AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
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Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
♪ Un crocodile s’en allant à la guerre
Disait au r’voir à ses petits enfants
Traînant ses pieds, ses pieds dans la poussière
Il s’en allait combattre les éléphants ♫
Disait au r’voir à ses petits enfants
Traînant ses pieds, ses pieds dans la poussière
Il s’en allait combattre les éléphants ♫
La joven bruja se hallaba cantando una vieja canción infantil mientras peinaba una de sus muñecas, la cual iba vestida exactamente igual que ella. Sentada frente a su tocador, pasaba el cepillo una y otra vez por los rojizos cabellos de la pequeña niña de porcelana. -Qué hermosa eres, Lenina.- Le dijo a la muchachita que se reflejaba en el espejo y no era ella. Sonrió cálidamente antes de levantarse y llevar a la chica junto al resto de sus compañeros. La sentó entre un gran oso de trapo, el Sr. Jenkins, un muñeco de voodoo llamado Huraño y, aquella semana, una lechuga. -Debo irme, no os portéis mal.- Besó la cabeza de los cuatro, incluido al vegetal y se aproximó a por su abrigo que colgaba del perchero de pie que había junto a la puerta. Algo se revolvió en el bolsillo abultado, aquél que hacia inclinarse la prenda cuando estaba enganchada. -Es hora de ir a ver al tito Max, Fyodor.- Acarició la cabeza del pequeño hurón con dos dedos, uno de los cuales se llevó a los labios para hacer la señal de silencio. -Shhh, recuerda que no debe verte.- Le dedicó una cariñosa sonrisa a su mejor amigo y salió al pasillo de la mansión.
Una vez cerrada la puerta tras ella, la actitud de la hechicera cambió. Si alguien pudiera observarla durante todo un día entero, vería que fuera y dentro de aquella habitación, no existía la misma persona. En el interior era una niña, parecía sufrir algún tipo de regresión a su infancia, a cuando tenía poco más de diez años. Pero fuera de aquellas cuatro paredes, Lenina era una Blackbird cien por cien. Podía tener sus pequeñas obsesiones, sus dejes, sus manías. Pero no dejaba de ser soberbia, segura de sí misma, astuta y rebuscada. Recorrió el pasillo hasta la escalinata con paso decidido, firme, sonoro. El eco de sus pies reverberaba en todo el lugar, así que anunciar que se acercaba no sería necesario, pues su tío siempre estaba alerta como un cuervo. Bajó los peldaños de uno en uno, elegante, tranquila. No tenía prisa y, aunque en su fuero interno tenía ganas de saltarlos de dos en dos o incluso de a tres, supo controlarse.
Una vez en el vestíbulo, cerró los ojos e intentó imaginar en qué sala podría encontrarse Maxwell, el patriarca de la familia Blackbird. Asomó la punta de la lengua por la comisura izquierda de los labios y giró en aquella dirección, caminando aún con los párpados caídos, guiándose por instinto y no por los sentidos. Sus pies se detuvieron de pronto y giró sobre los talones. Avanzó dos pasos más y de nuevo paró, levantando el brazo para golpear. Había una puerta. Sonrió satisfecha antes de abrir los ojos, aguardando una respuesta del otro lado. Esperando que le dieran permiso para pasar.
Última edición por Lenina Blackbird el Jue Feb 15, 2018 2:42 pm, editado 3 veces
Lenina Blackbird- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/01/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
El Padre cuervo. |
- Oscuridad:
En la mansión de los Blackbird. 23:52 de la noche.
La puerta del destino era como se llamaba aquella situada en la Antesala que llevaba al gran Salón de la Mansión Blackbird, alejada de Francia, en las afueras, escondida bajo un oscuro hechizo tejido por Beatrice. Las velas estaban encendidas a lo largo y ancho del lugar y los lobos adornaban la escena en aquella noche. Algo se movía en la oscuridad arrastrándose pesadamente, algo sin importancia. -Llaman a la puerta, Maxwell. -Tengo el oido tan fino como tu. Con una gata insolente tengo suficiente, Beatrice. No necesito tu insolencia día y noche. No aquí. No conmigo. -Beatrice era el nombre de aquél cuervo monstruoso a la par que elegante, provisto de tres ojos en cada lado de la tez. Un pico negro que brillaba como si fuera una perla. -No olvides quien consiguió salvaros de aquél incidente en la Isla de Innsmouth, tanto a ti como al estúpido de Gunnarson.
Al escuchar aquél apellido, la mente negra de Maxwell carraspeó, pero calló. -Tienes razón mas eso no te da el poder de darme órdenes como si fueras Eloanne. -¿Acaso ella lo hace? -Ella tiene ese privilegio. Es un acuerdo de poder. No la subestimes, pues entonces caerás bajo su red, tal y como me ocurrió a mi. -Al menos lo reconoces. -No reconozco nada, tan solo muestro una carta. Eloanne tiene el poder necesario para ser quien es. No te dejes engañar por que no vista un enorme abrigo de color negro y su capa no rebose de cuervos ante su paso. Es tan Blackbird como tu y como yo. -Beatrice graznó. -Ya basta, para ser mi Nieto eres demasiado gruñón. Yo, mejor que nadie se como puede llegar a ser de convincente una mujer, y más para un Blackbird de pura cepa como lo eres tu. -Maxwell levantó la mano, unos Ghouls sin ojos ni lengua se acercaron gimoteando hacia la puerta. El Nigromante carraspeó nuevamente la lengua. -¿Es necesario que lo manchen todo, Beatrice? -Acarició levemente el mentón del Cuervo. -Un Ghoul, cuanta menos información pueda obtener de sus amos, menor probabilidad hay de traición. Es algo que se le escapó a Gunnarson y que aprovechamos, no peques tu de ello. -Maxwell se encogió de hombros mientras la puerta se abría.
Acto seguido se levantó pues había visto quien obraba a través de la puerta. Su linda sobrina a la que el estúpido de su padre se le ocurrió obligarla a hacer algo que un niño no debería de hacer. Y aún menos, contando que ese niño sea un Blackbird. La Sangre va antes que todo lo demás. La familia. -¿A quien tenemos aquí? Si es Lenina Blackbird. ¿Ya has encontrado a un Cuervo que te proteja? -Sus ojos eran serios y su tez recia como su semblante, pero en el interior de Maxwell habitaba la ternura que jamás sacaría ni siquiera a alguien de su familia. -Llegas justo para la hora del Te. ¿Has visto a tu primo Svangur? Hace días que no le veo y temo que haya hecho alguna locura demasiado cara de encubrir. -Max volvió a sentarse llevándose su gran mano, parecida a una garra de gárgola, al rostro. Estaba cansado, aún no se había recuperado del todo de aquél viaje a Innsmouth ni de lo que allí afrentaron, que para colmo una Gata ha puesto patas arriba su vida. Volvió a mirar a su querida Sobrina. -Cuéntame, Lenina. -Él siempre escuchaba a la Familia. Beatrice estaba posada pacientemente, nadie a excepción de la mas alegada a Maxwell, sabía que aquél cuervo era la Abuela Blackbird bajo su piel de cambiante.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
♪ Ah! Les crocrocro, les crocrocro, les crocodiles
Sur les bords du Nil, ils sont partis n'en parlons plus
Ah! Les crocrocro, les crocrocro, les crocodiles
Sur les bords du Nil, ils sont partis n'en parlons plus♫
Sur les bords du Nil, ils sont partis n'en parlons plus
Ah! Les crocrocro, les crocrocro, les crocodiles
Sur les bords du Nil, ils sont partis n'en parlons plus♫
Antes de que nadie respondiera al otro lado, Fyodor se revolvió inquieto en el bolsillo del abrigo. Su presencia, se suponía, era un secreto para Maxwell, pero la joven hechicera era consciente que ocultarle nada a su tío era inútil. Seguramente, sólo la complacía fingiendo no saber de la existencia del animal, pues para los Blackbird, un roedor era una presa y no una mascota o un amigo. Lenina, sin embargo, era un poco distinta en ese aspecto, y aunque adoraba a los cuervos como el resto de la familia, cuando se encontró con aquel hurón hacía ya casi medio año, atrapado en una trampa para mapaches, no pudo evitar encariñarse con él y quedárselo. Deslizó lentamente la mano en el saquito de la tela y acarició al pequeño con suavidad, buscando tranquilizarle. Se escucharon los torpes pasos de un ghoul acercándose a abrir la puerta. La bruja no comprendía por qué su tío se empeñaba en tener aquellas criaturas allí, principalmente porque para ella, un cuerpo que carecía de voluntad perdía toda la gracia.
-Buenas tardes, tío Maxwell.- Cuando estaba sola, podía tomarse libertades como abreviar el nombre del patriarca de la mansión o llamarle “tito”, pero estaba claro que, frente a él, aquel tipo de trato descortés no se lo podía permitir, aún y cuando él jamás le había impuesto esa obligación. Dio un par de pasos, cruzando el umbral de la puerta, permitiendo así que el sirviente cerrara tras ella. -Lo he encontrado, pero él aún no lo sabe.- Comentó en referencia a la pregunta que le había formulado sobre el protector.
Fue a tomar asiento a la mesa, saludando a Beatrice con una cálida sonrisa, aunque no habló aún, aguardando a que su tío la mirase para poder contarle lo que sabía. -Ya sabes que a Svangur le gusta pasar mucho tiempo en esa casa de pecado.- Y no se refería precisamente a un burdel, una taberna o una caseta de juego, sino a la mansión que regentaba Envidia, compartida con otros sobrenaturales cuya afición o, más bien, predilección era la de suscitar a los pecaminosos, alimentarse de su necesidad de corromperse.
Esperó a que uno de los ghouls le sirviera té y se acercó la taza al borde de la mesa, rodeándola con ambas manos, como si la transmisión de la temperatura del interior hasta sus dedos, pudiera otorgarle algún tipo de poder o sabiduría. Si bien sabía leer el destino en los posos, no era lo que pretendía, además de ser incapaz de saber lo que deparaba el azar cuando el implicado era un Blackbird, un pequeño contratiempo para su magia y una verdadera lástima. -Hace ya varias noches que un cuervo con un solo ojo, viene a visitarme a la habitación cuando cae la noche. Se queda en el alféizar, me observa. Le estoy dejando que me conozca primero desde fuera.- Amplió la sonrisa, una que podría perfectamente ser de una niña cuya inocencia aún no ha sido desgarrada. La hechicera tenía esos pequeños gestos de vez en cuando, que recordaban a la que era dentro de las cuatro paredes que conformaban su dormitorio. El ave que la iba a ver sólo conocía esa parte de ella, a la pequeña Lenina Blackbird encerrada en el cuerpo de una mujer.
