Bienvenida a mi mundo [Viola]

El tiempo parecía volar en esos momentos, quizás era el hecho que estaba disfrutando de la compañía de aquel joven, una parte de mi estaba nerviosa, ansiosa, inquietante pero la otra estaba tranquila, relajada y dispuesta a disfrutar todo lo que tuviera preparado esta especial noche, ya que hacía mucho que no salía a cenar fuera de mi mansión, y menos con un acompañante tan… misterioso e interesante como lo era el Monsieur Windsor. En cosa de minutos habíamos llegado al Palacio Royal. En mi tiempo en Paris nunca había entrado en el y este parecía ser el momento perfecto, baje con cuidado del carruaje mientras alzaba mi vista para ver aquel espectáculo, esto parecía un sueño; sonreí ampliamente y sentí como mis ojos de devoraron todo aquello – En realidad un poco de formalidad nunca está de mas – añadí a lo que había dicho, nunca había presenciado una entrada así y esta vez la disfrutaría como tal.

Entre tomada del brazo de mi singular acompañante que cada minuto que pasaba me sorprendía mas y mas, mientras caminaba me preocupe de observar todos los detalles de aquel lugar, maravillándome con cada rincón, era o mejor dicho parecía un palacio de la misma realeza, el lugar sin dudas me había dejado anonadada, muchas veces había escuchado a mis clientes de lo magnifico que era aquel lugar, pero nunca lo había presenciado con mis propios ojos – Monsieur, Este lugar es magnífico, no había tenido el privilegio de entrar y me ha dejado sin palabras, es… es perfecto- añadí con cierto entusiasmo, en realidad así era; no todos los días se conocían lugares dignos de admiración. Seguimos el camino y llegamos a una sala tan espectacular como todo el palacio en sí, sonreí suavemente – No se preocupe Monsieur, recuerde que hoy estoy preparada para probar cosas nuevas – le dedique una suave sonrisa mientras el salía de la sala.

Me acomode en un amplio sofá, mientras dejaba a un lado mi bolso con aquellos apuntes casi olvidados ante la presencia de aquel misterioso joven que se hacía presente y se sentaba a mi lado – A veces todas las esperas valen la pena – le quede mirando directo a sus ojos que relucían de manera magnifica en ese momento, aquello mirarlo me hizo sonrojar cosa que me hizo sentir media incomoda, pero todo desapareció en cosa de segundos – Esta noche todo valdrá la pena – dije con una seguridad que hasta a mi misma me sorprendió.

Y como si fuera el sueño más real que he podido presenciar todo se reducía a eso, aquel lugar, su compañía, a mi parecer yo no necesitaba tanta atención, solo era una persona más en este mundo, con un talento en particular pero solo una más en el montón. Y aquel joven me trataba como si fuera de la realeza y eso parecía demasiado extraño, no muchos hacen aquello y él lo hacía porque le nacía, mas por mi mente paso un pensamiento del cual no me gusto para nada, “a cuantas damas mas habrá traído a este lugar”… me quede mirando su perfecto rostro mientras aquella extraña cercanía hacia que todo pensamiento saliera de mi mente de la misma forma como había entrado. – Usted, me halaga demasiado… y aunque me gusta que lo haga suena extraño que lo repita tantas veces – le dedique una suave sonrisa.

Aquel suave roce de su mano sobre mi mejilla hizo que de sobremanera me sonrojara, no por vergüenza sino que su cercanía de cierto modo me cohibía, pero me gustaba que fuera así, el frio de su piel era algo que me gustaba, hacia que mi rubor cediera ante aquello, ante aquel frio. – ¿Y a usted Monsieur, como le gustaría que fuera esta noche? – Todos de alguna manera u otra teníamos diferentes perspectivas de las circunstancias; en un abrir y cerrar de ojos estábamos lo suficientemente cerca como para sentir su respiración, como para poder perderme nuevamente en sus ojos tan claros como el día, o mejor dicho mis labios tan cercas de los del que todo podría reducirse a un beso… ¡¡Pero que cosas que pienso!! Me dije para mí mientras me alejaba lentamente de él sin quitar mi mirada de su rostro; blanco como la porcelana que podía distinguir en aquella mesa que estaba a unos cuantos metros de nosotros.

Dos copas se llenaron, una de aquel vino burbujeante más conocido como Champagne y otra de vino tan rojo como el color rubí de la sangre, aunque en primera instancia me pareció extraño, todo en esta noche era más extraño aun junto a mi acompañante que cada segundo que pasaba me sorprendía mas y mas, algún día yo haría lo mismo para con el - y por que el tiempo sea eterno mientras este en su compañía – levante mi copa haciendo chocar suavemente con la de él, mientras daba un sorbo corto de aquello, dejándolo un momento en mi boca saboreando aquel liquido tan apetecible, las burbujas enloquecieron en mi boca y suavemente se fueron desintegrando mientras degustaba todo aquello una combinación entre sabor y aroma ¿que más perfecto que todo eso?... para aquella pregunta si tenía una respuesta… esta situación era la más perfecta.

