Nuevo amanecer [Privado~MN]

por **Hathor Aranki** Lun Mayo 08, 2017 1:58 pm

Una tenue lluvia caía sobre mi cabeza, siendo parada por la capucha de mi fina capa. Las noches de lluvia eran perfectas para pasear, pero esa noche se me antojaba arrebatar alguna vida.
Continúe mi camino, manteniendo mis sentidos alerta por si notaba algún signo de vida o de amenaza.

Paré en seco al captar la esencia de unos humanos, un joven y una joven, por lo que mis sentidos captaron. Sonreí para mí misma y retiré la capucha, dejando que mi cabello se mojara. Seguí el rastro de ese aroma hasta encontrar a una pareja de jóvenes enamorados. Los observé con atención, mirando cómo estaban totalmente absortos del mundo real, centrándose el uno en el otro.

Algo en mi interior se removió. ¿Podría identificarlo como rabia? Apreté los puños, centrando mi rabia en ellos para no explotar. No me habían hecho nada pero las muestras amorosas me recordaban a mi pasado, me recordaba a como los hombres me habían tratado cuando era débil y mortal. Pero eso ahora había cambiado. Ahora era yo quien decidía quien tenía el honor de poder tocarme o de morir en el intento.

Me acerqué a ellos, como un depredador que acecha a su presa en la oscuridad, caminando lentamente y sin hacer ruido.
Antes de que ninguno de los dos se percatara de mi presencia, aferré el cuello del joven, estrangulándolo ligeramente. La joven se quedó perpleja, observando la escena mientras lágrimas caían por sus ojos al ver mis colmillos.

-Deberías salir corriendo, pequeña. Esto no va a ser agradable para ti. - le dije mientras acercaba mis colmillos a la yugular del joven, que se resistía en vano bajo mi cada vez más fuerte agarre. La joven no dudó en salir corriendo para pedir ayuda, ahogándose en sus propias lágrimas.

Me alimenté del joven, quitando hasta la última gota de sangre de su organismo. Al acabar, dejé caer el cadáver y limpié mi boca con sus ropajes. Observé el cuerpo inerte de aquel ser con asco, notando como la rabia en mi interior disminuía.

Di la vuelta sobre mi misma, para volver al centro de la ciudad, cuando noté una presencia sobrenatural por los alrededores. Me giré poco a poco, observando al lobo blanco que se presentaba ante mi. Parecía curioso, como si hubiese olfateado el rastro de sangre hasta aquí y quisiera saber qué ha ocurrido. Le sonreí y me acerqué unos pasos, pero manteniendo las distancias.

- Vaya... Así que te escondes tras tu forma animal para que no pueda verte el rostro... - dije sin dejar de sonreír. Los encuentros con cambiantes siempre eran interesantes, pese a que casi nunca me encontraba con uno. Me acerqué un poco más, esta vez acortando las distancias y dejando que el lobo oliera mis manos. - Supongo que ya debe saber que pasear por los bosques de noche es un tanto peligroso, cambiante.

por **Martin Nazgul** Dom Mayo 14, 2017 1:52 pm

“Caminé cautelosamente entre los profundos senderos que poseía el bosque de Vincennes, contemplando el paisaje que daban cerca del Lago Gravelle, los estanques y los hipódromos para el arte de la equitación, en dónde habían caballos que de seguro eran propiedades de los nobles. Yo iba sediento de hambre en mi forma de lobo blanco y camuflarme en la primavera parisiense no era tan difícil si me escondía entre los grandes solares de las flores Dalias. Sentí el aroma de muchos seres vivientes cerca de mí, humanos y en una distancia asesina el aura de un vampiro…

