciosa y delicada a su vez- Buenas noches, Hania –saludé con educación y una sonrisa haciendo un leve gesto con mí cabeza. Era la primera vez que me encontraba en una tesitura como aquella y no sabía muy bien qué debía de hacer- Por fin nos conocemos –comenté porque, al igual que yo sabía de ella estaba segura de que ella sabía de mí.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Los tres cerditos.
La presencia de Assur lo llenaba todo nada más aparecer por la puerta, era increíble el efecto que producía sobre la joven vampira a pesar de todos los malos tragos ya vividos. Lo esperaba como agua de mayo, que irrumpiera en su mundo silencioso y estático, que trajese con él la luz del sol, el calor de los días, y así dejar de flotar entre las nieblas grises de su mente. A veces no distinguía la realidad de lo que estaba sólo en su cabeza, las voces la asaltaban trayéndole susurros, gritos o charlas que no comprendía, que podrían tener lugar en el otro lado del mundo. Se suponía que Assur debía enseñarla a controlar sus dones como él los llamaba (y que ella prefería llamarlos maldiciones), pero al final siempre había asuntos que atender y cosas por hacer. Lo entendía, y no lo culpaba. ¿Cómo podría culparlo? cualquier vampiro en su sano juicio la habría dejado pudrirse en las alcantarillas o la habría rematado para quitarle el sufrimiento, como se sacrifica a un animal lastimoso y sin remedio.
Tampoco ayudaba mucho el carácter reservado de Hania, sus pocas habilidades sociales y la nula experiencia que tenía en entablar relaciones con los demás. Cada vez que salía a la calle era una fuente de problemas, y lo sabía, por eso había aceptado ese encierro lejos del mundo, para facilitarle la vida a Assur, pero destilaba tristeza por los cuatro costados, era una delicada flor marchitándose, sumiéndose en la anestesia del silencio.
Se estremeció al sentir el tacto de Assur a su espalda. Hacía semanas que habían perdido la confianza, que se habían autoimpuesto las barreras protectoras, desde aquella noche que el monstruo la abofeteó y la mordió. Si su cerebro no estaba licuado como el de Ramsés era sólo porque una parte pequeña, remota y escondida de la mente rota de la rubia, seguía confiando en el hijo de Caín y pudo detenerse a tiempo. Ya no se cambiaba de cama cuando llegaba el día, para tumbarse a su lado hecha un ovillo, y lo echaba de menos, pero no estaban las cosas como para echar más leña al fuego. Eso sí, seguía llevando el rubí en el cuello porque nada tenía que ver la fase que estuvieran atravesando con lo que simbolizaba aquella piedra para la huérfana; significaba pertenencia, significaba que ella tenía una parte de Assur en propiedad y a cambio ella era completamente suya, su vida o su muerte estaba en manos del vampiro. Para alguien sin pasado ni futuro, sin raíces ni lazos que la atasen al mundo, era algo grandioso, inmenso.
Cuando le dijo que podría transigir con eso de que pudiera ver a Uryan y a Esthia, tardó unos segundos en procesar la información. ¿De verdad? ¿Era Assur capaz de dar su brazo a torcer de ese modo? cualquiera hubiera pensado que era una treta para acabar con ellos, o que a Assur le había dado una embolia postmortem y se había vuelto loco...pero ella pudo sentirlo en los más profundo: estaba preocupado por su chiquilla y le dolía verla triste. ¿Cómo podía ser tan cruel el mundo y verlo como un completo monstruo? no lo era, ella lo sabía, y a pesar de que a veces la bestia lo controlase, Assur seguía estando allí dentro. Se le iluminaron los ojos.
— ¿de verdad? ¿puedo?...— en realidad con aquellos dos licántropos estaba más a salvo que con los de su raza, que sólo ansiaban controlarla y usarla de arma contra el propio Black.— haré lo que quieras, me quedaré aquí y no me quejaré...— como si se hubiera quejado alguna vez. Había soportado la adversidad toda su vida recluyéndose en si misma, sin molestar a nadie. Pero lo cierto es que tenía unos ojos demasiado expresivos como pasar por alto que no era feliz allí confinada.
No le dio tiempo de seguir la conversación porque alguien llamó a la puerta y Assur fue a recibirla. Sabía quién era, la había sentido noche tras noche, tanto si estaban en el hotel como si no, ya que la joven vástago tenía poderes mentales de un alcance inimaginable, que además no sabía controlar. La sentía cada vez que se acercaba a Assur, y de alguna forma agradecía que lo hiciera. Assur estaba solo en su eternidad, y no había nada peor que la soledad, que vivir con uno mismo para siempre. Pero desde que Sunshine había irrumpido en su vida y había vuelto su mundo patas arriba, Hania veía su humanidad perdida aflorando poco a poco. Por fin el Sol encontraba compañera.
Se levantó del alféizar y avanzó unos pasos hacia la mujer de oscura melena como la noche. Observó su aura con atención. La de Assur era pálida, de un color blanco plata y nevaba en ella como si fuera un bonito día de navidad. La de Sunshine era brillante, más cálida, surcada de ondas anaranjadas sobre un cielo marfil como las que se forman cuando el calor emana del suelo. Se quedó unos segundos observándola y finalmente sonrió.
— Eres como el amanecer...— El nombre que le habían puesto le iba como anillo al dedo, porque así era su aura.— aunque el Sol es perezoso y tímido cuando empieza a despuntar... no se lo puedes tener en cuenta. La noche es larga y a todos nos cuesta abandonar la comodidad.
Estaba hablando de forma críptica, aunque para ella tenía todo el sentido del mundo, ya que Assur era el Sol, y ella era blanca y solitaria como la luna. Los miró a ambos ladeando la cabeza.
— Ha llegado el sexto consejero. Está en la ciudad.— y cambió de tema radicalmente, porque podía escuchar a esos matusalenes hablar de cómo iban a derrocar a Black. La sexta silla, la que estaba vacía, ya tenía dueño.
Tampoco ayudaba mucho el carácter reservado de Hania, sus pocas habilidades sociales y la nula experiencia que tenía en entablar relaciones con los demás. Cada vez que salía a la calle era una fuente de problemas, y lo sabía, por eso había aceptado ese encierro lejos del mundo, para facilitarle la vida a Assur, pero destilaba tristeza por los cuatro costados, era una delicada flor marchitándose, sumiéndose en la anestesia del silencio.
Se estremeció al sentir el tacto de Assur a su espalda. Hacía semanas que habían perdido la confianza, que se habían autoimpuesto las barreras protectoras, desde aquella noche que el monstruo la abofeteó y la mordió. Si su cerebro no estaba licuado como el de Ramsés era sólo porque una parte pequeña, remota y escondida de la mente rota de la rubia, seguía confiando en el hijo de Caín y pudo detenerse a tiempo. Ya no se cambiaba de cama cuando llegaba el día, para tumbarse a su lado hecha un ovillo, y lo echaba de menos, pero no estaban las cosas como para echar más leña al fuego. Eso sí, seguía llevando el rubí en el cuello porque nada tenía que ver la fase que estuvieran atravesando con lo que simbolizaba aquella piedra para la huérfana; significaba pertenencia, significaba que ella tenía una parte de Assur en propiedad y a cambio ella era completamente suya, su vida o su muerte estaba en manos del vampiro. Para alguien sin pasado ni futuro, sin raíces ni lazos que la atasen al mundo, era algo grandioso, inmenso.
Cuando le dijo que podría transigir con eso de que pudiera ver a Uryan y a Esthia, tardó unos segundos en procesar la información. ¿De verdad? ¿Era Assur capaz de dar su brazo a torcer de ese modo? cualquiera hubiera pensado que era una treta para acabar con ellos, o que a Assur le había dado una embolia postmortem y se había vuelto loco...pero ella pudo sentirlo en los más profundo: estaba preocupado por su chiquilla y le dolía verla triste. ¿Cómo podía ser tan cruel el mundo y verlo como un completo monstruo? no lo era, ella lo sabía, y a pesar de que a veces la bestia lo controlase, Assur seguía estando allí dentro. Se le iluminaron los ojos.
— ¿de verdad? ¿puedo?...— en realidad con aquellos dos licántropos estaba más a salvo que con los de su raza, que sólo ansiaban controlarla y usarla de arma contra el propio Black.— haré lo que quieras, me quedaré aquí y no me quejaré...— como si se hubiera quejado alguna vez. Había soportado la adversidad toda su vida recluyéndose en si misma, sin molestar a nadie. Pero lo cierto es que tenía unos ojos demasiado expresivos como pasar por alto que no era feliz allí confinada.
No le dio tiempo de seguir la conversación porque alguien llamó a la puerta y Assur fue a recibirla. Sabía quién era, la había sentido noche tras noche, tanto si estaban en el hotel como si no, ya que la joven vástago tenía poderes mentales de un alcance inimaginable, que además no sabía controlar. La sentía cada vez que se acercaba a Assur, y de alguna forma agradecía que lo hiciera. Assur estaba solo en su eternidad, y no había nada peor que la soledad, que vivir con uno mismo para siempre. Pero desde que Sunshine había irrumpido en su vida y había vuelto su mundo patas arriba, Hania veía su humanidad perdida aflorando poco a poco. Por fin el Sol encontraba compañera.
Se levantó del alféizar y avanzó unos pasos hacia la mujer de oscura melena como la noche. Observó su aura con atención. La de Assur era pálida, de un color blanco plata y nevaba en ella como si fuera un bonito día de navidad. La de Sunshine era brillante, más cálida, surcada de ondas anaranjadas sobre un cielo marfil como las que se forman cuando el calor emana del suelo. Se quedó unos segundos observándola y finalmente sonrió.
— Eres como el amanecer...— El nombre que le habían puesto le iba como anillo al dedo, porque así era su aura.— aunque el Sol es perezoso y tímido cuando empieza a despuntar... no se lo puedes tener en cuenta. La noche es larga y a todos nos cuesta abandonar la comodidad.
Estaba hablando de forma críptica, aunque para ella tenía todo el sentido del mundo, ya que Assur era el Sol, y ella era blanca y solitaria como la luna. Los miró a ambos ladeando la cabeza.
— Ha llegado el sexto consejero. Está en la ciudad.— y cambió de tema radicalmente, porque podía escuchar a esos matusalenes hablar de cómo iban a derrocar a Black. La sexta silla, la que estaba vacía, ya tenía dueño.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Los tres cerditos.
Hania sonrió feliz, incrédula de mis palabras, creo que el alcohol ingerido con Joe me jugaba una mala pasada, pues en el fondo la idea de verla correr con licantropos me molestaba soberanamente.
Claro que verla mas muerta de lo que estaba encerrada en esa cámara no era una opción, tenia uqe ceder, abrir un poco el yugo que tenia impuesto sobre su cuello.
Era cierto que Hania nunca se quejaba, todo lo contrario, para mi siempre tenia una sonrisa, una buena palabra.
Aunque era indudable que entre nosotros algo se había desquebrajado, pues ya no se pasaba a mi lecho para dormir, me castigaba con esa frialdad y quizás la merecía pues yo hacia mi vida y ella parecía simplemente un juguete para entretener mi caótica vida.
No era cierto, no era así, desde que la encontré en las alcantarillas vi algo especial en ella, algo que creo que el consejo había visto igual que yo.
Sun se adentró en la habitación, sabia que las dos estaban haciendo un esfuerzo en ese instante y aunque Hania convirtió el encuentro en algo sencillo no pude evitar acercarme al mueble bar y servir tres copas, dos de bourbon y un botellin de cerveza con limón que quizás le gustara a mi “chuiquilla”
Le acerqué el vaso a la inmortal de cabellos oscuros y besé con suavidad su hombro susurrando contra su piel un “estas preciosa”
Fue entonces cuando Hania comentó que la sexta silla estaba a punto de ser ocupada, tensé le gesto, el consejo estaba tomando muchas decisiones y yo no estaba siendo informado de ellas, algo que me carcomía por dentro, tenia claro sus intentos de derrocarme, lo habían intentado por activa y por pasiva durante siglos, pero mi voracidad y carencia de debilidades hacia que se dieran de bruces contra el suelo.
Ahora habían encontrado dos caminos por donde atacarme, dos mujeres que tenia frente a mis ojos y que en estos momentos se habían trasformado en mi felicidad pero también en mi perdición.
Gruñí contra el vidrio, sabia que esperar era un error, pero atacar sin ton ni son solo lograría crear en ellos el victimismo que necesitaban para montar contra mi una caza de sangre motivada.
Las dos me miraban, en mi mente el bloqueo mental bien elevado para que ninguna pudiera llegar a mis pensamientos mas profundos, no quería preocuparlas, mas algo me decía que lo estaban.