Quede con una sonrisa impregnada en mi rostro ante todo aquello, el parecía estar en sus pensamientos y yo, yo solo podía contemplarlo en aquel momento, una melodía se podía escuchar algo lejana quizás de algún salón en el mismo Palacio, que hacía que todo esto fuera más ameno, me sentía en tranquilidad junto a él, no tenía por qué temerle a pesar de ser un extraño, un extraño que con el trascurso de la noche ya no lo seria mas.

Y así fue como después de una espera, ni corta, ni larga la cena ya estaba en su lugar, la mesa estaba perfecta mente adornada, un candelabro sobresaltaba y en el una vela encendida, que hacia el momento algo romántico, especial, único, parecía una cena de ensueño; el todo un caballero se apronto a separarme aquella silla, mientras nos acomodamos ambos estábamos en completo silencio, la música en esta parte de la sala donde estábamos se escuchaba mas clara y agradecía que así fuera, aquellas melodías me relajaban y me hacían concentrarme en el simplemente.

Al estar ya en mi lugar note que solo había un plato servido, escuche su escusa, y de sobremanera me sentí algo incomoda, no me gustaba comer sola, y aunque no lo estaba por mi cabeza pasaron mas pensamientos de los que imagine, entre ellos “ La comida tendrá algo extraño”, pensé… dude unos minutos en la invitacion, un sinfín de preguntas sin respuestas aparecían en mi mente; sus palabras aclararon en parte lo que estaba pensando pero – yo a pesar de… ser inglesa, no hay mejor cosa que la comida francesa – le mire a los ojos, si era cierto los mejores chef eran los franceses, no quise hurgar mas en aquello. No todos los gustos eran los mismos, y no lo culpaba,¿ o sera que yo no tenia gustos tan exquisitos?, moví la cabeza suavemente hacia adelante para llenarme de los aromas que emanaban de aquel plato de comida, me deje llevar por la combinacion de aromas. Pude tan solo descifrar cada componente que tenia servido, aunque no hable de ellos volví mi atención hacia el, lo quede mirando no podía evitar hacerlo.

Sonreí suavemente tome un tenedor, y pinche aquello cuidadosa mente, no quería parecer tosca o bruta, si no mas bien natural o mejor dicho como era yo, suspire y me di el tiempo de examinar aquella delicia, si se veía exquisito y por fin me decidi a probarlo, ya en mi boca una inmensidad de sabores se desataron en mi boca, saboree lentamente mientras disfrutaba el bocado, termine por tragarme lo me limpie la comisuras de los labios y hable – esto esta delicioso, debería probarlo – esboce una suave sonrisa mientras dejaba a un lado el tenedor y tomaba un poco de champagne, - ¿y me dirá que hay detrás de aquellos cumplidos? – mordí mi labio suavemente mientras esperaba aquella respuesta.

La flama de la vela parecía bailar mas yo diría que disfrutaba de aquel encuentro, tan extraño y singular. LA noche traía sorpresas, encuentros, una cena romántica, bellas palabras, miradas misteriosas, una extraña melodía y demasiadas cosas que no tendría tiempo de pensar. Suspire ante mis pensamientos que cambiaban tanto como el mover de la flema de la vela, no había vuelto a probar bocado, solo ponía mi atención en esta situación.

- ¿me pregunto? – dije mojando suavemente mis labios – ¿usted siempre es así tan caballeroso? O solo por que estoy yo presente se comporta así. – hable sin quitar mi vista de la de el – no me mal interprete, solo que no todos los días uno puede conocer a un extraño que te invite a cenar, y que ponga toda s atención en uno. – sonreí suavemente mientras volvía a dar un sorbo de champagne, y sin darme cuenta cuando fui a poner la copa en su lugar pase a llevar la botella de aquel burbujean te vino blanco, esta cayó al suelo rompiéndose en mis pedazos a mi lado, el ruido me sobre exalto y salte sobre mi puesto, haciendo que mi corazón se agitara por aquel susto.

