El aroma del cerezo trae recuerdos de un sepulto pasado

por **Mi Young Wang** Vie Mayo 19, 2017 8:07 pm

Quisiera que el cerezo, olvidara su fragancia;
el crisantemo su elegancia,
y mi alma, tus recuerdos.

Youn Mi
Paris 1800

No podía dormir, por lo que se levantó, sigilosa, intentando no hacer ruido alguno. Los demás ya dormían en el cuartucho destinado a la servidumbre, en ese edificio plagado de vicios y pecados.

Young Mi, tomó sus zapatos, ya deslucidos, un tanto avejentados, y se dirigió a una de las pequeñas ventanas, una buhardilla, que permitía acceder al tejado, por donde los deshollinadores, solían acceder a las chimeneas. Se colocó los zapatos, apenas salir al exterior, caminó haciendo equilibrio, para no resbalar y caer desde el techo a la acera de la calle. Cuando encontró un lugar adecuado, se sentó, arropándose con una raída manta. Su mirada vagó por la extensión de aquella vista de París, aunque en realidad, deseaba volver a contemplar el sendero cubierto de pétalos de cerezos, los dorados crisantemos, la blanca nieve del invierno en Seul. Nada de aquello quedaba, por lo menos, no para ella, solo breves fragmentos, que atesoraba en su memoria, tan raídos y deslucidos, como su manta o sus zapatos. No pudo contener las lagrimas, pues aquellos recuerdos que atesoraba, traían a su memoria, un amor que no había sido capaz de superar, que antes de nacer, había estado destinado a la muerte, al olvido, a la soledad de lo imposible.

Su delicado rostro, humedecido por aquellas dulces y melancólicas lagrimas, se elevó al cielo, buscando esas estrellas, que tantas noche la habían acompañado, en mitad del océano. Ellas, había sido sus confidentes,las únicas a quienes le contara, cuanto amaba, cuan duro había sido abandonarlo todo, por el bien del ser amado y como solo le quedaba un recuerdo entre dulce y amargo, como el sabor del juko. Mas las estrellas, ya se desvanecían lentamente, dejando lugar a un cielo purpureo, violáceo, con tintes celestes y rosáceos, - Rosáceo... como las flores de nuestro cerezo - musitó, mientras la voz se le quebraba y apretaba la mandíbula, intentando contener su desolación. Llevó sus piernas al pecho, las abrazó con sus brazos y escondió su rostro entre ellas, nadie debía ser testigo de su desesperanza, solo las desvanecidas estrellas, el sol, que gallardo y decidido, comenzaba a enseñorearse en el firmamento, no entendería, las gotas del nostálgico rocío, del diluido elixir de recuerdos, que cada noche, ahogaba a la joven.

El sollozo, se quedó moribundo en su garganta y sus ojos se secaron, al igual que las lagrimas, que evaporadas, se harían parte de la lluvia que aquella tarde entristecería a París.

por **Mi Young Wang** Jue Ago 31, 2017 10:52 pm

El anochecer de otoño, la encontró recorriendo pensativa las calles de París. Había salido del burdel muy temprano, en la mañana, para hacer un recado que la dueña del tugurio, en donde vivía, le había encargado. ¿como poría haberse negado? bien sabía que no podía hacer eso, ¿caso esa mujer no había expuesto su propia seguridad, con el solo fin de ayudarla, de protegerla de la mafia del opio, que la seguía buscando, aún después de haber pasado casi un mes de su arribo al puerto? No, no podía negarse, no hubiera sido correcto.

Cuando dejó el edificio, el día se presentaba algo soleado y aún no tan frío, puesto que apenas comenzaban los días otoñales, pero mientras transcurría el día, acercándose la tarde y posteriormente la noche, la temperatura iba descendiendo, y el vestido de lanilla color gris, que se hubiera puesto en la mañana, comenzaba a ser poco abrigo para soportar el frío que comenzaba a enseñorearse de las calles de la ciudad.

Caminó con su mirada nublada por la nostalgia, con los recuerdos de aquella lejana tierra, que aún vivía en sus recuerdos, en su alma. Pro en aquella hora de la noche joven, los pasos que recorría, no eran en las aceras de la ciudad francesa, sino en la misteriosa urbe asiática, en ese Seul que no hacía mucho, había recorrido, observando como las flores de los cerezos comenzaban a desprenderse de las ramas, creando una lluvia interminable de pétalos rosados, que parecían entregar la promesa de un mañana florido, a pesar de que el frío y la nieve cubriera con su manto, la efímera promesa. Young Mi, sonrió, aún envuelta en las nieblas de los recuerdos, - la nieve pronto llegará, mas al finalizar el invierno, las frágiles flores del cerezo, traerán la dicha nuevamente, como el mañana, traerá a mi vida un porvenir feliz - se dijo, mientras inspiraba el aire fresco de la noche y continuaba su camino en dirección de un destino incierto.

por **Mi Young Wang** Dom Feb 11, 2018 4:04 pm

Otro atardecer que se llevaba la esperanza de un mejor futuro. Los días de la joven asiática, transcurrían monótonos, grises, sin ninguna perspectiva de cambiar. Seguía viviendo en las habitaciones destinadas para la servidumbre, en ese edificio avejentado, donde funcionaba un burdel, que ocultaba su verdadero negocio tras lo que llamaba cabaret. Mas todos sabían, tanto los huéspedes, como los que trabajaban en el lugar, que ese era un negocio de citas, ademas de apuestas clandestinas.

Poco tiempo después de su arribo al lugar, Young Mi,, comprendió que era preferible pasar inadvertida, a llamar la atención y terminar con la espalda llena de moretones, puesto que aquella mujer que antes la hubiera salvado, supuestamente por ser un alma caritativa, en realidad estaba pensando en como mejor sacar provecho económico de ella. - Deberías intentar huir - le dijo una noche, una de las mujeres que trabajaba como prostituta en el lugar - ¿o acaso crees que, la madame, dejará que vivas bajo su techo sin que le pagues sus buenos francos? ¿crees que siendo una doncella alcanza? - le había dicho, con un tono de voz, entre burlón y compasivo, - el día menos pensado, te venderá al mejor postor, seas virgen o no -, la mujer le había acariciado los cabellos, - eres una joya demasiado exótica para no lucir -.

Sentada en el techo de la boardilla, Young Mi, volvió a temblar, como lo hiciera en el momento de sentir la caricia de aquella mujer en sus cabellos, o cuando su jefa la observaba de forma extraña, con mirada codiciosa. - Tal vez, debería hacer caso a lo que Marienne, me predijo... tengo la sensación que en cualquier momento, el lobo aparecerá - caviló, haciendo referencia del lobo, por la mirada codiciosa de aquella despreciable y temible mujer, pues parecía que estuviera midiendo las posibilidades de cazarla, como un licantropo a su presa. Suspiró cansada, - Debo huir, pero... me siento tan cansada de huir, de esconderme... que por momentos, solo desearía que la vida terminara -.

por Contenido patrocinado

El aroma del cerezo trae recuerdos de un sepulto pasado

El aroma del cerezo trae recuerdos de un sepulto pasado

Re: El aroma del cerezo trae recuerdos de un sepulto pasado

Re: El aroma del cerezo trae recuerdos de un sepulto pasado

Re: El aroma del cerezo trae recuerdos de un sepulto pasado