-Os pondré un guarda espaldas a cada una -alcé el dedo para que no me replicaran -corréis peligro por el mero hecho de formar parte de mi vida y no estoy dispuesto a que corráis riesgo alguno ¿lo entendeis?
La pregunta era absurda pues sinceramente lo entendieran o no, no estaba dispuesto a que nada les sucediera cuando no estaban a mi lado y aunque ambas compartían muchas horas de la noche a mi lado, era igual de cierto que al menos Sun tenia su vida, iba de caza y era complicado controlar todos sus movimientos, aunque tenia informadores que me contaban sus salidas, claro que ese era otro tema.
Intuía uno que no le haría demasiada gracia, peor yo era un hombre controlador, incapaz de no tener todo bien atado y se me llevaban los demonios si desconocía donde estaba en cada momento
Claro que verla mas muerta de lo que estaba encerrada en esa cámara no era una opción, tenia uqe ceder, abrir un poco el yugo que tenia impuesto sobre su cuello.
Era cierto que Hania nunca se quejaba, todo lo contrario, para mi siempre tenia una sonrisa, una buena palabra.
Aunque era indudable que entre nosotros algo se había desquebrajado, pues ya no se pasaba a mi lecho para dormir, me castigaba con esa frialdad y quizás la merecía pues yo hacia mi vida y ella parecía simplemente un juguete para entretener mi caótica vida.
No era cierto, no era así, desde que la encontré en las alcantarillas vi algo especial en ella, algo que creo que el consejo había visto igual que yo.
Sun se adentró en la habitación, sabia que las dos estaban haciendo un esfuerzo en ese instante y aunque Hania convirtió el encuentro en algo sencillo no pude evitar acercarme al mueble bar y servir tres copas, dos de bourbon y un botellin de cerveza con limón que quizás le gustara a mi “chuiquilla”
Le acerqué el vaso a la inmortal de cabellos oscuros y besé con suavidad su hombro susurrando contra su piel un “estas preciosa”
Fue entonces cuando Hania comentó que la sexta silla estaba a punto de ser ocupada, tensé le gesto, el consejo estaba tomando muchas decisiones y yo no estaba siendo informado de ellas, algo que me carcomía por dentro, tenia claro sus intentos de derrocarme, lo habían intentado por activa y por pasiva durante siglos, pero mi voracidad y carencia de debilidades hacia que se dieran de bruces contra el suelo.
Ahora habían encontrado dos caminos por donde atacarme, dos mujeres que tenia frente a mis ojos y que en estos momentos se habían trasformado en mi felicidad pero también en mi perdición.
Gruñí contra el vidrio, sabia que esperar era un error, pero atacar sin ton ni son solo lograría crear en ellos el victimismo que necesitaban para montar contra mi una caza de sangre motivada.
Las dos me miraban, en mi mente el bloqueo mental bien elevado para que ninguna pudiera llegar a mis pensamientos mas profundos, no quería preocuparlas, mas algo me decía que lo estaban.
-Os pondré un guarda espaldas a cada una -alcé el dedo para que no me replicaran -corréis peligro por el mero hecho de formar parte de mi vida y no estoy dispuesto a que corráis riesgo alguno ¿lo entendeis?
La pregunta era absurda pues sinceramente lo entendieran o no, no estaba dispuesto a que nada les sucediera cuando no estaban a mi lado y aunque ambas compartían muchas horas de la noche a mi lado, era igual de cierto que al menos Sun tenia su vida, iba de caza y era complicado controlar todos sus movimientos, aunque tenia informadores que me contaban sus salidas, claro que ese era otro tema.
Intuía uno que no le haría demasiada gracia, peor yo era un hombre controlador, incapaz de no tener todo bien atado y se me llevaban los demonios si desconocía donde estaba en cada momento
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Los tres cerditos.
Me quedé observando a la joven vampira durante unos segundos escuchando sus palabras sin saber muy bien lo que me estaba diciendo o porque siquiera lo decía. Cierto era que muchos vampiros a lo largo de mí existencia me habían mirado un tanto extrañado por llevar el nombre que tenía, algo a lo que yo me había acostumbrado al ver en sus rostros y que me hacía particular gracia al observarlo. Le di un par de vueltas a sus palabras pero cuando iba a decirle algo siguió hablando nombrando esta vez al consejo, y que la sexta silla ya tenía dueño. Recordé mí encuentro con el consejo que había tenido y fruncí el ceño durante unos segundos, cogí el vaso que el vampiro me ofrecía sin pensarlo y di un primer sorbo perdida aun en los recuerdos de aquella sala, con los vampiros que ocupaban esos tronos y el último de ellos que quedaba vacío.
Me pregunté quién sería el nuevo miembro del consejo y no pude evitar que algo de rabia me recorriera por dentro, jamás había sido llamada ante su presencia, y la única vez que lo habían hecho era para pedirme que les entregara a Assur en bandeja de plata. Sabía que no se iban a cansar y buscarían la forma de obtenerlo y seguramente Hania y yo seríamos dos vías perfectas para llegar hasta él, y no se cansarían hasta conseguir lo que realmente querían. Lancé un suspiro y miré al vampiro que parecía algo más tenso de lo normal y no precisamente por tenernos a las dos juntas por primera vez, sino más bien por las palabras de la joven.
Lo miré con el vaso de alcohol en mis manos recorriendo el borde de este con mí dedo, perfilándolo mientras intentaba averiguar qué era lo que le pasaba por la cabeza, pero por alguna razón que desconocía había vuelto a bloquear el acceso a su mente y me mordí el labio frustrada, odiaba que a veces hiciera eso porque significaba que no nos iba a gustar lo que estábamos pensando, sino, ¿para qué bloquearlo? Y justo como estaba pensando, las palabras salieron de sus labios haciendo que lo mirara de forma más fija, ladeando mí cuerpo para quedar finalmente de cara a él y no cara a la vampira como lo tenía. ¿Un guardaespaldas? Enarqué una ceja por ella y cuando fui a replicar elevó su dedo, como haciéndonos callar, para decir que corríamos peligro y que no iba a tomar ningún riesgo.
-Ni. En. Broma –puntualicé cada palabra, marcándolas para que fuera bastante clara mí postura ante la idea de ponerme un guardaespaldas. Entendía que no quería correr riesgos, pero me negaba a llevar alguien que me siguiera a todos lados como si fuera una mujer indefensa que no podía hacer nada por sí misma. Si había algo que odiaba más que nada era verme débil, o que me vieran débil… y aunque entendía sus buenas intenciones y ya comprendía por qué había alzado el bloqueo en su mente, no estaba dispuesta a aceptar llevar ningún guardaespaldas el tiempo que fuera a cazar para alimentarme ya que el resto del tiempo lo pasaba con él- No pienso dejar que me pongas un guardaespaldas, Assur, por mucho que te empeñes en ello. Soy consciente del riesgo que hay y de que ambas somos un medio para llegar hasta ti que no dudarán en utilizar y que probablemente comiencen a mover ficha ahora –sabía lo que odiaba ese hombre no tener las cosas controladas, y también sabía que si quería ponerme un guardaespaldas lo haría sin decir absolutamente nada- antes no sabía que podrían ir a por mí, pero ahora lo sé y estoy preparada –tantos siglos siendo perseguida te hacían estar alerta con todo, cierto era que la primera vez no había sabido siquiera que él tenía relación con el consejo y que querían derrocarlo, pero ahora lo sabía y pensaba llevar extremo cuidado.
Me pregunté quién sería el nuevo miembro del consejo y no pude evitar que algo de rabia me recorriera por dentro, jamás había sido llamada ante su presencia, y la única vez que lo habían hecho era para pedirme que les entregara a Assur en bandeja de plata. Sabía que no se iban a cansar y buscarían la forma de obtenerlo y seguramente Hania y yo seríamos dos vías perfectas para llegar hasta él, y no se cansarían hasta conseguir lo que realmente querían. Lancé un suspiro y miré al vampiro que parecía algo más tenso de lo normal y no precisamente por tenernos a las dos juntas por primera vez, sino más bien por las palabras de la joven.
Lo miré con el vaso de alcohol en mis manos recorriendo el borde de este con mí dedo, perfilándolo mientras intentaba averiguar qué era lo que le pasaba por la cabeza, pero por alguna razón que desconocía había vuelto a bloquear el acceso a su mente y me mordí el labio frustrada, odiaba que a veces hiciera eso porque significaba que no nos iba a gustar lo que estábamos pensando, sino, ¿para qué bloquearlo? Y justo como estaba pensando, las palabras salieron de sus labios haciendo que lo mirara de forma más fija, ladeando mí cuerpo para quedar finalmente de cara a él y no cara a la vampira como lo tenía. ¿Un guardaespaldas? Enarqué una ceja por ella y cuando fui a replicar elevó su dedo, como haciéndonos callar, para decir que corríamos peligro y que no iba a tomar ningún riesgo.
-Ni. En. Broma –puntualicé cada palabra, marcándolas para que fuera bastante clara mí postura ante la idea de ponerme un guardaespaldas. Entendía que no quería correr riesgos, pero me negaba a llevar alguien que me siguiera a todos lados como si fuera una mujer indefensa que no podía hacer nada por sí misma. Si había algo que odiaba más que nada era verme débil, o que me vieran débil… y aunque entendía sus buenas intenciones y ya comprendía por qué había alzado el bloqueo en su mente, no estaba dispuesta a aceptar llevar ningún guardaespaldas el tiempo que fuera a cazar para alimentarme ya que el resto del tiempo lo pasaba con él- No pienso dejar que me pongas un guardaespaldas, Assur, por mucho que te empeñes en ello. Soy consciente del riesgo que hay y de que ambas somos un medio para llegar hasta ti que no dudarán en utilizar y que probablemente comiencen a mover ficha ahora –sabía lo que odiaba ese hombre no tener las cosas controladas, y también sabía que si quería ponerme un guardaespaldas lo haría sin decir absolutamente nada- antes no sabía que podrían ir a por mí, pero ahora lo sé y estoy preparada –tantos siglos siendo perseguida te hacían estar alerta con todo, cierto era que la primera vez no había sabido siquiera que él tenía relación con el consejo y que querían derrocarlo, pero ahora lo sabía y pensaba llevar extremo cuidado.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Los tres cerditos.
La rubia se calló, escuchando las palabras de Sunshine y de Assur. Guardaespaldas. No iban a servir de nada con lo que se avecinaba. No dijo nada al respecto, y como no estaba segura de que pudiera decir aquello en voz alta, se giró y se sentó de nuevo, esta vez en una silla, mirando a un punto fijo de la pared.
Se concentró y traspasó los bloqueos mentales de Assur sin demasiado esfuerzo. Podían aplastarla como a una hoja seca entre los dedos, pero su mente sería siempre un territorio hostil, con una poatencia de daño inverosímil para alguien de su tamaño, juventud y nula habilidad. Le envió al cainita unos pensamientos latentes: { El nuevo consejero es Nicolas Flamel el alquimista. Pero no viene solo. Hay una sombra más oscura tras él. ¿Para qué quieren un alquimista? me dijiste que tu sangre tiene algo... está claro que no es a mi o a Sunshine a quienes quieren, no somos importantes, es a tí. Si tengo que llevar guardaespaldas lo haré, pero..¿puedes prometerme tú que te cuidarás? Prométeme que no me dejarás sola en este mundo...} Luego reflexionó sobre lo que le había dicho...No podía hacerle prometer eso, porque seguramente algún día lo haría, él tendría su vida y el tercer cerdito sobraba en ese cuento. { No importa... mejor no prometas algo que seguramente no se cumplirá. Lo entiendo. Algún día tendré que aprender y dejar de ser una carga para ti.}
Aquella velada iba a ser una cita en toda regla para Sun y Assur y al decirles lo del Consejo había roto un poco esa magia. Salió de trance mental en el que estaba y trató de sonreir.
— Tenéis una cita, debéis iros ya o amanecerá antes de que os déis cuenta.— Abrió un cajón y sacó un cepillo con el que empezó a cepillarse la melena de forma automática, con movimientos pausados y repetitivos, regresando a su vida mental, donde siempre podía refugiarse y hacer como que el mundo no existía a su alrededor para aislarse de cualquier tipo de sufrimiento. Allí ningun dolor podía alcanzarla.
