AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Séptimo Mandamiento {Virgile}
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Séptimo Mandamiento {Virgile}
Hora: 06:30
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
Hoy venceré mi marca, claro que si
Hoy venderé el doble de lo que ayer vendí
¿Cuantas venderé? 4 flores .
Hoy venderé el doble de lo que ayer vendí
¿Cuantas venderé? 4 flores .
Hace un poco de frío pero nada me impide salir de casa bien temprano para trabajar, anoche luego de llegar mi padre me castigó por no haber traído el suficiente dinero para la casa y ahora tenía que doblar las ventas de ayer, que no me fue tan bien sin contar que me robaron la mitad de las ganancias aquella pandilla de niños, espero no encontrármelos nuevamente.
Las flores de anoche no se han estropeado, me doy por servida con ello. Con un viejo chal de mama que está algo rotoso y parchado salgo con la cesta en mano directo a las calles, aun no llega nadie a las esquinas donde siempre voy solo algunos que otros gendarmes están rondando la zona, claro es muy temprano. Las campanas de la catedral suenan y eso me da una idea, corro hasta la iglesia parándome por las escalinatas para llegar a la iglesia, ahí pongo mi puesto de flores lo más rápido que puedo.
—Señora, Señor, niña y niño lleve unas hermosas flores a los santos que lo observan en la casa de Dios, con esas bellas flores usted tendrá su gracia y favor a sus peticiones y rezos, venga anímese, no olvide por solo una moneda hará feliz a la virgen y a los santos—
Una a una de acercan las mujeres a comprarme los pequeños ramilletes de flores, las monedas caen y para mi es la mayor bendición, al menos tendré que comer para este día y me libraré del castigo de mis padres, estoy a punto de llorar hasta que…
—¿Otra vez por aquí piojosa? Tu si no aprendes no es así creo que te gusta que te golpee hasta que aprendas la lección de que este es mi territorio y no te quiero ver cerca de aquí a tus sucios piojos—
—Oye pero si no hay lugar en la callen en la que me dejes tranquila, si estoy en mi esquina también vas a molestarme solo que ahí los otros no te dejan pero no hay rincón en el que no me molestes ¿Qué quieres?—
— Que desaparezcas y ruegues arrastrándote hacia mí que te dé permiso de trabajar en la calle eso quiero—
—Eso nunca—
— Entonces sufre las consecuencias—
—Hey no, no lo hagan, dejen eso, devuélvanme mis cosas, mi dinero—
Ellos tiran de mi cesta arrojando mis flores y pisoteándolas, Arthur agarra mi dinero queriendo quedárselo, no puedo permitirlo si lo hago me golpeará mi padre nuevamente. Tiró de su camisa empujándolo hacia el suelo con las monedas cayendo corro a cogerlas pero el muy grandullón me agarra del pelo tirando con fuerza, veo como sus secuaces recogen mis ganancias del momento. Me siento enojada por lo que siempre me hacen que aunque pataleo no logro soltarme de su fuerza bruta. Grito dando un manotazo a su cara, el me suelta al suelo y lo veo enfurecido. Me pongo en posición fetal porque ahora sí que la tendré buena por haberle golpeado.
Dios tu que estas en el cielo protégeme
Lilou- Humano Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 08/03/2017
Re: Séptimo Mandamiento {Virgile}
La misión principal de la banda a la que pertenecía Virgile era bastante simple. Robar a la gente rica, dar lo extra a los orfanatos o comedores y ayudar cuando se pudiera a colegas humildes en apuros, aunque eso los llevará a ser en muchas ocasiones perseguidos por los gendarmes y guardaespaldas de la gente de clase alta, detalles que no los hacían arrepentirse de su vida de “crimen”, ni siquiera cuando terminaban recibiendo golpizas por parte de los guardaespaldas –que generalmente eran más veloces y fuertes que los oficiales– pues su misión era sumamente clara para todos ellos.
Ese día, Virgile y sus compañeros tenían como objetivo el mercado, sitio al que acudía gran parte de la población parisina para comprar lo necesario para el día. Ellos de cierta manera tampoco eran la excepción a esa regla, ya que si bien mucho de lo que adquirían era mal habido, en otros casos, era pagado con dinero robado a los ricos, quienes solían hacer sus enormes fortunas explotando a los más humildes y pagándoles sueldos miserables por sus servicios, siendo precisamente, la manera en que los más fuertes y poderosos se aprovechaban de los débiles y pobres, lo que menos podía tolerar el grupo.
