AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En carne viva.
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En carne viva.
- You wreck me:
Stein Ackerman
Posada Golden Cat
Rue de Saint- Cècile 34
París
Posada Golden Cat
Rue de Saint- Cècile 34
París
Pasó la mano de nuevo por encima de la dirección una vez seca la tinta. Cuando se sentó a escribirla contaba con la determinación de enviarla, hacerlo de una vez por todas, pero un nudo apretado en el pecho la detuvo y la dejó en el cajón cerrándolo con prisa como si quemara, respirando agitadamente. No podía hacerlo. Imposible.
Se dio la vuelta alejándose del cuarto, directa a buscar su abrigo y a enfriar un poco la cabeza en una botella de brandy, demasiadas sensaciones, demasiado estrés.
————————————— ~o0o~————————————
París, 24 de abril de 1810
Querido Stein,
Me tiemblan las manos cuando intento escribir esto que guardo dentro desde hace meses, disculpa mi caligrafía. La palabra "querido" me suena muy impersonal, pero tampoco encuentro otra forma de empezar esto. ¿Cómo se empieza alguien a confesar cuando tiene el alma en carne viva?
Tengo la sensación de que mi vida se ha movido en una vorágine, como si hubiera entrado en un tornado y éste me hubiera escupido semanas después, y así de desorientada me siento. ¿Dónde se han quedado los días en los que te veía en la Sede y pensaba "menudo mentecato"? entonces estaba a salvo. A salvo de tus ojos. A Salvo de tus besos. A salvo de tu lengua ácida que me hace adicta a tu veneno.
¿A dónde se fueron las noches en las que sólo era La Parca y el mundo era el que debía tenerme miedo y no al revés? Sé que no me lees la mente, que has respetado lo que te pedí y no sé si ahora debo agradecértelo o enfadarme porque no lo hicieras, ya que me desgarra decirte todo lo que necesito decirte, tanto que no puedo decirtelo con palabras, mi cobardía me impide hacerlo; cada vez que lo he intentado he acabado callándome a sabiendas de que no era justo para ti.
Tengo miedo, y este miedo no lo he conocido antes. Es un miedo que me paraliza, que me aturde. Tengo miedo de quererte, tanto, que llegue el día en que no pueda volver atrás. Tanto que si desapareces me quede vacía, sin nada. Tengo miedo de regalarte a Faith porque si algún día no estás, ella se irá contigo para siempre.
Tengo tanto miedo de no ser lo que esperas de mi, que no puedo hacer otra cosa que ponerme en lo peor. Quizás no pueda darte hijos, yo, la envidiada Lady Blackmore, la letal Parca, la estrella de la Filarmónica; cuando cualquier gitana podría darte una docena. Por primera vez en mi vida siento lo que es estar al final de la cola, en los puestos de los perdedores, y me angustia pensar que eso te pese, que eso te lleve a la oscuridad porque no tengas razones para quedarte en el lado de la luz. Me aterra que te conviertas en el típico marido hastiado que sólo pasa por casa a fichar, como en el trabajo, pero aprovecha para largarse a cada oportunidad porque no soporta a la mujer con la que duerme.
Si pudiera volver atrás en el tiempo y decirle a Faith que en una semana se iba a casar con Stein Ackerman, sé que se hubiera reido y me hubiera dicho que dejase la bebida. La vida nos ha dado un giro tan inesperado que no sé cómo encajarlo.
No te engañaré, sabes que tengo sentimientos por Corbin, tú también los tienes, y no sé a dónde nos llevará esto. Lo que no puedo olvidar es lo terriblemente generoso que has sido, tan comprensivo que hasta me falta el aliento al escribirlo. Quizás sea porque estoy segura de que con Corbin jamás podría tener una vida en común, una familia, un lugar en la sociedad, que no levanto mis barreras con él. Pero contigo sí puedo tener todo eso, y me aterra la idea de no ser suficiente, de estropearlo, de llegar a tenerlo y perderlo.