Se concentró y traspasó los bloqueos mentales de Assur sin demasiado esfuerzo. Podían aplastarla como a una hoja seca entre los dedos, pero su mente sería siempre un territorio hostil, con una poatencia de daño inverosímil para alguien de su tamaño, juventud y nula habilidad. Le envió al cainita unos pensamientos latentes: { El nuevo consejero es Nicolas Flamel el alquimista. Pero no viene solo. Hay una sombra más oscura tras él. ¿Para qué quieren un alquimista? me dijiste que tu sangre tiene algo... está claro que no es a mi o a Sunshine a quienes quieren, no somos importantes, es a tí. Si tengo que llevar guardaespaldas lo haré, pero..¿puedes prometerme tú que te cuidarás? Prométeme que no me dejarás sola en este mundo...} Luego reflexionó sobre lo que le había dicho...No podía hacerle prometer eso, porque seguramente algún día lo haría, él tendría su vida y el tercer cerdito sobraba en ese cuento. { No importa... mejor no prometas algo que seguramente no se cumplirá. Lo entiendo. Algún día tendré que aprender y dejar de ser una carga para ti.}
Aquella velada iba a ser una cita en toda regla para Sun y Assur y al decirles lo del Consejo había roto un poco esa magia. Salió de trance mental en el que estaba y trató de sonreir.
— Tenéis una cita, debéis iros ya o amanecerá antes de que os déis cuenta.— Abrió un cajón y sacó un cepillo con el que empezó a cepillarse la melena de forma automática, con movimientos pausados y repetitivos, regresando a su vida mental, donde siempre podía refugiarse y hacer como que el mundo no existía a su alrededor para aislarse de cualquier tipo de sufrimiento. Allí ningun dolor podía alcanzarla.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Los tres cerditos.
“Ni en broma” Enarqué una ceja al escuchar esas desafiantes palabras que venían directas y afiladas de los labios de Sun. ¿Que no comprendía? Mi mirada roja como el fuego se incendio en la suya, mas eso lejos de achantara como hubiera hecho con cualquiera pareció darle alas para continuar con la batalla.
Escuché incrédulo sus palabras ¿Preparada? ¿preparada para que exactamente? ¿para morir? Porque se creía capaz de enfrentarse a el consejo cuando estos eran tan ancianos que le cuadriplicaban en edad y como no en poder.
Ella solo era una inmortal mas de los miles que poblan la tierra, lo único que la hacia especial para ellos era justo que su vida hubiera quedado atada a la mía por medio de un inquebrantable contrato. Para mi ,era especial porque veía en ella todo lo que podía amar en una mujer, por eso era por lo que la usarían sin piedad para capturarme.
-No es negociable -zanjé el tema apurando la copa entre mis labios sin estar dispuesto a darle mas explicaciones que esa.
Sabia de sobra que no cedería en nada, así que, para que entrar a explicarle que los acontecimientos que estaban a punto de desencadenarse eran peligrosos y no iba a arriesgarme a perderla.
Fue entonces cuando escuche la voz de Hania en mi cabeza, ella, la otra mujer que me volvía loco con sus eternas desobediencias, mas esta vez parecía entrar en razón, algo que me hizo destensar ligeramente los músculos.
Agradecía no tener que tener este encontronazo con ambas, aunque de ser necesario impondría mi voluntad aunque fuera a la fuerza.
Ellas eran mi perdición y a su vez mi salvación, así que si, me pertenecían de un modo u otro y entendieran o no los motivos de la bestia salvaje que moraba en mi interior había permanecido vivo los suficientes milenios como para saber por viejo lo que no por sabio y ellas obedecerían les gustase o no.
Hania era capaz de traspasar mis barreras mentales, su poder en ese aspecto era muy elevado, Sun por el contrario se que lo estaba intentando, mas yo las mantenía alzadas, no quería preocuparla con lo que mi Chiquilla me ocntaba.
(Lo quieren porque es capaz de experimentar con mi sangre Hania, no se que se llevan entre manos, pero lo averiguaré. Mi sangre junto a la de los otros hijos de Cain puede despertarlo, algo que dudo le interese al consejo, quizás estén buscando el modo de destruirnos a todos los Black y quizás en mi sangre puedan encontrar el modo)
No sabia lo que tramaban, mas si que esto cada vez se estaba convirtiendo en una partida de ajedrez peligrosa, donde el acoso al rey era casi un asedio.
Atajé la distancia que me separaba de la ya muy enfadada Sun y acaricié con mis dedos su hombro.
-Déjame hacer -le dije mas calmado -prometo que te vigilará de lejos y que ni siquiera te molestará. Dame ese capricho.
Traté de razonar, claro que solo era eso, un mero intento de que aflojara el gesto, le gustara o no, tenia claro lo que iba a pasar.
Hania continuo hablando, eso fue lo que me dejo petrificado en el sitio.
“Prométeme que no me dejaras sola” Cerré los ojos, por un instante elevando de nuevo las barreras.
(No te dejaré sola) sentencié con rotundidad. No, no podía prometerla que salvaría con total seguridad mi vida, si que lo intentaría, mas como siempre, mis palabras tenían muchos significados y si la cosa se complicaba mas de lo estimado tenia un plan de escape para ambas.
Si el rey caía, ellas serian castigadas por haber ligado a mi su vida.
Posiblemente a Hania la usarían por su poder mental, por ese caldero capaz de ser un arma casi imposible de atajar.
Yo veía en ella mucho mas que eso, para mi Hania era muy especial, mi destino había quedado unido al suyo con un vinculo incluso mas potente que el de cualquier Sire puede tener con su Chiquillo.
Sun por ende seria usada de un modo bien distinto, se convertiría posiblemente en el placer de todos ellos.
No permitiría que les hicieran daño a ninguna, así que si, podía prometer que no quedaría sola, pues si yo caía ellas huirían con alguien de mi total confianza.
Sus siguientes palabras me hicieron gruñir, ojos rojos como el fuego y la copa estalló en mis manos, demasiado estaba aguantando con el maldito consejo como para ahora tener que escucharla decir que era una carga para mi.
-No entiendes nada Hania -rugí desafiándola con la mirada.
Lo dije en voz alta y clara. El alcohol empañó mi camisa, mi piel que se mezclo son la vitae, ambas chorreando por el suelo.
Hania sacó un peine sugiriendo que nos fuéramos a la cita que ambos teníamos, mas yo en ese momento tenia en demasiadas cosas en las que pensar para ir a disfrutar de un paseo sin mas.
-Vamos a trasladarnos todos a la casa elegida, tendréis un guarda espaldas cada una, no hay mas que hablar.
Miré a ambas con el gesto sombrío, ojos burdeos, la bestia amenazaba con salir y quizás lo mejor para ambas es que me fuera de allí.
Erlend era un mercenario muy capaz, hacia poco se haba desposado con una humana, su debilidad, no me costaría convencerlo de que vigilara a una de las dos por una considerable suma de dinero.
Ilhan seria el otro elegido, honorable, un mosquetero del rey, él haría su papel y aunque no tenia mayor debilidad que la inmortal que lo convirtió y con la que jamas me había cruzado, mi promesa de ayudarlo a capturarla bastaría para que me prestara sus servicios.
Escuché incrédulo sus palabras ¿Preparada? ¿preparada para que exactamente? ¿para morir? Porque se creía capaz de enfrentarse a el consejo cuando estos eran tan ancianos que le cuadriplicaban en edad y como no en poder.
Ella solo era una inmortal mas de los miles que poblan la tierra, lo único que la hacia especial para ellos era justo que su vida hubiera quedado atada a la mía por medio de un inquebrantable contrato. Para mi ,era especial porque veía en ella todo lo que podía amar en una mujer, por eso era por lo que la usarían sin piedad para capturarme.
-No es negociable -zanjé el tema apurando la copa entre mis labios sin estar dispuesto a darle mas explicaciones que esa.
Sabia de sobra que no cedería en nada, así que, para que entrar a explicarle que los acontecimientos que estaban a punto de desencadenarse eran peligrosos y no iba a arriesgarme a perderla.
Fue entonces cuando escuche la voz de Hania en mi cabeza, ella, la otra mujer que me volvía loco con sus eternas desobediencias, mas esta vez parecía entrar en razón, algo que me hizo destensar ligeramente los músculos.
Agradecía no tener que tener este encontronazo con ambas, aunque de ser necesario impondría mi voluntad aunque fuera a la fuerza.
Ellas eran mi perdición y a su vez mi salvación, así que si, me pertenecían de un modo u otro y entendieran o no los motivos de la bestia salvaje que moraba en mi interior había permanecido vivo los suficientes milenios como para saber por viejo lo que no por sabio y ellas obedecerían les gustase o no.
Hania era capaz de traspasar mis barreras mentales, su poder en ese aspecto era muy elevado, Sun por el contrario se que lo estaba intentando, mas yo las mantenía alzadas, no quería preocuparla con lo que mi Chiquilla me ocntaba.
(Lo quieren porque es capaz de experimentar con mi sangre Hania, no se que se llevan entre manos, pero lo averiguaré. Mi sangre junto a la de los otros hijos de Cain puede despertarlo, algo que dudo le interese al consejo, quizás estén buscando el modo de destruirnos a todos los Black y quizás en mi sangre puedan encontrar el modo)
No sabia lo que tramaban, mas si que esto cada vez se estaba convirtiendo en una partida de ajedrez peligrosa, donde el acoso al rey era casi un asedio.
Atajé la distancia que me separaba de la ya muy enfadada Sun y acaricié con mis dedos su hombro.
-Déjame hacer -le dije mas calmado -prometo que te vigilará de lejos y que ni siquiera te molestará. Dame ese capricho.
Traté de razonar, claro que solo era eso, un mero intento de que aflojara el gesto, le gustara o no, tenia claro lo que iba a pasar.
Hania continuo hablando, eso fue lo que me dejo petrificado en el sitio.
“Prométeme que no me dejaras sola” Cerré los ojos, por un instante elevando de nuevo las barreras.
(No te dejaré sola) sentencié con rotundidad. No, no podía prometerla que salvaría con total seguridad mi vida, si que lo intentaría, mas como siempre, mis palabras tenían muchos significados y si la cosa se complicaba mas de lo estimado tenia un plan de escape para ambas.
Si el rey caía, ellas serian castigadas por haber ligado a mi su vida.
Posiblemente a Hania la usarían por su poder mental, por ese caldero capaz de ser un arma casi imposible de atajar.
Yo veía en ella mucho mas que eso, para mi Hania era muy especial, mi destino había quedado unido al suyo con un vinculo incluso mas potente que el de cualquier Sire puede tener con su Chiquillo.
Sun por ende seria usada de un modo bien distinto, se convertiría posiblemente en el placer de todos ellos.
No permitiría que les hicieran daño a ninguna, así que si, podía prometer que no quedaría sola, pues si yo caía ellas huirían con alguien de mi total confianza.
Sus siguientes palabras me hicieron gruñir, ojos rojos como el fuego y la copa estalló en mis manos, demasiado estaba aguantando con el maldito consejo como para ahora tener que escucharla decir que era una carga para mi.
-No entiendes nada Hania -rugí desafiándola con la mirada.
Lo dije en voz alta y clara. El alcohol empañó mi camisa, mi piel que se mezclo son la vitae, ambas chorreando por el suelo.
Hania sacó un peine sugiriendo que nos fuéramos a la cita que ambos teníamos, mas yo en ese momento tenia en demasiadas cosas en las que pensar para ir a disfrutar de un paseo sin mas.
-Vamos a trasladarnos todos a la casa elegida, tendréis un guarda espaldas cada una, no hay mas que hablar.
Miré a ambas con el gesto sombrío, ojos burdeos, la bestia amenazaba con salir y quizás lo mejor para ambas es que me fuera de allí.
Erlend era un mercenario muy capaz, hacia poco se haba desposado con una humana, su debilidad, no me costaría convencerlo de que vigilara a una de las dos por una considerable suma de dinero.
Ilhan seria el otro elegido, honorable, un mosquetero del rey, él haría su papel y aunque no tenia mayor debilidad que la inmortal que lo convirtió y con la que jamas me había cruzado, mi promesa de ayudarlo a capturarla bastaría para que me prestara sus servicios.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Re: Los tres cerditos.
Sabía que se iba a enfadar con mis palabras, antes de que estas abandonaran mis labios era algo que tenía más que claro y sin lugar a dudas, pero ¿qué podía esperar? Sabía que siempre me había sentido libre en todos aquellos siglos que llevaba de mí no vida, que alguien ahora siguiera todos mis movimientos no me gustaba, no por lo que pudiera llegar a ver puesto que no iba a ver gran cosa salvo cómo cazaba, sino que esa libertad de la que siempre me había acompañado de alguna forma iba a ser cortada. No era suficiente con haber sentido la constante presencia y vigilancia de mí Sire todos aquellos años para ahora saber que un vampiro iba a seguirme para protegerme. No, claro que la idea no me gustaba porque tampoco me gustaba sentirme débil, y aunque sabía que el vampiro haría lo que quisiera dijera lo que dijera, al menos le haría saber que no me gustaba su decisión.
