What place is this?// Priv. Ysgramir

Amadeus iba en su carruaje, en el carruaje de la Baronía sin rumbo alguno, pues simplemente se aburría y solía hacer eso hasta tener ganas de volver a su casa. Amadeus se percató de que su cochero ya no estaba llevando el carruaje así que por instinto Amadeus bajo corriendo del carruaje en marcha cayendo al suelo y haciéndose una herida en su brazo, seguramente no quedaría cicatriz pero el nuevo cochero sospechoso que había hecho a Amadeus caer.

—Dios mío... no puede ser cierto.— Dijo al ver quién era el hombre que había hecho aquello, y no era nada más y nada menos que un lío de una noche que tuvo en una fiesta, y al verlo, Amadeus se quedó sentado mirándole a la cara.

Amadeus se puso en pie y intentó huir, pero el hombre le cogió del brazo y le pegó un puñetazo tan fuerte en la cara que se quedó inconsciente en el suelo y fue llevado hasta una Molly House escondido en el carruaje de la baronía de Inglaterra.

Amadeus despertó en una cama, había varias lámparas con velas y la cama se veía clase media, había poca iluminación y las ventanas estaban cerradas, eran de esas que no se podía abrir y eran tan pequeñas que Amadeus no podría huir rompiendo una. Se paseo por la habitación y fue mirando todos los rincones que había allí, había un escritorio, una silla y un armario y rápidamente lo abrió y descubrió que en su interior había varios tipos de ropa de mujer, lo que le causo más confusión todavía, pero también pudo leer una carta que había en el suelo, justamente frente al armario:

"Hola estimado señor Oberlin, es para mí un honor decirle que está invitado a salir de aquí con un amo, y esto es una pequeña venganza de parte de su antiguo amante pues no quisiste hacer negocios con él.

Serás prostituido y después vendido a alguien, y para ello debes estar bien limpió y vestido, por ello te hemos puesto ropas nuevas y bañado, esperamos que te lo pases bien en tu pequeño infierno personal.

PD: Si quieres que te traigamos algo de comida debes beberte la taza de té que hay escondida bajo la cama.

Cordiales saludos de parte de H.J. y D.P. los ayudantes de tu amante."

Amadeus dejo caer la nota y rápidamente fue a beber un poco del té que había en el suelo, pues tenía mucha hambre, pero el problema fue que al té le había puesto alguna sustancia que relajo a Amadeus e hizo que no tuviera ganas de hablar y tuviera un sonrisita muy mona y los ojos adormecidos, seguramente eran brujos los que le había hecho eso y en ese instante escucho abrirse la puerta, eran varios hombres que le había venido a ver, tal vez para acostarse con él o comprarlo ya, pues Amadeus no tenía claro su futuro y lo único que hizo fue mirarles, acabarse su té y tumbarse en la cama muy quieto. Las ropas de Amadeus eran caras, pero si habían hecho esto con otros chicos también sería extraño que no llevarán una ropa parecida.

—¿Una visita de estos caballeros?— Dijo riendo y con voz de ebrio.—Nos lo pasaremos tan, tan bien... será divertido. Dijo Amadeus feliz sin llegar a darse cuenta de su destino.

La voz de un hombre empezó a escucharse por encima de la carcajadas de Amadeus y este empezó a decir todo lo que Amadeus era, pero su nombre había sido cambiado a un simple mote, ahora para ellos se llamaba el mechones de oro, pues tenía el cabello rubio como el oro y eso era una de las cosas que más llamaban la atención de Amadeus.

—Este ejemplar se llama Mechones de Oro, es un humano normal y corriente, como veréis tiene buenas ropas y suele ser pasivo en cuanto al habito sexual se refiere, es uno de los más caros pues costó mucho conseguirlo y sin duda es mucho mejor que los demás por varias cosas que tiene... se vende una noche y se vende para toda su vida, este es un buen ejemplar que sin duda podrán ayudaros en las noches para calentaros.— Dijo el hombre acercándose a Amadeus y estirándolo hasta dejarlo tumbado en el suelo frente a los hombres que le iban a comprar.—¿Queréis ser los primeros en desvirgarlo? Nunca nadie ha llegado a nada con él, pero sabemos su postura sexual porque casi llega a hacerlo con uno de nuestros guardias, pero no llegó a hacerlo.— Dijo finalmente el vendedor mintiendo, pues Amadeus no era virgen, pero así seguramente conseguían una ganancia mayor por el morbo de hacerlo con un virgen.

