AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I had a one-way ticket to a place ~ priv.
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I had a one-way ticket to a place ~ priv.
La place du Tertre estaba más vacía de lo habitual aquella mañana. Caía una fina llovizna del cielo, helada, húmeda, que repelía a los posibles paseantes y compradores locales. Calaba hasta los huesos, empapando finas sedas, pieles y hasta el paño más rudo. Algo molesto para los viandantes, que corrían intentando resguardarse bajo los amplios arcos de los edificios.
Sin embargo, a mi me gustaba la lluvia. Me hacía sentirme limpia, arrastrando mis temores conforme las gotas corrían por mis mejillas. El agua acababa resbalando por mi vestido, pegándolo a mi cuerpo de una manera tan sensual como incómoda. Pero yo no me daba cuenta de ello, enfrascada en la sensación de bienestar que me embargaba conforme caminaba por la plaza.
No debería sentirme así después de lo que había descubierto en el bosque. Después de saber, por primera vez desde que me desperté en el Sena, quién había intentado matarme: mi propia familia, cuyos rostros borrosos acudían acompañados por un sentimiento de frustración. Estaba convencida de que los Inquisidores habían intentado matarme por encargo. Que por eso habían atacado mi carruaje, persiguiéndome hasta que caí en las gélidas aguas del río. Era la única razón que se me ocurría para una emboscada tan bien organizada; un ataque en el que hasta el último detalle había sido planeado cuidadosamente. Pero lo que todavía no comprendía era la razón del encargo. ¿Qué había querido lograr mi familia con mi muerte? ¿Qué tenía o había estado a punto de hacer, para provocar que mi propia sangre ansiase mi desaparición? Eran demasiadas preguntas para las que no tenía respuesta. Y que, cada vez que las respondía, generaban a su vez diez preguntas más.
Apartándome un empapado mechón plateado de los ojos, no fue hasta que casi choqué con él que vi a Reydek en la plaza. Estaba demasiado sumida en mis pensamientos, para reconocer los lacios cabellos que caían a un lado de su rostro. Despejando momentáneamente mis dudas, esbocé una sonrisa antes de acecarme al licántropo. Hacía una semana que no lo veía, y aunque casi no nos conocíamos, debía reconocer que le había echado de menos.
- ¡Reydek! - Le dije, dedicándole una amplia sonrisa de dientes blancos. Mis ojos, inocentes y claros, buscaron los suyos antes de continuar hablando. - ¿Cómo estás? ¡Tenía ganas de verte!
Sin embargo, a mi me gustaba la lluvia. Me hacía sentirme limpia, arrastrando mis temores conforme las gotas corrían por mis mejillas. El agua acababa resbalando por mi vestido, pegándolo a mi cuerpo de una manera tan sensual como incómoda. Pero yo no me daba cuenta de ello, enfrascada en la sensación de bienestar que me embargaba conforme caminaba por la plaza.
No debería sentirme así después de lo que había descubierto en el bosque. Después de saber, por primera vez desde que me desperté en el Sena, quién había intentado matarme: mi propia familia, cuyos rostros borrosos acudían acompañados por un sentimiento de frustración. Estaba convencida de que los Inquisidores habían intentado matarme por encargo. Que por eso habían atacado mi carruaje, persiguiéndome hasta que caí en las gélidas aguas del río. Era la única razón que se me ocurría para una emboscada tan bien organizada; un ataque en el que hasta el último detalle había sido planeado cuidadosamente. Pero lo que todavía no comprendía era la razón del encargo. ¿Qué había querido lograr mi familia con mi muerte? ¿Qué tenía o había estado a punto de hacer, para provocar que mi propia sangre ansiase mi desaparición? Eran demasiadas preguntas para las que no tenía respuesta. Y que, cada vez que las respondía, generaban a su vez diez preguntas más.