Lenina Blackbird- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/01/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
El alquimista. |
- Spoiler:
En la mansión Blackbird. 00:01 de la noche.
El padre Cuervo levantaba una de sus pobladas cejas rubias como el sol, escuchando la incesante e incansable voz de su sobrina Lenina Blackbird, quien tenía una extraña regresión a su etapa infantil en su cuarto, aquello siempre le causó algo de terror al Lord, pues era algo muy poderoso, lo suficiente como para obligar a la mente de una persona a doblegarse ante el azar y la discrepancia, doblegar la voluntad en sí misma, algo que desconoce, que tan solo Sus Dioses pueden dar forma y respuesta, si se es digno de ello. -De modo que has encontrado al Cuervo. -Prosiguió mientras caminaba de forma pausada hasta el lugar donde se encontraba la chimenea con su fuego crepitante y danzante. Preparó de forma rápida el te en una tetera negra con detalles dorados y un cuervo pintado. El juego de tazas era completamente de ónice acompañando al color remanente de la familia. Beatrice graznaba en el oído de Maxwell. -¿Que quieres, Beatrice? A ti nunca te gustó el té. -Podrías ser un buen nieto y servirme un vaso de Ginebra. -Como gustes.
Blackbird le sirvió la Ginebra, tal y como la cambiante pidió. El cuervo brilló y acto seguido en una explosión de sangre y plumas, desapareció, dando paso a la aparición de una hermosa mujer, madura en edad, madura en personalidad. Cabellos grises casi dando paso al blanco más puro. Ojos azules electrificantes, con una mirada que podría cautivar al hombre mas joven y sagaz. Unos pechos que bien envidiados por la propia Envidia podrían ser, y una figura de lo mas elocuente. Un vestido rojo burdeos con un enorme tatuaje a la espalda descubierta, un cuervo, cuyo diámetro entre ala y ala iba desde un hombro hasta el otro. Caminó con extrema elegancia y paciencia hasta la mesa donde se sentó con las piernas cruzadas y se puso a beberse el vaso de Ginebra como si fuera el te mas delicioso del mundo, saludando de vuelta a la pequeña Lenina. -¿La casa de Artemis? Lo suponía, para algo son hermanos, y no de apostrofe como los demás “pecados”, si no de sangre. Sangre Blackbird. -Max caminó también hasta la mesa donde todos estaban y se sentó con pasimonia, apartándose sus ropajes largos y ceremoniales, como los de un cultor oscuro. Se descubrió el rostro dejando atrás la capucha negra, y sus ojos azules se clavaron entonces en los de su pequeña y preciosa sobrina. Miró hacia un lado de la enorme mansión, allá, arriba, entre las lámparas de araña y las estatuas de culto al Sin Rostro, una gata que todo lo que tenía de hermosa, lo gastaba de traviesa, se paseaba como si la casa del Terror fuera una mera estructura por la que jugar divertidamente. Maxwell sonrió a sabiendas, en cuanto su mirada se cruzó con la de aquella gata, una mirada cómplice, cargada de sensaciones. Seguramente, ella se sintiera enorgullecida al haber escuchado al propio Padre Cuervo hablar así de ella a Beatrice, con tanto esmero, con tanta fuerza. Con tanta… Devoción.
El té a Lenina se lo sirvieron los Ghouls esclavos, contrario a lo que hizo el propio Maxwell. -Un cuervo de un ojo, ¿Verdad? -Artemis se está retrasando. -Es posible que ya haya llegado la hora de visitar Al Alquimista. -Clay también se está retrasando. Ahh… Clay. Hoy en día no quedan hombres de esa calaña, de ese porte, de esa elegancia. Esa hombría. -Beatrice hablaba sola mientras Max pensaba y reflexionaba acerca de que la hora de Lenina había llegado. -No olvides a Morrigan, Maxwell Blackbird. Tiene el espíritu de una Exánime, de modo que no está muerta del todo. -Lo sé, Beatrice. Cuando llegue Artemis, iremos a la Necrópolis Blackbird. -Un mausoleo de la familia, situado justo debajo de la tierra, justo debajo de la mansión. Beatrice sonrió con una inmensa oscuridad en su rostro.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 59
Fecha de inscripción : 03/04/2017
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
Ya hacía mucho tiempo que su tío le había hecho un encargo de vital importancia, uno que requería de las conexiones que Envidia había ido creando en París con sus pequeños pecados. Una red informativa podía proporcionar mucho más poder del que cualquiera pudiera imaginar y los Blackbird eran muy conscientes de ello. Y a la pelirroja se le había encomendado una misión muy importante, una a la que había dedicado mucha concentración y esfuerzo, algo que no solía hacer con nada, pues a la griega todo le venía rodado sin necesidad de mover siquiera un dedo. Era una de las ventajas de ser ella, de tener ese don que tenía. Había costado, pero al fin había dado con ella, o con él, según se mirase. Había encontrado el recipiente perfecto, el cuerpo idóneo, no sólo por su excepcional belleza exterior, sino por la resistencia de la figura en sí, una que sería capaz de albergar lo que se requería.
Se acercó a la mansión Blackbird acompañada por un fuerte hombretón que en sus brazos cargaba con una mujer que, a primera vista, parecía estar dormida o inconsciente, y en parte podría decirse que así era. Estaba a unos suspiros de la muerte, pero el cuerpo debía mantenerse caliente el tiempo suficiente para que la transición sucediera sin contratiempo alguno, y morir sólo cuando el alma actual hubiese abandonado el cuerpo, cediendo el paso a su nueva inquilina.
Una vez subidos los escalones de la entrada, sujetó la aldaba con la diestra e hizo que el enorme pico de cuervo de hierro forjado golpeara la base del mismo metal, escuchando como ésta resonaba en el interior de la gran casa. Observó de reojo al grandullón que la acompañaba y que todo el rato la observaba con devota admiración. -Asegúrate que no se le rompe ni una uña, ¿me oyes?- la respuesta fue un entusiasta asentimiento de cabeza, pues que Envidia le dedicara unas palabras, aunque fueran una advertencia, llenaron de dicha al encandilado humano.
Pronto, un ghul abrió el portón y les cedió el paso, por lo que se adentraron y dirigieron sus pasos hacia las voces que la vampiresa podía distinguir a la perfección. No llamó siquiera esta vez cuando entró en la sala y se encontró a parte de la familia charlando. Sus azulados ojos con un halo rojizo se clavaron en una silueta que desconocía, pero que por algo parecido al instinto, enseguida reconoció. -¿Beatrice?- El acompañante pasó junto a la pelirroja y acercó el cuerpo al centro de la habitación. El pecado sacudió la cabeza, centrándose en lo que en realidad importaba en aquellos momentos. -La he encontrado, Maxwell.- Sonrió llena de satisfacción, aproximándose a acariciar el largo cabello azabache que caía en cascada de aquel cuerpo inconsciente.
Se acercó a la mansión Blackbird acompañada por un fuerte hombretón que en sus brazos cargaba con una mujer que, a primera vista, parecía estar dormida o inconsciente, y en parte podría decirse que así era. Estaba a unos suspiros de la muerte, pero el cuerpo debía mantenerse caliente el tiempo suficiente para que la transición sucediera sin contratiempo alguno, y morir sólo cuando el alma actual hubiese abandonado el cuerpo, cediendo el paso a su nueva inquilina.
Una vez subidos los escalones de la entrada, sujetó la aldaba con la diestra e hizo que el enorme pico de cuervo de hierro forjado golpeara la base del mismo metal, escuchando como ésta resonaba en el interior de la gran casa. Observó de reojo al grandullón que la acompañaba y que todo el rato la observaba con devota admiración. -Asegúrate que no se le rompe ni una uña, ¿me oyes?- la respuesta fue un entusiasta asentimiento de cabeza, pues que Envidia le dedicara unas palabras, aunque fueran una advertencia, llenaron de dicha al encandilado humano.
Pronto, un ghul abrió el portón y les cedió el paso, por lo que se adentraron y dirigieron sus pasos hacia las voces que la vampiresa podía distinguir a la perfección. No llamó siquiera esta vez cuando entró en la sala y se encontró a parte de la familia charlando. Sus azulados ojos con un halo rojizo se clavaron en una silueta que desconocía, pero que por algo parecido al instinto, enseguida reconoció. -¿Beatrice?- El acompañante pasó junto a la pelirroja y acercó el cuerpo al centro de la habitación. El pecado sacudió la cabeza, centrándose en lo que en realidad importaba en aquellos momentos. -La he encontrado, Maxwell.- Sonrió llena de satisfacción, aproximándose a acariciar el largo cabello azabache que caía en cascada de aquel cuerpo inconsciente.
Aegea A. Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/12/2017
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
♪ Il fredonnait une marche militaire
Dont il mâchait les mots à grosses dents,
Quand il ouvrait la gueule tout entière
On croyait voir ses ennemis dedans ♫
Dont il mâchait les mots à grosses dents,
Quand il ouvrait la gueule tout entière
On croyait voir ses ennemis dedans ♫
Le estaba dando un sorbo a su té cuando, de pronto, el estallido de plumas la sorprendió, pero no tanto como el ver aquella figura perfecta caminando con toda la naturalidad del mundo por el lugar hasta tomar asiento con su copa en la mano. La hechicera se frotó los ojos con las dos manos en un gesto muy infantil, parpadeando a continuación. Obviamente, sabía de la existencia de los cambiantes, pero llevaba años viviendo en la mansión Blackbird y era la primera vez que veía a Beatrice transformarse en humana, así que el asombro fue inevitable. Estaba tan descolocada por eso, que perdió el hilo de la conversación con su tío, por completo.
Pasados un par de minutos, cuando su mente pareció asumir que había estado en la más completa ignorancia durante años y que el cuervo de tres ojos de su tío era un ser sobrenatural, más aún de lo que ya aparentaba ser con aquellos orbes de color radiactivo. Al fin se centró en lo que acontecía e aquellos instantes, además de la mujer sentada cerca de ella a la que no podía evitar echar un vistazo de vez en cuando por mera curiosidad y sin perversión alguna. -Sí, con un solo ojo…- Musitó, escuchando parlotear al cuervo. La observaba con expresión entre embobada y fascinada, y si ésta le prestara algo de atención, tal vez hasta se ofendería por aquel excesivo interés que despertaba en la joven Blackbird. Intentó entonces meterse en la conversación, deseando ser partícipe de ella y que Beatrice la mirase también a ella. -Pero no te preocupes, tío, seguro que Svangur llega aunque sea tarde… Sabes que nunca falta a las reuniones familiares. Entonces podrás preguntarle si ha hecho de las suyas otra vez.- Justo terminaba de hablar que se escuchó el repicar de la puerta de entrada a la mansión y, por unos instantes, se hizo el silencio en la sala. La cambiante sonrió, murmurando que era Envidia la que llegaba. Tenía el poder de ver a través de otros animales, y ahora debía estar usando algún ave del exterior o, tal vez, un roedor.