El camino y la rutina que seguían para llegar al mercado era siempre lo mismo. Salían de su escondite entre los bosques, caminaban por callejuelas solitarias, pasaban frente a Notre Dame para que los más católicos de sus compañeros pidieran vigilancia divina – algo que a Vigile le divertía ya que visto desde la religión, ellos obraban mal– y de ahí continuaban por un par de calles más concurridas hasta llegar al mercado, donde ejecutaban sus tretas para después volver sobre sus pasos, dejar algo de dinero en Notre Dame, caminar hasta su refugio para dividir el botín del día y decidir a donde es que llevarían lo sobrante.
La mañana entonces había transcurrido como de costumbre, al menos hasta el punto en que los muchachos salían de entre las callejuelas cercanas a Notre Dame, ya que ese día, no se encontraron con la usual calma de la Catedral sino que se toparon con una de las cosas que más odiaban; fuertes aprovechándose de un débil. Virgile, que era generalmente de los cabecillas del grupo, fue el primero en salir corriendo al auxilio de quien fuera que se encontraba en el suelo, recibiendo insultos y uno que otro golpe de un grupo de chiquillos.
–¡HEY! ¿QUÉ SE SUPONE QUE ESTAN HACIENDO? – gritó antes de que sus ojos fueran capaces de reconocer la figura en el suelo como la de una niña, dato que lo llevó a detenerse junto a la chiquilla en lugar de salir corriendo detrás de los niños como el resto de su grupo, quienes se encontraban decididos a darles una lección de reglas callejeras a los infantes.
– Niña… – susurró el ladrón, que de cuclillas al lado de la niña, estiró su mano para tocarla – ¿Estás bien?.
Ese día, Virgile y sus compañeros tenían como objetivo el mercado, sitio al que acudía gran parte de la población parisina para comprar lo necesario para el día. Ellos de cierta manera tampoco eran la excepción a esa regla, ya que si bien mucho de lo que adquirían era mal habido, en otros casos, era pagado con dinero robado a los ricos, quienes solían hacer sus enormes fortunas explotando a los más humildes y pagándoles sueldos miserables por sus servicios, siendo precisamente, la manera en que los más fuertes y poderosos se aprovechaban de los débiles y pobres, lo que menos podía tolerar el grupo.
El camino y la rutina que seguían para llegar al mercado era siempre lo mismo. Salían de su escondite entre los bosques, caminaban por callejuelas solitarias, pasaban frente a Notre Dame para que los más católicos de sus compañeros pidieran vigilancia divina – algo que a Vigile le divertía ya que visto desde la religión, ellos obraban mal– y de ahí continuaban por un par de calles más concurridas hasta llegar al mercado, donde ejecutaban sus tretas para después volver sobre sus pasos, dejar algo de dinero en Notre Dame, caminar hasta su refugio para dividir el botín del día y decidir a donde es que llevarían lo sobrante.
La mañana entonces había transcurrido como de costumbre, al menos hasta el punto en que los muchachos salían de entre las callejuelas cercanas a Notre Dame, ya que ese día, no se encontraron con la usual calma de la Catedral sino que se toparon con una de las cosas que más odiaban; fuertes aprovechándose de un débil. Virgile, que era generalmente de los cabecillas del grupo, fue el primero en salir corriendo al auxilio de quien fuera que se encontraba en el suelo, recibiendo insultos y uno que otro golpe de un grupo de chiquillos.
–¡HEY! ¿QUÉ SE SUPONE QUE ESTAN HACIENDO? – gritó antes de que sus ojos fueran capaces de reconocer la figura en el suelo como la de una niña, dato que lo llevó a detenerse junto a la chiquilla en lugar de salir corriendo detrás de los niños como el resto de su grupo, quienes se encontraban decididos a darles una lección de reglas callejeras a los infantes.
– Niña… – susurró el ladrón, que de cuclillas al lado de la niña, estiró su mano para tocarla – ¿Estás bien?.
