Regalo para Mamá [Medea]

por **Andrè Leroy** Jue Nov 11, 2010 11:26 am

Y la fecha se acercaba peligrosamente.

Andrè había intentado retrasarlo lo más posible, pero todo el mundo sabe que el tiempo no se detiene, por más que uno lo desee. Es más, pensaba en el francesito, mientras uno más desea que el tiempo transcurra más lento, más rápido pasa.

Es así como los meses que faltaban para el cumpleaños de su madre pronto se transformaron en semanas, y, dios, ahora tan solo eran unos días. Y él, allí estaba, sin regalo y sin ideas.

Si pensaba en que podría gustarle a su madre no podía pensar en más que un carruaje nuevo, más fiestas, más glamour y, por supuesto, más sirvientes.

Él no podía darle eso, así que por eso estaba allí. Él no era de los que iba a Boutiques, por lo que se sintió algo extraño al entrar. Sus trajes siempre los hacía el sastre de su madre, sin embargo él no quería darle un vestido a su madre. Al menos no uno que ella misma podría mandarse a hacer o que podría no gustarle.

Por eso trataba de pensar en qué, qué podría comprarle. ¿Un bolso? ¿Unos zapatos? ¿Aros? ¿Alguna joya?.

- ¿Por qué a mi? Quizás debería aceptar la oferta de Viola y comprarle uno de sus perfumes - susurró dejando el chal que veía y revolviéndose los cabellos.

Él no entendía a las mujeres. ¿Dónde estaban sus amigas cuando las necesitaba?

[Privado]

por **Medea Makropulos** Vie Nov 12, 2010 6:44 pm

Uno de esos días tontos, en lo que solo las partituras de un nuevo papel me rondaban la cabeza, salí a pasear. El director del teatro me obligaba por contrato a cantar Don Giovanni, de Mozart. Odiaba su libretto… y la parte que me tocaba cantar, la de la condesa, no me gustaba en absoluto. Alguna que otra compra me subirían el ánimo hasta que pensara en algún plan contra ese imbecil del director.
El barrio comercial estaba espléndidamente iluminado. La criminalidad había descendido una barbaridad. El nuevo gobierno autoritario me agradaba. Jamás he creído que la libertad sea recomendable ni necesaria.

Paré en seco al fijarme en el vistoso escaparate de una boutique. Entré rápidamente y pedí a la joven dependiente que me diera unos maravillosos pendientes de diamantes que había visto expuesto fuera.
Me mire en un espejo cercano. Con gran satisfacción vi que tenía razón en el pensamiento que me vino a la mente al verlos. Me quedaban de escándalo con el traje que llevaba puesto, y me resaltaban los ojos.
-Me los llevo. E indíqueme donde tiene los guantes, quisiera también un par.Al girarme, observe que un jovencito de aspecto cabizbajo me observaba.
Parecía preocupado. ¿Qué hacia un jovencito de esa clase en una boutique de este nivel?
Los hombres jamás se ocupan de estos asuntos. Que extraño.

por **Andrè Leroy** Sáb Dic 25, 2010 1:40 pm

No, definitivamente no se le ocurría nada. Paseaba y paseaba por la Boutique, pero todo le parecía igual. Es que el 'buen gusto' para vestir era algo que no había heredado de su madre, y tampoco de su padre, al parecer, porque según su madre su papá siempre se vestía bien y elegante. Una de las cosas que le habían gustado de él, según ella.

Él no. Ni siquiera sabía amarrarse una corbata. Todo se lo hacían, le escogían la ropa, le peinaban, apenas a los 16 años había conseguido que le dejasen bañarse solo, aunque aún así entraban a veces sirvientas a limpiarle la espalda con esas ásperas esponjas de mar.

Sus dedos acariciaban las telas de los vestidos, mientras sus ojos buscaban algo que le llamase la atención infructuosamente, hasta que al fin algo lo hizo. Lamentablemente no estaba en un mostrador como para pedirlo. Unos hermosos aretes eran probados por una alta y elegante dama los cuales le hacían lucir realmente bien y ella debía creer lo mismo, ya que no tardó en pedirlos para llevar.

