Cría cuervos y te sacaran los ojos {Gerhard}

por **Lizaveta** Miér Mayo 17, 2017 5:25 pm

–Deberías tener cuidado con lo que deseas pequeño, uno no siempre es consciente de lo que acarreas y mucho menos las consecuencias– Lizaveta toca la nariz del pequeño niño travieso al que a reprendido –Cuida tus acciones, todos seremos juzgados antes de lo que esperamos– advierte mirando a los demás niños que ha provocado que se les ponga color tiza el rostro. El niño con miedo afirma con fuerza de mas con la cabeza y se disculpa ante la niña que le ha roto la muñeca.

La bruja se aleja despacio con ese andar pausado y sin prisa que tanto la caracteriza tomando el caminito que lleva a su casa, es toda una figura en la aldea que vive, siendo protegida y querida por los mayores sin tener un porque claro para ella, mientras que los niños suelen tenerle miedo, sobre todo en aquellas noches de luna en los que los lobos aúllan para su reina de plata y el coven llegar a ella. Puede que muchos de los habitantes, puede que la mayoría, crean que la joven es extraña al ser tan joven, vivir sola a los limites del bosque y la pequeña aldea, pero por igual ella es cordial, no se mete con nadie y proporciona remedias efectivos y naturales siguiendo los pasos de sus antepasados al alivian las dolencias de las personas del pueblo.

Poco antes delegar siente la presencia, aquel aleteo inconfundible sin girar el rostro. Entra y deja la puerta abierta para aquel que no ha sido invitado pero es “grata” su visita entre –Cierra la puerta– ordena a aquel. Un ligero movimiento de su mano y la llamarada de la chimenea se prende calentando el enorme caldero calentando aquel extraño brebaje dentro. Mas adentro se pueden observar un par de cuerpos en la sala de estar –En la mesa hay un presente para ti, son frescos, de tan solo unas pocas horas atrás– informa sirviendo un poco de agua mirándolo con una sonrisa. Ni le agrada ni le desagrada, bueno, puede que si le agrade un poco, no más de lo necesario –¿Para que te ha enviado? ¿O es acaso que me has traído algo de lo que te e encargado?– Toma uno de los ojos y se lo pone en los labios ofreciéndoselo al enorme cuervo con una mirada y sonrisa juguetona, macabramente juguetona.

por **Gerhard Michaelis** Miér Jul 12, 2017 7:48 pm

El mensajero del mal corre contra el tiempo y el viento con sus enorme alas negras que blande en la oscura noche atravesando la densa niebla de los infiernos, el mundo humano. Vuela, vuela alto y con mirada fija en el objetivo, aquel bosque encantando un lugar donde las almas inocentes termina perdidas sin ser halladas, el lugar al que todos temen desde el más pequeño al más grande no se atreve a poner pie en los dominios del demonio, ¿Cuántos de esos no hay? Con sus ojos clavados en la mujer que con su dulce apariencia parece una humilde campesina ha regañado a los niños, siguiéndole de cerca hasta el linde de su límite con el bosque.

El aleteo nocturno. Las plumas negras que golpean contra la ventana y tras las sombras del mal la sonrisa afilada del demonio son la invitación perfecta a un encuentro en zonas poco conocidos, en lugares austeros, pendencieros y casi dolorosos para la humanidad pero no para aquellos que buscan la maldición de dioses o un solo dios.

La apariencia del ave negra cambia por la del hombre cuyo atuendo es igual de oscuro como su alma, su sonrisa se dibuja con la reverencia educada y servicial a la dulce pelirroja que invita a entrar al demonio, solo que es lo contrario

Solo ingresar y el aroma de la muerte inunda sus sensibles sentidos, sus ojos pueden apreciar claramente la muerte de dos amantes de momento cuyos cuerpos están más que lacerados y abiertos, en un momento el hombre desaparece tomando la figura del ave acercándose a los labios perniciosos devorando aquel ojo entre su pico que lo aplasta y arranca con sus garras negras, su pico lacera la tierna carne ocular hasta hacer pedazos suficientes para devorarlos. Al termino del bocadillo aparece de nuevo la figura del hombre que limpia sus labios con un pañuelo blanco tomado de entre su traje.

Toma entre los dedos uno del os ojos sobre la mesa devorándolo en un bocado completo.