Virgile- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 28/10/2012
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Re: Séptimo Mandamiento {Virgile}
Hora: 06:30
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
¡Ay diosito mio!
Tu que te apiadas de todos…
Apiádate de esta mugrosa y calamitosa niña que soy .
Tu que te apiadas de todos…
Apiádate de esta mugrosa y calamitosa niña que soy .
Sus patadas las siento en mi pequeño cuerpo que resiste con fuerza cada uno de sus golpes pero sé que estaré muy adolorida y fea para seguir vendiendo mis flores. Veo a mis flores marchitas, pisoteadas todas estropeadas que ya no sirven para nada más que para ponerlas en el cementerio y con lo que me costó conseguirlas de los parque sin que los gendarmes que agarraran por andar ensuciando esos lugares
Grito que se detenga pero solo los enfurezco más a Arthur siento que viene a darme una buena paliza él y ya puedo sentir su golpe pero se ha detenido en seco, apenas y oigo a alguien que les ha espantado con un grito. No se si ponerme de pie o quedarme ahí como decían mis hermanos
“si alguien grita cuando estés en el suelo quédate quita no te muevas o te llevaran a un lugar donde encierran a las niñas feas y sucias como tu en armarios con clavos a pasar de pie toda la noche”
Rezo, me pongo a rezar esperando que no sea eso quieta sin mover y sin respirar mucho con los ojos cerrados con fuerza esperando que se vaya aquella persona, pero no se va solo me pregunta si estoy bien pero ¿Cómo podría estarlo? Abro los ojos y veo mis flores sin mis ganancias de la mañana, sin nada para comenzar ya ni fuerzas tengo y es por eso que mis lágrimas salen una a una sin hacer ruido alguno solo salen por mi rostro viendo lo que perdí. Apenas me siento en el suelo pero no levanto la cara me siento mal y sucia—Si estoy bien—
Apenas si se puede escuchar mi voz, es tan baja como un susurro
—¿Por qué siempre tienen que dañar las cosas? ¿Por qué no solo se llevan el dinero y me dejan trabajar? Por qué tuve que nacer, por qué—
Alce la cara estaba furiosa y no sé porque comienzo a gritar de desesperación con mis lágrimas que caen de mi rostro más rápido, más fuerte no me importa ni que la gente me mire o hable de mi de manera extraña como si estuviese poseída y si lo estoy, estoy poseída por la histeria de perder mis flores y tener que ser castigada si no llevaba suficiente dinero
Entré en una crisis por ver mis flores todas desgastadas.
Lilou- Humano Clase Baja
- Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 08/03/2017
Re: Séptimo Mandamiento {Virgile}
Había acudido en ayuda de la pequeña simplemente porque detestaba ver las injusticias del mundo, pero cuando los ojos de Virgile se posaron sobre la frágil figura en el suelo, la sangre le hirvió de rabia y espero que sus compañeros atraparan a todos los chiquillos que se aprovecharon de la debilidad de una niña, así como también espero que la paliza que les dieran los llevara a arrepentirse de atacar a personas indefensas.
Se sintió un verdadero tonto al recibir la respuesta de la niña. ¿Cómo es que se le ocurría preguntarle si estaba bien? Era evidente que ella no se encontraba bien y no solo se lo decía su ropa sucia, su cabello un tanto enmarañado y el hecho de que siguiera sin moverse, se lo decían también aquellos ojos que miraban más allá de donde ambos se encontraban y las lágrimas que corrían libremente por su rostro. El ladrón suspiro pues no sabía que decir para levantarle un poco el animo a la chiquilla, que con cuidado se sentaba.
Antes de que su mente formulara una frase coherente y no tonta para mencionar, la chiquilla comenzó a gritar, reclamando por lo que al parecer le ocurría de manera sumamente frecuente. En silencio, Virgile dejó que gritará todo lo que creyera necesario, sin importarle las miradas que curiosas comenzaban a posarse sobre ellos y no fue sino hasta que la niña dejó de vociferar lo que pensaba que el ladrón llevó su mano hasta la cabeza de la pequeña.