Apartándome un empapado mechón plateado de los ojos, no fue hasta que casi choqué con él que vi a Reydek en la plaza. Estaba demasiado sumida en mis pensamientos, para reconocer los lacios cabellos que caían a un lado de su rostro. Despejando momentáneamente mis dudas, esbocé una sonrisa antes de acecarme al licántropo. Hacía una semana que no lo veía, y aunque casi no nos conocíamos, debía reconocer que le había echado de menos.
- ¡Reydek! - Le dije, dedicándole una amplia sonrisa de dientes blancos. Mis ojos, inocentes y claros, buscaron los suyos antes de continuar hablando. - ¿Cómo estás? ¡Tenía ganas de verte!
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: I had a one-way ticket to a place ~ priv.
Abandonó la habitación de Esthia temprano, pese a ello el día no acababa de clarecer, estaba gris, apagado y la lluvia no cesaba, provocando que hubiese como una bruma bastante desagradable. Aun así no rechazó el agua que golpeó su rostro nada más abandonar el portal de la casa. La camiseta fue pegándose a su pecho, cubriéndolo como si de una gasa transparente se tratase. Había pasado tanto calor que le era tan agradable sentir aquello, que no tenía objeciones al día que había salido.
El estomago rugió con fuerza y no dudó en adentrarse en el mercado de la palza tertre. Estaba bastante vacía, pero aun así cada puesto tenía una multitud bajo la tela, que trataba de no mojarse mientras observaba lo que se vendía. Dio un paso atrás cuando alguien le golpeó. Rey se giró alzando una ceja - Ratita - la saludó esbozando una sonrisa y apoyando su mano en su cabeza - ¿Tienes hambre? - la invitó, no sabía si había recuperado o no su vida, pero un aperitivo con alguien que dice echarte de menos nunca está mal, agarró su mano con suavidad y tiró de ella en busca de una taberna mas o menos bien, donde poder estar tranquilos y calientes.
El estomago rugió con fuerza y no dudó en adentrarse en el mercado de la palza tertre. Estaba bastante vacía, pero aun así cada puesto tenía una multitud bajo la tela, que trataba de no mojarse mientras observaba lo que se vendía. Dio un paso atrás cuando alguien le golpeó. Rey se giró alzando una ceja - Ratita - la saludó esbozando una sonrisa y apoyando su mano en su cabeza - ¿Tienes hambre? - la invitó, no sabía si había recuperado o no su vida, pero un aperitivo con alguien que dice echarte de menos nunca está mal, agarró su mano con suavidad y tiró de ella en busca de una taberna mas o menos bien, donde poder estar tranquilos y calientes.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/01/2017
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Re: I had a one-way ticket to a place ~ priv.
Reydek colocó su mano en mi cabeza, saludándome con un "ratita" que me hace fruncir los morros. Sabía que era un apelativo cariñoso, pero aun así, me hacía sentirme una niña pequeña. No importaba que en esencia realmente lo fuera, sin saber las cosas más básicas que todo adulto debía conocer.
- No soy una rata, soy un armiño - Le reprendí, mientras mi ceño se transformaba en una cálida sonrisa. Me costaba estar enfadada, y más con alguien tan despreocupado como el licántropo. Que, cambiando súbitamente de tema, me invitó a comer como si no hiciera una semana que no nos veíamos. - Vale, pero pago yo. - Le dije, enseñándole las pocas monedas que había conseguido haciendo recados. - No tengo mucho, pero debería ser suficiente para conseguir algo rico y calentito para los dos. Unas tostadas francesas, o tal vez, unos huevos con beicon. Y una hogaza de ese pan de mantequilla tan blando y esponjoso.