Al cabo de nada se les unía la griega a la reunión, acompañada por un hombre que casi parecía un armario y el cuerpo inconsciente de una hermosa mujer de tez pálida y cabello oscuro como la noche más cerrada. Se levantó, aproximándose a observarla más de cerca. La pelirroja estaba cargada de otro pecado que no era el suyo, pues rezumaba orgullo por todos los poros. Estaba convencida de haber dado con el recipiente perfecto y no dudó en hacérselo saber a Maxwell. Lenina, por su parte, se situó frente al desconocido y acarició el rostro dormido de aquella belleza que iba a entregar su vida a cambio de que su cuerpo perdurara por toda la eternidad. Dudaba que hubiese accedido voluntariamente a ello, pero todos teníamos un sino, y ese era el de la dama sin nombre. -Me gusta mucho su piel.- Comentó con sinceridad, antes de dar un paso atrás y dejar que fuera su tío el que la exainara cuando, de repente, se escuchó un golpe en otra parte de la casa.
Lenina Blackbird- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 29/01/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
Indivisa Manent Blackbird |
- Spoiler:
En la mansión Blackbird. 00:09 de la noche
Maxwell no se había inmutado por la transformación de la Abuela Blackbird puesto que ya la había visto en numerosas ocasione, puesto que era su guardián. Todo Blackbird que se precie, obtiene llegada cierta edad, un poderoso Guardián con forma de cuervo. Algunos son cambiantes, como el caso de Beatrice Blackbird, otros simplemente un Animal con el espiritu de un poderoso ser atado a él. Las opciones son infinitas, y es un ritual Familiar. El Ritual de los Cuervos. El Padre Cuervo observó como Artemis llegaba por fín al lugar de reunión, solo faltaban algunos más que no podría esperar, no ahora por lo menos. Ya llegarían con el tiempo. -Pensé que Virtuoso iba contigo. -respondió Maxwell ante la respuesta de su sobrina. No obstante, sonrió, complacido al completo al ver el cuerpo que iba a usar el espíritu de su Hermana. -Un cuerpo perfecto para alguien perfecto, ¿No lo crees así, Artemis? -Sin duda, es buen material, ¿Lo sabrá usar nuestra pequeña Morrigan Blackbird, Maxwell? -La pregunta ofende, Beatrice. Se ha criado bajo tu ala. Tu, mejor que nadie, sabes como se las gasta esa pequeña rapaz. -Si bien es cierto, su temperamento a veces… Ralla lo absurdo. -Como si Svangur no lo hiciera, ¿Verdad? -Hmmm.. Razón no te falta. -Lo sé.
Acarició suavemente los elegantes y sanguinolentos rizos que caían en cascada por el cuerpo de Envidia, sonriendo. -Cada día estas mas hermosa que el día anterior, y eso que pensé que era imposible ser tan hermosa, Sobrina. -Maxwell acostumbraba a engrandecer el ya de por si enorme ego que tenía la griega, pero ambos se llevaban demasiado bien, y ambos eran demasiado Líderes. El inmortal sabía perfectamente como enjabonarla y ella por contra, sabía perfectamente lidiar con alguien de su clase, por supuesto. Sonrió de medio lado volviéndose a sentar, acariciando la barba trenzada que tenía mirando a Lenina, le gustaba contemplar todo lo que allí ocurría, como Lenina actuaba ante ciertas situaciones como la de ver a La Abuela Blackbird por primera vez. -Es la Abuela Beatrice, Lenina. -No añadió más y prosiguió a escucharla con atención, pues ella también merecía tales tratos, era tan Blackbird como todos los demás. -Espero que no tarde demasiado más. Estoy seguro que le gustará ver el resurgir de Khaelast.
Era otro de los nombres que recibía la Liche que sembró el caos por todo Londres, incluso sacando de quicio al mismísimo Jack el Destripador, con el que llegó a tener relaciones demasiado íntimas como para contarlas. Aquella mujer era una experta en la manipulación, y eso enorgullecía al Gran Cuervo. Sonrió para si mismo, terminándose el Té y levantándose de inmediato. -Es la hora. -Exactamente, Beatrice.
En la Necrópolis de la Familia Blackbird, 34 minutos despues.
Una densa niebla cargaba el ambiente, arremolinándose por cada tumba erigida en el nombre de cada uno de los Blackbird que ha existido y que han perecido por unas causas u otras. Una de las tumbas estaba llena de sangre reciente y una Máscara blanquecina hecha de escayola caía muy lentamente hacia abajo, resbalando por la sangre. Una sombra aparecía por entre la niebla, un hombre enmascarado, alto y delgado con unos brazos demasiado largos para pasar por naturales. Max hizo una mueca. -Pensé que ya no vendrías, Jhada. -Oh.. Primo, realmente me decepcionas por esas neutras palabras que dedicas en mi vana memoria. -Maxwell observó la tumba, era la Tumba de Relion Blackbird, quien murió hace 800 años por la mordida de una poderosísima Alpa que absorbió su poder. No dijo nada ante la sangre pero al parecer, Jhada, sabía perfectamente lo que pensaba su primo. -Oh vamos primo Maxwell.. No me seas melodramático. Ya sabes que florezco ante la masacre… -Salió a la luz, con unos ojos de color perla, actuando como si fuera una marioneta, como si estuviese en la actuación mas grande de su vida cual escenario variopinto es un cementerio bajo tierra. -Cual flor al amanecer.
-¿Has venido a ver el resurgir de Morrigan? -Por favor.. la duda ofende. Estoy interesado en Khaelast, pues solo ella es hermosa y cruel por partes iguales. Con el perdon de la bellísima Artemis, claro está.. -Hizo ademán de quitarse un sombrero inexistente, saludando con fingida caballerosidad a Envidia, que iba con ellos. Tras eso miró la tumba de Relion y fingió tristeza sobreactuada. -Una muerte pacífica ¡No es dramática! -Eso último lo dijo como frustrado, puesto que Relion murió ante el mordisco, sin más drama que ese. La voz de Jhada Blackbird era grave aunque suave, armoniosa y dramática. Además, a su voz le acompañaba un leve sonido de ultratumba, como si una suave voz de opera acompañase cada frase que éste dijese. -Como dije.. ya no quedan hombres como Jesse Clay. Tan solo peones de una pantomima. -Añadió Beatrice, quien parecía no tragar del todo a Jhada Blackbird. Éste sonrió debajo de la máscara. -¿Tiro rápido? -Preguntó, pues era uno de los sobrenombres que recibía el Cowboy de San Venganza. -Tsk. Eso carece de dramatismo..
Siguieron el camino hacia la tumba de Khaelast mientras Lenina, quien no parecía conocer a Jhada, miraba con suma curiosidad al enmascarado. Éste tenía uno de los hombros algo dislocado y le hacía ver como si fuera medio jorobado, era alguien deforme, muy deforme, obsesionado con la Belleza, la Actuación, la Perfección, El drama.. Alguien que pensaba que la vida en sí misma era el escenario de su propia matanza. Antes de que ésta hiciera la obvia pregunta de “¿Que hay bajo la máscara?” el enmascarado ya respondía a su propio monólogo. -La máscara.. ¿O mi cara? ¿Cual será el verdadero rostro? - Max le observó. -Hablas demasiado. -Lo se. ¿Y no es genial? Es fabuloso. Es íntimo. ¡Adoro actuar! -Finalmente llegaron a una tumba decorada con rosas de color violeta, varios cuervos parecían vivir allí, seguramente habrían hecho un nido por el lugar, Morrigan era una gran hechicera de éstos. Maxwell se colocó en frente, Beatrice convertida en ese cuervo de seis ojos se posó en el umbral. Envidia a la derecha del Padre Cuervo, mientras que Lenina decidió ponerse al lado de Jhada, quien a su vez estaba a la izquierda del Patriarca de la familia.
El cuerpo de Maxwell comenzó a emitir un brillo propio, de color burdeos, color sangre. Sus ropas ceremoniales empezaban a fondear como si un viento torrencial emanase de debajo de sus pies, con esto, una bandada de cuervos resurgía del interior de las ropas de éste y volaban directamente a la tumba y sobre el cuerpo de la hermosa joven casi sin vida que le otorgaron al umbral. -Liberae sunt nostrae cogitationes. In pace leones, in proelio cervi.. Khaelast. -Hacía alusión a quienes la mataron a traición. -Inter arma, silent Leges.. Dum inter homines sumus, colamus humanitatem. -Recitaba, como viene siendo los Blackbird. Todos saben que tienen que vivir en un mundo de humanos. -Alea iacta est. Indivisa Manent Blackbird.
Tras el último proverbio, que hacía alusión a que la familia siempre se mantiene unida, sin importar las circustancias, haces de luz verdosa salieron de cada una de las garras de las manos de Maxwell Blackbird mientras que el cuerpo inerte y ahora ya sin una vida que ha sido tomada por el Padre, levita hacia arriba. Senda tumba se partió por la mitad y el sonido de un trueno sonó en las afueras con naturalidad. Khaelast había abierto los ojos. -Que lo desconocido, guíe nuestros pasos. -Las numerables estatuas del Ignoto Dios al que rendía culto Maxwell y su familia también abrieron unos ojos inexistentes, provocando un sonido de ultratumba junto a un sonido extraño, como si un millar de tentáculos se frotasen unos a otros.
Maxwell Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
Sintió que todo a su alrededor se sacudía, la oscuridad se arremolinaba en un torbellino que la rodeó desde los pies y fue ascendiendo como si la engullera un dhole. Sabía que había llegado la hora, aún y cuando el tiempo transcurría de distinta manera allí donde se encontraba. Su hermano la reclamaba de vuelta al mundo de los, supuestos, vivos. Eso significaba que habían pasado ya dieciocho años y medio desde su muerte. Dedicó una soberbia sonrisa a los que presenciaron su marcha, aquellos que, al igual que ella, podían vagar por el Limbo entre los Dioses Mayores, y muy pocos eran los agraciados, de ahí que fueran considerados privilegiados. Pero menos aún eran reclamados de vuelta a un lugar en el que poder hacer alarde de sus nuevos conocimientos y amistades. Ella estaba a punto de reencontrarse con Maxwell, la persona a la que más apreciaba y, al mismo tiempo, aquel al que quería superar con el mismo afán que lo veneraba.