Había observado toda la escena, la mujer de rasgos extranjeros y orientales acechaba a la pareja de enamorados, las bestias como nosotros salíamos a cazar a esas altas horas de la noche, no entendía como aquellos jóvenes habían sido tan descuidados en ese aspecto, pero a cada quien le toca el destino que le corresponde… y contemplé el sufrimiento en carne hueso y espíritu, de aquellos humanos, que al momento en que sentí el aroma de la sangre correr por el cuerpo de ese joven, mis sentidos de lobo salvaje se vieron influenciados; una de las razones que me llevó a cometer lo que iba hacer…

Vi a la joven mujer correr casi sin aliento, hundida en sus lágrimas por la pérdida de su amado, la delgadez de sus piernas parecía desvanecerse en el aire, mientras escapaba de la maldad vampiresca de la noche, iba ella vestida de blanco, salpicada en manches sangre, pertenecientes a su pareja, gritaba por ayuda… Y fue entonces que mi respiración tomó su lugar y mis pulmones se inflaron ante el aullido que di a la noche, persiguiendo a la muchacha, alcanzándola, me quedé quieto, mirándola… parecía una ninfa triste del bosque, perdida en un gran agujero negro, en el solar de Vincennes…. Su respiración entrecortada, cansada y desahuciada… ¿Qué más podía hacer?, ya no tenía vida. La ataqué con suma determinación y su cuerpo se quebraba en mil pedazos, como lo hizo su corazón hace unos instantes cuando la mujer vampiresa, con su muerte succionó a su jovial compañero de amor.

El cadáver de la muchacha yacía despedazado, desfigurado y eternamente enamorado de algo que tenía un final. Después de alimentarme de lo que me satisfacía, ya nada más me quedaba por hacer en aquella escena y la ninfa triste quedó allí… ¿De qué servía dejarla vivir, dejarla escapar del bosque si llevaría consigo una alma atormentada por el trauma de la muerte del Amor?...”

Llegué nuevamente al lugar donde comenzó todo, la vampiresa todavía se encontraba allí y se percató de mi presencia. Avancé unos pasos para hacerme ver, dentro de la oscuridad y la observé directamente a los ojos, habiendo compartido una tragedia en común… Ella me hablaba, y aun en mi forma animal, entre mi pelaje ensangrentado podía escucharla, pero me costaba entenderla pues sus gestos y miradas era lo que me guiaban a poder comprender… Su figura ensangrentada parecía una animita siniestra pero extremadamente amorosa en su capricho y su mirar, ambiciosa y peligrosa. No necesitaba saber lo que había sucedido, porque lo había vivido y la vampiresa me hablaba como si fueran cuchillas que apuñalaban.

Se acercó hasta mí, y pude olfatear sus manos cerca con un aroma ya conocido y enterrado. Di una especie de reverencia con mi nuca, para darle a entender que podíamos comunicarnos en lo posible, pero su hazaña de aquella noche, aun cuando yo también asesiné, no me parecía del todo correcta… no todos merecían morir, no como aquella muchacha o aquel joven… ¿Qué habían hecho aquellos humanos para merecer los designios del amor iluso y mortal?

Me quedé observando a la bestia y sus ojos, su figura sobrepuesta en el bosque de Vincennes, dominando el placer de su propia naturaleza, así como yo el mío. No era recomendable transformarme ahora, no hasta que viera que aquella vampiresa no me asesinaría, no atentaría contra mi vida, el lobo estaba a la defensiva y no dudaría en matar por segunda vez si era necesario. El lobo blanco es paciente, y es sabio aun frente a uno de los cazadores más temidos de lo sobrenatural… Pero ahí me quedé, quieto en mi posición, acechando con cautela, escuchando el sonido y viendo la estela de mi respiración en aquella noche, curiosamente fría… pues, la temperatura bajaba cuando uno se hallaba frente a estos seres…

por **Hathor Aranki** Sáb Jun 03, 2017 4:39 am

El enorme lobo hizo una reverencia y yo sonreí, complacida con su gesto. A pesar de que seguía en su forma animal por precaución, sentía como aquel cambiante podía comprender lo que estaba diciéndole.
- Puedes confiar en mi, cambiante. No cazo a los de vuestra especie. - di unos pasos hacia atrás y me senté sobre una roca cercana. Saqué un pequeño pañuelo perfumado y me quité los restos del aroma a sangre. Miraba de reojo el cadáver del chico que me había alimentado esa noche y no podía evitar sentir repulsión de nuevo.