Reydek me cogió de la mano mientras hablaba, conduciéndome hacia la primera taberna respetable que encontramos. Estaba abarrotada, ya que los comerciantes que no habían podido montar sus paradas estaban allí refugiados. Vestidos con sus mejores galas, cerraban negocios con otros de su gremio en mesas repletas de viandas, entrechocando vasos de vino mientras hablaban entre risas. En mesas separadas se hallaban sus esposas y familias, a las que solían llevar a cuestas en sus carros cuando viajaban. También había algunos de los parroquianos habituales, pero en menor cantidad que los viajeros. No todos podían permitirse desayunar en una posada, con el correspondiente gasto que ello suponía para sus salarios.
El rubio y yo nos dirigimos a una de las mesas que había junto a una de las ventanas. El cristal, abombado por las burbujas, estaba salpicado de gotas de agua. A duras penas dejaba entrar algo de luz, pero ya cumplía con su función: aislar la cálida sala del frío exterior. Sentándome en la silla más alejada de la ventana para evitar la humedad, peiné mi cabello con los dedos para desenredarlo tras la lluvia. Goteaba sobre mi vestido, que aun así no tardó en secarse debido a la cercanía de la chimenea.
- ¿Qué hacías allí fuera, Reydek? ¿Ibas a trabajar? - Le pregunté al licántropo, haciéndole un gesto a una de las camareras para que viniera a tomarnos nota.
La muchacha, que había estado atendiendo a una de las mesas de comerciantes, se desvió para acercarse a nosotros, contoneándose al observar a mi amigo más de cerca. Su mirada pasó de mi a él, y tras decidir que no era una amenaza para sus pretensiones, le dedicó una extraordinaria sonrisa que la hizo parecer más bonita de lo que ya era. Jamás comprendería ese afán que tenían algunas en coleccionar a los hombres como si fuesen piezas de caza. Simplemente, su razonamiento quedaba fuera de mi alcance.
- ¿Qué queréis que os sirva? - Nos preguntó, con un tono de voz casi ronroneante.
- No soy una rata, soy un armiño - Le reprendí, mientras mi ceño se transformaba en una cálida sonrisa. Me costaba estar enfadada, y más con alguien tan despreocupado como el licántropo. Que, cambiando súbitamente de tema, me invitó a comer como si no hiciera una semana que no nos veíamos. - Vale, pero pago yo. - Le dije, enseñándole las pocas monedas que había conseguido haciendo recados. - No tengo mucho, pero debería ser suficiente para conseguir algo rico y calentito para los dos. Unas tostadas francesas, o tal vez, unos huevos con beicon. Y una hogaza de ese pan de mantequilla tan blando y esponjoso.
Reydek me cogió de la mano mientras hablaba, conduciéndome hacia la primera taberna respetable que encontramos. Estaba abarrotada, ya que los comerciantes que no habían podido montar sus paradas estaban allí refugiados. Vestidos con sus mejores galas, cerraban negocios con otros de su gremio en mesas repletas de viandas, entrechocando vasos de vino mientras hablaban entre risas. En mesas separadas se hallaban sus esposas y familias, a las que solían llevar a cuestas en sus carros cuando viajaban. También había algunos de los parroquianos habituales, pero en menor cantidad que los viajeros. No todos podían permitirse desayunar en una posada, con el correspondiente gasto que ello suponía para sus salarios.
El rubio y yo nos dirigimos a una de las mesas que había junto a una de las ventanas. El cristal, abombado por las burbujas, estaba salpicado de gotas de agua. A duras penas dejaba entrar algo de luz, pero ya cumplía con su función: aislar la cálida sala del frío exterior. Sentándome en la silla más alejada de la ventana para evitar la humedad, peiné mi cabello con los dedos para desenredarlo tras la lluvia. Goteaba sobre mi vestido, que aun así no tardó en secarse debido a la cercanía de la chimenea.
- ¿Qué hacías allí fuera, Reydek? ¿Ibas a trabajar? - Le pregunté al licántropo, haciéndole un gesto a una de las camareras para que viniera a tomarnos nota.