La voz reverberante, algo ronca y sumamente sensual de su amado hermano pronto hizo eco en su pensamiento, mientras su alma viajaba de una dimensión a la otra hasta materializarse dentro de su nuevo cuerpo. Sus ojos se abrieron de repente, a la vez que tomaba posesión de su nuevo recipiente. Extendió los dedos como si un rayo se canalizara a través de sus extremidades, incorporándose de inmediato, elevando la figura que levitaba horizontal, hasta quedar de pie y posarse sobre la que había sido su tumba, ahora con la piedra y el mármol resquebrajados. Lo primero que hizo al tener el control completo de aquel cuerpo de mujer que le habían preparado, fue llevarse ambas manos a los pechos para estrujarlos. -Me alegra saber que sigo teniéndolas bien puestas.- Enseguida aparecieron varios cuervos que se acercaron a rodearla, como si bailaran a su alrededor. Extendió su brazo derecho hacia ellos y una de las aves negras se posó sobre el dorso de su mano, extendiendo sus grandes alas y graznando con la cabeza elevada. -Os eché de menos, mis pequeños.- Se inclinó ligeramente, besando el pico del animal y, como si estuvieran conformados por polvo oscuro, se desintegraron todos al mismo tiempo. Sus orbes brillantes se clavaron en el hombre que tenía delante, bajando de un silencioso y grácil salto hasta quedar casi pegada a él. -Maxwell, querido, ¿se te hizo larga mi ausencia?- Al ver a Envidia, le dedicó una sonrisa cómplice, como si compartieran un secreto voces. Entrecerró los ojos al escrutar a la pequeña a la que no conocía, pues cuando ella aún vivía, la bruja no formaba parte de la familia cercana. -Hola, retoñito.- Con sólo veintisiete años, Lenina no era sino un huevo aún sin eclosionar. Morrigan valoraba mucho la experiencia y para eso se requería edad, años de vivencias y aprendizaje. Porque ella había dedicado siglos a estudiar, memorizar y comprender su poder y aquel que deseaba alcanzar.
La mirada de la morena se cruzó con los seis ojos de aquel majestuoso cuervo al que conocía a la perfección. -Beatrice, sigues siendo la más hermosa.- Acarició la cabeza del ave con todo el cariño del que era capaz, pues para ella, esa cambiante, había sido mejor que una madre y una excelente amante. Jhada enseguida se hizo notar con una reverencia exagerada de las suyas, algo que Lujuria adoraba. Si bien no apreciaba demasiado esa insana necesidad por llamar la atención, se sentía muy complacida de ser considerada tan maravillosa para alguien cuya obsesión principal en la vida era la perfección. -Si todos me admiraran como tú, el mundo sería un lugar mejor, cariño.- Dejó que él tomara su mano y la besara a través de la máscara, pero el gesto era suficiente e implicaba lo necesario, sin que fuera vital que realmente los labios de Virtuoso tocaran su recién adquirida nueva piel.
La voz reverberante, algo ronca y sumamente sensual de su amado hermano pronto hizo eco en su pensamiento, mientras su alma viajaba de una dimensión a la otra hasta materializarse dentro de su nuevo cuerpo. Sus ojos se abrieron de repente, a la vez que tomaba posesión de su nuevo recipiente. Extendió los dedos como si un rayo se canalizara a través de sus extremidades, incorporándose de inmediato, elevando la figura que levitaba horizontal, hasta quedar de pie y posarse sobre la que había sido su tumba, ahora con la piedra y el mármol resquebrajados. Lo primero que hizo al tener el control completo de aquel cuerpo de mujer que le habían preparado, fue llevarse ambas manos a los pechos para estrujarlos. -Me alegra saber que sigo teniéndolas bien puestas.- Enseguida aparecieron varios cuervos que se acercaron a rodearla, como si bailaran a su alrededor. Extendió su brazo derecho hacia ellos y una de las aves negras se posó sobre el dorso de su mano, extendiendo sus grandes alas y graznando con la cabeza elevada. -Os eché de menos, mis pequeños.- Se inclinó ligeramente, besando el pico del animal y, como si estuvieran conformados por polvo oscuro, se desintegraron todos al mismo tiempo. Sus orbes brillantes se clavaron en el hombre que tenía delante, bajando de un silencioso y grácil salto hasta quedar casi pegada a él. -Maxwell, querido, ¿se te hizo larga mi ausencia?- Al ver a Envidia, le dedicó una sonrisa cómplice, como si compartieran un secreto voces. Entrecerró los ojos al escrutar a la pequeña a la que no conocía, pues cuando ella aún vivía, la bruja no formaba parte de la familia cercana. -Hola, retoñito.- Con sólo veintisiete años, Lenina no era sino un huevo aún sin eclosionar. Morrigan valoraba mucho la experiencia y para eso se requería edad, años de vivencias y aprendizaje. Porque ella había dedicado siglos a estudiar, memorizar y comprender su poder y aquel que deseaba alcanzar.
La mirada de la morena se cruzó con los seis ojos de aquel majestuoso cuervo al que conocía a la perfección. -Beatrice, sigues siendo la más hermosa.- Acarició la cabeza del ave con todo el cariño del que era capaz, pues para ella, esa cambiante, había sido mejor que una madre y una excelente amante. Jhada enseguida se hizo notar con una reverencia exagerada de las suyas, algo que Lujuria adoraba. Si bien no apreciaba demasiado esa insana necesidad por llamar la atención, se sentía muy complacida de ser considerada tan maravillosa para alguien cuya obsesión principal en la vida era la perfección. -Si todos me admiraran como tú, el mundo sería un lugar mejor, cariño.- Dejó que él tomara su mano y la besara a través de la máscara, pero el gesto era suficiente e implicaba lo necesario, sin que fuera vital que realmente los labios de Virtuoso tocaran su recién adquirida nueva piel.
Última edición por Morrigan Blackbird el Sáb Abr 21, 2018 9:23 am, editado 2 veces
Morrigan Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
Hizo que el músculo les acompañara hasta la necrópolis, portando cuidadosamente el cuerpo que pronto sería poseído por Khaelast. Hacía muchos años que no veía a su tía, aquella que mejor la comprendía en el fondo, pues además de compartir sangre, las dos eran pecados encarnados, dos que iban muy ligados, pues el uno sin el otro, perderían todo su encanto. La sonrisa ladina, llena de suficiencia y, aquella noche, de emoción, no desapareció de los labios de la pelirroja en ningún momento, no desde que hubiese mostrado su hallazgo a Maxwell y éste hubiese dado su aprobación bien satisfecho.
No era la primera vez se cruzaba con Jhada aunque, por algún motivo, no terminaba de agradarle ese supuesto primo suyo. Envidia no solía juzgar a la familia, ni sentir celos en carne propia, pero que venerara de modo tan exagerado a su tía y que a ella siempre la relegara a un segundo lugar, lograba irritar a la griega de un modo que casi nadie había logrado hacerlo jamás. Lo ocultaba bien, pero tener que mentirle a su familia, le desagradaba.
Una vez frente a la tumba de Morrigan, se colocó allí donde lo consideró más conveniente y aguardó con impaciencia a la reaparición de Lujuria. Y no la decepcionó ni por un instante, cuando al regresar, lo primero que hizo fue agarrarse los pechos y asegurarse que estaban turgentes y perfectos. Correspondió a la mirada cómplice y aguardó a que los hermanos se saludaran como correspondía, antes de aproximarse a la morena y besarla en los labios. -Espero que te guste el recipiente, lo elegí personalmente para ti.- Se pasó la lengua por el labio inferior, degustando el nuevo sabor de aquella mujer a la que tanto admiraba y con la que deseaba volver a compartir divertimento.
No era la primera vez se cruzaba con Jhada aunque, por algún motivo, no terminaba de agradarle ese supuesto primo suyo. Envidia no solía juzgar a la familia, ni sentir celos en carne propia, pero que venerara de modo tan exagerado a su tía y que a ella siempre la relegara a un segundo lugar, lograba irritar a la griega de un modo que casi nadie había logrado hacerlo jamás. Lo ocultaba bien, pero tener que mentirle a su familia, le desagradaba.
Una vez frente a la tumba de Morrigan, se colocó allí donde lo consideró más conveniente y aguardó con impaciencia a la reaparición de Lujuria. Y no la decepcionó ni por un instante, cuando al regresar, lo primero que hizo fue agarrarse los pechos y asegurarse que estaban turgentes y perfectos. Correspondió a la mirada cómplice y aguardó a que los hermanos se saludaran como correspondía, antes de aproximarse a la morena y besarla en los labios. -Espero que te guste el recipiente, lo elegí personalmente para ti.- Se pasó la lengua por el labio inferior, degustando el nuevo sabor de aquella mujer a la que tanto admiraba y con la que deseaba volver a compartir divertimento.
Aegea A. Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
♪ Il agitait sa grand’ queue à l’arrière
Comm’ s’il était d’avance triomphant
Les animaux devant sa mine altière
Dans les forêts s’enfuyaient tout tremblants ♫
Comm’ s’il était d’avance triomphant
Les animaux devant sa mine altière
Dans les forêts s’enfuyaient tout tremblants ♫
En cuanto llegaron a la necrópolis, apareció un hombre enmascarado que dio un sobresalto a la bruja. Sus movimientos eran extraños, casi como si sus articulaciones estuvieran unidas con clavos en vez de ligamentos. Parecía una marioneta como las de los titiriteros del guiñol y el hecho de ocultar su rostro, hacía que el efecto de muñeco se incrementara. Un flash con la imagen de la muñeca de porcelana que tenía en su habitación cruzó la mente de Lenina que, por un instante, dejó hasta de respirar. Fue el aleteo de Beatrice, haciendo oscilar los rizos de la joven hechicera, lo que la trajo de nuevo al presente, mental y literalmente. Sacudió la cabeza, centrándose en el ritual que ya iba a dar comienzo y rápidamente se colocó junto a Envidia para aguardar la llegada de Morrigan.
Le fascinaba ver a su tío usar sus poderes, sentía como si ella misma se recargara de energía mágica. Inspiró profundamente, llenando sus pulmones de aire oscuro, dejándose llevar por el espectáculo de cuervos y la espectacular posesión de cuerpo que tuvo lugar frente a sus ojos. Despegó los labios con asombro, pues a pesar de las muchas cosas que había presenciado desde que viviera con Maxwell, era la primera vez que veía resucitar a un muerto, dicho de un modo vulgar, teniendo en cuenta que Khaelats era una Liche, pero a grandes rasgos, aquello era lo que acababa de ocurrir sobre la tumba de su muy venerada tía.
Lenina podía no conocerla realmente de antes, pero había oído tanto hablar de ella, que pareciera que la conocía de toda la vida. Ladeó la cabeza al escuchar cómo la llamaba, algo confusa, pero no podía dejar de observarla con admiración y expectativas. Quería saber si todo aquello que le habían contado sobre la morena era cierto y si no la asaltaba allí mismo a millones de preguntas, era por respeto.