Le observó silenciosamente un momento y luego suspiró, llevándose la mano a los cabellos. Si al menos conociese a alguien de la edad de su madre o algo menor que pudiese ayudarle a escoger algo. Sus amigas no sabrían del todo, porque ellas preferirían sombrillas o cosas así y su madre jamás salía a pasear sin el coche.

Se mordió los labios girándose mirando unos sombreros para luego armarse de valor y volverse hacia la dama mientras se acercaba y le tocaba ligeramente el brazo - Excuse Moi, Madame... - susurró mirándole, aunque bastante inseguro. ¿Qué estaba haciendo? ¿Le pediría que le ayudase así sin más? Sin embargo en ese momento se dio cuenta que le reconocía de algo - ¿Es usted Madame Makropulos? Oh - le observó sorprendido para luego sonreír - Es usted una maravillosa cantante, Madame, es un placer conocerle - sincero cogiendo su mano mientras se la besaba suavemente.

No hace mucho había acompañado a su madre a una obra donde ella participaba y su madre le había halagado muchísimo. ¿Quién mejor para ayudarle a escoger un regalo para su mamá? Sin embargo, naturalmente ella probablemente no tuviese tiempo para él.

por **Medea Makropulos** Dom Dic 26, 2010 10:48 am

Se dirige a mí un jovencito, cuando estoy a punto de probarme un lustroso par de guantes negros. Creo que son de seda pero… no estoy segura. No me puedo creer que este tendero inutil esté intentando engañarme.

-Es una grata sorpresa encontrarse con un admirador de tu edad…Digo con una sonrisa y una ceja arqueada, girándome cuando noto su infantil voz. Me choca que un jovencito de apariencia tan varonil tenga ese aire aniñado y casi afeminado.

-Eres muy joven… Pero me gusta saber que en tu juventud tienes ya tan buen gusto.

Estoy encantada de conocerme…
Seguramente este jovencito estará en esta tienda acompañando a su acaudala madre. No hay otra explicación. Parece tan delicado… es como si lo hubieran guardado en una fina caja de cerámica para que nada pudiera llegar a él. Hasta su piel es translucida, de lo pálida que está. Claro que no está tan pálida como la mía.

por **Andrè Leroy** Miér Dic 29, 2010 1:25 pm

No había sido su intención molestarle realmente, pero no todos los días uno se topaba con alguien a quien normalmente solo puedes ver desde tu lugar en las filas del teatro. A pesar de que ya no era una jovencita, la mujer se veía realmente hermosa, y Andrè no pudo evitar coger su mano y besársela galantemente, sonriéndole.

- Estoy seguro de que tiene admiradores de todas las edades, Madame, incluso quizás entre algunos que no pueden hablar, pero que vuestra voz deben hacerle tener hermosos sueños - mientras pensaba en como, a pesar que no estaba permitido del todo, aún así se veían a madres con bebés dormidos en brazos en medio del teatro.

Una ligera risa escapó de su boca mirándole sin molestia. Era normal que una gran estrella como ella tuviese un gran ego y completamente comprensible puesto que con su talento se lo merecía - No es tan solo buen gusto, Madame Makropulos, es cordura. Si a alguien no le agrada vuestra voz es simplemente que le falta - le halagó sinceramente, mientras observaba aquellos guantes que la dama tenía aún en sus manos.

Sabía que quizás era algo demasiado de su parte, pero acabó hablando antes de arrepentirse - Disculpe, Madame... no quisiese molestarle pero... la verdad es que ando buscando un regalo para mi madre que va a cumplir años esta semana y... no soy muy bueno pensando regalos para damas... ¿Cree usted que pudiese orientarme un poco en esto? Sé que le pido demasiado, pero si pudiese ayudarme el estaría eternamente agradecido - suplicó casi con una mirada implorante. Y si ella no podía, en fin, quizás le comprase a su madre lo mismo que la cantante compraba para ella.

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