Di un trago al vaso que me había dado escuchando su “no es negociable” algo que no me sorprendía en lo más mínimo y que sabía que me iba a decir, al final haría lo que quisiera me negara lo que me negara así que, ¿para qué discutir? No iba a servir de nada y al final acabé apoyando mí cadera contra la mesa que había en la lujosa estancia con el vaso en la mano todavía, observando como él acortaba las distancias notando sus dedos recorrer mí hombro en una leve caricia, esperando a que me tranquilizara y que el enfado pasara, cosa que no sucedió y que me mordí la lengua queriéndole decirle más cosas, pero no iban a servir de nada. Terminé por encogerme de hombros ante sus palabras de que le diera ese capricho teniendo que ceder ante lo que él quería, porque quisiera o no sabía que lo iba a hacer.
-Sé que vas a hacerlo diga lo que te diga, así que… no voy a entrar en discusión contigo, es una completa tontería –terminé por decir contemplando cómo se quedaba quieto en el sitio y miré a la joven vampira sabiendo que algo le tenía que estar diciendo al vampiro para que se quedara así. Los contemplé a uno y otro y mordí el borde del vaso pensando en qué le estaría diciendo para que le cambiara el gesto de esa forma, al final acabó por romper el vaso que llevaba en sus manos manchándolo todo con el licor y abriéndose una brecha en la mano que llenó la estancia mezclado junto con el contenido del vaso. Los cristales estaban esparcidos por el suelo y de su palma goteaba la sangre de la herida que pronto comenzaría a cerrarse sin mayor complicación. No iba a meterme en esas arenas movedizas entre ambos, las relaciones entre Sire y vástago eran complejas y muy diferentes con respecto a cada una y era un terreno que no iba a pisar entre ambos aunque la vampira no hubiera sido transformada, propiamente dicho, por él. Me mordí el labio observando a la joven peinarse el cabello escuchando las palabras de Assur de ir hacia la casa elegida y que tendríamos guardaespaldas, dando por finalizada la discusión- Está todo preparado –dije dejando el vaso, ahora vacío, sobre la mesa- iba a decirte esta noche que ya está todo listo para trasladarnos allí mañana oficialmente, pero por adelantarnos un día no habrá problema.
Di un trago al vaso que me había dado escuchando su “no es negociable” algo que no me sorprendía en lo más mínimo y que sabía que me iba a decir, al final haría lo que quisiera me negara lo que me negara así que, ¿para qué discutir? No iba a servir de nada y al final acabé apoyando mí cadera contra la mesa que había en la lujosa estancia con el vaso en la mano todavía, observando como él acortaba las distancias notando sus dedos recorrer mí hombro en una leve caricia, esperando a que me tranquilizara y que el enfado pasara, cosa que no sucedió y que me mordí la lengua queriéndole decirle más cosas, pero no iban a servir de nada. Terminé por encogerme de hombros ante sus palabras de que le diera ese capricho teniendo que ceder ante lo que él quería, porque quisiera o no sabía que lo iba a hacer.
-Sé que vas a hacerlo diga lo que te diga, así que… no voy a entrar en discusión contigo, es una completa tontería –terminé por decir contemplando cómo se quedaba quieto en el sitio y miré a la joven vampira sabiendo que algo le tenía que estar diciendo al vampiro para que se quedara así. Los contemplé a uno y otro y mordí el borde del vaso pensando en qué le estaría diciendo para que le cambiara el gesto de esa forma, al final acabó por romper el vaso que llevaba en sus manos manchándolo todo con el licor y abriéndose una brecha en la mano que llenó la estancia mezclado junto con el contenido del vaso. Los cristales estaban esparcidos por el suelo y de su palma goteaba la sangre de la herida que pronto comenzaría a cerrarse sin mayor complicación. No iba a meterme en esas arenas movedizas entre ambos, las relaciones entre Sire y vástago eran complejas y muy diferentes con respecto a cada una y era un terreno que no iba a pisar entre ambos aunque la vampira no hubiera sido transformada, propiamente dicho, por él. Me mordí el labio observando a la joven peinarse el cabello escuchando las palabras de Assur de ir hacia la casa elegida y que tendríamos guardaespaldas, dando por finalizada la discusión- Está todo preparado –dije dejando el vaso, ahora vacío, sobre la mesa- iba a decirte esta noche que ya está todo listo para trasladarnos allí mañana oficialmente, pero por adelantarnos un día no habrá problema.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Los tres cerditos.
Y de nuevo había hecho enfadar a Assur. ¿Es que no habría ni una sola vez que no acabaran molestándose? ¿qué tenía que hacer para que no se enfadara de esa forma? todo cuanto hacía o decía terminaba en discusión, en palabras agrias o en gestos rudos.
Sabía que Assur cicatrizaba de forma inmediata y que no se desangraría por cuatro cortes en su mano, pero aún así, actuó por instinto. Cogió un pañuelo que tenía sobre el tocador y en silencio lo ató a la mano del vampiro.
De nuevo se movían, se trasladaban de lugar, esta vez a una casa elegida por Sunshine. Esperaba al menos que tuviera un jardín donde poder salir a mirar la luna, porque estaba harta de la azotea del hotel y del papel pintado de la pared, que ya había memorizado al detalle. Abrió el cajón y sacó el libro que rescató del orfanato, el que contenía sus dibujos, sus ideas, sus escritos. En ese libro estaba la Hania Doe niña, adolescente y humana. Y al retomarlo, estaba la nueva Hania, muerta y viva a la vez, tratando de encontrarse en aquellas páginas, tratando de crecer y aceptar la nueva realidad, sin mucho éxito de momento. Abrazó el libro contra su pecho y los siguió hasta el que sería su nuevo hogar, que para ella no sería más que otra cárcel; una bonita fortaleza que la retendría dentro. Pero bueno, no sólo la aislaría a ella del peligro, sino que el mundo estaría más a salvo de ella. Había empezado a cultivar esta idea desde que hizo explotar la cabeza de Ramsés y después la de los tipejos de la banda del Sacatripas que atacaron a Uryan en el callejón.
No había sido muy agradable con Sunshine, apenas había hablado con ella, pero con meter la pata una vez en esa noche, ya estaba bien. Intentaría intercambiar unas palabras con la mujer cuando Assur no estuviera paranoico ni enfadado, que eso podría ser...humm...¿nunca? no, no, mente positiva. Quizás a partir de ahora tendrían más oportunidades de charlar.
¿Debería estar celosa? a fin de cuentas la vampira iba a ocupar el tiempo del cainita casi por completo, pero era incapaz de sentir celos. Sun iba a ser el apoyo de Assur, la que estaría allí para defenderlo, aunque él creyese que era al revés. Bueno, quizás fuera un poco ambas cosas. Pero en cualquier caso, sólo podía sentirse desplazada, y eso no era nuevo: siempre fuera de la normalidad, siempre señalada con el dedo, nada nuevo bajo el sol. En esa habitación de hotel dejaba atrás recuerdos de días pasados cuando se despertaba invadida por el miedo y se colaba en la cama de Assur, pero también se quedaban el mordisco, el bofetón y el beso amargo. Luces y sombras que se quedaban atrás para bien o para mal. No debía tener miedo del cambio, únicamente de permanecer estática, tan sólo es que su mente necesitaba más tiempo para adaptarse a esos cambios, pero todo iría bien. Todo iría bien. Todo... iría bien.
— ¿Puedes traerme los libros de Nicolás Flamel de la biblioteca?...— no tenía ni idea de si Assur y Sunshine estaban hablando de algo y había interrumpido, estaba tan absorta en sus propios pensamientos que no se dio ni cuenta. El alquimista judío era el nuevo Consejero y quería conocer a fondo su obra, saber quién era, documentarse de la misma forma en la que había estado leyendo sobre Sila, Anut, Jacob, Boudica y los demás miembros. Quizás Assur tuviese suficiente con haberlos visto nacer, vivir y morir, pero ella quería conocer todo su legado, lo que la historia decía de ellos, lo que ellos mismos decía de su vida en sus escritos si los había... Para conocer al enemigo lo mejor era estudiarlo y ella tenía la ventaja de poder saber qué pensaban exactamente en ese momento y sus recuerdos. Podía hacerse una idea bastante acertada de quiénes eran y qué querían, utilizando todos los medios a su alcance.
Sabía que Assur cicatrizaba de forma inmediata y que no se desangraría por cuatro cortes en su mano, pero aún así, actuó por instinto. Cogió un pañuelo que tenía sobre el tocador y en silencio lo ató a la mano del vampiro.
De nuevo se movían, se trasladaban de lugar, esta vez a una casa elegida por Sunshine. Esperaba al menos que tuviera un jardín donde poder salir a mirar la luna, porque estaba harta de la azotea del hotel y del papel pintado de la pared, que ya había memorizado al detalle. Abrió el cajón y sacó el libro que rescató del orfanato, el que contenía sus dibujos, sus ideas, sus escritos. En ese libro estaba la Hania Doe niña, adolescente y humana. Y al retomarlo, estaba la nueva Hania, muerta y viva a la vez, tratando de encontrarse en aquellas páginas, tratando de crecer y aceptar la nueva realidad, sin mucho éxito de momento. Abrazó el libro contra su pecho y los siguió hasta el que sería su nuevo hogar, que para ella no sería más que otra cárcel; una bonita fortaleza que la retendría dentro. Pero bueno, no sólo la aislaría a ella del peligro, sino que el mundo estaría más a salvo de ella. Había empezado a cultivar esta idea desde que hizo explotar la cabeza de Ramsés y después la de los tipejos de la banda del Sacatripas que atacaron a Uryan en el callejón.
No había sido muy agradable con Sunshine, apenas había hablado con ella, pero con meter la pata una vez en esa noche, ya estaba bien. Intentaría intercambiar unas palabras con la mujer cuando Assur no estuviera paranoico ni enfadado, que eso podría ser...humm...¿nunca? no, no, mente positiva. Quizás a partir de ahora tendrían más oportunidades de charlar.
¿Debería estar celosa? a fin de cuentas la vampira iba a ocupar el tiempo del cainita casi por completo, pero era incapaz de sentir celos. Sun iba a ser el apoyo de Assur, la que estaría allí para defenderlo, aunque él creyese que era al revés. Bueno, quizás fuera un poco ambas cosas. Pero en cualquier caso, sólo podía sentirse desplazada, y eso no era nuevo: siempre fuera de la normalidad, siempre señalada con el dedo, nada nuevo bajo el sol. En esa habitación de hotel dejaba atrás recuerdos de días pasados cuando se despertaba invadida por el miedo y se colaba en la cama de Assur, pero también se quedaban el mordisco, el bofetón y el beso amargo. Luces y sombras que se quedaban atrás para bien o para mal. No debía tener miedo del cambio, únicamente de permanecer estática, tan sólo es que su mente necesitaba más tiempo para adaptarse a esos cambios, pero todo iría bien. Todo iría bien. Todo... iría bien.
— ¿Puedes traerme los libros de Nicolás Flamel de la biblioteca?...— no tenía ni idea de si Assur y Sunshine estaban hablando de algo y había interrumpido, estaba tan absorta en sus propios pensamientos que no se dio ni cuenta. El alquimista judío era el nuevo Consejero y quería conocer a fondo su obra, saber quién era, documentarse de la misma forma en la que había estado leyendo sobre Sila, Anut, Jacob, Boudica y los demás miembros. Quizás Assur tuviese suficiente con haberlos visto nacer, vivir y morir, pero ella quería conocer todo su legado, lo que la historia decía de ellos, lo que ellos mismos decía de su vida en sus escritos si los había... Para conocer al enemigo lo mejor era estudiarlo y ella tenía la ventaja de poder saber qué pensaban exactamente en ese momento y sus recuerdos. Podía hacerse una idea bastante acertada de quiénes eran y qué querían, utilizando todos los medios a su alcance.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/02/2017
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Re: Los tres cerditos.
Hania se acercó a mi para enredar un pañuelo a mi mano, un gesto que aun innecesario agradecí al sentir la yema de sus dedos acariciar mi piel con suavidad.
Siempre acababa explotando y ninguna de los dos lo merecía pero era difícil entenderme cuando ellas no habían vivido las masacres, los acontecimientos que yo por ende había presenciado en innumerables ocasiones a lo largo de los tiempo.