Solté un bufido, levantándome rápidamente y cogiendo el cadáver con facilidad para llevarlo entre unos matorrales y dejarlo ahí oculto. - Ahora mucho mejor... - susurré cuando volví a sentarme en la roca y continué pasando el pañuelo por toda mi piel.

Miré al cambiante, que seguía quieto en su posición de guardia. - Oh, vamos. Relájate. - me levanté y volví a caminar hasta el. Me agaché, hasta quedar de rodillas en el suelo y mi rostro a altura del suyo. Si quisiera, podía arrancarme la cabeza de un solo mordisco, pero me gustaba arriesgar. Acaricié su cabeza y parte de su cuello. El pelaje era suave y espeso, adictivo al tacto. Cerré los ojos, dejándome llevar por la suavidad del tacto que aquel cambiante tenía.

Podía ser una asesina, pero seguía siendo una persona que amaba la belleza por encima de todo. Y eso es lo que aquel lobo transmitía: belleza.

Abrí los ojos y me tiré hacia atrás, cayendo en la húmeda hierba del bosque. - Mi nombre es Hathor Aranki. ¿Podría conocer el vuestro, o vais a seguir siendo un precioso lobo toda la velada?

por **Martin Nazgul** Lun Jun 12, 2017 4:25 pm

Observé todos los gestos de la vampiresa, todos eran tan naturales que nadie podría imaginar que detrás de aquellas femeninas facciones y exótico color de piel habría una bestia asesina por dentro. La mujer intentó ser amigable conmigo, mientras seguía en lo suyo, presenciando el cadáver de aquel joven que yacía en el suelo. De un momento a otro lo apartó de nuestra presencia, mientras la observaba quieto y siempre a la defensiva. Después de unos momentos, volvió acercarse hasta mí y di un paso hacia atrás porque aquello era un movimiento peligroso, pero, después de unos minutos, sentí sus fríos dedos tocando mi pelaje y no había algo más relajante que aquello, era perfecto. El movimiento, la caricia, el momento. Y claro, que a ella no le importaba que mi pelo estuviera ensangrentado.

Disfruté intensamente esa bonita gracia suya, agradecido. Ella mantuvo sus ojos cerrados mientras lo hacía y aquello conectaba conmigo, así pude llegar a descubrir lo que pensaba de mí: Natural belleza. Toda la naturaleza lo es, no hay quien lo discuta. Luego de esto, se fue a recostar. Al parecer, dijo su nombre –por lo que había entendido- ya que en los momentos de mi transformación, es difícil hacer coincidir el lenguaje humano junto con el lenguaje animal dentro de mi cabeza. Después de unos momentos, decidí largarme hacia el escondite dónde había guardado mis ropas, para así transformarme a mi forma humana. Me sentía un poco cansado, pero era lo de menos… Por un momento dudé en regresar hasta la posición de la vampiresa, pero me había acariciado y aquello me hizo sentir bastante bien...

Regresé…

-¿Por qué elegiste a esa pareja?- pregunté en un tono suave pero directo, haciendo acto de presencia en forma humana, caminando con mis manos a los bolsillos. Me había colocado una suelta camisa blanca, con unos pantalones y botas negras, que me hacían lucir como cualquier campesino o transeúnte que pudiera pasar por el lugar, ya que después de mis transformaciones era difícil concebir un buen aspecto además de que me hallaba en el bosque, cual lobo solitario simplemente. Y no tanto humano.

-Mi nombre es Martin Nazgul… Hathor.- le respondí a la mujer, correspondiendo el trato que me dio en mi forma de lobo y di una leve reverencia para ella.

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