AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
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Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Vacía. Me sentía totalmente vacía.
Habían pasado solo unas noches desde que mi corazón se rompió en mil pedazos, consciente de que la extraña relación existente entre el inmortal y yo no podía continuar. No porque yo no quisiese, todo fuese dicho, sino porque él jamás estaría dispuesto a darme lo que yo le pedía. Comprendía que él fuese un espíritu libre, que no concibiese convertirme en su pareja después de milenios estando solo, haciendo y deshaciendo a su antojo, tomando lo que deseaba y marchándose después. Podría haberle jurado mi exclusividad aún así, haberle consentido que compartiese lecho con las mujeres que hubiese deseado siempre y cuando la diferencia entre ellas y yo fuese notable; siempre que fuese yo a quien eligiese como compañera.
No era estúpida, sabía que muchos hombres calentaban otras camas y luego volvían a su hogar, con su amada esposa. Aunque tenía poca experiencia en el tema, podía diferenciar lo que era solo puro instinto carnal y lo que era amor. Hubiese mirado hacia otra parte, tragándome mi orgullo si de esa forma hubiese podido tener un futuro a su lado. Pero faltaba la parte más importante, ese amor bidireccional por el que habría movido montañas. Para él, jamás fui más que un capricho nuevo, un juguete que quería tener solo para su uso personal hasta que algún día se cansase. ¿Podía culparlo por aquello? Desde luego que no; fui yo, y solamente yo, quien creyó que un ser que no tiene corazón podría amarme incondicionalmente. Y fue esa misma noche, después de pasar unas horas conversando con él, cuando sentí como mi interior se resquebrajaba por completo. Jamás se lo reconocería; jamás mostraría lo dolida que estaba, ni confesaría haberme enamorado de él como una estúpida, sino que desaparecería de su vida con la cabeza bien alta, intentando que algún día su recuerdo dejase de doler.
De esto había pasado ya casi una semana, donde transcurrieron noches enteras en las que traté de no pensar en él, procurando no preguntarme dónde estaría y si pensaría en mí. Nunca imaginé que olvidar a alguien fuese tan difícil y doloroso, claro que tampoco había querido antes de esa forma. Me animé horas antes de salir aquella noche del hostal pensando que al menos esa cacería hasta el amanecer sería distinta. Era la primera noche de luna llena del ciclo y los licántropos gozarían de unas horas de total libertad después de un mes de estar sometidos a los influjos de la luna. No había sido capaz de salir de caza los últimos días, de modo que esa noche aprovecharía para retomar de nuevo mi rutina nocturna.
No era la primera vez que visitaba aquella parte del bosque, de hecho conocía algunas de las grutas ocultas por el lugar y que en más de una ocasión había utilizado para esconderme. Decidí dejar algunas de mis armas escondidas en una estrecha grieta entre las rocas, localizada cerca de un pequeño riachuelo. Y tomando el arco, junto al carcaj con flechas y algunas dagas de plata, salí a buscar un lugar estratégico que me diese ventaja sobre los lobos antes de dispararles con el arco.
No tardé en dar con un frondoso árbol con las ramas lo suficientemente robustas para soportar mi peso mientras esperaba, así que sin pensármelo dos veces trepé por su tronco ayudándome de las dagas para acomodarme sobre la primera rama que supuse que podría servirme como asiento. Poco después de colocarme y observar pacientemente el camino que desde allí podía divisar sin problemas, una pareja de licántropos apareció entre alegres aullidos. Sonreí de lado, parecía que esa noche la suerte estaba de mi parte y tendría dos por el precio de uno. Desde donde me encontraba era imposible que pudiesen verme, pues parte del follaje del árbol me dejaba oculta, así que podría aprovechar para dispararles a los dos desde las alturas, evitando que me diesen alcance.
Saqué del carcaj, con cuidado de no hacer demasiado ruido para seguir pasando desapercibida, una de las flechas con la punta de plata. Agradecía que mi anterior maestro se hubiese preocupado de dejarme un gran arsenal de éstas antes de marcharse. Coloqué la flecha en el arco y despacio tensé la cuerda. La distancia a la que se encontraban era considerable, pero no era la primera vez que disparaba desde tan lejos. Así que tras expirar e inspirar varias veces, solté la cuerda dejando que la flecha cortase el viento hasta clavarse en el lican que se encontraba mirando hacia mi dirección. Por desgracia mi tiro no fue del todo certero y en lugar de clavarse en su corazón, dio de lleno en lo que podría considerarse su hombro. Maldije para mis adentros mientras el lobo aullaba por el dolor causado por la plata, tomando otra flecha para corregir mi error, cuando al apuntar me percaté de que el otro licántropo tenía su mirada fija en mí. ¿Cómo podía haberme encontrado? Y lo que era más importante ¿podría trepar hasta allí?
Menuda pregunta, me recriminé mientras saltaba del árbol hasta el suelo y empezaba a correr hacia la grieta. Sentí un pequeño dolor agudo en la rodilla al caer, pero no era momento de comprobar si me había hecho daño con el salto puesto que gruñéndome como un perro rabioso el lobo sano corría tras de mí con la intención de devolverme el daño que le había causado a su compañero. Gracias a Dios no tardé en alcanzar la gruta donde había dejado el resto de mis armas y con rapidez me introduje en ella. El sitio era claustrofóbico, puesto que apenas cabía de perfil, pero gracias a eso y a una roca que había movido tras entrar, el lobo no podría alcanzarme, o eso esperaba. Suspiré contrariada, me esperaba una noche pero que muy larga antes de que amaneciese o algún otro cazador decidiese acudir a esa zona tan alejada.
Habían pasado solo unas noches desde que mi corazón se rompió en mil pedazos, consciente de que la extraña relación existente entre el inmortal y yo no podía continuar. No porque yo no quisiese, todo fuese dicho, sino porque él jamás estaría dispuesto a darme lo que yo le pedía. Comprendía que él fuese un espíritu libre, que no concibiese convertirme en su pareja después de milenios estando solo, haciendo y deshaciendo a su antojo, tomando lo que deseaba y marchándose después. Podría haberle jurado mi exclusividad aún así, haberle consentido que compartiese lecho con las mujeres que hubiese deseado siempre y cuando la diferencia entre ellas y yo fuese notable; siempre que fuese yo a quien eligiese como compañera.
No era estúpida, sabía que muchos hombres calentaban otras camas y luego volvían a su hogar, con su amada esposa. Aunque tenía poca experiencia en el tema, podía diferenciar lo que era solo puro instinto carnal y lo que era amor. Hubiese mirado hacia otra parte, tragándome mi orgullo si de esa forma hubiese podido tener un futuro a su lado. Pero faltaba la parte más importante, ese amor bidireccional por el que habría movido montañas. Para él, jamás fui más que un capricho nuevo, un juguete que quería tener solo para su uso personal hasta que algún día se cansase. ¿Podía culparlo por aquello? Desde luego que no; fui yo, y solamente yo, quien creyó que un ser que no tiene corazón podría amarme incondicionalmente. Y fue esa misma noche, después de pasar unas horas conversando con él, cuando sentí como mi interior se resquebrajaba por completo. Jamás se lo reconocería; jamás mostraría lo dolida que estaba, ni confesaría haberme enamorado de él como una estúpida, sino que desaparecería de su vida con la cabeza bien alta, intentando que algún día su recuerdo dejase de doler.
De esto había pasado ya casi una semana, donde transcurrieron noches enteras en las que traté de no pensar en él, procurando no preguntarme dónde estaría y si pensaría en mí. Nunca imaginé que olvidar a alguien fuese tan difícil y doloroso, claro que tampoco había querido antes de esa forma. Me animé horas antes de salir aquella noche del hostal pensando que al menos esa cacería hasta el amanecer sería distinta. Era la primera noche de luna llena del ciclo y los licántropos gozarían de unas horas de total libertad después de un mes de estar sometidos a los influjos de la luna. No había sido capaz de salir de caza los últimos días, de modo que esa noche aprovecharía para retomar de nuevo mi rutina nocturna.
No era la primera vez que visitaba aquella parte del bosque, de hecho conocía algunas de las grutas ocultas por el lugar y que en más de una ocasión había utilizado para esconderme. Decidí dejar algunas de mis armas escondidas en una estrecha grieta entre las rocas, localizada cerca de un pequeño riachuelo. Y tomando el arco, junto al carcaj con flechas y algunas dagas de plata, salí a buscar un lugar estratégico que me diese ventaja sobre los lobos antes de dispararles con el arco.
No tardé en dar con un frondoso árbol con las ramas lo suficientemente robustas para soportar mi peso mientras esperaba, así que sin pensármelo dos veces trepé por su tronco ayudándome de las dagas para acomodarme sobre la primera rama que supuse que podría servirme como asiento. Poco después de colocarme y observar pacientemente el camino que desde allí podía divisar sin problemas, una pareja de licántropos apareció entre alegres aullidos. Sonreí de lado, parecía que esa noche la suerte estaba de mi parte y tendría dos por el precio de uno. Desde donde me encontraba era imposible que pudiesen verme, pues parte del follaje del árbol me dejaba oculta, así que podría aprovechar para dispararles a los dos desde las alturas, evitando que me diesen alcance.
Saqué del carcaj, con cuidado de no hacer demasiado ruido para seguir pasando desapercibida, una de las flechas con la punta de plata. Agradecía que mi anterior maestro se hubiese preocupado de dejarme un gran arsenal de éstas antes de marcharse. Coloqué la flecha en el arco y despacio tensé la cuerda. La distancia a la que se encontraban era considerable, pero no era la primera vez que disparaba desde tan lejos. Así que tras expirar e inspirar varias veces, solté la cuerda dejando que la flecha cortase el viento hasta clavarse en el lican que se encontraba mirando hacia mi dirección. Por desgracia mi tiro no fue del todo certero y en lugar de clavarse en su corazón, dio de lleno en lo que podría considerarse su hombro. Maldije para mis adentros mientras el lobo aullaba por el dolor causado por la plata, tomando otra flecha para corregir mi error, cuando al apuntar me percaté de que el otro licántropo tenía su mirada fija en mí. ¿Cómo podía haberme encontrado? Y lo que era más importante ¿podría trepar hasta allí?
Menuda pregunta, me recriminé mientras saltaba del árbol hasta el suelo y empezaba a correr hacia la grieta. Sentí un pequeño dolor agudo en la rodilla al caer, pero no era momento de comprobar si me había hecho daño con el salto puesto que gruñéndome como un perro rabioso el lobo sano corría tras de mí con la intención de devolverme el daño que le había causado a su compañero. Gracias a Dios no tardé en alcanzar la gruta donde había dejado el resto de mis armas y con rapidez me introduje en ella. El sitio era claustrofóbico, puesto que apenas cabía de perfil, pero gracias a eso y a una roca que había movido tras entrar, el lobo no podría alcanzarme, o eso esperaba. Suspiré contrariada, me esperaba una noche pero que muy larga antes de que amaneciese o algún otro cazador decidiese acudir a esa zona tan alejada.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
kalen había estado teniendo un día bastante complicado ,sus pedidos de limosnas para poder comer habían sido demasiado escasas, como para poder cenar algo la gente cada vez era menos impresionados por trucos de magia y tenia que tener cuidado de que pareciera un truco y no magia real, o tendría un grupo de fanáticos religiosos persiguiéndolo, como había pasado en otras tantas ciudades incluso quemar el lugar donde estaba descansando o escondiéndose, pro el hecho de a ver practicado un pequeño truco de flores a algún fanático de esa religión dominante que lo tachaban como una criatura maligna, el sabia que tenia algo malo dentro de el desde aquel día en la feria de los gitanos, pero no creía que fuera tan necesario. Decidió intentar suerte en el bosque, era de noche tenia que caminar un largo recorrido para llegar a una zona que conocía que crecían arboles que daban deliciosos frutos, de donde por lo menos obtener algo y poder dormir en su tronco, tranquilamente. Este se había olvidado que era noche de luna llena y unas criaturas dominaban dichas noches, había tenido encuentro con estos en otros territorios, donde tuvo que escapar de un grupo grande y usar magia, pero por el hambre y la atención que estaba prestando a una rama para recitar un conjuro ígneo no se puso a pensar en el tema mientras caminaba por aquella fría noche por un sendero que apenas se podía ver.
camino durante casi una media hora, esperando no a verse perdido cuando un aullido lo puso en alerta y alzo la mirada al cielo entendiendo que pasaba, estaba en problemas se había olvidado de que era una noche especial, maldijo a Apolo y a Selene por no a verse acordad antes y lanzo la antorcha lejos de el cuando puso su mano en el suelo, buscando poder sentir las pisadas de las criaturas, pero Gaia la madre de todas las criaturas por un conjuro de tierra revelo al joven que una muchacha era prisionera de los lobos, en ese momento en una especie de pequeña cueva de piedra que los animales salvajes no conseguían alcanzar, sintió un leve tonteo a la hora de ponerse de pie perdiendo la estabilidad por unos segundos hasta tener que sujetarse a un árbol para poder recuperar lo, consecuencias de usar un hechizo de ecolocalizacion terrenal. Pero hizo demasiado ruido al recostarse con fuerza sobre el árbol para no caer una de las bestias giro su cabeza y empezó a buscar el origen de ese sonido, no demoro mucho en localizar el aroma del chico y lanzarse por el brujo corriendo rápidamente.
Este suspiro levemente recitando un hechizo para invocar el elemento aire, introduciendo gran cantidad de este en su interior, viendo a la criatura para amplificar su velocidad mortal para esquivar el ataque de este, mientras corría en dirección a la joven, este sentía como el aire le faltaba cada vez mas pero podía recorrer bastante tierra en pocos minutos, era el encantamiento logro llamar la atención de ambos lobos que se mandaron detrás de el cuando logro tomarles distancia sentía que su rostro ya estaba azul por la falta de oxigeno liberando este de forma apurada, casi cayendo al suelo, al sentir como sus pulmones eran llenados de nuevo de un nuevo oxigeno y sus energías se reducían. Esperaba que la chica escapara, pero podía sentir la sensación de que le estaban siguiendo, era como si podía sentirlos respirando en su cuello, mientras corría tomo en su mano una bolsa de sal la ultima que le quedaba, mientras hizo un circulo en su alrededor con esto. Realizando un encantamiento de protección se sentó en posición de loto en medio de este y continuaba una y otra vez repitiendo el ritual, para mantener el sello permanente, no demoro mucho en que las bestias saltaran y chocaran en una pared invisible, volvieron a intentarlo sin éxito, el joven sentía cada vez que le golpeaban la barrera una fuerte contuncion en su cuerpo dependiendo la zona golpeada, pero permanecía recitando el ritual, las bestias giraban a su alrededor, esperando meditando buscando el momento para destrozar su debil piel.
camino durante casi una media hora, esperando no a verse perdido cuando un aullido lo puso en alerta y alzo la mirada al cielo entendiendo que pasaba, estaba en problemas se había olvidado de que era una noche especial, maldijo a Apolo y a Selene por no a verse acordad antes y lanzo la antorcha lejos de el cuando puso su mano en el suelo, buscando poder sentir las pisadas de las criaturas, pero Gaia la madre de todas las criaturas por un conjuro de tierra revelo al joven que una muchacha era prisionera de los lobos, en ese momento en una especie de pequeña cueva de piedra que los animales salvajes no conseguían alcanzar, sintió un leve tonteo a la hora de ponerse de pie perdiendo la estabilidad por unos segundos hasta tener que sujetarse a un árbol para poder recuperar lo, consecuencias de usar un hechizo de ecolocalizacion terrenal. Pero hizo demasiado ruido al recostarse con fuerza sobre el árbol para no caer una de las bestias giro su cabeza y empezó a buscar el origen de ese sonido, no demoro mucho en localizar el aroma del chico y lanzarse por el brujo corriendo rápidamente.