– ¿Gritar te ha hecho sentir mejor? – preguntó esperando que la respuesta de la pequeña fuera afirmativa – ¿Esos niños suelen molestarte mucho? Porque puedo hacer que no te molesten más – sonrió – Yo y mis amigos podemos hacer que te dejen en paz para siempre, ¿No te agradaría eso? Así no tendrás que preocuparte – buscó entonces los ojos de la niña – Pero a cambio no volverás a preguntar ¿Por qué has nacido?.... ¿Trato? – Virgile estiro su mano a la pequeña, esperando que ella la tomara y cerrara así la única clase de tratos que conocían las personas de clase baja, los de la palabra.
Se sintió un verdadero tonto al recibir la respuesta de la niña. ¿Cómo es que se le ocurría preguntarle si estaba bien? Era evidente que ella no se encontraba bien y no solo se lo decía su ropa sucia, su cabello un tanto enmarañado y el hecho de que siguiera sin moverse, se lo decían también aquellos ojos que miraban más allá de donde ambos se encontraban y las lágrimas que corrían libremente por su rostro. El ladrón suspiro pues no sabía que decir para levantarle un poco el animo a la chiquilla, que con cuidado se sentaba.
Antes de que su mente formulara una frase coherente y no tonta para mencionar, la chiquilla comenzó a gritar, reclamando por lo que al parecer le ocurría de manera sumamente frecuente. En silencio, Virgile dejó que gritará todo lo que creyera necesario, sin importarle las miradas que curiosas comenzaban a posarse sobre ellos y no fue sino hasta que la niña dejó de vociferar lo que pensaba que el ladrón llevó su mano hasta la cabeza de la pequeña.
– ¿Gritar te ha hecho sentir mejor? – preguntó esperando que la respuesta de la pequeña fuera afirmativa – ¿Esos niños suelen molestarte mucho? Porque puedo hacer que no te molesten más – sonrió – Yo y mis amigos podemos hacer que te dejen en paz para siempre, ¿No te agradaría eso? Así no tendrás que preocuparte – buscó entonces los ojos de la niña – Pero a cambio no volverás a preguntar ¿Por qué has nacido?.... ¿Trato? – Virgile estiro su mano a la pequeña, esperando que ella la tomara y cerrara así la única clase de tratos que conocían las personas de clase baja, los de la palabra.
Virgile- Humano Clase Baja
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Re: Séptimo Mandamiento {Virgile}
Hora: 06:30
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
Grito entre sollozos hasta que me calmo lento, realmente se que todos nos miran y van hablando de mi miserable y asquerosa suerte, y es que a nosotros nadie nos tiene la mano somos los parias y escorias de ellos, pero no por eso, no por eso tengo que soportar que todo mi esfuerzo por conseguir algo de dinero y comida se vaya a la basura para soportar lo golpes de mi padre por no llevar lo suficiente para comprar licor y algo de pan mohoso, y ahora tengo que soportar que todo mi trabajo quede en la nada.
Me aferro aquella persona con mis manos poniéndose blanca de la fuerza que uso para agarrarme de su ropa hasta que me calmo completamente y las lágrimas cesan como para dejar mi cara tan sucia y fea por tanta lloradera. Lo miro y asiento al limpiar mis ojos con las manos sucias —si al menos pude sentirme algo mejor al gritar al menos no gritaré cuando mis padres me peguen por no llevar el dinero suficiente— rio nerviosa y miro mis flores en el piso todas maltratadas, recojo una de ellas alisando los pétalos y sonrió entregándola al joven, era lo único que tenía a la mano para pagarle —Aunque me puedas ayudar yo no tengo con que pagar, soy pobre y mire lo poco que tengo se ha estropeado no tendría como agradecer su oferta, aunque solo tengo este última flor algo decente que darle por su ayuda de ahora—
Una lágrima corre por mi mejilla en ese momento y solo sonrío como si todo estuviera bien, como si nada pasara. Eso siempre me enseño mi madre que debo mostrar que no me pasa nada que todo está bien aunque no lo esté realmente —No creo que pueda hacer que esos niños dejen de molestarme, siempre lo hacen y no dejarán de hacerlo hasta que me terminen matando como lo han hecho con pequeños animales— entrego la flor mirándole con algo de tristeza en la mirada —aunque me diga que no diga eso, no puedo evitarlo porque siento que si no hubiera nacido mi familia no estaría pasando tanto hambre, no tendría que estropearse las cosas para vender, no sería una carga para nadie— las lágrimas volvieron a salir de mis ojos directo al suelo de la aquellas escalinatas. Me sentía tan frustrada, ni siquiera tengo palabras para describir lo que en silencio las lágrimas mostraban
Lilou- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 08/03/2017
Re: Séptimo Mandamiento {Virgile}
Si la gente los miraba o no a Virgile le daba completamente igual, para el ladrón, lo más importante en aquellos momentos era el bienestar de la niña junto a la que se encontraba y nada más, después de todo, tanto el ladrón como la pequeña seguramente nunca habían obtenido nada de verdadero valor de aquellos que pasaban, juzgándolos como si fueran nada, porque de cierta manera eso eran, nada para los ricos pero todo para ellos mismos.