Me sorprendio con sus primeras palabras, no esperaba una natural de mi país y eso la hacia aun mas perfecta de lo que imaginaba. Mi excusa resulto insulsa, sonrei por ello y para entonces ya deberia haberme convencido totalmente de que estaba tratando con una mujer fuera de los estandares convencionales, obviamente mucho mas atenta a lo pensaba, su lado racional no se nublaba ante las simples palabras como en otros casos -Muchos dicen eso, quisiera poder decir lo mismo mas aqui mi aporte, su vino es uno de los mejores y creo que con el me he de satisfacer por ahora- respondí torciendo una sonrisa para luego darle fin a mi bebida, a mi 'vino' que era de una cosecha reciente. La sangre tenia que ser fresca, el vino añejo, la carne de una amante deberia ser tierna y apetecible y nada mas que ello debia de resumirse en los mejores placeres de la vida -Inglaterra...cuando la recuerdo quisiera poder regresar de inmediato, debo admitir que soy un devoto patriota pero digame, ¿hace cuanto dejo esas tierras?- pregunte interesado, me levante un momento solo para servirme un poco mas de 'vino' en la copa y regrese a mi lugar mientras ella degustaba su cena.

-Mientras a usted le complasca creo que eso ya me satisface- respondi a cuando ella me comento de que deberia probar aquella comida, ceniza, eso era todo lo que podia sentir en la boca hasta de la mejor comida. Hubo un tiempo en el que solia disfrutar de ello, cuando era humano, no podia rechazar la deliciosa gastronomia, que pena de esos tiempos pero vivia mejor ahora que entonces, eso era lo que el demonio interior decia. De pronto su degustación ceso, me miro directamente y yo hacia lo propio aunque notaba que habia algo que queria decirme, no se dejo esperar mucho tiempo, ella queria saber la verdad se podria decir, a que se debia todo aquello. Di un sorbo mas mientras pensaba, ella tenia razón, no era normal para una persona que estaba acostumbrada a una rutina que un extraño llegara a tratarla de esa forma. Me pregunte a mi mismo cuantas veces habia tratado asi a una mujer, tal vez un par de veces y otras no tan bien, dependia de como la persona se presentaba, algunas tenian la figura de un diamante o eso creia pero esa mujer era algo mas.

Los diamantes era frios, sin vida, para observarlos, poseerlos y guardarlos, tal vez sacarlos de la caja alguna vez para que el publico se deslumbre de su belleza, pero no era mas que una roca con brillo. Tenia la respuesta exacta en mi mente pero antes de darsela la botella cayo al piso, provoco un ruido que hizo que uno de mis empleados entrara en la sala algo temeroso, lo llame con la mano pues yo me mantenia pasivo, ella estaba alerta -Recojelo y trae otro- dije y siguio mi instrucción, mi mirada regreso a ella -No te preocupes, solo es una botella y es facilmente reemplazable- sonrei y espere a que el empleado se fuera con los trozos rotos y antes de que regresara con la nueva botella acerque mi silla a ella, la tome de una mano y la mire tranquilo unos segundos -Tal vez no entiendas lo que te dire pero con el tiempo lo haras, hay pocas cosas para que alguien como yo reconosca su verdadero valor al verlo- comenté.

Desvie mi mirada a la llama de la vela que bailaba en medio de la mesa tratando de llamar nuestra atención

En las aguas tranquilas de la laguna,
mas que en el vasto cielo, brilla la luna;
alli duermen los albos cisnes de Iduna,
en la margen tranquila de la laguna,
Cesa ya la fantástica ronda importuna,
su lumbre melancólica vierte la luna,
y los Elfos se acercan a la laguna
su lumbre melancólica vierte la luna,
y los Elfos se acercan a la laguna
y a los albos, dormidos cisnes de Iduna.

Mis palabras eran claras mas mi mirada fija en la vela daba la sensación de que fuera otra persona quien se apoderaze de mi entereza, volvi a mirarla, torci una sonrisa y le explique -Eres un cisne Viola, pero no cualquier cisne, tu representas el mismo significado de Iduna para mi y es por ello que te doy una especial atención desde que te vi- dije, tome su mano y le di un beso en la superficie, la suavidad de su piel una vez mas era exquisita al igual que su temperatura -Si supieras todos los secretos de la noche creerias que eso resulta ironico pues Iduna es la diosa de la juventud y la inmortalidad, ¿quien no quisiera poseer ambas cualidad no es verdad?, tal vez el majestuoso cisne que tengo frente a mi tenga el potencial de convertirse en Iduna ¿no te gustaria?- dije dejando su mano sobre la mesa.

Y el susto fue opacado cuando tan dulcemente se acerco a mi lado, aquello hizo que mi corazón se acelerara aun mas de lo que ya estaba luego del susto de la botella rompiéndose un sirviente se apronto a recoger y limpiar aquel desastre, me sentí avergonzada por aquello, en mi trabajo la delicadeza era lo esencia y ahora estaba siendo totalmente todo lo contrario, suspire y quede mirándolo escuchando y apreciando aun mas de su compañía.