No sabía que el miedo podía morderme las entrañas de esta forma, y destruir mi confianza, pero... aquí estamos. Todavía puedes parar toda esta locura, estamos a tiempo de echar marcha atrás y recordar esto el día de mañana como un desmadre que se nos fue de las manos, antes de que sea demasiado tarde, antes de que hipoteques tu vida y la mia sin remedio. Seguirás contado con mi lealtad en cualquiera de los casos, te prometí que si te hundías en la oscuridad no permitiría que ésta te llevase y mis promesas son todo cuanto soy.
Todavía no sé si tendré el valor de mandar esta carta, espero que al cerrarla no se quede en el olvido y sea capaz de hacerlo, porque de lo contrario te casarás con alguien a quien no conozco ahora mismo.
Y como seguramente acabe quemándola como las tres anteriores... Te quiero.
Faith.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/01/2017
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Re: En carne viva.
Stein llegó a la mansión Blackmore con un humor de perros. Había pasado la tarde en la Logia, donde su líder, Cirilla de Rivia, le había explicado punto por punto su deber para con la Orden de Hellsing, deber que por supuesto no incluía casarse con la hermana del capitán.
Las noticias volaban, y nada más enterarse Cirilla le había hecho llamar para cantarle las cuarenta. A Stein le daba bastante igual lo que le dijera aquella bruja, pero al final Aveline iba a estar en lo cierto cuando sugería que a la líder de la Logia le gustaba el alemán.
Meneó la cabeza y subió las escaleras directo al cuarto de Aveline. Tenía ganas de verla, aunque nunca se lo admitiría abiertamente. Entró sin llamar, detalle que solía crispar a la rubia, pero precisamente por eso lo hacía.
- A que no adivinas con quién he pasado la tard...
Entonces se dio cuenta de que estaba solo. Qué raro, todavía olía su perfume, así que no habría tardado en irse. Iba a darse la vuelta para marcharse cuando un detalle captó su atención por el rabillo del ojo. La chimenea ardía como si acabaran de echar algo en ella y olía a papel quemado. ¿Papel quemado?
Stein se acercó a la lumbre y observó las cenizas. Sí, sin duda había tirado algún documento al fuego. No sería muy extraño si su perfume no fuera tan fuerte en aquel cuarto, como si... hubiera salido con prisas. No había anochecido todavía, así que no era hora de caza...
Seguía sin ser demasiado raro pero, ¿Por qué tenía la impresión de que sí lo era?
Empezó a repasar los muebles con la mirada hasta que... bingo. Uno de los cajones del escritorio estaba a medio cerrar. Stein se acercó y lo abrió, para fruncir el ceño cuando vio lo que escondía. ¿Una carta con su nombre?
Era la letra de Faith, sin duda. El alemán cogió aquel sobre, cerrando bien el cajón y sentándose en la butaca frente al fuego. Abrió lentamente aquella carta.
Un rato después, aquel cuarto estaba vacío. La carta, cerrada de nuevo, reposaba sobre el escritorio, y encima de ésta, algo cristalino descansaba bajo la luz del atardecer.
Una rosa de hielo, creada con magia, exquisitamente fabricada y moldeada, tan pulida que parecía de cristal. En su tallo, a lo largo, una sola frase. La caligrafía de Stein tallada en el hielo.
"I would never regret loving you."
Las noticias volaban, y nada más enterarse Cirilla le había hecho llamar para cantarle las cuarenta. A Stein le daba bastante igual lo que le dijera aquella bruja, pero al final Aveline iba a estar en lo cierto cuando sugería que a la líder de la Logia le gustaba el alemán.
Meneó la cabeza y subió las escaleras directo al cuarto de Aveline. Tenía ganas de verla, aunque nunca se lo admitiría abiertamente. Entró sin llamar, detalle que solía crispar a la rubia, pero precisamente por eso lo hacía.
- A que no adivinas con quién he pasado la tard...
Entonces se dio cuenta de que estaba solo. Qué raro, todavía olía su perfume, así que no habría tardado en irse. Iba a darse la vuelta para marcharse cuando un detalle captó su atención por el rabillo del ojo. La chimenea ardía como si acabaran de echar algo en ella y olía a papel quemado. ¿Papel quemado?