Consiente entonces de que la niña necesitaba expresar su dolor, Virgile le permitió que se aferrase a él, que gritara tanto cuanto debiera aunque claro, a él no le parecía del todo lo que ella gritaba, preguntando el motivo que la llevaba a habitar en aquella tierra donde no obtenía nada más que dolor. El ladrón pues sabía que la vida era complicada, sin embargo, también era consciente de que había maravillas en ese mundo cruel y despiadado, maravillas que la niña aun tenía que ver.
– Llevaras el dinero suficiente con tus padres – aseguró el ladrón, que no permitiría que Lilou sufriera a causa de una maldad de chiquillos. Con cautela, Virgile tomó la única flor que aun estaba en buen estado de manos de la niña y sonrió – Este es pago suficiente no solo por la ayuda de ahora, sino por la ayuda que aún planeo darte porque no permitiré que te castiguen por algo que no has hecho – la niña no merecía ser golpeada por sus padres, tampoco merecía ser golpeada por los niños. Ella merecía vivir una vida tranquila, vendiendo sus hermosas flores y creciendo hasta volverse igual de bella.
Con cuidado y cariño, Virgile retira las lágrimas del rostro de la niña.
– Si te digo que podemos hacer que dejen de molestarte es porque podemos hacerlo – mencionó antes de guiñarle el ojo – solo debes de tener un poco de fe en mi y mis amigos, que somos capaces de lograr grandes cosas – la sonrisa y la alegría se borró de su cara – Las cosas deben ser complicadas para ti ahora, pero si me permites ayudarte… bueno, si nos permites ayudarte, no tendrás porque sufrir más, no pasaras más malos momentos al lado de tus padres, a quienes les llevaras el dinero que quieren y por eso no tendrán que maltratarte más – tomó aire antes de sonreír – pero si las cosas siguen mal después de que te ayudemos, siempre podrás venir con nosotros – su grupo no tenía muchas chicas, sin embargo, alguien en necesidad siempre era bienvenido, en especial alguien tan vulnerable.
Consiente entonces de que la niña necesitaba expresar su dolor, Virgile le permitió que se aferrase a él, que gritara tanto cuanto debiera aunque claro, a él no le parecía del todo lo que ella gritaba, preguntando el motivo que la llevaba a habitar en aquella tierra donde no obtenía nada más que dolor. El ladrón pues sabía que la vida era complicada, sin embargo, también era consciente de que había maravillas en ese mundo cruel y despiadado, maravillas que la niña aun tenía que ver.
– Llevaras el dinero suficiente con tus padres – aseguró el ladrón, que no permitiría que Lilou sufriera a causa de una maldad de chiquillos. Con cautela, Virgile tomó la única flor que aun estaba en buen estado de manos de la niña y sonrió – Este es pago suficiente no solo por la ayuda de ahora, sino por la ayuda que aún planeo darte porque no permitiré que te castiguen por algo que no has hecho – la niña no merecía ser golpeada por sus padres, tampoco merecía ser golpeada por los niños. Ella merecía vivir una vida tranquila, vendiendo sus hermosas flores y creciendo hasta volverse igual de bella.
Con cuidado y cariño, Virgile retira las lágrimas del rostro de la niña.