Su prosa la escuche con toda la atención posible, mas no quería distraerme ante aquellas palabras, como me había advertido si era difícil de entender mas con hermosas palabras uno siempre lograba adornas algunas intenciones, y aunque en un principio dude de mis pensamientos todo poco a poco se aclaraba – Puedo ser un cisne y volver en libertad, ¿pero sabes cual es el verdadero significado de esa libertad? – humedecí suavemente mis labios y cite un escrito que había leído hace algún tiempo – La verdadera experiencia de la libertad es tener, lo mas importante del mundo sin poseerlo – me quede en silencio luego de decir aquellas palabras, seguí con mi vista pegada en la suya mas lo que acontinuacion decia, me dejaba alerta pero aun así sabiendo que importaba tanto mi decisión como la de el existía un miedo, mi mano volvió a tocar la mesa, y me lamente aquel acto el frió de su piel era algo que nunca había sentido, muchas respuestas llegaban a mi mentes y nuevas preguntas salían a flote, suspire y ahora yo tome su mano entre las mías – solo nos conocemos cuando conocemos nuestros propios limites, y aunque mi mente piense que no tengo limites a veces creo que los limites están alejados de mi ser – le di una suave caricia en su mano con uno de mis dedos dejando una huella de mi paso por aquella. Le mire suavemente y sonreí con algo de ternura – Cierre los ojos Monsieur que te contare una historia – dije llenando mis pulmones de aquel envolvente aire que existía en aquella sala, volví a mojar mis labios y comencé hablar suavemente.

-“Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animasl hecho para volar libre e independiente para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vielo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiendole más a prisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invitó a volar con ella, y los dos viajaron por el cielo en completa armonía. Ella admiraba, veneraba, adoraba al pájaro.
Pero entonces pensó: “¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!”. Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro.
Y se sintió sola.
Y pensó: “Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse”.
El pájaro, que también que tambien estaba enamorado de ella, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula.
Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amistades, que comentaban: “Eres una persona que lo tiene todo”. Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenia que conquistarlo, fue perdiendo interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida , se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella ya no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar su jaula.
Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste, y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba sólo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico.
Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta. “¿Por qué has venido?”, le pregunto a la muerte.
“Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo- respondió la muerte-. Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admiráis y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mi para poder encontrarlo de nuevo”- termino diciendo la muerte”.

Termine la historia y suavemente llevé una de mis manos hasta su mejilla en la cual le deje una suave caricia y deposite suavemente un beso en aquel lugar, aquella historia decía mucho y a la vez muy poco – ahora puedes abrir los ojos – solté su mano suavemente – ¿puedo convertirme en Iduna para usted, pero es lo que realmente desea? Puede mostrarme su mundo, ¿pero es lo que realmente desea? – deje aquella pregunta en el aire mientras nos interrumpió el sirviente con la otra botella de Champagne, suspire mientras tomaba mi copa y se la mostraba para que me sirviera un poco.

Dos historias con un final trágico, dos historias que contaban algo maravilloso, dos personas que se veían totalmente diferente el uno con el otro, un varón y una dama en una cena donde las conversaciones eran mas que solamente eso, observarlo, mirarlo era lo que mas disfrutaba en ese momento pero algo en mi interior me inquietaba de sobre manera si el instinto, estaba a flor de piel; por mas que me preguntaba a mi misma que era lo que pasaba no encontraba respuesta alguna. Por una parte cada vez me sorprendía un poco mas, su piel tan fría como la nieve que comenzaba a caer en París, tan rígida como el mismo mármol de aquellas paredes que nos cubrían del frió que se aprontaba a penetrar todo el país. Seguí en silencio cada palabra, cada frase que salia de los labios de aquel particular caballero que me hacia compañía.

Mire la copa de champagne mientras escuchaba,observaba y ponía atención a todo lo que pasaba a mi alrededor, el rara vez pestañeaba y parecía estar a veces como una simple estatua, a cada segundo que pasaba nuevas preguntas asaltaban en mi cabeza, nuevas dudas, nuevos sentimientos; recuerdos paganos de mi pasado junto a mi padre, mas un único recuerdo se apoderaba de mi mente la primera vez que leí su diario y leí sobre mi madre… cerré los ojos escasos segundos y volví a la sala donde una cena estaba servida y aunque no había probado mucho ya el hambre no era lo primordial en ese momento, ambos teníamos historias que contar, historias por escuchar, suspire y guié mi vista a la ventana por la cual se veía como la nieve caía. – Si yo soy el cisne usted es el cazador… la belleza dura un par de años luego las arrugas de la vejez se harán presente en mi y en usted… la belleza es superficial… solo quedara en su recuerdo cuanto tiempo… las cosas no son para siempre y… bueno yo tampoco lo soy.