Stein se acercó a la lumbre y observó las cenizas. Sí, sin duda había tirado algún documento al fuego. No sería muy extraño si su perfume no fuera tan fuerte en aquel cuarto, como si... hubiera salido con prisas. No había anochecido todavía, así que no era hora de caza...
Seguía sin ser demasiado raro pero, ¿Por qué tenía la impresión de que sí lo era?
Empezó a repasar los muebles con la mirada hasta que... bingo. Uno de los cajones del escritorio estaba a medio cerrar. Stein se acercó y lo abrió, para fruncir el ceño cuando vio lo que escondía. ¿Una carta con su nombre?
Era la letra de Faith, sin duda. El alemán cogió aquel sobre, cerrando bien el cajón y sentándose en la butaca frente al fuego. Abrió lentamente aquella carta.
Un rato después, aquel cuarto estaba vacío. La carta, cerrada de nuevo, reposaba sobre el escritorio, y encima de ésta, algo cristalino descansaba bajo la luz del atardecer.
Una rosa de hielo, creada con magia, exquisitamente fabricada y moldeada, tan pulida que parecía de cristal. En su tallo, a lo largo, una sola frase. La caligrafía de Stein tallada en el hielo.
"I would never regret loving you."
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: En carne viva.
Un par de horas más tarde la rubia regresó a su casa, llevaba dos copas de más, pero estaba lúcida. Había intentado relajarse y embotar la mente para no pensar con una botella de brandy de 12 años, pero por lo visto su cuerpo estaba rebelde y no conseguía hacerlo, así que tener resaca para nada no era una buena idea.
Dejó caer las llaves en el cuenco de cristal de la entrada, colgó su abrigo y subió las escaleras pesadamente, resoplando. Dejó los zapatos de cualquier manera al entrar en la oscura habitación y comenzó a quitarse la ropa torpemente, pero aquella maldita camisa tenía demasiados botones. Maldijo en inglés y fue a buscar unas tijeras, le daba igual cargársela, pero entonces vio sobre la mesa del escritorio algo que llamó su atención. Se detuvo en seco frente a la rosa de cristal. Estaba encima de un sobre...uno que reconocía perfectamente a pesar de tener la vista algo desenfocaba. Un escalofrío recorrió su espalda. Tragó saliva y alargó los dedos, que al tocar la flor comprobaron que no era de vidrio pulido sino del más espléndido hielo. La retiró rápidamente, con un leve temblor que ahora empezaba a extenderse desde la yemas hasta los pies.
La rosa era de Stein, y tenía escrita toda una declaración de intenciones: nunca se arrepentiría de quererla. Entró en pánico. La había leído. Ahora lo sabía todo. Ahora estaban las cartas sobre la mesa, el brujo ya sabía donde hundir el puñal en caso de querer matarla.
Dejó caer las llaves en el cuenco de cristal de la entrada, colgó su abrigo y subió las escaleras pesadamente, resoplando. Dejó los zapatos de cualquier manera al entrar en la oscura habitación y comenzó a quitarse la ropa torpemente, pero aquella maldita camisa tenía demasiados botones. Maldijo en inglés y fue a buscar unas tijeras, le daba igual cargársela, pero entonces vio sobre la mesa del escritorio algo que llamó su atención. Se detuvo en seco frente a la rosa de cristal. Estaba encima de un sobre...uno que reconocía perfectamente a pesar de tener la vista algo desenfocaba. Un escalofrío recorrió su espalda. Tragó saliva y alargó los dedos, que al tocar la flor comprobaron que no era de vidrio pulido sino del más espléndido hielo. La retiró rápidamente, con un leve temblor que ahora empezaba a extenderse desde la yemas hasta los pies.
La rosa era de Stein, y tenía escrita toda una declaración de intenciones: nunca se arrepentiría de quererla. Entró en pánico. La había leído. Ahora lo sabía todo. Ahora estaban las cartas sobre la mesa, el brujo ya sabía donde hundir el puñal en caso de querer matarla.
Última edición por Aveline Blackmore el Jue Mayo 04, 2017 5:06 pm, editado 1 vez
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: En carne viva.