Este suspiro levemente recitando un hechizo para invocar el elemento aire, introduciendo gran cantidad de este en su interior, viendo a la criatura para amplificar su velocidad mortal para esquivar el ataque de este, mientras corría en dirección a la joven, este sentía como el aire le faltaba cada vez mas pero podía recorrer bastante tierra en pocos minutos, era el encantamiento logro llamar la atención de ambos lobos que se mandaron detrás de el cuando logro tomarles distancia sentía que su rostro ya estaba azul por la falta de oxigeno liberando este de forma apurada, casi cayendo al suelo, al sentir como sus pulmones eran llenados de nuevo de un nuevo oxigeno y sus energías se reducían. Esperaba que la chica escapara, pero podía sentir la sensación de que le estaban siguiendo, era como si podía sentirlos respirando en su cuello, mientras corría tomo en su mano una bolsa de sal la ultima que le quedaba, mientras hizo un circulo en su alrededor con esto. Realizando un encantamiento de protección se sentó en posición de loto en medio de este y continuaba una y otra vez repitiendo el ritual, para mantener el sello permanente, no demoro mucho en que las bestias saltaran y chocaran en una pared invisible, volvieron a intentarlo sin éxito, el joven sentía cada vez que le golpeaban la barrera una fuerte contuncion en su cuerpo dependiendo la zona golpeada, pero permanecía recitando el ritual, las bestias giraban a su alrededor, esperando meditando buscando el momento para destrozar su debil piel.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 16/04/2017
Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Mi ánimo desfallecía a cada minuto que pasaba encajonada en esa pequeña grieta que me servía de refugio. Los licántropos, lejos de rendirse y marcharse en busca de una presa más suculenta, se habían tomado muy en serio lo de vengarse por mi intromisión en su paseo nocturno y continuaban apostados frente a la entrada de la gruta donde me encontraba; turnándose entre ellos para tratar de alcanzarme con sus garras a través de la estrecha abertura que me salvaba de una muerte dolorosa a más no poder.
Podía sentir como mis rodillas comenzaban a cansarse por la incómoda posición en la que me encontraba y el hecho de llevar tanto tiempo en pie no ayudaba demasiado. Estaba cansada, y debía empezar a barajar la posibilidad de que esa sería mi última cacería bajo la luna llena. Sabía que alguna noche en las que salía a sajar la vida de esos seres no volvería a casa al amanecer; que moriría joven y probablemente sin haber formado una familia.
Por un instante mi subconsciente me traicionó de nuevo, y voló hasta la ciudad parisina donde deducía que se encontraba aquel ser de las tinieblas que todavía era el dueño de mi alma. Sonreí con melancolía al saber que esa noche no me salvaría como en otras ocasiones de una muerte segura; que probablemente estaría perdido bajo las faldas de otra dama y que mi cruel destino estaba más que fijado. Suspiré contrariada dándome cuenta de que a pesar de todo, todavía lo amaba. Sin saber cómo, dónde ni el por qué me había enamorado de él como una adolescente y ahora estaba pagando las consecuencias de haber bajado mis mil escudos frente a él. Quizás no fuese tan malo terminar con todo ese dolor que se agolpaba en mi pecho de golpe; sin tener que confiar en que fuese el olvido quien hiciese su trabajo y recompusiese mi vida poco a poco, si es que eso era posible después de haberlo conocido.
Negué con la cabeza sacando de mi más profundo fuero interno las fuerzas para dar un paso al exterior y enfrentarme contra esos licans; necesitaba sacarme de la cabeza al vampiro y no veía mejor forma que mantener mi mente ocupada con la lucha. A fin de cuentas yo era de las que se enfrentaban de cara a los problemas, no huía de ellos. O al menos, la mayoría de las veces.
Estaba estirando mis músculos para poder moverme de nuevo y abalanzarme cuchillo en mano hacia el exterior, cuando ocurrió algo que no esperaba para nada. Como si los licantropos hubiese previsto que iba a luchar hasta la muerte contra ellos, huyeron con rapidez, dejándome vía libre para salir de mi escondite.
Sin creerme del todo que todo hubiese sido tan fácil, salí con cautela de la gruta, mirando a un lado y a otro por si todo aquello era una trampa bien elaborada por esos chuchos y se encontraban al acecho para atacarme. Pero no. Allí no había rastro de esas bestias salvajes que me habían tenido recluida durante horas. Y entonces lo vi. Un joven corría con rapidez en sentido contrario a donde me encontraba, perseguido por los animales. Traté de agudizar la vista, observando con atención la curiosa escena que tenía ante mis ojos justo antes de salir corriendo tras ellos. El joven cazador no saldría con vida de ésta si se enfrentaba solo a ellos dos, de modo que haciendo gala al código que mi padre me había enseñado, decidí unirme a una lucha que había empezado como mía y en la que habíamos cambiado las tornas. Debía ayudarlo como fuese. Ya habría otro momento en el que lanzarse en plan kamikaze contra alguna bestia.
Debía haber perdido forma física, puesto que a pesar de correr lo más rápido que pude tras ellos, tardé varios minutos en alcanzarlos. Jadeando y apoyada en un árbol, observé como los animales caminaban en círculos alrededor del cazador, que se hallaba sentado en el suelo, sin llegar a atacarlo. Había visto cosas raras en mi vida, pero aquella se llevaba el premio a la más inverosímil. Sacudí la cabeza para espabilarme y retomar la consciencia. Tomé de nuevo el arco y dos de las flechas con punta de plata. Esta vez no podía fallar. No solo mi vida dependía de ello, y aquello era un incentivo para que mi concentración rozase la perfección.
Tensé las flechas en el arco y tras varios segundos en los que apunté al lobo que había herido con anterioridad, sopesando todas las variables posibles, disparé sin compasión hacia su corazón.
Un fuerte y estremecedor alarido resonó por todo el bosque, haciendo que los pelos se me pusiesen de punta. Instantes después el cuerpo inerte del lobo cayó al suelo entre espeluznantes espasmos y unos rabiosos ojos ámbar se clavaron en mí. El compañero del fallecido no parecía muy contento con verme de nuevo, y sus afilados dientes me dedicaron una sonrisa de lo más inusual-válgase el sarcasmo-. Tragué saliva guardándome el arco con rapidez. Justo antes de salir corriendo de nuevo en busca de un nuevo refugio, dediqué una sonrisa ladina y un guiño de ojo al joven cazador que permanecía sentado en el suelo. No recordaba haberlo visto antes en alguna de las partidas de caza, aunque al fin y al cabo tampoco yo era de allí y no conocía a todo el mundo.
Prometo que corría todo lo rápido que podía, pero mi cansancio era notorio. Estaba abatida por todo lo que estaba pasando en mi vida. Era algo que era inútil negar a cada zancada que daba mi respiración se iba volviendo más entrecortada. Podía sentir como la distancia entre el lobo y yo iba menguando, y era cuestión de tiempo que me alcanzase. Saqué dos dagas de plata del cinturón antes de frenarme en seco y darme la vuelta en posición de ataque. Esperé pacientemente la llegada del animal, al que haría frente de cara, midiendo su fuerza con mi la mía. Sabía que tenía todas las de perder, pero en esos momentos poco o nada me importaba ya. Solo esperaba que fuese rápido y poco doloroso.
Podía sentir como mis rodillas comenzaban a cansarse por la incómoda posición en la que me encontraba y el hecho de llevar tanto tiempo en pie no ayudaba demasiado. Estaba cansada, y debía empezar a barajar la posibilidad de que esa sería mi última cacería bajo la luna llena. Sabía que alguna noche en las que salía a sajar la vida de esos seres no volvería a casa al amanecer; que moriría joven y probablemente sin haber formado una familia.
Por un instante mi subconsciente me traicionó de nuevo, y voló hasta la ciudad parisina donde deducía que se encontraba aquel ser de las tinieblas que todavía era el dueño de mi alma. Sonreí con melancolía al saber que esa noche no me salvaría como en otras ocasiones de una muerte segura; que probablemente estaría perdido bajo las faldas de otra dama y que mi cruel destino estaba más que fijado. Suspiré contrariada dándome cuenta de que a pesar de todo, todavía lo amaba. Sin saber cómo, dónde ni el por qué me había enamorado de él como una adolescente y ahora estaba pagando las consecuencias de haber bajado mis mil escudos frente a él. Quizás no fuese tan malo terminar con todo ese dolor que se agolpaba en mi pecho de golpe; sin tener que confiar en que fuese el olvido quien hiciese su trabajo y recompusiese mi vida poco a poco, si es que eso era posible después de haberlo conocido.
Negué con la cabeza sacando de mi más profundo fuero interno las fuerzas para dar un paso al exterior y enfrentarme contra esos licans; necesitaba sacarme de la cabeza al vampiro y no veía mejor forma que mantener mi mente ocupada con la lucha. A fin de cuentas yo era de las que se enfrentaban de cara a los problemas, no huía de ellos. O al menos, la mayoría de las veces.
Estaba estirando mis músculos para poder moverme de nuevo y abalanzarme cuchillo en mano hacia el exterior, cuando ocurrió algo que no esperaba para nada. Como si los licantropos hubiese previsto que iba a luchar hasta la muerte contra ellos, huyeron con rapidez, dejándome vía libre para salir de mi escondite.
Sin creerme del todo que todo hubiese sido tan fácil, salí con cautela de la gruta, mirando a un lado y a otro por si todo aquello era una trampa bien elaborada por esos chuchos y se encontraban al acecho para atacarme. Pero no. Allí no había rastro de esas bestias salvajes que me habían tenido recluida durante horas. Y entonces lo vi. Un joven corría con rapidez en sentido contrario a donde me encontraba, perseguido por los animales. Traté de agudizar la vista, observando con atención la curiosa escena que tenía ante mis ojos justo antes de salir corriendo tras ellos. El joven cazador no saldría con vida de ésta si se enfrentaba solo a ellos dos, de modo que haciendo gala al código que mi padre me había enseñado, decidí unirme a una lucha que había empezado como mía y en la que habíamos cambiado las tornas. Debía ayudarlo como fuese. Ya habría otro momento en el que lanzarse en plan kamikaze contra alguna bestia.
Debía haber perdido forma física, puesto que a pesar de correr lo más rápido que pude tras ellos, tardé varios minutos en alcanzarlos. Jadeando y apoyada en un árbol, observé como los animales caminaban en círculos alrededor del cazador, que se hallaba sentado en el suelo, sin llegar a atacarlo. Había visto cosas raras en mi vida, pero aquella se llevaba el premio a la más inverosímil. Sacudí la cabeza para espabilarme y retomar la consciencia. Tomé de nuevo el arco y dos de las flechas con punta de plata. Esta vez no podía fallar. No solo mi vida dependía de ello, y aquello era un incentivo para que mi concentración rozase la perfección.
Tensé las flechas en el arco y tras varios segundos en los que apunté al lobo que había herido con anterioridad, sopesando todas las variables posibles, disparé sin compasión hacia su corazón.
Un fuerte y estremecedor alarido resonó por todo el bosque, haciendo que los pelos se me pusiesen de punta. Instantes después el cuerpo inerte del lobo cayó al suelo entre espeluznantes espasmos y unos rabiosos ojos ámbar se clavaron en mí. El compañero del fallecido no parecía muy contento con verme de nuevo, y sus afilados dientes me dedicaron una sonrisa de lo más inusual-válgase el sarcasmo-. Tragué saliva guardándome el arco con rapidez. Justo antes de salir corriendo de nuevo en busca de un nuevo refugio, dediqué una sonrisa ladina y un guiño de ojo al joven cazador que permanecía sentado en el suelo. No recordaba haberlo visto antes en alguna de las partidas de caza, aunque al fin y al cabo tampoco yo era de allí y no conocía a todo el mundo.
Prometo que corría todo lo rápido que podía, pero mi cansancio era notorio. Estaba abatida por todo lo que estaba pasando en mi vida. Era algo que era inútil negar a cada zancada que daba mi respiración se iba volviendo más entrecortada. Podía sentir como la distancia entre el lobo y yo iba menguando, y era cuestión de tiempo que me alcanzase. Saqué dos dagas de plata del cinturón antes de frenarme en seco y darme la vuelta en posición de ataque. Esperé pacientemente la llegada del animal, al que haría frente de cara, midiendo su fuerza con mi la mía. Sabía que tenía todas las de perder, pero en esos momentos poco o nada me importaba ya. Solo esperaba que fuese rápido y poco doloroso.
Última edición por Maggie Craig el Mar Jul 04, 2017 8:24 pm, editado 1 vez
Maggie Craig- Cazador Clase Media
- Mensajes : 357
Fecha de inscripción : 13/11/2016
Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Estaba sentado meditando, el hechizo de protección había funcionado las bestias no estaban atacándolo, podían sentir la magia que expulsaba aquel circulo para repelerlos y no dejarles intentar nada agresivo contra el, pero no se habían dado por vencidos ya que continuamente estaban rodando alrededor de el, esperando una apertura buscando que se debilitara algo que podía pasar ya que el llevaba usando magia un poco mas de tiempo del o habitual, este suspiro levemente por que no podía perder la concentración, cuando todo cambio, fue luego de aquel grito una de las bestias cayo tendida al suelo el pensó que debería ver como haría para soportar aquel ritual hasta la mañana hasta que selene saliera del cielo y diera paso a su hermano helios, para que la magia de los lycans terminara, pero aquel grito si que había cambiado todo, abrió los ojos subditamente observando como una chica había usado su gala de tiro con arco para atravesar el corazon de aquella criatura con una flecha que parecía ser de plata, la segunda bestia no muy contenta se lanzo a la persecución, Kalen se puso de pie tonteando un poco la falta de aire sumado a la energía que había gastado recién para poder realizar el ritual de protección le habían debilitado de cierta forma, aspiro aire realizando el hechizo para salir corriendo, podría correr sin parar durante el tiempo en el que el fuera capaz de resistir la respiración. Logro llegar hasta donde estaban la bestia estaba por saltar, en dirección la chica.
Antes de que el animal terminara de saltar, este realizo un encantamiento y lanzando su mano derecha hacia delante apuntando hacia la bestia, era difícil equivocarse estaba muy cerca de la bestia y esta era de un tamaño considerable, en el momento que apunto un rayo como los que caen del cielo salio desde sus dedos contra la bestia, haciendo en ese instante la bestia gritara de dolor al igual que el, estaba quejándose de dolor ,alzando la cabeza quejándose bastante fuerte, mientras parecía que se tambaleaba casi cayendo para luego caminar hacia un lado y otro caer recostado en el árbol, viendo que la bestia no se movía y regresaba a su forma humana al estar muerto, mientras el se desmayo frente a la joven cayendo al suelo, perdio la conciencia totalmente. Si ella revisara su brazo izquierdo lo encontraria todo quemado, bastante dañado, como si literalmente el hubiera sujetado aquel rayo con su propia mano.