Ellas eran muy importantes para mi y aunque mi carácter endiablado posiblemente haría que ambas finalmente salieran huyendo, mi deber era protegerlas, cuidar de su seguridad.
En este juego de tronos todos sabían que para hacer caer al rey antes hay que sesgar la vida del resto de fichas del ajedrez.
Ellas eran un objetivo claro y no veía el problema a que tuvieran que ir escoltadas.
Esos dos hombres eran buenos en el combate, ninguno las molestaría.
Tenia claro como dispondría de ellos. Erlend seria el encargado de proteger a Sun, su reciente matrimonio lo convertía en un hombre perfecto para el trabajo, no solo porque posiblemente ese seria el único modo que lo llevaría a aceptar mi trabajo, si no porque al estar casado, no miraría a Sun con unos ojos insanos.
Ilhan mas acostumbrado a las ordenes, mas dado a la paciencia seria un buen acompañante para mi chiquilla pues esta desesperaba a cualquiera e intuía que sacar de sus casillas a Ilhan era mas complicado que hacerlo con Erlend que era un bomba de relojería.
Así, tras Sun decirme que la casa estaba lista y que ese mismo día podríamos acudir a ella, pedí a mis esclavas que hicieran las maletas de todos, nos trasladábamos en ese preciso instante.
Dos de mis esclavas con sendas notas manuscritas de mi puño y letra acudieron en busca de esos dos hombres en los que confiaba y así antes de que la noche acabara nos habíamos mudado a nuestra nueva residencia.
Una mansión grande, con un gran numero de habitaciones individuales, que ambas podrían escoger sin problemas. Otras para el servicio que se encargaría de adecentar día y noche aquella casa y cumplir todas nuestras ordenes y caprichos y como no, la habitación principal, la mía.
Bajo las mazmorras, mi lugar preferido de la casa y donde sin duda daría rienda suelta no solo a las mas horribles torturas para mis enemigos, si no un lugar de juegos que pensaba disfrutar con el tiempo con Sun.
Claro ,antes tenia que convencerla, algo que por la cara de enfado que traía durante todo el viaje algo me decía que no seria fácil.
-Vamos, poner de vuestra parte, la mansión es grande, perfectamente situada en las afueras y elevada para tener una buena estrategia en combate.
¿Que queja tenéis? Tendréis todo cuanto deseéis ¿acaso no os doy lo que me pedís? Joyas, vestidos, servicio que antes de que abráis la boca ya os han complacido ¿tan horrible es esto como para que ambas llevéis esa cara?
Repasé con mi mirada a las dos esperando que su actitud cambiar a lo largo de las horas.
A la noche siguiente, ya alojados en nuestro nuevo hogar se presentaron como era de esperar los dos hombres que protegerían con su vida a las mujeres mas importantes de la mía.
La cara de Erlend era un poema, apoyado contra el umbral de la puerta como si esto no fuera con él me miro fijamente, ni repasó a las dos mujeres que me acompañaban, su bloqueo mental estaba alzado, mas casi podía adivinar lo que pensaba en esos momentos.
No le gustaba mi presencia, ni haber sido convocado por mi persona en estos momentos de felicidad.
Ilhan por lo contrario estaba en pie, con una mano sujetaba el sombrero dejándolo caer a un lado de su cuerpo. Sus ojos repasaban a las dos doncellas que me acompañaban para finalmente centrarse en mi persona dedicándome un reverencia muy adecuada a la situación.
Siempre acababa explotando y ninguna de los dos lo merecía pero era difícil entenderme cuando ellas no habían vivido las masacres, los acontecimientos que yo por ende había presenciado en innumerables ocasiones a lo largo de los tiempo.
Ellas eran muy importantes para mi y aunque mi carácter endiablado posiblemente haría que ambas finalmente salieran huyendo, mi deber era protegerlas, cuidar de su seguridad.
En este juego de tronos todos sabían que para hacer caer al rey antes hay que sesgar la vida del resto de fichas del ajedrez.
Ellas eran un objetivo claro y no veía el problema a que tuvieran que ir escoltadas.
Esos dos hombres eran buenos en el combate, ninguno las molestaría.
Tenia claro como dispondría de ellos. Erlend seria el encargado de proteger a Sun, su reciente matrimonio lo convertía en un hombre perfecto para el trabajo, no solo porque posiblemente ese seria el único modo que lo llevaría a aceptar mi trabajo, si no porque al estar casado, no miraría a Sun con unos ojos insanos.
Ilhan mas acostumbrado a las ordenes, mas dado a la paciencia seria un buen acompañante para mi chiquilla pues esta desesperaba a cualquiera e intuía que sacar de sus casillas a Ilhan era mas complicado que hacerlo con Erlend que era un bomba de relojería.
Así, tras Sun decirme que la casa estaba lista y que ese mismo día podríamos acudir a ella, pedí a mis esclavas que hicieran las maletas de todos, nos trasladábamos en ese preciso instante.
Dos de mis esclavas con sendas notas manuscritas de mi puño y letra acudieron en busca de esos dos hombres en los que confiaba y así antes de que la noche acabara nos habíamos mudado a nuestra nueva residencia.
Una mansión grande, con un gran numero de habitaciones individuales, que ambas podrían escoger sin problemas. Otras para el servicio que se encargaría de adecentar día y noche aquella casa y cumplir todas nuestras ordenes y caprichos y como no, la habitación principal, la mía.
Bajo las mazmorras, mi lugar preferido de la casa y donde sin duda daría rienda suelta no solo a las mas horribles torturas para mis enemigos, si no un lugar de juegos que pensaba disfrutar con el tiempo con Sun.
Claro ,antes tenia que convencerla, algo que por la cara de enfado que traía durante todo el viaje algo me decía que no seria fácil.
-Vamos, poner de vuestra parte, la mansión es grande, perfectamente situada en las afueras y elevada para tener una buena estrategia en combate.
¿Que queja tenéis? Tendréis todo cuanto deseéis ¿acaso no os doy lo que me pedís? Joyas, vestidos, servicio que antes de que abráis la boca ya os han complacido ¿tan horrible es esto como para que ambas llevéis esa cara?
Repasé con mi mirada a las dos esperando que su actitud cambiar a lo largo de las horas.
A la noche siguiente, ya alojados en nuestro nuevo hogar se presentaron como era de esperar los dos hombres que protegerían con su vida a las mujeres mas importantes de la mía.
La cara de Erlend era un poema, apoyado contra el umbral de la puerta como si esto no fuera con él me miro fijamente, ni repasó a las dos mujeres que me acompañaban, su bloqueo mental estaba alzado, mas casi podía adivinar lo que pensaba en esos momentos.
No le gustaba mi presencia, ni haber sido convocado por mi persona en estos momentos de felicidad.
Ilhan por lo contrario estaba en pie, con una mano sujetaba el sombrero dejándolo caer a un lado de su cuerpo. Sus ojos repasaban a las dos doncellas que me acompañaban para finalmente centrarse en mi persona dedicándome un reverencia muy adecuada a la situación.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Los tres cerditos.
Misiva guardada entre mi piel y la cinturilla de mi pantalón me presenté en el lugar acordado, mi cara de pocos amigos reflejaba sin error la poca o ninguna gracia que me hacia haber sido citado por Assur.
Una doncellas insistió en dos cosas, una que dejara mi bastarda en la puerta, otra que le entregara mis pieles para estar cómodo en la mansión.
Paseé de largo ignorándola, dejándola con la palabra en la boca.
-No estaré mucho tiempo -atajé sin mas continuando los pasos del mayordomo que me llevaron a una sala cuadrada, amplia y bien decorada con motivos de caza.
Me pidió que me pusiera cómodo, que empeño tenia esa gente en agradar.
Apoyé mi espalda en el umbral, otro inmortal al parecer había sido también llamado por Assur, lo que no sabia era para que nos necesitaba a ambos.
Black no se hizo de esperar, acompañado por sus putas se presentó frente a nosotros con ese aire altivo del que siempre hacia gala.
Sus ojos se centraron en los míos mientras el otro panoli le hacia una reverencia sombrero en mano ¿de donde había sacado a ese tipo?
-Assur no se que te ha llevado a convocarme para este evento y dado que no veo aperitivos ni una fiesta de inauguración detecto que es algo serio. Ve al granó -pedí sin cambiar mi actitud ni por un instante.
Podía notar la tensión en el ambiente, pero Assur y yo nos conocíamos de hacia mucho tiempo, uno de sus hermanos me convirtió en lo que hoy soy y a decir verdad, había trabajado en muchas ocasiones para los Black, la diferencia es que en ese entonces nada tenia que perder, estaba sumido en un abismo del que solo la guerra, la sangre y el caos me mantenía en pie, ahora tenia luz, había contraído matrimonio con la mujer de mi vida y nada podría empañar estos momentos de felicidad y mucho menos un Black.
Este no tardo en felicitarme por mi matrimonio, amenaza que quedo velada en su voz cuando me dijo lo preciosa que era mi mujer y que nos deseaba lo mejor.
Conocía ese hombre y era capaz de cualquier cosa para que su voluntad se cumpliera, mas cuando me dijo que me ofrecía mudarme allí con mi esposa, no pude evitar echarme a reír con ganas en su cara.
-Assur, guarda tus amenazas para otro, nunca he temido a nada y no va a ser ahora la primera vez que lo haga.
Nunca traería a mi mujer bajo tu techo, básicamente porque la vida con un monstruo es ya suficientemente peligrosa como para traerla a vivir con dos.
Aun así, acepto el trabajo, soy mercenario y algo me dice que con la colección de enemigos que has acumulado con el paso de los milenios, esa mujer necesita de mi protección.
A cambio tu mantendrás tus zarpas alejadas de mi ruina, de mi esposa y por supuesto me pagaras el precio que te pida, tengo una familia a la que mantener.
Eso si, Assur Black si mi mujer sufre el menor daño, no abra infierno donde puedan esconderse los Black
La sonrisa ladeada de Assur me dijo lo poco que le importaban mis amenazas, claro que este y no otra era la relación que siempre había habido entre ambos, eramos dos caballeros capaces de mantener sus pactos.
Una doncellas insistió en dos cosas, una que dejara mi bastarda en la puerta, otra que le entregara mis pieles para estar cómodo en la mansión.
Paseé de largo ignorándola, dejándola con la palabra en la boca.
-No estaré mucho tiempo -atajé sin mas continuando los pasos del mayordomo que me llevaron a una sala cuadrada, amplia y bien decorada con motivos de caza.
Me pidió que me pusiera cómodo, que empeño tenia esa gente en agradar.
Apoyé mi espalda en el umbral, otro inmortal al parecer había sido también llamado por Assur, lo que no sabia era para que nos necesitaba a ambos.
Black no se hizo de esperar, acompañado por sus putas se presentó frente a nosotros con ese aire altivo del que siempre hacia gala.
Sus ojos se centraron en los míos mientras el otro panoli le hacia una reverencia sombrero en mano ¿de donde había sacado a ese tipo?
-Assur no se que te ha llevado a convocarme para este evento y dado que no veo aperitivos ni una fiesta de inauguración detecto que es algo serio. Ve al granó -pedí sin cambiar mi actitud ni por un instante.
Podía notar la tensión en el ambiente, pero Assur y yo nos conocíamos de hacia mucho tiempo, uno de sus hermanos me convirtió en lo que hoy soy y a decir verdad, había trabajado en muchas ocasiones para los Black, la diferencia es que en ese entonces nada tenia que perder, estaba sumido en un abismo del que solo la guerra, la sangre y el caos me mantenía en pie, ahora tenia luz, había contraído matrimonio con la mujer de mi vida y nada podría empañar estos momentos de felicidad y mucho menos un Black.
Este no tardo en felicitarme por mi matrimonio, amenaza que quedo velada en su voz cuando me dijo lo preciosa que era mi mujer y que nos deseaba lo mejor.
Conocía ese hombre y era capaz de cualquier cosa para que su voluntad se cumpliera, mas cuando me dijo que me ofrecía mudarme allí con mi esposa, no pude evitar echarme a reír con ganas en su cara.
-Assur, guarda tus amenazas para otro, nunca he temido a nada y no va a ser ahora la primera vez que lo haga.
Nunca traería a mi mujer bajo tu techo, básicamente porque la vida con un monstruo es ya suficientemente peligrosa como para traerla a vivir con dos.
Aun así, acepto el trabajo, soy mercenario y algo me dice que con la colección de enemigos que has acumulado con el paso de los milenios, esa mujer necesita de mi protección.
A cambio tu mantendrás tus zarpas alejadas de mi ruina, de mi esposa y por supuesto me pagaras el precio que te pida, tengo una familia a la que mantener.