Si era claro aquello nada duraba una eternidad y yo en algunos años ya no seria la misma, mi cuerpo se pondría débil, mi piel se arrugaría, mis ojos no tendrían el mismo brillo que en la actualidad. – Monsieur, todos somos libres y gozamos de esa libertad tanto usted como yo disfrutamos del día a día y aunque no lo conozca del todo siento aquí – dije poniendo mi mano en mi corazón – Mis instintos me los dicen, no se porque, ni como pero así lo siento – bebí un poco de mi champagne intentando distraerme un poco. De cierta manera era algo complicada aquella pregunta no era fácil de responder pero hoy tendría una respuesta para aquello ya que los limites al parecer no existían y así seguira.

-Quiero conocerlo, quiero saber mas de usted y de su mundo en particular, somos diferentes y siempre lo seremos, yo tan solo soy una mujer que fabrica perfumes, que juega con aromas y fragancias ayudando a esta sociedad para que uela mejor… y usted ¿Quién es? Muestreme su corazón hablame con la verdad. – suspire y volví a beber lo que aun me quedaba de Champagne, yo no tendría nada que perder y a mi parecer el tampoco, siempre podria ser su cisne, termine de pensar.

Existía un silencio, un extraño silencio entre nosotros una melodía lejana inundaba aquella sala en la que nos encontrábamos y aunque era muy amena hacia que el lugar pareciera menos frió, de lo que en realidad deberia estar, la nieve afuera seguía su curso natural, no podía premeditar la hora que seria, pero era de noche una noche que trae consigo el conocimiento del que tenia frente a mi, hablo sobre inmortalidad, de algo que según visto de aquel punto de vista era justo y podría creer en el. Pero algo mas había tras aquellas palabras, ¿indagar seria lo correcto? quizás pensaba mientras seguía escuchando, su voz parecía embriagarme cada vez que lo oía, pero mis ideas callaban aquel suave hablar de mi acompañante.

- Si bien un soneto puede ser inmortal, mas mis perfumes también pueden ser lo. ¿Pero una persona puede ser inmortal? - me quede un largo rato mirando aquellos ojos celestes que a esas alturas me intimidaban aun mas de lo que lo había hecho, mi rostro se sonrojo y desvié la mirada hacia la ventana, aun sin mirar aquello tenia ya gravada aquella mirada del Mosieru Windsor. Me levante de donde estaba y me puse a caminar suavemente quizás podria decir que al ritmo de la melodía que se podía escuchar a la lejanía, mis palabras habían quedado ahí,solo ahí ya había decidido que no quería saber sobre la inmortalidad y aunque no se lo dijera lo dejaría hablar. - Mi instinto es el que me incita a pararme, a observarle, a... - no, no podía seguir hablando al menos aquellas palabras tenían que detenerse y quedar en mi mente - a querer bailar, a querer mirar el amanecer mas el anochecer también, mi instinto me a traído aquí junto a usted, y siempre le hago caso mas ahora no se que le pasa - levante mis hombros suavemente y seguí caminando en círculos de aquí para allá, mi curiosidad esta en cada gota de mi sangre, en cada perfume que hacia en cada palabra que salia de mis labios.

Tenia claro lo de mis perfumes, si eran el vivo recuerdo de experiencias, de personas, de sentimientos, yo recordaba cada uno por separado y cada uno de aquellos me hacia volar a un mundo diferente, suspire mientras seguía andando mas lentamente oí sobre el sobre su verdad mas no le encontraba que fuera un ser oscuro si sabia apreciar la belleza tanto por dentro o por fuera eso ya decía mucho de el, no todos eramos iguales y eso era lo que me fascinaba de el, tan diferente, tan distinto a tantos que conocí. -Gracias- volví a sonrojarme pero esta vez con menos intensidad, el lo único que hacia era alagarme y estaba bien aceptar lo que decía.

Me quede en silencio y me acerque a el, lentamente y con una suave sonrisa en mi rostro hable - ¿Bailemos? - aunque el me dijera que no, no podía quedarme quieta mi corazón se sentía enjaulado y mis pensamientos que eran muchos en ese momento los necesitaba callar y la única forma era hacer algo que me gustaba, que mejor que un baile, pensé. Quería dejarme llevar por la música, por su aroma, por la noche, por la nieve que caía incesante, dejarme llevar por el, por su fría piel mas por sus cálidas palabras.

Todo paso a segundo plano al momento que tomo mi mano y me guio hacia la otra sala, acomode uno de mis brazos cerca de su hombro y tome su fría mano, ambos comenzamos a movernos al ritmo de los violines que en ese momento nos envolvían, dimos una vuelta más su cercanía hacia que mi corazón latiera con fuerza queriendo salir de aquel lugar al momento que se me escapo un suspiro sus palabras me estremecieron de pies a cabeza, sonreí suavemente y solo me deje llevar por él. Mi rostro estaba muy cerca del, podía distinguir su especial aroma que me embriagaba, me incitaba a seguir con aquel baile, entre dos cuerpos tan diferentes entre sí.