Antes de que el animal terminara de saltar, este realizo un encantamiento y lanzando su mano derecha hacia delante apuntando hacia la bestia, era difícil equivocarse estaba muy cerca de la bestia y esta era de un tamaño considerable, en el momento que apunto un rayo como los que caen del cielo salio desde sus dedos contra la bestia, haciendo en ese instante la bestia gritara de dolor al igual que el, estaba quejándose de dolor ,alzando la cabeza quejándose bastante fuerte, mientras parecía que se tambaleaba casi cayendo para luego caminar hacia un lado y otro caer recostado en el árbol, viendo que la bestia no se movía y regresaba a su forma humana al estar muerto, mientras el se desmayo frente a la joven cayendo al suelo, perdio la conciencia totalmente. Si ella revisara su brazo izquierdo lo encontraria todo quemado, bastante dañado, como si literalmente el hubiera sujetado aquel rayo con su propia mano.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
No tuve que esperar demasiado para enfrentarme al ataque licano que había predicho segundos antes, pues éste, lleno de ira y espíritu vengativo por haberle dejado sin compañero, tomó impulso para saltar sobre mí en un claro gesto de aumentar su ventaja sobrenatural al atacarme desde más altura, como si el hecho de que él fuese un licántropo y yo una humana no fuese de por sí suficiente ventaja. Hinqué con rapidez la rodilla izquierda sobre el pedregoso camino, esperando así poder resistir de la mejor forma posible el impacto cuando el animal cayese sobre mí. No eran solo sus mandíbulas lo que me preocupaba, sino sus afiladas garras que serían lo primero que notaría mi piel si no conseguía herirle antes de que su enorme cuerpo cubriese el mío.
Mis opciones de salir airosa esa noche de cacería se reducían a cero cada segundo que pasaba, hecho que hasta ahora no me había preocupado en demasía, pero lejos de rendirme después de los giros inesperados que había ido tomando la noche, me animé a luchar hasta mi último aliento con tal de saber más de ese cazador desconocido que había arriesgado su vida para liberarme del encierro bajo el que había sucumbido durante horas. Elevé una de las dagas de plata que llevaba en la mano apuntando hacia el animal, apoyando el codo del brazo que la sustentaba sobre la rodilla derecha que mantenía flexionada, y tomé el arma con las dos manos en un intento por matenerme firme ante la embestida.
Cerré los ojos en el último instante, cuando pude sentir como el cálido aliento del licántropo chocaba contra mi rostro, mostrándome de ese modo la antesala de lo que sería mi fatídico desenlace. Inconscientemente, apreté los dientes con decisión, dispuesta a clavarle esa daga en lo más profundo de su ser aunque fuese lo último que hacía, y entonces...entonces no pasó nada. Un grito desgarrador seguido de un desconcertante alarido me hizo abrir los ojos de nuevo para comprobar que era lo que estaba ocurriendo allí. Mi sorpresa no pudo ser mayor cuando al identificar la procedencia del alarido encontré que el licántropo que había estado a punto de convertirme en su cena yacía inerte en el suelo, exhalando su último aliento. Pero no fue esto lo que más me llamó la atención, sino que el joven cazador que minutos antes había podido observar rodeado por los licanos, caminaba tambaleándose hasta el árbol más cercano al camino donde finalmente se desplomó. Fruncí el ceño levemente, tratando de deducir lo que había sucedido en el breve espacio de tiempo en el que yo había estado a ciegas al cerrar los ojos. Cautelosa y precavida avancé con pequeños pasos hasta el lugar donde el joven había perdido el conocimiento, acuclillándome a frente a él para comprobar que continuaba con vida.
Cogí su muñeca para tomar su ritmo cardiaco, y cual fue mi sorpresa cuando al rozar su antebrazo para darle la vuelta, observé un extraño quemazón en todo el brazo. Parecía reciente, como si solo hubiesen pasado unos segundos desde sufrió el accidente que le provocó esas quemaduras de segundo grado, pero sin embargo la última hora habíamos estado jugando al gato y al ratón con lo lobos- ¿Qué te ha pasado?- susurré para mí misma, totalmente perdida ante esa herida tan extraña, mientras mi pulgar acariciaba el lugar donde se encontraba la quemadura. El joven continuaba con vida, de eso no tenía dudas, pero o sucedía un milagro y se despertaba en breve, o ambos correríamos peligro de encontrarnos de nuevo con algún sobre natural. Claro que siempre tenía la opción de montarlo en mi caballo y sacarlo de allí como fuese. Porque si algo tenía claro, es que no lo abandonaría su suerte dejándolo solo en medio del bosque.
Mis opciones de salir airosa esa noche de cacería se reducían a cero cada segundo que pasaba, hecho que hasta ahora no me había preocupado en demasía, pero lejos de rendirme después de los giros inesperados que había ido tomando la noche, me animé a luchar hasta mi último aliento con tal de saber más de ese cazador desconocido que había arriesgado su vida para liberarme del encierro bajo el que había sucumbido durante horas. Elevé una de las dagas de plata que llevaba en la mano apuntando hacia el animal, apoyando el codo del brazo que la sustentaba sobre la rodilla derecha que mantenía flexionada, y tomé el arma con las dos manos en un intento por matenerme firme ante la embestida.
Cerré los ojos en el último instante, cuando pude sentir como el cálido aliento del licántropo chocaba contra mi rostro, mostrándome de ese modo la antesala de lo que sería mi fatídico desenlace. Inconscientemente, apreté los dientes con decisión, dispuesta a clavarle esa daga en lo más profundo de su ser aunque fuese lo último que hacía, y entonces...entonces no pasó nada. Un grito desgarrador seguido de un desconcertante alarido me hizo abrir los ojos de nuevo para comprobar que era lo que estaba ocurriendo allí. Mi sorpresa no pudo ser mayor cuando al identificar la procedencia del alarido encontré que el licántropo que había estado a punto de convertirme en su cena yacía inerte en el suelo, exhalando su último aliento. Pero no fue esto lo que más me llamó la atención, sino que el joven cazador que minutos antes había podido observar rodeado por los licanos, caminaba tambaleándose hasta el árbol más cercano al camino donde finalmente se desplomó. Fruncí el ceño levemente, tratando de deducir lo que había sucedido en el breve espacio de tiempo en el que yo había estado a ciegas al cerrar los ojos. Cautelosa y precavida avancé con pequeños pasos hasta el lugar donde el joven había perdido el conocimiento, acuclillándome a frente a él para comprobar que continuaba con vida.
Cogí su muñeca para tomar su ritmo cardiaco, y cual fue mi sorpresa cuando al rozar su antebrazo para darle la vuelta, observé un extraño quemazón en todo el brazo. Parecía reciente, como si solo hubiesen pasado unos segundos desde sufrió el accidente que le provocó esas quemaduras de segundo grado, pero sin embargo la última hora habíamos estado jugando al gato y al ratón con lo lobos- ¿Qué te ha pasado?- susurré para mí misma, totalmente perdida ante esa herida tan extraña, mientras mi pulgar acariciaba el lugar donde se encontraba la quemadura. El joven continuaba con vida, de eso no tenía dudas, pero o sucedía un milagro y se despertaba en breve, o ambos correríamos peligro de encontrarnos de nuevo con algún sobre natural. Claro que siempre tenía la opción de montarlo en mi caballo y sacarlo de allí como fuese. Porque si algo tenía claro, es que no lo abandonaría su suerte dejándolo solo en medio del bosque.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
El uso de aquel poder le había cobrado un precio bastante alto, irónico ya que a Kalen no le interesaba usar sus poderes, mas cuando se trataba de otra persona el no temía en usarlos, aunque la vida se le pudiera ir en ello, el estaba dispuesto a dar su vida golpear tan fuerte sin preocuparse por las consecuencias que eso traerían a su vida, como había sido en ese momento que invoco el poder de un rayo en su mano, sintiendo como esta quemo su brazo desde la mano hasta su codo, como si su mano hubiera sido metida en agua muy caliente, este dolor mas la energía gastada por los hechizos usados anteriormente. Intento despertar el dolor no le dejaba estar inconsciente pero a la vez lo debilitaba. Dio un grito de dolor por la quemazón, su piel rozándose con la tela este se vio obligado a destaparse la mano para ver como esta había quedado bastante dañado. Rechisto levemente al sentir el aire también le quemaba sentía como se iba y apenas pudo ver a una muchacha de lado cuando se desplomo nuevamente en el suelo apenas balbuceando.
-Ayuuda...aa
Este se perdió en sus pensamientos, no era capaz de volver aunque lo intentaba, su cuerpo había terminado bastante dolorido, usar los rayos era algo que no se debía hacer lo había aprendido de ello cuando estuvo aprendiendo a usar este poder, los rayos eran mucho poder para ser controlados por un mago y el lo sabia, los usaba solamente cuando era necesario si o si ganar como en ese momento. Este estaba perdido en su subconciente no pudiendo saber que tan rapido pasaba el tiempo. Se encontraba en el mundo omnirico buscando poder despertar cuanto antes.
-Ayuuda...aa
Este se perdió en sus pensamientos, no era capaz de volver aunque lo intentaba, su cuerpo había terminado bastante dolorido, usar los rayos era algo que no se debía hacer lo había aprendido de ello cuando estuvo aprendiendo a usar este poder, los rayos eran mucho poder para ser controlados por un mago y el lo sabia, los usaba solamente cuando era necesario si o si ganar como en ese momento. Este estaba perdido en su subconciente no pudiendo saber que tan rapido pasaba el tiempo. Se encontraba en el mundo omnirico buscando poder despertar cuanto antes.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Perdida y totalmente desconcertada por los hechos acaecidos durante una noche de caza completamente distinta a como la había previsto, permanecí inmóvil junto al desconocido que había entrado en mi vida de una forma tan inusual. Me había sentado sobre mis talones mientras observaba con atención cada uno de sus gestos, tratando de dar respuesta a esas preguntas que se agolpaban en mi mente una y otra vez “¿Qué había sucedido mientras con los ojos cerrados esperaba mi tan fatídico final? ¿Qué o quién podía haberle hecho semejantes quemaduras y haber desaparecido de mi campo de visión con tanta rapidez?” Recordaba haber tenido los ojos cerrados solo durante unos segundos, tiempo insuficiente para que el causante de tal descarga hubiese podido desaparecer sin más.
Había barajado la posibilidad de que algún tipo de descarga eléctrica hubiese impactado casualmente sobre el joven en el caso de que su arma hubiese servido de para-rayos, pero con prontitud descarté esta idea cuando al observar el oscuro firmamento me percaté de que no había una sola nube, ni que decir de la posibilidad de que hubiese una tormenta de rayos y truenos, una tormenta eléctrica. Lo que me llevó a cuestionarme otra duda que iba un poco más allá de la pura especulación; si era un cazador como había creído en un principio, ¿por qué no llevaba una sola arma encima? Observé de nuevo su abatido cuerpo en puro estado de semi inconsciencia, y del mismo modo que las ocasiones anteriores no atiné a dar con arma alguna.
Mi preocupación iba en aumento cuando tras cada intento del joven de recuperarse del estado comatoso en el que se encontraba, le seguía un desgarrador grito de dolor, señal inequívoca de que lo sucedido era más grave de lo que parecía a simple vista. De pronto su respiración se volvió más pausada justo después de suplicar mi ayuda, petición que estaba más que dispuesta a cumplir. Mi padre me había enseñado una serie de principios que cumplía a rajatabla, donde uno de ellos era no abandonar a uno de los nuestros fuese su estado el que fuese. Pasé mi mano con suavidad por su mejilla tras perder el conocimiento y decidí que no había más tiempo que perder. Un agudo y sencillo silbido fue señal suficiente para que mi amado y amaestrado caballo viniese en mi búsqueda. No sería la primera vez, ni la última por supuesto, que éste me sacaba de un apuro. Y es que nos habíamos criado prácticamente juntos, y para mí era mucho más que un animal que me transporta, era mi amigo y confidente.
-No te preocupes, te sacaré de aquí como sea.- susurré con una tímida sonrisa dibujada en los labios al ponerme bajo su brazo para intentar levantarlo. Podía sentir el calor de su cuerpo, el extraño olor de su piel, recriminándome a mí misma estar pensando en un momento tan delicado lo especial que me parecía ese ser.
Mi montura no tardó en llegar al lugar donde nos encontrábamos, y con su ayuda y bastante esfuerzo conseguí montarlo en ésta, dirigiéndonos después a una de las cuevas más cercanas donde tenía pensado pasar el resto de la noche hasta que el peligro hubiese pasado y el joven desconocido despertase.
Con mucho cuidado de no golpearle, y con la destreza de mover a un cuerpo inconsciente, mi caballo se agachó de nuevo para facilitarme el trabajo. A duras penas conseguí arrastrarlo hasta una de las paredes de la gruta, y tras encender un pequeño fuego para no pasar frío, ocupé mi sitio a su lado. Solo me quedaba esperar, y de esa forma, poco a poco, fui cayendo en los brazos de Morfeo. Había sido una larga noche cargada de emociones, y algo me decía que aquello no había hecho más que empezar.
Había barajado la posibilidad de que algún tipo de descarga eléctrica hubiese impactado casualmente sobre el joven en el caso de que su arma hubiese servido de para-rayos, pero con prontitud descarté esta idea cuando al observar el oscuro firmamento me percaté de que no había una sola nube, ni que decir de la posibilidad de que hubiese una tormenta de rayos y truenos, una tormenta eléctrica. Lo que me llevó a cuestionarme otra duda que iba un poco más allá de la pura especulación; si era un cazador como había creído en un principio, ¿por qué no llevaba una sola arma encima? Observé de nuevo su abatido cuerpo en puro estado de semi inconsciencia, y del mismo modo que las ocasiones anteriores no atiné a dar con arma alguna.
Mi preocupación iba en aumento cuando tras cada intento del joven de recuperarse del estado comatoso en el que se encontraba, le seguía un desgarrador grito de dolor, señal inequívoca de que lo sucedido era más grave de lo que parecía a simple vista. De pronto su respiración se volvió más pausada justo después de suplicar mi ayuda, petición que estaba más que dispuesta a cumplir. Mi padre me había enseñado una serie de principios que cumplía a rajatabla, donde uno de ellos era no abandonar a uno de los nuestros fuese su estado el que fuese. Pasé mi mano con suavidad por su mejilla tras perder el conocimiento y decidí que no había más tiempo que perder. Un agudo y sencillo silbido fue señal suficiente para que mi amado y amaestrado caballo viniese en mi búsqueda. No sería la primera vez, ni la última por supuesto, que éste me sacaba de un apuro. Y es que nos habíamos criado prácticamente juntos, y para mí era mucho más que un animal que me transporta, era mi amigo y confidente.
-No te preocupes, te sacaré de aquí como sea.- susurré con una tímida sonrisa dibujada en los labios al ponerme bajo su brazo para intentar levantarlo. Podía sentir el calor de su cuerpo, el extraño olor de su piel, recriminándome a mí misma estar pensando en un momento tan delicado lo especial que me parecía ese ser.
Mi montura no tardó en llegar al lugar donde nos encontrábamos, y con su ayuda y bastante esfuerzo conseguí montarlo en ésta, dirigiéndonos después a una de las cuevas más cercanas donde tenía pensado pasar el resto de la noche hasta que el peligro hubiese pasado y el joven desconocido despertase.
Con mucho cuidado de no golpearle, y con la destreza de mover a un cuerpo inconsciente, mi caballo se agachó de nuevo para facilitarme el trabajo. A duras penas conseguí arrastrarlo hasta una de las paredes de la gruta, y tras encender un pequeño fuego para no pasar frío, ocupé mi sitio a su lado. Solo me quedaba esperar, y de esa forma, poco a poco, fui cayendo en los brazos de Morfeo. Había sido una larga noche cargada de emociones, y algo me decía que aquello no había hecho más que empezar.
