''Mamá'' {Marco}

por **Nikolai Novikov** Sáb Mar 26, 2011 8:12 am

''Vaya, ya es de día''

Un rayo de sol impactó cálidamente sobre mi rostro, provocándome una mueca y el aburrimiento de saber que empezaba otro día igual de monótono que todos los anteriores, siempre todos se basaban en lo mismo, ir al centro de París con mi deteriorado plato de cerámica, sentarse en una esquina, y confiar en que la gente fuera benevolente ese día; cuando el sol comenzara a ponerse me iría, compraría pan-si las limosnas de ese día habían sido buenas- y me iría a donde, precisamente, me encontraba ahora mismo: cuatro paredes semiderruidas con un techo de madera que amenazaba con caerse al más mínimo contacto con algo, si, podría decirse que esa era mi casa, aunque sólo la usaba para dormir y comer...o estar a solas.

El resto del día pasó como lo había imaginado sin mucho esfuerzo nada más levantarme, aunque la gente había sido más generosa que de costumbre, era como si todos tuvieran un buen día, o al menos eso decían sus sonrisas de oreja a oreja. Con todo el dinero que había ''recaudado'' podría haberme comprado incluso un pedazo de queso, pero no tenía hambre, no quería nada; a pesar de que en todo el día apenas había comido media barra de pan mi estómago, acostumbrado a pasarlo mal, ni se inmutaba por la falta de alimento.

''Además tengo que ahorrar.....quizás algún día tenga el dinero suficiente para...''

Sonreí a pesar de haber dejado inacabada la frase y me dirigí a paso ligero hacía el cementerio mientras veía como el sol se iba escondiendo entre los edificios de París.
Cuando llegué a la puerta, aminoré la marcha, no me parecía de beuna educación ir con prisas en un sitio como aquel.
Terminé de andar cuando llegué a la tumba de mi madre, situada en un extremo del cementerio, cerca del bosque.

-Hola mamá, ya estoy aquí de nuevo....-acaricié la tumba, fría y húmeda mientras notaba como se me formaba un nudo en la garganta.
Rápidamente me dirigí en línea recta hacía una arboleda, y paré cuando llegué a una piedra, me arrodillé y empecé a escarbar con las manos hasta dar con una bolsita roja de terciopelo hinchada a causa de las monedas que habían en su interior, la abrí y rellené con lo que había conseguido hoy.
Miré al cielo estrellado y agradecí a quien fuera que estuviera ahí que la bolsita siguiera ahí y que nadie la hubiera encontrado.

por **Marco Di Placcido** Sáb Mar 26, 2011 10:19 am

Simplemente como cada día por la mañana me encontraba en casa sin saber que hacer en aquel asqueroso lugar, mi aburrimiento era máximo y me ponía más nervioso de lo que solía ser normalmente y eso ya era algo exagerado.
París amanecía y yo me aburría, así siempre, en una soledad monótona, bueno... No tan monótona.
"Ah bueno, pensé que ya te olvidabas de mi..."
-N... No... como... como iba a olvidarme -Hablaba en voz alta sentado contra una pared manteniendo en mi mano derecha un pincel lleno de pintura negra, del mismo color que se encontraba parte de mi rostro y del suelo.
"Aprende a no hablar en alto... van a pensar que estás loco... jajajaja"
Agaché la cabeza avergonzado ante aquella voz que se burlaba de mi constantemente y me atormentaba a cada momento provocándome constantes dolores de cabeza, pero bueno, ya estaba acostumbrado.

El día finalizaba y yo continuaba entremezclando colores y hundiendo mi pincel en el lienzo creando otro cuadro.
"Es horroroso, mira que eres torpe, ¡no sirves para nada!"
Escuchaba su reprochamiento ante lo único que me apetecía hacer en aquellos momentos. Conseguía deprimirme...
-De... déjame en paz -Contesté molesto y dejé caer el pincel de mi mano al suelo, saliendo de la casa.

La noche había caído en la ciudad parisina y yo simplemente deambulaba por las calles sin ningún destino ni fin lleno de pintura tanto por mis ropas como por mi rostro y mi pelo que andaba completamente despeinado.
Acabé en el cementerio de París. Me encogí de hombros y comencé a caminar entre las tumbas...
"Jejeje, mira, tu deberías de estar enterrado ahí debajo..."
Me estremecí dándole una contestación cuando de pronto observé a lo lejos un joven agachado. Fui discretamente hacia él hasta situarme casi detrás suya, cuando tropecé y caí casi encima suya.
"Imbécil..."

por **Nikolai Novikov** Dom Mar 27, 2011 5:03 am

Enterré la bolsa y me aseguré bien de que no se notaba en la tierra que alguien la había removido, seguro que algún curioso podría acercarse a husmear y descubrir el escondrijo de mis ahorros de hace un año.
Vaya, sólo un año ahorrando y ya tengo tanto....la bolsa está prácticamente llena, pronto necesitaré otra

Ese pensamiento me llenó de satisfacción, quizás, algún día, cuando tenga más bolsitas como esas, cuando ya no tenga donde guardarlas, si, ese momento será el indicado para, de una vez por todas, cumplir mis sueños, quizás incluso podría tener una casa normal, quien sabe. Últimamente notaba como todo iba viento en popa, al parecer la vida me sonreía de una vez por todas, después de tantos años de desgracias y humillación a partes iguales, de tantos días llenos de angustia, y de tantas heridas y moratones, por fin veía un camino claro y marcado, un camino que estaba dispuesto a seguir.

''Vaya, que poético Niko....''

Reí levemente, casi como si de un susurro se tratase, como si quisiera mostrarle mi felicidad sólo a la piedra que se encontraba delante mía.
Unos pasos me sacaron de mis ensoñaciones, paralizándome completamente, era tarde y la luna ya era visible, pero al parecer no era mi única compañía esta noche, alguien más se acercaba, y yo no podía hacer más que tragar saliva y quedarme quieto, esperando que las sombras me ocultasen de el individuo que vagara por el lugar.

''Quizás son solo imaginaciones mías, a veces el miedo engaña a la gente...''

Y, como queriendo desmentir mi último pensamiento noté como algo, bueno, alguien, me rozaba el hombro y caía de bruces al suelo, yo, por mi parte, no pude hacer más que soltar un gemido de horror e intentar correr, mi primer objetivo fue ir a la tumba de mi madre, a escasos metros, pero mis pies me fallaron, temblando por el miedo, y esta vez fui yo quien se encontró con el húmedo césped del cementerio.
Ahí, tirado en el suelo, lo único que pude hacer fue abrazarme a mi mismo y apretujarme, esperando que el individuo de antes me ignorara.

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