Créame que su aroma es también muy embriagante – ladee mi cabeza mientras nuestros movimientos parecían que fuéramos uno en ese lugar, un baile mortal o inmortal, un baile de vida. Me sentía una pluma en sus brazos, dábamos vueltas recorriendo la sala que nos acogía, el frio exterior no existía, mas su cuerpo tan frio como el mármol penetraba en mi piel, en la escasa piel que se podía ver, mis manos, mi cuello, mis hombros, mi escote mas todo lo otro estaba cubierto por una tela que con cada movimiento se mecía danzando libremente. Sus ojos penetrantes observaban los míos, las miradas eran intensas, la música no cesaba y el silencio entre nosotros era el silencio más sonoro que podía existir, ¿A caso eran necesarias las palabras? A mi parecer no.

La música seguía y nuestros movimientos también, - Bailar con usted parece un sueño, como si hubiera encontrado a mi principie en un baile de alta sociedad, mas estar sola con usted es lo mas… esplendido que me ha pasado es una noche de invierno. – apoye mi cabeza sobre su hombro y cerré los ojos; en mi mente pasaban hierbas, concentrados para crear el aroma que Expedia de él, quería recordarlo mañana, y por el resto de mi vida. ¿Esta sería la última vez que lo vería?, aquello estremecía mi interior, quería verle mañana, ver aquel rostro, esos ojos, aquellos labios, mi pecho se inflo con aquel suspiro que traía consigo algo más que solo aire, sentimientos emociones, y muchas cosas que aun desconocía.

En lo desconocido me encontraba, inmersa en una noche de invierno, una noche que no deseaba que terminara jamás, era la primera noche que estaba lejos de mi hogar, la primera noche en que lo inmortal y lo mortal podían estar juntos, el era diferente no era el común humano era el cazador que quería apreciar mi belleza, el cazador que estaba robando mi corazón, mi pensamiento, todo lo que me rodeaba desaparecía y tan solo quedaba en un lugar de ensueño embriagada de él, de Dorian Windsor. El cazador que quería conocer, más allá del amanecer.

¿Esta noche puede ser interminable, puede ser eterna? – pregunte suavemente a la altura de su oído mas diría yo que había sido solo un susurro, en realidad quería que terminara… nunca, que fuera una noche eterna. Me aleje lentamente de él y acomode con una de mis manos mis cabellos sobre mi hombro izquierdo mi perfume se hizo notar al movimiento de mi cabellera rojiza, volví acomodarme hasta que la música seso suavemente.

Los violines volvieron a resonar en una lejana sala, mas estar frente a el en cierta forma me incomodaba, pero no de mala manera si no que de buena, ¿a caso podía ser posible? en mi mundo si, y eso era lo que en este momento estaba haciendo, no estar incomoda si no que acomodarme a la situación. Aun tomada de sus manos los alce y comenzamos aquel vals que de círculos y formas suaves nos movíamos al compás del resonante melodía, di un suspiro y luego dimos una vuelta, de lado a lado nos movíamos en aquella sala, mi mente se preocupaba solo en seguirle el paso y seguir siendo una buena pareja de baile; ya atrás había quedado el amanecer que en este momento era tan lejano como el encuentro en la biblioteca.

- Usted lo hace muy bien - sonreí algo tímida ante el y seguí mientras los violines cambiaban de compás y los movimientos seguían suaves. Todo lo que el hacia era perfecto no podía dejar de mirarle, de sentirle, de embriagarme de aquel aroma tan único, tan especial. Apoye mi cabeza nuevamente en su hombro mientras bajaba mis brazos y el movimiento de nuestros cuerpos se volvía pausado lento casi moviéndonos en el mismo lugar donde habíamos quedado, mi respiración era lenta, mas mi corazón latía como si lo persiguieran ¿que era esto que sentía? era como estar ahogado y querer respirar por primera vez, todo era un simple suspiro, todo en mi comenzaba a relajarse el beso que había depositado en mi cuello lo tenia gravado en mi mente como si de un escrito se tratara.

Era extraño esa atracción que sentía de manera particular hacia el, todo en el me llamaba, me atraía, embriagaba y alejarme de el se veía lejano, cerré mis ojos y me quede en completo silencio tanto en mi interior como en el exterior. Seguí moviéndome suave, lento, con pasión, con alegría y con todo lo que podía estar en ese momento. - hagamos de esto un baile eterno - pase uno de mis brazos por sobre su cuello afirmándolo y deposite un beso en su pálida y fría mejilla pero era un beso diferente me quede ahí sintiendo su frió algunos segundos mas y luego me aleje para seguir en la posición que anteriormente estaba.