Última edición por Maggie Craig el Dom Ago 13, 2017 10:00 am, editado 1 vez
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Kalen había vuelto a tener pesadillas, las eternas pesadillas que le seguían su maldición del poder de dominar a los mortales, esa maldición que había pasado de sus padres, al parecer el poder de satan como muchos decían, aquello lo perseguía y las palabras de una vieja druida diciendo que el vendría a reclamar lo que era suyo. Este se despertó cuando era capaz de sentir los primeros brillos del sol, su cuerpo estaba todo sudado por le hecho del terrible sueño que había tenido, mas en cuanto intento levantarse su brazo le recordó todo lo que había pasado en la noche anterior, el ardor y dolor eran muy fuertes, este se mordió los labios, llevando su mano sana al hombre de esta otra no con tanta suerte y se quedo apoyado contra la pared de la cueva, viendo que la chica que estaba junto con el se había dormido, quien había el salvado al parecer le devolvió el favor y no le dejo tirado en aquel bosque, para ser comida del siguiente hombre lobo que pudiera aparecer le estaba agradecido, con algo de dificultad logro quitarse la remera y arrancarle un pedazo, para cubrir toda su mano con la tela, con algo de dificultad y quejándose por el dolor que sentía debido a que esta se rozaba con quemaduras que eran de alto grado. Este se levanto teniendo cuidado de no lastimarse mas aun sin apoyar aquel brazo hasta el punto de poder salir de la cueva tapando sus ojos hasta que estos se acostumbraran al brillo del día que se iba formando, este camino hasta un lago cercano arrodillándose frente a este para tocar suavemente el agua con su mano quemada, dejando que la prenda se mojara en la punta sintiendo el dolor levemente en esta y una voz muy dentro de si que le susurraba, que usara la magia negra que había aprendido, el no tenia por que sentir el dolor, si otros podían hacerlo por el. En ese momento una visión pareció abordarlo el lago que el miraba de agua cristalina, volviéndose negro como la noche matando todos los seres acuáticos del mismo y su mano sana completamente, este sacudió levemente la cabeza negando. Se puso de pie y buscando ocupar su mente, se concentro en recolectar algunas hojas y hierbas que cruzo en su camino, para luego sentarse contra un árbol al lado de la cueva, donde estaban para empezar a despedazar aquellas cosas, convirtiéndolo en una especie de crema, usando un poco de agua y fluidos del bosque, aquello era un ungüento, que aliviaría su dolor y aceleraría el proceso de sanidad. Este estuvo un buen rato entretenido con aquello, hasta que su estomago le demando comida haciendo que sonara levemente, el debía antever de atender esto, quitarse nuevamente la venda improvisada, algo que sabia que le causaría mucho dolor, demasiado a decir verdad, este comenzó lentamente a hacerlo quejándose cuando debía arrancar, la tela de la piel quemada que tenia pegada y esta salía junto con la misma, se mordía los dientes, no se puso a pensar si la chica podía o no estar despierta o incluso a su lado aquella tarea demandaba toda su atención en el momento.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Extraños sueños me asaltaron de nuevo esa noche. Recuerdos que creía ya enterrados, o al menos que había deseado poder olvidar, volvieron a mi memoria demostrándome una vez más que no era dueña de mis pensamientos. Pero de nuevo la mente y, por qué no también el corazón, me jugaron una mala pasada y el inmortal ocupó de nuevo esa parte de mi ser que no podía controlar.
Unos enigmáticos ojos rojos aparecían en mitad de la oscuridad cuando un grupo de neófitos trataba de convertirme en su cena. Su macabra sonrisa y su soverbia forma de ser hicieron de nuevo acto de presencia, salvándome de mi destino para someterme a su voluntad. Uno a uno los neófitos cayeron al suelo convertidos en cenizas bajo su bastón transformado en espada. Segundos después, concluyó la dantesca escena rodeándome con sus brazos desde atrás, acariciando la piel de mi cuello con sus afilados colmillos, y demostrándome con ese gesto que solo él tenía el poder en ese lugar. Podía sentir como mi corazón palpitaba dislocado por su cercanía, como mis labios se entreabrían en busca de los suyos y como todo mi ser anhelaba que sus manos lo acariciasen de nuevo. Todo mi cuerpo pedía a gritos que me entregase a él, que me dejase llevar por el frenesí de ser mordida tras una noche de pasión; mientras que mi razón ahogada por el odio me ordenaba que pusiese de una vez punto final a toda esa locura con la que tenía que haber terminado desde el principio.
Alcé la estaca que todavía sujetaba con fuerza en la mano, y dándome la vuelta con rapidez me encaré a él. Sus ojos se clavaron en los míos, expectante ante mi siguiente movimiento, mostrando en ellos la certeza de que sabía que sería incapaz de hacerle daño. Toda mi rabia contenida me empujó hacia su pecho, con el arma alzada apuntando a su corazón. Pero fue cuando la afilada punta de ésta estaba a penas a unos centímetros de distancia, cuando me frené en seco y volví a mirarlo a los ojos, con los míos abnegados en lágrimas. Era incapaz de hacerle daño, era incapaz de matarlo y él lo sabía. Sonrió de forma macabra, rodeándome con sus brazos para ladearme la cabeza y sin compasión alguna hundir sus colmillos en mi piel.
Desperté entre gritos abrumadores cubierta por un sudor frío que demostraba lo real que parecía la ilusión. Todavía tiritaba de frío aún sintiendo calor, impotente de sentirme tan vulnerable en su presencia incluso en sueños. Suspiré despacio, desconcertada por despertar en un lugar del todo desconocido mientras recuperaba la respiración y el ritmo cardiaco que tenía más que acelerado. Poco a poco las imágenes de lo sucedido la noche anterior fueron viniendo a mi mente, y no pude evitar sonreir al recordar que no había ningún vampiro de por medio, sino un valiente joven que me había salvado varias veces de esos chuchos adictos a la luna llena.
Hablando del chico..¿donde estaba? Recordaba haberme dormido a su lado después de acomodarnos junto al fuego, pero en esos momentos no había nadie más que yo en esa pequeña gruta junto al lago. La buena noticia era que se había recuperado de sus extrañas quemaduras y que se había marchado; lo malo, que no había tenido tiempo de darle las gracias. Suspiré contrariada, sin atreverme a reconocer que había algo en él que me había llamado la atención sobremanera. Tal vez mejor así. Nada de nombres, nada de despedidas. Solo un fortuito encuentro en una noche en la que ambos habíamos salvado la vida del otro.
Apoyando la mano en la húmeda pared de la cueva me puse en pie entumecida por haber dormido en el suelo tanto tiempo. Aunque no quisiese reconocerlo, el sueño me había afectado más de lo que desearía, y hasta mi temperatura corporal se había destemplado. Frotándome los brazos para entrar en calor, encaminé mis pasos hacia el exterior de la cueva donde esperaba encontrar mi montura para regresar al motel donde me alojaba. Más cual fue mi sorpresa cuando al notar sobre mi piel los cálidos rayos matutinos que me llenaban de la esperanza de un nuevo día, observé una figura no del todo desconocida apoyada en un árbol cercano.
Una pícara sonrisa se dibujó en mis labios mientras me acercaba a él despacio, observando con atención cada uno de sus movimientos mientras tiraba de una especie de vendaje improvisado. De nuevo toda la piel se me erizó cuando escuché sus ahogados lamentos, producidos por el terrible dolor que debería sentir al dejar al descubierto esa inquietante herida.
-No deberías quitarte el vendaje, al menos hasta que hayamos ido a un médico. Al menos así no se te infectara por la suciedad del ambiente..- apunté en tono de voz suave a sus espaldas, incapaz de quedarme más tiempo en silencio cuando llegué hasta donde él se encontraba.
Me acuclillé a su lado, observando con atención la quemadura que había tratado con algún tipo de ungüento a base de plantas. Dejé que mis dedos acariciasen con suavidad su brazo herido alrededor de donde tenía la quemadura. Jamás había visto una así, y por desgracia no era la única que había visto o tenido que tratar.
-Deberías lavar la herida y curarla bien. Si quieres te puedo acompañar hasta tu montura para que puedas hacerlo en tu casa. Tal vez si lo desinfectas bien no hace falta que vayas al médico.- mis ojos se cruzaron con los suyos durante unos segundos. Unos preciosos ojos pardos me miraban tan desconcertados como debían estar los míos, generando que un extraño escalofrío recorriese toda mi columna vertebral. ¿Qué había sido eso? Aparté la mirada con timidez, sin tener muy claro porque de pronto me comportaba así. ¿Tímida? ¿Desde cuando yo era tímida?
Tomé aire hinchando mis pulmones en su totalidad, exhalándolo después despacio para tratar de recuperar esa personalidad fuerte y desenfadada de la que acostumbraba hacer gala. Esta vez volví a buscar su mirada con confianza, fingiendo una seguridad en mí misma que no sentía al mirarlo.- Gracias por ayudarme anoche. Mi nombre es Maggie.- pronuncié alargando mi mano hacia la suya para presentarme formalmente. ¿Pero no había pensado minutos antes que mejor nada de nombres? Empezaba a pensar que toda mi cordura se quedó aquella noche en el puerto. Sin embargo al igual que el amanecer me obsequiaba con la sensación de un nuevo día donde todo era posible, la increible mirada de ese chico me hacía presentir que algo mágico estaba a punto de ocurrir.
Unos enigmáticos ojos rojos aparecían en mitad de la oscuridad cuando un grupo de neófitos trataba de convertirme en su cena. Su macabra sonrisa y su soverbia forma de ser hicieron de nuevo acto de presencia, salvándome de mi destino para someterme a su voluntad. Uno a uno los neófitos cayeron al suelo convertidos en cenizas bajo su bastón transformado en espada. Segundos después, concluyó la dantesca escena rodeándome con sus brazos desde atrás, acariciando la piel de mi cuello con sus afilados colmillos, y demostrándome con ese gesto que solo él tenía el poder en ese lugar. Podía sentir como mi corazón palpitaba dislocado por su cercanía, como mis labios se entreabrían en busca de los suyos y como todo mi ser anhelaba que sus manos lo acariciasen de nuevo. Todo mi cuerpo pedía a gritos que me entregase a él, que me dejase llevar por el frenesí de ser mordida tras una noche de pasión; mientras que mi razón ahogada por el odio me ordenaba que pusiese de una vez punto final a toda esa locura con la que tenía que haber terminado desde el principio.
Alcé la estaca que todavía sujetaba con fuerza en la mano, y dándome la vuelta con rapidez me encaré a él. Sus ojos se clavaron en los míos, expectante ante mi siguiente movimiento, mostrando en ellos la certeza de que sabía que sería incapaz de hacerle daño. Toda mi rabia contenida me empujó hacia su pecho, con el arma alzada apuntando a su corazón. Pero fue cuando la afilada punta de ésta estaba a penas a unos centímetros de distancia, cuando me frené en seco y volví a mirarlo a los ojos, con los míos abnegados en lágrimas. Era incapaz de hacerle daño, era incapaz de matarlo y él lo sabía. Sonrió de forma macabra, rodeándome con sus brazos para ladearme la cabeza y sin compasión alguna hundir sus colmillos en mi piel.
Desperté entre gritos abrumadores cubierta por un sudor frío que demostraba lo real que parecía la ilusión. Todavía tiritaba de frío aún sintiendo calor, impotente de sentirme tan vulnerable en su presencia incluso en sueños. Suspiré despacio, desconcertada por despertar en un lugar del todo desconocido mientras recuperaba la respiración y el ritmo cardiaco que tenía más que acelerado. Poco a poco las imágenes de lo sucedido la noche anterior fueron viniendo a mi mente, y no pude evitar sonreir al recordar que no había ningún vampiro de por medio, sino un valiente joven que me había salvado varias veces de esos chuchos adictos a la luna llena.
Hablando del chico..¿donde estaba? Recordaba haberme dormido a su lado después de acomodarnos junto al fuego, pero en esos momentos no había nadie más que yo en esa pequeña gruta junto al lago. La buena noticia era que se había recuperado de sus extrañas quemaduras y que se había marchado; lo malo, que no había tenido tiempo de darle las gracias. Suspiré contrariada, sin atreverme a reconocer que había algo en él que me había llamado la atención sobremanera. Tal vez mejor así. Nada de nombres, nada de despedidas. Solo un fortuito encuentro en una noche en la que ambos habíamos salvado la vida del otro.
Apoyando la mano en la húmeda pared de la cueva me puse en pie entumecida por haber dormido en el suelo tanto tiempo. Aunque no quisiese reconocerlo, el sueño me había afectado más de lo que desearía, y hasta mi temperatura corporal se había destemplado. Frotándome los brazos para entrar en calor, encaminé mis pasos hacia el exterior de la cueva donde esperaba encontrar mi montura para regresar al motel donde me alojaba. Más cual fue mi sorpresa cuando al notar sobre mi piel los cálidos rayos matutinos que me llenaban de la esperanza de un nuevo día, observé una figura no del todo desconocida apoyada en un árbol cercano.
Una pícara sonrisa se dibujó en mis labios mientras me acercaba a él despacio, observando con atención cada uno de sus movimientos mientras tiraba de una especie de vendaje improvisado. De nuevo toda la piel se me erizó cuando escuché sus ahogados lamentos, producidos por el terrible dolor que debería sentir al dejar al descubierto esa inquietante herida.
-No deberías quitarte el vendaje, al menos hasta que hayamos ido a un médico. Al menos así no se te infectara por la suciedad del ambiente..- apunté en tono de voz suave a sus espaldas, incapaz de quedarme más tiempo en silencio cuando llegué hasta donde él se encontraba.
Me acuclillé a su lado, observando con atención la quemadura que había tratado con algún tipo de ungüento a base de plantas. Dejé que mis dedos acariciasen con suavidad su brazo herido alrededor de donde tenía la quemadura. Jamás había visto una así, y por desgracia no era la única que había visto o tenido que tratar.
-Deberías lavar la herida y curarla bien. Si quieres te puedo acompañar hasta tu montura para que puedas hacerlo en tu casa. Tal vez si lo desinfectas bien no hace falta que vayas al médico.- mis ojos se cruzaron con los suyos durante unos segundos. Unos preciosos ojos pardos me miraban tan desconcertados como debían estar los míos, generando que un extraño escalofrío recorriese toda mi columna vertebral. ¿Qué había sido eso? Aparté la mirada con timidez, sin tener muy claro porque de pronto me comportaba así. ¿Tímida? ¿Desde cuando yo era tímida?
Tomé aire hinchando mis pulmones en su totalidad, exhalándolo después despacio para tratar de recuperar esa personalidad fuerte y desenfadada de la que acostumbraba hacer gala. Esta vez volví a buscar su mirada con confianza, fingiendo una seguridad en mí misma que no sentía al mirarlo.- Gracias por ayudarme anoche. Mi nombre es Maggie.- pronuncié alargando mi mano hacia la suya para presentarme formalmente. ¿Pero no había pensado minutos antes que mejor nada de nombres? Empezaba a pensar que toda mi cordura se quedó aquella noche en el puerto. Sin embargo al igual que el amanecer me obsequiaba con la sensación de un nuevo día donde todo era posible, la increible mirada de ese chico me hacía presentir que algo mágico estaba a punto de ocurrir.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
El brujo termino de acomodar su herida, de sanarla mas bien tratarla con aquel ungüento natural que el había aplicado a través de las plantas, le había causado bastante dolor hacerlo el precio a pagar por el poder que había usado, un poder que era capaz de dar muerte prácticamente a cualquier ser que se cruzara en su camino, pero valía la pena usar dicho poder para salvar a la chica, no lo pensó dos veces si podía usar su maldición para ayudar a los demás no dudaría en hacerlo nunca. Este alzo la mirada viendo que ella ya estaba allí despierta se sintió algo apenado por si sus gritos la habían despertado y menciono mientras terminaba de acomodar el vendaje.