La muchacha, que había estado atendiendo a una de las mesas de comerciantes, se desvió para acercarse a nosotros, contoneándose al observar a mi amigo más de cerca. Su mirada pasó de mi a él, y tras decidir que no era una amenaza para sus pretensiones, le dedicó una extraordinaria sonrisa que la hizo parecer más bonita de lo que ya era. Jamás comprendería ese afán que tenían algunas en coleccionar a los hombres como si fuesen piezas de caza. Simplemente, su razonamiento quedaba fuera de mi alcance.
- ¿Qué queréis que os sirva? - Nos preguntó, con un tono de voz casi ronroneante.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: I had a one-way ticket to a place ~ priv.
El cuerpo del licantropo estaba goteando, pero le daba igual pues no iba a coger frío. Cuando entraron en la taberna Reydek se tiró sobre una silla. Era la más cercana al fuego y eso le vendría bien a la joven Syri, que estaba casi tan empapada como él.
Reydek apartó unos segundos la camiseta de su pecho, pero como si fuese su segunda piel en cuanto la soltó volvió a pegarse contra él con rápidez - Vaya desastre para estar aquí - dijo para si mismo, poniendo la espalda en dirección al fuego y observar a Syri - ¿Trabajo? Estoy sin trabajo, tiro de ahorros - le confesó sin preocuparse demasiado, observando el lugar en el que se encontraban. En ese instante vino la camarera a la que Rey repasó de arriba a abajo. El encuentro con Esthia le había dejado bien cargado y ahora cualquiera podía llamarle la Atención. Se apartó el pelo de la cara, aprovechando la humedad para peinarlo y observo a Syri - ¿Dos tostadas francesas entonces? Y algo caliente para beber, por favor - cuando ella le sonrió Rey respondió con una misma sonrisa, que fue bastante efímera porque su atención fue dedicada a Syri segundos después. Y es que el muchacho era antojadizo-olvidadizo.
Apoyó sus brazos en sus piernas y se inclinó para delante para buscar un poco de privacidad en la charla - ¿Qué tal tú? has descubierto algo? Que tengo razón.. y eso? - su semblante era serio - Vamos, que eres un rata - aguantó la sonrisa unos segundos mientras la dejaba finalmente salir a pasear, echándose hacía atrás en el asiento - ¡Cuéntame!- le pidió de nuevo.
Reydek apartó unos segundos la camiseta de su pecho, pero como si fuese su segunda piel en cuanto la soltó volvió a pegarse contra él con rápidez - Vaya desastre para estar aquí - dijo para si mismo, poniendo la espalda en dirección al fuego y observar a Syri - ¿Trabajo? Estoy sin trabajo, tiro de ahorros - le confesó sin preocuparse demasiado, observando el lugar en el que se encontraban. En ese instante vino la camarera a la que Rey repasó de arriba a abajo. El encuentro con Esthia le había dejado bien cargado y ahora cualquiera podía llamarle la Atención. Se apartó el pelo de la cara, aprovechando la humedad para peinarlo y observo a Syri - ¿Dos tostadas francesas entonces? Y algo caliente para beber, por favor - cuando ella le sonrió Rey respondió con una misma sonrisa, que fue bastante efímera porque su atención fue dedicada a Syri segundos después. Y es que el muchacho era antojadizo-olvidadizo.
Apoyó sus brazos en sus piernas y se inclinó para delante para buscar un poco de privacidad en la charla - ¿Qué tal tú? has descubierto algo? Que tengo razón.. y eso? - su semblante era serio - Vamos, que eres un rata - aguantó la sonrisa unos segundos mientras la dejaba finalmente salir a pasear, echándose hacía atrás en el asiento - ¡Cuéntame!- le pidió de nuevo.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/01/2017
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Re: I had a one-way ticket to a place ~ priv.