Eso si, Assur Black si mi mujer sufre el menor daño, no abra infierno donde puedan esconderse los Black
La sonrisa ladeada de Assur me dijo lo poco que le importaban mis amenazas, claro que este y no otra era la relación que siempre había habido entre ambos, eramos dos caballeros capaces de mantener sus pactos.
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Los tres cerditos.
Entregué la carta que Assur me hizo llegar en la puerta de la mansión, tras limpiarme educadamente las botas en el felpudo, dejar el abrigo en manos de la amable doncella que me atendió seguí al mayordomo hasta un gran salón perfectamente decorado para la ocasión.
Sombrero en mano me quedé en pie con la mirada fija en el cuadro que presidia la estancia, una hermoso pintura con una escena de caza.
No tardé en sentir el aura de otro inmortal a mis espaldas, ni siquiera se molestó en adentrarse en el lugar, se limitó a con la falta de modales que ese bárbaro hacia gala apoyarse en el umbral.
Mi mano al mango del florete, mis sentidos agudizados por la desconfianza y pronto todo quedó en nada al sentir la presencia de Assur y sus dos bellas acompañantes.
Me incliné ligeramente dedicando a aquel inmortal una reverencia mas que merecida, todos debíamos conocer nuestro lugar y yo no era un necio, ese hombre nos llevaba mucha edad a todos los aquí presentes, por no decir que en mi oscura vida de 200 años, este me había ayudado en una noche de desesperación tras mi primera muerte hacia un mortal.
Mi sire me trasformó abandonándome a mi suerte, todo lo aprendí por medio de prueba y error. Durante las primeras semanas fui un monstruo asustado que dejaba un reguero de cadáveres a su paso.
El consejo me quería muerto y fui atrapado para darme sepultura pues decían que ponía en peligro a la raza vampirica y su anonimato, solo Assur salio en mi defensa, me acogió bajo su ala protectora y me mostró un camino distinto.
Le debía un favor y aunque no me había convertido en un buen hombre, tenia que ganarme la vida de algún modo.
Assur me ofrecía un trabajo sencillo cuidar a una de esas mujeres, la rubia para ser exacto, a cambio dinero y alojamiento.
Deseché la idea de pernoctar allí, prefería acudir al hotel donde me alojaba, tenia mi misión propia, dar caza y muerte a esa sire que me trasformo en la bestia que soy, mas el dinero era algo que todos necesitábamos y yo no era menos por muy inmortal que fuera.
Ostentaba una buena posición gracias al mismo inmortal que tenia frente a mi, así que cuando era requerido, acudía sin hacer demasiadas preguntas, para mi Assur era un buen hombre..dentro de lo bueno que se puede ser cuando para mantener tu vida has de sajar la del prójimo.
Me acerqué a la rubia y deposité un casto beso en su mano, mientras el bárbaro a mis espaldas discutía con Assur.
-Señorita Hania, estoy a su servicio, pídame lo que necesite, trataré de que mi presencia no la inquiete mas de lo debido y juro que estará protegida de cualquier enemigo.
Sombrero en mano me quedé en pie con la mirada fija en el cuadro que presidia la estancia, una hermoso pintura con una escena de caza.
No tardé en sentir el aura de otro inmortal a mis espaldas, ni siquiera se molestó en adentrarse en el lugar, se limitó a con la falta de modales que ese bárbaro hacia gala apoyarse en el umbral.
Mi mano al mango del florete, mis sentidos agudizados por la desconfianza y pronto todo quedó en nada al sentir la presencia de Assur y sus dos bellas acompañantes.
Me incliné ligeramente dedicando a aquel inmortal una reverencia mas que merecida, todos debíamos conocer nuestro lugar y yo no era un necio, ese hombre nos llevaba mucha edad a todos los aquí presentes, por no decir que en mi oscura vida de 200 años, este me había ayudado en una noche de desesperación tras mi primera muerte hacia un mortal.
Mi sire me trasformó abandonándome a mi suerte, todo lo aprendí por medio de prueba y error. Durante las primeras semanas fui un monstruo asustado que dejaba un reguero de cadáveres a su paso.
El consejo me quería muerto y fui atrapado para darme sepultura pues decían que ponía en peligro a la raza vampirica y su anonimato, solo Assur salio en mi defensa, me acogió bajo su ala protectora y me mostró un camino distinto.
Le debía un favor y aunque no me había convertido en un buen hombre, tenia que ganarme la vida de algún modo.
Assur me ofrecía un trabajo sencillo cuidar a una de esas mujeres, la rubia para ser exacto, a cambio dinero y alojamiento.
Deseché la idea de pernoctar allí, prefería acudir al hotel donde me alojaba, tenia mi misión propia, dar caza y muerte a esa sire que me trasformo en la bestia que soy, mas el dinero era algo que todos necesitábamos y yo no era menos por muy inmortal que fuera.
Ostentaba una buena posición gracias al mismo inmortal que tenia frente a mi, así que cuando era requerido, acudía sin hacer demasiadas preguntas, para mi Assur era un buen hombre..dentro de lo bueno que se puede ser cuando para mantener tu vida has de sajar la del prójimo.
Me acerqué a la rubia y deposité un casto beso en su mano, mientras el bárbaro a mis espaldas discutía con Assur.
-Señorita Hania, estoy a su servicio, pídame lo que necesite, trataré de que mi presencia no la inquiete mas de lo debido y juro que estará protegida de cualquier enemigo.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Los tres cerditos.
La mansión ya estaba preparada y lista para en teoría a la noche siguiente poder mudarnos allí, había pasado parte de las últimas noches haciendo todos los preparativos para poder avisar al vampiro que podíamos disponer de ella, el hecho de que fuéramos un día antes no iba a suponer problema alguno. Dejé que las esclavas recogieran todas sus pertenencias mientras yo terminaba la copa que llevaba en las manos, yo por el contrario no había tenido nunca una esclava y mis escasas pertenencias ya estaban en la mansión, así que solamente se tendrían que ocupar de recoger la de ellos dos y podríamos partir hacia el lugar. Prácticamente me había encargado de casi todo así como de contratar al personal necesario para poder mantener la enorme casa. Dejé la copa vacía sobre la mesa viendo el trajín que llevaban las esclavas y acorté la distancia para acercarme al vampiro.
-También me he encargado del personal de la casa, en teoría llegarán por la mañana pero ya habrá alguien que sabe lo que les tiene que decir y que básicamente se encargará de llevar todos los asuntos durante el día –me había pasado los últimos días con la que podría decirse que sería el ama de llaves y la que tendría todo bajo su control durante las horas de luz, era una joven bastante capaz de hacerlo y el tiempo que había pasado por las noches con ella había demostrado que valía para ese puesto. Quise abrir la boca para decir algo más, pero preferí callarme en ese momento y no comentar nada, todavía seguía enfadada y conociéndome al final acabaría por decirle algo al vampiro que lo haría enfadar aún más y sería vuelta a empezar otra vez, conocía sus límites y conocía los míos y era mejor no cruzarlos en ese momento.
Cuando llegamos a la mansión y abrí la puerta la joven Lizzy se asomó por una de las puertas que daba al servicio donde estaba la cocina y me miró sorprendida por verme allí cuando en teoría llegaríamos la noche siguiente, le hice un gesto para que no se preocupara y enseguida ayudó a las esclavas a llevar las cosas al resto de los dormitorios ya que ella se conocía la casa mejor nadie pues había trabajado para los anteriores dueños y cuando supo que de nuevo iba a ser ocupada no tardó nada en buscarme. Les indicó donde estaban las habitaciones y que una de ellas ya estaba ocupada que era donde tenía mis cosas, una cuyo ventanales daban al inmenso jardín que había en la parte trasera y donde había una enorme fuente en forma de estatua en el centro.
Sonreí levemente escuchándola y cuando les dijo donde estaban el resto la llamé para presentarla ante Hania y Assur, era una joven en la mitad de la treintena educada, amable y bastante curiosa que me había preguntado sobre mí vida de vampira y los viaje que había hecho, así como también me había contado que los anteriores dueños también habían sido vampiros. Me aseguró que al día siguiente atendería a los demás empleados y se retiró dejándonos allí, y me giré para mirar al vampiro escuchando sus palabras, me mordí un labio por estas preguntándome si alguna vez no dejaría de mentar todo lo material que nos ofrecía, algo que no me importaba demasiado.
-No pongo objeción en estar aquí si es lo que estás pensando, creo que es mejor esta mansión en todos los sentidos que esa habitación de hotel donde sería más fácil encontrarnos –más espacio, más privacidad para todos. Me molestaba el hecho de tener que tener un guardaespaldas, pero él ya había tomado la decisión y nada podría hacerse ya. No iba a volver a tocar el tema y discutir de nuevo porque sería como hablarle a una pared, así que acorté la distancia dejando un breve beso en sus labios- Deberíais de acomodaros también –bajé el tono para que me oyera con una sonrisa ladina- en otro momento te enseñaré tú sorpresa –dije antes de dejar que la noche pasara y se fueran acomodando.
A la noche siguiente tal y como nos había dicho dos vampiros se presentaron para hacernos ver cuáles iban a ser nuestros guardaespaldas, bajé por las escaleras observando a todos los vampiros que habían bajo congregados y me fijé en el que sería el guardaespaldas de Hania con una sonrisa de lado viendo sus modales, no pudiendo evitar reír entre dientes ante la elección acertada, mí mirada fue hacia el otro vampiro que hablaba con Assur y me fijé en quién era enarcando una ceja. ¿Erlend Cannif? Una podía conseguir mucha información si sabía dónde preguntar y dónde buscar, y para alguien que se movía en ese mundo como estaba acostumbrada obtener información era bastante fácil, más si eras una mujer y sabía decir las palabras adecuadas en el tono adecuado. Terminé por acortar la distancia parándome al lado de Assur.
-Señor Cannif –hice un leve saludo hacia él, el vampiro parecía estar tan poco entusiasmado con la idea como lo estaba yo y además, corrían rumores de que recientemente se había casado con una humana, algo a lo que muchos mercenarios habían comentado porque sabían lo que eso significaba en aquel mundo; un punto donde atacar- su fama le precede –atajé aunque ninguno preguntara, pero más bien por el vampiro que tenía a mí lado- le felicito por su reciente enlace, y le prometo que no le daré dolores de cabeza y no le robaré mucho de su tiempo en esto para que pueda disfrutar de estar con su esposa –miré de reojo a Assur sabiendo que, sin duda alguna, habría utilizado esa baza contra él para que fuera mi guardaespaldas, aunque tampoco sabía la relación que tenían entre ambos.
-También me he encargado del personal de la casa, en teoría llegarán por la mañana pero ya habrá alguien que sabe lo que les tiene que decir y que básicamente se encargará de llevar todos los asuntos durante el día –me había pasado los últimos días con la que podría decirse que sería el ama de llaves y la que tendría todo bajo su control durante las horas de luz, era una joven bastante capaz de hacerlo y el tiempo que había pasado por las noches con ella había demostrado que valía para ese puesto. Quise abrir la boca para decir algo más, pero preferí callarme en ese momento y no comentar nada, todavía seguía enfadada y conociéndome al final acabaría por decirle algo al vampiro que lo haría enfadar aún más y sería vuelta a empezar otra vez, conocía sus límites y conocía los míos y era mejor no cruzarlos en ese momento.
Cuando llegamos a la mansión y abrí la puerta la joven Lizzy se asomó por una de las puertas que daba al servicio donde estaba la cocina y me miró sorprendida por verme allí cuando en teoría llegaríamos la noche siguiente, le hice un gesto para que no se preocupara y enseguida ayudó a las esclavas a llevar las cosas al resto de los dormitorios ya que ella se conocía la casa mejor nadie pues había trabajado para los anteriores dueños y cuando supo que de nuevo iba a ser ocupada no tardó nada en buscarme. Les indicó donde estaban las habitaciones y que una de ellas ya estaba ocupada que era donde tenía mis cosas, una cuyo ventanales daban al inmenso jardín que había en la parte trasera y donde había una enorme fuente en forma de estatua en el centro.
Sonreí levemente escuchándola y cuando les dijo donde estaban el resto la llamé para presentarla ante Hania y Assur, era una joven en la mitad de la treintena educada, amable y bastante curiosa que me había preguntado sobre mí vida de vampira y los viaje que había hecho, así como también me había contado que los anteriores dueños también habían sido vampiros. Me aseguró que al día siguiente atendería a los demás empleados y se retiró dejándonos allí, y me giré para mirar al vampiro escuchando sus palabras, me mordí un labio por estas preguntándome si alguna vez no dejaría de mentar todo lo material que nos ofrecía, algo que no me importaba demasiado.