Por fin la música pareció cesar por completo, pero yo no podía alejarme de él en ese momento, no lo deseaba asi. Y ya tenia en mente que todo seria eterno o cuanto pudiera durar. Suspire, una y otra vez cada vez mas suave, era como si me faltara el aire en ese momento, estaba ahogada y mi corazón acelerado. "Tranquila Viola" me repetí en mi mente intentando calmar mi interior que parecía estar sin control queriendo hacer muchas cosas pero mi yo exterior lo apagaba. - Me siento extraña, pero me gusta sentirme asi en este momento - termine por decir, estaba cómoda en ese lugar, con el, en un palacio, pero en mi mente era otro mundo, un mundo desconocido y que deseaba experimentar, conocer mas de todo este nuevo mundo, "El mundo de Dorian".

Un acto lleva a otro y así como un efecto domino comienzan a caer las piezas una a una, ahora había caído la pieza que mostraba el efecto del primer impulso, el frió de sus labios rozar los míos había provocado que un escalofríos automático recorriera todo mi cuerpo, su cercanía era mas de la que habíamos estado en toda la noche y ciertamente había deseado aquello, mas de lo que imagine no pude pronunciar palabra alguna por que el beso, el cual me tomo por sorpresa pero al final de cuentas solo me dedique a disfrutar del frió de sus labios, el sentir su lengua rosar la mía me estremeció, escalofríos uno tras otro recorrieron mi cuerpo sentir su tacto, su piel, sentir el roce de nuestros cuerpos; cada uno de aquellos actos hacia que mi corazón latiera con mas fuerzas, con mas sentimiento, con mas emoción. - Dorian... - dije con un suspiro ahogado casi aliviando mi interior cuando pronuncie su nombre, pero aun así seguía sin poder decir algo mas.

Mi rostro paulatinamente se enrojeció, por que nunca me habían besado de esa forma, nunca me habían hecho sentir aquello en mi interior, todo en mi se revolvió y mi mente estaba en blanco en ese momento ¿Que se suponía que tenia que hacer o decir? - ¿Cual seria nuestro acto final? - Al parecer eso no debió salir de mi boca, pero no tenia porque reprimir lo que de verdad quería saber, yo no era ese tipo de mujer que se quedaba callada y por muy clase alta, sumisa y educada tenia mi propia forma de ser. Mi corazón al acto de pronunciar aquella pregunta se acelero mas, en cualquier momento se pararía de ¿ Emoción?¿ Alegría?¿Sorpresa? no, no tenia las respuestas, solo tenia sentimientos y miles de emociones que me inundaban haciéndome sentir diferente como si en ese momento estuviera en otro mundo alejado de ese salón, alejada de París y solo con aquel hombre frente a mi, aquel que se había atrevido a usurpar mis labios y mucho mas que solo eso.

Los segundos pasaban y tenia que asimilar de alguna forma lo que estaba pasando pero aun la sorpresa me invadía, miedo hacia el no sentía lo tenia mas que claro, el ya había movido una pieza y ahora correspondía mi turno, ¿que pieza seria la mas correcta mover?, clave mi vista en la de el y sentí esa vibración recorrer mi cuerpo. Me acerque a el y pasando mis limites impuestos por esta sociedad le tome su fría mano, aquel contacto era demasiado para mi en ese momento pero era necesario para aclarar mis dudas y obtener quizás alguna respuesta. Levante su mano junto con la mía y la puse en mi pecho mitad piel mitad tela, mi corazón acelerado siguió latiendo y el ruido lo podía sentir en mis oídos, haciendo vibrar mi pecho, mi garganta, haciendo que cada célula de mi piel vibre de una manera sobrehumana. Mi piel se erizo y clave mi vista en esos ojos que me cautivaban cada momento mas. - Esta acelerado... y tu lo has provocado- moje mis labios lentamente y aun sin pestaña volví a hablar - No quiero que esta sea la ultima vez que sienta esto y quiero seguir sintiéndolo por ti...- confesé soltando su mano suavemente y solo moví la otra pieza que mi corazón dictaba para mover, acerque mis labios a los ajenos buscando otro beso, un beso pasional y que durara lo que mi aliento pudiera contener, por que al besarle me quede sin aliento y logre escuchar la fuerza con que mi corazón latía.