Ysgramir conocía el Molly House, había ido a la inauguración, que no había sido hacía mucho tiempo, el dueño era un conocido suyo con el que tenía negocios y le invitaba a menudo a aquel lugar. Las diversiones eran de todos los colores y se podía encontrar prácticamente de todo, ese tipo de locales eran totalmente clandestinos, aunque no necesariamente cochambrosos. Los buenos comerciantes sabían que había que hacer una buena inversión para recibir dinero por ellas, no habían escatimado en gastos y había varios niveles en el propio local, donde cada uno podía adquirir mejores recompensas según su nivel adquisitivo.

El único motivo por el que estaba ahí, era por los negocios, hacía acto de presencia de vez en cuando, se tomaba una copa o dos, miraba la mercancía y los espectáculos y se volvía a sus quehaceres, como empresario necesitaba dar la cara de vez en cuando entre sus asociados, le gustase o no,  para mantener las buenas relaciones y estaba acostumbrado a hacerlo, aunque no le entusiasmase. La exhibición exagerada de sexualidad hacía tiempo que no le llamaba la atención, tal vez se sentía algo más entretenido con uno o dos espectáculos, pero nada más allá.

El dueño del local le ofreció visitar los diferentes pisos y distracciones, intentando convencerle para que invirtiera en él. Aun no tenía claro si sería rentable o no, el negocio de los esclavos era algo mucho más seguro, siempre y cuando la mercancía fuera decente y no muertos de hambre con media vida, pero las prostitutas y prostitutos era un negocio muy estirado, donde había una competencia inmensa entre los diferentes locales por los clientes, si bien el Molly era uno bastante particular, enfocado en las apetencias prohibidas de los mortales.

Le fueron enseñando diferentes secciones, espectáculos, excentricidades, los grupos..En fin, de todo, al menos por la variedad no se podía quejar, hasta que le abrieron la puerta a una de las habitaciones en la buhardilla, de la más baja calidad que se podía allí encontrar, no le sorprendió ver a un chiquillo desorientado o tal vez no.- Para ser vírgen tu Mechones de Oro está muy entusiasmado con la idea de que lo empotren.- El hombre que intentaba vender los servicios del chico le aseguró que no era así, pero Ysgramir no le estaba escuchando, varios de los clientes que le acompañaban se alejaron hacia la siguiente atracción, perdido su interés ante la duda de la veracidad de la presentación. El vampiro se quedó observando al muchacho, podía apreciar la calidad, no era feo del todo, rubio, como la mayoría de sus congéneres del norte, pero al ver sus ojos se percató de la nube que los envolvían, con las pupilas dilatadas. Era evidente que le habían drogado.

Suspirando, se acercó a él, sin cerrar la puerta a su espalda, contempló al chico, sus ropas, que eran de buena calidad, le cogió del mentón para alzarle el rostro y poder verlo mejor, después atrapó una de sus manos y le dio la vuelta, comprobando que no había durezas ni callos. A veces las prostitutas estaban bien conservadas, de gran calidad, pero eso no correspondía con la habitación en la que el muchacho estaba.- ¿Quién eres tu?

Amadeus estaba sonriendo al hombre que le había cogido del mentón, tal vez iba a hacerle algo, así que Amadeus se limito a mirarle sin poder cambiar esa sonrisita en su rostro, ese hechizo sin duda le estaba haciendo algo raro y tampoco le permitía decir su nombre, era como intentar decir su nombre, su título y nada salía de su boca, tuvo que decir otro nombre para que al menos pudieran mantener una conversación.

—Mi... mi nombre es...— Amadeus le miró fijamente a los ojos.—Es... A...— Dijo Amadeus, así podría llamarle de algún modo.—Por favor... dime que me está pasando...— Amadeus se levanto a duras penas y se apoyo en aquel hombre que había preguntado por su nombre.—Y soy virgen.— Dijo pero en realidad no lo era, pero tal vez así podría de algún modo seducirlo para que lo sacará de allí y pudiera huir lo antes posible.