Lenina Blackbird- Hechicero Clase Alta
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Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
Como buena Blackbird, Envidia se consideraba perfecta, única, inigualable e imposible de doblegar, pero a pesar de sentirte siempre de ese modo, el respeto que poseía hacia Morrigan superaba cualquier tipo de ego que pudiera albergar en su interior. Porque aún y con todo lo que era, sabía que ella la superaba en todos los aspectos, aunque no fuera en demasía. Pero lo suficiente como para admirarla y considerarla su ejemplo a seguir.
No quiso perder detalle de aquella resurrección que llevaba tantos años esperando. El vínculo que Artemis compartía con la hermana de Maxwell era muy fuerte y trascendía realidades. Y aunque no se hubiesen podido comunicar mientras la morena estaba en ese limbo desconocido para los hombres y que sólo los Liche podían alcanzar, había sido consciente de que ella permanecía allí, conociendo a los dioses Primigenios en su estado más puro. Había dejado una nota para que no la resucitaran hasta transcurridos, exactamente, dieciocho años y medio desde el momento en que muriera, fuera cual fuera la causa del acontecimiento, y aunque el pecado había deseado reencontrarse con ella muchas veces, había contenido sus ganas y respetado la decisión de la vampiresa.
Se sentía una más en aquella reunión, no alguien especial o diferente, pero era consciente que Morrigan actuaba siempre de ese modo, tratando con todo el mundo que considerara merecía su atención, por igual, y menospreciando a aquellos seres inferiores que no eran dignos ni de su mirar. Era pura elegancia y rezumaba lujuria por todos sus poros, no en vano representaba a ese pecado. No hacía falta más que oler su perfume para volverse loco o escuchar su voz en la distancia. El cuerpo había sido elegido meticulosamente, pero era su porte, su carácter, su halo, lo que hacía que ese recipiente destacara y no fuera una mujer bella sin más, sino una existencia arrebatadora.
No quiso perder detalle de aquella resurrección que llevaba tantos años esperando. El vínculo que Artemis compartía con la hermana de Maxwell era muy fuerte y trascendía realidades. Y aunque no se hubiesen podido comunicar mientras la morena estaba en ese limbo desconocido para los hombres y que sólo los Liche podían alcanzar, había sido consciente de que ella permanecía allí, conociendo a los dioses Primigenios en su estado más puro. Había dejado una nota para que no la resucitaran hasta transcurridos, exactamente, dieciocho años y medio desde el momento en que muriera, fuera cual fuera la causa del acontecimiento, y aunque el pecado había deseado reencontrarse con ella muchas veces, había contenido sus ganas y respetado la decisión de la vampiresa.
Se sentía una más en aquella reunión, no alguien especial o diferente, pero era consciente que Morrigan actuaba siempre de ese modo, tratando con todo el mundo que considerara merecía su atención, por igual, y menospreciando a aquellos seres inferiores que no eran dignos ni de su mirar. Era pura elegancia y rezumaba lujuria por todos sus poros, no en vano representaba a ese pecado. No hacía falta más que oler su perfume para volverse loco o escuchar su voz en la distancia. El cuerpo había sido elegido meticulosamente, pero era su porte, su carácter, su halo, lo que hacía que ese recipiente destacara y no fuera una mujer bella sin más, sino una existencia arrebatadora.
Aegea A. Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/12/2017
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
La bestialidad. La sexualidad. |
En la Necrópolis de la Familia Blackbird.
Jhada se acercaba, no tenía palabras y eso en él era MUY difícil, pues ni durmiendo en su ataúd era capaz de mantener la boca cerrada. Bailó sus ojos de un lado del cuerpo de Khaelast hacia el otro lado. Besó su mano a través de la máscara, irguió su rostro y con la zurda, provocó que la mascara se fuera hacia arriba lo suficiente como para mostrar una mandíbula cuadrada y rigurosa en rasgos faciales, pero su boca tan solo tenía colmillos, como una criatura de la oscuridad. Su lengua era de color azul y era gruesa y húmeda, casi parecía una serpiente o algo peor. Se acercó y besó los perfectos labios que dibujaban la boca de una diosa, Su diosa. -Ni miles amaneceres ni ocho floreceres conseguirían opacar lo que con adorno nos muestras hoy en aras de la verdad, querida Prima Khaelast. Ante ti y hoy, mis servicios quedan unidos a ti. Mi vida. Mi amor. Mi diosa. Mi reina. Mi Valquiria. Mi arcángel. Mi demonio. Mi súcubo. Mi hermana. Mi madre. Nuestra Blackbird. -Hizo una pomposa reverencia con esa difícil movilidad que parecía tener haciéndole parecer una marioneta. Y esa voz que parecía estar acompañada de ese sonido armonioso que parecía de ópera.
-Mi señores Blackbird, siento interrumpir, pero.. -Uno de los Vampiros esclavos apareció para avisar de algo, no era un mero Ghoul si no alguien con mas poder, mucho mas. Sin embargo, antes de acabar la frase, una enorme garra atravesó su pecho y mostró el corazón in-pálpito del Vampiro. -El señor S-Svangur.. h-ha lle-llegado.. - Aquella garra volvió a desaparecer para que el cuerpo inerte del Inmortal cayese abatido al suelo. En su lugar una enorme figura ataviada con pelo de oso polar y plumas de cuervo real, una monstruosa boca que mordía el Corazón ganado como quien muerde una manzana a media mañana. Sonrió, con la sangre salpicada en su rostro y sus ojos brillando con una furia inconmensurable. -Pensé que el Padre Cuervo esperaría a que yo llegase, sea cuando sea que acabase mi hecatombe en París. He conseguido un Burdel para nuestra querida Envidia, que cada día esta mas hermosa y nadie me lo agradece. -Se giró hacia Khaelast y sonrió. Con pasos decididos aunque sonoros, como si se tratase de un gigante, y de hecho, lo era. Pues casi medía dos metros y treinta centímetros, se acercó a la resurreccionada.
Agarrándola por los hombros, la observó de cerca. -Pero ahora veo, que una simple sonrisa de tan hermosa y oscura Valquiria, me sobra y me basta para que mi Tío me de las gracias. -Echó la vista a Maxwell quien asentía silenciosamente. Svangur le devolvió el gesto. Jhada cogía el pañuelo para limpiarse las falsas lagrimas que tenía en los ojos, pues siempre fue fan de su Primo Svangur, quien, al igual que él y Maxwell, adoraba las puestas en escena, el drama y la emoción de la caza. Era alguien digno de llevar a sus espaldas las enormes Alas de cuervo, alas de Ángel negro.
Sin medir más palabras, su lengua entró en la boca de Morrigan, retorciéndose en el interior y con la zurda agarrando la mano de Envidia. Con la derecha, la de Lenina. Las acercó, hasta que cuatro bocas compartían un único epicentro casi como si pareciera un Oscuro Ritual de la familia, Svangur clamó e invocó a las tres lenguas para que lucharan con la suya en sacra orgía, lasciva comunión y oscura reunión. Pues, era hora de aquello.
Svangur Blackbird había llegado, y era un Dios de la Guerra.
Svangur Blackbird- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/02/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
La orgullosa sonrisa de Morrigan permaneció fija en sus labios, como si estuviera tatuada allí para siempre. Era una mujer orgullosa, una inmortal eterna que sabía cuáles eran sus dones y que carecía de defectos. Y como toda Blackbird, adoraba que la adularan, algo en lo que Jhada era todo un experto. Los orbes oscurecidos de la que había conocido a los dioses primigenios no se despegaron del rostro de su primo, ni siquiera cuando la máscara se corrió, dejando a la vista aquellos que muchos considerarían horrendo, mas no así Morrigan Blackbird. Ella observó con detenimiento cada rasgo de aquel aberrante ser y ni un milímetro reculó cuando se aproximó hasta besarla en los labios. -No hay hombre que me haga más feliz con sus palabras que tú, mi querido Jhada.- Respondió Khaelast justo antes de la aparición de aquel siervo que portaba noticias, unas nuevas que se anunciaron más por sí solas que por las temblorosas palabras que nacieron del fondo de una garganta moribunda que exhalaba el último de sus suspiros.
Svangur hizo su aparición haciendo gala de esa cruda sensualidad que irradiaba en su forma real. Tal vez el resto del mundo no apreciara aquella belleza, pero la inmortal veía a Gula como a una atractiva existencia capaz de acrecentar su libido de por sí excepcional. Le dedicó una ladeada y lasciva sonrisa a la gigante presencia que se plantó frente a ella y tomándola de los hombros la aproximó a su figura. -Maxwell nunca espera a nadie.- Le dedicó una mirada a su hermano, un gesto cómplice que narraba un pasado complicado para ambos. A pesar de los años que estuvieran separados, habían transcurrido muchos más unidos y con ellos el uso de palabras se había ido relegando a un segundo plano. Se conocían bien, quizá incluso demasiado, y un simple gesto servía para narrar más que un libro entero al ser recitado.
En cuanto la lengua gruesa y azul de Svangur rozo los belfos de Morrigan, ésta abrió la boca dejándole paso sin rechistar, sin queja alguna. Llevaba dieciocho años y medio sin sexo y estaba más que necesitada de una buena dosis de lujuria. Por suerte para ella eran una familia sumamente unida. Llevó la diestra a la nuca de Gula donde clavó las uñas, entre plumas y pelo, cortando piel y carne, buscando su sangre. Le mordió la viscosa sinhueso, acogiendo gustosa la incorporación de las dos hermosas mujeres Blackbird. Con la zurda agarró el culo de su amada Envidia, apretando con deseo una de sus nalgas. Se separó uno segundos, observando como esos tres se comían la boca y ella se lamió los dedos, degustando el sabor férrico del macho del grupo. Poco que menos le podía importar donde estaban, de hecho, lo consideraba un aliciente. Llevó las manos al corpiño y lo desató lentamente dejando caer la pieza, descubriendo sus redondeadas y perfectas tetas. Se admiró a sí misma, amasando aquellos voluptuosos pechos, pellizcando los pezones hasta ponerlos duros. Se estaba descubriendo ya que aquel cuerpo era tan nuevo para ella como para el resto.
Svangur hizo su aparición haciendo gala de esa cruda sensualidad que irradiaba en su forma real. Tal vez el resto del mundo no apreciara aquella belleza, pero la inmortal veía a Gula como a una atractiva existencia capaz de acrecentar su libido de por sí excepcional. Le dedicó una ladeada y lasciva sonrisa a la gigante presencia que se plantó frente a ella y tomándola de los hombros la aproximó a su figura. -Maxwell nunca espera a nadie.- Le dedicó una mirada a su hermano, un gesto cómplice que narraba un pasado complicado para ambos. A pesar de los años que estuvieran separados, habían transcurrido muchos más unidos y con ellos el uso de palabras se había ido relegando a un segundo plano. Se conocían bien, quizá incluso demasiado, y un simple gesto servía para narrar más que un libro entero al ser recitado.