-No pongo objeción en estar aquí si es lo que estás pensando, creo que es mejor esta mansión en todos los sentidos que esa habitación de hotel donde sería más fácil encontrarnos –más espacio, más privacidad para todos. Me molestaba el hecho de tener que tener un guardaespaldas, pero él ya había tomado la decisión y nada podría hacerse ya. No iba a volver a tocar el tema y discutir de nuevo porque sería como hablarle a una pared, así que acorté la distancia dejando un breve beso en sus labios- Deberíais de acomodaros también –bajé el tono para que me oyera con una sonrisa ladina- en otro momento te enseñaré tú sorpresa –dije antes de dejar que la noche pasara y se fueran acomodando.
A la noche siguiente tal y como nos había dicho dos vampiros se presentaron para hacernos ver cuáles iban a ser nuestros guardaespaldas, bajé por las escaleras observando a todos los vampiros que habían bajo congregados y me fijé en el que sería el guardaespaldas de Hania con una sonrisa de lado viendo sus modales, no pudiendo evitar reír entre dientes ante la elección acertada, mí mirada fue hacia el otro vampiro que hablaba con Assur y me fijé en quién era enarcando una ceja. ¿Erlend Cannif? Una podía conseguir mucha información si sabía dónde preguntar y dónde buscar, y para alguien que se movía en ese mundo como estaba acostumbrada obtener información era bastante fácil, más si eras una mujer y sabía decir las palabras adecuadas en el tono adecuado. Terminé por acortar la distancia parándome al lado de Assur.
-Señor Cannif –hice un leve saludo hacia él, el vampiro parecía estar tan poco entusiasmado con la idea como lo estaba yo y además, corrían rumores de que recientemente se había casado con una humana, algo a lo que muchos mercenarios habían comentado porque sabían lo que eso significaba en aquel mundo; un punto donde atacar- su fama le precede –atajé aunque ninguno preguntara, pero más bien por el vampiro que tenía a mí lado- le felicito por su reciente enlace, y le prometo que no le daré dolores de cabeza y no le robaré mucho de su tiempo en esto para que pueda disfrutar de estar con su esposa –miré de reojo a Assur sabiendo que, sin duda alguna, habría utilizado esa baza contra él para que fuera mi guardaespaldas, aunque tampoco sabía la relación que tenían entre ambos.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Los tres cerditos.
La casa era grande, tenia jardines y fuentes, amplios salones y habitaciones dignas de un rey. Pero a la rubia le daba igual el color de las cortinas o la seda de los tapices. Nunca había tenido un hogar, y a la vez ése era el nombre que le había dado al orfanato cochambroso donde se crió. Esa casa estaba vacía de emociones, era un envoltorio vacío, hecho del material más exquisito que se pudiera hallar, mas sin ningun contenido dentro. Se suponía que un hogar era donde estuviera la gente amada, o el lugar amado, los recuerdos, el refugio cuando la vida te aplastara...en definitiva donde el corazón estuviera. ¿Dónde estaba el corazón de Hania? la respuesta era: a la deriva. En nigún lugar concreto, porque Assur tampoco estaba allí. Es decir, sí que estaba de cuerpo presente, pero estaba centrado en Sunshine, en los problemas del consejo y en la renombrada boda de su hermano.
Cuando Assur le asignó un guardián, no se inmutó, no era peor que cambiar los pasillos del hotel por los de la mansión, seguían siendo pasillos por los que vagar como un espectro solitario. Entonces Ilhan habló, con respeto y casi excesiva pompa, llamándola señorita y prometiéndole que la protegería de cualquier mal. Esa noche le dolía terriblemente la cabeza, las voces en París no cesaban de asaltarla y resonar en su cerebro.
— Lo siento por usted pero...No puede protegerme de mi misma.— Despacio elevó los ojos, encontrando a su paso una mirada marrón y profunda que la observaba con calma y cierto recelo. Era pan comido para ella, los pensamientos del mosquetero fluían claros y sonoros hacia su cabeza.— No puede protegerse a si mismo, le devora el ansia destructora sobre todo por encontrar a quien lo creó. Pues que sepa que vive y puedo escuchar su voz. Quizás debería arreglar sus asuntos antes que los mios...— crispó los puños, ella no era así, tan sólo estaba cansada, abatida, le dolía la cabeza y esa noche todo la estaba sacando de sus cabales, la voz de Sunshine, el olor de Erlend, el malhumor de Assur. Ilhan no se merecía lo que le había dicho. Se levantó, avergonzada y cogió un libro, uno que no pensaba leer, pero necesitaba llevar algo en las manos para no acabar tirándose del pelo.— lo siento...— y salió de la sala rumbo al jardín, en busca de un banco de piedra, quería estar sola, olvidarse de todo, perderse en las brumas de la locura donde todo tenía más sentido que la realidad. Dejó el libro a un lado y se llevó las manos a la cara, ocultándola entre ellas, tan sólo quería que el tiempo pasase más deprisa, que las voces se callaran y que las cosas que dolían dejaran de doler.
Cuando Assur le asignó un guardián, no se inmutó, no era peor que cambiar los pasillos del hotel por los de la mansión, seguían siendo pasillos por los que vagar como un espectro solitario. Entonces Ilhan habló, con respeto y casi excesiva pompa, llamándola señorita y prometiéndole que la protegería de cualquier mal. Esa noche le dolía terriblemente la cabeza, las voces en París no cesaban de asaltarla y resonar en su cerebro.
— Lo siento por usted pero...No puede protegerme de mi misma.— Despacio elevó los ojos, encontrando a su paso una mirada marrón y profunda que la observaba con calma y cierto recelo. Era pan comido para ella, los pensamientos del mosquetero fluían claros y sonoros hacia su cabeza.— No puede protegerse a si mismo, le devora el ansia destructora sobre todo por encontrar a quien lo creó. Pues que sepa que vive y puedo escuchar su voz. Quizás debería arreglar sus asuntos antes que los mios...— crispó los puños, ella no era así, tan sólo estaba cansada, abatida, le dolía la cabeza y esa noche todo la estaba sacando de sus cabales, la voz de Sunshine, el olor de Erlend, el malhumor de Assur. Ilhan no se merecía lo que le había dicho. Se levantó, avergonzada y cogió un libro, uno que no pensaba leer, pero necesitaba llevar algo en las manos para no acabar tirándose del pelo.— lo siento...— y salió de la sala rumbo al jardín, en busca de un banco de piedra, quería estar sola, olvidarse de todo, perderse en las brumas de la locura donde todo tenía más sentido que la realidad. Dejó el libro a un lado y se llevó las manos a la cara, ocultándola entre ellas, tan sólo quería que el tiempo pasase más deprisa, que las voces se callaran y que las cosas que dolían dejaran de doler.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Re: Los tres cerditos.
Como siempre esos dos vástagos tenían actitudes muy diferentes, mientras Erlend mostraba los dientes frente a su incapaz de reconocer que por muy salvaje que fuera y ducho en la batalla que se creyera, su bastada no podía competir con mis 6000 años de vida.
Debería reconocer que yo era el que la tenia mas larga de los tres y eso que ambos portaban acero en sus cuerpos, algo que yo ni siquiera necesitaba para ser la bestia esperada.
Ilhan tan respetuoso como siempre se acercó a mi chiquilla, la joven Hania me miro de reojo antes de aceptar las respetuosas palabras del mosquetero. No dudo en mostrarle frente al desconcierto de este que sabia perfectamente que estaba pensando.
Aun así el joven vástago no perdió la compostura en ningún momento y siguió con el sombrero en su mano contemplando los ojos azules de Hania que por una vez habían retado con palabras al pobre guardaespaldas.
Sun por el contrario mas cortes se dirigió a un Erlend hastiado de todo, bueno, mas que de todo, de mi, creo que sabia que esta situación por absurda que pareciera traería serios problemas. Nos conocíamos desde que fue convertido por uno de mis hermanos. Le vi crecer como inmortal y estuvo enredado con mi hermana durante una temporada caotica de su inmortalidad. Erlend era un tipo complicado, por sabia que cuando amaba lo hacia de verdad.
No corría peligro porque intentara propasarse con Sun, no porque no fuera en la antigüedad de los que como yo se dejaban llevar, si no porque para él ese tiempo había acabado ya.
Complacido admiré como se conocían unos y otros finalmente había impuesto mi voluntad y esos hombres se trasformarían en sus sombras de modo que no darían un solo paso sin que ellos lo supieran y por consiguiente yo estuviera al tanto para poner remedio.
Debería reconocer que yo era el que la tenia mas larga de los tres y eso que ambos portaban acero en sus cuerpos, algo que yo ni siquiera necesitaba para ser la bestia esperada.
Ilhan tan respetuoso como siempre se acercó a mi chiquilla, la joven Hania me miro de reojo antes de aceptar las respetuosas palabras del mosquetero. No dudo en mostrarle frente al desconcierto de este que sabia perfectamente que estaba pensando.
Aun así el joven vástago no perdió la compostura en ningún momento y siguió con el sombrero en su mano contemplando los ojos azules de Hania que por una vez habían retado con palabras al pobre guardaespaldas.
Sun por el contrario mas cortes se dirigió a un Erlend hastiado de todo, bueno, mas que de todo, de mi, creo que sabia que esta situación por absurda que pareciera traería serios problemas. Nos conocíamos desde que fue convertido por uno de mis hermanos. Le vi crecer como inmortal y estuvo enredado con mi hermana durante una temporada caotica de su inmortalidad. Erlend era un tipo complicado, por sabia que cuando amaba lo hacia de verdad.
No corría peligro porque intentara propasarse con Sun, no porque no fuera en la antigüedad de los que como yo se dejaban llevar, si no porque para él ese tiempo había acabado ya.
Complacido admiré como se conocían unos y otros finalmente había impuesto mi voluntad y esos hombres se trasformarían en sus sombras de modo que no darían un solo paso sin que ellos lo supieran y por consiguiente yo estuviera al tanto para poner remedio.
Assur Black**- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/09/2016
Re: Los tres cerditos.
Alcé la mirada observando los pozos negros de la concubina de Assur Black. Me había sorprendido que pidiera escolta, él no la necesitaba y jamas creí que nada le importara lo suficiente como para tenerlo vigilado.
-La acompaño en el sentimiento -sentencié sin mediar mas palabra que esa.
Era cierto, Assur era un monstruo, uno obsesionado con el control ,con dominar cada situación y ser obedecido de un modo feroz. Era un tirano al que jamas le tembló el pulso para matar con razones o sin ellas.
Lo conocía bien, no era un buen hombre, pero si era leal en cuanto a pactos se trataba, su palabra valía lo suficiente para mi, en ese aspecto confiaba en él.
-Algo me dice señorita Sunshine que si Asur insiste en que la vigile es porque corre peligro y teniendo en cuenta que su...-no encontré la palabra que definiera lo que podía ser ese hombre para ella, aunque mi sonrisa se ladeo pronto encontrando el acertado calificativo -su dueño no se ha ganado precisamente amigos a lo largo de su eterna no vida, me temo que me dará mas dolores de cabeza de los que estoy dispuesto a soportar.
Ladeé ligeramente la cabeza como el buen depredador que era, ella parecía no dar crédito a mis modales, que se acostumbrara yo era un vikingo, no un mosquetero al que le habían metido una espada por le culo para enseñar a saludar.
-Así que le agradecería que se portara bien, saliera lo menos posible de esta jaula y si lo hace, me pida permiso hasta para respirar ¿entendido?
Sonreí con cierto deje de superioridad.
-Cierto, mi fama me precede, mas no crea todo lo que le han contado. Entre vos y yo, soy peor y si he de azotarla como a una niña pequeña para que aprenda a comportarse, lo haré ¿entiende o se lo repito?
-La acompaño en el sentimiento -sentencié sin mediar mas palabra que esa.
Era cierto, Assur era un monstruo, uno obsesionado con el control ,con dominar cada situación y ser obedecido de un modo feroz. Era un tirano al que jamas le tembló el pulso para matar con razones o sin ellas.
Lo conocía bien, no era un buen hombre, pero si era leal en cuanto a pactos se trataba, su palabra valía lo suficiente para mi, en ese aspecto confiaba en él.
-Algo me dice señorita Sunshine que si Asur insiste en que la vigile es porque corre peligro y teniendo en cuenta que su...-no encontré la palabra que definiera lo que podía ser ese hombre para ella, aunque mi sonrisa se ladeo pronto encontrando el acertado calificativo -su dueño no se ha ganado precisamente amigos a lo largo de su eterna no vida, me temo que me dará mas dolores de cabeza de los que estoy dispuesto a soportar.