– Si te digo que podemos hacer que dejen de molestarte es porque podemos hacerlo – mencionó antes de guiñarle el ojo – solo debes de tener un poco de fe en mi y mis amigos, que somos capaces de lograr grandes cosas – la sonrisa y la alegría se borró de su cara – Las cosas deben ser complicadas para ti ahora, pero si me permites ayudarte… bueno, si nos permites ayudarte, no tendrás porque sufrir más, no pasaras más malos momentos al lado de tus padres, a quienes les llevaras el dinero que quieren y por eso no tendrán que maltratarte más – tomó aire antes de sonreír – pero si las cosas siguen mal después de que te ayudemos, siempre podrás venir con nosotros – su grupo no tenía muchas chicas, sin embargo, alguien en necesidad siempre era bienvenido, en especial alguien tan vulnerable.
Virgile- Humano Clase Baja
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Re: Séptimo Mandamiento {Virgile}
Hora: 06:30
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
Lugar: Frente a la Catedral en las escalinatas
En verdad no puedo creer que en este mundo exista gente tan buena como mi ángel, aquel que conocía aquella desdichada noche, era cierto había olvidado la promesa que le había hecho y yo no rompo mis promesas. Golpeo mis mejillas con mis manos y mis cachetes inflados soltando el aire, miro la joven sonriéndole tomando el dinero —la verdad quiero creer que ellos ya no me molestaran o que mis padres no buscaran la excusa para castigarme de por si la situación es pesada en la casa así que si no es por el dinero por cualquier razón terminare siendo golpeada y no puedo abusar de usted o de sus compañeros también deben tener cosas que hacer en sus trabajo para ganar este dinero que ahora me han dado para ayudarme— niego con la cabeza, en verdad no puedo aceptar algo así de gratis, no me sienta bien.
Tengo la cara sucia por las lágrimas y limpio mi rostro pero solo lo mancho en la suciedad y lo pueril que llevo en mis negras uñas —Si lo acepto así de fácil siento como si lo estuviera robando y no sería un dinero que me ayude porque yo no hago esas cosas, asi que trabajaré con ustedes puedo ayudarles para pagar el dinero que ahora me están dando— sonrio mostrando mi gratitud —ya sé tal vez los pueda ayuda en sus trabajos, mi mamá dice que tengo una boca estupenda para atraer clientes quizás porque me las ingenio para llamarlos, así que ¿qué dicen? Los puedo ayudar así para sentirme mejor por su ayuda— hago ojitos de corderito arrepentido pidiéndole de favor que me dejen ayudarlos incluso le junto las manitas, realmente haría lo que sea para ayudarlos incluso en ese momento me puse a pensar que podría hacer para poder devolverles el favor, —no sé hacer mucho realmente y no tengo mucha educación mis hermanos y padre dicen que soy una inútil buena para nada que terminara de prostituta algún dia pero mi madre dice que tengo una mente rápida para los números y para salir de problemas así como para atraer a los clientes con mis ocurrencias, yo creo que solo sirvo para eso para usar mi boca y lengua en palabras ocurrentes— me rio de lo más natural, porque esas son las palabras que siempre me esperan en casa cuando no cumplo la cuota de dinero para llevar —que les parece si les ayudo vendiendo lo que vendan, ya sea pan o cosas por el estilo yo puedo atraer a muchos clientes— estaba pensando que podría hacer por ellos aunque el robar no era uno de mis planes.
Lilou- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 08/03/2017
Re: Séptimo Mandamiento {Virgile}
– Esos niños no te molestaran más – volvió a asegurar, pues estaba convencido de que sus compañeros les darían una buena tunda, tan buena que no les quedarían ganas de volver a molestar a Lilou, a quien seguramente sus compañeros dirían conocer y proteger, lo que a fin de cuentas, no distaría mucho de la realidad ahora. La cosa con los padres de Lilou era tristemente, harina de otro costal. Amenazarlos probablemente traería más problemas a la vida de la chiquilla, así que lo único que fue capaz de hacer Virgile, fue reiterar la invitación a la pequeña – Piensa en mi ofrecimiento muy bien – sonrió – y no tienes que decidirte hoy ni mañana, pues la invitación a que formes parte de nosotros no expira nunca – la sonrisa en los labios del ladrón se extinguió – De hecho si quieres de verdad vivir con nosotros serías muy bienvenida y si decides hacerlo, podrás encontrarme siempre en la plaza tertre por las tardes.