-Lo siento mucho si mis gritos te despertaron jejej
Dijo levemente en broma para luego recostarse en el tronco que tenia en su espalda, suspirando de alivio de no tener que preocuparse por un rato de su brazo aunque este de a ratos diera un leve tirón, recordando le que era lo que estaba pasando con el, este escucho lo que ella menciono estaba preocupada por el, era raro eso en alguien pocas personas se preocupaban por el quizás pro que ella no sabia que el era un brujo, si lo supiera lo llamaría como todos los demás un demonio, que usaba el poder del diablo, eso era lo que todos creían que el era y ya se estaba cansado de negarlo, quizás eso en realidad seria lo que se convertiría. Pero el sonido de la voz de la chica le hizo sonreír abriendo los ojos para buscar su rostro y ver en realidad la mano de ella extendida, este sonrió levemente y le hizo seña que había extendido la equivocada, para luego con dificultad extender la otra y saludarla finalmente.
-Kalen un placer señorita Maggie.
Menciono, la idea que ella decía no era mala si el tuviera un caballo, no tenia tanto dinero como para tener la posibilidad de comprarse uno u encima tener que mantener el mismo dándole alimento y revisando sus herraduras y montura, así que nunca se había pensado tener una caminaba como siempre o usaba carrozas, personas amables. Cuando este alzo la mano para decirle por que no era una buena idea lo que había mencionado su estomago hablo mas fuerte que el se escucho el sonido de esta.
-uff perdón, en realidad no tengo caballo así que no puedo irme en mi montura y encima estoy muerto de hambre, como pudiste notar lo siento mucho por molestarte maggie.
-Lo siento mucho si mis gritos te despertaron jejej
Dijo levemente en broma para luego recostarse en el tronco que tenia en su espalda, suspirando de alivio de no tener que preocuparse por un rato de su brazo aunque este de a ratos diera un leve tirón, recordando le que era lo que estaba pasando con el, este escucho lo que ella menciono estaba preocupada por el, era raro eso en alguien pocas personas se preocupaban por el quizás pro que ella no sabia que el era un brujo, si lo supiera lo llamaría como todos los demás un demonio, que usaba el poder del diablo, eso era lo que todos creían que el era y ya se estaba cansado de negarlo, quizás eso en realidad seria lo que se convertiría. Pero el sonido de la voz de la chica le hizo sonreír abriendo los ojos para buscar su rostro y ver en realidad la mano de ella extendida, este sonrió levemente y le hizo seña que había extendido la equivocada, para luego con dificultad extender la otra y saludarla finalmente.
-Kalen un placer señorita Maggie.
Menciono, la idea que ella decía no era mala si el tuviera un caballo, no tenia tanto dinero como para tener la posibilidad de comprarse uno u encima tener que mantener el mismo dándole alimento y revisando sus herraduras y montura, así que nunca se había pensado tener una caminaba como siempre o usaba carrozas, personas amables. Cuando este alzo la mano para decirle por que no era una buena idea lo que había mencionado su estomago hablo mas fuerte que el se escucho el sonido de esta.
-uff perdón, en realidad no tengo caballo así que no puedo irme en mi montura y encima estoy muerto de hambre, como pudiste notar lo siento mucho por molestarte maggie.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Observé con curiosidad como mi mano quedaba oculta por la suya en un cálido y fugaz saludo que habría alargado más tiempo del estrictamente correcto. Hacía mucho tiempo, quizás demasiado, que no permitía que nadie se acercase a mí de esa forma, que evitaba a toda costa el contacto con cualquier ser humano, incluso en algo tan inocente como un saludo. El miedo a volver a sufrir provocaba que evitase cualquier tipo de relación con otro ser, pero en esta ocasión mis ganas por saber más de ese chico denotaban que quizás estuviese bajando mis escudos frente al mundo de nuevo, lo cual no traería nada bueno.
-No se preocupe, no fueron sus gritos los que me despertaron.- respondí con una cálida sonrisa, buscando así que no se sintiese incómodo al pensar que podía haber estado espiándole mientras se curaba la extraña quemadura. Podía sentir como mis mejillas se sonrojaban timidamente cuando sin ser consciente de ello acaricié con mi pulgar el dorso de su mano antes de soltarle.- Fue un sueño inquieto lo que me arrancó sin piedad de los brazos de Morfeo. – el tono de mi voz reflejaba claramente la angustia y el desasosiego que sentía después de cada recuerdo; de la melancolía de volver a verlo una y otra vez en extrañas ilusiones que, aunque en este caso eran productos de mi imaginación, bien podrían haber sido reales.
Durante unos segundos desvié la vista hacia el frondoso bosque que nos rodeaba. No deseaba que Kalen se percatase de ese torbellino de emociones difíciles de explicar que herbían en mi interior y que eran facilmente identificables con mi mirada. Mis pensamientos volvían una vez más a perderse en ese reciente sueño cuando la sinceridad en sus palabras y un curioso sonido provocado por su estómago, me hicieron volver de nuevo a la realidad, elevando la vista para fijarla en la suya.
-Mi caballo está cerca, o al menos eso espero. No puedo prometerle mucho, pero al menos si un buen desayuno y un lugar donde curar esa herida.- Era mi subconsciente el que hablaba, interponiéndose a la razón y al sentido común. ¿Acaso me había vuelto loca? ¿Estaba invitando a un desconocido a lo que pensaba que le estaba ofreciendo? La respuesta era sí. Mi racionalidad se había ido de viaje junto con mi sentido de lo socialmente adecuado.-En la habitación de la pensión donde me alojo tenemos todo lo necesario para satisfacer ambas necesidades, y si no le incomoda, podemos compartir montura.- apunté casi escupiendo las palabras por el nerviosismo que encerraban éstas. No solo estaba ofreciéndole ir en el mismo caballo, sino que le estaba invitando a pasar unas horas conmigo en el motel. Solo esperaba que no malinterpretase mis intenciones. Un largo suspiro salió de mis labios, mordiéndome el inferior con nerviosismo por su respuesta.
-No se preocupe, no fueron sus gritos los que me despertaron.- respondí con una cálida sonrisa, buscando así que no se sintiese incómodo al pensar que podía haber estado espiándole mientras se curaba la extraña quemadura. Podía sentir como mis mejillas se sonrojaban timidamente cuando sin ser consciente de ello acaricié con mi pulgar el dorso de su mano antes de soltarle.- Fue un sueño inquieto lo que me arrancó sin piedad de los brazos de Morfeo. – el tono de mi voz reflejaba claramente la angustia y el desasosiego que sentía después de cada recuerdo; de la melancolía de volver a verlo una y otra vez en extrañas ilusiones que, aunque en este caso eran productos de mi imaginación, bien podrían haber sido reales.
Durante unos segundos desvié la vista hacia el frondoso bosque que nos rodeaba. No deseaba que Kalen se percatase de ese torbellino de emociones difíciles de explicar que herbían en mi interior y que eran facilmente identificables con mi mirada. Mis pensamientos volvían una vez más a perderse en ese reciente sueño cuando la sinceridad en sus palabras y un curioso sonido provocado por su estómago, me hicieron volver de nuevo a la realidad, elevando la vista para fijarla en la suya.
-Mi caballo está cerca, o al menos eso espero. No puedo prometerle mucho, pero al menos si un buen desayuno y un lugar donde curar esa herida.- Era mi subconsciente el que hablaba, interponiéndose a la razón y al sentido común. ¿Acaso me había vuelto loca? ¿Estaba invitando a un desconocido a lo que pensaba que le estaba ofreciendo? La respuesta era sí. Mi racionalidad se había ido de viaje junto con mi sentido de lo socialmente adecuado.-En la habitación de la pensión donde me alojo tenemos todo lo necesario para satisfacer ambas necesidades, y si no le incomoda, podemos compartir montura.- apunté casi escupiendo las palabras por el nerviosismo que encerraban éstas. No solo estaba ofreciéndole ir en el mismo caballo, sino que le estaba invitando a pasar unas horas conmigo en el motel. Solo esperaba que no malinterpretase mis intenciones. Un largo suspiro salió de mis labios, mordiéndome el inferior con nerviosismo por su respuesta.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Este suspiro levemente al escuchar que no era el que la había despertado por sus gritos, aunque entendía que aunque fuera el, esta no lo reconocería fácilmente para no hacerlo sentirse mal, este sonrío levemente para luego escuchar su propuesta y una sonrisa pícara salió de sus labios, aunque casi se borra por completo ya que al hacerla sintió una leve molestia, por el hechizo de aire anterior. El abrió sus ojos tranquilamente y la miro viendo que esta no lo observaba sino que veía hacia otro lado, pudo ver su aura como oscilaba entre distintos colores él nunca se había preocupado en mirar el aura de la gente, ya que cambiaba como el aire, soplaba pero ella tenía un hermoso arcoíris de sensaciones, trato de ponerse de pie con alguna dificultad. Para intentar luego ayudarla a sentirse más tranquila.
-Conozco un muy buen te que ayuda a relajar la mente cuando se descansa para poder levantarse fresco al otro día, y sobre lo que me propones estas segura no nos conocemos de nada, no me debes nada para ayudarme pero no puedo decir que no, ya hace tiempo que no degusto una buena comida. Os sigo si aún deseáis ayudar a este pobre descocido.
Menciono para luego comenzar a seguirla, su mano sana tenía que sujetar la otra mano, ya que los movimientos bruscos que él podía llegar hacer causaban bastante dolor a su cuerpo, haciendo que se quejara, la quemadura estaría sana en un par de horas, con los remedios que él había puesto y el hecho de que el hechizo conforme pasara el tiempo estaría dando por pago su precio. Este recordaba que ella menciono pensiona si que decidió preguntar por atrevimiento.
-No vives aquí en parís?? Digo una pensión no es algo que pague alguien que tenga residencia en parís, que te ha traído a esta hermosa ciudad, si me preguntas a mí la posibilidad de poder impresionar a los ricos, estos están tan acostumbrados a su vida que se impresionaban rápido.
Dijo sacando de su detrás de su oreja una mariposa, con la mano sana mientras llegaban al caballo, sonriendo levemente sus trucos de magia combinados con su habilidad para impresionar a la gente tanto con sus palabras, como con sus acciones siempre tenían buen resultado, este miro el animal que la joven tenía realmente se preguntaba como hacia ella para mantenerlo, acaricio el mismo esperando que ella montara para hacerlo el luego, después de todo era su montura.
-Hermoso animal, no serás una de esas personas ricas que decide vivir la vida de los pobres para ver cómo es verdad??
Pregunto curioso mientras usaba su mano sana, para ayudarse a subirse al caballo y quedar detrás de ella, tenía una cierta preocupación con aquel viaje, que el movimiento de las caderas del animal terminara haciendo que el viaje se volviera bastante complicado y doloroso para el, por lo menos esperaba que el lugar donde estaban por ir, no fuera demasiado lejos. Pero el hecho de que podría probar comida o eso era la promesa que la joven le había hecho le hacían desear cruzar quizás todo Francia, para poder disfrutar de un plato como la gente. Con suerte incluso echarse una siesta en un lugar no tan húmedo y sucio como la calle, el poco dinero que el ganaba, lo usaba para comer y lo daba a los niños huérfanos de parís, no le gustaba ver a los pequeños en la calle mendigando comida. Aquello para él era pero que una tortura, incluso que quemar sus dos manos por usar un poderoso hechizo de magia eléctrica como el que uso para salvar aquella chica, el abrazo su cintura, con la única mano sana que tenía y termino luego de unos minutos quedar dormido sobre su hombro ,se sentía tan bien y cómodo y no había descansado del todo bien. Que antes de llegar a su destino ya estaba dormitando plácidamente.
-Conozco un muy buen te que ayuda a relajar la mente cuando se descansa para poder levantarse fresco al otro día, y sobre lo que me propones estas segura no nos conocemos de nada, no me debes nada para ayudarme pero no puedo decir que no, ya hace tiempo que no degusto una buena comida. Os sigo si aún deseáis ayudar a este pobre descocido.
Menciono para luego comenzar a seguirla, su mano sana tenía que sujetar la otra mano, ya que los movimientos bruscos que él podía llegar hacer causaban bastante dolor a su cuerpo, haciendo que se quejara, la quemadura estaría sana en un par de horas, con los remedios que él había puesto y el hecho de que el hechizo conforme pasara el tiempo estaría dando por pago su precio. Este recordaba que ella menciono pensiona si que decidió preguntar por atrevimiento.
-No vives aquí en parís?? Digo una pensión no es algo que pague alguien que tenga residencia en parís, que te ha traído a esta hermosa ciudad, si me preguntas a mí la posibilidad de poder impresionar a los ricos, estos están tan acostumbrados a su vida que se impresionaban rápido.
Dijo sacando de su detrás de su oreja una mariposa, con la mano sana mientras llegaban al caballo, sonriendo levemente sus trucos de magia combinados con su habilidad para impresionar a la gente tanto con sus palabras, como con sus acciones siempre tenían buen resultado, este miro el animal que la joven tenía realmente se preguntaba como hacia ella para mantenerlo, acaricio el mismo esperando que ella montara para hacerlo el luego, después de todo era su montura.
-Hermoso animal, no serás una de esas personas ricas que decide vivir la vida de los pobres para ver cómo es verdad??
Pregunto curioso mientras usaba su mano sana, para ayudarse a subirse al caballo y quedar detrás de ella, tenía una cierta preocupación con aquel viaje, que el movimiento de las caderas del animal terminara haciendo que el viaje se volviera bastante complicado y doloroso para el, por lo menos esperaba que el lugar donde estaban por ir, no fuera demasiado lejos. Pero el hecho de que podría probar comida o eso era la promesa que la joven le había hecho le hacían desear cruzar quizás todo Francia, para poder disfrutar de un plato como la gente. Con suerte incluso echarse una siesta en un lugar no tan húmedo y sucio como la calle, el poco dinero que el ganaba, lo usaba para comer y lo daba a los niños huérfanos de parís, no le gustaba ver a los pequeños en la calle mendigando comida. Aquello para él era pero que una tortura, incluso que quemar sus dos manos por usar un poderoso hechizo de magia eléctrica como el que uso para salvar aquella chica, el abrazo su cintura, con la única mano sana que tenía y termino luego de unos minutos quedar dormido sobre su hombro ,se sentía tan bien y cómodo y no había descansado del todo bien. Que antes de llegar a su destino ya estaba dormitando plácidamente.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Todavía incapaz de pensar con claridad ante la impulsiva invitación propuesta al joven, tardé en reaccionar cuando éste entre muecas de dolor se levantó del suelo colocándose a mi lado. Hasta que no se acercó a mí no me percaté de que era bastante más alto que yo (aunque esto no era muy complicado), con un atlético cuerpo y un hermoso rostro que debía de traer a todas las mujeres de París haciendo cola tras él. Negué con la cabeza por el rumbo que estaban tomando mis pensamientos, probablemente promovidos por la falta de descanso y algún golpe en la cabeza que me debía de haber llevado la noche anterior; o esas fueron las razones que me dí a mí misma tratando de justificar que mi curiosidad por Kalen tenía que tener una explicación racional.