Amadeus se cogió del brazo del hombre y como si tuviera confianza de algún modo y volvió a caer al suelo por el té, ese té le estaba adormeciendo y debía huir o al menos salir de allí junto con aquel hombre que parecía ser más amable por los demás al quedarse con él, por lo menos podría seducirlo para de algún modo hacer que le sacará por medio del cortejo, aunque le iba a costar pues a Amadeus solía costarle ligar mucho.

—Rubio guapito... ayúdame a levantarme, por favor.—Dijo Amadeus ofreciéndole su mano para que este le ayudará a levantarse.—Te ofrezco mi virginidad.— Dijo para intentar de algún modo conseguir que este cediera, aunque iba a costar convencerlo.

El vikingo enarcó una ceja cuando no terminó de decir el nombre, en el fondo le daba exactamente igual cómo se llamase, le había preguntado quién era por su atuendo y su físico, era obvio que no era una prostituta, aunque actuase como una de las más lascivas. Las insinuaciones de ese tipo hacía tiempo que no le decían nada, tal vez en un tiempo cuando era ignorante y bastante más joven le hubieran enardecido, pero ahora..Era tarde para seducir a Ysgramir de forma tan obvia.

Estuvo a punto de decirle que seguramente le habían drogado, pero como insistió en su inocencia levantó nuevamente una ceja. Se puso tenso en cuanto le cogió del brazo, él no era ese tipo de hombre al que le gustasen los halagos ni los acercamientos, tenía un espacio de confort amplio y no le gustaba que se extra limitaran sin ningún tipo de permiso. Entrecerró los ojos, a punto de darse media vuelta y dejarle allí, solo por su presencia la gente solía notar que no era amigo de las tonterías, tenía un semblante frío y serio, de modo que la mayoría de las personas iban al grano con él, a sabiendas de que los rodeos y las medias tintas no encajaban con su forma de ser.- ¿Qué te hace pensar que me interesa tu virginidad? Los vírgenes estáis muy sobrevalorados.

Cogió a Amadeus del brazo, hastiado, y le ayudó a ponerse en pie pero a una distancia prudente, donde él no pudiera volver a agarrarse a él, aunque tampoco se alejó demasiado, por si volvía a perder el equilibrio.- ¿Te han traído a la fuerza, A?- O eso o era de las típicas prostitutas que necesitaban embotar sus sentidos para acostarse con sus clientes, pero ninguna se ofrecía de forma tan abierta, a menudo eran las mejores actrices del mundo, tenían que fingir interés por sus acompañantes, pero lo del muchacho rayaba lo absurdo.

Amadeus miró al hombre misterioso molesto, si él supiera quién era y la "virginidad" que se le estaba ofreciendo... sin duda algo que no podría contar por el maldito hechizo de una bruja. Amadeus se miró las manos antes de levantarse y ponerse a caminar junto al hombre misterioso un poco débil.

—Gracias por la ayuda.— Dijo Amadeus seriamente, aunque agradecido.—¿Cuál es tu nombre?— Quiso saber Amadeus mientras le miraba de reojo con curiosidad.

Amadeus había sido traído a la fuerza, pero quería evitar esa pregunta, tal vez si le decía que sí este dejaba de querer ayudarle por no meterse en problemas, y si negaba este pensaría que era un prostituto y ya está, por lo tanto no sabía exactamente que responder más que lanzarle una mirada de autocompasión y no decir nada, pues era mejor no hacerlo.

—No... puedo... decírtelo.— Dijo Amadeus tristemente mientras caminaba.—Por ahora ayúdame un poco, por favor.— Dijo Amadeus dejándose caer de rodillas en el suelo.—¿Qué hace un hombre atractivo comprando a gente o contratando a prostitutos?— Preguntó Amadeus pues era extraño que un hombre atractivo que los conseguiría con una mirada, los fuera a comprar.

Amadeus estiro la manga del desconocido para llamar su atención y señalar a una puerta en la que parecían guardar cosas, tal vez allí podría encontrar algo que le gustase o su propia ropa para salir de allí, aunque sería mejor ponerse una ropa más de clase baja, la robaría y se haría pasar por uno con el desconocido, tal vez así logrará una mayor atención.

—Quiero mis ropas, y quiero ver si están allí.— Amadeus camino corriendo hasta la puerta y la intentó abrir pero no tenía suficiente fuerza.—¿La abres?— Amadeus le puso ojitos, aunque seguramente la ropa no estuviera allí.