No existía más prueba para Vigile de que se encontraba frente a una criatura pura de corazón que merecía lo mejor de la vida, que el hecho de que estuviera dispuesta a ayudarles, claro esta, sin tener que robar nada. El ladrón sonrió. Lilou creía que el dinero y la ayuda que le ofrecía era bien habida y si bien en algunas ocasiones solía ser así, ese no era siempre el caso. Virgile y su grupo se dedicaban pues más que nada al robo, a quitarles a los ricos y darles a los más pobres; aunque claro, ellos no consideraban aquel acto como un robo sino como igualdad.
– Bueno, si de verdad quieres pagar lo que te ofrecemos – hizo una pausa, pensando en alguna forma de hacer que la pequeña sintiera que pagaba su deuda. Robar definitivamente quedaba fuera de las opciones, siendo de hecho algo dentro del discurso de la pequeña lo que ilumino al ladrón – Así que tienes mente rápida para los números y eres buena atrayendo gente – Virgile se llevó la mano derecha a la barbilla, simulando que pensaba sobre lo que iba a pedir – Creo que tengo el trabajo adecuado para ti – le miro divertido – Veras, como ya te dije antes, suelo estar todas las tardes en la plaza tertre, eso debido a que ahí es donde algunos de los chicos del grupo hacen presentaciones callejeras, sin embargo, nos hace falta alguien que sea bueno atrayendo clientela para que vea nuestras presentaciones, además de que necesitamos a alguien que se ágil haciendo cuentas para saber cuanto es lo que nos dan por el espectáculo – hizo una pausa – sin mencionar que no solo servirá para que nos pagues sino que puedes de hecho, seguir trabajando con nosotros después – el orgullo en la voz de Virgile por aquella idea era impresionante, en especial considerando que se le ocurría a él, uno de los peores ladronzuelos de París – ¿Qué opinas? – preguntó entusiasmado, pues de aceptar Lilou su idea, tanto él como los demás, dejar de robar… al menos en la plaza tertre.
No existía más prueba para Vigile de que se encontraba frente a una criatura pura de corazón que merecía lo mejor de la vida, que el hecho de que estuviera dispuesta a ayudarles, claro esta, sin tener que robar nada. El ladrón sonrió. Lilou creía que el dinero y la ayuda que le ofrecía era bien habida y si bien en algunas ocasiones solía ser así, ese no era siempre el caso. Virgile y su grupo se dedicaban pues más que nada al robo, a quitarles a los ricos y darles a los más pobres; aunque claro, ellos no consideraban aquel acto como un robo sino como igualdad.
– Bueno, si de verdad quieres pagar lo que te ofrecemos – hizo una pausa, pensando en alguna forma de hacer que la pequeña sintiera que pagaba su deuda. Robar definitivamente quedaba fuera de las opciones, siendo de hecho algo dentro del discurso de la pequeña lo que ilumino al ladrón – Así que tienes mente rápida para los números y eres buena atrayendo gente – Virgile se llevó la mano derecha a la barbilla, simulando que pensaba sobre lo que iba a pedir – Creo que tengo el trabajo adecuado para ti – le miro divertido – Veras, como ya te dije antes, suelo estar todas las tardes en la plaza tertre, eso debido a que ahí es donde algunos de los chicos del grupo hacen presentaciones callejeras, sin embargo, nos hace falta alguien que sea bueno atrayendo clientela para que vea nuestras presentaciones, además de que necesitamos a alguien que se ágil haciendo cuentas para saber cuanto es lo que nos dan por el espectáculo – hizo una pausa – sin mencionar que no solo servirá para que nos pagues sino que puedes de hecho, seguir trabajando con nosotros después – el orgullo en la voz de Virgile por aquella idea era impresionante, en especial considerando que se le ocurría a él, uno de los peores ladronzuelos de París – ¿Qué opinas? – preguntó entusiasmado, pues de aceptar Lilou su idea, tanto él como los demás, dejar de robar… al menos en la plaza tertre.
Virgile- Humano Clase Baja
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