Esperó a Aveline dándose un baño, supuso que tardaría, pero cuando entró sigiloso a la habitación secándose el pelo con una toalla y vestido sólo con unos pantalones de pijama, se la encontró de espaldas. Fue a decir algo, pero la escena se le antojó demasiado quieta. Tensa. Los hombros de Aveline... no, ella entera estaba temblando, observando la rosa que había conjurado, que descansaba sobre aquel sobre que acababa de revelarle sus secretos más profundos.
Dejó la toalla en el suelo y se acercó lentamente por detrás, dándole tiempo para que le oyera y se percatara de su presencia. Se pegó con suavidad a su espalda y se puso a respirar tranquilo, allí, simplemente sosteniéndola con su pecho y con los ojos cerrados, como ante un animal salvaje, intentando no asustarla. Permaneció allí un rato, sólo intentando calmarla con su respiración profunda. No sabía muy bien qué decir, ni cómo reaccionar ante su miedo, pero sí reconocía el pánico de la cazadora, ese pánico que él sentía a la exposición de su alma cada vez que se acercaba a ella.
Con mucho cuidado, rodeó su cuerpo con los brazos y la sostuvo de nuevo, ahora abrazándola por la espalda y con la frente apoyada en el hueco de su hombro, su pelo aún algo húmedo. Su cabeza ahora mismo no funcionaba, quería decirle tantas cosas y... no se atrevía. No sabía cómo transmitirle lo que sentía por ella. Nunca había tenido esos sentimientos hasta que... apareció ella y... cierto rubio que hacía bajar sus defensas sin más, tal y como describía ella en la carta.
Levantó la mirada hacia la rosa que había creado, pensativo, hasta que pegó, por fin, los labios a su oído. Su voz sólo fue un susurro cuando prometió:
- Quebraría todos mis huesos antes de romper lo que acabas de darme... - tragó saliva, reuniendo valor antes de decir lo más difícil. Tanto que su cuerpo se puso a temblar ligeramente, reflejándose en su voz.- Yo también te... quiero.
Dejó la toalla en el suelo y se acercó lentamente por detrás, dándole tiempo para que le oyera y se percatara de su presencia. Se pegó con suavidad a su espalda y se puso a respirar tranquilo, allí, simplemente sosteniéndola con su pecho y con los ojos cerrados, como ante un animal salvaje, intentando no asustarla. Permaneció allí un rato, sólo intentando calmarla con su respiración profunda. No sabía muy bien qué decir, ni cómo reaccionar ante su miedo, pero sí reconocía el pánico de la cazadora, ese pánico que él sentía a la exposición de su alma cada vez que se acercaba a ella.
Con mucho cuidado, rodeó su cuerpo con los brazos y la sostuvo de nuevo, ahora abrazándola por la espalda y con la frente apoyada en el hueco de su hombro, su pelo aún algo húmedo. Su cabeza ahora mismo no funcionaba, quería decirle tantas cosas y... no se atrevía. No sabía cómo transmitirle lo que sentía por ella. Nunca había tenido esos sentimientos hasta que... apareció ella y... cierto rubio que hacía bajar sus defensas sin más, tal y como describía ella en la carta.
Levantó la mirada hacia la rosa que había creado, pensativo, hasta que pegó, por fin, los labios a su oído. Su voz sólo fue un susurro cuando prometió:
- Quebraría todos mis huesos antes de romper lo que acabas de darme... - tragó saliva, reuniendo valor antes de decir lo más difícil. Tanto que su cuerpo se puso a temblar ligeramente, reflejándose en su voz.- Yo también te... quiero.
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: En carne viva.
Sus brazos rodeándola aportaron la calidez que necesitaba para dejar de temblar, el apoyo para nadar y abandonar las arenas movedizas en las que se había hundido por unos momentos y regresar a la seguridad de la roca. Una roca es lo que eran ambos, tercos, duros, sólidos por fuera, fuertes. Pero el interior era de cristal, de fino hielo que se fundía con facilidad, y había quedado al descubierto. Pero al menos estaban los dos en carne viva, ninguno más que el otro.
