Encuentro inesperado, deseos reprimidos -Privado-

por **Enma D'Anvers** Vie Abr 14, 2017 5:16 pm

Recuerdo del primer mensaje :

Despertó suspirando, mientras se movía de forma lenta, intentando que su cabeza no le doliera aun mas, - ¡Oh! no debo beber - se reprochó, caminando con desgana por la habitación, buscando el picaporte que la condujera al cuarto de baño, donde ya una doncella había preparado una tina con agua caliente, lo bastante templada, como para soportarla y de ésta manera, intentar apalear la resaca de una noche de trabajo.

Su cuerpo fue hundiéndose en el cálido liquido, mientras de su garganta se desprendían suaves quejidos de placer, como si estuviera haciendo algo mucho mas sensual, que tomar un baño. Se dejó frotar el cuello, los hombros, por la solícita muchacha, sonrió de costado al ver como su ayudante de cámara, parecía interesada en poder observar su torneado cuerpo desnudo, -¿ Vaya, que tenemos aquí? - caviló, al momento en que con su mano, tomaba el brazo de la joven y tiraba de el, haciendo que la muchacha cayera de rodillas y a milímetros de su rostro, - Dulzura, no me gusta el voyeurismo... aunque a veces... si - dijo, mientras mantenía con firmeza el brazo de su sirvienta, hundido en el agua caliente, muy cerca de su vientre y senos. La soltó, en cuanto la observó palidecer, e intentar Zafarse de su agarre.

Unas horas después, el ama de llaves le presentaba una nueva jovencita, para ser su doncella personal, - ¿Que pasó con Elen? - indagó, la danesa, - Lo siento señorita, pero la joven pidió unos días, parece que su madre enfermó de repente y tuvo que partir, aunque no dijo cuando volvería - acotó la mujer, manteniendo la mirada en el piso, como si le temiera. Kara, sonrió con un dejo de maldad, - Pero por favor, no muerdo, ni destripo a nadie - caviló, mientras se giraba dándole la espalda, - Pues que se le va hacer, informa a la nueva doncella, cuales son mis exigencias - miró por la ventana, pronto tendría que salir rumbo al trabajo que cada noche tenia que realizar, como pago de su cuota de sangre inmortal, cantar en un burdel, y de vez en cuando, aceptar algún cliente o amigo de su amo. Se había quedado en silencio, las dos mujeres, permanecían de pie, tiesas como si temieran ser latigueadas. Kara, volvió al presente, observándolas por el reflejo del cristal, - ¿Que están esperando? fuera de aquí, no me importunen mas - masculló, dejando que su voz saliera clara y fuerte, pero sin girar su cuerpo para enfrentarlas. Solo pudo contemplar un revuelo de polleras, escuchar los pasos ligeros y la puerta al cerrarse, antes de que la Danesa, soltara un bufido de fastidio.

La noche era cálida, cuando dejó su mansión y se dirigió en coche de alquiler, al burdel, entrando por la parte posterior, para cambiarse en el camerino. Tras charlar con algunas de las jóvenes prostitutas, se dirigió al salón y convino con el pianista, cual sería su repertorio. El hombre, comenzó a tocar los primeros acordes, dando el pié para que ella comenzara a cantar, y así lo hizo, como si en aquella canción, le estuviera expresando a un amor ausente, cuanto lo extrañaba.

por **Enma D'Anvers** Mar Mar 13, 2018 5:57 pm

Se quedó apoyada en el umbral de la puerta principal del hotel, hasta que el coche del vampiro se retiró. Cuando ya no pudo ver el carruaje, suspiró, un tanto angustiada, nadie podría reprocharle sentir esa opresión en su pecho, ¿acaso él no la había dejado atrás, hacía muchos años, subiendo a un carruaje y alejándose de ella? ¿no había corrido tras el vehículo, suplicando que no le dejara? Bajó la mirada a sus zapatos y descubrió que estaba sucios, - ¿donde me he ensuciado así? - caviló, hasta que recordó que antes de subir al carruaje, el chofer la había empujado, haciendo que casi cayera en un charco de agua. Recordando eso, se acercó hasta la recepción y pidió una habitación, pero de alguna forma, los encargado sabían que la joven era una invitada de Kenner y por tanto, pusieron todo disposición de la dama, ropa, zapatos, y una de las mejores habitaciones del hotel.

Mientras la acompañaba un botones a la habitación, el joven le explicaba que esa era una suite que siempre estaba reservada para cuando el señor Clapton estaba en la ciudad. Le observó abrir la puerta y seguir hablando con el mayor desparpajo acerca de una supuesta relación de trato cordial con el vampiro, lo que hizo que la joven enarcara una ceja, incrédula ante ello, bien sabía que si el inmortal no sacaba un provecho de tal relación, jamás tendría una actitud cordial con un simple botones, a lo sumo, el infeliz podía estar contento de que el vampiro no lo secara como una pasa al sol del verano.

Tras quedarse sola en la suite, se dispuso a recorrerla, sonrió al comprobar que en verdad era un pequeño lujo, notando así que los gustos refinados de su amo no habían cambiado en nada. Contempló la zona de recibo, la pequeña oficina, un comedor para cuatro invitados, un cuarto de baño, con las últimas tendencias tecnológicas, lo que lo convertían en un lujo a toda regla. Mas allá, la habitación principal, que se mantenía cerrada. Kara, abrió la puerta y el aroma al perfume del vampiro inundó sus fosas nasales, haciendo que le añorara terriblemente. Cuando aquella sensación logró dar paso a la calma, se dedicó a husmear en toda la habitación. Fue el suave golpe en la puerta, lo que la hizo dejar la habitación y llegar a la entrada, al abrir, se encontró con varias doncellas que traían ropa, y un aperitivo, por si la joven tenía un poco de hambre.

Las mujeres se dedicaron a mimarla, tomó un masaje, baño, y la vistieron con un traje de terciopelo azul profundo, con un escote por mas provocador, revelando sus curvas y el canalillo de sus pechos. Se dejó el cabello casi suelto, apenas sujeto por una cinta de terciopelo que hacía juego con el vestido. Así, con una copa de vino,le esperó por una hora, mas el vampiro no llegaba. Un tanto decepcionada, se retiró a la habitación, acostándose en el lecho, quedando dormida en pocos minutos, agotada mentalmente de lo vivido en el burdel. Por eso no le oyó llegar, ni escuchó sus paso cuando entró a la habitación, solo siguió durmiendo, con una sonrisa en los labios y sus voluptuoso busto que pugnaba por liberarse de aquel envoltorio que era el vestido.

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