Me aleje unos escasos centímetros de sus labios para decir lo que quería en ese momento - No deseo que esto termine - sonó como un susurro, tan suave que solo el y yo lo pudiéramos escuchar y no pude contenerme no pude quedarme ahí, había probado el sabor de sus labios y quería seguir sintiendo su frió, su suavidad, quería seguir sintiéndolo a él. Y ahí con los ojos cerrados comencé a jugar en su boca, acariciando su lengua suavemente y lentamente pase mis manos por su mejilla acariciándolas suavemente, dándole de mi calor y sintiendo ese frió que me estremecía poco a poco. Me aleje lentamente de el aun con los ojos cerrados, guardando todo lo que en ese momento sentía y pasaba por mi mente. - Anhelo llevarte por siempre en mi memoria - dije abriendo los ojos lentamente mirándolo de pies a cabeza hasta toparme con sus ojos y quedarme ahí en completo silencio mas mi alma gritaba queriendo aun mas.

Suspiro tras suspiro que sin aliento me dejaban al segundo que aquellos labios ajenos iban chocando con los míos, llevándolos a un baile diferente, el contacto frio más la calidez de mi cuerpo hacían que aquello fuera un verdadero placer de ser presenciado y as si una de las protagonistas ese momento era yo, Viola de Lesseps. ¿No era mucho el atrevimiento de besar apenas sin conocerlo? Claro que no, había sido consentido y a pesar de que era mi primer beso lo había disfrutado como si ya supiera que era sentir los labios ajenos; claro no eran cualquier labios eran de él Dorian Windsor. Estar concentrada en ese mismo instante era casi imposible sus fríos labios me incitaban a querer más de él y aquello no lo pondría en duda. No dudaba nunca y ese no sería el momento de hacerlo.

Ya tenía atesorado cada centímetro de su rostro, el color inigualable de sus ojos el rojo de sus labios y el sabor de los mismo, algún día podría escribir esto como una bella historia de la cual sabia el principio pero no el final o al menos aun no estaba predicho aquel final ¿Cuál sería?, en realidad no quería imaginar nada solo seguiría como lo había hecho hasta ese momento dejarme llevar por las circunstancias haciendo de cierta manera lo que yo deseaba en ese momento y lugar. Una sonrisa de satisfacción se me escapo de los labios más aun no podía bajar el rojo de mis mejillas y tampoco quería intentar hacer aquello, escuche cada palabra que decía, haciéndome recuerdos que no quería que esta fuera una única noche, un único encuentro. – Busquemos un buen final – no sabía porque había dicho aquello, lo estaba pensando no era necesario hablar; pero no me retractaría de aquello ni mucho menos arrepentirme, de algo estaba segura esa noche sería la más inesperada de las noches ¿A caso ya no lo era? Sí, pero siempre había algo más.

Deseo, aquello explicaba lo que sentía mi cuerpo y mi alma en ese momento ¿Cómo saberlo si nunca lo había experimentado a tal magnitud? Por eso mismo, porque lo estaba experimentando, cada célula de mi piel quería ser tocada por aquellas frías manos, mis labios querían aun sentir ese extraño dulzor de los ajenos y mi corazón pedía a gritos encontrar la tranquilidad en aquellos brazos. Guie mis ojos junto con su movimiento observándole moverse hasta aquel sillón su mirada fue directo a mi persona y sin pensarlo me mordí el labio sin entender el porqué de su pronta lejanía, el deseo seguía vivo y diría que más vivo que hace escasos segundos atrás. El un desconocido que paulatinamente me dejaba lugar para conocerlo y si por si fuera poco ahí estaba el preguntándome algo que hizo que completamente un escalofríos recorriera mi espalda, me acerque con lentitud hasta el aun estando de pie, no sabía por primera vez que decir ante aquello ¿dudas? Tal vez pero limites ya no tenía ara esta noche, claro que no.

Suspire y clave mis ojos en los ajenos – Decidir… - tire aquella simple palabra al viento, aunque no era tan simple si comenzaba a pensar el por qué tendría que decidir sobre un recuerdo - Es difícil querer decidir algo que realmente quiero por completo – levante mis hombros en señal de inocencia y luego me agache hasta tan solo rozar mis labios con los de el – Quiero que este sea el recuerdo más vivido, quiero terminar de conocerte en cuerpo y en alma… ya el tiempo dictara si esto se olvidara con el paso del mismo , porque ahora solo está guardado en lo más hondo de mi ser. – Aleje mi rostro lentamente y tome asiento a su lado acomodando mi vestido pero sin quitarle la vista. Quería mirarlo y tenerlo en ese mismo momento, aunque estuviera pidiendo más de un simple beso, él ya había cruzado una frontera que jamás ningún otro hombre había cruzado ya tenía una huella de el en mi interior, un bello recuerdo. ¿Quiero más? Nunca nadie ni mucho menos yo se conforma con una cosa, siempre está latente aquella ambición de querer y tener más aunque sea de otra persona.

Las piezas estaban puestas, las cartas estaban tiradas mi corazón seguía latiendo con más fuerzas porque me había arriesgado en decir todo aquello, por primera vez habría mi corazón a un extraño que ya ni siquiera cabía en mi mente que era un desconocido.