En cuanto la lengua gruesa y azul de Svangur rozo los belfos de Morrigan, ésta abrió la boca dejándole paso sin rechistar, sin queja alguna. Llevaba dieciocho años y medio sin sexo y estaba más que necesitada de una buena dosis de lujuria. Por suerte para ella eran una familia sumamente unida. Llevó la diestra a la nuca de Gula donde clavó las uñas, entre plumas y pelo, cortando piel y carne, buscando su sangre. Le mordió la viscosa sinhueso, acogiendo gustosa la incorporación de las dos hermosas mujeres Blackbird. Con la zurda agarró el culo de su amada Envidia, apretando con deseo una de sus nalgas. Se separó uno segundos, observando como esos tres se comían la boca y ella se lamió los dedos, degustando el sabor férrico del macho del grupo. Poco que menos le podía importar donde estaban, de hecho, lo consideraba un aliciente. Llevó las manos al corpiño y lo desató lentamente dejando caer la pieza, descubriendo sus redondeadas y perfectas tetas. Se admiró a sí misma, amasando aquellos voluptuosos pechos, pellizcando los pezones hasta ponerlos duros. Se estaba descubriendo ya que aquel cuerpo era tan nuevo para ella como para el resto.
Morrigan Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/02/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
♪ Un éléphant parut et sur la terre
Se prépara un combat de géants
Mais près de là, courait une rivière
Le crocodil' s'y jeta subit'ment. ♫
Se prépara un combat de géants
Mais près de là, courait une rivière
Le crocodil' s'y jeta subit'ment. ♫
La joven hechicera observaba todo lo que ocurría con fascinación, con una inocencia inaudita, tal vez porque en su mente aún anidaba aquella niña pequeña incapaz de crecer, aquella bondadosa existencia aún sin corromper. Pero aquello nada tenía que ver con pureza e infancia, al contrario, la escena estaba plagada de guiños a la lascivia, de deseo y ansias por lo prohibido. Lenina hacía mucho que no era virgen, pues a manos de su padre había sido corrompida como jamás debió ocurrir. Un pasado que pesaba sobre sus hombros, pero que a pesar del lastre que suponía para su mente y su magia, jamás se interpuso entre ella y Svangur. Junto a aquella abominación salvaje y agresiva, la joven Blackbird había descubierto lo que eran el deseo y el amor. Sus gustos distaban mucho de ser normales, pero allí nadie la juzgaba y, a pesar de sus prontos violentos, Gula la comprendía y quería.
Observó atónita aquel lascivo beso que do inicio frente a sus ojos, mas lejos de enfadarse u oponerse a ello, la visión la excitó. Morrigan era la perfección en persona y verla devorarse con Svangur era todo un espectáculo que incitaba a la lujuria. Jadeó con demostración de sexualidad que allí acontecía, dejándose aproximar como hipnotizada. Sacó la lengua con cierta timidez al principio, temerosa al rechazo de las dos grandes damas que participaban en aquella orgía de beso. Nada más lejos de la realidad, la acogieron gustos y pronto las manos de Envidia empezaron a desnudarla, a apretar sus pechos y buscar la cercanía. La vista de Lenina se desvió cuando la mayor de los Blackbird se apartó del grupo y con la boca entreabierta observó como ella misma se tocaba y excitaba entre pellizcos y tirones en los pezones. -¿Puedo hacerlo yo?- Ni siquiera supo cómo se atrevió a formular tal pregunta, pero salió de su boca como un suspiro y la respuesta ajena fue muda, tendiéndole la mano para que la tomara, cosa que, obviamente, hizo la bruja. Se colocó frente a Khaelast y fue directa a acariciar su cintura, subiendo por los costados, rozando el costillas con las uñas. Al alcanzar la altura de sus tetas, las envolvió con los dedos de diestra y siniestra, sujetando desde abajo como si fuera a pesarlas. Jadeó de nuevo con los labios entreabiertos y le buscó la boca a su tía, llevada por el deseo, por la necesidad. La Lujuria estaba frente a sus ojos y su cuerpo se sentía atraído como si fueran dos polos opuestos. Apegó su pelvis a la foránea comenzando a darle diversos mordiscos en los belfos, atrapando la lengua que ésta sacaba y succionándola con lascivia.
Morrigan llevó las manos a los muslos de su sobrina y moviendo únicamente los dedos, le fue arrugando la falda del vestido, despacio, pero sin pausa, hacia arriba y hacia delante, hasta dejarle expuesto su prieto y redondeado trasero a los otros dos participantes. La hechicera estaba tan entretenida saboreando la saliva de la inmortal que cualquier cosa que le hiciera le parecería perfecta. -¿Nadie va a comerle el culo a la señorita?.- Le dio un firme azote, enrojeciendo la pálida piel de la nalga derecha de la pequeña allí presente, notando como toda ella se estremecía, mordiéndole ahora el mentón, el cuello y la clavícula. La joven pelirroja no se cortaba, ascendiendo como iba, pronto alcanzó el seno izquierdo de la vampiresa y lo cubrió con lamidas, mordidas y succiones centradas en aquella areola oscura que rodeaba el endurecido pezón de su tía.
Lenina Blackbird- Hechicero Clase Alta
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Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
La griega ni se inmutó ante la aparición de Svangur, acostumbrada a sus entradas viscerales y llamativas. Entre los Blackbird había mucho teatro, aunque nadie lo amaba tanto como Jhada, pero los varones de la familia eran muy duchos al espectáculo. Cada uno a su manera, por supuesto, pero los tres solían alardear de sus dones frente a las mujeres. No por nada eran poderosos cuervos de alas negras. El manto que sus sombras proyectaban, oscurecían Francia entera, pero a pesar de su soberbia, eran comedidos en sus tretas y no andaban por ahí sometiendo al mundo como otros inmortales insensatos y ridículos.
Lo que sí hizo que la atención de Artemis se agudizara fue aquella llamada a la lujuria que se produjo instantes después con la boca de Gula aún llena de sangre y su lengua larga y agresiva, hurgando en la cavidad de Morrigan. Antes de que el joven Blackbird buscara su mano, ella se había situado a la misma altura, dispuesta a participar en aquella gesta. En innumerables ocasiones se había revolcado en la cama con su tía y con ella había disfrutado como nunca. Lujuria satisfacía las necesidades de Envidia más que cualquier hombre habido y por haber, y más que cualquier otra mujer. Khaelast sabía dónde tocar, cómo hacerlo y, sobretodo, era una experta usando la sinhueso.
Las cuatro lenguas se juntaron en el centro, se buscaron con deseo, jugaron a perseguirse y atraparse, incluso se pelearon con ciertos celos, como si necesitaran demostrar quién era el que mandaba allí. Lenina era la más tímida y se notaba en su lucha, pues enseguida reculó, no sin llevarse antes caricias y estrujones en las tetas por parte de la griega. El pecado capital amaba usar las manos, y no se cortaba un pelo. Así que en cuanto la hechicera se fue con Morrigan, ella llevó sus dedos a desnudar a Svangur entre juegos, pero con cierta premura. Le mordió la oreja y el mentón, mientras sus dígitos se colaban en los ojales, haciendo saltar los botones uno a uno. Dejó el torso ajeno al descubierto y se clavó las uñas justo bajo las clavículas foráneas, descendiendo, arañando, cortando piel, hasta el abdomen. Se encorvó a lamer las linfas de sangre que brotaron despacio y saboreó con gusto el líquido carmesí que teñía ahora sus labios. Se relamió al escuchar las palabras de Khaelast, girando con una sonrisa pérfida que respondía a la pregunta.
Sin embargo, antes de ir a ello, pasó los dedos por los belfos de Gula esperando a que éste se los chupara y saboreara su propia sangre. Él era retorcido, una bestia, si le apeteciera, se comería su propio brazo y lo observaría mientras se regeneraba. De hecho, estaba convencida que ya lo habría hecho en diversas ocasiones a esas alturas. Ya con los dedos limpios, se acercó a la otra pelirroja y la tomó de la cintura, colocándose justo detrás. Le dio un golpe de caderas, como si la penetrara, mas obviamente no tenía verga con la que ensartar aquel prieto culo. Se agachó lentamente, cubriendo con besos el recorrido de su espalda por la columna vertebral, iniciando en la nuca, de donde apartó la cascada de cabello rojizo, descendiendo hasta que la tela desapareció y sus labios rozaron pálida dermis de nuevo. Mordió la nalga izquierda antes de con los dedos de ambas manos separarlas. Hundió la nariz entre los glúteos, aspiró profundamente y con la lengua recorrió desde los labios de su sexo hasta el esfínter de una sola pasada. El gemido que escapó de los labios de la joven hechicera fue música para sus oídos, melodía que la instó a seguir, aunque de no oírla tampoco se hubiese detenido. Torturó el ano con la punta de la sinhueso, formando pequeños círculos concéntricos y cuando el temblor de las piernas de la muchacha le indicó su desespero, la embistió con ella, hurgando en su recto, paladeando la rugosidad de éste con esmero y anhelo. La saliva que se iba acumulando en la boca de Artemis comenzó a deslizarse por la comisura de sus labios y también por el interior de los muslos de su sobrina.
Lo que sí hizo que la atención de Artemis se agudizara fue aquella llamada a la lujuria que se produjo instantes después con la boca de Gula aún llena de sangre y su lengua larga y agresiva, hurgando en la cavidad de Morrigan. Antes de que el joven Blackbird buscara su mano, ella se había situado a la misma altura, dispuesta a participar en aquella gesta. En innumerables ocasiones se había revolcado en la cama con su tía y con ella había disfrutado como nunca. Lujuria satisfacía las necesidades de Envidia más que cualquier hombre habido y por haber, y más que cualquier otra mujer. Khaelast sabía dónde tocar, cómo hacerlo y, sobretodo, era una experta usando la sinhueso.
Las cuatro lenguas se juntaron en el centro, se buscaron con deseo, jugaron a perseguirse y atraparse, incluso se pelearon con ciertos celos, como si necesitaran demostrar quién era el que mandaba allí. Lenina era la más tímida y se notaba en su lucha, pues enseguida reculó, no sin llevarse antes caricias y estrujones en las tetas por parte de la griega. El pecado capital amaba usar las manos, y no se cortaba un pelo. Así que en cuanto la hechicera se fue con Morrigan, ella llevó sus dedos a desnudar a Svangur entre juegos, pero con cierta premura. Le mordió la oreja y el mentón, mientras sus dígitos se colaban en los ojales, haciendo saltar los botones uno a uno. Dejó el torso ajeno al descubierto y se clavó las uñas justo bajo las clavículas foráneas, descendiendo, arañando, cortando piel, hasta el abdomen. Se encorvó a lamer las linfas de sangre que brotaron despacio y saboreó con gusto el líquido carmesí que teñía ahora sus labios. Se relamió al escuchar las palabras de Khaelast, girando con una sonrisa pérfida que respondía a la pregunta.