Era difícil confesar, mostrarse y poner el alma al decubierto dejándola vulnerable frente al otro. Pero ambos lo habían hecho y todo debido a que pensaban prometerse una vida juntos y era mejor empezar con buen pie, al menos teniendo claro que iba a ser y lo que no. Sin sorpresas desagradables.
Se dio la vuelta y se abrazó a Stein con fuerza. La Parca no era una mujer bajita, apenas unos centímetros menos que él, así que apoyó la barbilla en su hombro expulsando el aire despacio.Bien, una tregua, un día para sentir el corazón descarnado bajo la piel, y al día siguiente vuelta a la lucha, a pelear contra el mundo, contra la estupidez de la gente como Cirilla o las alcahuetas de la alta sociedad. Para pelear contra la oscuridad y lo que mora en ella... pero ya sin cargas, sin lastres y sin pesar.
Ambos tenían enemigos, pero el principal estaba dentro de ellos mismos y despedirse del pequeño demonio que te ha sido fiel toda la vida y ha guardado tus debilidades bajo llave, no era fácil. "Todo irá bien...Toda irá bien..." ahora si podía creer esas palabras. No necesitaba decir nada...ya había dicho suficiente y las palabras se quedarían cortas y vacía cual mero relleno. Tan sólo disfrutó de su tacto, de su abrazo, de su mutuo momento de conexión.
Era difícil confesar, mostrarse y poner el alma al decubierto dejándola vulnerable frente al otro. Pero ambos lo habían hecho y todo debido a que pensaban prometerse una vida juntos y era mejor empezar con buen pie, al menos teniendo claro que iba a ser y lo que no. Sin sorpresas desagradables.
Se dio la vuelta y se abrazó a Stein con fuerza. La Parca no era una mujer bajita, apenas unos centímetros menos que él, así que apoyó la barbilla en su hombro expulsando el aire despacio.Bien, una tregua, un día para sentir el corazón descarnado bajo la piel, y al día siguiente vuelta a la lucha, a pelear contra el mundo, contra la estupidez de la gente como Cirilla o las alcahuetas de la alta sociedad. Para pelear contra la oscuridad y lo que mora en ella... pero ya sin cargas, sin lastres y sin pesar.
Ambos tenían enemigos, pero el principal estaba dentro de ellos mismos y despedirse del pequeño demonio que te ha sido fiel toda la vida y ha guardado tus debilidades bajo llave, no era fácil. "Todo irá bien...Toda irá bien..." ahora si podía creer esas palabras. No necesitaba decir nada...ya había dicho suficiente y las palabras se quedarían cortas y vacía cual mero relleno. Tan sólo disfrutó de su tacto, de su abrazo, de su mutuo momento de conexión.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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Re: En carne viva.
La banda sonora del momento la constituían el ruido de sus respiraciones sobre el crepitar del fuego, aunque había demasiado sentimiento de por medio para que fueran normales o tranquilas. Stein respiraba rápido, intentando calmarse pero erráticamente tras ese abrazo que le estaba transmitiendo tanto. Cerró los ojos y la abrazó con fuerza, estrechándola contra su cuerpo y sintiendo su calor, que había perdido ligeramente ante el ataque de pánico de la cazadora.
Suspiró y giró levemente la cabeza para dejar un beso en su sien. No sabía qué decir, y eso era algo extraño en él, que se caracterizaba por su lengua rápida en cualquier situación. Seguía sin camisa, pero ya no tenía frío. No dijo nada, porque cualquier cosa se le antojaba demasiado pequeña tras aquella confesión y apertura de almas.
Caminó hacia atrás con cuidado y se tumbó con suavidad en la cama, arrastrándola con él y dejando su cuerpo sobre el suyo propio. Le acarició la cara y por primera vez la miró a los ojos, tragando saliva de nuevo. En cualquier otra ocasión la anssiedad por el otro hubiera terminado la escena con una noche de sexo salvaje, ya que la conexión entre ellos hasta hacía poco se sustentaba principalmente en el roce de sus cuerpos, campo en el que ambos se encontraban más que cómodos.
Pero no aquella noche. Inesperadamente, el terror que ambos sentían por descubrir su interior acababa de aflojarse ligeramente. Sólo esa noche... harían una tregua. Pero la primera capa se había roto, y ambos lo sabían. Y aunque existieran muchas más en sus respectivas almas, era un comienzo.