—La visita, Lizaveta bruja oscura de los bosques es por dos razones. La primera su querida madre las llama a reunirse en un lugar, al parecer está listo el Coven para ustedes para con sus enemigos; y, segundo lugar he traído lo que me has pedido ¿Qué era ella que mi lady me ha pedido? ¿Almas? ¿Información sobre tus otras hermanas? ¿Las joyas de tu madre bruja? ¿La corona de la otra? Son muchos pedidos al final del día—

Sonríe burlándose de la bruja, en una postura de haber olvidado la orden dada. El índice de la zurda se mantiene en el mentón tratando de recordar, pero su sonrisa en el rostro es el signo de que lo ha olvidado

—Por cierto no estaban tan frescos ya tenían horas, Tamzin sabe dármelos más frescos que estos, así como tu madre y—

Guarda silencio al mencionar a aquella bruja que por su cargo y posición en un país ha optado por el silencio. Solo sonríe a la bruja alzando los hombros

por **Lizaveta** Mar Jul 18, 2017 9:36 am

La apariencia del ave negra cambia por la del hombre y de hombre a ave tomando el ojo y regresa a su forma humana alejándose. Los ojos de la bruja le miran, aquel atuendo obscuro y elegante como su alma, desentonan en la cabaña campirana de madera. Gira un momento mirándolo de forma fría. Pasa la lengua por sus manchados labios de sangre —Te has vuelto quisquilloso Gerhard— chasquea la lengua mirándole sin importancia tomando el único ojo que sobra en el cuenco de madera —No hace mucho mi amada madre y tu señora, Tamzin y … aquella a la que no mencionas te dejaban morir de hambre siendo yo la única que te ofrecía algo de comer sin nada a cambio— se gira al caldero dejando caer el ojo en el brebaje que comienza a cambiar de color —Si te desagradan mis presentes puedes regresarlos, por lo que dicen me sirven mas a mi que a ti a estas alturas de la situación— le mira sobre su hombro estirando el brazo y la palma de la mano en dirección al hombre —Regurgítalos Gerhard— los labios se mueven susurrando un hechizo señalando el estomago del hombre provocándole unas cuantas arcadas. Pero se aburre demasiado rápido y después de solo unos segundos le deja en paz. Sus labios se sellan y deja de prestarle atención al hombre mientras camina en dirección a su acompañia pero pasando de este dirigiéndose a los cuerpos —No soy de juegos, almas es mas que claro que tengo suficientes— en ese momento uno de los fantasmas atraviesa al cambiante sentándose a lado de la joven, mirándolo con suplica en espera de sus peticiones —Tráeme el cuchillo grande— sonríe la bruja al espíritu q le devuelve la mirada brillante y contento de ser útil —La joya es demasiado poderosa para mi y tu mas que nadie sabes q no me interesa y si el colgante no me interesa la corona… eres lo suficientemente inteligente para darte una idea— mira el cuerpo del hombre meditando a conciencia que necesita tocando con los delicados dedos las costillas comenzando a contarlas —Margot ah de seguir fallándose al inquisidor en vez de hacer su trabajo, esa obsesión será su perdición. Valkirya a estado aquí hace unos días, ha de seguir molesta conmigo— alzo la ceja y torció la boca restándole importancia al encoger los hombros —Nadine me da asco. Y las otras no son mis hermanas… — termina acercándose a los labios del cadáver susurrando un hechizo dejando que en este un humo se cuele dentro. Acaricia las costillas, hasta tomarlas con fuerza y quebrarlas al abrirlas. El cuchillo es depositado en su mano por una invisible y desgarrando su mano comienza a cambiar hasta tomar la forma de una gran garra de un cuervo arrancando el corazón del hombre, mientras el cadáver susurra un agónico “Te ofrezco mi corazón libremente” y se queda nuevamente inerte. Poniéndose de pie toma su falda alzándola un poco para no tropezar con los cuerpos —¿Me trajiste mis Alpine Rosas?— Pregunta al estar frente a el mirándolo a los ojos con un brillo de diversión estirando la palama de la mano manchada de sangre a la altura del pecho del hombre La planta solicitada es sólo nativa del macizo Piatra Craiului de los montes Cárpatos, en Rumanía. Las rosas alpinas, a las que en ocasiones llamaban "de roca del rey"

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