Puse los ojos en blanco al ver cómo Reydek devolvía la sonrisa a la camarera. Había empezado a comprender que los hombres podían perder la cabeza cuando se hallaban ante una mujer bonita; no importaba dónde ni en qué situación, su mirada siempre se desviaba hasta que ellas desaparecían de su alcance. Ese fue el caso del licántropo, que pronto desvió sus grandes y claros orbes de vuelta hacia los míos. Preguntándome con su despreocupación habitual qué era lo que había descubierto.
- Tuve otro recuerdo en el bosque, Reydek. Sobre cómo llegué hasta aquí - Empecé, frotándome las manos para ver si así entraban en calor. Seguían mojadas tras mi paseo por la lluvia, rojas y entumecidas por el frío ambiente de la calle. De manera que todavía tardaron un par de minutos en estar secas de nuevo. - Ya te expliqué la última vez que venía en un carruaje desde otro país, aunque no sabría decirte cual. Y que a menos de una hora llegar, alguien atacó mi calesa. Mataron al cochero. La volcaron. Y la única razón por la que sobreviví fue porque me transformé, y conseguí despistarles antes de que me matasen. - El recuerdo del asalto me hizo estremecer, evocando los sentimientos que eran los míos entonces. Miedo, tristeza, desesperación, certeza; entremezclados hasta formar un cóctel que me costaba soportar. Era el precio a pagar por tener de nuevo mis recuerdos, pensé mientras me abrazaba a mi misma en un intento por conservar mi temperatura. Aunque fuera sólo parte de ellos. - Tuve que escoger entre el río o ellos. Por eso perdí la memoria; me golpeé la cabeza contra una roca, y con ella se fue todo lo que sabía. Pero el otro día, recordé algo más: que mis tíos eran los responsables del asalto. A duras penas soy capaz de evocar sus rostros, pero recuerdo que no era la primera vez que lo intentaban. Porque ansiaban algo que yo tenía, para ellos y para sus hijos. Ahora mismo deben de creer que estoy muerta, Reydek. No creo que los Inquisidores le revelasen su error; eso no sería bueno para su reputación. Lo que significa que se han quedado algo que me pertenece. Una parte importante de mi vida, que tengo que volver a encontrar para poder seguir adelante.
- Tuve otro recuerdo en el bosque, Reydek. Sobre cómo llegué hasta aquí - Empecé, frotándome las manos para ver si así entraban en calor. Seguían mojadas tras mi paseo por la lluvia, rojas y entumecidas por el frío ambiente de la calle. De manera que todavía tardaron un par de minutos en estar secas de nuevo. - Ya te expliqué la última vez que venía en un carruaje desde otro país, aunque no sabría decirte cual. Y que a menos de una hora llegar, alguien atacó mi calesa. Mataron al cochero. La volcaron. Y la única razón por la que sobreviví fue porque me transformé, y conseguí despistarles antes de que me matasen. - El recuerdo del asalto me hizo estremecer, evocando los sentimientos que eran los míos entonces. Miedo, tristeza, desesperación, certeza; entremezclados hasta formar un cóctel que me costaba soportar. Era el precio a pagar por tener de nuevo mis recuerdos, pensé mientras me abrazaba a mi misma en un intento por conservar mi temperatura. Aunque fuera sólo parte de ellos. - Tuve que escoger entre el río o ellos. Por eso perdí la memoria; me golpeé la cabeza contra una roca, y con ella se fue todo lo que sabía. Pero el otro día, recordé algo más: que mis tíos eran los responsables del asalto. A duras penas soy capaz de evocar sus rostros, pero recuerdo que no era la primera vez que lo intentaban. Porque ansiaban algo que yo tenía, para ellos y para sus hijos. Ahora mismo deben de creer que estoy muerta, Reydek. No creo que los Inquisidores le revelasen su error; eso no sería bueno para su reputación. Lo que significa que se han quedado algo que me pertenece. Una parte importante de mi vida, que tengo que volver a encontrar para poder seguir adelante.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
Re: I had a one-way ticket to a place ~ priv.
