Cuervos ||+18 ||Libre

por **Bérénice Moriarty** Miér Dic 18, 2013 11:52 am

Ahí estaban.

James y Evangelina Moriarty.

Los padres que dieron a luz tres niños y medio. Ahora estaba completamente sola desde lo de aquella noche sobre los tejados de algunos edificios. Su hermana en realidad, jamás había existido. Aquel desgraciado podía saber ahora de ellos más que ninguna otra persona pues ella había ido contándole cada secreto intimo a la que creía ser su hermana, cuando en realidad era una criatura de barro hecha por un poderoso mago. Ella y sus hermanos igualmente habían sido ciegos torpes en haber confiado en aquel que era nadie, una criatura de magia negra.

Solo vestía un camisón de raso, de encaje y a tonos oscuros conjuntados con una bata de seda color borgoña, larga y majestuosa, sus cabellos formados en bucles le caían por un lado. Estaba visitando las tumbas de sus padres a los que echaba de menos, no sabía qué hacer, había encontrado a sus hermanos, pero sin su hermana con la que creía haber estado siempre a su lado, no había sido su hermana en realidad.

Sentía las ganas de llorar, pero llorar significaría arruinar su maquillaje y su orgullo. Así que tan solo aguardo en silencio, para poder sostenerse a la oscuridad en la que se ocultaban de la sociedad de Paris. Apenas sabían de ella, desconocía el status de sus hermanos, seguramente habían seguido adelante, ella también, pero no sabía cómo ir…o no tenía a nadie quien le pudiera guiar.

-Ojalá estuvierais aquí….-gimoteo comenzando a notar como las lágrimas carmesí de su rostro, comenzaban a brotar-…me...encuentro bastante sola…-suspiro lentamente en lo que pudo terminar de decir esas palabras, dando fin a una soledad que la ahogaba cada vez más y más. Su cuerpo estaba sentado sobre la lápida de sus padres, a su lado, en efecto, estaba la de la pequeña Alexindice que había sido asesinada a los quince de edad, según acordaban las fechas de las lapidas – Jesús…-Su ira no podía estar más controlada para no hacer ningún alboroto, pero en su interior deseaba coger al cabrón que había hecho de todo mal para quedarse con el nombre Moriarty. Primero su hermana, después aquella criatura…después ellos convertidos en lo que eran…

Ahora se preguntó si de verdad sus padres fueron asesinados o simplemente murieron por causas naturales. Su mente viajaba en el limbo donde todo era blanco y negro, nada estaba claro. Acaricio con una de sus manos la textura rugosa de la lápida de sus padres. Esbozo una sonrisa.

Les echaba de menos.

por **Liz Recklinghausen** Miér Dic 18, 2013 12:52 pm

Miró por la ventana. Muy abajo, a lo lejos, se alzaban las luces citadinas como cientos de luciérnagas enmarcadas por la negra oscuridad de la noche. Si aguzaba el oído podía oír el bullicio inespecífico de las voces humanas, la dulzura de su efímera escencia. Aspiró una bocanada de aire y cerró las cortinas. Aquella mañana una singular puntada de tristeza se había atrevido a invadirla sin permiso, quitándole el apetito y la sonrisa, gestando consigo la idea de visitar a aquel a quién ella había arrebatado la vida. "¿Por qué no lo enterré en las frias colinas de Barov?" se preguntó queriendo estar arrepentida, más su inconsciente, maestre de aquellas acciones, era el que mantenía al Conde de Rök tan cerca como le era posible.

Buscó su abrigo de piel y salió con prisa. Si pensaba demasiado las cosas probablemente terminaría tumbada en un sillón fumando o bebiendo. Los caminos serpenteantes la condujeron bajo el cobijo de la noche hacia el Cementerio de Montmartre. El coche paró frente a la puerta y Liz descendió sin vacilar. El colosal enrrejado se alzó frente a ella custodiando la entrada al reino de los muertos. Allí olía a flores marchitas y huesos descompuestos. Olía a la vida y a la muerte. Era abrumador, pero había algo dulce en ello. Miró a su alrededor, las copas de los árboles se mecían con el susurro del viento invernal, pero parecía que nadie rondaba aquel lugar esa noche.

Unos pocos pasos había dado cuando ya se encontraba rodeada de lápidas. Algunas llevaban mucho tiempo y habían sido erosionadas y reducidas a piedras quebradas con letras ilegibles, y con ellas se habían marchado los recuerdos de quién descansaba metros bajo la tierra. Otras se alzaban resplandecientes, adornadas con miles de flores. Entre todas ellas se encontraba la tumba de Andrei, Conde de Rök. La punzada se agudizó y Liz sintió ganas de vomitar. "Otra mala idea, incluso en la muerte este maldito sigue vengándose de mi" pensó mientras esquivaba un montón de hojas apiladas. De pronto un sonido captó toda la atención de la vampireza. Un sollozo, unas palabras a lo lejos. Buscó con la mirada, y a lo lejos distinguió la figura de una mujer. Alta y esbelta, de cabellos rubios. Por un momento sintió miedo, su soledad se veía amenazada, las razones que la habían llevabo a Montmartre aquella noche no debían ser del conocimiento de nadie más.

Se dirigió hacia la desconocida, con duda y algo de recelo. Con cada paso podía oír mejor su lamento. Se compadeció de aquella mujer, pues vió algo de su propia pena reflejado en ella

por **Bérénice Moriarty** Jue Ene 16, 2014 4:05 pm

Solamente una palabra después del ocaso habría bastado para ella y su familia. Escucho los pasos de alguien pero ella seguía atenta a la mirada de sus ojos reflejada en la lápida de sus padres. Paso la mano lentamente para despejar la suciedad de la lápida, suspiro y entonces lentamente giro su rostro hacia aquella mujer, una mujer de cabello oscuro, rasgos claros y tenue piel tostada. Vaya. ¿Qué hacía a estas horas?

-Creo que ambas estamos aquí…en un sentimiento mutuo al parecer…-Soltó un suspiro a si misma mientras miraba a la joven-….El sol se ha escondido…y las estrellas ocupan la inmensidad de la noche…. ¿No hay cobijo en algún lugar para ti, pequeña? –Le pareció una joven que se había perdido en el bosque, pero ¿Qué habían sido esas palabras? Era como si aquella muchacha le transmitiera la misma dulzura que su hermana….bueno, la que creyó que había tenido desde siempre

– No temas, pues la hostilidad no parece querer aparecer hoy…no cuando otros pueden verme…-Murmuro pensando en que podrían verla sus padres desde la tumba. Se quedó en el sitio, no quería asustar a la joven…aunque, quien sabe si podría ser alguien diferente a como ella empezaba a sentirse con la desconocida.

-Perdóname…. Espero no haberte incordiado en ninguna de mis palabras…-encogió los hombros con lentitud, pensando en que diría a continuación -…Aquí…yacen seres querido para todos…que al fin y al cabo tienen a ser personas que mueren antes que uno mismo….-suspira bajando su rostro hacia el suelo, negó, como queriendo olvidar lo que dijo-….Discúlpame, ¿Te has perdido? –Pregunto otra vez, esta vez mucho más directa hacia la joven a la que se acercó un par de pasos-….No temas….Me llaman Bérénice…-sonríe lentamente.

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