Ladeé ligeramente la cabeza como el buen depredador que era, ella parecía no dar crédito a mis modales, que se acostumbrara yo era un vikingo, no un mosquetero al que le habían metido una espada por le culo para enseñar a saludar.
-Así que le agradecería que se portara bien, saliera lo menos posible de esta jaula y si lo hace, me pida permiso hasta para respirar ¿entendido?
Sonreí con cierto deje de superioridad.
-Cierto, mi fama me precede, mas no crea todo lo que le han contado. Entre vos y yo, soy peor y si he de azotarla como a una niña pequeña para que aprenda a comportarse, lo haré ¿entiende o se lo repito?
Erlend Cannif**- Vampiro Clase Baja
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Re: Los tres cerditos.
Aquella rubia de cara angelical que no parecía haber roto un plato en su vida me demostró dos cosas en un instante, la primera que las apariencias engañan y que si se lo proponía rompería la vajilla entera.
La segunda que tendría que ir alerta para tratar de que no leyera mis pensamientos, pues aunque mi bloqueo mental estaba activo la chiquilla Black parecía capaz de derribarlo casi sin proponerselo.
No tardé en darme cuenta de que era especial, que Assur la quería quizás proteger justo por eso, si yo en apenas un minuto lo había percibido, que no lograrían sacar de ella Vástagos tan milenarios como el propio Assur Black.
Ella era un arma de doble filo, por un lado se mostraba plana, incapaz de hacer daño, mas pobre del que se encontrara con la afilada hoja, pues dudaba que saliera indemne de esa gesta.
-Tiene razón, soy incapaz de protegerla de si misma, mas estaré a su servicio para protegerla del resto.
Palabras afiladas que salieron de sus labios, baje ligeramente la cabeza frente a ella, si para mi Assur era mi rey, ella era la princesa y tenia derecho a hablarme como quisiera, siempre lo hizo así la realeza y sus malos humores, pataletas no tenían secreto para mi.
Tomó un libro y se alejó hacia los jardines, no sin antes dejar en el ambiente un lo siento que solo yo oí y que admito que mejor así.
Por lo que sabia los “Black, nunca se disculpaban”
Tras hacer una reverencia a Assur seguí los pasos de mi trabajo, la doncella Hania. Estaba sentada, ensimismada en sus pensamientos, aunque me percibió llegar con toda facilidad.
-Se que esta viva, conozco donde puedo encontrarla, así como su nombre. Tuvimos un encuentro hace apenas unas noches -llevé mi mano a mi pecho, aun curado podía sentir sus garras incrustadas en mi tórax y como agarró mi corazón sin llegar a sacarlo.
-No soy suficientemente fuerte para acabar con esa mujer, pero juro que lo seré y al llevaré conmigo al infierno para nunca mas volver.
La segunda que tendría que ir alerta para tratar de que no leyera mis pensamientos, pues aunque mi bloqueo mental estaba activo la chiquilla Black parecía capaz de derribarlo casi sin proponerselo.
No tardé en darme cuenta de que era especial, que Assur la quería quizás proteger justo por eso, si yo en apenas un minuto lo había percibido, que no lograrían sacar de ella Vástagos tan milenarios como el propio Assur Black.
Ella era un arma de doble filo, por un lado se mostraba plana, incapaz de hacer daño, mas pobre del que se encontrara con la afilada hoja, pues dudaba que saliera indemne de esa gesta.
-Tiene razón, soy incapaz de protegerla de si misma, mas estaré a su servicio para protegerla del resto.
Palabras afiladas que salieron de sus labios, baje ligeramente la cabeza frente a ella, si para mi Assur era mi rey, ella era la princesa y tenia derecho a hablarme como quisiera, siempre lo hizo así la realeza y sus malos humores, pataletas no tenían secreto para mi.
Tomó un libro y se alejó hacia los jardines, no sin antes dejar en el ambiente un lo siento que solo yo oí y que admito que mejor así.
Por lo que sabia los “Black, nunca se disculpaban”
Tras hacer una reverencia a Assur seguí los pasos de mi trabajo, la doncella Hania. Estaba sentada, ensimismada en sus pensamientos, aunque me percibió llegar con toda facilidad.
-Se que esta viva, conozco donde puedo encontrarla, así como su nombre. Tuvimos un encuentro hace apenas unas noches -llevé mi mano a mi pecho, aun curado podía sentir sus garras incrustadas en mi tórax y como agarró mi corazón sin llegar a sacarlo.
-No soy suficientemente fuerte para acabar con esa mujer, pero juro que lo seré y al llevaré conmigo al infierno para nunca mas volver.
Ilhan Baudin- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 19/03/2017
Re: Los tres cerditos.
El recuerdo del ataque sufrido por la vampira, la depredadora que lo convirtió, le llegó alto y claro como si lo estuviera relatando de viva voz. Pudo sentir su dolor, la angustia de la garra en las entrañas desgajando carne y piel, dispuesta a arrancar de cuajo el corazón. En otras circunstancias le habría dicho alguna cosa más amable, pero esa noche no se sentía en sus sanos cabales.
— ¿por qué aceptó el trabajo? ¿se siente obligado? debería marcharse ahora que puede. No le espera nada bueno aquí. No está sirviendo a una causa... noble. ¿No es usted mosquetero? su código era de honor, se supone que deberían servir a la justicia y al bien...¿dónde está la justicia aquí?
Estaba hilando pensamientos inconclusos, su hilo de razonamiento no era coherente pero para ella sí, estaba mezclando lo que se suponía que debía hacer mosquetero y la verdadera situación en la que se encontraban en ese momento. Era normal si Ilhan no entendía nada de lo que estaba diciendo. Un relámpago restalló en el horizonte y comenzó a descargar la tormenta. Hania se levantó del banco y caminó de un lado a otro por el jardín como un animal enjaulado.
— Las cosas no siempre son lo que parecen... no lo son... yo no lo soy!! y no es justo...— estaba muy inquieta y se movía con aspavientos y gesto desencajado.— debería protegerles de mi y no de los que intentan aniquilarme...el monstruo soy yo y...esto... no está bien...— se llevó las manos a los oídos y cayó de rodillas, notando como el agua empapaba su pelo y su vestido.— basta...por favor...parad...— hubiera gritado pero no podía, el dolor de cabeza era tan intenso que las voces se multiplicaban y se amplificaban creando el caos mental en la joven. Estaba empezando a alterarse tanto que peligraban las cabezas de los que estuvieran alrededor. El caldero bullía en sus venas, deseando que se apagaran las voces, que cesara el dolor.
— ¿por qué aceptó el trabajo? ¿se siente obligado? debería marcharse ahora que puede. No le espera nada bueno aquí. No está sirviendo a una causa... noble. ¿No es usted mosquetero? su código era de honor, se supone que deberían servir a la justicia y al bien...¿dónde está la justicia aquí?
Estaba hilando pensamientos inconclusos, su hilo de razonamiento no era coherente pero para ella sí, estaba mezclando lo que se suponía que debía hacer mosquetero y la verdadera situación en la que se encontraban en ese momento. Era normal si Ilhan no entendía nada de lo que estaba diciendo. Un relámpago restalló en el horizonte y comenzó a descargar la tormenta. Hania se levantó del banco y caminó de un lado a otro por el jardín como un animal enjaulado.
— Las cosas no siempre son lo que parecen... no lo son... yo no lo soy!! y no es justo...— estaba muy inquieta y se movía con aspavientos y gesto desencajado.— debería protegerles de mi y no de los que intentan aniquilarme...el monstruo soy yo y...esto... no está bien...— se llevó las manos a los oídos y cayó de rodillas, notando como el agua empapaba su pelo y su vestido.— basta...por favor...parad...— hubiera gritado pero no podía, el dolor de cabeza era tan intenso que las voces se multiplicaban y se amplificaban creando el caos mental en la joven. Estaba empezando a alterarse tanto que peligraban las cabezas de los que estuvieran alrededor. El caldero bullía en sus venas, deseando que se apagaran las voces, que cesara el dolor.
Hania Doe- Vampiro Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/02/2017
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Re: Los tres cerditos.
Contemplé al vampiro que tenía delante de mí y me crucé de brazos observándolo, parecía bastante hastiado de estar en aquel lugar y seguramente también por tener que seguirme a todos lados donde fuera, bueno en eso teníamos algo en común porque aún seguía sin gustarme la idea de que alguien me siguiera como una sombra allá donde fuera, no por lo que pudiera ver o encontrarse, no iba a ver más que simplemente cuando saliera de caza a alimentarme…más bien, porque había estado durante muchos siglos acostumbrada a salir a mí voluntad y a no tener a nadie que me siguiera, bueno sí, pero mí Sire no se acercaba lo suficiente como para preocuparme y siempre que sabía dónde estaba se alejaba y me dejaba en esa libertad. Saber que iba a tenerlo siguiéndome cuando había estado tan libre era lo que no me gustaba.
Lo miré enarcando una ceja por sus palabras ante su forma de ser y en la que se había expresado, quizás fuera por sus costumbres y no pude evitar que la esquina de mi labio se curvara hacia arriba, en parte divertida con la situación viendo que no era la única que estaba algo en desacuerdo con aquello. Parecía que nos había puesto un guardaespaldas a cada una acorde a cómo éramos, porque aquel vampiro tenía carácter y muy poca paciencia algo en lo que yo me veía reflejada. Y lejos de parecerme insultante o de sentirme mal por sus palabras como quizás él estuviera pensando, porque mí cara al principio había sido de asombro… la verdad es que me divertía la forma de ser que tenía.
-Creo que ni usted ni yo estamos de acuerdo en lo que mí “dueño” ha decidido, pero aquí estamos ¿no es así? –Sonreí de lado sin preocuparme en absoluto que hubiera utilizado esa palabra tras haberlo pensado mucho y tras acabar de hablar me reí divertida por sus palabras, ¿se pensaba que con ellas ya iba a tenerme bajo su control? - Vaya señor Cannif, me habían informado de su fama pero me temo que se habían dejado la faceta divertida que tiene corriendo por sus venas… creo que nos divertiremos mucho –dije con total ironía, porque si me lo hubiera dicho con otras palabras y de otra forma quizás, y solo quizás, ahora no me dieran ganas de darle esos dolores de cabeza que había mencionado no darles- Ya le digo que no sé portarme bien, y que esta “jaula” no va a retenerme mucho tiempo, que sus azotes no me suponen una amenaza y que solo me comportaré cuando la ocasión lo requiera. Mientras tanto, manténgase alerta porque no le pienso informar cada vez que salga… ese es su trabajo, no el mío. –Miré a Assur de lado frunciendo el ceño por aquello, esperaba que supiera lo que hacía.
Lo miré enarcando una ceja por sus palabras ante su forma de ser y en la que se había expresado, quizás fuera por sus costumbres y no pude evitar que la esquina de mi labio se curvara hacia arriba, en parte divertida con la situación viendo que no era la única que estaba algo en desacuerdo con aquello. Parecía que nos había puesto un guardaespaldas a cada una acorde a cómo éramos, porque aquel vampiro tenía carácter y muy poca paciencia algo en lo que yo me veía reflejada. Y lejos de parecerme insultante o de sentirme mal por sus palabras como quizás él estuviera pensando, porque mí cara al principio había sido de asombro… la verdad es que me divertía la forma de ser que tenía.
-Creo que ni usted ni yo estamos de acuerdo en lo que mí “dueño” ha decidido, pero aquí estamos ¿no es así? –Sonreí de lado sin preocuparme en absoluto que hubiera utilizado esa palabra tras haberlo pensado mucho y tras acabar de hablar me reí divertida por sus palabras, ¿se pensaba que con ellas ya iba a tenerme bajo su control? - Vaya señor Cannif, me habían informado de su fama pero me temo que se habían dejado la faceta divertida que tiene corriendo por sus venas… creo que nos divertiremos mucho –dije con total ironía, porque si me lo hubiera dicho con otras palabras y de otra forma quizás, y solo quizás, ahora no me dieran ganas de darle esos dolores de cabeza que había mencionado no darles- Ya le digo que no sé portarme bien, y que esta “jaula” no va a retenerme mucho tiempo, que sus azotes no me suponen una amenaza y que solo me comportaré cuando la ocasión lo requiera. Mientras tanto, manténgase alerta porque no le pienso informar cada vez que salga… ese es su trabajo, no el mío. –Miré a Assur de lado frunciendo el ceño por aquello, esperaba que supiera lo que hacía.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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