-¿Un té?- pregunté con curiosidad al tiempo que ladeaba la cabeza. Lo que yo necesitaba no era un té, sino sacarme de la cabeza a ese inmortal que no solo me había robado una parte de mi corazón, sino que cada noche se apoderaba de mis sueños.- Tal vez tenga que probarlo; me vendría bien descansar alguna noche para variar. Y por supuesto que mi invitación sigue en pie. Recuerda que llevo dagas de plata en el caso de que resultes peligroso.- respondí divertida, comenzando a caminar hacia mi montura tras guiñarle el ojo con complicidad. Ladeé ligeramente la cabeza, esperando que nuestras miradas se cruzasen y pudiese ver en la mía la sinceridad de mis palabras.- Y aunque creas que no te debo nada, te equivocas. Si no llega a ser por ti, mis fuerzas hubiesen menguado en esa gruta hasta el punto de ser atrapada por los licántropos.
Volví a centrar mi vista en el camino, guiándolo hasta un riachuelo próximo donde imaginaba que estaría mi caballo, el cual estaba más que acostumbrado a pastar en libertad mientras yo no lo necesitase. Sus repentinas preguntas me pillaron desprevenida, deteniéndome durante unos segundos para mirarle de nuevo al contestarle.- Como bien presupones no soy parisense, sino escocesa. Podríamos decir que estoy aquí por motivos de trabajo, aunque realmente lo que me trajo a esta preciosa ciudad fue un sentimiento tan básico como la venganza.
Ladeé la cabeza desconcertada cuando tras darme algo de información sobre la razón de encontrarse él en la capital francesa realizó un gesto que me dejó del todo boquiabierta. Como si de un milagro se tratase, una colorida mariposa salió de detrás de mi oreja, como si hubiese estado allí todo el tiempo. La miré hipnotizada por la belleza de la misma, y sonreí al darme cuenta como un gesto tan sencillo me había hecho volver a sentir niña otra vez. Con razón no portaba armas, porque no era cazador.- ¿Eres un ilusionista o algo así? Cuando era pequeña mi padre me llevó una vez al circo, y había un mago que hacía trucos similares.- apunté dedicándole una cálida sonrisa, al tiempo que sentía como el hocico de mi caballo golpeaba mi espalda desde atrás.
El noble animal, que por desgracia estaba más que acostumbrado a portar heridos, se agachó levemente para permitir que ambos subiésemos sin esfuerzo. De un pequeño salto y sujetándome de las riendas, me coloqué a horcajadas sobre éste, dejando un espacio considerable para Kalen. Alargué mi mano hasta él, esperando que la aceptase para ayudarle a montarse sobre éste.
-No soy pobre, aunque tampoco soy rica. Podríamos decir que consigo mantenerme con lo justo y que cada día intento ganarme el pan con pequeños encargos de algunos ciudadanos.- pronuncié al mismo tiempo que me recolocaba en la silla, acariciando las crines del caballo. Y pensar que algunas mujeres me pagaban solo por el hecho de espiar a su marido y comprobar si les eran infieles. Negué con la cabeza incrédula por el comportamiento de los nobles. - De todas formas el caballo era de mi padre, yo solamente lo heredé tras su muerte. El gremio de cazadores al que pertenezco en un pequeño pueblo de Escocia es quien se hace responsable de mis gastos de alojamiento y comida. Tengo una misión aquí, y mientras la realizo son ellos quienes me mantienen.
Sabía del esfuerzo que hacían todos ellos para sufragar mis gastos en París, así como las ayudas que también mi familia me enviaba. Era por eso que desde que me había marchado de mi hogar había tratado de encontrar pequeños trabajos que no requiriesen demasiado tiempo; incluso había llegado a encontrar algunos relacionados con mi verdadera profesión.
Me tensé levemente cuando con el movimiento del caballo nuestros cuerpos quedaron pegados el uno al otro. No es el primer hombre con el que cabalgas, me dije a mí misma para tratar de calmarme y que no se percatase de que mi respiración se estaba volviendo entrecortada; claro que el otro hombre con el que había montado a caballo era mi padre, y éste no contaba como tal. Pude sentir como las mejillas se me pusieron de mil colores y un ligero sofoco recorrió todo mi ser cuando su mano rodeó mi cintura pegando su pecho a mi espalda. Agradecí sobremanera que el caballo trotase solo camino al motel, puesto que en ese momento mi mente era incapaz de dislucir algo que no fuese la cercanía de su cuerpo.
Suspiré ligeramente cuando sentí como su cuerpo se relajaba y su barbilla quedaba apoyada en mi hombro, sin poder evitar sonreir cuando me percaté de que se había dormido apoyado en mí. El resto del camino fui más tranquila, tomando las riendas del animal y obligándolo a ir más despacio; aunque no sabía si la verdadera razón para hacer ésto era que no quería despertarlo con el traqueteo del trote o si lo hacía para poder disfrutar unos minutos más de su abrazo.
-Hemos llegado.- susurré en su oido esbozando una cálida sonrisa, al llegar a la puerta del modesto motel. Tras esperar a que éste desmontase del caballo, bajé de un salto y juntos nos encaminamos hacia la entrada del edificio que por la temprana hora que era su puerta estaba todavía cerrada. La recepcionista nos observó con cara de pocos amigos cuando antes de continuar nuestro camino le encargué un suculento desayuno para dos, haciendo incapié en que deseaba que fuese llevado a la habitación- No le hagas mucho caso, yo creo que está amargada.- apunté entre susurros bromeando mientras ascendiamos por las escaleras hasta llegar a mi habitación que se encontraba en la planta superior del edificio.
Me detuve antes de meter la llave en la cerradura y hacerla girar, mirándolo seriamente.- No te asustes, tal vez esté un poco desordenado. Tuve poco tiempo de arreglarlo antes de salir de caza.- me disculpé con nerviosismo al no recordar como se había quedado la habitación antes de salir a toda prisa la noche anterior, pero conociéndome y sabiendo que si mi madre no estaba cerca para ordenarla estaría todo como si un tornado hubiese pasado por allí. Suspiré ligeramente antes de abrir la puerta, cruzando el umbral de ésta y echándome a un lado para darle paso a Kalen.Cerré ésta tras él, rezando todo lo que sabía para que no se asustase y saliese de allí corriendo.
-¿Un té?- pregunté con curiosidad al tiempo que ladeaba la cabeza. Lo que yo necesitaba no era un té, sino sacarme de la cabeza a ese inmortal que no solo me había robado una parte de mi corazón, sino que cada noche se apoderaba de mis sueños.- Tal vez tenga que probarlo; me vendría bien descansar alguna noche para variar. Y por supuesto que mi invitación sigue en pie. Recuerda que llevo dagas de plata en el caso de que resultes peligroso.- respondí divertida, comenzando a caminar hacia mi montura tras guiñarle el ojo con complicidad. Ladeé ligeramente la cabeza, esperando que nuestras miradas se cruzasen y pudiese ver en la mía la sinceridad de mis palabras.- Y aunque creas que no te debo nada, te equivocas. Si no llega a ser por ti, mis fuerzas hubiesen menguado en esa gruta hasta el punto de ser atrapada por los licántropos.
Volví a centrar mi vista en el camino, guiándolo hasta un riachuelo próximo donde imaginaba que estaría mi caballo, el cual estaba más que acostumbrado a pastar en libertad mientras yo no lo necesitase. Sus repentinas preguntas me pillaron desprevenida, deteniéndome durante unos segundos para mirarle de nuevo al contestarle.- Como bien presupones no soy parisense, sino escocesa. Podríamos decir que estoy aquí por motivos de trabajo, aunque realmente lo que me trajo a esta preciosa ciudad fue un sentimiento tan básico como la venganza.
Ladeé la cabeza desconcertada cuando tras darme algo de información sobre la razón de encontrarse él en la capital francesa realizó un gesto que me dejó del todo boquiabierta. Como si de un milagro se tratase, una colorida mariposa salió de detrás de mi oreja, como si hubiese estado allí todo el tiempo. La miré hipnotizada por la belleza de la misma, y sonreí al darme cuenta como un gesto tan sencillo me había hecho volver a sentir niña otra vez. Con razón no portaba armas, porque no era cazador.- ¿Eres un ilusionista o algo así? Cuando era pequeña mi padre me llevó una vez al circo, y había un mago que hacía trucos similares.- apunté dedicándole una cálida sonrisa, al tiempo que sentía como el hocico de mi caballo golpeaba mi espalda desde atrás.
El noble animal, que por desgracia estaba más que acostumbrado a portar heridos, se agachó levemente para permitir que ambos subiésemos sin esfuerzo. De un pequeño salto y sujetándome de las riendas, me coloqué a horcajadas sobre éste, dejando un espacio considerable para Kalen. Alargué mi mano hasta él, esperando que la aceptase para ayudarle a montarse sobre éste.
-No soy pobre, aunque tampoco soy rica. Podríamos decir que consigo mantenerme con lo justo y que cada día intento ganarme el pan con pequeños encargos de algunos ciudadanos.- pronuncié al mismo tiempo que me recolocaba en la silla, acariciando las crines del caballo. Y pensar que algunas mujeres me pagaban solo por el hecho de espiar a su marido y comprobar si les eran infieles. Negué con la cabeza incrédula por el comportamiento de los nobles. - De todas formas el caballo era de mi padre, yo solamente lo heredé tras su muerte. El gremio de cazadores al que pertenezco en un pequeño pueblo de Escocia es quien se hace responsable de mis gastos de alojamiento y comida. Tengo una misión aquí, y mientras la realizo son ellos quienes me mantienen.
Sabía del esfuerzo que hacían todos ellos para sufragar mis gastos en París, así como las ayudas que también mi familia me enviaba. Era por eso que desde que me había marchado de mi hogar había tratado de encontrar pequeños trabajos que no requiriesen demasiado tiempo; incluso había llegado a encontrar algunos relacionados con mi verdadera profesión.
Me tensé levemente cuando con el movimiento del caballo nuestros cuerpos quedaron pegados el uno al otro. No es el primer hombre con el que cabalgas, me dije a mí misma para tratar de calmarme y que no se percatase de que mi respiración se estaba volviendo entrecortada; claro que el otro hombre con el que había montado a caballo era mi padre, y éste no contaba como tal. Pude sentir como las mejillas se me pusieron de mil colores y un ligero sofoco recorrió todo mi ser cuando su mano rodeó mi cintura pegando su pecho a mi espalda. Agradecí sobremanera que el caballo trotase solo camino al motel, puesto que en ese momento mi mente era incapaz de dislucir algo que no fuese la cercanía de su cuerpo.
Suspiré ligeramente cuando sentí como su cuerpo se relajaba y su barbilla quedaba apoyada en mi hombro, sin poder evitar sonreir cuando me percaté de que se había dormido apoyado en mí. El resto del camino fui más tranquila, tomando las riendas del animal y obligándolo a ir más despacio; aunque no sabía si la verdadera razón para hacer ésto era que no quería despertarlo con el traqueteo del trote o si lo hacía para poder disfrutar unos minutos más de su abrazo.
-Hemos llegado.- susurré en su oido esbozando una cálida sonrisa, al llegar a la puerta del modesto motel. Tras esperar a que éste desmontase del caballo, bajé de un salto y juntos nos encaminamos hacia la entrada del edificio que por la temprana hora que era su puerta estaba todavía cerrada. La recepcionista nos observó con cara de pocos amigos cuando antes de continuar nuestro camino le encargué un suculento desayuno para dos, haciendo incapié en que deseaba que fuese llevado a la habitación- No le hagas mucho caso, yo creo que está amargada.- apunté entre susurros bromeando mientras ascendiamos por las escaleras hasta llegar a mi habitación que se encontraba en la planta superior del edificio.
Me detuve antes de meter la llave en la cerradura y hacerla girar, mirándolo seriamente.- No te asustes, tal vez esté un poco desordenado. Tuve poco tiempo de arreglarlo antes de salir de caza.- me disculpé con nerviosismo al no recordar como se había quedado la habitación antes de salir a toda prisa la noche anterior, pero conociéndome y sabiendo que si mi madre no estaba cerca para ordenarla estaría todo como si un tornado hubiese pasado por allí. Suspiré ligeramente antes de abrir la puerta, cruzando el umbral de ésta y echándome a un lado para darle paso a Kalen.Cerré ésta tras él, rezando todo lo que sabía para que no se asustase y saliese de allí corriendo.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Kalen haba dormitado bastante en la espalda de la joven, su gasto de energía aparte de las consecuencias de su hechizo eran notorias, pero este había disfrutado de aquella pequeña siesta a veces parecía querer acomodarse mas en su hombro acariciando este y su cintura también, de donde se había sujetado todo aquel tiempo. Hasta que La dulce voz de la chica le despertó estaba algo medio tonto cuando lo hizo, tenia cara de un dormilón, bostezando cuando, esta le menciono que estaban allí le dio por desesperarse pero el dolor de su brazo lo detuvo, al igual que casi se cae del caballo al intentar hacerlo, se vio obligado a agarrarse de ella de nuevo, despertando de golpe no existía mejor remedio que el susto para despertar a alguien que se encontraba ya casi en el séptimo sueño, no tenia intención de despertar si hubiera tenido la oportunidad le diría que quería seguir allí durmiendo. Este si tuvo que abrazarse fuerte de ella de nuevo y luego de unos segundos, entendió que tenia que bajar del caballo, por que habían llegado a su destino.
-Perdona por lo de recién, me había olvidado totalmente que estaba montado a caballo.
Menciono con bastante pena cuando termino de bajar mientras sacudía sus cabellos, con la mano que tenia libre, este espero que ella estuviera lista, para luego moverse detrás de la joven observando que estaban en una zona de parís, que tenia que ver con los moteles y lugares para estar de reposo a los visitantes, tenia razón ella no era de allí el tampoco para nada, pero que mas se podía ser eran dos almas viajantes que se habían cruzado. Este sonrió levemente no podía decirle que en realidad no era un ilusionista sino un mago, un hechicero o brujo como quisiera llamarlo de esos que realizaban hechizos y lo que ella no había visto en la noche, había sido un conjuro invocando al elemental de la electricidad y que el precio había sido su brazo.
Este siguió a la chica tranquilamente, viendo como la mujer que estaba atendiendo no era muy simpática, el se rió al escuchar lo que ella mencionaba y viendo que se detenían en una de las puertas se recostó en la pared, escuchando el aviso que esta le hacia por le hecho detener todo desordenado a lo que el negó levemente cerrando los ojos con tranquilidad.
-No te preocupes yo hace años no se lo que es tener una habitación, vivo mayormente en la calle o en tiendas ayudando a los gitanos en los circos, y si soy algo parecido a un ilusionista busco ganarme la vida en las calles, no es gran cosa a decir verdad.
Entro cuando la chica, le dejo a un lado para ver que se trataba de una habitación bastante simple, seguramente de lo mas genérico que existía, pero el no era quien para poder decirle a ella algo, que ni tenia un lecho para dormir en la noche, solía alquilar algún día cuando las ganancias eran buenas para el. Camino por aquel recinto tranquilamente para luego girarse mirándola y sonriendo amplia mente.
-Tienes un hermoso lugar, seguramente debe tener armas escondidas por todos los lados no??, te molesta si uso el baño para revisarme la herida del brazo??