Stein la miró fijamente a los ojos, con los suyos del color del océano más puro, antes de susurrarle algo tímido:
- ¿Duermes... conmigo?
Suspiró y giró levemente la cabeza para dejar un beso en su sien. No sabía qué decir, y eso era algo extraño en él, que se caracterizaba por su lengua rápida en cualquier situación. Seguía sin camisa, pero ya no tenía frío. No dijo nada, porque cualquier cosa se le antojaba demasiado pequeña tras aquella confesión y apertura de almas.
Caminó hacia atrás con cuidado y se tumbó con suavidad en la cama, arrastrándola con él y dejando su cuerpo sobre el suyo propio. Le acarició la cara y por primera vez la miró a los ojos, tragando saliva de nuevo. En cualquier otra ocasión la anssiedad por el otro hubiera terminado la escena con una noche de sexo salvaje, ya que la conexión entre ellos hasta hacía poco se sustentaba principalmente en el roce de sus cuerpos, campo en el que ambos se encontraban más que cómodos.
Pero no aquella noche. Inesperadamente, el terror que ambos sentían por descubrir su interior acababa de aflojarse ligeramente. Sólo esa noche... harían una tregua. Pero la primera capa se había roto, y ambos lo sabían. Y aunque existieran muchas más en sus respectivas almas, era un comienzo.
Stein la miró fijamente a los ojos, con los suyos del color del océano más puro, antes de susurrarle algo tímido:
- ¿Duermes... conmigo?
Stein Ackerman- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/11/2016
Re: En carne viva.
Esa noche no habría vorágine de pasión, se habían quedado ambos en carne viva, la piel sacada a tiras después de desnudar sus sentimientos y exponérselos al otro, y lo único que clamaba esa alma escaldada era la protección de una piel, ser cubierta de nuevo por la reconfortante suavidad de un abrazo.
Se dejó llevar al colchón y se abrazó al brujo descansando la cabeza en su pecho. ¿que si dormiría con él? tardó un rato en desbloquearse pero cuando lo hizo susurró.
— me quedaré contigo siempre. Pero no te acostumbres.— sonrió relajando el gesto. Siempre contarían con el humor mordaz, el veneno en sus lenguas y la diversión que eso les producía a ambos, aunque en ese momento nada de lo que dijera podría contradecir lo que su cuerpo expresaba, enroscada en la piel de Stein, con los dedos entrelazados y toda la mayor cantidad de piel posible haciendo contacto.
La respiración se acompasó a la de él y tan sólo se centró en aspirar el suave aroma de su piel, tan propio y masculino; en acariciar su escueta barba de dos días y en consolar a sus labios huérfanos con los propios.
Ya estaba hecho, ya estaba en marcha. Asustaba, pero por otro lado sentía que estaba completando una etapa, cerrando un capítulo y empezando algo nuevo que parecía mejor. Quizás una locura, pero una locura mejor.
Se dejó llevar al colchón y se abrazó al brujo descansando la cabeza en su pecho. ¿que si dormiría con él? tardó un rato en desbloquearse pero cuando lo hizo susurró.
— me quedaré contigo siempre. Pero no te acostumbres.— sonrió relajando el gesto. Siempre contarían con el humor mordaz, el veneno en sus lenguas y la diversión que eso les producía a ambos, aunque en ese momento nada de lo que dijera podría contradecir lo que su cuerpo expresaba, enroscada en la piel de Stein, con los dedos entrelazados y toda la mayor cantidad de piel posible haciendo contacto.
La respiración se acompasó a la de él y tan sólo se centró en aspirar el suave aroma de su piel, tan propio y masculino; en acariciar su escueta barba de dos días y en consolar a sus labios huérfanos con los propios.
Ya estaba hecho, ya estaba en marcha. Asustaba, pero por otro lado sentía que estaba completando una etapa, cerrando un capítulo y empezando algo nuevo que parecía mejor. Quizás una locura, pero una locura mejor.
Aveline Blackmore- Cazador Clase Alta
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