la cena de la bestia

por **Fenrir Steit** Dom Jun 11, 2017 7:12 pm

Al ver como mi bebida llegaba a mis manos, la agité levemente delante de mi. Mi espalda sentía empujones y casi había llegado a tirar el vaso de no ser por el equilibrio. Vertí unas gotas de opio y dejé caer el terron en el vaso mientras removía el interior con una cuchara agujereada. El color del liquido enseguida se torno rojizo cobre, listo para tomar. Entonces en aquel momento alguien llamó a mi espalda, y dándome la vuelta, percibí el olor de la suciedad y la tristeza.
-Por favor, deme unas monedas padre. Entre nosotros dos...la chica que baila es apetecible aunque nunca se deje meter mano jeje, si sabe a que me refiero. Pero para eso tengo a Sally y aunque tiene una cicatriz muy fea ahí abajo, es tan lozana como cualquiera...si sabe a que me refiero- El absurdo personaje despertó mi interés, olía a sexo desmedido y a cerveza añeja. No sabía porqué me había confundido con un sacerdote. Quizá el abrigo, o quizá que era el único allí que no buscaba el calor ajeno de una mujer. Tomé al hombrecillo del hombro, sentía lástima por el y no quería que desperdiciará aún mas su triste vida. Lo acerque a mí y sin que opusiera resistencia alguna le hablé al oido. Enseguida mis ojos empezarona brillar. -Mientras buscas unas caricias ajenas que te hagan gritar, tu mujer amamanta a tu hija en esa triste vivienda que llamais hogar...ella llora por las noches mientras tu bebes y follas con todo lo que se mueva. Tu hija crecerá fuerte y sana sin ún ápice de enfermedad en su cuerpo, te lo garantizo. Pero si no sales por esa puerta y enmiendas tu vida, tu hija acabará aquí y sus caricias serán demandadas por cientos de desconocidos y tu tendras la penuria de ver como pasa...la elección al final siempre ha sido y siempre será...tuya- Al apartarme de su rostro el hombrecillo empezó a llorar como un descosido y se agarraba el pecho como si el corazón se le fuera a salir del pecho. -Grac...- Tartamudeó antes de salir corriendo de aquel lugar. Gracias había querido decir. Unas gracias que no se merecían. Mi función era esa misma, ayudar a ver con mas claridad la salida del tunel cuando andas perdido en la oscuridad. Y quizá no fuera la única acción que haría esta noche. Quizá no.