Pregunto buscándolo con la mirada, el lugar que ella usara como baño el estaba sintiendo que la herida no le quedaba mucho, pero ahora pasaría por el rato mas feo, estaba viendo como parte del brazo ya estaba negro, tenia que cubrirselo mejor, para que no se notara el estado de su brazo, en cuanto le dijera donde estaba entraría a cerrar la puerta y descubrirse el brazo entre quejidos ahogados para que ella no lo sintiera y su respiración agitada.
-Perdona por lo de recién, me había olvidado totalmente que estaba montado a caballo.
Menciono con bastante pena cuando termino de bajar mientras sacudía sus cabellos, con la mano que tenia libre, este espero que ella estuviera lista, para luego moverse detrás de la joven observando que estaban en una zona de parís, que tenia que ver con los moteles y lugares para estar de reposo a los visitantes, tenia razón ella no era de allí el tampoco para nada, pero que mas se podía ser eran dos almas viajantes que se habían cruzado. Este sonrió levemente no podía decirle que en realidad no era un ilusionista sino un mago, un hechicero o brujo como quisiera llamarlo de esos que realizaban hechizos y lo que ella no había visto en la noche, había sido un conjuro invocando al elemental de la electricidad y que el precio había sido su brazo.
Este siguió a la chica tranquilamente, viendo como la mujer que estaba atendiendo no era muy simpática, el se rió al escuchar lo que ella mencionaba y viendo que se detenían en una de las puertas se recostó en la pared, escuchando el aviso que esta le hacia por le hecho detener todo desordenado a lo que el negó levemente cerrando los ojos con tranquilidad.
-No te preocupes yo hace años no se lo que es tener una habitación, vivo mayormente en la calle o en tiendas ayudando a los gitanos en los circos, y si soy algo parecido a un ilusionista busco ganarme la vida en las calles, no es gran cosa a decir verdad.
Entro cuando la chica, le dejo a un lado para ver que se trataba de una habitación bastante simple, seguramente de lo mas genérico que existía, pero el no era quien para poder decirle a ella algo, que ni tenia un lecho para dormir en la noche, solía alquilar algún día cuando las ganancias eran buenas para el. Camino por aquel recinto tranquilamente para luego girarse mirándola y sonriendo amplia mente.
-Tienes un hermoso lugar, seguramente debe tener armas escondidas por todos los lados no??, te molesta si uso el baño para revisarme la herida del brazo??
Pregunto buscándolo con la mirada, el lugar que ella usara como baño el estaba sintiendo que la herida no le quedaba mucho, pero ahora pasaría por el rato mas feo, estaba viendo como parte del brazo ya estaba negro, tenia que cubrirselo mejor, para que no se notara el estado de su brazo, en cuanto le dijera donde estaba entraría a cerrar la puerta y descubrirse el brazo entre quejidos ahogados para que ella no lo sintiera y su respiración agitada.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
La confesión del joven sobre su habitual modo de vida no hizo más que llamar mi atención sobre él, si es que ya no lo había hecho bastante. Jamás hubiese dicho que ese chico de intensa mirada y embriagadora sonrisa pudiese dormir a la intemperie noche sí, noche también; lo que me hizo preguntarme qué fue lo que le llevó a dejar su hogar para malvivir de esa forma. Yo misma estaba acostumbrada a dormir bajo raso en bosques o cuevas cuando alguna partida de caza se alargaba más de lo previsto, pero echaba tanto de menos un cómodo lecho donde dormir que al volver me pasaba varios días enteros durmiendo.
Tras un rápido vistazo a la habitación, comprobé que no estaba tan desordenada como había creído en un principio y que dentro de que había ropa mía tirada por doquier, podía haber sido mucho peor. Miré de reojo como Kalen caminaba pacientemente por el interior del dormitorio, observando todo a su paso pero sin profundizar meticulosamente en el contenido de éste.
-Supones bien, Kalen. En este cuarto hay muchas más armas de las que puedas imaginar, pero no te preocupes, en principio no es mi intención usarlas contra ti.- respondí con una amplia sonrisa, esperando que se lo tomase como la broma que era y no como una amenaza. No se me daba bien esto de tratar con seres del sexo opuesto si no los iba a matar después, y como esperaba que éste no fuese el caso, me sentía del todo perdida.
Miré en dirección al cuarto de baño al tras escuchar su pregunta. Era obvio que quisiese comprobar cuanto antes el estado de la herida de su brazo, que por cierto todavía desconocía como se la había hecho.- Eres mi invitado, puedes usar lo que te plazca. -respondí risueña mirando por encima su brazo que mantenía pegado al pecho.- Excepto mi ropa interior, me resultaría un poco extraño que hicieses eso.
Tuve que morderme el labio inferior para no reírme de mi propia estupidez. No sabía porque reaccionaba así con él, pero como continuase en ese camino Kalen pensaría que estaba tonta, loca de atar o quizás ambas. Lo seguí con la mirada mientras recorrió el espacio que le llevó hasta el pequeño cuarto de aseo con el que contaba la habitación, suspirando lentamente cuando cerró la puerta tras él.
Como si me hubiesen colocado un cohete en la espalda, comencé a recoger lo más rápido que pude toda la ropa que estaba desperdigada por la habitación, metiéndolo bajo la cama con la promesa a mí misma que en algún momento lo sacaría de allí y ordenaría todo aquel desastre.
Minutos después de que Kalen entrase en el aseo, llamaron insistentemente a la puerta. Tras comprobar que era la recepcionista de abajo con su especial carácter, la dejé pasar para que dispusiese un completo desayuno sobre una pequeña mesa de madera que se hallaba frente a la ventana, y tras darle unas monedas por la molestia antes de que se marchase, me acerqué a la puerta del baño con la intención de avisarle de que el desayuno estaba listo.
-Disculpa Kalen, te traigo unas toallas por si te quieres lavar antes de desayunar.- apunté tímidamente, entreabriendo la puerta para asomar con disimulo la cabeza. El joven estaba de espaldas y apenas podía ver nada, pero desde que había entrado en allí un silencio sepulcral nos había envuelto.- ¿Estás bien? ¿Me dejas que te ayude? He curado heridas muchas veces.- susurré desconcertada, colocando la mano sobre su hombro.
Tras un rápido vistazo a la habitación, comprobé que no estaba tan desordenada como había creído en un principio y que dentro de que había ropa mía tirada por doquier, podía haber sido mucho peor. Miré de reojo como Kalen caminaba pacientemente por el interior del dormitorio, observando todo a su paso pero sin profundizar meticulosamente en el contenido de éste.
-Supones bien, Kalen. En este cuarto hay muchas más armas de las que puedas imaginar, pero no te preocupes, en principio no es mi intención usarlas contra ti.- respondí con una amplia sonrisa, esperando que se lo tomase como la broma que era y no como una amenaza. No se me daba bien esto de tratar con seres del sexo opuesto si no los iba a matar después, y como esperaba que éste no fuese el caso, me sentía del todo perdida.
Miré en dirección al cuarto de baño al tras escuchar su pregunta. Era obvio que quisiese comprobar cuanto antes el estado de la herida de su brazo, que por cierto todavía desconocía como se la había hecho.- Eres mi invitado, puedes usar lo que te plazca. -respondí risueña mirando por encima su brazo que mantenía pegado al pecho.- Excepto mi ropa interior, me resultaría un poco extraño que hicieses eso.
Tuve que morderme el labio inferior para no reírme de mi propia estupidez. No sabía porque reaccionaba así con él, pero como continuase en ese camino Kalen pensaría que estaba tonta, loca de atar o quizás ambas. Lo seguí con la mirada mientras recorrió el espacio que le llevó hasta el pequeño cuarto de aseo con el que contaba la habitación, suspirando lentamente cuando cerró la puerta tras él.
Como si me hubiesen colocado un cohete en la espalda, comencé a recoger lo más rápido que pude toda la ropa que estaba desperdigada por la habitación, metiéndolo bajo la cama con la promesa a mí misma que en algún momento lo sacaría de allí y ordenaría todo aquel desastre.
Minutos después de que Kalen entrase en el aseo, llamaron insistentemente a la puerta. Tras comprobar que era la recepcionista de abajo con su especial carácter, la dejé pasar para que dispusiese un completo desayuno sobre una pequeña mesa de madera que se hallaba frente a la ventana, y tras darle unas monedas por la molestia antes de que se marchase, me acerqué a la puerta del baño con la intención de avisarle de que el desayuno estaba listo.
-Disculpa Kalen, te traigo unas toallas por si te quieres lavar antes de desayunar.- apunté tímidamente, entreabriendo la puerta para asomar con disimulo la cabeza. El joven estaba de espaldas y apenas podía ver nada, pero desde que había entrado en allí un silencio sepulcral nos había envuelto.- ¿Estás bien? ¿Me dejas que te ayude? He curado heridas muchas veces.- susurré desconcertada, colocando la mano sobre su hombro.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Este no pudo evitar reírse levemente por lo que ella mencionaba, si era cierto pensó cuando entro al baño que el se había metido en la boca de un lobo prácticamente, no sabia que tanto esta chica odiaba a los brujos como para cortarle la cabeza o quemarlo vivo en caso que lo descubriera, por eso lo mejor era mantenerse con perfil bajo hasta poder librarse de ella pensó, hasta estar lo suficientemente alejado del peligro de una cazadora para actuar con libertad. Pero no negaría que la joven le caía bastante simpática y no era tan amargada como otros cazadores que había conocido el joven. Siempre tenían un razón para enloquecer y ser muy muy amargados y destructores, creía que precisaban de esa armadura para hacer lo que hacían. Todo esto lo pensó mientras estaba desvendando la herida, viendo que su brazo se había vuelto negro como el carbón, este estaba totalmente energizado desde donde había empezado la descarga hasta donde estaba sus dedos, pero podía moverlos, era como si tuviera una inmensa quemadura, pero a la vez su mano estuviera funcional de forma normal, rechisto levemente tenia que cubrirlo de nuevo y esperar. Cerro sus ojos usando un encantamiento visual, para poder ocultar aquella negrura en su mano. Escuchando la voz de la chica poniéndose algo nervioso por eso.
-No no te preocupes ya esta mejor bastante mejor.
Dijo suspirando y la mano se dejo ver ahora un poco mas "normal" ya que no estaba toda negra sino quemada en varios lugares y con alguna cicatrices pero que no había pasado mas de eso, suspiro levemente mirándola, para extender su mano para luego observarla.
-Algo para vendar mi mano así queda totalmente cubierta, vendas debes tener no???
Pregunto este teniendo una idea si cubría la totalidad de su mano al completo, asegurándose que nada quedara a la vista, esto le permitiría de cierta forma poder cancelar el hechizo visual de su herida, pudiendo ahorrarse el dolor de cabeza eterno que tendría por mantener aquella ilusión demasiado tiempo. Este había intentado lavarlo, pero cuando lo hizo el agua salio negra y seguía el mismo color en su brazo. Suspiro levemente y al tener lo que había pedido, comenzó con cuidado a envolverla y dejo que ella le ayudara a darle una mano.
-Gracias por esto, siento utilizar tus vendas
Dijo casi en broma, pero era cierto ella era una cazadora, le estaba gastando sus suministro, en cuanto toda su mano estuvo encerrada en aquella venda, este cerro los ojos y concentrándose elimino la ilusión, dejando que la mano se volviera toda negra nuevamente, pero no lo verían a menos que desvendara esta, sintió una leve punzada en su cabeza, por la ilusión el precio a pagar por ella.
-Comeremos algo, no quiero molestarte con esto o gastar tu dinero para la comida.
Menciono sintiéndose levemente culpable el no quería causarle daño a ella ni tampoco ser una carga para la joven, haciéndole gastar mas de lo que ella tenia por ayudarlo a el, ya tendría el que buscar una forma de arreglárselas, aunque estaba realmente hambriento y el olor a la comida, le estaba debilitando.
-No no te preocupes ya esta mejor bastante mejor.
Dijo suspirando y la mano se dejo ver ahora un poco mas "normal" ya que no estaba toda negra sino quemada en varios lugares y con alguna cicatrices pero que no había pasado mas de eso, suspiro levemente mirándola, para extender su mano para luego observarla.
-Algo para vendar mi mano así queda totalmente cubierta, vendas debes tener no???
Pregunto este teniendo una idea si cubría la totalidad de su mano al completo, asegurándose que nada quedara a la vista, esto le permitiría de cierta forma poder cancelar el hechizo visual de su herida, pudiendo ahorrarse el dolor de cabeza eterno que tendría por mantener aquella ilusión demasiado tiempo. Este había intentado lavarlo, pero cuando lo hizo el agua salio negra y seguía el mismo color en su brazo. Suspiro levemente y al tener lo que había pedido, comenzó con cuidado a envolverla y dejo que ella le ayudara a darle una mano.
-Gracias por esto, siento utilizar tus vendas
Dijo casi en broma, pero era cierto ella era una cazadora, le estaba gastando sus suministro, en cuanto toda su mano estuvo encerrada en aquella venda, este cerro los ojos y concentrándose elimino la ilusión, dejando que la mano se volviera toda negra nuevamente, pero no lo verían a menos que desvendara esta, sintió una leve punzada en su cabeza, por la ilusión el precio a pagar por ella.
-Comeremos algo, no quiero molestarte con esto o gastar tu dinero para la comida.
Menciono sintiéndose levemente culpable el no quería causarle daño a ella ni tampoco ser una carga para la joven, haciéndole gastar mas de lo que ella tenia por ayudarlo a el, ya tendría el que buscar una forma de arreglárselas, aunque estaba realmente hambriento y el olor a la comida, le estaba debilitando.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Con cierta curiosidad y corriendo el peligro de que me llamase la atención por meterme en asuntos que no eran de mi incumbencia, rodeé a Kalen hasta ponerme frente a él, fijando sin disimulo alguno la mirada en esa quemadura que cada vez me tenía más en vilo.
-Tienes razón, parece que está mejor. El ungüento que preparaste resultó ser efectivo.- respondí casi en un susurro, mientras mi atención no se desviaba del brazo del joven.
Asentí con la cabeza ante su petición, alejándome unos pasos hasta un pequeño mueble de madera dentro del mismo aseo donde guardaba todos los útiles para las emergencias, que por desgracia no eran pocas. Tras coger un par de vendas me acerqué de nuevo hasta él, y sin esperar que me pidiese ayuda comencé a vendar ese brazo quemado de la forma más extraña que había visto en toda mi vida. Mis dedos rozaban ligeramente su piel a cada vuelta de la pequeña tela que poco a poco iba cubriendo la totalidad de la herida, y en cada roce, un curioso presentimiento de que se me estaba escapando algo afloraba en mí.
Negué con la cabeza, esbozando una tímida sonrisa cuando de nuevo pidió disculpas por hacer uso de mi hospitalidad. ¿Qué le sucedía a ese joven que pensaba que para mí todo podía ser una molestia o un sacrificio?- No te preocupes, tengo casi el mismo arsenal de vendas, alcohol para desinfectar e hilo para coserme, que de armas. Desgraciadamente lo suelo usar bastante y un viejo conocido de mi padre trabaja en un hospital, así que no tengo problemas para conseguirlas.- le expliqué distraída mientras mis manos anudaban con destreza el final de esa venda que dejaba cubierto su antebrazo.