Tiró su cuerpo hacía atrás, recostándolo por completo en la silla, cruzando media pierna a la altura de la rodilla, apoyando la otra con su tobillo en ella. Le observó con brazos cruzados y semblante serio. Asimilando todo lo que la muchacha que aparentaba no ser nadie le decía. Curiosamente, de todas las historias que le podían haber contado aquella era la que menos se esperaba. Algo dentro de él, le engañaba diciendo que no era nadie, quizás por haberla encontrado prácticamente desnuda en el río, y que su primer pensamiento hubiese sido que se trataba del juguete roto de algún cabrón sin alma.
Un sonoro suspiro salió del pecho del joven mientras se rascaba la cabeza - ¿Eres alguien importante? Tenías un carruaje... no todo el mundo puede permitirse eso - le explicó, dando palos de ciego y contándole cosas obvias que necesitaba que fuesen cercioradas por la joven - Podemos buscar tu coche. y partir de lo que encontremos ahí, si alguien te asaltó y eres alguien importante, tu coche seguirá allí, nadie se habrá atrevido a desvalijarlo...- le explicó agarrando la bebida con la mano y bebiéndola de un trago - así que acaba rápido, tenemos trabajo que hacer - cuando se le metía una idea tan maravillosa como investigar algo importante, no podía tomarse 5 minutos para descansar.
Se levantó observadola mientras arrebataba de la bandeja de la camarera la comida y prácticamente se la comía de un bocado, esbozó una sonrisa amplia - venga - le insistió.
Un sonoro suspiro salió del pecho del joven mientras se rascaba la cabeza - ¿Eres alguien importante? Tenías un carruaje... no todo el mundo puede permitirse eso - le explicó, dando palos de ciego y contándole cosas obvias que necesitaba que fuesen cercioradas por la joven - Podemos buscar tu coche. y partir de lo que encontremos ahí, si alguien te asaltó y eres alguien importante, tu coche seguirá allí, nadie se habrá atrevido a desvalijarlo...- le explicó agarrando la bebida con la mano y bebiéndola de un trago - así que acaba rápido, tenemos trabajo que hacer - cuando se le metía una idea tan maravillosa como investigar algo importante, no podía tomarse 5 minutos para descansar.
Se levantó observadola mientras arrebataba de la bandeja de la camarera la comida y prácticamente se la comía de un bocado, esbozó una sonrisa amplia - venga - le insistió.
Reydek Paine- Licántropo Clase Media
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Fecha de inscripción : 23/01/2017
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Re: I had a one-way ticket to a place ~ priv.
- No sé si era alguien importante o no, pero tal vez fuese la acompañante de alguna dama. Me enseñaron a cantar y a tocar el piano, y también sé coser y bordar. Voy a empezar a trabajar como doncella de una mujer noble la semana que viene, precisamente por eso. - Le confesé, revelándole alguna de las cosas que había descubierto tras mis encuentros con Garrus e Iris. - Ayer quise ir a ver el lugar en el que me asaltaron, pero me encontré con un cambiante en el bosque y al final no fui. Me parece una buena idea ir ahora. Aunque estará todo el bosque lleno de barro.
Arrugué la nariz ante la perspectiva de manchar mis sencillas ropas, que tras una semana de intenso uso y varios lavados -no soportaba verlas sucias- empezaban a estar algo desgastadas. En cuanto me pagasen mi nuevo sueldo, lo primero que pensaba hacer era ir a comprarme algo más nuevo y decente de lo que llevaba. Tal vez de algún color que no fuera el marrón, que estaba empezando a aborrecer.
Tan rápido como pude, acabé con el desayuno que nos habían servido en la taberna. Las tostadas quemaban en el plato, pero Reydek las devoró con una rapidez imposible para mi. Por cada bocado que yo daba él había engullido una tostada, hasta que al final, el lobo miraba codiciosamente las que todavía restaban en mi plato.
- Toma - Le dije, tendiéndole las que me quedaban. - No tengo mucha hambre.