Dudó seriamente en decirle o no su nombre, pero finalmente aceptó la idea de que fuera quien fuera, estaba muy drogado, con un poco de suerte no se acordaría de nada de lo ocurrido allí, ni siquiera de él.- Ysgramir.- Dijo, simplemente.- Ysgramir Gunnarson.- Su nombre era conocido por la alta esfera, era un hombre de negocios potente y aquellos que se movían por el mundo de las finanzas sabían que tenía un gran patrimonio, no solo en suelo francés, si no en varios países. No quiso entrar en detalles de nada más, al fin y a cabo no le interesaba darse a conocer a un crío que no podía decir ni su nombre.

Le cogió con firmeza, levantándole del suelo cuando cayó de rodillas. Arqueó una ceja ante la pregunta, desde luego...No necesitaba comprar, como había cientos de cosas que tampoco y aun así lo hacía, los prostitutos y la compañía profesional era eso, un servicio sin complicaciones, pagada a gente especialmente instruida para complacer cualquier tipo de deseo y eso no siempre se conseguía con un amante. Había todo tipo de gustos exóticos y específicos, pero él no estaba demasiado interesado en esa clase de compañía, cuando veía algo que deseaba, lo conseguía, pero pocas cosas le llamaban tanto la atención.-Me divierto, como todo el mundo que lo hace, pero no estoy aquí para comprar nada, si no por otro tipo de negocios.- Como decidir si invertía o no en el antro, pero visto lo visto, no lo haría.

Le miró de reojo cuando tiró de su manga y se puso tenso, miró el armario y sopesó la idea de dejarle allí, a que se buscara la vida, pero le daba bastante lástima. Fue al armario que él intentaba abrir con tanta desesperación y lo abrió por él, para ver lo que contenía dentro.- ¿Están?

Amadeus entro dentro del armario y empezó a mirar y buscar su ropa, algo que le sirviera para poder fingir que era su ropa, y así lo logró, consiguió encontrar unas ropas algo rotas, se notaba que sería de alguien de clase obrera y Amadeus cogió la ropa y miró a Ysgramir.

—Date la vuelta... si quieres... a no ser que quieras verme desnudo.— Amadeus le mostró una sonrisa pícara y después se quitó la ropa para ponerse la ropa de clase obrera.—Bien... creo que ya estoy vestido bastante bien.— Dijo Amadeus mientras se miraba en un espejo roto que había en el suelo.

Amadeus cogió una chaqueta que tenía pinta de cara y miró su verdadera ropa antes de irse sin ella y ponerse esa chaqueta cara que no era suya pero le venía justo a su medida, no como la ropa que llevaba de clase obrera que le venía más pequeña de lo normal para ser tan rico, pues Amadeus pese a ser rico no era nada fornido y aunque comía de todo su frágil cuerpo seguía siendo delgado, por lo tanto era perfecto para hacerse pasar por un clase baja.

Amadeus salió del armario y se quedó mirando a Ysgramir con cara de sorpresa al recordar que era empresario... ¿Qué clase de empresario tan reconocido querría invertir en ese antro? Amadeus no sabía que pensar ya de ese empresario, además de solo venir a mirar... si que era raro eso.

—Eres un hombre extraño...— Dijo Amadeus mirándole mientras se mordía el labio.—¿Qué hacemos ahora? Sé que no me querrás comprar y sacar de aquí... pero... no me vas a abandonar... ¿No? Puedo ser un buen criado... tal vez no me crea pero yo sé limpiar y hacer muchas cosas de la casa.— Dijo Amadeus mintiendo para que le sacara de allí lo antes posible.—Hazme este favor y se lo compensaré como sea... con lo que sea... no pondré pegas, solo quiero sentir que las calles de París vuelven a ser mías, vuelvo a poder explorarlas... tal vez te apetezca recorrer la ciudad conmigo... sé de más sitios como este...— Amadeus se maldijo por haber dicho eso, ahora tendría que buscarse una excusa de porque los conocía si quería seguir mintiendo sobre su virginidad.—He escuchado a muchos hombres hablar sobre estos sitios antes... muchos nobles para los que he trabajado... por suerte ninguno nunca abuso de mí... preferían carne de primera clase.— Dijo como excusa Amadeus.