Sin embargo, antes de ir a ello, pasó los dedos por los belfos de Gula esperando a que éste se los chupara y saboreara su propia sangre. Él era retorcido, una bestia, si le apeteciera, se comería su propio brazo y lo observaría mientras se regeneraba. De hecho, estaba convencida que ya lo habría hecho en diversas ocasiones a esas alturas. Ya con los dedos limpios, se acercó a la otra pelirroja y la tomó de la cintura, colocándose justo detrás. Le dio un golpe de caderas, como si la penetrara, mas obviamente no tenía verga con la que ensartar aquel prieto culo. Se agachó lentamente, cubriendo con besos el recorrido de su espalda por la columna vertebral, iniciando en la nuca, de donde apartó la cascada de cabello rojizo, descendiendo hasta que la tela desapareció y sus labios rozaron pálida dermis de nuevo. Mordió la nalga izquierda antes de con los dedos de ambas manos separarlas. Hundió la nariz entre los glúteos, aspiró profundamente y con la lengua recorrió desde los labios de su sexo hasta el esfínter de una sola pasada. El gemido que escapó de los labios de la joven hechicera fue música para sus oídos, melodía que la instó a seguir, aunque de no oírla tampoco se hubiese detenido. Torturó el ano con la punta de la sinhueso, formando pequeños círculos concéntricos y cuando el temblor de las piernas de la muchacha le indicó su desespero, la embistió con ella, hurgando en su recto, paladeando la rugosidad de éste con esmero y anhelo. La saliva que se iba acumulando en la boca de Artemis comenzó a deslizarse por la comisura de sus labios y también por el interior de los muslos de su sobrina.
Aegea A. Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/12/2017
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
Las cosas claras. |
En la Necrópolis de la Familia Blackbird.
Mientras que Maxwell se marchaba junto a Jhada, éste último miraba con esmero la escena, pero tenía ciertos.. asuntos que atender por petición de Artemis, tenía que reunirse arriba con los siguientes invitados, que también eran Blackbirds, por supuesto. Svängur agarraba con tremendo esmero todos y cada uno de los culos femeninos allí presente. Lo que mas le encantaba hacer a aquella bestia era una orgía en familia. Follarse a sus primas, hermanas, quien fuera capaz de comerle el pilar de carne que tenía entre las piernas y tragarse lo que emanaba de él. Sonrió con brutalidad agarrando con violencia el cabello de Khaelast, besando su boca, metiendo la lengua hasta el mas hondo interior. Los dedos de envidia rozaron sus labios y éste respondió mordiéndolos con una ferocidad nunca vista en el exterior. Arrancó uno por uno los dedos de la Griega, hasta saborearlos como un rico manjar antes de que ésta bajase a comerle el culo a una inexperta Lenina Blackbird.
Por otra parte, Sva se acercó a Morrigan, deseándola y acariciándole los senos. Se los pellizcó y se los mordió. No esperó respuesta, simplemente la cogió en brazos hasta llevarla a sus propios hombros, donde la abrió de piernas, de par en par y le arrancó la ropa interior a dentelladas. Envidia le comía el culo a Lenina y Svängur le comía los labios a Morrigan, pero no los de la boca, precisamente. Metía su lengua, raspaba, una y otra vez. Aspiraba con fuerza justo al encontrar el clitoris y solo entonces volvía a dar brutales lamidas que mezclaban dolor con placer. Sus manos azotaban el culo de la recién llegada y sus ojos estaban clavados en los foráneos. Sonrió con el coño en la boca mostrando unos dientes acabados en punta. -Y dime, Tía Khaelast. ¿me vas a comer la polla tanto que me asusta? -Miró de reojo a Lenina, y sonrió. -Ella aún no lo sabe, tía. Pero la voy a preñar como si fuera una perra. Una perra cuyo dueño es un dios. En realidad me encanta.. por que da igual lo que le haga y cómo la maltrate, ella se pone cachonda como la mayor de las putas y obedece mis órdenes. Eso me pone muy cachondo. -Aunque él sabía bien que Khaelast nunca recibía órdenes, ella las daba. Era una emperatriz. Una diosa. Una cleopatra. Al igual que Envidia, era una de las cabezas de aquella Hidra, la Hidra Blackbird, que representaba a la familia. Svangur se masturbaba con fiereza a la vez que le hacía el oral a su tía. Caminó hasta ponerse a la altura de Lenina, quien a cuatro patas se dejaba hacer por la griega. El canibal posó su miembro sobre la cara de la timida Blackbird, dejando claro que es lo que quería que hiciera. ¿Quien sería la mas guarra de las tres? Se preguntaba Svangur. Quería saberlo.
Svangur Blackbird- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 16/02/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
Ella se acariciaba, buscando las zonas más sensibles de su recién adquirido cuerpo, se pellizcaba e incluso se lamía a sí misma los pechos, apretándolos con ambas manos, como si fueran una rica masa de pan cruda, y los subía hacia arriba. Con la lengua coronaba sus pezones, los empapaba de saliva y los mordía, tirando de ellos para medir el dolor necesario hasta excitarse como a ella le había gustado siempre.
Pronto llegó Gula a reclamar de nuevo lo que buscaba, su voracidad iba mucho más allá del comer cualquier cosa, aunque especialmente adoraba comer carne humana, sus ganas por engullir incluían entre sus preferencias el sexo y eso Morrigan ya lo sabía. Ella encarnaba la lujuria y podía sentirla en el resto de los Blackbirds que aún quedaban en la reunión, todos ellos la dejaban correr por sus venas, subiendo sus temperaturas, tensando sus músculos, dominando sus mentes. Ella retiró sus manos para que fueran ahora los firmes dedos de Svangur los que se deleitaran con sus tetas. En cuanto éste la levantó del suelo como si pesara menos que una pluma recién arrancada de un cuervo, Khaelast pasó las piernas por encima de los hombros ajenos, levantándose la falda del vestido hasta el vientre, dejando al descubierto sus torneados muslos y el lascivo rostro de su sobrino que a mordiscos le arrancó las bragas. Los dedos del pecado acariciaron la melena oscura del macho que sin miramientos ni delicadeza comenzó a comerle el coño como si no hubiera un mañana. Le miraba en todo momento, relamiéndose, jadeando, sonriendo ladina ante el espectáculo y no sólo el de aquel hambriento monstruo, sino también el que daban su querida prima y sobrina, la joven Lenina gemía como una perra en celo, aunque intentaba disimularlo mordiéndose el labio. Tan inocente que parecía y la de guarradas que debía hacer con Gula a escondidas. Regresó sus orbes a los oscuros pozos de la bestia cuando éste le habló. -Es bueno tener a una zorrita obediente. Yo tengo muchas, mi querido Svangur.- Sonrió con malicia, acariciando el rostro foráneo con la zurda. -Tú entre ellas y de mis favoritas.- Se encorvó hasta que con la lengua alcanzó a rozar la azulada sinhueso ajena, seguidamente atrapándola con los labios, succionando y, para finalizar, hincando en su viscoso músculo los dientes. En cuanto le soltó, estaban situados encima de la hechicera que, a cuatro patas, estaba siendo atendida por Artemis que con devoción hundía su lengua entre los labios de su sexo, hurgando en su interior como si buscara un tesoro. -No dejes de comer, Gula.- Le ordenó, agarrándole del cabello de la nuca para de un seco empujón amorrarle de nuevo al pilón.
Pronto llegó Gula a reclamar de nuevo lo que buscaba, su voracidad iba mucho más allá del comer cualquier cosa, aunque especialmente adoraba comer carne humana, sus ganas por engullir incluían entre sus preferencias el sexo y eso Morrigan ya lo sabía. Ella encarnaba la lujuria y podía sentirla en el resto de los Blackbirds que aún quedaban en la reunión, todos ellos la dejaban correr por sus venas, subiendo sus temperaturas, tensando sus músculos, dominando sus mentes. Ella retiró sus manos para que fueran ahora los firmes dedos de Svangur los que se deleitaran con sus tetas. En cuanto éste la levantó del suelo como si pesara menos que una pluma recién arrancada de un cuervo, Khaelast pasó las piernas por encima de los hombros ajenos, levantándose la falda del vestido hasta el vientre, dejando al descubierto sus torneados muslos y el lascivo rostro de su sobrino que a mordiscos le arrancó las bragas. Los dedos del pecado acariciaron la melena oscura del macho que sin miramientos ni delicadeza comenzó a comerle el coño como si no hubiera un mañana. Le miraba en todo momento, relamiéndose, jadeando, sonriendo ladina ante el espectáculo y no sólo el de aquel hambriento monstruo, sino también el que daban su querida prima y sobrina, la joven Lenina gemía como una perra en celo, aunque intentaba disimularlo mordiéndose el labio. Tan inocente que parecía y la de guarradas que debía hacer con Gula a escondidas. Regresó sus orbes a los oscuros pozos de la bestia cuando éste le habló. -Es bueno tener a una zorrita obediente. Yo tengo muchas, mi querido Svangur.- Sonrió con malicia, acariciando el rostro foráneo con la zurda. -Tú entre ellas y de mis favoritas.- Se encorvó hasta que con la lengua alcanzó a rozar la azulada sinhueso ajena, seguidamente atrapándola con los labios, succionando y, para finalizar, hincando en su viscoso músculo los dientes. En cuanto le soltó, estaban situados encima de la hechicera que, a cuatro patas, estaba siendo atendida por Artemis que con devoción hundía su lengua entre los labios de su sexo, hurgando en su interior como si buscara un tesoro. -No dejes de comer, Gula.- Le ordenó, agarrándole del cabello de la nuca para de un seco empujón amorrarle de nuevo al pilón.