Así que mientras él me ayudaba con la comida, yo bebía de la dulce y espesa leche que había pedido, para acabar de pasar el desayuno y poder ponernos en marcha.
El tiempo nos ralentizó en nuestro camino hacia el bosque. Las calles, más vacías que de costumbre, estaban tan encharcadas que teníamos que dar grandes rodeos para evitar mojarnos. La lluvia caía constantemente como una fina película sobre nosotros, y de vez en cuando, un desconsiderado carruaje nos salpicaba completamente con el barro de los charcos. Al final, estábamos tan empapados que las ropas se nos pegaban al cuerpo como si fuesen una segunda piel, mojada y fría. Los dientes me castañeaban con violencia, y los dedos de las pies y de las manos se me entumecían por la temperatura.
- Ahora echo de menos el calentito ambiente de la posada - Suspiré, dando un pequeño saltito para evitar pisar un charco. Ya estábamos en las afueras de la ciudad, cerca del camino secundario en el que se había quedado el carruaje. Allí, el río describía una brusca curva, que yo había recorrido flotando en sus aguas completamente inconsciente. Y desnuda, recordé mientras enrojecía levemente al pensarlo. - Tenemos que buscar algo de madera pintada en pan de oro, aunque lo más probable es que alguien lo haya arrancado ya de los restos. Puede que quede algún escudo o similar, o incluso que hubiera algo en el vestido que yo llevaba. Si es que la lluvia no lo ha destruido ya, después de una semana como esta.
Arrugué la nariz ante la perspectiva de manchar mis sencillas ropas, que tras una semana de intenso uso y varios lavados -no soportaba verlas sucias- empezaban a estar algo desgastadas. En cuanto me pagasen mi nuevo sueldo, lo primero que pensaba hacer era ir a comprarme algo más nuevo y decente de lo que llevaba. Tal vez de algún color que no fuera el marrón, que estaba empezando a aborrecer.
Tan rápido como pude, acabé con el desayuno que nos habían servido en la taberna. Las tostadas quemaban en el plato, pero Reydek las devoró con una rapidez imposible para mi. Por cada bocado que yo daba él había engullido una tostada, hasta que al final, el lobo miraba codiciosamente las que todavía restaban en mi plato.
- Toma - Le dije, tendiéndole las que me quedaban. - No tengo mucha hambre.
Así que mientras él me ayudaba con la comida, yo bebía de la dulce y espesa leche que había pedido, para acabar de pasar el desayuno y poder ponernos en marcha.
El tiempo nos ralentizó en nuestro camino hacia el bosque. Las calles, más vacías que de costumbre, estaban tan encharcadas que teníamos que dar grandes rodeos para evitar mojarnos. La lluvia caía constantemente como una fina película sobre nosotros, y de vez en cuando, un desconsiderado carruaje nos salpicaba completamente con el barro de los charcos. Al final, estábamos tan empapados que las ropas se nos pegaban al cuerpo como si fuesen una segunda piel, mojada y fría. Los dientes me castañeaban con violencia, y los dedos de las pies y de las manos se me entumecían por la temperatura.
- Ahora echo de menos el calentito ambiente de la posada - Suspiré, dando un pequeño saltito para evitar pisar un charco. Ya estábamos en las afueras de la ciudad, cerca del camino secundario en el que se había quedado el carruaje. Allí, el río describía una brusca curva, que yo había recorrido flotando en sus aguas completamente inconsciente. Y desnuda, recordé mientras enrojecía levemente al pensarlo. - Tenemos que buscar algo de madera pintada en pan de oro, aunque lo más probable es que alguien lo haya arrancado ya de los restos. Puede que quede algún escudo o similar, o incluso que hubiera algo en el vestido que yo llevaba. Si es que la lluvia no lo ha destruido ya, después de una semana como esta.
Syri Vinterson- Cambiante/Realeza
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Fecha de inscripción : 02/03/2017
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