No place to go [Privado]

por **Abuk** Miér Dic 07, 2016 8:55 am

No importa como fuera mi padre, lo que importa es como lo recuerdo yo.

Se había hecho de noche ya, el lugar estaba practicamente desierto, salvo un par de trabajadores y un vigilante nocturno. La joven llevaba allí desde las ocho de la tarde, no se había movido del banco en el que se había sentado. Cuando de muy niña imaginaba su futuro se imaginaba en uno de esos ferrocarriles, viajando por todo el mundo, descubriendo nuevos lugares y ayudando a los más necesitados, a los heridos. Era la segunda vez que acudia a la estacion desde que estaba en París. Esa misma estacion fue lo primero que vio de la ciudad cuando la trajeron allí de niña, desde el sur de España.

No podía coger un ferrocarril y no volver jamás, no era libre para eso y nunca lo sería, pero la gustaba quedarse allí, observando como las personas iban y venían, como los trenes salían, como familias se despedían de personas que quizás no volviesen a ver. Cuando la noche iba entrando ya no había despedidas, solo ferrocarriles de mercancía que salían con destino a algun lugar mejor o peor. Y de muy vez en cuando había algun tren de llegada, personas de cara cansada, a los que normalmente no esperaba nadie.

El guardia la había preguntado si esperaba a alguien o si necesitaba algo, a decir verdad parecia un hombre agradable, su cara rellenita y su barriga le hacia lucir tierno incluso. De forma algo escueta Abuk se limito a decir que no esperaba a nadie pero que la gustaba estar allí. Tras un par de miradas confusas el hombre decidio alejarse encogiendose de hombros. No estaba prohibido estar allí, así que tampoco podía echar a la joven.
La morena miro al luna, que desde ahí se veía bastante grande, casi ocupando toda su vista del cielo. Lucia esplendorosa aquella noche, en un cielo extrañamente despejado.

Paso sus manos del sencillo banco de madera a encima de sus piernas dobladas. El vestido había sido apartado ligeramente dejando ver parte de sus piernas así como sus pies descalzos, los zapatos los había dejado en el suelo porque así se encontraba más cómoda. Saco un papel entre los pliegues del vestido, era un pequeño retrato de su padre, un hombre de buen porte, aunque pecoso, cabello castaño y ojos verdes como el musgo. La acercó a su pecho y se quedó así unos minutos, pensando en lo que sería poder tenerlo de nuevo, aunque sea poder tener a uno de ellos.

por **Naxel Eblan** Lun Ene 16, 2017 11:01 am

Habían pasado unos cuantos días desde que había llegado aquella petición, aquella orden y encargo de aquel trabajo el cual había aceptado hacer. Vivía básicamente de los encargos que la gente me hacía, más bien, hacían a mí tío pero que era yo quien los realizaba. Keith no estaba en condiciones de aceptar los encargos y aunque fuera él la cara “pública” que veían, era yo quien los ejecutaba. Me gustaba mantenerme al margen, no me gustaba que la gente me reconociera demasiado por lo que era, me gustaba pasar desapercibido y que no pudieran reconocerme… así yo podría acercarme lo suficiente y asestar el golpe llegado a cierto momento. Yo no pertenecía a la orden de cazadores y Keith tampoco lo había sido nunca, ambos íbamos más por libre y eso significaba que cobrábamos más que los encargos de la orden, pero también eran los que a veces ellos no aceptaban.

Miré el sobre y rasgué el sello que había hecho con cera, leí la carta y sonreí de lado por lo que me estaban pidiendo. Al parecer alguien se había estado encargando de aniquilar a varios “jefazos” y, puesto que había conexión entre alguno de ellos no querían sufrir el mismo destino que los otros. No hablaban demasiado sobre los detalles de la muerte, pero creían que era algún ser sobrenatural debido a cómo se habían encontrado a las víctimas. Un licántropo quedaba descartado por la forma en que había matado, así que tenía unas dudas sobre quién podría haber cometido aquello. Debía de comenzar una investigación al respecto, algo que sabía que la policía no podría llegar al fondo del asunto ya que desconocían por completo que existían seres sobrenaturales mezclándose con el resto de la gente en las calles de París.

Había estado investigando a los que me habían hecho el encargo, carecía de pistas por dónde empezar y había hecho un seguimiento de cada uno de ellos. Parecía que sí tenían algo en común y que, por lo que tenían en común, era posible que si hubiera una pista al fin y al cabo. Al parecer, aquellos hombres y “jefazos” como yo les llamaban, tenían una costumbre un tanto… oscura. Les gustaba tener esclavos para ellos trabajando, y en lo que había podido descubrir entre torturas y demás interrogatorios me había dado cuenta de que cambian con frecuencia de aquellos esclavos que tenían… por lo que no era de extrañar que, alguno de ellos, haya querido tomarse venganza.

El círculo se iba estrechando cada vez más y más conforme más pistas conseguía, había descartado que fuera un humano normal y corriente porque había podido acceder al lugar sin que nadie se diera cuenta. ¿Un asesino a sueldo? Podría ser que fuera, pero este debía de pagarlo alguien y dudaba que aquellos esclavos tuvieran el dinero suficiente para poder pagar a un asesino que los matara por ellos. No, había algo que no terminaba de cuadrar, la pieza de un puzle que pronto se estaba completando y revelando ante mí… y, por ello, ahora tenía ante mí a una de las posibles sospechosas.

Sí, aunque no lo pareciera nunca me dejaba llevar por las apariencias ya que estas eran muy engañosas y no sabías lo que realmente podría ser. Era una joven, de piel tostada y pelo rizado y oscuro, todas las señas de que podría haber sido una esclava. De hecho, sabía que lo había sido dada la… información que había conseguido. Por eso mismo la estaba siguiendo, por eso la había seguido hasta aquella estación en la que ahora estaba sentada sobre aquel banco, sin siquiera pensar que un cazador la tenía en el punto de mira y que, si hacía algo sospechoso, iría a por ella. Reí levemente entre dientes, observándola en la distancia medio escondido pero sin perderla de vista, seguirla era uno de los pasos para saber si realmente… era ella la causante de las muertes. Y tenía que admitir que, si era ella, quería saber cómo era que los mataba.

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