Ysgramir levantó una ceja, primero le pedía prácticamente a gritos que lo desvirgara y ahora resultaba que le daba vergüenza que le mirase desnudo. Suspiró y miró hacia otro lado, aunque no se molestó en darse la vuelta del todo, el vampiro no se fiaba de nadie y por mucho que el chico pareciera un ser desvalido e inofensivo no cometería el error de darle la espalda. Esperó, con las manos en los bolsillos, a que A se vistiera del todo. No tenía ningún interés en su cuerpo desnudo, había visto tantos cuerpos que le era imposible contarlos, ese chico no tenía nada que el nórdico no hubiera visto ya, a no ser que tuviera alguna malformación, que entonces podría llamar algo su atención.

Dejó un buen espacio de tiempo sin mirarle, para que Amadeus pudiera vestirse del todo, volvió sus ojos color azul hielo, sin sorprenderse por las ropas o su apariencia, porque en realidad, sus arcas nunca habían estado siempre llenas, de hecho fue un granjero cuando estaba vivo, un guerrero como tantos otros, dado a la guerra y la conquista. La etiqueta y el dinero vinieron después, cuando perdió el latido de su corazón, hacía mucho, mucho tiempo. La clase baja no le daba náuseas, ni se sentía incómodo rodeado de sus gentes, pero si algo odiaba era la suciedad.

Sopesó la idea de tener a ese muchacho como sirviente, suspiró cuando le contó todas esas mentiras, era evidente que no sabía de lo que hablaba y que venía de otros burdeles, Ysgramir no era tan tonto como para no haberse dado cuenta de su metedura de pata, por mucho que intentase después arreglarlo.- Deja de mentir, chico. Tus manos no han tocado en su vida una escoba. Los sirvientes tienen durezas y cicatrices, a ti no te he visto ninguna. Bien, no quieres contarme quién eres en realidad, a mi poco me importa quién seas. Si quisiera estar en otros burdeles estaría en ellos, personalmente, me aburren sobremanera, tengo putas de sobra en casa con las que acostarme, no necesito gastar el dinero en prostitutas mugrientas. ¿Quieres salir de aquí? Bien. Tengo un trabajo para ti y luego, ya veremos si te llevo conmigo. El dueño de este burdel, quiere hacer negocios conmigo. Quiero que averigües de dónde saca sus putas. Tráeme esa información y te sacaré de aquí.

Amadeus miró mal a Ysgramir por como le estaba tratando, vale, Amadeus no estaba siendo sincero con él, pero tampoco era razón para que le tratará así, por lo tanto no debería decir eso. Amadeus miró a Ysgramir una última vez y después a la pared de reojo mientras se cruzaba de brazos.

—Mmm... está bien, quedamos en media hora en mi habitación, Don Aburrido, pensaba que querrías hacer cosas más interesantes...— Dijo Amadeus antes de comenzar a caminar apoyándose en las paredes.—Con todo lo que sé no sería difícil explicarte cosas, pero prefiero estar seguro de todo, quédate en mi "habitación" mientras tanto, por favor, no te vayas, no me abandones, dame una oportunidad, puedo ser un negocio.— Dijo Amadeus antes de salir de allí.

Amadeus sabía que tenía que haber un despacho allí, así que entro dentro de varias habitaciones y por fin dio con un despacho, allí empezó a buscar información en el escritorio, cajones, todo, al parecer el sitio iba bien, iban desde nobles, hasta obreros, lo principal allí eran las relaciones sexuales entre hombres, simplemente hombres que se acostaban entre sí, y parecía que ya tenían bastante ingresos, aunque no gracias al trigo limpió, sin consentimiento del dueño estaban secuestrando gente y prostituyéndola, aunque más bien eso ocurría por culpa de un empleado que se quería sacar un dinero extra.

El despacho no era del dueño, era de ese empleado, debía encontrar el despacho del dueño, aunque se llevaría esos papeles de allí, habían creado un lugar perfecto para la gente que se sentía rara por sus gustos, no debían hacer esos, no debían destruir esa armonía con secuestros, debía convencer a Ysgramir para terminar con ese empleado que estaba destruyendo eso.