Morrigan Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/02/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
♪ Ah les crocrocro, les crocrocro, les crocodiles
sur les bords du Nil ils sont partis n’en parlons plus
Ah les crocrocro, les crocrocro, les crocodiles
sur les bords du Nil ils sont partis tout est fini ♫
sur les bords du Nil ils sont partis n’en parlons plus
Ah les crocrocro, les crocrocro, les crocodiles
sur les bords du Nil ils sont partis tout est fini ♫
Envidia se ofreció de inmediato ante la pregunta de Morrigan. Lenina observó por encima del hombro, aún encarada a Lujuria, como la griega se acercaba y posaba los labios contra su nuca. Su aliento era caliente, casi quemaba, y húmedo, excitante. Por allí por donde la boca ajena fue descendiendo, el vello de la hechicera se fue erizando como respuesta, de inmediato. Sus pupilas se dilataron, oscureciendo sus ojos color miel con tintes esmeralda. La lascivia la inundaba, absorbida por todos y cada uno de sus poros, alcanzando su torrente sanguíneo y de allí, siendo distribuida por todo su cuerpo. Gimió en cuanto la sinhueso de su tía recorrió desde su coño hasta el ano sin interrupción. Se sujetó a sí misma, aferrando los dedos a la parte delantera de los muslos e inclinando un poco el torso con las piernas ligeramente separadas, buscando así el equilibrio para aguantar de pie las arremetidas de la boca de Artemis que, insistente, inició voraces penetraciones con su sinhueso. Pero, a pesar de sus esfuerzos, las rodillas le flojeaban a medida que su sexo se empapaba con la saliva de su tía y su propio flujo. Fue Envidia la que, incorporándose un instante, en el que le dio descanso a su sobrina, le recorrió la espalda de manera ascendente con la diestra para que se agachara hasta hincar las rodillas en el suelo y colocarse a cuatro patas. -Relájate y disfruta, cachorrita.- Susurró el pecado junto al oído de la pelirroja, acariciándole y apretándole ambas nalgas al mismo tiempo. Seguidamente se arrodilló tras ella y volvió a su tarea de devorarle el coño.
La siguiente visión de Lenina fue la ominosa silueta de Svangur, cargando con Morrigan sentada sobre sus hombros, uno cara al otro. De ese modo no podía ver el rostro de Gula, pero le conocía suficiente como para imaginar la lujuria tiñendo sus ojos y la ladina sonrisa adornando sus finos labios. La diestra de la bestia se hundió en los pantalones, sacando de estos su endurecida y gruesa verga que, sin miramientos, plantó, literalmente, sobre la cara de su prima, apoyando el tronco por encima del pómulo derecho y el glande por encima de la frente, con sus testículos rozando los labios de la sumisa joven. La boca de la chica se entreabrió, bañando con su aliento el falo de Svangur para luego acariciarlo con la lengua, despacio, echando la cabeza hacia atrás para poder recorrerlo desde la base hasta el capullo, antes de rodearlo con los dientes y apretar poco a poco, pero sin detenerse, hasta que aparecieron las primeras gotas de líquido preseminal que tragar con gusto. Las rozó con la punta de la sinhueso nada más salir de la uretra y las paseó por todo el paladar antes de unirlas al resto de la saliva y deglutirlo todo. Sus pupilas se redujeron al instante, para volver a dilatarse, como si acabara de ingerir algún tipo de droga, de alucinógeno. Apoyada con la diestra en el suelo, llevó la zurda a sujetar la polla y la engulló por completo hasta dilatarse la laringe con su gruesa forma.
Lenina Blackbird- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 29/01/2018
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
La pelirroja disfrutaba del aroma a sexo que desprendía su sobrina, olfateando continuamente, separándole los labios vaginales con la lengua cuando le daba una tregua a su enrojecido y dilatado esfínter. Le mordía las nalgas, el interior de los muslos e incluso atrapaba el clítoris con los dientes, estirando lentamente hasta que éste se escurría, húmedo y caliente. Apartó la mano derecha, elevándola y la dejó caer, golpeando con fuerza el glúteo del mismo lado de Lenina. Observó el temblor de sus carnes, el enrojecimiento de la piel, la marca blanquecina que dejaron sus propios dedos y la palma, antes de azotarla de nuevo. La escuchó intentar gemir, gritar, quejarse, pero no podía, porque la verga de su querido Svangur le bloqueaba la garganta.
Se escupió en la misma derecha que había usado para golpearla y movió las falanges sobre la saliva, empapándolos, usando el pulgar para embadurnarlos bien todos. Aunque la hechicera estaba tan mojada que dudaba que necesitara ayuda, pero así se mezclarían una vez más sus fluidos y la idea la excitaba. Paseó el dedo corazón desde el afeitado monte de venus de su pequeña hacia atrás, separándole los labios de su sexo. En cuanto alcanzó la zona perianal, embistió repentinamente hacia delante y la penetró con las tres falanges hasta que los nudillos frenaron el avance. Hurgó con éste dentro, moviéndolo en círculos, encogiéndolo y estirándolo. Lo sacó de repente y se la folló de nuevo, pero añadiendo el anular y el índice al acto. Los movimientos eran rápidos, insistentes y certeros. Conocía perfectamente la anatomía femenina y cómo debía estimularla para que pronto se comenzara a escuchar el chapoteo. -¿Te gusta que te folle tu tía, cachorrita?- Preguntó al volver a inclinarse sobre ella, pegando sus enormes pechos a la espalda de la menuda pelirroja, susurrándole al oído entre lentas y lascivas lamidas a la ternilla. Alzó la cabeza, elevando la vista y se encontró con la ladina sonrisa de Gula, que la observaba por entre las piernas de Morrigan. -Sabe como el infierno, ¿cierto?- Inquirió la griega, mas no era precisamente como muchos pensarían algo negativo, al contrario, la compara al calor abrasador del inframundo, al fuego de las almas inmortales. Khaelast era el manjar más delicioso que Envidia había probado nunca y estaba deseando repetir pronto, si es que Svangur le dejaba algo, porque parecía hambriento, más incluso de lo habitual.
Se escupió en la misma derecha que había usado para golpearla y movió las falanges sobre la saliva, empapándolos, usando el pulgar para embadurnarlos bien todos. Aunque la hechicera estaba tan mojada que dudaba que necesitara ayuda, pero así se mezclarían una vez más sus fluidos y la idea la excitaba. Paseó el dedo corazón desde el afeitado monte de venus de su pequeña hacia atrás, separándole los labios de su sexo. En cuanto alcanzó la zona perianal, embistió repentinamente hacia delante y la penetró con las tres falanges hasta que los nudillos frenaron el avance. Hurgó con éste dentro, moviéndolo en círculos, encogiéndolo y estirándolo. Lo sacó de repente y se la folló de nuevo, pero añadiendo el anular y el índice al acto. Los movimientos eran rápidos, insistentes y certeros. Conocía perfectamente la anatomía femenina y cómo debía estimularla para que pronto se comenzara a escuchar el chapoteo. -¿Te gusta que te folle tu tía, cachorrita?- Preguntó al volver a inclinarse sobre ella, pegando sus enormes pechos a la espalda de la menuda pelirroja, susurrándole al oído entre lentas y lascivas lamidas a la ternilla. Alzó la cabeza, elevando la vista y se encontró con la ladina sonrisa de Gula, que la observaba por entre las piernas de Morrigan. -Sabe como el infierno, ¿cierto?- Inquirió la griega, mas no era precisamente como muchos pensarían algo negativo, al contrario, la compara al calor abrasador del inframundo, al fuego de las almas inmortales. Khaelast era el manjar más delicioso que Envidia había probado nunca y estaba deseando repetir pronto, si es que Svangur le dejaba algo, porque parecía hambriento, más incluso de lo habitual.
Aegea A. Blackbird- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 03/12/2017
Re: Reunión de cuervos // Privado - Blackbird
El sello roto. |
En la Necrópolis de la Familia Blackbird.
El cabello de Svangur se comenzaba a erizar y su mandíbula a desencajar levemente, el sonido de sus dientes de sus huesos de su medio metamorfosis, rugían sin parar. Sus ojos eran dos llamas rojas, de tonos oscuros a la vez que todas las velas se apagaban conforme el Padre Cuervo abandonaba por completo la estancia junto a Jhada el Virtuoso. Escuchaba las voces de sus hembras, como le hablaban y como Khaelast le daba órdenes para seguir comiendo. No le hizo esperar y con su lengua ligeramente transformada en un amasijo de bultos verdes lamía sin parar.
De pronto sonrió, recordando algo. Quitó a Khaelast de encima y miró a las otras dos Blackbird. -Venid u os perderéis la función, queridas urracas mías. En concreto tu, mi pequeña. -Eso último lo dijo con ternura y amor, derrochando cariño, bueno; Todo el que la Bestia podía. Tomó la mano de su prometida y pasó a lamer sus dígitos, entre ellos y sus nudillos. La miró directamente a los ojos, una mirada decisiva, cautivadora. -Túmbate. -Inquirió. Sin esperar, la ayudó, terminando de desnudarla arrancando lo que le quedaba.
Cogió la mano de Khaelast con suma delicadeza. -Ven aquí, mi señora. Gran reina Cuervo. -La tumbó encima del cuerpo de Lenina, con su espalda contra los pechos de ésta, ambas con las piernas abiertas. Él por su parte se deshizo de su ropa también y continuó con su transformación, dejando atrás el estúpido e incómodo disfraz humano que tenía que llevar para conseguir no traicionar a la Mascarada que juró lealtad, tanto él como todos los Cuervos Vampiros y no Vampiros. Su piel pasaba a ser azulada con tonos verdes, intensos y brillantes. La piel se endurecía dando forma a escamas monstruosas acabadas en pico. Sus manos ahora eran enormes garras de 5 dedos y cinco uñas largas de ónice. Sus abdominales humanos ahora daban paso a una tripa que si bien no era excesivamente gorda, si que era contundente, pero no era eso lo único, pues la propia tripa era una cabeza, bueno, mas bien una Mandibula. Unos dientes de 30 centimetros cada uno, todos acabados en pico, en cuña. De su interior una lengua tan roja como la sangre que se metía y sacaba del coño de Khaelast a placer como si esa fuera su casa.
Sus brazos ahora eran muy largos, mas largos que el cuerpo en sí, estaban muy desproporcionados. Sus piernas daban paso a otro par de piernas, pareciendo así una especie de centauro muy musculado. Con la derecha agarró del cuello a la Madre Cuervo, pues la violencia a ésta le encantaba. Le hizo sangrar, le hizo asfixiar y se la acercó a la cara para sacar su lengua al completo y echársela al cuello como un lazo viscoso metiendo la puntita en la boca follándosela como si fuera un miembro viril. Tras ese acto la sacó y la desenredó guardándola en la boca y poniendo a Envidia Blackbird sobre la boca de Lenina que estaba tumbada admirando la espalda de Khaelast mientras a su vez era follada por Svangur y Khaelast masturbada con una lengua. El cabello del canibal también se había fortalecido y engrandecido, cambiando a un color totalmente violeta con destellos grises. Miró a Envidia sonriendo. -¿Contenta, Madre? No pensarias que dejariamos a Khaelast sin ver mi Verdadera y engrandecida forma. Una visión tan privilegiada es solo digna de alguien como ella, aquí: En familia. Pues.. cualquiera que ve esta magnificencia, muere. Pero claro.. Parafraseando al Padre cuervo:
Es un honor morir a mis pies.
Svangur Blackbird- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 16/02/2018
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