Durante unos segundos que permanecimos en silencio ambos acudimos hasta la mesa donde descansaba el desayuno. Cogí un pequeño bollo y una taza de chocolate caliente, tomando asiento después en la cama desde lo observaba con atención.- ¿Sabes? Deberías dejar de disculparte o pensar que tu presencia aquí pueda molestarme. Me has dicho antes que llevas tiempo sin saber lo que es dormir en una habitación y que sobrevives de lo que te ganas como ilusionista, ¿no?- esperé pacientemente a que me confirmase algo que ya sabía, puesto que minutos antes él mismo me lo había explicado. Di un ligero mordisco al bollo recién hecho, y soplé al chocolate esperando ansiosa que se enfriase. Estaba hambrienta, y porque negarlo, deseando terminar de desayunar para poder dormir un rato. Había sido una noche larga y de lo más extraña.
-Tal vez pienses que estoy loca, pero no se me ocurre otra mejor forma de agradecerte que me salvases la vida anoche en el bosque que ofreciéndote ahora mi ayuda. Tal vez no sea mucho, pero todo lo que tengo lo pongo a tu disposición. Puedes quedarte a dormir aquí. Haremos turnos para dormir si así te sientes más cómodo. Y no te preocupes por la comida, donde come uno comen dos.
Busqué la complicidad en su mirada, nerviosa por lo que acababa de plantearle. Era posible que el inmortal hubiese terminado haciendo puré con mi cerebro y por eso ahora era incapaz de razonar con lógica; pero lo que si sabía es que quería poder devolverle con creces a Kalen su valentía de haberse interpuesto entre esos licántropos y yo, salvándome de una muerte segura.
-Tienes razón, parece que está mejor. El ungüento que preparaste resultó ser efectivo.- respondí casi en un susurro, mientras mi atención no se desviaba del brazo del joven.
Asentí con la cabeza ante su petición, alejándome unos pasos hasta un pequeño mueble de madera dentro del mismo aseo donde guardaba todos los útiles para las emergencias, que por desgracia no eran pocas. Tras coger un par de vendas me acerqué de nuevo hasta él, y sin esperar que me pidiese ayuda comencé a vendar ese brazo quemado de la forma más extraña que había visto en toda mi vida. Mis dedos rozaban ligeramente su piel a cada vuelta de la pequeña tela que poco a poco iba cubriendo la totalidad de la herida, y en cada roce, un curioso presentimiento de que se me estaba escapando algo afloraba en mí.
Negué con la cabeza, esbozando una tímida sonrisa cuando de nuevo pidió disculpas por hacer uso de mi hospitalidad. ¿Qué le sucedía a ese joven que pensaba que para mí todo podía ser una molestia o un sacrificio?- No te preocupes, tengo casi el mismo arsenal de vendas, alcohol para desinfectar e hilo para coserme, que de armas. Desgraciadamente lo suelo usar bastante y un viejo conocido de mi padre trabaja en un hospital, así que no tengo problemas para conseguirlas.- le expliqué distraída mientras mis manos anudaban con destreza el final de esa venda que dejaba cubierto su antebrazo.
Durante unos segundos que permanecimos en silencio ambos acudimos hasta la mesa donde descansaba el desayuno. Cogí un pequeño bollo y una taza de chocolate caliente, tomando asiento después en la cama desde lo observaba con atención.- ¿Sabes? Deberías dejar de disculparte o pensar que tu presencia aquí pueda molestarme. Me has dicho antes que llevas tiempo sin saber lo que es dormir en una habitación y que sobrevives de lo que te ganas como ilusionista, ¿no?- esperé pacientemente a que me confirmase algo que ya sabía, puesto que minutos antes él mismo me lo había explicado. Di un ligero mordisco al bollo recién hecho, y soplé al chocolate esperando ansiosa que se enfriase. Estaba hambrienta, y porque negarlo, deseando terminar de desayunar para poder dormir un rato. Había sido una noche larga y de lo más extraña.
-Tal vez pienses que estoy loca, pero no se me ocurre otra mejor forma de agradecerte que me salvases la vida anoche en el bosque que ofreciéndote ahora mi ayuda. Tal vez no sea mucho, pero todo lo que tengo lo pongo a tu disposición. Puedes quedarte a dormir aquí. Haremos turnos para dormir si así te sientes más cómodo. Y no te preocupes por la comida, donde come uno comen dos.
Busqué la complicidad en su mirada, nerviosa por lo que acababa de plantearle. Era posible que el inmortal hubiese terminado haciendo puré con mi cerebro y por eso ahora era incapaz de razonar con lógica; pero lo que si sabía es que quería poder devolverle con creces a Kalen su valentía de haberse interpuesto entre esos licántropos y yo, salvándome de una muerte segura.
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
El brujo noto que sus disculpas y pedidos, prácticamente para poder volarse de allí no estaban funcionando últimamente no estaba logrando nada de lo que se proponía, pero suspiro levemente cuando esta menciono que dejara de hacerlo, tenia razón ella no le dejaría de lado, era un cazadora de gran corazón o demasiado ingenua pensó, ya que ni asegurarse si no era otra criatura mística, pero asintiendo levemente se dio cuenta que quizás ello ya lo hubiera descarto, vampiro no por que caminaron a la luz del sol y eso de ser otro lobo seria imposible, ya que en la luna no se había transformado, pero podría ser un cambiante o brujo, que a final de cuenta eso era lo que el era.
-Así es, trato de impresionar al a gente para que me de el pan de cada día.
Menciono aceptando su destino, desde que había comenzado a vagar por toda Europa, debido al hecho de no poder contar con un lugar para vivir lo único que conocía como tal, lo tuvo que abandonar cuando perdió el control de su poder oscuro, aquel que le hacia maldecir cada día su magia y su poder oscuro la voluntad del diablo.
Este alzo la vista escuchando su propuesta o mas bien la invitación que esta le daba, de poder dormir en una cama confortable y en compartir la comida. Tomo un pedacito de pan mas y se sentó en un lugar que pudo ver apto para tal acto y la miro, este no podía aceptar eso así como así.
-Acepto la propuesta con una condición, te ayudare con lo poco que gane te lo daré para pagar parte del lugar donde nos quedemos, no pienso quedarme de gratis ademas me contaste que hay gente que se hacer cargo de tus gastos, de los tuyos no de los míos así que no seria justo que yo pasara de eso, en ese caso acepto y creo que tu cazas de noche no?
Pregunto sobre lo que ella mencionaba, sobre el hecho de turnarse para el no era problema incluso dormir con ella, aunque pareciera bastante raro aquello con tal de poder ambos compartir un lecho, el no se quedaría durmiendo y que ella estuviera en algún lugar menos cómodo, ademas los cazadores dependían de su buena condición física y mental para cumplir sus objetivos, si quería que ella regresara viva.
-Así es, trato de impresionar al a gente para que me de el pan de cada día.
Menciono aceptando su destino, desde que había comenzado a vagar por toda Europa, debido al hecho de no poder contar con un lugar para vivir lo único que conocía como tal, lo tuvo que abandonar cuando perdió el control de su poder oscuro, aquel que le hacia maldecir cada día su magia y su poder oscuro la voluntad del diablo.
Este alzo la vista escuchando su propuesta o mas bien la invitación que esta le daba, de poder dormir en una cama confortable y en compartir la comida. Tomo un pedacito de pan mas y se sentó en un lugar que pudo ver apto para tal acto y la miro, este no podía aceptar eso así como así.
-Acepto la propuesta con una condición, te ayudare con lo poco que gane te lo daré para pagar parte del lugar donde nos quedemos, no pienso quedarme de gratis ademas me contaste que hay gente que se hacer cargo de tus gastos, de los tuyos no de los míos así que no seria justo que yo pasara de eso, en ese caso acepto y creo que tu cazas de noche no?
Pregunto sobre lo que ella mencionaba, sobre el hecho de turnarse para el no era problema incluso dormir con ella, aunque pareciera bastante raro aquello con tal de poder ambos compartir un lecho, el no se quedaría durmiendo y que ella estuviera en algún lugar menos cómodo, ademas los cazadores dependían de su buena condición física y mental para cumplir sus objetivos, si quería que ella regresara viva.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 16/04/2017
Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Si hasta entonces había pensado que yo era terca y testaruda es porque no había conocido antes a Kalen. Empecinado en no dejar que le devolviese el favor de la forma que le había propuesto, añadió un requisito que me vi obligada a aceptar, en parte, si quería que aquella negociación llegase a su fin.
-Me parece buena idea que parte de lo que ganes lo inviertas en nuestra comida, al igual que haré yo con lo que obtenga de los pequeños encargos a los que me dedico. Del alojamiento no debes preocuparte, ya buscaremos la forma en que sigan cobrando esta habitación como si solo la siguiese ocupando una persona, por lo que el precio no variará. Mi gremio sigue pagando mi alojamiento, no el tuyo. Lo único que cambia es si yo decido compartirlo o no.- apunté tratando de buscar un razonamiento lógico a todo aquello que nos permitiese llegar a un acuerdo. No había engaño ninguno hacia los de mi consejo; ellos abonarían mi estancia en París en un económico hostal, y nadie averiguaría que en aquella habitación descansaba más de una persona. Además, si Kalen hubiese podido pagarse alojamiento, no estaría durmiendo en la calle o en circos gitanos, pensé.
La siguiente pregunta me pilló un tanto de improvisto. Si no era cazador como había supuesto en un principio, ¿cómo es que había luchado contra un lican y ahora hablaba de mi forma de vida como si estuviese habituado a ello? Ladeé ligeramente la cabeza, observando con atención de nuevo a ese joven que estaba sentado frente a mí. Sabía que algo se me escapaba, que había algo en él que no era común, pero seguía sin adivinar el qué.
-Si, como bien has dicho cazo de noche, así que durante las horas en que la luna corone el cielo la habitación será solo para ti.- expliqué imaginando que su pregunta iba orientada a saber cuando podría usar la cama.- Habitualmente llego al amanecer y duermo hasta el medio día. De todas formas, no tengo inconveniente en que cada uno ocupe una parte del lecho si en alguna ocasión llegamos a coincidir. Te prometo que ocupo poco espacio y no me muevo demasiado.- sonreí con timidez cuando sentí como cierto rubor subía por mis mejillas, traicionándome una vez más. Quería aparentar alguien segura de sí misma, pero el simple hecho de pensar que estaríamos tan cerca uno del otro si dormíamos juntos hacía que mis mejillas se tornasen rojo fuego.
Me puse en pie para acercarme hasta su posición. Con una pícara sonrisa le tendí mi mano y busqué su mirada.- Entonces, ¿compañeros de aventuras?- pregunté buscando de esa forma haber finalizado las negociaciones y poder irme a dormir cuanto antes. O, ¿sería la primera vez que compartiríamos lecho?
-Me parece buena idea que parte de lo que ganes lo inviertas en nuestra comida, al igual que haré yo con lo que obtenga de los pequeños encargos a los que me dedico. Del alojamiento no debes preocuparte, ya buscaremos la forma en que sigan cobrando esta habitación como si solo la siguiese ocupando una persona, por lo que el precio no variará. Mi gremio sigue pagando mi alojamiento, no el tuyo. Lo único que cambia es si yo decido compartirlo o no.- apunté tratando de buscar un razonamiento lógico a todo aquello que nos permitiese llegar a un acuerdo. No había engaño ninguno hacia los de mi consejo; ellos abonarían mi estancia en París en un económico hostal, y nadie averiguaría que en aquella habitación descansaba más de una persona. Además, si Kalen hubiese podido pagarse alojamiento, no estaría durmiendo en la calle o en circos gitanos, pensé.
La siguiente pregunta me pilló un tanto de improvisto. Si no era cazador como había supuesto en un principio, ¿cómo es que había luchado contra un lican y ahora hablaba de mi forma de vida como si estuviese habituado a ello? Ladeé ligeramente la cabeza, observando con atención de nuevo a ese joven que estaba sentado frente a mí. Sabía que algo se me escapaba, que había algo en él que no era común, pero seguía sin adivinar el qué.
-Si, como bien has dicho cazo de noche, así que durante las horas en que la luna corone el cielo la habitación será solo para ti.- expliqué imaginando que su pregunta iba orientada a saber cuando podría usar la cama.- Habitualmente llego al amanecer y duermo hasta el medio día. De todas formas, no tengo inconveniente en que cada uno ocupe una parte del lecho si en alguna ocasión llegamos a coincidir. Te prometo que ocupo poco espacio y no me muevo demasiado.- sonreí con timidez cuando sentí como cierto rubor subía por mis mejillas, traicionándome una vez más. Quería aparentar alguien segura de sí misma, pero el simple hecho de pensar que estaríamos tan cerca uno del otro si dormíamos juntos hacía que mis mejillas se tornasen rojo fuego.
Me puse en pie para acercarme hasta su posición. Con una pícara sonrisa le tendí mi mano y busqué su mirada.- Entonces, ¿compañeros de aventuras?- pregunté buscando de esa forma haber finalizado las negociaciones y poder irme a dormir cuanto antes. O, ¿sería la primera vez que compartiríamos lecho?
Maggie Craig- Cazador Clase Media
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Re: Tardé en aprender a olvidarlo, 19 días y 500 noches [Privado Kalen Gremory]
Kalen suspiro levemente, escuchando lo que ella decía accedió a una cosa pero al parecer pensaba engañar a la gente, con el hecho de que el descansaba allí este asintió levemente con la cabeza, no veía razón para seguir luchando con la joven después de todo estaba mejorando su estilo de vida en parís, era algo que el realmente no tenia planificado, pero era lo bueno de ir sin planes es que todo podía cambiar y sorprender de una forma no muy planificada. Este volvió a escuchar como la joven le mencionaba sus planes que esta estaría en las noches prácticamente fuera y el podría descansar durante ese tiempo en solitario, el brujo no era demasiado nocturno a decir verdad, habrá sido la coincidencia o el destino que un día el estuviera allí, esa noche para ayudarla y ahora ella seria quien lo ayudaría a el.
-Me parece bastante bien la idea, aunque podemos ir cambiando el trato.
Menciono para extender su mano tranquilamente y apretarla con una leve sonrisa en los labios, al ver que la joven estaba accediendo a sus pedidos y el a los arreglos que ella quería hacer, luego de que aquel estrecho de manos termino, el se sentó a comer como si no hubiera mañana, seguramente daría gracia de lo que el estaba haciendo a la joven, pero realmente tenia hambre, el hecho de que ella estuviera dispuesta a aceptar ayuda para la comida, lo dejaba mas tranquilo y como que ahora si se sentía en la libertad de comer mas. Este no se fijo pero seguramente ella debía estar con ganas de dormir, el no podía pensar en eso justamente por la herida y otras cosas que tenia que hacer. Este tomaba y luego mordía con ganas la comida y daba sorbos bastantes profundos, hacia años prácticamente que el no hacia aquello de comer tan bien.
-Me parece bastante bien la idea, aunque podemos ir cambiando el trato.
Menciono para extender su mano tranquilamente y apretarla con una leve sonrisa en los labios, al ver que la joven estaba accediendo a sus pedidos y el a los arreglos que ella quería hacer, luego de que aquel estrecho de manos termino, el se sentó a comer como si no hubiera mañana, seguramente daría gracia de lo que el estaba haciendo a la joven, pero realmente tenia hambre, el hecho de que ella estuviera dispuesta a aceptar ayuda para la comida, lo dejaba mas tranquilo y como que ahora si se sentía en la libertad de comer mas. Este no se fijo pero seguramente ella debía estar con ganas de dormir, el no podía pensar en eso justamente por la herida y otras cosas que tenia que hacer. Este tomaba y luego mordía con ganas la comida y daba sorbos bastantes profundos, hacia años prácticamente que el no hacia aquello de comer tan bien.
Kalen Gremory- Hechicero Clase Baja
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