Amadues fue arrastrándose a duras penas por las paredes hasta su habitación confundiéndose dos veces antes de entrar en la que de verdad lo era y allí le dejo los papeles en la cama a Ysgramir mientras sonreía satisfecho por el trabajo bien hecho, por fin había logrado hacer algo así por su cuenta.

—En realidad trabajo para ricos como espía... pero no me gusta revelar mi trabajo mucho.— Dijo Amadeus con una sonrisa fingida, pues tampoco era espía, simplemente le gustaba inventarse cosas.—Antes de leerlo te haré un resumen, este lugar actualmente tiene un dueño, está hecho para hombres a los que le gustan los hombres y va bien, pero un empleado de alto rango está secuestrando a gente y prostituyéndola, alejando el cometido del lugar por completo, si inviertes, que sea para que el dueño se enteré de lo que están haciendo, debes hablar con él, hacer que paren, lo necesita este lugar, por favor, Ysgramir ayuda a que este lugar dé frutos, imagina la revolución social que causará, puede que logremos que los gustos por tu mismo sexo se vean como algo normal, por favor, haz algo.— Pidió Amadeus poniéndose de rodillas a duras penas.—Y sácame de aquí, haré lo que quieras.— Amadeus le miró con pena en el rostro.

Empezaba a cansarse del juego que se traía el chico entre manos, que le llamase aburrido le importaba muy poco, lo era, estaba muy aburrido y alguien que se hacia el virginal y el puro que pedía un revolcón a gritos no le llamaba para nada la atención. - Cualquier cosa es más interesante que esto, primero te ofreces como una furcia, luego te da vergüenza que te vea desnudo, me pides que te ayude, que te saque de aquí, luego me dices que podríamos hacer cosas más interesantes...¿Qué es lo que quieres? ¿Quieres que te saque de aquí porque es un lugar en el que no deberías estar o prefieres que te destroce contra una pared? No dices nada que tenga sentido para mi.- Ysgramir era un hombre del norte, era sincero y lo que veía allí era alguien desesperado porque se la metieran en caliente.

Suspiró con hastío cuando le volvió a repetir que no le abandonase y esperó, si algo tenía era paciencia y mucho tiempo para desperdiciar con tonterías, estaba viendo que aquello no llevaba a ninguna parte y se preguntaba sinceramente por qué demonios no se había largado ya dejando al crío allí, ya tenía sus propios problemas, no veía por qué le iban a importar los de otro. No se marchó porque le interesaba saber si realmente sus sospechas eran infundadas o no, de modo que cuando el chico volvió levantó una ceja.- ¿Tu trabajo de espía consiste en pasarte por las piernas a los ricos para que te cuenten sus penas? Es más inteligente por tu parte de lo que podría esperar.- Ysgramir cogió los papeles, ojeándolos mientras el chico hablaba, observó las cifras por los secuestros y ese tipo de cosas. Luego levantó la vista hacia el muchacho.- No seas ridículo, ¿Para qué me voy a meter yo en esos asuntos? Cada uno que se procure sus propios gustos. No me interesa una revolución social, por lo que a mi respecta los gustos de la gente me la traen al pairo. Si se aceptaran las relaciones se acabarían los negocios como este, porque si fuera legal, ya nadie tendría por qué ocultarse o pagar por unos instantes de placer. Por algún motivo existen los fumaderos de opio, si fuera legal fumarlo lo harían en plena calle y nadie pagaría por un escondite cantidades ridículas de dinero. Así de sencillo.- Se guardó los papeles en la chaqueta, a buen recaudo y luego miró al chico.- Vamos, te sacaré de aquí. Sígueme y permanece con la boca cerrada, si es que eres capaz.

Caminó con toda tranquilidad, las manos en los bolsillos y fue en busca del responsable que le había traído hasta allí en un momento. Ysgramir era un hombre persuasivo y su poder económico le permitía ciertas licencias, como exigir al muchacho como una especie de soborno por aceptar los tratos futuros, como una forma de allanar el camino hacia una negociación, por supuesto, el hombre no tuvo demasiado reparo en darle al muchacho siempre y cuando lo devolviera si decidía no invertir en el lugar. Cerraron el trato con un apretón de manos y salió a la calle como el más tranquilo de los hombres. Miró a Amadeus, por encima del hombro.- ¿Sabrás llegar a tu casa sin meterte en líos?